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La Venus ofendida
Personajes
Marie, una mujer bella y compuesta. Mayor, pero parece esas actrices de cine que al
envejecer tienen una belleza particular, como Liv Ullman o Ingrid Bergman. Tiene un
anillo con un diamante en el anular izquierdo, bastante notorio.
Marcial, un hombre mayor
Italia, una mujer mayor, de cabello blanco y anteojos ahumados.
Escena 1
Marcial está sentado en el banco de plaza, esperando. Tose y estornuda con frecuencia.
Llega Marie y se sienta a su lado, saca una revista de modas y se tapa la cara con ella,
mientras se hace la que está leyendo.
MARCIAL; Memoriosa.
MARIE: Hace cinco días que te busco por todas partes. Tendrías que haber venido
como me prometiste! Pensé que te podía haber pasado algo malo. No sé, que te
atropellaron o te dio un ataque al corazón, al cerebro. A tu edad, se es propenso a los
ataques.
MARCIAL: Gracias.
MARIE: No te ofendas por eso. ¿No leés los diarios, la Scientific American cuando vas
a la hemeroteca? ¿No te las trae la ladrona esa que tenés de amiga?
MARCIAL: No.
MARCIAL: Me voy a tener que ir, si seguís así. Vine a tomar un poco el sol, ver las
palomas, respirar el aire puro…
MARIE: Desde acá se ve la cancha de Boca. ¿La ves o no la ves? A lo mejor no la ves.
Esos anteojos tienen como cincuenta años, de cuando estudiabas en la universidad y
eras existencialista. Yo no sé qué milagro hace que aun puedas leer las letras de los
diarios y las revistas cuando te encontrás con la otra, en la hemeroteca.
MARIE: Lo último que le pido a ese hijo de puta que manda el trueno y el rayo allá
arriba, es que te tire uno que te atraviese de tal manera que de tus cenizas no puedan
sacar ni el ADN. Lo leí en una revista, de las cenizas puede saberse el ADN. No sé
como lo analizan, no lo entendí porque imprimieron la mitad de la investigación, la otra
mitad venía en la revista del mes siguiente. No tenían la revista del mes siguiente en la
peluquería. Un día de estos voy a la misma Hemeroteca que vas con la infeliz esa y me
leo la siguiente.
MARCIAL: Marie, hablamos de esto tantas veces. Yo creo que fue más tiempo, ¡años!,
el que pasamos hablando de por qué no seguimos juntos, que el tiempo que estuvimos
juntos.
MARIE: ¡Infame!
MARCIAL: Decíme qué querés, qué puedo hacer para que me dejes en paz y te vuelvas
por donde viniste.
MARIE: No me puedo volver. Estoy casada con vos. ¿Ves este anillo? Estoy casada con
vos hasta que la muerte nos separe, toda la eternidad, etcétera.
MARCIAL: Marie, estaba borracho. Veía doble por el alcohol y por la alergia. El
polvillo de los plátanos en otoño es una cosa que… Eran cosas de chicos lo que pasó
entre vos y yo. Había rendido bien química, que es una materia espantosa y nunca se me
dio bien; estaba jugando con mis amigos…
MARIE: Me escribieron con un fibrón en el culo. ¿Te acordás que tus ‘amigos’, como
los llamás vos, me marcaron el culo con un fibrón?
MARIE: “Bendito sea el camión que trajo el cemento para crear el pavimento, donde
esta parado este monumento”- Eso me escribieron, ¿te acordás?
MARIE: Dolió.
MARCIAL: No sé qué decirte. Creo que me disculpé por ellos, antes y ahora. Si querés
me disculpo de nuevo, Marie. No…
MARIE: “Bendito sea el camión que trajo el cemento para crear el pavimento, donde
esta parado este monumento”
MARIE: Cretinos.
MARCIAL cuenta con los dedos: Diecisiete palabras, Marie. En tu… en… Hay que
tener espacio.
MARCIAL: Eso.
MARCIAL: Sí, no. Hay que tener pizarra adonde escribir. No te pusieron ¡Loba! Te
pusieron “Bendito sea el camión que trajo el cemento para crear el pavimento… “ y
como sea que sigue.
MARIE: Por qué me iban a poner Loba? Soy una loba, yo, acaso? Libitina es mi
verdadero nombre, pero dejé que vos me llamaras Marie, nomás porque Marie era un
nombre que te caía en gracia. Nunca hay que ceder a los caprichos del amado. Ya no me
acuerdo quién lo decía.
MARCIAL: Digo loba por decir un halago. Viste esos halagos. De mi época son loba,
potra. Ahora se usa perra, a veces usan zorra. Conejita, también, más cariñoso.
Cachorrita.
MARIE: Loba era otra. Y estaba del otro lado del paseo, con los dos hijitos con las
manos extendidas hacia las tetas (hace el gesto de Rómulo y Remo). Esa era la loba. Yo
no soy la loba.
MARCIAL: Pobre esa señora, era un indigente que pedía. Me acuerdo el día que le
dimos con Froilán zapatos para los…
MARIE: ¿Te hacés el estúpido ahora? Qué indigente? Te estoy hablando de la madre de
Rómulo y Remo.
MARIE: No.
MARIE: La loba capitolina estaba ahí, desde 1921. Esculpida por Gonzalo Leguizamón.
Con los nenitos lactantes así (repite el gesto). Un día se roban a los nenes, la policía los
encuentra, se los devuelve a la loba. Año 2007, lo tengo acá (se toca la frente) grabado:
la loba no paró de aullar una puta noche hasta que se los devolvieron. Se los devuelven.
Al año siguiente, los volvieron a robar y hasta hoy nadie sabe dónde están. El robo de
chicos parece una institución en este país.
MARCIAL: …
MARCIAL: Marie…
MARIE: Miráme a los ojos. Miráme a los ojos cuando te hablo, Marcial. Yo soy tu
esposa. Mirá ahora el anillo de casamiento, con el diamante.
MARIE: Sí, porque no me quiero enojar y estoy segura de que estos olvidos tuyos son
cosas de la edad. Que no es malevolencia. A ver: yo estaba parada ahí, tranquila, seguro
cruzaba algunas palabras con Primavera, ella era muy conversadora. Era marzo, los
estudiantes estaban dando los exámenes. Vos viniste, alegre, como decís vos, con tus
amigos, como llamás a los degenerados con que te rodeaban y me escribieron el culo la
mar de contentos. Les advertiste que no estaba bien hacer eso, de la chaqueta sacás una
cajita, la abrís, está el anillo. Este anillo, el de nuestro casamiento. Ponés una rodilla en
el suelo y me decís: “Venus, ¿querés casarte conmigo?” Yo asentí, imperceptiblemente.
Para que nadie pudiera decir, la Venus del paseo es una maldita zorra arrastrada que lo
único que quería era casarse con un estudiante de medicina. No: yo te amaba con locura
desde que estabas en el Otto Krause y venías acá a repasar para el examen de Educación
Cívica. Cosa que no tenés. Educación cívica, es obvio que no tenés. Al día siguiente,
bajé del pedestal y fui a tu casa. Y así estamos, que sí, que no. Acá dijeron que un
vándalo me había robado y nadie se asombró demasiado. En este país, falta un chico,
falta una mujer, es cosa de todos los días. Pero mi amor por vos es profundo e hizo de
mí una mujer de carne y hueso.
MARCIAL: ---
MARCIAL: Estoy…
MARIE: ¿Entonces?
MARIE: Bien.
MARCIAL: No, Marie. Somos dos viejos ¿qué van a decir los muchachos que pasan,
los…?
MARIE: Dáme un beso acá y después vamos a los arbustos y hacemos el amor.
Frenéticamente.
MARIE rompe a llorar, herida: Hubieras preferido que nunca bajara del pedestal. Que
me quedara dura en el paseo, viéndote patear las hojas, estornudar todos los otoños
porque te viene la alergia e inundarme de un amor y de una ternura que no sirven para
nada…?
MARCIAL le besa las manos: No, no. Claro que me gustó conocerte, claro que mi vida
con vos fue más… un poco más…
MARIE: Siempre me pasa así cuando me enamoro de los mortales. Me los mata otro
dios o no se entusiasman… Yo digo, ¿cómo pueden no entusiasmarse, cómo no pueden
amarme a mí, que soy Venus, la diosa del amor? Son duros los hombres. Casi que me
atrevo a decir que en este país los hombres están locos, pero los otros eran griegos y allá
¡la misma historia!
MARIE: Adonis, el más bello de la tierra fue mío. ¿Vos te pensás que me daba bolilla,
que trataba de complacerme…? No te digo un cheque en blanco, pero un presente
alguna vez… No sé, unas rosas silvestres…
MARIE: ¿Y Anquises? Le dije que no contara lo nuestro por ahí, en las tabernas. Lo
contó, Zeus le mandó el rayo, quedó rengo; después ya no me quiso ver más.
MARCIAL: Dejáme que te bese y la próxima hacemos el amor atrás de los arbustos.
MARIE: No te creo.
MARCIAL: Te prometo.
MARIE: Toda una semana?? Estás jubilado, ¿qué tenes que hacer en toda la semana que
no podés venir antes?
MARIE: Bueno.
MARIE: No quiero más tener que soportar que una mortal zaparrastrosa venga acá a
zurearte y hacerte zalemas, mientras yo…
MARIE: La odio a ella y a vos, en mis malos días. En mis buenos días, en cambio, te
odio a vos primero y a ella después…
MARCIAL; Mañana estaremos juntos, solos. El uno para el otro. Los dos uno, para
siempre.
ITALIA: Sí.
ITALIA hojea: Chela, polvo facial. Ideal ojos negros… (sigue pasando las hojas) Pola
Negri.
ITALIA: “Durante el rodaje de Bella Donna un gracioso dejó suelto unos cuantos gatos
en el plató. El director, George Fitzmaurice, no estaba al tanto del chasco que se
pretendía hacer, ni tampoco el galán Adolfe Menjou. Pola Negri, muerta de miedo y
gritando, se negó a salir del camerino. Sin embargo, los rumores cuentan que eran los
gatos de Gloria Swanson, Fifí, Frufrú y Charles los que estaban en el plató y que ella
misma los llevó para irritar a su rival. Una amiga de Pola a quien no podemos
mencionar dijo que los gatos de Pola atacaron a los de Gloria y así. Entrevistado Charles
Chaplin por el corresponsal de Mundo en La Meca del Cine, declaró que se trata de dos
actrices espantosas y horribles y debería cualquiera sentir piedad por esos pobre
animalitos que están bajo su poder.”
ITALIA: …
ITALIA: Yo soy real, pero no soy de verdad. Estará retocada la fotografía. Es una
fotografía muy antigua.
ITALIA: ¿Van a meter presa a esta pobre vieja por llevarse unas revistas?
MARCIAL: Sí.
MARCIAL: Y seguiría.
ITALIA: ¿Acá?
MARCIAL: Sí.
ITALIA: ¿Por?
ITALIA: Me robo más revistas de chismes. Porque las de ciencia no las entendemos.
MARCIAL: …
ITALIA: Una que hable de Mary Pickford. ¿Te gusta Mary Pickford?
ITALIA: Una muy linda; le decían la novia de América. Cuando la veas te vas a dar
cuenta. Era tan linda que no te va a parecer una mujer de verdad. Todos estaban
enamorados de ella, vos seguro la ves y te enamorás de ella también.
Lentamente caen las luces, mientras Italia sigue mirando la revista y lee en voz baja.
Apagón.