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AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
El patrimonio cultural es un tema de interés progresivo en nuestro país
desde hace unos pocos años. En los últimos tiempos, y contrastando con la
exigüidad habida décadas atrás, han proliferado las publicaciones en castellano
que se alejan de temáticas “clásicas” como la conservación de materiales o la
documentación minuciosa de los monumentos, para centrarse en otros aspec-
tos de los procesos de patrimonialización. Economistas, sociólogos, juristas,
gestores, expertos en desarrollo o en comunicación se suman a las profesiones
que tradicionalmente se han ocupado de la “conservación de los bienes de la
nación”. Que expertos en economía agraria o asesores de compañías eléctricas
se preocupen hoy de estos temas, no es más que un reflejo de la expansión del
concepto de cultura y por ende del de patrimonio. Pero convendría matizar
que la reflexión sobre los conceptos teóricos se produce siempre en el contex-
to social del que son fruto, es decir, que estos cambios han sido acompañados
por redefiniciones del mundo –global- en que vivimos. Transformaciones en
los ámbitos económicos, políticos y simbólicos.
A partir de este “éxito” o “expansión” del patrimonio cultural, en el pre-
sente trabajo abordo una serie de cuestiones relacionadas con los colectivos
de referencia que se vinculan a ciertos bienes patrimoniales y con los distintos
agentes que confluyen en los procesos de activación de los mismos. Para ello
se han seleccionado un conjunto de casos en Andalucía; unas situaciones que,
con carácter testimonial, evidencian los contrastes y las simbiosis que conver-
gen hoy sobre lo que genéricamente –y de modo cada vez más amplio y difu-
so- se denomina patrimonio cultural. A lo largo de este texto se describirán y
analizarán unos micromundos –desde un sistema de huertas y regadíos a una
fábrica; desde una casa de vecinos a un parque natural- que nos muestran las
complejidades de la sociedad actual.
En los casos seleccionados se vislumbran interacciones entre procesos
globales y locales. Se observan dinámicas que responden a movimientos de
carácter global como la demanda de las industrias culturales en la sociedad del
ocio, las implicaciones económicas de las reorganizaciones del mercado mun-
dial y el impulso del turismo, la búsqueda de seguridades en una sociedad del
riesgo… Al mismo tiempo, la reclamación del derecho al hogar de siempre, la
reivindicación de la memoria y el sentir de un pueblo, la búsqueda de oportu-
nidades de empleo, las movilizaciones en pro de una interpretación ciudadana
de sus propios símbolos, las estrategias de permanencia en zonas donde avan-
za la “gentrificación”… son dinámicas de carácter local. Estas formulaciones
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Esta idea se ha convertido en un lugar común entre los especialistas en ciencias sociales que se aproxi-
man a la noción del patrimonio y es difícil asignarla a un autor concreto. Entre otros citaremos: Hufford,
1994; Jeudy, 1990; Kirsemblatt-Gimblet, 1998; Moreno, 1999; Padiglione, 1999; Prats, 1997...
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Capítulo I
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Capítulo I
Sobre la centralidad y las atribuciones de sacralidad del Mercado véase Moreno Nava-
rro, 1999ª, 2000ª, 2001, 2002.
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Diversos autores reconocen un cuarto ámbito en las sociedades complejas reconocido como relacio-
nes de parentesco y comunitarias o lo que Ariño denomina “relaciones de proximidad” (1997).
Según la jurista Josefa García Palma “Andalucía se suma al criterio de las autonomías históricas y (…)
acude directamente al límite establecido por el artículo 149.1.28, dejando de lado el criterio de interés
fijado por el artículo 148.1.15 y 16 de la Constitución, así, el artículo 13.27 del Estatuto dice que la
Comunidad Autónoma de Andalucía tiene competencia exclusiva sobre Patrimonio Histórico, Artístico,
Monumental, Arqueológico y Científico, sin perjuicio de lo que dispone el número 28 del apartado 1 del
articulo 149 de la Constitución” (1996:42).
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Consideraciones Técnicas
Para un desarrollo completo de las competencias de las entidades locales en materia de patrimonio en
Andalucía véase el anteriormente citado artículo de García Palma, 1996, págs. 50-54.
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Capítulo I
de los intereses privados por encima de la regulación pública o del “interés ge-
neral”. En el contexto actual de Andalucía destacan por una parte, los sectores
inmobiliarios que siguen transformado y destruyendo muchos de los bienes
culturales y naturales en pro de la urbanización del suelo; por otra parte, una
serie de actuaciones que pueden trabajar en alianza con la Administración o
con otros sectores sociales para poner en valor y transformar en producto
ciertos bienes o elementos que pueden servir a la industria turística. A este
respecto los posicionamientos pueden ser de alianza o de enfrentamiento y
tensión. Finalmente, a nadie se le escapa que las grandes corporaciones y em-
presas sí que invierten en la compra o conservación del patrimonio, pero un
repaso a sus actuaciones pone en evidencia su interés mayoritario por el pa-
trimonio monumental o artístico, es decir el patrimonio que representa a las
élites y que esta asociado a un alto valor económico.
La sociedad civil se define de un modo complejo y en cierto modo contra-
dictorio dependiendo de los paradigmas o posicionamientos de partida, usaré
aquí una definición amplia que la sitúa fuera del ámbito mercantil y en un
conjunto de acciones que permite una mayor participación de los ciudadanos
en la toma de decisiones. Según Ibarra la sociedad civil se describe como:
“El conjunto de asociaciones, grupos, organizaciones, movimientos, etc. que se unen
o actúan unidos, para lograr la satisfacción de ciertos intereses; intereses del conjunto
de sus miembros o intereses situados más allá de los miembros del grupo. Estos inte-
reses pueden ser de todo orden: religiosos, culturales, sociales, asistenciales, políticos,
laborales, profesioneales, de ocio, etc. Pertenece a dicha red definida como sociedad
civil cualquier grupo que tenga alguno de los intereses señalados, siempre que en el
ejercicio de su actividad implique el establecimiento de relaciones tanto con otros
grupos de la sociedad civil como con las instituciones políticas. También se incluye en
esta descripción aquellos grupos que se constituyan con el objetivo de defenderse de
efectos injustos provenientes de las relaciones con el mercado o de reformar o equili-
brar su lógica de actuación o su protagonismo en la vida económica.” (2005: 36)
En relación con el patrimonio, la sociedad civil está cada día más dinámica.
De hecho son varios los autores que señalan la presencia de diversas asocia-
ciones que reivindican y reclaman derechos en torno al patrimonio, como uno
de los nuevos agentes de este ámbito.
Tal como indica Javier Hernández (2003b), en Andalucía pueden diferen-
ciarse dos tipos de agrupaciones: la primera es más antigua y tiene un carácter
más formal, toma la forma de asociaciones en defensa del patrimonio históri-
co; la segunda tiene un carácter más difuso e informal y agrupa a distintos tipos
de colectivos, asociados formalmente o no, movilizados en defensa de un bien
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Consideraciones Técnicas
concreto. Siguiendo a este autor, las asociaciones formales del primer sector,
están compuestas por sectores medios-altos de la sociedad, normalmente con
algún tipo de vínculo profesional con el patrimonio o con formación en dis-
ciplinas asociadas a éste (bellas artes, historia, historia del arte, arqueología,
etc.). Suelen posicionarse en una argumentación de carácter técnico en defen-
sa del patrimonio y son bastante activos recordando a la Administración sus
deberes de tutela. Las agrupaciones del segundo sector están surgiendo más
recientemente y pueden conjugar asociaciones vecinales, con agrupaciones de
otro tipo y ciudadanos no integrados formalmente en colectivos organizados.
A menudo surgen de la mano de movilizaciones por la defensa de determina-
dos derechos, que pueden tener una relación con el patrimonio cultural, pero
que no es de carácter directo. Se pueden defender derechos de permanencia
en una casa y un barrio (movilizaciones contra desahucios, ruinas, etc.) o rei-
vindicar el mantenimiento de un acuífero o estar en contra de un trazado de
infraestructuras y sumar a otras argumentaciones el carácter patrimonial del
espacio/ inmueble/actividad que se está defendiendo.
A pesar de que las investigaciones sobre este sector en el ámbito del Estado
español son todavía escasas, hay cierto consenso en señalar que tiene todas las
características de un nuevo movimiento social (Albert, 2005; Ariño, 2001; Gó-
mez Ferri, 2004; Hernández Ramírez, 2003b, 2004, 2005b). Tal como afirma
Castells un movimiento social se caracteriza por una red de actores que realiza
una propuesta y unas reivindicaciones sobre algún aspecto de la sociedad e
independientemente de que alcance o no sus objetivos esas actuaciones en sí
mismas tienen como consecuencia la transformación social (1998). El movi-
miento social en torno al patrimonio es amplio y no siempre coincidente, pero
propugna su derecho a intervenir en las políticas de preservación y conserva-
ción del os bienes culturales, dando una mayor centralidad social a la nostalgia
del pasado. Lo más llamativo de estos movimientos sociales es la relectura que,
a partir de ciertos planteamientos patrimoniales, comienzan a hacerse sobre
las interpretaciones de su pasado y de su sociedad. El argumento de justicia
social, que suele aparecer en los desarrollos de las justificaciones, sirve para
reivindicar la dignidad o los derechos de ciertos colectivos a menudo no cen-
trales en la definición de la memoria oficial.
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Capítulo I
Prats contrapone la visión más clásica o historicista con la visión de construcción social e identitaria
(1997). Padiglione diferencia entre tres perspectivas: una primera sería metahistórica y elitista, la segunda
se basa en la competencia técnica y la tercera sería hermeneútica (1999). Pereiro (2003) establece cinco
categorías no excluyentes: tradicionalista o folclorista (como cultura popular que se debe conservar),
constructivista (como construcción social), patrimonialista (bienes con nuevo valor por la intervención
sobre ellos), productivista (mercancía para el consumo contemporáneo) y participacionista (participa-
ción democrática en el proceso de selección), excepto la primera, las otras las atribuye o nombra como
referencia respectivamente a Prats (1997), Rodríguez Becerra (1997), Ashworth (1994) y García Canclini
(1999).
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Este era el nombre de su presidente. La Comisión tenía como denominación oficial «Commissione
d’indagine per la tutela e la valorizzazione del patrimonio storico, artístico e del paesaggio».
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Capítulo I
A diferencia de otros bienes considerados por su valor estético-artístico o por su dimensión históri-
ca, los bienes designados como etnológicos apenas ocuparon espacio en los listados de “tesoros de la
nación” o en los catálogos del patrimonio histórico-artístico. Su presencia estuvo casi siempre ligada a
museos antropológicos, etnográficos, de costumbres populares, etc., aspectos que se han comentado en
páginas anteriores (véase también Fernandez de Paz 2003). Los estudiosos de la legislación patrimonial
señalan algunos indicios de valoración de estos elementos en diversos documentos como por ejemplo
los decretos de proteccion de Horreos y Cabazos u otros, al respecto puede verse Rioja 1996 y 1999.
10 Patrimonio etnográfico, etnológico o antropológico. Sobre esta controversia terminológica véase
Agudo, 1997; Gómez Pellón, 1999; Moreno 1991; Rodríguez Becerra, 1997. La legislación española y
andaluza usan el término etnográfico (un recorrido por los usos de ambos terminos en las Comunidades
Autónomas del Estado Español puede consultarse en Agudo, 2005). En este trabajo se utilizará la deno-
minación etnológica, más extendida hoy entre los antropólogos y que considero más adecuada.
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Capítulo I
11 LPHE 3/85 título VI artículo 46 señala: “forman parte del Patrimonio Histórico Español los bienes
muebles e inmuebles y los conocimientos y actividades que son o han sido expresión relevante de la
cultura tradicional del pueblo español en sus aspectos materiales, sociales o espirituales” y también “se
considera que tienen valor etnográfico y gozarán de protección administrativa aquellos conocimientos o
actividades que procedan de modelos o técnicas tradicionales que procedan de una determinada comu-
nidad” (art. 47.3) (subrayado añadido).
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Consideraciones Técnicas
“Es obvio que si bien las culturas cambian, no todos los elementos que las compo-
nen lo hacen constantemente, pues ello contradiría la esencia de la cultura. (…) Ello
significa que en toda cultura hay elementos más duraderos que otros y que algunos,
tras cristalizar, se hacen consustanciales con la cultura durante largo tiempo, al menos
en su esencia, aunque formalmente puedan experimentar modificaciones. En defini-
tiva, hablando de patrimonio cultural y tratándose de los bienes etnográficos puede
resultar pertinente caracterizarlos como tradicionales, puesto que el concepto implica
la recepción en herencia de unos bienes que cumplen una relevante función, hasta el
extremo de resultar definitorios en esa cultura” (1999:26).
La perspectiva vinculada a la identidad es la más extendida. A esta idea
remite por ejemplo la legislación andaluza cuando señala: “Forman parte del Pa-
trimonio Etnográfico Andaluz los lugares, bienes y actividades que alberguen o constituyan
formas relevantes de expresión de la cultura y modos de vida propios del pueblo andaluz”
(LPHA, 1/91, art. 61, subrayado añadido). En el contexto español diversos
autores como Isidoro Moreno (1991, 1999); Llorenç Prats (1993); Montse-
rrat Iniesta (1993) Juan Agudo (1997, 1999a); Javier Escalera (1998) explicitan
esta vinculación entre patrimonio etnológico e identidades, subrayando la ver-
tiente de representatividad y de patrimonio vivo.
Juan Agudo delimita la noción de patrimonio etnológico vinculando la no-
ción de identidad con la de tradición:
“La idea de patrimonio nos hará siempre referencia a la identidad de un colectivo;
es decir a aquellos elementos de nuestro entorno que hemos seleccionado como rele-
vantes a la hora de definirnos e identificarnos. (…) Los contenidos de este patrimonio
seleccionado como el concepto de identidad/identificación a los que van referidos,
nunca deben conllevar una imagen esencialista de exclusión y exclusividad. (…)
En el caso del patrimonio etnológico, el tiempo se transforma en tradición y los
límites temporales se alargan, por este mismo cambio de valor que supone su conside-
ración como pasado vivo, hasta el presente” (1999: 41-43)
Agudo realiza una interesante definición de tradición, apoyándose en Len-
clud (1987), para resaltar precisamente el carácter dinámico, vivo y en uso del
patrimonio etnológico. Se vincula así claramente a la memoria social de los
colectivos.
Más allá de unas u otras definiciones, subrayaría dos aspectos. Por una par-
te, que la perspectiva antropológica aplicada a los procesos de activación del
patrimonio cultural permite ir más allá de una visión prioritariamente elitista
y vinculada a las producciones de los grupos “más cultos” o hegemónicos
en occidente. Por otra parte, considero que el análisis y valoración de los bie-
nes culturales sólo puede hacerse desde la comprensión de una multiplicidad
de valores, superando las barreras disciplinares y las tradicionales divisiones
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Capítulo I
tos más años tenga algo más valioso podrá ser); los que entienden que hay una
selección “natural” de los elementos patrimoniales gracias al paso del tiempo;
los que piensan que es una historia manipulada, etc.
Si tratamos de matizar sobre qué “versión de pasado” se construye el pa-
trimonio las visiones tampoco son unívocas. Por una parte están los que se
pronuncian en torno a una visión oficial del pasado. Siguiendo la estela más
clásica del patrimonio, ciertos autores aducen que el patrimonio sirve a la
versión estatal-nacionalista del pasado, que coincide con la visión oficial de
la historiografía de un país (Bonfil, 1991; Mairal, 2003…). Por otra parte, se
argumenta que el patrimonio refleja diversos pasados, que si bien incorpora la
versión más oficialista, también muchos elementos patrimoniales representan
“lo tradicional” –es decir, provienen de la “fijación” de la memoria colectiva-,
una versión del pasado a menudo no coincidente con la oficial. Cabe pre-
guntarse entonces hasta qué punto los bienes patrimoniales son una versión
autorizada del pasado y si sólo hay cada vez una versión autorizada, calificada
de “histórica”.
Por el contrario, autores como Lowenthal argumentan que el patrimonio se
basa en la historia, usa sus modos, narra historias, pero
“El patrimonio no debe confundirse con la historia. La historia busca convencer con
la verdad, y sucumbe a la falsedad. El patrimonio exagera y omite, inventa cándida-
mente y olvida con franqueza (…) El patrimonio no es una versión contrastada de
nuestro pasado, es una declaración de fe en ese pasado. La historia es para todos, el
patrimonio sólo para nosotros”12 (2001)
Según este historiador, precisamente la historia debe quedar fuera de toda
duda, pero no el patrimonio, que sirve para “sustentar mitos de origen”, para
mantener el orgullo de la nación. Precisamente porque se trata de una versión
oficial e identitaria del pasado de una nación, el patrimonio según Lowenthal
puede falsear el pasado. Para este autor el patrimonio está más cercano a la
identidad que a la historia.
A pesar de los numerosos detractores que actualmente censuran esta ver-
sión del patrimonio calificándola de restrictiva y cerrada, no es menos cierto
que resulta muy frecuente la alusión al pasado –bien sea en su vertiente más
oficial, como historia, bien sea en su vertiente más pluriforme, como tradi-
ción, como memoria colectiva- en las acotaciones y justificaciones que de los
elementos patrimoniales se hacen.
12 Original en inglés.
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Consideraciones Técnicas
Identidades y patrimonio
Esta definición basada exclusivamente en el pasado encuentra numerosas
críticas entre algunos de los autores que entienden el patrimonio desde una
vertiente identitaria. Desde este punto de vista -el más extendido entre an-
tropólogos y estudiosos sociales en la actualidad- el patrimonio está configu-
rado por el conjunto de elementos que un colectivo social considera represen-
tativos de su identidad como tal (Agudo, 1997, 1999a, 2003, 2005; Fernández
de Paz, 2006a; a, 1999; Iniesta, 1999a; Jeudy, 1990; Moreno, 1991, 1999, 2002;
Prats, 1997, etc.). Entre estos elementos se incluirán objetos provenientes del
pasado, pero también se incorporarán nuevos componentes. El patrimonio no
es exclusivamente histórico, sino que está constituido por aquellos elementos
de la cultura que son símbolos representativos de una colectividad. Se hace
hincapié en la selección de elementos desde el presente, en el sentido de que
los hechos de la historia se interpretan y se extraen desde el presente, y por
tanto en función de las distintas correlaciones de poder existentes en una so-
ciedad determinada en un momento concreto.
Una de las ventajas de esta interpretación de la noción de patrimonio es
que da entrada a la multiplicidad de bienes y a la pluralidad de significados.
Desde mi punto de vista, un problema se enfrenta a la definición del patri-
monio desde la vertiente identitaria: que, aparentemente, la mayor parte de
los bienes patrimoniales no son símbolos de identidad de los colectivos que
dicen representar. Sólo una ínfima proporción de los bienes designados oficial
o técnicamente como patrimonio son reconocidos y asumidos como propios
por los ciudadanos de un Estado, una nación o un municipio. Isidoro Moreno,
aduce que ello depende de una diferenciación entre el patrimonio oficialmente
reconocido y el patrimonio informal, interiorizado y reconocido por los colec-
tivos. Según este autor habría que tender a corregir esta separación producida
entre el criterio técnico –que designa unos bienes no comprensibles por la
mayoría- y el criterio identitario –en el cual se muestran los elementos patri-
moniales- (Moreno, 1999).
Si nos retrotraemos al siglo XIX, entendemos fácilmente que los primeros
bienes patrimonializados fueron los pertenecientes a los grupos más pode-
rosos de las naciones: la monarquía, la aristocracia, el clero… En el proceso
de patrimonialización estos bienes dejaban de ser elementos exclusivos de un
sector privilegiados y eran reapropiados por “la nación”. Ahora bien, los pro-
tagonistas de esa idea de nación decimonónica no fueron todos los ciudada-
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Capítulo I
nos por igual, recuérdese que el voto censitario permaneció en algunos países
europeos hasta principios de siglo XX. La burguesía y los grupos oligárquicos
fueron los protagonistas del proceso y seleccionaron un conjunto de bienes
que los igualaban a los antiguos poderosos y los distinguían de los obreros, los
campesinos y otros grupos “populares”.
Sólo un pequeño porcentaje de estos bienes fueron ensalzados, explicados,
transformados, convertidos en leyenda... y en definitiva adquirieron una mul-
tiplicidad de significados interiorizables, unos u otros, por diversos sectores de
la población y plausibles de convertirse en referentes identitarios del conjunto
de ciudadanos de los nuevos estados nacionales. La mayoría de los bienes cul-
turales, por el contrario, fueron consolidándose como signo de distinción de
las clases burguesas, que tenían acceso a su disfrute y a la comprensión de sus
significados “ocultos”. Los objetos patrimoniales, marcados como “tesoros
de arte e historia”, estaban dotados de un valor superior, impregnados del aura
que el humanismo atribuyó a la cultura y al arte como expresiones sublimes
de civilización, como demostración de la superioridad del espíritu de aquellos
que sabían cultivarlas o comprenderlas y descifrarlas.
Así pues, a diferencia de las pretensiones de Ruskin de que cualquier ciu-
dadano podía maravillarse de la belleza de la ruina, está más que demostrado
que sólo unos pocos –las clases cultivadas- tienen acceso a la comprensión de
esos bienes. Como ya propuso Bourdieu (1987), el buen gusto no es una sen-
sibilidad innata, sino un proceso de selección que implica códigos complejos
interiorizados y que diferencia unos grupos sociales de otros (“la distinción”).
Sólo los grupos más cultivados, se sienten identificados con la mayoría de
los bienes históricos –reconociendo el testimonio que representan- y se ven
representados en una belleza –para ellos asequible e interpretable- de las crea-
ciones artísticas patrimoniales. Se dice frecuentemente que la protección del
patrimonio estaría asegurada si se aumentase el nivel educativo de la pobla-
ción, esta es una clara referencia a la educación formal, que no es accesible a
todos los grupos por igual.
Por tanto, como comentaba hace unos años Antonio Limón, ¿de quién es
ese patrimonio cultural? (1999). Los bienes culturales, ¿se pueden considerar
símbolos identitarios del conjunto de los ciudadanos o sólo de unos pocos
pertenecientes a las clases más acomodadas? La contradicción se hace aún
más patente cuando analizamos los procesos de patrimonialización de algunos
de los bienes en los que se dice predominar el valor etnológico. Si bien es cier-
to que muchos de ellos son firmemente sentidos y reproducidos por diversos
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Consideraciones Técnicas
Patrimonio y autoridad
¿Sólo el patrimonio oficialmente reconocido es tal? Efectivamente un ter-
cer factor que es considerado fundamental para trazar los límites de lo que
pudiera o no ser patrimonio es la autoridad y el refrendo oficial. Son nume-
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Capítulo I
rosos los autores que entienden el patrimonio es una versión oficial y autoriza-
da del pasado, que se autentifica a través de los técnicos o expertos designados
por el mismo Estado.
“Esto ya nos permite realizar una primera acotación teórica para resaltar que el pa-
trimonio es en todo caso una versión del pasado. En segundo lugar nos encontramos
con el hecho de que esos objetos, que pasan a engrosar las grandes colecciones, son
autentificados por expertos, lo cual significa añadirle otra característica fundamental a
la anterior, ya que ahora habrá que decir que el patrimonio es una versión autorizada
o con autoridad del pasado y es este el rasgo que lo singulariza frente a otras versiones
del pasado como son la memoria colectiva o la tradición” (Mairal, 2003:64, subrayado
añadido).
En esta misma línea, es interesante la distinción que hace Marc Guillaume
entre sociedades que denomina “simbólicas” y las que llama “heterológicas”
(1990). Estas últimas, entre las que se incluiría la nuestra, se basan en un co-
nocimiento del pasado distante, de extrañeza y ruptura. La propuesta de este
autor precisamente es articular las formulas de conservación y de relación con
el pasado establecido por las organizaciones (que pasa por la conservación
y por el patrimonio), con las tácticas simbólicas en que todavía se construye
parte de la memoria de la sociedad.
El patrimonio sería en todos estos casos una versión del pasado o de la
identidad mediada por los expertos, por los técnicos al servicio del estado o
de las instituciones oficiales -y, es necesario añadir, cada vez más al servicio
de las demandas del mercado-. De hecho hay ciertos autores que entienden
las nociones de patrimonio y de identidad como antónimos, precisamente por
el alejamiento que supone la mediación y la interpretación de los expertos
(Herzfeld, 1991). Esta interpretación técnica a menudo oscurece o encubre
las relaciones de las comunidades locales con los ámbitos, lugares y edificacio-
nes sobre las que se efectúa la acción patrimonial. O dicho de otro modo, el
patrimonio se limitaría a reflejar los modelos identitarios de los poderosos, de
aquellos que tienen la hegemonía del conocimiento formal, los que tienen la
capacidad de autentificar y certificar su valor.
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Consideraciones Técnicas
14 El Estado-nación dejó de depender del designio divino para asentarse en la legitimidad de un pueblo
que históricamente ha vivido, luchado, sufrido y explotado un territorio (Gellner, 1997; Howsbawm,
2000). La nación se asienta en una herencia histórica, transmite de generación en generación unos sabe-
res, unos modos de vida, un territorio. La relevancia del pasado, construida a partir del extrañamiento,
de la consciencia de diferencia respecto al ayer, se consolida a partir del siglo XVIII y toma cuerpo en las
ideologías románticas que dan protagonismo a la historia (Lowenthal, 1998). Pasado ya el tiempo del Es-
tado-nación como protagonista por derecho propio del sistema mundial, un nuevo sujeto colectivo más
heteróclito y débil emerge, son los colectivos o grupos identitarios, personificados en minorías, naciones
periféricas o pueblos (Castells, 1998; Touraine 2001; Moreno 1999a, 2002). Este sujeto no depende ya
tanto de la historia –al menos no de la Historia con mayúsculas y sí más de la memoria colectiva, de la
tradición-, sino que la definición del mismo se atribuye a la identidad.
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Capítulo I
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Capítulo I
usa –que los dota de otra significación- como por los extraños, muchas veces
en forma de turistas.
En general, es necesario tener en cuenta que las lógicas o fórmulas en que
se basan los procesos de patrimonialización no residen exclusiva, ni principal-
mente, en la identidad. Hemos de tener en cuenta la tensión entre las fórmulas
de legitimación de carácter técnico y las de carácter simbólico-identitario y
cuáles son los modos de negociación de las mismas. Este punto está necesa-
riamente conectado con los sistemas de poder y las capacidades asimétricas de
seleccionar bienes, en tanto que patrimonio, que sean al mismo tiempo asumi-
dos como símbolos de uno, o varios, colectivos. Pero desde mi punto de vista
existe una tercera fuente de conflicto que se basa en la legitimación de carácter
mercantil –si se gana o se pierde valor en el mercado mediante la asignación
de valor patrimonial-, que también está incluyéndose en estos procesos de
definición de bienes y en las dinámicas de construcción –o tal vez debiéramos
designarlo como manipulación- identitarias.
Los objetos –o actividades- que hoy consideramos patrimonio no lo han
sido siempre, sino que se convierten en. Un elemento no es patrimonio por sus
cualidades intrínsecas –de naturaleza, de tradición, de historia, de estética, de
documento- sino por lo que pasa a significar, a través de una serie de actuacio-
nes. A este conjunto de actuaciones y discursos, referidas o encaminadas a la
protección, salvaguarda, conservación, rehabilitación, restauración, reutiliza-
ción, puesta en valor, difusión, etc. es a lo que designaremos como proceso de
activación patrimonial o proceso de patrimonialización15. Esta terminología es
cada vez más usada entre los analistas del patrimonio precisamente incidiendo
en el carácter de actuación sobre algo, de ahí el uso del adverbio, a la vez que
en la dimensión diacrónica de dicha construcción, como proceso en el que
15 Esta terminología está siendo usada por muy diversos autores, a menudo sin una definición precisa.
Llorenç Prats habla de “activación patrimonial” refiriéndose a la acción consciente y planificada de de-
terminados actores que implica “procesos de selección, ordenación e interpretación” diferenciándolos
de aquellos que tienen que ver con la valorización (1997; 2006). Rodríguez Becerra usa patrimonializa-
ción como nuevo valor que se añade a los elementos culturales (1997). Recientemente se han publicado
diversos textos en los que se vierte la frase exacta de “proceso de patrimonialización” por ejemplo Xose
Carlos Sierra 2003; Xerardo Pereiro 2004 o Hernández y Ruíz 2005. No sigo aquí la distinción que
establece Javier Hernández entre “determinación de bienes”, “definición de contenidos” y “activación”
(2003a), sino que considero que los procesos de activación patrimonial engloban una serie de acciones
que pueden darse juntas o separadas. En este texto se usarán como sinónimos “procesos de patrimo-
nialización” y “procesos de activación patrimonial”, refiriéndonos al carácter dinámico, procesual y de
construcción social que tiene el patrimonio, de interaccion entre diferentes agentes que construyen y
reconstruyen diversos significados.
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Consideraciones Técnicas
16 Original en inglés.
17 Refiriéndonos sobre todo al entorno del Estado Español y al contexto no anglófono. El modelo
vigente tanto en Gran Bretaña como en EEUU tiene otra tradición de activación patrimonial, menos
dependiente de los cauces estatales y más vinculada a fundaciones y grandes asociaciones. Por ejemplo
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Capítulo I
gran medida de las actuaciones de las administraciones (del nivel que fueren)
hoy día en la escena del patrimonio otros protagonistas han tomado fuerza: el
mercado y los ciudadanos. Tanto las empresas como las agrupaciones civiles
son capaces de seleccionar ciertos bienes y actuar sobre ellos otorgándoles un
estatus distintivo, una consideración especial. Los investigan, los documentan,
los reutilizan, los rehabilitan, los valorizan, los protegen, los musealizan… En
definitiva, los transforman convirtiéndolos en bienes patrimoniales.
Este proceso de patrimonialización se caracteriza en primer lugar por tener
una dimensión relacionada con acciones conscientes y planificadas por parte
de diferentes agentes: se pretende conservar, salvaguardar o poner en valor un
objeto, una práctica, un saber, un paisaje… Se interviene sobre el paisaje, el
saber o el objeto con una finalidad de preservación y puesta en valor. Sin em-
bargo, en tanto que proceso en el que intervienen distintos agentes, la forma
concreta en que se actúa sobre un elemento puede diferir notablemente en un
caso u otro, este aspecto no depende por tanto de una planificación, sino del
modo en que se interactúe en distintos escenarios. La intencionalidad abierta y
consciente que es común a todos estos procesos es aquella de la preservación
(no necesariamente de modo indefinido). Se dota a esos edificios, instalacio-
nes, rituales o trabajos de otro significado diferente al que tenían, una nueva
significación que está vinculada a la conservación o la transmisión a otros18.
Desde esta perspectiva, entenderíamos como procesos de patrimonializa-
ción tanto la rehabilitación de un molino para un uso prioritariamente turís-
tico, como la documentación y difusión de la memoria social de las obreras
de una fábrica, la musealización de unos restos arqueológicos o la inscripción
en un listado oficial de un sitio histórico, con las consiguientes restricciones
de uso y significados que tiene asociada esta designación. En realidad, todas
estas actuaciones tienen en común una transformación en los usos y los sig-
nificados de dichas prácticas u objetos, con un objetivo de preservación o
conservación.
Los procesos de activación patrimonial preservan y añaden valor a través
la fundación privada National Trust de UK tiene casi de tres millones y medio de socios y 43.000 volun-
tarios, un modelo exportado a muchos otros países de la Commonwealth.
18 Se entiende aquí la conservación como salvaguarda y legado a otros, no exactamente como perma-
nencia en la materialidad. Ciertas actuaciones de preservación se pueden limitar a la documentación
o investigación (para su posterior difusión o puesta en conocimiento de una comunidad, ya sea esta
preferentemente la científica u otra referida a grupos más amplios).
47
Consideraciones Técnicas
19 Según Greg Ashworth (2003) hay una casi infinita variedad de patrimonios según las demandas de
cada grupo específico de consumidores.
48
CAPÍTULO II
METODOLOGÍA Y SELECCIÓN DE
LAS UNIDADES DE OBSERVACIÓN
Metodología y selección de unidades de observación
50
Capítulo II
51
Metodología y selección de unidades de observación
52
Capítulo II
53
Metodología y selección de unidades de observación
54
Capítulo II
Ahora bien, finalmente opté por utilizar un filtro doble. Por una parte se ha
tenido en cuenta el texto que justifica la inclusión en el catálogo y que aduce
su valoración etnológica; por otra parte se ha considerado la opinión de los
técnicos de patrimonio respecto a los bienes y cuáles son los valores que de-
finen prioritariamente al bien. Este sistema ha sido necesario por cuanto hoy
día está formalmente asumido que los bienes tienen múltiples valores y cada
vez es más frecuente marcar con el adjetivo de etnológico más y más bienes.
Sin entrar en el debate de porqué se valora etnológicamente una estación, un
molino o una fábrica y no un palacio o una parroquia; estos listados20 del “pa-
trimonio etnológico andaluz” dependen de su consideración como tales por
los técnicos, los expertos, tanto antropólogos como no antropólogos. Además
de estimar qué expertos son los designados para realizar los expedientes de
protección, he observado bajo qué prisma se analiza el bien: si se tiene en
cuenta su dimensión social, cómo se explicita su carácter simbólico, etc. El
resultado de este criterio documental y de campo, ha sido el listado del cuadro
1.1. Este trabajo se ha centrado en una serie de casos seleccionados: el Corral
de la Encarnación en Sevilla (inscrito Lugar de Interés Etnológico, 1995); la
Fábrica de Vidrios de la Trinidad (inscrito Lugar de Interés Etnológico, 2001);
la Huerta de Pegalajar en Jaén (inscrito Lugar de Interés Etnológico, 2001); los
Molinos, aljibes y norias de Cabo de Gata (inscrito Genérico Colectivo 2001).
Estos casos serán descritos minuciosamente en las páginas siguientes.
El estudio de casos es una de las opciones más frecuentes en las metodolo-
gías cualitativas y un modo que permite ir de lo particular a lo general. Entre
los antropólogos sociales, los trabajos en comunidades específicas representan
estudios de casos. A menudo se trata de casos que se estudian por su propio
interés, por los fenómenos, dinámicas y situaciones concretas que se producen
en un lugar y una sociedad concreta. O como expondría cualquier particularis-
ta, para conocer en profundidad una sociedad que es única e irrepetible.
En general, dado el método comparativo que caracteriza a la ciencia antropo-
lógica, los estudios de lugares, comunidades o fenómenos sociales concretos
han servido para construir el conocimiento acumulado y comparado de la
variabilidad social y cultural que caracteriza a los seres humanos. Ya fuera
desde las premisas de la investigación, ya fuera por el uso que posteriormente
han hecho de los datos otros científicos sociales, los casos permiten llegar a
55
Metodología y selección de unidades de observación
generalizaciones teóricas.
La problemática que se plantea en esta investigación responde a situaciones
características del mundo globalizado, parte de preguntarse por la interrela-
ción, las coaliciones y las contradicciones entre diferentes agentes que conflu-
yen en la construcción y redefinición de unos elementos en tanto que símbo-
los patrimoniales. En ese sentido, el trabajo podría haberse planteado como
un análisis de las políticas de la Administración de Cultura respecto a todos y
cada uno de los bienes considerados etnológicos. El problema es que dadas las
preguntas que nos hacíamos y las metodologías prioritariamente cualitativas
que pretendía emplear, un enfoque desde la generalidad no nos daría respues-
tas. Para conocer cómo se gestiona un bien inscrito en el catálogo se puede
recurrir a preguntar, entrevistar y documentarse con los técnicos y gestores.
Pero para comprender cómo se integran las acciones de los distintos agentes
sociales en el ámbito de la activación patrimonial hay que llegar a conocer
quiénes son esos agentes concretos (que no están predefinidos por igual en
todos los casos) y qué papel juegan en cada momento o situación específica.
Este tipo de aproximación entiendo que necesita de metodologías cualitativas,
que permitan contrastar diferentes niveles de actuación y de discurso, sin que-
darnos en un escalón superficial de “lo que se debe decir”.
Seleccionar una serie de escenarios nos posibilita conocer en profundidad
a diferentes protagonistas y sus actuaciones e interrelaciones en determinadas
situaciones. He partido del conjunto de políticas que respecto al patrimonio
etnológico y el patrimonio cultural desarrolla la Administración cultural anda-
luza. En este contexto y a la luz de mis premisas teóricas se han seleccionados
los casos.
Estos casos me servirán para ilustrar las preguntas que formulaba atrás. No
son casos que se tomen de forma intrínseca, interesantes en sí mismos, aun-
que sin duda algunos de ellos tienen dimensión suficiente para dedicarles un
trabajo de tesis, sino casos que serán usados instrumentalmente (Stake, 2000).
He conjugado criterios de representatividad, características en las que son si-
milares a otros, y criterios de excepcionalidad, que provocarán variaciones.
56
Capítulo II
Cuadro 1.1. Listado de Bienes incluidos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico
de Andalucía con un interés prioritariamente etnológico, 2004.
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Metodología y selección de unidades de observación
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Capítulo II
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Metodología y selección de unidades de observación
60
Capítulo II
enero de 2001 se hizo una inscripción en el CGPHA bajo la figura legal deno-
minada “Genérica Colectiva”.
De acuerdo con los criterios señalados, la selección se centró en casos que
tuvieran cierta trayectoria: el Corral de la Encarnación se incoa en 1993; la
Asociación de Vecinos de la Fuente de la Reja de Pegalajar solicitó la inscrip-
ción de la Huerta en 1993 aunque la incoación se retrasara hasta 1999; esta
misma es la fecha de incoación de los otros dos expedientes, tanto el de la
Fábrica de Vidrios de la Trinidad como la genérica colectiva de los elementos
de Cabo de Gata-Níjar, aunque se debe constatar que ya se habían realizado
inventarios para diversas planificaciones por parte de la Consejería de Medio
Ambiente y que la Noria de Rodalquilar fue una de las intervenciones de res-
tauración y reintegración mas llamativas del parque natural. Esta profundidad
temporal me permitiría indagar en cómo se había ido desarrollando el proce-
so, si las inscripciones tenían algún tipo de repercusión y en qué sentido.
En cuanto al criterio expresado en segundo lugar, en relación con los agen-
tes que intervenían en los distintos casos, la casuística es compleja y la expon-
dré paso a paso. De este modo, atendiendo a quién o quienes incentivan la
catalogación y cuáles son los principales agentes que intervienen se ha selec-
cionado:
Dos bienes en los que se ha organizado una movilización por parte de
los usuarios para conseguir la catalogación, objetivo éste ligado a otros fines
o metas últimas: se trata de la Huerta de Pegalajar y del Corral de la Encar-
nación, aunque los grupos y las formas en que se hace esta reivindicación es
totalmente distinta en uno u otro caso. El expediente del Corral de la Encar-
nación se abrió a instancias de los vecinos, que realizaron una petición formal
de inscripción a través de su abogado, José Ignacio Aguilar, y apoyados por la
Asociación COPAVETRIA22. La selección de este caso responde, de acuerdo
con nuestros criterios generales, en primer lugar a una catalogación que se
hace indirectamente a instancias de los usuarios, pero también con un espe-
cial interés por parte de técnicos y políticos. Un segundo aspecto que hemos
tenido en cuenta es la evolución de las demandas sociales asociada a este co-
rral y al mantenimiento de las “formas de vida tradicionales”. Los vecinos de
este patio, liderados por su presidente de comunidad y todo un personaje en
el barrio -Eduardo Corrientes, fallecido poco tiempo antes de ver cumplidas
61
Metodología y selección de unidades de observación
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Capítulo II
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Capítulo II
65
Metodología y selección de unidades de observación
TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN
Documentación, revisión bibliográfica, trabajo de campo, diseño de guio-
nes de campo, observación, charlas informales, más documentación, diseño
de entrevistas, realización de entrevistas en profundidad, triangulaciones y
contrastaciones… clasificación de datos, más revisión bibliográfica, volver a
preguntar a algunos de los informantes, redactar, buscar otros nuevos infor-
mantes que de pronto parecen imprescindibles, reorganizar algunas categori-
zaciones iniciales, ver lo que no encaja, redactar… ¿Para qué han servido cada
una de estas técnicas y cómo se han ido ajustando? ¿Cuáles son las dificultades
que se han planteado y cómo se han salvado? Desde mi punto de vista, el in-
terés de este epígrafe reside en contestar a estas preguntas.
66
Capítulo II
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Metodología y selección de unidades de observación
68
Capítulo II
24 En este caso ha sido necesario acceder a las dos empresas -enfrentadas- en las que se ubican hoy los
vidrieros -Guadarte y la Trinidad- y la Asociación Histórica el Retiro Obrero. He de expresar mi agrade-
ciiento en los primeros contactos con Guadarte de Esther Fernández de Paz y Macarena Hernández.
25 En general, el acceso a diversos informantes en las Delegaciones Provinciales se hizo siempre de
la mano de mis colegas antropólogos a los cuales he de agradecer su receptividad y sus labores de me-
diación. Especialmente he de mencionar a Juan Salvador López, Antonio Luis Diaz Aguilar y Santiago
Amaya. En los servicios centrales no fue difícil recurrir a una pequeña red de conocidos y he de reiterar
mi agradecimiento al exquisito trato con que he sido recibida por Fuensanta Plata y Maria José Fitz en
el Servicio de Protección del Patrimonio Histórico.
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Metodología y selección de unidades de observación
26 Se hace referencia a las categorizaciones del acceso al campo que distinguen entre mostrar a los inves-
tigados e informantes claramente lo que se está haciendo (investigación abierta o descubierta) y otra que
se basa en adoptar un rol diferente (nuevo converso en una secta, escritor o cualquier otro), denominada
investigación encubierta (Guasch, 1997; Hammersley y Atkinson, 1994). Tal como muestra la experien-
cia son frecuentes los modelos mixtos: se explicita una parte y no otra. En el caso de esta investigación
se optó por una explicación generalizada que partía de situarme como investigadora y antropóloga que
trabajaba en comparar “la forma en que los técnicos y los políticos entienden las catalogaciones de luga-
res de interés etnológico y cómo eso afecta a los usuarios, a los ciudadanos. En definitiva comparar estas
dos opiniones”. Esta cita es más o menos textual y fue usada como fórmula en numerosas presentacio-
nes, dependiendo de con quién se estuviera hablando se podía extender la explicación o hacer hincapié
en algún otro aspecto. En cualquier caso se cuidó bastante la norma básica de coherencia requerida en
todo trabajo de campo: el investigador puede no saber exactamente cuáles son las conexiones entre sus
distintos informantes, así pues no debe darse una información contradictoria a unos y otros.
70
Capítulo II
27 Por ejemplo en Níjar la población se distribuye en tres grandes núcleos fuera del Parque (Níjar, San
Isidro de Níjar y Campohermoso). El número de habitantes se ha duplicado desde 1985, un 20% de
la población es extranjera, de ellos el 50% magrebíes que trabajan en la agricultura. En el Parque no es
comparable el tradicional núcleo de veraneo de San José con el de Agua Amarga, pero tampoco con
un pueblito como el Pozo de los Frailes o con la comunidad “más rural” de Fernán Núñez. El PN no
es comprensible sin la población de extranjeros provenientes de distintos puntos de la UE y asentados
en la zona desde hace más de treinta años. Las controversias entre los grupos conservacionistas y los
agricultores y muchos pobladores locales segmentan claramente diversos grupos de intereses…
71
Metodología y selección de unidades de observación
28 Ciertamente, no se puede comparar una estancia de por ejemplo seis meses continuados en un lugar
con las residencias intermitentes que ha tenido esta investigación. Muchos de los “tiempos” y “ciclos”
en los que estamos formados los que hemos tenido la suerte de abordar trabajos de campo al modo
más clásico, se comprimen o desaparecen en esta situación de investigación. Si dedico unos párrafos a la
observación es porque considero que ha sido un elemento también muy importante para la consecución
de los objetivos de este trabajo, aun cuando se ha abordado de un modo más heterodoxo que en los
tradicionales trabajos centrados en un pequeño espacio o ámbito territorial al que se adscribe el grupo
a estudiar.
72
Capítulo II
dinarias. También para entender qué aspectos de los bienes y qué relaciones
con su entorno se habían valorado y cuáles se habían silenciado. Este método
fue utilizado para contactar con algunos informantes a los que se entrevistó,
pero sobre todo fue imprescindible en la selección final en los grupos en los
que era necesario elegir de un universo relativamente amplio. La observación
sirvió siempre como método contrastivo entre la información proveniente de
distintos formatos documentales, la que se obtenía de las entrevistas y la que
se cotejaba mirando y analizando los comportamientos.
Las estrategias de observación son necesariamente diferentes en un caso
que abarca todo un pueblo, como Pegalajar, en otro que se extiende por varios
municipios, como en Cabo de Gata o en aquellos en los que los barrios son
contextos pero no el núcleo central de la observación. En estos últimos, la
técnica se enclaustra en los muros del bien a observar, y la antropóloga –que
siempre es más observada y menos mirada de lo que ella cree- se convierte
en objeto de atención ¿cómo mimetizarse en esos espacios? La respuesta tra-
dicional ha sido: mediante la asunción de un rol y la participación. En este
trabajo se ha optado para esos espacios, por el camuflaje. Insertarse en una
visita turística, realizar reportajes fotográficos, hacer visitas puntuales, acudir
a celebraciones, asistir a asambleas o jornadas, aprovechar la concertación de
entrevistas para el acercamiento a otros vecinos u otras personas del grupo de
usuarios…
Todas estas ocasiones procuran distintas informaciones por cómo se com-
portan en diferentes momentos los informantes, por las conversaciones o
charlas informales que se mantienen y que con frecuencia dan información
o datos clave para revisar y orientar entrevistas posteriores, para comprender
ciertas relaciones o vinculaciones, para tener noticias de fricciones o resisten-
cias…
Más allá de esta observación, las entrevistas en profundidad29 constituyen el
eje central de este trabajo. Ya he expresado que desde un principio se conside-
ró clave el acceso a los técnicos –antropólogos o no- que tomaban decisiones
a cierto nivel sobre los bienes catalogados. Comprender hasta dónde llegaba
29 “Por entrevistas cualitativas en profundidad entendemos reiterados encuentros cara a cara entre el
investigador y los informantes, encuentros estos dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que
tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal y como las expresan con sus
propias palabras” (Taylor y Bogdan, 1994: 101).
73
Metodología y selección de unidades de observación
74
Capítulo II
ción”. En principio la preseleccion de patios de vecinos se hizo teniendo en cuenta que estos lugares
son espacios con fuertes connotaciones femeninas, al menos hacia adentro del patio. Sin embargo, tal
como se verá en el desarrrollo del capítulo dedicado al Corral de la Encarnación, las características de
este lugar –con un fortísimo liderazgo masculino- así como la escasez de familias que hoy lo ocupan ha
supuesto que no se hayan obtenido resultado relevantes. De todos modos, la ausencia de las mujeres en
los procesos de patrimonialización es una generalidad –hecho no casual y que ratifica el presupuesto de
jerarquizacion social que supone la selección patrimonial- tal como se indica en el capítulo final y sólo
una selección muy especializada de casos nos daría como resultado un protagonismo femenino. Es de
destacar en este sentido el conjunto de investigaciones que están siendo abordadas por Cristina Cruces
y Assumpta Sabuco en torno al flamenco y el papel de las mujeres en este mundo (Cruces Roldán, 2001;
Cruces, Sabuco y López, 2005)
75
Metodología y selección de unidades de observación
76
CAPÍTULO III
ALJIBES Y MOLINOS EN LAS
REDEFINICIONES DE UN TERRITORIO
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
“Mira, si quieres te cuento un poco la historia… Porque yo conozco a los niños que están nacidos
aquí, vienen una vez al año a ver como está todo. En el año 72 o 73 el señor Schwarz vino aquí, por
Rodalquilar. El pueblo estaba totalmente abandonado. Porque la mina cerró por 67 o así.... y más de
tres mil personas se fueron, estaba un pueblo abandonado. Y cuando él venía aquí con su moto, porque
era un multimillonario un poco hippie, él se enamora inmediatamente del valle de Rodalquilar. Y los
españoles que quedaban en el pueblo, que no eran más de treinta personas, españolas, le han ofrecido
inmediatamente a comprar casas y él ha comprado, en tres años, ocho casas. Siete en el pueblo y una
aquí, en el cortijo de Zamora. Este cortijo era su casa particular. Empezaba a reformar esta casa en
el 74-75, en el 76 terminó las obras. Ha puesto arriba del viejo corral de las ovejas y las cabras, el
techo redondo de cristal y lo ha utilizado como sala de estar, con plantas dentro, pero también sillones y
mesas para cenar... Ha cambiado la vieja balsa con un techo estilo aljibe, para utilizarlo como piscina
cubierta. La otra casa estilo aljibe es bastante reciente, tiene 32 años... la hizo como “casita de ami-
gos” en el 76. Todo antes del parque. Lo ha hecho también en el estilo aljibe porque le gustaba mucho
estar respetuoso con la zona, con la arquitectura, integrado en el paisaje, con los cactus... (...) Cuando
han venido, dos, tres meses, amigos suyos artistas y lo único que han pagado a él para estar aquí, era
un cuadro, una escultura... Eso significa cuando yo he comprado la casa hace seis años, estaba lleno de
78
Capítulo III
Poco tienen en común estos dos hombres, ni las historias que cuentan. Los
fragmentos de entrevistas se han seleccionado valorando no tanto la temática
como su densidad en la descripción de los significados del lugar; la narrativa
del devenir de un sitio, de lo que fue y lo que es. Ambos son vecinos y, cada
cual a su manera, aman la tierra en la que viven. Pero la viven, la describen
y la defienden de diferentes modos. ¿A qué se deben estas diferencias? ¿Qué
elementos usan unos y otros para definir su territorio? ¿Cómo se agrupan y
correlacionan estas miradas con los distintos grupos locales o extralocales?
¿Qué papel juegan en este contexto los elementos señalados como patrimo-
niales?32
Para comprender el territorio de Níjar así como los usos y percepciones
31 Las formas de identificación de los informantes se hacen con un nombre supuesto que nos permite
identificar su sexo y algunas pistas de su ambito de procedencia; su profesión, si son o no propietarios
de un bien catalogado y la fecha de la entrevista. He preferido este sistema por facilitar la ubicación de
los informates y sus características en una lectura inmediata, frente a los sistemas de codificación. Sin
embargo, se ha tenido especial cuidado en alterar algunos datos que podrían facilitar la identificación
de los mismos –p. ej. si su nacionalidad o su oficio eran suficientes para identificarles en una localidad
determinada se han buscado equivalentes que difuminen su ubicación-.
32 En este capítulo dedicado a los elementos protegidos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar qui-
siera agradecer especialmente a José Antonio Cortés Vázquez su generosidad compartiendo conmigo
muchas de sus observaciones de campo y entrevistas transcritas, tanto las que hicimos juntos como
otras muchas que realizó él solo como becario de investigación del proyecto I+D “Las recreaciones
medioambientales en relación al turismo cultural y de naturaleza en Andalucía. Actores locales, agentes
económicos, administración y turistas”. Expresar mi agradecimiento además a José Maria Valcuende
quien en calidad de director de este proyecto, confió en mí para coordinar la investigación en el contexto
del Campo de Níjar.
79
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
que aquí se tienen de los bienes culturales protegidos entiendo que hay dos
temáticas centrales que abordaremos en este epígrafe:
1. En primer lugar la competencia por el espacio y las redefiniciones identita-
rias que a través de la agricultura intensiva (de la miseria a la producción; de la
emigración al asentamiento y la colonización; de las “lagañas” al orgullo) y de
la definición de parque natural (que estigmatiza a los invernaderos y que atrae
y orienta el uso principal del territorio hacia los turistas) marca dos grupos au-
todefinidos como opuestos: los “autóctonos” o agricultores y los “foráneos”
o empresarios y turistas.
2. En segundo lugar, el proceso de definición del propio Parque Natural que
se superpone y encubre cualquier otra actuación de la Administración en la
zona. Las actuaciones de protección, conservación o puesta en valor de la Jun-
ta de Andalucía, sea la que sea la Consejería que lo promocione, siempre estará
tamizada o asociada a “la AMA” o la Consejería de Medio Ambiente33. Se debe
tener en cuenta que la designación de parque natural fue un proceso percibido
como algo impuesto, como un suceso en el que no hubo participación ni po-
sibilidad de opinión por parte de los oriundos del lugar. Ello redundará en una
mayor distancia y oposición entre los “agricultores locales” y los “residentes
foráneos”. Los primeros vieron en esta medida una plasmación del poder de
las clases medias cultas asentadas en la zona que reivindicaban su protección
y ello revierte en la forma en que perciben los elementos valorados por la Ad-
ministración y por estos sectores.
Una aclaración de carácter técnico y metodológico: En el caso de los aljibes,
norias, molinos y molinas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, trabajamos
de modo superpuesto en dos ámbitos territoriales. Por una parte, abordamos
el contexto espacial que define la figura de protección cultural, es decir los
bienes situados dentro del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Por otra parte,
es necesario comprender el contexto en el que se insertan estas poblaciones,
puesto que los limites de los parque naturales no atienden a fronteras históri-
cas, económicas, demográficas o identitarias, sino a otro tipo de criterios que
a menudo minusvaloran la acción antrópica sobre estos espacios. Para realizar
un análisis de carácter antropológico y social no es posible tener en cuenta
80
Capítulo III
sólo estos límites, por lo que trabajamos como mínimo con las escalas muni-
cipales, el caso de esta investigación nos hemos centrado en el municipio de
Níjar.
SED DE GENERACIONES
El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar se encuentra en el extremo sudo-
riental de la península ibérica, en la provincia de Almería. La declaración del
espacio como Parque Natural en 1987, supone la protección de un parque de
carácter marítimo terrestre con casi cincuenta mil hectáreas de terreno34. El
área de preservación se reparte entre tres términos municipales: Níjar, Carbo-
neras y Almería, aunque la mayor parte de su superficie (un 70%) corresponde
a Níjar. Estos municipios, aunque colindantes unos a otros, forman parte de
tres comarcas funcionales o ámbitos diferenciados de oeste a este: la Aglo-
meración urbana de Almería, la Comarca de Níjar y la Comarca del Levante
Almeriense, donde se inscribe Carboneras.
34 La declaración del espacio como Parque Natural tiene su origen en el año 1987, mediante el Decreto
314/1987, de 23 de Diciembre. Posteriormente la declaración se ratificó mediante la Ley 2/1989, de 18
de julio, fijando unos límites más amplios de los que recogía el anterior Decreto (Decreto 418/1994, de
25 de Octubre). Actualmente tiene una extensión de 49.630 ha, de las cuales 37.513 ha son terrestres y
12.117 ha son marinas. En este espacio confluyen asimismo otras figuras de protección de ámbito supra-
nacional: zona ZEPA, Lugar de Interés Comunitario, Red Europea de Geoparques, convenio RAMSAR,
Reserva de la Biosfera, ZEPIM.
81
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
35 Recordemos que se trata de una costa sometida a las incursiones de sarracenos y de otros piratas y
corsarios. Precisamente la abundancia de construcciones militares a partir del s.XVIII muestra un inten-
to de protección y de asentamiento permanente de la población en el área más cercana al litoral.
82
Capítulo III
83
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
tes, además de otros obreros que vivían en pueblos del interior – Huebro,
Níjar, Sorbas... - y se desplazaban a trabajar semanalmente. El cierre de la mina
provocó una emigración definitiva en un territorio en el que la agricultura de
subsistencia o la explotación del esparto ya no tenían sentido. La crisis agrícola
aquí, como en otros muchos pueblos de Almería, apenas se dejó sentir más
allá de la sangría migratoria que desde las primeras décadas del siglo XX, venía
afectando a estas tierras “legañosas”, como las designa Goytisolo (1982).
Tal como explican Provansal y Molina (1989, 1990) la distribución de la
propiedad de la tierra se repartía entre unos pocos grandes propietarios y
una mayoría de pequeños propietarios y aparceros. El complejo agro-pastoril
tradicional se basaba en una economía doméstica con diversificación de las
actividades. La dedicación a la agricultura o la pesca era complementada con
actividades salariales en la agricultura, en trabajos forestales –principalmente
la recogida del esparto- o en la minería. La desaparición de estas actividades
“complementarias”, la crisis del esparto o el cierre de las minas a finales de los
60, no dejó más camino que el de la emigración.
Sin embargo, la sangría demográfica de la zona es una constante desde
principios de siglo, como se observa en las tablas reflejadas abajo. La salida del
pueblo y el envío de dinero al mismo o el retorno años después, suponía una
de las formas de diversificar las bases económicas de los grupos domésticos
agrarios.
Transformaciones socioeconómicas
La comprensión de los diferentes posicionamientos y descripciones de los
referentes territoriales de la zona, pasa por comprender la heterogeneidad
interna de la misma ya en el presente. Las diferencias van desde los contrastes
paisajísticos a las orientaciones económicas; desde las procedencias de la po-
blación a los modos de vida y las expectativas de los distintos grupos; de las
formas de protección del territorio a la dispersión en el poblamiento.
El poblamiento disperso es una característica de esta parte de Andalucía y
se incrementa en un municipio como Níjar con un extensísimo territorio mu-
nicipal y con unas distancias que eran considerables si había que recorrerlas a
pie o en el lomo de caballerías.
Quizá uno de los aspectos que más llame la atención en el ámbito de Cabo
de Gata Níjar es la aceleradísima transformación socioeconómica que ha teni-
do lugar en no mucho más de treinta años. Los municipios del Parque Natural
84
Capítulo III
Este fragmento del levante almeriense deja entrever enriquecimientos y
ruinas, tierras horadadas y construcciones, desigualdades y jerarquizaciones
espaciales. La zona experimentó un descenso de población desde principios
de siglo, estacionándose durante la crisis del modelo agrícola tradicional, a
finales de los cincuenta. Este proceso se frenará en la década de los setenta a
partir del proceso de industrialización de Carboneras y en Níjar se comenzó a
notar algo más tarde, durante los años ochenta, con el desarrollo de la agricul-
tura bajo plásticos. El cuadro de evolución de la población muestra en Níjar
y Carboneras un crecimiento fuerte y casi sostenido desde la década de los
ochenta. En ambos casos, los nuevos procesos socioeconómicos van a atraer
a vecinos de los pueblos de alrededor y también a especialistas y expertos de
otras zonas de España. Con posterioridad, el desarrollo agrícola ejercerá su
atracción en áreas más lejanas (Norte de África, Europa del Este, Latinoamé-
rica…). El caso de la capital, Almería, presenta una evolución muy diferente,
con un crecimiento sostenido a lo largo de todo el siglo. El incremento de
población además parece continuar a un ritmo importante36.
36 Según datos del padrón municipal publicados por el ayuntamiento de Níjar en sep-
tiembre de 2005 se contabilizaban 26.397 habitantes, frente a los 21.306 que aparecen
en 2004.
85
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
86
Capítulo III
2004, el 69% de la población nijereña es nacida fuera37. Quiere decir que una
parte importante de los pobladores de la zona son colonos, una población ve-
nida a explotar las tierras puestas en regadío, a trabajar y progresar en la zona.
Una evidencia del efecto de atracción tan potente que en la actualidad tiene el
municipio de Níjar es que el porcentaje de nacidos fuera se ha duplicado en
poco más de una década: el censo de 1991, señalaba como no nijareños sólo
al 38% de la población.
Los tres municipios del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar presentan unos
porcentajes relativamente altos de extranjeros en su composición poblacional,
aunque es en Níjar donde se está produciendo un crecimiento más acelerado,
llegando a representar un 36% de la población38.
Ahora bien, esta población extranjera no puede ser considerada de modo ho-
mogéneo en cuanto a su situación socioeconómica y política. Por una parte,
hay cierta población de procedencia europea –que no es la mayoritaria- que
ha venido buscando el descanso y las privilegiadas características de la zona.
Son propietarios de segundas residencias o personas dedicadas a la hostelería.
Este sector, con todo, es minoritario frente a los europeos procedentes del
Este que, junto a los magrebíes, conforman el grupo más numeroso de tra-
bajadores de la agricultura y en la construcción de la zona. Los inmigrantes
dedicados a la actividad agrícola se concentran principalmente en el área del
Campo de Níjar –fuera de los límites del parque natural-, donde se producen
los principales problemas de infraviviendas, servicios inadecuados, falta de
integración, etc.
Hoy el sudeste de Almería ya no es un lugar perdido en el mapa. Es uno
de los ámbitos andaluces que mayor renta per cápita tiene y es reconocido por
sus exportaciones hortofrutícolas. Los caminos de polvo, que hasta los años
ochenta eran el único modo de llegar a muchos de estos pueblos, han sido
sustituidos por la autovía y por una extensa red de carreteras asfaltadas. Servi-
cios de agua, luz, teléfono, alcantarillado, escuelas... han llegado a las distintas
pedanías. Ha desaparecido el carácter de marginalidad y periferia que durante
décadas caracterizó este territorio.
87
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
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de ellos del arte de vivir. Había treinta y cinco que venían con dinero, con mucho dinero y otros que
venían alrededor de esos treinta y cinco. Descubren esto y claro... casas bajas, tejados planos de tierra
roya, las calles en piedras... bueno, no un pueblo del oeste, ¡una cosa! Algo espectacular y precioso, pero
con unas condiciones absolutamente lamentables. (Aniceto, concejal de Carboneras, 2005)
Una segunda etapa se abre con la declaración de Parque Natural y va desde
los primeros noventa hasta finales de la década: se desarrollan ciertas iniciati-
vas turísticas para dotar de servicios e infraestructuras al parque –en esta etapa
se construyen casi todas las plazas hoteleras y muchas de restauración del total
que se asientan hoy en la zona-. Aumenta el turismo familiar, pero sobre todo
se advierte el efecto llamada que la declaración tiene en los públicos más es-
pecializados. La promoción turística no es demasiado fuerte, pero los grupos
de clases medias que buscan lugares “diferentes” donde pasar las vacaciones
se ven atraídos por la figura de protección. Esta etapa se caracteriza por un
crecimiento progresivo de público sobre todo en las épocas de verano. Para
muchos de nuestros informantes no hay distinción entre esta fase y la que se
está produciendo en la actualidad.
En la última etapa se ha producido una fuerte estacionalidad marcada por
la saturación del parque en épocas veraniegas. Saturación proveniente no sólo
de la construcción de nuevas viviendas –segundas residencias- en los núcleos
del parque, sino también de la afluencia progresiva de visitantes de diferentes
puntos de la provincia. El final de esta etapa lo representa la instalación de
diversos complejos turísticos en el municipio de Almería, en la frontera con el
Parque Natural Cabo de Gata-Níjar y que ofertan éste.
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pación en el que se les consultara o se les permitiera decidir qué futuro que-
rían para su tierra natal. “El parque se ha hecho sin consultar a nadie”, “Aquí
Joaquín [el alcalde] firmó, pero no nos preguntó a ninguno”. La protección de
este espacio se configura desde el principio, en las percepciones de los veci-
nos, como algo realizado de espaldas al pueblo.
- En tercer lugar, y como reivindicación principal, se compara la situación de
las personas que tienen una pequeña propiedad fuera de los límites del Parque
Natural frente a los que la tienen en su interior. En una tierra donde la emi-
gración ha sido una experiencia cotidiana, donde la obtención de lo necesario
para vivir era siempre difícil de alcanzar, la idea de “dejar a los hijos la vida
resuelta” es de una rotundidad indiscutible.
La mayoría de los “autóctonos” señala la injusticia de estar “de la raya
para acá o de la raya para allá”. En diversos contextos se reitera una anécdota
paradigmática: “Dos hermanos que reciben su herencia y, al partir, a uno le
ha tocado dentro del Parque y al otro fuera. Uno es más pobre que las ratas
mientras que el otro es millonario. El primero es que no puede hacer nada, no
puede sembrar, no puede construir, no puede hacer invernaderos...” Muchos
comentarios informales demandan una permuta de terrenos: que se cambiase,
a los propietarios que lo quisieran, las tierras por otras de fuera del parque; que
la Administración adquiriese la mayor parte del espacio protegido.
No debemos olvidar que el desarrollo de la agricultura intensiva, junto a
la declaración de Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, ha transformado nota-
blemente el valor de mercado de los terrenos. En las zonas donde se pueden
construir invernaderos el precio de la hectárea se multiplica por miles frente
a las zonas de Parque Natural Cabo de Gata-Níjar donde no pueden hacerse.
En los últimos años además ha habido una fuerte revalorización del precio del
suelo en las áreas urbanizables, mucho más en los núcleos del parque próxi-
mos al litoral.
Una de las circunstancias que genera más tensión y que se usa como argu-
mento en contra de la Administración y de los responsables de Medio Am-
biente es la inexistencia de un entorno de amortiguación del Parque, circuns-
tancia que coexiste con otra que genera más confusión: una zonificación en la
que están permitidos ciertos invernaderos en el interior del mismo. De hecho,
el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) y el Plan Rector de
Uso y Gestión (PRUG) de 1994 reconocieron como zonas D2 hasta cincuen-
ta hectáreas de terrenos. En esos lugares se podía continuar desarrollando la
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41 La Ley de 1989 estableció que los planes de ordenación y de uso y gestión (PORN y PRUG) debían
redactarse y aprobarse antes de la Declaración de espacio protegido (Ley 7/89 de 18 julio Inventario de
Espacios Naturales Protegidos de Andalucía). En Cabo de Gata se aplicó la norma con bastante retraso
y conllevó un cambio en la delimitación que amplió en 7.000 las hectáreas terrestres protegidas. Una
de las reivindicaciones de ARROPE (Asociación para la Reordenación y Reestructuración Ordenada,
Precisa y Equitativa del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar) precisamente está en que se les reconozca
el derecho de venta o expropiación que supone el cambio de uso de los terrenos. La estrategia de la Ad-
ministración, por el contrario, se dirigió a cortar en seco un proceso de ocupación de la tierra por inver-
naderos, reconociendo temporalmente los derechos de aquellos propietarios que ya los tenían instalados
y negando ninguna posibilidad a los que aún no habían hecho la inversión. Con ello se evitó además el
coste, casi impagable, que supondría indemnizar a los propietarios del suelo.
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tando en el Parque Natural Cabo de Gata Níjar tiene que ver con el desarrollo
del turismo y, asociado a éste, con la expansión de la construcción. Uno de
nuestros amigos de la zona nos describía la actividad incesante de las grúas en
estos parajes. Decía que entre 2003 y 2005 se habían duplicado o triplicado
todos y cada uno de los núcleos principales de la zona de Níjar: la Isleta del
Moro, San José, Las Negras, Rodalquilar, Agua Amarga…
Unos kilómetros de costa sin edificar que atraen hacia sí todas las inver-
siones de las grandes inmobiliarias de la zona. Durante más de una década el
Parque Natural Cabo de Gata Níjar ha parecido estar fuera de los procesos de
especulación que atacan al litoral español. Excepto San José, definido como
el núcleo turístico de la zona, todos los demás pueblecitos han ido creciendo
muy poco a poco, llenando sólo algunos huecos en ciertas parcelas. Pero en
los últimos años el afán constructivo se ha redoblado y no ha dejado fuera
este trozo de costa. En la Isleta del Moro se han construido cien viviendas y
están autorizadas otras trescientas; en Agua Amarga el proyecto de La Marina
desarrollará una urbanización con cuarenta hectáreas del terreno con vistas al
mar; en Rodalquilar una afamada constructora ha levando una urbanización
que llega hasta el límite de la carretera...
Los planes de 1994 reconocían unas normas subsidiarias en las que alrede-
dor de los núcleos urbanos se podría ir urbanizando. Esas parcelas salen a la
cruda luz de las presiones urbanísticas. También las previsiones y los modelos
de crecimiento de los consistorios del parque ocupan cierto protagonismo
en las épocas de alegaciones a los nuevos planes generales de ordenación. El
debate toma la calle trascendiendo los salones de plenos, las jornadas de espe-
cialistas y los periódicos: llega a las asociaciones, los bares y hasta a ocupar la
plaza del pueblo (como hizo el otoño de 2005 la “Plataforma Carboneras por
su futuro”, respecto al caso del Algarrobico). El ayuntamiento de Níjar avanza
que su idea es crear un “cinturón turístico” en una segunda línea. No construir
en el parque, sino en derredor: algunos miles de viviendas distribuidas en ur-
banizaciones y núcleos de población que se asientan en los mismos límites del
parque natural.
El debate, o mejor dicho, las posiciones enfrentadas están encima de la
mesa. Dos modelos turísticos opuestos se planifican sobre un mismo terri-
torio: un modelo masivo de sol y playa basado en la segunda residencia, que
compita en igualdad de condiciones con los municipios de alrededor. El otro
modelo es más elitista y apuesta por un turismo cultural y de naturaleza que
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Segmentaciones sociopolíticas
“Yo no soy el alcalde sólo de unos pocos, yo soy el alcalde de todos y tengo que compaginar
los intereses de unos y de otros, tengo que preocuparme por las treinta y cuatro barriadas que
componen el municipio…” Con estas palabras Joaquín García, alcalde de Níjar,42
se dirigía el pasado noviembre de 2005 a una audiencia formada mayoritaria-
mente por empresarios turísticos del Parque Natural Cabo de Gata y también
por algunos técnicos e intelectuales invitados.
Agricultura intensiva y Parque Natural son los dos elementos que han mar-
cado el territorio nijareño en las dos últimas décadas. Procesos que se han
desarrollado de modo enfrentado y antagónico, protagonizados por sectores
de población con características sociales muy diferenciadas.
En principio el municipio de Níjar pudiera parecer una zona muy heterogé-
nea, con pueblos muy diferentes, autocentrados, o al menos agrupados en dos
demarcaciones. Una separación aparente marca distancias entre la zona del
parque natural y el área de cultivos intensivos. La línea más fácil de trazar seria
aquella que diferencia a los agricultores del interior de las gentes que viven del
turismo y de la mar en la costa.
Pero esto no sucede exactamente así. Los matices son importantes para
comprender los modos en que se construyen las autodefiniciones y las alteri-
dades. Y los que es más importante, para entender los procesos de reivindica-
ción y significación del territorio.
Las gentes que viven más cercanas a la costa forman un grupo heterogé-
neo, compuesto por los antiguos moradores de la zona, y los nuevos ocupan-
42 Joaquín García, del PSOE, ha sido alcalde de Níjar desde 1979. Sólo en las elecciones de 2002
perdió la presidencia del consistorio, por una alianza entre el Partido Popular (3 concejales), el Partido
Andalucista (1 concejal) y el Partido Independiente de la Comarca de Níjar (3 concejales). En 2004
una moción de censura apoyada por la presidenta del PiCN, Maria Eulalia Montoya, daba de nuevo la
alcaldía a Joaquín García.
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tes extranjeros y gentes del norte – de más allá de Despeñaperros- que se han
asentado allí atraídos por las características excepcionales del lugar. Los unos
campesinos y pescadores, muchos de ellos ya ancianos; los otros empresarios
y profesionales, ya no tan jóvenes, pues llegaron diez o veinte años atrás.
A finales de los setenta o principios de los ochenta, la población que queda-
ba en el área que es hoy Parque era bien exigua. La agricultura de subsistencia
no tenía razón de continuidad, las minas habían cerrado y solo en poblados
pesqueros se mantenía a duras penas una población vinculada a la mar. Tal
como afirman Provansal y Molina el cierre de las minas y el final de la comer-
cialización del esparto pusieron en evidencia los problemas de la distribución
de la propiedad de la tierra y la necesidad de actividades complementarias para
que la base agraria permitiera la subsistencia de una familia (1990). Así las
cosas, la emigración estaba presente en todas las familias. Algunos marcharon
a Alemania y después al País Vasco, volviendo sólo con las prejubilaciones de
la reconversión industrial. Otros hicieron recorridos más cortos. Manuel, ju-
bilado, lo cuenta así mientras arregla un cercado en los alrededores de Fernán
Pérez:
“Estas tierras las compré hace seis años, porque están al lado de donde nació mi mujer, en aquellas
casas de ahí enfrente. Yo también estuve viviendo ahí mismo [señala un lugar tras unas casas, a dos-
cientos metros], en un cortijillo que nos dejaron unos parientes, mientras esperábamos que nos dieran
unas tierras del IRIDA en Campohermoso. (...) Yo nací en Agua amarga, aquí cerca, ¿sabe donde
está? Pero allí no se podía vivir… de chico me fui con mis padres y mis hermanos a Lucainena. Allá
estuvimos unos años hasta que nos dieron las tierras en Campohermoso, con dieciséis años volví para
acá (...) al final compré un camión y he estado de camionero casi treinta años. (...) Mis hijos, tengo tres
y por aquí no vienen, ellos viven los tres en Campohermoso, tienen invernaderos. Si solo tuviéramos
esto de aquí, no tendríamos para nada... yo lo que quiero es arreglar esta casilla, a ver si me dejan y
tenerla para venir o para que alguien la use, alquilarla porque esto los veranos se llena, viene mucha
gente y por navidad y en Semana Santa...” (Manuel, agricultor y transportista, propietario, 2003).
Como Manuel, muchos moradores del Pozo de los Frailes, de Fernán Pé-
rez, de los Martínez, de las Hortichuelas o de otros dispersos, fueron atraídos
por las tierras de regadío del instituto de colonización agraria. También los
servicios como la luz eléctrica, el agua corriente, el médico o la escuela fueron
factores a tener en cuenta para desplazarse a los nuevos poblados del “Campo
de Acá”.
Unos pocos, que se quedaron, vieron el complemento de sus economías
tradicionales en el servicio a los pocos turistas que aparecían de temporada
en temporada. Los pioneros en eso del turismo fueron con frecuencia pes-
cadores avispados que cocinaban algunas viandas para los transeúntes y que
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Autodefiniciones
La línea de fractura queda en los intereses y expectativas de dos grupos
con puntos de vista muy diferentes sobre tres temáticas: qué sentido tiene el
parque natural, qué debe hacerse con los invernaderos, en general, qué destino
debe darse al suelo, y en definitiva, cómo debe ser el futuro de la Comarca de
Níjar.
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43 En este trabajo las actuaciones medioambientales se han estudiado superficialmente y siempre su-
bordinadas a la situación del patrimonio etnológico, pero como se ha dicho ambas están incardinadas.
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las casas de sus antepasados; se debería tener más en cuenta lo que saben los
agricultores y habitantes mayores de la zona a la hora de aplicar políticas de
protección y gestión de los recursos, etc., etc. En la mayor parte de los casos
se trata, como puede verse con claridad, de un conflicto de intereses en el que
una de las partes se siente claramente perjudicada en detrimento de otras per-
sonas que disfrutarán de ese perjuicio.
Desde el punto de vista de los ecologistas, de los empresarios turísticos del
parque y de otros “nuevos residentes” las actuaciones de medioambiente son
algo más que demasiado templadas. Denuncian que sigue habiendo inverna-
deros ilegales en el parque; reclaman que se haga un área de amortiguación o
de pre-parque de forma que el acceso al mismo no sea entre almacenes indus-
triales y plásticos; demandan una mayor claridad en la demarcación topográ-
fica de las diferentes áreas de protección, muchos piden que desaparezcan del
parque las zonas calificadas como D, donde están permitidos los invernaderos
y usos afines; manifiestan su rechazo contra el desarrollo de las “bolsas de
suelo urbano” del parque, llegan incluso a interponer recursos judiciales de-
nunciando que consideran van en contra de la legislación… También aquí
coinciden grupos y personas con intereses económicos y políticos concretos,
como por ejemplo, las diferentes empresas de turismo que han desarrollado
una inversión para atraer a un público muy concreto o los residentes que han
comprado en un lugar determinado para gozar de ciertos privilegios medio-
ambientales, paisajísticos, etc.
Dentro de estos contrastes, que a veces se pueden traducir en enfrenta-
mientos explícitos, es donde adquiere su dimensión el discurso del alcalde de
Níjar con que empezábamos este epígrafe y que subrayaba que el ayuntamien-
to no debe gobernar para unos pocos, sino coordinar los intereses de todos,
un “todos” que da preeminencia a sus votantes tradicionales del Campo de
Acá. Los aspectos más visibles de este enfrentamiento tienen que ver con los
procesos de urbanización que se están produciendo en el parque (como el cre-
cimiento de La Isleta del Moro o la proyectada urbanización de la Marina de
Agua Amarga) o con la planificación urbanística defendida por el consistorio
y que prevé un crecimiento de gran numero de viviendas en el entono del par-
que natural. El desencuentro no se ciñe a aspectos concretos del urbanismo,
sino que se extiende en una sucesión de puntos de vista, actuaciones y símbo-
los que aglutinan a los dos sectores aludidos, identitariamente contrastados:
“autóctonos” y “forasteros”. Trabajaré estas contradicciones y los diversos
posicionamientos en el territorio en relación con nuestro objeto central de
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44 Además del trabajo de Catalogación encargado por la Consejería de Cultura y realizado por Juan
Salvador López Galán, Eugenio Cifuentes y Jaime López (2001, 2005), una de las aportaciones más
explícitas y documentadas sobre la arquitectura tradicional del Parque Natural Cabo de Gata Níjar, es
la realizada desde el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes por Juan Antonio Muñoz y Alfonso Ruiz
(2002).
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nidad territorial en otros casos) lo que hace comprender al ciudadano el interés social que
tiene para él la conservación de los espacios naturales. (Rodríguez, 2003)
El territorio de Cabo de Gata –Níjar se entiende, por parte de la mayoría de
los técnicos y de la Administración, como un espacio paisajístico inigualable,
como uno de los lugares donde la naturaleza se muestra en toda su riqueza y
se impone a las actuaciones del hombre. Por eso el papel que se asigna a los
seres humanos a lo largo de la historia en este territorio es el de adaptarse a
esa naturaleza, la imagen cultural que se transmite es la de esa adaptación.
“La hidráulica tradicional en los Campos de Níjar es una muestra sublime de cómo
los habitantes de un medio hostil y árido, acuciados por la necesidad, no sólo logran
sobrevivir junto a los escasos y pobres manaderos, sino que, tras aumentar y perfec-
cionar éstos para extraer agua de su subsuelo, llegan a colonizar espacios “a priori”
inhabitables, utilizando sólo lo que, en otros lugares, constituye una adversidad (las
fuertes tormentas o aguaceros). (…)
Los primeros pobladores se instalan junto a manaderos naturales, que luego son
optimizados mediante minas y encimbrados. Paulatinamente se van perfeccionando
sistemas de captación en el ámbito de las ramblas y cauces, tales como pozas, pozos,
azudes, cimbras y galerías, proceso que culmina con la introducción de la noria por
los árabes. En la Edad Moderna se da un paso más audaz, colonizando los espacios
abiertos y secos mediante el uso de boqueras, cortas, chortales y con la inestimable
ayuda de los aljibes y tanques. Los tiempos modernos empiezan con los motores de
combustión y culminan con la instalación de potentes motores eléctricos, capaces de
agotar y salinizar los acuíferos en un breve espacio de tiempo, para llegar al siglo XXI
dependiendo de los trasvases y desaladoras” (Muñoz y Ruiz, 2002:26)
Este texto del gabinete pedagógico está destinado a enseñar a niños y a
adolescentes a mirar y comprender el territorio. El discurso es “redondo” en
cuanto su capacidad de trazar una línea de continuidad entre los primeros po-
bladores (en tiempos ignotos), pasando por árabes, repobladores, los tiempos
modernos y hasta llegar al siglo XXI. En esta descripción es cuando menos
llamativo cómo en la secuencia lineal de adaptación y progresiva mejora, no se
mencione para nada los procesos de desforestación culminados cuatrocientos
años atrás y que dieron lugar a una zona semidesértica tal como la conocemos
hoy. Pareciera como si en este espacio –considerado como un “contenedor”
físico, con unas condiciones edafológicas, climáticas, de vegetación y zoología
inmutables- no se hubieran producido más cambios que los de las mejoras
hidráulicas, unas mejoras siempre adaptativos al medio, eso sí hasta llegar al
hombre contemporáneo del siglo XXI, donde se rompen todos los equili-
brios. Sin embargo, hay autores que sostienen otras tesis respecto a las trans-
formaciones de estos territorios y que indican que son los repobladores del
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Capítulo III
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peración del patrimonio ecocultural y etnográfico, priorizándola en relación con los fines de
gestión y uso público del espacio” (Art. 4.1.j). Este documento dedica el capítulo XI
a los Recursos paisajísticos y el capítulo XII al Patrimonio Cultural, ambos
con referencias a los bienes que nos ocupan.
En el documento de Medio Ambiente, la interpretación del paisaje se hace
desde una perspectiva naturalista, en la que se insiste en su protección frente
a las “actividades” que lo puedan deteriorar en el futuro o que lo hayan dete-
riorado en el pasado. Tal como se explicita en el artículo 157 en el que se de-
signan como objetivos sectoriales: “1. Evitar o minimizar los impactos paisajísticos
producidos por las activida¬des que se pretendan desarrollar en el Parque Natural. 2. Re-
cuperar las características paisajísticas de las zonas degradadas por actividades desarrolla-
das anteriormente” (PORN, 1994) Junto a esta visión, se incorporan como recur-
sos paisajísticos las formulas arquitectónicas tradicionales, haciendo especial
hincapié en los modelos constructivos de cortijadas y los materiales utilizados
para ello. Se propone así un modelo que será desarrollado posteriormente por
las normativas municipales y que, en teoría, marca las pautas para las nuevas
construcciones o remodelaciones que se realizan en el parque natural.
El capítulo del PORN que hace referencia al patrimonio cultural se recogen
elementos que has sido objeto de diferentes figuras de protección por parte de
la Consejería de Cultura: cortijos, molinos, fortificaciones, torres vigías, faros,
norias, pozos y aljibes. Todos ellos especificados, excepto los aljibes y pozos
denominados genéricamente por su extensión numérica.
La gestión de la Consejería de Medio Ambiente y del Parque Natural Cabo
de Gata-Níjar ha hecho gran hincapié en la protección de muchos de los ele-
mentos definidores del territorio de la costa de Níjar, como aljibes, molinos,
atalayas y también de los complejos mineros, aunque con desigual acogida por
parte de la población local.
Aunque finalmente se ha instalado en Rodalquilar, en la primera planifi-
cación sobre los equipamientos del Parque Natural se ubicaba la Oficina de
Gestión del parque y sus principales infraestructuras en el Pozo de los Frailes
(Castro Nogueira, 1987). Esta previsión impulsó la restauración de la Noria
del Pozo de los Frailes, concluida en 1995, antes de que se hubiera produci-
do ningún expediente de protección por parte de la Consejería de Cultura.
Algunos años después se vuelve a activar el expediente de catalogación de
estos bienes de nuevo a instancias de la Consejería de Medio Ambiente y es
entonces cuando al estudiar los elementos a proteger se decide hacer una
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Capítulo III
45 Estas actuaciones de 2006 se llevan a cabo dentro del programa de medidas compensatorias por
las obras de construcción de la desaladora de Carboneras.
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Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
Cronograma de las actuaciones en los Bienes Etnológicos del Parque Natural Cabo de Gata
Níjar
Año Actuación
1995 Restauración de la Noria del Pozo de los Frailes por la Delegación Provincial de
Cultura y Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Níjar
1999 Convenio de colaboración entre la Consejería de Cultura y la de Medio Ambiente
para la protección de los bienes culturales en los Espacios Naturales Protegidos
1999 Redacción del expediente de protección de 145 bienes etnológicos (aljibes, norias,
molinas, molinos de viento, molinos hidráulicos y pozos) seleccionados entre los
ubicados en el PARQUE NATURALN
2001 Inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía de 145
bienes etnológicos (aljibes, norias, molinas, molinos de viento, molinos hidráulicos y
pozos) por Resolución de la Dirección General de Bienes Culturales de 23 de enero
de 2001
2001 Exposición en Rodalquilar, en la sala del PARQUE NATURALN. “Molinos, norias
y aljibes: El viento y el agua en la construcción de una paisaje cultural”
2001 Elaboración de Fichas Diagnóstico de tres bienes etnológicos: un aljibe, la noria en
el Barranco de la Capitana y el Molino del Collado de los Genoveses
2001- Documentación técnica para la protección de 72 Cortijos en la provincia del
2002 Almería, entre los que se encuentran 16 en el Parque Natural
2002 Elaboración de Fichas Diagnóstico de 28 aljibes ganaderos y 2 pozos.
2002 Redacción de un Proyecto de Intervención en el Molino de Viento de Arriba en Agua
Amarga
2003 La Dirección General de Gestión del Medio Natural de la Consejería de Medio Am-
biente encarga a Tragsa el proyecto Obras de regeneración y conservación del patri-
monio etnológico vinculado a la cultura del agua (revisión de fichas diagnostico para
preparar las intervenciones de restauración)
2004 Documentación técnica para la protección de las Salinas de Cabo de Gata (Almería)
como Lugar de Interés Etnológico
2005 Inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía del Patri-
monio Industrial de la minería de los siglos XIX y XX por resolución de la Dirección
General de Bienes Culturales de 7 de enero de 2005
2005 Documentación técnica para la protección de las fiestas de Moros y Cristianos de la
provincia del Almería, donde se recogen las fiestas de Carboneras y Huebro (Níjar)
2005 Documentación técnica del Cortijo del Fraile, como sitio histórico, dentro de la Do-
cumentación de los lugares relacionados con Federico García Lorca, en colaboración
con la Delegación de Cultura de Granada
2005 Publicación por la Consejería de Cultura de “El viento y el agua en la construcción
de un paisaje cultural: Parque Natural Cabo de Gata-Níjar y de la Comarca de los
Vélez”
2005 Comienzan las restauraciones de los molinos de vientos, aljibes y norias de los cuales
se han realizado fichas diagnostico.
2006 Se diseña un proyecto de difusión y musealización de los bienes restaurados
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Capítulo III
Pero toda esta inversión se percibe como algo ajeno a la población. Para
muchos vecinos, todas las inversiones se centran en una zona, emblemática
para medio ambiente, que sería Rodalquilar, contrastando con la exigüidad de
restauraciones en el resto del parque. Tampoco los habitantes de la población
lo entienden bien. Nos comentaba un vecino de Rodalquilar: “Los del parque
están allá arriba, eso no es el pueblo, eso es otra cosa, el pueblo está aquí abajo. No hay
comunicación entre ellos y nosotros”. Este sentimiento procede de una serie de ac-
tuaciones.
En primer lugar, sería necesario precisar que el área que se ha restaurado es
la más alta, donde se ubicaban las instalaciones de la empresa minera, la casa
del director de la mina y otras infraestructuras. Por el contrario, la zona de
las casas de los mineros, que se encuentra más cercana al núcleo antiguo del
pueblo, se halla en estado de ruina y progresiva destrucción. Es esta situación
la más sentida y reprochada a la oficina del parque y enarbolada por parte de
muchos vecinos como símbolo del desencuentro y del tipo de relación que
mantiene la Delegación de Medio Ambiente con los residentes. Estas son las
recientes palabras de un concejal del PP en El Ideal de Almería (14/05/06)
“…otro caso parecido fue el derribo de casas de los mineros en Rodalquilar, donde el PSOE y la
Junta de Andalucía destruyeron un pueblo con máquinas excavadoras y bajo vigilancia de la Guardia
Civil, un hecho insólito en la historia de España. (…) [el que] pasee hoy día, ocho años después, por
el poblado minero podrá ver cómo la historia de nuestro pueblo está hecha escombros, sin que nadie
haya tenido siquiera el pudor de retirar los cascotes”.
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Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
En general, por parte de muchos vecinos se percibe que “la AMA” expulsó
a los ocupantes de las casas, algunos de ellos hijos o familiares de los antiguos
mineros. También hay quienes están en contra de que se haga una villa turís-
tica pues aducen que para ello se ha expulsado a los depositarios legítimos del
lugar.
Cuando la Consejería de Medio Ambiente obtuvo la titularidad de las vi-
viendas, se encontró que algunas de ellas habían sido ocupadas ilegalmente,
varias incluso reformadas. El desalojo de los ocupantes supuso un conflicto
político y jurídico que se prolongó durante cerca de tres años, aunque final-
mente la Justicia dio la razón a la Junta de Andalucía y terrenos y viviendas
pasaron a formar parte del patrimonio público andaluz. Por parte de la Admi-
nistración se argumenta que en realidad quienes ocuparon esas casas no tenían
apenas relación con Rodalquilar, que simplemente eran unas personas que
querían obtener un beneficio apropiándose de hecho de un lugar público. Se
aduce que esa fue una actuación dura, pero necesaria. En el momento actual
se está a la espera de que la Dirección General de Medio Ambiente y la Con-
sejería de Turismo lleguen a un acuerdo sobre el futuro del poblado minero.
Ciertos aspectos de las denuncias y reivindicaciones de los vecinos se veían
ratificadas hasta hace un par de años si se comparaban las inversiones y el
estado del callejero en “la parte de medio ambiente” en comparación con
“el resto del pueblo”. Por ejemplo la restauración de la iglesia es todavía una
intervención pendiente. Para los pocos mineros o familiares de mineros que
quedaron en Rodalquilar, entre las calles y las edificaciones del parque perfec-
tamente restauradas y conservadas y la iglesia envejecida y mal pintada, resulta
un contraste ostensible y según algunos un indicio de “lo poco que le importa la
gente de aquí a los del AMA”.
La rehabilitación de Rodalquilar y el desarrollo museográfico de esta loca-
lidad tienen, sobre todo un carácter representativo. La Consejería de Medio
Ambiente se hace así presente en el territorio. Un parque emblemático, unas
instalaciones emblemáticas. El objetivo explicitado es la función de uso públi-
co y el desenvolvimiento del turismo. Un turismo que es también el nexo de
unión con el interés por otros elementos del patrimonio etnográfico. La reha-
bilitación proyectada –ya en marcha- de una veintena de elementos dentro del
parque natural, responde a un deseo de poner en valor los senderos y el paisaje
en las zonas más transitadas o conocidas del parque. “A nosotros nos interesa sobre
todo, porque vamos a poner en marcha 16 senderos o rutas, ya está todo señalizados y todo,
116
Capítulo III
creo que el año que viene podremos comenzar y… pues los aljibes y esto son un elemento
más, una cosa más para que vean los que están siguiendo la ruta”. (Técnico de medio
ambiente, Rodalquilar, septiembre 2003)
La Administración, principalmente la Consejería de Medio Ambiente, pero
también las de Cultura, Turismo y Deporte, etc. apuestan por un “desarrollo
sostenible” del Parque. En esta visión el turismo juega un papel fundamental
ya desde los inicios de la protección, como muestra el articulo publicado por
el entonces Director-Conservador del Parque en 1987, Hermelindo Castro
Nogueira –hoy en una de las Direcciones Generales de la Consejería- con el
no casual título “Turismo y medio ambiente, dos realidades sinérgicas: plani-
ficación del Parque Natural Cabo de Gata”. El Plan de Desarrollo Sostenible
(PDS) de 2004 también afirma que “el turismo puede suponer una actividad para
diversificar la actividad económica de ambos municipios [Carboneras y Níjar]. Enten-
diendo que “Tradicionalmente, en el Parque Natural se ha desarrollado un turismo
basado en segunda residencia, que en la mayoría de los casos son compradas por habitantes
de Almería capital. Este modelo produce muchos menos ingresos que el turismo ecológico y
el turismo rural, ya que implica un gran número de visitantes (por lo tanto, el impacto eco-
lógico es mayor) y el gasto por visitante es mucho más bajo”(2004: 52). La planificación
del parque y las políticas de la Junta de Andalucía para este tipo de espacios
demandan un nuevo turismo, marcado por las características de “ecológico,
cultural o rural”.
Dentro de este modelo, los valores de naturaleza, paisaje y cultura asociados
al espacio de Cabo de Gata están enmarcados en un discurso y formulados
como un tipo de producto capaz de atraer a visitantes que demanden ciertos
valores. Además, esta fórmula no resulta incompatible, sino todo lo contrario,
con un turismo de sol y playa, del que se dice oficialmente que está saturado
el parque, pero que continúa siendo el sustento fundamental de la mayoría de
las empresas de hostelería y de la construcción de la zona.
En este modelo de desarrollo el paisaje es un activo de cara al visitante. El
paisaje es un cuadro que contemplar. Los aljibes, norias y molinos son elemen-
tos configuradores del paisaje:
“Los molinos de viento, perdieron su funcionalidad en los años 70, y desde en-
tonces, el abandono generalizado ha originado su mal estado (…). No obstante, los
molinos de viento y las molinas o norias de viento son elementos o hitos paisajísticos
fundamentales en la permanencia de la configuración histórica y actual del paisaje”
(PDS, 2004: 51)
Este paisaje debe ser interpretado a la luz del conocimiento de los expertos
117
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
118
Capítulo III
Algunos de los bienes objeto del expediente que analizamos, se han visto
perjudicados por la debilidad de la figura utilizada. Este tipo de inscripciones
no incluyen ningún tipo de entorno, tanto es así que alguno de los molinos
catalogados han sido literalmente “cercados” por nuevas construcciones en
estos años de forma que se ha llegado a ocupar incluso el “ruedo” o área cir-
cundante al molino, donde se ubicaban los vientos y por donde se desplazaba
la “cola” para orientar las velas al viento.
Respecto a la catalogación de 145 “aljibes, norias, molinos y molinas del
Parque Natural Cabo de Gata-Níjar”, las labores de difusión y puesta en valor
realizadas por la Consejería de Cultura –mayoritariamente a través de con-
venios con otras administraciones-, son excepcionalmente abundantes si se
119
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
120
Capítulo III
Imitaciones y contemplaciones
El molino de Cortijos Grandes, también conocido como de los Roperos,
es una de las imágenes postales más difundidas del Parque Natural Cabo de
Gata-Níjar, aparece en las páginas web más conocidas del parque y también
en folletos, mapas y postales. Esta difusión es uno de los ejemplos de las rein-
terpretaciones y transformaciones que se llevan a cabo en la arquitectura tra-
121
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
122
Capítulo III
en un ámbito de mayor extensión Cabo de Gata Níjar se distingue por dos as-
pectos no siempre coincidentes: como lugar de inspiración y de atracción para
artistas muy diversos o como uno de los paraísos hippies del sur peninsular,
con la cala de San Pedro como emblema.
Tal como señala el PDS:
Un activo fundamental para este territorio está en su paisaje, natural y cultural, que
atrae a gran número de artistas foráneos y es aprovechado en filmaciones cinemato-
gráficas y reportajes publicitarios. Este hecho tiene relevancia en el Parque, pues existe
una elevada concentración en el Parque de personas ligadas a las artes, en todas sus
modalidades, cuya contribución tanto a la promoción del espacio protegido como a la
dinamización sociocultural y económica se está apreciando notablemente. Escritores,
pintores, fotógrafos y artistas en general, españoles y extranjeros, han decidido esta-
blecer su residencia en el Parque. Este potencial de desarrollo cultural, debidamente
gestionado, es una interesante oferta para un tipo de turismo o de residencia pro-
longada con alto potencial económico y nulo impacto. (PDS, 2004:51, énfasis
añadido).
El componente artístico, subraya una dimensión visual, formal, morfoló-
gica del paisaje en el que el relieve, el color, los contrastes y la luz, sobre todo
la luz, juegan un papel central. Se reivindica la pureza, la virginidad, el carácter
desértico...
Una de las citas más conocidas del poeta José Ángel Valente dice:
«Es éste el misterioso reino de las formas que se hacen y se deshacen en el viento.
Feminidad total de las arenas. Se sucede el color del blanco al amarillo, al violeta.
Geometría de estrías paralelas. Cabelleras. Lenta extensión y demorado cuerpo de las
dunas» José Ángel Valente, 1998, 25 cit. En Galindo, 2004 46
Dice Galindo: “Gracias a esta mirada esencial, amorosamente poética, el Parque dejó
de ser ese lugar tropológico de Goytisolo para convertirse con José Ángel Valente en punta
exclusiva y señera de la creación artística, única en Europa, como los espinosos azufaifos,
vegetación típica y exclusiva del pie del Atlas” (2004). En esta aseveración arte y na-
turaleza se igualan minimizando el aspecto “tropológico” o referido a la moral
y las costumbres. Lo que importa no es tanto los hombres y las condiciones de
vida de los que aquí habitaron como el espacio entendido como un continente
“natural” y del que se destaca el carácter exótico, africano “exclusiva del pie
del Atlas”.
En este aspecto la arquitectura tradicional es un elemento más de ese pai-
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Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
47 La revista Eco del Parque es editada por la Asociación de Amigos del Parque un colectivo con in-
quietudes ecologistas y que en la actualidad forma parte de la red “Ecologistas en Acción”. La revista se
edita en formato papel y también íntegra en la red, en la dirección de correo http://www.cabodegata.
net/esecotn.html.
124
Capítulo III
él se dedica a reproducirlos de memoria mientras vive y trabaja en Londres. Pero esta forma
de pintar con el recuerdo o la añoranza no le satisface y cree que es mejor sumergirse en la
naturaleza y pintarla desde dentro, metido de pleno entre los montes y las ramblas. Christopher
fue cambiando de modo de pintar a la vez que cambiaba su modo de vida. Mientras construía
su casa en La Serrata, iba sustituyendo su anterior simbolismo por una pintura más natural e
intuitiva. Iba abandonando los azules y rojos, que imperaban en su obra, por negros y grises en
impulsivos trazos gruesos. Se mete en el paisaje que quiere pintar y toma algo de él para revivirlo
en el papel, buscando la antítesis del arte, buscando sentir el paisaje más que copiarlo. Mario,
Eco del Parque 35, 2004
Maquetas de cerámica
de aljibes o “tanques”
realizadas por la artesa-
na María Abad, Pozo de
los Frailes.
©José Antonio Flores
125
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
de la zona.
En cuanto al otro aspecto, es cierto que comunas hippies ya no quedan
apenas en la zona, salvando las gentes que se asientan temporalmente en la
Cala de San Pedro, cercana a las Negras. No obstante, muchos de los nuevos
residentes y empresarios del parque se confiesan deudores del espíritu del se-
senta y ocho. Otros grupos más jóvenes, también manifiestan una inclinación
estética que fue no convencional treinta años atrás, aunque hoy es otra de las
ofertas del mercado. Dentro de estos valores se reivindica como elección el
vivir lejos de la ciudad, a otro ritmo, subrayando del parque cierto aspecto de
paraíso perdido, de naturalismo, de vida diferente, de encontrarse con uno
mismo, de autenticidad, de tranquilidad…
A ello responden ciertas interpretaciones del territorio que se usan para
atraer a los viajeros, sublimando las imágenes románticas: “Donde los sentidos se
sumergen en la naturaleza. Cabo de Gata, tierra de piratas, tierra de sueños” proclama,
por ejemplo la publicidad de la Casa rural Cerro la Gorra.
En esta línea se encuadra la oferta de cierta imagen
orientalizante de la zona, insistiéndose en la herencia
árabe y las conexiones con el norte de África. Además
de la abundancia de tiendas con mercancías marroquíes,
son muchas las estampas de palmeras, las alusiones al
desierto y lo que es más las reinterpretaciones de la ar-
quitectura tradicional de la zona asociándolas a una he-
rencia árabe de modo un tanto forzado.
Dentro de esta imagen, el aljibe se utiliza de modo reiterado como elemen-
to de conexión, de continuidad con los desiertos africanos. Hasta algún logoti-
po incluye palmeras y dromedarios. La arquitectura tradicional se reinterpreta
así como parte de una imagen de la zona que alude a la idea de un territorio
exótico, apartado de la civilización, ubicado en otro tiempo y conectado con
otras geografías, con otras culturas...
Los aljibes, norias y cortijadas también se recrean de otros modos. Las
reminiscencias de una filosofía oriental empaquetada para el consumo de occi-
dentales se muestran en los modos de interpretar algunos de estos elementos,
sublimando ciertas características. Algunos de los forasteros asentados en la
zona han insistido en la calidez, la espiritualidad o la energía especial de algu-
nos de estos espacios:
“P.- ¿Qué es lo que más le gusta de la arquitectura de la zona? R. Los cortijos.
126
Capítulo III
Las formas de los cortijos y también los aljibes. Me gustan mucho los aljibes con sus
formas. Redondos. O casi redondos. Muy bonitos.
De las fincas antiguas me gustan cómo eran las terminaciones: redondeadas, sin
picos, suaves. No como ahora que las hacen así [me enseña el paquete de tabaco]. Pa-
recen…cajas de zapatos. También me gusta mi casa. A mi me gusta porque es una
casa redondo. Las casas redondas tienen algo muy, muy especial. (Anne,artesana,
propietaria, austriaca, 60 años, abril 05)
Y cuando ya venía la primera vez aquí, justamente estos aljibes y las eras me han
sorprendido mucho, porque nunca lo he visto antes. He conocido estanques, cisternas
que también existen aquí, he conocido molinos, pero tampoco he conocido norias tan
grandes. Y… la forma del aljibe me gusta muchísimo. Me parece muy bonito porque
se conjunta, se integra, muy agradablemente con el paisaje en el exterior y por dentro
es una calidad muy… esotérica porque el techo está redondo y todos los clientes dicen
que se sienten muy acogidos. Es muy bonito, es muy agradable.(…) (Edgard, pro-
pietario, empresario turístico, alemán, 2005)
127
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
“Con independencia de las sensibilidades de cada uno de nosotros, a los empresarios hay que
hablarles en términos económicos, en términos de beneficios. Un empresario va a proteger el medioam-
biente por dos motivos: porque se lo imponga la Administración o porque obtenga beneficios, viendo en
ello un elemento de valor. Un turismo sostenible es aquel en el que los promotores hayan encontrado
en la conservación un elemento de valor. Pero no se refiere sólo a naturaleza. Se refiere a lo que es en-
torno en su sentido más amplio: componentes naturales, sociológicos, ideológicos, culturales... Cuando
hablo de entorno hablo de naturaleza, arquitectura, etnografía, valores culturales, arte...” (Mario,
empresario de hostelería, propietario, 2005)
Algunos de los pocos propietarios que mantienen esta visión integral están
apostando por colaborar con la Administración de Cultura y Medio Ambien-
te, por ejemplo con la próxima restauración del molino del Collado de los
Genoveses, en la que se pretende poner en marcha la maquinaria. Esta rehabi-
128
Capítulo III
“Yo es que odio la ruina. Y todo esto se está convirtiendo en una ruina desde hace cuarenta años.
Y aquí hay cosas que merecen ser cuidadas y valoradas.(…) A mi me gustan mucho las cosas de
etnografía. Los aperos, las cosas de esparto, voy coleccionándolos… tengo hasta una mesa de hacer
chorizos (…) Mi mujer es de aquí, de Fernán Pérez y yo aún recuerdo cuando esto era todo verde, con
parras, olivos, higueras, cereal… El parque natural, los del parque es que parece que no lo saben o
no lo quieren saber pero están desertizando la zona”. (Antonio, profesional libre, propietario,
2003)
129
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
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Capítulo III
Aljibe de El Romeral.
©José Antonio Flores
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Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
aperos... lo que hiciera falta. A veces estábamos meses por ahí. Mi padre cobraba
catorce duros por el jornal de un día. Y era un sueldo bueno, de los mejores, un peón
cualquiera no ganaba eso. Trabajo no le faltaba, pero no fue “espabilao” podría
haber ganado… claro que entonces es que no había más. Porque había cortijos que
eran cuatro casas, tres burros… (...) Yo creo que la gente de aquí no aprecia las no-
rias, los aljibes… parece como si le tuvieran manía, como si no quisieran acordarse,
porque aquí es que había mucha miseria, mucha necesidad… Aquí se dejan ir, se
han enterrado un montón de norias. Y si se piensa en las norias, se piensa en cómo
era antes todo... y no quieren. Ese de ahí, que le dicen “el italiano”, enterró una
noria hace poco. Aquí es que no se preocupan, todo se está perdiendo…. (Manuel,
obrero industrial jubilado, no propietario, 2003)
Es necesario matizar que, tal como ponen de manifiesto las palabras de
Manuel, esta idea no es compartida por todos mis entrevistados por igual,
pues hay cierto cambio de actitud por parte de los emigrantes retornados o
las personas que cambiaron de oficio y de vida, trabajando en otros ámbitos.
La distancia y el acceso a nuevas formas de consumo así como la expansión
del turismo, está calando entre ciertas capas de la población, dando cierto halo
romántico y de añoranza a las creaciones arquitectónica de los antepasados.
c) Por otra parte, esta valoración sobre los aljibes o molinos se vinculaba a
los técnicos foráneos de la Administración y a las actuaciones y restricciones
impuestas por el parque. Y se producía un rechazo frontal respecto a cualquier
norma que proviniera de esta Administración.
“No yo, yo no uso el aljibe… alguna vez me dice mi mujer que le eche unos repellos, que si se está
cayendo, pero ¿para qué si después no te dejan hacer nada? Esto es una pena. Que cada año está más
seco. Esta rambla de aquí y eso, eso estaba todo lleno de higueras y se han secado, hasta los olivos y los
algarrobos se están secando. … Cada vez llueve menos. Antes se sembraba cebada y trigo y paniza,
y ya nada. Por ahí mi vecino sembró un poco a ver si salía, para los animales, y nada, se secó todo.
Cada vez va a peor, hasta los pitacos se están secando.
(…) Pero la gente del parque… es que deberían buscar un sistema para compensar… pues si
tienes cinco, dos allí y uno de aquí. Porque aquí es que la tierra no vale nada. Todo seco. Ni se puede
sembrar, bueno algo sí. Pero lo que te dejan. (…) Y yo ahí en el barranco quise sembrar unos pinos.
Y fui al parque a que me los dieran y me dieron… me dieron doce y porque el hombre me dio dos
más porque reconocía que era una vergüenza. Y ¿sabe lo que hacen? Hacen campañas en las escuelas
y reparten árboles y luego los dejan arrumbados por ahí. Y si uno quiere sembrar y poner las cosas
bien, pues no le dejan”. (José, agricultor, jubilado, propietario, 2003)
“¿Ven ustedes cómo está esto? Todo caído, todo seco, hecho una pena. Aquí no llueve desde hace
cuarenta años. Antes se sembraba de todo: trigo, maíz, garbanzos… Había olivos y un montón de
higueras. Ya se secó todo. Pero ¿sabes lo que pasa? Que aquí está Medio Ambiente y aquí no se puede
hacer nada. Los aljibes caídos, las casas caídas… (…) El parque nos tiene ahogados. Acabamos de
132
Capítulo III
repartir y tengo cuatro hectáreas aquí y dos hijos, si se pudiera poner un invernadero, pues podrían
aviarse. Pero como han llegado los de medio ambiente, no dejan hacer nada.(…) “(Andrés, agricul-
tor, propietario, 2003).
Estas palabras se veían reafirmadas en otros casos sin hablar con nadie, a
veces por el rechazo que creaba una conversación que en otro sitio hubiera
sido inocua. Otras veces simplemente viendo cómo junto a unos invernade-
ros los aljibes se cubrían de plásticos, gomas y basuras o, en otros casos, se
dejaban ir muriendo poco a poco, cayéndose revoques, piedras... hasta llegar a
situaciones de un fuerte deterioro.
133
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
134
Capítulo III
cemento de la entrada lo que nos deja entrever otras épocas; ni siquiera lo que
nos cuenta Miguel, salpicado con comentarios ora serios, ora burlescos de
Lola, lo que nos permite entender lo que eran estos parajes. Una información
imprescindible se trasluce en el modo de ofrecer unas rajas de tomate; en la
ocupación constante de las manos mientras conversamos, aprovechando para
pelar unos higos chumbos; en la sencillez del mobiliario y los enseres de la
casa... Una forma de vivir y de estar que en nada se parece a la de los nuevos
residentes que han restaurado las casas de la misma cortijada…
Miguel contesta amablemente a mis preguntas sobre el aljibe... y me sor-
prende, él que no ha sido albañil, se detiene en una descripción detallada:
Ahora todo es muy fácil porque mira cogen un arco de hierro o de madera y eso le sirve de base para
la bóveda. Ves esa puerta de ahí, ese es un arco que le dicen de medio punto, eso antes lo hicieron a
mano, pero ahora se pone un arco de madera y ya está.
Mira el aljibe. Eso antes se hacía... se cogía un cordel y se ponía en el centro y se hacia así [con
ligereza campesina de unas piernas de más de setenta años, se agacha en cuclillas y dibuja un circulo
en el suelo] y luego la otra vuelta se iba encogiendo el cordel [como envolviéndolo en un carrete central
imaginario] y así se iban subiendo las vueltas.
También Antonio, en Fernán Pérez había sido muy meticuloso en explicar-
me mil y una de las características de su aljibe de tipo tanque, casi sin darme
tiempo a preguntar:
Este tanque tiene mucha capacidad, es capaz de almacenar 146.660 litros de agua. Por dentro es
enorme, luego voy a buscar la llave... (...) El albañil iba poniendo las piedras por dentro, encajándolas
unas en otras y cerrando el círculo, poco a poco. Elegía las piedras que le iban mejor de tamaño y luego
dejaba una para el final. El salía por [el hueco de] arriba y colocaba luego la última piedra, pero el
defecto sólo se veía por dentro. Si te asomas se ve, por fuera, no.(…)
Muchos aljibes son como de color rojizo, como la tierra y no blancos como los ponen muchos hoy.
Esta mezcla de arena y cal agarra fuerte y no escupe la pintura. No como el cemento, que del salitre
enseguida se cae la cal.
Y Manuel en Las Negras, me había contado:
Sin molde ni nada, porque lo que tiene molde se nota, iban piedra con piedra cerrando hacia arriba.
Mezclaban con arena y cal y frotaban con una piedra porosa [ininteligible] que servia como para ir
alisando, así, en círculo. ¡Anda que igual que ahora, que echas cemento y al poco tienes una grieta!
Pues el sistema que seguían los antiguos, eso lo hacían y no se escapaba nada de agua. Eran unos
maestros. (…) Decía mi padre que el buen hornero salía por el hueco de la última piedra. Dejaba una
piedra “apartá” y esa era la que colocaba al final. Eran unos maestros… justo por ese hueco salían
al final.
Esta minuciosidad en las descripciones y la insistencia en cómo habían sido
construidas estas instalaciones; la rememoración de lo que se conocía y se sa-
bía antes, articula una comprensión diferente de los aljibes, norias, molinos...
135
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
136
Capítulo III
piedras, porque me gusta que quede como era antes...”. Se admira y hay orgu-
llo del saber de los maestros de antes que manejaban su entorno, que hacían
las cosas con lo que había, sin artificios, “sin moldes, porque eso se nota”.
Ese conocimiento del entorno del que se enorgullecen nuestros informan-
tes, viene también a marcar distancias respecto al saber de los expertos. La
exaltación del conocimiento asociado a la construcción de estos bienes y a su
uso, se contrapone aunque de un modo sutil, al desconocimiento de los que
vienen de fuera49.
Los de medio ambiente unos listos de Sevilla, que no es porque sean de Sevilla, pero que no saben.
(Andrés, agricultor, emigrante, 2003)
Por otra parte, la posición subordinada de los elementos culturales a lo que
se denomina patrimonio natural queda clara en la afirmación de uno de los
directores-conservadores del parque o del representante de la Asociación de
los Amigos del Parque:
P. ¿Qué otras actuaciones se hacen respecto a todos esos trabajos asociados a la cultura del agua? R.
El parque lo que le ha tocado es proponer cuáles son zonas de actuación que pueden llevarse a cabo.
Si se habla de limpiar una rambla, o que tenga el aspecto que debería tener... nos toca jugar un poco
con la doble vertiente del valor de esa rambla en la conservación y qué función puede tener como resto
de lo que era el drenaje natural que terminaba prestando servicio de algunas estructuras de la cultura
del agua. La verdad es que se ha hecho un pequeño esfuerzo, pero donde el parque no está metido.
Prácticamente hay muchos aljibes que se nutrían de una pequeña cuenca. Recuperar esa pequeña
cuenca a la vez que va a recuperar el aljibe, pues tiene sentido. Pero si la cuenca está alojando o se
está convirtiendo en una reserva de fauna importante para la producción de presas para las águilas
perdigueras, la actuación que se va a tener respecto a esa rambla va a tener mucho más en cuenta todo
lo que es cobertura vegetal que lo que es servicio al aljibe. Antes llegabas y buscabas todo limpio. Más
o menos con algunas barreras para retener arena y que el agua que llegara al aljibe fuera una agua
mansa y limpia. (Emilio, Conservador del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, 2005)
P. ¿Las reivindicaciones que se hacen está siempre centrada en la naturaleza u os centráis también
en temas de patrimonio? R. Hombre, nosotros intentamos hacer un poco de todo... Más la naturaleza
porque el patrimonio dentro del parque está perdido. El patrimonio, si te has fijado, ahí hay una
torre hecha una mierda... Todo, menos dos o tres castillos, que han... no recuerdo,
el castillo de Carboneras está un poco por fuera arreglado, el de Los Escullos y poco más. Y todo lo
53 Según Agustín Coca, una de las formás en que se manifiesta el rechazo y la rebelión de los autóc-
tonos a los sistemas de gestión de los espacios naturales por parte de políticos y expertos es mediante
la negación de sus conocimientos. Frente la argumentación de cientifismo que aluden los técnicos, las
gentes del campo suelen argumentar que hacen un diseño de oficina, sin conocer la realidad ni la plas-
ticidad del medio (Coca, 2008). Este discurso, por otra parte, es muy frecuente en zonas muy diversas
de Andalucía donde las políticas restrictivas y transformadoras provenientes de Brusela se rechazan, en
general, aduciendo, entre otras, esta argumentación.
137
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
demás está hecho una porquería. Pero claro nosotros como lo que pretendemos es conservar el parque
nos centramos más en las cosas naturales y sobre todo en que no se lo carguen... (Juan José, Asociación
de Amigos del Parque, noviembre 05)
A través de esta subordinación, los antiguos agricultores de la zona ven
ratificada su percepción de que la protección y conservación de los aljibes,
molinos y norias que preconiza la Administración tiene que ver con medio
ambiente. La conexión vincula una serie de precauciones y rechazos encade-
nados. Si no se limpian las canalizaciones ¿para qué sirve un aljibe? Y si no
sirve como aljibe ¿por qué conservarlo? ¿Porque lo dicen los del parque? ¿Para
el turismo? Pues que lo conserven los que se dedican a eso.
Si los de la Ama quieren ver esto arreglado, pues que den dinero y que lo arreglen. Aquí los de la
Ama no dejan hacer nada, pero tampoco arreglan las cosas. Si ni siquiera dejan coger esparto, que se
está perdiendo la artesanía y el esparto cuanto más arrancas, más crece luego. Ni, el otro día estaba yo
pescando y se acercó un sevillano de esos, un listo, a decirme que estaba prohibida la pesca submarina
“se nota que no es usted de aquí” me dijo. Pues será. Pero yo todos los años, aunque no dejen, a una
familia mía que viene les pesco unos mariscos… ¿qué quieren? (...)
El otro día, a mi vecina le arrancaron dos invernaderos. Vinieron y se los quitaron. ¡No lloraba
la mujer! Tiene cuatro hijos y ella decía “y no les dan ni un trabajo”. Con chavales de diecisiete y
dieciocho años ¿Qué hace? Pues no le dieron nada. (...) (Andrés, agricultor, emigrante, 2003)
Las norias, los aljibes y los molinos son considerados elementos obsoletos
en un sistema en el que prevalece la agricultura intensiva50. Esta agricultura
es el elemento transformador de la economía de la zona y lo que la mayoría
de los paisanos liga con su bienestar y con el de sus hijos. Una agricultura
que, por parte de los “defensores de la naturaleza”, es considerada como no
deseable, contaminante y paisajísticamente reprobable. La asociación entre
protección cultural y protección medio ambiental, desde las percepciones de
los “autóctonos” asimila ambas actuaciones como un sistema que impone
restricciones: no hacer invernaderos, no construir una casa, no pescar ni ma-
riscar, no sembrar, conservar, mantener… y además no de cualquier modo:
“¿pero qué quieren? Porque ahora llega cultura y te dice que no puedes ni tocarlo… claro
que yo el año pasado arreglé el aljibe. Llamé al Antonio, un colega albañil, y le echó una
capa de cemento… que aguantara”
50 Los aljibes que vimos en funcionamiento, la mayoría ya alimentados por pozos con motor, que
permitían llenarlos a conveniencia, se usaban para regar pequeños huertos, arbolillos o campos. Los de
consumo doméstico sí que se usan por la escasez de agua potable –la calidad del agua en muchos de
estos lugares no aconseja que se beba- y la creencia en la salubridad del agua de lluvia (por otra parte
negada por los “expertos”).
138
Capítulo III
139
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
140
Capítulo III
1.
Este proceso de patrimonialización que afecta a molinos, aljibes, norias, etc.
no puede considerarse de modo aislado, sino como un paso más dentro de
un conjunto de políticas proteccionistas o “paternalistas”, como diría Palsson
(1999), que afectan a este territorio. La actuación más sobresaliente y que
marca todo el conjunto es la declaración de Parque Natural y, en general,
las políticas de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía. Esta
actuación proteccionista del territorio es muy contundente en sus efectos y
restringe el uso del suelo a actuaciones que en otros ámbitos serían consi-
deradas “legítimas” y que incluye procesos de intensificación agrícola o de
especulación del suelo y urbanización masiva. Por sus consecuencias y por los
modos concretos en que se está desarrollando, la protección del PN genera
apoyos y oponentes, y suele ser criticada por dos de los sectores de poder del
municipio, tanto por los grupos “ecologistas” y los empresarios turísticos del
parque, como por los propietarios y agricultores “autóctonos”.
El caso de la inscripción genérica colectiva de los aljibes, norias y molinos
del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar en el CGPHA, es paradigmático en
su vinculación con la Administración de Medio Ambiente. No es sólo porque
la propia Consejería de Medio Ambiente lo promocione, es que atiende a dos
aspectos fundamentales de su política:
-En primer lugar, a su interés por promocionar actividades económicas
“compatibles” con la protección o, dicho en términos del PDS, por incentivar
un “turismo de calidad”. Por su carácter disperso en el territorio y por la ac-
cesibilidad exterior, este tipo de bienes (aljibes, norias, pozos, molinos…) son
idóneos para la promoción de senderos y de diferentes actividades turísticas
141
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
142
Capítulo III
2.
A lo largo de los últimos 20 ó 30 años se ha ido trabando una alianza entre los
grupos ecologistas y conservacionistas y los turistas-residentes, artistas, em-
presarios turísticos y otros colectivos “distinguidos” que viven en el parque…
en su mayoría pertenecientes a clases medias con un nivel medio y alto de
educación formal. Este grupo, que impulsó y apoyó la declaración de parque
natural, demanda actuaciones proteccionistas más contundentes y que frenen
el avance de los cultivos y del crecimiento de suelo urbano dentro del parque.
Reivindican su legitimidad en la toma de decisiones del territorio precisamente
en sus actuaciones del día a día para protegerlo de los avances imparables de
la especulación del suelo, de la contaminación agrícola, de la degradación, etc.,
que lo llevarían a su destrucción. Ellos consideran que son los que han descu-
bierto la belleza, la armonía, la luz, el primitivismo de estas orillas, los que las
han mostrado al mundo y los que luchan por preservarlas.
Este grupo de residentes, empresarios turísticos, intelectuales, artistas, etc.
ha unido a la dimensión natural y virginal del parque una dimensión estética
y contemplativa del territorio. Una formulación que se ha transmitido a la
arquitectura dispersa del parque, como los cortijos, norias, aljibes… que se
interpretan como un elemento más configurador de la belleza y la sinuosidad
del paisaje.
Respecto al proceso de patrimonialización de los bienes que estamos con-
siderando, este colectivo en su conjunto no ha tenido una actuación con de-
masiado protagonismo, pero sí que han sido importantes ciertos individuos
y empresas –algunas de ellas con mucho peso político y económico en la
zona- orientadas a un turismo de calidad, e interesadas en una visión com-
pleja del medio-ambiente que incorpore la dimensión antrópica como una
parte fundamental. Este sector ha demandado en la última década la puesta
en valor de estos bienes, fundamentalmente de cara al negocio turístico. Con
dos objetivos: 1. Dar la apariencia de un parque cuidado, sin ruinas ni zonas
degradadas, preocupado por el patrimonio y 2. Establecer rutas, senderos y
diversas actividades de turismo activo y que permitan la desestacionalización
turística.
En el diseño de una estrategia orientada a un turismo “de calidad” o “no
masivo” este sector se presenta como aliado de la Administración de la Junta
de Andalucía y ha procurado hacer valer su perspectiva en el consistorio local
a través de ciertos sectores alternativos al gobierno socialista.
143
Aljibes y molinos en Cabo de Gata - Nijar
Por otra parte, tanto sus objetivos últimos respecto al territorio municipal
como los significados que añaden a los bienes patrimoniales, en su dimensión
estético-contemplativa y naturalista, se perciben como opuestos por parte del
otro sector de la población de Níjar.
3.
Otra perspectiva diferenciada sobre el territorio y sobre los bienes patrimo-
nializados es la que presentan los grupos de antiguos propietarios del par-
que –viejos campesinos, pescadores y mineros- y los agricultores del área de
Campohermoso, colonos provenientes de otras zonas de Níjar y del entorno
almeriense o granadino.
Sus reivindicaciones sobre el territorio y su derecho a gestionarlo se asien-
tan en los derechos de la herencia, el sufrimiento y el trabajo. Una tierra mi-
serable, durante siglos abocada al olvido, sostenida, cultivada y trabajada por
sus antepasados y que ellos y sus padres, a través del esfuerzo, del trabajo, de
la inversión y del riesgo en los invernaderos han convertido en la una de las
regiones más ricas del sur de Europa. Lo que, muy expresivamente, se deno-
mina “el oro verde de los invernaderos”.
La permanencia en la tierra de sus padres, el cambio en la calidad de vida,
la mejora en las infraestructuras y en las condiciones generales del municipio,
el acceso a servicios escolares, de sanidad, cultura, etc. y también el enrique-
cimiento individual, se asocian con la agricultura bajo plásticos. Su visión del
territorio es principalmente productivista, orientada al crecimiento económi-
co y a un crecimiento inmediato. Se busca una rentabilidad que les permita
huir de las miserias del ayer, pero que se basa en unas fórmulas de producción
asociadas a la autoexplotación de la mano de obra familiar, a la degradación
medioambiental y a condiciones de explotación para los trabajadores extranje-
ros. Este modelo de enriquecimiento rápido se está trasladando desde la agri-
cultura a los sectores de la construcción y del turismo masivo, sin detenerse a
reflexionar sobre los límites y el futuro de la propuesta que se hace.
En el proceso de patrimonialización este sector tiene un posicionamiento
de resistencia. En general, se insiste en el valor de uso, en la dimensión fun-
cional de estos inmuebles como su sentido más contundente, oponiéndose a
unas resemantizaciones que no son coincidentes con la memoria social de la
que son depositarios y que avala sus identificaciones actuales. Una memoria
que insiste en la dureza del trabajo en las condiciones del pasado –adecuación
144
Capítulo III
de las ramblas, limpieza de los lodos depositados en los aljibes, recorrer largas
distancias con el ganado en busca de alimento y agua, etc.-, en la miseria e
incluso en la muerte asociada a pozos y aljibes. Desde cierta perspectiva, los
nuevos significados que se están dando a estos bienes se perciben como una
expropiación del sentido del que estos grupos se consideran legítimos depo-
sitarios. Por ello la valoración positiva que se vincula a estos elementos está
ligada a su funcionalidad y al “saber hacer” de los antepasados, que con estos
conocimientos lograron el derecho a vivir en su tierra. Un derecho legítima-
mente heredado por sus sucesores51.
En síntesis, el proceso de patrimonialización respecto a los aljibes, norias y
molinos de la zona es paralelo y sustenta la nueva imagen cultural de este terri-
torio en tanto que espacio protegido. En este proceso de resignificación estos
bienes se conciben como muestras de la adaptación del hombre a la naturaleza
y como hitos estéticos en el paisaje. Unos nuevos contenidos semánticos que,
no casualmente, resultan ser idóneos para la explotación turística del territorio.
Es su valor de mercado lo que ha incentivado la sucesión de actuaciones sobre
estos bienes y la que sigue primando en los procesos de restauración y musea-
lización. A esta resignificación simbólica se opone un sector de la población
que considera a estos elementos ligados a su memoria y que reivindica su valor
de uso (Moreno, 1999; 2001). Fue su utilidad lo que les dio razón de ser –y ese
sentido pueden ser significados como muestra del ingenio y del saber hacer
de los mas viejos- esta misma utilidad es la razón de ser de los invernaderos.
Una utilidad que, según ellos, avala los derechos de los agricultores sobre un
territorio que consideran propio.
51 Discursos de identificación similares sobre el territorio y sobre los derechos adquiridos han sido
documentados en diversos trabajos de investigación como los de Sabuco, 2005; Valcuende, 1999; Quin-
tero, 2000.
145
CAPÍTULO IV
PEGALAJAR:
EL (DISPUTADO) PATRIMONIO DEL AGUA
Capítulo IV
Huerta de Pegalajar
Lugar de interés etnológico
Fecha de inscripción: 2001
147
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
“La Charca
La Charca es un embalse que recoge las aguas del nacimiento de la Fuente de la
Reja desde tiempos medievales. En un principio fue una simple presa con un muro
de piedra de contención y unas compuertas que regulaban la salida del agua a través
de una intrincada red de kilómetros de acequias. Éstas regaban las tierras de huerta y
olivar situadas al Sur del núcleo urbano, distribuidas en bancales. Los caces superiores
servían de límite Sur a la población, delimitando así el crecimiento urbanístico de Pe-
galajar.
Este manantial nunca ha sido suficiente para fertilizar todas las tierras que se ex-
tienden en nivel decreciente hacia el río Guadalbullón. Por otra parte, siempre han
sido muy numerosos los años de sequía, en los que el volumen aforado por dicha
fuente disminuía de una forma considerable, debido a que la superficie piezométrica
del acuífero situado al Norte de la población, que da lugar al manantial de la Charca,
está ligada a conducción por galerías con fenómenos de sifonamiento.
(…)
La Charca en las últimas décadas
La Charca aun hoy día mantiene la fisonomía de esta última reforma [1949], la cual
levantó en la población expectativas de desarrollo y progreso, gracias al importante
volumen de aforo de la Fuente de la Reja. A partir de 1950, el paseo de la Alameda de
la Charca desplazó de una forma categórica a la Plaza de la Constitución como zona
de recreo. La Charca pasó a ser el centro de la vida de ocio y fiestas de los pegalajeños.
En su recinto se realizaban diversas actividades, como eran los baños, audiciones mu-
sicales, paseos en barca, piragüismo, natación... La década de los sesenta fue la época
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
53 Mágina como ámbito comarcal no deja de resultar una entidad más o menos difusa, primero por su
desvertebración interna. Por otra parte, los límites comarcales al sur son bastante difusos respecto a la
comarca de los Montes, en Granada, con la que existen fuertes relaciones (Cano, 2002). En este texto,
no obstante, vamos a considerar la Comarca de Mágina tal como se ha delimitado a efectos del Parque
Natural y que se refuerza por la obtención de un Leader II de 1995 a 2001.
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
54 Marlina o Muebles Pegalajar dan empleo directo a más de un centenar de personas y generan muchos
más empleos indirectos. En Pegalajar los empleados del sector manufacturero, centrado mayoritaria-
mente en este tipo de empresas, suman 290 personas –mayoritariamente hombres- (IEA, 2001).
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
55 La tasa de analfabetismo, del 16% en 2001 es muy superior a la media provincial del 6,4% y a la
andaluza, cifrada en el 4,4%. Fuente Censo de Población 2001, SIMA.
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
los grupos más de derechas, votantes de la UCD y que obtuvieron cinco con-
cejales frente al sector de obreros agrícolas y otros pequeños propietarios, que
sostendrían el voto del PTA, PC y PSOE.
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Capítulo IV
57 Para mejor visualizar las tendencias he simplificado la leyenda. Los votos de 1979 no son a AP, sino
a la UCD, lo que explica la posterior caída. También se han integrado en la leyenda “IU y anteriores” las
candidaturas del PTA y el PCA-PCE de 1979, cuyas cifras pueden verse en el cuadro 4.8. En 1983 las
agrupaciones presentadas fueron el CUT con 310 votos y el PCE con 297 papeletas.
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
164
Capítulo IV
58 La Junta Sindical del Repartimiento de Aguas se crea en el siglo XVIII con unas normas
conocidas como “Repartimientos de Presa”. Algunos reglamentos o modificaciones pos-
teriores son de 1828 y el de 1860 estuvo vigente hasta una reforma de 1967. (Escalera,
Polo, Diaz, Torres y Liétor, 2004: 65).
165
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
más grande), o haber recibido en herencia varios poyos, la mayoría de las fa-
milias del pueblo tenían una pequeña parcela, un poyo de unos 1000 metros
cuadrados o un poyato de unos 500 metros e incluso menos.
La abundancia de agua y el abonado constante permitían la extracción de
varias cosechas anuales, combinando cereales, maíz, y “un piojal” o zona dedi-
cada a hortalizas. El hortelano cuidadoso disponía las pimenteras, tomateras,
las matas de pepino, calabazas o papas según las características del terreno. En
las lindes, al borde de los bancales, los frutales, con abundancia de higueras y
granados además de perales y manzanos. De este modo el arbolado no estor-
baba el desarrollo de la plantas a la vez que daban abrigo al poyo.
Un Comisionado, periódicamente elegido, se encargaba de regular los con-
flictos y de obligar al cumplimiento de las normas. Por su parte los “regaores”
trabajaban a diario, en turnos que variaban con la época del año y las cosechas,
para conducir el agua a las parcelas. El sistema de distribución estaba perfec-
tamente establecido, así como las prioridades de las huertas sobre las olivas.
En las olivas estaba el agua desde octubre hasta abril o mayo. Las olivas que es lo que es desde los
poyos de abajo hasta la autovía. Antes estaba [el agua] en las huertas, en las hortalizas y el maíz.
En la huerta se sembraba primero y lo regábamos nosotros, el maíz. Pero antes se sembraba también
cebada, habas trigo y… Depende de cómo viniera el año. Si llovía, pues nada, pero si no llovía y
los cereales se quedaban justos se regaban. Eso era en mayo, junio o julio. (Alfonso, regaor, 70
años)
Según recuerdan los más viejos del lugar, la huerta antes era lo que daba
166
Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
alguna chocilla en el poyo o a las cuevas y casas que hay en la zona de “Val-
delascuevas” (Escalera y otros, 2004). Recuerdan algunos que entre acequias
y plantas se estaba más fresquito, pero también hacen memoria de cómo los
veranos eran tiempos sin trabajo en otras cosas, sin salarios. Una época que se
podía aprovechar para hacer cuelgas de tomates, pimientos… había que “es-
morzar” el maíz, que secar los higos… muchas tareas en las que se ocupaban
las mujeres y los niños. Como decían también algunos “es que en la huerta no
se gastaba nada”.
…y luego estaba que no tenías na pero menos gastabas allí en la huerta. Allí no había na que gastar,
podía estar descalzo, allí no gastabas nada, con la ropa vieja… no gastaba en bares, no gastaba en
ropa, comer lo que había: conejo, tomates, hortalizas… desde que acababas la siega no había nada
que hacer, ya no había trabajo ninguno [se refiere a jornales o tareas comercializables] (Antonio,
agricultor, propietario, 50 años)
La huerta era lugar de paseos, de encuentros, de juegos de niños… el sen-
tido lúdico del agua brota en las conversaciones aludiendo al lavadero, las
acequias, la charca… juegos, bromas, risas conforman un entramado emotivo
plagado de alegrías y buenos recuerdos.
“Y de la huerta me acuerdo de jugar con los barquitos de papel que los poníamos por las acequias
y de jugar por toda la huerta… También había cosas desagradables que mataban a los gatos, a las
crías, las tiraban a las acequias para ahogarlas. Juan Antonio, profesor, propietario, 45 años, julio
2004
De chicas mojábamos los pies en el pilón ese del lavadero, nos ponían mientras lavaban. Y allá
estabas esperando a que se le escapara a alguna el jabón y ¡a correr por el jabón! [risas]” (Maria,
ama de casa, 40 años, agosto 2004)
Las características excepcionales de este entorno, su vegetación, los siste-
mas de cultivo que se producían, propiciaron su catalogación como “Paisaje
Agrario Singular” en el Plan Especial del Medio Físico de Jaén de 1986.
Junto a la Huerta, en los relatos sobre el pasado aparece inevitablemente
la Charca. Todos los pegalajeños con los que he conversado me han conta-
do buenos recuerdos de la Charca. Se acuerdan de cómo escamoteaban el
pago al encargado cuando de chiquillos no habían conseguido la peseta o el
duro –según los tiempos- que cobraban para el baño. Cuentan con risas cómo
aprendieron a nadar, jugando desde la parte que cubría menos hasta la más
profunda. Comentan con añoranza lo fría que estaba el agua “de media char-
ca para arriba” y “las caras de muertos que se le ponía a los forasteros”. En su
memoria quedan las competiciones de piragua, las casetas para cambiarse, las
hamacas, los paseos en barca, las bromas, las fiestas…
168
Capítulo IV
Y se secó la Fuente…
En octubre de 1988 se secó la Fuente de la Reja. El manantial dejó de ma-
nar, la charca quedó vacía, por las acequias dejó de correr el agua y los piojares
se agostaron. El pueblo quedo sin agua para beber, ni lavar, ni asearse… Los
camiones cisterna estuvieron llevando agua a la población una temporada. Era
la ruina para el campo: algunos agricultores intentaron abastecerse de pozos,
comprar mangueras de riego y llevar agua a las parcelas más cercanas al río. El
ayuntamiento compró un motor pretendiendo subir el agua… Meses después
el abastecimiento del pueblo se solventó parcialmente realizando una nueva
perforación en una cota más alta que la del manantial de la Reja, con lo que se
consiguió agua para las casas.
Y cuando se habían solucionado los problemas más urgentes del abasteci-
miento cotidiano, cuando algunas olivas se estaban regando ya con agua del
Guadalbullón, ese fue el momento en el que los vecinos sufrieron el impacto
de la perdida terrible que habían tenido. Los veranos pasaban y la charca esta-
ba vacía, la huerta seguía seca, no solo no había piojares, también los frutales
iban secándose y muriendo poco a poco. El agua que daba alegría al pueblo,
que suscitaba paseos por la huerta, que iluminaba los atardeceres de asueto,
que acompañaba el ir y venir de los vecinos, que llenaba de jolgorios los vera-
nos… ya no estaba.
“Es que [la Charca] es la vida. Hombre es que nosotros los que estamos aquí no he-
mos visto nunca el pueblo sin charca. Es que el pueblo se ha criado alrededor del agua.
Para bañarte, para la agricultura, para verlo, como de paisaje, entonces no podemos
concebir la charca vacía.” (Nieves, empresaria, 40 años, julio 2004)
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Capítulo IV
61 Debo recordar una vez más que la dicotomía culto o elite / popular o pueblo es demasiado simpli-
ficadora. En efecto, la tecnología hidráulica de Pegalajar muestra una sucesión temporal en la que puede
vincularse con una serie de conocimientos técnicos muy cualificados, cuyo diseño en la época bajo
medieval probablemente estuvieran vinculados a ciertos sectores “cultos” de la población. Su manteni-
miento, desarrollo y transformación a lo largo de decenios ha hecho depositarios de estos conocimien-
tos a temporeros, campesinos y medianos propietarios, desligándolo progresivamente del conocimiento
formalmente reconocido de las academias. Sin embargo las vinculaciones y relaciones entre estos dos
aspectos –culto/ popular- no deben minimizarse en ningún caso.
175
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
176
Capítulo IV
63 A esta falta de coordinación sectorial y entre administraciones deben achacarse muchos de los dete-
rioros que ha sufrido la integridad física del bien. Además de la ausencia de presiones o de reclamaciones
formales a la CHG, hay que lamentar otros errores manifiestos. Por ejemplo, el que no se hayan sepul-
tado las balsas de alpechín ubicadas en la huerta y no hayan multado a los responsables –se afirma que
eso se hará una vez aprobado el Plan Especial-. También es denostable el que la Consejería de Medio
Ambiente, junto con el Ayuntamiento hayan financiado la ubicación de una depuradora en el centro de
la Huerta –se realizó antes de la inscripción del bien-. O que se hayan consentido modificaciones ilegales
como nuevos muros, alambradas, etc. Todo ello sin calificar, porque los adjetivos quizá no fueran ade-
cuados en un texto como este, la permisividad de diversas administraciones en relación con la reciente
construcción de viviendas en la huerta.
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
diéndose las instituciones de gestión del agua y los usos comunitarios ligados
a ella64. El proceso es irreversible y una parte del deterioro se relaciona con no
haber sabido dimensionar la importancia de “la actividad” o “lo inmaterial”.
- Segundo, porque no se han hecho las más mínimas inversiones de conser-
vación que se hubieren realizado en el caso de un bien de relevancia artística o
histórica más llamativa. ¿No es suficiente antigüedad la de una obra hidráulica
de origen bajo medieval? ¿Por qué no se han realizado excavaciones? ¿Por
qué no se ha invertido en la conservación de las hormas? ¿Por qué no se ha
impedido la ubicación de una depuradora en el mismo corazón del territorio
a proteger?
- Tercero, porque se ha intentado asociar a esta catalogación de Lugar de
Interés Etnológico la protección del núcleo urbano, sin desligarlas. En la de-
finición del entorno del bien se ha incluido la mayor parte del núcleo de po-
blación, siguiendo en apariencia un criterio paisajístico o de visibilidad –así se
referencia en la documentación para la inscripción-.
- Cuarto, porque, en definitiva, no se ha procedido respecto al bien ponde-
rándolo como un elemento integrante de la identidad pegalajeña. Un elemen-
to que afecta al modo en que se define una parte importante del vecindario y
que está sometido, en cuanto que símbolo, a las presiones e interpretaciones
de los diferentes sectores de poder local y extralocal.
Respecto a esta ultima afirmación, cabe observar que efectivamente, el pro-
ceso de catalogación “se ha vuelto en contra” de la conservación del bien y de
los valores que decía proteger.
La simbolización en torno al agua y al conjunto de Fuente-Charca y Huerta
que ha abanderado el movimiento vecinal, ha vinculado el modelo de iden-
tificación liderado por este sector a la catalogación del bien. Sin embargo,
para el otro sector de la localidad el proceso de catalogación es un freno al
64 Por ejemplo, hasta 1988 una docena de regadores se encargaba de la distribución del agua. Cada
propietario de la Huerta estaba obligado a reparar sus hormas y a tener perfectamente limpia su parte de
acequia correspondiente. Las obligaciones y las relaciones que de este uso derivaban se han ido murien-
do con el desuso. Durante unos años se han mantenido dos regaores, que finalmente fueron jubilados…
todo el conocimiento y todo el ámbito de relaciones a él vinculado se ha perdido ya. Puede considerarse
parte de los procesos de transformación social, o como afirman algunos vecinos es que “no se puede
seguir viviendo en la edad media”. Sin embargo, una gestión más eficaz del bien o el desarrollo de ciertos
protocolos de actuación respecto a las “actividades etnológicas” podrían haberse orientado a la investi-
gación y documentación de estas fórmulas. Sobre este debate véase el capitulo final.
178
Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
estudio realizado se traduce en una visión sensacionalista que desborda la realidad del
mismo” (Acta de Sesiones del Pleno de 14 de septiembre de 2004, Ayuntamiento de
Pegalajar).
La Consejera de Cultura, en respuesta a una pregunta de un representante
parlamentario de IU, ha vuelto a insistir en que “la Consejería sigue firme en
que no se han perdido los valores y por tanto, no vamos a ayudar a esa desca-
talogación porque consideramos que siguen vivos” (DSCA 72/VII Legislatu-
ra, Sevilla 18 de noviembre de 2004, pp. 1890).
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
“los maestros”. Otro sector y otras experiencias a considerar son las vincula-
das con el movimiento jornalero. El SOC estaba bien asentado en Pegalajar
y su capacidad de atracción y movilización queda constatada en las reivindi-
caciones de los años ochenta, la fuerza del PTA en las primeras elecciones
municipales o el envío de representantes locales a los diversos congresos na-
cionales67.
Las experiencias del movimiento campesino andaluz, junto a las vividas por
otros grupos que fueron estudiantes a finales de los setenta, además del clima
político de reivindicaciones experimentado por los andaluces y las andaluzas
durante la Transición, configuraron un bagaje de cultura política que permitió
la organización de las reivindicaciones. Por ejemplo, el uso de mecanismos
como las asambleas para la toma de decisiones, la elección de representantes
o “Coordinadora”, que actuase en nombre de todos, la forma en que se arti-
culan las acciones callejeras…
Por otra parte, las características de las personas y los grupos vinculados al
movimiento permitió la creación temprana de un mecanismo de difusión de
las acciones, decisiones, reivindicaciones y demás acontecimientos que afecta-
ban al colectivo: el Boletín Informativo que se edita por primera vez en junio
de 1992 y que continúa publicándose. Un ámbito propio de comunicación que
permite dar difusión a algunos aspectos considerados centrales por los líderes
del colectivo, informar de actuaciones de carácter burocrático y técnico, así
como contestar a sus oponentes.
Desde un principio, este movimiento identificó como primer oponente al
Estado, especificado en la institución gestora del agua, la Confederación Hi-
drográfica del Guadalquivir. Era a la vez oponente y el ámbito principal de la
demanda del colectivo, pues de ellos dependía que se atendiera a las peticiones
sobre el derrame de la fuente. Sin embargo, un movimiento tan consolidado
en sus inicios tuvo también un antagonista bien definido en el ámbito local: el
grupo socialista de Pegalajar y, durante un tiempo, la alcaldía del ayuntamien-
to.
El Grupo Socialista, que gobernaba desde 1991, quedó fuera de la Comi-
sión Mixta tachándola de ilegal (Boletín Informativo nº 2,1992). Las desave-
67 Por ejemplo, en uno de los momentos de crisis del SOC en 1987, cuando sólo veinte municipios
andaluces se reunieron en el IV Congreso celebrado en Sevilla, Pegalajar envió dos comisionados (Mo-
rales Ruiz, 2000: 204).
183
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
nencias entre el PSOE local y los otros grupos políticos locales (en principio
IU y PP, finalmente sólo IU) así como respecto a la Asociación de la Fuente de
la Reja, entraron desde entonces en un proceso de oposición y enfrentamiento
mutuo, en el que las alianzas y estrategias han ido variando con los años, pero
que permanece hasta hoy.
¿Cómo se explica que el PSOE liderara los antagonismos?
En primer lugar, y durante la etapa inicial del movimiento, hay que tener en
cuenta que este partido ocupaba la esfera institucional casi sin fisuras. Si el Es-
tado se configura como oposición por definición de los movimientos sociales
(Ibarra, 2001), el partido ininterrumpido en el gobierno español desde 1982
a 1996 fue el PSOE y en Andalucía tiene mayoría parlamentaria desde las pri-
meras elecciones autonómicas hasta hoy. También ocupaba el espacio político
local y lo que es más actuaba como un filtro selectivo, respecto a otros niveles
e instituciones de la Administración, a través de la Diputación de Jaén y de los
diputados de la zona, con reconocidos líderes en el gobierno autonómico.
En segundo lugar, en 1992 el partido socialista llevaba más de diez años en
el gobierno, el principal empeño en sus dos últimas legislaturas era la moderni-
zación del país y la adecuación de los territorios, las economías y la legislación
a la integración europea. Europa era –todavía es- el modelo indiscutible, a sus
dictámenes y necesidades había que plegar nuestras producciones, trabajos y
ordenación del territorio. En este contexto, el modelo propugnado por el par-
tido del gobierno para Jaén fue la expansión absoluta del olivar, continuando
con una tendencia que venía produciéndose desde finales del siglo XIX. Una
expansión vinculada a su puesta en regadío y a la modernización de las al-
mazaras. Esta política se ha visto respaldada por los intereses de una serie de
líderes locales y provinciales cuya posición socioeconómica se ve beneficiada
por estas actuaciones, atrayendo además a un sector de población de media-
nos propietarios, generalmente situados en una posición de voto de centro.
Por ejemplo, se debe tener en cuenta que la actual alcaldesa de Pegalajar es hija
de uno de los grandes propietarios de olivar del término. Un colectivo, el de
los mayores propietarios de olivas, que ha presionado en repetidas ocasiones,
a través de su posición en la Comunidad de Regantes y de diversas alianzas
políticas, en pro de la expansión del regadío del olivar y que se ve perjudicado
en sus intereses por las demandas de sobreexplotación, caudal ecológico, etc.
En tercer lugar, el proceso modernizador de la época obligaba a una serie
de alianzas locales en las que el control político de ámbitos como Mancha
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
las instituciones.
En este recorrido, casi parece haberse cumplido la “ley de hierro” del ciclo
vital de los movimientos sociales con una tendencia irremisible a la institucio-
nalización (Ibarra, 2001). Se pasaría del surgimiento y despegue caracterizados
por la confrontación, movilización y participación horizontal al desarrollo se-
ñalado por la cooperación, institucionalización y jerarquización. Algunas ex-
cepciones y las características específicas del ciclo en Pegalajar se describirán
someramente a continuación.
Desde 1992 a 1996 se extiende un ciclo de reivindicaciones y posiciona-
miento activo de la mayor parte del pueblo de Pegalajar. Las reivindicaciones
son numerosas, aunque preferentemente concentradas en el verano y reitera-
tivas. Se hicieron hasta cinco concentraciones en la Charca, con gran afluencia
de pegalajeños y también de los emigrantes que retornan en estas épocas va-
cacionales. Las acciones en la Charca, están además connotadas por una gran
eficacia simbólica para los vecinos de Pegalajar. Otras acciones demostrativas
son por ejemplo las manifestaciones. Se centran primero en Jaén, desde
1993 a 1997 consecutivamente. Con posterioridad, sobre todo en 1996, las
fórmulas de reivindicación se diversifican, buscando además la repercusión en
el ámbito andaluz: manifestación en Sevilla, recogida de firmas, protestas en
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (1996 y 1997)…
Las acciones van subiendo de tono, teniendo una dimensión de mayor
confrontación como el corte de la autovía de 1996. La protesta se hace más
fuerte cuando se observa que con el paso de los años las reivindicaciones no
obtienen respuesta, llueve y sin embargo la fuente no mana y los procesos
legales en marcha incumplen año a año los plazos. También el apoyo firme del
gobierno municipal permite redoblar los esfuerzos (ha cambiado la estructura
de oportunidad política en el ámbito local respecto al principio de las movili-
zaciones).
187
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
1992
- Concentración en la Charca (6 de junio)
- Encierro de vecinos en el ayuntamiento (julio)
- Pintada colectiva en la Charca (julio)
1993
- Concentración en la Charca (13 de junio)
- Manifestación en Jaén (10 de julio)
1994
- Concentración en la Charca (5 de junio)
- Manifestación en Jaén (23 de julio)
1995
- Concentración en la Charca (16 de julio)
1996
- Encierro en el Ayuntamiento (verano)
- Concentración-manifestación en Sevilla
- Concentración en la Charca (21 de julio)
- Manifestación en Jaén (14 de septiembre)
- Recogida de 10.000 firmas. Entrega Ayuntamiento y Parlamento de Andalucía
- Encadenamiento en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (Jaén)
- Huelga General pro-recuperación de la Charca (22 de octubre)
1997
- Se paralizan las movilizaciones tras la recuperación de la Fuente en enero.
- Concentración en el Ayuntamiento tras la nueva desecación (15 de agosto)
- Encierros y asambleas semanales en el ayuntamiento (septbre., octubre y noviembre)
- Protesta vecinal en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de Jaén (octubre)
- Manifestación en Jaén (octubre)
- Nuevo afloramiento de la Fuente de la Reja y paralización de las movilizaciones (25 noviem-
bre).
188
Capítulo IV
189
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
ciales. Estas actuaciones van a ser una constante para la Asociación, aunque
se incrementarán y sobre todo serán más centrales a partir de la segunda etapa
del movimiento vecinal. La transformación de la Comisión Mixta en una Aso-
ciación Vecinal, fue realizada según el asesoramiento de un gabinete jurídico
de Granada ya a finales de 1992. Lo que se buscaba constituyéndose como
Asociación era precisamente tener entidad jurídica reconocida para demandar
una serie de actuaciones.
Aún cuando los frentes abiertos se expandían en distintas direcciones, dos
vías se mantuvieron a lo largo de todos estos años. La primera y fundamental
tenía que ver con las medidas legales asociadas a la declaración de sobreexplo-
tación del acuífero, así como con las propuestas de soluciones que reclamaba
la asociación. La segunda estaba relacionada con el reforzamiento de esta de-
manda mediante la protección de la Huerta, para ello se solicitó a la Consejería
de Cultura y Medio Ambiente su catalogación como Conjunto o Sitio Histó-
rico.
La declaración de sobreexplotación del acuífero lleva aparejadas una serie
de medidas legales previstas en la Ley de Aguas y en el Reglamento del Domi-
nio Publico Hidráulico que son:
- La constitución de una Comunidad de Usuarios del Acuífero
- La paralización de los expedientes de autorización o de concesión de aguas
subterráneas y de los que estuvieran en trámite. También de las nuevas capta-
ciones.
- Elaboración de un Plan de Ordenación de Extracciones
- Control de las extracciones por medios científicos y técnicos adecuados.
La inacción de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir va a gene-
rar, por parte de la Asociación, numerosas peticiones de información, instan-
cias, requerimientos al Defensor del Pueblo y finalmente en 2001, la presenta-
ción de un recurso ante el Juzgado de Granada.
La Asociación vecinal realiza una apuesta desde el principio por defender
los derechos históricos de Pegalajar al agua de la Fuente de la Reja. En
documentos de 1995 se recoge esta reivindicación formulada a la Comisaría de
Aguas de la CHG (Boletín Informativo nº 8, 1996). La vuelta provisional del
agua en 1997 permitió la medición del caudal y la Asociación estima que “una
vez aforada la fuente, debe ser inmediata su inscripción en el Registro de Aguas Públicas.
Para ello el Ayuntamiento y la Comunidad de Regantes deben solicitar la correspondiente
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
de 2003.
La Asociación Vecinal de la Fuente de la Reja desarrolló en esta etapa una
gran actividad de carácter burocrático.
La dificultad de movilización social traslada el ámbito de acción hacia la
realización de actividades formativas y culturales. Desde el principio de la mo-
vilización, algunos de los integrantes más destacados de la Asociación habían
colaborado realizando diversas publicaciones centradas en Pegalajar. se fueron
publicando diversas obras que profundizaban en características del pueblo y
del bien a catalogar. Permitían en definitiva una revisión racionalizada de los
discursos que se daban desde el movimiento social. Apoyaban las reivindica-
ciones del mismo, centrándose en datos de carácter histórico, como los oríge-
nes de la Fuente de la Reja, de la Comunidad de Regantes, las características
del entramado de acequias, los usos de los molinos hidráulicos, etc.
Esta línea de trabajos se vio acentuada con la colaboración de diferentes
profesores y estudiosos que se interesan por el tema. Expertos geógrafos en la
temática hidráulica como Leandro del Moral, reconocidos antropólogos como
Javier Escalera y sociólogos con gran prestigio en el ámbito del campesinado
andaluz como Eduardo Sevilla, prestaron su colaboración en Pegalajar. Fruto
de estas relaciones es la realización de diversos estudios, campos de trabajo,
jornadas…
En 2001, 2002 y 2003 se realizaron Campos de Trabajo financiados por el
Instituto Andaluz de la Juventud, los dos primeros tuvieron una mayor pers-
pectiva ambiental y el último una visión más etnográfica. En definitiva, a tra-
vés de todas estas publicaciones y trabajos se conseguía difundir la perspectiva
de la asociación, la importancia del sistema hidráulico y las tradiciones en tor-
no al agua de los pegalajeños. Se daba respaldo a un modelo de identificación
local, a la apuesta por la consideración de la Huerta como un bien cultural y a
las demandas de recuperación del acuífero.
Pero estas actividades también se desarrollaron en un contexto de cris-
pación creciente. Para otro sector de la población de Pegalajar, la llegada de
personas y académicos de fuera era asimilada con “los ecologistas”. Las inter-
pretaciones que se estaban haciendo de la Charca y de la Huerta tenían que
ver con formas de entender las cosas de gentes de fuera, de los que no vivían
del campo o no vivían en el pueblo y, en definitiva, estaban en contra del de-
sarrollo de Pegalajar.
La incoación del expediente de inscripción de Lugar de Interés Etnológico,
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hay un gran deterioro de las relaciones entre vecinos, entre miembros de dife-
rentes colectivos del pueblo, e incluso “entre familias”.
El colectivo que lidera la Asociación se enfrenta al Partido Popular por-
que en el nuevo Plan Hidrológico, que lidera en el gobierno del Estado, no
ha incluido entre las actuaciones en Jaén el caso de este acuífero; el reproche
se extiende al grupo popular local. Se enfrenta al grupo socialista, por estar
en contra de la catalogación del bien, por acusar a la asociación de partidista.
Se enfrenta a la Comunidad de Regantes, por considerar que no defiende los
derechos históricos del pueblo y que con ello se inclina ante intereses par-
ticulares. Se enfrenta a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Se
enfrenta, en definitiva, a gran parte del pueblo de Pegalajar. Cada vez se dan
de baja efectiva más socios, cada vez están más solos.
Las elecciones municipales de 2003 dan, por primera vez, la mayoría absoluta
al Partido Socialista Obrero Español, que obtiene seis concejales y que pro-
pugnaba en su programa la descatalogación de la huerta por considerarlo un
freno al desarrollo, una “vuelta a la edad media”. El PP obtuvo dos concejales,
siendo el gran perdedor de la convocatoria, e IU mantuvo los tres obtenidos
en la anterior convocatoria.
68 Este estudio ha sido recusado por el grupo de Los Verdes ante el Parlamento, reclamando que se
usara otro trabajo anterior del Servicio Hidrogeológico.
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a otro más cerrado. Las acciones irán delimitando el discurso, pero también
lo hará la definición del modelo de identificación alternativo propulsado por
el PSOE local, que irá ganando progresivamente un espacio social mayor. El
modo en que se oponen y se producen contrarreplicas entre las actuaciones
y discursos de estas dos facciones de poder, podrían dar lugar además a un
análisis en profundidad sobre política local en el que no vamos a entrar. Sí es
cierto que en este choque discursivo y de acción se plasma perfectamente la
relación entre el ejercicio de poder y la identificación local y, como se verá,
en los intentos de uso y manipulación de símbolos e imágenes desde la esfera
política (Escalera, Ruiz y Valcuende, 1993).
La concentración dentro de la Charca, que se repitió verano tras verano
hasta 1997, además de un efecto simbólico de cara a los habitantes de Pegala-
jar, logró llamar la atención de la prensa y un posicionamiento favorable por
parte de los medios de comunicación. Esta benévola acogida se ha mantenido
en gran parte del proceso de movilizaciones. Manuel Anguita, escritor y en-
tonces diputado en el Parlamento de Andalucía, subrayaba en un articulo de
prensa: Decir Pegalajar es nombrar la Charca y nombrar la Charca es decir Pegalajar,
tanto monta, monta tanto. (Anguita Peragón, Ideal de Jaén, 7 junio 1992). El
contenido de este texto era una loa a la reivindicación de los vecinos de Pega-
lajar, que defendían lo que era suyo, por derecho histórico, y con ello querían
preservar sus tradiciones y el núcleo de su economía agrícola. Una lucha que
se realizaba contra los cambios sobrevenidos y a menudo impuestos, de la mo-
dernidad auspiciada por el gobierno del Estado y por la inserción en la Unión
Europea. He aquí un extracto:
(…) Ahora la Charca no tiene agua y se puebla de grietas como la piel de un viejo que
se resquebraja. Hay quien intenta decirnos que estos son problemas de la “pertinaz
sequía” y que lo de la Charca carece de importancia porque ya somos Europa y la
política agraria la marca la PAC y no los riegos que puedan realizar unos sencillos
campesinos perdidos a la entrada de Sierra Mágina.
Y los vecinos de Pegalajar, que no se resignan a la marginalidad, ni a que los engañen,
ni a que les den gato por charca, han formado una comisión ciudadana en defensa
de lo suyo, convencidos de que no solo luchan por una seña de identidad de su pue-
blo, sino por algo que, correcta y modernamente utilizado, puede ser el inicio de una
palanca de desarrollo para un pueblo que se niega a morir” (Anguita Peragon, 1992
Ideal de Jaén)
El artículo sirve para comprender cómo el discurso articulado por el mo-
vimiento social tenia calado en una audiencia más amplia, los vecinos de Jaén.
Un mensaje que además era fácilmente traspolable a una sociedad andaluza
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PSOE, tenía muy pocos seguidores. Era poco popular, y poco creíble para los
vecinos, mantener que el principal problema era la sequía y que había que ser
solidario con los pueblos de alrededor. La argumentación de que el desarrollo
era algo común a todos y que todos gozaban del mismo derecho a gastar agua,
tenía poca repercusión en el conjunto del pueblo.
En 1994 se visibilizaban ya claramente en el pueblo dos formas de inter-
pretación de la problemática del agua y por tanto las posibles soluciones. A
través de cómo se discutió en público el Informe Hidrogeológico del Acuífero
de Pegalajar realizado por el Servicio Geológico en 1994, podemos observar
las posturas y la tensión creciente que se vivía en Pegalajar.
Según el entonces alcalde del PSOE, José Rojas, el informe mostraba clara-
mente que la Asociación había mantenido una postura inmoral e insolidaria
al pretender que Mancha Real y La Guardia estaban detrás de la sobreex-
plotación del acuífero. Que la insolidaridad era aun más manifiesta en tanto
que se quería el agua para abastecer un riego “a manta” sin tener en cuenta
las necesidades de los pueblos de alrededor. Que la postura del equipo de
gobierno municipal era necesariamente moderada y de respeto a sus vecinos.
Que el informe del Servicio Geológico daba la razón a la postura mantenida
por el grupo socialista y dejaba a descubierto las intenciones partidistas de la
Asociación. Desde la perspectiva del edil este informe ponía punto y final a las
polémicas. (Diario de Jaén, julio de 1994)
La Asociación de Vecinos publicó un Boletín Informativo provocativa-
mente titulado “Las verdades a medias son mentira”. En él se negaban las acusacio-
nes del alcalde, tachando de demagógica la interpretación del edil y afirmando
que éste intentaba “confundir al pueblo de Pegalajar” (Boletín Informativo,
nº 7, septiembre 1994). Se insiste que el informe daba la razón a los argumen-
tos que ellos habían estado sosteniendo, al menos en las cuestiones básicas:
que la sequía no era la causa determinante; que había una sobreexplotación
producida por los pozos; que se debía controlar la sobreexplotación para no
agravar el problema. En el boletín se reproducía una parte del informe para
concluir que se debían aplicar las medidas legales vinculadas a la declaración
de sobreexplotación y se responsabilizaba al equipo de gobierno municipal de
estas demoras:
“Según nuestro propio Alcalde, había que esperar a ver cómo estaba el enfermo antes
de intentar curarlo… así ha pasado el tiempo y, según vemos en este informe, el enfer-
mo ha empeorado porque nadie le ha puesto remedio y se nos puede morir si no se le
atiende urgentemente” (ib. 1994)
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este modelo con el paso del tiempo serán menores en cuanto al número de
seguidores, aunque hay que matizar que una parte importante de las ideas y
de los sentimientos que se configuraron durante los años de mayor movili-
zación, habrán calado en la definición identitaria de los vecinos de Pegalajar y
serán incorporados desde modelos contrapuestos al defendido por la Asocia-
ción. Por supuesto que para entender el cambio en la relación de fuerzas y de
seguidores de la Asociación de la Fuente de la Reja a lo largo del tiempo, no
solo hay que ver como se matiza el discurso. Además es necesario observar
una serie de fenómenos interrelacionados: las consecuencias de las acciones o
inacciones a las que condujo este modelo; el proceso de alianzas y el acceso al
poder municipal de ciertos grupos y personas; las transformaciones socioeco-
nómicas del contexto andaluz y del pueblo en particular; las actuaciones de la
Administración y en particular de CHG y de la Consejería de Cultura.
Una lectura diferente de Pegalajar es la que lideran los sectores cercanos
al PSOE y los grupos de los medianos propietarios agrícolas locales. El mo-
delo de identificación que se propone desde estos grupos está más a favor
del crecimiento económico y social tal y como se ha venido produciendo en
la zona en los últimos años. Se ha logrado hacer descender la tasa de paro, se
han hecho inversiones, ha aumentado el nivel de vida, se ha incrementado la
superficie de olivar de regadío… todo ello se considera en positivo y que debe
seguir mejorando. En resumen, se propone una definición de Pegalajar no ya
basada en el agua, sino en su diversidad geográfica y sus potencialidades; una
mirada que no se centra en la huerta, sino en el olivar, el regadío, la expansión
urbana, el turismo de segunda residencia… Un discurso que apuesta por la
modernización, el empresariado…
Un modelo que reniega de la vertebración entre Fuente-Charca y Huerta y
que hoy día sí propone como símbolo central la Charca, pero que considera la
Huerta algo obsoleto y del pasado.
Gran parte del éxito de este discurso tiene que ver con las transformacio-
nes socioeconómicas. Si la huerta a finales de los ochenta ya no era más que
un complemento para las economías domésticas de unos cuantos pequeños
propietarios, desde luego hoy día lo que se pudiera producir parece de difícil
comercialización. Las personas que todavía cultivan y cuidan algunas parcelas
de la huerta son todos muy mayores, con más de 65 años y, como ellos mismo
reconocen “la gente joven no quiere saber nada del campo”. Cuando se secó la fuen-
te, se vio en peligro no solo la producción de los piojares, sino de las olivas
de regadío. Ese problema se solucionó en la primera mitad de los noventa.
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
del pueblo. Las connotaciones de la Charca con agua son siempre positivas,
ligadas a la diversión, la alegría, el buen clima, el paseo, la huerta regada y ver-
de… Resulta llamativo cómo, a pesar de que la reforma de la antigua balsa se
inició en 1944 y se culminó en 1949 –es decir, no hace todavía sesenta años-
las referencias a la Charca apenas recuerdan sus aspectos más negativos. Sólo
a través de la documentación podemos inferir una imagen completamente dis-
tinta a la que se tenía cuando se secó en 1988 y que todavía hoy se tiene. Entre
las argumentaciones que se usaron para la reforma de la Charca, se decía:
«cuando el embalse se llena queda al mismo nivel que las aguas del manantial (...),
en los días de aire el pequeño oleaje que produce puede mezclar los embalses con el
de la Fuente, constituyendo un peligro (...) por arrojar en dicha Charca cadáveres de
animales en completo estado de putrefacción». (Subdelegado de Sanidad, 1931, cit. En
López Cordero 1997)
López Cordero afirma, y así nos lo han dicho algunos viejos aunque sólo
después de haber preguntado expresamente por ello, que a la Charca se arro-
jaban gallinas, cabras y demás bichos muertos, además de basuras. Era pues,
la parte trasera de la población, a pesar de que el agua que abastecía a las
fuentes del pueblo provenía de allá y de que las mujeres, hasta la construcción
del lavadero en el 49, lavaban la ropa en el tramo que había entre la salida del
manantial y el muro de acumulación de la Balsa.
La Balsa, no era más que un embalse, un espacio que debía ser mínima-
mente cuidado sacando los fangos o barros que se depositaban en sus fondos
y manteniendo los muros. “Que eran de tosca y que se filtraban muchísimo y se perdía
mucha, mucha agua” (Alfonso, reagaor). Es por ello que se reformó el espacio,
realizando un gran estanque con el que se esperaba multiplicar la capacidad
productiva de la huerta y el olivar, pues se pensaba que de un almacenamiento
máximo de 2.000 metros cúbicos se podía pasar a 10.000 o 12.000 metros cú-
bicos, aumentando la superficie de regadío y sobre todo la eficacia y cantidad
con que llegaba el agua a los poyos y hazas y principalmente al olivar (López
Cordero, 1997).
Las obras de la Charca tardaron mucho en comenzarse –desde 1931 se
estaban demandando- y duraron mucho más de lo proyectado, tanto que en
Pegalajar hay un dicho que con sorna se refiere a las tareas que no se acaban
nunca: “Eso para el lunes, como la Charca”. Frase que, por cierto, señala la
centralidad que tuvo la obra en la población.
Una vez finalizadas los trabajos de remodelación de la Charca comienza a
gestarse la actual imagen del embalse. La expansión del núcleo de población
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Capítulo IV
ya sí se orienta hacia esa parte del pueblo, una vez saneada y sin peligro de
contaminación. Se acondicionaron los alrededores de la Charca, potencián-
dose la zona para el recreo de los pegalajeños. A partir de los años cincuenta
diversos alcaldes pretenderán dar promoción turística al pueblo difundiendo
la imagen de la Charca.
En la década de los cincuenta el alcalde trasladó alguno de los actos cen-
trales de la celebración de la fiesta patronal al entorno de la Charca. En 1956
se realizan los fuegos artificiales no en la Plaza de la Constitución, sino en el
embalse de la Fuente de la Reja, con el consiguiente impacto óptico. El reflejo
de los fuegos en el agua y su originalidad en una tierra de interior como la
jiennense debió atraer a propios y a extraños a contemplar el espectáculo. La
promoción de la Charca hacia Jaén capital y los pueblos de alrededor se hizo
a través de los carteles de fiestas en la década de los años cincuenta y sesenta.
En ellos aparece la imagen de la Virgen de las Nieves superpuesta sobre la
Charca (López Cordero, 1998). Se vinculaban así los dos símbolos centrales
de la población: su embalse y su patrona.
Esta relación se mantiene hoy, conjugando la dimensión simbólica de la
fiesta con la de la Charca. Incluso el cartel ganador de 2004 reproduce los
clásicos de 30 años atrás. Todavía es tradición que la Virgen de las Nieves
consagre la Charca y sus aguas con el paseo en barca que se da a un lienzo con
su imagen, como culminación de los fuegos artificiales.
La Charca supone una imagen positiva para las y los vecinos de Pegalajar.
En la mayoría de las entrevistas que he realizado se afirma que el elemento
que mejor define al pueblo es la Charca. Esta idea se mantiene sea cual sea el
grupo al que se adscriba la persona con la que estemos hablando.
Lo más típico desde luego la Charca, la Charca es la principal seña de Pegalajar. Con lo que todo
el mundo la identifica…
Es que verás, antes la Charca, yo me acuerdo cuando era más pequeña que la charca era…era
algo especial. Estaba todo lleno de hamacas, tenia sus barcas, había concursos de piraguas…había
campeonatos de atletismo, de natación. Entonces era, toda la gente de Jaén te habla… Es que aquello
era fenomenal porque es que era el único respiro que teníamos, tan cerca de Jaén, que nos llegábamos
y era un recreo… Además es que había incluso música en lo que es el entorno… los bares sacaban
sus mesas a la calle, ponían ponche de este de pueblo, de melocotón… hacía mucho fresquito y todo el
mundo se venía de Jaén, como Jaén es tan llano y hace tanto calor, pues era su refresco, venirse aquí de
noche a zona de sierra, a estar aquí tan a gusto. De noche, el agua moviéndose, el fresquito… y parece
que estás en el mar. (Adela, química, 50 años, septiembre 2005)
Pero aunque la bondad y el carácter recreativo de la Charca son comparti-
dos por toda la población, lo que no se comparte es cuál sea su posición con
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
era lo que teníamos aquí desde tiempos históricos. Y en todos los libros que he leído, desde tiempo de
los moros teníamos aquí la huerta. Era como su defensa… de buena fruta. Era la huerta del reino
de granada. Ellos como tenían aquí un castillo moro y tenían aquí sus defensas… Esto era lo que
ellos utilizaban como lo que les proveía las mejores frutas para llevarlas a los reyes moros. Esta era la
Huerta suya. Y porque sabían que aquí no fallaba, que aquí siempre había agua. Teníamos la sierra
al lado y que el agua tenía que bajar. Pues ellos hicieron su sistema para tener todas sus huertas y tener
sus frutos naturales para llevar a los reyes moros a Granada. Esta huerta es obra mora. Porque esto
esta pensado por ellos para su servicio. Porque esto cuando está funcionando es muy bonito. Porque el
agua baja por todas partes. Está distribuido para que llegara el agua a todas las huertas. Ellos [los
agricultores] llevaban sus cuentas, sus historias, de ahora le toca a este ahora le toca al otro…se iban
pasando el agua de uno para otro, de uno para otro y era digno de verse. Entonces ahora lo que no
pueden hacer es quitarnos a nosotros el agua, porque es que el agua es que es de este pueblo. (Adela,
química, 50 años, copropietaria, septiembre 2005)
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nes, pero cuando llegaba la hora de sentarse a firmar era el ayuntamiento de Pegalajar el que vetaba,
el que decía: yo no firmo eso. Así que por un lado decían una cosa pero a la hora de la verdad hacían
otra. Y es que querían controlar las extracciones de los demás, decían, tu Mancha Real y el otro y el
otro estáis sobreexplotando. Controlar las de los demás, pero no las propias, cuando es Pegalajar quien
más consume. (Mercedes Valenzuela, Alcaldesa de Pegalajar, PSOE, julio 2004)
Este debate, en definitiva, nos recuerda la centralidad de la economía del
agua en todo el proceso político, reivindicativo y simbólico de Pegalajar. La
noción sobre el agua que comparten los vecinos de esta villa, y que asumen
los dos discursos de identificación, es la del agua como bondad, como riqueza,
prosperidad y trabajo. Una idea muy difundida en el Estado español a partir
del proyecto regeneracionista, de modo que durante la ultima centuria se ha
exaltado el agua como instrumento de desarrollo económico y social del mun-
do rural (López Ontiveros, 1998). En este modelo el agua se concibe desde
una perspectiva productivista, considerada como un recurso que simplemente
hay que acumular y conducir, implementando para ello las obras de infraes-
tructura necesarias (Moral Ituarte, 1998).
No cabe duda que el problema de la desecación ha situado en primer pla-
no el debate que se está desarrollando en el ámbito español sobre el agua, su
gestión y su concepción. Un giro que para ciertos sectores del pueblo define el
agua como un bien patrimonial. Esta dimensión es lo que Leandro del Moral
califica como “una nueva percepción social del agua” (Moral Ituarte, 1998)
Sin embargo, los intereses políticos y económicos de otros sectores en el
ámbito supralocal, como la Junta de Andalucía o la Diputación Provincial
de Jaén, han continuado apoyando la extensión del monocultivo de olivar y
con ello una visión productivista y rentabilista del agua. Esta perspectiva, que
beneficia directamente a muchos pequeños propietarios –además de a los me-
dianos y grandes que la han impulsado apoyando la política del partido socia-
lista-, ha ido calando en la población pegalajeña.
Se enfrentan dos modelos socioeconómicos: Una visión revindica la his-
toria y la tradición, para apostar por una reconstrucción patrimonial y un uso
prioritariamente turístico del bien. Desde esta perspectiva el derecho de todo
el pueblo al agua se convierte en un derecho histórico y consuetudinariamente
asentado. El otro posicionamiento plantea una orientación hacia la intensifica-
ción del regadío de olivar, en el contexto de una provincia cada vez más iden-
tificada con el olivo (Palacios, 2002). Los intereses de los regantes propugnan
su propio control del agua a través de Comunidades en las que los niveles de
decisión dependen de la cantidad de agua consumida, es decir, de la extensión
de tierras de regadío que se posean.
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Capítulo IV
71 Esta frase se ha estandarizado entre distintas personas pertenecientes a sectores políticos opuestos
a la catalogación.
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72 Los populares pasaron de 683 votos en 1999 a 459 en 2003. Por el contrario IU consolidó su posi-
ción a pesar de las dificultades aumentando unos 30 votos entre ambas votaciones.
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Capítulo IV
para no tocar lo que es la parte de abajo que es que es un pena… porque es muy bonita la bajada,
con eso todo tan verde, en terrazas y el pueblo arriba. (Sara, empresaria hostelería, no propietaria, 35
años, septiembre 2005)
La forma que toma la protección del patrimonio en Pegalajar ha incidido
de modo negativo en el modelo de identificación liderado por la Asociación.
Una inscripción exenta de inversiones, que depende de los exiguos medios de
la Asociación La Fuente de la Reja para la difusión de los valores del bien y
que se ha asociado con la paralización de los mecanismos urbanísticos de pla-
neamiento. Los dispositivos institucionales de la Administración para la pro-
tección del bien no han funcionado: no se ha invertido, no se han denunciado
las obras o actuaciones ilegales, no se incentiva la conservación privada, no se
solucionan los problemas acarreados a los vecinos, no se modifica la situación
de sobreexplotación del acuífero…
Uno de los principales factores de desinterés local y que está llevando a
vecinos que tenían posiciones más próximas a la asociación a posicionarse
en contra de la Catalogación ha sido la dilatación de los plazos. Desde la in-
coación del bien en 1999 hasta la fecha han pasado siete años, años en los que
la normativa no está clara y se prohíbe hacer modificaciones.
Yo ya le he ofrecido al ayuntamiento, a la Asociación de Vecinos, a quien sea, que usen mis poyos
para hacer algún experimento. Mira lo que no puede ser es que no se pueda hacer nada, que no lleguen
las subvenciones, que no se hagan reformas... que no se pueda plantar. Yo les he dicho que hagan una
construcción modelo, que yo pago los materiales y lo que sea y que la hagan en mi poyo, que yo se lo
dejo y luego, como esa pues todas.
Porque a mi me dicen que yo no construyo pues porque no quiero, porque el de al lado se ha hecho
una casa como le ha parecido, pero es que yo no tengo ganas pues de hacerme una casa para que luego
me vengan con los juicios y los pleitos. Yo me hago una casa si tengo los permisos y los papeles y si
no, pues no me hace falta. Pero lo que no puede ser es que digan que los dineros del plan están pero
que no se haya hecho, que si unos de Sevilla que iban a venir, que si esos no que ahora vienen otros
[a hacer el plan especial de protección] y las cosas sin resolver. Porque yo entiendo que en todas partes
existen normas y limitaciones, pero es que aquí todavía no se sabe lo que se puede y no se puede hacer.
(Encarnación, empresaria, propietaria, 50 años, julio 2004)
Se produce una situación de retroalimentación entre los sectores locales
que apuestan por un modelo político al margen de la Huerta y de la actuación
de la Administración de Cultura respecto al L.I.E.: paradójicamente la declara-
ción de protección se ha convertido uno de los factores centrales que explican
la desmovilización y desintegración del sistema de apoyo social a favor de la
recuperación del acuífero y la huerta de Pegalajar. La Catalogación se ve como
una imposición y como una pretensión de retroceso en el tiempo “¿Qué quie-
ren que vivamos como en la edad media?” o “lo que no se puede es volver cien
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
años atrás”.
Frente al modelo integral de Fuente-Charca-Huerta que propone la Aso-
ciación; el sector liderado por el PSOE apuesta por la adecuación de la Charca
y la adaptación a los nuevos tiempos. Frente al derrame permanente como
caudal ecológico y el mantenimiento de la Huerta; se propone el riego por
goteo, una Charca renovada a través de depuradora y la “urbanización contro-
lada” en la Huerta.
…Para el futuro, pues hay que seguir haciendo promoción turística, tal como se viene haciendo hasta
ahora, de turismo deportivo y eso. También habría que restaurar la charca, ponerla bonita, para
pasear y demás. Y es que si esto no se cataloga se hubiera conservado más de lo que está, que está
abandonada. El futuro se ve, pero no en ese punto de la Huerta, ese punto el tiempo lo irá olvidando,
eso es lo mejor que puede pasar… Mercedes Valenzuela, alcaldesa de Pegalajar, julio 2004
El conjunto de actuaciones y de decisiones que se están teniendo en cuenta
en los últimos años, por una parte en cuanto al reconocimiento institucional
y honorífico que se ha dado a la Asociación de Vecinos74 y por otra parte en
cuanto a los acuerdos y diagnósticos que se están desarrollando respecto al
Plan de Ordenación de Extracciones (POE), auguran un atisbo de esperanza
en cuanto a la obtención de un pequeño derrame para la fuente de la Reja. Si
esto se consigue los vecinos de Pegalajar, todos ellos, estarán de enhorabue-
na. Otra cosa será quiénes se proclamen vencedores o vencidos, pues en la
arena política casi nadie reconoce su derrota. El movimiento vecinal puede
reivindicar, como ya lo están haciendo, que ellos han paralizado un Plan de
Ordenación de las Extracciones que era negativo para Pegalajar, que el grupo
del PSOE estaba dispuesto a hacer de la Charca una piscina grande, para man-
tener las apariencias. También el sector socialista local se arrogará las meda-
llas de haber desbloqueado la situación, de conseguir acuerdos favorables por
parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y de atraer grandes
inversiones de dinero a la zona75. Unos y otros tendrán su parte de razón.
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Capítulo IV
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Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
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Capítulo IV
1.
El movimiento vecinal abandera un conjunto de reivindicaciones que in-
cluyen la catalogación de la Huerta de Pegalajar, una demanda que se formula
en 1993. Se trata de una estrategia instrumental para la vuelta del agua, pero
también y de forma no menos importante, de un modo de resaltar los signifi-
cados y el valor simbólico del bien.
Los sectores situados más a la izquierda entre los grupos políticos locales,
los jornaleros, muchos de los pequeños propietarios de huerta y los obreros
asalariados en las industrias de la zona, apoyan esta propuesta. En una primera
etapa también la apoyarán muchos pequeños empresarios locales, algunos de
los medianos propietarios agrícolas y otros sectores de la población. Se in-
cluirán aquí los votantes del Partido Popular. Estos grupos van a ir retirando
su apoyo y cambiando de postura conforme avance el proceso y también a
medida que se definan los significados atribuidos a los bienes y las formas de
uso posibles.
Unos agentes fundamentales en el movimiento social son los colectivos
con mayor nivel de formación académica o con mayor acceso a la cultura
formal de la población, el grupo definido como “los maestros”. Pero, además,
será un agente importante en todo el proceso y que va a contribuir en gran
medida a la formulación de significados, ciertos grupos intelectuales y/o cer-
canos a la academia. En principio con la colaboración de personas del entorno
local y comarcal y más adelante con éstos en contra y con el apoyo de otros
colectivos andaluces. Se ha observado en este proceso lo que se denomina
como “reflexividad” de los movimientos sociales.
La Asociación de la Fuente de la Reja y otros colectivos asociados a ella, en
una etapa ya madura del ciclo de reivindicaciones, apuestan por un modelo de
identificación local en el que el sistema Fuente-Charca-Huerta se configura como
223
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
2.
La Administración cultural de la Junta de Andalucía, a través de sus técni-
cos y expertos –en este caso antropólogos y arquitectos fundamentalmente-,
va a definir el bien en el mismo sentido que la propuesta del movimiento veci-
nal. Como un sistema o conjunto complejo, donde todos los elementos están
entrelazados y en el que resalta los valores arquitectónicos del bien, pero tam-
bién los relacionados con la cultura del agua, subrayando además el carácter
ecológico del sistema. Por ello delimita el bien dándole un carácter territorial,
que aúna diferentes elementos y con un entorno de grandes dimensiones que
incluye el núcleo de población.
Esta compleja definición del bien no ha ido acompañada de una política
contundente ni eficaz. Como se ha mostrado, la Consejería de Cultura ha
mantenido su catalogación a pesar de las presiones recibidas por su propio
grupo parlamentario. Pero además de las presiones políticas, la toma de deci-
siones en instancias intermedias –léase puestos políticos y los denominados
de “designación directa”- ha sido titubeante y se ha amparado en las directri-
ces de la tutela más clásica. Una tradición de tutela basada en objetos –y no en
bienes con una dimensión territorial-, que da prioridad a los valores artísticos
e históricos y enrocada en un posicionamiento ilustrado, sin buscar la partici-
pación local ni el consenso de la población.
La larguísima dilatación de los plazos en este expediente; la indetermina-
ción legal en que se ha posicionado la huerta en estos años –sujeta a unas
instrucciones particulares que deben ser matizadas y concretadas en un plan
especial aún no aprobado-; la permisividad con actuaciones que agreden los
valores que se dicen preservar; la ausencia absoluta de inversiones –compárese
224
Capítulo IV
con el caso anterior de Cabo de Gata-Níjar-… Todo esto nos muestra una ac-
tuación ambivalente y que es paradigmática –de nuevo- del carácter periférico
que tiene el patrimonio denominado etnológico en la Consejería de Cultura.
3.
Una perspectiva plenamente materialista y preocupada por avalar los pro-
cesos de expansión de la agricultura de regadío –dedicada al monocultivo de
olivar- y por la expansión urbanística del pueblo, es la que sostiene otro sector
de la población, configurándose en los últimos años un modelo de identifica-
ción local alternativo. En este modelo, se entienden como periféricos símbo-
los como la Fuente o la Huerta y se dota de otros significados al conjunto. La
propuesta que se ha realizado desde un grupo de la directiva de la Comunidad
de Regantes y desde el PSOE local y provincial –y avalada por los grandes
y medianos propietarios agrícolas- defiende la expansión productivista de la
zona y se enfrenta de pleno a la patrimonialización. Esta oposición hay que
entenderla en dos sentidos, diferenciables pero convergentes. 1) El objetivo
fundamental es lograr un uso productivista primero del agua –que pudiera
seguirse explotando el acuífero tal como se venía haciendo- y más tarde del te-
rreno de la huerta –para construir viviendas de uso residencial y expandir así el
suelo urbano del núcleo de población-. Para ello es necesario lograr la descata-
logación del bien, que propugna otras funciones como las deseables para estos
elementos –agua, terrenos de huerta-. 2) En consonancia con ello, se plantea
unas interpretaciones y definiciones alternativas del bien, compatibles con el
modelo de identificación propuesto. Se transforman los significados atribui-
dos a la Huerta –como un terreno que nunca tuvo demasiada importancia y
que hoy día nadie considera productivo-; al carácter agrícola y hortelano de la
población –como algo del pasado y que hoy se vincula en exclusiva al olivar-;
al caudal de la Fuente de la Reja –como algo siempre oscilante y que en todo
caso nunca fue suficiente para regar toda la Huerta76 -… En este discurso se
impone que lo importante es el presente, dar un uso y un sentido “acorde con
las necesidades de hoy”77, acorde con las necesidades del Mercado, según he
descrito.
76 Veánse algunas de las frases subrayadas en los fragmentos de la página web del actual ayuntamiento
que se reproducen al principio de este capítulo (pp. 207-209).
77 Página web del Ayuntamiento de Pegalajar. Véase segunda cita de este capítulo.
225
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
226
Capítulo IV
227
CAPÍTULO V
RESISTENCIAS Y REFLEXIVIDADES EN
EL CORRAL DE LA ENCARNACIÓN
Pegalajar: El (disputado) patrimonio del agua
Corral de la Encarnación
Lugar de Interés Etnológico.
Fecha de inscripción: 1995
© Jordi Tarrés
Esto lo de etnológico es por cultura, más que nada por la gente, porque aquí han nacido y están por
cultura, por el habla y la vida. Como quien dice, como si fueran de las cavernas (risas). La vida de
las cavernas, de cómo era antes, de cómo eran las cosas, de una manera que ya no... Por cómo viven,
por la forma de las palabras… de éste que ha estado trabajando en el muelle, el otro que ha estado
de peón en el campo… Como se suele decir, gente principalmente analfabeta. Que está al día viviendo,
que todo lo ha aprendido en la calle. (Vecino del Corral, febrero 2006)
La idea de proponerlo como lugar de interés etnológico, y yo creo que la razón por la que se declaró,
fue porque el corral era un sitio vivo, lleno de gente, con las relaciones y los modos de vidas caracterís-
ticos de los corrales completamente vivos (Alonso, ex-miembro de COPAVETRIA, mayo 2006)
Pero lo que sí estuve mirando en las tipologías de corrales y vi que era de partidos, un corral de par-
tido era la denominación, y entonces de esos sí que no quedaban. Eso se podía prácticamente afirmar
cuando aquello, que era el último de Sevilla. También se puede ver que es un corral hecho ex profeso
como tal, como vivienda de las clases trabajadoras, entonces eso también le daba una gran fuerza.
(Técnico de patrimonio, septiembre 2006)
El corral de vecinos ha sido una tipología edificatoria muy frecuente en la
Sevilla del s. XIX y XX. La noción de “corral de vecinos”, va más allá de la
forma y se halla indisolublemente ligada a una estructura social jerarquizada
en la que las clases trabajadoras fueron ocupando y transformando inmuebles.
Se trata de una solución constructiva vinculada a etapas de crecimiento de-
mográfico rápido, como la del siglo XVI o el XIX y el XX (Morales Padrón,
230
Capítulo IV
1974). A finales del siglo XIX, Luis Montoto (1998) en su descripción de las
costumbres andaluzas hizo uso de los corrales de vecinos como lugares repre-
sentativos y paradigmáticos de “lo popular” definiéndolos de este modo: “El
corral de vecinos en Andalucía es la primera morada del pueblo trabajador, en la escala de
las habitaciones que termina en el palacio del magnate.” (1998:13). Fernández Salinas
(2003) hace hincapié en que la definición de corral o patio de vecinos esta
ligada a un modo de vida y a un vecindario concreto, lo que este autor designa
como “vecino tradicional” de Sevilla.
Esta especificación parece muy pertinente hoy día, pues desde hace al me-
nos dos décadas, las directrices políticas que marcan los diseños urbanísticos
se han preocupado de mantener las apariencias y dar fuste a una estética popu-
lista de la ciudad. En los últimos años numerosas fachadas de las casas-corral
se han mantenido, y también aparentemente se han conservado las formas de
muchas de estas casas, transformado “tan sólo” a sus ocupantes. Los habitan-
tes de los antiguos corrales son hoy otros, con mucho más poder adquisitivo,
con una relación entre número de habitantes y metros cuadrados disponibles
sin comparación y, por supuesto, con una vinculación muy diferente con los
vecinos y con el barrio en el que se ubican.
El “fachadismo” o la propuesta de conservar las formas y las apariencias
más epidérmicas de la trama urbana ha sustituido al muy criticado crecimiento
de los años sesenta y setenta, décadas en las que se derribaron manzanas y ca-
lles, incluyendo algunos de los más afamados palacios de la ciudad. Sin embar-
go, esta orientación de mantener sólo “la piel” de los edificios va ser de nuevo
objetivo de críticas y controversias, pues mantiene la fatua apariencia de una
ciudad y una sociedad que no cambia, convertida en un escenario de atracción
turística y sin dar cabida a nuevas estéticas y creaciones contemporáneas. Esta
actitud, muy del gusto del sevillano más convencional –apegado a una esté-
tica decimonónica y regionalista-, esconde un proceso de sustitución social y
cultural, al tiempo que subraya una segmentación radical entre el patrimonio
edificado y el patrimonio inmaterial. Se destruye el edificio y se expulsa a sus
vecinos. Se mantiene la fachada, la escenografía, y se pretende seguir atrayen-
do a un turismo convencido del sabor popular de los barrios, imantado por las
recreaciones románticas sobre el arte y el folklore del vivir en una zona de la
ciudad. Por debajo subyace un proceso de fuerte especulación urbana y la sus-
titución de los grupos más empobrecidos de la zona por las clases medias que
pueden pagar un lujoso apartamento (gentrificación). Amén de las injusticias
sociales que se derivan de este sistema, otro de los problemas se advierte en
231
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
232
Capítulo V
LA CASA Y EL BARRIO
El Corral de la Encarnación, entre el 126 y el 130 de la calle Pagés del
Corro –antigua Cava-, se sitúa en el centro de la Triana histórica. La casa fue
edificada sobre parte del solar del antiguo Convento de la Encarnación, de
ahí su nombre, a mediados del siglo XIX78. Esta fecha coincide con una de
las épocas de mayor expansión de la ciudad y cuando muchas de las antiguas
casas señoriales y conventos van a ser transformadas en casas de vecinos o
casas de partido79. Eran unas edificaciones que trataban de dar alojamiento a
una población, a menudo de origen rural, que trabajaba en fábricas, muelles
y talleres artesanales, así como en el servicio doméstico. La fachada principal
o “casa-tapón” muestra dos plantas, dando alojamiento a familias de un nivel
adquisitivo más alto que las que vivían en los veintidós partidos –o casas-
abiertas al corral. Estos partidos, no obstante, suponen cierta mejora respecto
a otras tipologías pues incluyen sala y dormitorio.
78 “Don Julián Gómez Maroto, mayor de edad y vecino de esta Ciudad, adquirió una capilla llamada de
la Encarnación situada en la calle Cava del barrio de Triana, con un área de mil doscientos diecinueve
metros cuadrados (…) de cuya capilla segregó mil cuarenta y tres metros con lo que formó finca en este
registro” (Nota del Registro de la propiedad, expediente de documentación del bien, APPH)
79 Sobre el origen de los corrales de vecinos a partir de los antiguos adarves musulmanes en el siglo
XVI y su transformación y expansión en el XIX véase Morales Padrón, 1974; Fernández Salinas 2003.
233
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
La puerta numero 128 de Páges del Corro da acceso a un largo pasillo por
debajo de la “casa tapón” para abrirse en un patio alargado. A ambos lados de
este patio se disponen las viviendas, once en cada lado, y que en 1993, cuando
se incoa el expediente de inscripción como Lugar de Interés Etnológico, es-
taban en su mayor parte habitadas y en uso –ya fuera como vivienda o como
almacén o pequeño taller-. Cada vivienda o partido consta de sala y dormito-
rio, aunque algunas reformas han añadido cocina e incluso un pequeño aseo.
La ventilación y la luz entran por los dos vanos que dan al patio, auténtica sala
de estar y lugar de expansión de los vecinos del corral.
La edificación con fachada a la calle constaba de tres viviendas de un esta-
tus superior a las otras y ha sido lugar de residencia habitual de los penúltimos
propietarios del corral –desde los años cuarenta hasta los ochenta-. En los lo-
cales de la planta baja se desarrollaban negocios con un constante ir y venir de
vecinos y tertulianos: una barbería, un bar y una pequeña tienda de reparación
de electrodomésticos.
El Corral de la Encarnación, frente al Colegio Reina Victoria (hoy José
Maria del Campo), fue hasta los años sesenta uno más de los innumerables
corrales que poblaban la calle Pagés del Corro. Comentaba uno de los vecinos
que prácticamente toda la calle era de corrales, tanto que una de las pocas
casas unifamiliares que había era señalada como “la señorita” –designación
que viene a subrayar el contraste de clases y la conciencia de esta-. A partir de
los años setenta se producirá una fuerte transformación en cuanto a la com-
posición socioeconómica de la población y comenzará la decadencia de los
corrales de vecinos.
No es posible comprender este corral y sus significados así cómo los pro-
cesos de resignificación y patrimonialización si no nos situamos en el contex-
to. La Cava era, sigue siendo, una de las vías principales de la Triana histórica80.
Triana es uno de los barrios más conocidos de la capital hispalense. A lo largo
del tiempo una fuerte identidad ha subrayado sus diferencias con respecto a
la ciudad de Sevilla, delimitando al propio grupo a través de fronteras territo-
riales y de carácter. “Mira si soy trianero/ que en cuantito paso el puente/ me
80 En el siglo XVII la Cava y su continuación por la actual calle Clara de Jesús Montero,
se diseñan como un foso que salva a Triana de algunas de las avenidas del río. Este foso se
fue colmatando progresivamente y construyéndose en torno a él, hasta que a principios
del XIX aparece como calle.
234
Capítulo V
falta el aire y me muero”, dice una soleá del Zurraque. El barrio de extramuros
se articulaba en torno al río y a la actividad de los muelles, la calle Larga – hoy
Pureza- corría paralela al Guadalquivir. El eje hacia el interior lo marcaba la
calle San Jacinto desde el antiguo puente de las barcas, calle comercial y centro
del barrio. Un lugar con historia, con huellas de habitación muy antiguas y con
edificaciones señeras, como el centro religioso del barrio, la Iglesia de Santa
Ana construida en el siglo XIII. Un barrio de marineros, alfareros, herreros,
de gitanos, de flamencos, de toreros. Barrio de obreros y de arte. Un lugar
lleno de símbolos, de leyendas, también de tópicos y de imágenes forjadas por
viajeros románticos, además de estampas relatadas una y mil veces por prego-
neros de dudosa literatura.
La Triana que se pobló de corrales de vecinos a lo largo del siglo XIX, retrata-
da por literatos y costumbristas, ha desaparecido hoy. Las calles más cercanas
al río mantienen su trazado y parte de su morfología original, conformándose
como lugar turístico y espacio de recreación de los tópicos. Pero a menudo el
telón colorista de las fachadas de la calle Betis, no parece sino eso, un escena-
rio. Esta es la presentación del barrio de una guía turística oficial:
“Triana, nace como un populoso e industrioso arrabal donde, desde tiempo inmemo-
rial, se van asentando diversos grupos de población procedentes del cercano Aljarafe
y pueblos circundantes, atraídos en gran medida por la continua actividad del puerto
fluvial (...) De entre los diversos menesteres y oficios, a menudo tan humildes como
necesarios, se destaca la alfarería, que cuaja en una gran tradición local plasmada en
una verdadera escuela de ‘Cerámica Trianera’ (…). También se asientan aquí, ya de an-
tiguo, numerosos gitanos, con sus oficios tradicionales (como la forja, de renombre)
y sus costumbres ancestrales. Así, surge el núcleo sólido de la gran tradición del Fla-
menco, como un arte practicado con amor y orgullo, al calor de la feliz fusión con el
resto de la población en los otrora numerosísimos patios (o corrales) de vecinos, de
marcado carácter popular.” (Consorcio “Turismo de Sevilla”, 2004: 38)
235
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
236
Capítulo V
237
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
El precio del suelo no deja de aumentar en esta orilla del río y las condiciones
de habitabilidad de los corrales son cada vez peores.
Durante los años setenta, una vez que se solucionan los principales pro-
blemas de los “refugios” de Sevilla81, muchos de los vecinos de los corrales
trianeros serán “tentados” con una vivienda de protección oficial. Los nuevos
pisos de los barrios más alejados de la ciudad serán uno de los objetivos de los
vecinos de los corrales, buscando la mejora de sus condiciones de vida, y las
de sus hijos, aún a costa de sacrificar la fuerte integración vecinal y los lazos
de ayuda mutua relevantes en los patios de vecinos. Lo que probablemente
nunca pudieron prever es la marginalidad y exclusión social que iba a generar-
se en esos lugares de la periferia urbana. El barrio de Triana se iba llenando
de nuevas construcciones y veía subir poco a poco el precio del suelo. Los
propietarios de los corrales contrastaban el decaimiento de sus ingresos con
los potenciales beneficios de la venta del suelo; los arreglos y las reformas de
los inmuebles comenzaron a hacerse esperar más allá de los límites de habi-
tabilidad.
En los años setenta se inicia el éxodo de los vecinos del Corral de la En-
carnación. Familias que habían nacido allá y que buscaban para sus hijos más
comodidades, un cuarto de baño, independencia… y que se trasladaron a Ba-
rriadas como La Oliva, La Paz, Tiro de Línea, Amate…
Pero serán lo años ochenta los de mayor especulación urbanística en el barrio
y cuando más corrales sean derribados por excavadoras, siendo sustituidos
por bloques de pisos con fachadas más o menos acordes al diseño anterior.
En el inventario publicado por Fernández Salinas (2003), las casas de ve-
cindad modesta en torno a patio en la Sevilla histórica han pasado de 422 en
1990 a 208, un descenso de más del 50%. Mayor ha sido el número de vecinos
que han dejado de ocupar este número de viviendas: de 6.406 en 1990 a 2.756
en 2001. Como indica este autor:
“No se trata sólo de que en las casas de vecindad haya en diez años quinientos niños
menos que necesiten escuelas y otros servicios que están perdiendo su razón de ser
en el conjunto histórico; se trata de que en total se han desplazado 3.650 personas de
corte popular de sus edificios originales y cuyo nuevo lugar de residencia está a veces
81 A la falta de viviendas que se padeció durante toda la primera mitad de siglo XX, se sumó a partir
de la riada de 1961 un gran numero de familias que perdieron sus casas o chabolas y que fueron alojadas
en “refugios”. Estos refugios aun cuando tenían un carácter provisional, no fueron desalojados por
completo hasta 1978.
238
Capítulo V
alejado de su lugar de residencia tradicional. (…) [Este] es un porcentaje muy alto para
las aproximadamente 55.000 personas con que cuenta el casco histórico (6,63%)”.
(Fernández Salinas, 2003:12)
En Triana los corrales de vecinos sufrieron una fuerte transformación du-
rante los años setenta y también en los ochenta, sobre todo en torno al boom
urbanístico del 92, con lo que la disminución porcentual en la década de los
noventa ha sido menor que en otras zonas de la ciudad como San Luís, Feria,
Alameda, etc. Se pasó de 93 corrales a 56 entre 1991 y 2001. No obstante, esta
cifra sigue disminuyendo día a día.
82 CO.PA.VE.TRIA Asociación para la Defensa de los Corrales y Patios de Vecinos de Triana. Sobre
su surgimiento y desarrollo se trata en el epígrafe posterior.
239
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
83 Que deja fuera algunos de los Corrales más conocidos pues se ciñe a la delimitación del Conjunto
Histórico. Uno de sus límites, por ejemplo, es la propia calle Pages del Corro, la acera donde está el
Corral de la Encarnación queda fuera.
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Capítulo V
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
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Capítulo V
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
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Capítulo V
la cargaran. Pero hacerles unos adosaditos, era destruirlo por completo… (Técnico de la Consejería de
Cultura, septiembre 2006)
Este suceso pone en evidencia la incomprensión que sigue suscitando en-
tre gran parte de la población los valores etnológicos ligados a determinados
bienes. También muestra la posición de subordinación de los argumentos de
carácter antropológico y social frente a los utilizados por disciplinas como la
arquitectura o la historia –que se apoyan en razones de estilo, autor o crono-
logía-. Ante cualquiera de estos argumentos hubiera sido insostenible el que
“da igual cambiar las alineaciones o los volúmenes”, por el contrario sobre la
noción de espacio que usaba el técnico y sobre la argumentación de los modos
de vida, se permitieron el lujo de poner en cuestión lo que se decía...
En realidad, sólo el cambio político en el Ayuntamiento y el interés demos-
trado por Izquierda Unida respecto al corral de la Encarnación –por supuesto
sin olvidar el papel de Eduardo Corriente en el desenvolvimiento de los suce-
sos- ha permitido la rehabilitación del corral manteniendo sus valores.
Entonces en septiembre u octubre [de 2004] en la Comisión de Urbanismo nosotros decimos que no
podemos informar [sobre el Plan de Reforma Interior] porque la venta era ilegal, entonces la Gerencia
[de Urbanismo del Ayuntamiento] reacciona, y manifiesta que ellos querían comprar… y entonces ya
la cosa se arregla así.
Entonces después de unos años el círculo se cierra así. Solos no podemos. Sola Cultura no puede.
Si tienes otro sitio donde apoyarte, otra institución, pues las cosas van. Yo se lo dije a Eduardo, que
fue de las primeras cosas… Eduardo tranquilo, que esto es así y va bien, que ya la Gerencia se ha
comprometido ¿Usted no se acuerda de cómo fue todo al principio? ¿no se acuerda que se lo arreglaron
los de la Gerencia…? (Técnico de la Consejería de Cultura, septiembre 2006)
De cualquier modo, la nueva propiedad ha sido compensada por la pérdida
del corral, acordándose una mayor edificabilidad en el entorno y obteniéndose
a cambio un millón de euros con el que realizar la restauración del edificio
catalogado.
En relación con la defensa de la integridad arquitectónica del bien, se puede
observar la posición de la Administración de cultura y de los técnicos respecto
al interés y relevancia del corral de vecinos. Unas posiciones que no siempre
coinciden con los valores que le atribuyen los vecinos y otros protagonistas de
las reivindicaciones.
El bien cultural objeto de esta inscripción es un representativo y tradi-
cional corral de vecinos (…) Al tratarse de un bien de interés etnológico,
no solo radica su valor en el soporte arquitectónico de la construcción,
vinculada a formas de vida y culturas tradicionales del pueblo andaluz -
245
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
corral tipo sin fachada a la calle debido a dos casas-tapón, con viviendas
alineadas en dos bloques a lo largo de un pasillo central-, sino en el he-
cho fundamental de que en dicho espacio se sigue produciendo una de
las formas de habitación específicas del pueblo andaluz al estar habitado
en la actualidad por doce familias con manifiesto interés y voluntad de
continuidad en su uso.
En definitiva, al ser un exponente de ámbito de habitación y socia-
bilidad popular, formando parte por todo ello del más significativo y
relevante patrimonio etnológico andaluz, tanto material –corral tipo
andaluz- como inmaterial –forma de vida y habitación allí producida-.
(Expediente de inscripción del Bien, BOJA de marzo de 1995)
Tal como queda expresado en el expediente de inscripción, dos son los
valores que lo sustentan: por una parte, los modos de vida y por otra parte,
la tipología, la forma en que se articula y desenvuelve el espacio. Ambos ele-
mentos se encuentran indisolublemente unidos, pero la insistencia en unos u
otros aspectos y la relevancia que ocupen serán diferentes según los agentes a
que nos estemos refiriendo. De hecho, en el expediente y el las entrevistas que
hemos podido desarrollar con algunos de los técnicos responsables, se insiste
en “el peligro de desaparición de este tipo de corrales” o “ser uno de los úl-
timos testimonios de esta tipología”. La tipología, la forma de la edificación,
se subraya como elemento fundamental a proteger. Será esto lo que confiera
singularidad al corral, pues ya sólo queda este como representante de los que
fueron.
La protección de este corral se acoge por tanto a la letra de la ley que afirma
que serán tratados de forma especial los bienes en peligro de desaparición…
De este modo, se insiste en su carácter testimonial, excepcional. Estamos ante
una argumentación característica del patrimonio más clásico: lo antiguo, lo
excepcional, lo diferenciado y singular, lo relevante. Como en el resto de los
casos que se tratan en esta investigación, se trata de bienes “en proceso de
fosilización” o directamente abocados a desaparecer en su sentido original.
Otros sentidos e interpretaciones son los que muestran sus protagonistas.
246
Capítulo V
247
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
Este era un proceso que venía repitiéndose y ante el que una serie de ve-
cinas y vecinos de algunos corrales decidieron reaccionar. En este contexto
surge la Plataforma en Defensa de los Corrales y Patios de Vecinos de Triana,
COPAVETRIA. La formalización de esta asociación, a principios de los años
noventa, vino a plasmar una movilización anterior y agrupa a tres tipos de
agentes muy diferenciados en cuanto a sus intereses y objetivos: Por una parte
estaban los vecinos afectados de unos pocos de corrales; por otra parte, se
integraron otros residentes en el barrio con una alta conciencia social, contra-
rios a los procesos de especulación desatados por la Expo del 92 y a la desar-
ticulación social que produciría esta gentrificación; en tercer lugar, se unieron
una serie de estudiosos y amantes de “la Triana auténtica” o de los corrales
en tanto que representativos de un patrimonio. Las ideologías que defienden
estos sectores y sus estrategias resultarán ser muy diferentes, de modo que, fi-
nalmente, a día de hoy COPAVETRIA es una asociación desarticulada. Y ello
a pesar de su amplia repercusión en Triana y de su capacidad de movilización
inicial, así como de resolución de problemas de muchas familias. José María
Luján describe los inicios de esta asociación:
“La lucha en pro de este patrimonio la inició un grupo de mujeres del Corral de las
Ranas. En la finca colindante se acometían unas obras y la piqueta golpeó, “acciden-
talmente” la base del muro de esta finca, que empezó a resquebrajarse así como con
varias habitaciones (sic). Como sus reclamaciones a la constructora y el Ayuntamiento
no surtían efecto, ellas decidieron salir a la calle, donde comían y dormían, y pedir la
solidaridad de Triana; por los medios de comunicación nos enteramos de su lucha. Allí
nos acercamos un par de amigos y charlando con esas mujeres empezamos a conocer
esa realidad y a amarla, a hacerla nuestra. Fue el arranque de la asociación que a la
postre será COPAVETRIA” (Luján, 2005:4)
La formalización de Copavetria y las principales amenazas al Corral de la
Encarnación se produjeron en paralelo, retroalimentándose mutuamente. La
resistencia de las vecinas del Corral de las Ranas, llamó la atención de los in-
quilinos de la Encarnación y en especial, de Eduardo Corrientes. Este insigne
vecino, un líder nato dentro del corral, va a unirse a las reuniones que en la
plazuela de Santana, en el Colegio José Maria del Campo y en diversos locales
serán los precedentes de Copavetria. En 1992 la propiedad del Corral de la
Encarnación solicita la declaración de ruina de la casa tapón y obtiene un ex-
pediente provisional favorable.
Copavetria puso en relación a los vecinos del corral con un gabinete de
abogados, que actuaron en dos sentidos a la vez: En primer lugar, encargan-
do un peritaje paralelo, que contrarrestase el informe de la propiedad, y que
248
Capítulo V
249
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
84 Archivo del Servicio de Protección del Patrimonio Histórico de la Dirección General de Bienes
Culturales.
250
Capítulo V
85 Las obras tenían un presupuesto inicial de 13.005.636 pts. y fueron concluidas en mayo de 1998.
Expediente 48/80 de la Sección de Conservación de la Edificación
251
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
252
Capítulo V
escombrera uno de los antiguos almacenes y sin realizar ninguna obra de con-
servación o mantenimiento del edificio.
En 2002 se produjo un intento, por parte de la propiedad, de reforma de la
calificación del suelo. El nuevo PEP86, que contradecía las instrucciones par-
ticulares de la inscripción de LIE, proponía la transformación de los partidos
en “duplex”, levantando una segunda planta y planteaba duplicar en altura
la antigua casa-tapón, alienándose con otras nuevas fincas de alrededor que
tienen cuatro plantas... A pesar de los informes y votos en contra de los fun-
cionarios y técnicos del cuerpo de Conservadores del Patrimonio, la Comisión
de Patrimonio de la Provincia de Sevilla, en principio, votó a favor de estos
cambios, aunque finalmente no se llevaron a efecto.
En octubre de 2004 quedaban sólo siete familias viviendo en el inmueble,
ocho partidos ocupados frente a los quince que lo estaban en 1992. En 2004
se estaba produciendo una fuerte presión sobre los vecinos, con amenazas y
hasta siete denuncias interpuestas.
El contrato de compraventa privado87 realizado en julio de 2003 entre los
antiguos propietarios y una nueva sociedad valoraba la finca en 3.103.000 €,
IVA incluido. En éste documento se expresa cómo ésta cantidad se iría pagan-
do, poco a poco, conforme se fueran desalojando a los inquilinos. De ahí el
interés de los antiguos propietarios -personificados en la hija y yerno del que
fue dueño desde los años cuarenta- por expulsar a los viejos inquilinos. “Le
pusieron precios a nuestras cabezas en el contrato de venta, cada vez que se
iba uno se pagaba una cosa” (Manuela, vecina del corral, mayo 2006). Como
fuera que en febrero de 2004 no se hubiera conseguido la salida de ningún
arrendatario, se traspasa el contrato de compraventa, en las mismas condicio-
nes, a “Inmobiliaria Pages del Corro S.A.”88. De nuevo serán los vecinos los
que estaban al quite de la situación y Eduardo Corriente quien se desplaza de
una a otra Administración. Pone en guardia a la Consejería de Cultura sobre
86 Una propuesta de reforma del Plan Especial de Protección de la UA-TR-101 Pages del Corro que
preveía una edificabilidad de 8.000 m2 en una parcela de 1.250 m2 (Documentación del Expediente del
bien, A.P.P.H.)
87 Esta transmisión iba en contra de la legislación española y andaluza de patrimonio en cuanto que
cualquier cambio de manos en los bienes debe ser comunicado a la autoridad competente para que
ejerza el derecho de tanteo o lo delegue en la administración que considere, habitualmente los ayunta-
mientos.
88 Estos asientan escritura en septiembre de 2004 hipotecando las casa 126-128-130 para devolución de
un préstamo de 2.541.000 € (Documento del Registro de la Propiedad, Archivo Particular).
253
Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
89 Además del informe del profesor Escalera de 1993, el Departamento de Antropología Social de la
Universidad de Sevilla presentó un informe favorable a la incoación definitiva del bien en el que se con-
testaba a las alegaciones de la propiedad y de un grupo de vecinos de la Calle Pilar de Gracia en contra
de la catalogación.(Documentación del Expediente del Bien, A.P.P.H.)
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90 Como la Plataforma Alameda contra el Urban, que lucho contra el parking subterráneo que se pla-
neaba construir o la Plataforma para Salvar la Casa del Pumarejo formada en el año 2000. (Díaz, 2006,
Hernández Ramirez, 2003a). Todos estos colectivos confluyen en un conjunto de personas activas
dentro de la ciudad y que se incardinan en el Foro Social contra la Globalización.
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so que muestra una gran identidad con su corral y con la vida de los patios, no
por ello dejan de matizar y de entender la dureza de muchas de las situaciones,
la miseria de muchas etapas y la incomodidad de vivir en las condiciones en las
que lo han hecho en los últimos veinte años. Las entrevistas -sorprendentes y
riquísimas en cuanto a su viveza, su gestualidad y teatralización, en el colorido
de las descripciones, en la recreación de diálogos supuestos, en la capacidad
de evocación- van dejando ver de modo constante hitos biográficos, sucesos
y anécdotas que muestran el deseo de otra vida mejor. Son narraciones de
orgullo, de lucha, de reivindicación, pero hilvanadas de amarguras, de dureza,
de amenazas y problemas.
-“Yo mismamente soy analfabeto. Con seis años me puse de lechero, trabajaba desde las siete de la
mañana, hasta las cuatro de la tarde”
-“Y nos denunció porque decía que habíamos hecho cuartos de baño, (con sorna) que baje esa Doña
Rosita a bañarse cuando quiera, que vea el “jacuzzi” que tengo”
-“La humedad siempre y cuando quitamos las goteras del tejado, fue peor, porque nos pusieron la
Uralita, que no se la ponen ni a los animales”
-“Decían que lo que tenía era la bebida, pero es que no tenía nada ni nadie. Y es verdad que ella
se tomaba sus copitas, pero tampoco era… A ella le gustaban un par de copitas de ginebra por las
mañanas y ya luego no bebía más, dos o tres cervezas en el día, lo que pasa es que no comía na y tan
mayor…”
Por ello cuando se habla con detenimiento los vecinos, reconocen que
están allí porque no tenían medios para haberse ido a otro sitio. Todos los
que tenían una seguridad económica habían ido dejando el corral. Los descen-
dientes de Eduardo, son sólo tres familias las que quedan, han formado una
piña para asegurar un hogar a todos ellos. Un lugar, su casa de siempre, que
les permita darse apoyo mutuo, como lo han hecho y lo han visto hacer hasta
ahora.
Es necesaria, sin embargo, una aclaración respecto al espacio y la forma de
compartir la vivienda en los corrales de vecinos. Hemos de tener en cuenta
que el Corral de la Encarnación era un diseño decimonónico creado expre-
samente para el alojamiento de las clases trabajadoras de la ciudad. Era un
espacio producido para su consumo según los cánones de su época, en los
que se entendía que los grupos familiares podían perfectamente compartir
habitación en dos estancias. Estas normas están claramente alejadas de las de
hoy, en las que se considera que hay un problema de “hacinamiento” cuando
una pareja con dos hijos comparte un piso de cincuenta metros cuadrados.
Tal como describe Signorelli (1999: 95-ss.) respecto al periodo de entregue-
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
rras en Italia, lo que se consideraba adecuado era disponer de una alcoba para
el matrimonio, además de una sala o estancia que hacia las veces de cocina,
estar y alojamiento para los hijos y/o personas solteras de la unidad domés-
tica. Es este el uso, la norma, a la que hace referencia explícita Antonio en lo
que nos estaba narrando sobre la segmentación de la casa: se entendía que
los matrimonios debían disponer de cierta privacidad. Por otra parte, era fre-
cuente que cuando se disponía de una tercera habitación, ésta se usara como
espacio de recepción o “pieza de mostrar a los otros”. Los valores respecto a
la distribución del espacio eran diferentes de los actuales: “En algunas ocasio-
nes, mientras la sala permanecía cerrada, los muchachos estudiaban y jugaban
en la cocina y dormían en alguna colchoneta en el pasillo” (ibidem.: 99). Este
espacio de representación social en los corrales de vecinos era el patio, como
centro de sociabilidad y ámbito de “estar”, siempre que el tiempo lo permi-
tiera, tal como lo han documentado en sus trabajos Alida Carloni, Ricardo
Morgado y otros.
En general, en el ámbito andaluz y para las clases sociales menos acauda-
ladas, dormir en una sala común o compartir estancia con animales no era
nada infrecuente y sólo en las últimas décadas se ha generalizado la idea de un
espacio doméstico funcional y físicamente cada vez más segmentado (Agudo,
1999d; Agudo y Valcuende, 1999), con una progresiva individualización de las
estancias de la que son paradigmáticas las habitaciones de los adolescentes de
nuestro entorno.
Estos párrafos precedentes sirven para clarificar algunos aspectos y dar
entrada a otras voces en un debate en el que se han ido posicionando -de un
modo ciertamente clarificador- los diversos agentes que han participado en el
proceso de patrimonialización del Corral de la Encarnación. El fondo de la
cuestión no es otro que la “conservación” de los modos de vidas en los corrales
de vecinos.
b) Modernización higienista y progreso. Los protagonistas de la es-
peculación urbana.
La propiedad del corral ha utilizado como argumento contrario a su pro-
tección precisamente lo indeseable de unos servicios sanitarios o cocinas co-
munes, así como el tamaño reducido de los partidos:
“…la llamada cultura de patios se identifica por la existencia de unos elementos co-
munes: servicios, lavaderos y cocinas (…) No habiendo conseguido sobrevivir dichos
elementos físicos comunes y formas de vida en comunidad, parece un ejercicio de
inmadura y absurda nostalgia el realizar un esfuerzo (…) de tal envergadura en orden
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Capítulo V
a hacer detenerse la máquina del tiempo, (…) Parece evidente para un nivel cultural
medio concluir que el proceso histórico de la cultura urbana (…) ha consistido afor-
tunadamente en lo que se ha dado en llamar proceso de higienización de las ciudades.
En París, en Bruselas, en Madrid y en Sevilla el siglo pasado y el anterior existieron des-
graciadas formas de vida en común muy similares a las que se pretenden proteger en la
resolución impugnada: bloques enteros en los que se producía un brutal hacinamiento
por estar estructurados en viviendas de superficies mínimas, con elementos sanitarios
comunes y únicos por planta, con perversas condiciones de edificación. Pues bien lo
que la cultura en su desarrollo histórico ha supuesto ha sido justamente lo contrario de
lo que pretende proteger la resolución impugnada y se ha concretado en la consecu-
ción de unos hábitats urbanos propios de la época que estamos viviendo y eso ha sido
calificado hasta el momento como progreso y cultura” (Alegación Tercera del Recurso
interpuesto a Tribunales por la Propiedad del corral en 1994, Archivo Particular, se ha
respetado la ortografía y puntuación original).92
Desde el punto de vista de los intereses privados de los propietarios del
inmueble, la protección del corral paraliza el proceso de venta y edificación de
nueva planta en la zona. Debemos recordar que se había constituido ya una
Junta de Compensación que articulaba la manzana y se adecuaba al trazado
de nuevas calles. La argumentación, se basaba en no considerar adecuados los
valores que se atribuyen al inmueble, tachándolos de regresivos y no acordes
con el “progreso cultural”. Esta alegación aparentaba una preocupación por la
adecuación de la vivienda y el bienestar de sus ocupantes que no tenía ninguna
coherencia con una larga trayectoria de descuido y falta de mantenimiento del
local. Sin embargo, más que una preocupación moral por las condiciones de
vida de los habitantes y por la posible “in-justicia” social de la catalogación, el
razonamiento se atenía a unos principios supuestamente aceptados por todos,
vinculados a una noción de progreso claramente relacionada con la ideología
modernizadora de los años cincuenta y sesenta. Es más, en el punto cuarto de
las alegaciones queda clarísima esta circunstancia en tanto que se informa que
la Administración no dispone de formulas legales para mantener un modo de
vida cuando los inquilinos dejen de estar. Y que la propiedad ya ha tramitado
el desahucio de entre el 80 y el 90% de los arrendatarios (Op. Cit. 1994).
La visión más general de los poderes políticos y económicos relacionados
con el urbanismo en la ciudad, se observa en los debates de 2002. Resulta lla-
mativo que en la Comisión de Patrimonio, que supuestamente parte de valores
e intereses muy diferentes a los de la propiedad y una de cuyas funciones es
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
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Capítulo V
93 Ha sido así con la zona vieja de Triana, pero también con Nervión, después con la zona San Luís-
Alameda y más recientemente con los nuevos espacios de cara al río en la zona norte, Nuevo-Torneo.
94 Si bien es cierto que este barrio conserva parte de su tejido social anterior y que la fuerza de sus
referentes territoriales y de sus símbolos identitarios son capaces de absorber y a veces hasta de integrar
a los nuevos residentes, también es cierto que el precio del suelo obliga a marcharse cada vez a más
personas –de ahí el progresivo envejecimiento del barrio-. Lo que resulta más evidente es que una parte
del precio del suelo alcanzado por los inmuebles del barrio tiene que ver con su imagen de tradición,
esencia, carácter, etc.
95 Documentos que se encuentran en el Expediente de inscripción del bien, A.P.P.H.
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Capítulo V
96 La estrategia de la Exposición del 92 de difusión de la ciudad a nivel mundial y las operaciones que
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
era el de reivindicar los corrales para los vecinos de siempre, frenando e inclu-
so revirtiendo este sistema de “llevarse a los pobres a barriadas marginales”.
Los corrales debían rehabilitarse con dinero y ayudas publicas y servir para
asentar a la población que en ellos había vivido, incluso ofertando la vuelta
a aquellas familias que se habían tenido que marchar a barrios de la periferia
urbana. Evidentemente, no lo lograron.
Nosotros conseguimos un efecto perverso con nuestras reivindicaciones y es que la Administración les
facilitó a los propietarios muchísimo las cosas. Porque nosotros decíamos, los corrales hay que rehabili-
tarlos porque son un patrimonio, porque tienen un valor social, etc. etc. y la Administración puso una
línea de crédito para quienes quisieran rehabilitarlos. (..) Hay otros corrales, la mayoría, donde vivían
una par de vecinos de los antiguos y con dinero publico, dinero de todos nosotros, la Administración
les ha dado a esas empresas para que arreglen el corral y ahora tienen unas viviendas estupendas, y
ahora tienen las viviendas que las ponen en alquiler o en venta a precio de mercado, no a precio social.
La rehabilitación se ha hecho por la casuística particular que tenían esos corrales ¿no? También po-
drían haber traído a los vecinos que en su día vivieron en ese corral que están en el extrarradio y que
quisieran volver aquí ¿no? Pero bueno como esto se dejó en manos del sector privado, el sector privado
no entiende de romanticismo y menos con el suelo tan carísimo que hay aquí. Y cuanto más caro mejor
para los especuladores, porque más ganan.
(…) El efecto perverso es que en vez de redundar ese esfuerzo en beneficio del pueblo en general, de
las gentes que se vieron forzadas a irse de su barrio, pues en vez de eso beneficia a los propietarios, las
promotoras, las inmobiliarios… porque claro pagar un apartamento en un corral de vecinos a millón
el metro pues eso ¿quien lo puede hacer? Porque claro los vecinos de siempre, que están viviendo en el
polígono san pablo, en las tres mil, donde sea, no pueden hacerlo. Pero viene gente de fuera que lo paga
y que implica un encarecimiento del suelo en todo el barrio ¿no? Y eso siempre va en perjuicio de la
gente ha vivido en este barrio… (Vicente, ex -miembro de COPAVETRIA, julio 2006)
Desde este punto de vista, la catalogación de estos bienes como patrimonio
etnológico es una estrategia consciente para evitar la ruina y el desahucio de
los vecinos. Lo que trata es de restringir la tendencia de la propiedad a vender
estos bienes como suelo. En este posicionamiento se enfrentan explícitamente
tanto a la propiedad como a la política desarrollada por el ayuntamiento sevi-
llano.
El informe de la Conservadora de Patrimonio de la Dirección General de
Bienes Culturales, indica muy expresivamente:
se realizaron para ello tuvieron, entre otras consecuencias perversas, la de disparar el precio del suelo.
Esta especulación fue aún mayor en Triana, cuyo territorio era adyacente a los terrenos de la celebración
y que adquiría una nueva dimensión respecto a la ciudad una vez eliminado el tapón de Chapina. Al
mismo tiempo que en los folletos turísticos se difundían las flores de los patios y a Triana como cuna
del flamenco, la piqueta derribó más de la mitad de los corrales. Los expedientes de ruina y desahucio
se sucedieron.
270
Capítulo V
Las solicitudes responden (…) a una realidad social terrible por la que se esta des-
alojando de los corrales de vecindad a sus habitantes (…) en un proceso especulativo
comenzado hace ya bastantes años que alcanzó su grado máximo en torno a las ex-
pectativas del 92 y especialmente en la zona de Triana por su proximidad al Recinto. El
objetivo que buscan en la inscripción es más la evitación del desalojo que las posibles
ayudas económicas que pueda prestarles nuestra Consejería (Técnica de la Consejería
de Cultura, Informe de 1995, A.P.P.H.)
Sin embargo, el proceso de reivindicación que llevó a cabo Copavetria, sí
que iba más allá en la valoración del patrimonio inmaterial de los corrales.
Una dimensión en la que ellos insistían a partir de su reivindicación social. Se
apreciaba la solidaridad, la forma de compartir, la ayuda mutua… Se entendía
que la vida de los corrales “tiene mucho que enseñarnos” o cómo la gente de
los corrales “de la necesidad supo hacer virtud”.
Esta visión sirvió, además, para que algunos de los vecinos –los que estu-
vieron más en la lucha- tomaran conciencia del valor de los patios, de lo que
habían representado en la ciudad y en el barrio. También se aprecia claramente
en las personas con las que he podido hablar un claro orgullo de ser corrale-
ros, de tener un “modo de vida” configurado a partir de la convivencia, del
compartir y de la solidaridad… o como decía Eduardo “yo estoy tan patrimo-
nializado como el corral”.
Circularidades
Este proceso de movilización social, como ocurre en el caso de Pegalajar,
fue capaz de articular en positivo una serie de valores que transcendían la
mirada romántica y de sainetes, contribuyendo a una dignificación de la vida
de los corrales, al menos en su dimensión simbólica. La participación en la
asociación y en las reivindicaciones permite esta toma de conciencia, una par-
ticipación democrática. También en la forma en que se redefinen “los modos
de vida de los corrales” influye el proceso mismo de catalogación y la utiliza-
ción estratégica de los discursos que sustentan la inscripción del bien. Hay una
retroalimentación entre los inquilinos del corral, que muestran su orgullo por
ser quienes son y por sus formas de vida, que es observada, analizada y valo-
rada por los antropólogos. Al mismo tiempo, la forma en que éstos elaboran
los valores reconocibles del bien –el diagnóstico técnico para la inscripción-
incide en la autopercepción de los habitantes del corral de la Encarnación. La
cita que encabeza este capítulo es muy significativa al respecto.
En resumen, ha habido un proceso de inversión de los valores negativos de
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Resistencias y reflexividades en el Corral de la Encarnación
pobreza, miseria, analfabetismo, mala educación y mal vivir con el que se po-
día asimilar a la gente de los corrales, por parte de la bienpensante clase media
franquista, a vincularlo con sus aspectos más positivos. Esta transformación
tiene que ver con diversas circunstancias que se retroalimentan entre sí de
una manera circular y sin que podamos realizar una atribución de causalidad
inicial. Estamos ante un proceso de reflexividades encadenadas. La transfor-
mación de las percepciones y discursos sobre el ser “corralera” se vincula con
la difusión de estudios antropológicos y sociológicos de los corrales, con su
progresiva transformación y desaparición –y por tanto invisibilización de los
aspectos más conflictivos-, con las reivindicaciones y toma de conciencia de
los vecinos a través de Copavetria y de otras asociaciones e incluso con la cata-
logación del Corral de la Encarnación y las argumentaciones y razonamientos
que ello conlleva.
Diversos autores han descrito cómo las movilizaciones sociales conllevan
una reflexividad, ya que los procesos de reivindicación y las actuaciones res-
pecto a un problema o amenaza conllevan para sus actores un “aprendizaje”
y una redefinición que modificarán una serie de percepciones y discursos so-
bre su realidad (Scott, 1990; Beck, Guidenns y Lash, 1997). En este caso una
mayor elaboración sobre los significados y los aspectos positivos de la vida de
los corrales, aunque también una segmentación en dos tendencias dentro de
la asociación97. Además se ha señalado que los procesos de patrimonialización
y en concreto las actuaciones de los técnicos y expertos para la inscripción
o declaración de un bien implican una “reflexividad técnica” (Ariño, 2001;
Lamo de Espinosa, 1991). Es decir, que los diagnósticos de los expertos, dada
su legitimidad para el análisis de ciertas realidades, tienen incidencias en los
protagonistas sociales, modificando sus actuaciones o percepciones respecto
a una temática determinada. En el caso del Corral de la Encarnación son
los estudios de diversos antropólogos como Alida Carloni o Javier Escalera,
la realización de reportajes, de inventarios de arquitectos, geógrafos, etc., las
charlas e investigaciones de Ricardo Morgado y la visita de universitarios y
diferentes investigadores… que llevaran a definir y valorar de otro modo, por
97 Por una parte, la de los que pretendían una reivindicación global para buscar una solución general
al problema de los patios y de los grupos que estaban siendo expulsados de su barrio y por otra parte,
la de los que buscaban la solución a problemás individuales, familias que se verían abocadas a quedarse
sin techo.
272
Capítulo V
Populismos y romanticismos
La visión más romántica sobre los patios, la que se ofrece a turistas y visi-
tantes, devanea con la estética floral, con la antigüedad de sus orígenes, con el
adarve musulmán y el mito del orientalismo, con el sabor popular:
“…un antiguo patio de vecinos que conserva intacto el encanto de la época, man-
teniendo los elementos propios de los corrales medievales: patio central empedrado,
fuente, lavadero, galerías de madera, horno de pan, capilla... Es un lugar tranquilo y
silencioso en el que la vegetación cobra un gran protagonismo. Las plantas y flores se
adueñan del entorno propiciando un clima de relax y descanso sin igual.” (Pagina Web
de los Apartamentos del Corral del Conde)
Hay una clara admiración romántica de las estéticas “populares”. Se señala
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CAPÍTULO VI
LA DEFENSA DE UN PATRIMONIO VIVO:
LA FÁBRICA DE VIDRIOS DE LA TRINIDAD
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La Fábrica
“Esa foto es de la nave central, es muy bonita. Mucha gente no lo sabe, pero esa
no es la primera nave que se construyó, aunque sí la más grande… ¿Ves las rampas?
Anda que no me he tirado veces por ahí… Entonces tenia yo otro porte, como que era
un chiquillo cuando empecé a trabajar…” (Pepe, La Trinidad Ctra. Amarilla, octubre
2006)
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dores sevillanos con los trabajos sobre patrimonio industrial que se estaban
desarrollando en otras partes de Europa100 (por ejemplo a través de las Jorna-
das Ibéricas de Arqueología Industrial que se celebraron en Sevilla y después
en Portugal).
Son también años en los que se difunde con fuerza el éxito de las inter-
venciones y musealizaciones sobre el patrimonio minero e industrial en Gran
Bretaña y en otros países europeos101. Es durante la década de los noventa
cuando en España se dará mayor publicidad a las actuaciones de puesta en
valor del patrimonio minero y en general del patrimonio industrial.
Por parte de los trabajadores, había una sensibilidad creada sobre la es-
pecialidad del oficio, la riqueza de los conocimientos y unos fuertes vínculos
con el entorno y el inmueble donde muchos de ellos habían trabajado más
de cuarenta años. Ello no es óbice para que entendamos que hubo facciones
y posicionamientos diferentes en la toma de decisiones. Asimismo, debemos
recordar que su principal objetivo en ese momento era conseguir saldar deu-
das y obtener un dinero que les asegurase algún tipo de futuro. No obstante,
diferentes acciones que se habían desarrollado en la fábrica sensibilizaron a
los obreros del vidrio. Entre estas actividades podemos mencionar: una expo-
sición sobre las industrias sevillanas en 1993 a la formación de algunos de los
jóvenes en la Granja; las Escuelas Taller que se impartieron sobre el oficio en-
tre 1996 y 1998; la propuesta de creación de un museo que en 1996 se concibe
como una de las formas de viabilidad empresarial... todas estas actuaciones
tuvieron su calado en unos trabajadores muy reacios a separarse de un lugar
y de un barrio en el que la mayoría había crecido y en el que muchos ya no
residían.
Los años de “rodaje” de la Dirección General de Bienes Culturales y una
mayor experiencia en cuanto a los bienes de carácter etnológico, así como la
formación de equipos y profesionales externos, son también factores a tener
100 “La recuperación del patrimonio industrial empezó a finales de la década de 1950 y principios de
la de 1960 en Gran Bretaña, pero en la mayor parte de los países se retrasó hasta la década de 1970
coincidiendo con la reestructuración industrial motivada por la crisis económica. Fue entonces cuando
se generalizó el interés por los edificios en desuso y las áreas de vieja industrialización.” (Pardo Abad,
2004)
101 Uno de los precursores y de los que mayor difusión y éxito turístico tiene es el Ironbridge Grove
Museum, en Gran Bretaña, fundado en 1968. En los años setenta se desarrollará también uno de los
referentes del patrimonio industrial: el ecomuseo de Le Creusot-Montceau-les-Mines, en Francia.
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102 Por el modo en que se redacta puede entenderse que se usa un concepto un tanto inmovilista o
historicista de lo tradicional “habría que añadir el carácter tradicional de su producción que produce
o puede reproducir las mismás tipologías de objetos (…) con casi un siglo de existencia” (Inscripción
como Lugar de Interés Etnológico, BOJA nº 110, 2001 pp. 15.963).
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Capítulo VI
103 Diario de Sevilla, 12/08/03 y El Mundo 12/08/03. Anotaciones de diario de campo, Fábrica de
Vidrios de la Trinidad, polígono industrial Carretera Amarilla
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Otra de las grandes apuestas por mantener la fábrica fue la que hicieron 69
trabajadores unos años antes de que se cerrara definitivamente. En esa época
se intentó sanear la empresa.
Nosotros cobramos el paro y lo volvimos a meter ahí todo, 69 personas. Para fundar la SAL. Que
son 69 personas que quieren seguir trabajando, que cogen el paro y lo invierten es que quieren seguir
trabajando. (…) Éramos 115, con nuestro dinero indemnizamos a la gente que se quería ir y con
nuestro dinero le dejamos 200 o 250 millones a la empresa. Y eso voló todo. Eso empezamos a pagar.
Es verdad que en las indemnizaciones se fue un dinero importante, no se si fueron 115 millones de
pesetas. Invertimos, compramos maquinaria, compramos dos hornos nuevos, compramos herramien-
tas… Dos hornos nuevos que están allí (…) y allí se quedaron. Invertimos un dinero importante
allí, y allí se quedó. El dinero, las herramientas y todo… Y los años de trabajo. Salí por las puertas
diciendo: intentaré no venir más. (Javier, Guadarte-La Trinidad Fabrica de Vidrio, junio
2006)
La desesperanza de este fragmento muestra un final en el que las deudas
eran superiores a los encargos. La sociedad laboral recurrió a subvenciones y
ayudas. Hoy día son conscientes de que en el IFA les recomendaron un geren-
te que “al final no venía a poner a flote la empresa, sino a cerrar”. Estuvieron
un tiempo con este gestor, hasta que se dieron cuenta de lo que estaba pasan-
do.
“Estaba el tío cobrando medio kilo al mes y nosotros llevábamos dos meses sin
cobrar. Y lo echamos” (Paco, La Trinidad Fábrica de Vidrio. Pol. Ind. Ca-
rretera Amarilla, octubre 2006)
“Del IFA mandaron a un gerente que era Rafael Castro y le dije yo tu has venido
aquí a cerrar la fabrica ¿a que si? Y ya no fue más. Y fuimos a hablar con Fernán-
dez Palacio y [después] le dijimos ¿tu que has venido a cerrarla?, pero si nosotros
necesitamos un gerente que salga a la calle a vender, y que organice esto y lo saque…
si cerrar ya sabemos nosotros que vamos a cerrar.” (Manuel, Guadarte-La Tri-
nidad Fabrica de Vidrio, mayo 2006)
Unos y otros dan diferentes cifras sobre la deuda final acumulada, pero lo
cierto es que se intentó negociar el cierre y la venta de los terrenos, así como la
condonación de algunas deudas y que se llegaron a acuerdos con la Consejería
de Cultura. Los relatos sobre cómo y quiénes deciden reanudar la actividad
difieren según la posición de las personas con las que se hable. Para los traba-
jadores de la Carretera Amarilla allí están los que siempre quisieron continuar
y entienden que es que no hay trabajo para más.
“Yo no tengo nada en contra de ellos, si ellos son compañeros como nosotros. A mi
lo que me gustaría es que esto fuese bien y poder decirles que se vinieran a trabajar con
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Capítulo VI
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La defensa de un patrimonio vivo
que sirviera a los intereses de la patronal. Es por ello que los trabajadores se
constituyeron en cooperativa y le compraron la fábrica en 1944, por un capital
de 1.800.000 pts. que pagaron en 1945 (Sobrino Simal, 1996).
La organización cooperativista es algo de lo que los actuales trabajadores
de la Carretera Amarilla se sienten muy orgullosos:
Nosotros éramos cooperativa de toda la vida, desde el año 34, de toda la vida. Ha sido una coo-
perativa ejemplar. Nos ha ido muy bien siempre, porque es raro una cooperativa que aguante tanto
tiempo. Nosotros lo teníamos muy bien organizado, yo aprendí de los antiguos y aquí seguimos igual.
Nosotros éramos una Junta General, todos los socios trabajadores, la Junta nombraba un Consejo
de Administración o Junta Rectora, de siete miembros. Un presidente, vicepresidente, secretario y los
vocales. Entonces ellos eran los que durante cuatro años organizaban todo, se les daba toda la potestad
a ellos. Aunque éramos dueños todos, la Junta Rectora era la que tomaba las decisiones y luego ya pues
durante la marcha se le iban pidiendo responsabilidades o se hacían asambleas... ordinarias o infor-
mativas cuando se pedían. Normalmente iba bien. Luego la junta rectora nombraba los encargados.
Una responsabilidad, que ya estaban de muchos años, y eran los que organizaban el trabajo y había
un respeto enorme. (Miguel, La Trinidad, Polígono Industrial Ctra. Amarrilla, octubre
2006).
Sin embargo, la visión que de este sistema se tiene en la otra empresa es
muy diferente. Algunos de los hoy trabajadores a sueldo en Guadarte valoran
más la seguridad de tener un salario a fin de mes y consideran un valor nega-
tivo la organización y propiedad colectiva:
La plantilla tiene que ir renovándose. (…) Y son personas que se sienten un poco… han pasado de
ser una cooperativa a estar en una empresa que aquí hay un dueño, que le gusta pasar por la fábrica y
verlo todo recogido, le gusta que se cumpla con el trabajo, que haiga armonía, porque es lógico. Y eso la
verdad es que es fuerte, esa mentalidad, es que es difícil de cambiar. (…) “Illo” cambia la mentalidad,
pero es difícil es muy complicado. Un tío que se ha llevado 35 años trabajando en la cooperativa. (…)
Porque allí se hacia una asamblea. Y qué te digo yo, para decidir cómo administrar una subvención
que te habían dado y el Consejo de Administración tenía que hacer una asamblea, no tenía poder para
decir bueno, pues vamos a hacer esto… yo me quedaba con las patas colgando… (…)
Sí, sí aquello era así. A las 10 de la mañana se decía, señores después del bocadillo reunión, y allí
había un comité… y allí se paraba y no se trabajaba. Yo llegué a proponer, -que era secretario yo-
porque convocábamos las reuniones por las tardes y no iba nadie. (…) Y después, que esto es una
cooperativa, vamos a tirar todos del carro. Decía la Junta “illo” vamos a trabajar por las tardes tres
horas y no vamos a cobrar. Y que no… y era mi casa, ¡eh! y era mi casa, fíjate... (Javier, Guadarte-
La Trinidad Fabrica de Vidrios, Alcalá de Guadaira, junio 2006)
Los trabajadores de ambas empresas son muy conscientes de que el modo
de funcionamiento de la Fábrica de Vidrios de la Trinidad ya no era viable en
las dos últimas décadas. La producción semi-industrial con un gran número
de empleados y con unas técnicas que requieren mucha mano de obra no son
competitivas con sistemas muy tecnificados y con los procesos desterritoriali-
298
Capítulo VI
104 http://www.latrinidad.net/Principal.html
105 http://www.20minutos.es/noticia/85366/0/vecinos/quieren/reabrir/
299
La defensa de un patrimonio vivo
orgullo por continuar una tradición. Un saber hacer que describen mostrando
las distintas fases de producción, reiterando con paciencia los nombres de
procesos, herramientas o las posiciones en la cadena de producción, etc.
A la entrada de la nueva nave, tres grandes fotografías en blanco y negro
nos recuerdan el lugar de origen. La nave principal, una foto colectiva de los
años setenta y un retrato de grupo del que nos dicen que “…son los primeros
cooperativistas, bueno la Junta Rectora, la primera que se fundó. Míralos todos
con corbata, es como se vestían entonces para las fotos”. El emplazamiento
de Miraflores está así siempre presente. Y el recuerdo aparece romantizado:
Y por fortuna, gracias a la intervención de cultura, la nave central se queda. Y es
una nave preciosa, de unos anclajes de hierro y una fachada… muy bonita… (Paco, La
Trinidad, Polígono Industrial Ctra. Amarrilla, octubre 2006).
La fábrica es grandísima de 11.000 m2 y además una fábrica preciosa, después de es-
tar allí muchos años, yo que he sido miembro del consejo de Administración muchos
años y que todavía soy, he visitado muchas fábricas de España y vamos no hay ninguna
que se le pueda comparar a la Trinidad. Solamente una le puede hacer rango, que es
la Real Fábrica de Cristales, la Granja. (Miguel, La Trinidad, Polígono Industrial Ctra.
Amarrilla, octubre 2006).
Aun cuando son conscientes de las dificultades de la última etapa en la fá-
brica, estos trabajadores entienden que su protección es un aval para su actual
negocio y que aquella ubicación les proporcionaría hoy día una salida comer-
cial más directa. Uno de los trabajadores nos comentaba haciendo referencia
a la posibilidad de dejar en pie las tres naves de la antigua fábrica:
“Claro, nosotros en ese momento lo que queríamos era vender aquello y venderlo lo mejor posible y si
llegan a decir que ninguna nave se puede tocar, pues aquello... hubiera sido difícil... hay que entender
el momento. Pero yo me alegraría mucho de que ahora se pudieran salvar todas las naves, por supuesto
que sí”.(Paco, La Trinidad, Polígono Industrial Ctra. Amarrilla, octubre 2006).
Además, ellos mantienen vinculación con el inmueble del centro de la ciu-
dad, del que se consideran, en cierto modo, depositarios:
Se puede entrar. Nosotros entramos de vez en cuando porque el propietario nos deja la llave y allí
hay algunas cosillas, no de las que están catalogadas, sino piedras para el horno, sílice… y de vez
en cuando vamos. Y para vigilar, porque la mayoría de nosotros somos de allí, de las cercanías de la
Trinidad. (Paco, La Trinidad, Polígono Industrial Ctra. Amarrilla, octubre 2006).
En general, esta visión coincide en algunos aspectos con la de los com-
pañeros de Alcalá de Guadaira, pero difiere notablemente en otros. Donde
hay más factores en común es en la conciencia sobre el hecho histórico de la
fábrica, es decir, la noción de que la fábrica muestra o es testigo de una parte
del pasado de la ciudad. Quisiera reseñar en el fragmento de entrevista que
300
Capítulo VI
301
La defensa de un patrimonio vivo
Yo la pregunta se la hice a él. Vamos a ver si en el año 96 no hicimos nada por la fabrica de la
Trinidad, ¿tú qué esperas hacer ahora por la fabrica? Aquello era un proyecto que se presentó, se puso
en la mesa y no se hizo nada por la fábrica… diez años después que esperas hacer. Yo es que no lo
entiendo. (…) Nosotros cobramos el paro y lo volvimos a meter ahí todo, 69 personas. Para fundar
la SAL. (…) Pues ese era el momento, nosotros estuvimos hablando con Julián Sobrino y ese era
el momento en el que teníais que haber ayudado a la Trinidad. (Javier, Guadarte-La Trinidad
Fabrica de Vidrios, Alcalá de Guadaira, junio 2006)
302
Capítulo VI
106 Sobre las formas en que se han ido desarrollando en occidente la noción del arte asociado a la crea-
tividad y la individualidad puede verse el texto de Lourdes Méndez, 1995. También Sally Price se adentra
en la consideración que han tenido las creaciones de otros pueblos, que suelen tener otras funciones
además de la estrictamente contemplativa que le asigna el mundo occidental (1993).
107 Estos hornos serian sustituidos después por hornos de balsa y el carbón por el fuel-oil.
303
La defensa de un patrimonio vivo
108 Para mayor detalle puede verse la secuencia en las fotografías de las páginas siguientes.
304
Capítulo VI
El maestro vidriero o soplador coge con la caña de soplar una porción de masa vítrea del horno
(“posta”). En el mable o banco de vidriero y sobre el bloc le da forma, para posteriormente
soplar e irla configurando. A continuación la coloca en el molde y vuelve a soplar. (Fotografías
en Guadarte, 2006. José Antonio Flores)
En la formula más tradicional, para la fabricación de un vaso, el cañero cogería la pieza con
unas pinzas y la pasaría al maestro tronchador que en la bardela o banco, separaría la caña de
la pieza. El maquinista recoge la pieza y la introduce en la cortadora a fuego o “máquina chan”,
305
La defensa de un patrimonio vivo
cortando el borde superior. El archero la recogería con unas pinzas y la trasladaría hasta el
horno de recocido, también llamado horno de templado.
El maestro tronchador, en la bardela, da forma a la pieza. Se le añade la base, que es mo-
delada posteriormente.
El archero, que trasladará la pieza al horno de templado, comprueba antes la estabilidad del
pie.
Fotografías en Guadarte, 2006. José Antonio Flores.
306
Capítulo VI
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La defensa de un patrimonio vivo
109 Vease el texto del etiquetado de La Trinidad Fábrica de Vidrio, Polígono Industrial Carretera Ama-
rilla, reproducido más abajo y que se mantiene idéntico entre una y otra época.
308
Capítulo VI
vidrio perfecta, facilitando con ello la labor de los maestros vidrieros y consiguiendo
un importante ahorro de combustibles, a la vez que se minimizan las emisiones a la
atmósfera. (Andalucía 24 Horas, marzo 2005, subrayado añadido)
“Autenticidad”, “tradición”, “sevillano”, “maestros vidrieros”… Esta nota
de prensa que da a conocer las actuaciones de la empresa, contiene muchos
de los valores añadidos con los que se cualifica el producto: se vincula con la
tierra, con el pasado, con lo autentico, con el saber de los maestros artesanos
y con la antigua cooperativa de la Trinidad. Una serie de etiquetas a las que
se suma la acción –¿heroica?- de “rescatar”, es decir, de salvar del olvido o la
desaparición una práctica con todas estas cualidades. La nueva empresa de
Guadarte suma así a sus cualidades de inversión, uso de tecnología punta,
ahorro ecológico, etc. la imagen de conservadora del patrimonio y la tradición
de los sevillanos.
Pero el vidrio no es el elemento central del Grupo Guadarte y la imagen
y comercialización del mismo siempre está asociada a otros elementos. El fin
de la empresa es competir en un mercado de la “decoración de alta calidad”,
con énfasis en el carácter artesanal y en el diseño original de sus piezas. En
muchos casos el cristal sirve de adorno, acompaña, en el diseño de ambientes
de interior, realza una mesa o vitrina o se pone al servicio de otros elementos
como lámparas…
Como contraste, en “La Trinidad. Fábrica de Vidrios” sita en el Polígono
industrial de la Carretera Amarilla, se apuesta por la continuidad en todos los
sentidos. Para empezar, el modo en el que la empresa presenta su producto es
idéntico al que tuvo la cooperativa de la Trinidad en su última fase. Se lee110:
“DECLARADO PATRIMONIO DE BIEN CULTURAL Y ETNOLOGICO POR
LA JUNTA DE ANDALUCÍA. La Trinidad es una fábrica artesanal de vidrio que
utiliza la técnica de soplado en boca y la talla manual desde el año 1900 y que ha sabido
transmitir generación tras generación la práctica en la elaboración de sus productos
hasta nuestros días, donde el proceso manual sigue siendo el mismo. Este es un certi-
ficado que garantiza que el producto contenido en esta caja está elaborado totalmente
a mano”.
La dirección y los obreros de estos nuevos talleres de la Trinidad se dicen
orgullosos de continuar con las mismas técnicas –soplado en boca, talla ma-
nual- y también con idénticos diseños a los que usaban años atrás. Toda la
110 En las etiquetas antiguas no aparecía la referencia patrimonial, el resto, es decir todo lo que está
en minúsculas no ha variado en absoluto.
309
La defensa de un patrimonio vivo
310
Capítulo VI
111 Todavía se sigue hablando con respeto de este maestro: “Yo tuve mucha suerte, yo he aprendido
con uno de los grandes, con el maestro Thirion. Porque cuando yo entré en la fábrica, que era todavía
311
La defensa de un patrimonio vivo
Las salidas comerciales de las dos empresas son bien distintas. La una –
Guadarte- usa como referente las grandes muestras y ferias internacionales de
decoración. Muchos de los productos de cristal se venden junto a los contra-
tos para hacerse cargo de la decoración completa de un hotel o de otro tipo de
empresas. En la otra –la Trinidad de la Carretera Amarilla- han reconquistado
sólo unos pocos de sus antiguos clientes, como algunas bodegas para las que
siguen haciendo copas y, por otra parte, dan salida a cristalerías talladas y otros
encargos específicos. Sin embargo, el grueso de su producción hoy está desti-
nada a las cervecerías locales, con vasos serigrafiados.
Ambos talleres buscan parte de la salida de su producción fuera de Espa-
ña, “donde se aprecia más la artesanía, la calidad de un producto como este”.
También se dirigen con insistencia al comercio de la decoración y tiendas
especializadas buscando dar relevancia a la calidad artesanal del producto. La
aspiración de estos productores es encontrar un hueco entre sus clientes po-
tenciales. Unos clientes que valoren la calidad del producto, pero principal-
mente que tengan en cuenta la manualidad del proceso, las pericias y saberes
implicados y la vinculación de las piezas con la memoria y la historia de la
ciudad.
De hecho uno de los problemas asociados a la producción de vasos para
los bares y cervecerías de la ciudad es la pérdida de “la distinción” en cuanto
a la clientela a la que se dirige el producto. Algunos trabajadores de la compe-
tencia señalan este aspecto como negativo: “ya no es sólo que estén tirando los pre-
cios, es que un producto como este no es para eso, no merece la pena una fabricación artesanal
para estar venga a producir vasos a granel”. Como diferentes teóricos han señalado,
el valor de un objeto no es intrínseco al mismo, sino que depende de los sig-
nificados que se le atribuyan. La asociación de un objeto con determinados
consumidores o clases sociales puede connotarlo positiva o negativamente
y, por tanto, hacer variar su precio de mercado y también alejar o atraer a un
determinado grupo de consumidores.
Arjun Appadurai (1991), por ejemplo, señala que los objetos considera-
dos lujosos se caracterizan por cinco aspectos: la limitación a las élites, com-
un chiquillo, porque tenían quince años (…) pues yo era tan niño que el me cogió cariño y me sentaba
a aprender a su lado… y me enseñó. (…) en España hay pocos talladores de esa categoría, muy pocos.”
(Maestro Tallador, Notas del cuaderno de campo, Fábrica de la Trinidad, Polígono Industrial de la Ca-
rretera Amarilla, octubre 2006).
312
Capítulo VI
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La defensa de un patrimonio vivo
el saber hacer local, con la tradición andaluza, con la historia industrial sevilla-
na…
Este tipo de producciones calificadas como artesanales han sido objeto de
consumo por parte de nuevos públicos en las últimas décadas y su producción
está aumentando en los países denominados industrializados en esta etapa de
globalización (Aguilar, 1999; 2003). Desde mediados del siglo XX se había
generalizado el consumo turístico de artesanías por parte de los ricos turistas
occidentales en los países “en desarrollo” o “subdesarrollados”. Los proce-
sos de terciarización del ámbito rural, asociándolo al consumo turístico, han
dado una nueva relevancia a ciertas artesanías en el contexto de los países más
industrializados. Producciones muchas veces a punto de desaparecer o total-
mente marginales se han “recuperado” con la complacencia, y a menudo el
impulso, de diversas administraciones, como ha sucedido en cierto modo con
el vidrio de la Trinidad. Las artesanías se han connotado como productos “de
la tierra”, diferenciados, auténticos y siempre con cierto sesgo de exotismo.
112 En 1987 se había previsto la desaparición del barrio, aunque una modificación en Pleno de 1991
había desestimado la propuesta. El PGOU provisional de 2004 volvía a proponer el derribo de parte
del mismo.
314
Capítulo VI
113 “Se denomina así [Retiro Obrero] desde el comienzo de su construcción 1927 a propuesta de la
promotora, La Caja de Seguros Sociales y de Ahorros, por el primer seguro social que se crea en 1919
y que fue popularmente conocido como la “Perra Gorda”. (…) Tiene una planta trapezoidal, con un
trazado viario en retícula que da lugar a manzanas rectangulares, a excepción de las que ocupan los lados
oblicuos. Se levanta sobre la antigua huerta de “La Pintada”, (…) En 1926 se encarga a José Gómez
Millán, el proyecto de la barriada social, que comprende un total de 300 casas familiares y 4 grupos de
casas colectivas, beneficiándose de la ley de casas baratas de 1921; las obras se prolongan hasta 1935.
La edificación responde a la idea de ciudad-jardin, en la que se distinguen dos tipos de casa unifamiliar
(…)” (Texto de folleto anunciador de las Primeras Jornadas de la Asociación Histórica El Retiro Obrero,
enero 2005)
315
La defensa de un patrimonio vivo
más de una década y las formas en que se organizan las asociaciones reivin-
dicativas también. Con ser AHRO una asociación de barrio como lo era Co-
pavetria –y podríamos añadir de un barrio mucho más pequeño y con una re-
sonancia infinitamente menor- sus demandas han sido mejor atendidas y con
mayor prontitud. Podemos observar claramente una evolución en cuanto a: 1)
la proliferación en numero de asociaciones y grupos en defensa del patrimo-
nio de la ciudad y 2) una mayor eficacia en la organización en red, prestándose
apoyo mutuo. Un apoyo que no queda sólo en la colaboración pública, sino en
el intercambio de experiencias y conocimientos.
Por otra parte, en un barrio con unos pocos pobladores y con un alto índi-
ce de envejecimiento poblacional, era difícil presentar una línea de actuaciones
basadas en la confrontación y en la lucha en la calle. Muchas de las acciones
programadas contienen un alto carácter informativo-educativo y están ligadas
a la difusión de la cultura y de la historia. Esta es la línea que se ha trazado
la Junta Directiva y que se reitera de forma contundente en asambleas y pro-
gramación de actos y reivindicaciones. Anualmente vienen programando la
celebración de unas Jornadas Históricas (en enero 2007 serán las III); una
excursión a algún lugar patrimonial y la organización de una Velá en el barrio.
El principal objetivo de ésta, se dice, es potenciar el contacto y conocimiento
entre los vecinos, principalmente entre los de mayor edad y sus herederos
–los vecinos de toda la vida- y los que han ido llegando en los últimos 10 o
15 años. Otras acciones tienen un carácter más cotidiano o periódico, pero de
nuevo encontramos que la línea identitaria e histórica aflora constantemente.
Un jueves de cada dos se organiza un “Café del Recuerdo”, al que acuden
unos pocos tertulianos para hablar de sus recuerdos y de anécdotas del pasa-
do. Mientras para unos este ejercicio sirve para conocer lo que era el barrio
y la ciudad tiempo atrás, algunas de las ancianas que acuden ven el lado más
sociable del asunto. “Hay veces que te cuesta ir, pero te arreglas, estás fuera de casa un
rato, hablas con otros y cuando te has dado cuenta estás muerta de risa. Y luego te vuelves a
casa tan contenta… Animaos, a ver si venís una tarde…”114.
Incluso en la Velá del barrio se programa una parte con banda de música,
“para escuchar la música como era antes, en vivo” y se entrega un premio
especial a la casa mejor conservada… aquellas que mantienen su idiosincrasia
114 Notas del Cuaderno de Campo, fragmento de una conversación entre tres vecinas y socias; Asam-
blea de AHRO, septiembre 2006.
316
Capítulo VI
original. El modo en que ha ido calando este discurso puede verse en la certera
frase de una de las ancianas de la asociación –cuyo nivel de estudios formal no
pasa del graduado- y que expresaba: “Nuestras casas son nuestros archivos, guardan
nuestra memoria”.
En general, puede decirse que hay una gran coherencia entre los elementos
centrales de los discursos de identificación que proponen y el modo en que
se articulan las acciones. Unas acciones que, en cierto modo, atienden a un
modelo mixto entre las pautas que siguen las asociaciones de defensa del pa-
trimonio más convencionales y cercanas a la academia –que realizan conferen-
cias, visitas guiadas, editan boletines y mandan cartas al director- y las que se
activan en defensa de un inmueble o bienes concretos –que suelen combinar
charlas o visitas con acciones de confrontación como manifestaciones, encie-
rros, ocupaciones, etc. y lo conjugan con actividades informales en las que dar
el protagonismo a los vecinos y su conocimiento del bien o del pasado-. Estos
dos tipos de asociación representan según Javier Hernández (2003b) modelos
opuestos115 de un continuum que iría desde una mayor formalidad y academi-
cismo patrimonial a un modelo más estratégico e informal orientado a fines
no exclusivamente de defensa del patrimonio. El caso de ARHO, representa-
ría, por su composición social y por sus intereses iniciales un tipo más cercano
a las segundas, pero sus fórmulas de actuación y los contenidos discursivos se
parecen bastante a las primeras.
En un corto espacio de tiempo, poco más de un año, los vecinos habían
pasado de estar preocupados exclusivamente por la amenaza de expropiación
y la apertura de un gran viario junto a sus casas, a realizar demandas de equi-
pamientos y una relectura en clave histórica y antropológica de su barrio. Para
entender el éxito y el calado del discurso propuesto -en torno a la historia del
barrio, a la importancia de sus industrias, a la idiosincrasia de su arquitectu-
ra…- hay que relacionarlo, además de con los discursos y los modos en que se
reproduce la acción, con los liderazgos de la asociación, la composición social
de la misma y con las redes que han activado.
El presidente de AHRO116 es un líder con bastante carisma, un autodidacta
115 Sobre estos modelos véanse las páginas 35-36 de esta tesis.
116 La asociación está dirigida formalmente por una Junta Directiva, constituida por presidente, se-
cretario y tesorero más dos vocales –con una sola mujer entre cuatro hombres En septiembre de 2006
se amplió con dos vocales más, para apoyar en el trabajo de la directiva. Ambos son hombres de entre
55 y 65 años.
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La defensa de un patrimonio vivo
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Capítulo VI
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La defensa de un patrimonio vivo
hija. También algunas piezas con defectos menores –o las hornadas que salían
con mezclas de color cuando se estaba pasando de una “composición” a otra-
se les daban a los empleados que las regalaban o vendían a un precio asequible
entre sus amigos y vecinos.
Desde un principio, el futuro de la Fábrica de la Trinidad se incorporó a
la reivindicación de la Asociación, pero en enero de 2006 las II Jornadas de
AHRO, estaban centradas en la antigua Fábrica de Vidrios.
Las alianzas ya trazadas se hacían visibles. En la sesión de tarde de las jor-
nadas se dio protagonismo a diversos agentes: La academia estaba representa-
da por Julián Sobrino, como experto en la industria andaluza y estudioso de la
Trinidad, profesor de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de
Sevilla y Raúl del Pozo, historiador, gran conocedor de la zona que relacionó
la Trinidad con el nacimiento del Sevilla F.C. La Sevilla más tradicionalista y
populista vino de la mano de Nicolás Sala que, con abundante documentación
y fotografías prestadas por los vecinos, se adentró en la memoria del barrio.
Quedó gratamente sorprendido y prometió lo que los organizadores querían:
hablar en su columna sobre el Retiro Obrero y la olvidada zona norte de
la ciudad. En la mesa estaban además dos miembros de la actual dirección
de “La Trinidad. Fábrica de Vidrios”, del Polígono Industrial de la Carretera
Amarilla: Carmen Hidalgo, gerente y Pablo Murillo, director. Ambos hicieron
un relato en torno a los procesos de trabajo del vidrio y al actual desarrollo de
la actividad. Basilio Moreno representaba a la asociación de vecinos AHRO y
moderó el debate.
Del acto salió una reivindicación unánime –al menos en apariencia- para
demandar el uso de la antigua fábrica de la Trinidad para la ciudad. Los veci-
nos centraban sus demandas en la obtención de un Centro Cívico, donde re-
unirse, organizar talleres, actividades, etc. y un Centro de Día para Mayores, un
lugar “para los viejos del barrio” y consideraban que las naves de la Trinidad,
convenientemente remozadas, serían el lugar ideal. Al mismo tiempo, apoya-
ban las antiguas demandas de los trabajadores de la Trinidad de la Carretera
Amarilla que pretendían la construcción de un Museo del Vidrio, en torno
al cual pudiesen desarrollarse actividades demostrativas y formativas como
escuelas-taller, etc. El profesor Julián Sobrino, por su parte, reivindicaba la
ubicación en el inmueble de un museo que resaltara toda la etapa industrial de
la ciudad.
Se coaligaban así diferentes agentes y distintas perspectivas y percepciones
sobre el bien, para reivindicar su activación patrimonial y su uso pleno por
320
Capítulo VI
parte de la ciudadanía.
Durante todo el año 2006, se han venido realizando diferentes negociacio-
nes, conferencias, participación en foros ciudadanos, etc., para dar difusión a
estas pretensiones. En diciembre de 2006 se han presentado unas alegaciones
ante la Comisión de Patrimonio de Sevilla para pedir una modificación del
PERI que afecta a la Fábrica de Vidrios de la Trinidad. Se demanda que se
respeten las tres naves de que consta la fábrica para usos de biblioteca, centro
cívico, museo de la industria, escuela-taller del vidrio... La delimitación del
bien, como ya se dijo, afecta solo a una de las naves (la más grande) y a una
parte del piso inferior (sótano) de la nave 2 y 3, por lo que la propuesta de la
promotora que tiene la propiedad del suelo era ajardinar la zona.
Por una parte, la planificación urbana determina que 500 m2 de la nave
principal se destinen a biblioteca. Por otra parte, el Colegio de Ingenieros de
Andalucía Occidental está negociando un acuerdo con el Ayuntamiento para
ubicar en ese espacio un Museo de la Industria Sevillana, una propuesta que
cuenta con el apoyo de ciertos profesores de la universidad y con la compla-
cencia de los trabajadores de la carretera amarilla. Finalmente, las alegaciones
encabezadas por AHRO y apoyadas por otros veinticinco grupos ciudadanos,
demandan el uso social del espacio. Para ello suman a la nave principal las
otras dos naves laterales que en el documento inicial podrían ser demolidas y
que ahora se reivindican.
“Si acatamos los documentos antes mencionados (BOJA nº 110/1999 y 118/2001)
como lo expresado en los textos del PERI nº 5, las nuevas edificaciones117 no afecta-
rían a ninguna de las naves existentes en el conjunto de la fábrica, por lo que su con-
servación aumentaría sus valores etnológicos y patrimoniales, resultando una mejor
ubicación y acogida a los hornos protegidos, así como la propia chimenea también
protegida. No perjudicando en esto al proyecto ni a la promotora.
Sin embargo, sí tendría mayor valor social al poder albergar estas naves dotaciones
sociales carentes en las zonas circundantes (…) Referimos este recinto por ser un
patrimonio cultural y etnológico. Añadiendo la aportación económica y comercial en
la zona, que además de ello posee una capacidad suficiente para albergar algunas de
las propuestas solicitadas. Como son: MUSEO INDUSTRIAL DE LA CIUDAD DE
117 Se refiere a una propuesta que se hace en las alegaciones para cambiar la alineación de un bloque
de viviendas proyectado. Se pide que se ajuste al espacio que ocupaban antes los talleres que bordea-
ban la fábrica en el perímetro de su manzana, en los muros exteriores. La promotora ha presentado un
diseño en el que uno de los bloque ocupa parte del espacio de las naves 2 y 3, por lo que habría que
derribarlas.
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La defensa de un patrimonio vivo
118 Anotaciones del Cuaderno de Campo. Reunión de la Plataforma Vecinal La Trinidad-Santa Justa.
Sevilla, 17 Noviembre 2006.
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La defensa de un patrimonio vivo
importante de los ciudadanos del barrio del mismo nombre y, lo que es casi
más importante, la red del movimiento social sevillano en defensa del patri-
monio que les da cobertura. La definición historicista y patrimonialista de este
colectivo -que les permite salvaguardar sus bienes de un proceso de expropia-
ción y resguardar su barrio de una gran avenida con mucho tráfico, es decir,
que les sirve como instrumento de lucha contra los intereses de especulación
del suelo que afectan al sector- instrumentaliza perfectamente, hace suyos, los
significados atribuidos a la Fábrica de Vidrio de la Trinidad.
Una vez conseguido el primer objetivo de evitar el derribo de las casas, la
Fábrica de Vidrios de la Trinidad se ha convertido en uno de los símbolos fun-
damentales del barrio. Arquitectura industrial, memoria obrera de la ciudad,
un barrio con identidad, unos trabajadores vinculados con su territorio de ori-
gen. Una barriada en proceso de transformación social que ve en la dotación
de servicios –Centro Cívico, Centro de Día para Mayores- y en la aparición de
recursos culturales como una biblioteca, un museo... una mejora cualificada
para su lugar de residencia. El barrio, a través de la reivindicación de conte-
nidos históricos y patrimoniales, está definiendo su identidad en el complejo
entramado sevillano, demanda un lugar simbólico a través de la arquitectura
regionalista, de la memoria obrera... un reconocimiento de su papel en una
ciudad que se define por el monumentalismo y el tradicionalismo. Se reivin-
dica así una lectura más compleja de la trama urbana, de los significados de la
ciudad, enlazándolos con su definición dominante: una ciudad con historia y
con una huella estética del pasado.
Esta lectura de la ciudad se apoya en las investigaciones y propuestas que
un grupo de historiadores, geógrafos y arquitectos viene desarrollando y pu-
blicando desde hace más de una década. Una parte de este grupo centrado en
la universidad y en otras instancias académicas, reivindica un lugar propio para
los estudios sobre industrialización el “el patrimonio industrial”. La idea de un
museo en la Trinidad ha sido muchas veces debatida y estamos ante una nueva
propuesta de un Museo Industrial, en este caso auspiciado por el Colegio de
Ingenieros de Andalucía Occidental. Si esto progresara vendría a ser un paso
más en este complejo entramado de significados añadidos. Aunque viniera
a subrayar algunos valores de los ya expuestos –como la importancia de la
industrialización en Andalucía, la expansión urbana de Sevilla- se conjugaría
con otras visiones –sin hacer demasiados futuribles entiendo que consolidaría
un espacio de investigación (y de toma de decisiones) y que daría prestancia
al papel social y económico de las grandes empresas de ingeniería andaluzas-.
328
Capítulo VI
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CAPÍTULO 7
LA PATRIMONIALIZACIÓN COMO PROCESO
La patrimonolización como proceso
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Capítulo VII
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La patrimonolización como proceso
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Capítulo VII
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La patrimonolización como proceso
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La patrimonolización como proceso
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Capítulo VII
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La patrimonolización como proceso
por parte de los colectivos que se sienten directamente identificados con ellos
–aunque respecto a otros elementos oficialmente considerados patrimonio se
adscribiesen a una actitud más individualista y materialista-; por otra parte, se
han identificado colectivos, como los nuevos agricultores de Cabo de Gata,
los propietarios de los antiguos patios y corrales, un sector del pueblo de
Pegalajar, etc. que están claramente más cerca de la tendencia mercantilista e
iconoclasta.
En general, la defensa del patrimonio cultural vive momentos de expan-
sión y auge. Señalábamos en las primeras páginas de este trabajo, que este
auge estaba vinculado además con el resurgimiento identitario en las dinámi-
cas dialécticas de globalización-localización y con las demandas del turismo.
En los diferentes casos analizados, estos dos factores –ligados ambos al de la
nostalgia del pasado- se muestran de un modo ciertamente explícito.
Los procesos de patrimonialización están ligados de un modo u otro a sis-
temas identitarios y a modelos de definición de diversos sujetos colectivos. En
Cabo de Gata, en Pegalajar, en Triana o en el Barrio sevillano del Retiro Obre-
ro he observado procesos en los que se producen reactivaciones identitarias,
reivindicaciones que pretenden ligar a diferentes colectivos a la tierra de sus
antepasados, rememorar y dignificar unos modos de hacer y de vivir, plantear
alternativas a procesos acelerados de crecimiento económico y homogeneiza-
ción. Estas reactivaciones identitarias no son homogéneas ni unidireccionales,
pueden venir asociadas a procesos de reivindicación de derechos sociales, de
protección de la naturaleza o de ciertos recursos, de autoestima y dignificación
de ciertos colectivos y sus modos de vida... pero también pueden estar asocia-
das a reivindicaciones localistas para imponer ciertos modelos de desarrollo,
de crecimiento económico, de dinamización turística...
Dada la potencialidad simbólica de muchos de los elementos patrimoniales
que estamos describiendo, es frecuente que en torno a estos bienes o a los
significados asociados a los mismos observemos solapamientos entre diversos
sujetos colectivos de referencia. Unos solapamientos que a veces son inclusi-
vos, pero que frecuentemente están relacionados con el conflicto en torno a la
significación de los símbolos.
En relación a estas ideas, por ejemplo podemos mencionar cómo a través
de los usos del agua, de las referencias a un pasado histórico común, se ligan
distintos elementos patrimoniales andaluces entre sí, como las alusiones que
se realizan al origen musulmán de los aljibes –omitiendo la importancia del
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119 De hecho, la traslación ha sido tan fuerte que se ha llegado a confundir la parte con el todo. Es
decir, se han llegan a considerar los bienes como si tuvieran un valor en sí mismos, de forma que una
de las reflexiones que se realizan en los documentos internacionales sobre patrimonio en las ultimas
décadas es precisamente la que recuerda que el patrimonio es principalmente significado. Por ejemplo,
en 2001 la Conferencia Europea de Patrimonio celebrada en noviembra afirma: “El punto de partida es
que, fundamentalmente cualquier patrimonio es intangible si nos aproximamos a él como un patrimonio
de valores”.
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mente elementos vivos, sin embargo se les viene aplicando un tratamiento que
prioriza su dimensión histórica, los valores que los ligan con el pasado. Con un
pasado que, a pesar de lo que se afirme formalmente, no está concebido como
tradición, sino que se piensa como lo que fue y ha dejado de ser. En otras pala-
bras, en los casos de estudio y muchos otros de los bienes protegidos incluidos
en el catálogo –y otros que no lo están-, las prácticas y las resemantizaciones
conducen a la fosilización de los bienes.
Esta situación nos remite a diversos problemas y paradojas:
- Los mecanismos de selección se orientan a proteger en primer lugar “lo
que está en peligro de desaparición”, en una cultura como la occidental que
tiene una evidente preocupación por la pérdida. Estos mecanismos obedecen
a una falta de inversiones en investigaciones sistemáticas y en ausencia de pla-
nificación, lo que obliga a actuar en situaciones de urgencia o ante denuncias
de diversos colectivos ciudadanos121. Es decir, la selección se hace prioritaria-
mente sobre elementos “en decadencia” o “en extinción”, de ahí su posterior
tratamiento como objetos arqueológicos.
- Pero también el peso de las formaciones académicas –principalmente de
los profesionales no antropólogos que tienen mayor poder en las administra-
ciones culturales, aunque también de algunos miembros de la profesión- se
inclina ante las elaboraciones y producciones de una serie de bienes considera-
dos como “típicamente etnográficos” o “más patrimonializables” que se vin-
culan con elementos preindustriales o en todo caso de una industrialización
decimonónica.
- La patrimonialización, está asociada a la delimitación de los valores de un
elemento; al designarlos y concretarlos –ya sea para reivindicar una serie de
derechos, para escribir un texto, para diseñar un museo o para incluirlos en
un inventario oficial- de algún modo se fijan esos valores. La cualidad de pa-
trimonio vivo es opuesta al concepto fundamental que opera en los procesos
clásicos de tutela del patrimonio y que tiene mucho peso en los procesos e
instrumentos legales con los que se sigue contando: la conservación. De he-
cho, el carácter reflexivo del patrimonio puede servir también para modificar
y “momificar” ciertas prácticas. El modelo fijado por los técnicos que docu-
mentan y explican las características del bien, puede ser considerado como
121 Esta problemática y la que se enuncia en el siguiente punto se desarrollan en el epígrafe de este
capítulo: “Las políticas de la administración cultural andaluza”.
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figura genérica colectiva tiene como sujeto colectivo a los andaluces. Por otra
parte, la consideración de estos elementos desde una perspectiva básicamente
utilitarista y funcional se liga con las justificaciones desarrollistas y de cre-
cimiento económico a través de los plásticos. Unas apreciaciones con unas
lecturas sobre el territorio que apelan indistintamente a los almerienses, como
la población marginada y olvidada que fue, o al municipio de Níjar.
Pero esta perspectiva, que metafóricamente podríamos asimilar a cajas que
en apariencia se contienen sucesivamente unas a otras, resulta ser muy parcial
para el análisis aquí abordado. A veces, en estos conflictos por el territorio y
los significados se apela a diferentes legitimaciones y derechos, enfrentándo-
los. Pueden aparecer en oposición las necesidades, demandas o derechos de
“la humanidad”, los “españoles”, los “andaluces”, los “almerienses”, los “nije-
reños”… Pero los colectivos sociales que se ven representados por diferentes
elementos patrimoniales no pueden limitarse a distintos niveles de adscripción
territorial, a menudo con una definición un tanto difusa, sino que los bienes
pueden tener gran importancia en la definición de colectivos de clase y socio-
profesionales, en las definiciones de género, en la forma en que se muestre y
se conciba la pertenencia a una cultura etnonacional.
En la arena política patrimonial se pueden identificar distintos agentes que
representan a, o se otorgan la representación de, determinados grupos de
referencia; aunque con frecuencia se producen solapamientos entre aquellos
en nombre de los que se pretende hablar y/o luchar y otros intereses indi-
viduales y colectivos. Sobre el terreno y a la hora de definir cómo gestionar
un bien, como significarlo, cuales de los elementos de una zona deben ser
considerados y cuáles no, los agentes sociales se alinean definiendo sus deter-
minaciones en cada contexto social, pudiendo observarse posicionamientos y
formas de acción y de legitimación diferentes. En estas diatribas en torno a la
selección, significación y uso de los bienes se observan por supuesto conflic-
tos de carácter político, en el sentido más amplio del término, de modo que
los símbolos patrimoniales son elementos en los que se reflejan las diferencias
de acceso al poder por parte de unos grupos y otros, en tanto que ciertos
agentes sociales tienen una mayor capacidad –mayor poder- para imponer o
negociar una selección de bienes o una significación determinada. Al mismo
tiempo, como hemos visto y como ya ha sido reflejado por diferentes teóri-
cos, el control –total o parcial- de ciertos significados y usos de los bienes se
convierte en un instrumento de acceso o permanencia en el poder. Es decir,
que entiendo que el acceso por parte de ciertos grupos sociales a la definición
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cer patente la oposición entre grupos políticos de distinto signo. Por ejemplo,
un caso conocido han sido los reproches de una gestión inadecuada del Ar-
chivo de Indias de Sevilla en 2003, donde el Grupo Socialista en el Senado y
el gobierno central del Partido Popular se han cruzado acusaciones.
Uno de los conflictos más fuertes, aunque a menudo soterrados, tiene lu-
gar entre la Administración cultural y los Ayuntamientos. Las perspectivas de
“desarrollo” de éstos últimos y las presiones de las promotoras urbanísticas
chocan a menudo con el concepto de tutela patrimonial de los responsables
autonómicos. Aunque las disensiones entre los organismos autonómicos y
los locales pueden producirse en sentido contrario, en tanto que el municipio
organice un plan de protección del patrimonio de carácter integral y participa-
tivo que no se adecue a los cánones disciplinares -y mucho más conservacio-
nistas- que con frecuencia imperan en la Administración cultural122.
Estas tensiones son visibles en nuestro estudio en diferentes casos y con
significados distintos dependiendo de la etapa del proceso de patrimonializa-
ción que observemos. Por ejemplo, en el caso de los corrales de vecinos de
Triana, el Ayuntamiento de la ciudad ha pasado por diferentes etapas. El apo-
yo de la Gerencia de Urbanismo de la ciudad fue importante para conseguir
una primera rehabilitación del Corral de la Encarnación en 1998 y también el
entonces presidente de la Diputación Provincial -y hoy alcalde de la ciudad,
Sánchez Monteseirín- cooperó en la financiación de la misma. Pero estos apo-
yos puntuales no son coincidentes con la política general del consistorio sevi-
llano, que nunca llegó a firmar los convenios propuestos por las Consejerías
de Obras Públicas y de Cultura para la protección y rehabilitación de los co-
rrales del barrio… Recordemos que Fernández Salinas (2003) documenta en
su inventario de 1991, 93 corrales en Triana, en el de 2001 ya sólo 56 y según
testimonios relevantes apenas permanecen más de quince o veinte en 2006.
La postura del ayuntamiento podría calificarse de “omisión”, dejando que el
mercado regulase la transformación de la trama urbana del barrio. Y aunque
de nuevo haya sido la Gerencia Municipal de Urbanismo la que en 2005 haya
122 Estos procesos de tensión podrían darse prioritariamente en ámbitos donde se están produciendo
actuaciones de puesta en valor del patrimonio auspiciadas por fondos europeos y que son gestionados
por agentes locales, a menudo sin contar con el asesoramiento de especialistas. Sin embargo, en la
mayoría de los casos la postura de la Administración de cultura es de inhibición con respecto a estos
programas, aunque informalmente muchos de sus técnicos señalan la falta de profesionalidad y/o de
formación de los encargados de desarrollar estas activaciones patrimoniales.
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123 La financiación para dicha actuación se concedió a finales de 2002 por la Consejería de Cultura y
los plazos máximos vencían a los cinco años de la fecha de inscripción del bien.
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respecto a Jaén y Sierra Mágina, que hace de la Huerta un lugar ideal para la
construcción de urbanizaciones. En Triana y en la zona de Miraflores de Sevi-
lla lo que está aconteciendo es una subida progresiva del precio del suelo, con
el desplazamiento de los colectivos de menor poder adquisitivo que habitaban
estos barrios (gentrificación).
Este crecimiento urbano en Cabo de Gata Níjar ya ha enclaustrado, arrin-
conándolos, algunos de los bienes protegidos y otros han sido desfigurados al
cercenarles un entorno sustancial para entender su funcionalidad –por ejem-
plo el ruedo de algunos molinos de viento-. En Pegalajar el desarrollo y cre-
cimiento urbano del pueblo se considera amenazado, según algunos sectores,
por la catalogación de la Huerta y su definición como uso agrícola, y por esto
se percibe como un retraso. El Corral de la Encarnación sólo en el último
momento se ha visto libre de las fuertes presiones especulativas de un barrio
como Triana, por el derecho de tanteo ejercido por el Ayuntamiento de la ciu-
dad. A lo largo de los años, no obstante, la mayoría de los patios y corrales han
ido desapareciendo y tampoco la mayoría de los vecinos del corral analizado
han soportado las presiones para su desalojo y expulsión. El “modo de vida
corralero”, tan visible y llamativo en este corral apenas doce años atrás ya sólo
queda en la memoria de tres familias que volverán a habitarlo próximamente,
una vez se haya rehabilitado. Más lejana parece la posibilidad de que los veci-
nos del Retiro Obrero y los antiguos trabajadores de la Fábrica de la Trinidad
consigan sus reivindicaciones de conservar las dos naves que se encuentran
fuera de los límites del bien protegido. El suelo es demasiado caro en la zona
y sólo una apuesta política decidida podría modificar la situación.
Por otra parte, las presiones para desarrollar una agricultura competitiva,
con las constricciones e imposiciones de la Política Agraria Común, hacen de
los sistemas agrícolas vigentes hasta los años setenta algo totalmente inviable,
retrayéndose las pocas actividades campesinas que continuaban. En la provin-
cia de Jaén se ha optado por un monocultivo de olivar, que busca subvenciones
y se hace rentable a través de los sistemas de regadío por goteo. Esta fórmula
ha afectado a los terrenos de huerta en Pegalajar que progresivamente han ido
transformándose en olivar, un hecho muy visible en la zona no protegida de
la misma. Pero las presiones por adecuarse al mercado han afectado de otro
modo al proceso que ha tenido lugar en Pegalajar. Muy fundamentalmente,
lo que se ha puesto en juego es la forma en que se enfocaba el problema de
sobreexplotación del acuífero. Durante todo el tiempo han prevalecido los
intereses de urbanizaciones, empresas y explotaciones agrícolas que obtenían
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tiene una actitud poco firme y que raya en la dejación de funciones… Si se in-
terviene en el inmueble para evitar su ruina ¿no se hace de forma subsidiaria?,
¿no se debería pasar factura a la propiedad? Una vez hecha esta intervención
¿no se tendría que denunciar de nuevo la dejación de la propiedad? La inter-
vención de la Consejería se ha producido sólo en casos extremos, por ejemplo,
se ha actuado ejerciendo el derecho de tanteo y retracto después de que el
inmueble hubiera cambiado de propiedad dos veces sin haberse notificado
a la Administración, tal como obliga la legislación vigente. Esta situación de
laxitud debía ser evidente para las empresas inmobiliarias que han llegado a
realizar una hipoteca sobre el inmueble, con la consiguiente alta en el registro
de la propiedad.
En los otros casos los intereses de propietarios y empresarios que se opo-
nen a la actividad protectora de la Consejería de Cultura resultan más difusos,
ya sea por su opacidad intencional, ya sea por la multiplicidad de propietarios
y su potencial heterogeneidad.
En Pegalajar más de sesenta propietarios de Huerta, han presentado alega-
ciones contra la catalogación argumentando, principalmente, la preeminencia
de la propiedad privada sobre otros intereses. Es cuando menos paradójico
que esta reivindicación se haga respecto a un contexto agrícola e hidráulico
cuya organización y rendimiento se ha basado durante siglos precisamente
en una adecuada asunción de las obligaciones comunales. Este principio in-
dividualista y privativo, característico de la lógica neoliberal en la que estamos
insertos, llega a tatuarse en la piel de la Huerta en forma de muros, vallados
y otras cercas que dividen materialmente lo que durante muchos años se seg-
mentaba simplemente por el derecho de propiedad y uso.
Una perspectiva similar es la que comparten los propietarios de parcelas
en el interior del Parque Natural Cabo de Gata Níjar. En esta ocasión no se
sienten directamente lesionados en sus derechos por la actuación de la Con-
sejería de Cultura, sino por la declaración de Parque Natural. Pero como ya
se ha dicho una actuación se superpone a la otra y se produce una actitud de
oposición, por ejemplo, a la intervención para restaurar.
“Querrán convertir esto en una reserva india…”; “Nos quieren hacer vivir
en la edad media”; “Lo que no se puede es volver cien años atrás”… Frente a
la lógica de salvaguarda, lo que se argumenta en todos los casos desde el punto
de vista de la propiedad privada y de la lógica empresarial, es que la moderni-
zación, el desarrollo y la adecuación a los nuevos tiempos es más importante.
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Por ejemplo, hay una serie de elementos que se han clasificado como per-
tenecientes a “la tradición” y se han estandarizado, así que con frecuencia se
reiteran en territorios muy diversos donde su significación puede ser marginal.
Es el caso de poblaciones pesqueras donde se dejan morir muelles, almacenes
almadraberos, industrias conserveras, viviendas de pescadores, etc. para po-
ner en valor un casi destruido molino harinero (Aragón, 2003; Cáceres, 2003;
Valcuende, 2000). Cuando se habla de patrimonio etnológico, no son pocos
los que piensan en un molino, un arado y una danza y pueden ser estos ele-
mentos, aunque resulten marginales y no representativos, los que se valoricen.
Estas actuaciones responden a una simplificación tópica del pasado y de los
elementos etnológicos que se ofertan descontextualizados y como si tuvieran
valor en sí mismos.
De este modo, a menudo, para el empresariado turístico la población o los
bienes dispersos en el territorio, sólo son importantes si son capaces de atraer
visitantes por su exotismo, diferenciación, etc. Rituales y artesanías pueden
llegar a convertirse en espectáculos al servicio de los visitantes, con el consi-
guiente peligro de enajenación (Greenwood, 1989; Moreno 2002). La visión
exclusivamente mercantil del patrimonio puede llevar a la defensa del objeto o
producción de un colectivo dejando de lado por completo las condiciones de
vida de aquellos que lo hacen posibles: los habitantes, artesanos u obreros que
lo construyen y reproducen (García Canclini, 1999a; Novelo, 1999).
Por supuesto que también hay analistas que señalan las relaciones positivas
entre el turismo, el patrimonio cultural y los colectivos locales. La mercantili-
zación de los elementos culturales no tiene porque destruir sus significados,
sino que puede añadir otros (Cohen, 1988). Estas sinergias derivarían de que,
a través del interés expresado por los “de fuera” en las costumbres, rituales,
producciones, bienes o paisajes locales, los vecinos del lugar entran en un pro-
ceso de revalorización de elementos a las que no habían prestado importancia
con anterioridad. Se produciría así un efecto de valorización de lo propio y de
reactivación de las identidades locales (Boissevain, 2005).
De los casos aquí tratados, el más explícitamente relacionado con el turis-
mo es el de los bienes del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar; este caso nos
sirve para mostrar una situación bastante extendida respecto a nuestro objeto
de investigación. En general, hasta hace poco tiempo esta clase de elementos,
como pozos, norias o aljibes, no entraban en la consideración de bienes que
tuvieran que ser conservados y preservados, sino que formaban parte de las
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126 Las propuestas de musealización del territorio que más se están difundiendo se basan en revisiones
de las técnicas de interpretación que formularon a principios de siglo XX Knuson, Cable and Beck,
(1999) aplicadas a los parques y bosques nacionales de Estados Unidos y que reformuló Tilden (1957)
ambos citados en Gandara, 2003 y que se basan en enfatizar las dimensiones emotivas y vivenciales
en las visitas a los bienes. Muchas de las renovaciones de los discursos museológicos y de activación
turística de diversos ámbitos rurales recurren a estas técnicas. En el Estado español son difundidas por
diversos expertos y empresas en Cursos y Masters para especialistas; entre los mas conocidos pueden
verse Padró (1996); Miranda (1998)
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127 “Generalista” es el termino que tanto Javier Hernández Ramírez (2003b) como María Albert (2005)
usan para referirse a aquellas asociaciones que se ocupan de la salvaguarda del patrimonio en general en
un territorio determinado y que tienen una estructura que atiende mas a las formas. Véase al respecto el
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capitulo 1 y la clasificación que Javier Hernández establece respecto a las asociaciones sevillanas (Her-
nández, 2003a; 2003b)
128 Entre las más conocidas en el ámbito de Sevilla capital por ejemplo se incluirían asociaciones como
Ben-Basso, Asociación Demetrio de los Ríos para la defensa del patrimonio, ADEPA, Baetica-Nostra,
etc.
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correspondientes.
En cuanto al segundo aspecto referido arriba, la densidad de la red o la
capacidad de suscitar apoyos y alianzas por parte de otros grupos y asociacio-
nes, ha aumentado de modo muy llamativo en los periodos analizados –desde
1993 hasta 2006 en el Corral de la Encarnación y en la Huerta de Pegalajar-.
Albert (2005) coincide en describir para el caso valenciano la proliferación de
agrupaciones o “plataformas” denominadas “Salvem”. Esta autora las detalla
como organizaciones que se activan en torno a un objetivo concreto y que, de
manera puntual, aglutinan a diferentes asociaciones, colectivos y particulares.
En el caso de las demandas ciudadanas en torno al patrimonio, hemos visto
que en Sevilla el éxito de reivindicaciones como la de los vecinos del Corral de
la Encarnación en su última etapa, son difícilmente explicables sin la presión
ciudadana de otros grupos y asociaciones, como por ejemplo la Plataforma
en Defensa de la Casa del Pumarejo, la Liga de Inquilinos la Corriente y otros
activistas que venían presionando desde años atrás.
Pero la acción coordinada de diferentes asociaciones, el apoyo mutuo y la
transmisión de conocimientos, normativas, experiencias acumuladas, etc. es
mucho más visible, desde mi punto de vista, en las reivindicaciones en torno a
la Fábrica de Vidrios de la Trinidad. La movilización desarrollada por AHRO
muestra una gran capacidad de concertar experiencias, primero en apoyo de
los vecinos del barrio en contra del PGOU y después en las reivindicaciones
de conservación y rehabilitación en torno al Lugar de Interés Etnológico. De
hecho, entiendo que en estos últimos cinco años ha habido un aumento sig-
nificativo de las asociaciones en torno al patrimonio en la ciudad, tal como lo
describe Hernández Ramírez (2003b; 2004), pero, lo que es más importante,
se ha realizado un acercamiento de diferentes posturas entre estas asociacio-
nes y también con otros sectores distintos de los movimientos vecinales, paci-
fistas, por el derecho a una vivienda digna, etc.
No obstante, habría que distinguir estos sistemas de cooperación y apoyo
entre asociaciones y grupos y la constitución de plataformas de funcionamien-
to un tanto más estables como la organizada en Pegalajar en 2005 (Plataforma
Andaluza pro Defensa del Sistema Fuente-Charca-Huerta). Aunque AHRO
ha obtenido en diversas ocasiones firmas y apoyos formales de diferentes
grupos para acciones o reivindicaciones muy concretas –como las alegaciones
respecto a la urbanización del entorno de la Fábrica de Vidrio-, el conjunto de
instituciones coaligadas alrededor de la salvaguarda de la Huerta de Pegalajar
presenta unos objetivos de carácter más amplio, aglutinándose en torno a va-
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criterios de objetividad.
Desde los inicios de la tutela o de las acciones de protección por parte de
los Estados-Nación, la selección de los bienes se ha realizado de la mano de
los académicos y los expertos. Desde el s. XIX -cuando se inicia en España
la actividad legislativa respecto a los bienes patrimoniales- hasta la actualidad,
ha cambiado la filosofía occidental respecto a la tutela, pero también han ido
predominando distintos proyectos políticos y han evolucionado las ideolo-
gías dominantes. De la evolución disciplinar y científica respecto a la tutela
tenemos datos a través de los diferentes documentos internacionales del pa-
trimonio. No obstante, estas convenciones han sido asumidas en nuestro país
con diferente éxito dependiendo de la época. La “academia” ha priorizado
determinadas tipologías y áreas territoriales por encima de otras. La vincula-
ción entre la disciplina de la tutela y las líneas de investigación universitarias
son fáciles de detectar a lo largo del s. XX. La importancia de disciplinas como
la Historia del Arte o la Arquitectura en la investigación y catalogación del
patrimonio darán preeminencia de determinadas tipologías129. También la ubi-
cación de las Academias e instituciones universitarias, privilegiarán el estudio
de sus áreas circundantes frente a zonas más alejadas.
Un ejemplo paradigmático de esta aseveración es la distribución temporal
de los bienes protegidos en Andalucía: la mayoría se datan en la Edad Moder-
na. Es indiscutible que esta es una etapa fundamental en la historia andaluza y
que en esta época nuestra región ocupó un papel preponderante en el conjun-
to del Estado. Sin embargo, también es cierto que cualquier repaso a la pro-
ducción de instituciones universitarias andaluzas en ámbito como la historia
del arte, dará como resultado un tratamiento casi desproporcionado de esta
época en relación a otras. Ello sin menoscabo del apego popular a ciertos es-
tilos considerados característicamente andaluces (barroco y mudéjar en todas
sus variantes).
Sin embargo, no pretendo más que hacer algunas reflexiones generales so-
bre la relación entre las instituciones académicas y la Administración cultural,
que pueden ser muy diferentes dependiendo de las épocas y de los ámbitos
disciplinares de referencia. En estas páginas lo que sí quiero es analizar el
papel de los técnicos y los académicos respecto a los casos estudiados y refi-
riéndome puntualmente a otros con características similares.
129 A este respecto puede consultarse la obra de Juan Carlos Hernández Núñez, 1998.
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130 Los análisis, colaboraciones y reflexiones de diversos científicos y académicos se reiteran en distin-
tos casos, tanto los tratados aquí –en la Fábrica de Vidrios con diferentes interpretaciones Julian Sobri-
no, Concha Rioja, Esther Fernández de Paz- como otros, por ejemplo la Carpintería de Ribera de Coria
en relación a Esther Fernández de Paz o la Casa del Pumarejo y Javier Hernández Ramírez, etc.
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mediación.
Ese papel de puente entre intelectuales o académicos foráneos y población
local lo representa también con bastante acierto el grupo que encabeza la
Asociación Histórica del Retiro Obrero, que reivindica la musealización de la
Fábrica de Vidrios de la Trinidad, y muy especialmente su líder Basilio More-
no.
Sobre el papel de intelectuales y grupos con mayor formación en los movi-
mientos sociales y los procesos reivindicativos, uno de los líderes implicados
en la defensa de la Casa del Pumarejo hacía la siguiente reflexión:
“Son dos velocidades pero son dos protagonistas distintos con diferentes habilida-
des y uno no puede seguir sin el otro… los grupos más concienciados o con mayor
formación y los vecinos se necesitan mutuamente.(…) En Triana la participación va
decayendo, por razones biológicas, pero también porque no se había consensuado
entre esos dos grupos que hemos hablado el querer resistir o el poder resistir de una
manera determinada.(…) Esta vez hemos aprendido, hemos aprendido de otras ex-
periencias y ahora vamos, procuramos ir al paso de los que van más lentos, de los que
tienen otras visiones, contando siempre con la gente de la Casa porque la gente de la
casa es fundamental. Así que ahora procuramos no dejarnos a nadie atrás”
En síntesis, entiendo que los científicos y académicos que han trabajado
sobre algunos de los casos aquí expuestos han tenido un papel importante a
tres niveles: En primer lugar, y muy especialmente en los primeros años y en
los casos referidos a potenciales Lugares de Interés Etnológico, proponiendo
a los distintos grupos ciudadanos o administraciones locales el uso de esta
figura patrimonial131. En segundo lugar, hay que tener en cuenta su capacidad
para influir en la toma de decisiones de la Administración a la hora de conti-
nuar con el proceso de incoación e inscripción. Y en tercer lugar, en cuanto
a la posibilidad que tienen de transmitir sus valoraciones sobre los bienes a
los propietarios o ciudadanos más directamente vinculados con los bienes.
En este ultimo caso, la conexión o bien pasa por un largo proceso o bien va
a depender de que exista un grupo local capaz de asumirlos y actuar como
intermediario.
131 Tenemos constancia de ello por ejemplo en los casos del Corral de la Encarnación, la Huerta de
Pegalajar o, más tardíamente, respecto a la Casa del Pumarejo (posteriormente inscrita como Monu-
mento).
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la Administración cultural. Puesto que han sido detallados uno a uno, ahora
trataré de hacer un recorrido horizontal, inscribiéndolos en el agregado de
premisas teóricas que se fija la Administración y en el conjunto de prácticas y
gestiones de otros bienes etnológicos y comparados con otros que no lo son.
Intentaré ir más allá de la simple descripción para interpretar y analizar qué
implicaciones y significados tienen estas prácticas.
Si se parte de una noción abierta y plural del patrimonio, difícilmente pode-
mos afirmar que el patrimonio protegido hoy por la Junta de Andalucía refleje
la riqueza cultural y creativa del pueblo andaluz (Agudo y Fernández de Paz,
2001; Moreno 2002). Son muchos los bienes potencialmente patrimonializa-
bles que siguen siendo desconocidos y a menudo poco valorados por la mayo-
ría de los ciudadanos. En general, las instituciones continúan dando gran peso
al patrimonio monumental o al de carácter artístico, más representativo de las
élites (Agudo, 1997). El patrimonio asociado a las clases populares, o el patri-
monio oral, son poco visibles en ámbitos oficiales especializados en cultura.
Es cierto que se está produciendo una revalorización de ciertos patrimonios
vinculados a las nuevas ofertas turísticas, pero esta activación patrimonial se
hace desde otras instancias administrativas y sin que la Consejería de Cultura
tenga ni unos convenios estables, ni unos reglamentos o protocolos de actua-
ción mínimamente consensuados.
Estimulados por las directrices de la Política Agraria Común, el patrimonio y,
en general, muchos de los elementos culturales de los espacios considerados
rurales, están orientándose hacia el turismo. Enmarcados en la configuración
del sur europeo como espacio de ocio –frente al espacio productivo repre-
sentado por los países del norte- (Delgado, 2000; Aguilar, 2003), muchos
de los elementos “tradicionales”, “agrícolas” e incluso “industriales” se están
transformando en “recurso cultural” –y económico-. Pero estas miradas y
actuaciones tienen lugar más allá de los instrumentos oficiales de la Consejería
de Cultura y se desarrollan siguiendo unas líneas paralelas a los sistemas de
inclusión en el Catálogo de los bienes del patrimonio andaluz.
Una breve mirada a las bases de datos que sirven para la gestión del pa-
trimonio en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía nos indica una
gran desigualdad en cuanto a tipologías de bienes inmuebles, su distribución
territorial y las figuras de protección. En general, los datos132 muestran pro-
132 Datos de enero de 2004 provenientes de la Base de Datos SIBIA (Sistema de Información de
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Bienes Inmuebles de Andalucía), cuya fuente de alimentación principal es el Catálogo General del Pa-
trimonio Histórico de Andalucía.
133 Esta es una subcategoría dentro de la denominada “Arquitectura Civil”.
134 Real Decreto 864/1984 de 29 de febrero, sobre traspaso de funciones y servicios del Estado a la
Comunidad Autónoma de Andalucía en materia de Cultura. También el Decreto 180/1984, de 19 de
junio, por el que se asignan a la Consejería de Cultura las funciones y servicios transferidos a la Jun-
ta de Andalucía en materia de cultura. Estas transferencias se iniciaron en 1981 con el Real Decreto
1075/1981 de 24 de abril sobre traspaso de competencias, funciones y servicios a la Junta de Andalucía
en materia de cultura y con el Decreto 70/1981 de 30 de noviembre sobre la distribución de competen-
cias transferidas en materia de cultura.
135 Fuente: Dirección General de Bienes Culturales. Servicio de Información. Enero de 2004.
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137 El listado completo de bienes así considerados en enero de 2004 se puede consultar en la página 77
del capítulo segundo. Se reproduce una lista actualizada a fecha de enero de 2007 en el Anexo 2.
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Capítulo VII
Estos datos no coinciden con las propuestas políticas que se afirman desde
las legislaciones y planificaciones que elabora la Junta de Andalucía. De acuer-
do con el momento histórico en que se definen las legislaciones patrimoniales
en el Estado español, las concepciones sobre el patrimonio que se vierten en
los textos hacen referencia a un carácter ampliado, abierto del mismo. Recor-
demos que a partir de los años ochenta se genera un debate sobre el patri-
monio en nuestro país vecino, Francia, que reafirma las visiones etnológicas
en la gestión del patrimonio y desemboca en la creación de la Mission du
Patrimoine Ethnologique (Segalen, 2003; Lebovics, 2005). Una línea que se
había trazado ya a partir de las nociones de ecomuseo implantadas por Rivière
(Hubert, 1993; Gestín, 1993). También en el ámbito internacional estaban te-
niendo lugar otros debates que prolongaban el concepto de patrimonio, desde
la reflexión abierta por la Carta de Santiago de Chile del ICOMOS de 1972 al
debate en torno a la nueva museología que se reflejó en la Carta de Québec
de 1984138. El horizonte previo necesario había sido el desarrollo de la teoría
de los bienes culturales en los años sesenta en Italia y con fuerte calado en el
debate internacional139.
En este contexto, la Junta de Andalucía, a través de los textos legislati-
vos, hace una definición amplia –abierta- del Patrimonio Cultural. Se entiende
como las formas expresivas de los modos de vida y de la memoria del pueblo
andaluz. Es decir, teóricamente, el patrimonio se asocia a los elementos repre-
sentativos y significativos de la cultura andaluza –en su sentido antropológi-
co-
La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía es una de las primeras en
hacer un desarrollo legal en materia de patrimonio. Sólo otras dos legislacio-
nes autonómicas estaban aprobadas cuando se publicó la LPHA en 1991. El
marco legislativo e institucional de esta Consejería tuvo numerosos aciertos,
como lo prueba el que otras instituciones autonómicas lo tomaran como mo-
delo en años sucesivos (Agudo y Fernández de Paz, 2001).
En 1989 se publicaba el I Plan General de Bienes Culturales140; el docu-
mento sienta las bases conceptuales del posterior desarrollo legislativo del
138 Sobre las reflexiones volcadas en documentos internacionales puede verse Agudo, 2003 y Salmerón
y otros 2004.
139 Comisión Franceschini y desarrollo posterior del jurista Giannini. Véase capítulo primero.
140 Fue aprobado por unanimidad en el Parlamento Andaluz en 1989 y estuvo vigente hasta 1995.
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La patrimonolización como proceso
141 Por ejemplo se señala la creación del CGPH, integrando así los sistemas de protección en un único
instrumento; el desarrollo de la intervención preventiva y de normativa especifica de conservación; más
coordinación con la normativa urbanística y ambiental, buscando soluciones en la confluencia de com-
petencias entre la administración autonómica y la local en materia de protección del patrimonio y orde-
nación urbanística (Barrero, 1996; Herrera Virumbrales, 1996); las novedades en fomento y sanción; así
como la creación de nuevas figuras como los Lugar de Interés Etnológico y las Zonas de Servidumbre
Arqueológica y los Conjuntos Monumentales. Puede verse un mayor desarrollo y comentario sobre estas
innovaciones en Agudo y Fernández de Paz, 2001.
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Capítulo VII
142 En 2006 un nuevo Plan, en fase de aprobación, viene a sustituir a éste: el PECA o Plan Estratégico
de la Cultura en Andalucía. Además, a la fecha de revisión de este texto ha pasado por Consejo de Go-
bierno de la Junta de Andalucía (02/05/2007) la aprobación de la nueva Ley de Patrimonio Histórico de
Andalucía que será inminentemente publicada en BOJA.
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La patrimonolización como proceso
Se trata de conseguir utilizar de forma racional los recursos propios, entendidos éstos en su con-
cepción más amplia y teniendo en cuenta que su capacidad para desarrollar ventajas competitivas es
cambiante; por lo que en sintonía con la nueva lógica productiva, es necesaria la búsqueda incesante
de estrategias que permitan una utilización adaptable de forma ágil y flexible a las nuevas condiciones
socioeconómicas. (Consejería de Cultura, 2000:210-211)
La noción productivista y mercantilista del II PGBC ha sido criticada por
autores como Agudo y Fernández de Paz (2001) y muy expresivamente por
Moreno Navarro (2002b, 2002c). El lenguaje evidencia que se pasa a condicio-
nar el patrimonio cultural en términos principalmente económicos: demanda
interna y externa; uso racional de los recursos; sintonía con la nueva lógica
productiva; búsqueda de convergencia; competición en mercados globales…
eso sí, desde la sostenibilidad, siendo respetuosos con la fragilidad del recur-
so.
Las imposiciones de la política agraria europea, el uso de los fondos es-
tructurales y la noción de desarrollo local y la expansión del turismo, marcan
la lógica de acercamiento al patrimonio cultural. Se reconoce el protagonismo
progresivo de otras Consejerías en la gestión del patrimonio y también de las
entidades locales.
En este contexto, lo que se considera en general como patrimonio etnoló-
gico se integra muy especialmente en el ámbito de las políticas de desarrollo
rural de la Consejería de Agricultura y Pesca, en los programas de los diversos
Parques Naturales dirigidos por la Consejería de Medio Ambiente y como co-
lofón de otras atracciones, como la designación de fiestas de interés turístico
de la Consejería de Turismo.
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Capítulo VII
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La patrimonolización como proceso
143 El ya mencionado IYAA consta de más de 11.000 registros (unidades arqueológicas, ya sean yaci-
mientos o inmuebles individualizados) identificados, reconocidos y corregidos en tres fases de inventa-
rio con doce años de duración (1985-1989; 1992-1995; 1997-2000).Tampoco se ha llegado a paralizar el
inventario de Bienes Muebles de la Iglesia que está en marcha desde 1989. Sin embargo, el Inventario de
Arquitectura Tradicional de Andalucía sólo ha sido financiado en 2,5 campañas, no llegándose a cubrir
ni el 30% del territorio andaluz. Sobre este Inventario de Arquitectura tradicional puede consultarse
Agudo, 1999c y 1999d; Hernández León, 1999; Hernández y Quintero, 1998; Ordóñez Vergara, 1999;
Plata, 1996; Quintero y Hernández, 1999; Talego, 1996.
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Capítulo VII
tes algunas antropólogas. Todo ello a pesar de que en los últimos quince años
el patrimonio con el que se trata de promocionar muchos pueblos y comarcas
andaluzas sea precisamente el patrimonio etnológico. Esta ausencia de profe-
sionales forma parte de un proceso en cuyas causas y circunstancias no voy a
entrar pero que tiene varias consecuencias relacionadas entre sí: a) La ausencia
de un conocimiento general de los elementos con determinados valores para
una posterior selección de los más representativos144; b) el desconocimiento,
por parte de otros profesionales y de los propios dirigentes políticos, de las
perspectivas antropológicas respecto al patrimonio y de las tareas a realizar
por un antropólogo como técnico; c) la diversidad de criterios en las actuacio-
nes de planificación y selección de los bienes a proteger; d) la preeminencia de
criterios “clásicos” -a menudo relacionados con valores de antigüedad, excep-
cionalidad, fosilización o simple reiteración de las tipologías más conocidas-
en los niveles de decisión política sobre las prácticas de protección.
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La patrimonolización como proceso
taciones más antiguas –y salvando honrosas excepciones- la mirada antropológica suele limitarse a un
par de frases hechas respecto a la identidad y el uso y pocas veces entra a describir mínimamente estos
valores como sí se hace por ejemplo respecto a las características arquitectónicas, históricas o artísticas.
146 Sobre los nuevos usos de esta figura puede verse Rioja López, 2003 y Plata y Rioja, 2005.
147 La nueva ley propone por ejemplo la denominación un tanto ambigua de Zona Patrimonial.
148 El listado completo de bienes sobre el que se dibuja esta gráfica puede consultarse en el Anexo 1.
Se incluyen los bienes incoados, los inscritos y los declarados.
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Capítulo VII
Merlín de 1995 y algún otro más, la mayoría de estas inscripciones son del
año 2001 en adelante. Es decir, tras diez años de rodaje de la ley y cuando
las labores realizadas desde tiempo atrás comenzaron a dar sus frutos. Es en
Sevilla y en otras provincias de la zona occidental, Cádiz sobre todo, donde
más se cataloga en los primeros años. También en esta primera etapa se usaba
más la figura de Lugar de Interés Etnológico que ha ido quedando atrás en las
últimas actuaciones, dando paso a denominaciones más genéricas.
De aquí a uno o dos años comenzaremos a visualizar también el trabajo
que vienen realizando los especialistas desde las diferentes Delegaciones Pro-
vinciales, con un sensible aumento del número de incoaciones e inscripciones
de elementos relacionados con el patrimonio etnológico y lo que es más im-
portante –y que no depende sólo de estos profesionales sino de la coordina-
ción de equipos- una mirada más integral, compleja y multidisciplinar sobre
los bienes del patrimonio que identifica y cataloga la Consejería de Cultura.
No obstante, a la vista de las actuaciones que se vienen desarrollando y de
las documentaciones técnicas que se encargan, la heterogeneidad de actuacio-
nes va a continuar siendo lo más llamativo si se comparan diferentes provin-
cias.
Si tenemos en cuanta las documentaciones técnicas e investigaciones que
se están encargando –previo a la incoación la Administración puede encargar
informes técnicos sobre determinados bienes-, de nuevo coincide que son las
provincias de Almería y de Huelva las que más están apostando por dotar a las
figuras de un carácter innovador y por acercarse a la catalogación del patrimo-
nio intangible. En Huelva se han realizado documentaciones genéricas colec-
tivas sobre: las Fiestas de las Cruces de Mayo; Cuatro Romerías Tradicionales
(de Piedras Albas, de la Peña, del Cerro de San Benito y de Los Ángeles); las
Danzas de Adoración de la provincia, además de una genérica individual sobre
la Cabalgata de Reyes Magos de Higuera de la Sierra. En Almería las últimas
genéricas colectivas que se han documentado son sobre las Fiestas de moros
y cristianos y sobre la pesca tradicional. Un conjunto que, exceptuando el de
la pesca, es predominantemente festivo, lo que viene a reducir las “actividades
etnológicas” a un ámbito muy concreto que, por otra parte, es el que menos
inversiones requiere y el que más rentabilidad inmediata puede dar mediante
su difusión turística.
En otras Delegaciones también se está avanzando en la documentación de
otros bienes con la figura de genérico colectivo, por ejemplo y sin ser exhaus-
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La patrimonolización como proceso
Sin embargo, no parece que sea casualidad que las provincias en las que
más protagonismo se esté dando al patrimonio etnológico y a la intervención
de los antropólogos sean precisamente Huelva y Almería. Independientemen-
te de las características de los equipos de profesionales en las diferentes de-
legaciones –que no son simétricos y pueden dar lugar a una menor o mayor
receptividad o a visiones más “clásicas” o por el contrario más abiertas y
actualizadas-, en estos ámbitos provinciales tienen un gran peso las decisiones
a nivel político. Precisamente las provincias que estamos mencionando com-
parten las características de muchos pequeños pueblos serranos donde los
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centro de la Huerta, en contra de todos los valores que se dicen defender, pero
como la normativa no estaba aprobada… Mientras que se aprueba un plan
especial las directrices son las de las instrucciones particulares, que se pueden
aplicar de un modo muy restrictivo o interpretándolas de forma más flexible.
En Pegalajar ha supuesto un mecanismo de trabas burocráticas capitalizado
por los que están en contra de la inscripción, al mismo tiempo que se han ig-
norado muchas de las infracciones cometidas respecto al bien. Sobre todo, el
vacío legal que se percibe por parte de los habitantes respecto a sus terrenos,
sus casas, sus propiedades y la falta absoluta de inversiones de cualquier tipo,
han contribuido a concebir la protección como un atraso, una injusticia, un
agravio comparativo.
La experiencia ha sido tan compleja que en el ámbito de la Delegación de
Jaén se procura no designar otro bien de dimensiones territoriales como LIE.
En torno a la aprobación de la nueva legislación se ha venido reflexionando
en el sentido de omitir los planes urbanísticos, considerando que con unas
instrucciones particulares explicitas y claras debe ser suficiente para la protec-
ción. Además, dado que las figuras específicas no tienen las ventajas fiscales
y legales a las que acceden los bienes catalogados como BIC, se ha optado
desde hace tres o cuatro años por escoger la noción de Sitio Histórico como
el instrumento legal más parecido a una figura de dimensiones territoriales y
paisajísticas (Dirección General de Bienes Culturales, 2003). A pesar de que
estas razones pragmáticas son las que más se explicitan, también se elaboran
razonamientos conceptuales sobre el uso preferente de Sitio Histórico frente
a Lugar de Interés Etnológico que vuelven a anteponer la dimensión histórica
del patrimonio a la dimensión cultural, tal como ha venido sucediendo en las
diversas legislaciones autonómicas que se apellidan de “históricas” y no de
“culturales” (Agudo, 2003; 2005). Sin embargo, los valores que se están con-
templando tienen una clara dimensión cultural, en el sentido antropológico
del término. Como expresa Amaya respecto al Sitio Histórico de la Alpujarra
Media Granadina y la Tahá:
“[Esta figura] se ha diseñado desde el valor otorgado a un conjunto de bienes, que no
están catalogados por su singularidad histórica-artística, sino por sus peculiaridades
culturales, por ser el patrimonio más representativo y significativo de estas poblaciones
locales, más allá de otro tipo de concepciones, ya obsoletas, en el campo patrimonial”.
(2006: 22).
El proceso descrito en Pegalajar no ha vuelto a repetirse, las figuras de Lu-
gar de Interés Etnológico activadas desde entonces son mucho más concretas
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Capítulo VII
y ceñidas a una zona o inmuebles muy delimitados. Por otra parte, los casos
similares con una fuerte impronta paisajística y territorial, se han caracterizado
por tener situaciones muy diferentes a las de este precedente. La designación
como Sitio Histórico de la Zona Minera de Riotinto-Nerva se ha realizado en
un contexto en el que el proceso de patrimonialización estaba ya muy avanza-
do. La transformación de los significados y los usos se había realizado como
una de las fórmulas de reconversión de la crisis minera que afectaba a estos te-
rritorios, musealizando las huellas de la minería desde un pasado remoto hasta
la actualidad y con una fuerte orientación turística (Hernández Ramírez y Ruiz
Ballesteros, 2005a, 2005b, 2007). Sin embargo, el proceso de declaración no ha
dejado de crear ciertas resistencias entre diferentes sectores y continúa siendo
problemático el acceso y la puesta en valor de ciertos bienes propiedad de
diversas compañías.
En el extremo opuesto al de la inscripción como Lugar de Interés Etnoló-
gico de la Huerta de Pegalajar se encuentra el proceso que se ha desarrollado
en la declaración como Sitio Histórico de la Alpujarra media granadina y la
Tahá. Según Santiago Amaya (2006), el procedimiento difiere de los que son
habituales en la Administración de cultura en cuanto que se concibe desde
el principio como un proyecto integral de desarrollo. De este modo, una vez
incoado el bien se ha procedido a restaurar una serie de elementos que lo inte-
gran, se ha creado una oficina técnica de gestión del mismo, se han elaborado
planes previos encaminados a la dotación de un planeamiento para el área, etc.
Para el desarrollo de este conjunto de acciones se ha proyectado el convenio y
la colaboración con diferentes entidades sectoriales: Planes Leader dependien-
tes de la Consejería de Agricultura y Pesca y de las entidades locales y también
inversiones provenientes de la Consejería de Medio Ambiente.
El caso de la Alpujarra Media y la Tahá se concibe desde una filosofía
que considera el territorio como un recurso, donde el patrimonio natural y el
cultural son un todo cuyas singularidades diferencian y cualifican el territorio
(Amaya, 2006); una cualificación considerada básica en la atracción de los
“nuevos turismos” no masificados. Pero su excepcionalidad sería aun mayor si
fueran capaces de mantener la propuesta de considerar el turismo sólo como
un sector más a desarrollar y no como el mas importante -o como suele ser
habitual, el que organiza el resto del sistema productivo y, lo que aún puede
llegar a ser más destructivo, el que rige los sentidos y significaciones de los
elementos patrimoniales de la zona-.
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149 Este es un interesante proceso en el que el ayuntamiento de la localidad, propietario del bien, ha
optado por una clara vertiente turística.
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tes inclinaciones políticas que estas actuaciones han tenido151. En los ámbitos
académicos y en las administraciones culturales en general se sigue priori-
zando una visión técnica del patrimonio: se afirma que la definición del bien
cultural, su selección, depende del examen y la pericia del técnico, del experto
que dictamina.
Sin embargo, otras nociones respecto al patrimonio insisten en su dimensión
como representación de la identidad de los colectivos, como referente de la
memoria de éstos, por lo que se insiste en el derecho de los ciudadanos a
participar en la definición y gestión de su patrimonio. Debo reiterar que, tal
como vengo exponiendo, la participación ciudadana no implica dar la voz a
un grupo con criterios unificados y visiones homogéneas, sino que se coaligan
diversos agentes y grupos sociales con diferentes expectativas sobre el bien, lo
que implica una tensión y negociación permanente.
Las visiones más participacionistas del patrimonio comienzan a reivindicarse a
partir de interpretaciones de la noción de Bien Cultural, que sitúa el epicentro
del patrimonio en la sociedad, en el derecho de todos al disfrute de los bienes.
El protagonismo social se va acentuando en documentos como la Carta de
Quito, de 1967, precursora de la I Carta de ICOMOS Australia para la Pre-
servación de Sitios con Valor Cultural (Carta de Burra de 1982). La reflexión
que se propone en este documento es que la significación social no siempre
puede ser interpretada por foráneos puesto que “el valor social nace, se nutre
se reinterpreta o perece en manos de sus creadores, sus herederos históricos”
(1982). La participación social se ha ido convirtiendo en una de las bases teó-
ricas de la tutela. Las convenciones y propuestas teóricas que se desarrollaron
con el auge de la “nueva museología” (Carta de Quebec, 1984) confirmaron
la necesidad de contar con los agentes sociales para cualquier propuesta de
gestión patrimonial152.
La legislación andaluza y las propuestas de la Consejería de Cultura reco-
151 Sobre este tema son interesantes las aportaciones de Iniesta, 1999a; 1999b en torno al desarrollo
de la arqueología en Grecia o Israel y las de Fernández de Paz en torno a la museología antropológica
en Andalucía (2003).
152 Rivière da el protagonismo a las poblaciones en su definición de ecomuseo: “Un ecomuseo es un
instrumento que un poder público y una población local conciben conjuntamente (...) Un espejo donde la población se
contempla para reconocerse, donde busca una explicación del territorio en el que está enraizada y en el que se sucedieron
todos los pueblos que la precedieron, en la continuidad o discontinui¬dad de las generaciones. Un espejo que la población
ofrece a sus huéspedes para hacerse entender mejor, en el respeto de su trabajo, de sus formas de comportamiento y de su
intimidad”.(1993: 191)
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que la solución fuera dejarse guiar “por lo que diga la opinión pública” o “los
vecinos de tal lugar”. Como hemos visto a lo largo de esta exposición, estos
posicionamientos no son homogéneos, ni están exentos de diversos intere-
ses particulares o que perjudicarían a otros sectores. Pero esta consideración
no invalida que se deban tener en cuenta a los diversos agentes sociales que
han construido y conservado en uso durante un tiempo los distintos bienes
que hoy se consideran como patrimonio o a los que van a usarlos de hoy en
adelante. Que se busquen las fórmulas para identificar los distintos grupos y
agentes vinculados con esos elementos, para entender sus posicionamientos
y motivaciones y para restituir esos bienes a sus depositarios, permitiendo la
continuidad de su valor de uso identitario. Omitir estos procesos lleva, cada
vez más, a vías muertas: bien un patrimonio sobre el que pesan prohibiciones
pero sobre el que no se actúa y por tanto se deja ir; bien procesos de extraña-
miento y oposición por parte de las mayorías locales; bien su interpretación y
gestión exclusivamente en función de su uso turístico.
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La patrimonolización como proceso
Si bien los casos elegidos en este trabajo comparten, además de otras ca-
racterísticas, el hecho de suponer una innovación, una apuesta por incorpo-
rar nuevas formas de mirar el patrimonio cultural andaluz, en estos últimos
años pocas son las novedades en torno al patrimonio etnológico protegido en
Andalucía. Lo más destacable son algunos de los casos incoados o inscritos
recientemente como Sitios Históricos –como la Cuenca Minera, la Alpujarra
Media Granadina y la Tahá, el Santuario y aldea del Rocío-. El listado de las
actividades etnográficas apenas se ha ampliado: sólo hay dos y de la misma
tipología. Se continúan incoando e inscribiendo bienes “clásicos” en lo que
al patrimonio etnológico se refiere: molinos, lagares, hornos de cal...; bienes,
por supuesto, con un valor indiscutible desde el punto de vista disciplinar pero
que se mantienen en una visión un tanto folklorista que asocia lo etnológico
con los restos de la cultura pre-industrial en desaparición, sumando algunos
testimonios de la primera industrialización. A mi juicio, estos tres elementos
resumen el tratamiento formal que se está dando al patrimonio etnológico:
inscripciones de Sitios históricos, ausencia de actividades y predominio de ti-
pologías clásicas. Lo sintetizaría en una posición de progresiva subordinación
en el panorama institucional. Y hago esta afirmación porque entiendo que las
figuras más directamente vinculadas a la disciplina, como las de Lugar de In-
terés Etnológico o Actividad Etnográfica están siendo claramente relegadas.
“De la experiencia se aprende”, y experiencias como las del Corral de la
Encarnación o la de la Huerta de Pegalajar, son visiblemente costosas a nivel
político para la Administración cultural153. La inscripción como Lugar de In-
terés Etnológico de Pegalajar sirvió como lugar de experimentación y, a partir
de entonces, los bienes con una definición territorial clara y que no afectan a
núcleos urbanos, se catalogan como Sitio Histórico. Una figura que se ha teni-
do que redefinir notablemente a pesar de que era más cercana a los contenidos
que se están protegiendo la de Lugar de Interés Etnológico, especialmente en
los casos que he mencionado. Respecto a los “Sitios Históricos”, la posición
de la disciplina antropológica de tener un papel protagonista en los “Lugares
de Interés Etnológico”, pasa a ser una más entre otras. Una más con unas
atribuciones, a diferencia de las otras, un tanto indeterminadas, con las conse-
cuencias que ello sin duda tiene.
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154 En relación con los distintos sentidos asociados a la noción de popular puede verse Díaz Viana,
1999; Velasco Maillo, 1999; y especialmente en un recorrido por los diversos usos académicos del con-
cepto Zubieta 2000. Una pequeña consideración sobre su aplicación a la noción de patrimonio inmate-
rial en Quintero 2003.
155 Téngase en cuenta, por ejemplo, que la propia UNESCO está patrocinando el programa de puesta
en valor del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad como uno de los instrumentos claves para
proteger y desarrollar la diversidad cultural. Se entiende que la visibilización de las producciones de
otros pueblos y su valoración implica un proceso de empoderamiento de pueblos y etnias que estaban
fuera de la consideración de los occidentales. Sobre este aspecto puede verse Quintero 2005
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CONSIDERACIONES FINAES
La aproximación al patrimonio como construcción social, permite el desarrollo
de dos nociones que entiendo que han sido muy fecundas en la investigación.
Por una parte, la idea de la patrimonialización como proceso, como una serie de
acciones y resignificaciones encadenadas y, por otra parte, la comprensión de
los bienes patrimoniales como espacios de confluencia y de conflicto social. Entiendo
que ambas nociones están profundamente entretejidas.
El conjunto de los bienes patrimoniales de un colectivo no es algo estático,
sino que se transforma, añadiendo y sustrayendo elementos y redefiniendo sus
valores. La evolución conceptual del patrimonio confirma este planteamiento:
la tendencia ha sido y sigue siendo ampliar cualitativa y cuantitativamente los
bienes susceptibles de ser patrimonializados. Me he preocupado en este tra-
bajo de analizar de qué modo un elemento o actividad pasa a ser considerado
patrimonio, y por quiénes. El análisis de casos particulares permite la observa-
ción de este fenómeno social y la comprensión del mismo como un proceso,
como un hecho que se va configurando poco a poco, a través de la adición
progresiva de significados, estableciendo nuevos usos y resemantizando los
objetos o las actividades, de forma que pasan a ser “bienes culturales” para un
colectivo o colectivos específicos. Es importante, no obstante, entender que
esta categorización no cierra el ciclo, sino que estos elementos, en la medida
en que son utilizados o rechazados por unos u otros colectivos, continúan
resignificándose. Esta aseveración se vincula con dos aspectos que han sido
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472
EL CATALOGO GENERAL DEL PATRIMONIO
HISTORICO DE ANDALUCIA EN ENERO DE 2007
Genéricos
- Corral de Merlín (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz)
- Molino del Duque (Aguilar de la Frontera, Córdoba)
- Molino del Rey (San Sebastián de los Ballesteros, Córdoba)
- Fábrica de Harinas La Alianza (Puente Genil, Córdoba).
Genéricos colectivos
- Aljibes, norias y molinos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar
(145 elementos, Almería)
- Infraestructura Hidráulica de la Comarca de Los Vélez (65 elementos, Almería)
- Edificaciones mineras de los siglos XIX y XX en Almería
- Edificaciones mineras de la comarca de Linares- Bailén (Jaén).
473
Nuevas incoaciones, inscripciones y/o
declaraciones hasta enero de 2007
Monumentos BIC
- Santuario Nuestra Sra. de la Fuensanta en Cordoba
- Antiguo Mesón de San Rafael en Málaga
- Hacienda-Cortijo Jesús del Valle, Granada
Genérica Colectiva
- Cortijos de Almeria (72 elementos)
Actividad Genérica
- Carpintería de Ribera de las Playas de Pedregalejo en Málaga
474