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Las megatendencias y los escenarios del mundo, de América Latina y el Caribe, de Colombia y de
las universidades descritos en este ensayo, así como las recomendaciones, le permitirán a la
Universidad Colombiana precisar los escenarios de su quehacer (funciones sustantivas,
gobernanza, estructura académica y su relación con el Estado, la sociedad, lo local, lo regional y lo
global) en las próximas décadas.
En la antesala de la tercera década del siglo XXI, podemos tener una visión del futuro de la
universidad, que no pretende ser adivinación ni profecía. Puede ser, más bien, el ejercicio de una
responsabilidad prospectiva que debemos tener para acceder a los nuevos tiempos con una actitud
creadora, aquella que se adelanta a los acontecimientos y no deja que estos la tomen por sorpresa.
Dentro de esa visión global de la realidad, como se ha planteado en este ensayo se observan
tendencias de cambio hacia el futuro en todos los campos, en lo económico, social, político,
tecnológico y cultural.
El escenario del mundo actual, algunas de sus más peligrosas tendencias, está ahí actuando para
que adoptemos una actitud constructiva ante él. Se piensa que si quiere liderar el futuro, si se busca
orientar la cultura y la educación en el horizonte del siglo XXI, se tiene que empezar por adoptar
una actitud reflexiva, crítica y creadora (Ferro, 2014, pp. 43-44)
La acción reflexiva nos lleva a tomar conciencia de la situación del momento, a estudiar las grandes
y pequeñas tendencias del mundo moderno que nos afectan para que esa conciencia, que la hemos
vuelto reflexiva, es decir, protagonista de su propio mundo y no víctima de los agentes externos,
se libere de la presión de lo rápido, de la estridencia, de la violencia, del erotismo, del suspenso y
del estrés para que impongamos nuestro propio ritmo, que es el ritmo humano, a todo lo que nos
rodea: objetos, artefactos, mercancías, imágenes, ruidos, música, todo lo que va y viene en la
galaxia de Gutenberg y en la galaxia de Marconi.
En un segundo paso, la conciencia reflexiva se vuelve crítica, somete al análisis tantos estímulos,
tantas ofertas del mercado, todo el menú que ofrecen los media, para que nuestra conciencia y
nuestro pensamiento puedan hallar los paradigmas que están a favor de nuestro crecimiento
humano y aquellos que son una amenaza para la humanización de nuestra vida y del contexto en
que nos encontramos. Pero para que nuestra actitud crítica tenga una orientación, tenemos que optar
por la cultura y la educación con sentido humano y tener una idea cada vez más afinada de lo que
significa una sociedad humanizada.
En un tercer paso, nos debemos proponer ejercer una acción constructiva frente al futuro. De nada
vale tomar conciencia de lo que pasa, hacer una crítica que distinga lo positivo de lo negativo, si,
al tiempo, no construimos nosotros mismos el mundo del futuro, en lugar de esperar que otros lo
diseñen y lo construyan por nosotros. Si recuperamos el camino de la vida, recuperaremos con él
el camino de la inteligencia creadora.
El origen y destino de la Universidad se entreteje en la compleja trama del tejido social porque la
educación superior es producto de fuerzas vitales que empujan al desarrollo, a la vez que impulso
intelectual y volitivo de transformación social. Contrariamente a la idea que se tiene de las
universidades como asientos y reservorios de la tradición, las universidades surgen a la vida con
el signo del cambio, lo cual nos compromete a asumir una nueva misión de la Universidad
congruente con las grandes innovaciones de nuestro tiempo.
Uno de los aspectos más notables del proceso de transformación de la educación superior en la
región ha sido la pérdida de importancia relativa por parte de las universidades, al emerger
numerosas y disímiles instituciones que han originado un complejo y diversificado universo
postsecundario, que ha crecido de manera no controlada y disarmónica, afectando, por ello, la
calidad, la pertinencia y la equidad de los subsistemas nacionales
A partir de los años ochenta, junto con la restauración de la democracia en la mayoría de los países
de América Latina y el Caribe, se fue extendiendo por toda la región un debate sobre la educación
superior que ha permitido visualizar, entre otras, las siguientes tendencias (a) notable expansión de
la matrícula estudiantil, (b) restricción relativa de la inversión pública en el sector, (c) rápida
multiplicación y diversificación de las instituciones dedicadas a impartir distintos tipos de
educación postsecundaria, (d) creciente participación del sector privado en la composición de la
oferta educativa y (e) progresivo alejamiento del Estado de sus responsabilidades en el
financiamiento y la regulación de la educación superior
Sumándose al panorama brevemente expuesto, los efectos observados en la región como producto
del proceso de globalización, de las trascendentes consecuencias de la revolución científico-
tecnológica, y de la creciente presión de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, han creado una situación análoga a la descrita por Federico Mayor, Director General
de la UNESCO, cuando en 1995 analizaba el problema a escala mundial diciendo “En los umbrales
de un nuevo siglo y de un nuevo milenio, somos testigos del extraordinario desarrollo de la
enseñanza superior y comprendemos cada vez mejor su importancia vital para el desarrollo
económico y social Pero la educación superior se encuentra en crisis prácticamente en todos los
países del mundo El número de alumnos aumenta, pero la financiación pública disminuye, y
aumenta también la distancia ya enorme que separa a países desarrollados y países en desarrollo
en materia de enseñanza superior e investigación”
Si bien es cierto que nos encaminamos hacia la "aldea planetaria" de que nos habla MacLuhan, o
la "sociedad mundial" descrita por Peter Heintz (1974, pp. 25-41), también es cierto que, como lo
observa en su informe el "Foro de Reflexión Ad-hoc" constituido por la UNESCO en 1992: "El
mundo que aparece ante nuestros ojos (que no sabemos si es unipolar) dista mucho de reproducir
siquiera en apariencia la unidad y la homogeneidad características de la guerra fría La cohesión
política y social cede ante la nueva emergencia de conflictos que considerábamos ya terminados:
vuelven a surgir nuevas etnias, idiomas y pueblos reclaman el derecho a la palabra, con un costo
de tremendas masacres La violencia, y sobre todo la valorización de la violencia, la intolerancia
y su acompañante la discriminación, el auge de los integrismos religiosos y de los
ultranacionalismos, son las manifestaciones más espectaculares de las rupturas que afectan al
tejido profundo de las sociedades A escala mundial, estas 'rupturas' vienen a tomar el lugar de la
guerra atómica que no se produjo "
Frente al panorama sombrío que se desprende de las aludidas "rupturas", cabe mencionar aquellos
desarrollos portadores de esperanzas para la humanidad, sobre los cuales se fincan las posibilidades
de hacer frente a los desafíos actuales Estos desarrollos podríamos agruparlos, como lo hace la
"Comisión Internacional sobre Cultura y Desarrollo" de la UNESCO, que preside Javier Pérez de
Cuéllar, en cinco revoluciones:
La revolución científica, caracterizada por la explosión de los conocimientos y su acelerada
diversificación, unida a su rápida obsolescencia y el predominio del tratamiento interdisciplinario
de los problemas La revolución científica ha transformado el planeta de un mundo finito de
certidumbres en un mundo infinito de incertidumbres y cuestionamientos Esta revolución ha hecho
del conocimiento el factor fundamental del desarrollo Pero también tiende a transformarlo en
simple mercancía, sujeta a las reglas del mercado y ajena a consideraciones éticas.
La revolución económica, consecuencia de la globalización de la economía y, a la vez, de la
formación de grandes bloques económicos y comerciales regionales De esta suerte, se advierte una
clara evolución de un mundo bipolar hacia un mundo cada vez más interdependiente y multipolar
Predominio de la economía de libre mercado, con sus efectos positivos y negativos, figurando entre
los negativos el fenómeno de la exclusión y el desempleo estructural.
La revolución política, producto de la renovada fe de los pueblos en la libertad y la democracia,
que dio lugar a los dramáticos cambios que siguieron al derrumbe del muro de Berlín y que
modificaron profundamente el contexto internacional.
La crisis del Estado-Nación, que lleva a la revisión de conceptos como el de soberanía, piedra
angular del sistema internacional del presente siglo, en aras de una mayor interdependencia y del
fortalecimiento de la comunidad internacional, capaz ahora de intervenir bajo la bandera de las
Naciones Unidas en los conflictos internos y regionales, de organizar, más allá de las fronteras
tradicionales, la lucha contra el narcotráfico y otros delitos de lesa humanidad Mientras se debilita
la noción tradicional del Estado, hay una tendencia al fortalecimiento de las entidades locales
(municipios, regiones) y de la sociedad civil organizada, de suerte que el Estado ya no es más la
fuente única y el destinatario exclusivo de la legitimidad.
La revolución tecnológica y, en especial, la revolución en el campo de la información y de las
comunicaciones. Dice el documento de la UNESCO, antes aludido, que hacia el año 2000 de una
población de 6 000 millones de habitantes cerca de un mil millones estará en capacidad de
comunicarse entre sí de manera instantánea La revolución tecnológica es la más promisoria de
todas las revoluciones en curso por su enorme potencial de innovación "La microelectrónica, la
informática, la inteligencia artificial, los bancos de datos, la comunicación por satélites combinada
con la tecnología informática y la transmisión por láser, la impresión robotizada global, el desktop
editorial, los video-discos interactivos, la multiconferencia a distancia, la robótica, la ofimática, la
optotrónica, el láser, el diseño industrial informatizado, la biotecnología, la ingeniería genética
humana, animal y agrícola, los nuevos materiales (superconductores cerámicos, biomateriales en
medicina y cirugía), la microscopía intracelular, la exploración del genoma humano, la
miniaturización progresiva, la progresiva sustitución de los recursos naturales por materias primas
sintéticas (cobre por fibra óptica, aleaciones por plásticos basados en resinas, metales por
cerámicas, azúcar por edulcorantes, etc ), la alta tecnología para la defensa militar, la tecnología de
las exploraciones espaciales y de los fondos marinos, los procesos de fabricación en la ingravidez,
etc Todas estas y otras muchas tecnologías están contribuyendo a los cambios masivos y rápidos,
sobre todo en las sociedades económicamente más desarrolladas, si bien cabe preguntarse en qué
dirección Cada una de estas y otras tecnologías exigen nuevas calificaciones y destrezas para usos
cada vez más productivos apoyados por los empleos de tecnologías convencionales y por servicios
en continua expansión Muchas de estas tecnologías también inciden en el propio proceso de
aprendizaje" (Diez Hochleitner, 1989, p. 15).
“La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es la suma de lo que hemos sido, sino lo que
anhelamos ser” José Ortega y Gasset
El estudio del futuro es una labor compleja y al mismo tiempo desafiante. Es difícil estudiar algo
que, según su raíz latina “futurus”, significa que ha de ser; pese a esta restricción, la humanidad
continúa en su afán de explorar el porvenir. Hoy en día, la evidencia y, sobre todo, el éxito de
muchos países y organizaciones, nos dice que el futuro puede construirse y no exclusivamente
pronosticarse. Bajo este enfoque, además de considerar el futuro “probable” (una consecuencia de
una realidad lineal que proviene del pasado), se analizan los “futuros posibles” (que aceptan la
posibilidad de ocurrencia de múltiples situaciones, ya sea como evolución del presente o como
ruptura de éste) (Mojica, 2005). De esta manera, se alcanza un nivel de complementariedad que
permite concebir el futuro también como una ventana de oportunidad con beneficios sostenidos,
el cual supera las barreras del corto plazo y sus réditos temporales.
Gaston Berger, el padre de la prospectiva, señala que todo lo que está sucediendo en el presente
tiene una explicación en el pasado (Berger, 1964). Asimismo, lo que va a ocurrir en el futuro se
está decidiendo en el presente. Estas ideas reafirman la importancia que tiene el tomar una decisión
adecuada; no sólo por sus efectos sobre una situación latente (o de corto plazo), sino también por
sus implicancias en el porvenir (largo plazo). Por lo expuesto, la toma de decisiones merece una
reflexión exhaustiva; en ese sentido, la prospectiva es una disciplina que coadyuva en esta tarea
orientando la toma de decisiones más acertadas en el presente para alcanzar el futuro deseado
(Mojica, 2005).
Como señala Ferguson (2011), “existen múltiples futuros, y todos colectivamente podemos elegir,
o al menos tratar de elegir, y es la combinación de nuestras decisiones la que produce el futuro
que ocurre”. Si para hacerlo posible hay que imaginar ese futuro, el conocimiento de la realidad
histórica amplía nuestra capacidad para pensar analógicamente y adelantarnos a los hechos. Esta
habilidad, según Ferguson, es similar a la de los inversionistas que, anticipándose a la guerra o la
paz, venden o compran bonos. Sus decisiones serán adecuadas si se basan en el análisis de fuentes
cuantitativas (estadísticas, etc.) y cualitativas (interpretaciones, etc.), que permitan captar la
complejidad de los fenómenos, y si han desarrollado su capacidad analítica en el estudio de
múltiples contextos.
MEGATENDENCIAS
“Si no sabemos a dónde vamos es posible que lleguemos a otro lado”
Megatendencias Son fenómenos sociales, económicos, políticos, de largo plazo y que definen el
futuro de personas, regiones, países en función de cómo responden a ellos. Son una dirección que
toman simultáneamente varios aspectos de la sociedad (tecnología, sistemas de producción, nuevos
productos, preferencias de consumo, comportamientos, etc.), cuyo impacto es perceptible a un
segmento importante de la sociedad por un largo tiempo.
El término “Megatendencia” fue acuñado por John Naisbitt en 1982 (Naisbitt, 1983) y describe
una tendencia que es especialmente de gran alcance en lo que respecta a la sociedad y la tecnología,
cambios y desarrollos. En contraste con las meras tendencias, las Megatendencias globales duran
muchas décadas. Las megatendencias globales cumplen con los criterios de marco de tiempo,
globalidad, alcance e impacto y son un marco analítico básico importante para analizar y evaluar
futuros desarrollos tecnológicos y sociales. Se pueden usar para la mejora de la planificación
estratégica y el ajuste de los conceptos comerciales y la formulación de políticas hacia futuros
desarrollos, necesidades y desafíos. (Kool, De Korte, Leis y Van Der Molen, 2010).
Las megatendencias son globales que duran muchas décadas y cumplen los siguientes criterios:
• Marco de tiempo: al menos una continuación esperada para los próximos 15 años
• Globalidad': afectarán a casi todas las regiones del mundo.
• Alcance: afectan a la sociedad en el nivel macro a micro; política, economía, ciencia y
tecnología, organizaciones sociales e individuos.
• Impacto: tienen un profundo impacto en la vida humana y una calidad transformadora, es
decir, implican cambios que son difíciles o incluso imposibles de escapar.
Las megatendencias son macrotendencias globales que abarcan la totalidad del planeta o bien una
gran parte de él. Identificarlas permite hacer proyecciones y predicciones acerca del futuro del
mundo globalizado en el ámbito geopolítico. Tras la publicación de Megatendencias (1982) y
Megatendencias 2000 (1990) de Jhon Naisbitt, proliferaron los estudios sobre megatendencias. Sin
embargo, la mayoría de estos estudios adolecen de varios inconvenientes: 1) No las clasifican ni
las jerarquizan; 2) No explican su esencia, su origen y posible evolución; 3) No formulan escenarios
posibles de las MT a nivel mundial y regional; 4) No se toma partido ni se enuncian y recomiendan
posibles políticas que pudieran desarrollar las MT más favorables para la construcción de espacios
democráticos más inclusivos, sociedades más igualitarias y formas de desarrollo económico
sostenibles (López Segrera, 2015, pp. 19-22)
En primer lugar, bajo el nombre de megatendencias mundiales agruparemos aquellas que tienen un
impacto global indudable: globalización; TIC e internet; desarrollo sostenible y contaminación
ambiental; hegemonía y contra-hegemonía; la centralidad de los países emergentes y en especial
de Asia y de China, y la explosión demográfica y su impacto en la pobreza. En más de un sentido,
son el trasfondo en que se mueven el resto de las megatendencias.
En cuarto lugar tenemos megatendencias sociales: disminuye a nivel global la pobreza pero
aumenta la desigualdad; incremento de la pobreza y el desempleo en las naciones ricas de
Occidente; emergencia de nuevas clases medias en los BRIC; ¿es sostenible a nivel mundial el
“modo de vida norteamericano”?; los nuevos tipos de familia y el incremento del orgullo gay; por
último, las TIC y la conectividad tecnológica que han transformado la manera como la gente vive
e interactúa.
En quinto lugar recibimos el impacto de las megatendencias culturales: ¿choque de culturas o
hibridación cultural?; el impacto de las TIC en las formas de trabajo, ocio y consumo;
¿consumidores en sociedades “shopping center” o ciudadanos?; la desaparición del 50% de las
lenguas actuales; ¿sobrevivirá la literatura en papel en sus formas tradicionales (novela, poesía,
teatro…) o tendremos que leer en soporte digital formas híbridas?; finalmente, la familia mono-
parental y la proliferación de la vivienda unipersonal en las grandes urbes es expresión de una
modificación de las pasiones tradicionales y de las formas típicas de la familia tradicional
En séptimo lugar, Colombia como país y las Universidades se verán afectados por el escenario
mundial y la alternativa que predomine. Entre estos escenarios visualizamos: hegemonía imperial,
ingobernabilidad global, democracia internacional consensuada, o las alternativas posibles con un
mundo cada vez más desigual y contaminado (con una crisis que podría culminar en la destrucción
irreversible) o solidario, igualitario, democrático y sostenible (op.cit).
ESCENARIOS MUNDIALES
Los escenarios que predominen a nivel mundial influirán decisivamente con respecto a qué
escenario predominará en la educación superior en los diversos países. También los procesos
nacionales serán decisivos al respecto. Se visualizan entre el 2014 y el 2030 tres escenarios
posibles: 1) Hegemonía Imperial. 2) Ingobernabilidad Global. 3) Democracia Internacional
Consensuada (López Segrera, 2015, p. 32)
Hoy estamos viviendo en el primer escenario, que podría agudizarse en conflictividad si se elige
un nuevo Presidente del Partido Republicano. El escenario 2 podría ser el resultado de un
cuestionamiento de la gobernabilidad imperial por potencias emergentes. Sería un escenario
distinto al actual intento de “pax americana” y al escenario de mundo bipolar que prevaleció entre
1946 y 1989. La Ingobernabilidad Global se caracterizaría por un debilitamiento aún mayor de la
ONU y por el creciente conflicto entre los polos tradicionales de poder de la Alianza Atlántica y
los nuevos poderes emergentes, por un lado, y por una fractura de la Unión Europea y EE.UU., por
otro. El escenario 3 podría ser el resultado de la victoria de las negociaciones a nivel global y de
transformaciones cualitativas esenciales en el sistema mundo capitalista actual. En este último
escenario prevalecería a nivel mundial la visión de la educación superior como bien público. En
los dos escenarios anteriores la visión de la educación superior como bien público seguiría teniendo
vigencia en los países de Europa occidental (y no de la Unión Europea en su totalidad), en algunos
países asiáticos (China, Vietnam) y en aquellos países que tiendan a desprenderse en sus políticas
de educación superior del main stream privatizador del sistema mundo, debido a procesos radicales
de cambio social, tal y como ocurrió en Cuba en 1959 y está ocurriendo hoy en otros países de
América Latina. En África seguiría teniendo mucha fuerza la visión de la educación superior como
bien público. Por otra parte, en el Informe del Foro Mundial de Davos (2007) se presentan tres
escenarios de riesgo global: 1) Pandemia: una pandemia con un virus que da lugar a miles de
muertos y revueltas que alteran la geopolítica global. 2) Cambio climático: las catástrofes que
origina el cambio climático dan lugar a una toma de conciencia y un afán de corregir las
desigualdades económicas globales. 3) “Shock” petrolero: se dispara el precio del petróleo, lo que
implica tensiones de envergadura en la geopolítica global, recesión económica y no priorizar la
lucha contra el cambio climático. Todos estos escenarios incidirán de forma diversa en los
escenarios de la educación superior. (op.cit)
Hegemonía Imperial
Al igual que muchas palabras políticas “técnicas” en idiomas europeos, “hegemonía” e “imperio”
tienen raíces griegas y romanas. Hegemonía proviene de una palabra griega que significa
dominación o liderazgo, particularmente de un Estado o nación en una liga o confederación, pero
sin un claro consenso sobre si es el resultado de la coacción, el consenso o una combinación de
ambos. Sin embargo y sin duda alguna, la dominación o el liderazgo ejercido no son
necesariamente territorial ni contiguo; puede ser difuso y generalizado o concentrado
geográficamente. Por lo general, implica algo más que una simple coerción militar y económica, y
depende del asentimiento activo y la cooperación.
Los conceptos de hegemonía e imperio ofrecen percepciones profundamente diferentes del poder
estadounidense y sus manifestaciones contemporáneas, especialmente en lo referente a las
posibilidades de enfrentarse a dicho poder. Curiosamente, a pesar de su uso frecuente, los dos
términos no se distinguen fácilmente el uno del otro; en general, suelen hacer alusión a un EE. UU
todopoderoso que reconfigura el mundo a su imagen. Desde este punto de vista, la hegemonía es
simplemente el poder coercitivo relativamente sin restricciones ejercido por un hegemón o sede
del imperio. Este uso es problemático, tanto histórica como analíticamente. Más específicamente,
los términos hegemonía e imperio tienen etimologías y significados contemporáneos
característicos en inglés y otros idiomas. Cuando se utilizan analíticamente, pueden ayudar a dar
precisión a lo que le sucedió a las relaciones de EE. UU. con el mundo como consecuencia, por
ejemplo, de la guerra contra Irak en 2003.
Es posible tener imperio sin hegemonía. Por ejemplo, ni España ni Portugal del siglo XVI tenían
mucho control sobre la política mundial después de 1600, pero sí tenían “posesiones” territoriales
producto de su rol temprano en la conquista europea del mundo. También es posible tener
hegemonía sin imperio, como cuando el Gobierno de EE. UU. ejerció una tremenda influencia
sobre la política mundial después de la Segunda Guerra Mundial, pero con poca o ninguna
extensión territorial simultánea. El Gobierno de EE. UU., en consonancia con sus propios orígenes
republicanos y anticoloniales, así como con un nuevo interés material en el libre comercio, se
identificó en gran parte con los movimientos anticoloniales en todo el mundo. La distinción entre
hegemonía e imperio puede ser útil en este momento para identificar si la búsqueda por
consolidarse como imperio fue la mejor manera de mantener la hegemonía después del fin de la
Guerra Fría. ¿La continuidad de la hegemonía de EE. UU. dependerá de la creación de un imperio,
parecido a como Gran Bretaña gobernó –a fines del siglo XIX– en lugar de seguir trabajando
multilateralmente a través de instituciones y alianzas internacionales, particularmente cuando los
problemas económicos de EE. UU. asoman la posibilidad de un orden mundial globalizado en el
cual EE. UU. ya no sea primordial? La distinción entre hegemonía e imperio también nos permite
ver dos impulsos distintivos dentro de la geopolítica de EE. UU. que históricamente han
caracterizado la autopercepción nacional estadounidense y su proyección hacia el exterior: lo que
puede llamarse “república” e “imperio” (Agnew, 2019, pp.44- 45)
Los hitos que han consolidado esta supremacía de Estados Unidos sobre los imperialismos
europeos, señalan los analistas, han sido las dos guerras mundiales y las consecuencias económicas
y políticas que trajeron consigo y, finalmente, su victoria en la llamada Guerra Fría.
Ahora que el dólar está recibiendo duros embates y está mostrando una creciente debilidad, como
consecuencia de las crisis estructural del sistema capitalista, Estados Unidos procura fortalecer sus
otros dos pilares imprescindibles: los medios de comunicación y primordialmente el inmenso
presupuesto de su aparato bélico.
Y es que no se puede pretender el dominio del mundo actual si no se logra una influencia persuasiva
sobre las mentes en los cuatro puntos cardinales, convencer a las grandes mayorías de que el camino
escogido por los dirigentes del país hegemónico y sus aliados es el correcto, para moverlas en
dirección de un objetivo de dominación preestablecido.
De ahí que uno de los objetivos de la primera potencia, Estados Unidos, es liquidar toda resistencia
en países de la periferia, básicamente aquellos que poseen recursos materiales, agua, hidrocarburos
y biodiversidad, entre otros elementos.
Ninguna nación que se encuentre en esta órbita de intereses del imperialismo está a salvo, según
señalan expertos.
La guerra de Irak no es, esencialmente, una lucha entre civilizaciones o culturas diferentes, entre
el mundo cristiano occidental y el mundo islámico fundamentalista o una lucha civilizatoria por la
democracia, sino una guerra imperialista por el control de una materia prima estratégica, lo cual
implica tener en aquel país un régimen neocolonial pronorteamericano que entregue el control de
ese recurso a las trasnacionales y asegure el control geopolítico de esa región.
La ocupación de Irak forma parte una estrategia imperialista integral de Estados Unidos. Tiene por
objetivo preservar su posición hegemónica aprovechando su supremacía militar. Refiriéndose al
escudo antimisiles que planea ahora instalar Estados Unidos en Europa, a pesar de la objeción de
Rusia, un alto militar de este país, Leonid Ivashov, señala que:
“Implantándolo, Estados Unidos procura asegurarse la hegemonía mundial. Su estrategia de
seguridad nacional indica explícitamente la necesidad de garantizar el acceso sostenible, es decir,
controlado, hacia las regiones clave del planeta, las comunicaciones estratégicas y los recursos
globales (…) Washington se empeña en construir un sistema capaz de neutralizar el potencial
nuclear de sus rivales estratégicos, Moscú y Pekín, para lograr un monopolio militar” (Citado por
Castro, 2007).
Pero para el dominio que construyó Estados Unidos, ahora el pilar decisivo lo constituye el poder
militar y las bases militares situadas en todos los lugares de interés geoestratégico y alrededor de
los países que potencialmente puedan ser amenazas futuras, como China y Rusia en primer plano,
e Irán seguidamente.
El colapso de la Unión Soviética aumentó el peso relativo del poderío norteamericano, haciendo
que los Estados Unidos pasaran a tener la posibilidad de intervenir prácticamente donde quisieran,
con la proliferación de intervenciones: la invasión de Panamá en 1989, la guerra del Golfo en 1991,
la intervención en Somalia en 1992, seguidas por las intervenciones en Haití, Bosnia y Kosovo,
valiéndose de nuevas tecnologías militares y de comunicación, que marcaron un salto cualitativo
de su capacidad de acción militar.
Esta superioridad militar norteamericana produjo, según Kagan (2003), la propensión a usar la
fuerza. Quedó claro en los últimos conflictos, en particular en las negociaciones previas al
bombardeo de Kosovo, cómo los europeos intentaron hasta último momento encontrar una solución
negociada, sin éxito, y cómo los norteamericanos entraron en escena para “resolver” militarmente
el conflicto. Para Kagan, la debilidad militar europea produjo lo que considera “una perfectamente
comprensible aversión a ejercer el poderío militar”.
En nuestra región, el incremento de las bases y la creación de la Cuarta Flota amenazan a cualquier
punto de tensión que pueda generarse, sin olvidar el método de desestabilización que quiere aplicar
en Cuba y en otros países que le está dando resultados en África del Norte y el Medio Oriente.
Entonces, como primer concepto estratégico, es necesario aclarar que Estados Unidos no domina
el mundo ni se constituyó en primera potencia imperial capitalista con los discursos de sus
administradores eventuales, sino con el aparato nuclear-militar más poderoso del mundo, siete
flotas con poder atómico surcando los océanos y cerca de mil bases militares rodeando los puntos
estratégicos del planeta.
La potencia norteamericana es y seguirá siendo la mayor potencia mundial. Cuenta con el mayor
gasto militar del mundo, con unos 700.000 millones de dólares, y un PIB de 14 billones de dólares,
el más elevado del globo con una participación del 25% del total mundial (Hass, 2008). Para
reforzar este poderío, Estados Unidos no solo cuenta con una gran capacidad de poder duro, sino
que también tiene la principal -aunque no exclusiva- capacidad de poder blando en el mundo, esto
es, una gran fuente de cultura (difundida por el cine y la televisión), la información y la innovación
(Nye, 2010, pp. 2-14).
Pero a pesar del poder de Estados Unidos, existe un relativo declive de su posición mundial, y con
ello un declive absoluto en influencia e independencia. Este aspecto del declive o las transiciones
hegemónicas tiene diversas explicaciones. Económicamente, la participación mundial de las
importaciones estadounidenses se ha reducido en un 15%, y su PIB ha disminuido en el corto plazo,
mientras que aumenta el de algunos países asiáticos dos o tres veces más que el de Estados Unidos.
El ascenso de los países con fondos soberanos de riqueza es, como se ve, un factor que contribuiría
a desplazar la preponderancia económica de los Estados Unidos; proveniente de los recursos
energéticos, países como China, Kuwait, Arabia Saudita y Emiratos Árabes suman en conjunto 3
billones de dólares, con un crecimiento proyectado de 1 billón anual, situación que se favorece por
el alza de los precios del petróleo y el gas, y la dramática demanda china e india de hidrocarburos.
El desplazamiento de los mercados de valores alternativos y en general de las finanzas
internacionales hacia lugares como Londres u otras bolsas, y la caída del valor del dólar, que entre
otras cosas podría dar paso a crisis inflacionarias y monetarias, contribuyen además a que las firmas
norteamericanas busquen liquidez en otras partes, como los referidos países que cuentan con los
fondos soberanos de riqueza (Haass, 2008; Brown y Ainley, 2009).
Es por ello que aunque la crisis económica se mantenga, el gobierno de Estados Unidos no
permitirá, que su presupuesto militar de más de 750 mil millones de dólares sea disminuido un
ápice. Le va en ello la hegemonía imperial.
El desplome de la URSS, y la exclusión de Rusia de la agenda internacional, permitió la expansión
de los Estados Unidos en el espacio centro europeo, y centroasiático a lo largo de los años noventa
y el inicio del siglo XXI.
Rusia está de regreso y su veloz reafirmación en el tablero mundial se debe a las iniciativas puestas
en juego por Vladimir Putin. En el frente interno, reconducir bajo el control del Estado las
industrias estratégicas del país, erradicar la criminalidad organizada, contener con firmeza el
secesionismo en el Cáucaso e infundir confianza a la población. En el frente externo alianzas que
ayudan a pequeños países a resistir con éxito a la hegemonía imperial.
Es preciso señalar que Rusia en muy poco tiempo ha recobrado un papel protagónico en la arena
internacional, cuando hace tan sólo 30 años estaba superando el proceso de disolución de la Unión
Soviética.
En el curso de los últimos dos decenios en Rusia se han manifestado dos hechos geopolíticos tan
importantes que condicionan muy profundamente tanto la política internacional planetaria, los
cuales transformaron los paradigmas interpretativos utilizados por los analistas de cuestiones
geopolíticas y geoestratégicas.
Hoy en día Estados Unidos, Rusia y China afrontan una complicada tarea, la de desarrollar un
nuevo orden mundial que satisfaga a las tres partes sin que ninguna de ellas ocupe una posición
dominante. Hasta el momento Putin ha entendido que la tendencia del mundo es hacia un marco
multipolar en el que los intereses de EEUU no entran en conflicto con China o Rusia, pero en el
cual son necesarios los contrapesos.
Si bien China y Rusia no tienen la misma disposición a cooperar como lo hace el resto de Occidente
con Estados Unidos, cuando lo hacen tienen en mente intereses individuales que proteger o
promover, y no lo hacen por una actitud completamente multilateralista. China actúa promoviendo
su participación en el mundo subdesarrollado defendiendo otros valores, que no son precisamente
ni democráticos ni basados en la defensa de los derechos humanos, la intervención o ayuda
humanitaria, y ni mucho menos pregonando la implantación de reformas económicas amparadas
en las reglas del FMI. De hecho, China promueve una nueva política exterior expansionista, aunque
si bien es revolucionaria es al mismo tiempo prudente. Rusia sigue sumida en la convicción de que
debe promover su "destino manifiesto" después del derrumbe del zarismo y el fracaso de la
revolución socialista mundial. Sea que Rusia se sumerja más profundamente en la autocracia, es
decir, que su sistema político evolucione hacia una democracia más pluralista, el hecho es que su
política exterior y de seguridad nacional seguirán siendo "históricas", esto es, basándose en la idea
del imperialismo, el expansionismo territorial y los parámetros de la seguridad nacional clásica, no
colectiva.
Michael Collins, subdirector adjunto y jefe del centro de misiones de la CIA en Asia Oriental,
pronunció las siguientes palabras en un foro sobre Seguridad celebrado en la ciudad de Aspen, en
Colorado:
“China representa una amenaza mayor que Rusia (…) China está socavando el orden
internacional dirigido por Estados Unidos que ha traído paz y estabilidad en Asia durante los
últimos 40 años. Beijing está tratando de usurpar el poder y la influencia estadounidenses en la
región” (…). [CIA analyst: Beijing poses a greater threat than Russia, Asia Times, 26/7/2017]
Posteriormente el ex - director de la CIA, Mike Pompeo, hoy Secretario de Estado; apuntaba en la
misma dirección que su subordinado y añadía:
“China, y no Rusia o Irán, es quien supone la mayor amenaza para Estados Unidos en materia de
Seguridad Nacional” (…) debido a su economía robusta y creciente poderío militar, ambos
dirigidos contra los Estados Unidos. (…) El ejército chino está construyendo fuerzas que tienen
como objetivo contrarrestar la proyección de nuestro poder en todo el mundo (…) En materia
tecnológica están intentando robar nuestras cosas, o asegurándose de que puedan derrotarlas”
(…). [CIA Gives More Power to Spies to Bolster Intelligence Operations, The Washington Free
Beacon, 26/7/2017]
Steve Bannon, ex-jefe de estrategia de la Casa Blanca, también dibujó el negro escenario futuro al
que se enfrenta Estados Unidos. Además reconoció abiertamente que las recientes tensiones con
Corea del Norte forman parte de un “espectáculo” político y mediático cuyo verdadero objetivo es
realmente frenar el crecimiento de China:
“Estamos en guerra económica con China. Uno de nosotros va a ser un hegemón en 25 o 30 años,
y van a ser ellos si continuamos por este camino” (…) tenemos que estar masivamente enfocados
en esto. Si seguimos perdiendo terreno, estaremos a cinco años de distancia, creo, diez años como
máximo, de llegar a un punto de inflexión del que nunca podremos recuperarnos” (…) nos están
aplastando. [Economic War With China is Everything,’ North Korea a ‘Sideshow’: White House
Chief Strategist, Tele Sur, 17/8/2017]
Irán es blanco de presiones y chantajes de EE.UU. por “desafiar con éxito” la hegemonía
estadounidense. (Chomsky, 2019)
“Irán viene siendo culpable del crimen de rebeldía exitosa desde el levantamiento de 1979 que
depuso al tirano (último Shah de Irán, Mohamadreza Pahlavi) al que había colocado Estados
Unidos”, escribe Chomsky en un artículo publicado el 22 de mayo en la revista estadounidense In
These Times.
El también lingüista y filósofo opina que los halcones de la Administración estadounidense andan
“contando historias e inventando pretextos para agredir” a Irán, a fin de poner fin a ese “desafío
exitoso”.
El artículo cuenta cómo Irán, “un pilar del control de EE.UU. sobre Oriente Medio, junto con
Arabia Saudí e Israel” durante la época del Shah, se convirtió tras la victoria de la Revolución
Islámica en 1979 en un elemento indeseable para Washington en un Oriente Medio rico de
petróleo.
Según Chomsky, existirían además muchas formas de poner fin a esa supuesta amenaza iraní. Una
de ellas era el acuerdo nuclear de 2015, del que Washington salió por considerarlo insuficiente. La
segunda vía sería avanzar hacia un Oriente Medio libre de armas nucleares, una propuesta
defendida por Irán pero rechazada por Washington para proteger el arsenal atómico de Israel.
En realidad, el analista cree que la cúpula gobernante de EE.UU. no está inquieta por el programa
nuclear iraní, sino que lo usa como pretexto para presionar a Irán y marginarlo en el oeste de Asia.
Cuando Irán estaba gobernado por el Shah, recuerda el lingüista, apenas hubo preocupación por las
intenciones de Teherán de desarrollar armas nucleares, aunque Mohamadreza Pahlavi afirmó
claramente que su país las fabricaría “sin duda y antes de lo que uno podría pensar”
Desde que la administración Trump se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear con Irán (un
acuerdo respaldado por la ONU; su sigla es JCPOA) ha impuesto al nación persa un bloqueo ilegal
de carácter financiero, comercial y de energía todo el mundo. Este bloqueo va desde petróleo y gas
hasta exportaciones de hierro, acero, aluminio y cobre. Para todos los propósitos prácticos, y en
cualquier escenario geopolítico, esta es una declaración de guerra.
El gobierno de los Estados Unidos ha violado el derecho internacional al retirarse del Plan de acción
integral de control nuclear (JCPOA) a pesar que Teherán ha cumplido escrupulosamente con el
mencionado acuerdo, según los inspectores de las Naciones Unidas.
Ahora que el gobierno de Teherán llegó a la conclusión que las sanciones de EEUU son sin vuelta,
ha decidido comenzar a retirarse parcialmente del acuerdo nuclear.
Rusia y China, pilares de la integración de Eurasia, a los que Irán se ha incorporado, apoyan la
posición de Teherán. El tema fue discutido ampliamente en Moscú por los ministros de relaciones
de ambas naciones; ruso Sergey Lavrov y el iraní Javad Zarif.
La cómoda suposición en Berlín, París y Londres (UE3) era que Teherán no podía permitirse el
lujo de abandonar el JCPOA, incluso si no recibía ninguna de las compensaciones prometidas en
2015. Sin embargo, ahora estás tres naciones se enfrentan a la hora de la verdad.
Es difícil esperar algo que provenga de un Berlín, en la mira de Washington, con una debilitada
canciller Angela Merkel; de una Gran Bretaña paralizada por el Brexit; y de una Francia con un
presidente tan impopular como Emmanuel Macron. Francia ya ha amenazado con imponer sus
propias sanciones a Teherán si no acepta limitar su programa de misiles balísticos. Pero, Teherán
nunca permitirá inspecciones en su industria de misiles, y para empezar, esto nunca fue parte del
JCPOA.
La actual crisis económica mundial y la creciente ingobernabilidad global que de ella se deriva
(con su cauda de agitación social en el mundo árabe, en el norte de África, en diversas zonas de
Europa, en varias ciudades de los Estados Unidos y en muchas partes de América Latina),
representan eslabones de una misma cadena o proceso actualmente en marcha, que conduce hacia
lo que algunos denominan “la desaparición de Occidente tal y como se conocía después de 1945”,
y a la acelerada desarticulación geopolítica mundial ahora en marcha (Es así como lo ven
numerosos analistas internacionales, entre quienes sobresalen los miembros del destacado
LEAP/2020, el competente “tanque de pensadores” que produce periódicamente el “Global Europe
Anticipation Bulletin (GEAB). Por ejemplo, en su boletín No. 14, sostienen literalmente: “de hecho
estamos asistiendo al peligro de un hundimiento de Occidente”).
Otros analistas (como Touraine), vinculan este proceso de disolución o recomposición del
capitalismo global a eventos históricos recientes, como la caída del Muro de Berlín y la
desintegración de la URSS. Mientras que otros observadores incorporan otro probable eslabón a
este largo proceso histórico, el cual denominan “la posible desintegración de los Estados Unidos”
(en el libro “La gran depresión del siglo XXI”, Michel Chossudovsky y Andrew Gavin Marshall
(2010) ven un posible paralelo entre la disolución de la URSS con la probable desarticulación de
los Estados Unidos”. Ver “La nueva fase de la crisis mundial: la amenaza de bancarrota de
Estados”. ( A. Jarquin P. Campanario, P. Nakatani et al, 2010).
Wallerstein(1979) por su lado, fiel a su perspectiva histórica, ha propuesto una mirada más extensa
en el tiempo, y ha definido este prolongado proceso de descomposición capitalista como una
“franja transicional”, entendida como una crisis integral del sistema-mundo capitalista, en la cual
se subsumen otros eventos internacionales más viejos, en particular, el gradual desmontaje del
“Estado de Bienestar” iniciado a fines de los años sesenta e inicios de los setenta, y su posterior
profundización en los años ochenta.
Fanon por su parte, también dedicó cierta atención a este problema de la descomposición gradual
del capitalismo, el cual él denominaba “auto-estrangulamiento”, mientras que Juan Bosch, ex –
presidente de la República Dominicana, quien fuera derrocado por una conspiración de los EEUU,
acuñó el término “Pentagonismo”, para dar cuenta del importante cambio histórico producido en
esos años (mediados de los sesenta), a través del cual el imperialismo norteamericano iniciaba su
conversión política y económica más importante de los últimos cien años (Fanon, 1969, p. 104-
105.).
La tesis principal de Bosch giraba en torno a la transformación del imperialismo (tal y como lo
había estudiado y descrito Lenin a principios del siglo XX), de ente político transnacional dedicado
a la exportación de capitales y a la conquista y ocupación militar de territorios (colonias o neo-
colonias), a una nueva tendencia, centrada ahora, en la extracción de plusvalía desde la periferia
hacia el centro capitalista, por la vía de la especulación financiera, la apropiación de recursos
energéticos y naturales estratégicos, y por medio del afianzamiento de la dependencia militar de
los países periféricos hacia el complejo industrial-militar norteamericano (vía contratos de ventas
de bienes y servicios militares, uso de contratistas y asesores, programas de entrenamiento y
capacitación militar, asistencia en inteligencia etcétera) (Planteamiento formulado por su autor en
“El Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, el cual fuera presentado como tesis a la Tercera
Conferencia Interamericana de Ciencias Políticas y Sociales, la cual tuvo lugar en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana, en noviembre de 1967).
Dicho en breve, si Lenin sostenía que el imperialismo era la fase superior del capitalismo, Bosch
planteaba que el “pentagonismo” era la fase superior del imperialismo (op.cit, p. 32)
Aun así, la urgencia de conocer a fondo el fenómeno y de poder definir líneas de actuación
individual y colectiva para poder sobrevivir a esta gigantesca turbulencia, nos obliga a afinar el uso
de nuestras mejores herramientas científicas para hacer luz en la oscura complejidad del fenómeno.
A tono con lo anterior, vale la pena subrayar el trascendental papel que siguen jugando las
tendencias económicas en los procesos históricos, y bajo esa premisa de perenne actualidad (-Esta
premisa es de origen marxista y hace muchas décadas fue replanteada por Sweezy en los siguientes
términos: “Los sistemas sociales, como los individuos, recorren un ciclo de vida y abandonan la
escena cuando “de formas de desarrollo de las fuerzas productivas…se convierten en sus trabas”
(Sweezy, 1945, pp. 13-50), puntualizar que en la presente transición destacan dos procesos
singulares: el primero, la agudización de las contradicciones antagónicas del sistema-mundo
capitalista, y segundo, la profundización y extensión de la financiarización, un fenómeno
concomitante derivado de manera directa del anterior, y que en el actual período del capitalismo
maduro del siglo XXI, ha pasado de ser una consecuencia secundaria hasta convertirse ahora en un
rasgo central en este sistema.
En cuanto al primer proceso (la agudización de las contradicciones antagónicas al interior del
sistema capitalista), conviene señalar la profundización acelerada del problema de la
sobreproducción, en su triple aspecto: de capitales, de mercancías y de población.
El segundo tipo de sobreproducción (de mercancías), se produce como efecto directo e inmediato
cada vez que estalla una crisis económica. Ella desacelera el crecimiento y por ende el consumo,
provocando una saturación de mercancías-especialmente manufacturas-, estancando los stocks o
inventarios de las empresas, lo cual provoca a su vez, rebotes de impacto negativo sobre las
finanzas, la industria, el comercio, agricultura, transporte etcétera (Aunque en términos históricos
este problema de la sobreproducción de mercancías ha sido ampliamente discutido, no siempre hay
consenso sobre su naturaleza real. Por ejemplo, algunos analistas económicos argumentan que si
bien es cierto que hay una sobresaturación de mercancías, el problema no estriba en que estas no
se vendan en cantidades suficientes, sino más bien que las ganancias de los capitalistas decrecen
debido al estancamiento en los precios de las mismas. Este argumento tiene algo de cierto,
particularmente en lo relativo a los productos manufacturados del área tecnológica, que debido a
su acelerada masificación sus precios tienden a la baja, aunque también es cierto que el “tiempo de
vida” de los productos tecnológicos (en especial en el área de la comunicación e información), es
cada vez más corto, lo cual hace que en tiempos normales haya una constante demanda de
productos de nueva generación. Más detalles sobre esta discusión específica pueden leerse en; “La
crisis financiera: raíces, razones, perspectivas”. (Herrera y Nakatami, 2009, pp. 37 – 39)
El tercer tipo de sobreproducción (de población), hace que en numerosos países de la periferia
capitalista, el crecimiento poblacional corra parejo al crecimiento del PIB, e incluso, en algunos
países, el crecimiento demográfico anual se “coma” al crecimiento económico, impactando de
manera negativa el mercado laboral (Para el caso de América Latina, un aspecto importante de este
problema fue analizado por Raúl Prebisch. Entre otros argumentos, él sostenía que una de las
razones que explican el desempleo crónico en Latinoamérica, se relacionan con la tendencia de los
capitales de inversión (especialmente los capitales extranjeros), a integrarse preferencialmente a
los sectores más dinámicos de la economía, en particular, al sector financiero y bancario, el cual
por su propia naturaleza, absorbe poca fuerza laboral, dejando así al grueso de la creciente
población en edad de trabajar, sin posibilidad alguna de incorporarse a la población
económicamente activa. Más detalles al respecto pueden leerse en el ensayo de asombrosa
vigencia; “La Periferia Latinoamericana en el Sistema Global del Capitalismo”, publicado por la
CEPAL, en 1982.
Casi resulta innecesario decir que los tres tipos de sobreproducción arriba señalados, provocan
malestar e ingobernabilidad política, económica y social, incrementando geométricamente las
cifras de desempleo, carestía de la vida y las estadísticas de actividad delincuencia
A su vez, y con esto nos aproximamos al segundo proceso singular citado al inicio, relacionado
con la llamada financiarización de la economía, esta crisis de sobreproducción provoca una drástica
caída en la tasa media de ganancia, un problema que ya Marx estudió en momentos en los cuales
el capitalismo se encontraba en su primera fase de auge industrialista, llevándolo a formular su
famosa “Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia” (al respecto, Saúl Osorio Paz,
escribía lo siguiente: “Enfoques recientes sostienen que la raíz de la actual crisis, resultado de
muchos acontecimientos, es fundamentalmente un proceso secular (de largo plazo), de caída en la
rentabilidad (ganancias del capital) por un exceso de capacidad productiva y la subsecuente
sobreproducción manufacturera. (…) Desde otro punto de vista, esto significa dificultades para
lograr la tasa de explotación y ganancia anheladas” (“¿Se prolongara la crisis estadounidense?”: S.
Osorio Paz; El Periódico, 26/05/2001, p. 10). Sobre este problema específico y de carácter
estructural que afecta al sistema capitalista (muy vinculado a consecuencias negativas producto de
cambios en la composición orgánica del capital en busca de mayor rentabilidad), pueden leerse
diversos artículos, tales como; “Las crisis capitalistas”).
Para lograr la paz ha habido siempre dos vías: la de la fuerza y la del Derecho. Apostar por la
primera (de acuerdo con el modelo fáctico que correspondería a una política de los hechos
consumados) condenaría a los Estados a seguir instalados sine die en el status naturalis propio del
tradicional sistema de equilibrio de potencias que no ha impedido en el pasado el estallido de dos
Guerras Mundiales. Si, por el contrario, nos decantamos por la segunda opción (según el modelo
jurídico que busca el establecimiento de una paz consensuada y definitiva), lo primero que
tendremos que hacer será admitir que los Estados ya no son los únicos actores de la vida
internacional (téngase en cuenta, a este respecto, el papel tan relevante que desempeñan en la
actualidad las ONGs y las empresas transnacionales); por otro lado, también habrá que aceptar que,
en un mundo tan globalizado, heterogéneo e interconectado a través de las nuevas tecnologías, cada
vez resulta más difícil discernir dónde se encuentran los límites que separan la política interior y
exterior de los Estados; pero, sobre todo, el compromiso más importante que deberemos asumir
será –como se ha podido advertir– la necesidad de revalorizar lo humano y lo humanitario como
valores compartidos por la comunidad internacional en su conjunto que sirven como referentes de
las relaciones internacionales (Carrillo Salcedo, 1999, pp. 111-112. Allot, 2002, pp. 132 y ss.) .
De esta reivindicación renovadora de los valores de la Ilustración y del paradigma de la
modernidad, se deduce precisamente la perentoriedad de alcanzar un nuevo consenso internacional
en torno a las nociones de derechos humanos y democracia como principales valores del nuevo
Derecho internacional (Häberle, 1994, pp. 94 y ss. Pérez Luño, 1996, p. 30)
La sociedad mundial exige, por consiguiente, ser regulada conforme a unos principios más sólidos
que los que hasta ahora han inspirado al Derecho internacional (a su vez anclado en nociones tan
decimonónicas y desfasadas como las de Estado, soberanía, territorialidad, diplomacia, o tratados
internacionales) (Domingo, 2008, pp. 141 y ss). Para los juristas humanistas contemporáneos,
resulta un compromiso ineludible hacer efectiva, dentro de un ámbito transnacional, la defensa de
los derechos humanos que fundan la democracia cosmopolita. A esta finalidad se orienta,
precisamente, el proyecto humanista-cosmopolita de raíz kantiana que en los últimos tiempos han
propugnado una amplia doctrina universalista.
Los sistemas democráticos se distinguen de los sistemas no-democráticos por ciertas características
fundamentales, tales como: el derecho al voto, el derecho a ser elegido, elecciones libres y justas,
libertad de asociación, libertad de expresión, entre otras (Dahl, 1971). Sin embargo, la literatura
indica que no existe un solo tipo de democracia, es decir, estos regímenes exhiben gran variación
en torno a su organización y formas de gobierno. Por lo tanto, no todas las democracias conllevan
a los mismos resultados políticos, sociales y económicos. Dicho de otra manera, las democracias
mayoritarias y consensuales generan distintos tipos de incentivos en la sociedad. En este artículo,
nos enfocamos en el contraste que existe entre el modelo mayoritario y consensual.
Adicionalmente, se asume que la toma de decisiones en las democracias mayoritarias es más rápida
y efectiva –la suposición es que menos actores, implica menos barreras en la toma de decisiones-
Sin embargo, ¿tomar decisiones rápidas es sinónimo de decisiones sabias? Por ejemplo, hay
medidas que necesitan ser analizadas y consensuadas entre varios sectores de la sociedad para que
puedan ser sustentables. De lo contrario, políticas impuestas por gobiernos mayoritarios pueden
ser eliminadas por el próximo gobierno si son elaboradas e sin consenso. Hay que tomar en cuenta
que los cambios abruptos en las reglas del juego de la economía pueden desembocar en menor
confianza empresarial, ciudadana y repercutir de manera adversa en la macroeconomía de un país.
Finalmente, un elemento clave para diferenciar a las democracias mayoritarias de las consensuales
radica en la forma de gestionar el poder ejecutivo. Por un lado, el principio mayoritario concentra
el poder en manos de un solo partido político. Por otro lado, el principio consensual busca
coaliciones y divide el poder entre diversos grupos políticos. Precisamente, este elemento
consensual ha sido reflejado en las decisiones del actual presidente del Ecuador, Lenin Moreno,
quien además de mostrarse abierto a un amplio diálogo con diversos sectores de la población, ha
incluido en su gabinete a representantes de más de un solo partido político. Sin duda, este estilo
permitirá consolidar una representación más amplia, protegerá de mejor manera los intereses de las
minorías e incluirá a un mayor sector de la población en la toma de decisiones.
Estamos ante la siguiente alternativa: un mundo cada vez más desigual y contaminado o bien más
solidario, igualitario, democrático y sostenible. Pero para que triunfe esta alternativa solidaria y
democrática es necesario llevar a cabo políticas que impliquen: modificar un estilo de vida
consumista; establecer políticas sociales y de acción afirmativa que brinden igualdad de
oportunidades, eliminen la pobreza e impidan todas las formas de discriminación, reduciendo a un
mínimo las desigualdades sociales y económicas mediante un adecuado sistema impositivo; lograr
que los países desarrollados cumplan el compromiso que hicieron de aportar el 0,7% de su PNB
como asistencia al desarrollo; adoptar políticas efectivas de erradicación de la pobreza; apoyar los
proyectos de ciudades inteligentes y la adecuada planificación urbana; dar prioridad al transporte
público; gravar con altos impuestos los autos de alta cilindrada y los vehículos más contaminantes;
priorizar inversiones públicas que tiendan a solucionar el desempleo y en especial el juvenil;
establecer y/endurecer legislaciones y políticas adecuadas contra la violencia de género; facilitar
la paridad tanto en los puestos de trabajo como en los de dirección de hombres y mujeres; llevar a
cabo políticas de acción afirmativa con relación a las mujeres, la igualdad cívica y civil, y hacia
todos aquellos que por razones de sexo, raza u otras sufren discriminación y exclusión social;
educar a los jóvenes y movilizar a los gobiernos en la lucha contra el tráfico de drogas y la
dependencia, sin dejar de valorar la legalización en algunos casos; brindar un mayor apoyo por
parte de los gobiernos al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y establecer
medidas punitivas en el ámbito de Naciones Unidas contra aquellos países y empresas que no
cumplan con las medidas que evitan que prosiga la degradación del medio ambiente y el cambio
climático; perfeccionar las políticas de preservación de los recursos hídricos y todas aquellas que
contribuyan a preservar la cantidad y calidad del agua; adoptar legislaciones y políticas que
impidan que la desertificación y deforestación siga avanzando; desarrollar iniciativas globales de
seguridad alimentaria teniendo en cuenta factores geográficos, demográficos y adoptando
legislaciones que regulen los altos precios de los alimentos básicos; aplicar la biotecnología en
todas aquellas áreas que sea posible siguiendo normas éticas; desarrollar la educación permanente
para todos para toda la vida a nivel mundial; vincular las formas más sofisticadas del saber de la
sociedad del conocimiento con formas ancestrales de saber propias de las comunidades indígenas;
lograr que las autopistas de la información e internet no den lugar a una brecha de información
entre info-ricos e info-pobres; favorecer el desarrollo de energías no contaminantes y penalizar con
altos impuestos las contaminantes; promover el acceso al libro y la lectura y celebrar concursos
que estimulen la creación literaria y artística; velar por aquellas culturas y lenguas que están hoy
amenazadas por la urbanización acelerada y otros factores; erradicar todas las formas de violencia
y de violación de los derechos humanos; y lograr desarrollar una cultura de paz a nivel mundial
que implique la solución negociada de los conflictos sin hacer uso de las armas. Si las clases
políticas no quieren seguir siendo percibidas cada vez más como cómplices y subordinados de los
círculos financieros deben adoptar medidas de regulación de los mercados tales como: eliminar los
paraísos fiscales con legislaciones adecuadas; los bancos rescatados deben pagar un salario a sus
empleados no mayor al de los empleados públicos; los políticos no cobrarán jubilación si pasan a
trabajar en el sector privado; los directivos de las empresas o bancos que quiebren no recibirán
ninguna remuneración y deberán afrontar personalmente estas pérdidas. (López Segrera, 2018, pp.
551- 566).
Retos que enfrenta la educación superior en este contexto de incertidumbre y crisis global
Los retos que deberá enfrentar la educación superior estarán condicionados por el escenario de
sistema-mundo que prevalezca. Pero es importante destacar que con nuestras recomendaciones y
acciones en el ámbito universitario podemos contribuir a construir el mejor escenario, esto es, el
escenario apuesta. Tenemos pendiente en nuestra Agenda de América Latina y el Caribe la
necesidad de una transformación profunda en las formas de transmitir, producir y aplicar el
conocimiento con el fin de formar una ciudadanía del siglo XXI y alcanzar sistemas productivos
de competitividad internacional. Esto debe lograrse en el marco de un proceso de consolidación de
la democracia en América Latina y el Caribe, de disminución de la pobreza y la indigencia, pero
de aumento de la desigualdad, en una coyuntura de cambio vertiginoso en los sistemas de educación
superior a nivel mundial y con una idea de la universidad en que se combinan el financiamiento
público y el privado y las funciones docentes, de investigación y del tercer sector (servicios,
extensión, difusión, consultorías,...). (op.cit)
Si predomina el escenario de un sistema mundo cada vez más desigual y contaminado y con
ingobernabilidad global, podrían prevalecer en la educación superior escenarios tales como:
• Mercado libre en el que imperan las fuerzas del mercado.
• Educación Superior Inc., en que las IES compiten globalmente para proveer servicios
educativos y de investigación sobre bases comerciales y no sociales.
• Predominio de la competitividad privatizadora versus la cooperación solidaria.
• En América Latina y el Caribe hoy prevalece el escenario de Globalización con
subordinación y mercado actual “indefinido”. La tendencia es a la privatización creciente
de la educación superior. Si predomina el escenario de ingobernabilidad global el escenario
actual podría evolucionar hacia un escenario de Globalización con subordinación y
mercado regulado por acuerdos comerciales (como GATS). Esto implicaría la
desnacionalización de la educación superior ante la llegada indiscriminada de proveedores
con ánimo de lucro.
Los análisis de futuros tratan de predecir escenarios alternativos. Las secciones siguientes
presentan diversos escenarios alternativos para la región, teniendo como horizonte el año 2030.
Estos escenarios no son simples extrapolaciones del presente hacia el futuro ni tampoco son
“mejores pronósticos” sobre cómo evolucionará la región. Con una gama de incertidumbres y
complejas interacciones entre diferentes sectores y en el tiempo, así como entre los actores,
podemos imaginar un número infinito de escenarios posibles. Todos los escenarios tienen una muy
baja probabilidad de ocurrir exactamente cómo están descritos. Su objetivo, más bien, consiste en
estimular el pensamiento crítico acerca de cómo las actuales decisiones pueden configurar el futuro.
Jason Marczak y Peter Engelke con David Bohl y Andrea Saldarriaga Jiménez (2016) América
Latina y el Caribe 2030: escenarios futuros. Banco Interamericano de Desarrollo, plantean:
La publicación "Latin America and the Caribbean 2030: Future Scenarios" (América Latina y el
Caribe en 2030: Escenarios Futuros) parte de la base de que si bien América Latina y el Caribe
tiene un gran número de retos y desafíos por delante, precisamente a través de la prospectiva
estratégica, la previsión y la estrategia la región podría impulsar su posición en el mundo, como lo
ha hecho por ejemplo ya Asia.
El documento resalta el papel fundamental de la prospectiva estratégica para movilizar un territorio,
un país o una región e identificar los futuros posibles.
Los escenarios presentados aquí se basan en datos cuantitativos y cualitativos y abordan una o más
de las grandes preguntas presentadas en la sección anterior. Cada escenario presenta una historia
sobre cómo será la región en el año 2030, con una mirada retrospectiva sobre la trayectoria de la
región tal como evolucionó desde 2016 hasta 2030. Cada una integra lecciones de un amplio
análisis de tendencias de la región (centrándose en la demografía, el desarrollo humano y muchos
otros ámbitos). Este informe incluye un apéndice, Tendencias Críticas (que comienza en la página
xx), que los analiza en profundidad.
Prepararse para el futuro y mirar más allá del día a día es fundamental para que un país se oriente
en la dirección correcta. Los líderes de la región, como casi en cualquier otra parte del mundo, se
enfrentan a problemas urgentes que requieren una atención inmediata. Sin embargo, hemos visto
una y otra vez que centrarse únicamente en el presente es una receta para fracasar a largo plazo.
No se puede predecir el futuro únicamente extrapolando a partir de las condiciones actuales. ¿Serán
capaces los líderes de América Latina de prever las posibilidades y obstáculos a los que se enfrentan
y prepararse para el futuro?
Esta publicación analiza las diferentes trayectorias que América Latina y el Caribe podría seguir
hasta el año 2030. El objetivo consiste en proponer perspectivas novedosas sobre cómo podría
evolucionar el futuro y, es de esperar, una actuación oportuna de los gobiernos. A diferencia de
otras previsiones, analiza las tendencias globales y regionales amplias que darán forma al futuro
de América Latina.
Los escenarios en este informe esbozan varias maneras diferentes en que el futuro podría
evolucionar, y cada una se basa en una o más incertidumbres a las que se enfrenta la región. Estos
escenarios se basan en investigaciones cuantitativas y cualitativas amplias. Se esbozan tres grandes
escenarios, dos escenarios más breves de “corolario” (que reflejan grandes escenarios) y un mini-
escenario de Cambio Climático. Los escenarios 2030 son:
Salir del paso. El escenario de Salir del paso (o caso base) supone que tanto los sistemas globales
como regionales evolucionarán siguiendo una trayectoria consistente con su desarrollo histórico, y
que las decisiones de las políticas actuales se mantendrán en el futuro. Salir del paso es un punto
de partida para analizar cómo podría evolucionar el futuro de América Latina y el Caribe. Como
ocurre con todos los escenarios presentados aquí, Salir del paso se basa en datos cualitativos de
una gama de expertos, así como en el producto del modelo IFs (Modelo International Futures). De
todos los escenarios, éste es el que más se ciñe a lo que las tendencias por sí solas sugieren que
ocurrirá en la región
Un mundo ilícito a flote, un escenario corolario, en cambio, imagina una erosión de la gobernanza.
El crimen global y los cárteles de la droga estarán profundamente imbricados en la sociedad. La
corrupción es persistente y el Estado de derecho debilitado reduce la capacidad del Estado y corroe
las redes de protección social. La inseguridad obliga a la fuga de talen- tos, y la inversión externa
directa disminuye.
Cambio climático Este mini-escenario más breve imagina un futuro caracterizado por un clima
global rápidamente cambiante. Los países toman algunas decisiones inteligentes para prevenir los
peores efectos del cambio climático, e incluso para prosperar a pesar de él. Sin embargo, en 2030
también sufren las inevitables consecuencias.
El informe se puede leer en: https://publications.iadb.org/.../América-Latina-y-el-Caribe-2030-
Escenarios-futuros.p...
Escenarios de Carmen García Guadilla
Carmen García Guadilla (1995) plantea los siguientes escenarios:
Si algo hemos aprendido en este nuestro tiempo es que las respuestas simples y definitivas ya no
tienen el vigor que solieran exhibir. Aún (¿especialmente?) ante los fenómenos más abarcadores y
aparentemente más evidentes, el hombre ensaya múltiples respuestas.
Dondequiera que miramos se nos atraviesa el concepto de globalización. Pese a la continua
mención, son pocas las definiciones que se pueden hallar del concepto. En la intersección de los
conceptos de globalización y conocimiento, y en los escenarios que edifican los analistas para
esbozar una explicación se ubica el punto de inicio de nuestro trabajo. Para ello tomamos la
propuesta de Cármen García Guadilla de clasificar a los escenarios en tres: el del mercado, el del
desarrollo humano, y el de la solidaridad.
“Estos tres escenarios han sido construidos a partir de las imágenes de futuro que presentan los
discursos acerca de tendencias y preferencias societales. Los mismos no pretenden ser
exhaustivos, ni exclusivos, pues los fenómenos de la realidad, en su vasta complejidad, sobrepasan
cualquier clasificación de esta naturaleza...”, (García Guadilla, 1995).
La construcción de escenarios como herramientas para pensar sobre nuestro presente y anticipar
nuestro futuro no es ni más ni menos que el espacio que los académicos han erigido con el fin de
reflexionar sobre nuestro destino como comunidad global. Los escenarios representan la
contribución de los centros académicos al diseño de un desarrollo sustentable inspirado en los
principios de equidad, democracia, justicia y libertad (Bernheim, 1997). Es una manera de decir
que las cosas tal cual están no nos convencen.
Dentro de este escenario los países no avanzados dejan de tener interés funcional y económico para
el sistema global, al ser la mayoría de esos países "demasiado pobres para constituir mercados y
demasiado atrasados para valer como fuerza de trabajo en un sistema productivo basado en la
información y donde las materias primas van a disminuir rápidamente su valor relativo". (Castells,
1995, p. 70). En este escenario, los países menos avanzados tienen poca posibilidad de lograr una
dinámica propia que interese al resto del mundo. Para las élites económicas y políticas de los países
avanzados, el hecho de que una gran parte del globo viva en atraso, les preocupa en la medida en
que ese atraso puede revertirse contra ellos. Es dentro de este escenario -calificado por algunos
autores bajo la figura de "la noche de los mercaderes" en el cual el peso de las culturas particulares
se verá reducido, ya que prevalecerá la cultura impuesta desde las cúpulas del poder económico.
En medio de la oleada de principios neoliberales, este es el escenario más conocido. (En tanto la
vivencia es una forma de conocimiento.) De modo que tal vez no necesite demasiada presentación,
aunque sí algún análisis...
Los teóricos del pesimismo, André Gorz (1998) por ejemplo, sostienen que para que a una minoría
le vaya bien debe haber una mayoría a la cual le vaya mal. Por lo cual la sociedad del futuro tiene,
según él, alto riesgo de segmentación. Proyectando su pensamiento: la sociedad tendría necesidad
de fragmentación. Según él un 25% de la población tendría acceso a formas plenas de participación
y desarrollo personal, un 25% quedaría a mitad de camino en lo que Gorz denomina periferia
estable, y el 50% restante tendría que resignarse a vivir como miembros de una periferia precaria.
Como puede apreciarse este no es un escenario que beneficie a los países no desarrollados. Pues el
énfasis está puesto en su principal debilidad: lo económico.
La globalización en términos de este escenario se encuentra restringida a lo que se denomina la
tríada: las plazas financieras de Nueva York, Tokio y Londres dominan más del 80% de las
transacciones financieras que se realizan en todo el mundo. En las visiones más pesimistas los
países no avanzados dejan, dentro de este escenario, de tener interés funcional y económico para
el sistema global, al ser la mayoría –según esta misma visión- demasiado atrasada para valer como
fuerza de trabajo en un sistema productivo basado en la información y donde las materias primas
van a disminuir rápidamente su valor relativo
Paralelamente, se sostiene que el énfasis en el valor económico del conocimiento. Así planteadas
las cosas, no es dable esperar otra cosa que así como en otras épocas las guerras eran por preciadas
especies, hoy día las guerras sean por la información y el conocimiento. En este contexto el
conocimiento constituye la brecha entre los países desarrollados y los no desarrollados.
El mercado no sólo contagia dinamismo, además transmite algunas deficiencias. “El concepto de
mercado de conocimiento adquiere relevancia para definir los intercambios educativos a nivel
internacional. Así se habla de mercado internacional de conocimientos y mercado educativo
internacional para referirse a venta de patentes y de investigaciones, así como de contratación de
personal calificado para industrias de alta competitividad”, (García Guadilla, 1995). Se calcula
que a comienzo de la década de los noventa había un millón de profesionales emigrados a países
desarrollados en los últimos treinta años, cifra que ha crecido en los últimos cinco
“Al igual que las empresas, las marcas Harvard y Stanford se exportarán con sus niveles de calidad
hacia Singapur o Nueva Delhi. En vista de esta privatización, ya no se podrá hablar de Norte
propiamente dicho, sino de sistemas universitarios autónomos...Las grandes universidades
funcionarán entonces como bombas aspirantes de los mejores estudiantes del mundo”, (Attali,
1998). Se trataría de un teatro de operaciones de la información.
Si todo se analiza desde la perspectiva economicista los países económicamente más débiles sólo
tienen la chance de dejarse someter por los poderosos. Estaríamos en una remozada versión de
dependencia. “En este escenario, la dinámica del acceso al conocimiento internacional se hace a
partir de la relación de unas pocas instituciones académicas de cada uno de los países no avanzados
con los centros de excelencia de los países avanzados, y tienen menor importancia las relaciones
de integración entre los países de una misma región, subregión o país ...Las instituciones más
importantes de estos países establecen lazos directos con sus homólogas en los países avanzados,
y no tienen o tienen pocas relaciones no solamente con sus homólogas de los países de la misma
región, sino que tampoco tienen relaciones significativas con las otras universidades del propio
país”, (García Guadilla, 95). Dos resultados negativos han producido esta postura economicista.
Por un lado la transferencia acrítica de conocimientos, mecanismo que sin duda no beneficia a los
países menos avanzados. Y por el otro, la fuga de cerebros de quienes logran romper el círculo
trágico y acceden a competencias que en países avanzados son los que permiten acceder a los
mejores puestos.
El mercado tiene vocación expansiva. La educación superior le viene como anillo al dedo.
Sospechada de ineficiente, despreocupada por los resultados (en tiempos de la entronización del
rendimiento), y poseedora del estigma de la crisis crónica es la candidata ideal sobre la cual
avanzar. Argumentos para el ajuste son los que sobran. “A causa del deterioro de la situación
económica en diversos países en desarrollo, la competencia entre los niveles de educación primaria
y superior se endureció en los años consecutivos a las independencias, aunque ambos fuesen
considerados prioritarios. Las intervenciones del Banco Mundial a menudo han provocado y
acentuado esta competencia”, (Scott, 98)
“El final de la guerra fría, el fracaso de las ideologías totalitarias (entre las cuales, digámoslo, la
odiosa doctrina del apartheid), la afirmación de la libertad, los derechos humanos y la democracia
en las regiones del mundo en que estaban proscritos, el apego reafirmado de la comunidad mundial
a la cooperación internacional a través de las Naciones Unidas, todas estas novedades y muchos
otros acontecimientos políticos han abierto nuevas perspectivas a la humanidad. Pero al mismo
tiempo que se abre así una era rica en esperanzas, el difícil aprendizaje de la libertad y la
democracia, la persistencia o el resurgimiento de los conflictos basados en diferencias religiosas,
culturales, éticas y, más aún, los dilemas que plantea el reto de un desarrollo sostenible, constituyen
motivos de profunda inquietud”, (Mayor, 95). El mercado no es autoportante. Las predicciones de
tropiezo se han ido cumpliendo una a una en este sistema que en un momento determinado pareció
explicarlo todo. Por eso aparecen otras explicaciones.
El segundo aspecto, aunque mucho menos estudiado a pesar de que existen datos sumamente
preocupantes, surge en los actuales momentos con una gran relevancia por la presencia de un
"mercado educativo internacional" dispuesto a captar talentos vengan de donde vengan.
A tal punto se considera nodal el carácter de la posibilidad de desarrollo para todos que fue incluido
como derecho en la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos en su sección III, artículo
11: “Todo pueblo tiene el derecho de darse el sistema económico y social que elija y de buscar su
propia vía de desarrollo económico, con toda libertad y sin injerencia exterior” ¿Alguien está en
condiciones de mantener a rajatabla el estandarte del desarrollo a cualquier precio?
“Están surgiendo otras alternativas, cuyo principal desafío es imaginar y crear nuevos modos de
modernidad en los que el desarrollo tome en cuenta las necesidades esenciales del hombre y los
límites del planeta. En este contexto se hace una crítica fuerte a los estragos irreversibles que en la
naturaleza y en el hombre causan las fuerzas ciegas del mercado...Este escenario se diferencia por
la importancia que da a la conservación de la naturaleza, a las culturas locales, y a la solidaridad
entre los pueblos. Su filosofía se fundamenta en el hecho de que el consumo ilimitado y
desigualmente distribuido, no solamente es injusto socialmente, sino que además es incompatible
con la permanencia del planeta Tierra”, (García Guadilla, 1995). El desarrollo a secas afecta la
calidad de vida y produce lo que Hopenhayn et. al (2005) denomina la inversión de la ecuación
histórica: “La progresiva frecuencia de catástrofes ambientales y psicosociales en nuestras
ciudades hace que los términos de modernización y de calidad de vida parezcan cada vez menos
armonizables en las evaluaciones silenciosas que hacemos todos. Se invierte la ecuación histórica
en que el mejoramiento de la calidad de vida aparecía como una variable dependiente-positiva del
proceso de modernización”.
Una de las ideas movilizadoras es que todos somos responsables de todo lo que nos pasa a todos.
Es decir, la realidad social es una construcción. “Desde el punto de vista cultural, se hace mucho
énfasis en que debemos ir hacia la búsqueda de nuevas identidades y de revalorización de la
diversidad cultural. El desafío en este contexto es cómo conciliar la necesidad de identidad sobre
el plano de los valores nacionales, locales y comunitarios, con la exigencia creciente de la
solidaridad a escala planetaria”, (García Guadilla, 95).
Aquí entra en escena la educación. Si la educación busca formas humanas de desarrollo debe
empezar por revitalizar el concepto de comunidad. “...La humanización que pretende la tarea
educativa sólo es posible en un mundo como comunidad. Y ello por la ‘acción de todos y cada
uno’- Hegel- y de este modo su fórmula más acabada es ‘un yo que es un nosotros y un nosotros
que es un yo’-Hegel-”, (Rebok, 88).
Se perfila así a la educación superior como un ámbito emprendedor de viejos diálogos suspendidos
o apocopados y de nuevos diálogos necesarios. “Si se atreve a intervenir cambiando las mismas
modalidades que se aplican desde hace siglos, si se atreve a ir al encuentro de nuevos interlocutores,
la universidad podrá fomentar las innovaciones que son necesarias en tantos ámbitos en vísperas
del siglo XXI”, (Mayor, 1995). Las voces se unen para reclamar que, según el caso, la universidad
abandone completamente la torre de marfil (en los países desarrollados) o que no copie (en los
países no desarrollados) modelos infértiles. La educación superior debe aportar a la reflexión sobre
los grandes problemas actuales y el devenir del mundo. Comunidad y hombre esperan en el camino;
la universidad debe ir a su encuentro. La educación superior debe hablar, debe dialogar, debe
convertirse en una fuente de enunciados diestros.
Parece ingenuo invocar un cambio en las estructuras si uno de los protagonistas no está convencido
del papel que debe representar. “Para que la educación mundial se vuelva realidad, tenemos que
encontrar los medios –por conducto de las escuelas normales, desde luego, pero también de otras
maneras- de convertir a todos los profesionales en educadores mundiales”, (Mayor, 1995). Encarar
una reflexión transcultural es aspirar a un ambiente de estudio mundial. Un translugar donde
aprender y enseñar con una visión global. Donde las etnias representan el cimiento reconocido
desde el cual cada cultura enriquece a las demás y se enriquece a sí misma
“Si la riqueza de los países no avanzados es su gran potencial humano; y si a esta población se le
da la debida educación, es obvio que ello redundaría en una significativa forma de avance hacia
una competitividad basada en la preparación de recursos humanos...Lo que hace la diferencia entre
las empresas y entre los países no es tanto la tecnología, sino el dominio adecuado de esas
tecnología, donde las capacidades de aprendizaje, de adaptación y de creación de los individuos es
fundamental”, (García Guadilla, 1995). El escenario del desarrollo sustentable representa un
ámbito oxigenado para la expansión del conocimiento. En este escenario, el conocimiento es
considerado una fuente democrática de poder. El contraste queda evidenciado con lo que hemos
señalado es el conocimiento como mercancía que se plantea en el escenario del mercado.
Algunos expertos ven a la integración de los sistemas de educación superior más allá de las
fronteras nacionales como uno de los diques de contención a la fuga de cerebros hacia los países
más avanzados. “Hay que resistir esta tendencia creando espacios transnacionales capaces de
luchar contra la introducción de la lógica del mercado en la educación superior. El precio que ha
de pagarse por eso es la instalación de mecanismos de control de calidad de la función pública. Las
universidades estatales deben aceptar someterse a evaluaciones efectuadas por operadores
exteriores”, (Attali, 1998).
Los principales escollos para desplegar una cultura de la cooperación son los prejuicios que se han
reunido en las teorías conspirativas y en las culturas opuestas a la vida. Las culturas de la violencia.
“Dado que la cultura de la guerra florece en la desconfianza, en el recelo, en la incomprensión entre
los pueblos, en la violación de los principios democráticos de dignidad, igualdad y respeto entre
los hombres, cabe a la UNESCO la enorme tarea de combatir los prejuicios y la ignorancia, hacer
florecer el intercambio de ideas y promover un acceso más equitativo al conocimiento”, (UNESCO,
1998).
El planteamiento de la educación global se presenta además en momentos en los cuales las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación la hacen posible. En este sentido, la universidad
global del futuro que está emergiendo está utilizando intercambios electrónicos de información y
cursos, con estudiantes, profesores, e investigadores, en muchos países conectados por vía satélite,
a través de redes de computadoras, y otros avances de las telecomunicaciones. La electrónica hace
posible la presencia de lo que se ha llamado proyectos "hermanados", que unen a universidades
entre diferentes países para responder a necesidades de docencia e investigación. Todo esto facilita
el desarrollo de redes, como nuevas formas de cooperación entre individuos e instituciones, de
maneras más informales y menos burocráticas. A los organismos internacionales vinculados con el
área de la educación, les correspondería -en este escenario- ocuparse de elevar la conciencia
planetaria con valores de solidaridad hacia todos los pueblos del planeta, para lo cual la educación
global debería ser incorporada a los planes de estudio en todos los países, tanto avanzados como
no avanzados.
Este tercer escenario -cuyo énfasis consiste en el rechazo a la noción e implicaciones del desarrollo
como racionalidad y como modelo ha logrado hasta el momento poco nivel de elaboración en
relación a las propuestas. Ello puede ser debido a una mayor dificultad en cuanto al logro de
propuestas efectivamente alternativas, es decir, sustitutivas de lo que aparece cuestionado. Sin
embargo, resulta importante señalar algunos aspectos que son considerados relevantes para lograr
éxito en la formulación y en la posible cristalización de propuestas inspiradas bajo los supuestos
de esta posición. (Elementos que señala Hopenhayn (1995) en su planteamiento “Pensando lo
social con nuevas racionalidades: entre señales y conjeturas”.)
• Revalorización de la subjetividad social y de la dimensión cualitativa de la vida social. En
este sentido se considera que la identificación de las necesidades de la mayoría de la
población no debe dejarse exclusivamente en manos de los "expertos" como ha sido el caso
hasta el presente; sino que se hace necesario que sean los propios grupos de base los que se
responsabilicen en encontrar caminos cónsonos con su cultura y aspiraciones. Las
propuestas, por lo tanto, deben ser construidas sobre la base de un trabajo continuo y al lado
del pueblo; aprendiendo a trabajar con éste, interpretando sus necesidades, y promoviendo
su manera de ver el mundo.
• Revalorización de la democracia como expansión de la conciencia reflexiva en todos los
espacios de la interacción social, desde el ámbito familiar hasta el político, pasando por
todo tipo de instituciones (públicas, municipios, escuelas, etc.). Se concibe esta re-
valorización como el establecimiento de nuevas formas de alianzas entre el Estado y la
sociedad civil, privilegiando la participación social, la descentralización de decisiones, y la
afirmación de la cultura ciudadana.
• Revalorización de los actores sociales, de la sociedad civil, y de las organizaciones no
gubernamentales, como una manera de abrir espacios diferentes a la acción
homogeneizante del Estado. En este sentido se valorizan las lógicas políticas centradas en
las prácticas culturales de los actores, privilegiando los sectores informales, los grupos de
base y las organizaciones comunitarias.
• Revalorización de una nueva forma de producción de la verdad que tome en cuenta
elementos que han estado subyugados por la racionalidad científica.
Este escenario surge por la necesidad de alternativas al sistema neoliberal. De allí que el primer
rasgo que aparece dibujando su perfil es el constituir un discurso marcadamente antihegemónico y
antisistémico. “La mayoría de los autores que podrían ubicarse en este escenario parten de un
cuestionamiento al concepto de progreso, al sesgo etnocentrista que toma como ideal
emancipatorio la modernidad europeo, y al papel de las vanguardias ideológicas”, (García Guadilla,
1995)
El concepto de progreso liso y llano no deja de sumar voces de alerta. “Pero si los países ricos han
sido incapaces de destinar al desarrollo de los menos favorecidos el 0,7% de su PNB, ¿cómo
podemos esperar que ahora se realice esta empresa común llamada desarrollo sostenido, desarrollo
duradero? ¿Cómo alcanzarlo si hasta hace poco se estimaba que el desarrollo era poco más que el
simple crecimiento, cuando prevalecía la idea de que basta que aumenten los índices de la
producción industrial y el consumo de electricidad para que un país se modernice y mejore el
destino de sus habitantes?”, (Mayor, 1998). Las grietas del modelo de mercado son tan evidentes
que hasta los que ayer eran sus gurúes, hoy aparecen proponiendo ora modelos morigerados ora
sistemas mixtos
¿Cuál es el lugar del conocimiento en este escenario? La producción de conocimiento está ligada,
según este escenario, a los grupos de base.
En este tercer escenario, la producción de conocimientos está muy ligada a la cultura y a los grupos
de base, de ahí la importancia que adquieren las metodologías de investigación y acción
participativa, así como los profundos cambios en el orden prevaleciente del conocimiento. Puede
entenderse la importancia que para el escenario de la solidaridad adquieren los cambios en el orden
del conocimiento, ya que esos cambios implican también rupturas importantes con la modernidad
occidental. Entre las principales formas en que se manifiesta este nuevo orden del conocimiento se
pueden mencionar las siguientes:
• En lo epistemológico: desintegración de la ciencia unificada y pérdida de consenso en la
racionalidad científica;
• En lo organizativo: tendencia a conocimientos más integrados, transdisciplinarios
• En lo valorativo: nuevas formas de conocimientos no necesariamente legitimados por lo
considerado hasta ahora "científico", y que habían estado marginados del conocimiento,
como lo estético y lo ético.
• Cuestionamiento de nociones claves como objetividad, certeza, predicción, cuantificación;
Debilitamiento del conocimiento abstracto y fortalecimiento del conocimiento
contextualizado; Aumento de importancia del conocimiento ordinario o "popular"
(conocimientos subyugados) como fuentes de sabiduría acerca de la realidad social y el
entendimiento humano
Este escenario es el marco adecuado para hablar de la crisis de los modelos precedentes. En especial
de la que le toca al modelo de mercado. “En la mayoría de los países de América Latina pareciera
que si bien los oferentes no están claros en cuanto al nuevo tipo de producto (nuevo perfil
profesional y nuevos estilos de producir y transferir conocimientos); tampoco la demanda está
dando señales sobre los productos que necesita (tipo de perfil profesional, tipos de conocimientos,
etc.), así como tampoco está tomando ninguna iniciativa significativa en cuanto a establecer
relaciones con la universidad de manera productiva y deseable para ambas partes”, (García
Guadilla, 1995)
Como se ha dicho, este es el escenario con menos despliegue teórico por el momento. De manera
que su aporte no pasa por grandes andamiajes de pensamiento. Tal vez debamos reconocerle la
incorporación de algunas ideas nuevas o la potenciación de otras de vieja data que, en ambos casos,
sirven a los intelectuales de todas las posturas para provocar respuestas. Además la solidaridad
como concepto ha sido incorporada a las propuestas de transformación. Por ejemplo, La UNESCO
nuevamente hace una referencia explícita a ella en la Declaración Mundial de la Educación
Superior destacando que el principio de solidaridad y asociación de pares entre instituciones de
educación superior de todas partes del mundo es crucial.
En las últimas décadas América Latina, como región, se ha hecho más pobre y más marginal, salvo
los reducidos sectores privilegiados de las clases altas urbanas de las grandes ciudades vinculadas
con la economía internacional del mercado, que representan "islotes de modernidad en océanos de
pobreza" La paulatina marginación del comercio internacional es uno de los grandes problemas
que América Latina tiene que enfrentar como región
Existe el peligro real de que América Latina quede sensiblemente marginada de los circuitos
dominantes del comercio, las inversiones, los flujos financieros y los procesos tecnológicos Es lo
que algunos señalan como el proceso de "africanización" o sea el paso de la "dependencia" a la
"prescindencia" Frente a esta situación, América Latina tiene que elaborar una estrategia de
desarrollo que se proponga la reinserción más favorable de nuestra región en tales circuitos,
teniendo presente que en una era de conformación de grandes espacios económicos no hay
"salvaciones individuales", ni siquiera para los países grandes La integración latinoamericana
reclama así una nueva estrategia, un nuevo pensamiento, a fin de replantearla en el actual contexto
existencia de la Unión Europea, el dinamismo económico del Japón y los llamados "dragones" del
Sudeste asiático, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), etcétera.
El Segundo Foro Visión Iberoamericana 2000, celebrado en el mes de marzo de 1995 en Cartagena,
se pronunció por la convergencia de los actuales procesos subregionales de integración y por la
ampliación del concepto de integración latinoamericana a los aspectos culturales, educativos,
científicos y sociales Las universidades de nuestra región tienen el reto de contribuir a la
elaboración del nuevo pensamiento sobre la integración Éste debería ser uno de sus compromisos
principales en lo que resta del siglo y en las décadas del que viene
América Latina necesita elaborar una respuesta lúcida a los procesos de constitución de grandes
unidades macroeconómicas que adelantan los países desarrollados, cuyo motor es hoy en día el
conocimiento, la información, producto de la revolución científica y tecnológica No es posible que
mientras en el Norte se aceleran estos procesos, en el Sur sigamos en el aislamiento y la
fragmentación No se contraponen a esta concepción global los esfuerzos subregionales actualmente
en marcha (MERCOSUR, SICA, Pacto Andino, etc ) Estos esfuerzos, como lo ha señalado la
CEPAL, deberían ser, mediante su convergencia, pasos encaminados hacia un "regionalismo
abierto", que permita a la región pre pararse para una economía internacional abierta, sin renunciar
a utilizar la integración como mecanismo de defensa
Francisco Sagasti (1992, pp. 615 y ss) señala, acertadamente, que "la agenda de temas por
examinar en el umbral del siglo XXI abarca aspectos tales como el carácter que debe adoptar el
esfuerzo regional de investigación científica, el diseño de estrategias para armonizar el acervo de
técnicas tradicionales con las tecnologías modernas, y las medidas para lograr que las actividades
productivas satisfagan la doble exigencia de competitividad y equidad" El Segundo Foro Visión
Iberoamericana 2000, subrayó la eficiencia económica de la equidad como principio rector de la
estrategia de desarrollo Esto implica promover una profunda reforma social, complementaria de la
reforma económica, que posibilite masivas inversiones en capital humano.
ESCENARIOS DE COLOMBIA
La planeación estratégica y la planeación por escenarios componen el tercer elemento que informó
el ejercicio de Destino Colombia y que reverberan de manera más prominente en la mente de sus
participantes. Sus orígenes se remontan al sector de defensa, que la empleó en el diseño de las
estrategias y tácticas de guerra. Quienes han rastreado los orígenes de la planeación estratégica
sugieren que los griegos emplearon métodos afines contra sus enemigos varios siglos antes de
Jesucristo, pero la jerga de la planeación estratégica ocupa un lugar central en el lenguaje y la
práctica militar hasta hoy.
El trabajo conjunto de las cuarenta y tres personas diferentes culminó con la elaboración de cuatro
futuros posibles del país, sin evaluar si eran futuros probables. Como en Mont Fleur (Sudáfrica) y
Visión Guatemala, se buscaron nombres metafóricos para resumirlos. El primero, denominado
“Amanecerá y veremos” planteaba una incómoda continuidad en una situación de guerra estancada,
sin salida previsible. El segundo, resumido bajo el rótulo de “Más vale pájaro en mano que cientos
volando” planteaba un escenario de negociación con alguno de los grupos insurgentes. El tercer
escenario fue denominado “Todos a marchar”. Inspirado en el modelo del presidente Alberto
Fujimori (1990-2000) en Perú, este escenario recogía la mano dura que muchos colombianos
añoraron a finales de los años noventa. Finalmente, “La unión hace la fuerza” era el cuarto
escenario, en el que una ciudadanía madura se organizará por la paz
La oscuridad se convierte en un pretexto para el sueño y la inacción, pero la claridad del amanecer
no garantiza la llegada de las decisiones sino un nuevo plazo para el azar. Ante las crisis del país
esa confianza irracional en los desenlaces imprevistos y milagrosos, ese recurso a las soluciones a
medias y esa generalizada actitud de dejar para después las acciones de fondo, han llegado a
convertirse en una alternativa colectiva. Ante la magnitud y multiplicación de sus problemas,
Colombia parece decir, “amanecerá y veremos.”
Es una actitud que produce unos altos costos difíciles de explicar y de justificar ante las
generaciones futuras y aún ante las de hoy. Sin embargo lo intenta un testigo calificado de la época
del “amanecerá y veremos” y en esta carta registra las razones y expectativas de los que., como
dirigentes se acogieron a esta norma de conducta. Es una carta que busca la comprensión y un
benévolo juicio de los críticos de hoy y del futuro
“Estábamos contra la pared y en un estado de ánimo parecido a una fatigada resignación. Desde
luego, no era la primera vez que nos arrinconaba una crisis. La que teníamos delante parecía la
monótona repetición de los conflictos resueltos a medias desde el nacimiento de Colombia como
nación. En los últimos tiempos se había intentado todo para detener el conflicto armado pero, por
el contrario, los agentes armados habían incrementado sus frentes y las cifras de muertes violentas
habían aumentado escandalosamente. Desalentados, después de 40 años de una guerra inútil, los
expertos concluyeron que en lo militar se había llegado a un empate de fuerzas y en lo político
ninguna negociación había dado resultado.
Como en un hospital de guerra, en el que las urgencias se atienden una a una a medida que surgen,
los gobiernos se limitaron a resolver los problemas de cada día y desechó las soluciones ambiciosas
y en profundidad. Así, a lo largo de varios años se produjeron hechos como estos: Las
negociaciones regionales con la guerrilla en las que se llegó a acuerdos limitados que aliviaron
temporalmente las presiones de la subversión y de la población, pero que en la realidad fueron
concesiones parciales de poder y de territorio. Los arreglos acomodaticios con los grupos de
presión en los que, a cambio de una paz pasajera, se cedió un poco cada vez. Esa política fue la que
se mantuvo a lo largo de varios períodos presidenciales y la que ocasionó una pérdida de autoridad
y una multiplicación de las demandas y de los conflictos.
En efecto, el manejo del poder para beneficio de pocos, la evasión escandalosa de impuestos, la
complicidad con la corrupción y el tráfico de influencias, la impunidad lo mismo que las
ocupaciones, los bloqueos de vías y de lugares públicos en todo el país, se convirtieron en los
instrumentos preferidos para obtener toda clase de reivindicaciones, generaron el desorden y el
caos.
Ese desorden y caos y la creciente incapacidad del gobierno central para enfrentar las causas de los
problemas, debilitaron los vínculos de los municipios y de los departamentos con el poder central.
Todos llegaron a pensar que les iba mejor solos que mal acompañados. Cuando nos dimos cuenta
ya se habían producido hechos tan graves como estos: A fuerza de transar nos habíamos quedado
bajo la ley del más fuerte, o sea, de los que más presionaran, sin normas, sin autoridad y sin
controles. En las negociaciones con unos y con otros se habían afectado los fondos públicos, el
patrimonio de la gente y sobre todo, la autoridad, la democracia y la equidad.
Y los gobiernos debilitados, habían tenido que acogerse a la práctica común de comprar respaldos
y adhesiones con la concesión de privilegios y favores, a un enorme costo. El más alto costo lo
impusieron los sectores de mayor influencia, que concentraron así poder y riqueza y aumentaron
las desigualdades y fomentaron la corrupción.
Esta debilidad de los gobiernos, el poder de los corruptos y la ineficiencia administrativa del
gobierno central convencieron a las regiones y a los municipios para exigir mayores transferencias
y montar sus propios sistemas de salud, de seguridad, de justicia y de educación. Cada uno organizó
sus finanzas y su régimen tributario para suplir las deficiencias del gobierno central. Cuando el
desorden pareció generalizarse e institucionalizarse, la autonomía local y regional se convirtió en
una garantía para sobrevivir que, sin embargo anarquizó y fragmentó al país. A cambio de una
transitoria supervivencia, se había puesto en peligro la unidad nacional.
Todo este desorden finalmente tocó la vida cultural, la social, la ética y la misma economía. El
desbarajuste fiscal había golpeado severamente la economía. No había garantías ni seguridad para
invertir y producir. Cuando faltaron inversiones suficientes en la industria petrolera y se intensificó
la presión guerrillera sobre torres de energía y sobre la infraestructura vial y férrea, así como sobre
oleoductos y campos de producción, terminó el autoabaste cimiento petrolero y se sintió, más que
nunca, la presión sobre la economía. En extensas y ricas regiones sometidas a la influencia de los
grupos armados, se redujo la inversión y se incrementó el desempleo con una sensible disminución
del bienestar de la población
Estas estrecheces y problemas de la economía golpearon a los más débiles y multiplicaron los
problemas sociales.
El gobierno aprovechó esos problemas para hacer una política populista y de soluciones inmediatas
que dejaron satisfechas, por el momento, a las personas y entidades que reclamaban soluciones
urgentes para la población, pero a mediano plazo los problemas reaparecieron agravados
Todos estos factores, como afluentes de un gran río, fueron a engrosar el caudal de la violencia. Se
había perdido la fuerza de la ley y había aparecido, para sustituirla, la ley de la fuerza. La ciudadanía
optó por armarse y por crear sus grupos de autodefensa. Las cifras de homicidios se elevaron a
niveles inimaginables por cuenta de la práctica de la justicia privada y de la multiplicación de
personas armadas en todo el país
Los frentes guerrilleros que, entre 1978 y 1994, habían crecido de 14 a 105, y que en diez años
habían aumentado su presencia de 173 a 600 municipios, continuaron imponiendo su ley y
agravando su confrontación con las Fuerzas Armadas y las autodefensas, empeñadas en disputar a
sangre y fuego el dominio de esos territorios. Así se llegaron a registrar tasas de homicidios del
120 por 100 mil habitantes, que equivalen a 5 veces la de Brasil, y 6 veces la de México.
Y cuando nos dimos cuenta ya era demasiado tarde. Habíamos perdido unos preciosos años, sin
saberlo, habíamos copiado la historia vivida, y en parte ya superada, por otros paises del continente;
respecto de ellos y de nuestros vecinos teníamos un atraso de 20 años y le estábamos dejando a las
generaciones que vendrán, una herencia de errores y de tareas como la de acelerar el retrasado reloj
de nuestra historia. La falta de decisión para enfrentar los cambios necesarios nos había dejado sin
capacidad de reacción, porque lo peor que se puede hacer es no hacer nada.”
Si uno de los protagonistas de esas conversaciones, 16 años después hubiera tenido que describir
en unas memorias los motivos, los alcances y las consecuencias de los acuerdos logrados, habría
llegado a estas ineludibles reflexiones y recuerdos.
“Bajo la presión de los actores armados, el Estado y la sociedad sacamos bandera blanca después
de una sucesión de enfrentamientos que dejaron al país convertido en un desolado campo de batalla.
Entre los colombianos se extendió el sentimiento de que durante 50 años se había librado una guerra
que nadie podría ganar y en la que todos estaban perdiendo”.
Ante el mundo, las organizaciones internacionales habían condenado a Colombia por la violación
de los Derechos Humanos y por el incumplimiento de sus compromisos con el Derecho
Internacional Humanitario. Las Fuerzas Armadas, desmoralizadas, comenzaban a dar síntomas
inquietantes de anquilosamiento y de corrupción, como el resto de las instituciones, mientras los
civiles comprobaban que ellos eran los grandes perdedores en la guerra, por el número de muertos
y por el impacto negativo y paralizante de la violencia en la vida nacional. Esa sociedad y ese
Estado, así arrinconados, tuvieron que aceptar, a pesar suyo, que había llegado la hora de dialogar,
por la razón o por la fuerza
Cuando se propuso el diálogo, nadie creyó que iba a ser fácil. La guerrilla exigió el despeje de
algunos municipios del país y rechazó la posibilidad de sentarse a la mesa con las autodefensas;
estos grupos armados, a su vez, exigieron garantías de la voluntad de paz de la guerrilla y parte de
la opinión pública, estimulada por algunos medios de comunicación, reclamó medidas de fuerza y
un ejercicio vigoroso de la autoridad, rechazó cualquier clase de concesión o de acuerdo, consideró
inaceptable que al guerrillero se lo tratara como negociador y calificó los arreglos como una derrota
y una debilidad, y no como una posibilidad de paz. Otro sector de la opinión, en cambio, vio los
diálogos como una salida; quiso que cesaran los enfrentamientos y entendió que para una paz
duradera se requerían concesiones económicas y políticas que modificarían, necesariamente las
relaciones de poder y construirían un nuevo marco institucional
Esos sectores, enfrentados en una ardiente pugna verbal, bajaron el tono cuando cinco años más
tarde se hicieron posibles los acuerdos que generaron una tregua. A partir de ahí siguió un proceso
largo, con una agenda extensa y con propuestas polémicas como la de reunir una nueva
Constituyente y la de constituir un nuevo gobierno con participación de la insurgencia. El gobierno,
puesto entre la espada de los insurgentes y la pared de una opinión pública desconfiada y exigente,
presionado por la realidad insoslayable de una economía golpeada y en crisis por la multiplicación
de los atentados y emplazado por la opinión pública internacional y por agentes de otros gobiernos,
optó por transar. Así se abrió el paso para cambios tan drásticos como una Constituyente, un
gobierno de coalición y cambios significativos en los distintos campos de la vida nacional. Fueron
medidas que tuvieron un impacto significativo en la vida del país y que generaron altos costos.
Fue evidente, desde el principio, que todos los interlocutores se sentían en la obligación de concluir
las negociaciones, por eso acordaron que ninguna de las partes abandonaría la mesa hasta agotar la
agenda y llegar a un acuerdo razonado y razonable. Esto los predispuso a hacer concesiones
Las dificultades se sortearon con la ayuda de los mediadores internacionales y de los expertos en
solución de conflictos. Se logró la presencia y la participación de todos los actores armados,
guerrilleros, autodefensas y junto a ellos, como asesores y testigos, los delegados de las Fuerzas
Armadas. Fue un proceso con significativos costos que implicaron reformas en el campo, en las
ciudades y en los sistemas tributarios y una mayor presencia del Estado en la dirección de la
economía.
Este hecho le abrió el paso a otros dos acontecimientos : la convocatoria de una Asamblea
Constituyente que consagró las reglas de juego exigidas por el nuevo pacto político, que incluyeron
beneficios legales de perdón y olvido para los alzados en armas, y un gobierno de coalición con
una activa participación de la guerrilla
Estos hechos provocaron una reacción de rechazo de parte de sectores de la población que
consideraron esas condiciones como una rendición y una entrega, y como un costo excesivo del
proceso de paz y se convirtieron en fuertes opositores de estos acuerdos.
Una vez culminada la negociación, la economía empezó a mostrar leves signos de recuperación
con un crecimiento económico lento, aunque el impacto en lo político y en la economía había sido
fuerte y de altos costos, la acción más urgente se impuso en lo social. Y fue comprensible, había
demasiadas necesidades insatisfechas y un cúmulo de problemas sociales resueltos a medias, que
fueron el caldo de cultivo para la generación de una nueva violencia. Por eso hubo que gestionar,
por parte del Estado, una provisión directa de servicios de educación y salud a los sectores más
pobres de la población
También se asumieron los costos de una política de redistribución de la riqueza, que implicó
reformas en materia de impuestos, de salarios, de seguridad social y de acceso a la propiedad rural
y urbana
Otra clase de costos fue la que se asumió para garantizar una democracia más participativa: la
reforma de los partidos y la activación de los instrumentos de participación ciudadana previstos en
la Constitución de 1991 y reforzados en los proyectos de la nueva Constitución. Fueron reformas
de alto costo económico, social y político que hicieron parte de los acuerdos.
Mientras tanto la opinión internacional pasó del estupor con que contempló a Colombia como un
caso perdido cuando la guerra llegó a sus más altos niveles de crueldad, a la expectativa que crearon
el comienzo de los diálogos y la participación de los mediadores internacionales, a una acción de
respaldo que, finalmente, se tradujo en una significativa presencia de la representación
internacional y en una calificación favorable del país en materia de derechos humanos.
Si un hombre de la generación que optó por esta alternativa, tuviera que explicarle a su hijo los
costos y logros de esta fórmula de solución, tendría que hacerlo en estos o en parecidos términos.
Tras el fracaso de los acuerdos de paz, nuestra esperanza se concentró en un gobernante que tuviera
la energía y la imaginación suficientes para aplicar medidas extraordinarias a una situación que no
tenía nada de ordinaria, como verás. Colombia tenía todo el aspecto de un país ocupado por fuerzas
no previstas en nuestras normas constitucionales. Las ramas del poder público sin autonomía,
porque estaban presionadas por el miedo, el chantaje y la corrupción, los narcotraficantes imponían
su ley y sus negocios, la subversión avanzaba en dominio territorial y en acumulación de recursos
económicos y de armas, los grupos de autodefensa, cada vez más fuertes sostenían una guerra por
el territorio, palmo a palmo, las Fuerzas Armadas estaban desmoralizadas, los programas para
combatir la corrupción habían fracasado, mientras ascendían los índices de pobreza y de desempleo
y la crisis fiscal se hacía más profunda
Encontramos un líder que, desde la presidencia, y ante los repetidos fracasos, le impuso un límite
a los derechos fundamentales, amplió el pie de fuerza del ejército y de la policía, fortaleció la
economía y la institución de los militares y levantó todas las restricciones legales y constitucionales
que ataban las manos de las fuerzas armadas.
Esas medidas provocaron reacciones inmediatas en el interior y en el exterior del país. En nombre
de los Derechos Humanos se condenó la licencia de inhumanidad que, según los organismos
especializados, se le había otorgado a las Fuerzas Armadas. Tras las protestas llovieron las
sanciones y comenzó un proceso de aislamiento internacional.
Golpeados militar y financieramente, los grupos armados disminuyeron sus acciones y comenzaron
a considerar propuestas de diálogo. Las medidas de estímulo para la economía y para el sector
productivo, unidos a los triunfos militares, le aseguraron al presidente un segundo período,
autorizado por una oportuna reforma constitucional.
En ese segundo gobierno, la guerrilla derrotada y las autodefensas desmovilizadas fueron objeto
de distintos tratamientos y la economía empezó un período de recuperación. Al mismo tiempo se
agudizó el crecimiento de la tensión social. Esto le dio un final lánguido a este segundo gobierno,
al que tendrían que seguir otros períodos presidenciales dedicados a trabajar por un equilibrio de
lo social, por la recuperación del tiempo perdido para el país y por la revitalización de las relaciones
internacionales.
Los actos de autoridad provocaron en una parte de la población una sensación de seguridad y de
confianza, pero en otros grupos comenzaron a gestarse movimientos de oposición como reacción
a las limitaciones impuestas a las libertades políticas, a la eliminación de los grupos de izquierda y
a la persecución a todo aquel que expresara inconformidad con el régimen.
Regiones y localidades en los que se había comenzado a construir una tradición de autonomía y de
poder local, se opusieron a la acentuación del poder de la capital, y los sectores populares, afectados
por las medidas económicas y por el aumento del desempleo, hicieron más fuertes los grupos de
oposición. Así llegó a conformarse un movimiento sólido que alimentó su inconformidad con la
imagen negativa del país en el exterior, con los rezagos de la violencia política, con las sutiles pero
efectivas formas de censura de prensa, con la apelación constante al estado de emergencia, con la
negación sistemática de garantías ciudadanas como el habeas corpus y con los altos costos de los
cuerpos de seguridad.
Esos altos costos afectaron asuntos vitales como la educación y la salud, que tuvieron presupuestos
recortados mientras duró la alta prioridad concedida a la dotación militar.
El capital fue favorecido con bajos impuestos, con iniciativas de privatización y con políticas que
les dejaron un libre juego exclusivamente a las fuerzas del mercado. Así se llegó a un sistema
económico privado, con muy pocas regulaciones para la actividad de las empresas privadas y con
el Estado como gran promotor del libre mercado y de la iniciativa de empresarios e industriales.
En estas condiciones la economía alcanzó elevadas tasas de crecimiento, pero se mantuvieron
diversas tensiones sociales debidas a la brecha entre las distintas clases sociales.
Por eso los signos de lo social no fueron alentadores. La política social fue de coyuntura. El
gobierno respondió a las presiones y a las necesidades del momento, con medidas transitorias y
paternalistas que no cambiaron las estructuras de la sociedad.
La mala imagen internacional fue parte del costo que el país tuvo que pagar por esta política de
mano dura, que suspendió la vigencia de los Derechos Humanos durante la ofensiva militar. Ya
antes el narcotráfico y la violencia habían deteriorado la imagen del país y ahora se agregaron las
medidas del gobierno que provocaron la reacción de las organizaciones internacionales de
Derechos Humanos, de la Unión Europea, del Senado y el Departamento de Estado de los Estados
Unidos y de la OEA que denunciaron y propusieron medidas que ocuparon a los mejores
funcionarios de la cancillería años después, en una paciente y hábil campaña diplomática para
obtener, como en efecto se obtuvo, la reconciliación del país con la comunidad internacional.
Mucho más, cuando las acciones del orden y de cumplimiento de la ley, permitieron que se
combatiera decidida y frontalmente el tema del narcotráfico.
Miradas a distancia, las acciones que emprendimos fueron la única respuesta que consideramos
posible para los enormes males que estábamos padeciendo. Fue una solución con grandes costos,
que tuvimos que asumir como pago de los numerosos errores y omisiones en que habíamos
incurrido. Para reconstruir una nación rota y zurcir las rasgaduras hechas en el tejido social del
país, resultó inevitable que nos pusiéramos todos a marchar.
Al final de sus años uno de los participantes en la abrumadora movilización social que se desató a
finales del milenio, recogió los recuerdos de la etapa que llamó la más memorable de su vida,
porque había representado para él y para el país la demostración de las posibilidades de la unión
como fuerza.
“Esa protesta contra la violencia y la guerra, contra atrocidades como los asesinatos y masacres,
los secuestros y desapariciones, contra el desplazamiento forzado de pobladores, al principio
inspiró movimientos instintivos y desarticulados que, después, comenzaron a buscar cauce.”
Los países que habían respaldado los esfuerzos en busca de una salida, estimularon las actividades
que se emprendieron en busca de una organización de la sociedad civil. Se llegó a una organización
autónoma en unidades regionales y locales que tuvieron el propósito único de construir la paz,
recuperar la economía local y moralizar los sectores público y privado.
Al mismo tiempo continuó el proceso de las comunidades y territorios de paz. Fueron grupos de
vecinos, en centros de estudio o de trabajo, en municipios enteros, los que se fueron
comprometiendo en zonas urbanas y rurales con acciones concretas de convivencia pacífica y con
obras para el bienestar. Grupos de campesinos, atrapados entre el triple fuego de guerrilleros,
autodefensas y militares, proclamaron una neutralidad activa en el conflicto o simplemente
exigieron el respeto a la independencia e inmunidad de la población civil, acogiendo los convenios
sobre derecho internacional humanitario. En los principales centros urbanos y en pequeños
municipios como había ocurrido en La India, una vereda del municipio de Cimitarra en Santander,
los ciudadanos se organizaron para defender su derecho a la paz y para cumplir sus deberes como
constructores de justicia social.
Así lograron convertirse en grupos de presión para la disminución de la violencia y el fin de los
enfrentamientos armados y al mismo tiempo para controlar en mejor forma la gestión pública. Los
gobiernos obrando con realismo político decidieron apoyar ese movimiento y, dentro de un estatuto
de autonomía política, le dieron un eje y lo preservaron de la anarquía.
Los actores armados generaron altos niveles de violencia al comienzo, pero el rechazo creciente de
los ciudadanos ante cualquier acto de guerra o atrocidad, produjo un cambio de estrategias, las
iniciativas de contenido político reemplazaron a las de inspiración militar.
Sin embargo, el esfuerzo dio sus frutos y la sociedad civil pudo contar con un gobierno legítimo
que representara sus intereses. La presión ciudadana, aceptada como mandato ineludible en los más
altos niveles, indujo formas nuevas en la administración pública y en la organización de los partidos
y generó una nueva clase de liderazgo. Lo mismo sucedió en las relaciones con los actores armados,
los acuerdos no fueron el resultado de una intimidación sino de una intensa gestión y participación
de la ciudadanía. El clientelismo tradicional de la política fue arrinconado cuando las
organizaciones ciudadanas de las regiones y de los municipios hicieron sentir su presencia y su
presión.
Se lograron efectivos pactos de paz que ayudaron a asumir los retos de reconstrucción nacional y
a responder al acumulado histórico de problemas agrarios, sociales y de organización institucional.
Se fortaleció la democracia participativa y de solidaridad. Para los partidos como para las
organizaciones sociales llegó a ser claro que su supervivencia dependería de su capacidad para
ajustar su paso y sus actividades a los de una ciudadanía activa, organizada y cada vez más educada.
Esa participación ciudadana en los asuntos públicos redujo las tensiones en las conversaciones del
gobierno con los movimientos armados y obtuvo acuerdos favorables para la población. Se
multiplicaron las organizaciones sociales y de liderazgo cívico. Se fortalecieron los sindicatos, las
agrupaciones de campesinos, indígenas y mujeres, las ONG y las asociaciones de empresarios.
Al fortalecer efectivamente las regiones cambió lo social y que se puso en marcha el proceso para
hacer un Estado descentralizado con participación de la comunidad. El efecto más visible de esa
dinámica fue la participación creciente de la ciudadanía en los asuntos públicos. Se llegó a entender
que la preservación y defensa de lo público tiene que ver con la paz, y el resultado fue la puesta en
marcha de una política social , que permitió ampliar gradualmente el acceso de la población a la
educación y los demás servicios.
El prestigio internacional y la dignidad del país se elevaron con las acciones de la ciudadanía, en
armonía con las autoridades, para la consolidación de la democracia y con el fortalecimiento de las
políticas en defensa de los derechos humanos. Colombia se encaminó hacia una democracia sólida
con el apoyo de las naciones del mundo y de los organismos internacionales.
La sociedad civil consciente del daño tremendo que hizo a toda su estructura social la presencia
extendida del narcotráfico, recuperó su sentido ético y le cerró las puertas. Se combatieron, desde
las instancias legales y el mismo gobierno, los fortines políticos que estos habían instalado en el
poder, y las prácticas conexas, que como el lavado de dólares y el contrabando, habían deteriorado
tanto nuestra economía.
Los altos índices de muertes violentas, que habían escandalizado e inquietado a la opinión del
mundo, comenzaron a descender. Tanto las víctimas de la delincuencia política, como las de la
delincuencia común, se redujeron sustancialmente en este nuevo clima nacional.
Fue una tarea difícil como ninguna otra que requirió un esfuerzo de largo plazo y unos profundos
cambios en la mentalidad individual y colectiva. Ante los resultados obtenidos y al cambiar el mapa
de las relaciones entre los colombianos, comprendimos por qué había sido un proceso tan difícil.
Y por qué no se había intentado antes. Suponía una enorme fe en nosotros mismos y el cambio de
una vieja manera de ser. Pero este proceso nos reveló a la vez la gran causa de nuestros males: la
inclinación a trabajar divididos y aislados, y nos descubrió también nuestra verdadera fuerza: la
unión”.
El documento completo que contiene los escenarios se puede encontrar en este enlace:
http://www.generonconsulting.com/publications/papers/pdfs/ EscenariosDestinoColombia.pdf
Misión para la transformación del campo. Saldar la deuda histórica con el campo. Marco
conceptual de la Misión para la Transformación del Campo (Ocampo, 2014).
Así mismo debe indicarse que se ha introducido una visión prospectiva, de mediano y largo plazo.
La Misión Rural está analizando el futuro del sector agropecuario, y el papel que él desarrollará en
la sociedad colombiana.
El área rural colombiana ha sido uno de los ejes indiscutibles del desarrollo económico del país.
Al mismo tiempo, sin embargo, su atraso relativo en materia económica y social muestra los sesgos
urbanos que ha tenido nuestro desarrollo. El campo ha sido, además, el escenario principal del largo
conflicto armado. El objetivo central de la Misión para la Transformación del Campo será, por lo
tanto, proponer políticas de Estado para que el país salde su deuda histórica con el campo como
elemento esencial para construir la paz. Esta tarea debe entenderse, además, dentro de la
concepción de nuestra Carta Política, que define a Colombia como un Estado social de derecho. El
objetivo es, por lo tanto, garantizar oportunidades económicas y derechos económicos, sociales y
culturales a nuestros habitantes rurales para que tengan la opción de vivir la vida digna que quieren
y valoran. (Seguimos aquí el concepto de Amartya Sen de desarrollo como la expansión de
libertades y capacidades para que la población pueda llevar a cabo la vida que valoran y tienen
razones para valorar)
La Misión parte de tres ideas fuerza, que pueden entenderse también como los principios básicos
que deben regir las políticas de desarrollo rural:
• La necesidad de fomentar un enfoque territorial participativo, que reconoce una ruralidad
diferenciada y a los habitantes rurales como gestores y actores de su propio desarrollo.
• La concepción del desarrollo como un proceso integral, que busca la inclusión, tanto social
como productiva, de todos los habitantes rurales.
• Esta visión implica la necesidad de superar la visión asistencialista de las políticas rurales
y considerar a los habitantes rurales tanto como agentes de desarrollo productivo como
sujetos de derechos y, por ende, como plenos ciudadanos.
• La necesidad de promover un desarrollo rural competitivo y ambientalmente sostenible
basado, ante todo, en la provisión adecuada de bienes públicos que faciliten el desarrollo
tanto de actividades agropecuarias como no agropecuarias
Este enfoque busca, además, atender la diversidad socio-económica, cultural y ecológica de los
distintos territorios con enfoques específicos a las condiciones de cada uno de ellos. Aún más, parte
de promover las iniciativas de las organizaciones locales y las redes de cooperación entre agentes
públicos y privados, contribuyendo de esa manera a construir tejidos sociales más densos, es decir,
a construir sociedad.
Estas políticas deben garantizar, en primer término, un sector agropecuario competitivo, que
responda a la vocación del país de ser una de las despensas del mundo. Sin embargo, la estrategia
productiva debe reconocer que si bien históricamente la zona rural era definida como aquella en la
que se realizaban actividades primarias, en particular las agropecuarias, debe trascender la óptica
de ligar la producción de manufacturas y servicios estrictamente a espacios urbanos. Hoy en día,
las actividades productivas, si bien mantienen cierta relación urbano-rural, han trascendido estas
barreras para pensar en las sinergias entre los sectores primarios, secundarios y terciarios y en
relocalizar muchas actividades a espacios que antes se consideraban como exclusivamente de
vocación primaria.
El desarrollo económico debe garantizar, a su vez, la protección del medio ambiente, en particular
del agua, los suelos y la biodiversidad como elementos constitutivos y fundamentales para el
desarrollo de actividades rurales. Además, por razones de equidad intergeneracional, el ritmo de
extracción de los recursos naturales no renovables debe garantizar el bienestar no solamente de la
generación actual, sino de las futuras
La visión expresada en estas tres ideas fuerzas reconoce que lo rural es estratégico para el
desarrollo, no subsidiario y no solamente por razones económicas sino también por la necesidad
de superar los factores históricos del conflicto y construir la paz. Esta paz parte de entender el
campo como un espacio donde caben y pueden convivir armoniosamente los grandes, los medianos
y los pequeños agricultores en conjunto con actores de otras actividades económicas. Para ello el
Estado debe garantizar la seguridad física y la seguridad jurídica de todos, reparar a aquellos que
se vieron afectados por el conflicto y apoyar preferencialmente a los pequeños y la población más
vulnerable, al tiempo que provee bienes públicos que beneficien al conjunto de actores rurales.
Todos los colombianos debemos entender que materializar esta visión empieza por saldar la deuda
histórica con el campo
La Misión ha propuesto unas categorías de ruralidad. Estas categorías respetan las divisiones
político-administrativas, parten del sistema de ciudades y utilizan la densidad, el tamaño de las
cabeceras y la distribución entre la cabecera y el área dispersa como criterios básicos de
clasificación.( Se viene trabajando en una definición de categorías de ruralidad más amplia donde
se incorporen mejor criterios de distancia a las ciudades y aglomeraciones al igual que usos del
suelo )De acuerdo con esta clasificación, la vida rural sigue teniendo un peso muy elevado: cerca
del 60% de los municipios que tiene Colombia deben considerarse como rurales y existe, además,
una población rural dispersa en el resto de municipios, con lo cual la población rural representa
poco más de 30% de la población del país. Además, muchas de nuestras ciudades intermedias e
incluso grandes siguen teniendo una relación muy estrecha con las actividades agropecuarias. La
“ruralidad” debe entenderse, así, como un continuo, que de hecho no desaparece aún en nuestras
grandes urbes. El informe se puede leer en:
https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Prensa/DOCUMENTO%20MARCO-MISION.pdf
ESCENARIOS DE LA UNIVERSIDAD
"Sólo las épocas criticas inventan utopías", ha escrito Octavio Paz, y agrega "las utopías son los
sueños de la razón" Alfred Whitehead sostiene que "la universidad es también imaginación o no es
nada" y que su tarea es "la creación del futuro" Es decir, no sólo preverlo sino contribuir a
prefigurarlo "El mejor modo de prever el futuro —nos dicen otras voces— es inventarlo" Y Sartre
ya nos había señalado que el hombre es como un vuelo que se escapa del presente y va hacia el
futuro Pero también hay quienes nos advierten que el camino más corto al futuro es el estudio del
pasado "La vida —escribe Kierkegaard— no se comprende sin volver la mirada hacia atrás, pero
no se la vive sin mirar el futuro" De ahí que la prospectiva se entienda como "una actitud frente al
presente, que integra futuro y pasado, una reflexión que permite imaginar futuros posibles"
Apuntar que la Universidad está cambiando resulta ya una evidencia más que una información
relevante. Estos cambios han sido analizados desde muy diferentes perspectivas e instancias y
han sido objeto de innumerables eventos y foros. Estos foros no hacen más que recoger una
tendencia ya formulada por la propia UNESCO (1998) al afirmar que los sistemas de
educación superior deberían aumentar su capacidad para vivir en medio de la incertidumbre,
para transformarse y provocar el cambio, para atender las necesidades sociales y fomentar la
solidaridad y la igualdad; preservar y ejercer el rigor científico con espíritu imparcial por ser
requisito previo para alcanzar y mantener un nivel indispensable de calidad; y colocar a los
estudiantes en el primer plano de sus preocupaciones en la perspectiva de una educación a lo
largo de toda la vida a fin que se puedan integrar plenamente en la sociedad mundial del
conocimiento
Todo indica que vivimos en el epicentro de un vertiginoso proceso de cambio, que afecta a la
institución universitaria y por ende al profesorado y a su gestión. Es pues, desde esa
perspectiva que analizamos tal cambio y sus implicaciones desde el punto de vista de los
responsables y administradores de la docencia y los docentes.
Claudio Rama (2010, pp. 73-88) plantea las siguientes megatendencias, ellas son: la masificación
y la tensión de la deselitización; las regulaciones y la tensión de la desautonomización; la
diferenciación y la tensión de la deshomogenización; la mercantilizacion y la tensión de la
desgratuitarización; la internacionalización y la tensión de la desnacionalización y la virtualización
y la tensión de la despresencialización.
La magnitud del cambio inherente a los nuevos paradigmas científicos, culturales y educativos es
tan grande que parecería irrealizable, pero la revolución científica se encuentra en marcha con la
consecuente transformación radical de la educación que conlleva. No es ocioso mencionar a este
respecto que la Comisión Internacional sobre Cultura y Desarrollo de la UNESCO, en un proyecto
de informe (Tunnermann, 1998, pp. 218 -219), prevé tres escenarios posibles para la humanidad
en periodos de cuarenta años, desde 1980 hasta el año 2100, referidos principalmente al ámbito
cultural.
Según este informe, el primero de esos periodos está teniendo lugar y se extenderá hasta 2020,
dominado El período 1980-2020 dominado por los medios masivos de comunicación social y las
imágenes. El flujo de información abrirá la conciencia de los pueblos sobre la sociedad global o
mundial, pero estará condicionado por la necesidad de persuadir o vender El anuncio, la
propaganda, la anécdota prevalecerán sobre la información de fondo Grandes masas de población
fluirán hacia los suburbios de las ciudades y la industrialización del campo hará aún mayor el éxodo
rural La exclusión, la pobreza y el desorden surgirán por todos lados y se incrementará el crimen
organizado.
Finalmente, del 2060 hasta el fin del próximo siglo, sería el reino de la "sociedad creativa' Como
una reacción al exceso de normas, la humanidad buscará cómo liberar plenamente su potencial
creador Toda persona será educada de manera permanente hasta los 80 años para adquirir una
cultura humanística y técnica La educación será una actividad que acompañará al ser humano
mientras viva Mientras a principios de nuestra década de los 90 el 87% de los jóvenes del mundo
no tiene acceso a la Educación Superior, en este período la inmensa mayoría lo tendrá El desarrollo
sustentable será por fin una realidad La creatividad, que combinará el aprendizaje con el placer,
será la gran fuerza que conducirá a nuevos logros en los campos de la ciencia, la técnica, las artes
y los deportes Toda la población participará en las actividades artísticas Prevalecerá el respeto
pleno a los valores femeninos y a todas las formas de vida El tejido social permanecerá unido ya
no por el dinero, la dominación ola violencia sino por la cultura, la educación, la creatividad y el
libre acceso a los valores del espíritu Será una especie de nuevo Renacimiento de la humanidad:
un Renacimiento humanístico y científico
La OCDE (2008) formula cuatro escenarios para la educación superior, ellos son: Escenario 1.
Redes abiertas; Escenario 2. Sirviendo a las comunidades locales; Escenario 3. Nuevo tipo de
administración pública y Escenario 4. Educación Superior Inc (López Segrera, 2015, pp, 30- 32)
La noción de "sociedad del conocimiento" (knowledge society) emergió hacia finales de los años
90; es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa que ciertos prefieren a
"sociedad de la información".
La sociedad de la información es el pilar de las sociedades del conocimiento. Si bien veo que el
concepto de 'sociedad de la información' está vinculado a la idea de 'innovación tecnológica', el
concepto de 'sociedades del conocimiento' incluye una dimensión de transformación social,
cultural, económica, política e institucional y una perspectiva más pluralista y de desarrollo. . En
mi opinión, el concepto de "sociedades del conocimiento" es preferible al de la "sociedad de la
información" porque capta mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que tienen
lugar. Como dije antes, el conocimiento en cuestión es importante no solo para el crecimiento
económico sino también para potenciar y desarrollar a todos los sectores de la sociedad. Por lo
tanto, el papel de las TIC se extiende al desarrollo humano en general, y, por lo tanto, a cuestiones
tales como la cooperación intelectual, el aprendizaje a lo largo de la vida y los valores y derechos
humanos básicos.
La educación, tanto en entornos tradicionales como nuevos, es la clave para crear sociedades de
conocimiento equitativas. Sin embargo, me gustaría identificar dos tipos de vínculos entre las TIC
y la educación. El primero es el uso de la educación y la capacitación, formal e informal, para crear
sociedades con conocimientos de informática. Permitir que todos los ciudadanos utilicen las TIC
con confianza, tanto en sus vidas personales como en sus entornos de trabajo, es una política
declarada en algunos países. (op.cit)
El segundo tipo de enlace es el uso de las TIC en los sistemas de educación y capacitación para
lograr objetivos de aprendizaje que no tienen necesariamente nada que ver con las TIC en
sí. Después de algunos años de resultados mixtos de estrategias impulsadas por la tecnología que
se enfocaron en equipar los sistemas educativos con las TIC, ahora necesitamos intercambiar
nuestras experiencias de enfoques basados en la educación donde el objetivo educativo o de
capacitación determina el uso de las TIC en lugar de al revés. Estoy seguro de que una conclusión
de este intercambio será que los antiguos métodos de prestación educativa no pueden satisfacer
adecuadamente la creciente demanda de aprendizaje. Los signos iniciales de esta incapacidad ya
han dado lugar a varias innovaciones: aprendizaje abierto, educación a distancia, aprendizaje
flexible, aprendizaje distribuido y aprendizaje electrónico
Lo que más nos preocupa es que los resultados de un cierto tipo de globalización en el mundo
universitario pudieran implicar el establecimiento de un modelo único impuesto por los países
desarrollados y alejado de las necesidades sociales de los países en desarrollo.
Los gobiernos de los países en desarrollo están bajo la presión creciente de invertir más en todos
los niveles educativos para tener una fuerza de trabajo más preparada capaz de producir con
técnicas sofisticadas, única forma de competir en un mercado mundial cada vez más globalizado.
Las redes de información globalizadas implican la transformación de la cultura mundial, pero los
excluidos de este “orden mundial” luchan contra los valores de esta cultura mundial de la apoteosis
del mercado, como se ha observado en las protestas de Davos, Seattle, Praga o Porto Alegre y en
todos aquellos lugares donde se reúnen los “maîtres du monde”, los líderes y responsables de las
políticas neoliberales y de sus consecuencias. Ellos mismos reconocen que es necesario atenuar
estas políticas por sus consecuencias desastrosas (Carnoy, 1999, pp. 15-17; Stiglitz, 2002; Soros,
1998, 2002, 2004).
En Europa, “la introducción de las TIC ha sido liderada, más bien, por instituciones que provienen del
ámbito de la educación a distancia, como la Open University”. El ex presidente de dicha universidad
y ex subdirector general de Educación de UNESCO, John Daniel (2001), ha afirmado que el dominio
de las nuevas tecnologías puede contribuir decisivamente a la renovación de las universidades, en
especial dando un mayor desarrollo a la educación a distancia. Pone el ejemplo de un conjunto de
megauniversidades que han tenido gran éxito con las TIC: la Universidad China de TV (CTVU), el
Centro Nacional de Enseñanza a Distancia de Francia (CNED), la UNED de España, la Universidad
Abierta del Reino Unido (UKOU) y otras de países como Sudáfrica, Corea, India, Indonesia e Irán. El
uso de la televisión, la teleconferencia, la audioconferencia, los videos, y la educación a distancia on line,
incluyendo las formas más sofisticadas de e-learning han dado en estas universidades una adecuada respuesta
al eterno triángulo de acceso, calidad y costo. A su juicio, sólo mediante las TIC se podrá enfrentar la
expansión cuantitativa de la matrícula universitaria, en especial en los países del Sur. Estos medios,
según demuestra con numerosos ejemplos, no implican en absoluto pérdida de calidad, sino por el
contrario, en muchos casos, su incremento. Según él, la presión que enfrentan las universidades para
incrementar la calidad, reducir costos y dar acceso a la educación superior a más estudiantes puede
solucionarse, como lo ha hecho la Open University (UKOU) del Reino Unido, mediante el uso de
materiales de aprendizaje multimedia de alta calidad; cada estudiante tiene un apoyo personal
importante, pues se asigna a un miembro asociado de la facultad por cada 20 alumnos; el inmenso sistema
de aprendizaje descansa en una buena logística y una excelente administración; por último, el alto
porcentaje de investigadores de la Open University es un estímulo clave para los estudiantes. El sistema de
aprendizaje de la Open University ha “hecho más para institucionalizar la innovación que ninguna otra
universidad que conozco. Si bien fue creada en la era de la televisión, hoy, con 110 000 estudiantes desde
sus casas [...] está liderando la academia en la era del e-learning”. La Open University opera en 21 países
con 30% de la matrícula fuera del Reino Unido.
En Europa, la Erasmus Virtual University aspira a abarcar toda la región. En España, las dos
universidades a distancia más importantes son la Universidad Nacional de Educación a Distancia
(UNED), y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El Instituto Tecnológico de Mon- terrey
(ITESM) de México es la universidad virtual principal de América Latina. La National Open University
de Nigeria tenía en el 2003 en 18 centros 100 000 estudiantes. También la Open University de
Zimbabwe y la Open University de Tanzania han abierto centros regionales para ampliar el acceso de áreas
rurales. En los países de la Liga Árabe se han establecido en fecha reciente la Arab Open University (AOU)
y la Syrian Virtual University. Estos países participan en el proyecto UNESCO del Campus Virtual
Avicena, una red euromediterránea de e-learning (Bricall, 2000, p. 239; Daniel, 1998; Daniel, 2001, p. 5;
2004; UNESCO, 2004, p. 110; UNESCO, 2003b, p. 8).
Sin embargo, muchos cuestionan que la educación superior virtual tenga un costo económico más
bajo y que pueda alcanzar la calidad de la presencial. Si bien puede facilitar la cooperación
interuniversitaria, los países en vías de desarrollo no derivarán beneficios de ella, salvo que se
logren acuerdos de cooperación favorables y no con la visión que se está imponiendo guiada por
el ánimo de lucro.
En las nuevas condiciones resulta difícil que la universidad pueda mantener su monopolio sobre la
información, el currículo o, incluso, la certificación; o que pueda erigirse, ella sola, en la institución
central del sistema intelectual de una nación, como todavía la caracterizaba un connotado sociólogo
hace sólo tres décadas. (Shils, 1976) Más bien, las instituciones de educación superior están
aprendiendo a competir—y en ocasiones a colaborar—dentro del nuevo escenario. Por ejemplo, la
famosa Open University inglesa bombardea diariamente a los jóvenes canadienses a través del
correo electrónico con un mensaje que dice: “le ofrecemos a usted grados académicos y en realidad
no nos importa si son reconocidos o no en su país, pues Cambridge y Oxford los aceptan. Y lo
hacemos a un décimo del costo” (Salmi, 2000 a). En Brasil, Colombia, Chile y República
Dominicana—igual como en Filipinas, Indonesia y Corea del Sur—el sector privado ha
conquistado más de un 50% de la matrícula de la educación superior. Incluso la investigación se
halla radicada hoy en diversos lugares y no sólo en las universidades, como lo muestra el hecho de
que en Canadá, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Singapur, Dinamarca y Alemania, la mitad
o más de sus investigadores trabajan vinculados al sector productivo, a diferencia de la mayoría de
los países en desarrollo donde el personal científico se encuentra altamente concentrado en las
universidades.
Para las universidades de los países proveedores, la educación transnacional es una nueva
oportunidad de diversificar las fuentes de financiamiento, como el caso de las universidades
británicas que en los últimos años, debido a la estrechez del financiamiento público, han
incrementado su actividad exportadora hacia países asiáticos, Israel y al sur de Europa, mientras
que el amplio y diversificado sistema norteamericano de instituciones de educación superior ha
ganado espacios en el plano internacional y América Latina, según García de Fanelli (s/f), será uno
de sus mercados potenciales.
La transnacionalización de la educación superior que vivimos ahora tiene, además, nuevas formas
de expresión que podrían sintetizarse de la siguiente manera:
Ante esta realidad cabe preguntarse: ¿Es justo que la ES se comercialice como una mercancía y
pierda su carácter de bien público, de derecho ciudadano? ¿Quién controla la entrada de estos
“nuevos pro- veedores” —la calidad y “valores” de lo que ofrecen— en los sistemas nacionales de
ES?
¿Cómo proteger los Sistemas de Educación Superior de las naciones sin impedir el “libre flujo” de
conocimientos e informaciones? ¿Prevalecerá el criterio de la OMC de considerar la educación
superior como un servicio comercial regulado por ella? (La Organización Mundial de Comercio
(OMC) ha planteado incluir la ES como un bien de importación y exportación, regulado por las
normas de dicho organismo, conforme a las políticas del GATS (Acuerdo General sobre el
Comercio de Servicios). Ciertos países —los beneficiarios por lo general— están dispuestos a abrir
sus mercados. Las Convenciones de UNESCO sobre reconocimiento y convalidación de
calificaciones son el único marco regula- torio que existe para el mutuo reconocimiento
“transfronterizo” de calificaciones. La diferencia básica entre la propuesta de la OMC —qué cuenta
con 144 estados miembros, mucho menos que UNESCO— y las convenciones en vigor de
UNESCO, es que éstas tienen el objetivo de desarrollar la “internacionalización de un bien común”,
lo que Jane Knight ha denominado “non profit internationalisation”, mientras la OMC, mediante
el GATS, promueve la comercialización de los servicios de la educación superior. Esto amenaza
gravemente los SES de los países menos desarrollados. Cuando algunos de estos bienes se ofertan
gratuitamente —caso del MIT— no tienen la calidad de la educación presencial en dicha institución
ni de la virtual que se ofrece como mercancía por otros “nuevos proveedores”. (OCDE, 2002, 2003,
2004; Knight, 2004, 2005; Association of African Universities, 2004; Rodriguez Dias, 2003; Lynn,
2003; UNESCO, 2003a; WTO, 1998).
ADENDO. La molestia de algunos rectores con una invitación del viceministro de Ed. Superior
Junio 20/19 Como deslealtad y contradicción al fomento del sector, se ha valorado el llamado a que rectores inviten
a estudiantes a tomar cursos on line de plataformas extranjeras.
Todo corresponde a la divulgación de la convocatoria MinTIC para cursos virtuales en Inteligencia Artificial, replicada
por el viceministro de Educación Superior, Luis Fernando Pérez Pérez, en la que invita a los rectores a promocionar
entre sus docentes y estudiantes la inscripción gratuita en cursos accesibles a través de las plataformas foráneas
Coursera, EdX y Platzi.
“La meta para esta vigencia es capacitar 700 personas, quienes podrán certificarse de forma gratuita en máximo diez
cursos ofertados dentro de la misma plataforma, y tendrán hasta el 31 de diciembre de 2019 como fecha límite para
terminar los procesos de formación que hayan iniciado. Así las cosas, estamos haciendo extensiva esta invitación para
que nos apoyen con la divulgación de esta convocatoria en la Institución de Educación Superior que usted representa,
de modo que tanto los docentes como los estudiantes interesados se puedan inscribir”, dice la carta del viceministro
a los rectores y vicerrectores académicos, en respaldo a una iniciativa del Ministerio de Tecnologías de la Información
y Comunicaciones (MinTIC).
Para varios rectores y académicos consultados, si bien es importante formar en estos temas, el propio Gobierno, y
en concreto el Ministerio de Educación Nacional, poco contribuye con estos respaldos a realizar el fomento a las IES
que misionalmente le corresponde.
Mientras que el sector enfrenta una contracción en la demanda y cada día se complica más para las IES cumplir sus
metas de matrícula, el propio gobierno ayuda a poner una zancadilla, en un momento en que la virtualidad y la
tecnología web adquiere más demanda por parte de los jóvenes, pero las IES deben enfrentar tortuosos trámites
ante el Ministerio para aprobar nuevos programas.
Además, consideran varios, porque ya existen valiosos esfuerzos y programas virtuales relacionados en Colombia y
no consideran justo que a proveedores extranjeros, que son empresas con ánimo de lucro, se les abra la puerta al
mercado nacional por parte del Gobierno, sin contraprestaciones a cambio. “Ahora resulta que es más fácil ofertar
programas -así sean cursos no formales- siendo un extranjero que un nacional”, señalan.
Los recientes énfasis en la importancia estratégica de la educación superior, tanto en la Unión Europea
(Delors, 1995; Dearing, 1997; Attali, 1998; Bricall, 2000) como en Estados Unidos (Boyer, 1998) y
en América Latina (México, ANUIES, 2000), así como a nivel mundial (UNESCO, Banco Mundial),
refuerzan la convicción de que la “intensidad del conocimiento” es la dinámica y el poder creador del
futuro desarrollo. Este poder, sin embargo, no es justo ni democrático en su origen y tampoco en sus
resultados. Los que tienen y los que no tienen agra- van su diferenciación por coincidir esa
discriminación con la de los que saben y los que no saben. Las universidades nos deberíamos preguntar
¿cuánta más exclusión se puede soportar que permita mantener la legitimidad y la gobernabilidad?
(Gorostiaga, 2000, p.151).
Con relación a los informes desarrollados por comisiones nacionales, debemos mencionar la
propuesta de ANUIES en México, que a partir de las recomendaciones de la Conferencia Mundial
de Educación Superior de UNESCO (1998) comprende 14 programas agrupados en tres niveles
El Informe Universidad 2000 de España, conocido como Informe Bricall, dado que fue coordinado
por el entonces rector de la Universidad de Barcelona, Josep Bricall, surgió de un encargo de la
CRUE, con el fin de que un grupo de trabajo elaborase un conjunto de recomendaciones para
mejorar la educación superior en España. El informe propone la constitución de un nuevo pacto
social entre la universidad, la sociedad y el Estado. “El déficit que el Informe ha querido contribuir
a corregir es fundamental- mente el déficit de reflexión que subsiste en torno a muchos de los
problemas universitarios actuales” (Bricall 2000, p. 3)
El informe de la comisión dirigida por Jacques Attali, consejero de Estado en Francia, denominado
“Pour un modelé europée d´enseignement supérieur”, trata de dar respuesta a cinco preguntas en
torno a temas claves de la educación superior francesa tales como misiones de los sistemas de
educación superior; cómo hacer evolucionar el sistema de educación superior francés, la relación
entre las universidades y las grandes escuelas; necesidad de becas y otras fórmulas para aumentar
la movilidad social; sistemas de evaluación, y medidas concretas para armonizar el sistema francés
de educación superior con el resto de los sistemas europeos para facilitar así la movilidad
académica. El informe propone tres principios para reorganizar el sistema: sistema homogéneo y
diversificado; sistema descentralizado y contractualizado (nueva gobernabilidad, gestión
democrática) y evaluación eficaz y transparente.
En el Reino Unido se elaboró el Informe Dearing por una comisión dirigida por Ron Dearing. Este
informe incluye un resumen con las recomendaciones claves, lo cual constituye a nuestro juicio la
parte de mayor relevancia del informe. Una de sus recomendaciones fue que el gobierno, en el
largo plazo, incremente el gasto público en educación superior conforme al crecimiento del PIB.
También se recomendó la creación de un Instituto para el aprendizaje y la enseñanza de la
educación superior. La recomendación número 41 se refirió a que todos los estudiantes en el
2000/01 deberían tener acceso libre a una computadora personal conectada a una red, con la
expectativa de que entre 2005 y 2006 todos los estudiantes tendrían este mismo acceso por medio
de una laptop.
En Estados Unidos se elaboró un informe patrocinado por la Fundación Carnegie y elaborado por
una comisión dirigida por Ernest L. Boyer, presidente de la Fundación, que, al igual que las demás
comisiones, llevó a cabo un diagnóstico crítico de la educación superior en dicho país. Se hace una
dura crítica al sistema de grado y se plantea como objetivo reinventar la licenciatura en
universidades de investigación.
El ex- director general de la UNESCO Koichiro Matsuura, afirma: “La educación superior nunca ha sido
opcional, un extra o un lujo. Especialmente hoy, en la economía del saber, es una parte absolutamente
esencial de la continuidad educativa. La educación superior es ahora, más que nunca, superior en la
programación del desarrollo” (Matsuura, 2000).
La “Declaración mundial sobre la educación superior en el siglo XXI: visión y acción” (París,
1998), resultado de la conferencia mundial convocada por UNESCO, afirma que existe una
demanda sin precedentes por una mayor diversificación de la educación superior, e igualmente un
grado creciente de conciencia de su vital importancia para el desarrollo económico y sociocultural.
Las líneas trazadas por esta declaración y por los documentos resultado de esta conferencia
implican un sólido cambio de paradigma, en lo que a recomendaciones de políticas de educación
superior se refiere (UNESCO, 1998a; López Segrera, 2001, p. 189)
En el Informe del Banco Mundial, “Higher education: the lessons of experience” (1994), se afirma
que “existe evidencia de que las inversiones en educación superior tienen tasas sociales de retorno más
bajas que las inversiones en educación primaria y secundaria”, por lo cual éstas“continuarán siendo
prioridades para los préstamos del Banco” (WB, 1994, pp. 84- 85). Sin embargo, en un informe
reciente—“Higher education in developing countries: perfil and promise” (2000), producido por un
grupo de trabajo del Banco Mundial y UNESCO, observamos que en este documento el BM ha cambiado su
posición tradicional sustancialmente.
Los estudios que se refieren a las tasas de retorno consideran a la gente con educación valiosa
solamente analizando sus ingresos, sin percatarse de que personas con educación superior tienen
otros muchos efectos beneficiosos para el desarrollo, son vitales para crear un ambiente en el cual
el desarrollo económico es posible. Este informe sostiene que sus recomendaciones son de dos
tipos: incrementar los recursos a la educación superior y mejorar la eficiencia con que esos recursos
son utilizados. Son necesarios mayores recursos para mejorar la infraestructura; diseñar e imple-
mentar nuevos currículos; reclutar profesores de alto nivel; aumentar el acceso para los sectores
desfavorecidos social y económicamente de la población, y desarrollar una mejor investigación
tanto básica como aplicada (WB, 2000, p. 94).
Estos informes, tanto los emanados de los organismos internacionales como de las comisiones
nacionales independientes, muestran la prioridad que se le otorga a la educación superior mundial
en una sociedad del conocimiento. Se reconoce su carácter clave para la formación de capital
humano y su dimensión estratégica para modernizar y dotar de competitividad a las economías
nacionales. Se hace énfasis en su valor en la formación de ciudadanía y en la adquisición de nuevos
valores de identidad en el marco del proceso de globalización. Se insiste en la necesidad de mayores
vínculos con el entorno social y se formulan recomendaciones viables de transformaciones
específicas mediante una educación superior de calidad (López Segrera y Maldonado, 2002).
Pese a la conciencia mundial de la importancia de la ES que refleja estos informes, las desigualdades
prevalecen. El Foro Mundial de Cátedras UNESCO (2002) expresó su consenso acerca de cómo los
beneficios de la internacionalización no están distribuidos equitativamente en los diversos países y regiones
del mundo. El compartir y transferir conocimiento es el objetivo esencial del Programa UNITWIN
( Programa de Hermanamiento e Interconexión de Universidades ) de Cátedras UNESCO, que a
través de la CUDU (Cátedra UNESCO de Dirección Universitaria) y la Red GUNI apoyamos en
la UPC (Chitoran, 1996; UNESCO, 2001; Ferrer Llop, 2004a, b).
Sin embargo, pese al éxito y difusión de programas como UNITWIN, los verdaderos beneficiarios
de la internacionalización son los profesores y alumnos de los países desarrollados y una parte
importante de los mejores talentos de los países en desarrollo que emigran al Norte para muchas
veces no retornar a sus países de origen. Incluso los que retornan, en ocasiones portan valores y
criterios no siempre compatibles con las necesidades de sus países.
Los programas con más actividad en la cooperación internacional en la década pasada entre América
Latina y Europa fueron el Alfa y el Columbus. Este último agrupa 80 instituciones, 50 de ellas de
América Latina. Existen también relevantes programas de movilidad académica en el Sur, como el de
la Asociación de Universidades del Grupo de Montevideo (AUGM) para el MERCOSUR.
En Europa, la Declaración de Bolonia de 19 de junio de 1999 —que tuvo como antecedente la Declaración
de la Sorbona de 25 de mayo de 1998— estableció los siguientes objetivos: a) adopción de un sistema de
grados académicos comparables; b) adopción de un sistema basado en dos ciclos principales; c)
establecimiento de un sistema de créditos —como por ejemplo el Sistema Europeo de Transferencia de
Créditos— con el fin de promover la movilidad académica; d) promoción de la movilidad mediante la
superación de los obstáculos al libre movimiento; e) promoción de la cooperación europea en
aseguramiento de la calidad, y f ) promoción de patrones europeos comunes en la ES. En la Declaración común
de ministros europeos de educación (Praga, 19 de mayo de 2001), se reafirmaron los principios de la
Declaración de Bolonia, y se enfatizaron adicionalmente los siguientes puntos: a) la educación
permanente para toda la vida (lifelong learning) como un elemento esencial del espacio europeo de ES; b)
se reconoció que las IES habían demostrado la importancia que atribuían a la creación de un espacio
europeo de ES —compatible, eficiente, relevante y atractivo—, en el cual la calidad era el elemento clave y
donde los estudiantes pudiesen participar e influenciar en la organización y contenido de la educación en
las universidades y otras IES, y c) se acordó promover los atractivos del espacio europeo de ES tanto para
los estudiantes europeos como para los de otras partes del mundo (Witde, 2004, 2005). (En Europa,
dos años después de la Declaración de Bolonia (1999) y tres años después de la Declaración de
la Sorbona se reunieron en Praga (2001) los ministros europeos a cargo de la educación superior,
para observar los progresos alcanzados en la construcción de un espacio común europeo de ES y
fijar las prioridades de los próximos años (Witde , 2004).
Una de las tendencias educativas más fuertes de las últimas dos décadas ha sido el desarrollo de
iniciativas para la construcción de Espacios Comunes de Educación Superior mediante la
armonización y la convergencia de los sistemas nacionales. Estos proyectos pretenden responder
a las nuevas exigencias de la globalización y la sociedad del conocimiento, siendo el Proceso de
Bolonia (PB) y el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) los ejemplos paradigmáticos.
Este proceso ha suscitado muchos debates sobre la viabilidad y pertinencia de su implementación
en otras regiones del mundo.
Varias iniciativas regionales de armonización han surgido como consecuencia del impulso del
Proceso de Bolonia, tal como la Comunidad de África Oriental, la región de África del Norte, la
Asociación de Naciones del Asia del Sureste y la región de Asia-Pacífico, entre otras. Aunque estas
iniciativas se encuentran todavía en la etapa de planificación, han provocado debates y dado lugar
a varias publicaciones como las presentadas en el sureste asiático y África; (Sirat, 2008)) en los
Estados Unidos de América; (Adelman, 2008) en Canadá;( (Association of Universities and
Colleges of Canada, 2008)) y en América Latina. (Malo, 2005), (Brunner J. J., 2008), (Brunner J.
J., 2009).)
El Proceso de Bolonia se percibe en América Latina y el Caribe como una tendencia y no como un
modelo acabado. Esta herencia de la cultura occidental que nos une fue lo que llevó “a los jefes de
Estado y de gobierno de la Unión Europea y de América Latina y el Caribe a declarar su interés en
trabajar conjunta- mente para crear, en analogía con el pro- ceso europeo, lo que en mayo de 2002 la
Declaración política de la reunión cumbre denominó el “espacio común de enseñanza superior
UEALC” (Malo, 2005, p. 31).
En esencia, estos diferentes estudios concluyen que el Proceso de Bolonia no debe tomarse como
modelo único para la armonización e integración regional, con base en los siguientes supuestos: a)
la armonización de los sistemas de educación superior (SES) significaría su estandarización; b) la
dificultad de implementar un proceso de este tipo en ausencia de un marco de integración regional
como el de la Unión Europea; c) las diferencias interregionales en materia de desarrollo social,
económico, político y educativo; y d) las diferencias intrarregionales, es decir, al interior de los
propios SES de una misma región en términos de tamaño, modos de financiación, arquitectura y
estructura de los títulos y diplomas, modos de enseñanza y enfoques pedagógicos.
En la década de los ochenta, los países desarrollados “pasaron de la ayuda al comercio”. Según la OCDE,
los niveles de la ayuda oficial al desarrollo de los países que la integran han caído como promedio de
0.33% en los ochenta y principios de los noventa a 0.22%, actualmente. En el extremo más alto de la
contribución se sitúan los países nórdicos (Dinamarca, 0.96; Suecia 0.83) y en el más bajo, Estados
Unidos, 0.13. Muchos de estos países, en especial los anglosajones, “ven la educación y la cooperación
como un pro- ducto de exportación”. Otras tendencias negativas son la instalación de universidades de
países desarrollados en países en transición o en vías de desarrollo, donde imparten los mismos cursos
que en sus países de origen, aunque esto no tenga que ver nada con el entorno. Algo similar ocurre con
los programas exportados vía internet. Un buen ejemplo, sin embargo, es el de Canadá, que financia con
los fon- dos de ayuda el desarrollo de proyectos conjuntos entre universidades canadienses y de países en
desarrollo (OCDE, 2003; El País, 21 de septiembre de 2004, p. 2; Rodríguez Dias, 2004, p. 4).
Las Conferencias Regionales de Educación Superior (CRES) fueron convocadas por el Instituto
Internacional de la UNESCO para la Educación Superior de América Latina y el Caribe, con una
periodicidad aproximada de diez años. La primera Conferencia tuvo lugar en La Habana, Cuba, en
1996. La segunda se efectuó en Cartagena de Indias, en 2008. La tercera Conferencia tuvo lugar
en Córdoba, en junio de 2018. El Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior
de América Latina y el Caribe (IESALC), la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el Consejo
Interuniversitario Nacional (CIN) y la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio
de Educación de Argentina dispusieron que se celebrase en el marco del centenario de la Reforma
Universitaria de 1918, cuyos ideales se extendieron por toda la región y constituyeron
transformaciones radicales para su momento: democratización, autonomía, libertad de cátedra,
gratuidad de la enseñanza y visión latinoamericana.
Los objetivos de la CRES 2018 reflejaron un constante proceso de estudio y reflexión sobre la
educación superior de Latinoamérica y del Caribe. En este sentido, la Conferencia de Córdoba tuvo
como propósitos (a) contribuir con la consolidación de los sistemas en la región y (b) generar
espacios de investigación e innovación para el desarrollo humano, la convivencia democrática y la
ciudadanía, sobre principios de tolerancia, solidaridad y compromiso social. De ella se derivó la
Declaración de la CRES 2018 como un instrumento orientador de los lineamientos y la hoja de ruta
del Plan de Acción.
La Declaración CRES 2018 propone una educación superior proactiva con soluciones a problemas
de orden social a partir de sus funciones de docencia, investigación y vinculación con el entorno.
Educación Superior y sociedad es la idea transversal que se desarrolla en los ejes temáticos desde
perspectivas técnicas para hacer de América Latina y el Caribe un espacio democrático, de
integración, de justicia social.
El Plan de Acción CRES 2018-2028 resultó de los debates y proposiciones que se llevaron a cabo
en la Conferencia y responde a los lineamientos definidos por la UNESCO para la organización
del Marco de Acción Educación 2030 y que hemos adaptado a los fines estructurales. El documento
contiene contextos, principios, áreas estratégicas, lineamientos: objetivos, metas, estrategias
indicativas, indicadores, recomendaciones y finalmente un sistema de seguimiento y evaluación.
Los objetivos para la CRES 2018 fueron:
• Reflexionar sobre el desarrollo de la educación superior en el último decenio, el estado
actual y los desafíos por venir, reconociendo las inequidades sociales de la región, en el
contexto de profundos cambios sociales y culturales que vive la humanidad.
• Analizar el sentido de las políticas universitarias contemporáneas y las estrategias de los
sistemas de educación superior en América Latina y el Caribe, considerando los
lineamientos de calidad, compromiso e inclusión social, diversidad cultural e
internacionalización, para enfrentar los retos y desafíos del siglo XXI.
• Promover, con el compromiso y la responsabilidad de los actores participantes, la
Declaración y Plan de Acción como instrumentos orientadores para los gobiernos, las
instituciones de educación superior y otras organizaciones de la sociedad, para garantizar
el desarrollo sostenible de la educación superior como bien público, derecho social
universal y responsabilidad del Estado.
• Reflexionar sobre el legado de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918,
resignificando el compromiso con una universidad autónoma, crítica, democrática,
participativa, con libertad académica y una visión latinoamericana sensible a los
requerimientos de nuestras sociedades. Este legado es marco de referencia para construir
una educación superior abierta a la cooperación y a la integración de América Latina y el
Caribe, para alcanzar un futuro de prosperidad y buen vivir para nuestros países.
Se recomienda leer:
La Declaración de Lima, 13, 14 y 15 de mayo de 2019 y está disponible en:
https://www.nodal.am/2019/03/rectores-de-universidades-de-toda-la-region-aprobaron-el-plan-
de-accion-de-la-cres-2018/
UNESCO. Educación 2030 Declaración de Incheon Hacia una educación inclusiva y equitativa de
calidad y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos. Incheon, República de Corea 21 de mayo
de 2015. Se puede leer en:
http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/ESP-Marco-de-
Accion-E2030-aprobado.pdf, o, en https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000245656_spa
La Agenda Educación 2030 establece que la acción de los países será el motor del cambio, con la
financiación de múltiples interesados y el apoyo efectivo de iniciativas como hoy en día es
ProFuturo.
Posteriormente, en la Cumbre de las Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible, los Estados
Miembros hicieron suya la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que se
comprometieron a “proporcionar una educación inclusiva y de calidad en todos los niveles –
primera infancia, primaria, secundaria, terciaria, y formación técnica y profesional”, e hicieron
hincapié en que todas las personas “deberían tener acceso a oportunidades de aprendizaje a lo largo
de toda la vida”.
Para ello tomamos como punto de partida las recomendaciones de la Conferencia Mundial de
Educación Superior (CMES,1998) de UNESCO, y de los informes de la Comisión de Seguimiento
(2003, 2004) de dicha CMES, porque contienen algunos principios básicos que podrían orientar
las políticas de desarrollo de la educación superior (Tünnermann, 2000, pp. 212-217; Mayor y
Tanguiane, 2000; Mayor y Bindé, 1999; Matsuura, 2000; Seddoh 2002; López Segrera y
Tünnermann, 2002, pp. 173-213, López Segrera et. al, 2004; UNESCO, 2004, López Segrera,
2005):
1. Partir del criterio de que la educación superior es un servicio público. Independiente de cuál
sea su fuente de financiamiento. Esto implica que las IES, tanto públicas como privadas,
asuman un compromiso público con la sociedad en que están insertas.
2. El acceso ha de ser "igual para todos, en función de los méritos” respectivos tal y como
señala en su artículo 26.I la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
3. La universidad debe ser un centro de pensamiento crítico, como "una especie de poder
intelectual que la sociedad necesita para que la ayude a reflexionar, comprender y actuar",
como plantea el Informe Delors.
4. Debe imperar la dimensión ética. Esto implica no supeditar los valores de la cultura de paz,
democracia, desarrollo sostenible, equidad, solidaridad, y justicia, a fines bélicos o de
mercado que atenten contra la condición humana. Adoptar políticas que construyan equidad
y autonomía y que impidan la corrupción académica.
5. La universidad ha de aplicar capacidad prospectiva y anticipatoria que le permita, al
iluminar posibles alternativas y escenarios, construir la mejor opción posible de futuro.
Existen hoy dos tipos de dinámicas: por un lado, la de los mercados, tanto de nuevos
proveedores con ánimo de lucro en el ámbito educativo, donde la realidad del mercado
tiende a imponerse; como la de acuerdos comerciales en discusión que tienen el apoyo de
gobiernos que se beneficiarían. Por otra parte, diversos países y asociaciones del mundo
académico han formulado críticas con relación a los efectos de estas tendencias a la
mercantilización de la educación superior, qué afectarían en especial a los países en
desarrollo por su mayor vulnerabilidad. Lo más probable es que en el corto plazo se
combinen ambos escenarios. La regionalización pudiera, a nuestro juicio, constituir una
adecuada respuesta a la globalización lucrativa de la educación superior, enfatizando su
condición de bien público como se observa en Europa en el proceso de Bolonia. ¿Va en
esta dirección el Espacio Europeo de Educación Superior (Bologna)?
6. Los Sistemas de Educación Superior en ALC han de fortalecer la identidad cultural propia
ante la homogeneidad cultural que pudiera imponer un cierto tipo de globalización.
7. Establecer indicadores adecuados de una universidad nacional de investigación que
privilegien el desarrollo sostenible y el crecimiento para el bienestar, para dejar de ser
rehenes de los indicadores de productivismo impuestos por el mercado y los rankings.
8. Las Redes de ES en ALC están desempeñando un papel importante. Las universidades
deben fomentar políticas de asociación con organizaciones nacionales, regionales e
internacionales de redes de ES, con el fin de promover el intercambio de estudiantes,
profesores e investigadores, de acuerdo a las necesidades nacionales de desarrollo.
9. Si bien la movilidad académica y el intercambio ha sido una característica central de la
educación superior, históricamente, es sólo durante los últimos quince años en que este
nivel de enseñanza se ha convertido para algunos en una mercancía o en un servicio
susceptible de intercambio comercial entre los diferentes países. El término de
internacionalización de la educación superior sigue siendo omnicomprensivo. Por otra
parte, nuevos conceptos como el de "nuevos proveedores", y "educación superior
transfronteriza" adquieren un rápido desarrollo. Estos conceptos tienen un carácter
transfronterizo y una dimensión comercial destinadas a la obtención de beneficios de la
educación superior. En América Latina y el Caribe, el proceso de internacionalización de
la educación superior debe ser preservado a través de una adecuada reglamentación y evitar
su desplazamiento o sustitución por una internacionalización con ánimo de lucro. Esto
significa establecer reglamentos - de común acuerdo con otros países de la región- que
tienden a controlar, en función de las necesidades y los intereses nacionales, las ofertas de
ES de carácter transnacional.
10. La universidad en ALC debe cumplir la función social que espera la sociedad de ella, no
sólo en equidad en el acceso, sino también en lo que se refiere a estar en el estado del arte
en conocimientos, informaciones y propuestas de soluciones. Para esto es necesario crear
un clima innovador de carácter transdisciplinario. En las dos últimas décadas -y en especial
en los países en desarrollo- muchas de las IES emergentes, e incluso algunas de las
tradicionales, han perdido el carácter de instituciones y tienden a asemejarse organizaciones
del mundo de los negocios. Es el caso de las universidades corporativas que se asemejan a
una empresa. Esto implica una pérdida de su función social, ya que la universidad deja de
ser un eslabón entre la educación y el desarrollo, entre el individuo y la sociedad. Es
importante insistir en la reinstitucionalización de la universidad, o sea, en la recuperación
de su sentido social allí donde lo haya perdido, y no sólo en su reorganización o reforma.
11. Hay que garantizar una adecuada relación con el mundo del trabajo, lo que implica adaptar
sus planes y programas de estudios a los requerimientos de éste en ALC. En ALC,
prevalecen las carreras tradicionales en lugar de las nuevas necesarias con currículo
innovador. Por otra parte, la formación permanente a lo largo de toda la vida, implica una
formación universitaria que no sea de perfil estrecho, ajustada meramente a las necesidades
inmediatas de las empresas, del mundo del trabajo. Se trata, por el contrario, de dar una
formación amplia, que combine la especialización con una sólida formación general, que
permita a los graduados universitarios ser más útiles a la sociedad y continuarse
desarrollando de forma integral a lo largo de toda la vida.
12. La universidad en ALC ha de asumir el reto de contribuir a la educación cívica, esto es, a
la formación de ciudadanos conscientes y responsables. La educación superior debe formar
a los estudiantes para que participen activamente en la sociedad, para que defiendan los
derechos humanos, la democracia, el desarrollo sostenible, la cultura de paz, la tolerancia
y la equidad, entre otros valores esenciales.
13. Los profesores deben ser co-aprendices con sus alumnos y diseñar ambientes de
aprendizajes. Deben esforzarse por inculcar en ellos la afición al estudio y los hábitos
mentales que incentiven el auto-aprendizaje (aprender a aprender), a fin de que las IES en
ALC sean verdaderos "centros de educación permanente para todos durante toda la vida".
14. Es necesario integrar los sistemas nacionales de educación superior, como estrategia clave
en la formulación de políticas de educación superior en ALC. El lograr la integración
regional de sistemas de educación superior implica, previamente, su adecuada articulación
nacional.
15. La autonomía, que permite a la universidad cumplir en forma cabal sus cometidos, debe ir
acompañada de la rendición de cuentas a la sociedad y al estado, lo que implica un estilo
de rendición social de cuentas que trasciende lo meramente contable. Autonomía es la total
libertad que los miembros de una universidad tienen para, dentro de los criterios de calidad
explorar todas las áreas del saber y corrientes del pensamiento humano y trasmitirlos a sus
estudiantes, como parte del criterio de calidad académica y responsabilidad social. Esto no
significa evadir la legislación aplicable a las IES en ALC, eludir su responsabilidad
educativa, ni dejar de rendir cuentas ante la sociedad del uso de los recursos públicos
puestos a su disposición para cumplir sus tareas académicas.
16. Los procesos de evaluación y acreditación deben facilitar el tránsito de la cultura de la
evaluación a una cultura responsable, autónoma, pertinente y eficiente en las IES en ALC.
Incorporar a los procesos de acreditación a especialistas extranjeros de reconocida valía en
evaluación y acreditación, pero regirse por las normas nacionales y no por agencias
extranjeras de acreditación. Incorporar a los procesos de acreditación a especialistas
extranjeros de reconocida valía en evaluación y acreditación, pero regirse por las normas
nacionales y no por agencias extranjeras de acreditación.
17. Asumir en ALC una concepción estratégica de reforma - no de contrarreforma neoliberal,
que es la tendencia predominante en muchas IES de la región - y de cambio, en un marco
de planificación y dirección de carácter innovador, en las áreas siguientes: institucional,
académica, de organización y pedagógica.
18. La ES a nivel mundial y en ALC debería cumplir sus compromisos con los niveles
educativos precedentes, ayudando así a mejorar los niveles primarios y secundarios de
educación, aplicando distintas formas de cooperación como la investigación educativa para
mejorar los procedimientos de articulación entre la educación superior y los niveles
precedentes; la formación continua de docentes y directivos del sistema educativo básico y
medio; la alfabetización y formación continua de adultos de cualquier nivel educativo; la
formación continua de personal integrado al sistema económico en diferentes niveles y
áreas ocupacionales y como elemento común a todos estos esfuerzos de colaboración, la
implantación de las TIC, en especial la informática y la telemática.
19. Los Sistemas de Educación Superior deben articular fórmulas eficaces y que asignen la
igualdad de oportunidades para todos los universitarios, independientemente de si acuden
a instituciones públicas o privadas, y que permitan un retorno de la inversión educativa
realizada con recursos públicos, de tal manera que el estudiante devolviese a la sociedad y
a su país, en su totalidad o en parte, los recursos invertidos en su educación una vez
concluida su formación inicial e inserto en el mercado laboral. Habría que hacer un cálculo
en las universidades públicas de cuánto cuesta la formación de un estudiante en cada
carrera. Ese debería ser el importe de la matrícula, al que se aplicaría una escala de
reducciones. La primera de acuerdo con la renta familiar; la segunda por su capacidad o
currículo, y la tercera de acuerdo a la distancia que se encuentre su vivienda habitual. Esto
implicaría que los buenos estudiantes de estratos económicos desfavorecidos podrían tener
una exención del 100% e incluso una beca con un salario adicional. Mientras que los de
familias de los estratos acomodados tendrían que pagar el total de la matrícula. Sé que este
argumento no es muy popular en las universidades públicas de ALC, sin embargo lo que
hacemos es igualitario pero no equitativo y por ende, socialmente injusto.
20. Para hacer efectivas todas las recomendaciones formuladas en los puntos precedentes, es
urgente aplicar a los sistemas de ES de ALC la propuesta de la UNESCO en su Conferencia
Mundial de Educación Superior (1998) y en su Comisión de Seguimiento (2003, 2004) y
luego en su Conferencia Mundial de Educación Superior de 2009, acerca de la necesidad
de diseñar, en el siglo XXI, una educación superior proactiva y dinámica, que demanda
para su éxito una política de estado, una estrategia consensuada de largo plazo, que
trascienda el ámbito temporal de los gobiernos, un nuevo pacto social, o contrato moral,
como lo llama el Informe Delors, donde cada sector interesado comprometa recursos y
esfuerzos para hacer realidad las transformaciones.
Es el momento de reconocer que, a pesar de avances y de logros en unas pocas IES de excepción,
aún en ALC no hemos sido capaces de alcanzar la cristalización de un nuevo modelo de
universidad, en el cual la producción de conocimiento predomine, y no su mera transmisión. Una
prioridad en este proceso que deberíamos desarrollar, sería la socialización del conocimiento. De
este modo, las IES no se limitarían a ser meras instituciones académicas, pues las universidades se
convertirían en las líderes del cambio social.
Somos conscientes de que no hay un modelo único de universidad. Hay muchos ejemplos acertados
de reformas de universidad y transformaciones que, mediante la adaptación apropiada a las
condiciones de ALC, podemos generalizar y aplicar en nuestras universidades.
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