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La forma más reconocida para estimar el cambio en la riqueza de un inversionista ante una
oportunidad de inversión, consiste en comparar lo que vale la oportunidad con lo que realmente
cuesta llevarla a la práctica.
Supongamos que tenemos que evaluar una inversión, con un cierto nivel de riesgo (llamada proyecto
A) que, en promedio se espera rendirá, dentro de un año, un flujo de fondos de $110 y ningún flujo
posterior.
Valor ActualA = Flujo de FondosA /(1+rB), donde rB es lo que rinde anualmente la alternativa pública
de inversión B con similar nivel de riesgo. Cuando los proyectos de inversión tienen múltiples flujos de
Claramente el inversor será más rico por invertir en A, si hacerlo le cuesta menos que lo que A vale
para él o para el público en general. Suponiendo que montar el proyecto A, costara hoy, $80,
entonces, el inversor es $20 más rico si emprende el proyecto A que si no lo hace. Nótese que, si no
existiera el proyecto A, para ganar $110 dentro de un año, el inversor tendría que invertir en B hoy, la
suma de $100; en cambio, si hace el proyecto A, puede obtener los mismos $110 en un año,
invirtiendo sólo $80.
Este ahorro de $20 se llama Valor Actual Neto y es la diferencia entre el Valor Actual de un proyecto
(VA) y la Inversión (I) que realmente se requiere para ponerlo en práctica, así VAN=VA-I. Siempre
que el VAN de un proyecto es positivo, el inversor está enfrentando la posibilidad de conseguir, con
una menor inversión inicial, el mismo flujo de fondos futuros que el que conseguiría en inversiones de
similar riesgo disponibles para el público en general.
Antes que nada, para llegar desde el EBIT a lo que conocemos como Flujo de Fondos Libres se
necesita restar los impuestos calculados sobre el EBIT.
Ajustes 1 y 2: reversamos las depreciaciones para cada año y restamos las inversiones en el año en
que se prevén. La contabilidad no reconoce la inversión en activos fijos en el momento en que se
pagan sino que pro-ratea el gasto, figurativamente, a lo largo del tiempo de vida útil de cada activo.
Ese gasto pro-rateado se conoce como depreciación. Entonces, la depreciación es el reconocimiento
figurativo pro-rateado a lo largo de los años, de una inversión que se paga por completo hoy. Por
ejemplo, la inversión en una máquina que vale $100 y durará 10 años no generará $100 de reducción
del EBIT Contable/Fiscal hoy sino que causará un gasto figurativo de $10 durante los próximos 10
años. Dicho tratamiento puede ser justificado desde un punto de vista contable o fiscal pero en las
Ajuste 3: reversamos el costo de venta de activos fijos. Cuando la empresa vende un activo, el monto
que figurativamente quedaba por depreciar se registra en el Estado de Resultados, también
figurativamente, como un costo de esa venta afectando el EBIT en ese momento. Nótese que el
ingreso por la venta del activo es real y no debe ser ajustado, sin embargo, el costo contable de la
venta del activo es figurativo (no es real/erogable), en realidad no hay ningún egreso real de dinero
asociado a la venta de un activo porque este se pagó al momento de realizar la inversión y no al
momento de la venta.
Ajuste 4: restamos los aumentos de NOF (inversiones en Activos Circulantes netos de Financiamiento
Espontáneo). Las inversiones en NOF no se registran en el Estado de Resultados y por lo tanto no
figuran en el EBIT. Los principios de devengamiento dicen que las inversiones en inventarios no son
un gastos y no deben restarse en el momento de ser erogadas sino luego, al momento de ser
vendidas. El estado de resultados tampoco considera la diferencia entre los costos de mercaderías
vendidas y los pagos a proveedores (resultantes del aumento de las cuentas por pagar). Tampoco se
consideran las diferencias entre Ventas y cobros por ventas resultantes del financiamiento concedido
a nuestros clientes y que consiste en la variación de las cuentas por cobrar. En resumen, la
contabilidad no considera en el Estado de Resultados y por lo tanto tampoco en el EBIT, las
variaciones de NOF las cuales son inversiones que hay que pagar en efectivo en el momento en que
se realizan (aumentos de inventarios, aumentos de financiamiento a clientes, disminución de cuentas
pendientes con proveedores o de otras cuentas por pagar) y por lo tanto, debemos restárselas al
EBIT para arribar así al Flujo de Fondos Libre.
Cuando analizamos una oportunidad de inversión, lo que realmente estamos evaluando es una
“decisión de invertir o no” y no el presupuesto contable de un proyecto. Por ejemplo, si estamos
evaluando el comprar o no una nueva máquina y en el pasado se hicieron gastos en viajes para
Lo mismo sucede cuando sólo se consideran dentro del análisis los ingresos y egresos que se
generarán dentro del centro presupuestario donde está radicado el proyecto. El proyecto puede ser
un centro presupuestario a fines del control de gestión, pero la decisión se toma en nombre de los
inversionistas que son dueños de “toda” la empresa. Por lo tanto, en la evaluación de decisiones de
inversión debemos considerar los efectos de la decisión sobre todas las áreas de la compañía.
El análisis de la decisión de inversión debe contemplar todos los flujos de fondos que sucederán a
futuro debido a la decisión en si misma. Si bien el Control de Gestión y la Evaluación de
Decisiones de Inversión usan datos financieros, su propósito es distinto. El primero, está allí
para identificar costos, entender y castigar errores del pasado mediante la imputación
contable, en tanto, la evaluación de decisiones de inversión está para dar forma al futuro.