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Personalidades Narcisistas (McWilliams, N.

Diagnóstico
Psicoanalítico. Comprendiendo la estructura de
personalidad en el proceso clínico)
Autor: Díaz-Benjumea, Lola J.

Palabras clave

Personalidades narcisistas, Diagnostico psicoanalitico, Mcwilliams, N..

McWilliams, N. Psychoanalytic Diagnostic. Understanding Personality Structure in the


Clinical Process. New York: The Guilford Press (2011).

El término “narcisista” se refiere a la persona que organiza su personalidad


sobre mantener su autoestima consiguiendo la afirmación desde fuera de ella
misma. Aunque todos tenemos vulnerabilidades en este área y nos influye la
aprobación o rechazo de nuestras personas significativas, en las personas
narcisistas esta motivación eclipsa a las demás. McWilliams señala que desde
el principio del psicoanálisis (Adler, 1927; Rank, 1929) se vio que la gente tiene
problemas con su autoestima que difícilmente se pueden contemplar en
términos de impulsos y conflictos inconscientes, y por tanto no puede
tratárselos con el modelo de terapia basada en el conflicto, sino con el modelo
del déficit.

Las personas organizadas como narcisistas pueden sentirse falsas y sin amor
en privado, y hubo que esperar a que se desarrollaran áreas de la psicología
dinámica que Freud apenas tocó para ayudarlas a desarrollar la autoaceptación
y la capacidad para relaciones profundas. A partir de aquí, la autora cita una
gran diversidad de autores que produjeron aportaciones a la comprensión de
esta dimensión del psiquismo, deteniéndose en el impacto de la teoría de las
relaciones objetales en tanto que los autores cuestionaron la idea de Freud de
narcisismo primario, ya que abogan por una relacionalidad primaria,
entendiéndose la patología narcisista no como fijación a una grandiosidad
infantil normal, sino compensación por una decepción temprana en la relación.
Cita también los autores que resaltaron la función materna de contención (Bion,
1967), sostén (Winnicott, 1960) y especularización (Kohut, 1968), ideas que se
aplican al tipo de intervención necesario para las personas con trastorno en su
sentido del self.

Con este desarrollo de ideas se llegó a ver claro que la personalidad


abiertamente grandiosa era solo una forma de “trastorno del self”, y en la
actualidad se reconocen muchas y diferentes manifestaciones de la dificultad
con la identidad y la autoestima. La literatura clínica ha distinguido entre dos
versiones del narcisismo: tipo “ajeno” versus “hipervigilante”; abierto versus
encubierto o “tímido”, exhibicionista versus “encerrado”, y la que la autora
señala como su favorita, el narcisista de “piel fina” versus el de “piel gruesa”
(Rosenfeld, 1987). Lo que parecen tener en común todas las personas
narcisistas es un sentido interno, y/o un terror, de insuficiencia, vergüenza,
debilidad e inferioridad. Sus conductas compensatorias pueden ser diversas,
pero revelan preocupaciones similares.

Pulsión, afecto y temperamento en el narcisismo

Las personas narcisistas son muy diversas y con frecuencia sutiles en su


patología, no siempre muestran sufrimiento aparente. El narcisista exitoso (a
nivel económico, social, político, militar…) puede ser admirado, pero el coste
interno del ansia narcisista de reconocimiento es raro que sea visible desde
fuera, y los daños realizados a los otros cuando persiguen sus objetivos
normalmente se racionalizan como triviales o necesarios.

Sobre la etiología del carácter narcisismo, aun tenemos solo hipótesis, como
ser más sensibles que los otros a los mensajes no verbales, o una disposición
natural a adaptarse a los afectos y expectativas de los otros. Miller (1975) habló
de familias en que los cuidadores explotan el talento de sus hijos para
mantener su autoestima, tratándolos como “extensiones narcisistas” de sí
mismos. Kernberg (1970) sugirió una fuerte pulsión agresiva innata y una
carencia constitucional de tolerancia a la ansiedad ante los impulsos agresivos.
Y en cuanto a las principales emociones asociadas con la organización de
personalidad narcisista, la vergüenza y la envidia son las más señaladas en la
literatura. McWilliams señala que los analistas jóvenes subestiman el poder del
estado emocional de vergüenza, y lo confunden con culpa, interviniendo con
interpretaciones que no son empáticas. La culpa es la convicción de que uno
está en pecado o ha cometido un acto equivocado, se conceptualiza como
crítica interna del superyó y connota un sentido de potencial activo para la
maldad. La vergüenza es la sensación de ser visto como malo o inadecuado, la
audiencia está aquí fuera del self, y tiene connotaciones de indefensión,
fealdad e impotencia.

La vulnerabilidad a la envidia es un fenómeno resaltado por M. Klein (Segal,


1997), consiste en tener la convicción interna de que se carece de algo y de
que la propia inadecuación está en constante riesgo de exposición, entonces
uno se vuelve envidioso hacia los que parecen contentos o tienen aquello que
uno cree que carece. La envidia puede ser la raíz del criticismo que muestran
las personalidades narcisistas, consigo mismos y con los demás: si me siento
deficiente y te percibo como teniéndolo todo, intento destruir lo que tienes
denigrándolo, despreciándolo o ridiculizándolo.

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