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FACULTAD DE INGENIERÍA.
Programa educativo: Ingeniero constructor.
Alemania Oriental levantó una pared de hormigón de 43 kilómetros que recorría toda la
ciudad. El Muro tenía dos paredes paralelas con torres de vigilancia y separadas por una
“franja de muerte” que finalizaba con corridas de perros de ataque, minas, alambres de púa
y varios obstáculos diseñados para prevenir el escape. Los soldados de Alemania Oriental
monitoreaban las barreras todo el tiempo, vigilaban Berlín Occidental y tenían órdenes de
disparar a matar si veían a un fugitivo.
Las personas intentaban escapar. Inicialmente, huían de las casas que estaban justo al lado
del Muro; luego, aquellas casas fueron vaciadas y convertidas en fortificaciones para la
Guerra misma. Otros planeaban escapes más riesgosos a través de túneles, en globos
aerostáticos e, incluso en tren. Entre 1961 y 1989, más de 5000 personas lograron escapar
exitosamente. Algunos no fueron tan afortunados; al menos 140 fueron asesinados o
murieron intentando cruzar el Muro.
Para 1989, muchos alemanes orientales estaban cansados de la situación. Organizaron una
serie de manifestaciones masivas demandando democracia. Mientras tanto, el bloque
soviético estaba desestabilizado por los problemas económicos y las reformas políticas.
En la noche del 9 de noviembre de 1989, Günter Schabowski, funcionario del partido de
Berlín Oriental anunció inminentes reformas de viajes en respuesta a las protestas, pero el
mensaje fue tan malo que sonó como si la RDA hubiera abierto sus fronteras. Miles de
berlineses orientales se agolparon para cruzar la frontera por el Muro y los guardias,
confundidos, abrieron las puertas.
Mientras los berlineses orientales se hacían paso, decenas de miles de berlineses
occidentales desbordaban de emoción y celebración. A medida que celebraban con
champán, música y lágrimas, los berlineses comenzaron a destruir el muro con mazos y
cinceles. Menos de un mes después, la RDA colapsó completamente y, en 1990, Alemania
se reunificó.
La Unión Soviética hizo lo propio, y, hoy en día, la caída del Muro de Berlín es vista como un
símbolo del final de la Guerra Fría. En la actualidad, una doble hilera de adoquines marca el
lugar donde una vez estuvo el muro.