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Asignatura: Psicodiagnóstico II
Características Límite
Inestabilidad afectiva
A diferencia del paciente histriónico, cuya emotividad a menudo atractiva trata de llamar
la atención, las explosiones emocionales del paciente límite son estallidos
incontrolados del afecto que a menudo irritan al receptor. La idealización inicial de otra
persona por un paciente límite irá seguida de una infravaloración y denigración.
El hambre emocional del paciente límite puede llevarle a una idealización rápida de la
otra persona poco después de conocerla. Se puede concebir también la idealización
como la representación del deseo de ser idealizado a su vez.
Sexualidad
Alteraciones de la identidad
Impulsividad
Es corriente una historia de conducta de autolesión, sobre todo cortarse la piel con una
navaja o cuchilla de afeitar, quemarse o hacerse marcas. Estos actos tienen también
un tinte pernicioso, puesto que las conductas de automutilación en un paciente límite
duplican la probabilidad de suicidio consumado en el futuro.
Paradójicamente, muchas veces la conducta de automutilación, como cortarse o
provocarse quemaduras, se asocia a poco dolor físico. Estos episodios proporcionan
una experiencia de sensaciones intensas que el paciente límite es incapaz de sentir de
otra manera.
La creencia del paciente límite de que está siendo objeto de un maltrato cruel le
defiende contra unos sentimientos internos de falta de adecuación aún más dolorosos.
En los pacientes límite, son frecuentes los episodios disociativos, así como de
despersonalización y desrealización. La despersonalización es una pérdida de la
sensación de la propia realidad, mientras que la desrealización es experimentar el
mundo exterior como extraño y diferente. La despersonalización comprende considerar
extrañas o cambiadas partes del propio cuerpo, o sentirse más gordo o delgado o más
bajo de lo habitual.
Diagnóstico diferencial
Manejo de la entrevista
Los pacientes límite son parecidos a los pacientes espectaculares descritos en los
primeros días del psicoanálisis: sensibles, complejos y convincentes, con una
introspección psicológica aparentemente profunda. En la entrevista afloran coloridas y
atractivas descripciones de sus vidas y de sus fantasías sexuales normales y
perversas. La habitual barrera al inconsciente parece porosa.
Debido a la tendencia del paciente límite hacia los comportamientos impulsivos y a
menudo autodestructivos, es fundamental que el entrevistador explore aquellos
aspectos de la vida del paciente límite que amenazan su seguridad personal
La conducta de automutilación es frecuente en el paciente límite más afectado.
Ejemplos típicos son los cortes en la piel con una navaja o una cuchilla de afeitar o
quemarse la carne con un cigarrillo. Esto puede ocurrir en episodios micro psicóticos.
El yo observador del paciente límite entra ahora en juego, y el terapeuta y el paciente
pueden empezar a tratar de entender esta acción. El intento terapéutico es llevar el
pensamiento y la expresión verbal a la situación clínica en lugar de llegar a la exo
actuación de los impulsos de una forma impulsiva y autodestructiva.
Las turbulentas relaciones personales del paciente límite impregnan enseguida la
situación de la entrevista y contribuyen a establecer el diagnóstico
El manejo inicial de la entrevista con el paciente límite necesita una postura empática,
de apoyo y en muchos aspectos no interpretadora. Con el paso del tiempo, las
respuestas empáticas y coherentes permitirán al paciente identificarse con el
entrevistador y de este modo aumentará la curiosidad por entenderse a sí mismo.
Transferencias y contratransferencias.
Desde el momento en que el paciente límite acude a su primera cita, pueden aparecer
manifestaciones de intensa transferencia: «No me podía imaginar que usted fuera tan
listo»; «Qué consulta tan maravillosa, con tan buen gusto»;
El paciente desarrolla su hambre emocional en respuesta a unos progenitores a los que
vivió como poco interesados en su vida interior. El paciente límite, hombre o mujer,
insiste en una conexión emocional inmediata para calmar el vacío y la falta de
consideración que persisten en sus recuerdos de la infancia.
Es frecuente una rápida idealización del clínico, que resulta potencialmente seductora
si se toma por su valor nominal: «Es usted tan comprensivo. Debe ser un terapeuta
extraordinario. Sus pacientes tienen mucha suerte». Semejantes afirmaciones de gran
añoranza basadas en un escaso o nulo conocimiento previo del terapeuta hablan del
deseo de recibir una consideración y cuidado especiales, un ansia de ser apreciado y
cuidado.
Es inevitable que la transferencia con el paciente límite se vuelva turbulenta; la
idealización inicial suele transformarse en lo contrario de una forma que a menudo deja
perplejo al terapeuta.
Esta alternancia entre ser adorado o despreciado ha de ser vista como una
manifestación del mundo interior del paciente límite, en el cual no existe un sentido
integrado de las otras personas, que combine todas sus virtudes y defectos en una
imagen única. Esta alternancia entre la idealización y la devaluación del terapeuta
ofrece una oportunidad de explorar la defensa de la escisión (splitting) en el seno de la
transferencia.
La vigilancia de las propias reacciones de contratransferencia hacia el paciente límite
desde el encuentro inicial resulta crucial para mantener los parámetros de la situación
clínica, y evitará las violaciones de límites que se producen con tanta facilidad con
estos pacientes. La contratransferencia puede ser un vehículo valioso para entender el
mundo mental del paciente límite
Los pacientes límite a menudo poseen un radar emocional de sensibilidad exquisita
que les permite sacar punta a las vulnerabilidades del terapeuta. Con frecuencia
perciben el desagrado y los impulsos satánicos que su comportamiento imposible y su
exigencia inoportuna de un tratamiento especial provocan en el clínico.
Es crucial que el entrevistador reconozca honestamente ante sí mismo los sentimientos
nocivos o eróticos que está estimulando en él el paciente límite. Esta conciencia
permite el entrevistador dar un paso hacia atrás y no ser arrastrado. A menudo resulta
útil solicitar una consulta de supervisión con un colega experimentado cuando los
sentimientos de contratransferencia adquieren un tono febril.