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Reseña del himno # 27 Brilla en tu lugar.

El himno “Brilla en tu lugar”, fue escrito originalmente en Inglés bajo el título “Brighten the
Corner Where You Are.” Su autora fue Ina D. Ogdon (1872-1964), quien compuso más de tres
mil himnos, cantatas y versos variados. Además de escritora, la señora Ogdon fue maestra de
escuela secular, y bíblica. Amaba el enseñar las escrituras y tenía la esperanza de convertirse en
una gran predicadora, pero tuvo que renunciar a su proyecto, ya que en 1912, su padre sufrió un
derrame cerebral que lo dejó paralítico e imposibilitado. Ella renunció a sus sueños y su carrera
y se dedicó a cuidarle con toda ternura. Un día, mientras Ina estaba en su escritorio en un rincón
del cuartito donde atendía a su padre, recibió la inspiración para escribir este hermoso poema.
En ese momento comprendió que no necesitaba ser una gran predicadora para brillar por el
Señor. Allí, en medio del encierro y limitaciones que implicaba el permanecer junto al lecho de
su amado padre, podía derramar su bondad, amor y alegría a manos llenas. Seguidamente
después, el compositor Charles Gabriel le puso música al poema, y “Brilla en tu lugar” se hizo un
éxito instantáneo, cantado por miles en las campañas evangelísticas de Billy Sunday y Homer
Rodeheaver. Desde entonces este himno se ha convertido en uno de los favoritos de la iglesia
evangélicas hasta nuestros días. Su traducción al Español se la debemos a Vicente Mendoza.

Este inspirador poema entrelaza el auto sacrificio que abrazó la compositora. Muestra las
palabras de Mateo 5: 14-16, “Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un
monte no se puede esconder, ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas
sobre el candelero; y alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante
los hombres, para que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos. La esencia de este himno es que debemos brillar donde quiera que estemos, con actos de
bondad, palabras de cariño y afirmación, oraciones constantes por los afligidos, ayuda oportuna
al necesitado o desvalido; una visita o llamada al ancianito olvidado, el testimonio personal
para traer almas a Cristo, etc. En fin, podemos brillar al depositar un poco de amor en cada
detalle con que agasajemos a nuestros semejantes.

No olvidemos que el propósito de brillar o iluminar a otros con nuestras buenas obras es que los
hombres glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Que se sientan atraídos por nuestra
luz, y vengan rendidos ante sus plantas. ¿El resultado? Necesidades emocionales y físicas
suplidas, la salvación de los que guiados por nuestra luz vengan a los pies de Cristo, y al final, en
el reino de los cielos, el “brillar junto a los redimidos, como las estrellas del cielo a perpetua
eternidad.”

¿Estás listo para Iluminar el rinconcito donde te encuentras? Ven, y afírmalo con nosotros al
cantar una vez más este precioso himno: “Brilla en el sitio donde estés.” Amen.

M. Ev. Nivea Luis G

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