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La balada de Aengus, el errante

William Butler Yeats


(189…)

Fuí al bosque de avellanos,


Porque sentía un fuego en mi cabeza,
Y corté y pelé una rama de avellano,
Y enganché una baya en el hilo;
Y mientras volaban las polillas blancas,
Y estrellas como polillas titilaban,
Solté la baya en el arroyo
Y atrapé una pequeña trucha dorada.
Cuando la hube dejado en el suelo
Fui a avivar las lenguas de fuego,
Pero algo susurró en el suelo,
Y alguien me llamó por mi nombre:
Se había convertido en una joven de sutil resplandor
Con flores de manzano en su cabello
Que me llamó por mi nombre y corrió
Y se desvaneció en el claro aire.
Y aunque he envejecido caminando
por profundos valles y tierras montañosas
encontraré donde ha ido ella
y besaré sus labios y tocaré sus manos
y caminaré por la hierba moteada
y cogeré, hasta que el tiempo y los tiempos terminen,
las plateadas manzanas de la luna,
las doradas manzanas del sol.

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