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Biología
Presentado por:
Nicole Jaraba
Adolfo Vergara
Jaider Cabarcas
Fabian padilla
Jainer Blanquisett
Cartagena de indias
Julio 2021.
ÍNDICE
El libro seminal de Darwin, El origen de las especies, expone sus ideas acerca de la
evolución y la selección natural. Estas ideas se basaron en gran medida en las
observaciones directas que Darwin realizó en sus viajes alrededor del mundo. De 1831 a
1836 fue parte de una expedición de investigación realizada a bordo del barco HMS
Beagle, la cual hizo paradas en Sudamérica, Australia y la punta sur de África. En cada
parada, Darwin tuvo la oportunidad de estudiar y catalogar las plantas y los animales de la
localidad.
Consideremos, pues, a la veterinaria como una especie profesional que surge a partir de
una formación académica en una facultad universitaria y que se desenvuelve en un
ecosistema social en el que conviven multitud de especies, tantas como profesiones,
oficios y cometidos existen en la sociedad. Y recordemos también que, dentro del sistema
educativo, son especialmente las universidades las principales unidades reproductoras de
las distintas especies profesionales.
Veamos ahora qué mensajes podemos extraer para nuestra profesión del análisis de los
cinco postulados sobre los que se basa el evolucionismo darwiniano:
En efecto, los cambios del mundo afectaron, afectan y afectarán a la especie veterinaria,
hasta el punto de que los veterinarios, tal y como somos hoy, no hemos existido siempre,
sino que, en términos histórico-evolutivos somos, por así decirlo, una especie reciente,
(desde la creación de la primera escuela de veterinaria en Lyon en 1762; la subespecie
española comienza con la escuela veterinaria de Madrid en 1792 ) descendiente de los
albéitares, de poco más de 200 años, aunque tengamos mucha historia detrás y un árbol
filogenético dilatado. La mejor adaptación, (no sólo por formación, sino por dar mejor
respuesta a las necesidades del entorno) de la especie veterinaria fue la razón por la que,
después de un periodo de lucha por la supervivencia entre ambas, nuestra especie
desplazó y absorbió al albéitar.
Este fenómeno de especiación a partir de un ancestro común, (el modelo integral que
representaba el sabio polifacético griego, el que sabía un poco de todo), resulta un tanto
curioso. Como, a pesar de lo que se dice, el saber ocupa lugar, desde entonces el hombre
ha venido troceando el mundo en parcelas de saber cada vez más pequeñas. Surge así el
especialista, es decir, la especie que sabe mucho de casi nada, la que desempeña
funciones muy concretas en el ecosistema social. Así, vivimos en un mundo cada vez más
fragmentado por especialidades (muchas veces sin conexión entre ellas), los sabios
escasean y muchos añoramos respuestas integrales a problemas o realidades complejas
y completas.
¿Qué significa esto?: pues que hoy nuestra especie es distinta. Somos
fundamentalmente, porque así lo hemos reflejado en nuestro programa de estudios
universitarios, especialistas en animales. Es verdad que tenemos otro nivel, ya no somos
pastores especializados, ni hipiatras, ni buiatrías, ni albéitares. Pero tampoco somos
sabios. Tenemos conocimientos mucho más profundos y especializados, sí. Pero como
especie nos estamos olvidando de lo esencial de nuestros ancestros, los sabios: la
amplitud de miras, la búsqueda permanente, la inquietud por conocer y colonizar, la
curiosidad de descubrir, la capacidad para emprender, la pasión por saber y por hacer, y
hacerlo bien, y el orgullo de ser. Todos estos aspectos, bien ejercidos, son ingredientes
adaptativos muy interesantes, tanto para los individuos como para la especie profesional a
la que pertenecen. Estos valores, y algunos otros más, conducen a abrir horizontes
profesionales, a conquistar nuevas funciones (nichos), sin complejos, con seguridad, en
sana competencia con otras profesiones, sin ensimismarnos, sin confiarnos en que la
presunta sabiduría profesional acreditada únicamente con la celulosa de un diploma vaya
a proporcionar éxito adaptativo. Van pasado los tiempos en los que las competencias
profesionales se consagraban a golpe de boletín. Hoy, o vales, trabajas y te esfuerzas, o
estás fuera. No es cuestión de papeles ni de títulos, sino de conocimiento y pericia
demostrables.
¿Cuáles son los nichos tradicionales de la especie veterinaria?: sanidad animal, control de
zoonosis, seguridad alimentaria, salud pública, agricultura y zootecnia, medio ambiente y
fauna salvaje.
¿Cuáles son los nichos de futuro?: muchos, todos los que están en nuestras fronteras de
competencia profesional, por ejemplo comercio exterior, agroalimentación en sentido
amplio, gestión integral de actividades (grandes explotaciones agropecuarias,
cooperativas, industrias alimentarias, etc.), biotecnología, investigación y desarrollo de
productos y técnicas de producción, bienestar animal, terapias de salud con animales,
coordinación de equipos multidisciplinares para prestación de servicios en medio
ambiente, industria farmacéutica y genómica, etc. Somos gestores de riesgos sanitarios
(en. emergentes) y de ecosistemas productivos y sostenibles (hambre mundial).
Creo que una especie veterinaria que sepa equilibrar la especialización y la sabiduría
acertará más y mejor que si se ensimisma mirándose el ombligo. El grado debería ser
más amplio y menos profundo, para formar autodidactas que tengan mejor perspectiva al
tomar, libre y responsablemente, sus decisiones de futuro. No es bueno crear
especialistas antes de tiempo. Con la especialización prematura se teledirigen, se
predestinan organismos productivos, no personas. La especialización es una decisión
personal libre, y por eso ha de ser en postgrado y durante toda la vida, ajustada a las
verdaderas necesidades del mercado y a los proyectos de cada uno. Creo que este
enfoque favorecería más la versatilidad del profesional para adaptarse a un mundo
cambiante, competitivo e impredecible. Y, por supuesto, generaría abundante variación en
la especie veterinaria.
Vivimos hoy en una sociedad de consumo. Los ecosistemas sociales actuales, cada vez
más complejos y en cambio permanente, demandan nuevos bienes y servicios, públicos o
privados que, a su vez, son ofertados por distintas especies profesionales al adaptar sus
características a las necesidades sociales y exigencias de cada momento. Si, en términos
de utilidad y buen servicio prestado, una especie satisface la necesidad manifestada, la
función queda cubierta y la especie se establece en el nuevo nicho funcional. Si una de
las especies preexistentes no es hábil para cubrir estas necesidades o las abandona,
estas funciones, de una u otra forma, son suplida por otra y reducen así las posibilidades
de la especie pusilánime y descuidada.
En consecuencia, aquella especie que propicie la generación de más variación será más
flexible a la hora de adaptarse a los cambios, tendrá más oportunidades de ocupar
distintos hábitats y funciones y, por tanto, de sobrevivir.
Los veterinarios hemos tenido siempre buena capacidad adaptativa por generar
abundante variación, en muchas ocasiones obligados por las circunstancias. Recordemos
la plétora de veterinarios en los años 50 y 60 del siglo pasado y su dispersión hacia
nuevos y diferentes hábitats profesionales. Académicamente hablando, recordemos
también las ramas médicas, de producciones y de higiene de los alimentos que existían
en las antiguas facultades. Sin embargo, hoy la formación es fundamentalmente médica,
eso sí, muy intensa, profunda e impartida en el triple de facultades de veterinaria que
había hace 30 años. Al mismo tiempo, sumadas a las carreras tradicionales, como
consecuencia del plan BOLONIA, han aparecido nuevas especies (grados) que compiten
en similares hábitat y usan parecidos nichos ecológicos que los veterinarios: ciencia y
tecnología de los alimentos, biotecnología, ingeniería agroalimentaria y agroambiental,
ciencias ambientales, etc.
Hay muchos ejemplos de modificaciones del ecosistema social que han afectado a la
especie veterinaria y la han obligado a seleccionar aquellos cambios que mejor se
adaptan a nuevos entornos o circunstancias: la disminución de la población en el medio
rural, la reestructuración de sectores ganaderos en unidades mejor dimensionadas,
modificación de los hábitos de consumo alimentario de la población, el desarrollo de la
industria alimentaria y sus nuevas necesidades, las psicosis generadas por las
enfermedades emergentes, la preocupación por el medio ambiente y el bienestar animal,
el incremento del número de animales de compañía….
Ahora bien, para que un cambio producido en un profesional beneficie a la especie, debe
poder ser heredable, transmisible, y, de esta forma, acumularse en el conjunto de la
población. En caso contrario, nace y muere con el profesional, por muy adaptativo que
sea el cambio producido para el individuo.
Por eso, la universidad, madre reproductora de la especie, debería estar muy atenta con
el mundo exterior en el que actúan sus profesionales hijos para detectar e incorporar a los
contenidos formativos académicos aquellos cambios producidos en determinados
individuos de la especie( sobretodo de aquellos ubicados en nichos ecológicos frontera,
que los hay, y muchos), o demandados por los sectores de actividad, que puedan suponer
una mejora específica: experiencia práctica, conocimiento aplicado, innovaciones para dar
respuesta a necesidades de mercado, etc. Y hacer todo esto de manera flexible y ágil,
huyendo de lo accesorio y superfluo, centrándose en lo útil e integrando a estos
profesionales destacados en los equipos académicos para que los nuevos enfoques sean
amplificados en las siguientes generaciones de profesionales, en virtud de una formación
de postgrado y continua cada vez más eficaz.
Esta es la principal aportación de Darwin a la doctrina evolucionista. Para el caso que nos
ocupa, viene a decir que aquellas especies que incorporan en las siguientes generaciones
las mejoras adaptativas originadas en determinados individuos de su población, tienen
más posibilidades de subsistir en un ecosistema competitivo y hostil.
La presión con que se ejerce esta selección natural es tanto mayor cuantos más
individuos de la misma especie, y de diferentes especies, compitan por los recursos
limitados.
A todo esto tenemos que añadir la más que previsible reducción futura en unos casos, o
saturación en otros, de nichos y hábitats tradicionales de ocupación veterinaria (por
ejemplo: las administraciones públicas o la clínica de pequeños animales).
En resumen: sea por la competencia dentro y fuera de la especie, sea por los cambios en
los espacios habituales de ocupación, la selección natural se nos aparece como una
cruda, pero inexorable realidad.
Frente a esto, podemos hacer algunas cosas: la primera, no trabajar en solitario, ni entre
nosotros ni con otras profesiones. Hay veces que la colaboración, la unidad, es mejor que
la competencia fratricida, y esto también vale de cara a otras profesiones que padecen
problemas similares. Por tanto, la respuesta multidisciplinar ante la resolución de
problemas no solo es una buena forma de prestar servicios, sino también una manera de
mitigar, aunque sólo sea en parte, los efectos de la selección natural.
Otra cuestión que podemos hacer, reiteradamente sugerida en este escrito, es trabajar
más, formativa y prácticamente hablando, en clave de fronteras profesionales, generar
abundante variación, pues lo genuino de una profesión es difícilmente cuestionable.
Recordemos que el mayor problema del lince ibérico o del oso panda, lo que les ha hecho
pasar al estatus de especies protegidas, es su alto grado de hiperespecialización: uno,
dependiente del conejo; el otro, del bambú. ¿Queremos los veterinarios terminar siendo
una especie protegida en el siglo XXI?
LA SELECCIÓN NATURAL
LA SELECCIÓN ARTIFICIAL
Para el caso de la jirafa. Darwin explica que vi que había dos grupos de jirafa, las de
cuello largo y las de cuello coro, las de cuello largo alcanzan los alimentos de los árboles,
mientras que la de cuello corto morían de hambre sin dejar descendencia. Las de cuello
largo se reproducían y creaban más jirafas de cuello largo con la capacidad de obtener
alimentos, de esta forma las jirafas de cuello corto terminaron extinguiéndose y las de
cuello largo siguen vivas hoy en día.
Está teoría establecida por Oparin es una de las más aceptadas en la comunidad
científica.
Sigue teniendo validez, incluso con los avances de la ciencia moderna, puesto que los
nuevos descubrimientos relacionados logran completarla y fortalecerla aún más
Oparin en sus escritural, clasificó a los organismos vivo(bióticos) en un nivel
De organización de la materia no viva (abiótica) propuso entonces, que la materia
No viva fue cambiando y complejizándose de forma progresiva, hasta conformar
Las primeras células viva.