Universidad Tecnológica de Los Ande2

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I

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LOS ANDES

Facultad de Ciencia Jurídicas Contables y Sociales

Escuela profesional de Derecho

CARATULA

Antecedentes históricos de la ética y la moral.

Presentado para la asignación de Deontología Jurídica.

Presentada por:

Edy Añanca Trinidad

Dr. Gerardo Quispe Aucalla.

Andahuaylas – Apurímac – Perú

2021
II

1.1. índice

CARATULA.............................................................................................................I

I. indice................................................................................................................II

Introducción..........................................................................................................III

1. Antecedentes de la ética...........................................................................1

1.1. Sócrates y los sofistas........................................................................1

2.1. Protágoras..........................................................................................1

3.1. Epicúreo..............................................................................................1

4.1. La ética de Platón...............................................................................3

5.1. La Ética aristotélica: la Ética a Nicómaco..........................................4

6.1. La Ética aristotélica: virtudes éticas y virtudes dionéticas.................6

7.1. La Ética formal kantiana.....................................................................8

2. Los antecedentes de la moral...................................................................9

2.1. Baruch Spinoza (1632-1677), defendía que los valores son

creaciones humanas arbitrarias.......................................................................11

2.2. De lo animal a lo humano.................................................................12

2.3. Beethoven y la simbiosis..................................................................14

3. Nietzsche y la crítica genealógica a la ética y a la moral.......................15

Conclusión...........................................................................................................17
III

Introducción

El objetivo de la presente es analizar los Antecedentes históricos de la ética y la

moral. Ambas disciplinas se refieren a la búsqueda del bien para el hombre que,

en última instancia, le proporcionará la felicidad, desde perspectivas

complementarias. La primera dirige la reflexión al mundo cognitivo para identificar

los valores, pretendiendo dar razón de las elecciones. Es, por tanto, imprescindible

para encontrar puentes de entendimiento en las sociedades multiculturales. La

segunda se concreta en las normas de comportamiento aplicadas a la vida

cotidiana. Si tales normas prácticas son asumidas como buenas por la persona, le

son muy útiles en su búsqueda de la felicidad, pero si es incapaz de identificarse

con ellas, las vivirá como una opresión.

Por ejemplo. Imaginemos que, para optimizar el tiempo de consulta, visitáramos

a los pacientes de dos en dos. La moral dice que eso está mal, ya que se

transgrede la confidencialidad del acto médico. La ética explica da razón de por

qué está mal. El valor que sustenta la confidencialidad, dice la ética, es el respeto

al ser humano, en este caso los pacientes.

Solemos pensar que la moral es algo importante pero ocasional en nuestras

vidas. Tendemos a reducirlo a ciertas decisiones más o menos importantes en

nuestra vida: ¿Ayudo a mi amigo? ¿Dono dinero a una ONG? ¿Desobedezco a

mis padres? Sin embargo, el resto de nuestro quehacer cotidiano parece no tener

nada que ver con la moral.

Ducharme, desayunar, vestirme, estudiar o trabajar, divertirme, ver la tele, jugar

con mi móvil… ¿Qué tiene que ver eso con el bien o con el mal?
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2.1. Antecedentes de la ética.

3.1. Sócrates y los sofistas.

La ética, como ciencia o como disciplina filosófica fue iniciada por Sócrates,

quien fue el primero que teorizó sobre los conceptos morales básicas: lo bueno y

la virtud, Sócrates estaba rodeado de los sofistas cuya doctrina tenía como

características el escepticismo, el relativismo y subjetivismo.

4.1. Protágoras

Protágoras fue el primer sofista del que tenemos noticia. Nació en Abdera, en la

costa N del Mar Egeo, aproximadamente en el año 490 a. De C. y vivió en Atenas

y Sicilia. En Atenas, lugar donde adquirió una gran fama, se hizo amigo de

Pericles y se dedicó a la enseñanza basada en el arte del discurso persuasivo,

ejercitando a los jóvenes en las técnicas de argüir a favor de las dos caras de un

mismo argumento.

5.1. Epicúreo.

Placeres del alma: el placer del alma es superior al placer del cuerpo: el

corporal tiene vigencia en el momento presente, pero es efímero y temporal,

mientras que los del alma son más duraderos y además pueden eliminar o atenuar

los dolores del cuerpo. Pese a que el placer es un bien y el dolor un mal, hay que

administrar inteligentemente el placer y dolor: en ocasiones debemos rechazar

placeres a los que les siguen sufrimientos mayores y aceptar dolores cuando se

siguen de placeres mayores. La razón representa un papel decisivo en lo que

respecta a nuestra felicidad, nos permite alcanzar la total imperturbabilidad


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(ataraxia (equilibrio emocional)), la cual Epicuro compara con un mar en calma

cuando ningún viento lo azota y nos da libertad ante las pasiones, afectos y

apetitos.

La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien práctica.

Buscaba sobre todo procurar el sosiego necesario para una vida feliz y placentera

en la que los temores al destino, los dioses o la muerte quedaran definitivamente

eliminados. Para ello se fundamentaba en una teoría empirista del conocimiento,

en una física atomista inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito, y en una

ética hedonista.

El hombre debía rechazar la enseñanza de miedos y supersticiones. No había

motivo para temer a los dioses porque estos, si bien existen, no pueden

relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por tanto ni su temor ni

su rezo o veneración posee utilidad práctica.

La muerte tampoco puede temerse, porque siendo nada, no puede ser algo

para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está presente nosotros

no estamos ya. El dolor y el mal se evita fácilmente porque ningún tormento dura

demasiado y cuanto más intenso es menos dura.

El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y

mediterráneo y en este ámbito ganó gran número de seguidores que la

consideraron una doctrina verdadera que solucionaba todos los problemas. Su

escuela de pensamiento perduró largamente aun siete siglos tras la muerte de

Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido al advenir la Edad Media,
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periodo en el que se perdió o fue destruida la mayoría de los escritos de este

filósofo griego a causa del rechazo que por sus ideas experimentó el cristianismo,

que no pudo adaptarlas a su sistema de creencias por la visión cristiana del dolor.

6.1. La ética de Platón.

Al igual que ocurre con los otros aspectos de su filosofía la ética no es objeto de

un tratado específico en el que se aborde el tema sistemáticamente. El hecho de

que muchos de los diálogos platónicos comiencen con alguna interrogación acerca

de la virtud en general, o de determinadas virtudes en particular, muestra

claramente, sin embargo, que el interés por el análisis del comportamiento

humano no es algo accidental en Platón. Como hemos visto en su concepción de

la ciudad ideal, el objetivo de la vida del hombre no puede reducirse a la

satisfacción de sus necesidades materiales; más allá de éstas, el hombre debe ser

objeto de un desarrollo completo de su personalidad, de acuerdo con las partes

más elevadas de su alma, la irascible y la racional, con el fin de alcanzar una

felicidad identificada con la armonía de su vida.

Justicia y ética

Si la justicia en la ciudad reside en que cada clase social haga lo que debe

hacer, la justicia en el hombre residirá también en que cada parte del alma haga lo

que debe. Ello implica que la vida buena para el hombre es una vida en la que se

atiendan las necesidades "materiales" y "espirituales". Como vimos anteriormente

la idea de que el hombre debe dar las espaldas a todo lo que signifique materia o

tenga algo que ver con la corporeidad, defendida en el Fedón, no será mantenida
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en los diálogos posteriores, en los que el alma deja de ser considerada como una

entidad simple y enfrentada al cuerpo, y pasa a ser considerada como una entidad

en la que podemos distinguir tres partes diferenciadas que permiten explicar, entre

otras cosas, los conflictos psicológicos de la vida del hombre, las distintas

tendencias que configuran su naturaleza. El conocimiento y la satisfacción de las

necesidades intelectuales deben ir acompañados de salud, moderación en el

disfrute de los bienes materiales, etc., lo que pone de manifiesto hasta qué punto

la idea de que Platón rechaza de un modo absoluto lo corporal es injustificada. En

el Banquete, por ejemplo, podemos observar cómo a través del Eros Platón

concibe el ascenso hacia las Ideas partiendo del amor a la belleza que

observamos en las cosas sensibles, luego a la belleza en el ser humano, hasta

alcanzar la contemplación de la Belleza en sí, que se identifica con el Bien del que

nos habla en la República y que representaría el grado superior de conocimiento.

7.1. La Ética aristotélica: la Ética a Nicómaco.

La ética de Platón, al igual que la socrática, identificaba el bien con el

conocimiento, caracterizándose por un marcado intelectualismo. Por naturaleza el

hombre tiende a buscar el bien, por lo que bastaría conocerlo para obrar

correctamente; el problema es que el hombre desconoce el bien, y toma por

bueno lo que le parece bueno y no lo que realmente es bueno.

De ahí que Platón en la República, en la explicación del mito de la caverna,

insista en que la Idea del Bien debe necesariamente conocerla quien quiera

proceder sabiamente tanto en su vida privada como en su vida pública, una Idea
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de Bien que es única y la misma para todos los hombres. Para Aristóteles, sin

embargo, en consonancia con su rechazo de la subsistencia de las formas, no es

posible afirmar la existencia del "bien en sí", de un único tipo de bien: del mismo

modo que el ser se dice de muchas maneras, habrá también muchos tipos de

bienes.

La Ética a Nicómaco comienza afirmando que toda acción humana se realiza en

vistas a un fin, y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, por lo tanto, se

identifica con el bien. Pero muchas de esas acciones emprendidas por el hombre

son un "instrumento" para conseguir, a su vez, otro fin, otro bien. Por ejemplo, nos

alimentamos adecuadamente para gozar de salud, por lo que la correcta

alimentación, que es un fin, es también un instrumento para conseguir otro fin: la

salud. ¿Hay algún fin último? Es decir, ¿Hay algún bien que se persiga por sí

mismo, y no como instrumento para alcanzar otra bien? Aristóteles nos dice que la

felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza. La

naturaleza nos impele a buscar la felicidad, una felicidad que Aristóteles identifica

con la buena vida, con una vida buena. Pero no todos los hombres tienen la

misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para unos la

felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los

honores, etc. ¿Es posible encontrar algún hilo conductor que permita decidir en

qué consiste la felicidad, más allá de los prejuicios de cada cual?


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8.1. La Ética aristotélica: virtudes éticas y virtudes dionéticas

Las virtudes éticas.

A lo largo de nuestra vida nos vamos forjando una forma de ser, un carácter

(éthos), a través de nuestras acciones, en relación con la parte apetitiva y volitiva

de nuestra naturaleza. Para determinar cuáles son las virtudes propias de ella,

Aristóteles procederá al análisis de la acción humana, determinando que hay tres

aspectos fundamentales que intervienen en ella: la volición, la deliberación y la

decisión. Es decir, queremos algo, deliberamos sobre la mejor manera de

conseguirlo y tomamos una decisión acerca de la acción de debemos emprender

para alcanzar el fin propuesto. Dado que Aristóteles entiende que la voluntad está

naturalmente orientada hacia el bien, la deliberación no versa sobre lo que

queremos, sobre la volición, sino solamente sobre los medios para conseguirlo; la

naturaleza de cada sustancia tiende hacia determinados fines que le son propios,

por lo que también en el hombre los fines o bienes a los que puede aspirar están

ya determinados por la propia naturaleza humana.

Sobre la primera fase de la acción humana, por lo tanto, sobre la volición, poco

hay que decir. No así sobre la segunda, la deliberación sobre los medios para

conseguir lo que por naturaleza deseamos, y sobre la tercera, la decisión acerca

de la conducta que hemos de adoptar para conseguirlo. Estas dos fases

establecen una clara subordinación al pensamiento de la determinación de nuestra

conducta, y exigen el recurso a la experiencia para poder determinar lo acertado o

no de nuestras decisiones. La deliberación sobre los medios supone una reflexión


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sobre las distintas opciones que se me presentan para conseguir un fin; una vez

elegida una de las opciones, y ejecutada, sabré si me ha permitido conseguir el fin

propuesto o me ha alejado de él. Si la decisión ha sido correcta, la repetiré en

futuras ocasiones, llegando a "automatizarse", es decir, a convertirse en una forma

habitual de conducta en similares ocasiones.

Las virtudes dianoéticas.

Si para determinar las virtudes éticas partía Aristóteles del análisis de la acción

humana, para determinar las virtudes dianoéticas partirá del análisis de las

funciones de la parte racional o cognitiva del alma, de la diánoia. Ya nos hemos

referido estas funciones al hablar del tema del conocimiento: la función productiva,

la función práctica y la función contemplativa o teórica. A cada una de ellas le

corresponderá una virtud propia que vendrá representada por la realización del

saber correspondiente.

El conocimiento o dominio de un arte significa la realización de la función

productiva. A la función práctica, la actividad del pensamiento que reflexiona sobre

la vida ética y política del hombre tratando de dirigirla, le corresponde la virtud de

la prudencia (phrónesis) o racionalidad práctica. Mediante ella estamos en

condiciones de elegir las reglas correctas de comportamiento por las que regular

nuestra conducta. No es el resultado, pues, de la adquisición de una ciencia, sino

más bien el fruto de la experiencia. La prudencia es una virtud fundamental de la

vida ética del hombre, sin la cual difícilmente podremos adquirir las virtudes éticas.

Aplicada a las distintas facetas de la vida, privada y pública, del hombre tenemos
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distintos tipos de prudencia (individual, familiar, política).

9.1. La Ética formal kantiana

La Ética formal

El conocimiento moral no es un conocimiento del ser, de lo que es, sino un

conocimiento de lo que debe ser; no un conocimiento del comportamiento real y

efectivo de los hombres, sino un conocimiento del comportamiento que deberían

observar los hombres. En este sentido, dicho conocimiento no se puede verificar;

cuando decimos que los hombres deberían comportarse de tal o cual manera

estamos afirmando que ese comportamiento es necesario y universal, y esas son

las características de lo a priori. Y ya hemos visto cómo Kant explicaba la

imposibilidad de derivar de la experiencia algo que fuese necesario y universal: el

primer objetivo del conocimiento moral, por lo tanto, consistirá en identificar cuáles

son los elementos a priori de la moralidad.

Kant distingue un uso teórico y un uso práctico de la razón. En su uso teórico,

que Kant estudia en la "Crítica de la razón pura", la razón constituye o configura el

objeto que se da en la intuición, mediante la aplicación de las categorías; en su

uso práctico, que estudiará en la "Fundamentación de la metafísica de las

costumbres" y en la "Crítica de la razón práctica", la razón es la fuente de sus

objetos: la producción de elecciones o decisiones morales de acuerdo con la ley

que procede de ella misma.

Todos los sistemas éticos anteriores habían partido de una determinada

concepción del bien, como objeto de la moralidad, creyendo que ese bien
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determinaba la moralidad, lo que debía ser. Sin embargo, del mismo modo que el

conocimiento teórico no está determinado por el objeto, sino que éste se

encuentra determinado por las condiciones a priori de la sensibilidad y del

entendimiento, el conocimiento moral tampoco estará determinado por el objeto,

sino más bien el objeto de la moralidad determinado por ciertas condiciones a

priori de la moralidad. (Del mismo modo que Kant había provocado una

"revolución copernicana" en el ámbito del uso teórico de la razón, provocará otra

revolución similar en el ámbito del uso práctico de la razón). Estas condiciones,

siendo a priori, no pueden contener nada empírico: sólo han de contener la forma

pura de la moralidad. En consecuencia, las leyes de la moralidad han de tener un

carácter universal y necesario.

10.1. Los antecedentes de la moral.

¡La moral está entonces por todos lados! Pero, ¿de dónde surge? ¿Quién dicta

lo que hemos de hacer con nuestras vidas? ¿Cuál es, a fin de cuentas, la fuente

de la moral?

Noche de luna nueva. El chamán tira unos trozos de hueso al suelo y, tal y

como le enseñó su padre, lee los designios de los espíritus según su posición. Del

aparente caos de pequeños pedazos de tibias y fémures de mono ardilla, hay que

saber extraer algún tipo de orden, algún tipo de estructura que pueda formarse.

Muchas veces no se ve nada, pero esta vez está muy claro: un hueso se ha roto,

la tragedia está por llegar.

A los diez días una epidemia asola el poblado. El jefe suplica al chamán que

haga todo lo posible por aplacar la ira de los espíritus. El chamán responde que
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lleva cinco noches orando y danzando sin parar y que ya ha sacrificado tres

cabras. Si eso no ha surtido efecto, la única solución es bien sabida por todos. El

jefe mira al suelo apenado y aprieta los puños. Va a tener que hacer algo que

jamás soñó verse obligado a hacer nunca.

Los espíritus están furiosos porque se violó la ley. Todo el mundo sabe que en

la noche del solsticio de verano no se puede yacer con una hembra frente al

tótem. Y la última noche de solsticio, el hijo pequeño del jefe, embriagado por el

yopo, yació allí con su prima. Es una violación muy grave de la ley cuyo castigo no

admite discusión: el destierro.

Acompañado por cuatro guerreros, el jefe irrumpe en mitad de la oscura noche

en la choza de su hijo. A base de palos y golpes, lo llevan a la gran roca gris que

señala el fin de los territorios de la tribu. Entre lágrimas de rabia, el jefe le prohíbe

volver jamás bajo pena de muerte si lo intenta. Será la última vez que lo ve.

Después de llorar durante horas, el hijo se sienta en un claro de la selva.

Maldice su suerte y reflexiona: ¿por qué merece el destierro? ¿Qué hay de malo

en yacer con su prima? ¿Acaso hizo daño a alguien? ¿Quién dice lo que es bueno

y lo que es malo?

Mira al cielo y le parece inmenso, inabarcable, incomprensible. Mira como la Vía

Láctea cruza el firmamento ¿Qué será esa inmensidad de puntos luminosos? El

abuelo contaba que eran nidos de luciérnagas que decoraban la entrada de la

morada de los grandes espíritus.


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Desde el principio de los tiempos, los espíritus creadores y dominadores de

todo lo que existe, transmitieron la ley al primer chamán, padre de todos los

demás que han ido dejando su legado una y otra vez, durante innumerables

generaciones. Ese es el origen de la ley y la razón porque la ley debe cumplirse:

nadie que desobedezca a los espíritus llega muy lejos.

Efectivamente, el hijo del jefe no debió yacer con su prima frente al tótem. Lo

sabe y se lamenta desconsolado. Su mala acción es la única culpable de la

epidemia que está matando a su tribu.

10.1. Baruch Spinoza (1632-1677), defendía que los valores son

creaciones humanas arbitrarias.

La historia de la humanidad siguió avanzando y el origen divino de la moral

entró en crisis, a la vez que las grandes religiones perdían poder e influencia (al

menos en Occidente). Llegó el racionalismo, la revolución científica y la Ilustración,

y con ellas una guerra declarada a los mitos, y a las formas de entender la religión,

tradicionales.

El original pensador holandés Baruch Spinoza, entendía que la moral debería

estar fundamentada en el estricto orden de la razón, de modo que, si

razonábamos con precisión, estaríamos obrando en concordancia con la

naturaleza (que para él era lo mismo que Dios) y, por lo tanto, estaríamos

actuando bien.

Su exigencia de rigor llegó a tal extremo que su obra más famosa se titula

Ethica more geométrico demostrata (Ética demostrada según la geometría).


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Spinoza quería demostrar principios morales exactamente de la misma forma que

se demuestran teoremas matemáticos ¡De la misma forma que sabemos que

2+2=4, podríamos saber que tal o cual acción están bien o mal!

En la Escocia ilustrada, David Hume veía la moral de un modo totalmente

opuesto a Spinoza. Para Hume el origen de la moral no estaba en la razón sino en

nuestros sentimientos. Cuando decimos que un acto es bueno, lo único que

hacemos es mostrar nuestro sentimiento de agrado hacia tal acto.

El sentimiento agradable acompaña la contemplación de una buena acción y el

desagradable la mala. ¿Y qué es lo que marca qué nos agrada y nos desagrada?

La psicología propia de nuestra especie. Por ejemplo, es muy común en el ser

humano juzgar como malo el adulterio. Sin embargo, si fuéramos bonobos, una

especie de primates famosos por su promiscuidad, no tendríamos problema

alguno viendo a nuestra pareja copular con muchísimos otros.

Pero, ¿esto no nos llevaría a una ética egoísta en la que cada uno solo busca

su disfrute propio? No, Hume nos hablará de la simpatía, un sentimiento universal

que hace que nos sintamos bien ayudando al prójimo. De acuerdo, pero seguimos

sin estar satisfechos: ¿de dónde sale lo que la psicología de nuestra especie

considera como bueno? ¿De dónde surge la naturaleza humana?

10.2. De lo animal a lo humano.

No somos tan especiales como nos creíamos. No somos la especie elegida por

los dioses, ni siquiera nuestro planeta es el centro del Universo. En 1871 Darwin
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publica El Origen del hombre, donde habla por primera vez de que el origen del

comportamiento humano se encuentra en nuestros antepasados primates.

Como podemos fácilmente imaginar una idea semejante causó un revuelo

tremendo en la mentalidad de la Inglaterra victoriana ¿Cómo es posible que la

facultad que más nos acerca a Dios, nuestra capacidad de decidir obrar bien o

mal, esté ya presente, aunque sea de modo embrionario, en algo tan despreciable

como un mono?

Podríamos, quizá, aceptar que nuestros comportamientos más innobles,

nuestra conducta sexual o nuestra agresividad, tuvieran un origen animal… ¿pero

nuestro sentido moral? ¡Por ahí sí que no! La condena por parte tanto de la

sociedad en su conjunto como de la comunidad académica fue casi unánime.

Ilustres científicos se opusieron con fiereza a la teoría de la evolución: Louis

Agassiz, Lord Kelvin, o Louis Pasteur, entre tantísimos otros, renegaron de

Darwin.

Y, como no podría ser de otra manera, la oposición más fuerte vino desde la

religión. No pudiendo aceptar la progresiva pérdida de protagonismo e influencia

históricos, los líderes de los diferentes credos se opusieron al darwinismo. En

1860, el importante obispo anglicano Samuel Wilberforce protagonizó un intenso

debate en Oxford contra el darwinista Henry Huxley. Según cuentan, Wilberforce

se burló de su rival preguntando irónicamente a Huxley si procedía del mono por

parte de madre o de padre.


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Por supuesto, el Vaticano afirmó sin paliativos que la teoría de la evolución era

“la quimera de un ateo blasfemo”. No fue hasta el 24 de octubre de 1996, ¡137

años después del Origen de las especies!, cuando el Papa Juan Pablo II reconoció

que el darwinismo era algo más que una hipótesis. Eso sí, Dios intervendría en la

evolución en el momento en que se diera el paso de animal a persona, insuflando

al primate el alma humana.

10.3. Beethoven y la simbiosis.

La figura central es el primatólogo holandés Frans de Waal, quien dice que

tendemos a comprender la moral en los animales siguiendo lo que denomina el

error de Beethoven. Lo explicamos: nos inclinamos a pensar que las grandes

obras de la humanidad nacen, se planifican y se generan en lugares y

circunstancias acordes con su grandeza.

Cuando pensamos en la Novena Sinfonía, se nos viene a la cabeza un

Beethoven escribiendo con su pluma frente a un piano en algún salón de la corte

de Viena. Por el contrario, nos cuesta mucho pensar que, realmente, muchas de

las genialidades de Beethoven nacieran en el lúgubre ambiente de los burdeles de

esa misma ciudad ¿Cómo puede surgir una sublime sinfonía entre alcohol y

prostitutas?

Según de Waal, lo mismo nos sucede al pensar en la moral y en los primates.

Cuando imaginamos el mundo animal, solemos hacerlo desde la visión simplona,

y casi caricaturizada, de los documentales de animales. La imagen que más se

recrea en nuestra mente cuando pensamos en la evolución darwiniana es la de la

gacela siendo perseguida por el león. En la naturaleza reina la “ley de la jungla”,


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eso es, la supervivencia de los más fuertes en una feroz lucha por la

supervivencia.

La naturaleza se nos presenta como inmoral, como un mundo injusto y brutal en

constante lucha todos contra todos (tal y como lo entendió Thomas Hobbes).

Entonces llega el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, y crea la

civilización y la moral, trayendo justicia y prosperidad al salvaje reino animal.

Nada más antropocéntrico y arrogante que eso. Si observamos detenidamente

la conducta de muchas especies animales comprobamos que la cooperación y el

sacrificio por la comunidad son, más que una excepción, la norma. El altruismo

estaba ya bien documentado en chimpancés, delfines o elefantes, pero es que

ahora van apareciendo estudios por todos lados que nos hablan de cooperación

en ratas, cobayas, murciélagos…. ¡Y hasta en lagartos! Incluso tenemos algunos

casos en los que animales de diferentes especies se ayudan cuando eso,

evidentemente, no les reporta ningún tipo de beneficio evolutivo.

11.1. Nietzsche y la crítica genealógica a la ética y a la moral.

Nietzsche se aleja ya de las éticas que hemos llamado "de la conciencia"; sus

escritos sobre la ética podemos clasificarlos dentro de lo que denominaremos

"éticas de la era del lenguaje" o, simplemente, "del lenguaje", por dar una gran

importancia a los análisis del lenguaje.

Algunos estudiosos opinan que Nietzsche no tiene propiamente una ética, sino

más bien una antiética, debido a que su labor más importante es la de analizar y

criticar, para después rechazar, las éticas anteriores. El propio Nietzsche se llama
16

a sí mismo "inmoralista" y clama por una "autosuperación de la moral". No

obstante, al mismo tiempo que rechaza la moral, elabora una serie de conceptos

con los que propone una actitud vital que para él sería la auténtica y, por tanto,

esta propuesta de actitud vital podría considerarse como una propuesta, en cierto

modo, moral. Por tanto, diremos que su ética es sobre todo una crítica a las

demás éticas, añadiendo una cierta propuesta moral a la que nos referiremos más

tarde. Las obras más importantes de Nietzsche para entender su pensamiento

respecto a la ética son "Más allá del bien y del mal" y "La genealogía de la moral".

Veamos más detalladamente: La crítica a la moral y a la ética: Nietzsche subraya

que los códigos morales y las éticas que estudian o fundamentan estos códigos

morales se presentan como desveladoras de profundas verdades sobre el ser

humano. Sin embargo, esta presentación es un gran fraude de la historia de la

humanidad. Es famoso su análisis de la moral cristiana en el que manifiesta cómo

los valores cristianos, por ejemplo, la humildad, o la compasión, se basan

realmente en la hipocresía y en el resentimiento. Los valores morales son

estratagemas de dominio de unos hombres para otros. Unos hablan de esos

valores, los defienden, y se los crean o no, les sirven de control sobre otros

hombres. Pero ninguna moral y ninguna ética reconocen esto pues es esencial

para ellas el ocultarlo. Para descubrir esas ocultaciones propone Nietzsche un

método que él llama "genealógico". Emprende una "genealogía de la moral". Se

trata de hacer análisis psicológicos y de uso del lenguaje a partir de textos éticos y

morales y de observaciones de conductas morales. Un ejemplo interesante de ello

es el análisis del término "virtud" en griego (areté). Nietzsche, que era filólogo

clásico, demuestra cómo este término evolucionó en la antigua Grecia de un


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significado principalmente asociado a la fuerza y a la habilidad del guerrero, o

unido a la destreza en la ejecución de una obra técnica y/o artística, a una

significación principalmente de tipo moral (virtud como bondad moral).

Conclusión.

Ética y Moral Conclusión La Ética es la instancia desde la cual juzgamos y

valoramos la forma como se comporta el hombre, y al mismo tiempo la instancia

desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos

comportarnos, y hacia donde debemos dirigir nuestra acción, esta acción que se

verá reflejada en el resultado del comportamiento propio de la persona es decir de

cómo veremos nuestros actos reflejados a futuro, si fue bueno o malo, es allí

donde lo consideramos un acto ético o contra esta misma, ¿y porque hacernos

esa reflexión? La respuesta es sencilla; la ética estudia la moral y va a determinar

siempre esa comparación entre lo que es bueno y lo que es malo, debate y

fundamenta las reflexiones, surge como tal en la interioridad de un individuo, como

resultado de su propia reflexión y su propia elección.

La ética nos ayuda a comprender porque el ser humano actúa de tal forma o

para saber cuáles son sus dimensiones; la dimensión ética es aquella que forma al

hombre en principios y virtudes morales, en la responsabilidad de sus actos, en

proyección a la comunidad, en la construcción de una sana convivencia para

alcanzar una cultura de paz, tolerancia y respeto para mejorar la realidad actual,

para aceptarnos unos a los otros. También impone esas reglas que constituyen

nuestra moral en donde influye el comportamiento del individuo pero desde su


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misma conciencia y voluntad, es decir este individuo tiene en consideración lo que

está haciendo, él ya sabe si sus actos serán aceptados porque trabaja y los realiza

de manera consciente, en cambio la moral son esas reglas que actúan en la

comportamiento, desde el inconsciente porque tiene un sentido y una base social,

es un conjunto de reglas establecidas en el seno de una colectividad, es decir

estas mismas reglas son impuestas por la misma sociedad, ese grupo de

personas que habita, que vive, que trabaja, que respira, que piensa pero sobre

todo que juzga nuestros comportamientos tanto buenos como malos, es por ello

que la sociedad ejerce un poder muy importante en la conducta de cada uno de

sus individuos.

Estas trabajan de la mano una con la otra porque la ética actúa en el individuo

propio y la moral va a regular de esta manera sus actos, es decir catalogarlos si

son positivos o negativos para la sociedad. Cabe mencionar que la ética es una de

las principales ramas de la filosofía porque contiene en ella mucha reflexión,

análisis y razonamiento de nosotros mismos es por ellos que decimos que

comienza con nuestros actos y después es visto en los actos de los demás. La

moral y el derecho guardan una gran e importante relación debido a que ambos

hacen referencia a un aspecto de gran importancia dentro del comportamiento

humano y se expresan en gran medida con los mismos términos de obligación,

culpa y responsabilidad.

Es importante mencionar que el hombre en el día a día va realizando actos y

debido a esta repetición de hábitos se determinan las actitudes de cada individuo,

allí es cuando hablamos que el hombre se va haciendo a si mismo debido a sus


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costumbres y hábitos que ejecute en su vida diaria, por lo tanto el carácter como

personalidad es obra del hombre, es ver su carácter moral para toda la vida, como

lo ven las demás personas, como lo catalogan debido a sus hábitos, actos,

estatus, y costumbres que se reflejan en la sociedad, tanto así que la moral nos

hace actuar de determinada manera y cómo reaccionar a dicha situación en donde

nos refleja que es lo mejor que debemos hacer, y sobre todo si nos encontramos

inmersos en una acción que valla contra la ética y las buenas costumbres la moral

esta nos ayudara a cómo actuar ante dicha situación, por otra parte debemos

hacernos una brújula en donde la principal visión sea el camino que debemos

recorrer y su ideal dirección y mencionando de la misma manera a la “gran

sociedad” porque es allí donde se desenvuelven y se materializan nuestros actos,

y también participan ciertas personalidades como políticos, abogados, religiosas,

medios de comunicación, es decir participan sectores de la sociedad que pueden

influir en ocasiones a estudiar y quizás a cuestionar la conducta del individuo si

esta actúa en contra a la moral..

Es muy importante tener en cuenta que existen tres niveles de gran

significación y distinción de la moral y la ética en donde el primer nivel está en la

moral, o sea en las normas cuyo origen es externo, donde tienen una acción

impositiva en la mentalidad del sujeto a su forma de pensar y reaccionar. El

segundo es la ética conceptual que son las normas que tienen un origen interno

en la mentalidad del sujeto. El tercer Nivel es la ética axiológica el cual formas

esas normas originadas en una persona a raíz de sus reflexiones sobre los

valores, estos niveles son de gran importancia para los actos del ser humano pues
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influyen directamente en ellos ya que están relacionados con las normas, la moral,

y los valores, preceptos que encontramos en nuestro día a día.

Para finalizar concluimos con dar un gran énfasis a lo que se refiere la ética y la

moral, porque ambas trabajan de la mano, pero son totalmente diferentes puesto

que la ética es una decisión interna y libre que nos representa una simple

aceptación de los que otros piensan, hacen o dicen. Y la moral siempre reflejara

las normas y conductas a lo que se debe hacer. Un ejemplo muy común de un

acto ético, es que en una institución hospitalaria un médico se niega a practicar o

realizar un aborto, ya que, esto infringe en los principios éticos de cada institución

y además también a los principios de preservar la vida de cada uno de los

pacientes, que le han inculcado tanto dentro de la familia y escuela como aquellas

normas morales que su religión ha establecido y que él ha jurado proteger como

médico y profesional que es. Seamos éticos y morales, además de verlas como

ramas científicas, seamos más abiertos sobre estos temas el cual debemos

ponerlas en práctica en nosotros mismos, para así reflejarla a nuestros hijos, a

nuestras familias y a la sociedad, ¿Qué pasaría si actuó de la mejor, manera, si

actuó bien, de acuerdo a nuestros principios que nos inculcaron desde el

nacimiento hasta nuestros días? si ayudo a los demás, si soy honesto conmigo y

con el prójimo, pues todo marcharía bien, disminuiríamos la corrupción, la

injusticia, la delincuencia y nos acercaríamos más a la paz, a la educación y a la

unidad entre nosotros mismos, serian muchas las opiniones que acotar sobre el

tema pero si no lo ponemos en práctica la ética y la moral actuando de la mejor

manera posible llegaríamos a muchas cosas buenas en nuestra sociedad. “La


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moral es lo que hace a uno sentirse bien y lo inmoral es lo que hace a uno sentirse

mal.” Ernest Hemingway. “Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este

mundo.” Albert Camus.

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