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CIENCIA Y ECOLOGÍA

Hilos de celulosa: la materia


prima del futuro
¿Y si la celulosa sirviera para la producción de medicamentos, alimentos o
elementos de construcción? El mundo busca materias primas alternativas,
ecológicas y económicas, y los científicos alemanes proponen ideas.

La celulosa se usa hoy principalmente para producir papel.


Nos solemos quedar con el coche, que ya no podrá circular propulsado por gasolina
sino que tendrá que andar gracias al aceite de freír. O con la calefacción, que ya no
podrá ser alimentada con gas y tendrá que nutrirse de estiércoles. O con las centrales
eléctricas para las que un día el carbón no bastará o contaminará en exceso el ya
intoxicado cielo.
Sin embargo, en nuestro mundo muchas más cosas dependen de las materias primas
fósiles. La lista se extiende hasta los rincones menos pensables de la economía. Y son
varios los sectores que tienen que ir preparándose para el momento en que éstas
empiecen faltar. Por eso, la Fundación Alemana de Medio Ambiente invertirá en el
próximo año y medio 460.000 euros en proyectos como el que busca hacer de la
celulosa un producto mucho más multifacético.
Mucho más que papel
Papel es lo que le viene a uno a la mente cuando escucha la palabra celulosa, y la
respuesta es correcta. La celulosa ha servido hasta ahora principalmente como materia
prima para la obtención de papel: papel blanco, papel de periódico, papel de fumar.
Los hilos de celulosa sirven a la industria textil
Pero no sólo en la producción de papel interviene la celulosa. Sus hilos, los llamados
hilos de viscosa o rayón, se asemejan a la lana y, al contrario que el acrílico o el
poliéster, son naturales: la celulosa es hija de la madera. Con esos filamentos, industria
textil confecciona prendas de vestir o son utilizados, aprovechando a su gran capacidad
de absorción, para fabricar de productos de higiene personal.
Pese a todo, la celulosa podría ser mucho más útil si sus hilos se extrajeran con mayor
facilidad y siguiendo un proceso que ecológicamente fuera más sustentable. En ello
trabajan investigadores del Instituto de Química Técnica y Medioambiental de la
Universidad alemana de Jena conjuntamente con los científicos de la Sociedad de
Evaluación Material de Textiles y Plásticos de Turingia. Y los estudiosos creen haber
dado con una posible solución.
Iones líquidos como disolvente
La celulosa no se disuelve con el agua. Para poder robarle los hilos, hay que llevar a
cabo laboriosos procesos que requieren el uso de diversos productos químicos, no
reciclables y altamente explosivos a elevadas temperaturas. El objetivo de los
científicos alemanes es simplificar este peligroso trabajo y hacerlo más ecológico. Lo
podría lograrse, dicen, desintegrando la celulosa con ayuda de los líquidos iónicos.

Con líquidos iónicos, el proceso de disolución de la celulosa sería más sencillo.


Como bien indica su nombre, los líquidos iónicos están compuestos exclusivamente de
iones, y a temperatura ambiente son líquidos. Por lo tanto, no tienen capacidad de
formar mezclas gaseosas explosivas y pueden ser utilizados una y otra vez, con lo cual
cumplen su función con el medio ambiente.
"Queremos establecer un proceso que sea eficiente económica y ecológicamente y al
mismo tiempo nos permita obtener filamentos altamente resistentes", declaró
Annegret Stark, doctora de la Universidad de Jena.
Con ello, la celulosa no sólo continuaría ejerciendo su función en la industria del papel,
del textil e higiénica, sino serviría a la farmacéutica, a la alimentaria y a la que fabrica
materiales de construcción, sustituyendo en muchos pasos de la producción a las
materias primas tradicionales, aquellas que están en peligro de extinción.

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