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Mariana I. Wikinski
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Al respecto, cito aquí un párrafo de mi libro “El trabajo del testigo. Testimonio y
experiencia traumática” (Wikinski, 2016): “Jean Francois Lyotard se pregunta si no es tarea del
historiador no sólo tomar conocimiento de los daños, sino también de la destrucción de sus
documentos. (…) Dolorosa analogía con nuestros desaparecidos (‘matar la muerte’, escribió Gilou
García Reinoso en 1986 ), que como ‘desaparecidos’ y no sólo como ‘muertos’ dejan su huella en el
testimonio, quizás sin que la justicia alcance a pesquisar esta diferencia.”(p.88)
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período dictatorial 1976-1983 que utilizó la tortura como método sistemático de control
social y produjo 30000 desaparecidos, inicia en 1985 el Juicio a las Juntas Militares que
condenó a los comandantes. El juzgamiento a cientos de responsables del Terrorismo de
Estado continúa hasta hoy (con interrupciones y múltiples vicisitudes políticas que sería
inadecuado detallar en este contexto) en causas por delitos de lesa humanidad abiertas o
ya juzgadas en diferentes ciudades del país. Esto me permitió escribir en relación a las
declaraciones que se realizaban en los juicios:
En Argelia, como lo describe Lazali, jamás se ha investigado cuál ha sido el destino de los
cuerpos destrozados o desaparecidos y quiénes han sido los responsables en cada una de
las etapas en las que esto ha ocurrido.
Lazali describe lúcidamente al terror como un estado psíquico que –a diferencia del
trauma- no admite el olvido y la represión, no produce el advenimiento de una nueva
posición subjetiva, desdibuja los límites entre el aparato psíquico y el cuerpo biológico,
entre lo singular y lo colectivo, entre el adentro y el afuera, permanece desligado, no es
circunscribible. Se trata quizás de una incrustación sin sujeto, un arrasamiento que podría
impedir incluso el reconocimiento del estado de terror por parte del sujeto que lo padece.
La autora puede definir la diferencia entre trauma y terror, y establecer la insuficiencia de
la noción de trauma para explicar los efectos de la violencia colonial, porque transita con
fluidez el campo de la subjetividad singular, el campo de los fenómenos colectivos, el de
la clínica, la literatura, la política, y porque identifica nítidamente los fenómenos del
presente, de lo histórico y de lo transubjetivo. Desentraña de este modo tanto en el plano
social como en el subjetivo las huellas del colonialismo, acontecimiento a todas luces
inagotable en sus efectos, que cruje de un modo ensordecedor en los caminos de
subjetivación de muchas generaciones a través de la historia de Argelia. No encontramos
en su obra una ficticia división entre lo individual y lo colectivo, ni una ausencia de
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Siempre habrá una expropiación del sí mismo una vez fundada la colonización. Lo que no
se termina de enunciar en el espacio psicoanalítico, lo subjetivo en la Historia, lo
impensado que encuentra expresión en la Literatura: es en estos pliegues, nos dice Lazali,
donde encontraremos quizás las claves para comprender los efectos subjetivos de una
historia de arrasamiento cuyo inicio en poco tiempo cumplirá dos siglos.
Múltiples figuras de lo negativo (negación, denegación, forclusión, “agujero”, renegación,
repudio) dan cuenta de este blanco, o por momentos de este “silencio negro”, como lo
define Lazali, que constituye “lo imposible de olvidar”.
La autora recurre a la literatura francófona-argelina – que contiene en algunos casos una
fuerte impronta autobiográfica- para espigar en su desvío crítico de la lengua
(détournement) y en el uso de la transliteración, aquello que no puede decirse. Desvío
como valor en sí mismo, que logra hacer de “lo intraducible”, objeto de trasmisión.
También encuentra en estas novelas los recursos que pueden oponerse a las censuras
operadas sobre el pensamiento y la lengua a lo largo de la historia colonial y post-
colonial. “¿Cómo pueden trabajar los psicoanalistas sin haberlas leído?”, podría
preguntarse quizás Lazali, parafraseando a Benjamin Stora.
Las obras de Kateb Yacine, Nabile Farès, Jean El Mouhoub Amrouche, Malek Haddad,
Yamina Mechakra, Chawki Amari, Rachid Mimouni, Mansour Kedidir, Mohammed Dib,
Samir Toumi, Amin Zaoui, Kamel Daoud, Mouloud Feraoun, Albert Camus son visitadas
por Lazali en el afán de iluminar las zonas invisibilizadas del colonialismo y de la “mise
sous totalité” uniformizante post-colonial.
Si a partir de la lectura de este extraordinario libro tuviéramos que elegir una palabra que
expresa de un modo contundente los efectos del colonialismo a uno y otro lado del
Mediterráneo, sin duda elegiríamos “effacement”, borradura. Es una borradura de origen
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“La colonialidad ha sido una gran proveedora de un odio promovido por el mantenimiento
del Uno a partir de la muerte del Otro, ya que su proyecto político buscaba borrar toda
forma de alteridad. ¿Cómo en Argelia el sentimiento de “lo nacional” ha sido atravesado
por esta forclusión de la alteridad? ¿Y cuáles han sido las consecuencias sobre la política
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¿Cómo podría heredarse aquello que precedió nuestra propia existencia y acerca de lo
cual no podemos hablar por razones que ignoramos?, se pregunta Lazali. La hogra
(ofensa, humillación que dio lugar al colonialismo y coaguló sus efectos), es así un
significante necesario como ordenador de la Historia, pero también cumple una función
encubridora en tanto perpetúa inalterado e inmodificable su lugar en el psiquismo a
través de las generaciones. Finalmente, señala la autora… ¿no era eso lo que se proponía
el colonialismo? ¿No era también el territorio mental el que debía ser ocupado en
términos trasmisión generacional?
Las herramientas habituales del psicoanálisis quedan en jaque, pues en
este punto el sujeto de la palabra, incluso de la palabra reprimida, no se ha
constituido. La apuesta es, pues, la génesis del sujeto. El sujeto de una
historia menos censurada que borrada, reducida a la nada y que sin
embargo no deja de existir. (Davoine y Gaudillière, 2011, p.103)
La novela “L’Effacement”, que cita Lazali y fue publicada en 2016 por Samir Toumi, un
joven escritor que nació seis años después de finalizada la Guerra de Liberación, da
cuenta de la imposibilidad de apropiación y transformación de aquello que en tanto vacío,
borradura, se trasmite a través de las generaciones y queda entonces inscripto como pura
repetición, por fuera del “aparato de interpretar” del sujeto receptor.
Al analizar el post-colonialismo y la función del islamismo en la erradicación de las huellas
de lo colonial, Lazali se sumerge en un mundo simbólico de una enorme complejidad en el
que se determinan mutuamente lengua, religión y política, superposición condensada por
la autora en la denominación del dispositivo LRP. Analiza así la potencia de este
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ideológicas e histórico políticas. El dispositivo LRP opera, de acuerdo con esta descripción,
adviene en un espacio sociocultural que trasciende el espacio familiar y que emite los
“enunciados de fundamento” que constituyen la infraestructura del grupo social que lo
aloja, sean estos de tipo mítico, científico o sagrado. Particularmente el discurso de lo
sagrado ubica origen y objetivo del modelo en el mismo lugar: lo eternamente verdadero.
(…) desde su llegada al mundo el grupo catectiza al infans como una voz futura
a la que solicitará que repita los enunciados de una voz muerta y que garantiza
así la permanencia cualitativa y cuantitativa de un cuerpo que se
autorregenerará en forma continua (Aulagnier, 1977, p.164).
He intentado en estas líneas puntualizar la especificidad del trauma colonial que con
tanta claridad y sensibilidad analiza Lazali y que afecta de un modo ineluctable la
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Bibliografía
-Agamben, G. (2016). Stasis. La guerra civil como paradigma político. Buenos Aires:
Adriana Hidalgo.
-Aulagnier, P. (1977). La violencia de la interpretación. Buenos Aires: Amorrortu
editores.
(1980). Los destinos del placer. Barcelona: Ediciones Petrel.
-Bleichmar, S. (2009). El desmantelamiento de la subjetividad. Estallido del Yo. Buenos
Aires: Topía Editorial.
-Davoine, F. y Gaudillière, J.M. (2011) Historia y trauma. La locura de las guerras.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
-García Reinoso, G. (1986). Matar la muerte. Revista Psyché. Nro. 1. Bs.As.
-Wikinski, M. (2016) Testimonio y experiencia traumática. Buenos Aires: Ed La Cebra.