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DE VICIOS Y VIRTUDES,
Y EJEMPLO DE VIRTUOSOS,
SALE A L V t
A DEVOCION DE UN DEVOTO,
BARCELO NA-.
BN I A IMPRENTA DE SIERRA y M A R T I, P L a S a ^DK
SAN JAIM E . A tfo l8 s * .
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JESUS.
A L S E R A F IN H U M A N O
Un Devoto,
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C E V SUR A D E L O S R R . P P . F r. J O S E P
Ludeña, Lector Jubilado, Colegial mayor
en el: de ion Pedro y san Pablo de la Uni
versidad de Akalá%y actual Definidor de la
Provincia de Cartagena', y Fray Pedro de
la P eñ a) Lector Ju, y Rec
Colegio de la Purísima Concepción de la
- Ciudad de Murcia*
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¿P R O B A C IO N D E L P . Fr. M IG U E L
Enrique, Lector Jubilado del Real Con
vento de N . S.P . S. de
de irden del Real Consejo.
M . P . S.
F r. Miguel Enrique,
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PRÓLOGO.
N o dudo, amigo le cto r, que encontraría
en este pequefio libro muchos yerros, así en
h ortografía, como en no ir coordinados los
casos, como se debiera ; porque conforme los
encontraba, asi los escribia para lo público,
escusarás en mí esta culpa. £1 ñn que tuve en
escribir estos ejemplos fu e , lo uno por evi
tar la ociosidad; y así el tiempo que me
dejaba libre el ejercicio de las misiones y
las precisas asistencias de la comunidad, lo
empleaba en leer y escribir: lo o tro , por
tener á la mano algunos casos y noticias
para la misión.
Nunca se me previno, que este librito pu
diera salir á la luz pública ; pero habiéndolo
leído algunas personas doctas, les pareció que
si se diera á la prensa pudiera ser de gran pro
vecho para la utilidad pública: y esto me mo
vió á ponerlo por obra. Tu discreción podrá
-suplir los defectos que hallares en este librito,
porque me persuado que eres piadoso. Bien
pudiera haberlos corregido, y haber formali
zado este lib ro; pero las precisas ocupaciones
del oficio de Guardian , en que me hallo, no
me han dado lugar para ello.
Ya veo que habrá algunos menos piadosos,
que no querrán adm itir, ni pasar por esta es-
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«usa: pero consumióme con lo que dice san G e
rónimo : Qui animum scribendum
cat , vel ad t, tot sibi Judices contra
u
icen
d
se assumit, quot lectores. Quidam namque
cunt, qubd prophanus sit. Dirán algunos, que no
he hecho mas que haber traducido los casos
del latió en romance: otros, que muchos ca
sos de estos los tienen vistos en los autores.
Respondo, que es a s í: pero yo no he escrito
estos casos para los presumidos de doctos, si-,
no para los simples y humildes, y que no sa
ben la lengua latina. Y si hay alg
yan visto algunos ejemplos de este libro en.
los autores, también hay otros en este libro,
que no los'habrán visto ni leído.
• Por fin , amigo lecto r, me persuado que si
eres discreto y piadoso, no dejarás de per
donar, y suplir mis yerros. En este libro,
aunque pequeño, hallarás diversos ejemplos
y casos maravillosos, unos sérios y graves,
otros chistosos y con gracejo: todos sirven
para el desengaño, y juntamente para recreo
del entendimiento t si te gustaren, toma de elloa
lo que vieres ser mas provechoso para el bieq
de tu alm a, que es lo que deseo; y dale é
Dios las gracia# por todo. Vale*
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CASOS RAROS
DE VICIOS Y VIRTUDES.
\
C A P Í T U L O I.
. . . ¡ . i
L a mas humilde P r im e a .
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14 Casos to
ra
í*
que había enviado á Roma ana postH ,ye*«
crito al Papa le concediese licencia y le
dispensase , para que repudiando á la primera
muger que tenia, se pudiese casar con otra*
para la quietud de sus vasallos, y para aplacar
algunas turbulencias que habia en sus estados.
D ivulgóse esta v o z , y tomando despues mas
cuerpo, corría por el pueblo, que el Marqués
ya habia alcanzado licencia del Pontífice pa-
ra descasarse y volverse á casar.
Cómo estaría el corazón de Griselda, oyen*
do estas Voces? Pues no manifestó el mas mí*
nimo sentimiento, sino con ánimo varonil á
inalterable estuvo siempre obediente á las dis
posiciones de su esposo. Convocó este á los mas
principales de la co rte, y estando todos jun*
tos, llamó á Griselda, y delante de ellos la dijo
estas palabras, que parece que nio pueden ser
de mayor dolor y sentimiento para u a cora
zón inocente y amante, como el de Griselda:
Y o esposa mia, siempre te tuve am or: conoz
co tus buenas costumbres y lo que me quie
res ; pero mis parientes y mis vasallos me
fuerzan, y el Papa consiente que'yo me case
con otra muger que sea igual á mi linage: ya
está puesta en camino para venir á la corte y
muy cerca para llegar i mi palacio; y así ten
ánimo varonil. Ninguna buena fortuna le es
perpetua, ni eterna al hombre, mientras vive
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devicios y virtudes.
én este Inundo: y así será necesario, qué el
lugar que ocupas de mi esposa, lo cedas á la
que ha de venir, y llevándote el dote que tra
jiste al matrimonio , cuando casaste conmigo,
te vuelvas á la casa de tu padre.
O yó Griselda con ánimo varonil al Mar?
qués, y con semblante alegre y cariñoso le
respondió^ » Y o , Señor mió, siempre supe, que
t»eo tu grandeza y mi pobreza nunca podia
v>haber igualdad, ni proporción, y así nun-
*»ca me he juagado por digna de ser tu esposa;
9»y en esta tu casa tan ilu stre, en la cual tá
99te dignaste de hacerme Señora , pongo á
99Dios por testigo, que siempre he estado so?
n io . con el ánimo deservirte como esclava: y
99 así por todo el tiempo que contra mis
99 méritos he vivido contigo con tanta honra,
a?á D io s .y á tí os doy infinitas gracias: y
99 en todo lo demas digo, que estoy muy pron,-
» ta , contenta y gustosa de volverme á casa
99 de mi padre , para que donde tuve mi niñea,
99 tenga mi vejez y mi muerte ; y siempre
99 me reconoceré por muy feliz y por viuda
99 muy honrada, solo con haber sido muger
99de. un tan gran Señor como tú: y con todo
•99 gusto y buena voluntad le alargo mi puesto
99 de esposa á la que viniese para serlo de nue-
99 v o , y le ruego á Dios nuestro Señor, que te
¿9 la traiga con toda felicidad.
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f hB
' «Y
, ' ' Casos jaros
i ioque me mandas, que me lleve e l1
«d ote que traje cuando me casé cóntigo; y<>
« cónfieso, que habiéndome despojado de loa
« pobres andrajos que yo llevaba, y habién-
99dome tú dado estos reales vestidos que lie»
99vo puestos, ninguna otra dote traje al.ma-
99 trimonio, sí solamente la fe que té he guar
as dado , y la desnudez y pobreza, con qué
99t ú , Señor, te dignaste de recibirme por til
*5» esposa.
Luego que acabó de pronunciar estas pala*
bras, al punto se desnudó de los reales vesti
dos y ricas jo y a s , y sacando el anillo del
dedo se lo entregó, diciendo : « Desnuda salí
« d e casa de mi padre, ;y '1desnuda me quiero
99volver á e lla : solo te suplico, Señor, qua
«m e dejes esta cam isa, con que se puedaa
« cu brir mis carnes, y el vientre que engen-
« d ró tus dos hijos y mios.
Oyendo Gualtero estas palabras de su espon
ja , nó pudo contener las lágrimas, y volvién
dole las espaldas, la d ijo : G a pues, quédate
con esa camisa ; y se fné. G riselda, con la ca
beza descubierta, en camisa y con los pies
descalzos, se volvió á casa de sus padres, cótt
admiración de todos los que se hallaron pre
sentes , que lloraban compadecidos de la mala
suerte de su Señora.
E l buen viejo Janicu lo, que siempre tuve
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de ttfcioí y virtudes. hf
por sftftpéchosbs las bodas del repentino casa
miento de 8ñ hija tenia guardados en un rin
cón de su casa lds andrajos, de que se desnudó,
cuando le pusieron las ricas galaé: y oyendo
el ruidoso tumnlto de la gente , qne habia con*
corrido á ver este espectáculo, salió á la puer
t a , y vió á su h ija , que iba descalza y e n
camisa. Vistióla con sus vestidos viejos, y se
quedó con su padre. Permaneció en su casa al
gunos dias con tanta humildad y con tan ma
ravillosa igualdad de ánimo, que no manifes
tó la mas mínima señal de sentimiento, por ve»*
se'privada de aquella grandeza, en que la pu
so su fortuna.
Ya venia de Bolonia el Conde P anicio, -á
quien el Matqués su cuñado le habia avisado,
que para'tal dia estuviese en la co rte, y que
en su compañía trajese sus dos hijos. Habíase
también divulgado por la Corte, como venia
la novia , y que se habia señalado dia para las
nuevas bodas del M arqués, y dispuesto todo
lo necesario para ellas i y un dia antes que lle
gase el Conde con sDs hijos, el Marqués en
vió á llamar á Griselda , la cual fué al instan
t e , y le mandó, que como criada, limpiase
y barriese la casa, y tuviese dispuesto todo lo
necesario para los huéspedes que habían de lle
gar. „ Da muy buena voluntad, Señor, dijo
w Griselda , haré todo lo .que me mandas, y
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l 8 Quo» rat(h- '
» mientras me durase la vida , te ásegnjté ~d(|
99nunca tener pereza, ni cansarme en cosas
??de tu servicio. 99 Tomó la escoba, barrió to
da la casa, limpió los escritorios, sillas, me-,
«as, compuso las camas, y dispuso todo lo ne
cesario para las bodas.
Al otro dia á las diez, de la macana llegó el
Conde P an icio , con la novia y su hermano,
acompasados de muchos nobles , que salieron
á recibirlos. Diéronle todos ios parabienes á
lo s novios; y Griselda, como una de las cria
das de la casa, vestida con un vestido pobre
y humilde, hincóse de rodillas , y con. todo
acatamiento y reverencia le dió la bienveni-
¡da i sü Señora.
Estaban ya puestas las mesas, y toda la gen
te prevenida para sentarse á com er: entonces
el Marqués llamó i G riselda, y le d ijo ; G rí-
«elda, qué te parece de mi esposa? no es her
mosa? N o es honesta ? N o es perfectísima?
99Señor m ió, respondió G riselda, es- tan ho-.
w nesta, tan hermosa y bella mi Señora, qué
99en todo el orbe de la tierra no se hallará
99otra que le iguale en belleza, hermosura y
.99honestidad; y con todo mi corazón le rue-
99go isu Magestad , que á los dos os dé salud
99y vida, para que os gozeis muchos años con
99toda alegria, gusto y prosperidad.
A estas palabras ya no pudo el Marqués de-
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de vkies y virtudes. v 19
tenernos lágrim as, y maravillado' d é la con»*
Rancia que había tenido su esposa en las ardua»
| esperiencias, que había hecho eon ella para
! probarla * la d ijo : Bastantes esperieticias y
pruebas he hecho, -de tu gran fidelidad, que*
rida Griselda, y de la prontitud á obedecerme*
y juzgo que debajo del cielo no habrá otrá
tnuger, que pueda sufrir las esperiencias, que
i para probarte he hecho contigo., ni que
pueda dar mayor ejemplo de la obediencia, que
deben tener las mugares casadas á sus maridos:
1 y echándole los brazos a l. cu ello, la dijo:
« T u s ó la , querida mia G riselda, eres mi es-
« p o s a ,,ni .en¡algún tiempo, tu v e , ni quiero
«tener otra mas -que i t í: esta, á quien tú
«veneras por mi esposa, es tu b ija ; y este,
«que todos juzgaban ser mi cufiado , es tu
« hijo : con que todo Jo que tú ya tenias por
« perdido, hoy lo has recuperado, todo.« Y se*-
. pan todos loa que hubiesen juzgado mal de mi
1 proceder con rtii esposa, q u e'n o lo hice coh
intención de arrojarla de mi ¡casa ,' sí solo con
el zelo de probar su. fidelidad; y i mis hijos
i los o cu lté , y!m e privé de su presencia con
¡ este mismo fin., -
Oyendo esto G riselda, admirada del su-
1 ceso y casi muerta del g ozo, abrazó y be-
| j ó con lágrimas de alegría á sus dos hijos; y
1 despojándola las damas, que estaban presentes,
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So Casos
de los vestidos pobres que llevaba, lá vistieren
otras ricas galas, que estaban prevenidas ;
coa esta gran función fue aquel dia para todo»
mas célebre, que el que tuvieron el dia de laq
bodas. Vivieron despues con mucha paz el M ar4
qués y su esposa: llevóse á su suegro a pa
lacio , manteniéndole en él con grande honra,,
A su hija la casó cón grandes conveniencias^
y al hijo lo dejó por heredero y suceso» <dq
todos sus estados y dominios. ' •
Esta histpria, que trae Engelgrave en e)
lugar citado, he escrito a q u í, no para que lov
maridos hagan semejantes espernadas con sus
mugeres, sino para que las mugeres con este
ejemplo aprendan como deben estar obedieir^
tes á sus maridos: pues si esta en cosas tan
arduas estuvo tan humilde y pronta para obe
decer ; cuánto mas bien deben obedecer 6 sus
maridos las mugeres en cosas que les mandan
mucho menores ? Y a sea en el menoscabo dq
los bienes de-fortuna; ya sea en órden á sus
hijos; en todo deben estar conformes, acor»
dándose de aquellas palabras de san Pedros
Mulieres viris subdita sint: y luego d ice :
cut Sara obediebatAbraha , dominüm
■vocans: IPetr. cap. 3. Deben las muge
dice san P ed ro, obedecer á sus maridos, así
como Sara obedecía á Abrahan, llamándola,
¿Señor.
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de vicios y virtudes, BT
CAPÍTULO II;
Mudanzas de la fortuna.
C A P Í T U L O . III. '
f *
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Be«fotos y virtudes. 33
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40 Casos raros
muerte i P ilco . Prendiéronle , y llegandó eF
Juez á tomarle la declaración, se vió puesto en
grande aprieto , y comenzó entre sí mismo á
hacer éste discurso : Yo he cometido este de-i
lito , decía; si lo confieso , me dan senten
cia de muerte; si no lo confieso, falto al voto»
que hice en honra de mi Angel Custodio i du-
xa cosa e s , condenarse un hombre i sí mismo
i ja muerte; pero también es grave sacrilegio
faltar á la fidelidad del v o to : muy justo es
confesar la verdad, y muy malo decir ana,
mentira; pero también es cosa ardua entre
garse á morir.
* En esta contrariedad de afectos se resolvió
raleroso y constante á confesar la verdad coa
certeza de su muerte, y no decir mentira, fal
tando al voto que tenia hecho. En fin confesó
su delito 4 y el Juez dió sentencia de muerte*'
contra Falco. Entráronlo en la cap illa, don-'
de se dispuso para m orir, encomendándose á
Dios y á su santo Angel Custodio.
Llegó el dia del suplicio: subió ai cadahal-^
so 4 donde interiormente sintió tener una gran?
confianza en su Angel jCustodio, i quien en
SU corazón le dijo: Angel mió, Custodio d$
mi alm a, libremente me ofrezco á la muerto
por no faltarte á la fidelidad del voto^ que
ofrecí en honra tuya , de no decir en toda mi
vida una mentira ; y así quiera morir gustosoi
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de vicios y virtude
porque entiendo, quecon esto cumplo
voluntad de Dios y tuya.
Dichas estas palabras en su interior, puesto
de rodillas, bajó el cuello , para que el ver«
dugo le cortara la cabeza: yo tenia levantado
el brazo con la cuchilla en la mano para des
cargar el golpe, cuando de improviso vió de
lante de sí un hermosísimo jóven con una es
pada desembainada, amenazándole con la
muerte , si descargaba el golpe contra aquel
mozo. Turbóse el verdugo, mudósele el ros
tro , y del temblor que le dió en todo sú cuer
po , se le cayó la cuchilla de la mano. O rigi
nóse de esto una gran confusión entre todos
los circunstantes, que vieron aquel prodigio.
E l Juez discurrió, que el verdugo-, ó por
engaño, ó por algún interes cohechado, ha
bía fingido aquel desmayo, y mandó que su
biese otro al cadahalso, para ejecutar la sen
tencia ; pero á este le sucedió lo mismo que
al primero. Aun no satisfecho el J u e z , dispo
niéndolo así la divina Providencia, para que
hubiese muchos testigos del cuidado que tie
ne el Angel custodio en defender á sus devotos,
mandó que subiese otro verdugo, y á este le.
sucedió lo mismo que á los otros.
N o se dió por satisfecha con estos prodigios
la venganza. Hallóse á todo lo sucedido un
pariente del muerto, y lleno de odio y ren-
Digitized :j,
42 Casos raros
cor contra el miserable re o , se llegó al Ja ez,
y le pidió su licencia para hacer el oficio de
verdugo. Subió intrépido al cadahalso , y ha
biendo tomado la cuchilla y levantado con
grande valor el brazo, aquel hermoso jóven,
no con amenazas, como á los otros, sino con
claras vo ces, le d ijo : n T en te , no descar
as gues el golp e, que es grande maldad le qui-
y>tes la cabeza á este mozo, que por mi hon-
s» ra ha confesado su delito.
Quedó asombrado y confuso con esto, y
volviendo en s í , se bajó del cadahalso, y
contándole al Juez lo que le había pasado,
fue luego perdonado el re o : que agradecido i
su defensor el santo Angel custodio, para su
mayor honra tomó el hábito en un convento
de Religiosos, poniéndose por nombre F ra y
A n g e l, en honra del santo A n gel, y allí v i
vió muchos años, haciendo una vida de un An
i e l , con grande ejemplo que dió á todos de sus
grandes virtudes.
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de vicios yvirtud
C A P ÍT U L O V.
C A P ÍT U L O V I.
D e las brujas.
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it «m i y virtudes. gt
C A P ÍT U L O V IL
Digitized by $ 3 le
6a ■’ Casos raros ^
C A P ÍT U L O V III.
1
C A P ÍT U L O IX.
" * -1 . t
( e ) Judie, cap. 2 1 .
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devicios y virtudes. 73
» te de un r io , se rompió el puente, y todos'.
5» perecieron en sus aguas. Y o mismo vi, prosi*
» guió , una muger torpe bailar, siendo yo.
*>muchacho; y despues del b a ile, en mi pre-
v> sencia se puso á luchar con el adúltero, y re-
» pentinamente delante de mí se cayó muerta*
E l año de 10 12 , siendo Emperador Enrico.
II, (a) cierto Presbítero de la Iglesia de san
Magno mártir en la Sajonia, estaba diciendo
la Misa del gallo en la medid noche de la Na-”
tividad: á este tiempo unos mozuelos armaron
un baile con unas mugeres á la puerta ó en
el pórtico de la Iglesia, cantando cantares pro
fanos. Servíale de perturbación al Sacerdote, y.
envióles á d ecir, que desistiesen de aquel bai
le , que no era aquel lugar, ni aquella tan so
lemne festividad para aquellas indecencias: y
no queriendo hacer caso, ni desistir de su em
peño ; el santo Sacerdote desde el altar, no sin
superior instinto, d ijo : Permita Dios, que no
dejeis de bailar en todo un año. Al punto se
esperimentó el efecto ; pues sin comer, beber,
ni dormir, y sin conversar con n adie, estu
vieron bailando todos en el mismo puesto un
año.entero , á los soles, á las aguas, las
nieves y á los yelos. Cumplido el año , san
F
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78 ' Casos raros
r> qué dirás! A y Padre 1 respondió e lla , pne*
« q u é mas pudiera yo desear, que estar b a i-
w lando con los Angeles en el cielo para siem-
9»pre ? Como tú me asegures que en el cielo
99 hay bailes, desde luego me privo de bailar
99 en este mundo , por ir allá á estar eterna-
99 mente bailando.
Entonces el Religioso procuró probarle con
sólidas razones, que en el cielo hay músicas y
b ailes, exponiéndole aquel himno que canta
la Iglesia en el oficio de las vírgenes:
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devicios y -virtudes. 79
gando yá á los últimos va les, llamó al R e li
gioso autor de este piadoso consejo, y volvién
dose i é l , le dijo con rostro alegre y serenos
w Padre m ió, tú fuiste el autor de este modo
y>tan santo de vida que he tomado, y me
t» prometiste que bailaría para siempre en el
w cielo con los Angeles y bienaventurados,
n delante de Jesucristo y de su Santísima
» Madre. Ya, veo cumplida tu promesa ; pues
» veo á Jesucristo mi esposo y su Madre
r> Santísima con un coro de vírgenes, y A n
as geles que I09 acompañan, y vienen saltan
as do y bailando: ya estoy cierta de que ten
is go de bailar para siempre en el cielo. D i
chas estas palabras, espiró dulcemente, y su
alma fué á bailar á aquellos eternos saraos de
-la bienaventuranza.
CAPÍTULO XI.
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8ó Casos tarta
manos, y habiendo finalizado, dijo al audito*
rio : Vengan todos mañana , porque tengo de
adivinarle á cada uno lo que tiene en su peo- -
samiento, y lo que desea : Despoblóse el lugar
ál otro -dia : fueron todos i oir aquel prodigio^
y que les adivinase su pensamiento t estando
y a todos juntos salió el momo al tablado, y di*
j o : Deseáis todos, que os diga en lo que pen
sáis ? Pues sabed, que en lo que pensáis todos
fes en vender caro y comprar barato. Quedaron
todos riendo; pero conociendo, que decia la
yerdad. Oigase á S. Agustin:
,
faustissima praedicatur urbanitas qui cum se
promisisset in theatro, quid in animo habe»
mimi
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ie vicios y virtudes.
1' Llenas están las sagradas Escritoras de pro*
«esas, que hace D io s, de que siempre que loa
hombres socorran á los pobres dándoles limos
na , les aumentará su hacienda: y es cosa de
admirar, que con una escritura ó vale, que un
hombre hace á otro de que le ha de dar tal
cantidad, queda muy seguro y satisfecho; y
que no se aseguren los hombres con tantos va
les y escrituras, como Dios nos tiene hechas,
de que les ha de aumentar su hacienda á loa
que diesen limosna á los hombres.
E i que da limosna, da á Dios su hacienda i
usura, dice el Espíritu Santo: Funeratur D o
mino, qui miseretur pauperis. Y en ei capítulo
3 de los Proverbios d ic e : Honora Dominum
de tua substantia (in suis, scilicet, pauperibus)
id de primitiis omnium frugum tuarum da «it
id implebuntur horrea tua saturitate, id vini
torcularia tua abundabunt. Y otros muchos lu
gares de la sagrada Escritura hay , que están
llenos de promesas de D io s, cuya palabra ea
tan indefectible, que primero faltará el cielo
y la tierra , y nunca faltará ella.
Y esto lo ha comprobado Dios con muchos
ejemplares. A aquélla viuda Sareptana, por un
peco de pan que dió á Elias de limosna, de una
poquita de harina que tenia para aquel dia, pa
sa ella y su h ijo , no le faltó de su casa por
mucho tiempo la barina, ni el aceite. (3 Reg.
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82 Casos raros
I y .)porque siempre iba sacando de las vasijas,'
y nunca se desmiquia: E x illa die hydria f a
rina non defecit & licytbole
nutus, juxta verbum Domini.. Y despues es-
tos milagros los ha ejecutado Dios y con-*
tinuado , para convenced á muchos descoáfia-r .
dos de la providencia divina.
Sofronio (e) en su prado espiritual refiere*
que una muger católica estaba casada con un
marido gentil; era pobre, que no tenia de cau-
dal mas de cincuenta florines. Persuadíale su
muger, que si quería grangear con aquel diñe*
r o ; que se lo diese al Dios de los cristianos,
y que se lo volvería con muchas usuras. r>Y
** dónde está este tu Dios ? lg respondió el. ma
rido. Yo te lo mostraré, dijo la muger. L le
vó su marido á la Iglesia, donde antes de enr.
tr a r , encontró en la puerta del Templo unos
pobres mendigos, pidiendo limosna; y señalán
dolos con el dedo la m uger, llena de fe , dijo
al marido: wCualquiera cosa que dés á estos,
r ilo das al Dios de los cristianos. Persua
dido de las razones de la m uger, les repartió
á los pobres los cincuenta florines.
Fueronse á su casa, y habiéndose pasado
tres meses, en los cuales padecieron hartas ne-
(b) v it. p p .
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de vicios y virtudes.£ 9
■ matos-imputaos: « Hijo , m ió , le d ijo , pue-
« d o mostrar mas bien el mucho am or, que
« te tengo, que dejándote, despues de mi
« m u e rte , por tutor á Jesucristo, y ha-
« certe heredero de sus soberanos bienes ? Mis
«intentos son , si tú gustas , de dejar por he-
«rederos de mi hacienda á los pobres: ya veo
«que de derecho de justicia á tí te toca; pero
«qué te puede faltar, quedando á la tutela de
«Jesucristo, y siendo heredero del cielo?
« y con. eso grangesmos también los dos la
« co ro a a de la gloria.
■ . O y ó el mancebo la propuesta del padre cea
a g ra d o :. que como criado en tan buena escue
la , desde su infancia habia crecido con él la
misericordia.. « S o y contento padre m ió, dijo,
« co n vuestro dictámen accepto la tutela de
«Jesucristo; y quedo gustoso con la be-
« reacia del cielo: los bienes de la tie rra , pd-
«dre. m ió, perecen con brevedad; pero los
« q n e nos ofrece Jesucristo , son eternos.
Oyendo el padre esta respuesta de su hijo, hizo
.su testamento, mandando que toda su hacien
da so repartiese i los pobres. Quién no se pas
mará de esta acción tan heroica de hijo y pa
dre ? A la prudencia humana se le hace esto
muy d ifícil: no faltaría quien los tuviese por
.necios é insensatos: pero á lo de Dios muy
discretos: Quidquid in opere veritas approbat,
D igi_
G .
Ib y V jO O Q lC
90 Cátos raro»
Carnali sapientia fatuum sonat) dice sátt Ore* j
gorio ) Quid namque stultius videtur mundo, ).
quhm: : paupertatem qtiarere, possessa. ■
quered (D . Gregor, mor. 1. j o , cap.-i6 in Job
c. 17 .) Pero para confusión de los avarientos ,
de este mundo, óigase la fortuna que Dios le
tenia prevenida á este mancebo. ■ .
Murió el padre, quedando el'h ijo en sqma ,
pobreza, puesta en Dios toda su esperanza. ,
Pero la providencia divina, que siempre cuida
de los suyos, brevemente lo levantó- á mas alta >
fortuna. Había en aquella ciudad urt Caballe*
ro muy poderoso, el cual tenia uní hija , úni- :
ca heredera de su mayorazgo: y habiendo He* ;
gado á la edad de ponerse en estado , busca*
ban los padres marido correspondiente á las ,
calidades de su h ija: no atendian tanto i que
fuese r ic o , como á que fuese virtuoso. O si
se atendiera á esto en los matrimonios, cómo
hubiera mejores casados y mejores hijos! D e
terminaron ir un dia á la Iglesia los padres con
la h ija, y al primer mancebo que entrase ele
girlo por esposo. Fuerón muy de mafiana,
habiendo oido misa y recibido los santos Sa- <
cramentos, poniendo la elección en manos de
Dios y de María Santísima; el primer mance
bo que entró en la Iglesia, fue aquel que de
jó su hacienda á los pobres de Jesucristo*
Puso en él los ojos la madre, porque no solo
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devicios y virtudes.
n a agraciado en lo personal, sino también en
la compostura y modestia era un espejo de
virtud: habláronle los padres,ofreciéndole á sa
hija por esposa, y que seria heredero de toda
su hacienda. Aceptó el muchacho la oferta; ce
lebráronse las bodas con solemne pompa, que
dando por heredero; y fue de los hombres
mas»ricos y poderosos, que hubo en aquellos
tiempos en bienes de fortuna.
A quién no se le deshace el corazón en lá
grimas, al oir un tan estraño suceso! O hom
bres miserables, de poca f e , que todo vuestro
conato lo teneis puesto en los bienes tempora
les, olvidados de los eternos! De locos os trata
san Agustín: Qa est animarum insania ?
<
quirere aurum, & perdere (Augusta
serin. 1 5 de verb. Domini.)
Esta misma censura le dieron á aquel Pre
lado de cierta R eligión , que sucedió á otro
que habia sido muy limosnero, tan to, que so¡-
bre las puertas de la portería le mandó al por
tero poner este rótulo:
Porta patens esto : nulli claudaris honesto.
(Drex. de elemosyn. p. I , cap. 9.)
Entró el otro despues, y sin quitarle letra
ninguna al verso, le mudó totalmente el sen
tid o , solo con poner maliciosamente los dos
puntos al nulli, de este modo:
Porta patens esto nulli: claudaris honesto.
Digilized ,
92 Casos raros
Conociendo los superiores la mlserabilídad
de este Prelado, lo trataron de loco y lo pri
varon del oficio.
C A P IT U L O X IL
De la perseverancia en la virtud.
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9® Casos 'raros
penitencia con tan grandes progresos de vir-f
tud , que no teniendo ya resabios de lo ter
reno , estaba todo dado á la contemplación
de lo divino. Eran tan continuos los éstasis
y arrobamientos, que parecía que su cuer
po estaba violento en la tierra, y que solo te
nia en él jurisdicción el cielo.
Hallábase morador en R om a, en el Con
vento de Ara Coeli: y un d ia , estando en
el refectorio comiendo con la comunidad*
oyendo la lección de la mesa., que comunmen
te se tiene para el alimento del alm a, fue
arrebatado en un éstasis tan admirable, que>
i vista de toda la comunidad se fue levan
tando por el aire , hasta que llegó i tocar con
la cabeza en la bóveda del refectorio, tenien
do cogidos los hábitos, sin vérsele las pier
nas , á la forma de uno que está de rodillas.
Hallábase presénte en aquella ocasión san Juan
Capistrano: y saliendo la comunidad á la
Ig lesia, como es de costumbre, á dar gracias
despues de la, comida, se quedó solo Capistra
no en el refectorio, esperando el exito de
aquel rapto; y v ió , qué poco á poco se vino
bajándo hasta la tierra, 6Ín mutación alguna,
antes bien con gran serenidad y alegría de
rostro, de tal form a, que san Juan Capistra
no, que era gran maestro en la mística, apro
bó por bueno aquel .espíritu.
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devicios y virtudes.
; Llegó á los oidos del Papa Eugenio IV"
la fama de santidad de P r. Justino; llamólo
á su presencia, recibiólo como á hombre ba
jado del c ie lo , tratólo con gran cariño
afabilidad, hízole grandes favores, diciéndole,
qne pidiese cuanto quisiese, que se lo con
cedería. Viéndose F r. Justino tan favorecido
del P a p a , le comenzó á combatir el aire de
la vanidad, y dejándose llevar de su marea,
vino á padecer naufragio, dando en el esco
llo de la soberbia. , 1
Volvióse i su Convento tan entumecido'
los favores que el Papa le habia hecho, que
ya los Religiosos lo desconocieron: desdeñá
base de tratar con ellos, mostrábase con tanta
gravedad, que á todos servia de enfado; tan
to , que viéndolo tan trocado san Juan Capis-
trano, le dijo: Qué es esto P r. Justino? Qué
mudanza ha sido esta ? Fuiste al Papa un An
gel, y saliste del palacio un demonio? Tomó
á risa la corrección, y vino á tal pervicacia
y relajación, que habiendo reñido con un R e
ligioso , y habiéndole herido gravemente con
una piedra, fue preso: despues pudo salirse dé
la cárcel, y se fué apóstata, dejando el há
bito. Unos autores dicen, que murió en la
apostasia; otros, que lo volvieron á prender,
y que lo metieron en la cárcel, cargándole
de prisiones, donde murió, D e cualquiera ma-
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9* Casos raros
itera fue muerte desastrada, en un hombre que
£ue venerado por santo*
. Cuanto mas santo, (e) cuanto mas fuerte*
enanto mas virtuoso fuese cualquiera, teras
Ja caida. E n tiempo que prevalecía la persecui
cion contra la-Iglesia, un católico se ofreció
á padecer martirio, y fue atormentado del ti
rano con terribles tormentos. Mucho tiempo lo
tuvieron colgado y suspenso de los pies , coa
grandísima pena, pero siempre estuvo constan
te en la t e ; y quien tuvo valor para triunfar
del tirano, fue de una flaca muger vencido*
Viendo el tirano su constancia, lo puso en una
cárcel con fuertes prisiones: administrábale la
comida una muger cristiana : contrajo con
ella familiaridad; y estando en la cárcel coa
ella solo, cayó con ella en un estrupo, el que
solicitaba padecer el martirio. O caso lamen*
Cable l O ruina digna de ser temida!
C A P ÍT U L O X III.
De la liberalidad»
C A P IT U L O X IV .
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ili 1 ' Casos raros
enfermedad morid. Fueron grandes tos estre-'
mos de sentimiento que la viuda hizo * porque
amaba mucho á su marido : abstúvose de todos
gustos, deleites, risas y comercio de hom
bres : sentada debajo del ciprés lloraba de día
y de noche por muchas horas, alternando coa
la tortolilla ayes y suspiros. Así pasó su vida,
hasta qfle acabó: mandó que la enterrasen de
bajo de aquel árbol funesto, donde le pusieron
este epitafio: Digna jacet lecto
cupressu turturis ad mores, qua gemit anti
fores. Parece que esta viuda aprendió la lección
de san Gerónimo,'escribiendo á Eustaquio del
epitafio de Paula viuda.
Si consideran bien las razones y ejemplos
los viudos y viudas, ninguno pasará á segun
das bodas. Y para que esta lección se les quede
mas bien impresa, se me ocurre una graciosa
parábola, que un discreto propuso á cierto
viudo republicano : que le pidió consejo para
volverse á casar. Es en esta form a:
M urió un viu d o, y fue llevado hasta la s
puertas del c ie lo : llam ó, pidiendo por amor
de Oios que lo admitiesen. Salió san P edro,
y le d ijo , qué méritos traía para entrar en
el cielo ? que allí no entraba nadie , sin haber
hecho méritos en el mundo. A lo cual respon
dió el viudo : Señor, hepadeeido grandes-mo
lestias y trabajos en $1 mundqí ,porque me
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de vicios y virttidts. n$
ító Dios ana muger tan perversa y de tan
atala condición, que me decia mil oprobios,
Ae echaba mil maldiciones: y yo, porque hu
biera paz y por contentarla, todo era tra-1
bajar para sustentarla, con mil afanes y cui
dados; y despues que ella murid, no me qui--
se volver á casar, porque no me sucediese con
otra lo mismo. Oyendo san Pedro estas razó
les y los trabajos que había padecido, le hi
zo patentes las puertas del cielo, y lo anume-
tó en el coro de.los mártires; porque le pa
reció, que un hombre que había podido tole-
sar una muger tan perversa, era digno de la
corona del martirio.
Aparéciósele este á otro viudo amigo suyo,
que andaba combatido de varios pensamientos
de volverse á casar : preguntóle al otro , có
mo le había ido por allá ? A que respondió;
Mny bien t me han dado la palma del marti
rio, por haber "sufrido con paciencia aquel
^perverso natural de aquella muger que tuve.
Entonces el otro comenzó entre sí á hacer es
tos juicios y decir i Yo también tuve una mu
ger soberbia y de mal natural: padecí mu
chos trabajos con ella : si me vüelvo á casar
son o tra , una de d os, ó es buena ó es mala?
Si es buena, estoy bien ; si es m ala, por dos
títulos me han de dar la palma del martirio^,
jorque si al otro viudo, por una mala lo pu-
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ti 4 Casos
sieron entre los mártires, á mí porhabér rts
frido á dos me han de dar duplicado el .premio*
En fin se volvió á casar, y permitió Dio#
que se trocase otra Jantipe, muger de Sócra-
tes , mal trabajadora, soberbia, zelosa, regfrt;
ñoña, perversa y de mal natural, de forntCL
que tuvo harto que padecer con ella. Murió ea?.
te hombre , llegó á las puertas del cielo , II»—.
mó. Salió san Pedro, y preguntóle que , qud¡
méritos eran los que alegaba? Señor, dijo,
he tenido dos mugeres perversas, una peor que.
o tra , con las cuales he padecido muchas tra—
bajos. Apenas, san Pedro oyó decir que habí*
sido casado con dos pésimas mugeres, le vo l-
yió las espaldas, cerrándole las puertas, y di-
ciéndole: Vaya de a h í, que el cielo no se de
i tontos y necios : un hombre prudente pue«
t|e ser engajado una v e a ; pero meterse volun
tariamente segunda vez en el lazo, esa es gran
fcecedad.
Contáronle este cuento al viudo republica
no, que se quería casar: oyólo con risa, pe
ro con fruto ; porque al punto desistió de su
intento.
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devicios.y virtudes. U S
C A P ÍT U L O XV.
Triunfos de la castidad.
■ Google
12 8 Vasos raros
£1 soldado, deseoso de saber estevecrefó,-'
para que no le ofendiesen las armas en las b a
tallas y conseguir muchas victorias, le juró
i la doncella, que no la ofendería, que le di
jese aquella medicina. Apartóse, ella un poco
á un cuarto oculto, y derritiendo al fuego.
un poco dé ce ra , se untó con ella la cervix
y el cuello. Despues, volviéndose al solda
do , le d ijo : v> Para que veas la eficacia de
asesta medicina, quiero que á riesgo de mi
as vida veas comprobado en mí lo que te he ,
as dicho, con la esperiencia. Saca esa espada,
as y con toda la fuerza que pudieres dame un i
as golpe en el cu ello, que tengo untado con
as esta medicina, y verás cuan libre y se
as gura quedo de tus heridas. £1 soldado , que
con la codicia de saber una medicina tan sin
g u la r, apenas había reprimido los ardores de
la lascivia, sacó la espada, y poniendo ella
él cuello, le dió tan fiero golpe, que le derribó
el tierno cuello á la doncella, y con esto per
dió la esperanza de gozarla, y ella le qui
tó el temor de perder su virginidad. O ánimo
valeroso l O pensamiento divino 1 O ingenio*
sa artífice del divino amor 1
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de vicios y virtudes.
CAPÍTULO X V I.
Daños de la lascivia.
(») M
azar. ia pt, 5 0 , p. j .
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i e vicio* y virtudes. YJ)
en mis juveniles afios á tenerle tintó amor,,
que llegó ya á encender en su coraron llamas
de sensualidad, y para apagarlos vino á e*«
cender á la hija. Dióle á entender sus torpes
amores con palabras carifiosas y acciones. li+
rianas, tanto, que vino á rendirse la.don»
celia á las feas persuaciooes del padre : y ¡ha»
cho este lobo contra la pobre oveju elayco *
metió la mas grave y fea maldad, que abor*
rece la naturaleza. Persuadióla al incesto , es
que perseveraron algunos dias, _. >
. N o pudo ocultársele á la madre este atroz de?
lito de su hija, viendo en ella los desordenados
amores i su padre; porque los males grandes no*
pueden estar ocultos. Reprehendióla agriamente
su desenvoltura, afeándole la enormidad de se
mejante delito: pero llegó ya muy tarde la re
prehensión , porque tenían y a en su corasoa
muy profundas las raíces sus torpes amores y
perversas costumbres. N o llevó muy bien la bija
la corrección de la madre; antes bien soberbia y
desatenta se volvió contra ella. Qué leyes no>
atropella la lascivia! Pero qué- maldades no eje»
cutara la juventud de una mosa-mal criadal N o
se quejen los padres, si sus hijas hacen desacier
tas; si son deshonestas y livianas; si son escan
dalosas; quéjense de sí mismos; que ellos son
la causa. Cómo han de ser los hijos , si los pa
dres, los ensedas á pecqr con ah mal ejemplo?
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1
t 34 Catos raros
: Viéndose esta mala hija reprehendida* de stt
Vadre y despreciada, y que. se le oponía á sus
torpes amores; parecióle que quitándole la vi»
da á su madre, con esto viviría mas á su liber
tad, y lograría mas á sus anchuras de los gustos
carnales con su padre. Dicho y hecho: como
se le previno, así lo ejecutó.'Dióie veneno á
so madre, en ocasión que su. padre estaba au
sente, y le quitó la vida. Vino su padre á casa*
y sospechando de la muerte improvisa de su
esposa algún temerario arrojo de su hija, vino
á 'sa ca r en claro por varias preguntas que le
biso, que le había dado veneno.
Corrigióla el padre,y reprehendióla; pero
« o con tanta severidad como debiera, porque
el afecto y cariño que debia tañer á su esposa,
io^tenia puesto en la hija. Pero como no estaba
totalmente desnudo de toda humanidad , lá
prehendió despues con mayor severidad tra
tándola con enojo. Parecióte ó la h ija , que ya
<e hallaba aborrecida de su padre, y que nuaci
volverla mas á sus torpes cariños: y la que ya
tenia en un todo vueltas las espaldas á Dios y
perdida la vergüenza, habiendo no solo vio
lado el lecho de su madre, sino siendo tam»
fcien matricida; no dudó de ser patricida. M a
quinó la muerte de su padre; y aquella misma
noche, estando durmiendo en sii cama, con una
segur le cortó de un golpe ln^cabaaa.-A . q u á
Digitized by ogle
de vicios y virtudes, 13
delitos tan enormes no arrastra un desacierta
de una muger 1 Estos son los efectos, que trae
consigo la torpeza y deshonestidad. <
, N o paró aquí la maldad de esta moza. O
Señor , y lo que sufrís! Recogió las mejores
alhajas, que pudo : salióse huyendo de su casa,
llamando a l demonio en su ayuda. Apareció*
sele este enemigo, ofreciéndole, que la asis*
tiria en todas sus pretensiones y según su vo*
luntad. Quién no i ve ya levantada la espada
de la divina justicia contra esta muger ? Pero
00 quiso D io s, que aquella ovcjuela, que iba
perdida y fuera de su red il, fuera despeda*
zada del lobo infernal. O divina clemencia!
Cómo sufrirá 4 Sefíor, vuestra infinita miseri
cordia , que se pierda un alm a, cuando di*»
teis por ella vida I *
' Ausente esta moza de su p atria, sucedió
por divina providencia, que un dia fuese á la-
iglesia , en ocasión que un famoso predicados
estaba predicando y ponderando con grande
espíritu la inmensa misericordia de Dios. Cada
palabra era una saeta, que le atravesaba el co-
razón. Comenzó esta á moverse; y acabado el
sermón, hecha una mar de lágrimas, se fuá ó
, los pies del predicador, manifestándole por en*
1 tero sus enormes delitos y maldades. Oyóla sa*
j cramentalmente el ministro de Dios; y de ría*
i mando lágrimas de dolor de lo íntimo de sa co*
Digitized by Google
!
*3<S Casos raró»
razón, la absolvió, dándole por penitencia me
dicinal, que el otro dia volviese al sermón. H i
tólo así, como se lo habia mandado. Comenzó
el predicador á hablar tan divinamente del
amor divino y de su infinita piedad y mise
ricordia , que horrorizada de sus gravísimas
culpas pasadas, y desecha en las dulzuras del
sumo B ie n , herido su corazón de un graví
simo é intensísimo dolor de sus pecados, se
quedó muerta á vista de todo el auditorio; y
fue aquella purísima alm a, purificada y a de
las manchas de sus enormes culpas con el agua
de sus lágrimas, á,gozar de los eternos descan
sos. O dichosa pecadora!
Grande doctrina nos ofrece este caso. L o
primero enseña á los padres, como deben criar
i sus hijos, como deben corregirlos y darles
buen ejemplo. Para lo cual deben vivir temero*
sos de Dios: y ya que como frágiles caigan en
alguna flaqueza, no lo vean los hijos, ni lo se
pan; que este escándalo es un pecado gravísimo.
- L o segundo nos enseña, que huyamos de la
lascivia; porque es un pecado que arrastra tras
SÍ todos los vicios. La torpeza y lujuria fue el
principio de haber sido tan mala aquella moza:
de haber sido lujuriosa vino á ser incestuosa,
adúltera y torpe en todo género de lascivia; y
vino á ser soberbia, parricida, cruel con sus
padres; escandalosa y desesperada. Y por fin,
de vicias y virtudes. 137
una mugef lujuriosa tiene la puerta abierta pa
ta todo género de maldades»
• Lo tercero, nos da á etender la infinita mise-,
ricordia de Dios, que por muchas que sean nues
tras culpas , nunca hemos de desesperar, sino
siempre confiar en su infinita piedad. Qué cul
pas mas horrorosas y feas, que las de aque
lla moza ! Amancebada con su mismo padre;
quitarle con veneno ¿ su madre la vida; hacer
despues con su padre lo mismo, cortándole los
gaznates; entregarse al demonio desesperada.
Puede haber mayores maldades ? Y con todo
eso no la desamparó la divina misericordia,
O bendita sea tal bondad y clemencia!
C A P ÍT U L O X V II.
Soberbia castigada•
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de victos y virtudes• T41
que'quién e ra l Y respondióle, que el Empera
dor, y que aquella ciudad era suya. E l centi-
nela, imaginando no fuese alguna espía de ene*
ttiigos , que hubiese tomado el pretexto de ha
cerse loco, para invadir la ciudad, no le quiso
dejar entrar. Porfiaba de entrar el pobre Em
perador ; pero el soldado le puso una lanza
ó bayoneta á los pechos, diciendo, que lo
habia de pasar, si no se detenia.
Pasmábase el Emperador, de que el soldado
no le conociese. Persistía en querer entrar por
fuerza; pero el soldado con mayor resistencia
4o repugnaba. E l uno insistía; el otro resistía:
daban voces : conmuévese la ciudad : llegan las
voces al palacio : concurre el pueblo: oyen
lo que dice aquel hombre no conocido : llé-
vanlo á la presencia de los áulicos: dice, que
él es el Príncipe y Señor de aquel reino*
Unos lo tienen por loco, otros por espía ene~
miga ’ y 3ue tomado maliciosamente la
apariencia de loco. Préndenlo, métenlo en la
cá rcel, cárganlo de prisiones, hasta q u e , ó
duerma su locura, ó confiese la verdad. O
hombre miserable ! Qué desdicha es esta! Dos
horas há que te mirabas Príncipe, y te juzga
bas mas que hombre; y ahora te ves hecho la
fábula del pueblo!
Parecióles á los grandes llevarlo ante la pre
sencia del Emperador, para que tuviese un ra-
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142 Casos raros
to de gusto con el competidor de su reino*
Quién duda, que seria un.rato de grande en
tretenimiento ? Iba acompañándole gran tro
pa de muchachos y gente popular; y unos
de un brazo, otros de o tro , entran al desnu
do mendigo en el salón del imaginado Prín
cipe. Apenas vid el verdadero Emperador en
su mismo solio á una Magestad tan parecida á
é l , como si fuera él mismo, quedó pasmado.
V ió en su mismo trono sentado un hombre,
que en el rostro, en la v o z , en las palabras,
acciones y movimientos era él mismo, ves
tido de las mismas vestiduras, de las cuales po
co antes él se había desnudado en el baño: asis
tido de los grandes de la misma corte, y en
todo tan uno mismo, que quedó atónito y
pasmado, sin poder discernir el misterio: y
no teniendo ya voces, ni palabras que respon
der i las preguntas, recurrió el pobre Empe
rador á las lágrimas. A quién no Se le enterne
ce el corazón, viendo á este Príncipe tan afli
gido con tan lastimoso suceso?
N o pararon aquí sus desgracias; porque con
las presunciones, de que era tirano invasor,
decían que se pusiese á cuestión de tormento,
para que confesase la verdad. Los que lo te
nían por lo co , decían que n o , sino que se
quedase por bufón en palacio , para el entre
tenimiento de los áulicos: y aunque el mise-
Digitized by Google I
devicio* y virtud
fatde Emperador Joviniano no aprobó esta sen*
tencia, la e lig ió , por ser menos penosa, que
ia primera; porque quiso mas ser reputado por
bufón, que ser atormentado por traidor al
reino. Pero creciendo despues las sospechas de
que era espía, yque tenia maquinada
traición, dijeron todos : que merecía pena car
pital. Contemple aquí cada uno, con que cora*
son oiria la sentencia el miserable Joviniano.
Aunque lo juzgaron digno de muerte, le
perdonaron la vida : pero para que fuese escar*
miento para otros, y ninguno se atreviese con
el ejemplo de uno á fingirse loco y estulto
con ambición al rein o, ‘fue sentenciado aquel
hombre , fuese quien fuese, á ser arrastrado
con ignominia á la cola de un caballo. Luego
arremetió i él toda aquella turba , para ejecu
tar en él la sentencia : ya estaba asido al caba
llo , cuando suplicó humildemente, que lo ab
solviesen de aquella pena tan infam e, que él
desde luego renunciaba del re in o , y quería
yivir desterrado. Compadecidos los jueces de
sus lágrimas y súplicas , le perdonaron la pe
na , y lo desterraron de la ciudad.
Así desterrado v prófugo, se fué á reco
ger aquella noche á una humilde casilla , qua
estaba en despoblado, no lejos de la ciudad,
donde vivia un pobre hombre buen cristia
no. Contóle sus muchos trabajos y desgra-
Google
144- Casos raros
c ía s ; pero al mismo tiempo el Angel le revelé
al anciano toda la historia , dándole á enten
der, como aquel hombre era el Emperador Jo¿
iriniano. E l santo viejo le di<$ santos consejos,
para que se humillase, y que Dios habia per
mitido aquellos trabajos, p^ra que abriese los
ojos, y considerase , que era formado de tier
ra como los demas, aunque Emperador, y no
se dejase llevar de la vanidad y soberbia.
Trajo el Angel .las vestiduras R eales, llevólo
al p alacio, púsolo en el solio, y quedó con
su misma honra y crédito, porque nadie su
po el suceso, sino el A n gel, el mismo Em
perador y el anciano i, que siempre guardó el
secreto. Con esto el Emperador quedó corregi
do ; porque el Angel le dió á entender, que
aunque era Príncipe, era hombre : que procu*
rase humillarse y no ensoberbecerse; y coa
esto desapareció el Angel.
CAPÍTULO X V III.
(d ). Surtas in vit. $ j m r
Digitized by C j O o Ífc
I $4 Casos raros \
ibo sonase. Fuése á su casa con todo silencio, ,
apenas entró , cuando sonó ei cencerro, como
que llamaba gente para hacer público «1 hurto.
Turbóse, volvió á tapar el cencerro, y aun á
esconderlo; pero no tuvo remedio: volvió á so
bar , de forma que despertó el [cuidado d e ' loi
Vecinos. Finalmente, no pudiendo sufrir el so-,
nido del cencerro-,- que estaba publicando srt
m aldad, arrepentido fué al Santo, y le pidió
perdón, restituyéndole su buey.
N o sé que se pueda dar mayor espresion de
nuestra conciencia: siempre está sonando la
campanilla, sin haber arte alguno paraque no
suene. Vermis eorum non morietur, dice el
Espíritu Santo. (Marc. cap. 9 ,).Siempre está
vivo ei gusano de.la conciencia ; siempre está
royendo el corazón. Murieron los cómplices
en la cu lp a, mueren ios que la saben, mue
re él enemigo, muere el agraviado, muere
aquel , á quien quitaste el crédito., muere á
quien usurpaste la hacienda, mueren los po
bres oprimidos , ' mueren las viu d as,. mueren ,
los pupilos, mueren los testadores : mas el gu
sano de la conciencia nunca m uere: Vermis
torum.nojt morietur. .
. Refiere Séneca desierto hombre., que ha
biéndole hecho un zapatero unos zapatos, y
yendo otro -dia i llevarle su diaero, supo come
aquella noche había muerto. Quedó muy con-
Digitized by Google |
devictos y virtudes.
Unto, alegrándose* pareciéndole, que estaba li
bre de la solución de la paga* porque no había,
quien la pidiese. Pero despues haciendo refle
xión * y conociendo que siempre debía pagar
aquel dinero por no ser suyo, no pudiendo su
frir los remordimientos del gusano de la con
tienda, arrepentido de su mala intención * lué
i la casa , y por un resquicio de la puerta ar
rojó el dinero de los zapatos* diciendo: lile
tibi v ix it; tu redde * quod debes.
• En Alemania un mancebo pobre ( e ) es
taba sirviendo á un am o: tenia este una hija,
á quien amaba mucho por so estremada her
mosura. Llegó este mancebo á enamorarse dé
ella: pretendióla para casamiento. Bien quisiera
el amo casar con el criado á su hija * si él tu
viera algunos bienes de fortuna; pero viendo
tu mucha pobreza lo despidió * siendo esta la
causa de su poca fortuna. ■
Vacilaba en varios pensamientos* sobre que
medio tomária para adquirir alguna hacienda
y casarse con aquella moza. Encontróse-en una
ocasión con un gran mercader muy rico solo
en un camino. Arrojóle el demonio horrorosas
ingestiones* de que quitando la vida á aquel
hombre y con ella su hacienda * lograrla lo
V
L L l ...................................................................................... - - - __________ - H . „
C A P ÍT U L O XIX.
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de vicios y vi1 5 9
míe ana de cada uno, poniéndose en propor
ción, decían cierta palabra, con la cual se
abría el candado ó se cerraba: y despue*
poso esta letra: .
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t6 ó raros
so
a
'C
ben guardar secreto, siendo cosa g r a v e , qée
deben sujetarse i losmayores torme
perder la v id a , antes que revelarlo.
De cierto filósofo ateniense se le e , qoe;
habiendo estado mucho tiempo ausente de su
p atria , vino á su casa, y sin darse á cono
cer á su madre, estuvo algunos diás incógni
to.. La madre, no juzgándole hijo su y o , lo
solicitó al incesto: entonces llegó ¿1 á abrazar
i su madre, manifestándole que era su mis
mo hijo. Con esta noticia tan inopinada , que
dó la madre tan pasmada, que al punto de re
pente perdió la vida.
Sintió tanto el filósofo esta repentina muer
te de su madre por su causa, que él mismo se
sentenció á perpetuo silencio. Observólo tan
pertinazmente, que jamas se le oyó de su bo
ca una palabra. Sucedió que el Emperador
Adriano pasase á Atenas, y como viese al
filósofo, lo saludó amigablemente; pero él
enmudeció. Volvió'Adriano á decirle, que ha
blase : H ab la, filósofo, y: di alguna cosa;
pero él siempre estuvo en perpetuo silencio.
Indignado el Emperador porque no hablaba,
llamó á un verdugo, y le ■ entregó paraque
le quitase la v id a ; pero le advirtió en secre
to al verdugo, que en el camino lo persua
diese á que hablase, y si lo oyese que ha
blaba alguna palabra , le quitase la v id a ; pe-
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devicios y virtudes. l6 x
ff» si permaneciese en sa silencio , libre se 1«
volviese al Emperador.
Con esto el yerdugo con todo cuidado lo
fue persuadiendo á que hablase alguna cosa*
Para qué Quieres, filósofo, le decia , morir,
cuando puedes comprar tu vida con sola tá
palabra? Pero él, despreciando la vida, callan
do, entregó el cuello al cuchillo. Admirado
•1 verdugo de tan pertinaz silencio, no des
cargó el acero, sino lo llevó al Emperador
Adriano, diciéndole, como no habia hablado
palabra el filósofo.
A este filósofo deben imitar todos los cris
tianos , guardando sus secretos, especialmente
los que tienen oficios públicos, no revelándo
los á nadie, por roas amigo que sea, ni á su
propia esposa, ni á muger alguna, porque
es cosa indigna de un hombre prudente, fiar su
secreto, ni de amigo, ni de muger.
Confieso el común proloquio, que entre
les amantes todás las cosas deben ser comu
nes; pero debe entenderse este adagio fuera
del secreto. Esto observaron dos amantísi-
mos hermanos , como fueron san Ambrosio,
y otro hermano suyo llamado S átiro : asi lo
dijo el mismo santo Doctor en la muerte de
su hermano: Curo omnia nobis nostra essent
communia, individuus sp ir iin d iv
tus ; solitm tan\en commune non- erat secretum
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T^Jsar
etíni«omití, «f fidemfervaremat. (Am
mort frat.)
..■ 1 Engáñanse los que dicen, que no puede ha*
ber íntimo amor entre los amantes, cuando no>
se manifiestan los secretos: oiganá san Agustint
Secretum revelatione inter omicos nihil turpius*
Especialmente á muge res es gravísima im
prudencia , porque ellas piensan que no están:
sujetas á las leyes del secreto. Si quieres que
se divulgue alguna cosa, encárgalo en secreto i
k rauger, que al punto se sabrá. Solo puede ca
llar la muger lo que ignora,, dice Séneca. Por.
eso para nuestra enseñanza nos dice el Espíri
tu Santo: Ab ea* qu<e
custodi claustra oris tui¡ Guarda tu secreto
de aquella que duerme en tu mismo lecho.
Y con todo eso no se esperimenta otra cosa,
sino hombres que se dejan llevar de los ruegos,
de las caricias nocturnas de sus mugeres y aun
de las lágrimas, y les revelan graves secretos,
que debieran estar ocultos; con grave perjuicio
del prójimo y de sí mismos. Diga Sansón lo
que le sucedió, por haber revelado.su secreto i
,'D á lila , que se lo rogó con muchas lágrimas,
que al punto ella lo manifestó, fue preso, le
sacaron los ojos, Je, hicieron moler en una
tahona, como bruto.
M.ulta caecus amor cogitat secretu fateri,
^luchas tragedias se siguieron por revelar loa
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de sy virtudes.
ico
v 163
tecretós i raugeées. (F*repig. de
Bacho.)
Encargó el César un secreto á un Grande
de su corte, llamado F u lv io : comunicóle él i
su muger, encargándole el secreto: la muge*
lo comunicó ¿ otra >: esta se lo dijo á la Em
peratriz ; y finalmente vino á saberlo el Cé
sar. A l otro d ia , ignorante Fulvio de lo que
pasaba, llegó ¿saludar al Em perador, dicién*
dolé: Salve^ Catar. Entonces el César, levan
tando la voz y estirando las cejas, le dijo?
P a le, F u lv i, vale. De donde conoció, que
había perdido para con el Príncipe su fama*
y aun peligrava su vid a , por haber revelado
el secreto á su muger. . ': • . 'i
Mas célebre es el caso que se sigue, (a) y
digno de toda memoria, por la graciosa pru
dencia de un jóven en guardar un secreto. Fue
costumbre entre los Senadores romanos, dice
G e lio , que los hijos que pasaban de veinte y
dos años, entrasen en las juntas y ayuntar
mientos. Sucedió, que uno de los Senadores en
tró un dia en el Senado acompañado coa 09
mancebo hijo su y o , llamado Papirio. Tratóse
en el Senado cierto negocio grave, que pedia
mucho secreto, por cuya causa se estuvieron
M
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t? 0 Casas raros
C A P Í T U L O -XX.
# -
D e la disolución de las doncellas se siguieron
<■' muchas desgracias.
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de vicios y virtudes. 171
Iluelos sin madre fueron arrebatadas del gavi
lán ? Oigase este caso, que sucedió en Aquita
nia, y lo contestan graves autores:
Accipe nostro
Dira quod exemplum feritas produxerit eevo.
(Juven. sat. 5.)
Por los años del Sefíor de 159 4, (c) una mo
na hermosa , hija de buenos padres, que la
criaban con santo temor de D io s, llevada mas
de los ardores de la juventud, que de los do
cumentos de sus padres, quisiera mas liber
tad y menos recogimiento. Solía muchas ve
ces salir de casa, sin pedir licencia á sus pa»
dres: otras pretestaba alguna causa lícita: otras,
que ellos la enviaban á diligencias precisas^'De
. esta forma, con estas salidas se daba á vaguear
licenciosamente y á comunicar con los mozos
con mas libertad, que le permitia su estado;
tanto, que engañada, vino á incurrir en la
desgracia de Dina.
Con tantas entradas y salidas de ca sa , y
dejándose ver frecuentemente en público, pri
mero cayó en la vista , luego en los deseos,
despues en el amor y últimamente en las uñas
del gavilán. Vióla cierto mancebo italiano,
enamoróse de ella, y se la llevó engañada. An*
M2
... C A P IT U L O X X I.
f ■ s ‘ .*
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devicios y . 18 3
Templóse algo el caballero con las lágri-
mas de so esposa; y entonces le preguntó:
«Q ué bacías tal d ía , en tal sala, vestida con
«tal gala? Y ella fue respondiendo á todo*
confesando con ingenuidad todo lo que la mu
chacha babia visto en el espejo. « Y qué era
«aquello* le preguntó su marido, que en la
«palm a de la mano deshacías con saliva? Y
«quién era aquel mancebo, que estaba junto
« al brasero, desnudo hasta los muslos? Quedó
admirada la muger de lo que o ia , y que todo
era verdad. Pero respondió sin negarla: «Que
«era un emplastro, que había hecho para Fe*
«derico su hermano, que tenia una llaga ea
«una nalga : y que él seria testigo, que aun
«estaba en la cama.
Con esta razón se alegró mucho el caba
llero , abrazó con gran cariño á su esposa, y
se volvió á su destierro; proponiendo de no
hacer en su vida caso de semejantes embustes,
artes mágicas y diabólicas ilusiones, que lo
pusieron en peligro de haber quitado la vida i
su inocente y castísima esposa.
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104 Casos raros
C A P ÍT U L O XXII.
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de vicios y virtudes, l8 $
efaofoo, queda perdonado. Divina es esta po
testad; de forma, que se le puede aplicar aquel
dicho de aquel poeta;
Hoc verbum absolvo, quoties vel mente
lv,
reso
Tesolvendo reum, suspicor esse Deum.
Nulla est majestas, in terris nulla ,
Quce valet hos nodos , scit que modos.
A un moribundo, aunque esté en pecado mor
tal, con sola una señal de contrición, ó si pi
dió confesión, con sola esta palabra: Te ab
solvo , le abre las puertas del cie lo , á quien
estaba condenado á penas eternas en el infier
no. Y en eáte artículo, cualquiera negligen
cia, aunque le v e , en un cura de almas , cual
quiera pequeña tardanza en algún negocio,
co n vite, visita 6 conversación, cuando hay
peligro de que se vaya sin algún sacramento el
enferm o, es gravísimo pecado.
Y cuántas almas h a y , que desean salir del
mal estado de ia cu lp a , por medio del santo
Sacramento de la penitencia, y se quedan en
su mal estado por omisión del Párroco, por
que tiene puesto su corazón en otros negocios
de menos importancia ? Nunca ha habido mas
Sacerdotes que h o y , nunca mas Confesores,
nunca mas curas de almas; pero son muy po
cos los que con zelo cristiano cuidan de sus
ovejas, aplicándose á la salvación de las al-
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l8 6 Casos raros'
mas: Mundus totus Sacerdotibus plenus est^ted
tamen in mansa D ei rarus valde invenietur ope
rator. (D . Greg. hom. 17 in E v.) Por esto dice
C risto , que. tienen las llaves del cielo para
abrir y cerrar; pero se. quedan ellos fuera,
prohibiendo también que otros entren. .
Sírvales de estímulo este raro, ejemplo de
•san Maurilio M ilanense, que fue Obispo de
Andegavia en el reino de Francia, (d)
Estando este Obispo diciendo M isa , llegá
una matrona muy afligida con un hijo ya casi
moribundo, ó i» articulo' mortis, pidiendo
que el santo Obispó le pusiese las manos, ó
acaso el Sacramento de la confirmación, 6
Estrema U nción; no pedia la salud del cuer
po pafa el h ijo , sino la del alma : admirable
documento para las madres, que se desconsue
la n , se afligen y lloran, cuando á sus hijos;
padres y hermanos les dan el Viático. Es
trema U nción, paraque sepan que deben pri
mero en las enfermedades acudir al médico es
piritual , que al corporal.
Como el santo Obispo Maurilio estaba di
ciendo la M isa, aunque el enfermo estaba tan
•de p eligro, no quiso atropellar el santo Sacri-
C A P ÍT U L O X X III.
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de victo* y * 9o i
Murió el dicho abogado; y habiéndolo en
terrado y salido toda la gente de la Iglesia,
hallándose solo, tomó una azada, y muy so
lícito comenzó á cabar en el sepulcro con el
motivo y codicia de sacar aquel tesoro de la
lengua d¡e aquel abogado ; pues siendo de oro,
no era de provecho ninguno en el sepulcro, y
él se podia utilizar mucho.
Llegó ya á descubrir el cuerpo, abrióle la
boca, y vió que no tenia lengua. Bien mereci
do castigo de D ios, que se le arrancase la len
gua á aquel que se valió de ella para hacer tan
tos daños y agravios con sus embustes, enre
dos y sofisterías I N o está aquí el mayor pro
digio , sino en lo que se sigue.
Viendo aquel hombre, que aquel cadáver re
cien enterrado no tenia lengua, quedó pas
mado^ Quiso registrar mas la boca, y halló
en el lugar donde debia estar la lengua ( ó
espectáculo horrendo y nunca visto I ) un
grande y ponzoñoso sapo, que estaba sen
tado en medio de las fauces, como juez en
su tribunal, paraque sentenciase la causa da
aquel mal hombre, y el castigo que jostísi-
mamente m erecia, por tantas injusticias co
mo él habia hecho y ejecutado con su dora
da lengua.
Escarmienten en este ejemplo los aboga
dos , paraque no peryiertan las leyes
* Digitized by Go¡ ^le
QÓ2 Casos raros
la codicia del oro. Acuérdense, que llegará
día en que sus causas han de ser juzgadas; no
por el códice de Justiniano, sino por el de la
Justicia, que será aquel libro : scriptus
proferetur, in quo totum continetur, unde mun*
dus judicetur. (Offic. defunct. in M is.)
C A P ÍT U L O X X IV .
(c) N
ierem
berg, diferencia entre lo tempo**'
ral y eterno.
* Digitized by v j O O ^ Í C
$ 0(5 . 'Casos ratos
lio de un platero, que acostumbrado á tm«*
tar en plata y o ro , llegó á la hora de la
muerte , y llegando un Religioso á auxiliarle
con una imágen de Cristo crucificado, lo
decía : que pusiese su corazón en aquel divino
Señor, que por librarnos á nosotros de la
muerte del pecado, quiso padecer tan acerba
y afrentosa muerte de cruz. Dábale i besar y
adorar la imágen de Jesucristo. Era el Cruci
fijo de plata maciza, y como el moribundo to-
da su vida había tenido su corazón en el oro
y en la p lata, decía-: Y cuánto pesará do
plata este Cryóifijo ? O miserable platero! Que
toda tu- vida te has ejercitado en pesar plata»
olvidado de tu alma y de las penas, que te es
peran ! De qué te servirá esa p lata, sino
de abrasarte con e lla , derretida en el in
fierno ?
A otro r ic o , estando enfermo, le dió as
grave letargo. Hiciéronse muchos remedios,
pa raque volviese: dieron ligaduras, golpes,
v o c e s , tormentos; no hubo remedio. Cono
ció el médico el genio del hombre, y man
dó que trajesen á la cama todos los libros de
ca ja , de recibo y gasto, todo el oro y
plata que ten ia: >y mandó que hiciesen mu
cho ruido con todo ello. Hízose así. Comenza
ron unos á hojear lo» libros de recibo y gas
eo , otros movían los doblones , vasos de pjata
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deviaiot y virtudes. ttojr
, yoro"; y 'a l instante dispertó del letargo, pro-?
i| rumpiendo en altas voces: Ladrones, -
. tes, que me roban mi casa, ladrones : y no
, giraba, que perdia el cielo.
Ello es certísimo, que la muerte es coa*
, firme á la vida- E s uua conclusión, que se in
fere de los antecedentes de la vida; y la muer*
te es la conclusión de este silogismo; porque
así como el fin del silogismo es la conclusión, asf
el fin del silogismo de la vida , es la muerte.
También son semejantes en que así como la
conclusión es verdadera ó falsa, según la ver*
dad ó falsedad de las premisas que antecedie
ron; así la muerte es buena ó m ala, según la
vida buena 6 mala que antecedió.
En Londres sucedió esta fatal tragedia el afio
de 159 6. (d) E l Barón de Hounsden, Conse
jero que era de la Reina Elisabeta, llegó i
Su última enfermedad. Pocos dias antes de su
muerte tuyo e6ta horrible visión. V ió que en
traban en su aposento muchos Senadores y
Consejeros anglicanos, á quien él mismo co
nocía , y que ya eran difuntos. Primeramente
;vió á Roberto D udleo, Conde de Licestria,
rodeado todo de llam as: tra6 este entró tam
bién hecho un fuego Francisco Uvalsingamo,
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ao8 Caso» raros
secretario: luego entró Ponquerino L o rd , Su
premo J uez anglicano, que iba tan oprimi
do de un frío tan intenso, que tocando la ma
no del enfermo, estuvo ya cerca de espirar.
E ntró despues Hatono, Canciller m ayor: lue
go Tomas E d in g e, Consejero: tras de estos
entró Francisco K u o u l, Consejero, también
junto con otros dos, con sus togas de fuego,
que tristemente se lamentaba.
Todos estos se le manifestaron al enfermo,
diciéndole que venían á anunciarle éste de
creto de parte de la justicia divina: Que dis- -
pusiese las cosas de su casa, porque breve
mente iria á acompañarlos, y que le manda
ban diese el mismo aviso á Guillermo Cecilio,
tesorero, que dentro de pocos dias iria tam
bién d los infiernos, donde ya se le tenia la
gar apercibido.
Esta visión refirió el Barón de Hounsdeo, ,
á los que le visitaban con gran temor y pas
mo. Todo lo cual se vió cumplido en breve
tiempo. Pero antes fu¿ á visitar al Barón una
noble matrona: esta le pregunto , si era ver
dad lo referido ? Y respondió, que todo era
así como queda dicho. Y es posible, replicó
e lla , que no hay remedio alguno, ni esperan
za de tu salvación ? N o la h a y , respondió,
sino u n a; y es confesarse con un Sacerdote
de la fe orthodoxa; (e ra herege anglica*
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de vicioryvirtudes. 209
no el moribundo). porque la conciencia me
d ic ta , que fuera de la Iglesia nadie se puede
salvar. Acabando de decir esto, comenzó 4
dar horrorosos ahullidos, pero siti muestras al*
gunas de penitencia ni contrición: y de esta
forma murió ■ , conforme había v iv id o , olvi
dado de Dios y de su alma: la cual lleva
ron los demonios al infierno para arder por
toda la eternidad.
E n la Italia hubo una doncella inclinada
con exceso á las galas y adorno de su cuer
p o , vivo simulacro de la vanidad, la cual os
tentaba en la mucha profanidad, ea los afei
tes del rostro y vestido profano y provocati
vo. D ióle Dios una enfermedad f paraque des
pertase de su letargo. Amonestáronla, que
se dispusiese para hacer una buena confesión,
con dolor y arrepentimiento de sus culpase
P ero la que toda su vida la habia gastado en
devaneos, profanidades, galas y provocacio
nes lascivas, en la hora de la muerte se hizo
sorda á los llamamientos divinos. Antes bien
con grandes instancias obligó á su madre le
llevase á la cama, todas las ricas galas que te
nia , jo y a s, perlas y aljófares, ¿ hizo que
todas se las vistiesen. Viéndose tan ricamente
ataviada, comenzó á esclamar: Y es po-
w sible que me tengo de morir ? En lo mas
9florido de mi edad tengo de dejar tan ri-
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ttio Catotraro»
neas gala» y preciosas joyas ? Qué h erm o-.
« sura t Qué riqueaa 1 Qué preciosidad de ves»
m tidos 1
- Llegaban los padres, parientes y circuns
tantes , y le decían que procurase mirar por
la salvación de su alma, y que se dejase del
adorno de su cuerpo: que procurase pedir i
Dios perdón de sus culpas , y no hiciese caso,
de las galas; que todo era vanidad r « Cómo
«tengo de clamar á Dios , respondió , si nun-
« c a me hé acordado de Dios 1 Si todo mi
« cu id ad o, en. toda mi v id a , ha sido el ador»
«no: de mi cuerpo, cómo ahora me he da
«acordar de-Dios y de mi alma ? Venga al
« pon to el demonio, á quien entrego mi cuerpo
« y mi alma, y cargue conmigo..
Diciendo estas palabras, muy adornada, ves*
¿d a y compuesta con tus galas, exhaló aque
lla infeliz alma en manos .del mismo demonio,
é quien habia invocado. Conforme había vivi
do , así tuvo la m uerte; porque es cierto,
e n e la moette es un eco que corresponde i
la vida.
Digitized by Google**:
de «icio* y virtudes. a ií
C A P ÍT U L O X X V.
D ig iti^d by Google
de vicios y virtudes. 917
que dentro de breve tiempo . por sus muchos
delitos , había de morir á sus manos.
E ra el verdugo no de inferior nobleza*
n i menos ilustre familia que el reo , here
dero de un mayorazgo muy: cuantioso; de
grande ingenio, en lo personal hermoso y
b izarro« éra las delicias de su maestro. Pero
él mismo confesó, que había sido criado desdé
sos tiernos afios en santas costumbres y en la
devoción cordial á la Reina de los Angeles
María Santísima nuestra madre y sefíora» Pe
ro que despues, despreciando los santos con
sejos de sus padres, y apartándose de las bue
nas compadras, se d ió á : los vicios con loa
malos ejemplos de ■ otrosí despues sentó plaza
de soldado , dónde dándole rienda á su liber
tad , se entregó en un todo á todo género de
maldades. '
Como el que se entrega con desenfreno i
semejantes costumbres viciosas, nunca tiene
buen paradero ; este, habiendo cometido mu
chos delitos públicos, fue preso por la justicia*
y sentenciado á pena capital, n Pero faltando
99 verdugo en la república, confesó él mis
es m o , y habiendo otros reos que ajusticiar,
99 yo por reservar mi vida , ( vergüenza me da
99el decirlo ) admití, ó por mejor decir , me
99 ofrecí yo mismo á ser verdugo. Hasta ahora
99 he usado este-infame ejercicio; y en la oca-
5IÍ ■ Casas - raros
« sioo presente, mas execrable que lá 91«»
» acerba muerte pues .me es preciso ejecu->
« tarta en t í , .porque , todo el pueblo está en
mía plaza junto,'esperando este espectáculo#
Todo el magistrado^ ignorantea.de lo que p^n
la en la cárcel,- impacientes con; la tardanza
(pasaban ya de dos horas del tiehipo acostum
brado )manda qu ese acelere. . .
- Entonces el reo le echó los-brazos* al cue
llo al verdugo, despidiéndose de é l, y diciém
dóle t « T ú en 6n ¡momento roe haces here-
« dero " y participante . de. la. eternidad ; no
«puedes darme ¡pronta mas. estimable de mi
«amor. Cumple cónctu ministerio, ejecutan
do en mí la justicia ¡que te mandan. Y con
esto fue sacado :dé la! Cárcel y llevado al pa
tíbulo. i- '¡ . ■ . . . ■ . .
Qué lengua habrá, que pueda ponderar^
ni e n te n d im ie n to q u e pueda concebir los
afectos , que se originarían en los corazones
del maestro y dos discípulos, cuando, se vie-
ron todos tres en la escalera de la horca , es
perando aquel último va le, donde en presen
cia de los dos habia de quedar pendiente aquel
noble mancebo 1 Ejecutada la justicia se vol
vió el Religioso á todo el pueblo, y les pon
deró todo el misterio : como aquellos dos*
verdugo y re o , eran paisanos., compatrio-
ta* y muy, amigos, y ambos discípulos su*
Digitrzed b y '
; de vicios y virtudes. 219*
yos. Muchos de los que lo oyeron , quedaron
pasmados; otros se enternecieron, movidos i
conmiseración sus corazones; y finalmente sir
vió de escarmiento para los jóvenes, paraque
huyan de malas compañías, y no vengan á
semejantes tragedias.
C A P ÍT U L O X X V I.
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124 Casát raras
enmendase. Llegó á noticia del Obispó e s t a
tragedia, y detramó tiernas lágrimas de d o
lor y sentimiento, y comensó á tratar d el
rem edio, no del castigo , paraqne aquel man
cebo ge restituyese i so antiguo esplendor y
fam a: lo cual se prometía de la buena índole
y del santo aelo de muchos, que llegaron á
rogar por ¿1.
Parecióle al santo Obispo sacar i aquel
mancebo de la cárcel y entregarlo á unoa
R eligiosos, paraque con mas desahogo de
clarase con ellos los delitos que había come
tid o , y con sus caritativas reprehensiones 7
santos consejos, lo apartasen de aquella mala
▼ ida , é hiciese penitencia y recuperase su fa
ma. Así lo hizo-: fue entregado á ciertos R e
ligiosos de la Compañía, y herido de los gol
pes de su conciencia , descubrió claramente las
maldades que había ejecutado, los delitos que
había cometido, y los sacrilegios que había
obrado, con los hechizos y concursos diabó
licos , en que se había hallado.
Pusieron los padres todo su cuidado en que
se volviese á encender la luz de la divina gra
cia , que aun estaba humeando en este man
cebo. Lleváronlo á su colegio, procurando
de día y de noche ocuparlo en santos ejer
cicios correspondientes á su tierna edad. Afr
máronlo contra la potestad del demonio , con
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de «ictos y virtudes. ¿ay
«roces, reliquias , agnus Dei * y todo 1«
que es opuesto á hechizos j pactos del de*
monio. N o se apartaba de su lad o , de día
a i de noche, un Religioso ^ que continua*
nente lo exortába: con di oraba, con e l
com ia, di lo llevaba al tem plo, di lo traia,
¿ l i o instruia en las cosas del cie lo , en la
conñanza en la divina misericordia: ponde
rábale las astucias del demonio para engasar
á las almas.
- Todo lo oía con gran gusto el mancebo;
pero si una alma apagó la candéis de la di
vina g racia , por arte mágica del demonio,
quién la volverá á encender 1 Una noche se
le apareció el demonio, y le persuadió que
siquiera por un breve tiempo se quitase aque
llas-reliquias, que traía consigo. Apenas se las
q o itó , cuando al punto fue llevado por arte
del demonio á aquel concurso de hechiceros y
hechiceras ^ donde se ejercitaban en enormí
simos y horrendos sacrilegios: por la mañana
á las cuatro, que es cuando se suelen levantar
los Religiosos:, lo traia el demonio, y lo po
nía en su mismo lecho; pero no con tanta
cautela, que no lo conociese el Religioso qu«
le asistía, unas veces por ver vacía la cama,
otras por el ruido que hacia.
Preguntábale el Religioso que le dijese,
donde había estado aquella noche ? Refería el
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9Z& " Casó* raros •V
amancebo coi\ lágrimas toda la serie del ^ aco?
prometiendo de que no volvería mas á dejar
se: lie vard e los engaños del demonio. Así lo
ejecutaba; pero no por muobo .tiempo ; por-,
Qpe instado del demonio volvía á caer. Su«
pedió esto repetidas veces , de tal forma>que
no reconociendo los Religiosos rastro alga-
no de enmienda, perdieron las esperanzas del
remedio.
Lleváronlo i los Religiosos Je san Fren*
pisto , psraque esperimen tasen en él sus fuer
zas ; pero sin.'efecto, porque sucedió lo mis-
pió. Diéronle cuenta al Obispo de lo que pa
saba, y com o'los Religiosos Rabian perdido
las esperanzas del remedio eo aquel mancebo.
Horrorizóse el santo 'Obispoy y entrq suspiros
y la'grimas no sabia que hacerse. E n fin, nal
¿aliando remedio alguno 4 paraque. ,dejase
aquella secrílega familiaridad-con el demonio,
Jo entregaron: al juez secular, y habiéndole
justificada sus delitos, dió sentencia de muer
te contra.él.
Llamaron á los Padrea Jesuítas , palique
Je asistiesen , y que el siguiente d i a , á las
ocho de la mañana lo habían; de ajusticiar,
que lo dispusiesen cuanto antes, paraque muí-
riese , antes que volviese á ca e r: y si estaba
protervo, paraque no engañase: otros; que
mas valia: qu&.se perdiese, él ta lo , que no muí*
' Digitized by G o o g le
de vicios y virtióles. 6 17
chos con su mal ejemplo. Amaneció el dia si*
guíente: fueron los Religiosos, entre los cua
les fué también su maestro, que lo asistía. Gran
yo las siete de la mañana, y á las ocho se
había de ejecutar la sentencia: y el mancebo
se estaba muy descansado, y sin fatiga alguna
durmiendo en' su cama.
Como te va Ernesto ? le preguntaron*
« M u y b ien , respondió. Avergonzóse de es*'
tar en la cama á vista de los Religiosos, y
se vistió de presto. v> Hállorrte con salud, dijo,
*»y he dormido muy bien esta noche. Pues
stqué se os ofrece, P adre, que tanto ha-
tñ beis madrugado esta mañana ? Pero elios coa
lágrimas en los ojos respondieron: N o otra
co sa , E rnesto, sino que vivas mejor, de lo
que vives. La v id a , que vives es miserable.
L evanta tu alma á mejor vida. Detesta tu mala
vida , y. disponte para lograr la vida eterna;
porque m ira, que no te queda mas que una
hora de vidá¿ V e n , ven aprisa con nosotros
aT a lc á z a r ,. que te esperan los señores de
justicia. ■>
N o causó en él mas conturbación esta no
t ic ia , que si oyera cosas nuevas de las Indias;
y sonriéndose, d ijo: » Buen D io s! Buen Dios!
vtTened; buen ánimo, Padres, tened buen áni-
ot mo. Y tomando su capa con ánimo intrépi
do^ se fué-con ellos al alcázar. Iba por el
Digitized by Google
828 Casosraros
camino con grande alegría y sereno semblante*
saludando á los que v e ia , y mostrando los
lugares en donde habia cometido los delitos^'
99 Allí en aquel lugar, decía, jugué, allí bebí,
as allí engañé á dos, allí adulteré , allí maté á
99 uno ; y así otros delitos.
Habia en el alcázar una sala espaciosa 6
conclave, donde estaba ya dispuesto un tea
tro fa ta l , colgado todo de negras bayetas, y
al rededor sentados los jueces con gran seve
ridad. Entró Ernesto en el conclave , hasta
entonces no habia consentido en que le qui
tase la v id a ; y apenas vió aquel funesto es
pectáculo , cuando de repente quedó turbado*
mudado el color del rostro, temblando todos
sus huesos y corriendo un sudor frío por to
dos sus miembros. M ayor fue el pasmo, cuan
do vió al verdugo, qae echaba mano de él.
A llí llorando comenaó á enlamar, m Es post
as ble, que tengo de perder esta v id a , que tan
99 pocos años há recibí ? Qué fatal hado fue el
99m ió, pues no hay para mí clemencia 1 M i-
■99 m d , señores, esta edad florida: compade-
99 ceos de m í, atended á mi nobleza, y la de
wm i familia y vuestra, y que soy único hijo
99de mis nobles padres. Peroró tan tiernamen
te , que ninguno pudo oirlo sin lágrimas en
los ojos.
Enternecidos los ju e ce s, enviaron roga-
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de vieiot y virtudes. $.2$.
io ie s al Príncipe, paraque suspendiese la sen<¿
tencia. En el ínterin entraron al reo en ana
sala, paraqne se desahogase. E l Príncipe , oida
la súplica, envió á un varón grave en edad y
prudencia, que. persuadiese al mancebo, que
mirase por la salud de su alm a, que renun
ciase de la amistad y pacto con el demonio:
que si así lo hacia, hallaría gracia en Dios,
en los hombres y 'en el mismo Príncipe. N o
pudo hacer mas este hombre.
A este tiempo el demonio no dejaba un
punto al mancebo, trayéndole á la imagina
ción varias sugestiones, y engasándole con fab
sas promesas. Llegó el enviado del Príncipe, y
habiéndolo persuadido con varias razones, d b
jo el obstinado mancebo: *» Me asombro, Se**
ss ñ o r, de referir lo que yo vi, Si tú lo vie-
m ras , fueras también como y o ; y si no fue*
*» ra lo que soy ahora, ya lo fuera, fisto es con
forme fueron otros hombres semejantes á este,
que cayendo en manos de los jueces, confesaron
esto mismo. Tunc diabolus nihil aliud ,
dice G rillando, nec laborat in , nisi in per
suadendo , utpersistant in sententia, £•? u
in vitee finem perseverent. ( Grill. de sortilleg.
49. n.
A estos hombres suele manifestarles el de
monio un cielo fingido, como le manifestó
á. este: las almas de los condenados se las ma^
,Google
£3° Catto raros i '
nifiesta como bienaventuradas, con rnucboa
resplandores. Les promete, que los librará de
las manos de la justicia y del suplicio: que
hará, que no.sientan:los.tormentos: que des*
pues pasarán á un estado felicísim o, á una
vida muy alegre, llena de delicias, gustos,
poder sabiduría y riquezas.
Viendo el legado del Príncipe, que era
trabajar en vano, fué y le d ijo , como la ma
teria estaba desesperada, y que aquel mance
bo estaba obstinado. Con virtiendo el Príncipe
la misericordia en ira, mandó que se eje
cutase la sentencia sin dilación alguna. Vol-
vióse á formar el teatro fupesto, fué llevado
entre dos Religiosos, y el reo subió alegre al
cadahalso. Dícenle, que se arrepienta : respon
de , que no tiene de que arrepentirse. Propó-
nenle los méritos de Jesucristo , que vino
al mundo á salvar á los pecadores: amenázan-
le con las penas del infierno; pero todo era
cantarle al sordo. »
- Mandaron los jueces al verdugo, que ob
servase el tiempo mas oportuno, y descar
gase el acero. Así lo h iz o ; porque el mu
chacho olvidado de sí mismo, entre clamo
res y discursos diabólicos, entregó el cuello
a l cuchillo, y sin señal alguna de dolor, ni
arrepentimiento;, murió infamemente, y que
dó apagada'la luz de la vida y de la gra-
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devictos, y virtudes. S3t
cía vdejando uii hedor pestilente de escánda
lo» y sacrilegas, maldades : E t flumnue illini
aovitsima fumus occupat. ( Bern. serm. i do
divertis. ) •, . . . 1
► i E sta tragedia -la escribió el mismo Confe*
sor Religioso , qpe. le asistid en el, suplicio.
En: la cual se> ha de notar,. que la luz de la
g racia , que se le encendióen el Bautismo,
Ríe en este manqebcr apagada una vez sola,
poc una depravada: '.costumbre coir una mu-
ger-torpe, de donde se originaron- otros ma-
«falos.-delitos ; -y nunca jam asse pudo volver 4
cncendén i ■ i
C A P ÍT U L O X X V II.
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$40 ' Casos raro*
dos de aquella ..gloria y condenados-al
fierno? Desengañémonos, y . estemos enten
didos , de que si las riquezas nos hubieran do
servir para nuestra salvación, es cie rto , que
Dios no nos las hubiera negado: lu eg o , e l
haber hecho pobres á muchos, es que lea
conviene eso para salvarse, y con las riquezas
se condenarían. Concluiré esta materia coa es
te caso, (b)
E l Emperador Sigismundo, entre otros crian
dos y pages, tenia uno que le habia servido
muchos años, el cual solia quejarse, de quo
otros, que habían servido menos tiempo , ha
bían sido mas. beneficiados que é l , y que ha*,
biendo éi servido tantos años, se mostrase coa
él el Emperador tan poco liberal. Cosa in
digna e s , dice, que un hombre con tanto»
años de servicio no haya de merecer algpa
prem io, y que otros que han servjdp menos,
y hallándose antes ricos, se les dé á manos
llenas los premios.
Llegó, á entender el Emperador la queja
del criado, y para corregir con mansedum
bre y blandura su demasiada locuacidad, sa
Valió de este discreto ardid. Dispuso dos con
frecitos de una misma magnitud y de una
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devicios y virtudes. 24r
•A m a forma , con un mismo adorno; él uno
lleno de o ro , el otro lleno de plomo, y quo
el uno no pesase mas que el otro , sino que
ambos fuesen de un mismo peso. Llamó al pa
ge . á su presencia, y habiéndole con mucha
agrado, le d ijo : Paraque veas, que no me
faltan los deseos de premiarte el haberme ser
vido , y que no está de parte mia el hacerte
beneficios, sino tu desgracia y poca fortuna;
ves aquí estos cofrecitos cerrados, el uno está
lleno de o ro , el otro está Heno de plomo. Y o
te doy libertad, paraque elijas el que quisie
res: si eliges el de o ro , te haces ric o , y cual
quiera que dejases, lo he de dar á otro criado;
y así mira el que tú eliges.
Comenzó el criado á m irar, y contemplar
coa. grande atención la preciosidad de los co«
frecitos : ya miraba este, ya. aquel: ya toma
ba este en las manos, y consideraba el peso;
y a tomaba el o tro : pero ambos estaban igua
les. N o hallaba señal alguna por donde pudie
ra conocer, cual era el del oro. E n esta in
certidumbre y perplejidad estuvo un gran ra
to sin determinarse , temiendo no errar el gol-
p o , hasta que ya se resolvió á tomar u n o, y
d ijo : Augustísimo Emperador, este elijo. T ó
m alo , llévatelo ,'d ijo el Emperador, y si lo
has acertado, Dios te haga bien con é l : dalo
i Dios Jas gracias y á tu buena fortuna* A i
Digitized by G o o £ *
04® Casos raros
instante abrid el co fre, y era el que estaba
Heno de plomo.
E ntonces, volviéndose á él el Emperador*
le dijo : V e s , hombre, la cansa de tu pobre-
»a? N o me la atribuyas á m í, sino á la divina
providencia, que no te quiere rico. N o me
faltó á mí ahora la voluntad de enriquecerte,
sino á D io s , que no quiso que eligieras el da
oro. Si Dios quisiera que fueras rico, ahora te
hubiera hecho con este cofre de oro¿
. Por esto, cada uno conformémonos con la
voluntad de Dios en los bienes'de fortuna^
en el estado., en que puso Dios á cada uno,
en el oficio, en el ministerio , &c» Unusquis-
que vocatione, qua vocatus e st, in ea perma
neat. Si el estado:, oficio: ó ministerio no
es según su genio ó inclinación, haga de la
necesidad virtu d , que con él muy bien se
puede salvar.
Un caballero italiano se puso a jugar á los
dados. Tiró una vez el dado, y aunque le sa
lió, infausto, era tan diestro en el ju e g o , que
ió Enmendó con el arte, puso en el ta
blero este lema s Si malé cecidi, corrigar a r
te. Es nuestra vida juego de fortuna, dijo
Aristóteles: no á todos les da bien el dado;
porque unos son ricos, otros pobres : unos
Superiores y Prelados, otros súbditos: uno*
Casados , otros Religiosos: unos pacíficos,
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de vicm y virtudes. 2 4 í‘
otros soberbios: unos de un genio y otros*
de o tro ; y con cualquiera de estas suertes
nos podemos salvar, usando de ellas bien*
según aquel documento que dió un gentil
á otros gentiles, el cual habíamos de practi*
car los cristianos. -
• Digitized by v ^ o o Q l e
S£$ Casos raros
talud de la Reina Doña , «orno cafre*
xa de la iglesia. Qué haría entonces Pearso»
nio ? Porque cuando se echa un brindis, eí
preciso que todos hayan de beber. Si no be
bía era descubrirse católico , y peligraba su
vida : si bebía, era negar la fe católica, J
con fesar, por lo . menos en .lo estarior 4 la
secta de Calvino.
Sucedió pues, ó fuese casualidad,' ó Dio»
que lo dispuso a s í, que andando el vaso <a
el vino de unos en otros, pasó; por la calla
un Zapatero, vendiendo zapatos; porque la
yentana del salón caía áJa calle i .htéo al pun*
t o , que lo llamasen ; y estando suspensos to*
dos los convidados, le dijo Pearsonio al Za
patero : Cuántos parea de zapaioa podrás ha
cer en un dia ? Respondió : Sdfíor* si han d#
ser bien hechos y con cuidado, .tres parea
Entonces Pearsonio , echando mano i. la fal
triquera , la sacó llena de doblones, y dijot
Todos estos doblones pongo. á que hago ya
doce pares. N o tenia el Zapatero los doblones
Correspondientes para la apuesta; pero uno de
los convidados salió por fiador. Mandó Pear
sonio, que trajesen allí doce ¡pares de botai
de i caballo, y con un cuchillo cortó todo lo
de la parte de arrib a, y dejó, solos zapatos.
V iénd ola estratagema, todo s e ; acabó en ri*
s a , y se desvaneció el brindis de la reina*
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* devicios
A cualquiera otro no se le ofrecie'ra la eitra^
tagem a, y le corría gran riesgo, ó de tragar*
fe la heregía, ó de derramar la sangre* •
' Concluyo esta materia co n d e cir, que d e
este infame rito y costumbre de beber « a
banquetes, convites y francachelas, tuvie-
roo principio Jas heregias, como se maní*
fiesta en lo qqe queda dicho. Y sai» Agustín
d ijo ; Ebrietas flagitiosum omn
y Séneca: Omne vitium ,
dirigit. Loa agapetas tuvieron eu principio
de fiipidio y ^A gap e, mqger «hechicera que
d e cia , que la embriaguez, di era buena, ni
m ala; y en fin , que no era pecado alguno.
Calvino .'y>Entero fueroni ‘ también dados
al vino. L utero, despues de haber sembrado
¿ú ntala se cta , cofmo le moléstase la concien*
cia con algunos , escrúpulos'para librarse de
e llo s, lo que hacia era volverse C alvin o, va»
liéndose dé la ■ denomicacibn del dombret por
que C alvin o , quiere decir: cales y Si
vesperi vino. Tenia á la mano siempre mucho
y muy buen vino> en el cual abogaba sos ese
crúpulos : turbabasele el ju ic io , y con esto sé
quitaba su coiiciencia. Así lo refiere Cocleo
en la vida del mismo I.utero.
Y porque , sus discípu'os y secuaces, como
¿ntiguos hijos de ia católica Iglesia, tampo*
«o se podían .quietar en p a e lla nueya"doc«
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S5& • Vatót *
trin a, y padecían los mismos escrúpulos, d 5*
•e el mismo autor, que cuando acudían i
Lutero con sus dudas, él les brindaba luego,
y con el mismo antídoto les cargaba el estó*
mago, y les aliviaba el celébro..
- L o que conviene en semejantes convites á
banquetes, es el no admitirlos; y si por algún
respeto no se puede escusar, procurar bebet
con templanaa , paraque no suceda lo que di*
jo J a venal. (Joven. sai. 6.)
. . . . . . ^Jam vertigine tectms
Ambulat \ Sí geminis exurgit mema
i tucernis,
C A P ÍT U L O XXIX.
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de vicios y virtudes. 2Óg
R e y de Persia al fuego por su Dios) que estu*
viese entendido, que ni con ruegos, ni con
alhagos, ni con violencias, habia de consen
tir e l v o lv e r ; que mas quería estar escluida
de su p atria, que d el» cielo, y que deseaba
mas vivir desterrada fon Jesucristo , que
re in a r, siendo enemiga de so Magestad.
Con estas palabras quedó manifiesto el Real
ánimo de la Princesa Cesárea; dando á en
tender tam bién, que la . cristiana libertad
es á toda humana autoridad superior. Queda
ron atónitos los legados, la Emperatriz ad
mirada y pasmado todo el palacio. Pero' quá
h ay <]ue admirar ? Si el mismo R ey de Persia»
cuando los legados le refirieron la animosa
resolución de la R e in a , quedó admirado dé
su virtud admirable, y comenzó á pensar con
sig o , y á ponderar la poderesa fuerza, con qup
le impelía la fe de los cristianos, que quería
mas abandonar tantas riquezas^ dignidades,
honras*, delicias y la real corona , que desm
amparar, :1a fe.de Jesucristo.
Pero cuán grande es el poder . del ejemr
p ío ? Y cuán eficaz la persuasión de una mu-
g e r ! Encendido el R ey coh el.ejemplo.de su
esposa,. determinó alistarse también i. la. fe
de Jesucristo , juzgándola por santa, como
también k> -era su esposa. Envió nueva lega
c ía á Constantinopla al Emperador tylauricio»
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i.66 Casós raros
paraque le enviase á Antioquía al P atriarca
Juan Constantinopolitano , paraque de su ma*
no recibiese el sagrado Bautismo.
Grande fue el gozo que recibió M auricio
con los legados. Hizo prevenir en Antio
quía grande aparato: fue el mismo Empera*
dor M au ricio: celebróse con gran pompa el
sagrado Bautismo; y así como para el Bau
tismo dé la Reina fue la padrina la Empe
ratriz , así para el Bautismo del R ey fue el
padrino el Emperador, recibiendo el nombre
de Arnulfo.
Convertido el Rey á la fe católica, có
mo nó se convertiría el reino? exem
plum Regis lotus oorhponitur A l pnnto
mas dé seiscientos 'mil persas, dejando el gen
tilis m o ,é e convirtieron, á la fe católica ; y
recibiendo é l sagrado Bautismo abrazaron la
Réligióri1 Cristiana-, •¥• quien fue^ef autor de
¡esté téiifiifo? Dios primera'mente,y despues de
Dios -ttíia - muge?Uf l a piadosa Reina» Digna
es que semejante hazaña de muger se escriba
en láminas dé bfonce.v
Semejante á esta'fue-otra- muger heroica.
•Santa L u cía , virgen romana ; foe Cautiva
■ por los bárbaros sarracenos; petó ella cau
tivó-m as bien á los mismos bárbaros; Vién
dola tan' hermosa y -de tan nobles costum-
•.brefrf -la^ llevaron, como otra Judit i
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devicios y virtudes. 67
Ibfernes, al R ey Anzaya. A la priniera vista,
file el bárbaro cautivo de su hermosura. E n -
furecido en su torpe amor, estaba ya para for-
*ar á la honesta virgen. Pero ella, mas fuerte
qne los heroes mas esforzados, puesta en Dios
toda su esperanza, prorumpió en estas pala
bras : S ab e, R ey, que yo estoy desposada con
D io s , y corre por cuenta suya la guarda de
mi virginidad. N o dudes, que si intentas con
migo alguna im pureza, que has de ser sever
rfsimamente castigado,, y te ha de quitar la
vida. Dios es muy zeloso para con sus espo
sa s, y no permite qne otro mas que él ponga
en ellas los ojos.
O cuán poderosa es. la cristiana libertad,!
O si muchos y muchas tuvieran esta aeda-
c i a , y hablaran con libertad y con clari?
dad , cuando cede en bien de las almas ; qué
gran cosecha de frutos,se cogiera? Estas po
cas palabras de Lucía le hicieron al barbarp
R e y tanta fuerza, qne herido de un gran te
mor á D ios, no se atrevid á llegar á la ino
cente virgen : antes bien dispuso, que se manu
tuviese en su p alacio, tratándola! con mag
nificencia; y ,no solo no sé atrevió i vior
Jarla, sino él mismo fue fiel.custodia , par»"
qne. ningún otro se atreviese á violar su ho
nestidad. ............ .
- * ¡Ninguna obra dé piedad deja -Dios sin gran
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ü 58 Casós raros
remuneración: y así recompensó largamente
i esta humanidad de Anzaya esta piedad que.
usó con Lucía. Púsose la santa virgen en ora
ción , pidiendo á Dios con humildes ruegos
para aquel bárbaro: y despues de haberle da
do con sus prudentísimos y santos consejos
muchas y esclarecidas victorias en muchas
guerras que tu v o , alcanzó de D ios, que mo*
vido de los muchos y santos ejemplos da
Lucía y de sus virtuosas costumbres, abra
sara la ley cristiana, y se sujetase al suave
yugo de Jesucristo.
Claramente se ve ya el poder, que tuvo esta
tierna virgen cautiva, en el mismo que la
cautivó. Y si pudo esto con un torpe amante;
qué poder no tendría con su esposo y ma
rido, si antes no estuviera desposada con Cris»
lo ? Y supuesto que repudió las bodas de la
carne, mas pudo. Convertido á Dios el Rey
A n za ya , para buscar el reino eterno, des
preció el reino del mundo, con admiración
de todos los Príncipes de la E u ro p a , y en
-compañía de Lucía se fué peregrinando á Ro
ma. E ra Emperador Diocleciano, confesaron
ambos la ley de Jesucristo, y por man
dado del Emperador, fueron ,presos el R ey An»
saya y Lucía , con otros veinte y un cris
tianos , á todos los cuales despues les quita-
ron las vidas , y volaron á fr'celestia l coro»
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devietos y virtude
n vy i celebrar las eternas bodas con el divi-
ao esposo. Esto hizo una sola muger.
Otros muchos ejemplos se pueden ver en
Stengelio, de mugeres que sacaron á mu
chos hombres de la infidelidad y heregía;
y también católicos de sus vicios y mala
v id a , según aquello del Sabio: Mulieris -
tice beatus v ir : y en otra p arte: Beatus v ir,
qui habitat cum muliere sancta. (Eccles. cap.
2 6 , & 27.) Sirva de documento á los maridos
este caso.
Hubo un mercader casado, que con la co«
dicia de vender sus mercadurías para gran-
gear, estaba continuamente asido á la tienda:
50 confesaba sino de año á año, para cum
plir con la Iglesia: no oia Misa sino los dias de
precepto. E ra la muger por el contrario muy
d evo ta: frecuentaba los templos, oia Misa
todos los dias, confesaba y comulgaba mu
chas veces. Viendo á su marido tan inclinado
i la codicia y tan poco devoto, procuraba
persuadirlo á que confesase , que oyera Misa
y que asistiese á los sermones. Pero él lo que
■ siempre respondia, era que fuese ella por él.
51 le d ecía , que fuese á confesar, respon
día : Confiesa tú por mí: s i , que oyera M isa,
decía: Oyela tú por mí i s i, que fuese á los
sermones: Anda tú por mí.
Dióle Dios una enfermedad g ra v e , y «9
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*70 Catat ■
ella tuvo esta visión. Parecióle, que se veia cotr
otros en el tribunal de Dios delante del ju sto
Juez. V e ia , que su m uger, con otras almas,
iban entrando en la gloria. Quiso él también
entrar; pero san P edro, que estaba i la puer
ta , lo detuvo y le d ijo, que se fuese, que
ya su muger había entrado en la gloria poc
él y por ella. Volvió de la visión, y cc.no-
ció su yerro; y desde allí adelante procuró to
mar seriamente los consejos de su muger.
Son innumerables las mugeres, que excedie
ron á muchos hombres en sabiduría, ingenio
y elocuencia: llenas están las historias; como
también en valor hubo muchas, que excedie
ron á los varones mas esforzados: dígalo una
J u d it, una Débora y tantas vírgenes tier
nas , que en defensa de la fe y de la virgi
nidad , padecieron martirio con valor : y de
las historias profanas, díganlo las Amazonas,
Camila , Semiramis , Rodegundis , Cenobia
y otras innumerables. Cuántas, disfrazadas de
hombres, pelearon en las batallas?
N o há muchos años, que reinando en el Im
perio el serenísimo Príncipe austríaco Leopol
do , dos soldados pelearon en la espugnacion
de un castillo tan valerosamente, que vencieron
á muchos contrarios , y en sus heroicas haza
ñas se aventajaron á todos los demas sus comi
litones: despues se supo que eran, mugeres..
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de vicios y virtudes. 071
< E n Bolonia también, entre los soldado*
del P apa, fueron dos comprehendidos en un
delito militar. Fueron ambos condenados i
muerte. Pero no sé porque indicio fue co
nocido el uno por m uger; pero se había con
servado intacta. Preguntáronle los años que
llevaba de servicio , qué habían sido muchos:
hicieron otras muchas y diversas preguntas,
y hallaron por sus costumbres y decencia^
con que siempre se habia portado, que se ha?
bia conservado con pureza: por estas y otras
razones, el ju e z , usando de misericordia, la
dio por libre.
Pidió ella también, que se usase de pie
dad con el otro soldado cómplice en el de
lito. Deseaban tambien los jueces librarlo de
la muerte , y discurrían qué medio tomarían,
y pensaron que se casase con ella. Pregun
táronle , si gustaría de recibir por esposa á ]a
que habia sido cómplice en su d e lito : y res
pondió, que se casaría con ella muy gustoso.
Y de esta forma ambos quedaron libres : y to
do el fatal aparato se convirtió en festivas bo
das y el túmulo en tálamo.
• Celebradas las bodas, paraque fuese ad
miración de, todos, le mandaron que vol
viese á vestirse de soldado. Vistióse de librea
m ilita r, con su escopeta al hombro y espada
en cin ta, y delante de todo el pueblo fué i .
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&7 & ' Casos raras
pasar muestra con los demas soldados í h iz o
los ejercicios militares , y jugó las armas coa.
tal destreza , que todos los caballeros, damas.
y doncellas quedaron admirados. Diéronle mu»
dios dones, y sefuá con su marido , dá
todos la alabanza de muger fuerte y supe
rior en el valor á muchos soldados.
Cuántas doncellitas tiernas dieron mucha
honra y lustre á sus padres y fam ilia, des
posándose con Jesucristo en un monasterio!
Muchos padres y madres quisieran mas vez
desposadas á sus hijas con un caballero 6
soldado , que con Jesucristo; porque les
parece, que han de tener con eso mas honra
en su fam ilia, y ha de conseguir mayor es
plendor su casa. Pero qué mayor hoora pue
den tener los padres , que tener por yerno á
Jesucristo ! Esto fue lo que san Gerónimo
le dijo á P a u la , por haber desposado con
Jesucristo á su hija Eustoquio: Quid invi
des mater filia ? Indignaris, quhd noluit mi»
litis esse uxor, sed Regis ? Grande tibi be
neficium praestitit: socrus Christi esse .
(Hieron. ep. 27 de epit. Paulae.)
Atiendan los maridos, que es gran barba
ridad aborrecer las h ijas, porque quisieran
que todos fueran varones, y tratan mal á sus
mugeres, porque paren hembras. Sea para es
tos documento santa Perpetua virgen cansa-
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devicios y virtudes. &73
grada £ D io s, que fue honra y lustre de to
da su fam ilia, como consta á todo el orbe
cristiano. E l padre de esta virgen, hombre
muy noble y r ic o , dijo á su niuger, cuan
do estaba preñada, que si paria hembra, i
ella y á la criatura les había de quitar la v i
da. Gran barbaridad 1 A pocos dias parió la
tnuger una niña. Temiendo ella su muerte, y
conociendo que había de perecer la infanta,
le dijo i la partera, que con sus mismas ma
nos' la ahogara. Torcióle el cuello al ange
lit o , y dejándola por muerta, la ocultó en
tre unas estopas, hasta que despues hubiese
lugar para' enterrarla.
Aquella misma noche se le apareció un An
ge* á su padre en palacio, y le dijo : w Que
y» al punto que fuese á su casa, que su muger ya
sshabria parido una niña, que la recibiese, y
s í supiese que era dada por D ios: que procu
r a s e se le diese el sacro Bautismo: que le ro«
sígase á Pom peya, que fuese su madrina, y
sí que se le pusiese por nombre Perpetua. R i
si fióle el Sto. Angel su temeridad, que temiese
ssá D io s , y que no le hiciese daño alguno á
sí su muger. Díjole mas el A ngel: ííQ ue lúe
as go que la niña estuviese destetada, la en-
sstrase en el monasterio del Monte Romarico,
ssdonde allí había de ser educada.
Recibidq el mandato del A n gel, fuá á su
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t
*74 Casosraros
casa. Pregunta donde está la niña, que Ha na
cido? Respondió , 1a m uger, que había abor
tado , y muerta la había arrojado en la le
trina. Insta el marido, hasta que la partera
Cruel, juzgándola muerta á la niña, la halló
v iv a , muy alegre, con un dedito metido en la
toca. Tomó el padre á la niña, abrazóla, be
sóla tiernamente; y obedeciendo al A n gel, la
entró despues en el monasterio, donde fue san
tamente educada: y despues vivió en insigne
santidad de vida i, y fue lustre , no solo para
su fam ilia, sino para todo el reino, y aun
para todo el orb e, porque su fama llegó has
ta sobre las estrellas. Baste.de esta materia*
C A P ÍT U L O XXX.
C A P ÍT U L O XXXI.
--- — — .. ............................i............. —
'•(*) Cedrone in miser. controlo a*
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de vicios virtudes. *79
también le servia de notario para las causas
que se ofrecían. Llevaba el mancebo pocos
dias de servicio, y no sabia las habilidades de
su am o, quien deseando que aprendiese sus
malas artes, lo quería apartar del camino de
la verdad y entregarlo al demonio.
Cierto dia tomaron dos caballos, y con
el pretexto de que se iban á divertir, salieron
al campo: fueron retirándose del pueblo, enea*
minándose por un camino solitario, por sendas
incultas y no conocidas: iba ya inclinando
el sol , hasta que llegaron á un castillo con
puertas de bronce. Llamó el amo á la puerta)
salió un hombre negro atezado, que á ambos
los1 recibió con gran gusto. Entraron dentro,
y vieron un gran templo ricamente adornado
de ricas alhajas de o ro , muchas lámparas y
antorchas; muchas' sillas y muchos ministros,
sentados, en uno y otro lado, , á modo de
tribunal, todos de formidable negrura y hor*
Toroso aspecto. U no, mas negro1 y ^mas for*
midable que todos, ocupaba un solio sublimé,
vestido con insignias de Rey : e l cuai recibid
con-demostraciones de gozo al abogado , y
saludándole le dijo , que subiese’ á su ladoi
Púsolo á su mano derecha; y 'e l mancebo
puso al lado de su amo. Viólo aquel empéra-
dor de los demonios, y le preguntó al abes,
g a d o : n Qué mancebo «s este l Este ,.S e ñ ó r)
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c8o Catos rato»
*9dijo el maldito abogado, es mi criado,
»»desde boy será vuestro. Entonces le dijo
L u c ife r: rt Es así esto, niño ! Entrarás con*
s*migo á ser mi criado? Entonces el manee*
#9bo respondió: Yo soy criado del P a d r e , y
99 del ijo,
H y del Espíritu Santo.
Apenas pronunció estas palabras, cuando
el R ey infernal cayó, fulminando rayos: caye
ron también todos aquellos infernales minis
tros; cayó el mismo abogado, las luces, sillas,
el castillo y todo lo que se veia en é l, todo
se lo tragó la tierra : solo quedó el manceba
con los dos caballos. Volvióse al punto á la
ciudad. Preguntáronle por su am o, que en
donde lo habia dejado ? O respondió, se fuá
a l profundo del infierno.
Solicitó despues el mancebo buscar otro me*
jor am o, y encontró con un hombre noble
y virtuoso, liberal con los pobres, y que se
ejercitaba en las virtudes. Una tarde-salieron
los dos á visitar el tem plo, como lo tenian
de costumbre, donde habia una imágen de
Cristo crucificado de gran devoción. Pusiér
ronse ambos de rodillas: ante aquella divina
imágen , estando el criado á la mano siniestra
y el amo á la derecha, ¡
Estando ambos puestos en otacion , v ió el
amo, que el Crucifijo^ volvió el rostro al man-
cebo. Dudoso, si aquello fuese imaginación
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devicies y virtudes. 281
d e la fa n ta s ía , d íjo le el m a n c e b o , qu e se p u
siese i la d e re ch a , y él se p o n d ria á
t r a . H ic ié ro n lo a s í ; p e ro e l rostro de la im á -
g e n s ig u ió a l m a n ceb o . A q u í p ertu rb a d o e l
a m o , se p o stró en t ie r r a , p id ien d o i D io s m i
se ric o rd ia c o n m uchas lá g rim a s. w S e ñ o r , d e -
9 9 c i a , cótno a p a rta s e l ro stro de tu sie rv o ?
99 T e s t i g o , e fe s , S e ñ o r, de qu e y o n u n ca a p a r té
99m i rostro d e t í , en tus sie rv o s y p o b re s,
9» q u e p o r tu am o r me piden lim o sn a. De e s
ta fo rm a e stu v o llo ran d o a lg ú n t ie m p o , h asta
q u e sa lió una v o z de la im á g e n , que d i j o :
99 H i j o , y o te d o y á tí la s g ra c ia s por el o b -
99se q u ío , q u e me h a ces en m is p o b r e s , y tu s
» lim o sn as son a c c e p ta b le s en m i b e n e p lá c ito .
99 P e r o ’ á este tu cria d o le d eb o m u ch o m as;
99 p o rq u e h a llá n d ose en un la n c e m u y a p r e -
99 t a d o , en q u e le puso m i en em igo y s u y o
99 e l d e m o n io , no me n e g ó , sin o que p ú -
99 b lica m e n te co n fesó tres P e rso n a s en u n a
99 esen cia , P a d r e , Hijo y E s p ír i t u S a n to .
P o r q u e com o d ic e san A m b ro sio , este v e r
s íc u lo Gloria P a t r i, • ££ F ilio , & Spiritui
' Sancto, es p oderoso p a ra d esh a cer to d a s la s
a r te s d el d e m o n io , y c o n fu ta r to d a s las h e -
r e g ía s : Quid enim potentius , quhtn confessio
Trinitatis.
Ilustres milagros han sucedido en confirma-
T
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282 Catos raros
don de este inefable Misterio, (b) Vergüenza
causa el referir la sacrilega irrisión, que hi
zo aquel herege arriano, llamado Olimpio, ,
cuando estándose bafiando en las termas 6
baños del palacio heleniano, con gran des* I
vergüenza, con rostro inverecundo y accio- :
nes execrables, dijo á los presentes: Mirad
como yo también tengo trinidad. Pero ape- I
ñas salid del baño, cuando apareció un An- ¡
gel del cielo con una vestidura blanca, que
traia una vasija llena de agua hirviendo, y
bañándole con ella por tres veces en nombre
de la Santísima Trinidad , le d ijo : N e male
dixeris : Para que otra vez no maldigas. Y al
instante comenzó á sentir acerbísimos dolores,
en los cuales exhaló aquella infeliz alm a: y
un lienzo, en que sé envolvió , cuando salió
del bafio, sacó pegadas las carnes y arranca- j
das de los huesos.
Paraque no se borrase la memoria de este
suceso, el Emperador Anastasio mandó pin
tar este suceso en el mismo lugar, donde suce
dió , como trofeo de la arriana perfidia. Y no
quedó tampoco sin castigo otro herege, que
se atrevió á quitar la pintura, que al punto co- j
menzó a' sentir acerbos dolores en todo su cuer-
I
I
(b) P . Petr. h .S Thom, tom. 2,/>
,GoogIe
de victos y virtudes. 1183
p o , y con razón %porque como dice san Ge
rónim o: Nulla venia conceditur Trinitatem
Hasphemanti. (Hieron. lib. 3 de Spir. Sanct.) ■
- E s también muy poderosa la virtud de este
soberano Misterio contra la potestad de loe,
demonios. Aunque vengan contra nosotros to
das las furias infernales ¿ ¿i nuestra* esperanza
está fija en Dios trino y un o, no hay que
temer. •. i O
Hace á este intento lo que refiere Cesario.
(Cesar, lib. 5, cap. 13 .) Una endemoniada sien
do conjurada con varios exorcismos, prorrum
pid en estas palabras: Yerran los que juzgan,;
que lucifer nuestro príncipe , está ligado*
en el infierno con cadenas de hierro. T res
palabras pronuncia el Sacerdote en «ilencio en>
la M isa , con las cuales está ligado. Apfetáf»
ronle con exorcismos á que las* dijese, y ,no;
quiso, ni por mas fuerza que se lé h iz o , qui-{
so pronunciarlas, hasta que por último dijo»
Traedme el Ritual romano, que yo os lassem
Halaré*’ * ~.£
Lleváronle el misal cerrado., ¡ abriólo , y
Sefia lando con el dedo en aquellas palabras del
Gánon : P er ,ip
m
su cum ipso
ipso; en las cuales se hace memoria, y se,réíj,.
verencia á la Santísima Trinidad: Estas paláí:
bras*son, d ijo , con las cúales es ligado, mi.,
maestso y muestro príncipe. Quedaron admi*
Digitízed by G o o 3
k a *
284 Casos raros
ftdos los circunstantes; pues la energúmena
era totalmente ignorante de la lengua latina»
Fueron todos encendidos en la devoción y
alabanzas de:la Santísima Trinidad, y depu
sieron todo el temor contra los demonios.
s
r C A P IT U L O XXXII.
- ~ T ' ' ■ '•! ■■ •
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"£8(5 ' C d t o t r t ir t o
«efíaba la fragilidad humana, comenzó «*■
mover su concienda en órden á confesarse.
'Estando en este pensamiento, vuélvese rom*
-per el o^o vidrio, sin tocarle nadie y á derra
marse el vino. Pasmado entonces, vuelve
llam ar ;á los pages, dando voces á la muger y
á toda la fam ilia, diciendo que Dios le ame-
masaba vengativo por sus culpas; que le tra
jesen un Confesor, que se quería confesar.
La muger por una parte, los criados por
o tra , procuraban desvanecerle aquellos pensa
mientos y aquellos temores: decíanle, que
«1 vidrio es quebradizo por mil circunstancias,
.que por alguna de ellas se habría quebrado; y
que se volviese al sueño. Con esto le pusieron
otro vaso, y lo volvieron á dejar solo. No
quitaba los ojos del vaso el miserable, espe
rando cuando volvía á romperse; cuando de
-repente da un estallido , se hace pedazos.
Aquí ya como desesperado comienza á vo
ces; « O la criados, m uger, presto, presta,
-wbusquen un confesor ; que yo me muero.
L a muger se volvía lo ca , diciendo que to
do era ilusión de la fantasía; que él estaba bue
no , y que no tenia mal alguno. Todo aquel
.dia y la noche se pasé de esta forma , y sin
haber podido dormir i amaneció al día siguien
te con upa palidez en el rostro y un sudor
frío en todos sus miembros, que parecía esta*
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devkiot y virtud
I » y a moribundo. Entonces un criado tom<S
un caballo, y fuá á un lugar ,* no muchas
millas distante, á buscar un confesor. Ya
fuese casualidad, ya fuese que Dios lo per
mitió por sus ocultos ju icios, el criado err¿i
el camino, y anduvo toda la noche por mon
tes y por'sel vas; y en este tiempo murió el
caballero. Por la mañana llegó el confesor,
y habiéndole referido lo que habia pasado,
pronunció sobre él el dicho, que dijo Cristo
á los judíos: Quaretis me, non ,
§3 in peccatis vestris moriemini. Qué responde
ría la muger á esto? Déjolo al supremo Ju ez,
y á la consideración de los católicos.
Mas reciente es lo que sucedió en Antuer
p ia no muchos años há (c) Cierto Padre de
la Compañía de je s ú s, varón lleno de zelo,
que no pocas almas habia sacado del cieno
de la lascivia; como hubiese encontrado á una,
que habia muchos años que se hallaba en-
cenegada en el profundo del lodo de la torpe
z a , y la hubiese amenazado con su eterna
condenación , si no se apartaba de aquel mi
serable estado y buscaba la misericordia di
vina con corazón contrito por medio de una
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q85 Caiotrafot
verdadera confesión de sus culpas; y no que
riendo ella a'partarse, y despreciando el aviso
que Dios le enviaba por medio de aquel R e
ligioso ; sucedió, que á esta muger de repen-'
te le dió un accidente mortal: al puntó en
vió á la casa profesa á llamar al P a d re, que
la habia amonestado. £1 portero fué al apo
sento , no le encontró, anduvo toda la casa,
hasta que le dijeron, que se habia puesto á
decir Misa. Fue necesario esperar, que acaba
se para darle el recado. Acabada la M isa , fu¿
á toda priesa : tardó algún tiempo , respecto
de estar la ca sa , donde vivía la enferma en
el estremo de la ciudad; pero cuando llegó,
ya habia espirado, porque ella misma, como
desesperada, se habia arrancado los cabellos
con las manos, y con las uñas se habia des
pedazado el rostro y los ojos, de tal forma
que parecía un monstruo.
A vista de este espectáculo tan horroroso,
pasmado el P ad re, dijo á los domésticos y
vecinos esté saludable monitorio, ó por me
jor decir, que los penetró él corazón: Qu«e«
retis e, &
m noninvenietis, .
vestris moriemini.
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devicios y virtudes. 289
CAPÍTULO XXXIII.
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Bevte’m y virtudes. 89 1
y e i a , qué cantando alegremente saltaba de
una rama en otra , como que convidaba al
novicio á su amada libertad.
Entonces él amargamente entre ai se co
menzó á lamentar. O alma m ial d ecia: Có
mo te encerraste aquí en esta cárcel en la
flor de té juventud ? O cuán feliz suerte goza
este pajarillo , siendo incapaz de razón !
beriépro toto libertas venditur auro. Si este pa*
¿arillo puede alabar á su Criador libremente en
e l aire y abierto campo; por qué no po
dré yo también alabarle en el siglo ? Por qué
no será para mí el Sacramento del matrimonio
bueno y conveniente, como á los demas?
Muchas azucenas se hallaron e n . los campos
cándidas é indemnes, sin que fuesen plan
tadas en los jardines. Y qué me servirá á mi
el vivir en la Religión, si despues con un con
tinuo d o lo r, desesperado me quitase la vida!
Vendré á ser mas miserable, que todos los
hombres , 6Í no gozase de las delicias , ni ter
renas , ni celestiales. Y así yo determino en
este mismo dia y en esta misma hora, salir
de esta cá rcel, y seguir la libertad de este
pajarito.
Apenas estaba en estos pensamientos y
determinaciones, cuando saltando el pajari
lla de rama en rama, lo vió un gavilán que
lo acechaba, y arremetió á é l : cogió al mi-
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19& Cati» raros
serable pajarillo entre las añas, sin poderío
remediar, y voló con ¿ I , haciéndolo pedazos
en el a ire, que muchas de sus plumas fue
ron á parar á la ventana del novicio.
E ste , pasmado y lastimado de la- desgra
cia del pobre pajarillo, volvió en s í , y tra
yendo á la imaginación otros mas serios pen
samientos, decia con desengaño: O avecilla,
é quien yo tenia por fe liz , envidiando tu li
bertad I Ahora veo en tí mi desengaño. Cuán
to mejor te fuera estar encerrada en una jau
la , donde, aunque encarcelada, vivieras del
gavilán segura ? Confieso, que fui engañado
de mi imaginación, en querer volverme al si
glo á buscar mi libertad; pero escarmentado
en tu desengaño, persistiré hasta la muerte en
-lo estrecho de la Religión. Menos será mi li
bertad ; pero viviré mas seguro. También
dentro de las angustias de una celda, pueden
las almas santas volar á las delicias del paraí
so ; y así mejor estoy sin libertad en el claus
tro , que con ella en las delicias del mundo.
Sirva-este ejemplo de consuelo á las almas re
ligiosas, que mientras mas encerradas, viven
del gavilán infernal mas seguras.
Y poco importará que vivan encerradas
en el cuerpo, si anda por fuera vagueando
el alma. Así como las palomas á las ventanas
del palomar, hay muchas Religiosas, que to-
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i
(a) Engel.c<
bL im. serm, de, cm . vitg* •
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$02 CaiQt raros
•olícita en el amor de su divino esposo ,' coi»
su infernal astucia le armó un fuerte lazo, pa
ra hacerle caer i esta incauta paloma.
- Comenzó á traerle i la memoria los cari
llos de sus padres, la abundancia de sus rique
zas , que había dejado en el sig lo ; que con
ellas y con el cebo de su hermosura, hubie
ra sido apetecida de muchos Príncipes, y pu
diera en el siglo gozar de las delicias del ma
trimonio , como veia á otras de su edad: que
éra fuerte cosa encerrarse para siempre, y vivir
mortificada una doncella tierna, cuando pu
diera gozar de las conveniencias, que Dios le
habia dado en el mundo , y salvarse.
Con estos pensamientos , se fue enfriando el
fervor de su virtud, con fastidio al recogimien
to y retiro, deleitándose en las conversacio
nes , frecuentando las visitas, deseando el ver
y ser vista. Sucedió, pues, que con la fre
cuencia de los locutorios, un mancebo no-
frle , pero torpe, se enamoró de su hermosu
ra : dejóse llevar la R eligiosa, atropellando
con su decoro, y sin reparar que era adúl
tera á su divino esposo. Conviniéronse los
d o s , que para tener mas ocasión de verse y
Rabiarse con mas libertad fingiese qüe era
su primo hermano, y que necesitaban de ha
b la r para ciertos negocios y dependencias.
Con,ja frecuencia en las visitas, palabras ca-
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devictos y virtudes. -303
riñosas, rega lo s, dones y dádivas, fue cre
ciendo mas y mas el amor. A l mismo tiem
po el demonio les arrojaba á uno y otro fuer
tes sugestiones contra la castidad. Con estos es
tím ulos, de tal suerte vino á olvidarse de sí
misma y de su divino esposo, que se resol
vió á hacer fuga, y salirse de la casa de D ios,
para como incauta paloma dar en las gar
ras del gavilán infernal.
Aguardó á los silencios de una noche, .
enando las Religiosas estaban ya dormidas, se
salió del dormitorio. Entró en el co ro ; por
que era tránsito para pasar á una puerta ó
ventana , que estaba en la muralla , que caia
á una plazuela, por donde se habia de arro
ja r, donde su sacrilego amante la esperaba pa
ra recibirla. Habia en el coro una imagen de
Cristo crucificado y otra de María Santí
sim a, de gran devoción para todas las R e
ligiosas : y al pasar la adúltera por el coro,
•oyó una voz que salia de la imágen de M a
ría Santísima, que dijos wAdonde cami-
.w n as, infeliz ? Así desprecias á mi Hijo por el
-s í demonio? Quedó herida lá. miserable con
•aquella v o z , turbada y temblando todos sus
-miembros. Pero no pot eso desistió de su de
pravado intento; antes prosiguió adelante^
aunque turbada: tanta era la fuerza de la pa
sión que la arrastraba. . - -
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S ®4 Casos tara%
' Pero Dios , que misericordioso derramó fir
sangre de su Humanidad santísima por loa
pecadores, no quiso que aquella simple ove*
juela, que iba descarriada, diera en las garras
del lobo infernal. Caso prodigioso! Desen*
clavóse la imagen de aquel Crucifijo, arran*
cando los clavos de la cru z, y llevándolos en
pies y manos, siguió á la adúltera, que iba
huyendo, y habiéndola alcanzado, levantó la
mano derecha, que tenia con el c la v o , y le
dió una terrible bofetada, y juntamente le cía*
vó el clavo en la mejilla. Cayó herida en la
tierra, medio muerta, derramando mucha san*
gre y con gravísimos dolores. L a imágen
del Crucifijo se volvió y enclavó otra vez en
la c ru z , solo la mano derecha quedó desen*
clavad a, y sin clavo el brazo de la cruz, pa*
ra memoria de aquel prodigio, coma hasta hoy
persevera en aquel convento.
Amaneció el dia siguiente, levantáronse las
R eligiosas, fueron al ca ro ; pero antes de lle
g a r , oyeron tristes voces y lamentos doloro*
8os. Pasmáronse todas, temblando de entran
Pero algunas de mas va lo r, cobrando alien
to s, entraron y claramente oyeron estas voc
ees : w Venid presto, hermanas : venid , y so*
¿acorredme , que me ha herido mi esposo
^Jesucristo, porque ingrata le he faltado
**4 la f e , que je tenia dada, siendoadúl*
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devicios y virtudes. &05.
totera, por haber puesto mi amor en otro.
Quedaron pasmadas las Religiosas :Jlegaron
a l lugar donde estaba, y la hallaron en tier-
•a , bañada en su sangre , con tan crueles do
lores , que le parecía , que le arrancaban el
alma. Sacáronle el clavo de la m ejilla, lim-
plarónle la sangre , curáronle la herida, y lle
váronla al coro, llorando con muchas lágri
mas su culpa. Postráronse todas las Religiosas
ante la imágen de Cristo crucificado y de
M aría Santísima , cantando el salmo del M i
serere , con el cual David adúltero pidió á
D ios m isericordia, pidiéndole perdonase á
aquella miserable arrepentida.
V olvió en sí la R eligiosa: sanó de la heri
da; y de allí adelante hizo una vida penitente,
sin salir de la celd a, sino para el coro y
adonde la obediencia le mandaba, ejercitán
dose en ayunos, disciplinas, mucha oración,
con grande aborrecimiento á los locutorios,
procurando en todo agradar á su esposo, que
lo tenia presente siempre en el coro, désela*
vad a'la mano derecha de la cruz.
> Escarmienten en este caso las Religiosas, y
sepan que solo han de poner su amor en Je
sucristo su esposo, que es zelosísimo, y
bo permite en el amor de sus esposas el
ipenor desetúdo.
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306 Casos raros
C A P ÍT U L O X X X IV .
Salvete floret ,
Quos lucis ipso in ,
Christi insecutor su
tli,
Ceu turbOf nascentes rosas.
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de viem y virtudes• 3 13
cuántas madres han ahogado los niños v a pe-*
nas han salido del vientre, sin que reciban el
sagrado Bautismo, por el temor de que si
llo ra n , serán descubiertas, ó por no haber
agua á la mano, ó por no saber la forma del
Bautismo, y no querer llamar quien le bau
tice, y de esta forma darle la muerte en el cuer
po y en el alm a, privándole de ver á Dios
para siempre ? O madres crueles! Pues de estas
hay muchas,
, En una carta antigua, que san Uldarico
escribió al Pontífice Nicolao prim ero, se re
fiere , que en tiempo de san Gregorio halla
ron unos pescadores en una laguna ó estan
que grande, seis m ilcabecitas de niños ahoga
d o s, que allí se habían arrojado de amanceba
mientos ocultos. Cómo la sangre de tantos
niños inocentes, muertos á manos de sus mis*
mas madres, no clamará á Dios contra ellas,
como la sangre de Abel contra su hermano
Cain ? Quid fecisti? Vox sanguinis fratris tui
clamat ad me de terra. Pero é l , como si Dios
estuyiera ignorante ó pudiera caber en él ig
norancia* algun a, habiéndole Dios pregunta
d o : Ubi est Abel frater tuus ? Se atrevió á
mentirle á Dios, diciendo: N escio: num custos
fratris mei sum ego ? Quién no juzgara , que
al punto cayeran rayos del cie lo , que lo hi
cieran cenizas ? O qpe del monte salieran dos
X
Digitized by V j O O Q l C
3 T4 Casos raros
leones, que lo despedazaran ? Cómo puede se r
bastante castigo para tanta maldad una maldi
ción de Dios? Maledictus eris super terram»
Así venga Dios la sangre del inocente, que
está clamando al cielo?
Agudamente responde san Ambrosio, que
á tan gran maldad no basta una muerte repen
tina, por cruel que sea: ese es muy leve cas
tigo. Ese mismo ha de ser el verdugo, su mis
ma conciencia lo ha de estar siempre despeda
zando : padezca una muerte dilatada t viva
siempre con aborrecimiento á la vida y con
deseo de la muerte.
O cuántas madres h a y , que continuamen
te las está atormentando el torcedor, por ha
ber quitado la vida á sus hijuelos inocentes!
Siempre les está dando golpes la conciencia:
Quid feeistñ Qué has hecho conmigo madre
c ru e l, que derramaste mi inocente sangre, y
me privaste de ver á Dios para siempre ? Cía*
maré'al cielo contra tí.
E s tan cruel verdugo este de la concien
cia , y tan intolerable tormento este quid /e-
cw ri, que muchos se despedazaron con sus
mismas manos, 6 se entregaron voluntaria
mente á la ju sticia , paraque los castigaras
con pena capital, por poner fin á un tormen
to tan cruel.
Así le sucedia i Herodes, despues del
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de vicios y virtudes. 31
destrozo que hizo en los niños inocentes, qus
considerando la maldad, que habia ejecutado,
eran tantos los dolores, las miserias, las aflic
ciones y angustias de su corazón, que como
dice Josefa, ¿1 mismo se hubiera despeda*
zado con sus manos muchas. veces, si no lo
hubieran detenido los suyos. Véase el caso que
refiere el Abad Sabacio en el capítulo 18.
Pero moralicemos, y preguntemos á los jue
ces , ál
os poderosos, á los abogados : Quid
fecisti ? D i t ú , abogado y causidico , qué
has hecho ? La voz de la viuda , oprimida por
tu causa, la voz del huérfano, que desam
paraste , la voz del pupilo., que por tu causa
vino i su pobreza , está pidiendo venganza
contra tí. D i t ú , senador ó regidor: Quid
fecisti $ Qué hiciste en las juntas de villa ? en
los cabildos? en los ayuntamientos, donde
debieras mirar por los pobres y por el bien de
la república ? Quid fecisti ? La voz del puf
pilo que estaba á tu cargo, y que tú desr
preciaste, la voz del pobre vecin o, oprimi
do por las injustas exacciones, y que tú no
quisiste oír, clama á mí desde la tierra, y está
pidiendo contra tí justa venganza. T ú , que
estás sentado por tribunal, impío é injusto
ju e z , quid fecisti? La voz del inocente con
vencido con testigos falsos y acusado de tus
amigos , 6 sobornado tú con los dones que
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316 Castvs raro*
recibiste, y á quien inicuamente condenaste*
está pidiendo venganza contra ti.
Aquel rico , desde los tormentos donde
estaba, pedia á Abrahan algún alivio por me
dio del pobre Lázaro t Pater Abraham, mxXtq
Lazarum , ut intingat extremum digiti sui
in aquam, & refrigeret linguam meam. Por
medio del amable nombre de padre pide una
gota de agua : Pater Abraham; y no lo consi
gue. Y no fue otra la causa, sino que el pobre
Lázaro, á quien él cruelmente habia desprecia
do, obligándole á que muriera de hambre, por
no haberle querido dar una limosna, estaba en
el seno de Abrahan, dando voces contra el ri
co , y estas voces ocuparon los oidos del Pa
triarca , paraque no o yera , ó para hacerse
inexorable á las voces del rico.
E llo es ciertísimo, que cualquiera que opri
me al inocente, ó ya sea por inicuas estorsio-
nes, ó ya sea por injustas exacciones, de forma
que venga á tantas miserias, que también le
persiga la vida, como vemos qué está sucedien
do en muchas repúblicas, que no ha de alcan
zar el perdón por mas limosnas que haga, ayu
n o s, ruegos, ni plegarias, mientras no satisfa
ga los danos y agravios , que h izo ; porque el
clamor del inocente oprimido , como ocupa el
pecho del Padre de los pobres, son vanas todos
sus voces y postulaciones*
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de viciosy 31/
C A P ÍT U L O XXXV.
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¿i8 Casos rarot
L o que mas aborrece la humana n atu rale-'
* a , aun entre gentiles que es el parricidio,
tiene alientos la avaricia para perpetrarlo. V o y
á referir tina tragedia lastimosa, que sucedió
en cierta ciudad de la Europa, (c)
Cierto soldado estuvo muchos aSos ausen
te de la casa de sus padres, sirviendo al Rey*
y habiendo enriquecido mucho en la mili
cia , ya con los sueldos, ya con los saqueos,
determinó volverse á su casa, para socorrer
con sus riquezas, como buen h ijo , á sus pa
dres^ que eran pobres. Con la ausencia de tan
tos años , pues desde muy jó ven faltaba de su
casa, y con la mutación de vestido y rostro,
iii él conocia á sus padres, ni podia ser do
ellos conocido.
Ya estaba cerca de su patria una tarde,
cuando encontró una m uger, que iba á una
aldea cerca de la ciudad. Preguntóle, si vi
vían sus padres, y si los conocia, nombrán
doles por sus mismos nombres. Respondió la
m uger: Sí los conozco, pues soy bija soya:
yiven y gozan salud. Lleno de gozo con esta
razón el soldado, d ijo : Pues yo soy. tam-
ebien hijo su y o , y tú eres mi hermana, Pero
Digitized by Google ,
devicio* y virtudes. 319
viéndole i ella como perpleja y dudosa, des
montándose del caballó y desnudándose un
b ra co , d ijo : Y paraque no pongas duda,
mira en este brazo la sedal, que saqué im
presa en ¿1 desde el vientre de mi madre , lo
cual á tí es notorio y á todos los de nuestra
familia» N o pudo la hermana desmentir la se-
fia l; y conociendo que era su hermano» lle
na de go zo , le echó los brazos al cuello,
dándose alegres parabienes de la dicha de am-
bp s, por haberse visto despues de tantos años,
Y habiéndose detenido los dos en largos co
loquios» se despidió la hermana» diciendo
¡que iba á aquella aldea cercana, donde es
taría hasta el di,a siguiente: que fuese i su
ca s a » que sus padres vivian en tal calle y
,en tal casa; y que al (lia siguiente vendría,
.y se alegraría con su venida.
. Entró el soldado en la ciudad, y con las
señas que la hermana le habia dado, presto
.encontró la casa de sus padres. Con rostro agra-
.d able, pero sin darse á conocer, pidió si lp
.querían hospedar aquella noche ? Respondie-
■ ron los padres, que con mucho gusto le Üa-
rian posada. N o lo conocían los padres, por
el mucho tiempo que habia faltaba de su ca
sa. Parecióle al soldado, no darse á conocer
.aquella noche, hasta la mañana, que viniese
Ja hermana, y fuese mayor el gozo y ale»
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320 Casos raros
g r ia : y así fue tenido por huésped aquella nú*
che. Dispuso una cena espléndida, haciendo
que á su costa se tragesen muchos regalos:
convidó á sus padres á la mesa 2 comieron*
y bebieron unos y otros con gran gusto
y alegria * el hijo por estar á la vista de sus
padres y los padres, aunque ignorantes de
que era su h ijo, por tener un huésped, que
con tanta liberalidad los regalaba.
Iba ya la noche muy adelante, y al sol
dado con el cansancio del camino y el ca
lor de la cena, le amenazaba ya el sueño. Le
vantada la mesa, antes de irse á la cama * sa
có el fardo que tra ia , y todavía sin darse
d conocer, se lo entregó á su madre hasta
la mañana, pareciéndole, que en ningunas
otras manos podia estar mas seguro: y con
esto se fué con segura confianza á dormir.
Hasta aquí todo ha sido alegria; ahora entran
las tragedias.
Apenas el hijo se entregó al sueño, cuan
do entró la curiosidad en los padres de descu
brir el fardo del soldado: abriéronlo y des
cubrieron gran cantidad de doblones, que
traia para el socorro de sus padres. Hallaron
ser oro cuanto traia. O ! cuán fácilmente
de un vicio se hace paso franco á o tro ! Pri
meramente fue la curiosidad en los padres : á
esta se siguió la codicia; y despues pasaron
•
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de tíi bidé y v
irtu
d
es3 21
éla*crueldad. Vieron los padres, que la can*
tidad de oro era grande; y ciegos de la co-
d ic ia , no veián como podia ser su y a , sino es
quitando la vida al soldado. Maquinaron la
muerte de su huésped , al mismo que poco an
tes los babia convidado á su mesa con tanto
gusto. O maldad execrable! Contra vuestro
mismo bienhechor fraguáis la maldad!
Y a dormia el hijo en un profundo sueño,
cuando los padres consultaron la desastrada
muerte de su hijo. Dicho y hecho. La ma
dre , aunque la mas ñaca en el sexo, la mas
atrevida y fuerte en la crueldad, tomó un
cuchillo: intrépida entró en el aposento: le
vanta las sábanas de la cam a, y le corta los
gaznates á sn mismo hijo. O pobre soldado,
'que en la guerra venciste i tantos enemigos,
ahora te ves de una muger vencido, y tú mis
m a madre. No hubieras perdido la v id a , si
no hubieras traído dinero.
• Palpitando el cuerpo en su misma sangre,
lo sacaron de la cam a, y ocultamente lo en
terraron. Habiendo los padres concluido su
execrable maldad, oculta con las tinieblas de
la noche, luego que amaneció el sol el si
guiente d ia , se descubrió y se hizo patente
al mundo la mas lastimosa tragedia. Apenas
comenzó á resplandecer la aurora , cuando la
germ ana, que estaba en la aldea, tomó el ca-
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$2S Casos raros
mino para au casa , con las ansias de ve r 4
su hermano. Toda alborozada llegó á su ca-
s a , llama á la puerta, óbrenle; y la primera
v o z , que pronuncia, es: Dónde está her
mano i Admírame los padres de la novedad
de la pregunta. Vuelve á instar ella. Niegan
e llo s, ignorando lo que decía la muchacha.
Pregunta de nuevo : Dónde está su ?
E ll o s , aunque yo sospechosos, disimulando,
le dicen : M ira , que estás lo ca , qué es Jo
que dices ? Dónde está mi hermano el solda
do , deseo saber; porque ayer tarde , cuan?
do iba á la aldea, lo encontré con estas sé-
días y estas, vestido con tal vestidura, el rosr>
tro de tal forma. Confieso, que está muy mu
dado de como estaba, cuando se fué de ca
za ; ni yo lo pudiera conocer, si no nom
brara los padres, y me manifestara la señal,
que tiene en el brazo. D íje le , que viniese
á casa, que yo vendría h o y , y nos regocija
ríamos con su venida: y a sí: Dónde está mi
hermano ?
Ya se deja ver el pasmo en que quedarían
los padres con las razones de la hija. Quedó
su corazón herido con un penetrante rayo del
cielo ; , porque conocieron claramente ha
ber sido parricidas de su mismo hijo. Horro-
. rizados de tan cruel crimen y maldad, que
daron cubiertos de una mortal palidez. A llí
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devietos y virtudes. 323
ffaeron los lamentos inconsolables, arrancá
banse de pena los cabellos , y llenaban la ca
t a , el aire y el cielo de suspiros. Y herido!
del estímulo de su propia conciencia, no pa
ra pedir i Dios misericordia por medio de la
penitencia, sino para tomar de sí mismos la ven?
g a n za ; conociéndose reos y merecedores de
un capital suplicio, previnieron ellos mismos
el cadahalso, ofreciéndose cada uno á ser ver
dugo de sí mismo.
Todo aquel dia lo gastaron en lamentos
tristes, suspiros irremediables y fatales de
sesperaciones, echando mil maldiciones al oro,
que fue la causa de aquel estrago. Llegó la
noche segunda de esta tragedia; y sin algún
árbitrio se salió el padre solo al campo, y lle
vando un cordel, se ahorcó de una horca,
que para suplicio de los malhechores tenia la
ciudad , paraque desde lo alto de aquel su
plicio descendiese su alma al infierno. La ma
d r e , tomando aquella noche el mismo cuchi
ll o , con que habia degollado á su hijo , con
él ella misma se cortó el cuello. La hija fue
la que en esta tragedia fatal representó el me
jor p ap el; pues viéndose entre aquellos tres
cadáveres, lloró lastimosamente tan lamenta
bles muertes: y conociendo que la codicia
habia sido la causa, aborreció el oro , la co»
dicia y la riqueza»
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3*4 Catos raros
Porque alguno no tenga esta tragedia po#
apócrifa, ni menos la juzgue por antigua, la
traen los autores arriba citados, y sucedió el
afio 16 18 , dia 15 de mayo.
• A qué maldades , crueldades y tiranías
obliga la codicia del o r o ! Bien se ven en este
trágico suceso los males, que trae consigo.
Cuántos hay en el mundo, que por la codicia
del oro cometen el h urto, la rapiña, hacen
falsas escrituras, son perjuros, y aun entregan
el alma al demonio ?
C A P ÍT U L O X X X V I.
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devicios y virtudes.
teri Purgatorii detentorum. ( D . Bonavent»
serm. de anim.)
- Con razón llama mi seráfico Doctor cár-
eel al purgatorio, en el cual se purga el maa
leve reato ó mancha de la mas leve culpa.
P or eso se ordenó, y dispuso en todos lo»
reinos, que hubiese cárceles en las repú
b licas, donde los malechores purgaseu sus
delitos; paraque á vista de aquellos castigos,
escarmentasen otros. £1 ejemplo lo tenemos,
no en un v il vasallo, sino en uaa testa cor
roñada. Eduardo, primer R ey de Inglaterra,
por las travesuras de su vida y protervidad
de costumbres, fue por los grandes despo
jado de las insignias R eales, y preso en una
obscura cárcel, hasta que domadas las pasio
n e s , quebrantadas las fuerzas con el peso de
la cadenas y grillos, purgado ya de sus v i
cio s , aprendiese mansedumbre y humildad.
Despues sacándolo de la cárcel, salió tan otro
y tan mudado, que fue con grande honra
sentado en el S olio, donde, olvidando sus
injurias y pasadas miserias, puso por bla
són de sus Reales armas una cárcel en cam
po dorado, de la cual salia un pájaro vo
lando hácia el cie lo , con este epígrafe : Hiñe
fortiits ibo.
Las cuales palabras se pueden aplicar ma»
bien á las benditas almas del purgatorio, que
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% l6 Catos raros
son las hijas del eterno R ey. Y así el alm a,
como pajarito, libre ya de la cárcel del pur
gatorio , como decia D a vid : Anima nostra si
cut paser erepta e s t; puede decir con segu
ridad : Hiñe fortiUsib o : De aquí sa
fuerte, mas pura y mas santa.
Terrible cárcel la del purgatorio, mas for
midable , que la mas amarga muerte , donde
no los cuerpos, sino las almas, son atormen
tadas mas severamente: donde se purgan los
humores pecantes , ya del mucho beber 4
del mucho com er, ya del exceso en el ha
b la r, ya de cualquiera falta de mortificación
de potencias y sentidos; de todo ha de salir
purgada el alma hasta el último cuadrante:
Nonexies, dice 8. M ateo, inde, donec red-
das novissimum quadrantem. cap. 5>)
Hablando san Gerónimo de este cuadran
te , dice : Quadrans genus nummi e st, quod
habet duo :m
ta {H ier, in Matth. 5 .) que
u
in
es un género de moneda, que tiene dos
minutos: y es d ecir, que no saldrá el alma
del purgatorio, hasta que pague los mas mi
nutos pecados: Hoc e s t; non egredieris de
carcere, donec etiam minuta peccata persol
vas.
Por eso los R eyes, Príncipes y otros jue
ce s , á los inicuos deudores que robaron el
erario público, los meten en la cárcel, has*
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devicios yvirtu
fá que paguen hasta el último cuadrante. Pe-
ío ningún Rey pedirá tan rigurosamente lo
que se le debe, como nuestro D io s, que el
R e y de los Reyes.
Henrico 111, R ey de C astilla, (d) mayor
en prudencia que en edad, á quien asistía
nn ánimo y valor excelso, supo que el era
rio público y Real patrimonio se lo tenian
los grandes usurpado; pero lo restauró coa
ton memorable ejemplo. Tenia su corte en
Burgos, ciudad en Castilla la v ie ja , y solia
divertirse en la caza de codornices. Sucedió^
que un dia cansado de la c a za , se vino á pa
la c io , sin haber comido y sin haber nada
dispuesto. Con esta ocasión le dijo su tesore
r o , como no habia nada en el Real erario,
que todo el dinero , así propio, como- pres
tad o , todo se habia consumido. Entonces el
R e y , disimulando su dolor, mandó que se
empeñase su cap a, y se compró un poco de
carnero, y con unas codornices se le dispusd
aquella noche la cena. •
Estando cenando, le dijeron los que le
asistían : n Señor, mejor se portan los grandes
99de la corte, que V . Magestad. Todos los
99 dias se juntan unos y otros, y tienen entre
9
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de vicios y virtudes. 329
que causaría á los grandes este espectáculo*
Sentóse en su trono con el semblante aíra*
do , y fue preguntando á cada un o: 99 Cuán*
estos Reyes habían conocido en la edad, que
s* tenían ? Uno respondía, que dos , otro que
tres, según la edad de cada uno* 99 Cómo pue-
99de ser verdad eso , respondió el Rey , cuan-
99 do y o , que soy de menos edad , he cono-
99 cido veiiite Reyes de Castilla ? Todos se ad
miraban del dicho del Rey y estaban suspen
aos, esperando en que vendría á parar aquel
espectáculo. Entonces prorrumpió el Rey , y
d ijo : 99 Vosotros todos sois reyes, y ocupáis
po todas mis copias y castillos, y solo á mí
p m e habéis dejado pobre con solo el nom-
49'b.re vacio de R e y . Pues por vida del R ey
99 que tengo hoy de hacer un estrago. Y dan
do una señal, seiscientos soldados, que tenia
.prevenidos y ocultos, dispararon á un tiem
po toda la fusilería, y entraron todos con los
verdugos. Pasmados y atónitos todos , juz
garon era llegada su hora. E l Arzobispo se
echó á los pies del R e y , derramando lágri
mas , y todos los demas á su ejemplo hicie
ron lo mismo. Viéndolos postrados el Rey, les
.perdonó la v id a ; pero á todos los entró en
(una estrecha cá rcel, hasta que pagaron al Rey
rlo que le tenían usurpado: Usque ad oovissi-
iPNW quadrantem.
Digitized by
330 Casos raros
M u y rigurosa es esta p aga, hasta ét ú\tU
mo cuadrante en un R e y : De modico non
curat Praeter; pero en el rectísimo tribunal
del supremo R ey, es decretado, que las almas
de los fieles difuntos sean encarceladas en el*
P u rgato rio, hasta que paguen hasta el último
cuadrante.
Infinitos ejemplos hay de muchos, que se
vieron obligados á pagarlo, ^an Severino, por-
que todas las horas canónicas (atiendan los
Sacerdotes) las rezaba por la mañana, para
estar desocupado lo restante del dia para el pe
so de otros negocios precisos, estuvo detenido
^n el Purgatorio, padeciendo muchas penas,
hasta que pagase el último minuto: Non exietn
dice san L ucas, inde, donec etiam novissimum
minutum reddas. (Luc. cap. 2.)
Dos minutos son los que pidió el severl-
simo Juez á un Religioso, que refiere Zaca
rías Boberio en los anales de los Capuchinos.
Un santo Religioso F ray Constantino de san
Salvador, varón virtuoso, que en vida y muer
te recibió de Dios muchas gracias gratis datas\
pasados algunos dias despues de su muerte , se
le apareció á otro amigo suyo: y preguntán
dole de su estado en la otra vida le respon
d ió : A y , ay padre, cuán estrechos so&
los juicios de D io s! Son muy remotos de
tslos juicios de los hombres. Las cosas f qu e i
Digitized by Googk , ■
de vicios y virtude
*9 los que viven les parecen virtudes, se juz*
99 gan vicios delante de Dios, lío por la mi-
« 8ericordia de Dios conseguí la salvación, ya
99gozo de la vista de D io s, pero estuve tres
99 dias en el Purgatorio, que ¿ mí me pare-
99 cieron tres mil años; (ó dura cautividad 1 )
99 y si deseas saber la causa, fue: lo uno, por-
w que hallándome Prelado, contraje algunas
99manchas, que á mí no'm e lo parecían , y
v>omití muchas cosas, que por razón de mi
99 oficio eran de mi obligación, las: cuales
99 fueron examinadas coii mucho rigor en e l
99 tribunal de la divina justicia.
99 La otra fu e , porque fui misericordioso
99 con los Religiosos, mas de lo que es justa*
99 en permitirles algunas cosas , aun dentro d e
99 los términos de virtu d , por darle*' gusto,
99 de lo cual se podian seguir algunas relar
99 jacioines. Por estas dos causas estuve en el
99 Purgatorio los tres dias; y te. lo advierto,
99 paraque escarmientes tú y todos los de-
99 mas. Con esto desapareció , y se filé á -go-
99 zar de Dios.
Pues si un varón tan santo ,' por unos des
cuidos tan leves, qué en su dictámen no los
juzgaba por culpa, padece tinas penas tan gra
v e s , qué será quien toda su vida vive des
cuidado de la salvación de su alma , dado i
los vicios ? Y aunque por la miserkosdia de
Digjtized by O L í & Q le
3 3 * Casos raros
Dios no cometa culpas mortales 4 no repat*
en veniales, dado demasiadamente á la con
veniencia , dejándose llevar de su amor pro-
.p ió , y otras muchas culpas, faltas y defec
tos , que quizas no estarian satisfechos*
Y quien, á vista de tan terribles penas, co
mo allí se padecen, no se compadecerá de
aquellas pobres almas allí encarceladas? A to
dos nos amonesta el Apóstol.san Pablo: Acor
daos'de las pobres alma*, que se hallan aprisio
nadas en.él Purgatorio* como si vosotros lo es
tuvierais ..también.:O si Dios perm itiera, que
por una h o ra , ó un cuarto de hora, fuera
uno de nosotros encarcelado, y esperimentara
aquellas penas I O cuánto nos compadecería
mos de las benditas ánimas!
Eleonora, muger que fue del R ey de In
glaterra, fue encarcelada en una cárcel. Muer
to su marido, \su hijo Ricardo lá echó fuera
y la libertó. Despues pasando por muchas ciu
dades de su reino, todos cuantos presos en
contraba ¿n las cárceles, ios echaba fuera; por
que sabia por la experiencia, que las angustias
y asquerosidades de una cárcél es gravísimo cas
tigo* para .los mortales* Considere cada uno, si
estuviera^metido en uti calabozo subterráneo
por algunos dias , ^jué pena no tuviera ?
Mueya * támbien á compasión á los cató
lico* Ja, conmiseración de un hombre barbaró
t) * jyCjOOglC
de vicios y virtudes. 333,
con unas avecillas. Por los años de 1553* l a
yaron á vender á la plaza de Venecia mucho»
pajarillos de canto muy sonoro ; como son ca-
narios, gilgueros, ruiseñores y otros semejan
tes. Estaban todos enjaulados. Un turco, que
a llí habia, los compró todos : y al punto lea
abrió las jaulas á todos y Ies dió libertad, y
echaron á volar, admirándose todos los pre
sentes de la acción. Pero les satisfizo, dicien
d o : que no podia sufrir, que estuviesen en
cerradas aquellas avecillas y cautivas en aque
lla cárcel: la cuál él había esp^rimentado con
grandes miserias y calamidades.
Si vieses una casa, que se le pegó fuego,
y se está abrasando, y habiendo salido toda la
fam ilia, solo quedase en la cama enfermo, sin
poderse moyer, un hijo tuyo; no hicieras cuan
tas diligencias posibles eran para sacarlo y no
pereciera? Pues con los ojos de la fe estamos
viendo, que hay muchas almas en el Purga
torio , abrasándose en vivas llam as, sin poder
ínoverse; y entre ellas estarán quizás tus pa
dres, tus hijos, tus hermanos, & c. Pues cómo
tanto descuido en socorrerlos?
N o sé como hay quien deje su hacienda i
sus herederos, fiado en que en saliendo de
esta vida, enviarán muchos socorros á su alma*
citando consta por esperiencia , que en asien
do la herencia , ya no se acuerdan del difun*
Digitized by Google
334 Casoi raro»
to, y es menester andar con censaras, paraque.
cumplan el testamento: de forma, que cuando
lo llegan á cumplir , es tarde, mal y nunca,
y de lo peor; y cuando llega el sufragio, suele
y a haber salido el alma del Purgatorio, áeos*
ta de penas y tormentos.
Cuéntase de un hombre noble, que tenia
tres hijos, que se mostraban muy amantes de
su padre. Estando este cercano á la muerte,
llamólos á todos tres; queriendo esperiffien-
tar sus ánimos y el mayor amor de cada uno9
para dejarlo mejorado en su testamento, pre
guntó primero al m ayor, que determinaba
hacer en alivio de su alm a, cuando saliese
de esta vida ? A lo cual respondió: que habia
dé edificar una cap illa, donde todos los a
se habian de ofrecer por su alma muchos su
fragios y aniversarios.
Preguntó luego al segundo: Y tú, h ijo , qud
harás por tu padre difunto, en que se mani
fieste tu afecto ? Y respondió : que habia de,
fabricar un tem plo, donde todos los dias se
dijesen muchas Misas y sufragios por su al
ma. Abrazó el padre á su h ijo , por el grande
amor que manifestaba. Finalmente el hijo me
nor manifestó libremente su voluntad , dicien
d o : Yo , padre mió, ofrezco hacer por tu al
ma tanto, cuanto cada uno de mis hermanos
ha prometido hacer por tí. E l padre, juzgan-
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devicios y virtudes, 33
jfo que su promesa era v a n a , por lo mucha
que prometía, él se ratificó en e llo , dicien
do , que él solo había de hacer lo que los dos
hermanos habían prometido; y dió la razón,
diciendo: v>Porque, cuando salgas de esta vi**
end a , ninguno de mis hermanos ha de cum-
en plir lo que ha prometido ; y por eso digo,
st que yo haré lo que ellos hicieren.
Esto es lo que estamos viendo que suceda
en este siglo tan corrompido por la codicia:
. de esta forma se vive y se m uere: los pa
rientes , los consanguíneos, los herederos pro
meten montes de oro; pero en espirando el
difunto, nadie se acuerda de él.
Lo del pez de san P ed ro, que dió de sil
boca la moneda para pagar el tributo al Cé
sar. Y no dice el tex to , de que especie era
nquel pez. Lo ignoraba san Pedro ? N o ; que
era pescador. Pues cómo lo deja sepultado en
el silencio? Representóse en san Pedro, lo que
pasa en el mundo. Tiró el anzuelo, picó el
p e z , sacólo. En saliendo del ag u a , muere el
pez : abrió la boca y entregó la monedar
entregarla y espirar, dando la última bo
queada , todo fue u n o: y así parece que di
jo Pedro : P e z , tú te has muerto, y me has
dejado tu moneda? Pues anda, que ni sé
quien eres, ni te conozco. O pobre del que
muere ! Deja su hacienda, su dinero , su orq
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33« Casos raros
y su p lata; y en espirando , no hay quien sefc
acuerde de él.
' Un vulgarísimo ejemplo en esta materia
refiere P ererio, que sucedió en Lisboa. M u
rió un, hombre, dejando á su hijo toda sa
hacienda, la cual habia adquirido con bas
tante sudor y trabajo. Moria muy alegre
y contento, porque á su hijo lo dejaba muy
r ic o , y que le descargaría su conciencia, pa
gando las cargas que tenia, y que aliviaría
á su alma de las penas del Purgatorio con mu
chas limosnas y sufragios, cumpliendo exac
tamente su testamento.
Engañóse el miserable en su dictámen. M u
rió el padre; pero el hijo al punto se olvidó
de é l ; pues no solo no cumplió el testamen
to , pero ni aun un ochavo dió de limosna
por el alma de su padre. O corazón mas que
de fiera! Uno, que habia sido amigo de su pa
dre , sabiendo el poco cuidado que tenia de
cumplir el testamento, llegó á reprehender al
m ancebo, que habiendo recibido un tan cuan
tioso patrimonio, no cuidaba de su alma. A
lo cual respondió el h ijo : E s verdad que no
cuido del alma de mi padre; porque mi pa
dre , ó está en el cie lo , ó en el infierno, ó
en el Purgatorio; si está en el cie lo , no ne
cesita de sufragios: si está en el infierno, N ulla
‘est redemptio, será en yano cualquiera cosa
Digitized by Góogle
de viciofy virtudes. jj?
tyfte haga por su alma: si está en el Purgatorio,
Una vez ya que está segura de su salvación, su-'
fra con paciencia, hasta que libre de las penas,
pase i gozar de Dios. O barbaridad 1 O tira
no y mas que cruelI
P e ro , 6 pena digna de un hombre, que ol
vidado de sí mismo, cuando v i v o , quiere
que otros se acuerden de él despues de muer
t o ! Antes de morir conviene hacer sufragio*
por nuestra alma.
Refiere Tomas Cantimprato, que un di
funto , por los méritos de cierto Santo devoto
su y o , volvió ¿ la v id a ; y entre otras cosas
que contó que habia visto , fue un a, el haber
visto en el Purgatorio á un amigo suyo en
medio de aquellos tormentos, con gran go-
*o y alegria, riendo y cantando. Y pregun
tándole la causa de tan gran g ozo, respondió:
ss Todo este gozo que tengo e s , porque me
V) ha revelado Oios en este instante me ha na-
V) cido un nieto, que llegará á ser Sacerdote,
v>y en su Misa nueva saldré de estas penas y
v> volaré al cielo. Gran consuelo! pero muy
tarde, para quien tanto está padeciendo. Y que
haya católicos, que pudiendo luego al punto
sacarlas del Purgatorio con Misas, con oracio
nes, limosnas y sacrificios, tengan corazón
para verlas padecer, pues con los ojos de la
fe lo y en , sin querer socorrerlas ?
Digitized by G ^Ie
53® Caso» rarot
Aunque no {aera sino por nuestro propio fu*
teres deberíamos socorrer á las benditas áni
mas ; pues conforme lo hiciéremos con ellas,
así lo harán despues con nosotros. Y aún en
esta vida saben socorrer las benditas ánimas
sus necesidades á aquellos que las socorren.
: Refiere el erudito E ngelgrave, que en Qé?
nova sucedió el afio de 1 663 , que una pobre
viuda tenia un solo .hijo, que con su trabajo
cuidaba de mantenerla. A este lo cautivaron
los moros. Necesitaba para su rescate de 300
pesos: y siendo suma su pobreza, se vió pre
cisada á pedir una limosna para su rescate. Ua
'dia yendo pidiendo su limosna , encontró con
un pobre Sacerdote , que no tenia por quien
decir M isa, para poder mantenerse. La buena
m u ger, de los dinerillos que había recogido
le dió al Sacerdote, paraque aquel dia dije
ra una Misa por las benditas ánimas. F u é el
Sacerdote, y dijo su Misa.
A l dia siguiente, yendo la viuda pidiendo
«u limosna, se encontró con un caballero de
buen p orte: refirióle su necesidad; y movido
de compasión le dió una libranza , firmada de
.su mano y de su nombre para un mercader
de aquella ciudad, en que la libraba los tres
cientos pesos para el rescate de su hijo.
, M uy alegre fué la muger al mercader : en
vególe la cédula; y apenas la le y ó , y reco*
Digitized by Google
df viciesy virtudes. 33
soció la letra y firma s cuando perdido el
c o lo r , quedó pasmado. Y volviendo en s í , lo
dijo á la muger t Quién te ha dado esta cé-
dula ? Qué sefias tiene ? Dónde vive ? Cómo,
se llama? E ll a , en la manera que pudo,, le dió
las sefias del sugeto. Replicó el mercader:
Y si áeste caballero lo vieras retratado, lo
conocieras í Respondió, que sí. ' Entonces la
entró en un aposento de su casa, donde te
nia diversas pinturas y retratos de todos sus
antecesores, padres, abuelos y demas as
cendientes. Díjole el mercader: Cuál de to
dos estos te parece que será el que te dió la
cédula? Y habiéndolos mirado todos, puso lo*
ojos en uno; y señalando con el dedo, di
j o : Aquel es el que me dió la cédula. Y era
su .padre del mercader , que habia ocho afio*
que habia muerto , y habia salido del Pur
gatorio con la Misa ¡, que mandó decir la
muger. Pasmado el hijo y gozoso, por saber
que su padre habia volado al cielo por v ir
tud de aquel sacrificio, le dió gustoso á la
mnger los 300 pesos, como su padre se lo
mandaba con los cuales sacó á su hijo del
cautiverio.
Este caso nos da á entender, que no se
minoran las haciendas por dar limosna á las
benditas ánimas; antes bien es el mejor medio
para acrecentarlas: de esta materia hay mu-
Digitized by Go :
$4d Casos
ehos ejemplares. Roguemos i Dios por la s
benditas ánimas , paraque Dios las libre de
aquellas penas, y haya quien ruegue por no-
«otros, cuándo salgamos de esta vida.
A L G U N O S CASOS R A R O S
adicionados á este libro.
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344 Catos raros
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34« Casos raros
cese este dolor, con que me mata. A esto afia
dla arañarse los pechos con alguna furia*
aunque no sería con mucha fuerza. Movióse
á compasión el hermitaño; salió de la cel
da , hizo mucha lumbre; y tomando un po
co de aceite bendito mojó en la mano dere
cha para untarla el corazón, y entre taoto pu
so la izquierda sobre las llamas, que habia en
cendido para que el contacto de aquella mu-
g e r , en ocasión, i su parecer,
no le inficionase, y paraque el fuego ma
terial no permitiese entrar el fuego de la lu
juria en su corazón.
De esta suerte estuvo por espació de tres
h oras; porque como la muger no miraba
que el Santo padecia en la una mano, juzga
ba abrasarse en sus deseos por la otra ; y así*
como sin alivio le decia que la ungiese mas
y mas, y descubriéndole los pechos, donde fin
gía el dolor Quemáronse los dedos en fin
con la perseverancia, hasta derretirse sobre la
lumbre. Apenas vió la muger semejante cosa,
cuando llorando amargamente su c u lp a , y
pidiéndole perdón al Santo, propuso hacerse
cristiana , y llorar su pecado eternamente*
D ió gracias á Dios el valiente soldado por la
victoria , que habia conseguido, y perdonán
dola el tormento * de que habia sido causa*
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dé vicios y virtudes, 34?
la envió al Obispo de la ciudad de Alejan*
dría t el cual , en bautizándola, la entró en
un convento de Religiosas, donde acabó su
Vida santamente.
Costosa victoria y sangriento triunfo fue
el de esta batalla; pero en fin fue triunfo. Pe*
ligroso combate, donde á costa de tanta san*
gre se sale victorioso. N o presumió este San-
to salir con victoria de tan fuerte enemigo*
sino es con las armas de su propio tormén*
to. V enció; pero á no usar de la industria, i
no tirar los sentidos hácia la parte del dolor,
se le abrasara el alma en diferente incendio*
Tan peligrosa es la cercanía y tan arries
gado se hallará quien no se retirare de seme
jante fuego. L a mayor evidencia nos dará el
mismo Santo.
, Treinta alfós pasaron despue* de este su
ceso , los cuales gastó Diego en otra cueva
mas retirada en las entrañas del desierto , hu
yendo de semejantes ocasiones :• allí pasó to* .
do este tiempo con el sustento- de unas y er
b a s , que nacian junto á un .arroyo, que 1«
ofrecia á su sed sus cristales i allí tampoco se
escondió su lu z ; y venían -los monges de
treinta monasterios á tomar consejo «de sos
canas, en órden á la seguridad de su salva
ción ¡ era el oráculo y maestro de aque-
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34« • Casosraros
lias soledades: venían por doctrina, y v o l
vían edificados; de suerte, que su vida en
aquel retiro era espejo, donde la santidad de
los mas perfectos monjes se miraba. Volvió
i envidiarle el demonio, y prosiguiendo en
su pasada envidia trató de ofrecerle otro lan
ce , y ponerle en otra ocasión semejante á la
pasada, para destruirle. Nadie se fie en que
Salió bien de un peligro, para ponerse en otro;
que perseverando la misma fragilidad de este
barro de nuestra naturaleza, no hay seguridad
de no quebrarse hoy por la firmeza de ayer.
Bien á su costa llo ró , para escarmiento de
locas confianzas, en esta segunda ocasión
nuestro hermitano su ruina.
Entróse el demonio en una doncella, hija
de un hombre poderoso: atormentábala con
excesiva crueldad, y decía á grandes voces,
que no cesaria en el tormento, ni dejaría
aquella posesión, hasta que le sacase el her
mitaño Diego. Los padres, deseosos de la sa
lud de la doncella, no dejaron diligencia que
no hiciesen, hasta' que sabiendo donde está
b a n se fueron á ¿ I , y representándole el tra
bajo de su h ija , le rogaron alcanzase de Dios
su sainó, librándola con sus oraciones de tan
cruel tormento. Hizo Diego oración, huyó
el demonio, y con sn fuga, le dejó armado la-
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de victos y virtudes. 349
feo para »a despeño. Dieron gracias á Dios to*;
dos por la m aravilla, que habia obrado por su
sie rv o , y temiendo que volviese el demonio
i la posada, determinaron dejar en compañía
de Diego la doncella dos dias, asegurando
con eso la salud, sin sospecha de la recaída.
■ Rogáronle lo tuviese por bien s y el que an
tes resistió, cuando mozo, abrir la cueva á una
m uger, que juzgaba con riesgo de la vida;
ahora sin ningún reparo no escusó la compa
ñía del áspid para su veneno.
' Quedóse la doncella en la primera celdilla,
y. entróse Diego en la segunda , que tenia re
servada , para cuando era necesario recibir un
huésped. Estando , pues, la primera noche en
su retiro, comenzó á pensar én la hermosura
de su huéspeda : tras esto le vinieron deseos de
gozarla: ofreciósele para conseguirlo el lugar
ápropósito, la cercanía , la soledad, el silen
cio y las tinieblas de la noche, todp á medida
del deseo, para hacerse señor de su hermosu
ra. N o lo habia imaginado, cuando lo ptiso en
ejecución. Violó la doncella , bien descuidada
de semejante desdicha: y añadiendo delito á de
lito , la quitó la vid a, despues de gozarla, y la
echó en el rio vecino de la cueva.
. Q uién, para ponerse en peligros del al
ma, se fiará-en las pasadas victorias? Quién ss
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35<7 Casos raros
asegurará con este ejemplo ? Quién no conoce-
rá su fragilidad con esta caída ? Quién con ti-'
nuará las visitas de la casta doncella, ocupan
do gustoso silla junto á su entrado? Quién por
mas viejo y santo que sea, no se armará do
alas, con que vuele, para salir vencedor de tan
evidente peligro? Un hombre con cuarenta y
cinco años de soledad, mortificación y pe
nitencias : un soldado tan valiente , que se de
jó abrasar las manos en otra ocasión , por no
caer en la culpa : ya cuando despues de tantos
años habia de estar mas diestro en las bata
llas , cuando babia de prevalecer coa mas va
lor contra el v icio , no solo cae en la torpeza,
puesto en la ocasión , sino que dando de uno
en otro despeñadero, añade al primer error Ja
traición y el homicidio; y habrá quien diga,
que estará seguro en semejante riesgo, siendo
visofio en vencer el vicio ? Bien puede ser que
haya quien lo diga; pero diréle yo con san Ci
priano, que se engaña. Esta es la desdicha,
dice el Santo , que no solo con la noticia,
sino con la esperiencia de la agena ruina , no
teme la incredulidad de nuestra dureza , en el
propio riesgo, la propia desgracia. Vuelva
los ojos á este hermitaño penitente, el que
tuviera en sí alguna confianza; mírele tan re
catado en los peligros, que por no morir en
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de vicios y virtudes. 351
e llo s , cKó', prevenido, cauterios de fuego al.
cu e rp o , antes de sentir la ponzoña en el al
m a : mírele con tanta aspereza de vida , que
solas dos veces en la semana salia de* su cue
v a á coger unas yerb as, con que se sustenta
b a : adviértale victorioso contra el demonio
muchas veces; y véale á la ve je z,. cuando
menos temia al fuego, abrasado; cuando, ha
bía de.ser mas valien te, mas rendido; cuan
do había de hollar el v ic io , sujeto á la infa
mia ; y sepulte las confianzas necias en su con
fusión , valiéndose de las armas seguras del re
tiro para la victoria.
Varios pensamientos le vinieron de deses
peración á D ie g o , despues de la ejecución de
sus delitos: como había sido su caída de tan,
alta santidad, sintió mas el golpe , y le pare
cía desesperado el remedio. Puése por los mon
tes confuso y triste, viendo que en breves
instantes había perdido para con Dios la gra
cia , y con los hombres el crédito. Cada ins
tante le parecía que le buscaban para castigar
le : no encontraba fiera, que no la juzgara
ministro del cielo para Ja venganza. De esta
suerte vacilaba errante por el desierto , hasta
que determinó de una vez retirarse á región
donde no le conocieran, y volverse al siglo.
Pero usando Dios de misericordia, paraque
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35® Casos raros
si como hombre frágil cayó eo las colpas, co
mo cristiano buscase la salud de su alma ea>
la penitencia; acordóse de la negación de san
P ed ro , y el perdón tan presuroso que con
cedió el cielo i sus lágrim as: hizo memoria
de D a v id , que despues del adulterio y ho
micidio , llorando su culpa, también fue per*
donado; y volviendo sobre si, determinó imi
tarlo en la penitencia. Cerca del camino que
llevaba , vió á esta sazón un sepulcro antiguo,
i manera de cu ev a : entró en é l ; y hallando
muchos huesos de difuntos, ya casi hechos
ceniza con el tiempo , los arrimó á un ladoi
volvió á cerrar por dentro la puerta como pu
do , y arrojándose contra la tierra, comenzó
á confesar con tiernas y abundantes lágri
mas ai cielo su delito. De esta suerte estuvo
diez años sin hablar con nadie , haciendo as
perísima penitencia, sepultado en vida. Abría
la puerta una vez en la semana, y alargando
el brazo, alcanzaba algunas yerbas de las que
se criaban junto al sepulcro, y luego cerraba
en cogiendo el sustento. Aquí lloró de dia y
de noche tanto tiempo la caída de un instan*
t e , y en fin pudo tanto su penitencia, que
le volvió Dios á su gracia, y no solo eso, sino
que quiso hacer notorio á los hombres el per-
don de su culpa.
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devietos y virtudes. 3
V in o una sequedad may grande’ e n a q u ella
tegion á este tiempo, en que no solo los
campos se esterilizaban, sino los hombres y
animales con la sed perecían. Continuábanse
por todas las ciudades muchas rogativas, para*
que en tanta calamidad usase de su misericor
dia el cielo. Esta ocasión tomó D io s, para
dar á entender que ya había hecho amista
des con su siervo. Reveló al Obispo de la mas
vecina ciudad, que un varón santo , que ha
bitaba en un sepulcro de aquel desierto, seria
poderoso para alcanzar lo que oraciones de
tantos no podian. E l Obispo al instante juntó
él clero , y con todo el pueblo en proce
sión fueron en busca su ya: hallaron el sepul
cro : llamaron i voces: propusieron su nece
sidad : hizo el Obispo su súplica; y Diego, sin
abrir la puerta, solo respondia con lágrimas:
Perdonadme, Señor, perdonadme mis ,
perdonadme mis maldades. De esta suerte los
despachó llenos de desconsuelo, por ver que el
ministro que Dios tenia para abrirles el cielo,
no les respondia la menor palabra. Volvieron
á continuar sus penitencias, sus ayunos y sus
procesiones; y volvió Dios á decir al Obispo:
Vé á mi siervo D iego, como te ha sido
do, y persuádele que haga oración en estos
trabajos que padecéis, y librará
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854 Caset toros
V olvió el Obispo á la coeva como anfes,
y pidióle que rogase á Dios por su necesi
dad, y porque Ies había revelado, que por me
dio suyo tes daría remedio. Hízolo a s í, oyen
do que Dios lo había mandado , y luego se
vistió el cielo de nubes , y se llenó la tierra
de las amorosas lluvias, que taato deseaba. j
- Dieron todos gracias á Dios por el bene- |
ficio; y viendo que en Aquella tumba tenia
el cielo guardado semejante tesoro, quisieron
gozar de su riqueza, y trajeron cuantos en
fermos había en la comarca, á los cuales di<$ >
•alud con su bendición. Pidió al Obispo, que
en llegando su muerte . le sepultase en aquel 1
mismo sepulcro, paraque fuese su descanso en i
la m uerte, quien en los naufragios de su al* i
ma había sido el puerto seguro de la vida. 1
Ofrecióselo a s í; y de allí á poco tiempo dió l
su espíritu al Señor , siendo de edad de seten* ¡
ta y cinco años: los cuales repartió, quince ¡
en la primera cueva desde los yeinte , en que 1
dejó las ocasiones del mundo, y allí fue donde j
se entregó á las llamas, temiendo las cerca* |
nías del sensual fuego; treinta años estuvo en j
la otra cueva mas retirado, donde cayó en
los delitos, menos advertido que la vez pa
sada en ponerse al riesgo; y diez años en el
sepulcro, llorando su pecado. Allí m urió, y
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de vicios y virtudes. 35 $
a llí fue sepultado por el Obispo con mucha»
aromas y preciosos bálsamos, en cumpli
miento de la palabra, que le había dado; y
despues en el mismo lugar se fundó una Igle
sia , con la advocación de Santiago hermita-
fio , celebrándose cada afio su fiesta con gran
regocijo.
Con lo cual se pone fin á este lib ro : y
todos los casos que van aquí puestos, sean
para escarmiento de los pecadores, y que se
enmienden en sus v icio s; y paraque los jus*¿
tos perseveren en gracia, huyan de la culpa,
y se ejerciten en la virtu d : Así sea. Su M ^
gestad les dé su gracia. Amen.
LAUS D EO .
O M N IA SUB CORRECCTIO S A N C U
Romana Ecclesia,
í
TABLA
de los capítulos contenidos en este
libro.
C a pítalo I . De laobedien
ben tener las mugeres casadas á sus ma
ridos. I.
Cap. 2. D e la paciencia tolerancia en las
adversidades y trabajos. 2 1.
Cap. 3. Cuanto mas abunda en los pecadores
la m a l i c i a , tanto mas abunda en
misericordia. pag. 3 1.
Cap. 4. Antes se ha de perder la vida, que
faltar á la verdad. pag. 37.
Cap. 5. No solo la música deleita con el can
to , sino que por medio de ella alguna vez
el demonio produce encantos y supersti
ciones. pag. 43.
Cap. 6. De las brujas. pag. 47.
Cap. 7. De la ociosidad, madre de los vi
cios. pag. gl»
Cap. 8. Devoción á María Santísima
dulcísimo nombre. pag. 60.
Cap. 9. E l mundo es un traidor, que d lo me
jor falta én sus promesas. pag. 6$.
„Google
Cap. 10. Bailes de hombres y mugeres,
siónde muchas maldades. 70*
Cap. 1 1 . Que la limosna aumenta la -
■ da. pag. 79«
Cap. 12. D e la perseveranda en la
- tud. pag. 92.
Cap. 13. De la liberalidad. 98.
Cap. 14 .Pruébase con ejemplos, que los
. gundos matrimonios suelen ser poco -
- dos. pag. 107:
Cap. 15« Triunfos de la castidad, pag. n g .
Cap. 16. Daños de la lascivia, pag. 129.
Cap. 1 7 . Soberbia castigada. pag. 13 7 .
Cap. 18 . Siempre acusa la conciencia, p. 144.
Cap. 19 . Por revelar los secretos se siguieron
muchos daños. pag. Ig8.
Cap. 20. De la disolución de las doncellas se
siguieron muchos daños. pag.
Cap. 2 1 . Querer saber las cosas por arte má-
■ g ica , es ilícito. pag. 178.
Cap. 22. Gran lástima tener las llaves del
cielo para abrir y cerrar, y quedarse sin
entrar en él, pag 1841
Cap. 23. Muchos jurisprudentes tuercen el de
recho. pag. 194*
Cap. 24. Conforme es la vida , así es la
! te. pag. 202.
Cap. 25. En la juventud malas compañías,
\
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: fin muertes desgraciadas. pag. 2 1 f ,
Cap* 26. Apagada la luz de la , con di
ficultad se vuelve á encender. pag. 2 1 9 .
Cap* 27» Ninguno está contento con su fortu
na. pag. 2 3 1 .
Cap* 28. Las mugeres y el vino, h
tatar á los hombres de Dios. pag. 243«
Cap* 29. Las enugeresson mas devota
ritativas, que los hombres. pag. 258«
Cap* 30. Por la intercesión de María Santí
sima se libraron algunos de las penas del in
fierno. 274.
Cap* 3 1. A la invocación de la Santísima Tri
nidad huyen losdemonios. pag. 2 78 .
Cap* 32* Quien en tiempo oportuno no busca á
Dios, en la muerte mal lo , aunque
lo busque. pag.284*
Cap. 33. Religiosas son aves con seguridad
dentro de los stro
u
cla
; pero fu er a , ll
de peligros. pag.289.
Cap* 34- Entre las crueldades , la mayor es
agraviar á la inocencia. ■ pag. 306.
Cap. 35. La avaricia es causa de todos
males. pag.3 17 .
Cap. 36. Quién no secompadecerá de las ben
ditas almas, si se consideróse padeciendo
con ellas ? pag.324.
Muchas recaídas en un mismo pecado señales
■ífe d by G
50« que el propósito de la confesión no es
verdadero. Confírmase con una historia muy
peregrina. pag. 340.
Desgraciada caída de un Santo , por no huir de
las ocasiones. Caso estupendo. pag. 344,
PIN .
ggU O TECA P * O V fh fW % l/