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GERENCIAL
Llamamos juegos de suma cero a aquellos en los que las ganancias de un jugador se
equilibran con las pérdidas de otro. En otras palabras, son aquellos juegos en los que, si
hacemos una resta entre las ganancias totales de los participantes y las pérdidas totales,
el resultado siempre va a ser cero.
Es un concepto estudiado por la microeconomía, ubicado concretamente en la teoría de
juegos, la cual analiza la toma de decisiones de individuos en casos donde el resultado
depende de la decisión de otros sujetos, sin estar predefinidos los costes y beneficios que
ello supone.
Como ya hemos visto, los juegos de suma cero se encuentran dentro de la amplia teoría
de juegos. Podemos considerar “juego” a muchas cosas, desde la propia interacción entre
dos personas que tienen que tomar una decisión hasta disciplinas profesionales como el
póker, el baloncesto o el ajedrez. En este sentido, tenemos que aprender a diferenciar
qué tipos juegos hay y en qué se diferencian con el de suma cero.
El juego más habitual que existe es el cooperativo. En él, dos o más personas se juntan y
fijan un objetivo común, establecen estrategias y operan en función de ellas, para lograr
esa meta y, habitualmente, “derrotar” a otro equipo que pelea por el mismo objetivo.
El ejemplo más sencillo para comprender de un juego de este tipo es el póker.
Imaginemos una partida en la que participan cinco personas, y ocurre una jugada donde
los cinco participantes deciden apostarlo todo y confiar en su mano. Si cada uno de ellos
ha apostado 50 euros, tenemos un total de 250 euros que va a ir destinado a una
persona, la que tenga la mano más alta en la jugada.
El jugador que tenga la mejor mano tendrá una ganancia de 200 euros, ya que se habrá
llevado los 50 euros de cada uno de los participantes que han hecho un all-in en esa
jugada. Los cuatro restantes que han perdido la apuesta habrán perdido un total de 200
euros (50 cada uno), la misma cantidad que ha ganado el primer jugador.
Otro buen ejemplo es el de la bolsa, aunque no perfecto, ya que obvia a los intermediarios
que pueda haber a la hora de comprar o vender acciones. Imaginemos un inversor que
compra acciones de la empresa X, esperando una revalorización en los próximos meses
para poder venderla a un mayor precio. Si el precio de estas acciones cae, esta persona
habrá perdido una cantidad determinada de dinero, pero la persona que la vendió antes
de la devaluación ganó exactamente la misma cantidad al venderla prematuramente.