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CASOS R A R O S

DE VICIOS Y VIRTUDES,

PARA ESCARMIENTO DE PECADORES,

Y EJEMPLO DE VIRTUOSOS,

POR EL R.P. Pr. ,


Predicador Apostólico en los Obispados de
rcia, Ja én , y Arzopispados de Toledo y
Falencia ; y Guardian que fue del Colegio
de Misioneros Apostólicos de la
Villa de Zehegin.

SALE A L V t

A DEVOCION DE UN DEVOTO,

QUIEN LO DEDICA AL SERAFIN LLAGADO

NUESTRO SERAFICO P AT RI ARC A


I
S A N F R A N C IS C O * ^ '*
esco la >i a
O A T A L U N Y A ^ d S te ^ ’

BARCELO NA-.
BN I A IMPRENTA DE SIERRA y M A R T I, P L a S a ^DK
SAN JAIM E . A tfo l8 s * .
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JESUS.
A L S E R A F IN H U M A N O

SAN FRANCISCO DE ASIS,


H ER ID O CON,LAS*ARMAS

DE. NUESTRA REDENCION.

Y a otra vez glorioso Serafín, se ha visto


este libro en vuestras aras , como víctima
de un afecto fervoroso. hácia vos y vues­
tra Religión. H oy vuelve como sacrificio
de otro, no menos devoto, á tener la glo­
ria de ser sacrificio en vuestro honor. Y
si lo pequeño y humilde siempre os ha si­
do recomendable , de que el mundo tiene
irrefragable testimonio, cuando quisiste lla­
masen ménores á vuestros h ijos; sin duda
será su pequeñez, la que os incline ¿ con­
cederle la gracia de vuestra protección. L i ­
bro os llama aquel dichoso hijo vuestro
san Buenaventura?, de los misterios de Dios,
escrito en el alma y ' en el cuerpo; mas aun­
que lleno de divina preciosidad, habéis queri­
do ser pequeño libro. Y á la verdad, son por
demas las letras, cuando las cinco que se os
yen impresas * compiten con los volúmenes
D¡g¡t¡zed^^C^[)0 ^le
mas copiosos. Estas serán, Santo m ió, las
q u e , puestas ¿ su frente, pidan la atención,
mas que la. curiosidad, para leer y meditar
sps casos y 5 ejemplos prodigiosos. Las que , i
su feliusom bra, lo acrediten, paral conquistar
el corazón de iqs cristianos, y enamorar el
de vuestros devotos. P'ües si por ser-de su Padre
es el blasón que mas estiman vuestros hijos;
por ser impresas por-Jesucristo, y tan equí­
vocas con sus llagas, serán el blasón de todos
los cristianos. Todo se logrará., si comor lo
e s , lo recibís por. cosa vuestra. Esto pretende
quien lo consagra; para que Jesucristo sea
servido y adorado por vo s, y vos conocido,
y glorificado por Jesucristo. Así inundará de
gozo la satisfacción, mientras viva

Vuestro mas humilde obsequioso,


que rendido i vuestros
pies lo ofrece ■ • r

Un Devoto,

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C E V SUR A D E L O S R R . P P . F r. J O S E P
Ludeña, Lector Jubilado, Colegial mayor
en el: de ion Pedro y san Pablo de la Uni­
versidad de Akalá%y actual Definidor de la
Provincia de Cartagena', y Fray Pedro de
la P eñ a) Lector Ju, y Rec
Colegio de la Purísima Concepción de la
- Ciudad de Murcia*

D e órden de nuestro Reverendísimo Padre


/ F r . Juan de la T o r r e . Comisario General,
comunicada in scriptis ,, - hemos visto este l i ­
b r o , cuyo título e s : Casos raros de vicios y
virtudes, para ejemplo de virtuosos y escar­
miento de rs; compuesto por el R .
o
d
eca
p
P . P r. Juan Laguna, Predicador Apostólico, y
Guardian del Colegio de Misioneros Apostóli­
cos de la yilla de Zehfegirí. Y leído con la aten­
ción que pide el asunto, somos de parecer, que
no contiene cosa alguna contra la pureza de
nuestra, fe , sagrados cánones, buenas costum­
bres , ni decretos Reales, y que su lección ser­
virá mucho para la cómüri y pública utilidad*
Salvofemper,&c. A silo sentimos y firmamos en
este^Colegio de la Inmaculada Concepción de
M u rcia, en 27 dé setiembre del año 1 7 4 1 .

Fr.Josef Ludeña. F r. Pedro de la .

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¿P R O B A C IO N D E L P . Fr. M IG U E L
Enrique, Lector Jubilado del Real Con­
vento de N . S.P . S. de
de irden del Real Consejo.

M . P . S.

E n cumplimiento del órden de V . A . ha­


biendo leído atentamente el libro intituladas
• Casos raros de vicios y virtudes, su autor el
P . F r. Juan Laguna , del órden del S. P. 8*
F ran cisco, Predicador Apostólico, de la Pro­
vincia de Cartagena; puedo d e c i r p o r la
mucha luz que derrama, y cautelas con que
instruye, lo de Casiod. $ variar, epist. 44 .
Instructus animus redditur in futuris i
pr a t eritorum comAiovetur y la dé!
2 4 de los Prov. Exemplo didici disdplinam\y
Sap. 8. Sobrietatem j id prudentiam docet at
E t si multitudinem scientia desiderat quis,
scit p raterita, id defuturis
contiene cosa que se oponga á las regalías de
su Magestad, ni á la fe católica y buenas
costumbres. Salvo semper, idc. V alen cia, y
Setiembre 29 de 17 4 5 .

F r. Miguel Enrique,

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PRÓLOGO.
N o dudo, amigo le cto r, que encontraría
en este pequefio libro muchos yerros, así en
h ortografía, como en no ir coordinados los
casos, como se debiera ; porque conforme los
encontraba, asi los escribia para lo público,
escusarás en mí esta culpa. £1 ñn que tuve en
escribir estos ejemplos fu e , lo uno por evi­
tar la ociosidad; y así el tiempo que me
dejaba libre el ejercicio de las misiones y
las precisas asistencias de la comunidad, lo
empleaba en leer y escribir: lo o tro , por
tener á la mano algunos casos y noticias
para la misión.
Nunca se me previno, que este librito pu­
diera salir á la luz pública ; pero habiéndolo
leído algunas personas doctas, les pareció que
si se diera á la prensa pudiera ser de gran pro­
vecho para la utilidad pública: y esto me mo­
vió á ponerlo por obra. Tu discreción podrá
-suplir los defectos que hallares en este librito,
porque me persuado que eres piadoso. Bien
pudiera haberlos corregido, y haber formali­
zado este lib ro; pero las precisas ocupaciones
del oficio de Guardian , en que me hallo, no
me han dado lugar para ello.
Ya veo que habrá algunos menos piadosos,
que no querrán adm itir, ni pasar por esta es-
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«usa: pero consumióme con lo que dice san G e­
rónimo : Qui animum scribendum
cat , vel ad t, tot sibi Judices contra
u
icen
d
se assumit, quot lectores. Quidam namque
cunt, qubd prophanus sit. Dirán algunos, que no
he hecho mas que haber traducido los casos
del latió en romance: otros, que muchos ca­
sos de estos los tienen vistos en los autores.
Respondo, que es a s í: pero yo no he escrito
estos casos para los presumidos de doctos, si-,
no para los simples y humildes, y que no sa­
ben la lengua latina. Y si hay alg
yan visto algunos ejemplos de este libro en.
los autores, también hay otros en este libro,
que no los'habrán visto ni leído.
• Por fin , amigo lecto r, me persuado que si
eres discreto y piadoso, no dejarás de per­
donar, y suplir mis yerros. En este libro,
aunque pequeño, hallarás diversos ejemplos
y casos maravillosos, unos sérios y graves,
otros chistosos y con gracejo: todos sirven
para el desengaño, y juntamente para recreo
del entendimiento t si te gustaren, toma de elloa
lo que vieres ser mas provechoso para el bieq
de tu alm a, que es lo que deseo; y dale é
Dios las gracia# por todo. Vale*

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CASOS RAROS
DE VICIOS Y VIRTUDES.
\

C A P Í T U L O I.

D e Jaobediencia que deben tener las


casadas á sus

I j a obediencia y sujeción, que tleben te­


ner las mugeres á sus maridos, fue precep­
to que Dios impuso 4 E va y á toda su
descendencia, diciándolee & b viri potestate
tris , id ipse dominabitur Genesi i cap.
3. E n castigo de tu culpa estarás sujeta y
obediente al imperio de tu marido. Porque
aunque E v a hubiera perseverado en el es­
tado de la inocencia, estuviera siempre su­
jeta á Adan; pero esta sujeción no fuera en
ella pena alguna , antes' fuera de puro'amor,
como d icesají Agustín: Serviret
servitutem dilectionis , non conditionis. .
¡ib. 1 1 de Gen. ad lit. cap. 27.
Pero despues de la naturaleza infecta, fue
gravísima pena para la muger la sujeciop ai ma*
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§ 7\ Casos raros
rid o , citando es condición propia de este sexo,
ser dueñas de su libertad. Y fue así móy conve­
niente ; porque qué mayor miseria pudiera su-
cederle i un hombre, que ser un vil esclavo de
una. nuiger» si ella fuera la que dominaral
M ulter, si primatum ,h
e (dice
b
a
Santo) contrariaest viro suo. Eccli. cap. 2$.
Porque como por lo común son de flaco enten­
dimiento, y de poca discreción y prudencia,
se cometieran muchos yerros, y hubiera mu­
chas-discordias en las familias: y así fue siem­
pre muy puesto en razón, que las mugeres es­
tuviesen sujetas al imperio de sus maridos:
para que haya paz en las familias el único me­
dio e s , que las mugeres los obedezcan en ua
todo, sin réplica, aunque les parezca que en
lo mandado no llevan razón , como no sea con­
tra la ley de D io s, ó preceptos de la Iglesia*
Sirva de ejemplo la historia que se sigue.

. . . ¡ . i

L a mas humilde P r im e a .

. Refiere P etrarca, (o) citado de Engelgrava .


en el sermón de la conversión de san Pablo,

(a) Petrarca de obedientia , & fide ,


ap. Etrgelg. /oh 87, parí» X.
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devicias y virtu
que Bobo en la Italia un Marqués llamadd
Gualtero , que era Señor de muchas ciudades
y castillos á la raíz del monte Vesulo. E ra este
Caballero muy noble, tanto en sos costumbres*
como en su sangre: era tan inclinado á la caza,
que por ella despreciaba todas las demas di*
versiones, y sin ninguna inclinación al estado
del matrimonio, por vivir i su libertad. Sen­
tían mucho sus vasallos , que no tomase esta­
do de matrimonio, para qúe quedase suce­
sor de un Caballero de sangre tan ilustre y
de tan buenas costumbres. Juntáronse, pues,
los Grandes, y determinaron que uno de ellos,
el de mayor autoridad y elocuencia, y qué
tuviese mayor familiaridad con el Marqués^
le hablase sobre el ca so : y habiendo entrada
á hablarle, le. dijo de esta manera :
O buen Marqués , tu grande hümildad nofe
dá licencia para decirte , con libertad lo que en
nuestros corazones sentimos: como hemos coi
nocido el grande amor que nos tienes, y qué
nos gobiernas con entrañas de buen padreé
nos tenemos por.muy felices con tal Señor; y
nos tendremos por mas afortunados, si mere*
ciásemos tenerte por nuestro dueño perpetua­
mente; pero como esto no puede ser posible;
porque la muerte te ha de cortar, como I
todos, el hilo de la v id a , quisiéramos qua
pos lo menoa, • apa-dejase* sucesión, p ira'
4 Casos rarós '
que en algún hijo tuyo tuviésemos un Señor
semejante á tí, que nos gobernase con el afee»
to que tú siempre has mostrado tenernos: y si
permites que nosotros tus vasallos te solicite*
njos esposa de las prendas y calidades corres­
pondientes i tu grandeza, te la buscáremos.
, Habiendo el Marqués oida con toda aten­
ción este razonamiento, les respondió: Voso­
tros, amigos, me obligáis i una cos
pre ha sido contra mi voluntad; porque y o
gozo de toda libertad sin casarme , la que des­
pues de casado puede ser que no la t e n g a n o
Obstante, dej muy buena voluntad me sujeto
á la de mis súbditos, confiado en vuestra gran
prudencia y fidelidad; pero as perdono el cui­
dado que me ofrecéis poner en buscarme espo­
s a , que ese me lo ten d ré'y o , y. confio en
P ío s nuestro Señor, que me dará su Magestad
ppa muger que sea muy conveniente para mi
quietud y conveniencia. Vuestros deseos los
cumpliré cuanto mas antes pueda; pero voso­
tros todos me habéis de prometer, queá cual­
quiera que yo haya de elegir.por esposa, la ha-
‘ beisde tener gr.in veneración, sin que entro
vosotros haya litigio^, ni controversias sobro
|a elección que yo tengo da hacer de esposa;
parque cualquiera que ella sea, la habéis de res­
petar y tener por vuestra legítima Sefiora, coma
•í fuera bija del mismo JEmperador romano*.
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devicios y virtudes. 5
. Prometióle el Caballero de no faltarle al'
Marqués en cosa alguna , y habiéndose despe*'
dido , se fue á dar la noticia i lois otros Oran*
des de todo lo que había pasado. Y habiéndose
pasado algunos dias* dió noticia á los de su fa-
milia * como determinaba casarse * y señalán­
doles el dia de sus bodas, mandó que se dispu*
«ese grande aparato, correspondiente á las ca*
• lidades de un gran Príncipe. '
. Había cercana á la corte nna aldea de po¿
eos vecinos, y entre ellos uno el mas pobré
que se llamaba Janiculo: este'tenia una sola
hija, que se llamaba Griselda , -moy hermosa
y garbosa de cuerpo, pero mas hermosa en sus
buenas costumbres. Esta doncellita apacentaba
unas pocas ovejuelas de su padre, y mientra!
el ganado comia, ella por no perder el tiem­
po, lo gastaba hilando á la rueca, y en sií
casa, como criada en tan buena escuela, obe*
decía en todo con humildad á sus padres. E d
esta doncellita puso el Marqués los ojos algu­
nas veces, cuando salia á la diversión de su ca­
s a , no con ojos livianos la miraba, ni con lá
impureza en que suele reparar podo la ju­
ventud , sino con la gravedad que debe mirar
un P rín cipe; y viéndola siempre tan honesta
y recatada , hizo el ánimo de no admitir otra
por esposa.
Ya se acercaba al dia de las bodas, que ya
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6 s ' 'Casos raros
h>s del palacio habían publicado por toda'- la
ciudad, y ninguno sabia de donde vendría la
novia para el príncipe. Tenia ya prevenidas
las ga|las, joyas, ricos vestidos ,, dignos de una
princesa , todos cortados i la medida de otra
doncellita del talle y estatura de Griselda-
Vino ya el deseado dia de las bodas; y como
no se tenia en la corte noticia alguna de la
esposa , todos estaban con grande admiración:
conmovióse toda la ciudad con el deseo de
ver i su nueva Señora. Estando ya todo pre­
venido y dispuesto, salió Gualtero de la cor*
fe , acompañándole todos los grandes, y mu-,
chas señoras las mas principales que había
convidado, .para que saliesen á recibir á la
princesa. . .
Griselda, ignorando lo que se disponía para
su persona, -entraba en casa de su padre con
un cántaro de agu a, que traía de una fuente;
y con el ánimo de- despacharse cuanto antea
de las haciendas de su casa,. para salir á ver,
con otras mozitas, á la novia del Príncipe
y su Señora. Entonces llegó Gualtero, y lla­
mándola por su-nombre, le preguntó: Grisel*
d a , dónde está tu padre I ella con reveren­
cia y humildad respondió: Señor, mi pa­
dre está aquí ..en casa. Entró el Marqués, y
tomando al viejo de la mano, lo apartó un
poco de los.jque venían en su co m itiva, y
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de©icio» y virtadés. f
díjole en secreto: « J an icu lo , yo ya t í que
veres hombre honrado , y que me quieres
«m ucho, y cualquiera cosa que yo te pidai
«que sea de mi gusto, juago que no me la
«has de negar: quiero ahora, pues, experi-
» mentar tu buena voluntad para conmigo,
«que soy tu SeSor; y esto será, en que con-
«desciendas en que yo me case con tu bija
«Griselda.
Admirado el buen viejo , sonriéndose, di­
jo: S eñ or, ninguna cosa.debo querer, á nó
querer, sí solo lo que sea de tu agrado, por­
que tú eres mi SeSor, y debo obedecerte eñ
todo lo que quisieres mandarme. E a , pues, di*
jo el M arqués, entremos donde está Griselda
los dos solos, que quiero hacerle algunas pre­
guatas en tu presencia. Toda la comitiva es­
taba á la parte de afuera, esperando en qué
vendria á parar este suceso.
Gualtero , hablando con Griselda delante de
su padre, la dijo: Tu padre, G riselda, me
ha dado su consentimiento para que seas mi
muger , porque este es mi gusto, y juago que
este mismo será el tu y o ; y en esta suposición,
quiero preguntarte: Si llegando el caso de que
estemos los dos casados, rae obedecerás en
todo lo que yo te mandase, de tal forma,
que en todo estés sujeta á mi voluntad, siA
rep licar, ni repugnar cosa .alguna de 4o que
Google
9 Casót raro$
yo, dispusiere , ó quisiere hacer en tí?
Temblando y pasmada la pobrecita
«ella, respondió.: „ Señor m ió, yo me co^
nnoaco por indiana de la honra, que en esto
»m e haces, pero si esta es tu Voluntad y mi
rtsuerte, yo te doy mi palabra, que en nin-
sigun tiem p o,.ni aun por pensamiento, te
asfaltaré, á cosa alguna de lo que tú dispon­
es gas; y aunque mandes que me quiten la vi-
» d a , la perderé gustosa, solo por darte gusto
9»en, todo cuanto quieras disponer de mí.
Bastante has d ich o , dijo el M arqués: y
tomándola de la mano, la sacó fuera, y mos­
trándola á todos los grandes, señoras y
demas del pueblo, les d ijo : Esta es mi es­
posa , esta es vuestra Señora , á esta habéis de
respetar, á esta habéis de obedecer; y si para
conmigo mostráis vuestro grande amor, para
con esta lo habéis de mostrar mucho mas. ¥
mandando á las damas que habian ido en su
compañía á su recibimiento, que la entrasen
dentro y la vistiesen, así lo hicieron: des­
nudáronla de sus pobres andrajos de que esta­
ba vestida, y la vistieron de pies á cabeza de
las ricas galas y preciosas jo y a s, que lleva­
ban prevenidas. Y convertida la pobrecita v i­
llana en una grande princesa,. la manifestó á
todo aquel pueblo por su legítima Señora. Pú­
sole ¿1 Marqués un anillo preciosísimo, que
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devicios y virtudes. #
en señal de matrimonio llevaba prevenido ,
haciéndola subir en una carroza, k llevó á su.
palacio, con todavía comitiva de señores y.
damas, que Ja fueron acompañando. Celebrá­
ronse las bodas con alegría de toda la corte,
admirada de ver á una pobrecita, ya hecha
señora, con tanta hermosura, con tanta gra­
cia , con tal gravedad y modestia en sus par
labras, que aun á los que la habían conocido,
no les parecía hija de Janiculo.
■ Aun no cumplido el año parió Griselda
una hija: y aunque su marido quisiera mas que
fuera varón; no obstante, para él y para to­
dos los nobles de su corte, fue de grande go­
to. Crióla G riseld a, y habiéndpla ya quitado
el pecho, quiso Gualtero probar, si su querida
esposa le cumplia la promesa y palabra que
le había dado de ser obediente siu contrade­
cirle á cosa alguna de lo que él quisiese dispo­
ner. Llamóla un dia á su cuarto ^ y mostrán­
dose con ella severo, le dijo: Griselda, yo no
creo que tó te hayas olvidado de tu primer
estado y nacimiento : bien te acuerdas como
veniste á mi p alacio: bien sabes lo mucho que
te quiero; ipe^O también quiero que sepas, que
•no todos mis parientes y nobles de mi corte
-entraron gustosos en este casamiento; pues se
avergüenzan de tener á una villana por seño­
ra, y especialmente despq^s qqe. pariste , y te*
Digitized by ® $Ie
io Casos raros
dos me dicen» que ó que ti? páras hembra £
Varón, no se quieren sujetar i los hijos de
una villana y de baja esfera. A m í, pues,
que deseo estar bien con todos, así parien­
tes, como vasallos, me toca el disponer de
tu hija lo que yo quisiere hacer de ella, para-
que en tiempo ninguno me sirva de rubor, ni
vergüenza: y esto te lo prevengo, porque por
io mucho que te quiero, no me atreviera á
disponer cosa alguna de tu h ija , sin manifes­
tarlo i tí.Y así deseo saber tu sentir, y
ber si estás constante en la promesa que me
hiciste*
Habiendo Griselda oido la propuesta de sa
esposo, sin alterarse y sin dar muestras da
isentimiento, con gran modestia y humildad
ie dijo: «Señor, tú eres mi señor y mi dueños*
« Y o y esta criatura, tuyas somos: haz,
« S e ñ o r, de lo que es tuyo lo que quisieres^
« A tí, Señor, no te puede agradar cosa algu-
« n a, que á mí me desagrade ; ni deseo tener,
« n i temo perder otra cosa, sino á tí, que da
« ta l manera te tengo impreso en mi cora-
« z o n , que ni la muerte ha de borrar de mi
«pecho el amor que te tengo, ni me ha da
«hacer mudar el ánim o, para que yo falte
« e n alguna cosa de lo que te tengo prome»
«tido.
- Con esta respuesta , mostrándose CQn su es*
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de vhiot y virtudes. II
posa con gran severidad, salió del cuarto,
y llamando á uno de sus criados, le mandó
que entrase, j tomase de los brazos de su
madre á la niña. Y aunque Griselda tuvo sus
temores de que le quitarían la vida á aquella
inocente criatura, no echó una lágrima <de sus
ojos, ni manifestó tener sentimiento alguno;
pero mirándola tiernamente, antes de entregar­
la , aplicó sus labios y la besó cariñosamente,
y santiguándola con la señal de la c r u z , la
dió su bendición, y la entregó en las manos
del criado, y este en las de G ualtero, que
conociendo la tranquilidad del ánimo de su
muger, quedó mas prendado de su amor.
Tenia el Marqués en la ciudad de Bolonia
una hermana, casada con un Conde, llamado
Panicio. A esta, pues, le remitió la niña .coa
todo secreto, advirtiéndole , que pusiese todo
cuidado en criarla y educarla en buenas cos­
tumbres, y que en ningún tiempo declarase á
persona alguna de quien era hija.
Observó Gualtero la grande conformidad de
su muger, pues ni con palabras, ni con lágri­
mas, ni aun con un suspiro manifestó tener
sentimiento de haberle quitado su hija. Pasá­
ronse cuatro años, y hallándose Griselda oirá
vez preñada, parió á su tiempo un hermosí­
simo niño, de que Gualtero y todos los nobles,
que ignorabas e l caso de la primera niña , re-
Ii ' Casos raros
cibieron grande gozo. Criólo Griselda, y cuan*'
do ya el niño tenia dos años, quiso el Marqués
hacer segunda vez esperiencia de la constancia
de su esposa , y fraguó otra estratagema para
probar su paciencia. D íjole, que sus vasallos
todos estaban malcontentos con el niño que
habia parido , y que no querían estar sujetos i
un Señor, que aunque hijo de tan gran Prín­
cipe , también era nieto de un hombre tan ba«
jo como Janiculo : que contra él se iba tumul­
tuando el pueblo, y que el mejor medio que
habia para quietarlos, era quitar al niño de
delante; y que esto se lo prevenia , para que
cuando llegase el caso, no fuese mayor su do-,
lor y sentimiento.
Habiendo 'Griselda escuchado i su marido,
le respondió con alegre rostro y semblante
Sereno: « Y a te d ije, Señor, y te vuelvo tf
5»d ecir, que yo no puedo querer, ni no que*
« re r otra cosa, sí solo lo que tú quieres, que
«seres mi Señor; pues desde el instante que pu-
wse los pies en este tu palacio, como me des-
V)pojé de mis pobres vestidos, me despojé tam­
il bien de todos mis afectos, y m e vestí de los
««tuyos: y a sí, Señor, disponed del niño mi
««hijo y vuestro lo que fuese de vuestra vo-
««luntad, que la vuestra es la mia.
Admirado de la constancia de su esposa, tur*
hado el rostro y disimulando su sentimiento,
Dic v * i Google
de victo» y1 3
•e apartóde e lla ; y al instante mandó al mis­
mo criado, que le habia quitado antes la niña
de sus brazos, le quitase también-el niño. Fué
el criad o , y noticiando i Griselda la órden del
M arqu és, tomándolo ella en sus brazos, sin
inmutársele el rostro, miró cariñosa al niño, y-
habiéndolo persignado con la señal de la cruz,
lo besó por do6 veces , ;como lo hizo con la
n iñ a , y sin mostrar señal alguna de sentimien­
t o , se lo alargó al criado, y Gualtero lo en­
vió también á Bolonia, en donde tenia la hija,
con el mismo encargo de. que lo criasen y
educasen en buenas costumbres.
Quedó la humilde Princesa sin sus dos hijos,
pero sin muestras algunas de sentimiento; y
aunque su esposo algunas veces se los traia á
la memoria, para esjporar si hacia alguna de­
mostración de sen tir, nunca pudo ^conocer
en ella señal alguna de sentimiento , ni por el
rastro, n ip a r la s palabras, ni aun en un solo
suspiro, con que lo pudiera manifestar. -
• Comenzóse á divulgar por la corte un ru­
mor , de que él Marqués estaba muy pesaroso
de su casamiento tan desigual, y que por esto
habia ya ocultado á sus dos hijos, pues ningu­
no de ellos parecía ,-¡ y que ya estaba poniendo
todos los medios que podia para repudiar á su
muger y descasarse. Con este rumor, que cor­
ría por el pueblo, se dejó de decir Gualtero,

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14 Casos to
ra
í*
que había enviado á Roma ana postH ,ye*«
crito al Papa le concediese licencia y le
dispensase , para que repudiando á la primera
muger que tenia, se pudiese casar con otra*
para la quietud de sus vasallos, y para aplacar
algunas turbulencias que habia en sus estados.
D ivulgóse esta v o z , y tomando despues mas
cuerpo, corría por el pueblo, que el Marqués
ya habia alcanzado licencia del Pontífice pa-
ra descasarse y volverse á casar.
Cómo estaría el corazón de Griselda, oyen*
do estas Voces? Pues no manifestó el mas mí*
nimo sentimiento, sino con ánimo varonil á
inalterable estuvo siempre obediente á las dis­
posiciones de su esposo. Convocó este á los mas
principales de la co rte, y estando todos jun*
tos, llamó á Griselda, y delante de ellos la dijo
estas palabras, que parece que nio pueden ser
de mayor dolor y sentimiento para u a cora­
zón inocente y amante, como el de Griselda:
Y o esposa mia, siempre te tuve am or: conoz­
co tus buenas costumbres y lo que me quie­
res ; pero mis parientes y mis vasallos me
fuerzan, y el Papa consiente que'yo me case
con otra muger que sea igual á mi linage: ya
está puesta en camino para venir á la corte y
muy cerca para llegar i mi palacio; y así ten
ánimo varonil. Ninguna buena fortuna le es
perpetua, ni eterna al hombre, mientras vive

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devicios y virtudes.
én este Inundo: y así será necesario, qué el
lugar que ocupas de mi esposa, lo cedas á la
que ha de venir, y llevándote el dote que tra­
jiste al matrimonio , cuando casaste conmigo,
te vuelvas á la casa de tu padre.
O yó Griselda con ánimo varonil al Mar?
qués, y con semblante alegre y cariñoso le
respondió^ » Y o , Señor mió, siempre supe, que
t»eo tu grandeza y mi pobreza nunca podia
v>haber igualdad, ni proporción, y así nun-
*»ca me he juagado por digna de ser tu esposa;
9»y en esta tu casa tan ilu stre, en la cual tá
99te dignaste de hacerme Señora , pongo á
99Dios por testigo, que siempre he estado so?
n io . con el ánimo deservirte como esclava: y
99 así por todo el tiempo que contra mis
99 méritos he vivido contigo con tanta honra,
a?á D io s .y á tí os doy infinitas gracias: y
99 en todo lo demas digo, que estoy muy pron,-
» ta , contenta y gustosa de volverme á casa
99 de mi padre , para que donde tuve mi niñea,
99 tenga mi vejez y mi muerte ; y siempre
99 me reconoceré por muy feliz y por viuda
99 muy honrada, solo con haber sido muger
99de. un tan gran Señor como tú: y con todo
•99 gusto y buena voluntad le alargo mi puesto
99 de esposa á la que viniese para serlo de nue-
99 v o , y le ruego á Dios nuestro Señor, que te
¿9 la traiga con toda felicidad.

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f hB
' «Y
, ' ' Casos jaros
i ioque me mandas, que me lleve e l1
«d ote que traje cuando me casé cóntigo; y<>
« cónfieso, que habiéndome despojado de loa
« pobres andrajos que yo llevaba, y habién-
99dome tú dado estos reales vestidos que lie»
99vo puestos, ninguna otra dote traje al.ma-
99 trimonio, sí solamente la fe que té he guar­
as dado , y la desnudez y pobreza, con qué
99t ú , Señor, te dignaste de recibirme por til
*5» esposa.
Luego que acabó de pronunciar estas pala*
bras, al punto se desnudó de los reales vesti­
dos y ricas jo y a s , y sacando el anillo del
dedo se lo entregó, diciendo : « Desnuda salí
« d e casa de mi padre, ;y '1desnuda me quiero
99volver á e lla : solo te suplico, Señor, qua
«m e dejes esta cam isa, con que se puedaa
« cu brir mis carnes, y el vientre que engen-
« d ró tus dos hijos y mios.
Oyendo Gualtero estas palabras de su espon­
ja , nó pudo contener las lágrimas, y volvién­
dole las espaldas, la d ijo : G a pues, quédate
con esa camisa ; y se fné. G riselda, con la ca ­
beza descubierta, en camisa y con los pies
descalzos, se volvió á casa de sus padres, cótt
admiración de todos los que se hallaron pre­
sentes , que lloraban compadecidos de la mala
suerte de su Señora.
E l buen viejo Janicu lo, que siempre tuve
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de ttfcioí y virtudes. hf
por sftftpéchosbs las bodas del repentino casa­
miento de 8ñ hija tenia guardados en un rin­
cón de su casa lds andrajos, de que se desnudó,
cuando le pusieron las ricas galaé: y oyendo
el ruidoso tumnlto de la gente , qne habia con*
corrido á ver este espectáculo, salió á la puer­
t a , y vió á su h ija , que iba descalza y e n
camisa. Vistióla con sus vestidos viejos, y se
quedó con su padre. Permaneció en su casa al­
gunos dias con tanta humildad y con tan ma­
ravillosa igualdad de ánimo, que no manifes­
tó la mas mínima señal de sentimiento, por ve»*
se'privada de aquella grandeza, en que la pu­
so su fortuna.
Ya venia de Bolonia el Conde P anicio, -á
quien el Matqués su cuñado le habia avisado,
que para'tal dia estuviese en la co rte, y que
en su compañía trajese sus dos hijos. Habíase
también divulgado por la Corte, como venia
la novia , y que se habia señalado dia para las
nuevas bodas del M arqués, y dispuesto todo
lo necesario para ellas i y un dia antes que lle­
gase el Conde con sDs hijos, el Marqués en­
vió á llamar á Griselda , la cual fué al instan­
t e , y le mandó, que como criada, limpiase
y barriese la casa, y tuviese dispuesto todo lo
necesario para los huéspedes que habían de lle­
gar. „ Da muy buena voluntad, Señor, dijo
w Griselda , haré todo lo .que me mandas, y
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l 8 Quo» rat(h- '
» mientras me durase la vida , te ásegnjté ~d(|
99nunca tener pereza, ni cansarme en cosas
??de tu servicio. 99 Tomó la escoba, barrió to­
da la casa, limpió los escritorios, sillas, me-,
«as, compuso las camas, y dispuso todo lo ne­
cesario para las bodas.
Al otro dia á las diez, de la macana llegó el
Conde P an icio , con la novia y su hermano,
acompasados de muchos nobles , que salieron
á recibirlos. Diéronle todos ios parabienes á
lo s novios; y Griselda, como una de las cria­
das de la casa, vestida con un vestido pobre
y humilde, hincóse de rodillas , y con. todo
acatamiento y reverencia le dió la bienveni-
¡da i sü Señora.
Estaban ya puestas las mesas, y toda la gen­
te prevenida para sentarse á com er: entonces
el Marqués llamó i G riselda, y le d ijo ; G rí-
«elda, qué te parece de mi esposa? no es her­
mosa? N o es honesta ? N o es perfectísima?
99Señor m ió, respondió G riselda, es- tan ho-.
w nesta, tan hermosa y bella mi Señora, qué
99en todo el orbe de la tierra no se hallará
99otra que le iguale en belleza, hermosura y
.99honestidad; y con todo mi corazón le rue-
99go isu Magestad , que á los dos os dé salud
99y vida, para que os gozeis muchos años con
99toda alegria, gusto y prosperidad.
A estas palabras ya no pudo el Marqués de-
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de vkies y virtudes. v 19
tenernos lágrim as, y maravillado' d é la con»*
Rancia que había tenido su esposa en las ardua»
| esperiencias, que había hecho eon ella para
! probarla * la d ijo : Bastantes esperieticias y
pruebas he hecho, -de tu gran fidelidad, que*
rida Griselda, y de la prontitud á obedecerme*
y juzgo que debajo del cielo no habrá otrá
tnuger, que pueda sufrir las esperiencias, que
i para probarte he hecho contigo., ni que
pueda dar mayor ejemplo de la obediencia, que
deben tener las mugares casadas á sus maridos:
1 y echándole los brazos a l. cu ello, la dijo:
« T u s ó la , querida mia G riselda, eres mi es-
« p o s a ,,ni .en¡algún tiempo, tu v e , ni quiero
«tener otra mas -que i t í: esta, á quien tú
«veneras por mi esposa, es tu b ija ; y este,
«que todos juzgaban ser mi cufiado , es tu
« hijo : con que todo Jo que tú ya tenias por
« perdido, hoy lo has recuperado, todo.« Y se*-
. pan todos loa que hubiesen juzgado mal de mi
1 proceder con rtii esposa, q u e'n o lo hice coh
intención de arrojarla de mi ¡casa ,' sí solo con
el zelo de probar su. fidelidad; y i mis hijos
i los o cu lté , y!m e privé de su presencia con
¡ este mismo fin., -
Oyendo esto G riselda, admirada del su-
1 ceso y casi muerta del g ozo, abrazó y be-
| j ó con lágrimas de alegría á sus dos hijos; y
1 despojándola las damas, que estaban presentes,
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So Casos
de los vestidos pobres que llevaba, lá vistieren
otras ricas galas, que estaban prevenidas ;
coa esta gran función fue aquel dia para todo»
mas célebre, que el que tuvieron el dia de laq
bodas. Vivieron despues con mucha paz el M ar4
qués y su esposa: llevóse á su suegro a pa­
lacio , manteniéndole en él con grande honra,,
A su hija la casó cón grandes conveniencias^
y al hijo lo dejó por heredero y suceso» <dq
todos sus estados y dominios. ' •
Esta histpria, que trae Engelgrave en e)
lugar citado, he escrito a q u í, no para que lov
maridos hagan semejantes espernadas con sus
mugeres, sino para que las mugeres con este
ejemplo aprendan como deben estar obedieir^
tes á sus maridos: pues si esta en cosas tan
arduas estuvo tan humilde y pronta para obe­
decer ; cuánto mas bien deben obedecer 6 sus
maridos las mugeres en cosas que les mandan
mucho menores ? Y a sea en el menoscabo dq
los bienes de-fortuna; ya sea en órden á sus
hijos; en todo deben estar conformes, acor»
dándose de aquellas palabras de san Pedros
Mulieres viris subdita sint: y luego d ice :
cut Sara obediebatAbraha , dominüm
■vocans: IPetr. cap. 3. Deben las muge
dice san P ed ro, obedecer á sus maridos, así
como Sara obedecía á Abrahan, llamándola,
¿Señor.
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de vicios y virtudes, BT

CAPÍTULO II;

• De la paciencia y tolerancia en las adversi­


dades y trabajos.

N o ' h a y fortuna próspera, ni adversa, que


tenga permanencia en esta v id a : todo
contento y alegría para en melancolía y
tristeza: Extrema gaudii luctus occupat, dice
el Espíritu Santo; como al contrario, los tra­
bajos y adversidades todos tienen fin. Por
eso la fortuna es una rueda, que no tiene
subsistencia ; siempre rueda y nunca para : la
parte que hoy toca en la tierra, mañana se ve
•n grande altura. N o hay rio , por caudaloso
que sea, que no tenga su vad o; como tampo­
co no hay adversidad y trabajo , que no ten­
ga en esta vida algún consuelo: confirma esta
verdad el siguiente suceso. . -

Mudanzas de la fortuna.

Refiere Gotefrido ( b ) citado de Epgel?


g r a v e , que ocupando el tronq del romano
Imperio Conrado I I , cierto . Conde , llamado

(b) Gothef. a f, Eng«U 333,


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92 •- Casos raros'
Lupoldo, cometió graves delitos contra el Em­
perador, y temiendo la muerte, que cierta­
mente esperaba que ie había de d a r, se fué
fugitivo con su muger á un monte, cerca de.
una granja que tenia allí en una cu ev a , 6
como quieren otros, en un molino ya destrui*
d o , se determinó á hacer su vivienda, y a llí
escondido vivió algunos años.
Salió una ocasión entre otras á divertirse
en la caza el Emperador, y siguiendo una lle­
ra por una y otra parte, se desvió mucho de
los que le acompañaban, y perdió el camino^
hallándose perdido entre las malezas dé una
s e lv a ; y habiendo ya cerrado la noche, bus­
cando alguna senda para poder salir de aquellq
espesura, vino á parar adonde tenia su habita*
éion Lupo,Ido, que enflaquecido con los gol*
pes de la fortuna, con malas comidas, á que
no estaba acostumbrado, y sin conveniencia
para quitarse la barba, le habia crecido tantos
que mas parecía Aera que hombre, con que no
fue conocido del Emperador.
Dispúsose de cenar aquellas rústicas vian-
das que pudo haber en aquel desierto. Estaban
el Conde y la Condesa confusos, sin saber
que hacerse, si'dejarían al Emperador solo en
la casa, huyendo de su persona, ó declararse
por reos, y pedir perdón de su delito. P ot una
parte les,parecía co¿a ardua yerse obligados i
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devieto» y virtudes. 43
Vivir en aquella soledad : por otra conocían el
gran peligro á que se esponian, si confesaban
su culpa.
Estando pues el Emperador ya recogido, y
ellos haciendo estos discursos, vino á parir la
Condesa un hermosísimo niño; y al mismo
instante que comenzó el niño á llorar, oyó e!
Emperador una voz del cielo , que al oido
le decía: Este niño será yerno y heredero
del Imperio. Y para que el Emperador no que^
dase con alguna duda, repitió la voz segunda
y tercera vez. Turbóse con esta voz el Empe­
rador, y entre sí d e cía : Pues yo habia de dat*
mi hija por esposa á un rústico ?■ . Mis riqueza»
y todos mis bienes los habia de heredar este po­
bre desdichado? N o ha de ser así.
Con este cuidado no pudo dormir en toda
la noche, y así que rayó el dia , salió á buscar
su comitiva, que por los ladridos de los perro»
se halló lu ego; y al instante mandó á dos sol­
dados muy esforzados , qué fuesen á aquel si­
tio, donde habia estado aquella noche, y que
al punto quitasen la vida á aquel niño, que ha­
bía nacido aquella noche, y que sacándole el
corazón, se Jo trajesen. Llegaron los solda­
dos al cortijo, quitaron al niño de los brazo»
de su madre, sacaron lo? alfanges para dego­
llarlo; y viendo los-padres la crueldad, con
lágrimas, ayes y suspiros manifestaron a u d o -
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£4 Casos raris
lb r: pero el-niño luego que lo quitaron - del’
regazo de la madre, se mostró tan alégre y .
risueño, que les causó lástima el quitarle la v i­
d a , y les obligó á los soldados á embainar
los alfanges, y llevándole consigo, lo pusie­
ron en un nido de unas aves de rapiña, que
vieron en lo alto de un árbol, para que allís
pereciese entre sus garras. Y para que el Em ­
perador no los castigase por haber faltado á su
mandato, soltaron los perros por aquellas sel­
vas, y el uno de ellos cogió una lieb re, sacá­
ronle el corazón, y palpitando se lo llevaron
al Emperador , en lugar del corazón del
niño que fiabia mandado degollar.
. Sucedió, pues, que saliendo por este tiem­
po también i caza Ernesto, Duque de Alema­
n ia , y llegando por aquel parage, oyó los
llantos del niño: picó al caballo, y movido
de compasión y lástima subió al. árbol: co­
gió al niño, y con todo secreto, sin que nadie
lo entendiese, se lo llevó á su casa. Era su
muger estéril, y viendo que el niño e^a tan
agraciado y bello, se enamoró tanto de él,
que lo adoptó por su hijo resto mismo discur­
rió el D u que, y dijo á su esposa: Ya que no
tenemos hijos, será.bueno que tú te finjas em­
barazada , y que lo s; dos afirmemos que esta
hijo es nuestro. Agradóle á.la muger el conse*
jo; y .poniéndose .alguna ropa para parecer qua
. Google
de vietor y virtudes, *9
estaba prefiada, llamó de improviso unamochei
á todos sus criados y demás personas de su
palacio, y con gran gozo les dijo , como . su
muger había parido un hermosísimo niño, que
lo divulgasen, como lo hicieron, celebrán­
dose con grandes demostraciones y regoci­
jos. Bautizaron al n iñ o , poniéndole por nom­
bre Enrique t criáronle con todo regalo , ins­
truyéndolo en todo género de virtudes, y tam­
bién en los ejercicios de la guerra, en lo que
se adelantó á todos los de su edad.
Ya el niño había cumplido diez y seis años,
cuando el Emperador llamó á la guerra al Du­
que Ernesto, llevándose en su compañía á su
adoptado hijo E n rique; y mirándole atenta­
mente el Emperador, contemplando en el mo­
zo la buena disposición del cuerpo la poca
edad que mostraba tener y las buenas costum?
bres en que lo había visto algunas veces; en ­
tró en sospecha de si aquel mozo seria el niño*
á quien mandó quitar la vida, cuando se perdió
en la caza. Y llamando al Duque E rnesto, le
preguntó por su padre de aquel mozo. Y el
Duque le respondió, que era su hijo. Con esr
ta respuesta entró el Emperador en mayor sos­
pecha, y decía entre s í : Pues cómo estando e l
Duque como ha estado casado tantos años, y
por ser su muger estéril nunca ha parido, có­
mo siendo y& vieja , ha podido parir este ? Sin
Digilized by C j O O Q I C
& 6' Casosraros
dada que el Conde y la Condesa para publi­
car , que ya tenian heredero para sus estados,:
han recogido á este m ozo, siendo niño y lo
han adoptado p o r su h ijo : y sin duda que es
este el que nació la noche que yo me perdí ea
la caza. Y para asegurarse si Emperador de
que no fuera su yern o , ni sucediese en el’
Imperio, como lo habia dicho la voz del cielo,
determinó quedarse con el m ozo, con la in­
tención de quitarle la vid a ; y llamando á sai
presencia al Duque, le alabó las buenas pren­
das del m ozo, y se lo pidió para tenerlo en
su palacio. Escusóse el D uque, diciéndole a i
Em perador, que el muchacho era de poca-
edad: que él y la Condesa lo querían mucho:
que no tenian otro hijo , que pudiese ser here­
dero de sus estados, y otras muchas escusas;
pero ninguna le valió , y se quedó el Empe­
rador con el mozo, aunque contra la volun­
tad del Duque.
Llamó el Emperador al mozo, y con toda
seriedad le preguntó: De qué linage era y •
quién eran sus padres ? Enrique, que no habia
conocido otros padres sino á los Duques, res­
pondió : Señor, mi padre es el Duque y mi
madre la ^Duquesa : ellos me han criado, y me
han instruido en las costumbres que debemos
tener todos los cristianos: yo por mis pa­
dres los he tenido y por tales los tengo, y .
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de vieto» y virtudes.
faera de- ellos no he conocido, ni conozco
otros padres.
£1 Em perador, que no dió crédito al D u­
que , menos se lo dió al m ozo; y para quie­
tarse y salir de una de'todas sospechas, que
lo traían tan inquieto, escribió á la Empera­
triz , que se hallaba en una ciudad llamada
A quisgrau, distante siete días de camino de
donde se hallaba el Emperador, diciéndole en
la ca rta , que luego al punto que aquella lle­
gase á sus manos, mandase que al portador
le quitasen la vida. Recibió Enrique festivo y
alegre la carta, en que iba su muerte , como
la que recibió Urías de David. O y cuán po­
co aprovechan las astucias de los hombres con­
tra la providencia de Dios I
Tomó el mozo su carta : partióse á la corte,
donde se hallaba la Em peratriz; pero suce­
dió en el camino, que habiéndose hospedado
nna noche en casa de un deyoto Sacerdote,
que lo recibió con caridad, y habiéndose echa­
do á dormir para descansar de su jornada, el
Sacerdote movido de curiosidad , ó lo que es
mas cie rto , de la inspiración d ivin a, registró
las alforjas que el mozo llevaba, y hallando en
ellas el pliego , lo abrió , y viendo la traición
que le tenia urdida el Emperador, quedó pas­
mado , y juntamente lastimado de que aquel
inocente llevase consigo su misma muerte * y
Ca
Digitized by Vj O O Q K
28 Casos raros
entre sí misma decía : Es posible, pobredteí
m ozo, que tú mismo has de llevar contigo la*
sentencia de tu muerte? Tan presto ha de mo­
rir violentamente una juventud tan lozana b
Pues n o , no ha de m orir; y tomando la plrn-.
m a , en nombre del mismo Emperador, le es-.
cribió á la Emperatriz una carta, diciendo: M i
querida Em peratriz, luego que llegue este,
mancebo , que te entregará esta carta, sin
dilación alguna lo casarás con nuestra hija•
Y cerrándola el buen Sacerdote, volvió á po­
nerla en las alforjas. Otro dia por la mañana*
levantándose el mozo y tomando sus alforjas*
dándole las gracias del hospedage, se despidiá
del Sacerdote, el cual le d ijo , que se acor*
dase de é l, cuando se viese sublimado al trono
del Imperio. Rióse E n riq u e: y volviendo á
tomar su camino, llegó á Aquisgran , y dán­
dole á la Emperatriz la carta, llamó á los gran­
des del Im perio, habiéndoles dado noticia
del casamiento de la Infanta, que mandaba
el Emperador se desposase con Enrique; y ha­
biendo visto la buena disposición del man­
cebo , le dijeron: Señora, nos parece á todos
muy bien, que este mozo tiene bastantes pren­
das para que se case con tu hija : y aunque
no las tuviera, bastaba solo el mandato del
señor Emperador, para que luego se ejecute.
Con esto se dispusieron las bodas* y aquel
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devietos y virtudes. 29
táismo d¡ay antes de ponerse el so l, se cele*
braron los desposorios con alegría de todo el
pueblo. Habiendo amanecido o tr o -d ia , reci­
bió lá Emperatriz' otra carta del Emperador,
en que le decía, le avisase si se habia ejecuta­
do; su mandato : y la Emperatriz le respondió:
que aunque el casamiento de sú hija con E n ri­
que le habia cogido tan de improviso , no obs­
tante ipor obedecet á sus mandatos, ya se ha­
bía ejecutado<,- y que entendiese que ya E n ­
rique era ésposa de la Infanta, y que era me­
recedor de la corona.
;'L eyó el Emperador la carta, todo admirado
del suceso, y.,'al punto montó en su caba­
llo para ir á ver -lo que pasaba en Aquisgran,
y al entrar en la ciudad le salió á recibir la
E m p e ra triz, llevando á su hija de una ma­
no y al yerno de la o tra ; y con muestra de
.gran gozo se pusieron en su presencia. Quién
•podrá aquí ponderar la diversidad de afectos
•del corazón del Emperador dentro del pecho?
P or uña parte le incitaba la ira contra E n ri-
-que; por otra lo refrenaba la clemencia: de
•una parte el fu ro r; de otra la razón : de una
parte le estimulaba la venganza, que debia to-
•mar de la prontitud que tuvo la Emperatriz
•en casar á la h ija ; de la otra le detenia la
consideración, de que se ejecutó por inspira-
-cion divina.
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30 . ' Casos rarot
Viendo al Emperador así coHtprbádoy'Ja
Em peratriz se pasmó , la hija perdiádel sostot
todo el color 4 y Enrique se quedó temblando,-
y todos juntos juzgaron perder al punto la vi*
da en manos del Emperador. En fin, vencióle
la razón, y conociendo que todo se había eje*
cutado por divina disposición , mirando .ya $
la Emperatriz con alegría, y mostrándose ri*
sueño con los nuevamente desposados, levan*
tando los ojos al c ie lo , d ijo : O Dios Eter*
n o l Tú verdaderamente eres terrible 1 Quién,
Señor, podrá resistir á tus disposiciones? Una
sola cosa me contrista, y no me deja sosegar;
y es que no sé si Enrique es de buen linage;
que si lo fuese, me tendré por el hombre mas
afortunado del mundo.
Llamó al Duque Ernesto, que se tenia por
padre de Enrique : llamó también á los solda*
dos, á quienes mandó que quitasen la vida á
aquel niño recien nacido, y se averiguó todo
el caso de la misma forma que había todo su­
cedido. Llamó entonces el Emperador al Conde
L upoldo, padre legítimo de E nrique; y ha­
llando á su hijo, á quien tenia por muerto, ca­
sado con la hija del Emperador, pidió perdón
de sus delitos: y no solo alcanzó el perdón que
pretendía; si que también fue sublimado á ma­
yores prosperidades.
De este suceso se pueden conocer las mu-
Digitized by Google
devicio* y virtudes. 31
¿traías dé la' fortuna; puea habiendo «acido
Enrique en una pobre ch oza, espuesto á que
je le comiesen las a v e s,,y . siendo y a mozo es-
ter sentenciado á la muerte; por fia vino á vet-
; se sublimado al imperial trono» .

C A P Í T U L O . III. '

£uanto mas abunda. en pecadores l a .


I ■ «u, tanto- mas tabunda, enDios
¡ su misericordia.

J 3 ícelo ; san . Pablo : .Ubi autem abundavit


delictum $uperab undavitgratia. ( A d ro­
mán. $ .) Entre todos los atributos de Dios,
el que mas sobresale es el de su misericordia:
D tuscui proprium est misereri
cere. Recles, in litan,^dice la Iglesia. E s pro­
pio de D io s, la misericordia: no dice que es
propio de Dios la venganza , como advirtió
, pii Felipe Diez, sino la misericordia 3 y la ra­
zón la dan dos teólogos ,¡fporque para que
Dios use coqrel pecador do misericordia, no
se requieren en él méritos algunos ; pero para
usar de su justicia y para la venganza, son
1 necesarios deméritos. Ninguno desconfíe , por
pecador que sea : ninguno diga , que Dios le
niega la gracia , y así que es imposible con­
vertirse á su pastor; porque á todos llama su
' • ¡tized by Google
r 'Cas6s' taró» ■ •
Mageltafd: Ego sto'adostium, S3 pulso. A
c. 3 ; y que unospecadores se salven y otro»
se condenen, no está la-causa de parte de Dios;
pues-á todo*1los llama con sus divinos auxilios;
sino de parte de;lesmismos pecadores, q u e n a
responden á los golpes que Dios da á las puer­
tas de su corazón. >
Y si me responden, que los que se salvaron,
tuviérón mayoresauxilios, que aquellos que sfc
condenaron; respondo, que aunquasea así
que aquellos tuviesen miayoreS auxilios, á estos
no les faltaron los suficientes; y muchos Cdn
mayorés auxilios se ban: Condenado; ’j otros
con menos se salvaronr luego no e stá 'la cau-*>
sa en los mayores ó menores a u x ilio s, sinO
en t <We unos cooperan y otrosno. ' •>
£m> és cierto que' una vez qúe el pecado»
Se arrepienta de siís pecados, aunque sea un fa*
cineroso , aunque sea un f o r a g i d o lo perdo­
nará Dios ; porque cuanto mas abunda en lo>
pecadores la malicia , tanto abunda mas en
Dios su misericordia: Uautei
lictum, super abundavit gratia. Véase en este
prodigioso caso.

f *

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Be«fotos y virtudes. 33

Estremos de la malicia , y abismos Be la


R ¡ serieordia.
efiere el P. E ngelgrave, (c) que hubo ea
Salamanca un gran mercader, rico de todos
cuantos bienes de fortuna se pueden imaginar*
D iáse.al juego de. los n a i p e s y tanto se ce­
bó en él y tan mal le daba la carta, que habien­
do perdido en' el juego toda su hacienda, per­
dió también por su malicia toda la piedad y
tem or, que como cristiano le debía tener á
D ios su Criador; y yéndose precipitando da
átno-en otro pecado, vino á tal estremo de
•maldad, que llegó á cobrar formal odio y
aborrecimiento de Dios , tanto que buscaba
de intentó las:ocasiones, y ponía los medios
•mas eficaces para ofenderle : no htibo vicio que
•se le ofreciese á la imaginación, que no le
ejecutaste, y solo con la intención de ofendeí
a Dios y provocar sus iras divinas. '
Llegó este hombre á tal estremo de maldad,
que no hallando ya ert su dictamen vicio que
o e hubiese ejecutado , era tanto el aborreci­
miento que tenia i D io s, que lo tenia por sú
mayor enemigo, como si de él hubiera reci-
’bido los mayores agravios; y para vengarse

• (c) Engelgr.Dom. a fost Pasch.


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34 * Caeos * -.o
de ¿ 1 , si pudiera, compró una suma de mo­
ral y de casos de conciencia ,/para leer ea
ella los casos, en qué se puede pecar y ofen­
der á D ios, para ejecutarlos todos. N o parece
que puede llegar á mas la maldad; ni los ju ­
díos , ni gentiles, ni las gentes mas bárbaras
ejecutaron tales desatinos, ni ingratitudes
contra su Dios. r.'
- L eyó el tratado de Sacramentos, y le pare*
ció que en ninguna otra cosa podia ofender
mas á D io s , que era en cometer muchos sat
crilegio s: y así se resolvió á ejecutar la mal­
dad mas in icu a, que se pudo imaginar en el
pecho mas obstinado , que es cometer muéhos
sacrilegios. Ibase á confesar muchas veces, y
diciendo al Confesor alguna culpa leve., .ca­
llaba sus maldades, solo por cometer sacrile­
g io : iba despues á com ulgar, y cometía otro
sa crile g io : y esto lo ejecutaba muy frecueftr
tem ente, para darle mas en cara á Dios. O
infinita paciencia de D io s, y lo que sufres 1
Quién no ve ya aquí desembainada la espada
de la d ivin a'ju sticia, para acabar coa este
hom bre? Pues no fue a sí; qué pudo mas aa
piedad y misericordia.
Perseveró algún tiempo este* mal hambre .eit
tanta obstinación y maldad. Llegóse un día á
-confesar con un Confesor esperimentado y
diestro en examinar las conciencias de lo? p e -
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devietos y virtu
Bitentes, que llegaban i sus p ies, e l chal ob*
servó, que á este su penitente le angustiaba y
afligía alguna cosa , que le podía servir de al*
i gun estorbo , para no declarar sus culpas, y
que le parecía que no tenia libertad para po*
derlas confesar.
; Comenzó con toda snaividad y blandura
I el diestro Confesor á ponderarle tan altamen^
te la bondad de D io s, y misericordia infinita
r que su Magestad soberana usa siempre en to*
dos los pecadores, que lo pudo facilitar á que
arrojase por su boca todo el veneno, que tan­
to tiempo tenia escondido dentro de. su pecho.
Comenzó pues el mercader á sentir el grave
peso de sus enormísimas colpas; y con estis
sentimiento, juntando, las manos, las levan­
I. taba al c ie lo , gem ía, ' suspiraba y se dolia
i
de-su desenfrenada vida : y con estos suspiros,
sollozos y lágrimas, que despedia por los
ojos de lo íntimo de su corazón, preguntó al
Confesor; Es posible, P a d r e , que Id miseri­
cordia de Dios es mayor que las culpas, que
yo he cometido contra sS í, hi
mió , le respondió el Confeson; porque la mi­
sericordia de Dios es infinita, y tus colpas,
aunque fueran muchas mas de las que son, son
finitas y limitadas.
. Oyendo estas palabras, prosiguió en llorar
inconsolablemente: y como que ya pe habla
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gtf Cotos raros -
desatado aquel nudo que le oprimía el cora*
s o n , comenzó á discurrir por los mandamien-*
* ó s,q u e tan desenfrenadamente habia quebrata-
fado en una vida tan abominable: y tomando
tiempo para examinar bien su conciencia, vol-
yió con todo cuidado á los pies del Confesos*
á quien confesó mas con lágrimas que ¿on
palabras, todas sus maldades. Y habiéndole da-*
do la saludable penitencia y recibido el bene-
fieio de la absolución, se resolvió á entrarse
inego en una R eligión; como lo hizo sin de-
tención alguna, donde vivió por espacio •de
tres años, haciendo rígidas penitencias. D ióie
Dios la última enfermedad, y cuando ya sé
hallaba destituido de fuerzas, al tiempo de es­
pirar , se abrazó con un Crucifijo, y hachos
sus ojos un mar de lágrimas, entre sollozos
y suspiros, prorumpió en estas palabras: w O
v> buen Jesús t O cuánto me avergüenzo de
9»haber vivido tan m alí Yo mismo me horro-
as rizo de tan enormes y feas culpas: pero i
os vista dé tu amor é inmensa bondad, se li­
as quidd mi alma. Bolo un Dios tan grande y
ss misericordioso pudiera haber admitido á un
sstan gran pecador.
Con estas y otras semejante razones , dán­
dole abrazos amorosos y aplicando sus labias
i la llaga del costado, entregó su alma á su
Criador, como piadosamente se puede creer.,
de vicio* y
virtudes. 37
C A P IT U L O IV . ; . j

Antes se ha de perder la vid a , faltar


. á la verdad.

D e c i a D avid : Ecce enim veritatem -


xisti. ( Psalm. go.) Am aste, Sefior,
dad. Sobre estas palabras observó cierto autor,
que C risto, siendo tan amante de la verdad,-
no se lee que eligiese, ó convirtiese á peni­
tencia á ningún mentiroso. De los soberbios y
perseguidores de la iglesia, eligió i san Pablot
de los avarientos y usureros, redujp á san
Mateo : de los. torpes y deshonestos , convir-
tió á la Magdalena : de los adúlteros, á la quei
refiere san Juan al cap. 8 : de los ladrones, á
D im as; pero no se le e , que eligiese á algún
m entirosoan tes bien los castigos los dejó su
Magestad para estos; porque á .Cristo le re­
pugna muy especialmente la mentira , y ea
suma verdad : E g o sum veritas.

Para significar la mentira, puso un discre­


to este símbolo. Pintó un relox desconcerta­
d o , que por el mostrador señalaba una hora,
pero la campana daba otra hora distinta, con
esta letra de Virgilio.
: Hora sono disáordia signat. (Virgil. 2 /Eneida)
Quiso decir, que el sonido indicaba discordia
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3®'' Catos raros'
oo lo interior. Mas claro lo esplicó otro e s
esta letra : Aliter sonat quhm signat: N
na como señala.
. Todos los hombres, dice Séneca, somos
semejantes al relo x , que en lo interior señala
una cosa, y en lo exterior suena otra, la len-
g u a s u e n a ,y el corazón señala: pero están
discordes; porque la lengua suena una cosa, y
el corazón señala o tra : Hora sono discordia
signat. Puso la naturaleza tan concordes la
lengua y el corazón , que dice P lin io , que
salen dos nervios de la lengua, el uno al ce-
lébro y el otro al corazón, los cuales están
tan ^unidos y enlazados, que el de la cabeza
concuerda con el corazón. De forma, que si
la lengua hablara por sí misma, sin el impe­
rio de la voluntad, siempre hablara conforme
lo que dictaba el corazón.
Esta concordia del corazón y la- lengua la
significaron los antiguos en el árbol ó man­
zano pérsico , que la hoja tiene forma de len­
gua y la fruta figura del corazón, del cual
cantó el Poeta : Fert folium , fert poma
simillima cordi. (Virg. c it .) Pues cómo en lol
hombres no concuerda el corazón con la len­
gua? Porque la pervierte la voluntad, hacien­
do , que como relox desconcertado suene la
lengua cosa distinta de lo que dicta el corazón:
A liter sonat, quhm signat. Esto sucede en to*
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de vicios y virtudes. 39*
dos los hombres ,. como lo dice el Salmista r
Omnis homo tm
x, (Psalm. 30.) Solo Cristo
a
d
en
es suma verdad , á quien todos debemos imi­
tar: de forma, que antes hemos de elegir per­
der la vid a, que faltar á la verdad. Así le su-1
cedió al del caso que sigue.
. Refiere el mismo Engelgrave, (d) que hubo*
en Constantinopla un m ozo, llamado Falce,
de sangre muy noble, el cual tenia tanta de­
voción con su Angel Custodio, que á honra
y gloria su ya, hizo un voto á Dios de no de-
cir mentira alguaa en todos los dias de su vida?
y de tal forma se obligó á este vo to , que aun­
que se viese en ocasión de perder la vid a , no
lo habia de quebrantar.
Sucedióle en una ocasión , que altercando
con otro mozo sobre no sd que materia , tra­
báronse de palabras, y llenos de pasión sa­
caron las espadas, y Falco le dió á su com­
pañero una estocada, y lo dejói muerto. D i­
vulgóse la muerte , y aunque sucedió estando
los dos solos, sin que hubiera persona alguna
que pediera testificar del caso; con todo eso,'
haciendo la justicia la averiguación , con al­
gunos indicios que hubo, le atribuyeron 1«

(d) Engelg.C<b¡. Emp. Serm. S. Michael.

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40 Casos raros
muerte i P ilco . Prendiéronle , y llegandó eF
Juez á tomarle la declaración, se vió puesto en
grande aprieto , y comenzó entre sí mismo á
hacer éste discurso : Yo he cometido este de-i
lito , decía; si lo confieso , me dan senten­
cia de muerte; si no lo confieso, falto al voto»
que hice en honra de mi Angel Custodio i du-
xa cosa e s , condenarse un hombre i sí mismo
i ja muerte; pero también es grave sacrilegio
faltar á la fidelidad del v o to : muy justo es
confesar la verdad, y muy malo decir ana,
mentira; pero también es cosa ardua entre­
garse á morir.
* En esta contrariedad de afectos se resolvió
raleroso y constante á confesar la verdad coa
certeza de su muerte, y no decir mentira, fal­
tando al voto que tenia hecho. En fin confesó
su delito 4 y el Juez dió sentencia de muerte*'
contra Falco. Entráronlo en la cap illa, don-'
de se dispuso para m orir, encomendándose á
Dios y á su santo Angel Custodio.
Llegó el dia del suplicio: subió ai cadahal-^
so 4 donde interiormente sintió tener una gran?
confianza en su Angel jCustodio, i quien en
SU corazón le dijo: Angel mió, Custodio d$
mi alm a, libremente me ofrezco á la muerto
por no faltarte á la fidelidad del voto^ que
ofrecí en honra tuya , de no decir en toda mi
vida una mentira ; y así quiera morir gustosoi
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de vicios y virtude
porque entiendo, quecon esto cumplo
voluntad de Dios y tuya.
Dichas estas palabras en su interior, puesto
de rodillas, bajó el cuello , para que el ver«
dugo le cortara la cabeza: yo tenia levantado
el brazo con la cuchilla en la mano para des­
cargar el golpe, cuando de improviso vió de­
lante de sí un hermosísimo jóven con una es­
pada desembainada, amenazándole con la
muerte , si descargaba el golpe contra aquel
mozo. Turbóse el verdugo, mudósele el ros­
tro , y del temblor que le dió en todo sú cuer­
po , se le cayó la cuchilla de la mano. O rigi­
nóse de esto una gran confusión entre todos
los circunstantes, que vieron aquel prodigio.
E l Juez discurrió, que el verdugo-, ó por
engaño, ó por algún interes cohechado, ha­
bía fingido aquel desmayo, y mandó que su­
biese otro al cadahalso, para ejecutar la sen­
tencia ; pero á este le sucedió lo mismo que
al primero. Aun no satisfecho el J u e z , dispo­
niéndolo así la divina Providencia, para que
hubiese muchos testigos del cuidado que tie­
ne el Angel custodio en defender á sus devotos,
mandó que subiese otro verdugo, y á este le.
sucedió lo mismo que á los otros.
N o se dió por satisfecha con estos prodigios
la venganza. Hallóse á todo lo sucedido un
pariente del muerto, y lleno de odio y ren-
Digitized :j,
42 Casos raros
cor contra el miserable re o , se llegó al Ja ez,
y le pidió su licencia para hacer el oficio de
verdugo. Subió intrépido al cadahalso , y ha­
biendo tomado la cuchilla y levantado con
grande valor el brazo, aquel hermoso jóven,
no con amenazas, como á los otros, sino con
claras vo ces, le d ijo : n T en te , no descar­
as gues el golp e, que es grande maldad le qui-
y>tes la cabeza á este mozo, que por mi hon-
s» ra ha confesado su delito.
Quedó asombrado y confuso con esto, y
volviendo en s í , se bajó del cadahalso, y
contándole al Juez lo que le había pasado,
fue luego perdonado el re o : que agradecido i
su defensor el santo Angel custodio, para su
mayor honra tomó el hábito en un convento
de Religiosos, poniéndose por nombre F ra y
A n g e l, en honra del santo A n gel, y allí v i­
vió muchos años, haciendo una vida de un An­
i e l , con grande ejemplo que dió á todos de sus
grandes virtudes.

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de vicios yvirtud

C A P ÍT U L O V.

Nosoh la música deleita con el canto, sino


que por medio de ella alguna vez el de­
monio produce encantos y su­
persticiones.

S ie m p re fue la música connatural al hombre:


así lo dijo Aristóteles: Videtur cognatio qua­
dam no.bis esse. cum harmoniis, id
( A rist.lib. 8 polit, c. 5- ) Con muchas razones
• lo comprueban los santos Padres, y en espe­
cia l el Crisóstomo. E s tan conforme la mú­
sica i nuestra naturaleza, dice el santo Doc­
tor , que aun los niSos en su tierna infancia, si
lloran y se inquietan, tomándolos las ma­
dres en los brazos, ó metiéndolos en la cuna,
y cantándoles ciertas cantinelas pueriles, lue­
go se quietan y se duermen : N utrices, qua
eos gestant in ulnis, saquada
carmina decantantes , supercilia eorum ita
piunt. (Chrysost.in psalm.4 1.)
Pero para qué es recurrir á las cunas de los
niños para manifestar esta verdad , cuando la
comprueban tantos Profetas, testigos de ma­
yor excepción ? Aggeo y Zacarías fueron
los primeros, que cantaron Aleluya. D avid,
dice san Atanasio, fue también el ptimers
Digitized by G o o g lP ^
u Casot raros
que recibió de Dios el espíritu de cantar: de
quien dice san Agustin, que era muy erudito
en la música , y canto: canticis
ditum!, qui harmoniam musicam fideli volup­
tate dilexit (A ug . lib. 17 de civit. Dei.) E
cierto que la música mueve la voluntad á de­
voción , y aplaca el ánimo. David con la cí­
tara aplacaba el mal espíritu de S a ú l, y lo pa*
cificaba. Por eso la Iglesia usó en los divinoa
oficios del órgano y otros instrumentos mú­
sicos , dice el Abulense, porque su harmonía
excita los ánimos á devoción: Ideo
Ecclesia pulsationem organorum musicorum * *
sunt autem illa non parva efficacia ad com­
ponendos mores humanos. ( in l. Reg•
e. 6, .9. ) Y según la variedad de los tonos y
q
sonidos de los instrumentos músicos, así exci­
tan á varios afectos.
£1 Emperador Alejandro tenia en su pala­
cio un músico, que cuando queria lo exci­
taba á las armas; y despues mudando de tono
en el instrumento , aplacaba su ánimo. H ace
mención de esto san Basilio : Quando acriorem
harmoniam emississet, Alexandrum 'e convi­
vio ad arma, Si rursus ad epulas concitasse
dicitur. ( S .B asii, hom. 24 de legend, l. gent
N o solo los racionales tienen esta inclina­
ción á la música y harmonía de los instru»
«lentos, sino también los. brutos» Los elefan»
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de v ie t» y ■ virradet. '45
tes st domestican y alhagan con' la música.
Pitágoras reprimía la ferocidad é ímpetu de
los lobos al. sonido de una flauta : y las aves,
engañadas ton este instrumento, son presas:
Fistula dulce sonat, volucrem dum decipit
auceps. (Kirquer Musurgia, p
2 82.)
■ También el demonio, cazador infernal, sne*
le valerse de instrumentos músicos, para en*
gafiar y cazar á las alm as, por medio de su*
persticiones y encantos-, como se verá en
este caso.
. E n Ham ania, pueblo de la inferior Sajo*
- n ia , (e) hubo una plaga d«S. ratones, que se
comían todos, los sembrados , viñas y todos
los demas frutos de la tierra. Y no discurriendo
jos vecinos qué media tomar para librarse de
tan enfadosa <y perjudicial p la g a , de im*
proviso se apareció un hombre desconocido,
de grande estatura, sin saber de donde venia,
ni adonde caminaba. Este se ofreció á matar
todos los ratones, que hubiese en aquel dis­
trito , pidiéndoles por su habilidad cierta suma
de dinero. Sus ciudadanos, deseosos de verse
libres de tan enfadosa p la ga , hicieron el con*
cierto ; y sacando de un zurrón, que llevaba,
-nna flauta , la comenzó á, to ca r, y al punto

(e) . Apud Engelg, S. Ccecil.


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4« Casas raro» v
comenzaron i salir con grande ímpetu todo»
los ratones que había en las casas, tejados,
zaquizamíes y cabernas de la tierra , y jun­
tos todos en el cam po, siguieron el sonido de
flauta, hasta llevarlos á las orillas de un rio,
que había junto á aquella población, llamado
Visurgo; y desnudándose aquel hombre de me­
dio cuerpo abajo, se entró en el rio, tocando lá
flauta, la cual siguieron los ratones, entrándose
todos en el r io , donde quedaron ahogados.
Pidió despues el dinero, en que se había
concertado, y como no se lo quisiesen dar,
sacó otra flauta del zurrón, y comenzaron á
salir tras del són todos los muchachos y mu­
chachas de cuatro años hasta d oce, y siguien­
do aquel hombre, que iba tocando la flauta,
los llevó hasta un monte cercado al dicho pue­
blo á las orillas de aquel rio. A llí había una
caberna ó cueva muy espaciosa, que servia
de establo de animales: allí metió á todos los
muchachos y él con ellos, y se desaparecie­
ron de forma, que no se supo mas de ellos. L a
común opinión en . aquella tierra e s , que se
abrió la tierra, y se los tragó. Con este suceso
tan maravilloso, de verse aquel pueblo privado
de sus hijos, desde entonces acostumbran á nu­
merar los años desde la espulsion de sus hijos.
Este caso lo refiere K irq u er, citado de
E n gelgrave, y dice que estuvo él en dicha
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devicios y virtudes. 4jr
eiu d ad , y que vió el monte donde fueron se­
pultados los muchachos; y que vió en la Igle­
sia de dicha ciudad toda esta historia dibujada
en un lienzo. Y dice que aquel hombre no
pudo ser otro que el demonio, que con aque­
lla infernal flauta encantó i los ratones y 4
los muchachos, acaso por haber ellos .cantado
algunos cantares m ajos, con los cuales obli-
garon i que los encantase ; para que con este
escarmiento no permitan los padres, que sus hi­
jos canten semejantes cantares: así se los ad­
vierte el Crisóstomo: Nsatánic
proferant pueri vestri. ( Chrysost. in epist. ad
eph. c. 5.)

C A P ÍT U L O V I.

D e las brujas.

E s c r ib e el Padre Martin del R io , (o) que


un hombre casado tenia sospechas, de que
su muger tenia comercio y comunicación con
las brujas, porque la habia observado muchas
noches, que se levantaba de la cama á deshora
de la noche, sin saber á donde iba. Y a andaba
rumor por el pueblo de esta mala opinión de

(a) Apud Engelg.ser. 13 post Pent.


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4$ Catos raros
su muger. Quiso esperimeatar y averiguar Io»
pasos de su muger t y una uoche se fingió dor*
mido, y pareciéndole á la muger, que su mari­
do estaba en un profundo sueño, se levantó de
la cam a, y sacando un bote, en que tenia
ciertos ungüentos, se ungió todo su cuerpo,
y luego desapareció.
E l marido , que todo lo estaba mirando, se
levantó de la cam a, y buscando el bote de los
ungüentos, que ya la muger lo habia escon­
dido, hallólo é hizo la misma diligencia de
untarse, y al punto fue llevado por el mismo
camino, por donde iba su muger; y por fin vi­
no á dar á una bodega de cierto Caballero,
dónde halló á su m uger, con otras brujas y
brujos. Apenas la muger lo vió', cuando les
hizo una seña á las compañeras, coa la cual
luego desaparecieron' todos, y solo el marido
se quedó dentro de la bodega. Por la mañana
fueron los criados del Caballero i la bodega,
hallaron aquel hombre , que estaba escondido
detras de una tinaja, y juzgando que era la­
drón lo prendieron, y llevándolo á la pre­
sencia del Caballero , dueño de la casa, le refi­
rió todo lo que le habia pasado con la muger*
F ue denunciada con las demas al santo tribu*
nal de la Inquisición, y fueron castigadas co­
mo lo merecian.
D e otra muger refiere el mismo autor , de
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deviolor y virtudes. - 0
quien su marido tenia grandes: sospechas * qu«
profesaba grande amistad con el demonio. Pre­
guntóla algunas veces su marido sobre esta ma­
teria , y ella siempre lo negaba* Una noche
observó el marido, que luego que se acostaba,
cuando á ella le parecia que estaba dormido,
ella se levantaba , se ungia con unos ungüen­
tos, y echaba á volar. Visto esto obligó á su
muger con muchos palos, á que le dijese la ver­
dad de todo lo que hacia, y adonde iba volan­
do Viéndose ella apretada, se postró de rodi­
llas delante del marido, y le pidió perdón, con­
fesando de plano todo lo que hacia en aquella
junta ó congregación , que ella y sus xompa-
fieras tenian con el demonio.
M ovido el marido de la curiosidad de ha­
llarse en aquella ju n ta, perdonó i la muger,
con la condición de que lo ha’bia de llevar á
él también á aquella ju n ta : así se lo ofreció
la muger. Pidió licencia al demonio, y una
noche sacó el bote de lo s . ungüentos: untá­
ronse los dos muy bien , y al punto se fueron
por el aice.á aquel sitio, donde todos brujos
y brujas se juntaban.
V ió los juegos sucios, bailes y danzas
que hacian. y despues se asentó con los que
a llí había para cenar. Trajeron la cena, y pa-
reciéndole que aquellos manjares estaban muy
insípidos, pidió que le trajeran sal* N o -la
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gOt Casas • raros
traían á tiempo: pidióla segunda v e s; tampo*
c o : pidióla por tres veces, y por fin vino la
sal : y entonces, como enfadado, dijo : G ra ­
cias á Dios, que ha venido la sal. Apenas pro­
nunció estas palabras, cuando todos los demo­
nios y brujas, que allí h abía, todos desapare­
cieron , y lo dejaron solo en aquel horrible
lugar y lleno de tinieblas.
. Por la mañana cuando salió el s o l, deseos
nociendo el lugar en que se hallaba, bajó co­
mo pudo de un monte m uy-alto, y estando en
la llanura, encontró á unos pasageros que iban
por aquel camino, y les preguntó , qué . re­
gión era aquella en que se hallaba ? Y le res­
pondieron , que aquella región ó tierra se
llamaba el campo benaventano, que venia
á estar de su patria mas de cien leguas: con
que al miserable le fue preciso, para volverse
á su casa , ir peregrinando, pidiendo una li­
mosna y gastando muchos d ia s, cuando pa­
ra venir á aquel sitio gastó solo una noches
lo que ¿1 haría allá con la m uger, no lo dice
la historia; pero bien se deja discurrir.

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it «m i y virtudes. gt
C A P ÍT U L O V IL

De laociosidad, madre de los vicios.

raltam malitiam docuit otiositas. (


cap. 3 3 .) Engendra la ociosidad en el hier*
ro o rín , en el lefio carcoma, en el paño
polilla, en las casas ruina, en la tierra esteri­
lidad, en el agna hediondez y podredumbre*
en el aire peste;- pues qué no hará en el hom-r
bre ?■ Pontano escribió el remedio para la ocio*
sidad en estos versos:
N ux, ü, campana, p i g e r s i n e verbera
sin
a
cessant, ( ta.bellar,
n
o
P 2 , pág. 2 76 .) .
Htec d u r a , hic s, hac tacet,
u
rd
ta
Sed simul ut ferri plagam vel ulmi, •
H ac c á d i t , hic pergit, hac ille studet
h a mué* con el golpe en la piedra da s«
medula; el asno c¿>n la vara camina; y la cara*
pana con el golpe del hierro, suena; el perezor
«o con la Vára de olmo estudia.
Todo hombre nació para e l trabajo: Homo
nascitur ad laborem:. (Job, cap. $.) y esto aun*
que sean nobles, ricos, y tengan mucha ha*
eienda. Ninguno mas noble que A d an , pues
su descendencia es del mismo Dios, y ningu­
no- mas r ic o , pues era dueño y señor de to­
do el mundo; y con todo eso se le manda, que
Digitized by G ock >
f>2 Casos ta ré* -'•>
trabaje en el paraíso: Ut operaretur,
todiretillum.'. Por éso san" Pablo",’ escribiendo
á ios tesalonicenses, les d ice , que el que
no trabajase , no coma : Si quis non ope­
rari non manducet. N o merece comer e l pan j
¿I que está ocioso. Sucedió en esta materia un
cuso chistoso en cierto monasterio,
or Llegó un huésped Religioso de: otra
parte , ai cual el Abad, coti los dema&mon-
g e s , le dieron con caridad hospicio por algu­
nos dias en ‘aquel monasterio : vió el huésped,
que todos los dias los monges, con el Abad,
se ejercitaban en trabajar, despaies de la orar i
«ion en obras de manos; pero él se estaba t
ocioso, y porque los otros no le arguyeran de ,
este v ic io , quiso manifestarse más Religioso
que los demas: y muy preciado de espiritual,
les decía á los monges, que no trabajasen,
ni se desvelasen por la com ida, ni: por i la*
■ cosas del cuerpo , que todo iia de perecer, si*
no por el alma, que ha de ser eterna: traíales
para esto muchos textos de E scritura, como ■
aquello de san J u an : Operamini^ non cibum,
■ qui p er it, sed qui permanet in vitam *
nam : (foann. c. 6.) y aquello d e : Maria opti­
mam partetn elegit, qua non auferetur ab ea»
{Lue. cap.i o . )

'• (b) Rafin. A p , n . $$, .


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devicia t y virtudes.
O yó al Abad todos estos argumentos, q u e .
su huésped alegaba para disimular su mucha
pereza y ociosidad: y disimulando cautelar
sámente su ociosa bachillería, mandó al hos-e
pedero , que al huésped lo llevase á la hospe­
dería y le pusiese un lib ro , y que se entretur
viese en leer, de forma que no sintiese, cuando
la comunidad iba á cen af: quería el Abad ar-
güirle con sus mismas razones. Llegó la hora
de la cen a, fueron á cenar, las monges, sin
llamarlo á é l , ni decirle palabra , porque así
lo habia mandado el prelado. Estaba el hués->
ped esperando qoe lo llamasen , y viendo que
y a se pasaba la hora, y que nadie le decia pa­
labra, aplicaba el oido á la puerta de la celda,
y oyendo pasar, algunos, imaginaba si ven*
drian á llam arle; pero ninguno' llegaba, n Qué
w novedad será esta, decia, que no me llaman
ftá cen a r, y se pasa ya la hora?.M as si será
w olvido , y n ose han acordado 'de llamar ál
w huésped ? Viendo, que le apretaba la nécesi-r
d ad , y que se habia ya cerrado.1« cocina y
refectorio, salió de la celd a, y se fué al Abad,
y le d ijo : w Padre, ha cenado ya la coma*
y> nidad ? Ya han cenado los Religiosos, dijó
el viejo. - Pue? cómo es esto $ ¡ replicó fcjí
)huésped. Cómo á mí no me han llamado á
V
es cenar-?-Entonces el Abad le dijo: Hermano,
» tú eres espiritual, tú solo trabajas para e la li-
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S4 Casos raros
9 » mento del alm a, que es eterna; como t ú
» mismo nos lo, dices con el texto de san Juan:
w Operamini, non ,cib
mqui perita
u
99 con leer en un libro tienes bastante y su»
99 puesto que con Maria optimam partem -
99 g isti, no necesitas de nuestro alimento; no-
9 » sotros somos carnales, que no podemo9.de»
99 jar de comer y beber, y por eso traba»
99jamos todos los dias: y así aunque tú te
99 pases sin cenar, no importa nada.
Viendo el huésped, que el Abad lo había
conocido ocioso, reconoció su cu lpa, y le
pidió perdón, Entonces el Abad le dijo : H i­
jo , necesarias son en la Religión las dos her»
manas M arta y M aría; y por eso manda
aan P ablo , que eTque no trabajase, no co­
m a: Si quis non vult op era ri,'non manducet*
(a Thesal. cap. 3,) •
Semejante á este caso se lee otro en las v i­
das de los sántos Padres, (c) Hubo un mon­
j e , llamado Jaan Breve,, el cual solia decir é
nn compañero suyo: Hermano, yo quisiera
8er como Angel para vivir seguro, y no tra­
bajar en otra cosa sino en servirá Dios. D e­
jóse á su compañero en la celda , y el se fue
al yermo sin prevención ninguna para alimen»

(c) F it. P a tr,


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de vicio* y virtudes. SS
tarse: estuvo allí una semana; y como le apre*
tase la hambre, se volvió á la celda del
compañero, y llamó á la puerta. Preguntó el
otro, que quien era el que llamaba? w Abre­
osme, respondió, que soy Juan B re v e : i lo
«cual replicó el compañero desde dentro:
r>No puede s e r ; que Juan Breve ya es An*<
« g e l, y no vive entre los hombres^ Volvió
el buen Juan á afirmar, que era Juan Breve;
pero el otro no le quiso abrir hasta otro dia«
Abrióle el dia siguiente, y le d ijo : * Si eres
m A n gel, qué buscas entre los| hombres, ni
vipata qué los necesitas? Y si eres hombrej
9»debes trabajar para vivir. Confuso el buen
9»Ju an , le pidió pérdon.
E n nuestros tiempos hay algunos holga*
sanes, que imitan á este Angel B re v e , qué
sin trabajar, vagamundos, dados á una vida
ociosa, esperan conseguir la eterna. Estos son
como los anabaptistas, que fiados en aquellas
palabras mal entendidas de Cristo en el
E v a n g e lio : Respicite volatilia c a li, quoniam
non serunt, neque metunt, neque congregant
in horrea, & pater vester calestis pascit
se subian á los árboles como las a ves, y allí
esperaban de Dios el sustento, como se puede
ver en Cornelio Alapide , ( Cornei, in i
cap. 5.) donde se hallará, que era tanta la
adhesión que tenian á este error, y tanta su
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96 ■Casos raros
pertinacia , (fue muchos catan de los árboles
muertos de hambre.
Nx> quiere Dios sino que todos los hom­
bres trabajen, pues nacieron para eso:
nascitur ad laborem. {Job. cap. $.) Por eso no
quiso Dios Moverles á los israelitas panes co­
cidos , sino el maná esparcido por el campos
muy menudo, á manera de ¿uniente de c i­
lantro; para que tuviesen el trabajo de co­
gerlo, molerlo en un mortero, amasarlo, co­
cerlo en-una olla ó en horno, y despues co*
merlo : ni tampoco quiso darles las codornices
aderezadas y compuestas, sino vivas con sus
plumas; para que tuviesen el trabajo de co*
gerlas, pelarlas, asarlas y despues comerlas:
todo esto era, para que e l pueblo no se diera á
la pereza y ociosidad, como hoy vemos mu­
chos en las- repúblicas. Esta es una enferme­
dad pestilencial, y yo no hallo para ella otro
medicamento mas eficaz, que es el ungüento
de olmo, de que suelen usar mucho los ar­
riero», con el cual les untan los lomos á los
asnos: Si los k.Magistrados , Gobernadores y
Alcaldes de las repúblicas á todos los hom­
bres ociosos y paseantes los metieran en
una cárcel, d los echaran á una galera, es­
tuvieran mas quietas las repúblicas, y hubiera
menos ¡vicios y mas virtud.
Este: vicio.de- ociosidad suele ser muy fre*
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devicios y virtudes. S?
caente en machos pobres fingidos* qae coa
capa de pobres se meten á tunantes y va­
gamundos : suelen coger unas muletas * y . coa
un pie levantado van recogiendo mucho di­
nero y engañando á todo el mundo, y cuan­
do van por el camino* se echan las muletas al
hombro: otros dicen que vienen de la guerra*
y que han padecido tantos trabajos * y que se
han visto en muchos peligros. N o dudo que
hay muchos verdaderamente pobres* impedi­
dos y necesitados; pero no se puede dudar*
que hay también muchos pobres fingidos * y
que siendo mozos robustos que pudieran tra­
bajar, se dan á holgazanes y vagamundos*
usurpando las limosnas á los verdaderamente
pobres: estos merecían Nestar en una galera.
Fue gustoso el ardid * con que descubrid
i estos en £spafía el Duque de O suna: veia
que en sus dominios acudían muchos pobres
impedidos * unos cojos * otros mancos * otros
paralíticos y otros con diversos accidentes.
Mandó que todos los pobres mendigos * que
hubiese en su ciudad y dominios* cojos, tu­
llidos y paralíticos* y leprosos * se juntasen
para tal día en su palacio. Estando todos jun­
tos* y habiéndoles dado muy bien de comer,
los juntó á todos en un juego de pelota * que
tenia en el palacio* que era una pieza muy
cap az: puso un cordel de pared á pared de
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58 ' ’ Casos raros
aquel salón, y del cordel puso pendientes de.
unos hilos muchos doblones; pero estaban tan.
altos, que sin dar un buen brinco no se po*
dian coger. Entonces, dijo á los pobres: E a ,
amigos, esos doblones son para ustedes; pero
les ha de costar su trabajo el cogerlos. Apenas
el Duque les dijo esto, cuando sin pereza al­
guna , este deja las muletas, aquel se quita la
capa rota, el otro deja el fardo, el paralitico
se muestra muy ligero, y cada cual procuraba
brincar mas a lto , para llevarse mas dinero»
Conoció el Duque que todos aquellos eran
unos vagamundos, y que su enfermedad solo
era del vicio de la ociosidad y pereza, y á
todos hizo que los echasen i galeras. .
E s también notable la historia que refiere
un varón muy erudito , como testigo ocular,
que confirma todo lo dicho. Estando este ea
G andavo, ciudad en Flandes, sentado con
otros Caballeros en las puertas de las casas de
Ayuntamiento, llegó un pobre mendigo llo ­
rando y gim iendo, con varios modos disi­
mulando su pobreza, diciendo que padecia
un accidente muy oculto, que eh empache
y vergüenza no le daba lugar á manifestarlo:
compadecidos todos aquellos Caballeros, todos
le dieron limosna. Fuése el pobre, y uno de
los que estaban presentes le picó la curiosidad
de saber el m al, que padecia tan oculto aquel
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devictos y virtudes.
pobre: llamó á un criado su y o , y le dijo,
que siguiese á aquel pobre, y que inquiriese
el accidente que padecía. Llegó el criado, y
llamando á parte al pobre, le preguntó con
instancia que le dijese el mal que padecía:
mirólo á la ca ra , viólo gordo y colorado:
registróle el pecho, los brazos, las piernas
y todos sus miembros; y todo le pareció estar
sano, y le d ijo : Hermano, yo no veo en ti
señal de enfermedad alguna. A h , Señor, res­
pondió el maligno, mi enfermedad es muy gra­
ve y mas oculta de lo que se piensa, porque
está'metida en las medulas de los huesos, y
se va introduciendo pur las venas y arterias
de todo el cuerpo, de tal forma , que no hay
miembro en todo mi cuerpo, que pueda en­
tregarse al trabajo: he oido d ecir, que este
accidente ó enfermedad se llama pereza y
ociosidad. Enfadóse el criado con la respuesta:
fué , y refirió á los Caballeros lo que pasaba:
lo cual fue celebrado con risa*

Digitized by $ 3 le
6a ■’ Casos raros ^

C A P ÍT U L O V III.
1

Devoción á Marta Santísima y i su dul­


císimo nombre.

E n Alemania la baja, (d) en una aldea ce r-


ca de la ciudad de Neom ago, hubo un Sa­
cerdote muy cristiano y piadoso: este tenia
una doncellita sobrina suya de pocos años,
para el cuidado y menesteres de la casa,
llamada María. Envióla un dia á la ciudad,
para comprar algunas provisiones necesarias
para la casa, con la prevención que si no
se pudiese despachar aquel dia de sus ne­
gocios, y llegase la noche, no se viniese,
sino que se fuese ¿ hospedar en casa de una
tia su y a , hermana de su tio el clérigo, la
cual vivia en ¡a ciudad. En fin vino á po­
nerse el sol á la tarde sin haberse despacha*
d o : fuése á casa de la tia , á que le.diese hos*
picio aquella noche: llegó en tan mola oca­
sión , que la tia habia reñido con qna vecina,
y estaba muy airada y apasionada, con que
lo vino á pagar la pobre sobrina. Apenas la
v i ó , cuando llenándola de oprobios, la en-

(d ) Marión. Ann, Christi 5 6 , Deip. 7 0 .


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de«Jeto* y virtudes. 6t
f i ó enhoramala, diciéndola, que no la que­
ría admitir eu su casa. '
L a pobre doncella, falta de consejo, se de­
terminó á irse de noche: salió de la ciudad,
y viéndose en el ca m p o o b scu recid a la no­
che, triste y desconsolada, se sentó á llorar
su desdicha. Viéndola el demonio tan triste y
afligida, la arrojó varios pensamientos de de­
sesperación ; y arrebatada en una desesperada
locura, llamó en su a u x ilio , no á D io s, ni
i María Santísima, como antes lo acostum­
braba , sino al demonio, para q u e , ó fuese
con un la z o , ó ahogada en un p ozo , ó en
algún precipicio le quitase la vida.
Apareciósele el demonio en figura de un
médico, que ella conocia. O frecióle, que la
favorecería en su miseria, y la asistiría en
cuanto deseara , con tal que se mudase el
nombre de María en otro cualquiera. Oia gus­
tosa la muchacha al infernal consejero; solo
se le hacia muy dificultoso el dejar el dulce
nombre de María., D íjo le , que ejecutaría todo
lo que le mandase, fuera de quitarse el nom­
bre : prohibióle el santiguarse con la señal de
la cru z; y le dijo: no quiero que dejes to­
talmente el nombre de María, quédate para tn
consuelo con la primera letra, que es la M , y
deja todas las demas; y si hasta aquí te has lla­
mado M aría, de aquí adelante te llamarás fitne-
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6a - • Casos raros "
Vino en ello la desdichada: el dul­
císimo nombre de M aría, quedándose con sola
la primera letra M por nombre, pareciéndole
^ u e no quedaba totalmente desamparada, cuan­
do se quedaba con una letra, pendiente de ella
como de un hilo la devoción de María.
Con esto el demonio, en figura de aquel mé­
dico , se amigó con e lla , cometiendo los mas
horrendos pecados, que se pueden imaginar.
Llevóla á Antuerpia y otras ciudades, donde
vivió una vida infame: seis años estuvo aman­
cebada con él demonio, cometiendo otros feí­
simos pecados, que por no escandalizar no se
dicen; hasta que ya comenzó i enfadarse de
tanta cu lp a, no sin especial auxilia de María
Santísima, que se dolia ver i su antigua déyo-
ta en las garras del lobo infernal.
Pidióle Eme un dia á su infernal esposo,
que la llevase á N eom ago, ciudad cercana
á su misma aldea, donde se. celebraban una*
solemnes fiestas. Concedióselo: llegaron á la
ciudad dia de la Santísima T rinidad, poco
despues de medio dia t ?represen
misma tarde en público un auto sacramental,
cuyo asunto era de la misericordia de M aría
Santísima para con los pecadores, pero otro
mas prodigioso y vistoso espectáculo se repre­
sentaba en el c ie lo , doride María Santísima
manifestaba á su Santísimo Hijo sos virginales
^ Digitized by Google
de vicio*yvif}udes. 6)
p e c h o s , con cuyo suavísimo y dujcísinia
n é c ta r, como embriagado su Magestad, se ol­
vidase de las injurias de aquella h ija : y Ma­
ría pecadora, engañada del demonio. Gran­
demente cuadran aquí las palabras de Ricardo
de. san Laurencio : b,qu'od de te
a
rd
eco
R
nem sumpserim , qubd lac uberibus su­
xerim , 55 ista recordatio, tamquam vini po­
tus , pr asentísirritationis, 55 indignationis
oblivisci me fa c it, ne festinem ad vindictam.
f-. A sí sucedióti. asistió Eme á aquel espectá­
culo ó representación tan tierna de la miseri­
cordia de M a r ía : cada palabra era una saeta,
que le atravesaba el corazón. Comenzó y a á
arrepentirse de sus enormísimas culpas : Upra-
ba con muchas lágrimas lo» seis años de su de­
pravada vida. Viéndola tan llorosa pi; infernal
esposo, procuró consolarla, procurando por
cuantos modo» pudo inventar su malicia, des­
vanecerle su arrepentimientq ; pero nunca pu­
do detener la feliz corriente de sus lágrimas,
que le mereció la clemencia de la madre de
las misericordias. Apartóla del concurso ó
espectáculo, por ver si olvidando aquellas es­
pecies, se entibiaban sus ardores; pero en va­
no: quitóse y a la máscara de fingido médico,
y apareció un horrible demonio; y en esta fi­
gura la cogió, y levantándola en a lto , la dejó
caer con grande ímpetu en el suelo; y,se desa-
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54 '■ Ccitos raró 't
pareció áqnel infernal enemigo. Acudieron ¿ su
socorro muchas personas de aquel concurso:
llegó éntre ellas su t io , que en aquella oca*
sion se hallaba en la ciudad, y conociendo á
su sobrina, la llevó á su casa, y habiéndole re­
ferido su mala v id a , con consejo de hombrea
discretos y doctos, la envió á Rom a, para
que con el Papa confesase sus delitos; porque
eran tan enormes y tan graves, que no bas­
taba cualquiera confesor para absolverlos.
H izo su confesión con el Sumo Pontífice,
imponiéndole por penitencia, que llevase con*
tinuamente tres anillas ó argollas de hierroy
una en el cuello y las otras dos en los brazos,
sin que jamas se las quitase y basta que ellas,
ó con el uso ó por milagro se deshiciesen.7
Admitida la'penitencia,'se volvió á su patria,
y para d a r satisfacción al mundo de Su escan­
dalosa V ida, se agregó á una congregación de
mugetéá penitentes debajo del patrocinio de
la madre d élas misericordias María Santísima:
ejercitóse en muchos actos de virtud i é hizo
horrorosas penitencias. Pasados catorce años,
estando una noche durmiendo, sintió que se le
quebraron los círculos ó argollás de hierro,
que tenia en los brazos y cu ello, por donde
se persuadió, que ya estaba reconciliada con
D io s , y que su Magestad la había admitido
i su gracia por la intercesión de la madre de
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deviciót y virtudes. ts
l&s misericordias. Finalmente al año siguiente,
dán no cumplido, le dió Dios la última en*
fermedad; y habiendo recibido dignamente los
Santos Sacramentos, llamando en aquella úl­
tima hora á su abogada María Santísima, ma­
dre?' de las misericordias, se le apareció esta
divina Señora, y en sus sacratísimos brazos y
pechos entregó esta ilustre pecadora María su
espíritu á su Criador.

C A P ÍT U L O IX.
" * -1 . t

É l mundo es un traidor, que á la mejor oca±


sion fa lta ett suspromesas.

T o d o el mundo se funda en malignidad^


dice san J u a n : Totus mundus in maligno
positus est. ( i Joan, gEs de
í ío que dijo san Cipriano, que condesciende
Con el gusto de sus seguidores, pata despues
fcnojarse con ellos; para engañar, alhaga; para
matar, convida: A rrid et, ut serviat; ±
turv ut fa lla t; illid it, ut occidat. ( Cypr. ep.
ad Donat.) N o hay que fiar en las promesas dei
mundo, porque son falaces y engañosas. Los
bienes, que ofrece, son bienes solo en la apa­
riencia, que traen consigo mil sinsabores. Cuan­
do menos se piensa, los quita y los da á otros:
es un falaz inconstante en los bienes, que da,
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<6 Casos
falsoen sos promesas: es no traidor,; que si*f
a visa r, se alegra de coger á los hombres 4»
im proviso, y falta al mejor tiempo.
. - Habíase puesto á descansar el Profeta Joná»
debajo de la sombra de una yedra verde , 1a
cual fue creciendo poco i poco, de forma, que
se tejieron sus ramas y hojas á la. manera de
un hermoso pavellon: y qué sucedió? Que
cuando el Profeta se veia mas consolado, des­
cansando y alegrándose con la yed ra, como
dice el textot S
p
u
h
er dedera laetabatur laetitia
magna, {Joan. c. 4.) se marchitó toda de repen­
te y se secó, y él se quedó á los rayos del sola
O , cuántos de la misma forma han sido
burlados del mundoI Cuántas yedras mae
pomposas de improviso se han secado sobre
jas cabezas de muchos! ó por mejor decir,
cuántos laureles ( Muchos ejemplos se pudie­
ran traer en prueba de esto; y sobre todo*
baste para mover al desprecio del mundo, y
v iv ir con cautela de este enemigo traidor, e l
caso de Ladislao R ey de Bohemia.
O ig ase, y se verá cuan inconstante é infiel
es la humana felicidad. Era Ladislao mozo ape*
fias de diez y ocho años, cuando se desposó
con Magdalena hija de Carlos séptimo R ey de
F ran cia ; y habiendo destinado á la ciudad de
Praga para las bodas, cobrado los tributos
y repartido los oficios, despachó í París al
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de vicios y virtudes. *7
Obispo de Pasavia, para traér á s u esposa*
Hable toda la E u ro p a, y diga si en caso se-{
anejante se vió jamas destinarse embajada mas
autorizada, ni magnífica: doscientos caballe­
ros nobles fueron de Bohemia, doscientos de
Austria, doscientos de Hungría, que todos por
sus personas, por su adorno y riqueza de ga­
las , por el número grande de pages, por el
cortejo, eran tan dignos de atención , que
fácilmente hubieran sido tenidos por Reyes , s i
no hubieran sido tantos.
Para que vinieran acompañando y sirvien­
do á la R e in a , fueron también cuatrocien­
tas damas y señoras muy ilustres, con muy
pomposo acompañamiento de criadas: para las
soberbísima» carrozas de plata y o ro , se le
enviaron no menos que ochenta generosos
caballos;, tan raros por la pinta, tan ricos por
los jaeces , qne parece que no se desdeñara
el sol de admitirlos para su carroza. Demas
de esto , no se vió jamas el aparato de vagi-
Has de plata y o ro , de tapicerías, de alfom­
bras para.adornar las posadas, por donde ha»
bian de pasar, que se enviaron los regalos
tan suntuosos. Por otras partes fueron en­
viados embajadores al mismo C ésar, para
convidarlo con la Emperatriz Leonor á la
celebridad de las bodas; embajadores al R ey
de Polonia, embajadores á los Príncipes de
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Casos raros '
Baviera , embajadores á los Principes de s a ­
jorna , embajadores á los Marqueses de Bran—
demburgo; todos convidados á las bodas. T ra -
jéronse i Praga de diversos montes excesivo*
maderos, para formar magníficos teatros, pa­
ñi comedias, palenques, torneos, vallas para
justas, tablado para espectáculos de los Prín­
cip es, Caballeros y gente plebeya , que v i­
niese á verlo.
Y a estaban prevenidas, dispuestas y ador­
nadas las calles, con arcos triunfales, con pin­
turas, eon estatuas; todo estaba ya dispuesto
y adornado, que no se esperaba otra cosa, sino
de un dia para otro á la Reina con toda esta
com itiva, que ya se sabia que estaba cerca*
Cuando una noche comenzó el R ey á sentir
un poco de dolor de estómago: pertúrbase,
entristécese: con todo eso, por no dar sospe­
cha de mal, disimula, se sienta á la mesa, ce­
na , conversa y gasta gran parte de la noche
con sus Grandes: retírase luego á su retrete,
duerme inquieto: por la mañana llaman á to­
da priesa á los médicos. O Dios, y qué desgra*
cía l Hállanle sin remedio, échanle el fallo de
m uerte: y qué sucedió ? A las treinta y seis
horas fue puesto el R ey en un ataúd.
Veis aquí ya mudado todo el teatro, de
forma que al punto despacharon postas por
Codas partes para - detener en los caminos á
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de victos y virtudes. 69
les potentados: trocóse en desórden la fiesta,
la pompa en llanto: la Reina, que estaba muy
cercana á Praga con la grandeza y comitiva
de tantos nobles y damas, se ve precisada á
vo lverse, no ya esposa, sino viuda, habiendo
perdido á su esposo antes de haberlo poseído.
Desmídanse las calles y palacios, visteóse de
lu to : no se oye otra cosa sino llantos y cla­
mores de campanas, cuando ayer todo era ale­
gría y regocijos. Cual seria el pasmo, la me­
lancolía y tristeza de toda aquella corte ? N o
se ve y a ' bien claro, como el mundo falta en
la mejor ocasión ? Y que aquellos á quienes
alhaga, como dice san Pedro Damiano, breve­
mente á esos mismos se les vuelve en amargura:
Quibus blanditur, iis quanto ejus in amaritu-.
dinem vertitur % (Dant. ep. 5 , 7 .) N o se
conoce ya, que el mundo es un traidor?
E sto viene á ser lo mismo que sucede en el
V esu b io : es verdad que si se cultivan sus co­
linas, ofrece abundantísimas cosechas, una
perpetua primavera en los pastos siempre ver*
d e s: un perpetuo otoño en los frutos siempre
maduros: y qué sucede despues? Cuando menos
se piensa , vomita fuera de sus entrañas un rio
de azufre, de llamas, de ceniza, de peñascos y
en una sola hora atrae tanto daño, cuanto con
gran fatiga en muchos años los labradores dis­
frutaron de riqueza. Qué ,del caso aquí las pa*
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yo Casos raros
labras del Eclesiástico: Malitia hora obli­
vionem facit luxuria m agna: E l mal de una
«ola hora hace olvida* lo gustoso de los de­
leites por mucho tiempo.
Pues quién hay, que sirva al mundo á vistá
de estas esperiencias ? Quién h a y , que tenga
puesta su confianza en un enemigo tan declara­
do, que á traición quita la vida, la honra y la
hacienda?
C A P Í T U L O X.

Bailes de hombres y mugeres, ocasión da


muchas m »
ruant ain uno facinore sunt criminal ( S .
Í mb, l.3 , devirg.) Dijo san A
hablando de la crueldad de H erodes, que por
haber danzado en su presencia' una liviana
mugerzuela, le dió en premio la cabeza del
Bautista: Pramium saltatricis mors est Prophe­
ta . Cuántas maldades se originaron de aquel
baile! Y cuántas disoluciones se originan ahora
de los bailes de las mugeres! Cuántas honestas
doncellas y modestas matronas cayeron de su
honestidad en torpezas por los bailes! O si
loa paridos pudieran v e r , como por un res-
qu icio , los corazones de sus mugeres, cuando
balfán, y las madres vieran los corazones de
w n hijas $ qué t o ^ z a s vieran!
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devicios y virtudes. jr f
Cuenta Ludovico Garon, que en cierta ciu­
dad una noche estaban unas seitoras en un sa­
rao : entraron los maridos disfrazados , de for­
ma , que no los conocieron sus mugeres. Co­
menzaron á bailar con ellas; y despues cada
ano á la suya la convidó i la torpeza, y to­
das consintieron : y fue esto motivo , para que
jamas las permitiesen salir á bailes.
Teman estas saltatrices el castigo que dió>
Dios á la saltatriz del adúltero H erodlas, que
yendo á pasar un rio en medio del invierno,'
que con el rigor del frió estaba helado, andando
por el ye lo, se quebró y se hundió el cuerpo en'
lo profundo, quedándose colgada dé la cabeza'
por la garganta sobre el yelo. Estando de esta
forma, bregando por ver si podia salir, con los
mismos movimientos que h acia , la degolló el
yelo, de forma que de un todo se le separó la
cabeza del cuerpo, y su alma bajó al profan­
do del infierno. Oigase á N icéforo: Éutidum
si quoddam brumali tempore e ra t, fluvius
trajiciendus, qui oum glacie constrictus coag-
mentatasque esset, pedes eum transibat; glacis,
autem rupta, idque non sine Dei numine, <fe-.
mergitur. Illa statim capite , & inferia*
ribus corporis partibus lasciviens, molliusque
se movens; sa lta t, non in terris , sed in undis.
Caput vero sceelestumfrigore, glaci
cretum, deinde etiam ,v
u á re
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72 ' Casos rarbs
corpore, nonferro ¡sed glaciei custris refractum,
in glacie ipsa saltationem lathalem exhibet,
spectaculoque ejus omnibus in
riam, quce fecerat. ( Nicephi, cap. 20.)
Este fin tan desastrado tuvo aquella livia­
na moza por sus bailes: siempre los baile»
han sido presagio de mal. Cuando en el mar
saltan los delfines, y cuando cantan las sire­
nas, amenaza grande naufragio.
En el libró .de los Jueces ( e ) se le e , que
calieron las doncellas silonitas con muchos ins­
trumentos cantando y bailando; pero los
benjamitas estaban emboscados en las viñas;
salieron y las robaron á todas, y perdieron
su entereza y su libertad. Y cuántas donce­
llas ha habido , que viviendo antes honestas*
recatadas y dadas al ejercicio de la virtud^
»olo con un baile 6 en un sarao, perdie-;
ron su virginidad ? Y cuántas perecieron en
ti cuerpo y en.la alma?
Tomas Cantim prato, discípulo de santo
*»Tomas, refiere este caso: Halléme en Pran-
*»cia, d ice, cerca de la ciudad de L e ó n , y
v»el cura de la villa me refirió, que estando
««bailando hombres y mugeres sobre el puea-

( e ) Judie, cap. 2 1 .
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devicios y virtudes. 73
» te de un r io , se rompió el puente, y todos'.
5» perecieron en sus aguas. Y o mismo vi, prosi*
» guió , una muger torpe bailar, siendo yo.
*>muchacho; y despues del b a ile, en mi pre-
v> sencia se puso á luchar con el adúltero, y re-
» pentinamente delante de mí se cayó muerta*
E l año de 10 12 , siendo Emperador Enrico.
II, (a) cierto Presbítero de la Iglesia de san
Magno mártir en la Sajonia, estaba diciendo
la Misa del gallo en la medid noche de la Na-”
tividad: á este tiempo unos mozuelos armaron
un baile con unas mugeres á la puerta ó en
el pórtico de la Iglesia, cantando cantares pro­
fanos. Servíale de perturbación al Sacerdote, y.
envióles á d ecir, que desistiesen de aquel bai­
le , que no era aquel lugar, ni aquella tan so­
lemne festividad para aquellas indecencias: y
no queriendo hacer caso, ni desistir de su em­
peño ; el santo Sacerdote desde el altar, no sin
superior instinto, d ijo : Permita Dios, que no
dejeis de bailar en todo un año. Al punto se
esperimentó el efecto ; pues sin comer, beber,
ni dormir, y sin conversar con n adie, estu­
vieron bailando todos en el mismo puesto un
año.entero , á los soles, á las aguas, las
nieves y á los yelos. Cumplido el año , san
F

(a) Geneb. I. 4 sub num. .1017-


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74 Casos raros
H iliberto , Arzobispo coloniense , fuá al pór.-
tico de la Iglesia , y les mandó que cesasen de
bailar : entrólos en el Templo , reconciliólos;-
pero algunos de ellos poco despues múrieron:
otros que sobrevivieron, quedaron con tal tem­
blor de miembros , que daban bien á entender
lo que les habia sucedido para escarmiento de
otros.
D ícese, que los que se hallan heridos de la
tarántula, que no'tienen para sanar otro reme­
dio, que el sonido de la cítara : es la tarántula
una especie de araña, que se halla entre las ca-
bernas de la tierra: y se llama así, porque co­
munmente se cria en el campo tarentino.
Refiere Alejandro ab Alejandro, (b) q u e
caminando en el rigor del estío por los can w
pos de la A p ulia, donde se crian muchos de
estos animalillos, rió que andaban muchos,
hombres y mugeres con vihuelas, cítaras,
flautas y otros instrumentos; y preguntan­
do la causa, respondieron que estaban h e­
ridos de la tarántula. Siguiólos por curiosidad,
y llegaron á un pago ó aldea, donde había
un mancebo, que padecia este accidente : el
cual apenas oyó los instrumentos, cuando se '

(b) Beyerlinch theat.Iit.


Alexandr. abAlexandr. lib, 3 , cap. 17 .
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devicios y virtudes. y¡¡
levantó, y con grande ímpetu comenzó 4
danzar y brincar con manos y p ie s, y con
todos sus miembros, de forma que se ha­
cia pedazos bailando : tomáronlo á risa ; ce­
saron por un poco los instrumentos, y al pun­
to cayó en el suelo casi privado de los sen­
tidos. Volvieron á tocarlos, y v o lvió , cobran­
do nuevas fuerzas, á bailár, como que con
aquellos saltos sentía alivio. Dicen que la fuer*
za del veneno de la tarántula se cura con
h harmonía de los instrumentos y con la
agitación del cuerpo.
Algunas mugeres parece que se hallan to­
cadas de la tarántula, según la ansia que tie*
nen de bailar. E n Sajonia (<?) se celebraron
las bodas de una señora muy rica : en el mismo
dia del desposorio entraron en casa de la novia
dos demonios disfrazados en figura de dos man­
cebos nobles: era grande el concurso, y el
aparato de instrumentos músicos y saraos.
Convidaron los presentes á uno de aquellos
dos huéspedes, que saliese á bailar con la no­
via : no se resistió: salió con ella á bailar;
y á una ó dos vueltas que d ió , como un
relámpago se abrazó con la n o via, y ambos
se desaparecieron , novia y demonios sin sa-
Fa
* ■' ■' ............................... ■■■■■— ■ ■■ i..

(c) Delr. tom. 2 , dismag. 1.


> Google
?6 Casos raros
berse mas de ellos. Parece que fue el vaticini»
de E zeq u iel: Pro eo quod plausisti manu, S í
percusistipede, Sí gavisa es ex toto affectu,
extendam manum meam super Si interfi­
ciam te. ( Ezech. cap. 25.)
Contendían muchos jóvenes en Grecia so­
bre la pretensión de una noble señora por mu-
ger : un mozo galan, llamado Hippoclides, (d)
que le p arecia, que en la destreza de bailar
y danzar, nadie le hacia ventajas, deseoso de
agradar i Agarista, que así se llamaba la
dam a, salió á bailar delante de ella, emplean­
do todo el a rte , industria y habilidad, pero
con tales movimientos y quiebros del cuer­
po , que disgustado el padre de la novia, le
d ijo : Perdidisti sponsam, saltando: H ippocli­
des , con la danza perdiste á la esposa. Así
muchos y muchas pierden el alm a, que es
la , hermosísima esposa, por las danzas y bai­
les torpes y deshonestos.
Quisiera que todas estas danzantas y dan­
zantes fuesen como esta que ya refiero. H u­
bo una doncella en cierta ciudad, de ilustre
sangre, á quien acompañaba poca edad y
;mucha hermosura, fuertes atractivos para la
torpeza. Otra propiedad tenia no menos da-

(d) Herodifib.6 ante fin,


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dericto* y . 77
f o s a , que era el estar siempre bailando : to­
dos sus deseos eran de danzar y bailar y tri­
pudiar: no se acordaba de comer , ni beber,
como estuviera en este vano ejercicio dias y
soches enteras.
- Temiendo los de su familia no la castigase
Dios por esta vana inclinación, le dieron aviso .
i un Religioso de mi gran Padre y Patriarca
santo Dom ingo, para que la corrigiese. N in ­
guna otra cosa deseaba mas el santo Religioso,
que diese cartq de repudio á tan.ocioso y per­
nicioso trabajo. w Díjole pn dia con mucho
v» cariño : Dtme, si te dijeran, que privándote
99 de bailar un solo dia , habías de bailar todo
r> el añ o, no te privarías de buena gana del
99 baile de áquel d ia , por tener el gusto’ de
99 bailar todo lo restante del año ? S i , Padre,
99 respondió ella , de muy buena gana me pri-
99 vara de este dia, para tener por mió todo lo
99 restante del año. Díjole mas: Y si te ofrecie-
99 ran bailar toda tu vida * con que dejaras de
99bailar solo un añ o, que eligieras? Tanta es
99 la inclinación que tengo á bailar, d ijo , que
99 por bailar toda mi vida, me privara ese año
99 de bailar. Aun le dijo mas el Religioso : Y
99 si yo te dijese , que si dejas de bailar toda
99 tu vida, que será muy breve por mucho que
99 vivas , bailarás en el cielo con los Angeles
99y con las vírgenes por toda una eternidad*

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78 ' Casos raros
r> qué dirás! A y Padre 1 respondió e lla , pne*
« q u é mas pudiera yo desear, que estar b a i-
w lando con los Angeles en el cielo para siem-
9»pre ? Como tú me asegures que en el cielo
99 hay bailes, desde luego me privo de bailar
99 en este mundo , por ir allá á estar eterna-
99 mente bailando.
Entonces el Religioso procuró probarle con
sólidas razones, que en el cielo hay músicas y
b ailes, exponiéndole aquel himno que canta
la Iglesia en el oficio de las vírgenes:

Quipergis inter lilio,


Septus ehoreis virginum..

Para su confirmación trajo machos textos de


E scritu ra, principalmente aquello de David,
que habla de la subida triunfante de Cristo á
los cielos: Pravenerunt Principes co
psallentibus in medio juvencularum tympanis­
triarum {Ps. 67.) 99 Ves aqní, le dijo, como en
99 el cielo los Angeles bailan con la vírgenes. -
Convencida pues la doncella con tantos tex­
tos de Escritura, de que se bailaba en el cielo,
al punto renunció los bailes de esta vida por
ir á bailar á la gloria con los Angeles. Dedi­
cóse al culto d ivin o , á frecuencia de Sacra­
mentos : de esta forma vivió cuatro afios: des-
.pues le dió Dios la última enfermedad; y lie-

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devicios y -virtudes. 79
gando yá á los últimos va les, llamó al R e li­
gioso autor de este piadoso consejo, y volvién­
dose i é l , le dijo con rostro alegre y serenos
w Padre m ió, tú fuiste el autor de este modo
y>tan santo de vida que he tomado, y me
t» prometiste que bailaría para siempre en el
w cielo con los Angeles y bienaventurados,
n delante de Jesucristo y de su Santísima
» Madre. Ya, veo cumplida tu promesa ; pues
» veo á Jesucristo mi esposo y su Madre
r> Santísima con un coro de vírgenes, y A n­
as geles que I09 acompañan, y vienen saltan­
as do y bailando: ya estoy cierta de que ten­
is go de bailar para siempre en el cielo. D i­
chas estas palabras, espiró dulcemente, y su
alma fué á bailar á aquellos eternos saraos de
-la bienaventuranza.

CAPÍTULO XI.

Que Jet limosna aumenta la hacienda.

O ualquierá que da limosnas , da; usuras i


D io s : FaneraturDomino, qui miseretur
pauperis. ( Prov. c. 1 9 . ) Fue graciosa la
estratagema, refiere S. Agustín, de que usó cier­
to momo ó bufón, estos que representan títe­
res, para atraer la gente. Hallábase un dia en
el teatro representando sus títeres y juegos de

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8ó Casos tarta
manos, y habiendo finalizado, dijo al audito*
rio : Vengan todos mañana , porque tengo de
adivinarle á cada uno lo que tiene en su peo- -
samiento, y lo que desea : Despoblóse el lugar
ál otro -dia : fueron todos i oir aquel prodigio^
y que les adivinase su pensamiento t estando
y a todos juntos salió el momo al tablado, y di*
j o : Deseáis todos, que os diga en lo que pen­
sáis ? Pues sabed, que en lo que pensáis todos
fes en vender caro y comprar barato. Quedaron
todos riendo; pero conociendo, que decia la
yerdad. Oigase á S. Agustin:
,
faustissima praedicatur urbanitas qui cum se
promisisset in theatro, quid in animo habe»
mimi

te n t, quid vellent omnes, altis ludis essa


dicturum, ad diem constitutum ingenti *
pectatione major multitudo , suspenr
sis, Si silentibus st, dixisse
u
ib
n
m
o
tur: Vili vultis emere, Si carb vendere. (A u g .
). I de Trio.)
Este deseo de adquirir hacienda á todos
comprehende: Omnes avaritia student. (Jereq,
, «ap. 6.) E n esto trabajan los hombrearen esto
. Sudan, en esto se cansan, buscando medios,
aunque sean ilícitos, para aumentar: sus hacien­
das ; sin acordarse del medio mas fácil y cier­
to, con que pueden aumentar su hacienda y
salvar su alma, cual es daVla á los pobres de li*
mosna; pues por uno que den, recibirán ciento.

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ie vicios y virtudes.
1' Llenas están las sagradas Escritoras de pro*
«esas, que hace D io s, de que siempre que loa
hombres socorran á los pobres dándoles limos­
na , les aumentará su hacienda: y es cosa de
admirar, que con una escritura ó vale, que un
hombre hace á otro de que le ha de dar tal
cantidad, queda muy seguro y satisfecho; y
que no se aseguren los hombres con tantos va­
les y escrituras, como Dios nos tiene hechas,
de que les ha de aumentar su hacienda á loa
que diesen limosna á los hombres.
E i que da limosna, da á Dios su hacienda i
usura, dice el Espíritu Santo: Funeratur D o­
mino, qui miseretur pauperis. Y en ei capítulo
3 de los Proverbios d ic e : Honora Dominum
de tua substantia (in suis, scilicet, pauperibus)
id de primitiis omnium frugum tuarum da «it
id implebuntur horrea tua saturitate, id vini
torcularia tua abundabunt. Y otros muchos lu­
gares de la sagrada Escritura hay , que están
llenos de promesas de D io s, cuya palabra ea
tan indefectible, que primero faltará el cielo
y la tierra , y nunca faltará ella.
Y esto lo ha comprobado Dios con muchos
ejemplares. A aquélla viuda Sareptana, por un
peco de pan que dió á Elias de limosna, de una
poquita de harina que tenia para aquel dia, pa­
sa ella y su h ijo , no le faltó de su casa por
mucho tiempo la barina, ni el aceite. (3 Reg.
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82 Casos raros
I y .)porque siempre iba sacando de las vasijas,'
y nunca se desmiquia: E x illa die hydria f a ­
rina non defecit & licytbole
nutus, juxta verbum Domini.. Y despues es-
tos milagros los ha ejecutado Dios y con-*
tinuado , para convenced á muchos descoáfia-r .
dos de la providencia divina.
Sofronio (e) en su prado espiritual refiere*
que una muger católica estaba casada con un
marido gentil; era pobre, que no tenia de cau-
dal mas de cincuenta florines. Persuadíale su
muger, que si quería grangear con aquel diñe*
r o ; que se lo diese al Dios de los cristianos,
y que se lo volvería con muchas usuras. r>Y
** dónde está este tu Dios ? lg respondió el. ma­
rido. Yo te lo mostraré, dijo la muger. L le ­
vó su marido á la Iglesia, donde antes de enr.
tr a r , encontró en la puerta del Templo unos
pobres mendigos, pidiendo limosna; y señalán­
dolos con el dedo la m uger, llena de fe , dijo
al marido: wCualquiera cosa que dés á estos,
r ilo das al Dios de los cristianos. Persua­
dido de las razones de la m uger, les repartió
á los pobres los cincuenta florines.
Fueronse á su casa, y habiéndose pasado
tres meses, en los cuales padecieron hartas ne-

; (e) Soph. pratspir. cap. 185.


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devicios y virtudes.
«esidades , esperando el marido el aumento de
ira dinero; viendo que por parte ninguna le ve­
nia él socorro, dijo á su muger muy afligido:
« Según v e o , el Dios de los cristianos no
» vu elve, ni el cap ital, no las usuras, y si lo
. « v u e lv e , es tarde.; pues habiendo dado nues-
« tro dinero á sus pobres nos vemos en tan-
« ta s necesidades. Hermano m ió, respondió
« l a m uger, nuestroD ios es fidelísimo en sus
« promesas, y no puede faltar á su palabra:
« te n f e , qoe Dios.te volverá el dinero con
« grandísimos aumentos: vuelve al lugar don-
« de dejaste tu tesoro en los pobres, que pue-
« de ser que lo encuentres.
■ Volvió el marido hácia el Templo; y no en­
contrando ninguno que se confesase deudor,
que le pagase lo que se le debía; lleno de me­
lancolía puso los ojos en tierra, y casualmente,
como él lo juzgaba , vió en el suelo una mo­
neda: llevóla á su casa, y dijo á la muger:
« C réem e muger: he ido al Tem plo; pero
« ni vi al D ios de los cristianos, ni he re-
« cibido dinero alguno; solo esta monédame
« he hallado. L a muger entonces, avivando
mas su fe y su esperanza , d ijo : « N o dudes,
« h erm an o, quevDios te socorrerá: Dios es
« quien dispensa i sus criaturas lo mucho y
« lo poco, según su voluntad: él te ha puesto
« en tus manos esa moneda; anda, y con ella
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$4 Casos raros S
*» compra algo que comer , que paca en ade-
a Jante Dios proveerá.^' Salió el marido, fué á
la p laza, y con aquella mpneda compró ua
pescado : llevólo á la m uger, para que lo ade-
rezase para comer: abriólo, y halló dentro del
vientre una piedrecita de estrado resplandor:
quedaron ambos admirados de su hermosura;
pero aun no conocían su felicidad. Parecióles, .
que aquella piedra no dejaría de tener algún
v a lo r: fué con ella el marido á un lapida­
rio , diciéndole, que si gustaba d e , darle algo
por aquella piedra, Miróla muy de espacio, y
conociendo .que el que la vendía ignoraba su
v a lo r, le ofreció por ella cinco llorínes: son­
rióse, diciendo: Cinco florines ?. E l lapidario
imaginaba, que al otro le parecía ,poco: ofre­
cióle diez florines: reíase el vendedor, pare-
,r iéndole, que hablaba de chanza. E l lapidario
ju zgaba, que al otro se le antojaba poco , y le
d ijo : N o nos cansemos, veinte florines doy
por ella. E l vendedor, entrandp ya en sospe­
cha de que aquella piedra valia mas, se dete­
nia. Fue el comprador añadiendo mas y maa,
treinta, curenta, cincuenta, hasta que el otro
conoció ser aquella piedra muy preciosa y
. de ¡mucho valor. Entonces el lapidario le di­
jo : Señor , lo que esa piedra Vale en concien­
cia , son trescientos florines, y no vale ma&
Asintió el vendedor, dióle la piedra, y se llevó
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devicios y virtudes. 8$
trescientos florines. Llevóseios muy contento á
su muger, y le d ijo : «Y a conozco cuan liberal
99 es el Dios de los cristianos, pues no solo
99 me ha vuelto los cincuenta florines, que le
99 d i, sí que me ha dado mas el seisdoblado.
Con este milagro y con las razones que la
muger le d ijo, se convirtió á la católica fe,
bautizóse, y logró la salvación de su alma.
Otro caso maravilloso refiere Baronio. (a)
Sinesio Obispo cirenense, hombre eruditísimo, '
que dió á luz muchos libros, monumehtos de
su admirable ciencia, entre otros amigos tu­
vo un filósofo gentil de grande ingenio, de
snuy buenas prendas naturales, á quien quería
mucho. A este solicitó el santo Obispo redu­
cirlo i nuestra santa fe católica varias veces,
con muchas doctrinas é instrucciones: pero
é l , muy fuddado en su filosofía, se le hacia
muy duro el haber de adorar por Dios i uq
hombre hebreo y- ajusticiado á muerte afren­
tosa de c ru z , como malhechor. E l santo Obis­
po no por eso cesaba de instarle continua­
mente con saludables amonestaciones y razo»
nes sólidas, para convencer aquel entendimien­
to. Un d ia , hallándose el filósofo cuasi con-

(a) Barón, ad an, 4 1 4 , Engelgr. Donu


I post.Pent. c
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8<$ Casos raros '
vencido de las razones del Obispo , le dij'o r
99 Señor Ilustrísimo , dos cosas hallo en la le y
99 de los cristianos, que me hacen gran di*
V) ficultad, y que no hallo razón en la filo*
n softa, que me pueda convencer á ellas: la
w primera es la resurrección universal: no sé
9» qué principio pueden tener Ips cristiano»
9 9 para decir y creer, que nuestros cuerpos,
99 despues de reducidos á cenizas, y aun sin
99 quedar rastro de ellos, han de volver á re-
99 sucitar y á vivir vida inmortal: la otra es,
9 9 que lo que se dá al pobre de limosna, lo
99 vuelve Dios ciendoblado. Esto es meramen*
99 te fábula y sueño, y no hay fundamento*
9 9 ni razón alguna en la filosofía, que pue-
99 da persuadir á ello.
Procuró el Obispo con gran discreción sa*
tisfacerle á sus dificultades con fuertes razo­
n e s, fundadas en nuestra santa fe católi­
ca , diciendo que no pertenecía á la natural
filosofía la razón de aquellas verdades cris­
tianas , que eran mas sublimes. Quedó con las
razones tan eficaces del Obispo su corazón en
alguna cosa tocado: con todo eso todavía
pertinaz en su opinión, se fué á su casa: pero
reflectando una y muchas veces sobre las ra­
zones que el Obispo le había dado, y Dios
por otra parte * que no cesaba de darle santas
inspiraciones, se resolvió á abrazar el cris-
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devietos y virtudes. 8/
áanismo él con sus hijos y toda sa familia;
pero con una condición, que repartiendo él
cierta cantidad de dinero á los pobres, le ha­
bía de hacer escritura el Obispo, que se lo vol­
vería Cristo multiplicado.
Vino en la eondicion el O bispo: hízole la
escritura de aseguración ; y con esto se bauti­
cé y se hizo cristiano. V ivió así algunos po­
cos años: dióle Dios i E vagrio, que así se lla­
maba el filósofo, la última enfermedad : llamó
á sus hijos, y les mandó que en muriendo,
antes de echar su cadáyer en la sepultura, le
entrasen en la mano aquel vale ó escritura,
y que lo enterrasen con ella. Hiciéronlo así, y
á los tres dias de enterrado , se le apareció en­
sueños al Obispo, y le dijo que fuese á su se­
pulcro , que lo abriese, y hallaría en su mana
el vale que le habia dado, de que quedaba ple­
namente satisfecho : y para que no dudase de
la verdad, hallaría en su mano otro papel fir­
mado del mismo difunto, de como quedaba-
ya enteramente pagado. ■
Ignoraba el Obispo que el cadáver lo hu­
biesen enterrado con el v a le , que él habia
dado: amaneció el dia siguiente, llamó el
Obispo á los hijos, y les preguntó si á sq
padre lo habían enterrado con el papel que
él le habia dado ? Ellos respondieron, qu esn
padre les mandó que lo enterrasen con ;un
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8# - Casos
papel cerrado que les d ió ; pero que no sa­
bían lo que contenía. Refirió el Obispo su
sueño, y se juntaron los Sacerdotes con los
principales de La ciudad, fueron al sepulcro del
filósofo, y hallaron fuera del vale del Obispo
otra cédula recien escrita, firmada del difunto,
que decía a s í: Evagrius philosophus sanctis­
simo Domino ,S
esio salutem. Accipe d
n
y
tum in his litteris manu tua conscriptum, sa-
tisfactumquemihi ,est\ nec ul
ju s habeo, quod dedi tib i, per te Christo
Salvatori nostro. Quedaron todos pasmados,
y dieron gracias á Dios que con tan ilus­
tres milagros confirma sus promesas. Las dos
cédulas del Obispo y del difunto las colocaron
en el sagrario de la Iglesia de C iren e, para
perpetua memoria.
Refiere otro caso ( b) q
hombre muy rico en Constantinopla. Tenia
este un h ijo, único heredero de toda su ha­
cienda : el padre, deseoso de dar buen cobro
' á sus bienes, inspirado de D io s, determinó
i la hora de la muerte dejar por herederos
i los pobres, con tal que el hijo, que era ¿1
heredero, condescendiese con el intento del
padre. Llamóle un día para darle parte de sus

(b) v it. p p .
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de vicios y virtudes.£ 9
■ matos-imputaos: « Hijo , m ió , le d ijo , pue-
« d o mostrar mas bien el mucho am or, que
« te tengo, que dejándote, despues de mi
« m u e rte , por tutor á Jesucristo, y ha-
« certe heredero de sus soberanos bienes ? Mis
«intentos son , si tú gustas , de dejar por he-
«rederos de mi hacienda á los pobres: ya veo
«que de derecho de justicia á tí te toca; pero
«qué te puede faltar, quedando á la tutela de
«Jesucristo, y siendo heredero del cielo?
« y con. eso grangesmos también los dos la
« co ro a a de la gloria.
■ . O y ó el mancebo la propuesta del padre cea
a g ra d o :. que como criado en tan buena escue­
la , desde su infancia habia crecido con él la
misericordia.. « S o y contento padre m ió, dijo,
« co n vuestro dictámen accepto la tutela de
«Jesucristo; y quedo gustoso con la be-
« reacia del cielo: los bienes de la tie rra , pd-
«dre. m ió, perecen con brevedad; pero los
« q n e nos ofrece Jesucristo , son eternos.
Oyendo el padre esta respuesta de su hijo, hizo
.su testamento, mandando que toda su hacien­
da so repartiese i los pobres. Quién no se pas­
mará de esta acción tan heroica de hijo y pa­
dre ? A la prudencia humana se le hace esto
muy d ifícil: no faltaría quien los tuviese por
.necios é insensatos: pero á lo de Dios muy
discretos: Quidquid in opere veritas approbat,
D igi_
G .
Ib y V jO O Q lC
90 Cátos raro»
Carnali sapientia fatuum sonat) dice sátt Ore* j
gorio ) Quid namque stultius videtur mundo, ).
quhm: : paupertatem qtiarere, possessa. ■
quered (D . Gregor, mor. 1. j o , cap.-i6 in Job
c. 17 .) Pero para confusión de los avarientos ,
de este mundo, óigase la fortuna que Dios le
tenia prevenida á este mancebo. ■ .
Murió el padre, quedando el'h ijo en sqma ,
pobreza, puesta en Dios toda su esperanza. ,
Pero la providencia divina, que siempre cuida
de los suyos, brevemente lo levantó- á mas alta >
fortuna. Había en aquella ciudad urt Caballe*
ro muy poderoso, el cual tenia uní hija , úni- :
ca heredera de su mayorazgo: y habiendo He* ;
gado á la edad de ponerse en estado , busca*
ban los padres marido correspondiente á las ,
calidades de su h ija: no atendian tanto i que
fuese r ic o , como á que fuese virtuoso. O si
se atendiera á esto en los matrimonios, cómo
hubiera mejores casados y mejores hijos! D e ­
terminaron ir un dia á la Iglesia los padres con
la h ija, y al primer mancebo que entrase ele­
girlo por esposo. Fuerón muy de mafiana,
habiendo oido misa y recibido los santos Sa- <
cramentos, poniendo la elección en manos de
Dios y de María Santísima; el primer mance­
bo que entró en la Iglesia, fue aquel que de­
jó su hacienda á los pobres de Jesucristo*
Puso en él los ojos la madre, porque no solo
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devicios y virtudes.
n a agraciado en lo personal, sino también en
la compostura y modestia era un espejo de
virtud: habláronle los padres,ofreciéndole á sa
hija por esposa, y que seria heredero de toda
su hacienda. Aceptó el muchacho la oferta; ce­
lebráronse las bodas con solemne pompa, que­
dando por heredero; y fue de los hombres
mas»ricos y poderosos, que hubo en aquellos
tiempos en bienes de fortuna.
A quién no se le deshace el corazón en lá­
grimas, al oir un tan estraño suceso! O hom­
bres miserables, de poca f e , que todo vuestro
conato lo teneis puesto en los bienes tempora­
les, olvidados de los eternos! De locos os trata
san Agustín: Qa est animarum insania ?
<
quirere aurum, & perdere (Augusta
serin. 1 5 de verb. Domini.)
Esta misma censura le dieron á aquel Pre­
lado de cierta R eligión , que sucedió á otro
que habia sido muy limosnero, tan to, que so¡-
bre las puertas de la portería le mandó al por­
tero poner este rótulo:
Porta patens esto : nulli claudaris honesto.
(Drex. de elemosyn. p. I , cap. 9.)
Entró el otro despues, y sin quitarle letra
ninguna al verso, le mudó totalmente el sen­
tid o , solo con poner maliciosamente los dos
puntos al nulli, de este modo:
Porta patens esto nulli: claudaris honesto.
Digilized ,
92 Casos raros
Conociendo los superiores la mlserabilídad
de este Prelado, lo trataron de loco y lo pri­
varon del oficio.

C A P IT U L O X IL

De la perseverancia en la virtud.

Q u i autem perseveraverit usque in finem , hia


salvus erit. (M atth. cap. 20 .) Poco importa
comenzar un pleito, si en él no se prosigue,
dicen los juristas: Non sufficit litem ,
si non in ea perseveret, {üigest. de inoífic. test.) «
Qué logro tendrá el pintor, que comenzó un
dibujo en un lienzo, y lo dejó sin la ú lti-
. nía mano ? Qué importa , que un artífice c o ­
menzase un edificio, si lo dejó sin llegar al
techo? Todos se burlarían de él, diciendo: Quid
hic homo coepit (edificare, id non potuit consu­
mare ? (Luc. cap. 14.)
Así en el edificio espiritual de la virtud]
' no está la dificultad en poner los fundamen?»
tos, sino en llegar al fin : Hoc opus, hic labor.
Muchos suelen comenzar á caminar por el
camino de la virtu d; pero pocos los que lle ­
gan á la cumbre de la perfección: son como t
aquel que se halló aquel gran tesoro, y ofre­
ció en agradecimiento grandes cosas á la d io ­
sa Juno. £1 primer año le ofreció un carn e-
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devietos y 93
fo de o ro ; el segundo año se lo llevó de pla­
ta; el tercero de estaño; el cuarto de plomo,
el quinto ninguno, y se olvidó de sus ofre­
cimientos. A los principios ofrecemos el oro
de las virtudes; despues las hacemos de plata;
y finalmente vienen á ser barro, como la es­
tatua de N abuco, que comenzó por oro , y
vino á acabar en barro; y como era barró
en lo que subsistía , vino á dar en tierra.
Así.vinieron á caer muchos hombres emi­
nentes en virtud y santidad: ( c ) así le su­
cedió á aquel miserable viejo Osio, como lo
refiere Lobbecio. Osio O bispo, d ice , aquel
que no se vió igual en las edades, i quien
los Papas encomendaron muchas legacías,
por causa de da fe cristiana : aquel, que por
su grande autoridad, santidad y doctrina, au­
torizó y presidió muchos C on cilios: aquel,
i quien los Emperadores católicos siempre
le tenian á su la d o , como lo tuvo el Empe­
rador Constantino por escudo de fe cris­
tiana ; Osio, aquel á quien san Agustín, á bo«
ea lle n a , le llamaba padre, no dedignándose
de sujetársele como discípulo á su maestro , y
como el hijo al padre: aquel, á quien los mis­
mos arríanos, aunque enemigos acérrimos de

(c) Barón, an. Chr. 3 5 7 .


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94 Casos rafoi ’
nuestra R eligión , lo honraban con el renófli-
bre de príncipe de los Concilios: aq u el, á
quien hizo célebre la fama por todo el or­
be, por haber avasallado muchos hereges á la
Iglesia : Osio finalmente, á quien todo el orbe
amaba y admiraba, como milagro y prodi­
gio de aquella edad.
O sio , vuelvo á d ecir, despues de tantos
méritos, como servicios hizo á la Iglesia, asis­
tió á un conciliábulo de hereges , que se hizo
en Sirmia en la Panonia; donde volviendo las
espaldas á la cristiana Religión ^ desertó de la
santa fe , que tantas veces exaltó en tantos
Concilios , y abrazó la heregía de Ursacio y
Valente; y esto en la última senectud, pues era
y a de cien años, según san H ilario; cuando
ya estaba á vista del puerto, y parecia que as­
piraba á coronarse de laureles en premio de
tantos méritos: en el último término de su v i­
da ca y ó ; y fue una caída tan fa ta l, que tem­
bló todo,el orbe, llevándose tras sí á la m ina
una inmensidad de almas.
Atónitos y admirados de aquella caida mu­
chos varones sublimes en santidad, esclama-
ron con el real profeta D a v id : N e projicias
me in tempore senectutis. Qué cosa mas las*
timosa, que despues de muchos ayunos, pro­
lijas oraciones, copiosas lágrimas, largas li ­
mosnas y grandes penitencias, a l fin de la
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devicio* y virtudes. 9$
v id a , al tiempo de recibir el premio, en ej
mismo puerto padecer naufragios?
. Otro caso lamentable refiere Surio. Jaco-
bo anacoreta * despues, de cuarenta años de
un desierto, donde consiguió grandes triunr
ios del demonio y del infierno, en la últi­
ma edad triunfó de él una muger. Estaba esta
poseída del demonio , y con la fama de san­
tidad que tenia este varón, le llevaron á esta
m uger, para que la conjurase : hizolo, espe-
liendo al demonio con sus oraciones. Vién­
dose con ella solo, le acometió el enemigo
con fuertes tentaciones: dejóse vencer, y coy
metió la mas enorme maldad: apenas come­
tió ¡a cu lpa, cuando perdió la vida. O mise.-
rable espectáculo! O suerte lamentable y dig­
na de ser llorada!
Otro caso formidable se refiere en la cró­
nica (d) de mi sagrada Religión de san Fran­
cisco. Justino, húngaro, fue uno de los pri­
meros grandes de H ungría, muy estimado y
querido del R ey de aquel rein o; pero cono­
ciendo los engaños y falacias del mundo,
con generosa resolución le volvió las espaldas,
vistiendo el tosco sayal de san Fraocisco. Ca­
minó por el camino de la mortificación y

(d) Chron. S. Frane. 4.

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9® Casos 'raros
penitencia con tan grandes progresos de vir-f
tud , que no teniendo ya resabios de lo ter­
reno , estaba todo dado á la contemplación
de lo divino. Eran tan continuos los éstasis
y arrobamientos, que parecía que su cuer­
po estaba violento en la tierra, y que solo te­
nia en él jurisdicción el cielo.
Hallábase morador en R om a, en el Con­
vento de Ara Coeli: y un d ia , estando en
el refectorio comiendo con la comunidad*
oyendo la lección de la mesa., que comunmen­
te se tiene para el alimento del alm a, fue
arrebatado en un éstasis tan admirable, que>
i vista de toda la comunidad se fue levan­
tando por el aire , hasta que llegó i tocar con
la cabeza en la bóveda del refectorio, tenien­
do cogidos los hábitos, sin vérsele las pier­
nas , á la forma de uno que está de rodillas.
Hallábase presénte en aquella ocasión san Juan
Capistrano: y saliendo la comunidad á la
Ig lesia, como es de costumbre, á dar gracias
despues de la, comida, se quedó solo Capistra­
no en el refectorio, esperando el exito de
aquel rapto; y v ió , qué poco á poco se vino
bajándo hasta la tierra, 6Ín mutación alguna,
antes bien con gran serenidad y alegría de
rostro, de tal form a, que san Juan Capistra­
no, que era gran maestro en la mística, apro­
bó por bueno aquel .espíritu.

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devicios y virtudes.
; Llegó á los oidos del Papa Eugenio IV"
la fama de santidad de P r. Justino; llamólo
á su presencia, recibiólo como á hombre ba­
jado del c ie lo , tratólo con gran cariño
afabilidad, hízole grandes favores, diciéndole,
qne pidiese cuanto quisiese, que se lo con­
cedería. Viéndose F r. Justino tan favorecido
del P a p a , le comenzó á combatir el aire de
la vanidad, y dejándose llevar de su marea,
vino á padecer naufragio, dando en el esco­
llo de la soberbia. , 1
Volvióse i su Convento tan entumecido'
los favores que el Papa le habia hecho, que
ya los Religiosos lo desconocieron: desdeñá­
base de tratar con ellos, mostrábase con tanta
gravedad, que á todos servia de enfado; tan­
to , que viéndolo tan trocado san Juan Capis-
trano, le dijo: Qué es esto P r. Justino? Qué
mudanza ha sido esta ? Fuiste al Papa un An­
gel, y saliste del palacio un demonio? Tomó
á risa la corrección, y vino á tal pervicacia
y relajación, que habiendo reñido con un R e­
ligioso , y habiéndole herido gravemente con
una piedra, fue preso: despues pudo salirse dé
la cárcel, y se fué apóstata, dejando el há­
bito. Unos autores dicen, que murió en la
apostasia; otros, que lo volvieron á prender,
y que lo metieron en la cárcel, cargándole
de prisiones, donde murió, D e cualquiera ma-
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9* Casos raros
itera fue muerte desastrada, en un hombre que
£ue venerado por santo*
. Cuanto mas santo, (e) cuanto mas fuerte*
enanto mas virtuoso fuese cualquiera, teras
Ja caida. E n tiempo que prevalecía la persecui
cion contra la-Iglesia, un católico se ofreció
á padecer martirio, y fue atormentado del ti­
rano con terribles tormentos. Mucho tiempo lo
tuvieron colgado y suspenso de los pies , coa
grandísima pena, pero siempre estuvo constan­
te en la t e ; y quien tuvo valor para triunfar
del tirano, fue de una flaca muger vencido*
Viendo el tirano su constancia, lo puso en una
cárcel con fuertes prisiones: administrábale la
comida una muger cristiana : contrajo con
ella familiaridad; y estando en la cárcel coa
ella solo, cayó con ella en un estrupo, el que
solicitaba padecer el martirio. O caso lamen*
Cable l O ruina digna de ser temida!

C A P ÍT U L O X III.

De la liberalidad»

S p ir itu s Domini ferebatur super (Gen,


c. I .) Sobre las aguas iba el Espíritu del

(e) Engelg.Dom. 3 post P en tec.fol .3 3 6


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devicto* yvirtudes.9 9
Señor, no debajo de las aguas, ni en las en­
trañas de la tierra, sino sobre las aguas, para
ofrecerse á todos, colmándolos de beneficios.
Así Guillelmo Abad : Ferebatur super aquas\
scilicet, omnibus se offerens, ad omnes se ex­
hibens benefaciendo, ££ utilia providendo, quod
ut proprium Spiritus Sanctu sertis,
3 Pent. fo l. 6 8 1.
Tres propiedades tiene la liberalidad en
Dios, dice el docto Engelgrave: D a , sin que
le pidan: da mas de lo que promete; y da co­
sas grandes: bfon rogatus dat t liberalior est
in dando, quhm in promittendo: cum libera­
lis sit, superabundat in donatione.
N o aguarda á que le pidan. N o carece de
misterio, que los dos discípulos san Pedro
y san Juan diesen la sanidad á aquel cojo al
entrar en el tem plo: Incipientes introire t
Templum: (Actor, cap. 3.) no á la salida, sino
i la entrada. Pues por' qué no entras primero
á implorar la gracia del Espíritu Santo? Quiso
Dios ostentar su grande liberalidad, sin aguar­
dar los ruegos de los Apóstoles : E l Crisósto-
mo: O gloriosum meritfimApostolo
ante operantur, quhm ipsi Dominum deprecen-
túr. Esto es lo que dijo D avid : Desiderium
pauperum exaudivit Dominus. (Chrisost. tona.
1 in fin. serm. I , cap. 3 sup. Psalm. 10.)
Cuantos beneficios nos:ha hecho D io s , sin
< • zed by G . ^Ie
lo o Casos raros
pedírselos? (Rom. cap. io : y por
eso dijo i su ¡Víagestad: Inventus sum a non
quarentibusme i palam aparui iis , qui me non
interrogabant.
L a esposa de los Cantares deseaba un óscu­
lo de su esposo: Osculetur me osculo oris suit
(fiant, cap. i.) y dijo i los santos Angeles, que
fuesen á su esposo, y le manifestasen su de­
seo : pero apenas acabó de pronunciarlo, cuan­
do dijo: Meliora sunt ubera tua vino. Pues si
habla del esposo que se halla ausente, cómo
d ic e , ubera tua i D ig a , ubera . ejus, así ca­
mo d ijo , oris i.No dijo sino ube
su
porque luego que manisfestó su deseo, aun*’
que se hallaba ausente del esposo, al instan­
te se halló presente para satisfacer á sus an­
sias : no esperó á los ruegos de la lengua, y
. solo atendió á los deseos del corazón : c-
tus pravenitpreces: (dice san Bernardo) imb
' arbitror, quod aliquando nec verba ,
sed solts cogitationibus advocetur.
L a segunda propiedad de la liberalidad en
Dios e s , que es mas liberal en d a r, que en
prometer: Deus liberalior est in dando, quhm
i npromittendo. Al contrario sucede en los
hombres, que prometen montes, de o r o , y nada
dan Cae uno en una enfermedad grave : qué
promesas 1 qué ofrecimientos no hace á Dios!
qué propósitos de mudar de vida! Y habiendo
¡gitized b y G O O g k
de vicios y virtudes. IO I
cobrado la salud, se olvidan de las promesas,
se vuelven á sus vicios y malas costumbres.
E n el comercio humano, qué palabras no dan
los hombres! £1 rico, que debe, el oficial, & c .
y qué pocos son los que las cumplen!
Por eso dijo Salomon: & ventus^
& pluvias non sequentes vir gloriosus, & pro­
missa non complens. ( rcap.
P
una nube de verano, agitada del vien to, que
Tiene fulníinando rayos, relámpagos y true­
nos , que parece que quiere inundar el mun­
do de aguas; y en breve tiempo se deshace
con cuatro gotas que cayeron, y muchas ve­
ces nada: así el hombro : promete mucho, y
nada da. En la confesión, qué promesas no
hacen de mudar dé vida! E n la oración, qué
propósitos no hacen algunas almas de seguir
la , virtud y enmendarse en sus faltas ! Y pasa­
da la oración ó confesión : Hora orationis
transacta , como dice san Bernardo, nada de
lo que prometieron , cumplen, y muchas ye*
ces se hacen peores.
N o es así nuestro Dios : da mas de lo que
promete. Prometió Dios i Moisés, que habia
de florecer la vara de aquel que eligiese .en
Sacerdote : y después no solo floreció, si que
dió también frutos: Turgentibus , eru­
perant flores, qui foliis dilatatis, in i
deformati .tn
su §cap. 17.)
IOS Casos raros
. Jacob deseaba solamente ver su hijo Jo**
. s e f: Sufficit mihi, si adhuc Joseph filius meas
vivit; mfi¿?
d
a
v , videbo , antequam mo­
riar; (Genes, cap. 48.) y no solo lo vió v iv o ,
sino privado ded R ey Faraón, príncipe de todo
al reino.
Esto mismo le sucedió á aquel infiel sier­
vo , que debía diez mil talentos i su Señor,
y no teniendo con que p agar, mandó el Se­
ñ o r , que ¿1 y sus hijos fuesen vendidos. Ro­
góle el siervo i su Señor, que le esperase algún
tiempo; que él pagaría toda la deuda: Patien­
tiam habe in me, fi e.(Matt. cap. 18.)
S
yido el Señor de su miseria, no solo le conce­
dió lo que pedia, sino que le perdonó toda la
deuda: Dimisit eum, fi£;debitum dimisit ei.
E l hijo pródigo, viéndose en tanta miseria,
volviendo en s í , meditaba entre sí éstos tres
puntos, como motivos los mas eficaces de su
oración : Iré á mi padre, decía, y le d iré, ló
prim ero: Peccavi in coelum , fi¿ coram tei
lo segundo: Jam non sum dignus vocari filius
tuus; y lo t e r c e r o Fac me sicut unum de mer­
cenariis tuis. (Luc. c. 15.) Fué el pródigo á la
presencia de su padre, y con mucha humildad
comenzó i referir por su órden las tres partes
de su oración : dijo las dos primeras : Patera
peccavi in coelum, fií coram t e ; jam non sum
dignus vocari filius tuus: y antes •que llegase
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de ttfeio* y virtudes. 10 3
i Teferir la tercera parte de su oración, se ante*
puso su padre á sus deseos. Presto, tráiganle 1«
primera estola, vístanle de una rica gala, pón­
ganle un anillo de oro en su mano.
En la cruz estaba el buen ladrón, y pidió
i Cristo, que se acordase de é l , cuando estu­
viese en su reino; y su M agestad, no solo
satisfizo sus deseos, sino que excedieron la*
promesas á su petición, ofreciéndole, que le
¿aria el paraíso aquel mismo d ia : Hodie me­
tum eris in paradiso-', como si dijera Cristo?
Tu humildad, hijo m ió, se contenta con que
yo te dé el paraíso despues de muchos dias;
pero no sufre mi liberalidad y ardiente cari­
dad dilatar á mañana el beneficio, que yo puedó
hacer hoy. Así lo dió á entender san Ambrosio!
Adhuc rogabat Dominum , ut meminis­
set sui, dum venisset in regnum suum; & Dos
minus antequhm venisset, jam illi regnum
e«¡leste tribuebat. (Ambr. lib. 1 in L u c.) M a­
yores beneficios acostumbra hacer el Señor,
que el hombre suele esperar ó pedir.
Y quién hay que agradecido se haga car­
go de tan grande é infinita liberalidad, y di­
ga con D avid : Quid retribuam Domino pro
omnibus, & c. T ú, Señor, me hiciste R ey, sien­
do un pobre pastor, me mudaste el cayado en
cetro , la cabaña en palacio, & c. Quid retri­
buam Domino i Quién hay que diga á D ioft
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10 4 Catos rar
T ú, Señ or, siendo yo pobre, me hiciste rito*
. dándome bienes temporales; de humilde ofi­
c ia l, me levantaste á republicano, me hiciste
noble, me pusiste en el gobierno, en el puesto*
dignidad, & c. Quidretribuam
grande liberalidad de Dios la canta la universal
Iglesia: Omnipotens sempiterne , qui
dantia pietatis t u a , & merita supplicum exce­
dis , & vota. (Orat. Dom. n post Pent.)
L a tercera propiedad de la liberalidad e a
D ios,'es dar cosas grandes :
supes abundat in donatione, D a vid , como tan
esperimentado, pedia á D io s, no cualquiera
misericordia, sino grande : Miserere mei
tecundUm magnam misericordiam tuam( Psalm.
fio.) Conocía, que su pecado era grande y enor­
me; y para su perdón pedia grande misericorr
dia. Para saciar una grande hambre se necesita
de mucho alimento; para pagar una grande
deuda, es-menester una grande suma; y para
una grande enfermedad un gran médico.
A Dios le hemos de pedir cosas grandes;
porque se agravia á su grande liberalidad con
pedirle solamente las cosas pequeñas: asi lo
dijo Urbano IV . Deus in
r, ££ nihil
tu
a
g
d
nat, dum parva dona ab eo postulamus, (U rba­
no IV in psalm. 50.)
Uno pide á Dios un buen casamiento para
•Ú h ija: otro pide buena, fortuna, en el logro
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de viciory virtudes. to $
de sil hacienda: otro pide la salud parh su hijo
enfermo. Todo esto es poco para D io s; se haa
de pedir en primer lugar las cosas grandes»
que la hija sea entregada por esposará Jesu­
cristo: el logro en las: riquezas del cielo ; y
que nos dé la salud y vida eterna. ” •
; Imitemos á Cristo en las tres .propiedades
de la liberalidad, ejercitando ésta virtud con.
loe pobres necesitados, dando sin que. nos pi­
dan , dando: mas de lo que nos pidan; y dan­
do cosas;' grandes. Cualquiera que quisiere
asegurariau hacienda:y sen muy r ic o , dé mu­
cho ; .pues: ninguno se puede decir que es mas
señor de so hacienda, que cuando por Dios la
da : Hoe habeo, quadeamque dedi, decía Sé­
neca i L o :que doy^ asp es lo que tengo y lo
que poseo. .<*•*:» ¿
Pero podrá algnho decir: Si ¡doy i otro toda
mi hacienda ,• vendré'á incurrir en el vicio de
k prodigalidad. Pero á estos les responde el
angélico^ ‘doctor santo Tomas: , qui ittr
tentiane.seifuendi QhrisPam , omnia sua ,
6? ab aniqno suo omnem temporalem Solicitar
iinetn removent, non sunt prodigi, sed per*
fectb liberales.
: N i por.esto se deben desconsolar los pobres*
con decir que ellos no pueden ser liberales,
porque no tienen que dar á los pobres por
Dios ; gqrque , copié d ice Aristóteles, la ü-
Digitized by
to ó ’ Catm . raros S
beralidad «e debe entender según la p o s ib ili-
dad y según el afecto de cada uno; porque
8o consiste en la preciosidad del dan, sino se­
gún el afecto del que -da.. ; ■
Esto se hará claro y. manifiesta con este gra­
cioso ejemplar, (a) Ludovico undécimo Rey:
de Francia era muy aficionado i rábanos : un
d ia , despues de haber venido de casa, cier­
to rústico:, sabiendo la. afición del R e y ,
entró en el p alacio, pidió audiencia, entró
•n el retrete, donde Se hallaba su Magestad,
y le presentó un rábanovde desmedida:magni*
tud , parecjéndole cón.g¡ran candidez , qujeno
lo desestimaria el R ey . Admitiólo con grande
afecto. Mandó que <á aquel rústico le diesed
bien de com er: y luego Le dió en agradeci­
miento mil florines de oro»
Súpolo esto un grande de la corte, y vien­
do el Rey tan liberal ; quiso hacerle otra ofer»
t a , con la esperanza de mayor gratitud: pre­
sentóle up caballo muy garvoso y de grande
estim a, pareciéndole.que quien po¡r nn rábano
habia dado mil florines, por un guapo, caballo
seria mayor el agradecimiento: peso .el .R e y ,
conociendo la intención del caballero y se,
codicia, admitió el; caballo, y en. agrada­

ba) Eagelg,tena, 3 fol. 9 9 a.


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de lAciosy virtides.
cimiento le envió con un p age, en un gran*'
de tabaque el rábano que el rústico le habia
regalado. Indignado el Caballero- del regalo
del R e y , se fué á palacio, quejándose, aua»
que con respeto á la persona R e a l, diciéndo-
le, que mirase no hubiese sido error. Respon­
dió el R e y n o ha sido error, sino con gran­
de acuerdo; porque á mí rae pareció que
aquel rábano era cbndigna satisfacción al ca ­
ballo ; pues- el rábano lo tenia yo en la esti*
nación de rail florines ; y esos no los pudo
valet el caballo. No ignoraba el R ey aqíiet
dicho de san Ambrosio ;• Affectus divitem
látionem, aut pauperem fa cit, & pretium re­
bus imponit. (Arabr. lib I off., cap. 30.)
■ i. : • >

C A P IT U L O X IV .

Pruébase con ejemplos, que los segundos


matrimonios suelen ser poco
acertados.

Com unm ente los. santos Padres no aprue­


ban por mejores las segundas bodas, acon­
sejando á las viudas que perseveren en casti­
dad ; así lo dice san Gerónimo : Omni ratione
vidua providendum e s t, ne castitatis primos
excedat lim ites: ( Hieronim. epis. ad Agerw-
chiam) no porque las segundas nupcias las pro-

Digitized by V j C 0 ^
to 8 .i i Cusos‘ ratot ->.
hibiese D ios, que no hay tal prohibición; quA
san P ab lo, solo aoonseja que no !se vuelvan á.
casar : Bonum est ils, si per
si non se tie, nubant '.. {i cor. cap. 7 . )
n
co
sino por los inconvenientes; que traen consi­
go los segundos matrimonios, que.por maravi­
lla salen acertados, y solo son argumentos de.
liviandad y pooo amor al difunto.
Algunas viudas ha habido, que apenas es­
piró el marido, cuando ya,entre las lágrimas)
dé sn vindea suspiraban para volverse á casar;
aun estando caliente el cuerpo del marido
difunto celebraron segundo matrimonio. (
Muriósele i una muger en Italia su marido*
hallándose en un cortijo fuera de poblado*
estuvo toda una noche llorando con muchas
lágrimas y . gemidos: había .allí cerca un
hombre guardando un ahorcado, que estaba
pendiente de la horca, á quien la justicia*
por graves delitos habia ajusticiado; y porque
los parientes no le quitasen de la horca , esta­
ba aquel hombre en guardia. Oyó este los ge­
midos que daba la viuda aquella noche : com­
padecido se fué al cortijo, procuró consolarla,
sacó de su alforja algunos regalicos, hízole
que comiese; enjugáronsele con esto las lá-

(b) Nierembergi difer, entre lo temporal y


eterno»
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de tAbksy ‘virtudes. 109
grimas á la viada , comenzó á confabular con
ella; y en fin de unas en ofras vinieron á
tratar con desvergüenza. Amaneció ei dia si­
guiente, foé el guarda a ver al ajusticiado, y
mientras él había estado con la viuda , habiati
ótros hurtado el cuerpo de la horca. Afligióse
mucho el hombre, porque temia que el jues
i él le quitaría la vida. Fuése á la viuda 2 con­
tóle lo que le pasaba ; y ella le dijo : u No
19 te aflijas, toma el cuerpo de mi marido di­
sfum o, y antes que parezca madie, ponlo en
19 li horca ; y con eso te’ librarás de la pena.
ttHízolo así : entre los dos tomaron el cuer-
fcpo del marido difunto, y lo pusieron en la
fc horca, y despues los dos contrajeron ma-
ntriirtonio, y se casaron. Las exequias que le
hizo al marido difunto, dan á entender el
ámor que le tenia. •*
Pues qué diré de las que pasan i terceras
y cuartas bodas ? E stás, dice san Gerónimo,
que se deben comparar con las mugeres rame­
ras: Quid si statim secundum (maritum) per~
Siderit uxor; societur tertio ? E t si tile
dormierit, in quartum , quiñtumque procedat,
nt nihil s i t , quod d meretricibus differatí
(Hieron. sup. cit )
' Una muger se casó en up dia con cuatro
maridos: el modo como fu e, fue así. Esta­
ban en campaña dos ejércitos enemigos: el
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lio ' Casos
primer marido salid contra el enem igo, y fttt
un encuentro quedó muerto: casóse con el.
segundo , salió á otro encuentro , y también
fue muerto : lo mismo le sucedió al tercero y
cuarto.
L o qpe excede á toda .admiración es lo
que dice san Gerónim o, que lo rió di mis­
mo , y aun dice que es cosa increíble; y es
cierto que á no ser un testigo, no solo de
grande, sino de máxima excepción, como es
el máximo doctor de la Iglesia, no era creí­
ble : Rem dicturus sunt, d ice , ,
sed multorum testimoniis approbatam. ( Hieron.
sup. c i t .) ee Yo vi ^ dice el Santo y máximo
Y) doctor, dos casados, marido y m uger, de
y» lo mas ínfimo de la plebe, que el varón ha-
Y>bia ya enterrado veinte mugeres, y la mu­
és gsr llevaba ya veinte y dos maridos: estos
y»dos se casaron, y para ver quien triunfaba de
Y) los d os, despues de tantos triunfos como
Y)tuvieron,-uno de varones y otro de mu­
és geres, venció el marido, y concurriendo
es todo el pueblo lo coronaron de laureles, y
se con una palma en la mano fué: al entierro
se delánte del féretro de su muger, aclamáa-
ee dolé todos e l , triunfo y la gloria. Y qué
eediríamos de aquella muger? Lo que dijo
se Cristo á la samaritana: dúos ha-
yt buisti maritos\.i3 iste^ a quo sepelieris, non
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i e victos,y virtudes. III
%*st tutu. Son palabras de san Gerónimo*
£ 1 ciprés es símbolo de viudez * dice Pli­
nio ; y por esto era costumbre entre los roma­
nos ponerlo á la puerta de la casa del difunto,
dice aeverio. La razón e s ; porque cortado es­
te árbol, no vuelve á renacer* dice Pesto : asá
la viuda* cortada y perdida toda la esperan-
aa de su marido* porque no ha de renacer*
no tiene que esperar nada de alegría* sino ves­
tida de luto y llanto* y así pase su v id a : g i­
ma y llore * como tortolilla* sentada i la som­
bra del ciprés.
. Oigase acerca de esta materia lo que refiere
el docto Engelgrave. (c) En Sicilia cierta ma­
trona crió dos tortolillas desde el nido: v iv ie ­
ron muchos años juntas: sucedió* no sé por
qué casualidad * que murió la una : la señora*
compadecida de la tortolilla viuda * la dió li­
bertad * para que fuese á los campos á vivir
entre las demas aves de su especie : voló la ave­
cilla ; pero, no muy lejos : porque brevemente
se volvió á la casa * y se puso en un ciprés,
que en medio dél patio habia* doode habitaba
de dia y de noche con llantos y gemidos*
Sucedió* que le dió el mal de la muerte al ma­
rido de la .señora, y al cabo de tres meses de

{c) Eagelg. se3 die maj.

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ili 1 ' Casos raros
enfermedad morid. Fueron grandes tos estre-'
mos de sentimiento que la viuda hizo * porque
amaba mucho á su marido : abstúvose de todos
gustos, deleites, risas y comercio de hom­
bres : sentada debajo del ciprés lloraba de día
y de noche por muchas horas, alternando coa
la tortolilla ayes y suspiros. Así pasó su vida,
hasta qfle acabó: mandó que la enterrasen de­
bajo de aquel árbol funesto, donde le pusieron
este epitafio: Digna jacet lecto
cupressu turturis ad mores, qua gemit anti
fores. Parece que esta viuda aprendió la lección
de san Gerónimo,'escribiendo á Eustaquio del
epitafio de Paula viuda.
Si consideran bien las razones y ejemplos
los viudos y viudas, ninguno pasará á segun­
das bodas. Y para que esta lección se les quede
mas bien impresa, se me ocurre una graciosa
parábola, que un discreto propuso á cierto
viudo republicano : que le pidió consejo para
volverse á casar. Es en esta form a:
M urió un viu d o, y fue llevado hasta la s
puertas del c ie lo : llam ó, pidiendo por amor
de Oios que lo admitiesen. Salió san P edro,
y le d ijo , qué méritos traía para entrar en
el cielo ? que allí no entraba nadie , sin haber
hecho méritos en el mundo. A lo cual respon­
dió el viudo : Señor, hepadeeido grandes-mo­
lestias y trabajos en $1 mundqí ,porque me

Digitized by -oogle
de vicios y virttidts. n$
ító Dios ana muger tan perversa y de tan
atala condición, que me decia mil oprobios,
Ae echaba mil maldiciones: y yo, porque hu­
biera paz y por contentarla, todo era tra-1
bajar para sustentarla, con mil afanes y cui­
dados; y despues que ella murid, no me qui--
se volver á casar, porque no me sucediese con
otra lo mismo. Oyendo san Pedro estas razó­
les y los trabajos que había padecido, le hi­
zo patentes las puertas del cielo, y lo anume-
tó en el coro de.los mártires; porque le pa­
reció, que un hombre que había podido tole-
sar una muger tan perversa, era digno de la
corona del martirio.
Aparéciósele este á otro viudo amigo suyo,
que andaba combatido de varios pensamientos
de volverse á casar : preguntóle al otro , có­
mo le había ido por allá ? A que respondió;
Mny bien t me han dado la palma del marti­
rio, por haber "sufrido con paciencia aquel
^perverso natural de aquella muger que tuve.
Entonces el otro comenzó entre sí á hacer es­
tos juicios y decir i Yo también tuve una mu­
ger soberbia y de mal natural: padecí mu­
chos trabajos con ella : si me vüelvo á casar
son o tra , una de d os, ó es buena ó es mala?
Si es buena, estoy bien ; si es m ala, por dos
títulos me han de dar la palma del martirio^,
jorque si al otro viudo, por una mala lo pu-
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ti 4 Casos
sieron entre los mártires, á mí porhabér rts
frido á dos me han de dar duplicado el .premio*
En fin se volvió á casar, y permitió Dio#
que se trocase otra Jantipe, muger de Sócra-
tes , mal trabajadora, soberbia, zelosa, regfrt;
ñoña, perversa y de mal natural, de forntCL
que tuvo harto que padecer con ella. Murió ea?.
te hombre , llegó á las puertas del cielo , II»—.
mó. Salió san Pedro, y preguntóle que , qud¡
méritos eran los que alegaba? Señor, dijo,
he tenido dos mugeres perversas, una peor que.
o tra , con las cuales he padecido muchas tra—
bajos. Apenas, san Pedro oyó decir que habí*
sido casado con dos pésimas mugeres, le vo l-
yió las espaldas, cerrándole las puertas, y di-
ciéndole: Vaya de a h í, que el cielo no se de
i tontos y necios : un hombre prudente pue«
t|e ser engajado una v e a ; pero meterse volun­
tariamente segunda vez en el lazo, esa es gran
fcecedad.
Contáronle este cuento al viudo republica­
no, que se quería casar: oyólo con risa, pe­
ro con fruto ; porque al punto desistió de su
intento.

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devicios.y virtudes. U S

C A P ÍT U L O XV.

Triunfos de la castidad.

Siem pre fue la hermosura incentivo de la


lascivia: Pulchritudo est ignis , qui tan­
gentes urit * distantes inflammat, dice Jeno­
fonte. M uy pocos son los que conocen sus peli-i
¿ros, los cuales describió ingeniosamente cier­
to gram ático, aunque torpe y lascivo, en
los seis casos: Vocativos oculos , ablativos lo­
gados , habet muliercula: si sis dativus, fies
genitivus: sed vide, nenominati
te genita ) fiat acusativas ; scilicet,
fortunae anima.
Estos peligros los conoció con luz divina el
casto Josef , cuando siendo solicitado á la
torpeza de aquella adúltera muger de Putifár,
huyó dejando en las manos la capa. L a her­
mosura y gallardía de Josef es quien lo puso
en estos riesgos: pero triunfó con tanto valor,
que no sé si entre mil hubiera otro , que salie*
ra del lance con tan ilustre victoria.
Semejante al triunfo de Josef propondré
otro, como espejo en que se m iren, no soló
los' solteros, sino también los casados. ;
E l año de 6B
.0
12 aldüino , Emperador de
la Grecia, en una batalla que tuvo con el Em>
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IIÍ ” Casos raro»' ''
perador de los bárbaros, llamado Joanniza,
quedó cautivo. Pósblo> el bárbaro en una obs­
cura cárcel, donde estuvo mas de un aSo. Por­
tóse en la prisión con tanta paciencia, que
no se inmutó su magnánimo corazón, ni autt.
d i la hermosura de su rostro, (juftura hermo­
sísim o, manifestó sentimiento alguno ; antes
bien manifestaba en su hermosa presencia un.
real agrado, alegría y regia magnanimidad.
- Sucedió, que al Emperador bárbaro se le
ofreció ausentarse de la corte por algunos dias*
E n este tiempo su muger procuró visitar al Em­
perador cautivo algunas veces: y como en es­
te sexo es tan connatural la compasión, com­
padecida de los trabajos del cautivo Empera­
dor , procuraba consolarlo; pero viendo en Ól
áquella constancia, m odestia,v fortaleza y
magnanimidad, le iba á la muger robando mas
y mas la voluntad; Enviábale algunas veces
con sus mas confidentes criadas algunos rega­
lo s , á los cuales e l: Príncipe^ con régia ur­
banidad se mostraba agradecido. Repetía la
muger con mas frecuencia las visitas : trababan
conversación del estado del rein o: hablaba
¿1 Príncipe de las:guerras del Im perio, de
F ran cia , de Inglaterra, O laoda, & c. no sin
gravedad y algunas veces con gracejo. Con
todas estas cosas iba lá torpe Princesa bebien­
do el veneno de la lascivia , y se iba poco i
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de vicios y virtudes. f
poco dejando abrasar de su impuro amor*
; Finalm ente, viendo -la muger que e! Em­
perador cautivo no advertía* ó se daba por
desentendido de sus alhagos, posponiendo á la
lascivia el pundonor y vergüenza, se resolvió
un dia á manifestarle. y declararle, su-pecho
sin tergiversación alguna. Díjole : w Bien co-
9» noces* Señor, la crueldad de mi marido* p
wcoan diferente es su severidad de uni: bian*o
« dura y compasión. Dias ha ya que tengo!
« aborrecidas sus crueldades; Apenas:? t ile en­
si tró en esta obscura cárcel^ cuando las - r e -
99liquias del amor de .esposa en mí ae con-
« virtieron en odio .y ¡aborfecimiente. • Bien?
99 merecía élesta servidumbre, come t jíla p ú r -
99 pura , que ,él vistor,- y el lecho qde «entai-
« go gbaar; y a sí, si ¡quieres-* bien pite des res-
« catar.dos cautivos sia ningún precio. Y. quie­
nes , preguntó Balduiuo, son esos cautivos?-
T ú el uno en esa cárcel, respondió; y y o
el o tro , no sé si en mayor servidumbre. Y
para hablar claro,.si me quieres recibir por tu
esposa, quedas libre.'No-apetezcp...el Imperio*
solo á .tí t* am o; y no repugnaré el irme
contigo á tu Imperio. Quedó pasmado el cas-
tísimo esclavo de la liviandad é impudici­
cia de su Señora. Reprimió su ira, y quiso mas
responderle con razones mas. cortesanas y po­
lític a s , que las. que merecía su desvergüenza^
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l il8 Casos raros
y libertad. « N o solo de mi Im perio, dijo,
w os quisiera y o Señora , sino de todo el orbe;
espero recibirte por raí esposa, no solo e l
« ejecutarlo, pero aun el pensarlo , fuera eo
« m í y e a tí enorme pecado. Viviendo e l
«consorte, casarse con otro, y faltar
rrh del1 matrimonio t está .prohibido en la:
« le y d e -lo s . cristianos. Qué se ha de guardar,'
«á quien ninguna tiene 3 respondió la adúltera
Princesa» ¥ habiendo- teñid? uno y otro sus
altercaciones, con algún enfado dijo ella?
« Y o b i e n s á l o que á mí me conviene. Si pe-
« c o ó n a p e c o , ¿.el cuidado es mió, no tuyo}
« t í eres-viudo, y. con facilidad puedes tener
« o tra ésposa, condescendiendo con mi gusto.’
« D e m á s d e -e s to e s tá s’ cautivo,.y. eres mi es-'
« clavo . :Consentir con el gusto de tu Señora,’
« n o solo lo persuade la razón, sino la misma
« necesidad, que no está sujeta á le y , te obiU
« g a . Y por "fin , dijó .mas enfurecida, si no
« consientesi con mi gusto, has. de perder la
« vid a. Y diciendo qsto, sin aguardar mas raj
sones, le volvió las espaldas. - . ‘
• Quedó Balduino combatido de una fuerte
contrariedad de afectos. Por una. parte veia el
peligro cierto de su vida ,- si no consentía con
el gusto de la Reina : 1 por otra conocía la
ofensa tan g ra v e , que hacia á -D io sy :a l R e y ,
aunque bárbaro; y que- no se le po¡dia ocul-
devietos y virtud
f*r Ib traición, que ia Reina y él le hacian,'
y peligftban la vidas de uno y otro. Discur­
ría cosio evadirse de sus importunos y lasci­
vos amores. Gntre esta batalla se resolvió á ele­
g ir otro cualquiera mal, antes que el enorme
concúbito con la Reina. Toda aquella noche
la pasó en v e la , pidiendo i Dios lo mantu-
viese ,e a s u s propósitos, y que á la Reina 'leí
mudare ios suyos. ‘: •H
Apenas amaneció el dia siguiente, cuando
la.Reina -volvió á la círcel en nada mudada,
antea bien incitada mas i el furor y á la Ven^
ganza., que á< la lascivia. Dios nos libre , qué
una muger se vea despreciada, y su amor mal
correspondido, que todo lo convierte en odio?
I^o lo solicitaba ya con alhagos y-carieiaáj.
sino intentaba combatir la castidad1del c risí
tiano Príncipe coa atrocísimas amenazas: pe® '
rp é l permaneció árme y constante-, comtf
antes en sus propósitos. Salióse la Reina d£
la cárcel !, hecha uná fiera, pensando • como
ven g a rla desprecio^ conio otra Fedra, madras1
Ir a , despreciada de su amado H ipólito; y co3
jno otra muger de Putifár , despreciada del
Casto Josef. ' :> i i
Desmelenado-el cabello, con lágrimas eá
los ojos y endos labios suspiros, ae entró ed
«1 retrete ded Rey Joanniza su marídó, qué yá
había venido, y la d ijo » J£*e esclava i Se4
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rao Caios raros *•
V) ñor, ese impío Balduino, apenasos" fuiste
« d e palacio, intentó conmigo: : : Aquí se',
suspendió. Que ha hecho? dijo turbado el
R ey ? Deteníase la adúltera esposa, para coa
el silencio agravar mas el fingido delito. O*'
cómo sabe una muger fingir una maldad:i Acá»:
h ed , dijo el R e y , decid, qué ha hechor ese i
traidor ?¡ E lla , entre suspiros y sollozos, di-/
jo : v>Me ha querido forzar, S e ñ o r,y apdn »
*»;pude huir. - - - ^
N o . hubo menester mas.el infartie Príncipe,!
cuyo nombre de bárbaro le conventa, por m
«atural tan inclinado a la sevicia y crueldad;
í ahora abrasado en las llamas de zelospro*
lumpiendo eü iras contra el cautivó Príncipe,
pronunció sentencia de muerte contra d i : y
para que fpese á mas satisfacción de su cruel-:
d ad , no quiso que fuese honrosa:, cual con-í
yenia á un Príncipe, sino la mas inhumana y.
Cruel, que pudo lisongear á su furor. : i . ■
i C o n v i d é su mesa.á ktagcaíides d e d u c o r-
te para un dia señalado ; y estando ya . todos
bien calientes dél v in o , mandó traer á sú prea
fencia al cautivo Príncipe, para que todos se
burlasen de él. Lúgubre espectáculo, y mas
acerbo y cruel para Balduino, que la misma '
jnuerte 1 Llevaba el Principé coh invicta pa­
ciencia las injurias, afrentas y burlas'; y re­
putándose ppmó otro Sansauj ciego én trelo*
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de vicios y virtudes. 121
convites y regalos de los filisteos, se arma*
bi para tolerar mayores tormentos. No se tem­
pló en su ira el tirano, por mas que Balduino
confesaba su inocencia, refiriendo el crimen
de su esposa, á quien no solo no habia vio­
lado, sino antes resistido al adulterio, que ella
misma le habia 'ofrecido. N o le díó oidos el ti­
rano R ey, sino mandó en su presencia lo ator­
mentasen cruelmente. Primero mandó, que con
nn cuchillo le fuesen dando lentos golpes en
manos y p ies, hasta que del todo los cor­
tasen : despues le cortaron los brazos y las
piernas con lentos golpes de la misma forma,
para que durasen mas tiempo los tormentos y
dolores; y últimamente mandó, que arroja­
sen el cuerpo mutilado y aun v iv o , en el
campo, para pasto de aves y fieras.
Tres dias estuvo así vivo el cristianísimo
Emperador luchando, no con las fieras, que
reverentes á su noble cuerpo, no se atrevieron
á llegar, sino con la muerte, con grande es­
peranza de la glo ria, la que le mereció Jesu­
cristo , con su Santísima pasión y muerte.
Al cabo de los tres dias entregó su feliz al­
ma á su Criador, á los treinta y cinco años de
su edad. Luego que el R ey bárbaro supo que
habia muerto Balduino, hizo que desollasen
la cabeza, y del casco mandó hacer un vaso
ó copa para, b eb er, y engastándola en oro,
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122 Casos rarbi ■ -*i
usaba de' ella en los convites mas solemnes;
«donde solía adivinar mas infelizmente que el
casto Josef; cuya castidad espresó Balduino.
Ya se deja ver en este caso el triunfo, que
la castidad de este Príncipe consiguió de la
lascivia, espreso con vivos colores en aque­
lla torpe y adultera muger de Putifar. Estos
desastres trae consigo la hermosura. Muchas
mugeres, si fueran menos hermosas, fueran
mas castas; porque parece que la hermosura
y la castidad andan siempre de oposición. X
así dijo un satírico:
- ...... ......... Rara est concordia
Atque pudicitia. Juven. sat. I O . -------------
Ningún católico , aunque sea un mal cris­
tiano, dejará de dar crédito á la Sabiduría di­
vina : Propter speciem mulieris multi -
runti (E ccl. c. 9 .) Muchos hombres se conde­
naron por la hermosura de las mugares; y mu­
chas con su hermosura se fueron al infierno. Y
«sí cantó esta verdad clara un infame, poeta:
Sunt apud inferos tot millia formosarum.
(Proper. lib. 2.) Conociendo este peligro muchas
vírgenes santas afearon su rostro, para guarda
de la castidad. De toda una comunidad de
Religiosas se le e , que escalando el Convento
los enemigos de la fe con la depravada inten­
ción de violar su virginidad, se fué la Abadesa
con todas las monjas al coro, y habiéndoles
Google
1 de victo* y virtudes. 12)
| hecho una breve plática* exhortándola» al amo*
de la castidad * y fe que debian á su divino
esposo* les dijo: w 1-a que, tuviere amor á su
«E sposo Jesucristo* haga lo que yo hi-
«cíese:; y sacando una navaja ó cuchillo*
se cortó de un todo las narices. Al punto to*
das las dentase hicieron lo mismo. Entraron loa
enemigos * y viendo afeados sus rostros con la
mucha sangre * quedaron horrorizados * pero
ao compasivos; -y sacando las cimitarras* las
degollaron át
odas : con que juntaron con la
palma de la virginidad la corona del marti- •
rio; pudiéndose decir de estas vírgenes* lo que
dijo san Gerónimo de santa María M ag­
dalena * que con sus muchas lágrimas tenia
afeada la hermosura de su rostro:
dtor , tantb pulchrior;( Hier. Ep. 10 ad F u ­
riam) mientras mas fea * roas hermosa: así es­
tas- vírgenes :: Quantb foediores * tantb pul-
ehriores. ■ ■ ,
N o dejaré en silencio -ptro- singular prodi­
g o * que obró Dios en favor de la castidad.
Este fue con,santa Librada* ó por otro notn-
.bre W ilg e fortis * hija de los Reyes de Portu*
‘gal * cuyo cuerpo se venera en la Iglesia Ca­
tedral de Sigüenza. E ra esta santa de estro-
añada hermosura. Faltóle la madre * y no pu-
diendo sufrir el padre verse sin m uger. que
diese materia para satisfacer al fuego de su las*
Digitized by
f ¿4 Casos raros'
civia , teniendo en $o casa una tan g a lla r á
hermosa como Librada, no quiso salir de ao
casa para buscar cspoaa. Enamoróse de su mis­
ma hija; manifestóle su torpe carillo, solicitóla
al incestuoso tálamo conjugal: pero execran­
do ella tan enorme pecado y amante de la
virginidad, le pidió no la tocase, .que queria
v iv ir perpetuamente casta.

D a mihi perpetua, genitor clarissime, ,


Virginitate f r u i ; dedit hoc pater ante

(Stangel. de judie, divin. tom. a , cap 5 7 ,


1 7 .) Dejóla por entonces: pero despues, inci­
tado del demonio y de la hermosura tan p ere­
grina de su hija, volvió á solicitarla al incesto;
y no hallando ella donde, ni como huir los
-importunos y torpes amores de su . padre , le
-pidió con todas veras i D ios, que le quitase
la hermosura de su rostro, que era la que i su
padre lo traia tan perdido. O yó Dios los rue­
gos de su querida esposa, y de repente se llenó
la barba y las mejillas de pelo,«tan espeso y
tan áspero, que parecia un monstruo. Viendo
el padre i la hija con grande barba, mas que
si fuera varón, no conociéndola ni por rou-
g e r , ni por su h ija, enfurecido la condenó
á gravísimos tormentos, hasta que vino á qui­
tarle la vida , lijándola con clavos en una
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devietor y m
125
t n s .Véase á Engelgrave en el la g a r citado
i la tnárgen. En algunas partes se ve la pintu­
ra de esta santa con barbas* como hombre; coa
que se puede decir de e ll a : Quantb Jcedtor,
tanti pulchribr.■ ■ >,
■ Si á alguno se le hiciese esto dificultoso de
creer, lea á san-Gregorio' en sus diálogos,
donde refiere el caso qué sucedió i G alla, mo*
aa nobilísima, hija Simaco C ón sul, que
habiéndose casado, y a l afio hallándose. viuda,
se le encendió todo su cuerpo de raaochas ó
granos d e : fu eg o , de tal forma que los : médi­
cos resolviéroo," que 6Í no sé volvia á-casar y
osar del matrimonio, con !el demasiado: calor,
prorrumpiría la naturaleza en-barbas: y así su­
cedió. Con que la santa iboza no temió per­
der la hermosura de su rostro, por conservar
la castidad. • • - .
. Una mugeri viuda tenia una-hija muy her­
mosa, y aunque era de sangre noble, veíase la
madre tan pobre, que no solo no tenia dote
con que poder'casar á su- hija honestamente,
pero ni aun con que susténtar su vida* pues nó
tenían ni joyas que em pegar, ni alhajas que
Tender. Viéndose en tanta pobreza, pensó ea
poner, en venta la honestidad de.su hija. A qué
maldades é insolencias no está sujeta una ne­
cesidad ! Dióle parte á su hija de su infame
pensamiento, aconsejándola á la torpeza , di-
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tiS 'Cos o s raros'
ciándole, que «a deshonra tendría alguna die*
cui pa, cuando en suma pobreza peligraba la vida.
' Fue para la casta doncella esta propuesta d e
la madre un darda , que le atravesó el cora­
sen. Disimuló su sentimiento, y le pidió ¿
su madre tiempo para discurrir sobre la mate-
lia^ diciendo que convenia se pusiesen to­
dos los medios posibles para socorrer su ne­
cesidad , antes de llegar a le s t r e m o y últi­
mo remedio. Diciendo esto 4 tomó uaas tije­
ras , y cortándose, ladorada madeja de su pe­
l o , que era hermosísimo , se lo entregó á la
madre-, para que la vendiese. Fuá la madre á
la plaza á vender el pelo de la hija. Viólo ua
Caballero r ic o , j y seenamoró ; de s
sura ^preguntóle i la madre, si aquel cabello
tra de alguna-doncella, que se había consai*
grado á Dios en la keligion. Entonces la ma­
dre le; red rió' ai caballero la enorme maldad,
que ella habia pensado, y la piadosa industria
de su hija por no perder su castidad, y de
esta suerte-Socorrer' s u : necesidad. Admiró el
Caballero'lá honestidad de la doncella y sq
industria discreta: y ocultando por entonces sus
pensamientos, la despidió por entonces, dán­
dole una boena -limosna. Informóse despues
ocultamente de los vecinos, de la vida y cos­
tumbres de la madre y la hija; y todos le in*
formaron de su honestidad, y modestia, recogí-
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de vicios y virtudes.1 2 7
v ie n to y buenas costumbres, de forma que
todo convenia con lo que la madre le había
dicho: con lo cual el caballero determinó casar­
se con ella , queriendo este mas tener por mu­
ge* una doncella de honestas costumbres, aun­
que pobre, que no una rica, torpe y liviana; y
con esto socorrió Dios su necesidad.
No séque en los anales del amor de la
castidad (d) se lea otra mas fuerte heroína,
que E ufrasia, virgen nicomediense. Vióse esta
virgen perseguida de un soldado, y aunque
muchas veces pudo librarse de los importunos
amores, un dia se vió tan apretada, que ni
con fuerza, con razones, ni con lágrimas po­
día guardar su pureza. Rogóle se detuviese uu
poco, para ver si podría redimir con el precio,
lo que no pudo con los ruegos. Fingióse hechi­
cera, diciéndole, que sabia muy bien el arte de
la m agia, que lo había aprendido desde su ni­
ñez: y que sabia un gran medicamento, con el
cual untándose uno su cuerpo, no le podia he­
r i r , n i, espada, ni lan za, ni otra arma algu­
na : y que este secreto, que hasta entonces
lo había tenido oculto, se lo revelaría, coa
tal que le jurase, que no le había’ de to­
car á e lla , ni á su castidad.

(d) Niceph.1 7 , cap. 13 hist.

■ Google
12 8 Vasos raros
£1 soldado, deseoso de saber estevecrefó,-'
para que no le ofendiesen las armas en las b a­
tallas y conseguir muchas victorias, le juró
i la doncella, que no la ofendería, que le di­
jese aquella medicina. Apartóse, ella un poco
á un cuarto oculto, y derritiendo al fuego.
un poco dé ce ra , se untó con ella la cervix
y el cuello. Despues, volviéndose al solda­
do , le d ijo : v> Para que veas la eficacia de
asesta medicina, quiero que á riesgo de mi
as vida veas comprobado en mí lo que te he ,
as dicho, con la esperiencia. Saca esa espada,
as y con toda la fuerza que pudieres dame un i
as golpe en el cu ello, que tengo untado con
as esta medicina, y verás cuan libre y se­
as gura quedo de tus heridas. £1 soldado , que
con la codicia de saber una medicina tan sin­
g u la r, apenas había reprimido los ardores de
la lascivia, sacó la espada, y poniendo ella
él cuello, le dió tan fiero golpe, que le derribó
el tierno cuello á la doncella, y con esto per­
dió la esperanza de gozarla, y ella le qui­
tó el temor de perder su virginidad. O ánimo
valeroso l O pensamiento divino 1 O ingenio*
sa artífice del divino amor 1

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de vicios y virtudes.

CAPÍTULO X V I.

Daños de la lascivia.

R esta materia se hallarán bastantes ca­


sos muy horrorosos y singulares en los au­
tores. Ahora pondré aquí un caso de dos
hermanos, que desde niños se acostaban jun­
tos en una misma cam a; para que los padres
escarmienten, y no permitan que hermanó
y hermana.se acuesten en un mismo techo,
y teman la maldición tan horrorosa que les
echa el Espíritu Santo :M
cum sorore sua, filia patris su i, vel matris
sues: €)? dicet omnis populus: Amen : Maldito
el hombre qne duerme con su hermana, hija *
de.su padre ó de su madre : - y todo el pueblo
respondía: Amen. Sirva esta maldición de ter­
ror , y el caso que refiere Roseto, que. suce­
dió en la Francia.
Un caballero noble, ( e ) poco cuidadoso
de sus hijos, y de su honestidad , tenia dos. hi­
jos muy hermosos y agraciados, varón y
hembra. Estos desde niños los puso en una sola
cama, y permitió que durmiesen juntos. Y a

(e) Franc. Rosset, trag. de nuestro


tiem po, hist. 7 .
^ O r . Casoi>
que eran gtaudecitos, con el continao comer­
cio se cobrarán el uno al otro gran cariño:
jugaban los dos desnuditos en la cama, como
lo suelen hacer los niños, cuando despiertan.
Con el calor de las mantas, y el cariño que. se
retajas, comenzó á arder entré los dos la llama,
de la lascivia. Mezclábanse torpemente:.come*:
tian muchos incestos „ : torpezas y obscenida­
des. Y como desde la niñez se viciaron, y esta-*
bao en su misma casa, vivieron siempre aman­
cebados, hasta que llegó el caso de ponerlos á<
ambos en estado. Casó la hermana con un ca­
ballero noble y el hermano con una señora de
ilustre sangre; pero nanea pudieron desarraigar
de sí el amor torpe que los dos se tenían; y si
antes vivían amancebados en el incesto, ahora
no temieron añadir al incesto el adulterio. V i ­
vieron así algunos años, hasta que ya se llegó
¿' difundir por el pneblo. Cogiéronlos una v e z
eu e l delito; pazo ellos, cuanto antes hicieron
fuga juntos, y se fueron por otras tierras. P ero
permitió Dios, qué los cogiesen; que no per­
mite D io s , que semejantes delitos y escánda­
les se queden sin castigo en este mundo. Pren­
diéronlos, y habiéndolos substanciado su causa,
los ajusticiaron con muerte afrentosa.
Este paradero tuvieron los dos hermanos,
por permitir sus padres que durmiesen juntos»
N o hay que fiarse en que son hermanos, cuajj-
Dic , i Google •
devicios y virtudes. 13®
¿o son Varón y hembra ; que Aranón era herw\
mano de Tam ar, y se enamoró de ella, y ea*
tando loa dos solos, la violó. Y a s í temer la
maldición del Espíritu Santo: ,
- Aunque ne fuera por la culpia que causa ea
! «1 alma, debiera* aborrecerse este vicio solo pos
■ los malos efectos, que causa e n e l cuerpo. Q u é
viene á ser lo que queda despues de la torpecat
Una tristeza suma: en la memoria torpes iraagi*
alciones, opacas tinieblas en el entendimiento;
feas y hediondas nauseas en la voluntad; visio*
aes horrorosas y representaciones feas en el
sueíío; nota inferné en el nombre; inmensa
tristeza de lo pasado; pudor vergonzoso de 1<|
presente, y temor horroroso de lo futuro. r
• Otros perversos efectos causa en el cuerpo
este vicio. E s ocasión de muchas enfermedades
y dolores; como son, ^epilepsia ó morbo cada*
c o , lepra, peste veneres, que parece se arran*
can las entrañas: corrompe todo el cuerpo y
acaba con la vida. De este vicio nace la enfer­
medad torpísima y perniciosísima del mor»
bo llamado gálico; otros llaman napolitano^
D e estas partes fue llevado á la Isla española;
donde Luis V ives d ic e , que nacen los niffot
con é l : Est autem indictis in hunc orbem
vectus, cum quo in illa bispaniensi India in­
ja n tes-nascuntur,
Esta peste de iepra y humor gálico vinq
Digitize • Google
T3V Casos raros
de Francia i España. Primeramente se introdn-,
j e t e n Valencia en tiempo que-el Rey de Fraa-.-
cía ’ Don Carlos traía guerras en Italia; por-,
que un soldado francés, que se hallaba c o a .
esta enfermedad, se la pegó á una señora noble*
E s ta , sin atención, ni respeto i su sangre,
prosiguió en este v ic io , inficionando tf todo*
cuantos entraban con e lla ; y de esta forma
se introdujo en España. Por eso estas muge4
íes.públicas, estas infames rameras deben des*
ferrarse de las repúblicas. .t
i L a causa de ser muchas mugeres tan-torpea
y deshonestas, nace de la mala crianza de los
padres. Las aman mas de lo que conviene; las
Muestran demasiado cariño.. De donde se sigue-,
que como se tren queridas, hacen su gusto , se
salen con lo que quieren ,- porque saben que no
Jas han de castigar, sueltan la rienda á los ape­
titos carnales, y vienen finalmente á perder e o
Vn .todo la vergüenza, y á quedar perdidas.
- - D igan los padres este lastimoso desastre para
en escarmiento, que del Cardenal Vitriaco re­
fiere Julio Mazarino. (a) Tuvieron unos padrea
púa niña de estremada hermosura; criáronla
con gran cuidado, teniendo en ella todo sa
cariño; pero el padre con especialidad llegó

(») M
azar. ia pt, 5 0 , p. j .
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i e vicio* y virtudes. YJ)
en mis juveniles afios á tenerle tintó amor,,
que llegó ya á encender en su coraron llamas
de sensualidad, y para apagarlos vino á e*«
cender á la hija. Dióle á entender sus torpes
amores con palabras carifiosas y acciones. li+
rianas, tanto, que vino á rendirse la.don»
celia á las feas persuaciooes del padre : y ¡ha»
cho este lobo contra la pobre oveju elayco *
metió la mas grave y fea maldad, que abor*
rece la naturaleza. Persuadióla al incesto , es
que perseveraron algunos dias, _. >
. N o pudo ocultársele á la madre este atroz de?
lito de su hija, viendo en ella los desordenados
amores i su padre; porque los males grandes no*
pueden estar ocultos. Reprehendióla agriamente
su desenvoltura, afeándole la enormidad de se­
mejante delito: pero llegó ya muy tarde la re­
prehensión , porque tenían y a en su corasoa
muy profundas las raíces sus torpes amores y
perversas costumbres. N o llevó muy bien la bija
la corrección de la madre; antes bien soberbia y
desatenta se volvió contra ella. Qué leyes no>
atropella la lascivia! Pero qué- maldades no eje»
cutara la juventud de una mosa-mal criadal N o
se quejen los padres, si sus hijas hacen desacier­
tas; si son deshonestas y livianas; si son escan­
dalosas; quéjense de sí mismos; que ellos son
la causa. Cómo han de ser los hijos , si los pa­
dres, los ensedas á pecqr con ah mal ejemplo?
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1

t 34 Catos raros
: Viéndose esta mala hija reprehendida* de stt
Vadre y despreciada, y que. se le oponía á sus
torpes amores; parecióle que quitándole la vi»
da á su madre, con esto viviría mas á su liber­
tad, y lograría mas á sus anchuras de los gustos
carnales con su padre. Dicho y hecho: como
se le previno, así lo ejecutó.'Dióie veneno á
so madre, en ocasión que su. padre estaba au­
sente, y le quitó la vida. Vino su padre á casa*
y sospechando de la muerte improvisa de su
esposa algún temerario arrojo de su hija, vino
á 'sa ca r en claro por varias preguntas que le
biso, que le había dado veneno.
Corrigióla el padre,y reprehendióla; pero
« o con tanta severidad como debiera, porque
el afecto y cariño que debia tañer á su esposa,
io^tenia puesto en la hija. Pero como no estaba
totalmente desnudo de toda humanidad , lá
prehendió despues con mayor severidad tra ­
tándola con enojo. Parecióte ó la h ija , que ya
<e hallaba aborrecida de su padre, y que nuaci
volverla mas á sus torpes cariños: y la que ya
tenia en un todo vueltas las espaldas á Dios y
perdida la vergüenza, habiendo no solo vio­
lado el lecho de su madre, sino siendo tam»
fcien matricida; no dudó de ser patricida. M a­
quinó la muerte de su padre; y aquella misma
noche, estando durmiendo en sii cama, con una
segur le cortó de un golpe ln^cabaaa.-A . q u á
Digitized by ogle
de vicios y virtudes, 13
delitos tan enormes no arrastra un desacierta
de una muger 1 Estos son los efectos, que trae
consigo la torpeza y deshonestidad. <
, N o paró aquí la maldad de esta moza. O
Señor , y lo que sufrís! Recogió las mejores
alhajas, que pudo : salióse huyendo de su casa,
llamando a l demonio en su ayuda. Apareció*
sele este enemigo, ofreciéndole, que la asis*
tiria en todas sus pretensiones y según su vo*
luntad. Quién no i ve ya levantada la espada
de la divina justicia contra esta muger ? Pero
00 quiso D io s, que aquella ovcjuela, que iba
perdida y fuera de su red il, fuera despeda*
zada del lobo infernal. O divina clemencia!
Cómo sufrirá 4 Sefíor, vuestra infinita miseri­
cordia , que se pierda un alm a, cuando di*»
teis por ella vida I *
' Ausente esta moza de su p atria, sucedió
por divina providencia, que un dia fuese á la-
iglesia , en ocasión que un famoso predicados
estaba predicando y ponderando con grande
espíritu la inmensa misericordia de Dios. Cada
palabra era una saeta, que le atravesaba el co-
razón. Comenzó esta á moverse; y acabado el
sermón, hecha una mar de lágrimas, se fuá ó
, los pies del predicador, manifestándole por en*
1 tero sus enormes delitos y maldades. Oyóla sa*
j cramentalmente el ministro de Dios; y de ría*
i mando lágrimas de dolor de lo íntimo de sa co*
Digitized by Google
!
*3<S Casos raró»
razón, la absolvió, dándole por penitencia me­
dicinal, que el otro dia volviese al sermón. H i­
tólo así, como se lo habia mandado. Comenzó
el predicador á hablar tan divinamente del
amor divino y de su infinita piedad y mise­
ricordia , que horrorizada de sus gravísimas
culpas pasadas, y desecha en las dulzuras del
sumo B ie n , herido su corazón de un graví­
simo é intensísimo dolor de sus pecados, se
quedó muerta á vista de todo el auditorio; y
fue aquella purísima alm a, purificada y a de
las manchas de sus enormes culpas con el agua
de sus lágrimas, á,gozar de los eternos descan­
sos. O dichosa pecadora!
Grande doctrina nos ofrece este caso. L o
primero enseña á los padres, como deben criar
i sus hijos, como deben corregirlos y darles
buen ejemplo. Para lo cual deben vivir temero*
sos de Dios: y ya que como frágiles caigan en
alguna flaqueza, no lo vean los hijos, ni lo se­
pan; que este escándalo es un pecado gravísimo.
- L o segundo nos enseña, que huyamos de la
lascivia; porque es un pecado que arrastra tras
SÍ todos los vicios. La torpeza y lujuria fue el
principio de haber sido tan mala aquella moza:
de haber sido lujuriosa vino á ser incestuosa,
adúltera y torpe en todo género de lascivia; y
vino á ser soberbia, parricida, cruel con sus
padres; escandalosa y desesperada. Y por fin,
de vicias y virtudes. 137
una mugef lujuriosa tiene la puerta abierta pa­
ta todo género de maldades»
• Lo tercero, nos da á etender la infinita mise-,
ricordia de Dios, que por muchas que sean nues­
tras culpas , nunca hemos de desesperar, sino
siempre confiar en su infinita piedad. Qué cul­
pas mas horrorosas y feas, que las de aque­
lla moza ! Amancebada con su mismo padre;
quitarle con veneno ¿ su madre la vida; hacer
despues con su padre lo mismo, cortándole los
gaznates; entregarse al demonio desesperada.
Puede haber mayores maldades ? Y con todo
eso no la desamparó la divina misericordia,
O bendita sea tal bondad y clemencia!

C A P ÍT U L O X V II.

Soberbia castigada•

E s la superioridad en los ambiciosos una sua­


vidad fa la z: Fallax suavitas, dijo san Ber­
nardo , que con la máscara de conveniencia y
libertad, oculta y esconde un semblante feo,
que horroriza. Porque en estos la superioridad
tiene dos semblantes ó rostros, uno risueño
que deleita, y este es fingido, porque es una
máscara, debajo de la cual se oculta otro
semblante, que es horroroso y atemoriza.
• A la superioridad está muy unida la v*nir
K 1
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13» Catos raros
dad y soberbia. N o es vanidad aquello, que se
desvanece con humo ? No es vanidad aquello,
que solamente tiene imaginaria bondad y
apariencia falsa de conveniencia ? Sí.
Por eso san P ablo, hablando de la vanidad
de este mundo, d ice : Prcetérit figura hujus
mundi: pasa la figura de este mundo. La fi­
gura parece lo que no es; como una imagen
de san Pedro decimos que es figura de san Pe­
dro. Así Iks honras, puestos, dignidades y
bienes de este mundo no son lo que parecen*
áino una figura, que con la apariencia y más­
cara de bien, tfculta su vanidad.
Los que miran á la superioridad por el sém-
blante que deleita, luego se desvanecen, i
hinchan de soberbia y vanidad; quieren ava­
sallarlos á todos; no se acuerdan de sus prin­
cipios; les parece que son deidades; no hacen
juicio de que son hombres: y por eso muchas
veces ha permitido D io s, que caigan de la
altura de la superioridad, castigando la so­
berbia , para que abran los ojos, y se conoz­
can hombres como los demas, como se verá
en esta tragedia, que le sucedió al Emperador
Joyiniano. (b)
Tenia este fuera de su corte para so recreo,

* (b) Engelg. qqsI. emp. t. 2,serm..S. Mich•


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devicios y virtúdes. 13 9
amenos jardines, poblados de variedad de árbo­
les , plantas, flores, fuentes, estanques y otras
diversiones, donde solia salir á divertirse. Veíase
este Príncipe muy poderoso, abundantísimo en
riquezas, próspero en victorias, superior á to­
dos los M onarcas: y viéndose tan favorecido
de la fortuna, olyidado de que era mortal, lle­
gó á entumecerse tanto, que se juzgaba mas
que hombre. Pero castigó Dios su soberbia con
esta trágica ¿ inaudita fortuna.
r Cansado nn dia de verano del ejercicio de
la caza, se fu¿ á divertir á los jardines, acom­
pañado de los grandes. Era ya caído el s o l; y
para desahogarse y templarse un poco de los
calores del estío, quiso bañarse en un estanque,
.que habia entre aquellos jardines. Mandó á los
grandes, pages y criados, que iban en su
com itiva, que todos se retirasen, hasta que él
diese una señal. Desnudóse de sus vestiduras
R eales, y púsolas cerca de un árbol, que allá
habia vecin o ; y arrojóse al baño.
Mientras el Emperador estaba en su baño, y
los ¿tilicos divertidos y descuidados , permitió
• D io s , que bajase un Angel del cie lo , que re­
presentase la misma persona del Emperador, y
vistiéndose las mismas vestiduras Reales, que el
mismo Emperador se habia desnudado, dejó
en su lugar 4ina ropa vieja, rota y deslucida.
D ió la¡ seña', llamó á los grandes, juzgan-
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Gt& * IV*.
14 O v Gaéos raroi
dolé todos por el Emperador Jovinianó , por- :
que en todo era su imágen, en rostro, vesti­
do , acciones y movimientos , y se fueron to­
dos juntos á palacio.
E l Emperador, ignorante de lo que pasaba,'
salió del bafío, fud al lugar donde dejó sus v e s-.
*t¿duras Reales, y halló la ropa sucia y fea,
que el Angel le habia dejado. Turbado llamó ú
los pages, á los criados; y nadie respondía. L e- >
yantaba el grito, daba voces; pero todo era en
vano. Vuelve la vista hácia todas partes, y todo
era soledad. Pasmado de lo que veia, se adnai-r
raba de su gran descuido de los pages y cria­
dos. Y conociendo que todos lo habían dejado
y se habían id o , monta en cólera, echanda
yerbos y amenazas, que habia de .cortar ca-o
bezas y ejecutar otros castigos*
Vistióse como pudo la pobre vestidura ó,
ro p a , que habia encontrado, suspenso un po-r
co* premeditando qué haria, ó qué determina­
ción tomaría, se.fué a un castillo que habió
cerca de la corte, diciendo, que era ej Em pera­
dor, que le diesen entrada. E l alcalde, del cas­
tillo , teniéndoló por loco ó por algún simple*
le dijo, que fuera enhoramala, y lo echó fuera.
Aquí eran, las impaciencias, iras y amenazas.
Determinóse irse á la ciudad: fué á entrar, y
halló en la puerta á la centinela, que con ua
fusil al hombro se andaba paseando» Preguntóle,

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de victos y virtudes• T41
que'quién e ra l Y respondióle, que el Empera­
dor, y que aquella ciudad era suya. E l centi-
nela, imaginando no fuese alguna espía de ene*
ttiigos , que hubiese tomado el pretexto de ha­
cerse loco, para invadir la ciudad, no le quiso
dejar entrar. Porfiaba de entrar el pobre Em­
perador ; pero el soldado le puso una lanza
ó bayoneta á los pechos, diciendo, que lo
habia de pasar, si no se detenia.
Pasmábase el Emperador, de que el soldado
no le conociese. Persistía en querer entrar por
fuerza; pero el soldado con mayor resistencia
4o repugnaba. E l uno insistía; el otro resistía:
daban voces : conmuévese la ciudad : llegan las
voces al palacio : concurre el pueblo: oyen
lo que dice aquel hombre no conocido : llé-
vanlo á la presencia de los áulicos: dice, que
él es el Príncipe y Señor de aquel reino*
Unos lo tienen por loco, otros por espía ene~
miga ’ y 3ue tomado maliciosamente la
apariencia de loco. Préndenlo, métenlo en la
cá rcel, cárganlo de prisiones, hasta q u e , ó
duerma su locura, ó confiese la verdad. O
hombre miserable ! Qué desdicha es esta! Dos
horas há que te mirabas Príncipe, y te juzga­
bas mas que hombre; y ahora te ves hecho la
fábula del pueblo!
Parecióles á los grandes llevarlo ante la pre­
sencia del Emperador, para que tuviese un ra-
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142 Casos raros
to de gusto con el competidor de su reino*
Quién duda, que seria un.rato de grande en­
tretenimiento ? Iba acompañándole gran tro­
pa de muchachos y gente popular; y unos
de un brazo, otros de o tro , entran al desnu­
do mendigo en el salón del imaginado Prín­
cipe. Apenas vid el verdadero Emperador en
su mismo solio á una Magestad tan parecida á
é l , como si fuera él mismo, quedó pasmado.
V ió en su mismo trono sentado un hombre,
que en el rostro, en la v o z , en las palabras,
acciones y movimientos era él mismo, ves­
tido de las mismas vestiduras, de las cuales po­
co antes él se había desnudado en el baño: asis­
tido de los grandes de la misma corte, y en
todo tan uno mismo, que quedó atónito y
pasmado, sin poder discernir el misterio: y
no teniendo ya voces, ni palabras que respon­
der i las preguntas, recurrió el pobre Empe­
rador á las lágrimas. A quién no Se le enterne­
ce el corazón, viendo á este Príncipe tan afli­
gido con tan lastimoso suceso?
N o pararon aquí sus desgracias; porque con
las presunciones, de que era tirano invasor,
decían que se pusiese á cuestión de tormento,
para que confesase la verdad. Los que lo te­
nían por lo co , decían que n o , sino que se
quedase por bufón en palacio , para el entre­
tenimiento de los áulicos: y aunque el mise-
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devicio* y virtud
fatde Emperador Joviniano no aprobó esta sen*
tencia, la e lig ió , por ser menos penosa, que
ia primera; porque quiso mas ser reputado por
bufón, que ser atormentado por traidor al
reino. Pero creciendo despues las sospechas de
que era espía, yque tenia maquinada
traición, dijeron todos : que merecía pena car
pital. Contemple aquí cada uno, con que cora*
son oiria la sentencia el miserable Joviniano.
Aunque lo juzgaron digno de muerte, le
perdonaron la vida : pero para que fuese escar*
miento para otros, y ninguno se atreviese con
el ejemplo de uno á fingirse loco y estulto
con ambición al rein o, ‘fue sentenciado aquel
hombre , fuese quien fuese, á ser arrastrado
con ignominia á la cola de un caballo. Luego
arremetió i él toda aquella turba , para ejecu­
tar en él la sentencia : ya estaba asido al caba­
llo , cuando suplicó humildemente, que lo ab­
solviesen de aquella pena tan infam e, que él
desde luego renunciaba del re in o , y quería
yivir desterrado. Compadecidos los jueces de
sus lágrimas y súplicas , le perdonaron la pe­
na , y lo desterraron de la ciudad.
Así desterrado v prófugo, se fué á reco­
ger aquella noche á una humilde casilla , qua
estaba en despoblado, no lejos de la ciudad,
donde vivia un pobre hombre buen cristia­
no. Contóle sus muchos trabajos y desgra-
Google
144- Casos raros
c ía s ; pero al mismo tiempo el Angel le revelé
al anciano toda la historia , dándole á enten­
der, como aquel hombre era el Emperador Jo¿
iriniano. E l santo viejo le di<$ santos consejos,
para que se humillase, y que Dios habia per­
mitido aquellos trabajos, p^ra que abriese los
ojos, y considerase , que era formado de tier­
ra como los demas, aunque Emperador, y no
se dejase llevar de la vanidad y soberbia.
Trajo el Angel .las vestiduras R eales, llevólo
al p alacio, púsolo en el solio, y quedó con
su misma honra y crédito, porque nadie su­
po el suceso, sino el A n gel, el mismo Em­
perador y el anciano i, que siempre guardó el
secreto. Con esto el Emperador quedó corregi­
do ; porque el Angel le dió á entender, que
aunque era Príncipe, era hombre : que procu*
rase humillarse y no ensoberbecerse; y coa
esto desapareció el Angel.

CAPÍTULO X V III.

p Siempre acusa la conciencia•


I J l pecador nunca tiene quieta su concien­
cia. De la conciencia dijo un escritor pro­
fano , que antes de cometer el pecado, es fre­
no ; pero despues de cometido, es azote y
castigo : Ante peccatum est frcenum ; post pec­
catum est flagrum• N o sosiega 9 ni descansa
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de $icios y vitiudes. 14g
tn punto e l que está en pecado m ortal: conti­
nuamente le está hiriendo y dando golpes,
siempre está con sobresaltos y temores* 1
Ignoraba el hombre en el estado de la ihoa
cencía ; qué cosa era tem or: no sabia lo qué
eran remordimientos de conciencia; pero lue­
go que quebrantó el precepto, la misma con­
ciencia le abrió los ojos: comenzó á temer
y á tem blar, y se escondió avergonzado : Ti- ,
mui eb quid nudus essem , Sí abscondi me. A
dos voces blandas, que le dio Dios : Ubi eA
como si fuera con un dardo herido, comenzó á
temblar, huir y esconderse, y la causa que dá
es; porque se vió desnudo: Eb qubd nudus es­
sem. T e engañas, Adan, te engañas: no porque
te viste desnudo; sino porque te viste pecador,
con una culpa grave en tu conciencia, que te
estaba hiriendo y aguijoneando el alm a: Qua­
re timuit ? (Chrys. hom. 1 7 in Gen. ) dice el
Crisóstomo : Quoniam videbat sibi crucem
stare accusatorem, conscientiam dico. Bastan­
tes ejemplares refieren las historias.
No há muchos años que sucedió este caso;
Un hombre poderoso y rico , cometió un feo
pecado, el cual sentía mas decirlo y manifes­
tarlo al Confesar, que los horrores de la muer­
te. Argüíale siempre la conciencia, estimulába­
le á arrojar de sí á los pies del confesor la
ponzoña de su pecado. O yó en un sermón de^
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Catas raro* '
« ir, que ningnno tenia obligación i confesar
los pecados, que no se ocurrían á la memorias
y con esto bacia muchas diligencias, para que
se le olvidase aquel pecado. Dábase á juegos,
deleites y entretenimientos, para que se le
borrase de la memoria: pero todo en vano.
Hizo viages muy dilatados, para ver si lo echa*
ba en olvido ; nada aprovechaba.
Dióse á los estudios de las ciencias y artes,
donde siempre tuviese ocupada la imaginación;
como son, filosofía, .jurisprudencia, mate­
mática, astrologia, & c. pero siempre tenia mas
vivo su pecado en la memoria. Oyó decir, que
los pecados se borran con la contrición y ha­
cer penitencias; y dióse á hacer buenas obras;
yestíase de cilicios, ayunaba, tenia muchas dis­
ciplinas , daba i los pobres muchas limosnas.
Aun no descansaba, ni se quietaba su concien­
cia. Qué haría este hombre para verse libre? No
pudiendo sufrir el tormento, que le causaba el
gusano de la conciencia, se resolvió desesperado
quitarse la vida. Tomó un coche que tenia, y se
salió á una casa de campo, que era el lugar des­
tinado para esta fatal tragedia. Pero Dios, que
derramó la sangre de su Humanidad santísima
p tr los pecadores, cómo perm itiría, que una
alma se pierda ? Dispuso su Magestad el reme­
dio para este miserable pecador, con la sua­
vidad y fortaleza que acostumbra. *
Digitized by Google
de viciós y virtudes. 147
Caminando iba en su coche, y en el camino
alcanzó á ver á un Religioso, que iba adelante
por el mismo camino, y habiéndolo alcanzado,
le rogó, que subiese en el coche : escusóse el
santo Religioso; pero haciéndole instancias, le
obligó á que subiese. E l Padre comenzó á ha­
blar de cosas de Dios y de sus divinas miseri­
cordias , y recayendo sobre el remedio tan fá­
c i l , cojno su Magestad dejó en su Iglesia para
el perdón de las culpas , que es la confesión,
llegó á tocar, no sin inspiración divina, en la
llaga que le hería su corazón. Entonces él
turbado le d ijo : Qué es esto Padre? Donde me
habéis conocido ? Señor, dijo el Religioso, no
he visto otra vez á v. m. en mi vida; sino que
nosotros tenemos por costumbre mezclar en loa
caminos estas pláticas: y así, si acaso os agravé
en algo la conciencia, aquí me teneis. O Padre!
respondió, que há mucho tiempo que no me
he confesado, y tengo grande repugnancia!
Ponderóle el Padre la eficacia y lá necesidad
de la confesión, para el perdón de los pecados;
que si los confesaba, le ofrecía dé parte de Dios
el remedio y quietud de su conciencia.
Entre éstas y otras conversaciones llegaron
á la casa. N o quiso el Padre irse, dejando aque­
lla alma en las garras del lobo infernal. Cena­
ron aquella noche con gran gozo y alegría*
manifestando el Padre gran generosidaddeuíiu*
Í4& Casos ratos
mo. Por la mafiapa le dió ciertos pantos , en
que .meditase , para alcanzar de Dios confian-*
2a' en su divina misericordia : díjole, que
aunque tenia tanta repugnancia á la confe*
•ion , que por lo menos examinase su con­
ciencia, que aunque no fuese para confesarse
seria bien tener los pecados en la memoria,
para dolerse de ellos.
¿ Al otro dia se salieron á paseará una selva»
Preguntóle el Padre, si había recorrido bien su
memoria? Y que para su consuelo desahogase
su corazón, diciéndole los pecados, que en toda
su vida había cometido, que bien se los podia
/decir á é l, que le aseguraba como Sacerdote,
que no los diria á nadie , aunque le importase
la. vida. De esta forma fue el Padre con gran
¿blandura y sagacidad sacándole los pecados»
¿Fue diciendo sus mas graves delitos. Llegó al
mas atroz, que era el que mas le angustiaba; y
¿aquí se detuvo y quedó perturbado, y pro-
irumpió en estas palabras: Aquel , aquel tan
¡atroz y enorme pecado, que cometí, y no me
¿atrevo á pronunciarlo. Entonces le dijo el Pa­
dre : Ya has confesado, hombre , no resta mas
que confieses ese. Hízolo así. Consolólo el Pa-
«iré; excitólo á un verdadero dolor de sus pe*
•oados, dióie santos consejos para la perseveran­
cia ; y con esto quedó quieto en su conciencia,
dándole á Dios repetidas gracias, que por tan
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devicios y virtudes. Tijty
itaves medios trae á sí i sus criaturas.
Memorable es también el caso, que refiere el*
Abad Sabbacio (d) Un hombre cruel quitó la.
vida á un inocente niño. Pero haciendo refie»
xión sobre su maldad, y no pudiendo sufrir loa!
golpes de su conciencia , le pareció que entre
los rigores de una vida religiosa podría mas!
bien satisfacertpor su oculto delito. Pidió el há«:
bito al Abad; Zosim o: y habiéndolo recibido^
comenzó á hacer crudas penitencias, caminan-i
do i grandes pasos á la virtud por los rigores
de una vida regular. Por mas'penitencias que
hacia, nunca cesaban, las voces de su codcien-
cia ; porque siempre tuvo.oculta su culpa.
! Las voces del inocente niño le parecía (|ue
.resonaban siempre en sus-oidos: Por
mataste? N o le dejaban descansar, siempra
temblando ,. siempre despavorido, impaciente^
con el torcedor de su conciencia. N o pudien--
do sufrir estos remordimientos«fe resolvió i
salirse fugitivo del monasterio. Puése d una:
ciudad cercana: metiéronle en la cárcel pon
bo sé qué indicios: condenáronlo á m uerte, y
pagó su pecado. j
: Nunca está seguro el pecador del temor do
su culpa. Bien puede estar oculto su delitó a!
juicio humano ; pero no al tribunal de su con-
• ; 3
V ' » ■ ■■■■.'■ ...... — m ,» *
(d) Pratum s p i r . cap. ig fc e
Ijfo • 'Casos raros
ciencia : siempre está temeroso donde no hay
que temer. Y da la ! razón el pacientísimo Job:
Sónitus tefroris semper in auribus i l U u f t & .
tatn pax sit,insidias suspicatur. (Job. cap. 15
Siempre anda asombrado el pecador, qué ha co­
metido alguna maldad, todo le espanta: tiem­
bla al oir los truenos, á los relámpagos se
asombra, á los terremotos se espanta, qué lati­
dos no le da entonces la conciencia! qué temo­
res! qué palidez en el rostro !
Hi s u n t i qui trep
n
a
id
, & ad omn
■ fulgura pallent:
......Cum tonat i exanime* prima quoque
murmure cali.
B e l número degestos fue C aligula, del
eual dice Suetonio, que á los mas mínimos.
truenos se espantaba, y se tapaba la cabeza:
ti apretaban mas ,* se levantaba á toda priesa^
y se metia debajo de la cama.
■ De todas las cosas se asombra el pecador, i
todos teme, de todos se sospecha, á todos tiene
por enemigos: si otros hablan en secreto, se
sospecha que hablan mal de él, y que saben sn
pecado. £1 Crisóstomo lo dice t Omnia suspec­
ta habent, umbras tremunt, omnem strepitum
timent, & quemque existimant contra se veni*
re, id aliis alia disserentibus, sibi ipsis conscii
eogitant de se sermocinari ( Chrisost. hom. 8.)
Testigo es el infeliz Cain, que temeroso por
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de victos y virtudes. T
h «Suerte de su hermano A b él, juzgaba qd*
cualquiera que le viese, le quitaria la vida: Om­
nis, qui videt me, occidet me. ( Genes, cap. 4 .)
Quién le habia de quitar la v id a , si cuando
dijo estas palabras, no habia en el mundo
mas que su padre Adan? Su misma conciencia,
dice san Ambrosio, que continuamente lo
estaba atormentando. A cualquiera parte que
volvía los ojos, creía que todas las criaturas
se armaban contra\él: pues como dice Proco­
pio, despues del fratricidio de su hermano,
imaginaba que aun los irracionales le bus­
caban para quitarle la vida ; las serpientes con
su veneno, los leones con los dientes ,■ los oso«
con las uf?as, los toros con las hastas, los caJ
ballos con los pies y manos, & c.
De Beso refiere Plutarco, que como hubiese
quitado la vi^a á Su padre, y esta maldad la tu-
yiese oculta, habiéndole un amigo suyo con*
vidado á com er, tomó un p alo , y derribó un
nido de golondrinas, que habia en la casa. Pre*
guntáronle, que para qué habia derribado aquel
nido de aquellas avecillas inocentes? No ois qué
están parlando falsamente, que f u i yo quien
quité-la vida á mi padreé Mienten, que no ei
asi. Dieron cuenta de esto los circunstantes al
juez. Pue preso Beso, y convencido de su deli­
t o , fue sentenciado á muerte. Qué bien viené
aquí aquello de J o b : Sonitus terroris semper itt
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1S i \ Caiós raí*#*
auribus impii LE l que ha cometido alguna íftal?
dad , aun en las cosas maskseguras teme. ,
v Aquel tirano Dionisio ,siracusano , por te­
mor que teniaȇ lot barbeaos no lo degollasen*
enseñó á afeitar a sus hijas t'y aun á estas, sien*,
do ya grandes,ño les permitió, ni navaja, ni
kierro alguno, sino que con carbones encendi­
das le quemaban las barbas y el pelo. Tenia un*
foso hecho al rededor de la.cama* en que dor­
m ía : ponia unas tablas por puente para irse i¡
^costar: luego las quitaba, para que nadie pu­
diese llegar, temeroso no le quitasen la vida.
También Clearco pontico, tirano* de noche
ja ra dormir se metiá ep una arca. Argivo Aris-
t^deno dormía en »unos desvanes: subía por upa
escalera portátil, y luego la quitaba y queda­
ba como gallina en un gallinero.
Todos estos, temiendo á los propios y estra-5
fios, huian de todos los hombres. En parte nin­
guna se hallaban segaros; porque en todas papr
tefe les estaba dando voces ^¿conciencia,
i E s la conciencia como un relox de campa*
n a , que siempre está dando golpes y despierta
al que duerme, ya con los golpes que conti­
nuamente está dando el espíritu, ya con la
Campana: nunca puede estar oculto.
, ;Fernando, primer Emperador, se deleitaba
mucho en los relojes s tenia gran número de
riquísima variedad, y gustaba mucho de tener*
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de vicios y virtudes. 1
Ib» en su mesa. Uno de lo» áulicos se aficionó ¿
uno de aquellos relojes; en cautela lo tomó,
y se lo entró en el bolsillo, haciendo juicio, que
nadie lo habia visto. N o se le ocultó al Em pe-
, rador, pero disim uló: prosiguieron su conver-
'! sacion; pero al punto que llegó la hora, sonó
' h campana en la faltriquera, y descubrió el
hurto. Quedó el miserable avergonzado; por­
que lo que creía que estaba oculto,-claramente
yoceó y acusó.-No quiso el Emperador, darle
ibas castigo por. su atrevimiento, que una gra­
ve reprehensión.
' Quitó la vida el alevoso Cain ocultamente á
su hermano AbeL Háblate D ios, y le pregun-
■ ta: Ubi est Abel frater tuus ? Donde está tú
hermano A bel? Y responde , que no lo sabe;
pareciéndole, que con eso qnedaria oculta su
maldad: Nescio: y de improviso sin pensarlo,
sonó la campana: F o x sanguinis fratris tui
Abel clamat ádme de térra', y fue descubierto
su delito. •
■ Asi se-lee también de S. Medardo, pastor de
unos bueyes; (d) Hurtáronle un buey de su ga­
nado. Pero ponqué, el cencerro que llevaba, al
cuello, pudiera descubrir el hurto, el ladrón
procuró .llenarlo de paja y h en o, paraque

(d ). Surtas in vit. $ j m r
Digitized by C j O o Ífc
I $4 Casos raros \
ibo sonase. Fuése á su casa con todo silencio, ,
apenas entró , cuando sonó ei cencerro, como
que llamaba gente para hacer público «1 hurto.
Turbóse, volvió á tapar el cencerro, y aun á
esconderlo; pero no tuvo remedio: volvió á so­
bar , de forma que despertó el [cuidado d e ' loi
Vecinos. Finalmente, no pudiendo sufrir el so-,
nido del cencerro-,- que estaba publicando srt
m aldad, arrepentido fué al Santo, y le pidió
perdón, restituyéndole su buey.
N o sé que se pueda dar mayor espresion de
nuestra conciencia: siempre está sonando la
campanilla, sin haber arte alguno paraque no
suene. Vermis eorum non morietur, dice el
Espíritu Santo. (Marc. cap. 9 ,).Siempre está
vivo ei gusano de.la conciencia ; siempre está
royendo el corazón. Murieron los cómplices
en la cu lp a, mueren ios que la saben, mue­
re él enemigo, muere el agraviado, muere
aquel , á quien quitaste el crédito., muere á
quien usurpaste la hacienda, mueren los po­
bres oprimidos , ' mueren las viu d as,. mueren ,
los pupilos, mueren los testadores : mas el gu­
sano de la conciencia nunca m uere: Vermis
torum.nojt morietur. .
. Refiere Séneca desierto hombre., que ha­
biéndole hecho un zapatero unos zapatos, y
yendo otro -dia i llevarle su diaero, supo come
aquella noche había muerto. Quedó muy con-
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devictos y virtudes.
Unto, alegrándose* pareciéndole, que estaba li­
bre de la solución de la paga* porque no había,
quien la pidiese. Pero despues haciendo refle­
xión * y conociendo que siempre debía pagar
aquel dinero por no ser suyo, no pudiendo su­
frir los remordimientos del gusano de la con­
tienda, arrepentido de su mala intención * lué
i la casa , y por un resquicio de la puerta ar­
rojó el dinero de los zapatos* diciendo: lile
tibi v ix it; tu redde * quod debes.
• En Alemania un mancebo pobre ( e ) es­
taba sirviendo á un am o: tenia este una hija,
á quien amaba mucho por so estremada her­
mosura. Llegó este mancebo á enamorarse dé
ella: pretendióla para casamiento. Bien quisiera
el amo casar con el criado á su hija * si él tu­
viera algunos bienes de fortuna; pero viendo
tu mucha pobreza lo despidió * siendo esta la
causa de su poca fortuna. ■
Vacilaba en varios pensamientos* sobre que
medio tomária para adquirir alguna hacienda
y casarse con aquella moza. Encontróse-en una
ocasión con un gran mercader muy rico solo
en un camino. Arrojóle el demonio horrorosas
ingestiones* de que quitando la vida á aquel
hombre y con ella su hacienda * lograrla lo
V
L L l ...................................................................................... - - - __________ - H . „

. (e) Loibet* fiageU. peacat. part, 3, fiag. 3.


Lo
Digitized b y V J V L >oQie
TS6 Catót rarot
que deseaba. Como lo pensó, así lo hizo. Faé-
despues á la doncella, diciendo como habia lo­
grado una gran herencia de un pariente suyo..
Ajustóse la boda, y se casaron. V ivió así algún:
tiempo; pero siempre el gusano'de ia concien-:
cia le estaba royendo y acusando su maldad.
Con el manejo de la hacienda y su destreza
llegó á ser muy rico y admitido en el Senado
de la república. Quién no creerá á este hombre
ya seguro y en gran felicidad? Pero como den­
tro de una manzana muy hermosa se oculta el
gusano que la roe, y en una estatua muy ador*
nada la carcoma que la destruye; así el gusano
de su conciencia continuamente le estaba, ro­
yendo el corazón, y diciéndole al oid o: Occs-
íü tii, occidisti', de forma, que quisiera mas es-
perimentar las angustias de la muerte, que
aquel tormento, que le causaba el gusano de so.
'conciencia. Como lo deseaba, así le sucedió#
F ue un día llamado al Senado, paraque
diese sentencia de muerte contra un ladrón ho­
micida , salteador de caminos. Habiendo oido
Misa primero le dijo á su esposa, que le dis­
pusiese alguna cosa que comer antes de ir al Se­
nado. La muger, por complacer á su marido, le
dispuso y aderezó una cabeza de un becerrillo.
Apenas lo puso en la mesa, (cosa maravillosa!)
cuando quedó, el marido horrorizado, con una
mortal palidez, y le dijo á la m uger: Quita,
. Digitlzed by CjOOglC
devicios y virtudes. 1 57
emtger, quita de a i; porque vió en el plato la
' Cabeza de un hombre muerto. Levantóse de la
mesa, y se faé al Senado. Dijéronle, diese sen­
tencia contra aquel ladrón. Respondió, que
aquel ladrón era digno de m uerte; y que él
mismo era reo del mismo ó mayor castigo,
por haber muerto y robado á otro hombre.
Y les refirió toda la serie del caso, que basta
entonces habia estado oculto.
Quedaron todos pasmados, y para averi­
guar si era verdad, fueron al lugar donde lo
habia muerto: cavaron la tierra • y hallaron
el cadáver del mercader ó sus huesos, que
dieron testimonio de la maldad. Ajusticiáron­
los á los dos, queriendo mas padecer los rigo­
res de un suplicio , que los remordimientos del
gusano de la conciencia.
Si á alguno le atormenta el gusano de lt) con­
ciencia , si le roe , si no descansa , si siempre
está dando golpes; el remedio está en descargar­
la á los pies del Confesor. Paraque el relox no
golpee, paraque descanse y no dé golpes en
la campana; el remedio e s , quitarle el peso.
Quita el peso de la culpa, y no sonará, ni gol­
peará en tu corazón la campana de la concien­
c ia . M ira ese gusano con las lágrimas de una
verdadera contrición, y descansarás. Esto lo
comprueba una maravillosa historia* que re-
diere Savanarola. (in M ichaam , cap. 6.
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158 - C a s o * r
Un raaócebo hubo en Ferrara destetaste e«* i
Ind al parecer. Murió de repente. E l haber sido
esta muerte tan inopinada en un mancebo tata
robusto, obligó á los médicos y cirujanos á
que hiciesen anatomía. Abriéronle el pecho*
registráronle las entrañas, el hígado, el baño,
los pulmones; y no hallaron vicio alguno en to­
do su interior. Llegaron á registrar el corasen, y
hallaron en él un gusanito, que poco á poco le
iba royendo. Echáronle en varios licores, y no
se sumergía, y siempre estaba vivo. Metiéronlo
en zumo de cebollas y ajos esprimidos, y al
punto quedó muerto. Nuestras culpas y mal­
dades son las cebollas y ajos, que i su vista
hacen esprimir por los ojos el zumo amargó
de las lágrim as, en las cuales, ahogado el
gusano de nuestra conciencia, gozará de quie­
tud el alma : Invenietis réquiem animabas
vestris. ( th.cap. 1 1 .)
a
M

C A P ÍT U L O XIX.

P o r revelar los secretos se siguieron


muchos daños.

P a r a dar á entender lo guardado .qne se dé-


be tener un secreto, puso este emblema un
docto.. Pintó un candado de muchos anillos,
que cada uno tenia diversas letras, pero

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de vicios y vi1 5 9
míe ana de cada uno, poniéndose en propor­
ción, decían cierta palabra, con la cual se
abría el candado ó se cerraba: y despue*
poso esta letra: .

Pandit secreta loquead».

• Hablando se descubre este secreto) porque •


nbiéndose la palabra ó dicción, que diceq
k s letras, fácilmente se abrirá el candado;
pero sin saberse la dicción , es muy dificultov
so el abrirlo. >
Paraque las cosas graves no se sepan, guar­
darlas en el secreto oculto del corazón. Los
egipcios le arrancaban la lengua á cualquiera
que descubría un secreto. Los romanos le que­
maban vivo. Qué daños no se suelen seguir *de
manisfestar los secretos 1 Qué sediciones en las
repúblicas! Qué muertes ! Qué destrucción da
haciendas y d e . honras 1 Qué escándalos é
inquietudes en Jas Comunidades religiosas! -
: Los que principalmente están obligados 4
gurdar secretos , son los que tienen oñcios de
personas públicas; como son, consejeros, ma­
gistrados , ju eces, abogados , escribanos, re­
gidores , teólogos, que por razón de con­
sejo 6 consulta, son llamados á los ayunta­
mientos , m édicos, cirujanos, parteras y
•tros semejantes. Todos estos, de tal forma de-

Digitized by v ^ . o o Q l e
t6 ó raros
so
a
'C
ben guardar secreto, siendo cosa g r a v e , qée
deben sujetarse i losmayores torme
perder la v id a , antes que revelarlo.
De cierto filósofo ateniense se le e , qoe;
habiendo estado mucho tiempo ausente de su
p atria , vino á su casa, y sin darse á cono­
cer á su madre, estuvo algunos diás incógni­
to.. La madre, no juzgándole hijo su y o , lo
solicitó al incesto: entonces llegó ¿1 á abrazar
i su madre, manifestándole que era su mis­
mo hijo. Con esta noticia tan inopinada , que­
dó la madre tan pasmada, que al punto de re­
pente perdió la vida.
Sintió tanto el filósofo esta repentina muer­
te de su madre por su causa, que él mismo se
sentenció á perpetuo silencio. Observólo tan
pertinazmente, que jamas se le oyó de su bo­
ca una palabra. Sucedió que el Emperador
Adriano pasase á Atenas, y como viese al
filósofo, lo saludó amigablemente; pero él
enmudeció. Volvió'Adriano á decirle, que ha­
blase : H ab la, filósofo, y: di alguna cosa;
pero él siempre estuvo en perpetuo silencio.
Indignado el Emperador porque no hablaba,
llamó á un verdugo, y le ■ entregó paraque
le quitase la v id a ; pero le advirtió en secre­
to al verdugo, que en el camino lo persua­
diese á que hablase, y si lo oyese que ha­
blaba alguna palabra , le quitase la v id a ; pe-

Digitized by Google
devicios y virtudes. l6 x
ff» si permaneciese en sa silencio , libre se 1«
volviese al Emperador.
Con esto el yerdugo con todo cuidado lo
fue persuadiendo á que hablase alguna cosa*
Para qué Quieres, filósofo, le decia , morir,
cuando puedes comprar tu vida con sola tá
palabra? Pero él, despreciando la vida, callan­
do, entregó el cuello al cuchillo. Admirado
•1 verdugo de tan pertinaz silencio, no des­
cargó el acero, sino lo llevó al Emperador
Adriano, diciéndole, como no habia hablado
palabra el filósofo.
A este filósofo deben imitar todos los cris­
tianos , guardando sus secretos, especialmente
los que tienen oficios públicos, no revelándo­
los á nadie, por roas amigo que sea, ni á su
propia esposa, ni á muger alguna, porque
es cosa indigna de un hombre prudente, fiar su
secreto, ni de amigo, ni de muger.
Confieso el común proloquio, que entre
les amantes todás las cosas deben ser comu­
nes; pero debe entenderse este adagio fuera
del secreto. Esto observaron dos amantísi-
mos hermanos , como fueron san Ambrosio,
y otro hermano suyo llamado S átiro : asi lo
dijo el mismo santo Doctor en la muerte de
su hermano: Curo omnia nobis nostra essent
communia, individuus sp ir iin d iv
tus ; solitm tan\en commune non- erat secretum
J Digitized by Google
T^Jsar
etíni«omití, «f fidemfervaremat. (Am
mort frat.)
..■ 1 Engáñanse los que dicen, que no puede ha*
ber íntimo amor entre los amantes, cuando no>
se manifiestan los secretos: oiganá san Agustint
Secretum revelatione inter omicos nihil turpius*
Especialmente á muge res es gravísima im­
prudencia , porque ellas piensan que no están:
sujetas á las leyes del secreto. Si quieres que
se divulgue alguna cosa, encárgalo en secreto i
k rauger, que al punto se sabrá. Solo puede ca­
llar la muger lo que ignora,, dice Séneca. Por.
eso para nuestra enseñanza nos dice el Espíri­
tu Santo: Ab ea* qu<e
custodi claustra oris tui¡ Guarda tu secreto
de aquella que duerme en tu mismo lecho.
Y con todo eso no se esperimenta otra cosa,
sino hombres que se dejan llevar de los ruegos,
de las caricias nocturnas de sus mugeres y aun
de las lágrimas, y les revelan graves secretos,
que debieran estar ocultos; con grave perjuicio
del prójimo y de sí mismos. Diga Sansón lo
que le sucedió, por haber revelado.su secreto i
,'D á lila , que se lo rogó con muchas lágrimas,
que al punto ella lo manifestó, fue preso, le
sacaron los ojos, Je, hicieron moler en una
tahona, como bruto.
M.ulta caecus amor cogitat secretu fateri,
^luchas tragedias se siguieron por revelar loa

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de sy virtudes.
ico
v 163
tecretós i raugeées. (F*repig. de
Bacho.)
Encargó el César un secreto á un Grande
de su corte, llamado F u lv io : comunicóle él i
su muger, encargándole el secreto: la muge*
lo comunicó ¿ otra >: esta se lo dijo á la Em ­
peratriz ; y finalmente vino á saberlo el Cé­
sar. A l otro d ia , ignorante Fulvio de lo que
pasaba, llegó ¿saludar al Em perador, dicién*
dolé: Salve^ Catar. Entonces el César, levan­
tando la voz y estirando las cejas, le dijo?
P a le, F u lv i, vale. De donde conoció, que
había perdido para con el Príncipe su fama*
y aun peligrava su vid a , por haber revelado
el secreto á su muger. . ': • . 'i
Mas célebre es el caso que se sigue, (a) y
digno de toda memoria, por la graciosa pru­
dencia de un jóven en guardar un secreto. Fue
costumbre entre los Senadores romanos, dice
G e lio , que los hijos que pasaban de veinte y
dos años, entrasen en las juntas y ayuntar
mientos. Sucedió, que uno de los Senadores en­
tró un dia en el Senado acompañado coa 09
mancebo hijo su y o , llamado Papirio. Tratóse
en el Senado cierto negocio grave, que pedia
mucho secreto, por cuya causa se estuvieron

(a) Gellius i l. 1 noct. att 23.


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?<?4 Casos raro»
toas tiempo que otras veces. Acabado e l :con­
clave y vuelto á casa, preguntó la madre 4
so hijo Papirio, qué habían tratado los seño­
res en el Senado ? Respondió Papirio , que no
le era lícito decirlo, y que debía guardar si­
lencio. Con esta razón se avivó mas la curio­
sidad de la madre de saber lo que se habia tra­
tado. Volvió i preguntar ál hijo con mayores
instancias. Entonces el muchacho, viendo á
la madre tan curiosa, no sin gracejo, con
gran discreción, le dijo: Seffora, lo que se
ha tratado en el Senado, e s : si sea mas con­
veniente á la república, que un hombre se ca­
se con dos mugeres , ó si una muger con dos
hombres? NUm videretur ReipubKtu»
tsse: unut ne duas uxores haberet; an ut una
apud duos nupta esset. .
Apenas la madre oyó esto, cuando turbada
salió de so casa, dió cuenta á las vecinas y
amigas de lo que se decretaba en el Senado:
y todas comenzaron i murmurar y d ecir, que
ai eso se determinaba , que se seguirla grave
perjuicio en las familias, que .todo seria in­
quietudes y discordias, y que la casa seria
sin infierno, y que todo seria zelos y ven­
ganzas. Inquietas todas y desatinadas,, se jun­
taron al otro dia gran caterva de mugeres ca­
sadas , y fueron al Senado con muchas lágri­
mas y súplicas, rogando i los Senadores, que
Digitized by Google
de vicio* y virtudes. t6 g
tor decretases tal cosa. Quedaron admirado»
los cenadores de la petición de aquellas mu­
jeres. Pero saliendo en medio Papirio, declaró»
•1 misterio, diciendo que viendo el deseo qa«r
su madre tenia de saber lo que en el Senado»'
se trataba, por no descubrir el secreto , se va­
lió de aquella estratagema. -£1 Senado celebró
el- chiste, y alabó el ingenio del mucbacho:-
y desde entonces se decretó, que no entrasen
los muchachos con sus padres en el Senado*
sino solo P ap irio, por la prudencia que tuyo
•n guardar secreto. .>
Aquí se ve comprobado el consejo de Pin*
la rco , para esperimentar Ja fe de las mugares.
N o de otra suerte, dice, que se- esplora un vaso
para echar en él algún licor muy precioso. Pri*
mero se mira y examina, si tiene algún resquU
ció por donde pueda salirse aquel licor: y para
esto primero se le echa agua*: p ú a ver si se sa­
le. Poes de la misma forma .dice Plutarco, (to­
be esplorarse la fidelidad en guardar secreto en
las mugeres con alguna ficción. Y si en esto no
lo guardan, es señal de que es vaso lleno_da
ahujeros, que no puede retener cosa alguna. -
D e este medio se valió el Papa Juan XXII*
que estando en visita con una Abadesa de án
Convento de monjas, viéndole esta tan fami­
liar , le pidió qne la hiciese confesora, pera
saber como vivían sus monjas. Oyó el Papasu
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<S a Casos ’r
disparate, y- con disimulo le respondió , qu»
se veria en ello?; pero que en el ínterin guar­
dase aquel coírecito, que le daba cerrado, ad­
viniéndole 4 que no io. abriese , que importa­
ba mucho. .
Fuertes sugestiones tuvo la Abadesa pare
Abrir el coírecito ; pero la detenia el mandato
del Papa, de que no lo abriese.. Instábale la cu­
riosidad. Qué habrá en este coírecito, decía,
de tanta importancia ? N o pudo sufrirlo, es­
taba. impaciente sin averiguarlo. Por fin abrid
el coírecito, y habia dos pájaros, que al pun- i
te écharon á volar.
> Quedó corrida la Abadesa, conociendo su
imprudencia. Vino al otro dia el Papa, y le di-
.j o : Si una cosa tan leve no pudo tenerla
cerrada por un día ; cómo guardaría el, secreto
de la confesión por toda su vida ?
S i los secretos; no se deben revelar á los do­
mésticos , menos se deberán revelar los es-
traflos: Secretum extraneo non reveles, (Prov. I
cap. 4 5 .) dice el Espíritu Santo en los Prover­
bios.' Esto deben advertir los bijos, criados y í
criadas, y todos los domésticos, que. no salga j
fuera de casalo que pasa en e lla : pri­
vatos pañetes. Este gravísimo inconveniente
lo notó T uüoí A i forensem famam fere sermo­
nem! omnem h domesticis aucthoribus manare.
(Cicqron. episc. de ;jpet. consul.) Casi todas las
Digitized by Google I
devicios y virtudes.
infamias nacen de divulgar los domésticos loa
defectos ocultos de las femilias. Esta historia
manifestará esta verdad.
Un grande-de España tuvo un h ijo , qué
llegado á la edad adulta, descubrid un natural
perverso, de muy mala lengua, que i cualquie­
ra le-echaba sus faltas en cara, por lo cual se
hacia aborrecido de todos. Por esta-causa su pa­
dre le mandó perpetuo silencio. Obedeció el
muchacho , no hablando palabra, con tal te3
aacidad, que muchos que no lo conocían^
lo tuvieron por mudo.
Sucedió pues, que estando el padre un dht
convidado á comer en palacio, el muchacho
servia á la mesa en1silencio, de tal forma, qué
lo . notaron los convidados-, teniéndolo po¿
mudo. L a Reina, que andaba divertida torpe­
mente con cierto caballero',' lé pidió á du-pa­
dre le diese aquel mancebo , >paraque le ^sir­
viese d e p a g e y pareciéndaley que siendo'mu*
do, podia fiarse de él para sus liviandades^ y
v iv ir mas disolutamente, sin que se supiesen1*
y así siempre asistía en el coarto de' la Resi­
na , siendo testigo de sus torpezas y deshones­
tidades. Dos años asistid por page de la R eí-
d a ; donde hallándose otro dia -su padre elt
palacio delante del R ey y la R e in a , le
preguntó el R e y , si aquel muchacho era-mu*
do de nacimiento, ó se había quedad» >así
' Digitized by Google ■
l6 ft Casos raros
por algún accidente ? N i unp, ni otro ha si­
do , dijo el Padre, sino que yo le tengo man­
dado que no hable palabra , por la maldi­
ciente lengua que tiene. Deseaba el R ey que
él page de la Reina hablase alguna palabra;
pero repugnábalo el padre, temiéndose no ha­
blase algo en descrédito del prójimo, y sir­
viese de escándalo.
; Finalm ente, por mandado dél R e y le di
«1. padre facultad paraque hablase. Viéndose
a el muchacho con licencia para hablar, ha­
Í ló al R ey en esta forma: Señor, V . M . tiene
ana muger adúltera, que no habrá otra en el
mundo tan torpe y tan deshonesta. Coafuso e l
R e y , le mandó que no hablase mas palabra»'
Qué daños no se seguirían de esta palabral De
haber descubierto este secreto, qué inquietu­
des! Qué zelos! Qué peligros de la vida ! Sir­
va esto de documento, para no haeer delante*
de otro lo que se quiere que se tenga oculto.
. Bien notorio fue el caso que refiere Estra­
da (b) de aquella noble doncella, llamada
M argarita, tan hermosa como honesta : (po­
cas veces se ven en una doncella estas dos pren­
das juntas.) Fue en ffna ocasión convidada á
un sarao con otras nobles doncellas, donde

(b) Strada debeH. , I


1559*
»Google
devictos y virtudes. 16 9
concurrió el Emperador Carlos con otros gran­
des de la corte. Vióla el Emperador, y entre
todas celebró su hermosura delante de lo$ gran­
des. Uno de ellos, pareciéndole que el César
tenia inclinada hácia ella sn voluntad, y que le
lisongearia el gusto , si se la ponia en su pre­
sencia , que hay en los palacios algunos. que
con malas artes abren puertas para ganar la
gracia de los Príncipes, sacó una noche con
engaño i la inocente niña de su casa, y la llevó
al palacio, y la presentó al César. Concibió
M argarita, de donde nació aquella preciosa
perla doña Margarita de Austria.
Fuése á su casa M argarita, y llegando el.
tiempo del p arto, solicitó que fuese oculto,
paraque no peligrase su fam a, ni sobreviniese
desdoro alguno a su nobleza. N o estuvo el se­
creto por mucho tiempo oculto. Súpolo una
criada suya, ó porque se valió de ella para el
ministerio del parto, ó porque Registró lo que
pasaba desde su aposento, que estaba contigua
«1 suyo. N o pudiendo la criada ocultar en su '
pecho el parto, lo notició á un sugeto: este
lo dijo á un am igo: y como la llu v ia , que
cae en los tejados , que corre de una en otra
teja , y derramándose corre por todas las ca­
lles públicas: asi se hizo público por todo el
orbe , por sola una palabra de la criada.

M
Digitized by ^oogle
t? 0 Casas raros

C A P Í T U L O -XX.
# -
D e la disolución de las doncellas se siguieron
<■' muchas desgracias.

^^uién no reconoce los daños que se sigues


de andar las doncellas solas fuera de sus casas?
Cuiden las madres que sus hijas no salgan solas
fuera de sus casas, sino que así como la
gallina recoge á los polluelos, así las deben
tener recogidas;
L a gallina, en viendo al gavilán, al punto
recoge los polluelos debajo de sus alas, y.los
defiende de sus uñas. Aprendan aquí las madres,
dice san Ambrosio, el cuidado que deben te­
ner con sus hijas: Accipiamus ergo materna
Sedulitatis in filios grande documentum. ( Am*
bros. lib. 5 hexam. cap. 17.)
De una salida que hizo Dina de su casa,
qué desgracias no se siguieron 1 Salió sola, sin
licencia de su madre y no con mal fin , sino
$olo con la curiosidad de ver unas forasteras,
fyióla Siquen, enamoróse de e l l a , y se la lle­
vó. Y qué muertes no se siguieron despues! Qué
enemistades ¡ Qué desgracias ! Qué discordias!
Qué venganzas!
Cuantas hay en el mundo, que imitaron á
D in a , que salieron de sus casas, y como po-

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de vicios y virtudes. 171
Iluelos sin madre fueron arrebatadas del gavi­
lán ? Oigase este caso, que sucedió en Aquita­
nia, y lo contestan graves autores:
Accipe nostro
Dira quod exemplum feritas produxerit eevo.
(Juven. sat. 5.)
Por los años del Sefíor de 159 4, (c) una mo­
na hermosa , hija de buenos padres, que la
criaban con santo temor de D io s, llevada mas
de los ardores de la juventud, que de los do­
cumentos de sus padres, quisiera mas liber­
tad y menos recogimiento. Solía muchas ve­
ces salir de casa, sin pedir licencia á sus pa»
dres: otras pretestaba alguna causa lícita: otras,
que ellos la enviaban á diligencias precisas^'De
. esta forma, con estas salidas se daba á vaguear
licenciosamente y á comunicar con los mozos
con mas libertad, que le permitia su estado;
tanto, que engañada, vino á incurrir en la
desgracia de Dina.
Con tantas entradas y salidas de ca sa , y
dejándose ver frecuentemente en público, pri­
mero cayó en la vista , luego en los deseos,
despues en el amor y últimamente en las uñas
del gavilán. Vióla cierto mancebo italiano,
enamoróse de ella, y se la llevó engañada. An*
M2

(c) Steng. jud. dio. . 3 , cap. 63.


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172 Casos raros
duvo algún tiempo encenegada en el cieno de
la lascivia, hasta que de un todo vueltas las es­
paldas á Dios, una noche de san Juan Bautista,
la sacó su torpe amante al campo, llevándola
por la espesura de un monte. Era la noche
obscura, horrorosa y una grande soledad:
el parage desconocido, sin mas persona que
los dos torpes amantes. Ignoraba la muchacha
adonde la llevaba, ni lo que queria hacer con
ella. Llevaba el italiano una cierta varilla en
la mano, y con ella hizo un círculo en e l
suelo, y sacando una lu z , no sé de donde,
leyó en un libro negro que llevaba, ciertas
palabras,' aunque no entendidas.
Aquí debiera la muchacha horrorizarse, te­
niendo por sospechosas aquellas ceremonias..
Pero como este sexo es tan curioso, estuvo
con grande atención mirando y esperando al­
guna- cosa maravillosa y de gusto. O per­
niciosa curiosidad 1 O audacia impia 1 O sacri­
lego deseo de saber 1 Cuánto mejor te estu­
viera estar debajo de las alas de tu madre!
Quién creyera , que no seria para ella perni­
ciosa aquella curiosidad ?
Apenas aquel amante cruel acabó de leer
en aquel atezado lib ro, cuando de repente se
apareció allí un grande cabrón ó macho de
cabreo negro, con una larga barba, unas hastas
muy grandes, y en medio de ellas una hacha
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de victos y virtudes. 173
fie pea encendida, que daba una las formi­
dable y horrorosa. Acompañaban á este ca­
brón dos mugeres, una á un lado y otra i
o tro, cubiertos los rostros con unas másca­
ras muy feas, para no ser conocidas; imitan­
do en esto sacrilegamente á aquellos Serafi­
nes de Isaías, que con dos alas cubrian sus
rostros estando á los lados del trono, cuan­
do adoraban al Señor: porque como este ene­
migo cayó del cie lo , apeteciendo el ser seme­
jante á D ios, quiso im itarle, apropiándose i
tí mismo las adoraciones, que se le debían i
su Magestad.
A este mismo tiempo apareció'en aquel si­
tio gran multitud de personas de uno y otro
se x o , como que concurrían* áb algún sermón,
ó capítulo general, en el cuál se había de
celebrar algún sacrificio, como de la M isa.
Causa horror el referir lo que se hacia en es­
te sacrilego congreso. Despues de esto había
un hombre vestido como de vestiduras sacerdo­
tales , como que estaba para celebrar. E l ita­
liano , sacrilego amante, tenia á la muchacha
asida de la mano, como presentándole al de­
monio aquella nueva esposa. Entonces el ca­
brón , pasándose la mano una vez y otra
■ por la espesa barba, hablando con el italiano
en humano idioma, le d ijo : ista fu e l­
la foret ? aut quid vellet, peteretve ? Quién
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17 4 Caios ratos
fuese aquella muchacha, y qué pedia? Eaton*
ees el italiano respondió que aquella era una.
c iñ a , que le traia para esposa, y que la anu­
merase entre sus ninfas.
Oyendo esto el cabrón , le mandó que for*
mase la señal de la cruz con la mano sinies­
tra , como imitando siniestra y sacrilegamen­
te el divino culto. Y a s í, quiso que allí se
le hiciesen todas las ceremonias que se hacen
en el culto divino y en el sacrificio de la
M is a ; pero todas prapo A q
le eriza el cabello de oir esto ? Mándó des­
pues , que todos los que estaban.presentes, se
acercasen y le fuesen dando osculo de paz.
A sí lo hicieron todos en aquella parte pre­
póstera. Acabada esta salutación, fueron to­
dos encendienrtojainas velas que tenian en las
manos, de p e z , en la candela que ardia entre
los cuernos del cabrón 4 y con agua muy he*
dionda , les fue dando á todos asperges. Estas
ceremonias fueron los principios de los despo­
sorios, que se habian de celebrar presto entre
aquella nueva esposa y el cabrón.
Despues este esposo del infierno le pi­
dió á la esposa, que le diese de sus cabellos
..un cetro ó corona, y al instante el italiano
se los co rtó , y se los ofreció al cabrón, pa­
ra llevarlos como gargantilla. Con esta señal
de esposa la cogió de la mano , y la llevó á
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de licio* y virtudes • 175
» bosque qué allí habia vecino, dónde eje-*,
cataron feas y horrorosas torpezas, con que
consumaron su sacrilego matrimonio.
De allí quedó decretado por mandato de
su maldito esposo , que todos los miércoles y
viernes de todas las semanas, habia de con*
eurrir en aquel sitio á general capítulo; qué
así le llamaban. A él concurrió la muchacha
infinitas veces, con otras mas de sesenta mu*
geres mozas y viejas : y en todos los con*
eursos y congregaciones de estas hechiceras y
brujas, se celebraba, como ya se ha dicho,
un simulacro de la M isa , la cual celebraba
aquel á quien la nueva esposa nombraba. R e­
vestíase de una casulla negra, en la cual no
habia cruz ninguna. En lugar de sagrada Hos*
t ia , se ofrecía y se levantaba para adorar, un
fragmento ó yodaja de una zanahoria ó rá­
bano gordo, teñido con ollin , y levantándolo
en alto el que celebraba, clamaban todos á
una voz: Magtster adjuva nos: Maestro a y u ­
dadnos y asistidnos. Quién no se horroriza de
oir semejantes sacrilegios? O Señor, Dios Om­
nipotente! Yo os confieso por verdadero Dios,
Criador de cielos y tierra: á v o s, Señor, se
debe toda honra , excelencia, adoración, culto
y reverencia; y no hay otro Dios sino v o s, á
quien todas las criaturas deben adorar1 y re-
verenciar#: Tu solm Sanctus, tu solus Dominus,
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■ \yS Casos raros
tu solus A
ltisim
us, (Gccles. ia Mis. Sacrif.) en
anidad de Esencia y en trinidad de Personas.
Así lo confieso y venero, en esta fe quiero vi­
vir y morir.
Por macho tiempo asistió la muchacha eo
aquel congreso á aquellas sacrilegas torpezas.
Pero como no faltaba en su alma la luz de
la fe católica, aunque amortiguada, llegó y a
i sentir en su corazón graves remordimien­
tos de conciencia: preveía, que estaba conde­
nada á eternos tormentos. Con tanto horror se
le representaban sus maldades, que ni de
d ia , ni de noche podia decansar, y no po­
diendo sufrir á sí misma, quisiera mas pade­
cer cuantos tormentos son imaginables y la
muerte mas penosa, que sufrir aquellos torce­
dores de su conciencia. O Señor, y cómo res­
plandece mas vuestra misericordia con los ma­
yores pecadores! Cómo permitirá vuestra M a-
gestad, que una alma se pierda, cuando disteis
por ella la vida 1
Finalm ente, no sin especial beneficio de la
misericordia divina, se resolvió esta moza con
generosa resolución á declararse á sí misma, no
solo en el secreto tribunal del Sacramento de
la penitencia, sino en toda la ciudad de Bur­
deos, donde de su propia voluntad, sin que
nadie la obligase á e llo , confesó todo lo re­
ferid o , con otros fitas atroces delitos, que
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detricioí y virtudes. 177
aquí no se refieren, para poder sálir del tirano
poder de aquel infame italiano, que la tenia
engañada con sus malas artes, y verse libre
<te la esclavitud del demonio, estando pronta.
á padecer la muerte mas cruel é ignominiosa,
que quisieran darle.
Escarmienten en esta tragedia las'doncellas,
y sepan que la prenda, que mas ilustra y her­
mosea á una doncella, es la honestidad, reca­
to y recogimiento. Si les parece que por ser
vistas han de ser amadas, se engañan; que
los hombres masquieren á las doncellas recogi­
das , que livianas; y las que son callejeras,
siempre son con «1 dedo señaladas.
Esto les encargó Plutarco cuando les pro­
puso la estatua de V en us, que fabricó Fidias
con una tortuga á los pies'; dándoles á en­
tender , que las doncellas han de estar siem­
pre en casa 'recogidas, tardas en sa lir, como
lo es la tortuga en andar.
Procuren también las madres vivir con gran
solicitud y cuidado, de que sus hijas no sal­
gan de sus casas, ni que se aparten de sn vis­
ta , como lo advierte el Espíritu Santo por el
Profeta Isaías : F ilii'tu i de longi ve
f i li a tuce de latere surgikt. (Isai. c. 66.) Estas
últimas palabras Tas espone así Oleastro: Fi~
lia tu a juxta latus nutrientur: ( Oleast» hic.)
Vuestras hijas se han de criar siempre á vuestro
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5
17* ’ Catos raros
lado. Pero nótese , que hablando de los hijos»
dice que irán y vendrán de leja» tierras, pero
las hijas al lado : De latere turgent; id est
juxta latas nutrientur i para dar á entender»
que aunque los hijos salgan de casa , cuando
es necesario, y vayan á tierras estradas, po-
importa, y aun muchas veces es necesa­
r io ; pero las h ijas, paraque salgan bien cría»
d as, no se han de apartar del lado de su ma­
dre. Gran doctrina!

... C A P IT U L O X X I.
f ■ s ‘ .*

Querer saber las cosas por .arte mágica*


- • es ilícito. ■

A todo' hombre, es innata la curiosidad y


deseo de saber r las cosas ausentes y futa*
ras: dícelo Santo Tomas : H natu
ter habet inclinationem ad cognoscendum futu­
ra. (S . Thom. 2, 2. q. 9 5 , art. 2.) Quién hay
que no esté deseoso de saber, que le sucederá
en su vida? Que fortuna próspera ó adversa?
¡Que oficio ? Que honra ó dignidad ? Que
$»adre de familas no deseará saber, que for*
tuna'tiene guardada Dio»para sus hijos? Que
ingenio tendrá el h ijo , que le nazca ? Si lo
pondrá Áoficio? Si se aplicará á los estudios?
Las madres, que este sexo siempre es mas de*
^ Digitized by Google
de vicios y virtudes. 179
seoso de saber lo que sucederá , qué deseos na
tienen de saber* que marido les tocará por suer­
te á sus hijas ! Si será de buena condición ? Si
será noble ? Si rico ? Si pobre ? & c.
Esta curiosidad es mas ardiente acerca de
las cosas que mas de ordinario nos suceden,
y entre parientes y amigos; como si uno es­
tá en un viage muy largo y en tierras muy
distantes * v. gr. Roma * Indias * & c. qué
deseos no tiene de saber de sus hijos * muge©
y de sus amigos? Si tendrán salud, si les suce­
derá alguna desgracia? Este deseo es muy con­
natural á todas, y en algunos ha sido con tan*
ta v iv e z a , que han recurrido á artes divinato-
rias y diabólicas. Innumerables ejemplos hay
de esto en las historias. Dejados otros, referi­
ré aquí uno, que sucedió no muchos afios há.
Refiérelo Boisardo, y dice, que le sucedió á
un amigo su yo; pero calla el nombre, por su
grande autoridad.
A este lo engañó el demonio por medio de
cierto m ago, por arte dé catoptomancia , qué
se hace con un espejo. A este se pone á mi­
rat una niña virgen y que no tenga mácula
alguna de cosa venerea : y poniendo los ojos
en el espejo, verá todas las cosas, que cual­
quiera quisiere por arte del diablo, aunque
es ten muy distantes.
E s te , pues, caballero noble estaba dester-
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l8 o Catos raras
vado de su patria, por una muerte que había
hecho, quedando en su casa sus hitos y mu-
ger. Para desahogar el ánimo y suavizar en al­
guna cosa las incomodidades de su destierro,
se aplicó á las academias y á los coloquios y
familiaridades de hombres doctos.
Despues de algunos meses, reinaron en él
unos deseos de saber, qué haria su esposa , y
cómo lo pasaría. Con este deseo llamó i un .
célebre mago , que habia en aquella ciudad:
consultólo con é l , no con intención de dar
crédito, ni fe á sus embustes, sino por la cu­
riosidad de esplorar sus vanas ártes. Díjole,
si habia algún medio ó por espejo ó por al­
gún arte divinatorio, para poder saber en qué
su esposa se ejercitaba, aunque tan distante!
Distaba de su patria diez dias de camino.
Prometióle el mago hacer lo que le pedia. De­
cretóse el d ía , y convidó i algunos amigos,
paraque fuesen testigos del suceso.
Trajeron una niña de ocho años, á la cual
le desenredó el pelo y la peinó: despues la
roció con agua bendita, murmullando ó su­
surrando en ella ciertos exorcismos. Luego hi­
ño un círculo en el suelo con ciertos caracté-
res al rededor. Puso la muchacha en medio,
y entonces'le puso delante el espejo, paraque
dijese lo que en él veia. Preguntóle el mago
por tres veces, que dijese lo que yeia. Pero
devicios y virtudes. l8 t
apenas puso los ojos en el espejo, cuando so
le mudó el color del rostro: pasmada y tem­
blando dijo con voz trémula: « V e o , veo,
ssveo. Qué ves? dijo el mago. Veo una
sssala muy entapizada, adornada de ricas piá­
is turas y un hermoso brasero encendido. Veo
ssen un aparador muchos vasos de plata y
sso ro , y un velón encendido, pendiente de la
ssbóveda ó techo. Veo muchas sillas ricamen-
ss te adornadas; y sobre una mesa veo una ca-
sspa de grana con un sombrero, y una espada
ss sobre ella. Describió el aposento con toda»
9* las alhajas, como el mismo caballero lo te­
se nia adornado en su casa.
: se Veo también, d ijo , un perrito blanco*
se que está echado junto al brasero y no mas.
Aquí, se suspendió la muchacha' un poco. Pe­
ro despues, con ímpetu y sobresaltada, vol­
v ió y d ijo : se Mas v e o , mas v e o : una se-
ssSora muy hermosa, ricamente vestida, con
ssuna basquina verde y en su cabeza una
ss mantellina de raso. N o sé qué cosa negra
ssle veo en la palma de la mano siniestra,
ssy con el pólice de la derecha, mojado con
ss saliva , lo está deshaciendo y estendiendov
ssVeo también un hermoso mancebo , con una
ss hermosa cabellera rubia, desnudos los mus­
t i o s y sin calzones.
Oyendo-esto el caballero* quedó cuasi des-
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1$ 2 Casos raros
mayado *, perdido el color y sia hablar pa­
labra. Conoció que todas las señas eran de
tu. casa: que aquellas eran las alhajas de su
adorno; y que aquel era el vestido que sa
muger usaba comunmente en casa. Pero lo que
mas le hirió el corazón, fue aquel mancebo
desnudo de medio cuerpo abajo, porque sos­
pechó que su muger le’ hacia traición s y así se
resolvió á ir cuanto antes, y quitarle la vida*
Tomó un caballo, partióse á su p atria: no
te atrevió á entrar en la ciudad, sino hizo
mansión en una aldea cercana. Preguntó á
una muger rústica por su esposa. Respondió,
que la conocia, que era muy buena cris*'
tiana; y en fin la muger habló muy bien de
ella. N o obstante le escribió una carta desde
k aldea, enviándole dentro de ella el anillo
que le d ió , cuando se desposaron, que era la
tefial de su matrimonio. La muger, alegre con
la noticia, se fué á toda priesa á la aldea. Re­
cibióla con gran ceño; sacóla á una selva, con
el ánimo de allí degollarla. La inocente Señora,
turbada, comenzó á derramar tiernas lágrimas.
n Querido mió , decía , en qué os ‘ puedo yo
99 haber ofendido ? Pues cuando yo había reci-
wbido tanto gozo con vuestra vista tan desea-
**da, me la trocáis en tristezas y amarguras
99de la muerte ? Aquí no pudo hablar mas pa*
99labra con el sutto.

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devicios y . 18 3
Templóse algo el caballero con las lágri-
mas de so esposa; y entonces le preguntó:
«Q ué bacías tal d ía , en tal sala, vestida con
«tal gala? Y ella fue respondiendo á todo*
confesando con ingenuidad todo lo que la mu­
chacha babia visto en el espejo. « Y qué era
«aquello* le preguntó su marido, que en la
«palm a de la mano deshacías con saliva? Y
«quién era aquel mancebo, que estaba junto
« al brasero, desnudo hasta los muslos? Quedó
admirada la muger de lo que o ia , y que todo
era verdad. Pero respondió sin negarla: «Que
«era un emplastro, que había hecho para Fe*
«derico su hermano, que tenia una llaga ea
«una nalga : y que él seria testigo, que aun
«estaba en la cama.
Con esta razón se alegró mucho el caba­
llero , abrazó con gran cariño á su esposa, y
se volvió á su destierro; proponiendo de no
hacer en su vida caso de semejantes embustes,
artes mágicas y diabólicas ilusiones, que lo
pusieron en peligro de haber quitado la vida i
su inocente y castísima esposa.

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104 Casos raros

C A P ÍT U L O XXII.

Gran lástima tener las llaves del cielo pa­


ra abrir y cera
,
entrar en él.

r . vobis, qui tulistis cláveme ipsi non in­


troistis , & eos, qui introibant, prohibuistis.
Desdichados de aquellos, decia la Magestad
de C risto, que teniendo las llaves del cielo
para entrar y sa lir, abrir y cerrar, se que*
dan fuera, sin querer entrar en é l ; y ana
prohíben el entrar á otros que lo desean. Cla­
ramente habla aquá la Magestad de Cristo de
la potestad de los Sacerdotes, aunque sus pa­
labras eran ó los fariseos.
Grande es la potestad de las llaves que tie*
nen los Sacerdotes, para absolver ó ligar.
Gran consuelo para los grandes pecadores,
que no hay pecado, por grave que se a , que
lea irremisible. Pinjase el hombre mas facine­
roso , un foragido, ladrón. homicida, adúl­
tero , sacrilego, blasfemo, nigromántico , y
que este tuviera cuantos pecados han come­
tido todos lo» pecadores del mundo y aun
los de todos los demonios : si este , arrepen­
tido , se arrojase á los pies de un Sacerdote,
con la potestad de las llaves, solo con un te

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de vicios y virtudes, l8 $
efaofoo, queda perdonado. Divina es esta po­
testad; de forma, que se le puede aplicar aquel
dicho de aquel poeta;
Hoc verbum absolvo, quoties vel mente
lv,
reso
Tesolvendo reum, suspicor esse Deum.
Nulla est majestas, in terris nulla ,
Quce valet hos nodos , scit que modos.
A un moribundo, aunque esté en pecado mor­
tal, con sola una señal de contrición, ó si pi­
dió confesión, con sola esta palabra: Te ab­
solvo , le abre las puertas del cie lo , á quien
estaba condenado á penas eternas en el infier­
no. Y en eáte artículo, cualquiera negligen­
cia, aunque le v e , en un cura de almas , cual­
quiera pequeña tardanza en algún negocio,
co n vite, visita 6 conversación, cuando hay
peligro de que se vaya sin algún sacramento el
enferm o, es gravísimo pecado.
Y cuántas almas h a y , que desean salir del
mal estado de ia cu lp a , por medio del santo
Sacramento de la penitencia, y se quedan en
su mal estado por omisión del Párroco, por­
que tiene puesto su corazón en otros negocios
de menos importancia ? Nunca ha habido mas
Sacerdotes que h o y , nunca mas Confesores,
nunca mas curas de almas; pero son muy po­
cos los que con zelo cristiano cuidan de sus
ovejas, aplicándose á la salvación de las al-
Digitized by
l8 6 Casos raros'
mas: Mundus totus Sacerdotibus plenus est^ted
tamen in mansa D ei rarus valde invenietur ope­
rator. (D . Greg. hom. 17 in E v.) Por esto dice
C risto , que. tienen las llaves del cielo para
abrir y cerrar; pero se. quedan ellos fuera,
prohibiendo también que otros entren. .
Sírvales de estímulo este raro, ejemplo de
•san Maurilio M ilanense, que fue Obispo de
Andegavia en el reino de Francia, (d)
Estando este Obispo diciendo M isa , llegá
una matrona muy afligida con un hijo ya casi
moribundo, ó i» articulo' mortis, pidiendo
que el santo Obispó le pusiese las manos, ó
acaso el Sacramento de la confirmación, 6
Estrema U nción; no pedia la salud del cuer­
po pafa el h ijo , sino la del alma : admirable
documento para las madres, que se desconsue­
la n , se afligen y lloran, cuando á sus hijos;
padres y hermanos les dan el Viático. Es­
trema U nción, paraque sepan que deben pri­
mero en las enfermedades acudir al médico es­
piritual , que al corporal.
Como el santo Obispo Maurilio estaba di­
ciendo la M isa, aunque el enfermo estaba tan
•de p eligro, no quiso atropellar el santo Sacri-

(d) Venantius Fortun. Ep. sur. 13


- septem Svang. judie, diu t. i , c. 34. v
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Se vicíot y virtudes. 18 7
Icio * sino que embebido en su* untos afec­
tos , se estuvo algún tiempo, tanto que cuan-
do acabó la M isa , ya había acabado con la v i­
da el enfermo.
Oigase ahora el caso ous admirable y el
mas heróico ejemplo, que debiera esculpirse
no solo én láminas de bronce, sino en los
pechos de todos los Obispos y eclesiásticos,
especialmente de aquellos, que tienen car­
go de almas,' y no cuidan de sus ovejas, ni
las visitan , y por ño dejar sus diversiones,
ju egos, Convites y negocios seculares, no
hacen cáSO de ellas en sus enfermedades gra­
v e s; y muchas veces-Suelen morirse' sin Sa­
cramentos , por negligencia y 'descuido de
los pastores.
N o file átáí nuestro Maürilio. S i muchacho
murió sin 'el Sacramento; pero no >fue por
estar divertido en algún'negocio secu lar, sino
porque estaba sacrificando á Dios el verdade­
ro cuerpo y sangre1 de Cristo. Quién no lo
tuviera por escusado deF cu lpa, viéndolo en
otro ejercicio mas santo-‘ocupado? Quién no
lo tuviera por acto de Religión ? Pero el san­
to Obispo hizo otro dictamen muy diverso;
pues apenas supo que eb muchacho era difun­
t o , cuando comenzó á derramar lágrimas sin
consuelo, lamentándose „de su descuido y ne­
g lig en cia , atribuyéndose á sí la causa de ha-
DigilizellÍ^OOgle ,
l88 ■ fards
ber muerto: aquel mucha eho sin el santo Sacra-
m entode; laO,nciqn,. _
deseo-, q u e d ó o s los-católicos se ha­
gan cargo del peso, que hace una culpa leve
en aquellas almas,; que tienen conocimiento
de los juicios de Dios» Parecióle á Maurilio,
que ¡no eran bastante* sus lágrimas .para bor­
rar aquella mancha. da su conciencia : y ba­
tallando por - mucho;, tiempo en ¡.su corazón,
le pareció que pupea .¡podia satisfacer entre
Jos ciudadanos aquella cu lpa, sipo, que se de-
t>ia sentenciar ¿1 mismo.Ú un vpJun|ario des­
tierro. Asintió v pueg.,t áncste ■ pensamiento, y |
tornando las llaves de 1&&-reliquias de los saa- 1
< o s ,.q u e s e guardabaü en ,su ,lglegia,se salió
fugitivo ocultamente de la ciudad.
E h parte; ninguna ípqr re
le pareciaial prófugo?Qbis,po, qu# era bastan­
te destierro*, sino ponía <¡?1 mar de por- me­
dio. Fuése al puerto f y hab
embarcación, -mientras, las marineros espera-
iban el viento .para d a csa á .la v e la , el santo
Obispo v por oo. estarce-¡qcioso, con un cin­
cel en una piedra escribió el dia de-su navega- ¡
cion , firmándolo con su-nombre,, paraque
ninguno que lo buscage*:pasase d e .a llí, ni se
cansase mas en buscarle.
Dióse á la v e la , y estando ya en alta mar,
acordóse dg las llaves de las reliquias d é la
de victoi y virtudes. 189
iglesia: echó mano á ver si las llevab a, y
teniéndolas ert las manos, ptir astucia del de­
monio se le Cáyéron en él m ar; con que fue
duplicado su dolor: y llorando con tiernas lá­
grimas , prometió que si no volrian á p a ­
recer las llaves, no había de volver á ver ni
sü patria, ni su Iglesia; y asi lo ejecutó.
Siete años estuvo fu gitivo , haciendo peniten­
cia de su pecado. Tanto comti esto pesa para
Dios , la - que á nosotros nos parece levísima
culpa.
Cuántos años y con qué' penas castigará
i aquellos Sacerdotes, no hablo ahora por los
pecados de comisión en el santo Sacrificio
de la M isa, escándalos , malos ejemplos y
pbr otras ocupaciones contrarias á su dignidad;
sino que teniendo la potestad de absolver, te­
niendo en sus manos las llaves del c ie lo , no
quieren abrir las puertas á las almas? Pues mu­
chos, por poder tener lugar para el sueño, para
la caza, para la visita , para el convite, para
él juego y otras diversiones ilícitas y con­
trarias á s u estado, desasearan á muchos mo­
ribundos','olvidan sus ovejas, no les dan el
pasto de la doctrina, sin la cuál no pueden
conseguir la salud eterna.
Piden los diezmos y primicias con gran
cuidado: los dere’chos párroquiales han de es­
tar con tanta puntualidad, que no saldrá la
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190 'Cam»
cruz de Ia parroquia , sin que esté el dlnerq
en casa del cura; y Jas orejas , necesitadas del
pasto espiritual, que sin él perecen sin remedio,
Estos son los que tienen las llaves, por si;
descuido, negligencia é ignorancia, pudien-
do abrir i Jas almas las puertas del cielo , an-
fes se las cierran ,• y ellos se quedan también
1sin entrar. Y qué jes sucederá á estos pastores?
Seré bastante siete afiog de destierro ? N o por
cierto; sino que por cualquiera oveja, que pop
su negligencia se perdiese, han de ser castiga*
dos con eterno tormento.
Volvamos á nuestro Maupilio. Habiendo des*
embarcado, mudó el trage, para no ser cono*
eido, y despues de haber padecido ipuchos tra­
bajos, mendigando sa sustento, se puso á servir,
pon un hortelano. A este tiempo el pueblo de
Andegavia, riéndose privado de su pastor, sen­
tía, mas y mas cada dia su ausencia» Les faltó
aquel, que les mandaba á los .demonios $ aquel,
que con sus oraciones sanaba á lps enfermos:
aquel, que con la señal-de la cruz daba vista 4
ciegos, oidos á sordos,;lengua á mudos, & c. y
finalmente el qne era el amparo y refugio de
toda la ciudad.
Enviaron diversas personas por toda la Eu­
ropa , que lo buscasen; pero en vano. Pasa*
ronr el m ar, para ver si en aquellas tierras
ultra marinas lo encontraban, Despües de sietf
/ Google
de vicios y . virtudes. 1911
iKós llegaron, por divino impulso,. á aquel,
puerto del occéano, que es la menor Breta-,
5a. Gsperando allí embarcación, paseándose
qn dia por la ribera, hallaron en una piedra,
esculpida esta inscripción: .
Hiño transiit Maurilius
Episcopus y 5íc.
Alegres con este indicio se embarcaron: es­
tando en alta m ar, de improviso saltó en
k nave un grande pez * abriéronlo , y halla­
ron en el vientre k s llaves de las sagradas reli­
quias, que al santo Obispo Maurilio se le ca­
yeron de las manos. Con esto quedaron con
grandes sospechas de su muerte, acaso por ha­
berse anegado en el m ar, y -haber sido des­
pojo de los pepes: y' estando ya determinados
á volverse, fueron en sueños amonestados del
c ie lo , que prosiguiesen adelante. Llegaron a l
p uerto, y no sin especial, inspiración divina,
fueron llevados á las casas mismas, donde M au­
rilio estaba, siendo hortelano.
Apenas entraron en la ca ta , cuando oye­
ron el deseado nombre de M aurilio. Llamá­
ronle con presteza, y vino á la voz de su amo
en un traga despreciable , trayendo unas hor­
talizas en las manos. Alegráronse mucho de
ver á su santo O bispo, aunque en aquel tra­
ge ; y pasmados con una suma admiración,
se arrojaron á- sus pies , y derramando muchas
T 9& Casos raros
lágrim as, le pidieron con grande instancia,
se volviese á su. Iglesia , para consuelo de sus
ovejas, que lo deseaban. Admirábase mucho
M aurilio mas de que lo hubiesen hallado,
que no de que lo hubiesen conocido.
N o pudo negarles la huida, pero si les ne­
gó la vu elta, diciendo que tenia ofrecido
de no volver á su Iglesia, sin llevar las lla­
v e s , que se le cayeron en el mar. Pero ello*
le manifestaron el misterio de haberse hallado
las llaves por obrá divina, y que era mani­
fiesta voluntad s u y a , que volviese á su Igle­
sia y á su casa.
Maurilio gastó toda aquella noche en ora­
ció n , y le fue revelado, que era voluntad
de Dios se volviese á su Iglesia ¿ y que aquel
muchacho, que por haber muerto sin el Sa­
cramento lo lloraba como oveja perdida , por
sus ruegos se restituiría á la vida. Con esto
se-embarcó, y volvió.á su Iglesia y Obispado.
E l muchacho, que habia siete silos que estaba
enterrado, hizo que se abriese la sepultura, y
puesto de rodillas, con muchas lágrim as, hi­
zo oración i O íos, y oyendo Dios sus ruegos,
resucitó el muchacho: el cual, por el accidente
de este milagro , se llamó desde entonces Re­
nato ¡ y despues fue sucesor en el Obispado,
siendo varón de gran virtud, que ejecu tó , co­
mí» su antecesor también muchos milagros.
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devicios y virtudes
E ste ejemplo da gran documento i los Sa­
cerdotes , especialmente i los que tienen car­
go de almas, para que miren el cuidado j-
vigilan cia, que deben tener con sus ovejas;
porque si por un leve descuido, que no fue
culpa en este O bispo, sintió tanto que se le
perdiese aquella oveja, que no hallaba peni­
tencia suficiente para llorar su pérdida; aque­
llos que tienen las llaves del c ie lo , y que
tienen la obligación de abrir y cerrar, y por
su descuido y negligencia , porque tienen
puesto su corazón en las cosas del mundo, no
dan á las almas el pasto espiritual, y muchas
veces las dejan perecer sin abrirles las puer­
tas del cielo , qué castigo no merecerán estest
Y a responde David:
Sicut oves in inferno positi sunt: (Psalm.
1 5 .) Como ovejas serán llevados al infierno.
Cómo ovejas? Si dijera como leones, osos,
tigres y otras fieras, v a y a ; pero que los Sa­
cerdotes , que son como ovejas y corderos,
se hayan de ir al infierno, no sé cómo puede
ser? Ya da la razón el Abad Oodefrido
ibi non propter veram innocentiam, sed prop­
ter inhonestam ,sim
e qua malis re­
lcta
p
sistere nolunt, vel nesciunt, eos appellat: quos
sine fine perituros esse denuntiat. (Godefr. Ab.)
M irad qué paradero tiene la inocencia de la
vida de un Sacerdote y su ignorante simpli-
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194 Casos raros ' ’■>
«dad. N o basta que los pastores de las almas
sean corderos * ni ovejas * que no puedan re--
wstir á los males: no basta que sean sencillos:
no basta que sean inocentes en sus costum-*
bres; si son ignorantes en sus obligaciones*
« son -omisos y descuidados en dar pasto £
sus ovejas: si debiendo abrirles las puerta»
del cielo* antes se las cierran* ellos se abren*
las puertas del infierno. Por esto san Grego-,
tjo reprehende agriamente á aquellos Sacer­
dotes * que por su incapacidad ó por su des­
cuido * dejan perecer las almas; Nos reos este
ostendimur * qui Sacerdotes vocamur: qui
per ea mala * qua propria habemus * alienas
quoque mortes :a
s qui tot occidi
u
im
d
quot ad mortem ire quotidie tepidi * & tacear
tes videndus,

C A P ÍT U L O X X III.

Muchos jurisprudentes tuercen el derecho.

E l occéano de la jurisprudencia es un ma­


re magnum * & spatiosum manibus. ( Psal*
103.) Tiene tantos senos y cavernas* que ape­
nas se puede navegar. Un varón eruditísimo
i historiador* redujo á un número determi­
nado todas las leyes. En solas las pandectas
d ijo que había nueve mil ciento y . novent»
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de victos y virtudes. 19# -
y bebo le y e s: en el códice, cuatro mil qui*
mentas y cincuenta y cuatro, sin las glosas* .
Comentarios, costumbres, estatutos, decre*
to s , & c.
: Y sin navegar este mar, pues apenas llega*
. ion á. ver sus orillas, cuando huyeron, hay
muchos , que se tienen por grandes abogado»
y jurisprudentes, que se les puede aplican
aquellas palabras del Salm o: vid it, 5#
fugit, En pisando los patios de la Universidad
por espacio dem edio a fio, sin ver á Bartulo,
ni Baldo , sino leyendo en el libro de los cua«
tro; reyes, ya les parece que son jaristas con*
sumados. Cobran fama de científicos, y ape*
ñas conocen los títulos del derecho, los que
en su vida leyeron el índice de Justiniano. Bás*
tales á estos para defender una causa, citar,
las pandectas, alegar algunos textos del de*
recho, pronunciar algunas palabras inusitadas^
que el vulgo no las entienda, de las cuales
suele usar el derecho: v. g. Bannimenta, erúke,
acceptilatio, re,
scito
b
fn
a , (¿c.
y á este modo ot'ras; que les parece que han
navegado todo el occéano, hasta sus colum*
nas. Con esto se pasman los ignorantes y los
doctos se rien de ellos.
E n esta clase se debe colocar aquel que
en un lugar de la Brabancia , habiéndole so.
padre tenista estudiando las humanas letras pos
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I 96 Calés roro*h
espacio de seis años, llegó el tiempo de apli­
carlo á una de las ciencias; y estando el pa­
dre dudoso á cual aplicarlo, decía entre sí
m ism o: Si estudia la teología,
sar muchas :a
s si se da á la ,
lm
ha de matar muchos cuerpos: jurispru­
dencia. ha de perder las haciendas de -•
ehos. Pues de tres males elijamos el menor ; y
lo envió á Francia á graduarse de letrado i
trueque de dinero: y despues de un amigable
y frió examen promovido al grado debajo de
una chimenea, vino asno doctor á su patria.
Con razón sé le pudo aplicar lo que dijo otro,
que preguntando, si por ventura su caballo po­
dría ser promovido al mismo grado; respon­
dió , que no era dificultoso; porque quien ha­
bía hecho un doctor asno, cambien baria un
caballo doctor : Cum creaverimus
asinum; cur non id equum i (Bouve. de usu,
& abusu judicis, p. 348.)
Desdichados y miserables abogados! Pe­
ro mas miserables y desdichados los clientes,
que caen en sus manos , y los que les dieron
el grado ! Como otro jurisconsulto, que pre­
tendiendo el grado de maestro, pidió con mu­
chas súplicas á un doctor, le diese el"grado.
Escusóse este de la promoción', conociendo
sil ineptitud. Sintió mucho la repulsa el pre­
téndante ; y postrándose á sus. p ies, volvió
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devicios y virtudes.
i . pedirle- con grandes instancias, que por 1*
misericordia de Dios lo hiciese maestro: Ob­
secro te per misericordiam D e t, magistrum
erees. Una, vez y otra y muchas veces re­
pitió la¡ súplica, con-: muchas lágrimas. Viéndolo
tan molesta y deseoso del grado, le dijo: Pues
me. pides que: té haga maestro por la mise­
ricordia: de Dios , yo te hago maestro de mi*
séricprdia: >y desde entonces file apellidado:
Maestro de misericordia.
- N o-basta para, el jniilisteria de. abogado
haber alcanzado; él grado der licenciado 6 .
de- d o c to r s in o , ettaer. muy estudioso, mi*
zar. k&.-librqs y estar ¡diestro en examinar las
causas;; ;paráque no . les suceda lo que á cierto
eclesiástico, que se presumía gran' predica­
dor,,porque predicaba con el trabajo de otros.
Preguntáronle por los sentidos.de la Escritura,
y qué4 entendía de, ella ? Y respondió , que
no sabia que cosa era la-E scritu ra, con aque»
lias palabras de san Pablo: Littera occidit:
L a letra mata. A esto respondió el o tro : Bettt
ca visti. . mi D.omiue, • nete litter
quia nullam calles: M uy bien te has guardado,
•de que no te maten las letras; pues ni una le*
tra sabes,.
Común sentir de los moralistas e s , qne el
abogado que defiende, causa injusta, peca mor-
talm ente, con obligación de restituir los ,d*«
c .yGoogle
Catosraros
ños , que cansa á una y otra parte: y se con*
firma con un caso, que sucedió al Cardenal
Belarmino. ( e ) 44U.n hombre docto, dice; ■
44tratando conmigo y esponiendo en mi p re -
wsencia los méritos de cierta causa, le dijet
»»Sefíor, i mi me parece, qué favorecéis esa
94causa injusta. M e negó el abogado, que
* la causa era injusta; y respondió:- Y o no
4»soy abogado de la verdad, ni de la justi-
4» cia, sino de la parte de mi cliente. L o que
44á mí me to ca, dijo-, es esponer los méritos
94de la causa, que me obligué á defender:
44 el Juez mire la sentencia que da. Esta fue
la respuesta, que dió el abogado.; perorno se
y o , que esta valga delante de D ios; porque
conociendo la injusticia de la causa, y con al*
guna luz que tienen y perciben de la parte
contraria , tuercen las leyes, defienden la cau­
sa , con mayor actividad , dilatan los pleitos,
destruyen las partes, y ellos enriquecen.
-. Común axioma e s , y muy recibido entre
teólogos y jurisperitos, aquel dicho de santo
Tom as: Advocatus Ueitbjust
trocinium, & legisperitus verum consilium:
(S. Thom. 2. a , q. 7 1 , art. 4.) Que el abo­
gado, vende lícitamente su abogacía y el jo-

•- (e) B ella m , de art. ben. mor. 1 . 2 , c. n »


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de vicios y virtudes.
mprudente su consejo, se entiende, tiendo ver*
dadero y justo; pero es justo, que se venda la
injusticia ? La justicia es injusto el venderla;
y no solo se ye que se vende, sino también
las injusticias, dolos y engaños.
- Litigaban Zaran y Farés en el vientre de
T am ar, sobre cual babia de nacer primero, y
llevarse el mayorazgo : Instante autem
apparuerunt gemini in utero. (Genes cap. 38.)
Estendió una mano Z a ra n , á quien la parte*
ra señaló con una cinta. Retiróla despues, y
nació Farés : Egressus est alter. Quién juzga*
reis que se llevó el mayorazgo! Quién duda
que Farés se lo llevaría ? Os engañáis; no se
lo llevó- sino Zaran. Pues'cómo si Farés na*
ció primero? Porque Zaran estendió la roanos
protulit u
n
a
m
; • "
Oigase un litigio entre un cojo y un cié*
. go. Estaban á la orilla del m ar: el cojo vió
una ostra: no podia cogerla, porque estaba co­
jo : dióle la seña donde estaba al ciego, p a n ­
qué la cogiese. Cogióla el ciego. Altercaron
sobre cuya era aquella- ostra. E l ciego decia,
que á él le pertenecía; porque si él no la hubie­
ra tomado, se hubiera quedado en el mar, por­
que el cojo estaba impedido; Estando en esta re­
yerta, pasó por allí un abogado en su caballo,
y decidió el litigio. Tomó la ostra y abrió su»
4os conchas; sorbióse toda la medula de la os-
Digitized by Góogle
BOO Catos raros
tra, y 'las dbs conchas se las dió i los dos; y no
volvieron á litigar mas.
Atiendan los abogados el peligro, en que
están de su condenación, si adulceran las le­
yes , si defienden causas injustas, si oprimeQ
i los inocentes, si no desengañan á las partes,
y si ellos se enriquecen á costa de lós litigantes
con sus torcidos pareceres. Todos eitoa. tienen
la lengua vendible; y por eso les amenaza Dios
con una condenación eterna: Vce, qui justifi*
eatis impium pro s, & justitiam
erib
n
u
m
aufertis ab eo ! (Isai. cap. $•) ¿
De los muchos que se condenan, (a) re*
' ferird uno para terror de los demas. Hubo uno
de estos jurisprudentes fie. gran fama pot su rara
elocuencia en adulterar las le y e s, y torcerlas
¿ su voluntad, con lo cual se hizo muy rico;
porque en pagándole, alegaba por su parte con
tanta elocuencia, que por fa s 6 por nefas, sa­
lia siempre en favor suyo la sentencia; de for­
ma , q u e , como el Crisdstomo, se llamó *
ca de oró en la plaza, porque todos decian que
tenia la lengua de oro. '
O yó un hombre rudo y mentecato repe­
tir muchas veces este, elogio en el pueblo de
que aquel abogado tenia la lengua de oro.

(a) Pepin. sap.Cons. tract. a, part. 3, c

Digitized by Google
de victo* y * 9o i
Murió el dicho abogado; y habiéndolo en­
terrado y salido toda la gente de la Iglesia,
hallándose solo, tomó una azada, y muy so­
lícito comenzó á cabar en el sepulcro con el
motivo y codicia de sacar aquel tesoro de la
lengua d¡e aquel abogado ; pues siendo de oro,
no era de provecho ninguno en el sepulcro, y
él se podia utilizar mucho.
Llegó ya á descubrir el cuerpo, abrióle la
boca, y vió que no tenia lengua. Bien mereci­
do castigo de D ios, que se le arrancase la len­
gua á aquel que se valió de ella para hacer tan­
tos daños y agravios con sus embustes, enre­
dos y sofisterías I N o está aquí el mayor pro­
digio , sino en lo que se sigue.
Viendo aquel hombre, que aquel cadáver re­
cien enterrado no tenia lengua, quedó pas­
mado^ Quiso registrar mas la boca, y halló
en el lugar donde debia estar la lengua ( ó
espectáculo horrendo y nunca visto I ) un
grande y ponzoñoso sapo, que estaba sen­
tado en medio de las fauces, como juez en
su tribunal, paraque sentenciase la causa da
aquel mal hombre, y el castigo que jostísi-
mamente m erecia, por tantas injusticias co­
mo él habia hecho y ejecutado con su dora­
da lengua.
Escarmienten en este ejemplo los aboga­
dos , paraque no peryiertan las leyes
* Digitized by Go¡ ^le
QÓ2 Casos raros
la codicia del oro. Acuérdense, que llegará
día en que sus causas han de ser juzgadas; no
por el códice de Justiniano, sino por el de la
Justicia, que será aquel libro : scriptus
proferetur, in quo totum continetur, unde mun*
dus judicetur. (Offic. defunct. in M is.)

C A P ÍT U L O X X IV .

Conforme es la vida, asi es la muerte.

D is p u tó s e antiguamente en las escuelas, qué


cosa era la muerte ? Hubo varias sentencias.
Sófocles respondió, que era la última medici*
na de todas las enfermedades: Mors ultimus
est morborum medicus: y dijo bien; porque
la muerte pone fin á todos los males, molestias
y enfermedades. Sócrates dijo, que la muerte
era una larga peregrinación: , aut lon­
ginquam peregrinationem; porque libre el alma
de las prisiones del cuerpo, peregrinará á la
otra v id a : pero mejor á nuestro intento la de­
finió otro, diciendo que era eco de la vidas
Echo v i t a : porque así como el eco correspon­
de á la v o z , asi la muerte corresponde á la vi­
da , según aquel axioma: Qualis , finis ita .
Si la vida es buena, buena muerte le corres­
ponde; pero si mala , no espere tenerla buena,
porque la muerte de cada uno ha de ser segua
Digitized by Google
de vicios y virtudes. SO3
ras obra*: Quorum finis erit secunditm opera eo»
rum, dice san Pablo% Varios ejemplares hay
de esto en las historias. Referiré algunos.
En cierta ciudad hubo un mancebo, que
habiendo estudiado artes liberales con otros
mozuelos de su edad se dió á los vicio s, de­
leites , juegos y entretenimientos: y aun­
que tal .v ez se confesaba, pero luego volvia
á su mala vida. Dábanle los confesores san­
tos consejos , correcciones, remedios y medi­
cinas espirituales; nada aprovechaba. En esta
mala vida vivió algunos años, hasta que Dios
le dió la última enfermedad. Ya llegó á estar
desauciado de los médicos, y reconociendo el
peligro de su v id a , comenzó entonces á de­
testar su mala v id a : entonces deseaba vivir
b ie n , cuando no le quedaba tiempo para
y iv ir.
Llamaron Á un confesor , y confesó sus cul­
p a s: agravósele la enfermedad, y finalmente
m u rió , habiendo' recibido los santos Sacra­
mentos, dejando bastantes esperanzas de su sal­
vación. Al dia siguiente estando ya para ha-
cerle las exequias, llegando el Sacerdote á re­
vestirse para la M isa , al tomar la a lv a , se
le cayó hasta el suelo. Atribuyólo á casuali­
dad.'V olvió otra vez á tomar la alva y á po­
nérsela , pero una mano invisible le tiraba de
e l l a , paraqueno se la pusiese. Quedó pasma-
Digitized by
Oa e
204 Casos raros
do el Sacerdote; pero como no veia á n ad ie,
prosiguió revistiéndose ^ despreciando aquella
turbación. Volvió de nuevo á sentir, que por
un lado y por otro le tiraban de las vesti*
duras. Atribuyólo á tentación del demonio,
para inquietar su devoción , y prosiguió.
Estando ya en el altar para comenzar la
M is a , vió al lado siniestro una obscura som­
bra ó niebla, y de. ella salia una v o z , que
d ecia, que cesase de celebrar. Quedó -enton­
ces turbado el Sacerdote, y movido de ilus­
tración d ivina, conjuró aquella sombra,
le preguntó quién era ? Y respondió, que e n
aquel mancebo que el dia antes, él mismo
lo había confesado. Pues qué es loque pidesf
le preguntó. A lo cual respondió con voz la­
mentable : Estoy privado de la gloria y con­
denado á penas eternas. Pues cómo? replicó
el Sacerdote: No te confesaste bien ? S i , bien
me confesé y con gran dolor de mis peca­
d os, de forma que ya estaba destinado para
la gloria; pero de improviso fui desheredado,
porque en aquella lucha que hay entre el cuer­
po y el alma para apartarse, se me vinie­
ron á la memoria aquellos deleites de mi vida
pasada. O si hubiera vencido aquella tenta­
ción , como me hubiera salvado! Con la cos­
tumbre que tenia, me deleité: y al mismo
tiempo aspiré, y fui sentenciado irrevocable-
Digitized by ^ Ic %
devictos y virtu
mente i lo» infiernos. Por donde dijo verda­
deramente J o b : Ossa ejus implebuntur vitiis
adolescentia ejus, & cum eo pulvere dormient,
(Job. cap. 20.)
Otro caso refiere Nieremberg (c) de un
hombre muy rico4 que toda su vida la ha­
bía gastado en adquirir hacienda: no sé si por
buenos ó malos medios. Hallábase ya en la
última enfermedad; y viéndose cercano á la
muerte, como todo su Dios lo tenia en el di«
ñero , hizo que le llevasen á la cama todos los
vasos y alhajas de oro y p la ta , que tenia, to­
dos los doblones ,1ju e tenia en )qp escritorios;
y contemplando toda aquella riqueza, prnrum-
pió en estas vo ces: Ea alma mía, todo este oro
y plata te d aré, si no>te apartas de mi cuer­
p o : de todo esto has de gozar, y otras djuv
chas riquezas y dones, te ofrezco, con tal que
no desampares i tu amigo el cuerpo.
Pero viendo, que se le iban ya acabando las
fuerzas , y que se m oria; lleno de ira y rabia,
prosiguió diciendo : Y si todo esto no es bas­
tante , te daré al demonio. paraque te ator­
mente por toda la eternidad : y dichas estas
palabras, entregó su alma á los demonios.
' También es del caso lo que refiere Drexe-

(c) N
ierem
berg, diferencia entre lo tempo**'
ral y eterno.
* Digitized by v j O O ^ Í C
$ 0(5 . 'Casos ratos
lio de un platero, que acostumbrado á tm«*
tar en plata y o ro , llegó á la hora de la
muerte , y llegando un Religioso á auxiliarle
con una imágen de Cristo crucificado, lo
decía : que pusiese su corazón en aquel divino
Señor, que por librarnos á nosotros de la
muerte del pecado, quiso padecer tan acerba
y afrentosa muerte de cruz. Dábale i besar y
adorar la imágen de Jesucristo. Era el Cruci­
fijo de plata maciza, y como el moribundo to-
da su vida había tenido su corazón en el oro
y en la p lata, decía-: Y cuánto pesará do
plata este Cryóifijo ? O miserable platero! Que
toda tu- vida te has ejercitado en pesar plata»
olvidado de tu alma y de las penas, que te es­
peran ! De qué te servirá esa p lata, sino
de abrasarte con e lla , derretida en el in­
fierno ?
A otro r ic o , estando enfermo, le dió as
grave letargo. Hiciéronse muchos remedios,
pa raque volviese: dieron ligaduras, golpes,
v o c e s , tormentos; no hubo remedio. Cono­
ció el médico el genio del hombre, y man­
dó que trajesen á la cama todos los libros de
ca ja , de recibo y gasto, todo el oro y
plata que ten ia: >y mandó que hiciesen mu­
cho ruido con todo ello. Hízose así. Comenza­
ron unos á hojear lo» libros de recibo y gas­
eo , otros movían los doblones , vasos de pjata
Digítized by Google
deviaiot y virtudes. ttojr
, yoro"; y 'a l instante dispertó del letargo, pro-?
i| rumpiendo en altas voces: Ladrones, -
. tes, que me roban mi casa, ladrones : y no
, giraba, que perdia el cielo.
Ello es certísimo, que la muerte es coa*
, firme á la vida- E s uua conclusión, que se in­
fere de los antecedentes de la vida; y la muer*
te es la conclusión de este silogismo; porque
así como el fin del silogismo es la conclusión, asf
el fin del silogismo de la vida , es la muerte.
También son semejantes en que así como la
conclusión es verdadera ó falsa, según la ver*
dad ó falsedad de las premisas que antecedie­
ron; así la muerte es buena ó m ala, según la
vida buena 6 mala que antecedió.
En Londres sucedió esta fatal tragedia el afio
de 159 6. (d) E l Barón de Hounsden, Conse­
jero que era de la Reina Elisabeta, llegó i
Su última enfermedad. Pocos dias antes de su
muerte tuyo e6ta horrible visión. V ió que en­
traban en su aposento muchos Senadores y
Consejeros anglicanos, á quien él mismo co­
nocía , y que ya eran difuntos. Primeramente
;vió á Roberto D udleo, Conde de Licestria,
rodeado todo de llam as: tra6 este entró tam­
bién hecho un fuego Francisco Uvalsingamo,

. (d) Engel. Dom. 3 Adv.

Digitized by Google
ao8 Caso» raros
secretario: luego entró Ponquerino L o rd , Su­
premo J uez anglicano, que iba tan oprimi­
do de un frío tan intenso, que tocando la ma­
no del enfermo, estuvo ya cerca de espirar.
E ntró despues Hatono, Canciller m ayor: lue­
go Tomas E d in g e, Consejero: tras de estos
entró Francisco K u o u l, Consejero, también
junto con otros dos, con sus togas de fuego,
que tristemente se lamentaba.
Todos estos se le manifestaron al enfermo,
diciéndole que venían á anunciarle éste de­
creto de parte de la justicia divina: Que dis- -
pusiese las cosas de su casa, porque breve­
mente iria á acompañarlos, y que le manda­
ban diese el mismo aviso á Guillermo Cecilio,
tesorero, que dentro de pocos dias iria tam­
bién d los infiernos, donde ya se le tenia la­
gar apercibido.
Esta visión refirió el Barón de Hounsdeo, ,
á los que le visitaban con gran temor y pas­
mo. Todo lo cual se vió cumplido en breve
tiempo. Pero antes fu¿ á visitar al Barón una
noble matrona: esta le pregunto , si era ver­
dad lo referido ? Y respondió, que todo era
así como queda dicho. Y es posible, replicó
e lla , que no hay remedio alguno, ni esperan­
za de tu salvación ? N o la h a y , respondió,
sino u n a; y es confesarse con un Sacerdote
de la fe orthodoxa; (e ra herege anglica*

Digitized by ( ^ . o o Q l e
de vicioryvirtudes. 209
no el moribundo). porque la conciencia me
d ic ta , que fuera de la Iglesia nadie se puede
salvar. Acabando de decir esto, comenzó 4
dar horrorosos ahullidos, pero siti muestras al*
gunas de penitencia ni contrición: y de esta
forma murió ■ , conforme había v iv id o , olvi­
dado de Dios y de su alma: la cual lleva­
ron los demonios al infierno para arder por
toda la eternidad.
E n la Italia hubo una doncella inclinada
con exceso á las galas y adorno de su cuer­
p o , vivo simulacro de la vanidad, la cual os­
tentaba en la mucha profanidad, ea los afei­
tes del rostro y vestido profano y provocati­
vo. D ióle Dios una enfermedad f paraque des­
pertase de su letargo. Amonestáronla, que
se dispusiese para hacer una buena confesión,
con dolor y arrepentimiento de sus culpase
P ero la que toda su vida la habia gastado en
devaneos, profanidades, galas y provocacio­
nes lascivas, en la hora de la muerte se hizo
sorda á los llamamientos divinos. Antes bien
con grandes instancias obligó á su madre le
llevase á la cama, todas las ricas galas que te­
nia , jo y a s, perlas y aljófares, ¿ hizo que
todas se las vistiesen. Viéndose tan ricamente
ataviada, comenzó á esclamar: Y es po-
w sible que me tengo de morir ? En lo mas
9florido de mi edad tengo de dejar tan ri-
Digitized by Google
ttio Catotraro»
neas gala» y preciosas joyas ? Qué h erm o-.
« sura t Qué riqueaa 1 Qué preciosidad de ves»
m tidos 1
- Llegaban los padres, parientes y circuns­
tantes , y le decían que procurase mirar por
la salvación de su alma, y que se dejase del
adorno de su cuerpo: que procurase pedir i
Dios perdón de sus culpas , y no hiciese caso,
de las galas; que todo era vanidad r « Cómo
«tengo de clamar á Dios , respondió , si nun-
« c a me hé acordado de Dios 1 Si todo mi
« cu id ad o, en. toda mi v id a , ha sido el ador»
«no: de mi cuerpo, cómo ahora me he da
«acordar de-Dios y de mi alma ? Venga al
« pon to el demonio, á quien entrego mi cuerpo
« y mi alma, y cargue conmigo..
Diciendo estas palabras, muy adornada, ves*
¿d a y compuesta con tus galas, exhaló aque­
lla infeliz alma en manos .del mismo demonio,
é quien habia invocado. Conforme había vivi­
do , así tuvo la m uerte; porque es cierto,
e n e la moette es un eco que corresponde i
la vida.

Digitized by Google**:
de «icio* y virtudes. a ií

C A P ÍT U L O X X V.

E n la juventud malas , al fin


muertes desgraciadas.

P or lo común suele suceder, que por jun­


tarse los jóvenes con gente viciosa y de
malas costumbres, vienen á caer en los mis­
mos v icio s, pierden las buenas propiedades^
que aprendieron de sus padres, se van precipi­
tando de un pecado en otro pecado, y mu­
chas veces suelen venir á parar en una horca-
Oigase este trágico suceso. E n cierta ciudad,
cállase el nombre del sugeto, dé su familia y
la ciudad de donde era natural, paraque no
se venga en conocimiento del sugeto.
E n Belgio , ciudad celebérrima , (e) fufe
llamado un Religioso en una ocasión á la cár­
cel , de madrugada, para confesar á un reo-,
que lo habían de ajusticiar aquel mismo diat
E r a el reo. nn gallardo mancebo de veinte y
cuatro afíos. Apenas vió al R eligioso, cuan­
do comenzó á dar tristes suspiros y lamed*’
to s : de tal forma llegó á conturbarse, que por
un gran rato no le pudo sacar el Religioso

(e) Engelg, serm. S. Cathar. vtrg.


Digitized by Google '
B I9 Catot raros
una palabra. Procuró consolarlo y animarlo
para sufrir con valor la muerte, que le espe­
raba , y paraque se dispusiese para asegurar
sa salvación; pero no hubo forma de poderlo
consolar.
Pero el R eligioso, armándose y revistién­
dose del zelo del bien de su ahna, le dijo coa
toda resolución : Amigo m ió, la sentencia es­
tá ya dada: no hay remedio: ello es preciso
morir: de qué servicio pueden ser esos estre­
ñios ? Lo que importa es tratar de la silvacioá
del alma. Herido su corazón con estas palabras,
poniendo sus ojos llorosos en el- Religioso,
rompiendo los suspiros, dijo: Ah padre mió!
N o es temor de la muerte lo que me aflige.
Asiento y admito la sentencia de muerte,
que merezco por mis enormes delitos. Gus­
toso ofrezco á Dios mi vida en un patíbulo
afrentoso; pues su Magestad la dió por mí,
siendo inocentísimo, en un afrentoso made­
ro.. Nada de, esto me conturba, padre, nada
de esto me aflige; sino, sino : : : Aqüí no pudo
hablar mas palabra, y cayó en tierra casi des­
mayado.
' Volvió en sí, recobróse algún tanto, y pro-
cumpió en nuevos y mayores suspiros y so­
llozos. Mirando á toda la turba de gentes, que
allí habia , pidió que todos se apartasen, que
quería desahogarse con aquel Religioso á solas.
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de viciot y virtadet. 913
Hiciéronlo a s i, y se quedaron solos. Enton-
ces el irancebo, abriendo los brazos, coa
grandes suspiros y muchas lágrimas, se arro­
jó á sus pies; y abrazándolo y besándole las
manos, le d ijo : O padre mió ! N o me cono­
ces ? N o estuviste tú en tal ciudad ? En tal
Universidad? N o fuiste catedrático, y tuvis­
te por discípulos á fulano, á fulano; y los
fue nombrando uno por uno; yo soy uno
de ellos. Aquí quedó atónito el Religiosos
mirábanse el uno al otro, derramando tiernas
lágriitias.
N o podia venir el Religioso en conocimien­
to de quien era , si él no espresara su nom­
b r e ; .porque nunca s e .podia persuadir, que
hubiese venido á tan infeliz fortuna, un man­
cebo noble ( era hijo único de una de las mas
ilustres familias de su patria, heredero de un
grandísimo m ayorazgo) como verse en una
cá rce l, en trage tan ignominioso, notado de
infames latrocinios, insultos y otros delitos.
Un hijo de unos padres tan cristianos y
tan nobles, á quien criaron en santas costum­
b re s, y que por su aventajado ingenio, apro­
vechó en las escuelas, en costumbres y en
sabiduría; porque era ingenioso y de buen
entendimiento.
N o se podia persuadir, que un mozo de tan
buenas calidades hubiese yenido i un abis-
Digitized by Google
914 Casos rarot
n o de maldades, por las cuales se veta con*
denado á muerte infame. Pero esto traen las
malas compañías que por haberse este man
9
cebo acompañado con insolentes monos, lo
incitaron á los vicios, á la vida licenciosa,
la lujuria y á otras maldades. Con que con
••tos maestros, huyendo de su patria y de su '
casa, se dió á todo género de vicios, latroci­
nios, robos, & c. y se veia condenado i muer­
te , para escarmiento de la juventud lozana.
Pero porque en negocio tan importante*
como la salvación, no se perdiera un mo­
mento , procuró el santo Religioso exortarlo,
y que olvidando cualquier pensamiento de su i
patria , parientes, familia y riqueza» , se
diese todo á examinar su mala vida ; y para-
que con mayor libertad y desahogo pudiese
hacer su confesión , por si acaso, por ser co- ,
nocido, tenia algún rubor en confesarse con
é l , le ofreció el Religioso traerle otro con­
fesor, con quien pudiese desahogarse. A lo
cual respondió, que no quería á otro que i
su maestro, que sin vergüenza ninguna le
confesaría todas las maldades, que contra su
Dios había cometido: que le pedia por las
entrañas de Jesucristo, que no lo dejase ea
aquel lance tan apretado de la muerte. Ofre­
cióse gustoso el ministro de Dios. Sentóse, y
confesólo generalmente de toda su mala vida,
Digitized by Google I
de vicios y virtudes. ü jg
Cóa gran dolor de sus pecados. Hecha la con*
fesion, fuése el Religioso á su convento,
ofreciéndole, que le encomendaría á Dios en
el santo Sacrificio de la M isa ; como lo hi-
ao aquel mismo d ia , haciendo por él otra*
mortificaciones, ruegos y peticiones.
Volvió despus de esto á la cárcel, y halló
al reo muy pacífico, alegre y conforme coa
la voluntad de D ios, estando con ánimo y
voluntad pronta á padecer la muerte por Dios*
N o quería ya hablar, sino de las cosas divi­
n a s, abrasado todo en amor de D io s, coa
deseo de padecer los mas atroces tormentos
por su Magestad.
Llegóse la hora de ejecutarse la justicia:
llegaron los ministros: E a Señor , dijo,
en vamos, vamos á padecer y morir por Dios:
vamos á satisfacer por mis delitos: quiero
y» en todo obedecer á la justicia. Dijéronle,
si quería tomar algún alimento, para fortifi­
car las fuerzas; y respondió: » E l tiempo que
en me queda de vida es muy breve, y la eter-
en nidad no tiene fin. Diciendo esto, entró el
verdugo á pedirle perdón, y que él solo era
un mero instrumento de la ju sticia, sin tener
parte en aquella muerte.
Apenas el reo puso los ojos en el verda»
go, cuando se le mudó el color del rostro,
. y comenzó á esclamar y .d ecir: Jesús 1 *
Ai6 Casos ratos
susl Qué"es estol Y casi sin sentidos cayó &
los pies del confesor. Acudieron á toda priesa
i aplicarle medicinas, paraque recobrase la*
fuerzas.
Ya que volvió en s í , con voz lamentable*
mirando al verdugo, le preguntó: M e cono-,
ces ? Y tú, padre mió, no conoces á este? Uno
y otro negaron que se conocían. O confusioni
esclamó con voz mas : espantosa que nunca:
O Señor I Cuán ocultos y maravillosos son tus
juicios ! O fortuna adversa 1 O trágico suce­
s o , jamas visto, ni imaginadoI Anim o, hi­
jo m ió , le dijo el confesor : estabas poco há
tan alegre, dispuesto á padecer gustoso la
muerte; y ahora repentinamente tanto temor?
Tanta turbación ? Cuál es la causa ? Ah fula­
no! respondió, hablando con el verdugo, y
nombrándolo con su nombre: O qué fortuna
tan desgraciada la nuestra 1 M irad, padre
m ió , dijo hablando con el confesor, mirad
otro discípulo vu estro: ambos estudiamos
juntos en una misma a u la : tú eres nuestro
maestro.
Quién ju zgáis, católicos, que quedaría
mas atónito de todos tres I Horrorosa trage­
dia ! E l verdugo, luego que se oyó nombrar,
lo conoció, que era el mismo que desde su
primera edad se criaron juntos: veia á su ca­
rísimo condiscípulo condenado á m uerte, y

D ig iti^d by Google
de vicios y virtudes. 917
que dentro de breve tiempo . por sus muchos
delitos , había de morir á sus manos.
E ra el verdugo no de inferior nobleza*
n i menos ilustre familia que el reo , here­
dero de un mayorazgo muy: cuantioso; de
grande ingenio, en lo personal hermoso y
b izarro« éra las delicias de su maestro. Pero
él mismo confesó, que había sido criado desdé
sos tiernos afios en santas costumbres y en la
devoción cordial á la Reina de los Angeles
María Santísima nuestra madre y sefíora» Pe­
ro que despues, despreciando los santos con­
sejos de sus padres, y apartándose de las bue­
nas compadras, se d ió á : los vicios con loa
malos ejemplos de ■ otrosí despues sentó plaza
de soldado , dónde dándole rienda á su liber­
tad , se entregó en un todo á todo género de
maldades. '
Como el que se entrega con desenfreno i
semejantes costumbres viciosas, nunca tiene
buen paradero ; este, habiendo cometido mu­
chos delitos públicos, fue preso por la justicia*
y sentenciado á pena capital, n Pero faltando
99 verdugo en la república, confesó él mis­
es m o , y habiendo otros reos que ajusticiar,
99 yo por reservar mi vida , ( vergüenza me da
99el decirlo ) admití, ó por mejor decir , me
99 ofrecí yo mismo á ser verdugo. Hasta ahora
99 he usado este-infame ejercicio; y en la oca-
5IÍ ■ Casas - raros
« sioo presente, mas execrable que lá 91«»
» acerba muerte pues .me es preciso ejecu->
« tarta en t í , .porque , todo el pueblo está en
mía plaza junto,'esperando este espectáculo#
Todo el magistrado^ ignorantea.de lo que p^n
la en la cárcel,- impacientes con; la tardanza
(pasaban ya de dos horas del tiehipo acostum­
brado )manda qu ese acelere. . .
- Entonces el reo le echó los-brazos* al cue­
llo al verdugo, despidiéndose de é l, y diciém
dóle t « T ú en 6n ¡momento roe haces here-
« dero " y participante . de. la. eternidad ; no
«puedes darme ¡pronta mas. estimable de mi
«amor. Cumple cónctu ministerio, ejecutan­
do en mí la justicia ¡que te mandan. Y con
esto fue sacado :dé la! Cárcel y llevado al pa­
tíbulo. i- '¡ . ■ . . . ■ . .
Qué lengua habrá, que pueda ponderar^
ni e n te n d im ie n to q u e pueda concebir los
afectos , que se originarían en los corazones
del maestro y dos discípulos, cuando, se vie-
ron todos tres en la escalera de la horca , es­
perando aquel último va le, donde en presen­
cia de los dos habia de quedar pendiente aquel
noble mancebo 1 Ejecutada la justicia se vol­
vió el Religioso á todo el pueblo, y les pon­
deró todo el misterio : como aquellos dos*
verdugo y re o , eran paisanos., compatrio-
ta* y muy, amigos, y ambos discípulos su*
Digitrzed b y '
; de vicios y virtudes. 219*
yos. Muchos de los que lo oyeron , quedaron
pasmados; otros se enternecieron, movidos i
conmiseración sus corazones; y finalmente sir­
vió de escarmiento para los jóvenes, paraque
huyan de malas compañías, y no vengan á
semejantes tragedias.

C A P ÍT U L O X X V I.

Apagada la luz de la gracia, con dificultad


se vuelve á encender.

E s la gracia una luz', que s& encendió en


el alma en el Sacramento del Bautismo, Id
cual significa aquella candela encendida, que
se le da ai bautizado en señal de la fe y
gracia que recibe, por medio de la cual
pasó de la potestad de las tinieblas i la lúa
y resplandor de los Santos, dice Belarmino.
Esta luz de la gracia, que se nos dió encen­
dida en el Bautism o, hemos de procurar con­
servarla basta la m uerte, paraque entonces,
cuando venga el esposo, salgamos con ella
ñ recibirlo. Pero el dolor es que muchos,
apenas llegaron al uso de la razón , cuan­
do al punto apagaron la luz de la divina
gracia con feas culpas, dice el Crisóstomo*
y despues la volvieron á apagar en la ju­
ven tu d , en la mocedad y en la vejez, N ía-
Digitized by G o o S e ®
220 • ' Catos ratoi
guno podrá llevar una vela encendida mucho
tiem po, soplando el viento, sino la i levase
muy guardada.
O cuántas veces en muchos apagó esta lu»
el aquilón de la adversidad, el torbellino de
la pobreza ,. el viento de la impaciencia , des-
confianza, murmuración, blasfemia, desespe­
ración, & c.? Cuántas Veces entre los hijos,
hermanos, parientes, vecinos, entre marido
y m uger, con el soplo de la máldicion, con
el torbellino del litigio se apaga el espíritu de
la caridad y la vida de la gracia ? N o ha­
béis reparado,’ que cuando en una sala están
las ventanas y las puertas abiertas, si corre
el a ir e , derrite la-vela y apaga la lu z? Y.
qué remedió habrá, paraque no se apague?
Cerrar; ó la puerta ó la ventana, paraque no
haya correspondencia. No haya corresponden­
cias de palabras en los litigios, en las murmu­
raciones, en las conversaciones deshonestas, & c.
Cierra tu boca, y no se apagará la luz de la
gracia ; porque upa vez que se apagó, es muy.
dificultoso volverla á encender.
Siempre se debe traer en las manos esta luz,
paraque no se apague. E l hijo y la hija en
las manos de su padres, paraque no se. apa­
gue la luz de la gracia, no dejándolos de
la mano, ni permitiéndoles conversaciones,
ni chanzas con mugeres, aunque sean pariem*
Digitized by Google
devicios y virtudes. 22i
las'; qne la lascivia no respeta al parentesco.
Coa este título se suelen acercar mucho á las
parientas, y con solo uo aliento ó soplo,
queda apagada la luz de la gracia. Sirva de
ejemplo un trágico suceso de cierto mance­
b o , que «aponiéndose á los soplos y alien­
tos de una muger torp e, y levantándose un
torbellino de tentaciones, apagó la luz de la
g racia , perdiendo la vida del cuerpo y del
alma.
' Este trágico suceso.lo refiere Stengelio, (a)
y dice que ¿1 se halló presente, y aun tu­
vo gran parte en la tragedia, la cual escri­
be con ingenuidad. En Herbípolis , ciudad
en la Pranconia, por los años de 163 3 , flo­
reció un mancebo de sangre* noble, único
heredero de la hacienda de sus padres. E ra
galan en la persona, en lo natural angéli­
co , en el ingenio v i v o , en las costumbres
piadoso y caritativo ; de form a, que resplan­
deciendo en él ¿sollama de la g ra cia , como
en cera virgen , lo hadan estas propiedades
amable á todos.
Dióse todo á los estudios, acudía á los
templos, vivia siempre retirado de malas com­
pañías; de form a, que era para todos ejem-

- (a) Steng. de div.judie., t. 4, c.


Digitized by Google
2K22 • ' Caios rana *
piar de modestia , piedad y feryentísima -¿ki
vocion. Pero como la candela, que al viento
se espone fácilmente se apaga, así se apagó
el espíritu de Ernesto, que así se llamaba^
con el pestilente aliento de una torpe muger*
Habia en Herbipolis una noble matrona, pa?
tienta suya : esta, con el título de parentesco*
lo llamó algonas veces á su casa. N o se escu-
só el mancebo, poco cauteloso , como si por
ser parientes perdiera sus fueros la lascivia.
En las primeras visitan comenzó la torpe
moza á respirar el favonio de la chanza, la
palabra equívoca, el ju e g o , el toque de ma*
nos: despues con mas liviandad sopló el vien­
to de la lascivia por oidos, , ojos y boca; y
el mismo demonio al mismo tiempo le ins­
piraba vehementes sujesticines contra la pure­
za. Y como la edad juvenil es c e ra , vino á
derretirse , y ác
orrerse la vergüenza , e
dor , la piedad, en fin toda la llama de su
inocente vida y la luz de la b ra d a quedó to­
talmente apagada. <1 -
Y así como la pavesa de la v e la , poco
antes apagada, queda humeando y con al­
guna lu z , aunque pequeña; así i este man­
cebo le sucedía; algunas veces se daba al eSr
tudio; algunas veces oraba , manifestando al­
gunas señales de aquella virtud antigua'. Pero
como la luz de la gracia estába ya totalmente
, Digitized by G ogle
de viciosy virtudes. %%%
tpagad»,:vinieron también atibarse aque­
llos hamos d» virtud. Comenió i correr con-
desenfrena en lo» vicios ^deshonrar doncellas,
violar casadas;.'pero con quien mas amistad
tn v o , fue,con la parienta f la cual tenia pata
sus acostumbrados deleites, aunque está algu*.
aas veces:le substituiaen su lugar al demonio,
por pacto que con él tenia.
Persáadió-este demoniode muger á este ínó-
20, que asistiese i ciertos caogrésos noctur
nos conciliábulos de hechicera» y brujas , dón­
de se cometían muchas enormes maldades y sa­
crilegios. De. aquí se fue precipitando en otrafc
atrocidades de ¿uertes, latrocinios, robos, & c.
Viviendo* pnes, con este desenfreno , vino y*
á caer en manos de la ju sticia, que por cier-,
tos indicios Ib'puso en. prisiones.
Quien creyera, que habiendo conservado
este mancebo por mucho tiempo encendida, y
á dos manos la luz de la divinB g racia , nd
soloardiendoen sí , sino alumbrando á ótroS,
la llegase á apagar de tal forma, que despidió
de si nir huma muy pestilente?
Compadecidos los jueces del mancebo, die­
ron cuenta:al-Príncipe, rogándole que aten­
diese i aqqella tierna edad, y que siendo co­
mo era de ilustre sangre, si .se hada justicia
rigurósá con él , perdia su familia sur. espíen?
dor; que podia ser que cop la corrección, se

Digitized by Google
124 Casát raras
enmendase. Llegó á noticia del Obispó e s t a
tragedia, y detramó tiernas lágrimas de d o ­
lor y sentimiento, y comensó á tratar d el
rem edio, no del castigo , paraqne aquel man­
cebo ge restituyese i so antiguo esplendor y
fam a: lo cual se prometía de la buena índole
y del santo aelo de muchos, que llegaron á
rogar por ¿1.
Parecióle al santo Obispo sacar i aquel
mancebo de la cárcel y entregarlo á unoa
R eligiosos, paraque con mas desahogo de­
clarase con ellos los delitos que había come­
tid o , y con sus caritativas reprehensiones 7
santos consejos, lo apartasen de aquella mala
▼ ida , é hiciese penitencia y recuperase su fa­
ma. Así lo hizo-: fue entregado á ciertos R e­
ligiosos de la Compañía, y herido de los gol­
pes de su conciencia , descubrió claramente las
maldades que había ejecutado, los delitos que
había cometido, y los sacrilegios que había
obrado, con los hechizos y concursos diabó­
licos , en que se había hallado.
Pusieron los padres todo su cuidado en que
se volviese á encender la luz de la divina gra­
cia , que aun estaba humeando en este man­
cebo. Lleváronlo á su colegio, procurando
de día y de noche ocuparlo en santos ejer­
cicios correspondientes á su tierna edad. Afr
máronlo contra la potestad del demonio , con

Digitized by Google
de «ictos y virtudes. ¿ay
«roces, reliquias , agnus Dei * y todo 1«
que es opuesto á hechizos j pactos del de*
monio. N o se apartaba de su lad o , de día
a i de noche, un Religioso ^ que continua*
nente lo exortába: con di oraba, con e l
com ia, di lo llevaba al tem plo, di lo traia,
¿ l i o instruia en las cosas del cie lo , en la
conñanza en la divina misericordia: ponde­
rábale las astucias del demonio para engasar
á las almas.
- Todo lo oía con gran gusto el mancebo;
pero si una alma apagó la candéis de la di­
vina g racia , por arte mágica del demonio,
quién la volverá á encender 1 Una noche se
le apareció el demonio, y le persuadió que
siquiera por un breve tiempo se quitase aque­
llas-reliquias, que traía consigo. Apenas se las
q o itó , cuando al punto fue llevado por arte
del demonio á aquel concurso de hechiceros y
hechiceras ^ donde se ejercitaban en enormí­
simos y horrendos sacrilegios: por la mañana
á las cuatro, que es cuando se suelen levantar
los Religiosos:, lo traia el demonio, y lo po­
nía en su mismo lecho; pero no con tanta
cautela, que no lo conociese el Religioso qu«
le asistía, unas veces por ver vacía la cama,
otras por el ruido que hacia.
Preguntábale el Religioso que le dijese,
donde había estado aquella noche ? Refería el
Digitized by Google
9Z& " Casó* raros •V
amancebo coi\ lágrimas toda la serie del ^ aco?
prometiendo de que no volvería mas á dejar­
se: lie vard e los engaños del demonio. Así lo
ejecutaba; pero no por muobo .tiempo ; por-,
Qpe instado del demonio volvía á caer. Su«
pedió esto repetidas veces , de tal forma>que
no reconociendo los Religiosos rastro alga-
no de enmienda, perdieron las esperanzas del
remedio.
Lleváronlo i los Religiosos Je san Fren*
pisto , psraque esperimen tasen en él sus fuer­
zas ; pero sin.'efecto, porque sucedió lo mis-
pió. Diéronle cuenta al Obispo de lo que pa­
saba, y com o'los Religiosos Rabian perdido
las esperanzas del remedio eo aquel mancebo.
Horrorizóse el santo 'Obispoy y entrq suspiros
y la'grimas no sabia que hacerse. E n fin, nal
¿aliando remedio alguno 4 paraque. ,dejase
aquella secrílega familiaridad-con el demonio,
Jo entregaron: al juez secular, y habiéndole
justificada sus delitos, dió sentencia de muer­
te contra.él.
Llamaron á los Padrea Jesuítas , palique
Je asistiesen , y que el siguiente d i a , á las
ocho de la mañana lo habían; de ajusticiar,
que lo dispusiesen cuanto antes, paraque muí-
riese , antes que volviese á ca e r: y si estaba
protervo, paraque no engañase: otros; que
mas valia: qu&.se perdiese, él ta lo , que no muí*
' Digitized by G o o g le
de vicios y virtióles. 6 17
chos con su mal ejemplo. Amaneció el dia si*
guíente: fueron los Religiosos, entre los cua­
les fué también su maestro, que lo asistía. Gran
yo las siete de la mañana, y á las ocho se
había de ejecutar la sentencia: y el mancebo
se estaba muy descansado, y sin fatiga alguna
durmiendo en' su cama.
Como te va Ernesto ? le preguntaron*
« M u y b ien , respondió. Avergonzóse de es*'
tar en la cama á vista de los Religiosos, y
se vistió de presto. v> Hállorrte con salud, dijo,
*»y he dormido muy bien esta noche. Pues
stqué se os ofrece, P adre, que tanto ha-
tñ beis madrugado esta mañana ? Pero elios coa
lágrimas en los ojos respondieron: N o otra
co sa , E rnesto, sino que vivas mejor, de lo
que vives. La v id a , que vives es miserable.
L evanta tu alma á mejor vida. Detesta tu mala
vida , y. disponte para lograr la vida eterna;
porque m ira, que no te queda mas que una
hora de vidá¿ V e n , ven aprisa con nosotros
aT a lc á z a r ,. que te esperan los señores de
justicia. ■>
N o causó en él mas conturbación esta no­
t ic ia , que si oyera cosas nuevas de las Indias;
y sonriéndose, d ijo: » Buen D io s! Buen Dios!
vtTened; buen ánimo, Padres, tened buen áni-
ot mo. Y tomando su capa con ánimo intrépi­
do^ se fué-con ellos al alcázar. Iba por el
Digitized by Google
828 Casosraros
camino con grande alegría y sereno semblante*
saludando á los que v e ia , y mostrando los
lugares en donde habia cometido los delitos^'
99 Allí en aquel lugar, decía, jugué, allí bebí,
as allí engañé á dos, allí adulteré , allí maté á
99 uno ; y así otros delitos.
Habia en el alcázar una sala espaciosa 6
conclave, donde estaba ya dispuesto un tea­
tro fa ta l , colgado todo de negras bayetas, y
al rededor sentados los jueces con gran seve­
ridad. Entró Ernesto en el conclave , hasta
entonces no habia consentido en que le qui­
tase la v id a ; y apenas vió aquel funesto es­
pectáculo , cuando de repente quedó turbado*
mudado el color del rostro, temblando todos
sus huesos y corriendo un sudor frío por to­
dos sus miembros. M ayor fue el pasmo, cuan­
do vió al verdugo, qae echaba mano de él.
A llí llorando comenaó á enlamar, m Es post­
as ble, que tengo de perder esta v id a , que tan
99 pocos años há recibí ? Qué fatal hado fue el
99m ió, pues no hay para mí clemencia 1 M i-
■99 m d , señores, esta edad florida: compade-
99 ceos de m í, atended á mi nobleza, y la de
wm i familia y vuestra, y que soy único hijo
99de mis nobles padres. Peroró tan tiernamen­
te , que ninguno pudo oirlo sin lágrimas en
los ojos.
Enternecidos los ju e ce s, enviaron roga-
Digitized by Google
de vieiot y virtudes. $.2$.
io ie s al Príncipe, paraque suspendiese la sen<¿
tencia. En el ínterin entraron al reo en ana
sala, paraqne se desahogase. E l Príncipe , oida
la súplica, envió á un varón grave en edad y
prudencia, que. persuadiese al mancebo, que
mirase por la salud de su alm a, que renun­
ciase de la amistad y pacto con el demonio:
que si así lo hacia, hallaría gracia en Dios,
en los hombres y 'en el mismo Príncipe. N o
pudo hacer mas este hombre.
A este tiempo el demonio no dejaba un
punto al mancebo, trayéndole á la imagina­
ción varias sugestiones, y engasándole con fab
sas promesas. Llegó el enviado del Príncipe, y
habiéndolo persuadido con varias razones, d b
jo el obstinado mancebo: *» Me asombro, Se**
ss ñ o r, de referir lo que yo vi, Si tú lo vie-
m ras , fueras también como y o ; y si no fue*
*» ra lo que soy ahora, ya lo fuera, fisto es con­
forme fueron otros hombres semejantes á este,
que cayendo en manos de los jueces, confesaron
esto mismo. Tunc diabolus nihil aliud ,
dice G rillando, nec laborat in , nisi in per­
suadendo , utpersistant in sententia, £•? u
in vitee finem perseverent. ( Grill. de sortilleg.
49. n.
A estos hombres suele manifestarles el de­
monio un cielo fingido, como le manifestó
á. este: las almas de los condenados se las ma^
,Google
£3° Catto raros i '
nifiesta como bienaventuradas, con rnucboa
resplandores. Les promete, que los librará de
las manos de la justicia y del suplicio: que
hará, que no.sientan:los.tormentos: que des*
pues pasarán á un estado felicísim o, á una
vida muy alegre, llena de delicias, gustos,
poder sabiduría y riquezas.
Viendo el legado del Príncipe, que era
trabajar en vano, fué y le d ijo , como la ma­
teria estaba desesperada, y que aquel mance­
bo estaba obstinado. Con virtiendo el Príncipe
la misericordia en ira, mandó que se eje­
cutase la sentencia sin dilación alguna. Vol-
vióse á formar el teatro fupesto, fué llevado
entre dos Religiosos, y el reo subió alegre al
cadahalso. Dícenle, que se arrepienta : respon­
de , que no tiene de que arrepentirse. Propó-
nenle los méritos de Jesucristo , que vino
al mundo á salvar á los pecadores: amenázan-
le con las penas del infierno; pero todo era
cantarle al sordo. »
- Mandaron los jueces al verdugo, que ob­
servase el tiempo mas oportuno, y descar­
gase el acero. Así lo h iz o ; porque el mu­
chacho olvidado de sí mismo, entre clamo­
res y discursos diabólicos, entregó el cuello
a l cuchillo, y sin señal alguna de dolor, ni
arrepentimiento;, murió infamemente, y que­
dó apagada'la luz de la vida y de la gra-
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devictos, y virtudes. S3t
cía vdejando uii hedor pestilente de escánda­
lo» y sacrilegas, maldades : E t flumnue illini
aovitsima fumus occupat. ( Bern. serm. i do
divertis. ) •, . . . 1
► i E sta tragedia -la escribió el mismo Confe*
sor Religioso , qpe. le asistid en el, suplicio.
En: la cual se> ha de notar,. que la luz de la
g racia , que se le encendióen el Bautismo,
Ríe en este manqebcr apagada una vez sola,
poc una depravada: '.costumbre coir una mu-
ger-torpe, de donde se originaron- otros ma-
«falos.-delitos ; -y nunca jam asse pudo volver 4
cncendén i ■ i
C A P ÍT U L O X X V II.

• Niaguúo está-contenta con su fortuna.

E n t r e lasmiaeirias, que afügenel género hu*


mano, no es la menor el no estar alguno
contento con su suerte. Ninguno hay que
esté quieto en su estado ú oficio, con su
natural ó condición. Esta inquietud tuvo su
principio en e l.c ie lo , donde aquellas celestes
inteligencias, resplandecían, como estrellas ma*
tutinas, con admirable hermosura; pero no
contentas con su suerte, estado felicidad,
que despues de Dios no había otra mayor, ape­
tecieron el ser D io s ; Suptostra
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Z32 Cases’
' bo tolium rrítum: similis eró Altissiirio. ( t u i. c*
1 4 . ) Del cielo vino á la tierra este daño en
nuestros primeros p aires; pues habiéndolo»
Dios criado como dioses de la tierra , supe-
rióres á todas, las criaturas , np contentos
con su buena fortuna, despreciando la ley-
de D io s , comieron del árbol yedado, por lie*
gar á ser como Dios.
Desde nuestros primeros padres vino esta
ponzoña , y se pegó á toda la posteridad : y
y a há mas 6000 años que se esperimenta;
de tal form a, ,que si. hoy logramos alguna di*
cha, ya mañana nos sirve de fastidio. E l que
nació de padre mercader, quisiera haber nací*
do noble.: el que es feo , quisiera ser hermosos
el pobre quisiera ser rico : el de mediano en­
tendimiento , quisiera haber, nacido de sutil
comprehension. Cualquiera suerte ó fortuna
que nos fabricamos, mañana la detestamos y
aborrecemos.
. Cuántos y cuántas, que se han de casar
hoy 6 mañana, basta un mes 6 dos estarán
arrepentidos y arrepentidas ? O ya porque la
muger es altiva ó soberbia, á y a porque el
marido es jugador, paseante,maltrabajador. Oja*
. l á , dicen , que yo no me hubiera casado 1 E l
soldado, conociendo los peligros de la guer-
r a , viéndose*po|)re, roto y mal vestido, se
* 7 , K duela de haber sentado plana. E l
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Se vicio s} virtudes. 833
ibogado ó consejero , viéndose acosado de
pleitos, consultas , dependencias, que ape­
nas le queda lugar para com er, sin libertad
alguna para el descanso, apetece la vida del
pobre labra don Veis aquí como nos parece
mejor y mas gustosa la condiaion agena y
estado de los otros, principalmente si Dios
fios crió Ó nosotros de inferior condición.
N o es al despropósito la apología del pavón
y la filomela. £1 pavón muy hinchado, con
su hermosa cola circular y Con sus plumas
dé diversos colores, oyó en una ocasión can­
tar con grande dulzura á la filomela; y al ins-
tante fué llorando á la diosa Ju n o , y le dijo:
Yo te ruego, señora, que me concedas esta
merced que te pido, que hagas que yo cante
como la filomela; y si así no lo haces, me
moriré de dolor. A lo cual respondió Juno:
que estuviese contento con sus pintadas plu­
mas , así como la filomela lo estaba con su
dulce canto. Siempre vivirá en perpetuo tor­
mento cualquiera que desea el bien que no
tie n e , como dice Boecio.
D e tal suerte se atormentan los que no es-
tan contentos con su estado, que si Dios los
Oyera á todos y les concediera lo que desean,
mañana viendo otras cosas en otros, le^ pare­
cieranmejore? y aborrecieran, las suyas: co­
mo los poetas fingen de P itó n , que pidió i
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#34 • Casas raros ’
los dioses lo hiciesen inmortal, y llegando á
la vejez, vivía con tanto fastidio, que volvió
á pedir, que lo sacasen de este mundo. Asi
les sucediera á muchos, si Dios les concedie-
ra lo que desean , de mudar de estado ó for-
tuna, que al punto les pesara, y desearan vol­
ver á ella.
Esto lo declara bien una curiosa fábula do
tan asno, que mudó muchos amos. Un asno
estaba sirviendo á un hortelano: quejóse al
dios Jú p iter, diciendo, que aunque es verdad
que no le faltaba que comer en la huerta, que
era mucho el trabajo que tra ia , dando todo
el dia vueltas á una noria; que lo pusiese con
otro amo. Púsolo con un alfarero, y todo
el dia lo traia llevando y trayendo lodo,
-ladrillos, tejas, cántaros, & c. y poco que
comer. Cansóse de estar a llí, y volvió á pe­
dir lo mudase. Vendiéronlo á un curtidor;
pero le servia de gran molestia el llevar las
pieles hediondas de sus hermanos y parientes
Jos otros asnos. Entonces el triste, rebuznando,
decía: O desdichado de mí! Cuánto mejor me
fuera estar con mi amo hortelano, donde,
aunque con trabajo, no me faltaba que co­
mer! Pero este , según veo, despues de quitar­
me la vida con poca comida y mucha carga,
tira también á quitarme el pellejo, para aprqr
Vicharse de él.
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de vicios y virtudes• 23$
• Esta fabulilla nos demuestra lo mal halla­
dos que estamos todos los hijos de Adan con
nuestra fortuna , estado ó condición. Y así de­
bemos estar contentos con aquella suerte, que
nos tocó, en aquel estado que Dios nos puso,
sin apetecer el estado ó fortuna, que al otro
le to có ; no sea caso que por permutar con el
o tr o , encontremos mayor cru z , como se dice
que les sucedió á los cretenses.
Fueron los de Creta á suplicarle á Júpiter
con grandes instancias y sacrificios, que su­
puesto era su compatriota, y habia nacido en
C re ta , que les hiciese un fa v o r; que librase
á todos sus ciudadanos, populares y com­
patriotas, de trabajos, de todas las cruces y
adyersidadts. Pero esto al punto se lo negó
Júpiter, diciendo que era repugnante á la con­
dición humana, que siempre debe estar sujeta á
miserias y trabajos. Oyendo la repulsa, pi­
dieron otra cosa: que supuesto que no se po­
dían eximir de miserias, se dignase de con­
cederles este p rivilegio: Que pudieran todos
entre sí conmutarse las cruces, los trabajos
y adversidades. Obtenida la facultad , publi­
caron al otro dia á yoz de pregonero, iqua
cualquiera que quisiese conmutar con otro
sus trabajos, cruces y adversidades , que pa­
ra tal dia acudiese con ellas á la plaza.
Así sucedió : llegado el dia , ' cada uno so
Qa>ogIe
23 6 Casos raros
echó acuestas sus trabajos y su cruz. E l ‘Ca­
sado llevaba todo lo que padecía con la mu-
ger soberbia, desvanecida , terca. Quién hay,
decía á voces . que quiera conmutar conmi­
go? La muger llevaba lo que padecía con el
marido de perversa condición, ju gador, so­
berbio, jurador y maldiciente: ambos lo que
padecían con los hijos y familia. La viuda
llevaba todos sus desconsuelos, sus opresiones
y soledades: y de esta forma, en todos los
estados cada uno llevaba los trabajos y cru­
ces, que padecía. Estando, pues, todos juntos,
fueron pesando las cruces de unos y otros.
P ero’ viendo , que las cruces y trabajos áge­
nos pesaban mas que los propios, y que los
suyos eran mucho menores, todos se los vol­
vieron á sus casas, quedando con ellos muy
contentos, procurando de allí adelante llevar­
los con paciencia.
En fin , somos como el azogue, que nunca
puede estar quieto, y aun menos estables que
el azogue; que este, echándole o ro , descansa
y se quieta, pero nosotros nunca. Esta insta­
bilidad nuestra se .mueve con varias pasiones
de la concupiscencia, y por esó con la presen­
cia nos fastidiamos, y con la ausencia nos que­
jamos : y muchas veces esta inquietud cede en
detrimento nuestro. De aquí se infiere, que de­
bemos est3r contentos en aquel estado y oficio,
*en que Dios nos puso*
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ft devicios y virtudes. 237
■ D ice C risto, que cualquiera que quisiese
seguirle, que se niegue á sí mismo , tome su
cruz y le siga. Donde se debe notar, que no
dice que tome la cruz de , sino
la cruz que Dios nos puso. Qué bueno será
que no llevemos nuestra c r u z , y queramos
echarnos acuestas la del otro 1
Todas las criaturas las crió Dios, y todas las
cosas las dispuso con grande órden, con su ad­
mirable providencia. A unos los hizo Reyes, á
otros Duques i á unos Generales y Capitanes
de guerra, á otros Gobernadores y Superiores
de la república, y á otros íiervos-y súbditos: á
linos les hizo ricos y á otros pobres. Pero eu
unos y otros, qué inquietudes no hay 1 Qué
mal hallados en su estado! Con su 1fortuna!
Qué impaciencias! Qué execraciones! Qué mal­
diciones !' Qué quejas no dan á Dios por su
mala fortuna! Los Superiores, Prelados y
constituidos en dignidad, qué vida tienen tan
in fe liz ! Sin descanso, ni.de d ia , ni de noche,
llenos de cuidados, solicitudes, ahogos, afa­
nes, sin com er, ni dorm ir; porque comen coq
fastidio y duermen con cuidado. Los súbditos
son pérfidos, infidentes y enemigos, dísco­
los , inobedientes á los Superiores y Prelados.
Los siervos, criados y criadas suelen ser ter­
cos , contumaces , tontos, mentecatos, bebé-
dores, lujuriosos, & c.
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*3 8 < Casos raros
Los súbditos suelen quejarse de la incapa*
cidad y poco juicio de los que presiden, y
su poca razón, de las injusticias que hacen,
de lo que hurtan, de la imposición d e g a v e -
la s , de la opresión de los pobres y viudas, de
Ja hacienda que le quitan al vecin o , con mi}
murmuraciones en las casas, jen las plazas,
en las calles, en los campos. Y de qué sirve
todo esto? Qué te toca á t í , si el Superior
cumple 6 no con su obligación ? De qué sir­
ven las murmuraciones, calumnias, y maldi­
ciones para remediarlo ?
Los criados y criadas, cansados de servir,
ya les hablan con imperio á sus amos y amas;
piensan en buscar otros amos, que les parece
que los tratarán mejor. N o pueden sufrir á la
am a, á la h ija, al hijo. Quéjense .de que la
ama les manda una cosa, la hija otra;, el amo
por un lado., la ama por otrp. y todos i un
tiem po; y que esto no se puede sufrir, ni sa­
ben i quien han de obedecer. Felices aquellas
criadas, dicen, que tienen amos agradables,
benignos, pacientes y liberales.
Todos estos me parece i mí que son se­
mejantes á el asno de Esopo. Viéndose el asno
en tan mala fortuna, como estar toda su vida
con la carga acuestas, que casi da con ella mu­
chas veces en el suelo, muerto de hambre,
cargado de palos , lleno de mataduras y otros
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devicios y virtudes. ©39
en ana ocasión en un establo un
j «aballo muy lozano con la comida sobrada,
, mby regalado, sin trabajar, y todos los dias
> peinándole un criado la cola y la clin, y al-
i ¿mazándole; y comenzó á alabar su fortuna;
y exagerar su intolerable servidumbre, dicien­
d o : O cuánto mejor es tu fortuna, que la mia!
Pero viendo,' no mucho despues, que subid
un ginete en el caballo, que le puso un freno
en la boca ; y -con las espuelas le hería en las
hijadas; y viéndolo que lo llevaba á la guerra,
4 las batallas, á los peligros, á las lanzas, i
las ■ balas; contento entonces el asno con su
fortuna, .daba muchas gracias , porque no lo
hicieron caballo, sino asno.
' Válgame D io s ! .dicen algunos: Qué nOá
hiciese Dios tan desiguales en fortuna I A
unos Superiores; y á nií siempre en una per­
petua servidumbre! Todos quisieran mandar:
y si todos fueran Superiores; á quién habían
de jnandar? Porque no hubiera siervos nin»
gunos. Todos ¡quisieran ser ricos: y si todos
lo fueran, quién habia de trabajar, arar, ca-
b a r , sembrar la tierra y otros oficios me­
cánicos , que son necesarios en el mundo!
Y cuántos pobres labradores, oficiales y
mecánicos hay en el c ie lo , superiores i los
Reyes y Principes , que si acá en el mundo
hubieran tenido mejor fortuna , fueran priva-

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$40 ' Casos raro*
dos de aquella ..gloria y condenados-al
fierno? Desengañémonos, y . estemos enten­
didos , de que si las riquezas nos hubieran do
servir para nuestra salvación, es cie rto , que
Dios no nos las hubiera negado: lu eg o , e l
haber hecho pobres á muchos, es que lea
conviene eso para salvarse, y con las riquezas
se condenarían. Concluiré esta materia coa es­
te caso, (b)
E l Emperador Sigismundo, entre otros crian
dos y pages, tenia uno que le habia servido
muchos años, el cual solia quejarse, de quo
otros, que habían servido menos tiempo , ha­
bían sido mas. beneficiados que é l , y que ha*,
biendo éi servido tantos años, se mostrase coa
él el Emperador tan poco liberal. Cosa in­
digna e s , dice, que un hombre con tanto»
años de servicio no haya de merecer algpa
prem io, y que otros que han servjdp menos,
y hallándose antes ricos, se les dé á manos
llenas los premios.
Llegó, á entender el Emperador la queja
del criado, y para corregir con mansedum­
bre y blandura su demasiada locuacidad, sa
Valió de este discreto ardid. Dispuso dos con
frecitos de una misma magnitud y de una

. (b) D r e x e J . d e cons. volunt, lil). 5 , c. 1

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devicios y virtudes. 24r
•A m a forma , con un mismo adorno; él uno
lleno de o ro , el otro lleno de plomo, y quo
el uno no pesase mas que el otro , sino que
ambos fuesen de un mismo peso. Llamó al pa­
ge . á su presencia, y habiéndole con mucha
agrado, le d ijo : Paraque veas, que no me
faltan los deseos de premiarte el haberme ser­
vido , y que no está de parte mia el hacerte
beneficios, sino tu desgracia y poca fortuna;
ves aquí estos cofrecitos cerrados, el uno está
lleno de o ro , el otro está Heno de plomo. Y o
te doy libertad, paraque elijas el que quisie­
res: si eliges el de o ro , te haces ric o , y cual­
quiera que dejases, lo he de dar á otro criado;
y así mira el que tú eliges.
Comenzó el criado á m irar, y contemplar
coa. grande atención la preciosidad de los co«
frecitos : ya miraba este, ya. aquel: ya toma­
ba este en las manos, y consideraba el peso;
y a tomaba el o tro : pero ambos estaban igua­
les. N o hallaba señal alguna por donde pudie­
ra conocer, cual era el del oro. E n esta in­
certidumbre y perplejidad estuvo un gran ra­
to sin determinarse , temiendo no errar el gol-
p o , hasta que ya se resolvió á tomar u n o, y
d ijo : Augustísimo Emperador, este elijo. T ó ­
m alo , llévatelo ,'d ijo el Emperador, y si lo
has acertado, Dios te haga bien con é l : dalo
i Dios Jas gracias y á tu buena fortuna* A i
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04® Casos raros
instante abrid el co fre, y era el que estaba
Heno de plomo.
E ntonces, volviéndose á él el Emperador*
le dijo : V e s , hombre, la cansa de tu pobre-
»a? N o me la atribuyas á m í, sino á la divina
providencia, que no te quiere rico. N o me
faltó á mí ahora la voluntad de enriquecerte,
sino á D io s , que no quiso que eligieras el da
oro. Si Dios quisiera que fueras rico, ahora te
hubiera hecho con este cofre de oro¿
. Por esto, cada uno conformémonos con la
voluntad de Dios en los bienes'de fortuna^
en el estado., en que puso Dios á cada uno,
en el oficio, en el ministerio , &c» Unusquis-
que vocatione, qua vocatus e st, in ea perma­
neat. Si el estado:, oficio: ó ministerio no
es según su genio ó inclinación, haga de la
necesidad virtu d , que con él muy bien se
puede salvar.
Un caballero italiano se puso a jugar á los
dados. Tiró una vez el dado, y aunque le sa­
lió, infausto, era tan diestro en el ju e g o , que
ió Enmendó con el arte, puso en el ta­
blero este lema s Si malé cecidi, corrigar a r­
te. Es nuestra vida juego de fortuna, dijo
Aristóteles: no á todos les da bien el dado;
porque unos son ricos, otros pobres : unos
Superiores y Prelados, otros súbditos: uno*
Casados , otros Religiosos: unos pacíficos,
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de vicm y virtudes. 2 4 í‘
otros soberbios: unos de un genio y otros*
de o tro ; y con cualquiera de estas suertes
nos podemos salvar, usando de ellas bien*
según aquel documento que dió un gentil
á otros gentiles, el cual habíamos de practi*
car los cristianos. -

Ita vita est hominum, quasi eum ludas r


tesseris: ’
^ S i illud * quod est maximi opus, jacta <
■ non cadit;
' Illu d ) quod cecidit sorte, id arte ut
corrigas. (Terent, in adel. art. 4 , scena 7.)
: ' ./ • • - ■*» .. ^ u
C A P Í T U L O X X V III.

h a s mugerts el vino hacen apostatar & loa


hombres de Dios.

. A s i lo dice el Espirito Santo : Mulieres*


€£ vinum faciunt apostatare homines h Deo.
Veremos lo prim ero, y despues tocaremos
lo segundo. Sé hace el sexo femíneo con*
temptible y aborrecible á Jos Angeles y á
los hombres: y la causa puede se r, porque
este sexo fue el artífice de todos los males. Fue
la muger la que maquinó la m uerte, y per­
dió con su malicia al hombre y á todo el
universo. De esta yerdad es manifiesto oráculo
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&44' Casos raros
t i Eclesiástico : A muliere initium factui»
fst p e c c a t i , & p er illam omnes m
( Eccles.cap. 2 50 E l pecado tuvo principio de
la m uger, y por ella entró la muerte en el
mundo.
Esto mismo dice san Bernardo: Cuantos
males son imaginables, todos d ice, que pro­
vienen de la ranger: Tu es diaboli
tu es divince legis prima : tu es,
quieum invasisti, quem diabolus aggredi non
potuit : tu imaginem Dei hominem tam fa ­
cili ¿lusisti: propter tuum ; id est,
mortem, Filius Dei mori habuit. ( Bern.
ad Mariam V. deprec.)De aquí
verdad de aquel dicho de cierto m ístico, que
tres D. D . D . eran la ruina de los hombres:
tJjgrhon, denarius, domina." De esta se vale
el demonio, como de inicuo instrumento,
para toda maldad; y aquellas almas que él
¡no puede vencer, las contrasta por medio de
una muger.
i Pregunta el Crisóstomo, por qué el dia­
blo no le quitó la muger ¿ Job ? Y respon­
de : Quoniam viderat magna se cum illa opera­
turum: Porque le parecía, que muchas co­
sas, que él no podia conseguir por sí, las con­
seguirla por medio de, la muger. Esto mismo
dice san Basilio, que llegó la muger de Job
á til extremo de maldad, que le persuadió á
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de vicios y virtudes
J o b , á que él mismo-se quitase la v id a , y
se desesperase, echándose un lazo al cuello;’
porque viendo el demonio, que no habia podi­
do conseguir esto, le pareció que lo conse­
guiría por medio de su muger: A c sa n i. in­
quietat illa , longi honestius, & convenientia*
esset, si te ipsum de medio tolleres. (Baúl.'
orat, patient.)
A cuántos en el mundo engañaron y
vencieron las mugares S Adan en el paraisa
fue engañado de la muger. David fue enga­
ñado por Bersabé. Salomon fue engañado da
las mugeres. Sansón de Dálila. Josef fue pre­
so en la cárcel por su am a, por no querer
consentir en el adulterio. A san Juan Bautista'
le cortaron la cabeza por una muger. £1 rei­
no de Inglaterra apostató por causa de Ana
Bolena.
Paraque se vea á lo que puede llegar la sa«*
gacidad de una m uger, para engañar á los
hombres, escribiré un caso»que sucedió en el
reino del P erú , y lo refiere el Padre Jo?ef
Acosta. L o pondré con sus mismas palabras^
traducidas de latín en romance.
H ub o, d ice , en este reino peruense un
varón , en aquel tiempo gran teólogo»
muy católico y piadoso, y tenido por to*»
dos por el milagro de todo este orbe. Esteí
con la familiaridad de una m ugercilla, que-’ ser
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*24 <5 Casot raros
jactaba, qué «e le aparecía un Angel y le te -'
velaba grandes misterios, la que muchas ve*.
ce$ se arrebataba , ólo fingía,
fue llevado de esta muger, y de sus esterio-
ridades, de tal forma , que la consultaba va-
'tias cuestiones de T eología, y en todo la
oia como á un orácplo, diciendo, que te-
nia grandes revelaciones, y que era muy que*
rida de D ios; siendo así, que era una mu*
ger contemptible , desandrajada, puerca, sim­
p le , de muy corto entendimiento * si no es
para la malicia y el engaño , que para esto
era muy viva.
A esta, pues, este hombre tan docto se le
agregó por discípulo, constituyéndola por su
padre espiritual, ya fuese por influjo del
demonio, lo cual es mas fácil de creer, pues
esperimentaba él los mismos éxtasis, ya fue?e
que ella con el arte del demonio los simulaba;
lo cual juzgaron algunos. Llegó este hom­
bre i tal engaño y ceguedad con tal maestra,
que se persuadió á que hacia milagros , siendo
así que ni aun señal de ellos había.
Por estas cosas, y por proferir algunas pro­
posiciones de aquella profetisa, agenas del
sentido de la Iglesia, fue preso por el santo
Tribunal de la Inquisición , con asombro del
reino , que ío tenia por hombre docto y
virtuoso. Por espacio de cinco años lo estu-
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de vicios y virtudes. ¿4
rieron oyendo , examinando y tolerando,
procurando disuadirlo de aquel engaño , pe-'
ro todo era en vano; antes bien hallaron ser
hombre soberbísimo, insano y lleno de ilu­
siones. Decia, que Dios le habia dado nn An­
g e l, paraque le revelase todo cuanto quisie­
se , y que hablaba con gran familiaridad con
D ios. Afirm aba, que habia de ser R ey y
Sumo Pontífice : que la Silla apostólica aé
habia de trasladar á aquel reino: que á él
se le'habia dado santidad superior á los An­
geles y Serafines : que Dios le habia ofreJ
cido á él la unión hyposta'tica, y que él no
la habia querido adm itir: que se le habia da­
do á é l , que fuese Redentor de todo el or­
be quoad efficaciam, como él d ecía : que
Cristo solo lo fue quoad sufficientiam: que
habia de libertar él el estado eclesiástico:
que habia de poner otras leyes mas fáciles y
suaves, mediante las cuales quitaria el celiba-
tp á los clérigos: que les habia de conceder
multitud de mugeres ; y que habia de quitar
la necesidad de la confesión.
Estos y otros disparates decia con tal efi-
«acia y tenacidad, que nos tenia atónitos,
dice el autor, y nos admirábamos que no
estuviese loco. Finalmente , despues de mu­
chos dias., y habiéndole condenado mas da
cien proposiciones, unas heréticas y otras so-
Digitized by G o o £ >
*48 Caiot
pientei 6 disonantes al sentir de la Iglesia*
fuimos mandados de aquel rectísimo Tribu*
n a l, que disputásemos con aquel hombre , pa­
ra ver si lo podíamos reducir, y que depu­
siese aquel error. Convenimos i este fin , de­
lante de los jueces del Tribunal, otros tres
doctores con el Obispo de Quito. Entró aqael
hombre en el conclave, y comenzó á defen­
der su causa con tanta libertad y endemo­
niada facundia, que estoy pasmado hasta ahora,
de que pueda llegar á tal obstinación el en­
tendimiento humano.
D e c ia , que su doctrina no se podia probar*
sino con testimonios de la sagrada Escritura;
y con milagros, que son superiores á toda hu­
mana razón, que él la probaria.con textos de
Escritura, mas claramente que san Pablo pro­
bó que Cristo era el verdadero Mesías. Que
él haria muchos milagros, y tan grandes, que
no seria mayor la resurrección de Cristo,
que éi había estado en la realidad muerto, f
babia resucitado: y que esto era evidente y
manifiesto. Referia toda la sagrada Escritura
de memoria, sin teoer ni libro alguno, ni
breviario, los. Profetas, el Apocalipsi, los
Salmos y E vangelios, que era cosa que ad­
miraba. Todo lo acomodaba i su sentir y
lo alegorizaba, de form a, que á cualquiera
lo jnotiraba , ó á. llanto ó i risa* - j
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devicios y . 349
D e tal form a, que si nosotros quisiéra­
mos , qne sq doctrina la confírmase con mila--
gros, estaba pronto á hacerlos. Eran tales co­
sas las que decía , que nos parecía, ó que no»
sotros estábamos locos, ó que él estaba sio
ju ic io . D e cia , que á él se le había revelado,
que el señor don Juan de Austria había per­
dido la batalla naval, y había sido victorioso
el T u r c o : (eran estas guerras por entonces)
que el reino de España lo tenia el Señor -
F e lip e Segundo cuasi perdido: que en Roma
se había hecho C on cilio, en el cual 6e tra­
taba de deponer al Pontífice G regorio, y ele­
g ir otro: que todas estas noticias, que para
nosotros, decía é l, eran ciertas por cartas,
para él eran reveladas: todo lo c u a l, siendo
com o era falso, decia él , que era para noso­
tro s muy cierto, y queríamos negarlo.
Finalm ente', dos dias estuvimos trabajan­
d o con é l , pára ver si lo podíamos reducir; y
n o hubo forma, Y siendo sacado en auto pú­
b lic o , como Se su ele' hacer en España , mi­
ra n d o al cie lo , pedia lloviese fuego sobre los
Inquisidores:; como así se kh. había prometi­
d o el demonio. Sí hubo fuego en aquel auto,
q u e i nosotros no nos ofendió sino á é l , que
se tenia por R e y , Pontífice, Redentor y
le g is la d o r ; lo arrebató la llama de aquel bra­
s e r o horroroso y vivo lo redujo i . ceniaass
Digilized by C j O ^ w l e
tg (s Catos raro* ’
Hasta aquí el Padre Josef Acosta ( «oí ir.
tempo, lib.a , cap. a i . )
A tal desdicha como esta trajo i este hom­
bre una muger. Un hombre tenido y reputa­
do con créditos de docto y virtuoso, fue bas­
tante una muger para pervertirlo. Pero qué no
hará una muger ? Cosas que el diablo no hicie­
ra ; de forma , que muchas cosas que el diablo
po puede hacer, se vale de la muger para ha­
cerlas : y por eso hubo quien dijo * que la*
muger traia sobre la cabeza, lo que San M i­
guel á los p ies; que es el demonio.
■ Esto dió á entender el Sabio, cuando dijo:
Non e s t caput nequius super caput colubri,
pon est ira super iram mulieris: . ( Eccles*
cap. a 5 -) N o hay cabeza peor que la ca­
beza de la serpiente; y no hay mayor ira que
la de la muger; y da la razón Hugo Carde?
nal : Quia in capite colubri est. totum vene­
num ejus: porque así como en la cabeza dé
la serpiente está todo el veneno; así en la ca-
besa de la muger está toda la maldad.- Y p a ra -
que se vea que lo que el demonio no puede
h acer, lo hará una muger, óigase esta histo­
ria. que trae Stengelio. (c)
- Mucho tiempo anduvo el demonio sembran-

>• •(*) Sieng el, de judiciu.divjn.Aoni, a» c. 45.


-i.
Digitized by Google
de vieto t y nttúde
t
id zizaña entre dos casados, que estaban m u y
buidos y se querían bien, para ver si los podia
desunir; pero todo era en vano , porque ello*
tiempre fueron muy amante un ía de otro, sin
haber entre ellos la menor discordia , sino un
corazón, una Voluntad, un querer y un no
querer. Viendo el demonio, que todas sus as­
tucias no habian bastado para desunir el amor
entre aquellos dos casados, se valió de una vie­
ja , que tenia muy su ya, y le dijo como di
no habia podido, por mas que había hecho,
e l sembrar discordias entre aquella familia,
que si acaso ella tendría habilidad para enemis*
Carlos ? Prometióle la vieja : al demonio, que
ella lo h aría, como él se lo pagase. Pide lo
que quietes, le dijo el demonio: pidióle ella
•un par de zapatos nuevos.1Bien está } dijo el
d ia b lo , yo te los ofrezco.
- Entonces la vieja se fué al marido , su*
geriéndole especies, de que su muger era mala,
que su amor lo tenia puesto en o tro , que le
hacia adulterio, y q u e 'y a sé susurraba ed el
barrio. Despnes de esto, iba la vieja endemo­
niada á la inuger, y le deéia lo mismo i co­
m o su marido andaba divertido con otras mu-
g e fe s : que i ella no la tenia am or, que si se
lo manifestaba-, era solo por disimular, y
otros embustes y mentiras.
- J Fue tan taia «izada que sembró aquella ma?
c Ra
Digitized b y , V jO v J V ¿ I \ _
25* . Cosos raros '
la vieja , que en .breves dial era: un infierno
la casa ; porque el marido ie pedia zelos á la
ffluger; la muger al marido; y copio todo
era falso, no se oia otra cosa.en la ca sa , sino
votos., juramentos ., maldiciones y blasfemias}
basta que un dia se vió tan enfurecida la mu*
ger , que con unas llaves' le abrió al marido
la. cabeza.
Con esta tan gran -victoria quedó avergon­
zado: el demonio,, de ver que no babia él po­
dido conseguir lo . que aquella mala vieja.
para cumplir con el pacto de la oferta de lo*
zapatos, le mandó á la v ie ja , que. saliese á la
orilla del lugar , por donde pasaba un arroyo.
F u é laf v ie ja , púsose en una orilla, y el demo­
nio se apareció en la otra orilla. Puso los za­
patos en u n .vara í muy la rg a , . pendientes de
la punta, y se los alargó á la vieja. Díjole
esta , qfife por squg no pasaba adonde ella es*
.tabal Y respondió el demonio: N o .me atrer
v o ; -porque tú- ere* mucho peor que noso­
tro s, y me temo que si me .llego á t í , me
has de engañar.’
O sea verdades ó fingida: la apología,
consta clarísimamente la, verdad de aquel di,»
.cho: Non est caput nequius eapite . colubri^
i 3 non est ira super iram ( & nequitiam ) mu­
lieris.
Y a hemos visto como las mugeres hacen
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de«icios yvirtudes.
IpostatarY lokhombres de Dios. Ahora verer
mos, comd e l: Vino lo hace también t
l í vinum faciunt ' apostatare homines U Deo.
Grande es el ' desórden que muchos tienen
•n v in o , •d e fo r m a , que beben tan desor­
denadamente i'i que pierden e l sér de ■
bres: así le sucedió á aquel Monge francés,
que habiendo; pasado tod r su vida en Paria
y oft Burdeos en estudiar v icio s, y habién­
dose aventajado entre todos sus condiscipulos,
esrudiando-mas én los cálices, que en los có ­
dices i -graduado- ya de Maestro en artes, fué
llamado ni reino- de E scocia, paraque instru­
yera ai hijo dél Serenísimo R ey de la Gran
Bretaña. Como estaba embebido en el vicio,
del v in o , lisongeando mas á su genio: que á
su ingenio, fácilmente vino á enfermar de una
hidropesía, ho'4 e agua Vsino de virio ; pues se
le puso-él vientre hinchado,'cómo si friera una
tinaja de vino.
i Llamó á los’ médicos, y de unánime con­
sentimiento le dijeron, qúe si qtferia abste­
nerse del Vino , que podia alargársele la vida
hasta seis' años. Y él respondió: Y si bebo
fiiuchov cuanto podré v iv ir? Hasta' dos, 6
tres semanas, dijeron los-m édicos, se ha­
brá hecho el entierro. Entonces dijo el en­
ferm o: Vuestro recipe recibidlo vosotros, re­
cibid vuestra» purgas: y jaraves; qUe yo mas
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*5 4 . Cato* rarof
quiero -beber bien tres semanas, que viví® .
liéis afios con vuestras medicinas. ¥ al pun«i
to mandó traer un frasco grande de generoso?,
vin o , diciendo , que no había de morir hasta
que le viese el suelo; y no podiendo acaba*
de UQa vez con ¿ i , lo puso i la cabecera dé
la cam a, y con una fístula ó caña , que ene
frase; un estremo en el vaso, iba chupando
por el otro estrenuo, deseando sumergirse e«
el mismo vaso, . , . ,
Y de esta suerte, estando ya. todo envina*
do y. con la muerte, en los labios, llegó um (
Sacerdote á la cania y le d ijo , que dijese!
la oración* del Padre nuestro. A i cual le res*»
pondió* que no sabia ofra oración* sino aque*
lia de Propercio: - ¡ ■

Cynthia prima tuit initerum me. coepit j


t Canfactum njiHHtante cupidinibus

Y en está infame endecha vomitó aquella alma


envinada* y fue llevado á los infiernos.
Varias, son las cosas, que discurren.los be*
hedores, para lisongear el gusto. Uno muy afr»
donado tenia en una sala de su casa sobre
una graode mesa* muchos frascos- llenos de
diversos vinos; unos tenian vino muy. fuerte
y generoso, otros no tan fuerte; otros te-
qiau bipocrás, otros eerbesa , Otros aguar-
Digitized by Google I
de sAciosy virtudes. bg$
«tilinte y otros de otros licores. Eran los iras-
eos , unos grandes y otros pequeños, y esta-
ban puestos con tal drden, que parecían ca­
ftanes de órgano; porque los mas altos esta­
ban en medio y luego iban descendiendo lo l
pequeños por los lados.
i Estaban todos los frascos puestos, como los
cañones del órgan o, en forma de música;
jo r q u é los mas altos daban la voz de u t , y
a sí iban ascendiendo , , , so l, la,
(Focaba en el frasco grande con un hierre-
t i t o , y sonaba t: bebía entonces, y
u
U tiliter.Tocaba en el otro, y sonaba, re:
bebía, y decía : Realitef. Tocaba el que se se­
g u ía , y sonaba m i: bebía , y decía : Mira*
iilite r . Sonaba en el otro ./o ; y bebiendo de*
c ia r Fatiliter. “Proseguía en el o tro , y sona*
b i ' t d ;• y ’decia : Solemniter. En el último to+
«aba, y -sonaba l a : bebía de é l , y decias
ttyinabiliter■ ; porque ya el vino le salia por
io> ojos. Y cierto , que era digno de llorarse
con verdaderas lágrimas. •
- E s graciosa la estratagema de que se valid
no católico oculto, para no brindar en per­
d ic io de nuestra Religión.
• ■ Hallábase este católico, llamado Pearso-
n ía , en Inglaterra en el p alacio, donde con­
currían los Grandes de la corte. Convidá­
ronlo á la mesa. Brindó uno diciendo: A la

• Digitized by v ^ o o Q l e
S£$ Casos raros
talud de la Reina Doña , «orno cafre*
xa de la iglesia. Qué haría entonces Pearso»
nio ? Porque cuando se echa un brindis, eí
preciso que todos hayan de beber. Si no be­
bía era descubrirse católico , y peligraba su
vida : si bebía, era negar la fe católica, J
con fesar, por lo . menos en .lo estarior 4 la
secta de Calvino.
Sucedió pues, ó fuese casualidad,' ó Dio»
que lo dispuso a s í, que andando el vaso <a
el vino de unos en otros, pasó; por la calla
un Zapatero, vendiendo zapatos; porque la
yentana del salón caía áJa calle i .htéo al pun*
t o , que lo llamasen ; y estando suspensos to*
dos los convidados, le dijo Pearsonio al Za­
patero : Cuántos parea de zapaioa podrás ha­
cer en un dia ? Respondió : Sdfíor* si han d#
ser bien hechos y con cuidado, .tres parea
Entonces Pearsonio , echando mano i. la fal­
triquera , la sacó llena de doblones, y dijot
Todos estos doblones pongo. á que hago ya
doce pares. N o tenia el Zapatero los doblones
Correspondientes para la apuesta; pero uno de
los convidados salió por fiador. Mandó Pear­
sonio, que trajesen allí doce ¡pares de botai
de i caballo, y con un cuchillo cortó todo lo
de la parte de arrib a, y dejó, solos zapatos.
V iénd ola estratagema, todo s e ; acabó en ri*
s a , y se desvaneció el brindis de la reina*

Digitized by Google
* devicios
A cualquiera otro no se le ofrecie'ra la eitra^
tagem a, y le corría gran riesgo, ó de tragar*
fe la heregía, ó de derramar la sangre* •
' Concluyo esta materia co n d e cir, que d e
este infame rito y costumbre de beber « a
banquetes, convites y francachelas, tuvie-
roo principio Jas heregias, como se maní*
fiesta en lo qqe queda dicho. Y sai» Agustín
d ijo ; Ebrietas flagitiosum omn
y Séneca: Omne vitium ,
dirigit. Loa agapetas tuvieron eu principio
de fiipidio y ^A gap e, mqger «hechicera que
d e cia , que la embriaguez, di era buena, ni
m ala; y en fin , que no era pecado alguno.
Calvino .'y>Entero fueroni ‘ también dados
al vino. L utero, despues de haber sembrado
¿ú ntala se cta , cofmo le moléstase la concien*
cia con algunos , escrúpulos'para librarse de
e llo s, lo que hacia era volverse C alvin o, va»
liéndose dé la ■ denomicacibn del dombret por­
que C alvin o , quiere decir: cales y Si
vesperi vino. Tenia á la mano siempre mucho
y muy buen vino> en el cual abogaba sos ese
crúpulos : turbabasele el ju ic io , y con esto sé
quitaba su coiiciencia. Así lo refiere Cocleo
en la vida del mismo I.utero.
Y porque , sus discípu'os y secuaces, como
¿ntiguos hijos de ia católica Iglesia, tampo*
«o se podían .quietar en p a e lla nueya"doc«
Digitized by Google
S5& • Vatót *
trin a, y padecían los mismos escrúpulos, d 5*
•e el mismo autor, que cuando acudían i
Lutero con sus dudas, él les brindaba luego,
y con el mismo antídoto les cargaba el estó*
mago, y les aliviaba el celébro..
- L o que conviene en semejantes convites á
banquetes, es el no admitirlos; y si por algún
respeto no se puede escusar, procurar bebet
con templanaa , paraque no suceda lo que di*
jo J a venal. (Joven. sai. 6.)
. . . . . . ^Jam vertigine tectms
Ambulat \ Sí geminis exurgit mema
i tucernis,

C A P ÍT U L O XXIX.

Las magerts son mas devotas y caritativas^


que-las hombres,

Y f que se han dicho del sexo femenino al*


|nnos vicios , razón será que también se di­
gan algunas virtudes, paraque se conozca, que
las mugeres exceden mucho én la virtud á
los hombres.
i Solo la Reina de los Angeles María San»
tísima basta para honrar el sexo femenino*
Cuando pudo ser el hombre, ni apellidarse
Padre de ?D
s Y esta honra tan sobera
io
qae na pudo tenerla el hombre, se le con*
Digitized by Google
devicios virtudes. *S9
te d ió 'i una muger María. Reparo fue de Hugo
Lincolniense cartujano, Obispo: Cum viro
concessum non sit. ut vel dicatur, vel sit P a*
ter D e i; hoc tamen preest, ut s
M ater Dei. (B e y e r l .sacra apoph. p
• Gloríente las mugeres , por tener en sa se­
xo una, que te apellide Madre de la miseri-
tord ia: blasón , que no te halla entre los por
ros hombres; pues no hay ninguno, que so
llame Padre de las misericordias*
Son siempre las mugeres mas inclinadas i
la virtud y que los hombres. Si afgnno quisie­
re .hacer ja comparación en los dos sexos,,
en actos de virtu d , en santas costumbres de
réaax rosarios, coronas, frecuentar Sacra*
m eatos, oír M isas, asistirá las sermones y
otras obras de virtud; hallará, que para un
hom bre, hay muchas mas mugeres. Quiénes
.son las que llenan los auditorios en los serm o
n e s , sinolas mugeres?
Aquí hace alusión, lo que mandaba Dioa
en el E x o d o ; Tribus temporibus anni appare*
U t omne masculinum tuum in conspectu Omni*
otentis Dei Israel. ( Exod. cap. 3 4 .) M andi
Í >ios, que todo el género masculino asista
por tres tiempos en el año al templo d i
Dios. P u es, Señor, dice Oleastro, cómo o*
olvidáis de las mugeres? Por qué no les man­
dáis también, que concurran con los hoqt*
Digitized by Google
‘t 60 Casos raros'
kres al santuario? Pero ya responde él mis*
n o Oleastro: Non enim ignorabat devotum
sexumhoc sine pracepto fa
r( Oleastr. in-
ctu
fixo d . c i t .) N o necesitan las mugeres dé qué
se les mande D io s, ellas acudirán al templé
sin precepto alguno. £1 precepto póngalo Dios
£ los hombres de que vayan á confesar , qué
vayan i oir Misa , i oir los sermones ; que et
texo femíneo .no necesita de p re c e p to :T r i-
bus temporibus anniapparebit omne masculi*
itum\ ■
- • £ s mas propenso á la devoción y á lá
.virtud el sexo femíneo: y así lo canta la Igle­
sia , cuando • ruega por ¿1 i María Santísi­
m a: Intercede pro devoto fmmineo se¥
por eso dijo cierto autor, que de este sexo
son mas las qUe ' se salvan , que del -sexo
m asculino; y aun muchas mugeres han: ridó
cau sa, de que muchos hombres se salvasen,
abriéndoles las puertas del cielo: así lo fue
C ecilia de la- salvación de Valeriano; Teodo­
ra de Sisinio, Clotildis de Clodoveo; Ju*
gundis de Hermenegildo; Ménica de Pa­
tricio ; y otras muchas, que con su virtud;
doctrina y ejem plo, trajeron á muchos va­
rones á la fe católica; de forma, que se
verifica el dicho del A póstol:
est vir infidelis per mulierem fidelem. ( r cor.
eap. 7.) .
Digitized by C j O O Q l e
de vicios y virtudes. SÓ t
A qué resoluciones tan arduas ao se arro¿
jaron las mugeres, por atraer los hombres á
D ios? £n esto se aventajó la Reina de loa
persas, llamada Cesárea. E s ta v como reñera
Gregorio Turonense, estaba casada coq
Arnulfo Rey-de P ersia: eran ambos infíeles.
Deseaba la Reina volverse á la fe de Jesucris­
to v-pero conocía', que el R e y so esposo se lo
había de impedir. Y así se resolvió, antepo­
niendo el reino: del cielo al de la tierra, á ha­
cer un cristiano arrojo, digo de su real ánimo;
y despreciando el rein o, dejando, sus riquezas
i su:querido esposo, toda la pompa del mon­
d o , y siguiendo i Cristo su esposo, disimu»
lando su real persona con un hábito no. cono-
cid o , se fué fugitiva i Constantinopla, y fue
admitida por criada en el palacio del Empe-'
redor M au ricio; donde siendo recibida y tra­
tada con honra, quiso mas vivir incógnita
entre criadas, que ser adorada y conocida
entre las señora^.
;: Viéndose ya en la Religión cristian i, re­
cibió el sagrado Bautismo, siendo la madri­
na la misma Emperatriz. Comenzó : á hacer
vida común, sirviendo en el palacio como
criad a, la que pudiera como Emperatriz ser

(d) S. Greg, Turón, lib. 1 1 , <?. 9 hist./raas»


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• Cato* raras
de todos servida. Tomó por cetro la rueca
6 ca d a , que a Cristo sirvió de afrenta; por
corona real puso en su cabeza un serto de
espinas; en sus manos por anillos y piedras
preciosas, puso los clavos de una cruz , don*
de muqhas veces se ponía enclavada; y final*
mente por real trono , tenia los templos y aL
tares sagrados. Este era el modo de reinar qne
tenia.
• Apenas el R ey de Persia echó menos de su
palacio á su esposa, cuando fue tanto su senti*
miento, que quisiera mas haber perdido todo su
reino, qne stt esposa faltase de su lado: tal era
el amor que la tenia. A l punto envió embaja*
dores á todas las cortes con cartas, pafaque
donde quiera que la hallasen, la trajesen coa
toda honra y grandeza, como esposa suya. Lie*
garon á Constantinopla los embajadores : llega*
ron al palacio, preguntaron al Emperador Man*
ricio ; pero les respondió, que no tenia noticia
de tal Princesa. Nadie imaginaba que una Ma*
gestad real pudiera vivir sin el esplendor de la
púrpura: ni el R ey de Persia juzgó, que su es­
posa en parte ninguna se había de encontrar,
sino en un gran palacio: y asi una y otra
vez le escribió ai Emperador l\lauricio, que hi*
ciese vivas diligencias de saber donde estaba la
Reina su esposa. Esta solicitud del Persa hi*
zo mas cuidadoso al Emperador.
Digitized by Google
de id y virtudes. ft(5j
mv
' L a Em peratriz, aunque menos sospecho»
sa.d e que aquella criada s u y a , nueva menta
convertida, pudiera tener alguna cosa de san*
gre R e a l; no obelante con curiosidad comen»
mó i observar á Cesárea , y aunque la humil­
dad de sus vestiduras engañaba sus congetu»
ra s, con todo eso la modestia en el andar,
la compostura de su rostro, la honestidad de
sus acciones, la gravedad de sus palabras pro»
metía en los que la miraban no leves indicios
de que era de sangre Real. Llamóla un dia á
solas la E m peratriz, y con pretesto de otro
negocio, comenzó á examinarla y hacerlo
algunas preguntas de su origen y nacimiento:
y aunque Cesaeea siempre hablaba con equi-
vocación, por no darse i conocer, con to­
do eso , por diversas preguntas que le hizo la
Emperatriz vino á congeturar, que Cesaren
ó era muger de algún R ey , ó que merecía
ser esposa de un gran Príncipe.
Disimuló por entonces Ja Em peratriz, y
con estas congeturas escribió al R ey de Per»
s i a : « A su palacio había llegado .una mu­
se ger peregrina de P ersia, la cual tenia por
» su criada; y que si lo humilde de su trago
si* la publica vasalla, la Magéstad de su rostro
ss la manifiesta Reina. Que en la libertad de
*» los legados' estaba el esplorar, y ver qué
w m uger es esta y cual sea sa nombre*
Digitized by Google
364 Caios rarot :
■ Vinieron los legados de la. Persia al pala*
cío. Pero no era conveniente, que ana mozm
tan hermosa y criada de una Emperatriz es­
tuviese á solas con los legados y sin la pre­
sencia de su señora; Llamaron, á Cesárea , á
la presencia de la Emperatriz y los legados.
N o fue necesaria larga deliberación para co­
nocerla. Apenas los legados pusieron los ojos,
en la hermosura de su rostro, aunque en aquel
humilde hábito, cuando al punto conocieron á
íu Reina. Esta es la misma, que buscamos,
dijeron. Arrojáronse á sus. pies; y dándole
rendida reverencia , le suplicaron y rogaron,,
que volviese á l a Persia, para consuelo del
R ey y de todo el reino, que con grandes
ansias la deseaban.
v ■ Viéndose Cesárea, que ya estaba conocida
y hallada de sus vasallos, k pareció que no
era conveniente disimular m as, sino usando
de una regia libertad, respondió: Que se ha­
bía hécho crktiana, y que quería v i v i r , y
morir con los cristianos: que si el R ey de.
Persia tenia el mismo ánimo y voluntad de
viv ir según las costumbres de los cristiaaos-
en la fe y ley de Jesucristo, y quisiese
recibir el sagrado Bautismo, que con mucho
gusto y al punto se volvería i la P ersia; pe»
tu que si quería persistir en su idolatría, ofre­
ciendo cultos i . los dioses falsos , ( adora el

Digitized by Google
de vicios y virtudes. 2Óg
R e y de Persia al fuego por su Dios) que estu*
viese entendido, que ni con ruegos, ni con
alhagos, ni con violencias, habia de consen­
tir e l v o lv e r ; que mas quería estar escluida
de su p atria, que d el» cielo, y que deseaba
mas vivir desterrada fon Jesucristo , que
re in a r, siendo enemiga de so Magestad.
Con estas palabras quedó manifiesto el Real
ánimo de la Princesa Cesárea; dando á en­
tender tam bién, que la . cristiana libertad
es á toda humana autoridad superior. Queda­
ron atónitos los legados, la Emperatriz ad­
mirada y pasmado todo el palacio. Pero' quá
h ay <]ue admirar ? Si el mismo R ey de Persia»
cuando los legados le refirieron la animosa
resolución de la R e in a , quedó admirado dé
su virtud admirable, y comenzó á pensar con­
sig o , y á ponderar la poderesa fuerza, con qup
le impelía la fe de los cristianos, que quería
mas abandonar tantas riquezas^ dignidades,
honras*, delicias y la real corona , que desm­
amparar, :1a fe.de Jesucristo.
Pero cuán grande es el poder . del ejemr
p ío ? Y cuán eficaz la persuasión de una mu-
g e r ! Encendido el R ey coh el.ejemplo.de su
esposa,. determinó alistarse también i. la. fe
de Jesucristo , juzgándola por santa, como
también k> -era su esposa. Envió nueva lega­
c ía á Constantinopla al Emperador tylauricio»
Digitized by
i.66 Casós raros
paraque le enviase á Antioquía al P atriarca
Juan Constantinopolitano , paraque de su ma*
no recibiese el sagrado Bautismo.
Grande fue el gozo que recibió M auricio
con los legados. Hizo prevenir en Antio­
quía grande aparato: fue el mismo Empera*
dor M au ricio: celebróse con gran pompa el
sagrado Bautismo; y así como para el Bau­
tismo dé la Reina fue la padrina la Empe­
ratriz , así para el Bautismo del R ey fue el
padrino el Emperador, recibiendo el nombre
de Arnulfo.
Convertido el Rey á la fe católica, có­
mo nó se convertiría el reino? exem­
plum Regis lotus oorhponitur A l pnnto
mas dé seiscientos 'mil persas, dejando el gen­
tilis m o ,é e convirtieron, á la fe católica ; y
recibiendo é l sagrado Bautismo abrazaron la
Réligióri1 Cristiana-, •¥• quien fue^ef autor de
¡esté téiifiifo? Dios primera'mente,y despues de
Dios -ttíia - muge?Uf l a piadosa Reina» Digna
es que semejante hazaña de muger se escriba
en láminas dé bfonce.v
Semejante á esta'fue-otra- muger heroica.
•Santa L u cía , virgen romana ; foe Cautiva
■ por los bárbaros sarracenos; petó ella cau­
tivó-m as bien á los mismos bárbaros; Vién­
dola tan' hermosa y -de tan nobles costum-
•.brefrf -la^ llevaron, como otra Judit i
Digitized by Google ]
devicios y virtudes. 67
Ibfernes, al R ey Anzaya. A la priniera vista,
file el bárbaro cautivo de su hermosura. E n -
furecido en su torpe amor, estaba ya para for-
*ar á la honesta virgen. Pero ella, mas fuerte
qne los heroes mas esforzados, puesta en Dios
toda su esperanza, prorumpió en estas pala­
bras : S ab e, R ey, que yo estoy desposada con
D io s , y corre por cuenta suya la guarda de
mi virginidad. N o dudes, que si intentas con­
migo alguna im pureza, que has de ser sever
rfsimamente castigado,, y te ha de quitar la
vida. Dios es muy zeloso para con sus espo­
sa s, y no permite qne otro mas que él ponga
en ellas los ojos.
O cuán poderosa es. la cristiana libertad,!
O si muchos y muchas tuvieran esta aeda-
c i a , y hablaran con libertad y con clari?
dad , cuando cede en bien de las almas ; qué
gran cosecha de frutos,se cogiera? Estas po­
cas palabras de Lucía le hicieron al barbarp
R e y tanta fuerza, qne herido de un gran te­
mor á D ios, no se atrevid á llegar á la ino­
cente virgen : antes bien dispuso, que se manu­
tuviese en su p alacio, tratándola! con mag­
nificencia; y ,no solo no sé atrevió i vior
Jarla, sino él mismo fue fiel.custodia , par»"
qne. ningún otro se atreviese á violar su ho­
nestidad. ............ .
- * ¡Ninguna obra dé piedad deja -Dios sin gran
Digitized by V
ü 58 Casós raros
remuneración: y así recompensó largamente
i esta humanidad de Anzaya esta piedad que.
usó con Lucía. Púsose la santa virgen en ora­
ción , pidiendo á Dios con humildes ruegos
para aquel bárbaro: y despues de haberle da­
do con sus prudentísimos y santos consejos
muchas y esclarecidas victorias en muchas
guerras que tu v o , alcanzó de D ios, que mo*
vido de los muchos y santos ejemplos da
Lucía y de sus virtuosas costumbres, abra­
sara la ley cristiana, y se sujetase al suave
yugo de Jesucristo.
Claramente se ve ya el poder, que tuvo esta
tierna virgen cautiva, en el mismo que la
cautivó. Y si pudo esto con un torpe amante;
qué poder no tendría con su esposo y ma­
rido, si antes no estuviera desposada con Cris»
lo ? Y supuesto que repudió las bodas de la
carne, mas pudo. Convertido á Dios el Rey
A n za ya , para buscar el reino eterno, des­
preció el reino del mundo, con admiración
de todos los Príncipes de la E u ro p a , y en
-compañía de Lucía se fué peregrinando á Ro­
ma. E ra Emperador Diocleciano, confesaron
ambos la ley de Jesucristo, y por man­
dado del Emperador, fueron ,presos el R ey An»
saya y Lucía , con otros veinte y un cris­
tianos , á todos los cuales despues les quita-
ron las vidas , y volaron á fr'celestia l coro»
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devietos y virtude
n vy i celebrar las eternas bodas con el divi-
ao esposo. Esto hizo una sola muger.
Otros muchos ejemplos se pueden ver en
Stengelio, de mugeres que sacaron á mu­
chos hombres de la infidelidad y heregía;
y también católicos de sus vicios y mala
v id a , según aquello del Sabio: Mulieris -
tice beatus v ir : y en otra p arte: Beatus v ir,
qui habitat cum muliere sancta. (Eccles. cap.
2 6 , & 27.) Sirva de documento á los maridos
este caso.
Hubo un mercader casado, que con la co«
dicia de vender sus mercadurías para gran-
gear, estaba continuamente asido á la tienda:
50 confesaba sino de año á año, para cum­
plir con la Iglesia: no oia Misa sino los dias de
precepto. E ra la muger por el contrario muy
d evo ta: frecuentaba los templos, oia Misa
todos los dias, confesaba y comulgaba mu­
chas veces. Viendo á su marido tan inclinado
i la codicia y tan poco devoto, procuraba
persuadirlo á que confesase , que oyera Misa
y que asistiese á los sermones. Pero él lo que
■ siempre respondia, era que fuese ella por él.
51 le d ecía , que fuese á confesar, respon­
día : Confiesa tú por mí: s i , que oyera M isa,
decía: Oyela tú por mí i s i, que fuese á los
sermones: Anda tú por mí.
Dióle Dios una enfermedad g ra v e , y «9
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*70 Catat ■
ella tuvo esta visión. Parecióle, que se veia cotr­
otros en el tribunal de Dios delante del ju sto
Juez. V e ia , que su m uger, con otras almas,
iban entrando en la gloria. Quiso él también
entrar; pero san P edro, que estaba i la puer­
ta , lo detuvo y le d ijo, que se fuese, que
ya su muger había entrado en la gloria poc
él y por ella. Volvió de la visión, y cc.no-
ció su yerro; y desde allí adelante procuró to­
mar seriamente los consejos de su muger.
Son innumerables las mugeres, que excedie­
ron á muchos hombres en sabiduría, ingenio
y elocuencia: llenas están las historias; como
también en valor hubo muchas, que excedie­
ron á los varones mas esforzados: dígalo una
J u d it, una Débora y tantas vírgenes tier­
nas , que en defensa de la fe y de la virgi­
nidad , padecieron martirio con valor : y de
las historias profanas, díganlo las Amazonas,
Camila , Semiramis , Rodegundis , Cenobia
y otras innumerables. Cuántas, disfrazadas de
hombres, pelearon en las batallas?
N o há muchos años, que reinando en el Im­
perio el serenísimo Príncipe austríaco Leopol­
do , dos soldados pelearon en la espugnacion
de un castillo tan valerosamente, que vencieron
á muchos contrarios , y en sus heroicas haza­
ñas se aventajaron á todos los demas sus comi­
litones: despues se supo que eran, mugeres..
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de vicios y virtudes. 071
< E n Bolonia también, entre los soldado*
del P apa, fueron dos comprehendidos en un
delito militar. Fueron ambos condenados i
muerte. Pero no sé porque indicio fue co­
nocido el uno por m uger; pero se había con­
servado intacta. Preguntáronle los años que
llevaba de servicio , qué habían sido muchos:
hicieron otras muchas y diversas preguntas,
y hallaron por sus costumbres y decencia^
con que siempre se habia portado, que se ha?
bia conservado con pureza: por estas y otras
razones, el ju e z , usando de misericordia, la
dio por libre.
Pidió ella también, que se usase de pie­
dad con el otro soldado cómplice en el de­
lito. Deseaban tambien los jueces librarlo de
la muerte , y discurrían qué medio tomarían,
y pensaron que se casase con ella. Pregun­
táronle , si gustaría de recibir por esposa á ]a
que habia sido cómplice en su d e lito : y res­
pondió, que se casaría con ella muy gustoso.
Y de esta forma ambos quedaron libres : y to­
do el fatal aparato se convirtió en festivas bo­
das y el túmulo en tálamo.
• Celebradas las bodas, paraque fuese ad­
miración de, todos, le mandaron que vol­
viese á vestirse de soldado. Vistióse de librea
m ilita r, con su escopeta al hombro y espada
en cin ta, y delante de todo el pueblo fué i .

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&7 & ' Casos raras
pasar muestra con los demas soldados í h iz o
los ejercicios militares , y jugó las armas coa.
tal destreza , que todos los caballeros, damas.
y doncellas quedaron admirados. Diéronle mu»
dios dones, y sefuá con su marido , dá
todos la alabanza de muger fuerte y supe­
rior en el valor á muchos soldados.
Cuántas doncellitas tiernas dieron mucha
honra y lustre á sus padres y fam ilia, des­
posándose con Jesucristo en un monasterio!
Muchos padres y madres quisieran mas vez
desposadas á sus hijas con un caballero 6
soldado , que con Jesucristo; porque les
parece, que han de tener con eso mas honra
en su fam ilia, y ha de conseguir mayor es­
plendor su casa. Pero qué mayor hoora pue­
den tener los padres , que tener por yerno á
Jesucristo ! Esto fue lo que san Gerónimo
le dijo á P a u la , por haber desposado con
Jesucristo á su hija Eustoquio: Quid invi­
des mater filia ? Indignaris, quhd noluit mi»
litis esse uxor, sed Regis ? Grande tibi be­
neficium praestitit: socrus Christi esse .
(Hieron. ep. 27 de epit. Paulae.)
Atiendan los maridos, que es gran barba­
ridad aborrecer las h ijas, porque quisieran
que todos fueran varones, y tratan mal á sus
mugeres, porque paren hembras. Sea para es­
tos documento santa Perpetua virgen cansa-

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devicios y virtudes. &73
grada £ D io s, que fue honra y lustre de to­
da su fam ilia, como consta á todo el orbe
cristiano. E l padre de esta virgen, hombre
muy noble y r ic o , dijo á su niuger, cuan­
do estaba preñada, que si paria hembra, i
ella y á la criatura les había de quitar la v i­
da. Gran barbaridad 1 A pocos dias parió la
tnuger una niña. Temiendo ella su muerte, y
conociendo que había de perecer la infanta,
le dijo i la partera, que con sus mismas ma­
nos' la ahogara. Torcióle el cuello al ange­
lit o , y dejándola por muerta, la ocultó en­
tre unas estopas, hasta que despues hubiese
lugar para' enterrarla.
Aquella misma noche se le apareció un An­
ge* á su padre en palacio, y le dijo : w Que
y» al punto que fuese á su casa, que su muger ya
sshabria parido una niña, que la recibiese, y
s í supiese que era dada por D ios: que procu­
r a s e se le diese el sacro Bautismo: que le ro«
sígase á Pom peya, que fuese su madrina, y
sí que se le pusiese por nombre Perpetua. R i­
si fióle el Sto. Angel su temeridad, que temiese
ssá D io s , y que no le hiciese daño alguno á
sí su muger. Díjole mas el A ngel: ííQ ue lúe­
as go que la niña estuviese destetada, la en-
sstrase en el monasterio del Monte Romarico,
ssdonde allí había de ser educada.
Recibidq el mandato del A n gel, fuá á su
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t
*74 Casosraros
casa. Pregunta donde está la niña, que Ha na­
cido? Respondió , 1a m uger, que había abor­
tado , y muerta la había arrojado en la le­
trina. Insta el marido, hasta que la partera
Cruel, juzgándola muerta á la niña, la halló
v iv a , muy alegre, con un dedito metido en la
toca. Tomó el padre á la niña, abrazóla, be­
sóla tiernamente; y obedeciendo al A n gel, la
entró despues en el monasterio, donde fue san­
tamente educada: y despues vivió en insigne
santidad de vida i, y fue lustre , no solo para
su fam ilia, sino para todo el reino, y aun
para todo el orb e, porque su fama llegó has­
ta sobre las estrellas. Baste.de esta materia*

C A P ÍT U L O XXX.

P o r la intercesión de María Santísima se li­


braron algunos de las penas del
infierno.

C o n s ta , que lo hace a sí María Santísima


de muchos casos, que refieren muchos au­
tores fidedignos, no para tomar de ahí con­
fianza para la cu lpa, sino para confiar, des­
pues de haber pecado, en su intercesión, (e)

(e) Spinello de Beat. Virg. c. $6.


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devicios y virtúdes.
C iefta matrona de virtuosa conversación,
aunque ligada con el vínculo del matrimonio,
ae ejercitaba en ayunos, oraciones, limos*
ñas y en otros ejercicios de piedad, de for*
m a , que parecía que en hábito secular hacia
vida religiosa. Pero en su interior tenia ocul»
to un pecado, cometido en la niñez, muy
familiar á las mugeres, y que por la vergüeña
na nunca lo había querido confesar; de for­
ma , que todas sus confesiones las hacia así:
D e todos los pecados y confesados y no con*
fesados , me acuso y me confieso rea. Asá
reiteraba sus confesiones; pero nunca queda­
ba quieta su conciencia, sino que dando con*
tinuamente grandes suspiros de lo íntimo de
au corazón, derramaba muchas lágrimas. Con*
tinuó así muchos años: llegó una vez á con­
fesar con un confesor docto y esperimenta*
do en desenredar conciencias y y sospechando
que én su conciencia ocultaba alguna cosa de
c u lp a , procuró por varios medios animarla i
que confesase todas sus culpas ; pero todo fue
en vano.
De allí á pocos dias le dió la enfermedad
de la m uerte, y sin querer confesar la culpa,
exaló la infeliz alma. Estuvo el cuerpo sin en­
terrar , basta que viniese una hija que tenia
en otro lu gar, paraque asistiese á las exe­
quias. Vino la h ija , y llegándose al cadáver,
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&?6 Casos
llenaba la casa de lamentos y suspiros. Pero £
este mismo tiempo resucitó la difunta, y le di-’
j o á su b ija: N o llores, h ija, que por la mi­
sericordia de Dios y de Maria Santísima no
me he condenado. Tráerne aquí presto un con­
fesor. Dejando la casa, que toda estaba en­
vuelta en confusión, llamó un confesor, y
vomitó la ponzoña oculta.
Con la fama de este prodigio concurrió in­
finito pueblo de todos sexos y estados; y de­
lante de todos dijo: w Yo miserable peca do­
m a , por no perder la buena opinión, que
» tenia de virtuosa, no quise confesar una
V) torpeza , que cometí cuando niña. Pero he-
s»rida de los estímulos de mi conciencia, to­
sí dos los dias ante una imágen de M aría San-
*í tísima lloraba amargamente mi maldad , pi­
d ié n d o le su auxilio é intercesión. Despues
sí que salí de esta v id a , arrebataron mi al-
m ma los demonios, para llevarla al infierno.
v) En medio de estas angustias apareció Ma-
« ría Santísima, á cuya presencia huyeron
íí confusos los demonios , dejando la presa,
4s y por la intercesión de esta'divina Señora
íí se me restituyó el alma á mi cuerpo, y se
«m e concedió tiempo para la penitencia. D i­
cho esto, volvió i morir, libre ya de las gar­
ras del enem igo, y se salvó.
: NO se puede negar este privilegio á María
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de victos y virtudes. 277
Santísima; porque. si á otros Santos se les con­
cedió , con mucha mas T azón á esta divina
Señora. De santa Catalina de Sena se le e , que
por sus ruegos resucitó á su madre , que habia
muerto en pecado m ortal, y la libró del in­
fierno. Y san Gregorio en sus diálogos escri­
b e , que san Severo resucitó á un hombre pé­
simo , que habiendo muerto, llevaban los de­
monios su alma al infierno.
De fe católica e s, que según la ley om
dinaria, una. vez que se dió la sentencia de
condenación , que es irrevocable : lo cual
comprueba Julio Segundo, Pontífice Máximo,
en este caso, aunque chistoso y bastantemente
serio. Habia mandado el Papa á un pintor ce­
lebérrim o, llamado M iguel A n gel, qne-piifr
tase en un lienzo el juicio universal, para
ponerlo en el Vaticano. Uno de los Cárdena»
le é , demasiadamente curioso , asistía todos
los dias y todas las horas i ver pintar el
lien zo ; y no contento con asistir él , solia
* llevar también algunos amigos. Solia el Car­
denal hacerle al pintor algunas preguntas aceri
pa de su facultad, y ponia demasiados reparos
en la pintura, como si él lo entendiera* < .
Eran tantas las preguntas, y dificultades;
que cada instante ponia el Cardenal, que ya
llegó á «n&darse el pintor. Dibujó á un -lado
del lienza: la gloria y á.otro el infierno ; y
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578 ' Catos raros
sin hablar palabra el pintor, tiró anas pince­
ladas, y dibujó dentro del infierno un Carde­
nal con su púrpura y capelo. Estaba el
Cardenal atento, y preguntó al pintor: « Qué
« Cardenal es ese , que has dibujado metido
«entre esas llamas? V . Em inencia, respon-
wdió el pintor. Ofendido el Cardenal de- la
r>injuria, se quejó ante el Pontífice de que lo
hubiese puesto entre los condenados. A lo cual
le respondió el Papa ; w Hermano, si te hu­
ís biera pintado en el purgatorio, yo te sacá­
is r a : pero en el infierno, nulla redempti*»

C A P ÍT U L O XXXI.

A la invocación de la Santísima- Trinidad


huyen los demonios.

R muy agradable á D i o s la confesión del


misterio de la Santísima Trinidad. Será
prueba de esto el caso, que sucedió en Cons-
tantinopla, siendo Emperador Mauricio, (a)
Un abogado, hombre perverso, m alvado, de
infames costumbres* no solo en su facultad,
sino también era hechicero y mágico. Este
tenia en su casa un mancebo por criado, que

--- — — .. ............................i............. —
'•(*) Cedrone in miser. controlo a*
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de vicios virtudes. *79
también le servia de notario para las causas
que se ofrecían. Llevaba el mancebo pocos
dias de servicio, y no sabia las habilidades de
su am o, quien deseando que aprendiese sus
malas artes, lo quería apartar del camino de
la verdad y entregarlo al demonio.
Cierto dia tomaron dos caballos, y con
el pretexto de que se iban á divertir, salieron
al campo: fueron retirándose del pueblo, enea*
minándose por un camino solitario, por sendas
incultas y no conocidas: iba ya inclinando
el sol , hasta que llegaron á un castillo con
puertas de bronce. Llamó el amo á la puerta)
salió un hombre negro atezado, que á ambos
los1 recibió con gran gusto. Entraron dentro,
y vieron un gran templo ricamente adornado
de ricas alhajas de o ro , muchas lámparas y
antorchas; muchas' sillas y muchos ministros,
sentados, en uno y otro lado, , á modo de
tribunal, todos de formidable negrura y hor*
Toroso aspecto. U no, mas negro1 y ^mas for*
midable que todos, ocupaba un solio sublimé,
vestido con insignias de Rey : e l cuai recibid
con-demostraciones de gozo al abogado , y
saludándole le dijo , que subiese’ á su ladoi
Púsolo á su mano derecha; y 'e l mancebo
puso al lado de su amo. Viólo aquel empéra-
dor de los demonios, y le preguntó al abes,
g a d o : n Qué mancebo «s este l Este ,.S e ñ ó r)
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c8o Catos rato»
*9dijo el maldito abogado, es mi criado,
»»desde boy será vuestro. Entonces le dijo
L u c ife r: rt Es así esto, niño ! Entrarás con*
s*migo á ser mi criado? Entonces el manee*
#9bo respondió: Yo soy criado del P a d r e , y
99 del ijo,
H y del Espíritu Santo.
Apenas pronunció estas palabras, cuando
el R ey infernal cayó, fulminando rayos: caye­
ron también todos aquellos infernales minis­
tros; cayó el mismo abogado, las luces, sillas,
el castillo y todo lo que se veia en é l, todo
se lo tragó la tierra : solo quedó el manceba
con los dos caballos. Volvióse al punto á la
ciudad. Preguntáronle por su am o, que en
donde lo habia dejado ? O respondió, se fuá
a l profundo del infierno.
Solicitó despues el mancebo buscar otro me*
jor am o, y encontró con un hombre noble
y virtuoso, liberal con los pobres, y que se
ejercitaba en las virtudes. Una tarde-salieron
los dos á visitar el tem plo, como lo tenian
de costumbre, donde habia una imágen de
Cristo crucificado de gran devoción. Pusiér
ronse ambos de rodillas: ante aquella divina
imágen , estando el criado á la mano siniestra
y el amo á la derecha, ¡
Estando ambos puestos en otacion , v ió el
amo, que el Crucifijo^ volvió el rostro al man-
cebo. Dudoso, si aquello fuese imaginación

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devicies y virtudes. 281
d e la fa n ta s ía , d íjo le el m a n c e b o , qu e se p u ­
siese i la d e re ch a , y él se p o n d ria á
t r a . H ic ié ro n lo a s í ; p e ro e l rostro de la im á -
g e n s ig u ió a l m a n ceb o . A q u í p ertu rb a d o e l
a m o , se p o stró en t ie r r a , p id ien d o i D io s m i­
se ric o rd ia c o n m uchas lá g rim a s. w S e ñ o r , d e -
9 9 c i a , cótno a p a rta s e l ro stro de tu sie rv o ?
99 T e s t i g o , e fe s , S e ñ o r, de qu e y o n u n ca a p a r té
99m i rostro d e t í , en tus sie rv o s y p o b re s,
9» q u e p o r tu am o r me piden lim o sn a. De e s­
ta fo rm a e stu v o llo ran d o a lg ú n t ie m p o , h asta
q u e sa lió una v o z de la im á g e n , que d i j o :
99 H i j o , y o te d o y á tí la s g ra c ia s por el o b -
99se q u ío , q u e me h a ces en m is p o b r e s , y tu s
» lim o sn as son a c c e p ta b le s en m i b e n e p lá c ito .
99 P e r o ’ á este tu cria d o le d eb o m u ch o m as;
99 p o rq u e h a llá n d ose en un la n c e m u y a p r e -
99 t a d o , en q u e le puso m i en em igo y s u y o
99 e l d e m o n io , no me n e g ó , sin o que p ú -
99 b lica m e n te co n fesó tres P e rso n a s en u n a
99 esen cia , P a d r e , Hijo y E s p ír i t u S a n to .
P o r q u e com o d ic e san A m b ro sio , este v e r ­
s íc u lo Gloria P a t r i, • ££ F ilio , & Spiritui
' Sancto, es p oderoso p a ra d esh a cer to d a s la s
a r te s d el d e m o n io , y c o n fu ta r to d a s las h e -
r e g ía s : Quid enim potentius , quhtn confessio
Trinitatis.
Ilustres milagros han sucedido en confirma-
T
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282 Catos raros
don de este inefable Misterio, (b) Vergüenza
causa el referir la sacrilega irrisión, que hi­
zo aquel herege arriano, llamado Olimpio, ,
cuando estándose bafiando en las termas 6
baños del palacio heleniano, con gran des* I
vergüenza, con rostro inverecundo y accio- :
nes execrables, dijo á los presentes: Mirad
como yo también tengo trinidad. Pero ape- I
ñas salid del baño, cuando apareció un An- ¡
gel del cielo con una vestidura blanca, que
traia una vasija llena de agua hirviendo, y
bañándole con ella por tres veces en nombre
de la Santísima Trinidad , le d ijo : N e male­
dixeris : Para que otra vez no maldigas. Y al
instante comenzó á sentir acerbísimos dolores,
en los cuales exhaló aquella infeliz alm a: y
un lienzo, en que sé envolvió , cuando salió
del bafio, sacó pegadas las carnes y arranca- j
das de los huesos.
Paraque no se borrase la memoria de este
suceso, el Emperador Anastasio mandó pin­
tar este suceso en el mismo lugar, donde suce­
dió , como trofeo de la arriana perfidia. Y no
quedó tampoco sin castigo otro herege, que
se atrevió á quitar la pintura, que al punto co- j
menzó a' sentir acerbos dolores en todo su cuer-

I
I
(b) P . Petr. h .S Thom, tom. 2,/>
,GoogIe
de victos y virtudes. 1183
p o , y con razón %porque como dice san Ge
rónim o: Nulla venia conceditur Trinitatem
Hasphemanti. (Hieron. lib. 3 de Spir. Sanct.) ■
- E s también muy poderosa la virtud de este
soberano Misterio contra la potestad de loe,
demonios. Aunque vengan contra nosotros to­
das las furias infernales ¿ ¿i nuestra* esperanza
está fija en Dios trino y un o, no hay que
temer. •. i O
Hace á este intento lo que refiere Cesario.
(Cesar, lib. 5, cap. 13 .) Una endemoniada sien­
do conjurada con varios exorcismos, prorrum­
pid en estas palabras: Yerran los que juzgan,;
que lucifer nuestro príncipe , está ligado*
en el infierno con cadenas de hierro. T res
palabras pronuncia el Sacerdote en «ilencio en>
la M isa , con las cuales está ligado. Apfetáf»
ronle con exorcismos á que las* dijese, y ,no;
quiso, ni por mas fuerza que se lé h iz o , qui-{
so pronunciarlas, hasta que por último dijo»
Traedme el Ritual romano, que yo os lassem
Halaré*’ * ~.£
Lleváronle el misal cerrado., ¡ abriólo , y
Sefia lando con el dedo en aquellas palabras del
Gánon : P er ,ip
m
su cum ipso
ipso; en las cuales se hace memoria, y se,réíj,.
verencia á la Santísima Trinidad: Estas paláí:
bras*son, d ijo , con las cúales es ligado, mi.,
maestso y muestro príncipe. Quedaron admi*
Digitízed by G o o 3
k a *
284 Casos raros
ftdos los circunstantes; pues la energúmena
era totalmente ignorante de la lengua latina»
Fueron todos encendidos en la devoción y
alabanzas de:la Santísima Trinidad, y depu­
sieron todo el temor contra los demonios.
s

r C A P IT U L O XXXII.
- ~ T ' ' ■ '•! ■■ •

Quien en tiempo oportuno no busca á Dios, en


la muerPe mal lo hallará, aunque
lo busque.

Q u x r e tis m e , & non


fo vestro moriemini. (Joan. cap. 8 .) Gran
lástima e s , que los hombres., ya que per­
dieron i Dios por la cu lp a , no le busquen*
por la penitencia, cuando.hay tiempo en es-
ftr'vida , =y: aguarden i busca
la- muerte í Entonces no Id hallarán , y res­
ponderá su Magestad lo que a los judíos:
QuarétW- me^ & c. Terrible .sentencia 1 Y ai al­
guno opusiera las palabras que dijo Cristo,
que le bukasen, y le hsllariah: Q u a r ite ,
invenietis ; ' omnis , qái q'uarit, tu,Venit;
féspíondo que ‘aquel omnisqui
di§a a l ; tiempo presénte, y el invenietis el
tídfnpo futuro^ qtre es dectn, que el qué en e»r
vida buscase á Dios por la penitencia , lo
hallará ¿ 1» hora de la muerte.- Por eso. dice:
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de vMosy virtudes.
■ Quarite eum, dum inveniri potest; Buscadle en
tiempo que se pueda h allar; porque llegará
tiem po, dice san Bernardo, que aunque se
busque, no se halle: absque dubio •
fu * i cum inveniri non poterit. Llegará tiem­
p o , en que no se hallará, aunque sé busqué,
ni clemencia, i*i gracia, ni contrición, ni
confesión, ni absolución, ni D io s, ni cielo,
ni gloria.
Así le sucedió en Alsacia á un caballero de
esclarecido linage: tenia este por costumbre
todos los dias, en acabando de comer dor­
m ir la siesta en su cam a, y que le pusiesen
tm vaso grande lleno de vino á la cabecera
Sobre un aparador,; para beber cuando disper­
tase* Un dia no podia coger el sueño , com*-
batida de varios pensamientos, y estando mi­
rando el vaso , que era de cristal, puesto»
los ojos en é l , yió que de repente se hizo pe­
dazos , derramándose todo el vin o , sin ha­
berle tocado nadie.
Pasmado de aquel inopinado prodigio, lla­
mó á los pages y d los criados; y todos lo
disuadieron de aquellas imaginaciones y atri­
buyeron á casualidad el ^haberse quebrado el
vasow Pusiéronle otro vaso con otro vino, y lo
dejaron solo. N o cesaban en él los pensa­
mientos, y considerando en aquel vaso, v i­
drio quebradizo , y que esto- mismo le en«

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"£8(5 ' C d t o t r t ir t o
«efíaba la fragilidad humana, comenzó «*■
mover su concienda en órden á confesarse.
'Estando en este pensamiento, vuélvese rom*
-per el o^o vidrio, sin tocarle nadie y á derra­
marse el vino. Pasmado entonces, vuelve
llam ar ;á los pages, dando voces á la muger y
á toda la fam ilia, diciendo que Dios le ame-
masaba vengativo por sus culpas; que le tra­
jesen un Confesor, que se quería confesar.
La muger por una parte, los criados por
o tra , procuraban desvanecerle aquellos pensa­
mientos y aquellos temores: decíanle, que
«1 vidrio es quebradizo por mil circunstancias,
.que por alguna de ellas se habría quebrado; y
que se volviese al sueño. Con esto le pusieron
otro vaso, y lo volvieron á dejar solo. No
quitaba los ojos del vaso el miserable, espe­
rando cuando volvía á romperse; cuando de
-repente da un estallido , se hace pedazos.
Aquí ya como desesperado comienza á vo­
ces; « O la criados, m uger, presto, presta,
-wbusquen un confesor ; que yo me muero.
L a muger se volvía lo ca , diciendo que to­
do era ilusión de la fantasía; que él estaba bue­
no , y que no tenia mal alguno. Todo aquel
.dia y la noche se pasé de esta forma , y sin
haber podido dormir i amaneció al día siguien­
te con upa palidez en el rostro y un sudor
frío en todos sus miembros, que parecía esta*

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devkiot y virtud
I » y a moribundo. Entonces un criado tom<S
un caballo, y fuá á un lugar ,* no muchas
millas distante, á buscar un confesor. Ya
fuese casualidad, ya fuese que Dios lo per­
mitió por sus ocultos ju icios, el criado err¿i
el camino, y anduvo toda la noche por mon­
tes y por'sel vas; y en este tiempo murió el
caballero. Por la mañana llegó el confesor,
y habiéndole referido lo que habia pasado,
pronunció sobre él el dicho, que dijo Cristo
á los judíos: Quaretis me, non ,
§3 in peccatis vestris moriemini. Qué responde­
ría la muger á esto? Déjolo al supremo Ju ez,
y á la consideración de los católicos.
Mas reciente es lo que sucedió en Antuer­
p ia no muchos años há (c) Cierto Padre de
la Compañía de je s ú s, varón lleno de zelo,
que no pocas almas habia sacado del cieno
de la lascivia; como hubiese encontrado á una,
que habia muchos años que se hallaba en-
cenegada en el profundo del lodo de la torpe­
z a , y la hubiese amenazado con su eterna
condenación , si no se apartaba de aquel mi­
serable estado y buscaba la misericordia di­
vina con corazón contrito por medio de una

(c) Engel.Cal. empyr. p. serm. Cor


Christ.

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q85 Caiotrafot
verdadera confesión de sus culpas; y no que­
riendo ella a'partarse, y despreciando el aviso
que Dios le enviaba por medio de aquel R e­
ligioso ; sucedió, que á esta muger de repen-'
te le dió un accidente mortal: al puntó en­
vió á la casa profesa á llamar al P a d re, que
la habia amonestado. £1 portero fué al apo­
sento , no le encontró, anduvo toda la casa,
hasta que le dijeron, que se habia puesto á
decir Misa. Fue necesario esperar, que acaba­
se para darle el recado. Acabada la M isa , fu¿
á toda priesa : tardó algún tiempo , respecto
de estar la ca sa , donde vivía la enferma en
el estremo de la ciudad; pero cuando llegó,
ya habia espirado, porque ella misma, como
desesperada, se habia arrancado los cabellos
con las manos, y con las uñas se habia des­
pedazado el rostro y los ojos, de tal forma
que parecía un monstruo.
A vista de este espectáculo tan horroroso,
pasmado el P ad re, dijo á los domésticos y
vecinos esté saludable monitorio, ó por me­
jor decir, que los penetró él corazón: Qu«e«
retis e, &
m noninvenietis, .
vestris moriemini.

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devicios y virtudes. 289

CAPÍTULO XXXIII.

Religiosas son aves con seguridad dentro de


los claustros; pero fuera llenas de
peligros.

L a s islas Fortunadas, dicen graves autores*


que son unas islas que no tienen comercio
con nadie* ni necesitan de nadie para su
v i v i r , porque abundan de todo lo necesa­
rio para la vida humana. Y aunque están cer­
radas por todas partes del mar occéáno y son
combatidas de sus olas; pero nunca las pue­
den ofender: y así viven siempre alegres sus
habitadores; y por eso las llaman Fortunadas.
D e ellas habló el salmista , cuando dijo: L a ­
tentur insula multa. (Psalm. 96.) Donde los
sagrados intérpretes entienden los claustros
religiosos, que en el mundo viven fuera del
mundo : porque así como las islas Fortunadas,
siendo combatidas de las olas del m ar, nunca
las ánegan; así los Religiosos y Religiosas,
aunque sean combatidos de las olas del mar de
este mundo, como ellos no se entren en él, no
les ofenderán.
E n esta isla mora el alma religiosa, que
habiendo salido del mar de este mundo, se
hizo n u e v a habitadora y vecina del paraíso.
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# 9® Cato* raro»
Así lo llamó san Bernardo al claustro religio»
s o : Peri claustrum est paradisus, regio val*
lo disciplince munita , in qua pretiosarum, £í
meritorum fecunda fertilitas. (D . Bern. sefm¿
de quinq. negotiat.)
De aquí nace aquella espiritual alegría, que
gozan las Religiosas en su encerramiento : de
aquí aquella dulzura tan suave en el canto en­
tre las rejas: que por eso Hugo Cardenal,
comparó á las Religiosas á las avecillas, que.
cantan con mayor dulzura, cuando se ven
cerradas en la jaula.
. Sirva de ejemplo para las Religiosas, lo
que le sucedió i un novicio de cierta Reli­
g ió n , que se hallaba triste y melancólico,
por haberse encerrado en el Convento y sin
su libertad., Un dia estaba echado de pechos en
la ventana de su celda pensativo, mirando los
prados y la amenidad de las selvas, veia las
a ves, que alegremente cantaban , volando de
una parté i o tra , valiéndose de la libertad,
que en las alas les dió su autor.
Estando en esto, le arrojó el demonio un
pensamiento de que se saliese de la Religión,
y que gozase en el siglo de su antigua liber­
tad. Consentido el pensamiento, se poso á
discurrir, que medio tomaría para la fuga. E s­
tando pensando en esto, vió un pajarito, que
*e puso en un árbol, no. lejos de la ventana:

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Bevte’m y virtudes. 89 1
y e i a , qué cantando alegremente saltaba de
una rama en otra , como que convidaba al
novicio á su amada libertad.
Entonces él amargamente entre ai se co­
menzó á lamentar. O alma m ial d ecia: Có­
mo te encerraste aquí en esta cárcel en la
flor de té juventud ? O cuán feliz suerte goza
este pajarillo , siendo incapaz de razón !
beriépro toto libertas venditur auro. Si este pa*
¿arillo puede alabar á su Criador libremente en
e l aire y abierto campo; por qué no po­
dré yo también alabarle en el siglo ? Por qué
no será para mí el Sacramento del matrimonio
bueno y conveniente, como á los demas?
Muchas azucenas se hallaron e n . los campos
cándidas é indemnes, sin que fuesen plan­
tadas en los jardines. Y qué me servirá á mi
el vivir en la Religión, si despues con un con­
tinuo d o lo r, desesperado me quitase la vida!
Vendré á ser mas miserable, que todos los
hombres , 6Í no gozase de las delicias , ni ter­
renas , ni celestiales. Y así yo determino en
este mismo dia y en esta misma hora, salir
de esta cá rcel, y seguir la libertad de este
pajarito.
Apenas estaba en estos pensamientos y
determinaciones, cuando saltando el pajari­
lla de rama en rama, lo vió un gavilán que
lo acechaba, y arremetió á é l : cogió al mi-
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19& Cati» raros
serable pajarillo entre las añas, sin poderío
remediar, y voló con ¿ I , haciéndolo pedazos
en el a ire, que muchas de sus plumas fue­
ron á parar á la ventana del novicio.
E ste , pasmado y lastimado de la- desgra­
cia del pobre pajarillo, volvió en s í , y tra­
yendo á la imaginación otros mas serios pen­
samientos, decia con desengaño: O avecilla,
é quien yo tenia por fe liz , envidiando tu li­
bertad I Ahora veo en tí mi desengaño. Cuán­
to mejor te fuera estar encerrada en una jau­
la , donde, aunque encarcelada, vivieras del
gavilán segura ? Confieso, que fui engañado
de mi imaginación, en querer volverme al si­
glo á buscar mi libertad; pero escarmentado
en tu desengaño, persistiré hasta la muerte en
-lo estrecho de la Religión. Menos será mi li­
bertad ; pero viviré mas seguro. También
dentro de las angustias de una celda, pueden
las almas santas volar á las delicias del paraí­
so ; y así mejor estoy sin libertad en el claus­
tro , que con ella en las delicias del mundo.
Sirva-este ejemplo de consuelo á las almas re­
ligiosas, que mientras mas encerradas, viven
del gavilán infernal mas seguras.
Y poco importará que vivan encerradas
en el cuerpo, si anda por fuera vagueando
el alma. Así como las palomas á las ventanas
del palomar, hay muchas Religiosas, que to-

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i

de victos y virtudes. 893


<io él día están en la re ja , en el locutorio,
confabulando con los seglares, chanceándose
con ellos, con quedan á entender bastante­
mente los deseos de mas libertad, y lo impa~
cientes que se hallan dé los encerramientos de
la R eligión : con que cautelándose poco del
caeador., como avecillas simples, suele traer­
las á la red-
Horrofosa es la .tragedia, que refiere Anto­
nio de Torquemada. (d) Un torpe mancebo,
enamorado de la hermosura de una Religiosa,
frecuentaba el visitarla!. Sus primeros coloquios
fueron chanzas y palabras ociosas: de ahí pa­
saron á ofrecimientos recíprocos: despues en­
viábanse cartas cariñosas, dones de una parta
á otra, deseos de verse y hablarse ; y final­
mente dió á la clausura incendios contra la
castidad: todo lo cual en su edad mas flori­
d a , la compelían á gozar de su libertad. D e­
terminóse desamparar el convento, y, hacer
fuga una noche. Quedó determinado- entre loa
dos la noche que habia de ser. Llegó la hora;
fuá el mancebo al monasterio; y halló la
puerta de la Iglesia abierta,;; admirado de que
i aquella hora, era la media noche, estuvie­
se abierta la puerta de la Iglesia, entró y oyó

. (d) . AnIAn , Torq. ttpud Engel, cit.


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#94 . < Catos raros
cantar como exequias de algún difunto. V i6
también, que en medio de la Iglesia habia uo
túmulo ó féretro , donde veia un cuerpo di*
funto y amortajado , cercado por una parto
y por otra de hachas encendidas. Habia á lo»
lados de la Iglesia y del féretro muchas co­
munidades de Religiosos, qúe cantaban en
tono horroroso i coros con el clero.
Deseoso el moao de saber, qué honras 6
exequias tan á deshora fuesen aquellas, acer­
cóse á uno de aquellos Religiosos, que allí es­
taban , y le preguntó por quién eran aque­
llas exequias tan intempestivas, y qué entier­
ro era aquel tan i deshora? Y respondió, que
por fulano; nombrando al mismo mancebo que
lo preguntaba^ Replicóle: Bueno está esto; puea
ese caballero aun vive. Cómo puede se r, res­
pondió el Religioso, si dentro de breve tiempo
lo enterraremos? Quiso satisfacerse mas, ya con
algún cuidado: llegó i otro : hízole
pregunta; y respondió lo mismo. Atónito el sa­
crilego mancebo, comenzó á temblar y estre­
mecérsele todos los huesos, y herizado el cabe­
llo , al punto se salió del templo. Pero apenas
echó el pie fuera, cuando se aparecieron allí
idos negros y horrorosos mastines, que envis-*
tieron á é l , viéndolo la Monja que estaba en
la muralla, esperando á su amante, y lo bicie*
ron pedazos, y su alma bajó á los infiernos.
• Digitized by Google '
de vicios y virtudes. 29
r Misericordia grande de D ios, que no fuese
é acompañarle la Religiosa, por haber querido
violar la clausura y la castidad, siendo adúl­
tera á su divioo esposo. Horrorizada con este
trágico espectáculo, se entró en sa convento,
que siempre lo amó , como si fuera un paraíso.
V iv ió de allí adelante con austeridad de vida,
guardando estrechísima mente su pureza.
- E s Cristo muy zeloso de sus esposas, y
no quiere que pongan su amor en otros, sino
en él: y así la R eligiosa, que ama á otro que
no sea su esposo Jesns , es adúltera. E s castí­
simo el amor del divino esposo, como lo de­
cía la doncellita de trece años santa Inés, ala­
bándose de que estaba desposada* con el divino
Cordero. Y por eso siendo convidada para ca­
sarse con el tirano príncipe, respondió, qué
estaba ya desposada eon otro, y fuera hacerle
injuria faltarle á la palabra.
- Estos ánimos y éstos alientos del casto
Umor imitó una. doncellita en Germania, (e)
E r a de ilustre familia, hermosísima en su per­
dona , rostro y estatura; y en las costumbres
y demas gracias elegantísima. Eligióla por
esposa Sigismundo , Emperador de Alemania.
(tenia la niña consagrada á Dios su virginidad*,
*

<• (e) Vincent. Belbvae.tp. p. 3, I.


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59 6 * Casos raros
y no la abandonara por todas las riquezas del
rein o, ni por todas las delicias del palacio*
Todo su cuidado lo tenia, como desvanecería
los intentos del príncipe.
Entre este tiempo estaban el príncipe y sus
padres concluyendo las capitulaciones, para
celebrar la s' bodas. Compuestas ya todas las
cosas, se decretó el lu gar, el tiempo y el
día para el desposorio. Muy ricamente adere-
cada y compuesta, llevaron la niña al tem­
plo, para dar la mano ai R ey su esposo, Perú
apenas entró en é l , cuando con una ligereza
maravillosa se fué al altar m ayor, donde es­
taba el Santísimo Sacramento, quedando to­
dos pasmados.» Y con una resolución santa ha­
bló así á Sigismundos n Por estas lagrimaz
M.que derramo-, ruego í vuestra Real Mages-
v> tad ardentísiraamente , que á esta indiga*
vi criatura, en quien ha puesto sus ojos, la
99 deje vivir y morir ante esta ara de Cris-
99 to Sacramentado. Confieso, Señor, que n*
99 merezco la honra y favor, que vuestra
psMagestad se, ha dignado hacerme , y nunca
.99 me podia y o presumir ser esposa de vuestra
99,Real Magestad. Pero :sepa, que tengo antea
9* dada la palabra á otro amante; y que la
99virginidad , que dediqué y sacrifiqué al ce-
99lestiaL esposo, „no perderé por la real día»
99dema , ni por todos log r|iaos d e l mundo*
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i e vtctot y virtudei. 297
Quedó admirado ei Príncipe de resolución
tan valerosa en una n iS a , por guardar su v ir­
ginidad. Suspendiéronse los desposorios: pero
el Rey Sigismundo cristianamente católico
ejecutó con la niña la acción mas heroica*
que pudo ejecutar su Real ánimo. Aprobó
y alabó las bodas con Jesucristo: ofrecióse
á ser no solo defensor de su pudicicia * sino
4 ser padrino en sus desposorios* corrien­
do por su cuenta los gastos y espensas, qué
se ofreciesen * como de facto lo ejecutó. Man­
dó preparar un gran convite , como de Un po­
deroso P rín cipe* convidando á todos los granr
des de la co rte: las Reales vestiduras* que te­
nia prevenidas para celebrar sus bodas* se las
vistió á la niña * adornada de ricas perlas * dia­
mantes* esmeraldas y otras riquísimas joyas»
coronóla sus sienes con una Real diadema de
piedras preciosas.
Así adornada la fliña * acompañada de to­
da la grandeza * con grande aparato de R ea­
les músicas * la llevó el R ey al templo ó i
en monasterio * y la consagró al R ey de cie-
„ los y- tierra Jesucristo * en cuya hermosu­
ra tenia ella puésto su corazón.
N o quiere el divino Esposo, que su esposa
•me á otro esposo; todo el amor lo quiere pa­
ra sí: cualquiera cosa* que contraríe á su amor*
la repugna; y así los zelos no son otra .rota
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^ 9® Casos raros
que exceso de amor , ó por lo menos nacen
de ese exceso ; y por eso, cuanto mas un*
persona ama i o tra , tanto mas aparta de sí to-
do lo que se opone á su amor. Y por eso dijo
santo Tomas: Dicendum, quod zelus , quo­
cumque modo sumatur, ex intensione amoris
provenit. (S. Thom. 2. 2, q. 28, art. 4 ) Porque !
no quiere el amante, que por la compañía de '
otros pierde él ser singular. E t hoc modo, ¡
dice con san A gustín, viri dicuntur zelare
uxores, ne per consortium aliorum impedia­
tur singularitas, quam in uxore quaerunt. E l
amor es todo lince, es cuidadoso, es sagaz , y
dé la mas mínima cosa se sospecha.
E n aquella florida y pacífica edad, en que
el Emperador Teodosio, con su amada espo­
sa Eudoxia y su hermana Pulquería, vivían,
pasmado todo el orbe cristiano de tan vive
ejemplo de virtu d . se prometían otro siglo de \
oro ; pues para reformar la vida de' sus vasa­
llos , no atendían tanto á las ley es, cuanto i
las acciones y vida de sus .Príncipes.
N o duró mucho tiempo tanta gracia y
concordia de virtudes, piedad y religión,
porque el torbellino de los zelos todo lo des*
tru y ó ; linas pequeñas centellas de una sinies­
tra sospecha levantó un horroroso incendio,
con que se deshizo la paz y uftion. Hallábase
§1 Emperador en ciertas fiestas, con gran so«
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devicios y virtudes.
lemmdad y pompa. Al salir de una Iglesia un
hombre peregrino y de tenue fortuna , le
ofreció al Emperador una manzana Frigia»
muy hermosa y de estrada magnitud. Admi-
rado «1 Emperador, con todos los grandes»,
de la grandeza y Hermosura de la manzana,
mandó que se le diesen á aquel muchacho»
ciento y cincuenta doblones:, y la manzana
se lá presentó á su esposa Eudoxia Augusta*
Habia en la corte un santo varón, llamado Pau*.
lino , á quien la Emperatriz amaba mucho,
así por su sabiduría, como por su virtud; pe-*
to principalmente , por haber sido el paranin*
fb de sus bodas. A este, pues, le envió la
manzana la Emperatriz Eudoxia. Ojalá no se
la hubiera enviado! que lo que es causa del
mal , siempre es málo: y debiera Eudoxia, el
regalo que le hizo su esposo, tenerlo en mas
estima. N o le énvió su esposo la manzana pa*
raque la regálara, sino paraque se la comiera.
Por fin , fue la manzana no causa de
córdia, sino de su desgracia. Sucedió, pues,
que Paulino ignorante de que el Emperador
le habia enviado la manzana i Eudoxia, vien­
do la hermosura de aquella fruta, como cosa
peregrina y maravillosa , le pareció que era
regalo digno de un Emperador Augusto, y en
sedal de su afecto se la regaló á Teodo-
« o . Apenas el im perador recibió la manzana,
JOO' - Casos raroi ' . V
cuándo entró en sospecha, de que Eudoxiaf
había faltado á la fidelidad de esposa , y que.
sd amor desordenado lo tenia puesto en Fauli>'
n o , y que no le hubiera enviado la manzana*
si entre ellos no hubiera amistad estrecha. •
.< Llamó el Emperador á E udoxia, y le dijot>
qué donde estaba la manzana, que le había re­
galado? Eudoxia, temiendo que si nombra­
ba á Paulino, el Emperador se recelaría algún
amor siniestro; respondió, que se la había-
comido. Míralo bien , replicó Teodosio: es
a s í, que te la comiste ? Me la com í, dijo*
Por tu salud y por tu v id a , volvió otra vez
el Emperador te. la comiste 1 Por vida mia
y por mi salud, que me la comí. Entonces
Teodosio le manifestó la manzana. Aquella'
misma noche hizo quitar la vida á Paulino;
y á Eudoxia la arrojó de su palacio. Coa
que despreciada su esposa, todos los negocios
del reino los consaltaba con Pulquería su
hermana.
Véase aquí, cuanta perturbación se siguió
en el Emperador y la perdicipn de E udoxia,
de un -don muy pequeño, de un leve regalo,
sin haber otro fundamento ; porque de allí se
originaron los zelos del Emperador, y de a llí
tantas desgracias. Deben las mugeres cautelar­
se en recibir dones, por pequeños que sean,
sin que lo sepan sus manejos; porque es das
Digitized by Google i
devioiory virtudes. 301
•casion para las sospechas y pa'ra los zelos.
' Y si esto sucede en los desposados en el
mundo; qué será con las esposas de Jesu-
cristo { Qué zelos no tendrá 'de su esposa*
ai ve que habla* si ve que mira* si admite
el regalo * que le hicieron de afuera ? Porque
Jesucristo es zelosísimo con sus esposas: En
ipse stat post parietem, respiciens per fenes­
tras * prospiciens per cancellos. Cualquiera le*
ve,cosa, estraña de su estado, la repara.
Concluiré con un caso maravilloso* ( a )
para que se conozca lo zeloso* que es Jesu­
cristo con sus esposas; y paraque escarmien­
ten en él las Religiosas, y huyan de locuto­
rios * y de ser vistas de los de afuera.
Refiere Miguel Sánchez de O rtega, que hur
1bo en una ciudad una doncella noble * rica y
de estremada Hermosura* que deseosa de darse
toda i D io s, despreciando las vanidades del
mundo* consagró su virginidad á Dios e*
el estado religioso. Adelantóse en breves dias,
caminando viento en popa por el camino de
la virtud * tanto que gozaba de dulces colo­
quios con el esposo. Era amada y querida
de todas las Religiosas * por su estreraada vir­
tud. Pero el demonio * envidioso de verla tan

(a) Engel.c<
bL im. serm, de, cm . vitg* •

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$02 CaiQt raros
•olícita en el amor de su divino esposo ,' coi»
su infernal astucia le armó un fuerte lazo, pa­
ra hacerle caer i esta incauta paloma.
- Comenzó á traerle i la memoria los cari­
llos de sus padres, la abundancia de sus rique­
zas , que había dejado en el sig lo ; que con
ellas y con el cebo de su hermosura, hubie­
ra sido apetecida de muchos Príncipes, y pu­
diera en el siglo gozar de las delicias del ma­
trimonio , como veia á otras de su edad: que
éra fuerte cosa encerrarse para siempre, y vivir
mortificada una doncella tierna, cuando pu­
diera gozar de las conveniencias, que Dios le
habia dado en el mundo , y salvarse.
Con estos pensamientos , se fue enfriando el
fervor de su virtud, con fastidio al recogimien­
to y retiro, deleitándose en las conversacio­
nes , frecuentando las visitas, deseando el ver
y ser vista. Sucedió, pues, que con la fre­
cuencia de los locutorios, un mancebo no-
frle , pero torpe, se enamoró de su hermosu­
ra : dejóse llevar la R eligiosa, atropellando
con su decoro, y sin reparar que era adúl­
tera á su divino esposo. Conviniéronse los
d o s , que para tener mas ocasión de verse y
Rabiarse con mas libertad fingiese qüe era
su primo hermano, y que necesitaban de ha­
b la r para ciertos negocios y dependencias.
Con,ja frecuencia en las visitas, palabras ca-
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devictos y virtudes. -303
riñosas, rega lo s, dones y dádivas, fue cre­
ciendo mas y mas el amor. A l mismo tiem­
po el demonio les arrojaba á uno y otro fuer­
tes sugestiones contra la castidad. Con estos es­
tím ulos, de tal suerte vino á olvidarse de sí
misma y de su divino esposo, que se resol­
vió á hacer fuga, y salirse de la casa de D ios,
para como incauta paloma dar en las gar­
ras del gavilán infernal.
Aguardó á los silencios de una noche, .
enando las Religiosas estaban ya dormidas, se
salió del dormitorio. Entró en el co ro ; por­
que era tránsito para pasar á una puerta ó
ventana , que estaba en la muralla , que caia
á una plazuela, por donde se habia de arro­
ja r, donde su sacrilego amante la esperaba pa­
ra recibirla. Habia en el coro una imagen de
Cristo crucificado y otra de María Santí­
sim a, de gran devoción para todas las R e­
ligiosas : y al pasar la adúltera por el coro,
•oyó una voz que salia de la imágen de M a­
ría Santísima, que dijos wAdonde cami-
.w n as, infeliz ? Así desprecias á mi Hijo por el
-s í demonio? Quedó herida lá. miserable con
•aquella v o z , turbada y temblando todos sus
-miembros. Pero no pot eso desistió de su de­
pravado intento; antes prosiguió adelante^
aunque turbada: tanta era la fuerza de la pa­
sión que la arrastraba. . - -

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S ®4 Casos tara%
' Pero Dios , que misericordioso derramó fir
sangre de su Humanidad santísima por loa
pecadores, no quiso que aquella simple ove*
juela, que iba descarriada, diera en las garras
del lobo infernal. Caso prodigioso! Desen*
clavóse la imagen de aquel Crucifijo, arran*
cando los clavos de la cru z, y llevándolos en
pies y manos, siguió á la adúltera, que iba
huyendo, y habiéndola alcanzado, levantó la
mano derecha, que tenia con el c la v o , y le
dió una terrible bofetada, y juntamente le cía*
vó el clavo en la mejilla. Cayó herida en la
tierra, medio muerta, derramando mucha san*
gre y con gravísimos dolores. L a imágen
del Crucifijo se volvió y enclavó otra vez en
la c ru z , solo la mano derecha quedó desen*
clavad a, y sin clavo el brazo de la cruz, pa*
ra memoria de aquel prodigio, coma hasta hoy
persevera en aquel convento.
Amaneció el dia siguiente, levantáronse las
R eligiosas, fueron al ca ro ; pero antes de lle­
g a r , oyeron tristes voces y lamentos doloro*
8os. Pasmáronse todas, temblando de entran
Pero algunas de mas va lo r, cobrando alien­
to s, entraron y claramente oyeron estas voc­
ees : w Venid presto, hermanas : venid , y so*
¿acorredme , que me ha herido mi esposo
^Jesucristo, porque ingrata le he faltado
**4 la f e , que je tenia dada, siendoadúl*
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devicios y virtudes. &05.
totera, por haber puesto mi amor en otro.
Quedaron pasmadas las Religiosas :Jlegaron
a l lugar donde estaba, y la hallaron en tier-
•a , bañada en su sangre , con tan crueles do­
lores , que le parecía , que le arrancaban el
alma. Sacáronle el clavo de la m ejilla, lim-
plarónle la sangre , curáronle la herida, y lle­
váronla al coro, llorando con muchas lágri­
mas su culpa. Postráronse todas las Religiosas
ante la imágen de Cristo crucificado y de
M aría Santísima , cantando el salmo del M i­
serere , con el cual David adúltero pidió á
D ios m isericordia, pidiéndole perdonase á
aquella miserable arrepentida.
V olvió en sí la R eligiosa: sanó de la heri­
da; y de allí adelante hizo una vida penitente,
sin salir de la celd a, sino para el coro y
adonde la obediencia le mandaba, ejercitán­
dose en ayunos, disciplinas, mucha oración,
con grande aborrecimiento á los locutorios,
procurando en todo agradar á su esposo, que
lo tenia presente siempre en el coro, désela*
vad a'la mano derecha de la cruz.
> Escarmienten en este caso las Religiosas, y
sepan que solo han de poner su amor en Je­
sucristo su esposo, que es zelosísimo, y
bo permite en el amor de sus esposas el
ipenor desetúdo.

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306 Casos raros

C A P ÍT U L O X X X IV .

Entre lat crueldades, la mayor es agraviar


á la inocencia,

Q | u é hermoso y ameno se ostenta en la


primavera un hermoso jardín poblado de va­
riedad de árboles y flores! A llí .se ve la
v io le ta , la, fragante rosa, la olorosa azu­
cena ; los árboles se manifiestan con hermosas
flores; las parras, rompiendo ya sns verdes
pámpanos, anunciando sus abundantes raci­
mos. Pero qué horroroso y lastimoso espec­
táculo será, si á vista de esta hermosura, vi­
niese una'tempestad ó una turbulenta nube,
que arrojando espeso granizo, lo destruya to­
do, sepultadas en la tierra las flores, segadas
las plantas , ajados los árboles y todo el jar- '
din hecho un total destrozo 1
1 Así sucedió á los tiernos niños inocentes.
Apenas comenzaban á romper estas lucidas-flo­
res , cuando aquella cruel y ementa tempes­
tad de Herodes se ensangrentó , quitándoles las
vidas. Por eso los niños inocentes, que dego­
lló Herodes, se llaman flores de los mártires:
Jare dicuntur martyrum ,fl d
tín , quos in medio frigore infidelitatis , velat
erumpentes Ecclesia ,g
s quadam
a
em
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de viciosyvirtudes. '3
tionií pruina decoxit. (S. Aug. serm. 10 . dé
Sanct.) Así lo canta también la Iglesia* bu
Brev. Rom.

Salvete floret ,
Quos lucis ipso in ,
Christi insecutor su
tli,
Ceu turbOf nascentes rosas.

Bárbara y mas que de fiera fue la crueldad


de Herodes, que hizo tal destrozo en unos ni-
ñosinocentes 1 N o ha habido to rco , ni sci­
ta , ni el mayor tirano del mundo, que no
abomine este monstruo, ni que no.deteste tan
cruel carnicería. Pero quién creerá lo que voy
i decir $ £1 dia de hoy se hallarán entre los
cristianos muchos Herodes y aun mucho mas
crueles. Herodes les quitó la vida del cuerpo;
ipero sus almas, bautizadas con su propia san­
g r e , consiguieron la corona del m artirio, de
los cuales no pocos en el judaismo hubieran
persistido pertinaces, y aun hubieran crucifi­
cado á Jesucristo, sino con las manos, por
lo menos con las lenguas.
Pero cuánto mas crueles que Herodes son,
no los padres, sino los parricidas, que á sus
propios hijos quitan la vida del cuerpo, y del
alm a, á unos antes de n acer, y á otros antes
dq se¡r bautizados! Cuántos maridos, estando
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■ goB Casat tarta
furibundos 6 embriagados, maldiciendo i stí
snuger preñada , encomiendan . la criatura a l
demonio, 6 con diabólico instinto le impe­
tran algún mal ?
Oigase un caso raro, (b) Baecharaeh es un
lo g a r, sito en la ribera del rio r in , en­
tre Confluencia y Maguncia. 'Dicen algunos,
que se apellidó en ortos tiempos ara:
Ara de B a co, por los vinos tan generosos,
que se crian en aquellos términos. En este lu­
gar vivia un hombre, que solo lo era en el
nombre ó en constar de alma racional; por»
que en las operaciones era un bruto.No solo
«o hacia caso de las cosas que pertenecían
«l. alm a, pero ni á las del cuerpo; porque su
.Dios era su vientre, el templo la taberna,
su patrón y abogado el jarro.
E s te , el año de 15 9 5 , dia 14 de marzo en
la dominica de la Quincuagésima, que es el
primer dia de los bacanales ó carnestolen­
das , se entró en una taberna á beber hasta vo­
mitar , y á ju g a r, hasta que vino á perder lo
poco que tenia. L a muger que estaba emba­
razada y cercana al parto, no teniendo lo
.necesario para las fajas y otras cosas, que sé
requieren en una casa , fué á buscarlo: y ha-

(b). Stengel, de div. judie, t. 2, c. 5 4 .


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devicios y virtudes. 309
biéndoló encontrado, le rogó con palabra»
humildes y cariñosas, que se volviese á su
casa. N o hizo caso el bárbaro. Volvió á instar>
la muger una y otra v e z , y descargó en ella
su ira , con golpes , puñadas , puntillones y
malas palabras, hasta que le dijo esta maldi­
ción : A n da, véte con ese vivo demonio, que.
tienes en ese vientre; y. sino le he de pasar
con esta espada, entrándotela hasta la guarní*'
cion. Entonces ella con humildad le dijo:
» G a , marido m ió, no te enojes. Con que
tengo en el vientre un demonio v iv o ? Sin de-:
cir mas palabras, derramando lágrimas y rom­
piendo en suspiros, se fué á su casa. Apenas
Hegó, cuando le dieron los dolores del parto,
que quizas- se le acceleraris por el mal trata­
miento de su marido. Arrojó el feto antes de
tiempo , con la asistencia de la partera y.
otras personas; pero lo qde p arió, fue un
monstruo horrendo; de medio cuerpo arribar
tenia figura de hombre, de medio cueppo aba­
jo de una serpiente, con una cola de tres va­
ras de largo.
- Habiendo el marido ya cumplido con- su
em briaguez, fué á su casa: apenas entró éit
el aposento, donde estaba su m uger, para
ver lo que habia parido, cuando se le arrojó
aquel monstruo con horrorosos silvo s, y en­
redóse en el cuerpo entre las. roscas de s»
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3 10 Casos raros
cola.; é hiriéndole con venenosas picadoras y;,
crueles latigazos, ule puso todo su cuerpo lleno
de ronchas, hinchado, hasta que apretándolo
j estrechándolo con la c o la , exhaló aquella
infeliz alm a, antes que acabase de digerir la
embriaguez, que traia. Muerto el marido, mu­
rió también la muger de pasmo y horror
de ver aquel horroroso espectáculo. E l naons-,
tru o , luego que ejecutó aquel horroroso cas*
tig o , dejó de vivir.
Este caso se escribe aquí, 00 para terror
de las mugeres, que están embarazadas, sino
paraque sirva de enmienda ,á los maridost
porque no hay mayor crueldad , que perder á
los inocentes; y á ninguno de los.mortales le
amenaza mayor castigo, que á los que quita»
la v id a , ó son causa de la muerte de los niño»
inocentes.
Aunque causa horror el referirlo, á cuán*
tos nifios han quitado la vida los mágicos he­
chiceros y hechiceras 1 Qué carnicería no has
hecho en ellos muchas. parteras, como Me-
dáas encantadoras ?
En el Obispado de Basilea y Argentina*
fueron quemadas dos parteras, la una que
faabia muerto cuarenta niños; la o tra , innu­
merables, todos recien nacidos , entrándoles
en las cabecitas tiernas, clavos y agujas muy
crecidas. Entre los daños y maldades, que
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de vicio» y virtudes. 311
el demonio persuade á los magos y brujas*
sus ministros, es que quiten la vida i los ¡no*
centes, sin recibir el bautismo, para privar­
los á ellos de la g lo ria, y que los hechiceros
se condenen y tengan mayor tormento. £ntre
los muchos referiré algunos.
E n el afio de 1558 fueron cogidas en Ber­
lín dos mugeres • hechiceras , que intentaron
con hechizos destruir los sembrados con mu­
chos yelos y escarchas. Para este fin le hur-:
taron á una vecina un infantico, que tenia del
pecho. M atáronlo, hiciéronlo pedazos, y lo
pusieron á cocer al fuego. Sucedió que 1»
m adre, buscando su nifio, entró en la cass
de estas, y vió en una olla al fuego los miean
bros de un parvulillo. Con la sospecha que
tenia de la mala vida de aquellas mugeres, dió
cuenta á la justicia , y confesaron ser el nifio
de aquella muger.
- Condenadas ambas á pena de muerte, con»
fosaron por fuerza de los tormentos, que si
se hubiera acabado de cocer el nifio, que hu­
biera caído tal yelo y tan cruel escarcha, que
sin duda se hubieran perdido todos los sembra­
dos , y todas las plantas hubieran perecido.
N o es macho que las hechiceras maten á
los nifios, si hay madres, que á sus mismos
hijos recien nacidos les quitan la vida. Unas*
que los tuvieron sin estar casadas, y p or.no
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JI2 Casos raroi
• perder su fam a, los matan; otras , por no té»
ner el trabajo de darles el pecho y criarlos*
como yo encontré á una muger casada, que
tenia una criatura de pecho, y le tenia tai
od io , que le daba veneno y zarazas para
quitarle la v id a ; pero no permitió D io s, que
le hiciese m al, porque como era inocentico,
lo guardó su santo Angel. •
- L o que es mas lastimoso; es que mucha»
no se contentan con quitarles la vida del caer*
p o , sino también la del alm a: unas toman
bebidas para abortar; otras se dan puQadas ea
e l vientre4 otras hacen acciones, de donde
te-sigue el aborto; otras apetecen cosas asque*
rosas, estrafías al alimento de lá criatura, dé
donde se sigue, que suelen abortar, por cam»
plir y satisfacer sus deseos ridículos,
v Este apetito ó deseo, que les da á las mu**
geres, cuando están embarazadas, de comer
diversas cosas, que muchas apetecen , y de­
sean cosas inmundas y otras ridiculas; este
deseo, es un vicio del cuerpo, que se llama
nvaciada ti y entre los griegos se llama pica*
Proviene este vicio en el preñado, de que el
alimento que la madre toma» aunque para
ella sea conveniente, para el feto no lo e s ; y
por eso apetece cosas estrafías* Véase á Galepi*
ao , verb# maldita*
í Y volviendo á la materia que llevam os

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de viem y virtudes• 3 13
cuántas madres han ahogado los niños v a pe-*
nas han salido del vientre, sin que reciban el
sagrado Bautismo, por el temor de que si
llo ra n , serán descubiertas, ó por no haber
agua á la mano, ó por no saber la forma del
Bautismo, y no querer llamar quien le bau­
tice, y de esta forma darle la muerte en el cuer­
po y en el alm a, privándole de ver á Dios
para siempre ? O madres crueles! Pues de estas
hay muchas,
, En una carta antigua, que san Uldarico
escribió al Pontífice Nicolao prim ero, se re­
fiere , que en tiempo de san Gregorio halla­
ron unos pescadores en una laguna ó estan­
que grande, seis m ilcabecitas de niños ahoga­
d o s, que allí se habían arrojado de amanceba­
mientos ocultos. Cómo la sangre de tantos
niños inocentes, muertos á manos de sus mis*
mas madres, no clamará á Dios contra ellas,
como la sangre de Abel contra su hermano
Cain ? Quid fecisti? Vox sanguinis fratris tui
clamat ad me de terra. Pero é l , como si Dios
estuyiera ignorante ó pudiera caber en él ig ­
norancia* algun a, habiéndole Dios pregunta­
d o : Ubi est Abel frater tuus ? Se atrevió á
mentirle á Dios, diciendo: N escio: num custos
fratris mei sum ego ? Quién no juzgara , que
al punto cayeran rayos del cie lo , que lo hi­
cieran cenizas ? O qpe del monte salieran dos
X
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3 T4 Casos raros
leones, que lo despedazaran ? Cómo puede se r
bastante castigo para tanta maldad una maldi­
ción de Dios? Maledictus eris super terram»
Así venga Dios la sangre del inocente, que
está clamando al cielo?
Agudamente responde san Ambrosio, que
á tan gran maldad no basta una muerte repen­
tina, por cruel que sea: ese es muy leve cas­
tigo. Ese mismo ha de ser el verdugo, su mis­
ma conciencia lo ha de estar siempre despeda­
zando : padezca una muerte dilatada t viva
siempre con aborrecimiento á la vida y con
deseo de la muerte.
O cuántas madres h a y , que continuamen­
te las está atormentando el torcedor, por ha­
ber quitado la vida á sus hijuelos inocentes!
Siempre les está dando golpes la conciencia:
Quid feeistñ Qué has hecho conmigo madre
c ru e l, que derramaste mi inocente sangre, y
me privaste de ver á Dios para siempre ? Cía*
maré'al cielo contra tí.
E s tan cruel verdugo este de la concien­
cia , y tan intolerable tormento este quid /e-
cw ri, que muchos se despedazaron con sus
mismas manos, 6 se entregaron voluntaria­
mente á la ju sticia , paraque los castigaras
con pena capital, por poner fin á un tormen­
to tan cruel.
Así le sucedia i Herodes, despues del
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de vicios y virtudes. 31
destrozo que hizo en los niños inocentes, qus
considerando la maldad, que habia ejecutado,
eran tantos los dolores, las miserias, las aflic­
ciones y angustias de su corazón, que como
dice Josefa, ¿1 mismo se hubiera despeda*
zado con sus manos muchas. veces, si no lo
hubieran detenido los suyos. Véase el caso que
refiere el Abad Sabacio en el capítulo 18.
Pero moralicemos, y preguntemos á los jue­
ces , ál
os poderosos, á los abogados : Quid
fecisti ? D i t ú , abogado y causidico , qué
has hecho ? La voz de la viuda , oprimida por
tu causa, la voz del huérfano, que desam­
paraste , la voz del pupilo., que por tu causa
vino i su pobreza , está pidiendo venganza
contra tí. D i t ú , senador ó regidor: Quid
fecisti $ Qué hiciste en las juntas de villa ? en
los cabildos? en los ayuntamientos, donde
debieras mirar por los pobres y por el bien de
la república ? Quid fecisti ? La voz del puf
pilo que estaba á tu cargo, y que tú desr
preciaste, la voz del pobre vecin o, oprimi­
do por las injustas exacciones, y que tú no
quisiste oír, clama á mí desde la tierra, y está
pidiendo contra tí justa venganza. T ú , que
estás sentado por tribunal, impío é injusto
ju e z , quid fecisti? La voz del inocente con­
vencido con testigos falsos y acusado de tus
amigos , 6 sobornado tú con los dones que
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316 Castvs raro*
recibiste, y á quien inicuamente condenaste*
está pidiendo venganza contra ti.
Aquel rico , desde los tormentos donde
estaba, pedia á Abrahan algún alivio por me­
dio del pobre Lázaro t Pater Abraham, mxXtq
Lazarum , ut intingat extremum digiti sui
in aquam, & refrigeret linguam meam. Por
medio del amable nombre de padre pide una
gota de agua : Pater Abraham; y no lo consi­
gue. Y no fue otra la causa, sino que el pobre
Lázaro, á quien él cruelmente habia desprecia­
do, obligándole á que muriera de hambre, por
no haberle querido dar una limosna, estaba en
el seno de Abrahan, dando voces contra el ri­
co , y estas voces ocuparon los oidos del Pa­
triarca , paraque no o yera , ó para hacerse
inexorable á las voces del rico.
E llo es ciertísimo, que cualquiera que opri­
me al inocente, ó ya sea por inicuas estorsio-
nes, ó ya sea por injustas exacciones, de forma
que venga á tantas miserias, que también le
persiga la vida, como vemos qué está sucedien­
do en muchas repúblicas, que no ha de alcan­
zar el perdón por mas limosnas que haga, ayu­
n o s, ruegos, ni plegarias, mientras no satisfa­
ga los danos y agravios , que h izo ; porque el
clamor del inocente oprimido , como ocupa el
pecho del Padre de los pobres, son vanas todos
sus voces y postulaciones*
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de viciosy 31/

C A P ÍT U L O XXXV.

La avaricia es causa de todos los males,

S a n Mateo dice : Radix omnium malorum


est cupiditas: ( M atth. cap. i 7 . ) Que la
♦ avaricia es raiz de todos los vicios. Y asi lo
asplicó un docto discretamente sobre las pala­
bras de san Pablo. Cifró todos los vicios en las
cuatro letras de esta dicción,: R . O. M . A. lía -
dix omnium malorum avaritia. No hay oficio
¿an santo, que no lo vicie la avaricia» Así lo
,dijo en otro tiempo aquel orador de la roma­
n a elocuencia T u lio : Nullum est oficium tañí
sanctum, atque solemne, quod non avaritia
molare soleat: Tul Or. pro Quint.
Qué oficio tan santo y tan sagrado pudo
haber en el orbe cristiano como el apostolado?
Pues este lo vició un Judas con la avaricia.
■ Quién entrega los castillos y ciudades? La ava­
ricia. Quién pervierte la justicia en los tribu-
males ? La avaricia. Quién causa los perjurios?
La avaricia. Quién en las mugeres fuerza á la
torpeza ? La avaricia : así lo cantó un Poeta,
aunque gentil. (Propzrt. lib. 3.)
Auro pulsa fides, auro venalia lucran
. Aurum lex sequitur, mox sine leg§ pudor•

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¿i8 Casos rarot
L o que mas aborrece la humana n atu rale-'
* a , aun entre gentiles que es el parricidio,
tiene alientos la avaricia para perpetrarlo. V o y
á referir tina tragedia lastimosa, que sucedió
en cierta ciudad de la Europa, (c)
Cierto soldado estuvo muchos aSos ausen­
te de la casa de sus padres, sirviendo al Rey*
y habiendo enriquecido mucho en la mili­
cia , ya con los sueldos, ya con los saqueos,
determinó volverse á su casa, para socorrer
con sus riquezas, como buen h ijo , á sus pa­
dres^ que eran pobres. Con la ausencia de tan­
tos años , pues desde muy jó ven faltaba de su
casa, y con la mutación de vestido y rostro,
iii él conocia á sus padres, ni podia ser do
ellos conocido.
Ya estaba cerca de su patria una tarde,
cuando encontró una m uger, que iba á una
aldea cerca de la ciudad. Preguntóle, si vi­
vían sus padres, y si los conocia, nombrán­
doles por sus mismos nombres. Respondió la
m uger: Sí los conozco, pues soy bija soya:
yiven y gozan salud. Lleno de gozo con esta
razón el soldado, d ijo : Pues yo soy. tam-
ebien hijo su y o , y tú eres mi hermana, Pero

(c) Stengel. de jud. dict. tom, 3 , cap.


Eagelg. serm. da sanet. M at.

Digitized by Google ,
devicio* y virtudes. 319
viéndole i ella como perpleja y dudosa, des­
montándose del caballó y desnudándose un
b ra co , d ijo : Y paraque no pongas duda,
mira en este brazo la sedal, que saqué im­
presa en ¿1 desde el vientre de mi madre , lo
cual á tí es notorio y á todos los de nuestra
familia» N o pudo la hermana desmentir la se-
fia l; y conociendo que era su hermano» lle­
na de go zo , le echó los brazos al cuello,
dándose alegres parabienes de la dicha de am-
bp s, por haberse visto despues de tantos años,
Y habiéndose detenido los dos en largos co­
loquios» se despidió la hermana» diciendo
¡que iba á aquella aldea cercana, donde es­
taría hasta el di,a siguiente: que fuese i su
ca s a » que sus padres vivian en tal calle y
,en tal casa; y que al (lia siguiente vendría,
.y se alegraría con su venida.
. Entró el soldado en la ciudad, y con las
señas que la hermana le habia dado, presto
.encontró la casa de sus padres. Con rostro agra-
.d able, pero sin darse á conocer, pidió si lp
.querían hospedar aquella noche ? Respondie-
■ ron los padres, que con mucho gusto le Üa-
rian posada. N o lo conocían los padres, por
el mucho tiempo que habia faltaba de su ca­
sa. Parecióle al soldado, no darse á conocer
.aquella noche, hasta la mañana, que viniese
Ja hermana, y fuese mayor el gozo y ale»

Digitized by G ogle
320 Casos raros
g r ia : y así fue tenido por huésped aquella nú*
che. Dispuso una cena espléndida, haciendo
que á su costa se tragesen muchos regalos:
convidó á sus padres á la mesa 2 comieron*
y bebieron unos y otros con gran gusto
y alegria * el hijo por estar á la vista de sus
padres y los padres, aunque ignorantes de
que era su h ijo, por tener un huésped, que
con tanta liberalidad los regalaba.
Iba ya la noche muy adelante, y al sol­
dado con el cansancio del camino y el ca­
lor de la cena, le amenazaba ya el sueño. Le­
vantada la mesa, antes de irse á la cama * sa­
có el fardo que tra ia , y todavía sin darse
d conocer, se lo entregó á su madre hasta
la mañana, pareciéndole, que en ningunas
otras manos podia estar mas seguro: y con
esto se fué con segura confianza á dormir.
Hasta aquí todo ha sido alegria; ahora entran
las tragedias.
Apenas el hijo se entregó al sueño, cuan­
do entró la curiosidad en los padres de descu­
brir el fardo del soldado: abriéronlo y des­
cubrieron gran cantidad de doblones, que
traia para el socorro de sus padres. Hallaron
ser oro cuanto traia. O ! cuán fácilmente
de un vicio se hace paso franco á o tro ! Pri­
meramente fue la curiosidad en los padres : á
esta se siguió la codicia; y despues pasaron

Digitized by C j O O ^ I c
de tíi bidé y v
irtu
d
es3 21
éla*crueldad. Vieron los padres, que la can*
tidad de oro era grande; y ciegos de la co-
d ic ia , no veián como podia ser su y a , sino es
quitando la vida al soldado. Maquinaron la
muerte de su huésped , al mismo que poco an­
tes los babia convidado á su mesa con tanto
gusto. O maldad execrable! Contra vuestro
mismo bienhechor fraguáis la maldad!
Y a dormia el hijo en un profundo sueño,
cuando los padres consultaron la desastrada
muerte de su hijo. Dicho y hecho. La ma­
dre , aunque la mas ñaca en el sexo, la mas
atrevida y fuerte en la crueldad, tomó un
cuchillo: intrépida entró en el aposento: le­
vanta las sábanas de la cam a, y le corta los
gaznates á sn mismo hijo. O pobre soldado,
'que en la guerra venciste i tantos enemigos,
ahora te ves de una muger vencido, y tú mis­
m a madre. No hubieras perdido la v id a , si
no hubieras traído dinero.
• Palpitando el cuerpo en su misma sangre,
lo sacaron de la cam a, y ocultamente lo en­
terraron. Habiendo los padres concluido su
execrable maldad, oculta con las tinieblas de
la noche, luego que amaneció el sol el si­
guiente d ia , se descubrió y se hizo patente
al mundo la mas lastimosa tragedia. Apenas
comenzó á resplandecer la aurora , cuando la
germ ana, que estaba en la aldea, tomó el ca-
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$2S Casos raros
mino para au casa , con las ansias de ve r 4
su hermano. Toda alborozada llegó á su ca-
s a , llama á la puerta, óbrenle; y la primera
v o z , que pronuncia, es: Dónde está her­
mano i Admírame los padres de la novedad
de la pregunta. Vuelve á instar ella. Niegan
e llo s, ignorando lo que decía la muchacha.
Pregunta de nuevo : Dónde está su ?
E ll o s , aunque yo sospechosos, disimulando,
le dicen : M ira , que estás lo ca , qué es Jo
que dices ? Dónde está mi hermano el solda­
do , deseo saber; porque ayer tarde , cuan?
do iba á la aldea, lo encontré con estas sé-
días y estas, vestido con tal vestidura, el rosr>
tro de tal forma. Confieso, que está muy mu­
dado de como estaba, cuando se fué de ca­
za ; ni yo lo pudiera conocer, si no nom­
brara los padres, y me manifestara la señal,
que tiene en el brazo. D íje le , que viniese
á casa, que yo vendría h o y , y nos regocija­
ríamos con su venida: y a sí: Dónde está mi
hermano ?
Ya se deja ver el pasmo en que quedarían
los padres con las razones de la hija. Quedó
su corazón herido con un penetrante rayo del
cielo ; , porque conocieron claramente ha­
ber sido parricidas de su mismo hijo. Horro-
. rizados de tan cruel crimen y maldad, que­
daron cubiertos de una mortal palidez. A llí

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devietos y virtudes. 323
ffaeron los lamentos inconsolables, arrancá­
banse de pena los cabellos , y llenaban la ca­
t a , el aire y el cielo de suspiros. Y herido!
del estímulo de su propia conciencia, no pa­
ra pedir i Dios misericordia por medio de la
penitencia, sino para tomar de sí mismos la ven?
g a n za ; conociéndose reos y merecedores de
un capital suplicio, previnieron ellos mismos
el cadahalso, ofreciéndose cada uno á ser ver­
dugo de sí mismo.
Todo aquel dia lo gastaron en lamentos
tristes, suspiros irremediables y fatales de­
sesperaciones, echando mil maldiciones al oro,
que fue la causa de aquel estrago. Llegó la
noche segunda de esta tragedia; y sin algún
árbitrio se salió el padre solo al campo, y lle­
vando un cordel, se ahorcó de una horca,
que para suplicio de los malhechores tenia la
ciudad , paraque desde lo alto de aquel su­
plicio descendiese su alma al infierno. La ma­
d r e , tomando aquella noche el mismo cuchi­
ll o , con que habia degollado á su hijo , con
él ella misma se cortó el cuello. La hija fue
la que en esta tragedia fatal representó el me­
jor p ap el; pues viéndose entre aquellos tres
cadáveres, lloró lastimosamente tan lamenta­
bles muertes: y conociendo que la codicia
habia sido la causa, aborreció el oro , la co»
dicia y la riqueza»
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3*4 Catos raros
Porque alguno no tenga esta tragedia po#
apócrifa, ni menos la juzgue por antigua, la
traen los autores arriba citados, y sucedió el
afio 16 18 , dia 15 de mayo.
• A qué maldades , crueldades y tiranías
obliga la codicia del o r o ! Bien se ven en este
trágico suceso los males, que trae consigo.
Cuántos hay en el mundo, que por la codicia
del oro cometen el h urto, la rapiña, hacen
falsas escrituras, son perjuros, y aun entregan
el alma al demonio ?

C A P ÍT U L O X X X V I.

'Quién no se compadecerá de las benditas al*


■ y mas ,, si se considerase padeciendo
r con ellas 1

emento vinctorum , tamquhm simul vin­


ctus , dice el Apóstol san Pablo : ( Ad
Hebr. cap. 13 .) Acordaos de aquellos, que se
hallan presos, como si vosotros lo estuvierais
‘también, i mi- seráfico Doctor san Buena­
ventura , predicando<yn^s honras á las ben­
ditas anim as, tomó por tema del sermón las
palabras dichas de san P a b lo , y d ice : que
estos presos son las benditas ánimas del Pur-
•gatorio : Apostolus hortatur omnes christianos
ad compassionem, & suffragia defunctorum -

Digitized by U o o Q le
devicios y virtudes.
teri Purgatorii detentorum. ( D . Bonavent»
serm. de anim.)
- Con razón llama mi seráfico Doctor cár-
eel al purgatorio, en el cual se purga el maa
leve reato ó mancha de la mas leve culpa.
P or eso se ordenó, y dispuso en todos lo»
reinos, que hubiese cárceles en las repú­
b licas, donde los malechores purgaseu sus
delitos; paraque á vista de aquellos castigos,
escarmentasen otros. £1 ejemplo lo tenemos,
no en un v il vasallo, sino en uaa testa cor
roñada. Eduardo, primer R ey de Inglaterra,
por las travesuras de su vida y protervidad
de costumbres, fue por los grandes despo­
jado de las insignias R eales, y preso en una
obscura cárcel, hasta que domadas las pasio­
n e s , quebrantadas las fuerzas con el peso de
la cadenas y grillos, purgado ya de sus v i­
cio s , aprendiese mansedumbre y humildad.
Despues sacándolo de la cárcel, salió tan otro
y tan mudado, que fue con grande honra
sentado en el S olio, donde, olvidando sus
injurias y pasadas miserias, puso por bla­
són de sus Reales armas una cárcel en cam­
po dorado, de la cual salia un pájaro vo­
lando hácia el cie lo , con este epígrafe : Hiñe
fortiits ibo.
Las cuales palabras se pueden aplicar ma»
bien á las benditas almas del purgatorio, que
Digitized by Google
% l6 Catos raros
son las hijas del eterno R ey. Y así el alm a,
como pajarito, libre ya de la cárcel del pur­
gatorio , como decia D a vid : Anima nostra si­
cut paser erepta e s t; puede decir con segu­
ridad : Hiñe fortiUsib o : De aquí sa
fuerte, mas pura y mas santa.
Terrible cárcel la del purgatorio, mas for­
midable , que la mas amarga muerte , donde
no los cuerpos, sino las almas, son atormen­
tadas mas severamente: donde se purgan los
humores pecantes , ya del mucho beber 4
del mucho com er, ya del exceso en el ha­
b la r, ya de cualquiera falta de mortificación
de potencias y sentidos; de todo ha de salir
purgada el alma hasta el último cuadrante:
Nonexies, dice 8. M ateo, inde, donec red-
das novissimum quadrantem. cap. 5>)
Hablando san Gerónimo de este cuadran­
te , dice : Quadrans genus nummi e st, quod
habet duo :m
ta {H ier, in Matth. 5 .) que
u
in
es un género de moneda, que tiene dos
minutos: y es d ecir, que no saldrá el alma
del purgatorio, hasta que pague los mas mi­
nutos pecados: Hoc e s t; non egredieris de
carcere, donec etiam minuta peccata persol­
vas.
Por eso los R eyes, Príncipes y otros jue­
ce s , á los inicuos deudores que robaron el
erario público, los meten en la cárcel, has*
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devicios yvirtu
fá que paguen hasta el último cuadrante. Pe-
ío ningún Rey pedirá tan rigurosamente lo
que se le debe, como nuestro D io s, que el
R e y de los Reyes.
Henrico 111, R ey de C astilla, (d) mayor
en prudencia que en edad, á quien asistía
nn ánimo y valor excelso, supo que el era­
rio público y Real patrimonio se lo tenian
los grandes usurpado; pero lo restauró coa
ton memorable ejemplo. Tenia su corte en
Burgos, ciudad en Castilla la v ie ja , y solia
divertirse en la caza de codornices. Sucedió^
que un dia cansado de la c a za , se vino á pa­
la c io , sin haber comido y sin haber nada
dispuesto. Con esta ocasión le dijo su tesore­
r o , como no habia nada en el Real erario,
que todo el dinero , así propio, como- pres­
tad o , todo se habia consumido. Entonces el
R e y , disimulando su dolor, mandó que se
empeñase su cap a, y se compró un poco de
carnero, y con unas codornices se le dispusd
aquella noche la cena. •
Estando cenando, le dijeron los que le
asistían : n Señor, mejor se portan los grandes
99de la corte, que V . Magestad. Todos los
99 dias se juntan unos y otros, y tienen entre
9

f ' ■' 1 ' ■" ... .............................. '■ +

(d) Mariana de Regis instit, h g, c, 7 .


Google
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328 ' Casas raros
9» sí grandes convites, mesas muy espléadí-i
« d a s , esquisitos regalos, delicados manja-
9» re s, y con grande esplendidez y abundan*
v> cia. Disimuló el Rey por entonces ; y una
noche, que supo que el convite se hacia en
las casas arzobispales, en presencia del Arzoi
bispo Don Pedro Tenorio, disfrazado el Rey,
se fué al convite, y disimulado, estuvo pre­
sente mientras cenaron. Vió la abundancia
de manjares, los regalos, las alegrías, los brin­
dis , y la mesa tan lucida y espléndida. Aca­
bada *la cena y quitadas las mesas , comen­
zó' cada uno á referir con jactancia la opu­
lencia de siis casas. Uno d ecía: A mí me rin­
den mis estados todos los años tantos mil do­
blones : otro decía s A mí de los bienes pa­
trimoniales me rinden tantos m il; y cada uno
decía lo que percibia de las rentas Reales to­
dos los años.
Al otro dia el R ey se fingió indispuesto:
envió á llamar para tal hora á todos los gran­
des , que tenia que consultar ciertos negocios
para el buen, gobierno de su reino. Fueron
todos á la hora señalada, con órden de que
en el salón del R ey no entrasen los pages.
Estando ya todos juntos, entró el R e y ar­
mado todo de hierro, morrión, peto y es­
paldar , y en su mano derecha la -espada des-
embainada. Considérese, cual seria el pavor

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de vicios y virtudes. 329
que causaría á los grandes este espectáculo*
Sentóse en su trono con el semblante aíra*
do , y fue preguntando á cada un o: 99 Cuán*
estos Reyes habían conocido en la edad, que
s* tenían ? Uno respondía, que dos , otro que
tres, según la edad de cada uno* 99 Cómo pue-
99de ser verdad eso , respondió el Rey , cuan-
99 do y o , que soy de menos edad , he cono-
99 cido veiiite Reyes de Castilla ? Todos se ad­
miraban del dicho del Rey y estaban suspen­
aos, esperando en que vendría á parar aquel
espectáculo. Entonces prorrumpió el Rey , y
d ijo : 99 Vosotros todos sois reyes, y ocupáis
po todas mis copias y castillos, y solo á mí
p m e habéis dejado pobre con solo el nom-
49'b.re vacio de R e y . Pues por vida del R ey
99 que tengo hoy de hacer un estrago. Y dan­
do una señal, seiscientos soldados, que tenia
.prevenidos y ocultos, dispararon á un tiem­
po toda la fusilería, y entraron todos con los
verdugos. Pasmados y atónitos todos , juz­
garon era llegada su hora. E l Arzobispo se
echó á los pies del R e y , derramando lágri­
mas , y todos los demas á su ejemplo hicie­
ron lo mismo. Viéndolos postrados el Rey, les
.perdonó la v id a ; pero á todos los entró en
(una estrecha cá rcel, hasta que pagaron al Rey
rlo que le tenían usurpado: Usque ad oovissi-
iPNW quadrantem.
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330 Casos raros
M u y rigurosa es esta p aga, hasta ét ú\tU
mo cuadrante en un R e y : De modico non
curat Praeter; pero en el rectísimo tribunal
del supremo R ey, es decretado, que las almas
de los fieles difuntos sean encarceladas en el*
P u rgato rio, hasta que paguen hasta el último
cuadrante.
Infinitos ejemplos hay de muchos, que se
vieron obligados á pagarlo, ^an Severino, por-
que todas las horas canónicas (atiendan los
Sacerdotes) las rezaba por la mañana, para
estar desocupado lo restante del dia para el pe­
so de otros negocios precisos, estuvo detenido
^n el Purgatorio, padeciendo muchas penas,
hasta que pagase el último minuto: Non exietn
dice san L ucas, inde, donec etiam novissimum
minutum reddas. (Luc. cap. 2.)
Dos minutos son los que pidió el severl-
simo Juez á un Religioso, que refiere Zaca­
rías Boberio en los anales de los Capuchinos.
Un santo Religioso F ray Constantino de san
Salvador, varón virtuoso, que en vida y muer­
te recibió de Dios muchas gracias gratis datas\
pasados algunos dias despues de su muerte , se
le apareció á otro amigo suyo: y preguntán­
dole de su estado en la otra vida le respon­
d ió : A y , ay padre, cuán estrechos so&
los juicios de D io s! Son muy remotos de
tslos juicios de los hombres. Las cosas f qu e i
Digitized by Googk , ■
de vicios y virtude
*9 los que viven les parecen virtudes, se juz*
99 gan vicios delante de Dios, lío por la mi-
« 8ericordia de Dios conseguí la salvación, ya
99gozo de la vista de D io s, pero estuve tres
99 dias en el Purgatorio, que ¿ mí me pare-
99 cieron tres mil años; (ó dura cautividad 1 )
99 y si deseas saber la causa, fue: lo uno, por-
w que hallándome Prelado, contraje algunas
99manchas, que á mí no'm e lo parecían , y
v>omití muchas cosas, que por razón de mi
99 oficio eran de mi obligación, las: cuales
99 fueron examinadas coii mucho rigor en e l
99 tribunal de la divina justicia.
99 La otra fu e , porque fui misericordioso
99 con los Religiosos, mas de lo que es justa*
99 en permitirles algunas cosas , aun dentro d e
99 los términos de virtu d , por darle*' gusto,
99 de lo cual se podian seguir algunas relar
99 jacioines. Por estas dos causas estuve en el
99 Purgatorio los tres dias; y te. lo advierto,
99 paraque escarmientes tú y todos los de-
99 mas. Con esto desapareció , y se filé á -go-
99 zar de Dios.
Pues si un varón tan santo ,' por unos des­
cuidos tan leves, qué en su dictámen no los
juzgaba por culpa, padece tinas penas tan gra­
v e s , qué será quien toda su vida vive des­
cuidado de la salvación de su alma , dado i
los vicios ? Y aunque por la miserkosdia de
Digjtized by O L í & Q le
3 3 * Casos raros
Dios no cometa culpas mortales 4 no repat*
en veniales, dado demasiadamente á la con­
veniencia , dejándose llevar de su amor pro-
.p ió , y otras muchas culpas, faltas y defec­
tos , que quizas no estarian satisfechos*
Y quien, á vista de tan terribles penas, co­
mo allí se padecen, no se compadecerá de
aquellas pobres almas allí encarceladas? A to­
dos nos amonesta el Apóstol.san Pablo: Acor­
daos'de las pobres alma*, que se hallan aprisio­
nadas en.él Purgatorio* como si vosotros lo es­
tuvierais ..también.:O si Dios perm itiera, que
por una h o ra , ó un cuarto de hora, fuera
uno de nosotros encarcelado, y esperimentara
aquellas penas I O cuánto nos compadecería­
mos de las benditas ánimas!
Eleonora, muger que fue del R ey de In­
glaterra, fue encarcelada en una cárcel. Muer­
to su marido, \su hijo Ricardo lá echó fuera
y la libertó. Despues pasando por muchas ciu­
dades de su reino, todos cuantos presos en­
contraba ¿n las cárceles, ios echaba fuera; por­
que sabia por la experiencia, que las angustias
y asquerosidades de una cárcél es gravísimo cas­
tigo* para .los mortales* Considere cada uno, si
estuviera^metido en uti calabozo subterráneo
por algunos dias , ^jué pena no tuviera ?
Mueya * támbien á compasión á los cató­
lico* Ja, conmiseración de un hombre barbaró
t) * jyCjOOglC
de vicios y virtudes. 333,
con unas avecillas. Por los años de 1553* l a ­
yaron á vender á la plaza de Venecia mucho»
pajarillos de canto muy sonoro ; como son ca-
narios, gilgueros, ruiseñores y otros semejan­
tes. Estaban todos enjaulados. Un turco, que
a llí habia, los compró todos : y al punto lea
abrió las jaulas á todos y Ies dió libertad, y
echaron á volar, admirándose todos los pre­
sentes de la acción. Pero les satisfizo, dicien­
d o : que no podia sufrir, que estuviesen en­
cerradas aquellas avecillas y cautivas en aque­
lla cárcel: la cuál él había esp^rimentado con
grandes miserias y calamidades.
Si vieses una casa, que se le pegó fuego,
y se está abrasando, y habiendo salido toda la
fam ilia, solo quedase en la cama enfermo, sin
poderse moyer, un hijo tuyo; no hicieras cuan­
tas diligencias posibles eran para sacarlo y no
pereciera? Pues con los ojos de la fe estamos
viendo, que hay muchas almas en el Purga­
torio , abrasándose en vivas llam as, sin poder
ínoverse; y entre ellas estarán quizás tus pa­
dres, tus hijos, tus hermanos, & c. Pues cómo
tanto descuido en socorrerlos?
N o sé como hay quien deje su hacienda i
sus herederos, fiado en que en saliendo de
esta vida, enviarán muchos socorros á su alma*
citando consta por esperiencia , que en asien­
do la herencia , ya no se acuerdan del difun*

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334 Casoi raro»
to, y es menester andar con censaras, paraque.
cumplan el testamento: de forma, que cuando
lo llegan á cumplir , es tarde, mal y nunca,
y de lo peor; y cuando llega el sufragio, suele
y a haber salido el alma del Purgatorio, áeos*
ta de penas y tormentos.
Cuéntase de un hombre noble, que tenia
tres hijos, que se mostraban muy amantes de
su padre. Estando este cercano á la muerte,
llamólos á todos tres; queriendo esperiffien-
tar sus ánimos y el mayor amor de cada uno9
para dejarlo mejorado en su testamento, pre­
guntó primero al m ayor, que determinaba
hacer en alivio de su alm a, cuando saliese
de esta vida ? A lo cual respondió: que habia
dé edificar una cap illa, donde todos los a
se habian de ofrecer por su alma muchos su­
fragios y aniversarios.
Preguntó luego al segundo: Y tú, h ijo , qud
harás por tu padre difunto, en que se mani­
fieste tu afecto ? Y respondió : que habia de,
fabricar un tem plo, donde todos los dias se
dijesen muchas Misas y sufragios por su al­
ma. Abrazó el padre á su h ijo , por el grande
amor que manifestaba. Finalmente el hijo me­
nor manifestó libremente su voluntad , dicien­
d o : Yo , padre mió, ofrezco hacer por tu al­
ma tanto, cuanto cada uno de mis hermanos
ha prometido hacer por tí. E l padre, juzgan-

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devicios y virtudes, 33
jfo que su promesa era v a n a , por lo mucha
que prometía, él se ratificó en e llo , dicien­
do , que él solo había de hacer lo que los dos
hermanos habían prometido; y dió la razón,
diciendo: v>Porque, cuando salgas de esta vi**
end a , ninguno de mis hermanos ha de cum-
en plir lo que ha prometido ; y por eso digo,
st que yo haré lo que ellos hicieren.
Esto es lo que estamos viendo que suceda
en este siglo tan corrompido por la codicia:
. de esta forma se vive y se m uere: los pa­
rientes , los consanguíneos, los herederos pro­
meten montes de oro; pero en espirando el
difunto, nadie se acuerda de él.
Lo del pez de san P ed ro, que dió de sil
boca la moneda para pagar el tributo al Cé­
sar. Y no dice el tex to , de que especie era
nquel pez. Lo ignoraba san Pedro ? N o ; que
era pescador. Pues cómo lo deja sepultado en
el silencio? Representóse en san Pedro, lo que
pasa en el mundo. Tiró el anzuelo, picó el
p e z , sacólo. En saliendo del ag u a , muere el
pez : abrió la boca y entregó la monedar
entregarla y espirar, dando la última bo­
queada , todo fue u n o: y así parece que di­
jo Pedro : P e z , tú te has muerto, y me has
dejado tu moneda? Pues anda, que ni sé
quien eres, ni te conozco. O pobre del que
muere ! Deja su hacienda, su dinero , su orq

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33« Casos raros
y su p lata; y en espirando , no hay quien sefc
acuerde de él.
' Un vulgarísimo ejemplo en esta materia
refiere P ererio, que sucedió en Lisboa. M u ­
rió un, hombre, dejando á su hijo toda sa
hacienda, la cual habia adquirido con bas­
tante sudor y trabajo. Moria muy alegre
y contento, porque á su hijo lo dejaba muy
r ic o , y que le descargaría su conciencia, pa­
gando las cargas que tenia, y que aliviaría
á su alma de las penas del Purgatorio con mu­
chas limosnas y sufragios, cumpliendo exac­
tamente su testamento.
Engañóse el miserable en su dictámen. M u­
rió el padre; pero el hijo al punto se olvidó
de é l ; pues no solo no cumplió el testamen­
to , pero ni aun un ochavo dió de limosna
por el alma de su padre. O corazón mas que
de fiera! Uno, que habia sido amigo de su pa­
dre , sabiendo el poco cuidado que tenia de
cumplir el testamento, llegó á reprehender al
m ancebo, que habiendo recibido un tan cuan­
tioso patrimonio, no cuidaba de su alma. A
lo cual respondió el h ijo : E s verdad que no
cuido del alma de mi padre; porque mi pa­
dre , ó está en el cie lo , ó en el infierno, ó
en el Purgatorio; si está en el cie lo , no ne­
cesita de sufragios: si está en el infierno, N ulla
‘est redemptio, será en yano cualquiera cosa

Digitized by Góogle
de viciofy virtudes. jj?
tyfte haga por su alma: si está en el Purgatorio,
Una vez ya que está segura de su salvación, su-'
fra con paciencia, hasta que libre de las penas,
pase i gozar de Dios. O barbaridad 1 O tira­
no y mas que cruelI
P e ro , 6 pena digna de un hombre, que ol­
vidado de sí mismo, cuando v i v o , quiere
que otros se acuerden de él despues de muer­
t o ! Antes de morir conviene hacer sufragio*
por nuestra alma.
Refiere Tomas Cantimprato, que un di­
funto , por los méritos de cierto Santo devoto
su y o , volvió ¿ la v id a ; y entre otras cosas
que contó que habia visto , fue un a, el haber
visto en el Purgatorio á un amigo suyo en
medio de aquellos tormentos, con gran go-
*o y alegria, riendo y cantando. Y pregun­
tándole la causa de tan gran g ozo, respondió:
ss Todo este gozo que tengo e s , porque me
V) ha revelado Oios en este instante me ha na-
V) cido un nieto, que llegará á ser Sacerdote,
v>y en su Misa nueva saldré de estas penas y
v> volaré al cielo. Gran consuelo! pero muy
tarde, para quien tanto está padeciendo. Y que
haya católicos, que pudiendo luego al punto
sacarlas del Purgatorio con Misas, con oracio­
nes, limosnas y sacrificios, tengan corazón
para verlas padecer, pues con los ojos de la
fe lo y en , sin querer socorrerlas ?
Digitized by G ^Ie
53® Caso» rarot
Aunque no {aera sino por nuestro propio fu*
teres deberíamos socorrer á las benditas áni­
mas ; pues conforme lo hiciéremos con ellas,
así lo harán despues con nosotros. Y aún en
esta vida saben socorrer las benditas ánimas
sus necesidades á aquellos que las socorren.
: Refiere el erudito E ngelgrave, que en Qé?
nova sucedió el afio de 1 663 , que una pobre
viuda tenia un solo .hijo, que con su trabajo
cuidaba de mantenerla. A este lo cautivaron
los moros. Necesitaba para su rescate de 300
pesos: y siendo suma su pobreza, se vió pre­
cisada á pedir una limosna para su rescate. Ua
'dia yendo pidiendo su limosna , encontró con
un pobre Sacerdote , que no tenia por quien
decir M isa, para poder mantenerse. La buena
m u ger, de los dinerillos que había recogido
le dió al Sacerdote, paraque aquel dia dije­
ra una Misa por las benditas ánimas. F u é el
Sacerdote, y dijo su Misa.
A l dia siguiente, yendo la viuda pidiendo
«u limosna, se encontró con un caballero de
buen p orte: refirióle su necesidad; y movido
de compasión le dió una libranza , firmada de
.su mano y de su nombre para un mercader
de aquella ciudad, en que la libraba los tres­
cientos pesos para el rescate de su hijo.
, M uy alegre fué la muger al mercader : en­
vególe la cédula; y apenas la le y ó , y reco*
Digitized by Google
df viciesy virtudes. 33
soció la letra y firma s cuando perdido el
c o lo r , quedó pasmado. Y volviendo en s í , lo
dijo á la muger t Quién te ha dado esta cé-
dula ? Qué sefias tiene ? Dónde vive ? Cómo,
se llama? E ll a , en la manera que pudo,, le dió
las sefias del sugeto. Replicó el mercader:
Y si áeste caballero lo vieras retratado, lo
conocieras í Respondió, que sí. ' Entonces la
entró en un aposento de su casa, donde te­
nia diversas pinturas y retratos de todos sus
antecesores, padres, abuelos y demas as­
cendientes. Díjole el mercader: Cuál de to­
dos estos te parece que será el que te dió la
cédula? Y habiéndolos mirado todos, puso lo*
ojos en uno; y señalando con el dedo, di­
j o : Aquel es el que me dió la cédula. Y era
su .padre del mercader , que habia ocho afio*
que habia muerto , y habia salido del Pur­
gatorio con la Misa ¡, que mandó decir la
muger. Pasmado el hijo y gozoso, por saber
que su padre habia volado al cielo por v ir­
tud de aquel sacrificio, le dió gustoso á la
mnger los 300 pesos, como su padre se lo
mandaba con los cuales sacó á su hijo del
cautiverio.
Este caso nos da á entender, que no se
minoran las haciendas por dar limosna á las
benditas ánimas; antes bien es el mejor medio
para acrecentarlas: de esta materia hay mu-
Digitized by Go :
$4d Casos
ehos ejemplares. Roguemos i Dios por la s
benditas ánimas , paraque Dios las libre de
aquellas penas, y haya quien ruegue por no-
«otros, cuándo salgamos de esta vida.

A L G U N O S CASOS R A R O S
adicionados á este libro.

Muchas recaídas en un mismo pecado seña­


les son, que el propósito de la confesión no es
~ verdadero. Confírmase con una historia
muy peregrina.

O ig a m o s un caso sucedido en nuestros tiem­


pos , y lo escribió un autor fidedigno, por
cuyas manos pasó. Un mercader sevillano,
para aumentar su caudal pasó á Indias, y
embarcóse juntamente con su manceba. Al
cabo de algunos dias de feliz v ia g e , le*
sobrevino -una tempestad: arrojaron al agua
las mercadurías , pidiendo tódos confesión,
y misericordia, y mas que todos los dos
am igos, proponiendo la enmienda de nun­
ca mas volver al pecado. Plegue á Dios no sean
propósitos de alforja, que duran mientras du­
ra pasar el charco. Al fin pasóse la tempestad,
templóse el m ar, serenóse el cielo , y aporta­
ron á Manila, fin de su derrota; pero prosi­
guieron en su pecado como de antes.
' Digitized by (jíbogle
devicios y virtud
A l cabo de algún tiempo ofrecióse el mer*
cader haberse de embarcar para poner en co­
bro su hacienda : llevóse también consigo á la
am iga: luciéronse á la v e la ; y pasados algu­
nos dias obscurecióse el cielo, embravecióse el
m a r, soplaron vientos encontrados, crecieron
las olas, granizaba el cielo piedras, llovían
ra y o s , cerróse la noche, y las esperanzas del
remedio á todos los navegantes. Estrellóse Ja
nave en un peñasco con tal fuerza, que se hi­
zo pedazos, anegándose casi todos. Andaba.el
mercader fluctuando entre las olas: encontró
con una tabla del n avio , asióse de e lla ; y la
muger, que andaba en los mismos peligros, dió
en la misma tabla., y asióse del otro lados
de esta manera iban entreteniendo la muertes
conociéronse, y maldecían su mala vida. O mal
hayan los gustos! M al haya el deleite, que tan
amargo dejo tiene 1 O Dios Omnipotente apiá­
date de estos pecadores, que si de esfe lance sa-
. limos, muy diferente vida será la nuestra. Pasó
la noche, vino el d ia , sosegóse el m ar, y
ellos se hallaron cerca de la orilla, con unos
rostros de difuntos, como gente que se habia
visto en la garganta de la muerte y del in*
fierno. Reparáronse como mejor,pudieron; jf
fuéronse por tierra á Manila. :
Quién creyera, que este hombre no se habia
de entrar C artujo, y que la qtuger no se ha*
Digitized by Go ^le
342 Casos raros
bia de retirar á unas soledades de Marsellá á
llorar sus pecados como otra Magdalena ? Nada
de esto hicieron, sino que volvieron i su ma-
la vida, como si tal no hubiera sucedido. Dió-
le Dios en breve al mercader una enfermedad
de muerte: vino el médico, y díjole : Señor,
malo estáis, tratad de confesaros, disponed
vuestras cosas. A y de m í, dijo el enfermo,
para qué me tengo de confesar! Ya estoy con»
denado, no hay para mí remedio, ni miseri­
cordia. Espantáronse los presentes, acudieron
al colegio de la Compañía de Jesús por un
Confesor: entró en el aposento, y díjole el
enfermo: Para qué se cansa, Padre; que y a no
hay remedio para m í: yo estoy condenado.
Pues, Señor, dijo el Padre, en que se fundan
ésas palabras de tanta desconfianza ? Respon­
dió el enfermo: En mis enormes pecados; por­
que has de saber: : y contóle todo el discurso de
su vid a, como aquí queda referido; y conclu­
y ó , diciendo: M ire, Padre, si merezco mil in­
fiernos. Y dígame , Señor, dijo el P ad re; De
toda esa mala vida no le pesa ? N o quisiera
i no haber cometido esos pecados? Cómo si
quisiera, dijo el enfermo, no quisiera ha­
ber nacido, y quisiera mil veces haber muerto,
antes que haber ofendido á Dios. Pues déme
'esa mano; que de parte de Dios le ofrezco
• u misericordia , perdón y saltación. Q u é , me
i Google
devicios y virtudes.
puedo salvar i N o solo puede, sino que se ha
de salvar. Pues mi alma pongo en sus manos*
£1 Padre le dispuso, y dijo : L o primero de
todo, salga de casa esa muger. Que salga , di­
jo el enfermo; nunca yo la hubiera conocido.
Salió, confesó con mucho dolor sus pecados, y
quedó muy consolado. Vino el médico des­
pues , y como estaba con la quietud interior;
la mejoría del alma se comunicó también al
cu erp o: hallóle mdcho mejor y fuera de pe­
ligró por entonces.
Dábanle mil parabienes los amigos: mila­
grosa salud, decian todos. Así qué estoy me­
jor? decía el eftférmo : Qué estoy fuera de pe­
lig ro ? Sobrada priesa rae dieron en confesar*
y echar de casa aquélla pobrecita sin amparo:
o la , llamad á fulana, que se llegue hasta aquí.
'Vino la amiga con grandes quejas , de que as(
la hubiesen echado de casa. Qué queréis, di­
jó el enfermo, que aquel Padre estuvo imper­
tinente: harto lo sentía y o ;-p e r o el médi­
co ha dicho, que estoy fuera de peligro. Llo­
raba la amiga la enfermedad, y él, para aca­
llarla , tomóla la mano: llególa al rostro; y con
el beso dió el alma á satanás, porque espiró
en brazos de la am iga; y llorará el desdicha*»
do por una eternidad sus propósitos de alforja
y sus recaídas.

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344 Catos raros

Desgraciada caída de un santo , no


huir de la» ocasiones. Caso
estupendo.

U n santo hermitaflo, que se llamó Die­


go y despues Santiago, triunfando solo del
demonio, cuando huyó el peligro, buscó
las soledades desde su edad prim era, don*
de vivió con admirables ejercicios de virtud
quince años. Favorecióle Dios con la gracia
de hacer milagros, curando enfermos y sa­
nando endemoniados. Con esto creció la fama
de su virtu d ; y el demonio envidioso, poi
medio de unos samaritanos, que, allí habita­
ban , enemigos de la f e , le hizo algunas per­
secuciones. (Jna. fu e , que se concertaron con
una mugercilla deshonesta, dándole algún di­
nero , y ofreciéndola mayor suma, si fuese
bastante , para hacerle caer en culpas de tor­
peza. Parecióles con esto , que si caia en lá
sensualidad, le echarían de toda aquella tierra,
corrido y afrentado.; y eso mismo intenta­
ba el demonio; porque convertía á muchos
con sus milagros á la fe de Jesucristo : la
muger tomó su dinerillo, y con la esperanza
de otra mejor paga, se fué aquella noche á
lá cueva de Diegoí Llegó á media noche ,
llamó asustada, como quien se hallaba acó-
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devicio* y virtudes. 345
metida 6 seguida de alguna fiera. N o quiso
abrir el 'Santo, sin saber quien e r a , con que
e ll a , fingiendo ser criada de un Convento de
Religiosas de aquel yerm o, y que venia de
cierto pueblo de recoger limosna; dijo, que
la babia cogido la noche en aquel parage; y
concluyó , pidiéndole por amor de Jesucris­
to , que la recogiese, porque estaba para mo­
rir de escuchar bramidos de las fieras, que
atravesaban el monte. Creyóla D ie g o , y te­
miendo ser causa de su muerte, si le negaba la
entrada, abrió ia puerta, y dejándola en el
primer tránsito, se retiró á otra celdilla, que
tenia mas adentro; y cerrando la puerta, que
dividia la mansión, la dejó sin riesgo; y ¿i
á su parecer, quedó seguro.
N o habla pasado mucho ra to , cuando la
maldita muger comenzó á dar grandes gritos,
pidiendo al Santo que la socorriese. Abrió
una ventanilla, que tenia la celda, y vióla
en el suelo, haciendo mil visages, y dándose
muchos golpes. N o sabia Diego el mal que
ten ia ; y ella le dijo coa mil invenciones y
embustes : P ad re, por la sangre de Jesucris­
to , que me haga la señal de la cruz sobre el
corazón; porque tengo un mal en él tan ter­
rible , que no lo puedo sufrir, sin que me re­
m edie, ó sin arrancarle del pecho, paraqu#

Digitized by Google
34« Casos raros
cese este dolor, con que me mata. A esto afia­
dla arañarse los pechos con alguna furia*
aunque no sería con mucha fuerza. Movióse
á compasión el hermitaño; salió de la cel­
da , hizo mucha lumbre; y tomando un po­
co de aceite bendito mojó en la mano dere­
cha para untarla el corazón, y entre taoto pu­
so la izquierda sobre las llamas, que habia en­
cendido para que el contacto de aquella mu-
g e r , en ocasión, i su parecer,
no le inficionase, y paraque el fuego ma­
terial no permitiese entrar el fuego de la lu­
juria en su corazón.
De esta suerte estuvo por espació de tres
h oras; porque como la muger no miraba
que el Santo padecia en la una mano, juzga­
ba abrasarse en sus deseos por la otra ; y así*
como sin alivio le decia que la ungiese mas
y mas, y descubriéndole los pechos, donde fin­
gía el dolor Quemáronse los dedos en fin
con la perseverancia, hasta derretirse sobre la
lumbre. Apenas vió la muger semejante cosa,
cuando llorando amargamente su c u lp a , y
pidiéndole perdón al Santo, propuso hacerse
cristiana , y llorar su pecado eternamente*
D ió gracias á Dios el valiente soldado por la
victoria , que habia conseguido, y perdonán­
dola el tormento * de que habia sido causa*

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dé vicios y virtudes, 34?
la envió al Obispo de la ciudad de Alejan*
dría t el cual , en bautizándola, la entró en
un convento de Religiosas, donde acabó su
Vida santamente.
Costosa victoria y sangriento triunfo fue
el de esta batalla; pero en fin fue triunfo. Pe*
ligroso combate, donde á costa de tanta san*
gre se sale victorioso. N o presumió este San-
to salir con victoria de tan fuerte enemigo*
sino es con las armas de su propio tormén*
to. V enció; pero á no usar de la industria, i
no tirar los sentidos hácia la parte del dolor,
se le abrasara el alma en diferente incendio*
Tan peligrosa es la cercanía y tan arries­
gado se hallará quien no se retirare de seme­
jante fuego. L a mayor evidencia nos dará el
mismo Santo.
, Treinta alfós pasaron despue* de este su­
ceso , los cuales gastó Diego en otra cueva
mas retirada en las entrañas del desierto , hu­
yendo de semejantes ocasiones :• allí pasó to* .
do este tiempo con el sustento- de unas y er­
b a s , que nacian junto á un .arroyo, que 1«
ofrecia á su sed sus cristales i allí tampoco se
escondió su lu z ; y venían -los monges de
treinta monasterios á tomar consejo «de sos
canas, en órden á la seguridad de su salva­
ción ¡ era el oráculo y maestro de aque-

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34« • Casosraros
lias soledades: venían por doctrina, y v o l­
vían edificados; de suerte, que su vida en
aquel retiro era espejo, donde la santidad de
los mas perfectos monjes se miraba. Volvió
i envidiarle el demonio, y prosiguiendo en
su pasada envidia trató de ofrecerle otro lan­
ce , y ponerle en otra ocasión semejante á la
pasada, para destruirle. Nadie se fie en que
Salió bien de un peligro, para ponerse en otro;
que perseverando la misma fragilidad de este
barro de nuestra naturaleza, no hay seguridad
de no quebrarse hoy por la firmeza de ayer.
Bien á su costa llo ró , para escarmiento de
locas confianzas, en esta segunda ocasión
nuestro hermitano su ruina.
Entróse el demonio en una doncella, hija
de un hombre poderoso: atormentábala con
excesiva crueldad, y decía á grandes voces,
que no cesaria en el tormento, ni dejaría
aquella posesión, hasta que le sacase el her­
mitaño Diego. Los padres, deseosos de la sa­
lud de la doncella, no dejaron diligencia que
no hiciesen, hasta' que sabiendo donde está­
b a n se fueron á ¿ I , y representándole el tra­
bajo de su h ija , le rogaron alcanzase de Dios
su sainó, librándola con sus oraciones de tan
cruel tormento. Hizo Diego oración, huyó
el demonio, y con sn fuga, le dejó armado la-

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de victos y virtudes. 349
feo para »a despeño. Dieron gracias á Dios to*;
dos por la m aravilla, que habia obrado por su
sie rv o , y temiendo que volviese el demonio
i la posada, determinaron dejar en compañía
de Diego la doncella dos dias, asegurando
con eso la salud, sin sospecha de la recaída.
■ Rogáronle lo tuviese por bien s y el que an­
tes resistió, cuando mozo, abrir la cueva á una
m uger, que juzgaba con riesgo de la vida;
ahora sin ningún reparo no escusó la compa­
ñía del áspid para su veneno.
' Quedóse la doncella en la primera celdilla,
y. entróse Diego en la segunda , que tenia re­
servada , para cuando era necesario recibir un
huésped. Estando , pues, la primera noche en
su retiro, comenzó á pensar én la hermosura
de su huéspeda : tras esto le vinieron deseos de
gozarla: ofreciósele para conseguirlo el lugar
ápropósito, la cercanía , la soledad, el silen­
cio y las tinieblas de la noche, todp á medida
del deseo, para hacerse señor de su hermosu­
ra. N o lo habia imaginado, cuando lo ptiso en
ejecución. Violó la doncella , bien descuidada
de semejante desdicha: y añadiendo delito á de­
lito , la quitó la vid a, despues de gozarla, y la
echó en el rio vecino de la cueva.
. Q uién, para ponerse en peligros del al­
ma, se fiará-en las pasadas victorias? Quién ss

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35<7 Casos raros
asegurará con este ejemplo ? Quién no conoce-
rá su fragilidad con esta caída ? Quién con ti-'
nuará las visitas de la casta doncella, ocupan­
do gustoso silla junto á su entrado? Quién por
mas viejo y santo que sea, no se armará do
alas, con que vuele, para salir vencedor de tan
evidente peligro? Un hombre con cuarenta y
cinco años de soledad, mortificación y pe­
nitencias : un soldado tan valiente , que se de­
jó abrasar las manos en otra ocasión , por no
caer en la culpa : ya cuando despues de tantos
años habia de estar mas diestro en las bata­
llas , cuando babia de prevalecer coa mas va­
lor contra el v icio , no solo cae en la torpeza,
puesto en la ocasión , sino que dando de uno
en otro despeñadero, añade al primer error Ja
traición y el homicidio; y habrá quien diga,
que estará seguro en semejante riesgo, siendo
visofio en vencer el vicio ? Bien puede ser que
haya quien lo diga; pero diréle yo con san Ci­
priano, que se engaña. Esta es la desdicha,
dice el Santo , que no solo con la noticia,
sino con la esperiencia de la agena ruina , no
teme la incredulidad de nuestra dureza , en el
propio riesgo, la propia desgracia. Vuelva
los ojos á este hermitaño penitente, el que
tuviera en sí alguna confianza; mírele tan re­
catado en los peligros, que por no morir en

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de vicios y virtudes. 351
e llo s , cKó', prevenido, cauterios de fuego al.
cu e rp o , antes de sentir la ponzoña en el al­
m a : mírele con tanta aspereza de vida , que
solas dos veces en la semana salia de* su cue­
v a á coger unas yerb as, con que se sustenta
b a : adviértale victorioso contra el demonio
muchas veces; y véale á la ve je z,. cuando
menos temia al fuego, abrasado; cuando, ha­
bía de.ser mas valien te, mas rendido; cuan­
do había de hollar el v ic io , sujeto á la infa­
mia ; y sepulte las confianzas necias en su con­
fusión , valiéndose de las armas seguras del re­
tiro para la victoria.
Varios pensamientos le vinieron de deses­
peración á D ie g o , despues de la ejecución de
sus delitos: como había sido su caída de tan,
alta santidad, sintió mas el golpe , y le pare­
cía desesperado el remedio. Puése por los mon­
tes confuso y triste, viendo que en breves
instantes había perdido para con Dios la gra­
cia , y con los hombres el crédito. Cada ins­
tante le parecía que le buscaban para castigar­
le : no encontraba fiera, que no la juzgara
ministro del cielo para Ja venganza. De esta
suerte vacilaba errante por el desierto , hasta
que determinó de una vez retirarse á región
donde no le conocieran, y volverse al siglo.
Pero usando Dios de misericordia, paraque

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35® Casos raros
si como hombre frágil cayó eo las colpas, co ­
mo cristiano buscase la salud de su alma ea>
la penitencia; acordóse de la negación de san
P ed ro , y el perdón tan presuroso que con­
cedió el cielo i sus lágrim as: hizo memoria
de D a v id , que despues del adulterio y ho­
micidio , llorando su culpa, también fue per*
donado; y volviendo sobre si, determinó imi­
tarlo en la penitencia. Cerca del camino que
llevaba , vió á esta sazón un sepulcro antiguo,
i manera de cu ev a : entró en é l ; y hallando
muchos huesos de difuntos, ya casi hechos
ceniza con el tiempo , los arrimó á un ladoi
volvió á cerrar por dentro la puerta como pu­
do , y arrojándose contra la tierra, comenzó
á confesar con tiernas y abundantes lágri­
mas ai cielo su delito. De esta suerte estuvo
diez años sin hablar con nadie , haciendo as­
perísima penitencia, sepultado en vida. Abría
la puerta una vez en la semana, y alargando
el brazo, alcanzaba algunas yerbas de las que
se criaban junto al sepulcro, y luego cerraba
en cogiendo el sustento. Aquí lloró de dia y
de noche tanto tiempo la caída de un instan*
t e , y en fin pudo tanto su penitencia, que
le volvió Dios á su gracia, y no solo eso, sino
que quiso hacer notorio á los hombres el per-
don de su culpa.

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devietos y virtudes. 3
V in o una sequedad may grande’ e n a q u ella
tegion á este tiempo, en que no solo los
campos se esterilizaban, sino los hombres y
animales con la sed perecían. Continuábanse
por todas las ciudades muchas rogativas, para*
que en tanta calamidad usase de su misericor­
dia el cielo. Esta ocasión tomó D io s, para
dar á entender que ya había hecho amista­
des con su siervo. Reveló al Obispo de la mas
vecina ciudad, que un varón santo , que ha­
bitaba en un sepulcro de aquel desierto, seria
poderoso para alcanzar lo que oraciones de
tantos no podian. E l Obispo al instante juntó
él clero , y con todo el pueblo en proce­
sión fueron en busca su ya: hallaron el sepul­
cro : llamaron i voces: propusieron su nece­
sidad : hizo el Obispo su súplica; y Diego, sin
abrir la puerta, solo respondia con lágrimas:
Perdonadme, Señor, perdonadme mis ,
perdonadme mis maldades. De esta suerte los
despachó llenos de desconsuelo, por ver que el
ministro que Dios tenia para abrirles el cielo,
no les respondia la menor palabra. Volvieron
á continuar sus penitencias, sus ayunos y sus
procesiones; y volvió Dios á decir al Obispo:
Vé á mi siervo D iego, como te ha sido
do, y persuádele que haga oración en estos
trabajos que padecéis, y librará

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854 Caset toros
V olvió el Obispo á la coeva como anfes,
y pidióle que rogase á Dios por su necesi­
dad, y porque Ies había revelado, que por me­
dio suyo tes daría remedio. Hízolo a s í, oyen­
do que Dios lo había mandado , y luego se
vistió el cielo de nubes , y se llenó la tierra
de las amorosas lluvias, que taato deseaba. j
- Dieron todos gracias á Dios por el bene- |
ficio; y viendo que en Aquella tumba tenia
el cielo guardado semejante tesoro, quisieron
gozar de su riqueza, y trajeron cuantos en­
fermos había en la comarca, á los cuales di<$ >
•alud con su bendición. Pidió al Obispo, que
en llegando su muerte . le sepultase en aquel 1
mismo sepulcro, paraque fuese su descanso en i
la m uerte, quien en los naufragios de su al* i
ma había sido el puerto seguro de la vida. 1
Ofrecióselo a s í; y de allí á poco tiempo dió l
su espíritu al Señor , siendo de edad de seten* ¡
ta y cinco años: los cuales repartió, quince ¡
en la primera cueva desde los yeinte , en que 1
dejó las ocasiones del mundo, y allí fue donde j
se entregó á las llamas, temiendo las cerca* |
nías del sensual fuego; treinta años estuvo en j
la otra cueva mas retirado, donde cayó en
los delitos, menos advertido que la vez pa­
sada en ponerse al riesgo; y diez años en el
sepulcro, llorando su pecado. Allí m urió, y

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de vicios y virtudes. 35 $
a llí fue sepultado por el Obispo con mucha»
aromas y preciosos bálsamos, en cumpli­
miento de la palabra, que le había dado; y
despues en el mismo lugar se fundó una Igle­
sia , con la advocación de Santiago hermita-
fio , celebrándose cada afio su fiesta con gran
regocijo.
Con lo cual se pone fin á este lib ro : y
todos los casos que van aquí puestos, sean
para escarmiento de los pecadores, y que se
enmienden en sus v icio s; y paraque los jus*¿
tos perseveren en gracia, huyan de la culpa,
y se ejerciten en la virtu d : Así sea. Su M ^
gestad les dé su gracia. Amen.

LAUS D EO .

O M N IA SUB CORRECCTIO S A N C U
Romana Ecclesia,
í
TABLA
de los capítulos contenidos en este
libro.

C a pítalo I . De laobedien
ben tener las mugeres casadas á sus ma­
ridos. I.
Cap. 2. D e la paciencia tolerancia en las
adversidades y trabajos. 2 1.
Cap. 3. Cuanto mas abunda en los pecadores
la m a l i c i a , tanto mas abunda en
misericordia. pag. 3 1.
Cap. 4. Antes se ha de perder la vida, que
faltar á la verdad. pag. 37.
Cap. 5. No solo la música deleita con el can­
to , sino que por medio de ella alguna vez
el demonio produce encantos y supersti­
ciones. pag. 43.
Cap. 6. De las brujas. pag. 47.
Cap. 7. De la ociosidad, madre de los vi­
cios. pag. gl»
Cap. 8. Devoción á María Santísima
dulcísimo nombre. pag. 60.
Cap. 9. E l mundo es un traidor, que d lo me­
jor falta én sus promesas. pag. 6$.

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Cap. 10. Bailes de hombres y mugeres,
siónde muchas maldades. 70*
Cap. 1 1 . Que la limosna aumenta la -
■ da. pag. 79«
Cap. 12. D e la perseveranda en la
- tud. pag. 92.
Cap. 13. De la liberalidad. 98.
Cap. 14 .Pruébase con ejemplos, que los
. gundos matrimonios suelen ser poco -
- dos. pag. 107:
Cap. 15« Triunfos de la castidad, pag. n g .
Cap. 16. Daños de la lascivia, pag. 129.
Cap. 1 7 . Soberbia castigada. pag. 13 7 .
Cap. 18 . Siempre acusa la conciencia, p. 144.
Cap. 19 . Por revelar los secretos se siguieron
muchos daños. pag. Ig8.
Cap. 20. De la disolución de las doncellas se
siguieron muchos daños. pag.
Cap. 2 1 . Querer saber las cosas por arte má-
■ g ica , es ilícito. pag. 178.
Cap. 22. Gran lástima tener las llaves del
cielo para abrir y cerrar, y quedarse sin
entrar en él, pag 1841
Cap. 23. Muchos jurisprudentes tuercen el de­
recho. pag. 194*
Cap. 24. Conforme es la vida , así es la
! te. pag. 202.
Cap. 25. En la juventud malas compañías,
\
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: fin muertes desgraciadas. pag. 2 1 f ,
Cap* 26. Apagada la luz de la , con di­
ficultad se vuelve á encender. pag. 2 1 9 .
Cap* 27» Ninguno está contento con su fortu­
na. pag. 2 3 1 .
Cap* 28. Las mugeres y el vino, h
tatar á los hombres de Dios. pag. 243«
Cap* 29. Las enugeresson mas devota
ritativas, que los hombres. pag. 258«
Cap* 30. Por la intercesión de María Santí­
sima se libraron algunos de las penas del in­
fierno. 274.
Cap* 3 1. A la invocación de la Santísima Tri­
nidad huyen losdemonios. pag. 2 78 .
Cap* 32* Quien en tiempo oportuno no busca á
Dios, en la muerte mal lo , aunque
lo busque. pag.284*
Cap. 33. Religiosas son aves con seguridad
dentro de los stro
u
cla
; pero fu er a , ll
de peligros. pag.289.
Cap* 34- Entre las crueldades , la mayor es
agraviar á la inocencia. ■ pag. 306.
Cap. 35. La avaricia es causa de todos
males. pag.3 17 .
Cap. 36. Quién no secompadecerá de las ben­
ditas almas, si se consideróse padeciendo
con ellas ? pag.324.
Muchas recaídas en un mismo pecado señales

■ífe d by G
50« que el propósito de la confesión no es
verdadero. Confírmase con una historia muy
peregrina. pag. 340.
Desgraciada caída de un Santo , por no huir de
las ocasiones. Caso estupendo. pag. 344,

PIN .

ggU O TECA P * O V fh fW % l/

Digitized by ■ V O L A PIA C A T A L '

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