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Logica y Necesidad del Plagio

Julia Maura

Ante la lectura de este titulo adivino diversas actitudes. Gestos atonitos, rasgar de vestiduras, proyectos
de venganza apocaliptica. Pero tambien, en todos los que tengan serenidad para juzgar, una sonrisa
comprensiva, una aprobacion amistosa, porque ellos saben que "solo aquel que esté libre de pecado
puede tirar la primera piedra". Y esta frase tampoco es mía. Es del evangelio.

Da tristeza, pero es verdad. El plagio es necesario. Nuestra época, en lineas generales, no es creacionista.
Estamos viviendo todavía del romanticismo, del naturalismo, del existencialismo y del plagismo. Pero
como todas las verdades duras y crueles, ha habido que disimularlas. El plagio ha tenido que tomar
formas hipócritas y solapadas por culpa de las airadas voces de los propios plagiarios, que le atacan,
denuncia y combaten para disimular así mejor sus propios plagios. Solamente yo he tenido la valentía,
cuando me he lanzado a plagiar, de hacerlo a cara descubierta, con nobleza, sin disimulos, con la
fidelidad del calco. Pero tiene su explicación. Yo heplagiado por convencimiento. La conducta de los
grandes escritores me ha producido siempre emulación y estímulo. Pero al admirarlos me hacia siempre
la misma pregunta. ¿Por que Miguel de Ceervantes copió en el Quijote tantas cosas del doctor Huarte de
San Juan en su Examen de los ingenios? ¿Por que Shekespeare calcó su Julio Cesar de Plutarco? Al propio
Dante se le han probado antecedentes arábigos en La Divina Comedia. Rabindranath Tagore sé... inspiró
en Omar Kayan. Y cuando se publicó en Francia Anfitrión 38, su mismo autor explicaba el número del
título diciendo que era porque ya se habían escrito antes 37 versiones sobre ese mismo tema.

Es evidente que algunos genios plagian. Ellos sabrán por que, pues el genio siempre tiene sus razones. A
mi me pareció que la única manera posible que yo tenía de parecerme algo a los genios era plagiar de
vez en cuando como ellos. Y lo hice. Pero por excepción. No vayan a creer que eso va a constituir en mi
una costumbre.

La famosa frase "la propiedad es un robo" fue atribuida injustamente a Prudhomme. Y el se la


adjudicaba diciendo: "Y por eso es mía. Por que la he robado". Pero en realidad el primer autor de la
frase era Brissot.

El saneamiento de las fuentes de las ideas sólo se puede ocurrir a personas de muy corto entendimiento
y de más cortas luces. Dice Goethe que sería como investigar en un hombre bien alimentado cuáles
fueron los animales que sirvieron para su alimento.

Cada individuo tiene sus propias cualidades intelectuales, pero todos debemos nuestra formación a
influencias de un modo inmenso, de las que nos apropiamos aun sin darnos cuenta. Lo verdaderamente
importante es tener un alma que ame la verdad y la belleza y que se la asimile dondequiera que la
encuentre. "El mundo es ya tan viejo -dice también Goethe-, que desde hace milenios han pensado y
hablado tantas gentes importantes que ya no queda casi nada por pensar o decir. Mi teoría sobre los
colores es completamente mía. Y, sin embargo, Platón y Leonardo Da Vinci llegaron antes que yo a
parecidas conclusiones. Yo las encontré, lo mismo que ellos. Pero tuve que exponerlas después por el
solo hecho de haber nacido después".
En la Edad Media, solo los padres de la Iglesia plagiaron a Aristoteles. Era insuficiente. Durante el
Renacimiento se hurtó todo lo que se pudo. Por eso fué una época de enorme florecimiento espiritual.

Cuando un gran artista no logra adquirir fama es porque no ha conseguido encontrar suficiente número
de plagiadores. Lo que da fama a un hombre es que se le copie y se repitan las ideas que ha lanzado,
mezcladas con las ideas que ha inspirado. Mi mayor aspiración literaria sería que algún día me copiaran a
mi, como yo he copiado a Oscar Wilde.

La cuestion de la propiedad puede ser de gran importancia cuando se trata de una finca o de valores.
Pero nunca en el orden espiritual, donde todo debe ser de todos. Ninguna idea, ningun pensamiento son
exclusivamente la propiedad de un solo individuo, sino el conjunto de muchas sugerencias colectivas. Lo
que importa es quién las formula mas acertadamente, quién las ilumina mejor, quién las lleva mas lejos.

Dice también Goethe: "Somos todos colectivos, pues que poco tenemos que podamos asegurar que sea
enteramente nuestro. Yo no debo mi labor de ningun modo a mi propia sabiduría, sino a miles de
personas que me ofrecieron el material. Llegaron hasta mi, locos y sabios, listos y tontos, viejos y
jóvenes. Todos me dijeron lo que habían visto y oído. Lo que pensaron y como vivieron, y todas las
experiencias que habían almacenado. Y yo solo tuve que coger y devolver todo lo que me ofrecieron.
Cosechar lo que otros sembraron para mi".

Los grandes artistas pueden ser originales. Pero sólo cuando no tienen otro remedio. No deben
empeñarse en ser originales. El mundo de la razón es muy limitado y ya está explorado en su casi
totalidad. En cambio, el mundo de la extravagancia no tiene limites ni fronteras. Si nos obcecáramos en
no querer salir de él, viviriamos entre locos y alucinados.

Un artista es un hombre que ve y sabe ver, y nada más. Se entusiasma cuando alguna vez puede
entregarse sin reservas y con entera sinceridad a su autentica vocación. La de copiar. Cuando
Shekespeare copia a Plutarco, no lo hace a pesar de ser un genio, sino porque es un genio. El genio
siente un amor violento por todo lo bueno y lo valioso y, por consiguiente, un afán desmedido de
poseerlo, de hacerlo suyo. Y si otro supo expresar acertadamente la verdad y la hermosura, ¿Por que
reflejarlas de distinta manera? ¿Con que objeto? Cabe, además, el peligro de desfigurarlas, y a ese
sacrilegio lo teme el genio mucho más que a perder su propia originalidad. Antes copiar..., ¡siempre
copiar!

Pascal odia a los escritores que dicen de sus propias obras: "Mi libro", "Mi historia", "Mi comedia". Tiene
razón Pascal. Recuerdan los burgueses que dicen con orgullo: "Mi casa", y es del cacero. "Mi pueblo", y
es de todos los que nacen allí. Para hablar con propiedad habría que decir: "Nuestra casa", "Nuestro
pueblo", "Nuestro libro".

Los lectores querrían que ningun escritor escribiera sobre cosas ya escritas. Pero eso sería como volver
siempre a la infancia de la humanidad. Todos los grandes descubrimientos cientificos del mundo: el
submarino, el aeroplano, el cinematógrafo, la radio, el telegráfo, han sido posibles aprovechando los
hallazgos anteriores. Si todos los investigadores hubieran tenido que volver a empezar sin tocar para
nada a lo ya descubierto, bajo pena de que se les atacara acusándoles de plagiarios, al grito de "¡Eso ya
estaba descubierto...!", todo se habría estancado en la primera invención. No existiría el
perfeccionamiento.

¿Por que no ha de suceder igual con las ideas? Si se persigue implacablemente al plagio conseguiremos
hacer de nuestra época una época limitada, estática. Afortunadamente, los escritores mas inteligentes lo
han comprendido así, y a pesar de la frenética oposición plagian con afán, con valentía, con desafio.

El plagio solo es trágico para quien no sabe hacer otra cosa que plagiar. Pero para quién sabe escribir es
solo un instrumento de trabajo. Nadie puede reprochar a un escritor que emplee las mismas palabras
que otros han usado. Es mas, no puede prescindir de hacerlo. Su tarea consiste en alterar el orden de
esas palabras y hacer con ellas diferentes combinaciones. Lo mismo sucede con los pensamientos. Hay
que cogerlos donde se encuentran y mezclarlos con las ideas propias y cambiar frases, lo mismo que
antes se combinaron las palabras y hasta las letras.

Y todo esto que sobre el plagio estoy diciendo seguramente estará sacado de alguna parte. Porque yo he
debido de oír todo esto, aunque no recuerde donde. Va surgiendo de mi subconciencia a merced de la
circunstancia. Pero estoy segura de que sobre el plagio está todo dicho y no se pueden decir ya mas
plagios.

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