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El Estado peruano: ¿Qué es y cómo se organiza?

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Las sociedades humanas siempre se han organizado políticamente. En los


tiempos modernos, ha primado la institución de un Estado para la convivencia
pacífica y la defensa de sus ciudadanos. Pero primero, hablemos de qué se
entiende por Estado.

Esta es la organización de una sociedad que tiene cuatro elementos importantes:


el territorio, una población con características comunes, soberanía sobre su
sociedad y un gobierno conformado por instituciones en manos de autoridades.
Según el artículo 43 de la Constitución, nuestro Estado es una república
democrática social e independiente. Ahora, este no es el único tipo de Estado que
existe. Están los Estados federales, como EEUU, en los que a pesar de ser un
solo Estado, cada territorio delimitado mantiene cierta autonomía como legislar,
establecer impuestos o manejar su seguridad.

También, existen monarquías constitucionales y parlamentarias como,por ejemplo,


el Reino Unido. Pero hablemos de nuestra definición de Estado. La palabra
República implica el cambio de autoridades elegidas cada cierto tiempo y que el
poder emana de los ciudadanos. Que esta sea democrática significa que los
ciudadanos participan en la elección de estas personas. En nuestro caso, estamos
en una democracia representativa. Es decir, los electores no toman las decisiones
directamente, sino que escogen a representantes para que tomen decisiones en
su nombre. A cambio, los elegidos tienen la obligación de respetar la ley los
derechos humanos y las libertades que permiten mantener nuestro sistema
político. Es decir, no pueden hacer lo que les plazca ni romper las reglas de juego.
De hecho, esta es la característica principal para ser considerado un Estado de
Derecho.

Cuando hablamos de un Estado soberano e independiente significa que dentro del


territorio peruano no hay nivel más alto de poder y a nivel internacional tampoco
estamos subordinados a ningún otro Estado. En el Perú, el poder no se concentra
en una sola institución. Siguiendo el principio de separación de poderes, concepto
desarrollado en el siglo 18 por el filósofo conocido como Montesquieu, contamos
con el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Para realizar las distintas tareas
necesarias para mantener al Estado, a ellos se suman otros 10 órganos como el
Tribunal Constitucional, que contrario a lo que se piensa no es parte del Poder
Judicial, que son llamados Organismos Constitucionalmente Autónomos. Estos
funcionan con completa independencia de los poderes mencionados. Además,
tenemos a los gobiernos regionales y locales, que tienen autonomía para resolver
asuntos dentro de su competencia.

Esta división es muy importante, pues a pesar de que el presidente es


considerado el jefe de Estado, los distintos poderes intentan lograr un equilibrio
contrapesando las responsabilidades y obligaciones de cada
uno. Sin un monopolio de poder, podemos evitar situaciones autoritarias que no
respeten los derechos que nuestra Constitución defiende. Pero hablemos un poco
de cada una de estas instituciones. En esencia, el Poder Ejecutivo, encabezado
por el presidente, planifica y ejecuta las políticas de desarrollo a nivel nacional.
Para esto, cuenta con la Presidencia del Consejo de ministros y otros 18
ministerios, que se concentran en temas específicos como, por ejemplo,
educación o salud. Como contrapeso al legislativo, se encarga de reglamentar las
leyes emitidas. Además, puede observarlas si es que no está de acuerdo con lo
aprobado. Por otro lado, el Poder Legislativo, como su nombre lo indica, tiene
como fin principal debatir y aprobar las leyes. Sin embargo, también ejerce control
político sobre las las autoridades. Por ejemplo, tiene que aprobar al Consejo de
Ministros propuesto por el Ejecutivo.

Asimismo, pueden abrir investigaciones a autoridades, incluyendo los jueces, y


sancionarlos si es que consideran que ha habido una infracción. Finalmente, el
Poder Judicial es el encargado de administrar justicia y es a quien acudimos
cuando la buscamos. Así, se encarga de que todos, ciudadanos y autoridades
estatales, cumplan con las leyes vigentes.

Pero ¿para qué existe todo esto? Nuestra constitución, texto legislativo de mayor
jerarquía, asume como fin del Estado la defensa de la persona y el respeto de su
dignidad. Así, pone el individuo y su libertad como el centro de toda decisión. Pero
esto no sería posible sin algo llamado legitimidad. La legitimidad es, en términos
simples, la aceptación y reconocimiento de los ciudadanos hacia sus leyes y su
autoridad. Así, el Estado justifica su actuar en el poder otorgado y reconocido por
la ciudadanía. Ahora, la Constitución no solo habla de la persona o delimita los
poderes, también tiene un capítulo dedicado al régimen económico de nuestro
país.

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