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QUÉ ES Y CÓMO SE REALIZA UN ENSAYO

Empezaremos esta lectura con el concepto de varios autores sobre el tema: “Ortega y Gasset lo
define: El ensayo es la ciencia, menos prueba explicita. Miguel de Montaigne como el juicio un
instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos y la Real Academia lo define como
el escrito en prosa en el cual un autor desarrolla sus ideas sobre un tema determinado con carácter
y estilos personales. También Vásquez1 lo define como un texto breve en el cual se expone,
analiza o comenta una interpretación personal sobre un tema determinado que puede ser:
histórico, filosófico, científico, literario, entre otros. En el ensayo predomina la posición personal y
subjetiva, es decir el punto de vista del autor. (1 VASQUEZ, citado por UNIVERSIDAD LIBRE. El
ensayo 2013)

¿Cuáles son sus características?

∙ La brevedad es importante en la elaboración de un ensayo, aunque no está definida su extensión,


se debe procurar no sobrepasar las cuatro páginas.

∙ La delimitación del tema debe aparecer de forma precisa antes de escribir el ensayo.

∙ La postura crítica del autor debe precisarse de manera clara, ya que esta será el aporte que
invitara a la reflexión sobre el tema abordado.

∙ La argumentación expone las ideas que sustentan la postura del escritor o contraponen las de
otros autores.

∙ La variedad temática puede surgir a partir de cualquier disciplina o campo del saber. De allí el
carácter universal del ensayo.

∙ El lenguaje debe conservar un estilo creativo, sin descuidar la estructura argumentativa del
ensayo

Concepto : Un ensayo es un escrito en prosa, generalmente breve, que expone con hondura,
madurez y sensibilidad, una interpretación personal sobre cualquier tema, sea filosófico, científico,
histórico, literario, etc. No lo define el objeto sobre el cual se escribe sino la actitud del escritor ante
el mismo; en el fondo, podría ser una hipótesis, una idea que se ensaya. El ensayo es producto de
largas meditaciones y reflexiones, lo esencial es su sentido de exploración, su audacia y
originalidad, es efecto de la aventura del pensamiento.

Tipos de ensayo

1. Ensayo literario: El término "ensayo" aplicado a un género literario fue escogido por el escritor
francés Miguel de Montaigne (1533-1592) para denominar su libro: Essais. Algunas de las
condiciones que debe satisfacer el ensayo literario es la variedad y libertad temática. El tema
literario corresponde más a un problema de forma que de fondo.

2. Ensayo científico: Una de las fronteras entre ciencia y poesía está en el ensayo. Se le ha
llamado género "literario-científico" porque parte del razonamiento científico y de la imaginación
artística. La creación científica arraiga, como la poética, en la capacidad imaginativa, ésta no se
puede ignorar totalmente; sin embargo no se aparta de la naturaleza o de la lógica. El ensayo
comparte con la ciencia uno de sus propósitos esenciales: explorar más a fondo la realidad,
aproximarse a la "verdad" de las cosas. Comparte con el arte la originalidad, la intensidad y la
belleza expresiva.

Según la intención comunicativa del autor, los ensayos se pueden clasificar en expositivos,
argumentativos, críticos y poéticos.
a) El ensayo expositivo, como su nombre lo indica, expone ideas sobre un tema, presentando
información alrededor del mismo y matizando esta información con la interpretación del autor y
opiniones personales interesantes alrededor del tema en cuestión.

b) El ensayo argumentativo tiene como propósito defender una tesis con argumentos que pueden
basarse en citas o referencias, datos concretos de experiencias investigativas, alusiones históricas,
políticas, u otras, fundamentos epistemológicos.

c) El ensayo crítico describe o analiza un hecho, fenómeno, obra o situación, emitiendo un juicio
ponderado.

d) El ensayo poético expresa la sensibilidad de su autor, utilizando lenguaje literario.

Partes de un ensayo

∙ Introducción o planteamiento: Es una de las partes fundamentales del ensayo, para poder
cautivar ? atrapar o hechizar al lector. Esta se hace a partir de una opinión, de una pregunta, de
una hipótesis o de un pensamiento metafórico.

∙ Desarrollo: tiene que ver con el proceso argumentativo de las ideas principales, secundarias y
periféricas, las cuales acompañadas de citas, ejemplos, pruebas y registros lograrán sustentar la
tesis principal del ensayo.

∙ Conclusión: Si el comienzo del ensayo, se presenta una tesis una hipótesis es necesario
desarrollarla para poderla comprobar o desaprobar a través del proceso argumentativo La
Extensión del ensayo: con respecto a la extensión del ensayo, podríamos plantear que es relativa,
pues un ensayo argumentativo, puede requerir mayor cantidad de hojas que un ensayo expositivo,
crítico o poético.

Algunos autores plantean rangos entre 3 ó 10 hojas. Al respecto es necesario aclarar que sea cual
sea la extensión, debe de existir el planteamiento de una tesis, en su respectivo desarrollo de pros
y contras, lo mismo que las síntesis correspondientes, pues el ensayo es una pieza de escritura
completa.

El Estilo: En el ensayo no hay en realidad un estilo definido, sino muchos según el carácter del
autor. Pero sí existe una condición esencial que todos debemos cumplir: la claridad de expresión y
transparencia que puede dar al lector una mayor comprensión de la autenticidad del pensamiento
plasmado por el ensayista. Debe de ser de característica lúdica, es decir agradable, ameno, ágil,
atractivo, libertario y en la medida de lo posible con una alta dosis del sentido humor. De esta
forma el ensayo debe atrapar y hechizar al lector. Un buen ensayo, con relación a las reglas
estilísticas, debe ser:

1. Conciso y claro: El ensayo se encuentra delimitado y jerarquizado en sus componentes y en


sus contenidos. Es necesario clasificar y trabajar las dominaciones jerárquicas del texto para que
sea claro y preciso. Por otra parte, si existen muchas ideas el texto se vuelve confuso; el ensayo
debe ser claro para que el pensamiento del que escribe, penetre sin esfuerzo en la mente del
lector.

2. Preciso: Es necesario utilizar términos precisos y no ambiguos. Muchos escritores creen que
utilizando palabras rebuscadas o sinónimos solucionan este problema. Recordemos que los
sinónimos no tienen igual significado, pues dependen del contexto y la cultura. Ejemplo: Perezoso,
ocioso.

3. Coherente: La dirección y la unidad del ensayo, se encuentran determinados en gran medida


por la articulación lógica que le demos a las oraciones y a los párrafos. El ensayo debe tener como
mínimo dos planos básicos; el plano del contenido y el de su expresión lingüística. Los conceptos a
través de sintagmas, las proposiciones por oraciones y los subtemas por párrafos.

4. Consistente: Un ensayo adquiere consistencia en su cuerpo cuando al presentar las


argumentaciones, no admite contradicciones, originando de esta forma que el texto sea natural,
espontáneo, claro y preciso.

5. Sustentado: Se utiliza mucho, pues los ensayos de corte argumentativo, en los cuales la
hipótesis y las tesis principales, deben de ser desarrolladas con profundidad argumentativa, a
diferencia del ensayo expositivo el cual es de carácter esquemático, pues solo describe con
evidencias simples, que muchas veces no requieren de procesos de confrontación teórica o de
demostraciones experimentales.

6. Finalidad: el ensayo debe actuar como motor de reflexión, generador de duda y de sospecha,
productor de ideas nuevas. El ensayo se hizo para diluir los designios de las lógicas Aristotélicas e
introducirnos al mundo de la lógica borrosa donde no solo podemos hablar de una verdad o una
falsedad, sino de una posibilidad o de una incertidumbre. Para escribir un buen ensayo, no solo se
requieren ideas, sino que se requiere una alta dosis de lectura pertinente, para poder escribir al
respecto. La inspiración para el ensayo no surge de la nada, surge de la experiencia lectora y
escritora que tengamos. En síntesis, un buen ensayo, es como una buena pintura: las frases al
igual que los colores, se deben combinar de una forma agradable. La armonía resultante de esta
mezcla es el gran secreto de los ensayistas; pero no basta que las ideas de un ensayo sean
armoniosas, deben ser además, como los elementos de un cuadro, es decir vivos y pintorescos,
para que puedan mostrar las tesis confrontadas por los argumentos de una forma cautivante y
atrayente

Tú puedes escribir un ensayo sobre cualquier tema y disciplina siempre y cuando cumplas con los
criterios que requiere. Para elaborar correctamente tu trabajo escrito utiliza la mayoría de tus
habilidades de razonamiento. Aplica las estrategias del pensamiento crítico toma en cuenta que el
proceso de pensar no es lineal, a veces podrás sentirte confundido, pero hazte preguntas que te
guíen para elaborar correctamente un trabajo escrito, aunque este proceso no se evidencie en el
producto final. En otras palabras, para escribir un ensayo tendrás que responderte a ti mismo
algunas preguntas relacionadas con el pensamiento crítico, estas preguntas no aparecerán en el
ensayo, pero es posible que sí aparezcan varias de tus respuestas

El pensamiento crítico: Al escribir un ensayo, deberás plantearlo desde el pensamiento crítico, a


continuación, te entregan algunas estrategias que te ayudarán. Úsalas como guía y no como un
patrón inflexible, emplea las que te ayuden a lograr tu propio objetivo de trabajo, te apoyarán para
aclarar tus propias metas y desarrollarán tus habilidades de razonamiento, que correspondan al
pensamiento crítico de un estudiante critico y

En resumen, estos son los pasos para hacer un ensayo:

1 Piensa la temática de tu ensayo.

2 investiga todo lo que puedas acerca del tema que tratarás.

3 estudia otros ensayos ya escritos sobre la temática que has elegido.

4 no abarques demasiados puntos.

5 utiliza frases cortas.

6 incluye reflexiones.
Actividad de aprendizaje.

Los aprendices en grupos colaborativos deben leer el siguiente documentos Carta a García y con
el deben elaborar un ensayo mínimo de 5 hojas donde pongan en práctica los pasos y las
indicaciones dadas en este documento. Este trabajo se calificará como nota final de la formación
de la competencia.

La Carta a García

La famosa "Carta a García" ( Elbert Hubbard 1856-1915) enlaza el nombre de Calixto García,
prócer de la independencia de Cuba, con McKinley, presidente de los Estados Unidos de América
en 1899 y con Rowan, el hombre correo que debía entregarla.

Calixto García era uno de los generales cubanos que luchaba por la independencia de Cuba desde
1895. En 1898 Estados Unidos interviene en el conflicto y declara la guerra a España. El
presidente McKinley escribe una carta al general García, pero le informaron que éste era poco
menos que imposible de encontrar para poderle entregar la carta porque andaba emboscado por
los montes pero que el teniente del ejército Andrew S. Rowan era el hombre más indicado para
intentarlo. Rowan aceptó el importante encargo diciendo que lo dieran por hecho.

Introducción

“Una Carta Para García”, lo escribí en una sola hora, por la tarde, después de la comida, el 22 de
febrero de 1899, día en que se conmemora el nacimiento de Washington. La edición
correspondiente al mes de marzo de la revista “Philistine” iba a entrar en prensa.
Nació como brote entusiasta de mi corazón, tras un día en que había agotado mis fuerzas tratando
de convencer a algunos aldeanos indolentes, para que abandonasen su estado comatoso por un
trabajo activo. Pero la verdadera inspiración brotó al calor de la discusión, mientras bebía una taza
de té, con mi hijo Bert, quien sostenía que el verdadero héroe de la Guerra de Cuba había sido
Rowan, quien, por sí solo, había realizado la más importante hazaña: había llevado la Carta a
García.

Fue una idea inspiradora. Mi hijo tenía razón, porque efectivamente había sido un verdadero héroe
el realizador de aquella obra, el que había llevado la carta a García. Me levanté y escribí el relato.

Tan poco importante me pareció el artículo así realizado, que lo publiqué sin título. Salió la edición
y en breve vinieron peticiones por mayor número de ejemplares de la edición de marzo de
“Philistine”, una docena, cincuenta, cien. Cuando American News Company pidió mil ejemplares,
pregunté a mis ayudantes cuál era el artículo que había conmovido en tal forma al público. Este era
el artículo sobre García.

Al día siguiente George H. Daniels, del Ferrocarril Central de Nueva York, nos envió el siguiente
telegrama: “Coticen precio cien mil ejemplares de artículo Rowan en forma de panfleto, con
anuncio de Empire State Express al final y digan en qué fecha pueden entregarlos. Contesté dando
precio y añadiendo que podíamos entregar los folletos en dos años. Nuestros talleres eran
entonces muy pequeños y cien mil folletos nos parecían una enormidad El resultado fue que hube
de autorizar al señor Daniels para que reimprimiera el artículo como quisiera. Así salieron medio
millón de ejemplares, en forma de folleto. Dos o tres veces más lo reprodujo el señor Daniels, en
cantidades de medio millón y más de doscientos periódicos y revistas lo reprodujeron también.
Posteriormente fue traducido a todas las lenguas.

Cuando el señor Daniels distribuía “La Carta para García”, estaba aquí el Príncipe Hilakoff, Director
los Ferrocarriles de Rusia. Era huésped del Ferrocarril Central de Nueva York y el señor Daniels lo
acompañó en su viaje a través del país. El Príncipe vio el artículo y se interesó por él,
probablemente no por otra cosa que por estarlo distribuyendo tan en grande el señor Daniels. Sea
de ello lo que se quiera, cuando regresó a su país, lo hizo traducir al ruso y dio un ejemplar a cada
empleado de los ferrocarriles de Rusia. Durante la guerra entre Rusia y el Japón, cada soldado
llevaba consigo un ejemplar de “La Carta Para García”. Los japoneses encontraron estos folletos
en manos de los prisioneros y, pensando que tendrían algún mérito, los tradujeron al japonés. Y
por orden del Mikado se dio un ejemplar a cada empleado del gobierno japonés, civil o militar.

Una Carta Para García ha sido impreso, pues, en más de cuarenta millones de ejemplares, suma
que jamás ha alcanzado publicación alguna, quizá gracias a una serie de incidentes afortunados.
En todo este asunto de Cuba hay un hombre que destaca en mi memoria. Al estallar la guerra
entre Estados Unidos y España, era muy necesario comunicar con rapidez con el jefe de los
insurgentes, el general García, que estaba emboscado en la selva, nadie sabía dónde. No era
posible comunicar con él por correo o telégrafo, pero el presidente necesitaba comunicar con él
con rapidez.

¿Qué hacer?
Alguien dijo al presidente: “Hay un tal Rowan quien encontrará a García si es que esto es posible”.
Buscaron a Rowan y se le entregó la carta para García. No voy a contar en detalle como “el tal
Rowan” tomó la carta, la guardó en una bolsa impermeable junto a su pecho, en cuatro días, en
una pequeña barca llegó a Cuba, desapareció en la jungla y, en tres semanas, llegó al otro
extremo de la isla tras atravesar el país hostil a pie, y entregó la carta a García. Lo que trato de
recalcar es esto: el presidente McKinley le dio a Rowan una carta para que se la entregara al
general García y Rowan tomó la carta sin ni siquiera preguntar “¿y dónde le encuentro?”
Verdaderamente aquí hay un hombre que debe ser inmortalizado en bronce y su estatua colocada
en todos los colegios del país. Porque no es erudición lo que necesita principalmente la juventud, ni
enseñanza de tal o cual cosa, sino la inculcación del amor al deber, de la fidelidad a la confianza
que en ella se deposita, del obrar con prontitud, del concentrar todas sus energías; hacer bien lo
que se tiene que hacer. “Llevar una carta a García”.

El general García ha muerto; pero hay otros García. Todo hombre que ha tratado de llevar a cabo
una empresa para la que necesita la colaboración de otros, se ha quedado frecuentemente
sorprendido por la estupidez de la mayoría de los hombres, por su incapacidad o falta de voluntad
para concentrar sus facultades en una empresa y ejecutarla.

Ayuda torpe, craso descuido, indiferencia y apatía por el trabajo parecen la norma y nadie que
necesite de la colaboración de otros triunfa si no es con sobornos o amenazas o que Dios en su
bondad haga un milagro y le envíe un ángel que le ayude. Lector, tú mismo puedes hacer la
prueba. Te supongo sentado en tu despacho y a tu alrededor seis empleados. Llama a uno de ellos
y hazle este encargo: “Busque, por favor, en la enciclopedia y hágame un breve memorándum
sobre la vida de Correggio”. ¿Esperas que tu empleado te conteste: “Sí, señor”, ¿y ponga manos a
la obra? ¡Desde luego que no! Te mirará sorprendido y te dirigirá una o más de las siguientes
preguntas: ¿Quién era él? ¿En qué enciclopedia busco eso? ¿Está usted seguro de que esto está
entre mis deberes? ¿No será la vida de Bismark la que usted necesita? ¿Por qué no ponemos a
Carlos a que busque eso? ¿Necesita usted de ello con urgencia? ¿Quiere que le traiga el libro para
que usted mismo busque allí lo que necesita?
Diga: ¿para qué quiere saber eso? Apuesto diez contra uno, a que después de haber contestado
a tales preguntas y explicado cómo hallar la información que deseas y por qué la quieres, tu
empleado se marchará y pedirá la ayuda de sus compañeros para “encontrar a García”. Y
todavía regresará después para decirte que no existe tal hombre. Por supuesto que puedo perder
la apuesta, pero la probabilidad es que la gane. De modo que si no quieres perder el tiempo no te
molestarás en explicarle a tu “asistente” que Correggio se escribe con C y no con K, sino que
sonreirás y dirás “no importa” y lo harás tú mismo.

Esta incapacidad y falta de voluntad para arrimar el hombro y empujar es lo que hace imposible el
triunfo del socialismo. Si los hombres no son capaces de esforzarse por su propio interés, ¿qué
harán cuando el beneficio es para los demás?

Un supervisor de mano dura parece indispensable y el temor al despido es lo que mantiene a


muchos trabajadores en su lugar. Solicita un taquígrafo y nueve de cada diez no saben ortografía
ni puntuación - ni lo consideran necesario. ¿Podrá tal persona redactar una carta a García? ¿Ve
usted ese contable?, me dijo el administrador de una gran fábrica? “Sí, ¿por qué?”. Bueno, es un
buen contable, pero si le envío al centro de la ciudad con un encargo, quizá haga el encargo
satisfactoriamente o quizá entre en cuatro bares por el camino y al llegar a su destino habrá
olvidado por qué había ido.
¿Se puede confiar en que tal hombre le lleve una carta a García?.
Recientemente oímos muchas expresiones de simpatía y compasión hacia los “abusados y
explotados esclavos del salario” y los “pobres en busca desesperada de empleo”, a menudo
acompañadas de duras palabras dirigidas a los que tienen el poder. Nada se dice del patrón que se
hace viejo antes de tiempo por su vano esfuerzo tratando de conseguir que empleados vagos y
desinteresados hagan trabajo inteligente. Nada se dice de su paciente esfuerzo con empleados
que dejan de trabajar en cuanto les da la espalda.

En todo negocio y fábrica hay un constante proceso de selección en marcha. El jefe continuamente
tiene que despedir empleados que han demostrado su incapacidad para defender los intereses del
negocio y otros nuevos empleados toman su lugar. En los tiempos buenos este proceso es
continuo y cuando los tiempos son duros y el trabajo escaso el proceso es todavía más selectivo -
pero a la calle van los vagos e incompetentes. Por la cuenta que le trae, el empresario retiene a los
mejores, los capaces de llevarle una carta a García. Conozco un individuo que se halla dotado de
cualidades y aptitudes verdaderamente sorprendentes; pero carece de la habilidad necesaria para
manejar sus propios negocios y que es absolutamente inservible para los demás. Sufre la
monomanía de que sus jefes lo tiranizan y tratan de oprimirlo. No sabe dar órdenes ni quiere
recibirlas. Si se le entregara una carta para García su respuesta sería “¡Llévela usted!”.
Actualmente este individuo recorre las calles en busca de trabajo, sin más protección que un
deshilachado abrigo. Nadie que le conozca se atreve a darle empleo porque es un descontento y
un alborotador. Es impermeable a todo tipo de razones y lo único que entiende es un puntapié. Por
supuesto que una persona tan deforme desde el punto de vista moral merece la misma compasión
que un lisiado físico; pero en nuestra compasión no dejemos de derramar una lágrima por aquellos
que luchan por hacer grandes tareas, cuyas horas de trabajo no terminan con el toque del silbato y
cuyo pelo encanece rápidamente con su esfuerzo por contener la indiferencia, imbecilidad e
ingratitud de aquellos que, si no fuera por el esfuerzo e iniciativa de estos hombres, estarían sin
vivienda y sin comida.

¿Son demasiados severos los términos en que acabo de expresarme? Tal vez sí. Pero cuando
todo mundo ha prodigado su compasión por el proletario inepto, yo quiero decir una palabra de
simpatía por el hombre que ha triunfado; el hombre que, luchando con grandes obstáculos, ha
sabido dirigir los esfuerzos de otros, y, después de haber triunfado, se encuentra con que lo que ha
hecho no vale nada; sólo la satisfacción del trabajo bien hecho. Yo he trabajado de jornalero y
también he tenido a otros trabajando para mí y sé que ambas partes tienen sus razones. La
pobreza, de por sí, no reviste excelencia alguna ni el vestir harapos es una recomendación y todos
los patrones no son tiranos en mayor medida que todos los pobres son virtuosos.

Admiro de todo corazón al hombre que cumple con su deber, tanto cuando está ausente el jefe,
como cuando está presente. Y el hombre que, cuando le entregan una carta para García,
calladamente la toma sin hacer preguntas estúpidas ni idea de tirarla a la basura ni hacer otra cosa
que entregarla a su destinatario, este hombre nunca será despedido ni tiene que hacer huelga para
obtener mejor salario.
La historia de la civilización es una larga y ardua búsqueda de este tipo de personas. Lo que este
hombre pida, se le dará. Se le necesita y busca en todo pueblo y ciudad, en toda oficina, tienda,
fábrica y negocio. Se le necesita de forma apremiante: el hombre capaz de llevar una carta a
García.

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