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La biodiversidad en Colombia
divar quijano

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CONT EXT UALIZACIÓN DEL SUR DE LA AMAZONIA COLOMBIANA


Nelsa De la Hoz

Diagnost ico Biodiversidad Sur de la Amazonia


Alejandro Cubillos

4 Andes Nort e Transformaciones socioec y biodiversidad


Elcy Corrales Roa
La biodive r sida d e n Colom bia

M a n u e l Rodr ígu e z Be ce r r a

Colom bia cuent a con una prodigiosa r iqueza nat ural. Ocupa el segundo lugar
ent re los doce países con m ayor diversidad biológica del m undo, después de
Brasil. Y es uno de los once países que t odavía conservan ext ensas superficies
de su bosque original relat ivam ent e libre de am enazas, lo que significa que en
esos ecosist em as los procesos nat urales biológicos y evolut ivos cont inuarán
generando y m ant eniendo la biodiversidad de que t odos dependem os
( Mit t erm eier, 1997; Bryant , 1997)

BI OD I VERSI D AD
POSI CI ÓN M UN D I AL D E LOS PAÍ SES M EGAD I VERSOS EN RI QUEZA D E
ESPECI ES

Peces Cicin Plant as Tot al


Aves Mam íferos Répt il Anfibios Agua- Mariposa Délidos Superiore
es dulce s

Brasil 3 5 1 4 5 4 3 5 30
Colom bi 5 2 3 5 4 3 - 4 26
a
I ndonesi 1 4 2 - 3 - 5 3 18
a
Perú 4 - - - - 5 - - 9
México - 1 4 2 - - - 1 8

China - 3 - 1 1 - - 2 7
Aust ralia - - 5 - - - - - 5

Ecuador 2 - - 3 - - - - 5

I ndia - - - - - - 4 - 4

Venezuel - - - - 2 1 - - 3
a
Bolivia - - - - - 2 - - 2

Madagas - - - - - - 2 - 2
car
Posición de los cinco países con la m ás alt a biodiversidad en cinco grupos de
vert ebrados ( aves, m am íferos, répt iles, anfibios, y peces de aguas dulces, en
dos grupos de invert ebrados ( m ariposas y CicinDélidos) y en plant as
superiores; y en los cinco países con m ás alt os endem ism os de cuat ro grupos
de vert ebrados ( aves, m am íferos, répt iles y anfibios) , en dos grupos de
invert ebrados ( m ar iposas y Cicindélidos) y plant as super iores.
Se ot organ 5 punt os al pr im er lugar , 4 al segundo, 3 al t ercero, 2 al cuart o y 1
al quint o.

1
Fuent e: Mit t erm eier et al. 1997)

La s m a n ifest a cion es de la r iqu e za e n biodive r sida d

La riqueza en biodiversidad de Colom bia t iene diversas m anifest aciones. En


su t errit orio se encuent ra el 10% de la biodiversidad del planet a no obst ant e
que solam ent e represent a el 0.7% de la superficie cont inent al m undial
( Mit t erm eier, 1997) . Ocupa el t ercer lugar ent re los doce pr im eros países del
m undo en diversidad biológica y endem ism os com binados, después de Brasil e
I ndonesia. Es el prim er país en diversidad de vert ebrados, except uando los
peces. Es el pr im er país en diversidad de aves y anfibios, el segundo en
diversidad de peces de agua dulce, el t ercero en répt iles y el cuart o en
m ar iposas. La r iqueza en aves ha llam ado la at ención m undial de cient íficos,
viaj eros y aficionados a la ornit ología: sus 1752 especies repr esent an cerca
del 19% de t odas las especies y del 60% de las ident ificadas en Suram érica.

N úm e r o de Espe cie s y Posición que ocu pa Colom bia e nt r e los D oce Pa íse s
M e ga dive r sos de l M undo

Posición Ocu pa da
N úm e r o de e nt r e los 1 2 Pa íse s
Espe cie s M e ga dive r sos
Vert ebrados 3.374 1
( except o aves)

Aves 1.815 1

Mam íferos 456 4

Répt iles 520 3

Anfibios 583 1

Peces agua dulce 1.500 2

Mariposas 3.132 3

Basado en Mit t erm eier, 1997

Colom bia t iene ent re 3000 y 3500 especies de orquídeas que represent a el
15% del t ot al m undial. El núm ero de especies de plant as vasculares, que
asciende a 35.000, const it uye una cifra m uy alt a si consideram os que t oda el

2
Africa al sur del Sahahra cont iene cerca de 30.000 plant as, y que Brasil posee
55.000 con un t err it orio 6.5 veces m ayor que el de Colom bia.

El Car ibe colom biano es una de las áreas m ás ricas en algas del At lánt ico
t ropical, con 430 especies. En cont rast e, el Pacífico present a una baj a
diversidad con aproxim adam ent e 133 especies.

¿Por qu é Colom bia e s t a n r ica e n biodive r sida d?

La diversidad de especies, nivel m ás com ún para referirse a la biodiversidad,


est á direct am ent e relacionada con la diversidad ecosist ém ica. De la ext ensión
t errit or ial colom biana 53.2 m illones de hect áreas est án cubiert as por bosques
nat urales; 21.6 m illones por ot ros t ipos de veget ación en áreas de sabanas,
zonas áridas y hum edales; 1.10 m illones por aguas cont inent ales, picos de
nieve y asent am ient os urbanos y aproxim adam ent e 38.4 m illones se
encuent ran en uso agrícola y ganadero y procesos de colonización. En ese
conj unt o cat egorías de cobert ura se ubica una diversidad ecosist ém ica de t al
m agnit ud que se puede afirm ar que son m uy pocos los ecosist em as exist ent es
en el m undo que no est én represent ados en el t err it or io nacional.

La diversidad de ecosist em as se vincula con la pr ivilegiada sit uación geográfica


del país en la esquina noroccident al de Sur Am érica, sobre la faj a int er- t ropical
del globo, sum ada a la presencia de la cadena m ont añosa de los Andes y a sus
cost as sobre dos m ares. Hace part e de la m ayoría de los grandes sist em as del
cont inent e: Andino, Am azónico, Or inoquia, Cuenca del Car ibe y Cuenca del
Pacífico. La evolución en un escenario con una orografía com plej a det erm inó
que event os com o las glaciaciones, y en general la alt ernancia de cliclos
clim át icos, en part icular dur ant e el Cuat ernario hace 2.4 m illones de años,
t uvieran efect os únicos sobre el m edio nat ural, en com paración con las ot ras
zonas del t rópico.

Se ha señalado que la hist or ia de la form ación del relieve ( o hist oria t ect óncia)
perm it ió la confluencia en el t err it or io colom biano de varios fact ores
propiciadores de la diversificación ecosist ém ica y biológica, ent re ot ros: su
posición geográfica de conexión y área puent e de Suram érica con el Car ibe,
Cent roam érica y el Pacífico; la form ación de grandes corredores de
int ercam bio biológico en la dirección nort e sur, a lo largo de las t res
cordilleras, las serranías y los valles int erandinos; la am plia est rat ificación
vert ical de las cordilleras andinas; la gr an variedad de suelos result ant e del
com plej o t ect onsim o; y la generación de aislam ient os espaciales que se
generaron com o consecuencia del levant am ient o de grandes barreras
t opográficas.

Para el hom bre com ún, la diversidad ecosist ém ica y de especies enclavadas en
la com plej a geografía de Colom bia, se hace palpable en la r iqueza y variedad
de paisaj es que se encuent ran en el t errit or io nacional. Son cient os los
viaj eros, exploradores y cient íficos ext r anj eros que al recorrer diversas
regiones de Colom bia han dej ado const ancia de su fascinación por su

3
nat uraleza, t al com o lo encont ram os en est rict as observaciones cient íficas o en
diversas expresiones de la fant asía que genera el asom bro en la m ent e cult a.

La im por t a n cia de la biodive r sida d

En los últ im os años se ha hecho un gran énfasis en el valor económ ico de la


biodiversidad, sus usos act uales y pot enciales para la segur idad alim ent ar ia y
la salud de la hum anidad, y su im port ancia ecológica y económ ica a nivel
local. Pero, a m enudo, el excesivo econom icism o parecería hacer olvidar al
hom bre cont em poráneo el hecho fundam ent al del significado universal de la
biodiversidad en virt ud de las funciones que cum ple para la salud del planet a
Tierra. La biodiversidad cont ribuye a procesos ecológicos fundam ent ales que lo
m ant iene en est ado de sem i- equilibr io. La biodiversidad t iene enorm e
influencia sobre la est ruct ura y el hábit at hum ano. Los ecosist em as boscosos,
com o m anifest ación de la biodiversidad, prot egen los paisaj es t errest res de
cam bios abrupt os, regulan el fluj o y la calidad del agua, y cont ribuyen a la
est abilización del clim a a nivel global y regional. Est os son los beneficios
globales com unes de los cuales t odas las regiones y sociedades hum anas se
benefician. Todas las sociedades son vulnerables a los efect os globales de la
degradación o ext inción de la biodiversidad, en la m edida en que la
cont inuidad de las funciones de la biodiversidad im pact a a cada uno direct a o
indirect am ent e.

Com o se ha dicho " las plant as, los anim ales y los m icroroganism os de la Tierra
- en int errelación m ut ua y con el ent orno físico en los ecosist em as- const it uyen
el fundam ent o del desarrollo sost enible. Los recursos biót icos de est a riqueza
vit al respaldan el nivel de vida y las aspiraciones hum anas y hacen posible
adapt arse al cam bio de las necesidades y el ent orno" ( WCFSD, 1997)

Los ú lt im os lu ga r es de la e volu ción n a t u r a l

Aquellas grandes ext ensiones de bosques nat urales con grados relat ivam ent e
baj os de pert urbación y ecológicam ent e int act as que aún quedan en el planet a
t ienen un significado único para la supervivencia del planet a que hoy
conocem os. Est os ecosist em as boscosos, que se denom inan com o bosques de
front era, t ienen la posibilidad de sobrevivir en form a indefinida sin la ayuda
hum ana y en ellos los procesos nat urales biológicos y evolucionar ios
cont inuarán generando y m ant eniendo la biodiversidad de la que t odos
dependem os.

La im port ancia de los bosques de front era de Colom bia es singular: así por
ej em plo, después de Brasil es el segundo país con m ayor biodiversidad de
plant as en su front era forest al, en un ár ea que apenas alcanza la sépt im a
part e de la ext ensión de aquel país ( WRI , 1997) .

LOS 1 0 PAÍ SES CON EL M AYOR GRAD O DE BI OD I VERSI D AD


EN SU FRON TERA FORESTAL

4
Clasificación País Front era Núm ero Est im ado de Porcent aj e del Tot al
m undial Forest al Especies de Plant as Nacional de Especies
( 000 Km ) dent ro de Plant as dent ro de la
de la Front era Forest al Front era Forest al
( m iles)

1 Brasil 2.284 36 65

2 Colom bia 348 34 70

3 I ndonesia 530 18 65

4 Venezuela 391 15 75

5 Perú 540 13 75

6 Ecuador 80 12 65

7 Bolivia 255 10 60

8 México 87 9 35

9 Malasia 47 8 50

10 Papua Nueva 172 7 70


Guinea

Las front eras forest ales t am bién ofrecen una serie de servicios ecológicos
básicos para la habit abilidad del planet a com o son la prot ección de cuencas
hidrográficas y la est abilización del clim a. Asim ism o son el hábit at de algunas
de las poblaciones indígenas que aún quedan en el m undo. En las pr incipales
front eras forest ales de Colom bia, ubicadas en las cuencas Am azónica y del
Pacífico, habit an pueblos m ilenar ios de origen precolom bino que aún viven en
una gran arm onía con el m edio nat ural. La cuenca del Pacífico ha sido t am bién
habit ada ancest ralm ent e por com unidades negras que han sabido conservar y
hacer un uso sost enible de la r ica biodiversidad que allí se ubica.

La sa lu d y la se gu r ida d a gr oa lim e n t a r ia

De la biodiversidad, el hom bre obt iene t odos sus alim ent os y una part e de las
m edicinas y product os indust r iales. La t ot alidad de las plant as cult ivadas
com ercialm ent e son product o de la biodiversidad. En la act ualidad cerca del
90% de los alim ent os de origen veget al se derivan de 20 especies, en
part icular de past os silvest res com o el t r igo, el arroz y la cebada.
Aproxim adam ent e de las 272.000 plant as vasculares conocidas, 3000 son
com est ibles y solam ent e 200 han sido dom est icadas com o alim ent os. Algunos

5
de los cult ivos m ás im port ant es se originan en la Am érica Lat ina, ent re ellos el
la papa, el cacao, el frij ol y la yuca.

Los usos de la biodiversidad en pro de la salud hum ana y anim al t iene una
im port ancia cr ít ica. Se calcula que un 80% del cuidado pr im ar io de la salud de
la población de los países en desarrollo depende de la m edicina t radicional,
basada en m edicam ent os provenient es de plant as y anim ales. Se est im a que
la población de la Am azonía noroccident al ha aprovechado 2000 especies para
fines m edicinales, m ient ras que en el caso de la m edicina t radicional China
est a cifra asciende a 5.100 especies. Adem ás, de cerca de 20.000 especies de
plant as usadas com o m edicinas t radicionales t an sólo 5000 han sido
invest igadas para evaluar su pot encial farm acéut ico

En cuant o a los product os farm acéut icos m odernos se calcula que cerca de
120 sust ancias quím icas ut ilizadas en drogas provienen de 90 especies de
plant as en el m undo y m ás de 3000 ant ibiót icos se originan en
m icroorganism os.

La biodive r sida d y la e con om ía

La producción de m adera y de product os m anufact urados de m adera


cont ribuyen en cerca de US$400 billones a la econom ía de m ercado m undial
( cerca del 2% de Product o Brut o Mundial) . Aproxim adam ent e US$100 billones
se com ercia int ernacionalm ent e lo que represent a aproxim adam ent e el 3% de
las m ercancías com ercializadas int ernacionalm ent e. La com ercialización de los
product os de m adera ocupa una posición cent ral en las econom ías de los
países escandinavos, Canadá, Est ados Unidos y Malasya.

Un núm ero crecient e de product os no m aderables del bosque, desde rat anes y
cauchos hast a frut as, nueces y m edicinas y product os de belleza nat urales, se
t ransan com ercialm ent e. Exist e una crecient e dem anda por est os product os
basada en el deseo de ut ilizar m at er iales nat urales y su im port ancia
económ ica parece suficient em ent e vigorosa com o para cont inuar su
crecim ient o en los próxim os años.

La zoocría - o cr ía de anim ales silvest res en caut iver io- , y el aprovecham ient o
por rancheo - o la ext racción sust ent able de poblaciones localizadas de
anim ales silvest res en su m edio nat ural- se han ido convirt iendo en ot ra
fuent e de act ividad indust r ial y com ercial. La zoocr ía com prende desde
diversas especies de cocodrilos con el fin de ext raer pieles, hast a la cr ía en
caut iver io de m ar iposas para at ender la dem anda de los coleccionist as. En
Colom bia, la cr ía de babillas para la export ación de pieles curt idas y product os
derivados ha convert ido al país en el pr im er export ador en el ram o a nivel
m undial.

La acuicult ura ha adquir ido una especial im port ancia com o fuent e de prot eína,
siendo la de cam arones una indust r ia que en Colom bia se ha ido asent ando.

6
En Colom bia, 177 especies pert enecient es a 11 fam ilias de plant as son
ut ilizadas com o ornam ent ales, en part icular las orquídeas, los ant urios y los
plat anillos. Adem ás, m uchas especies dom est icadas y m ej oradas
genét icam ent e en ot ras regiones del globo son cult ivadas para la export ación
hast a el punt o que nuest ro país es el segundo país export ador de flores
cort adas.

La biom asa represent a el 15% del t ot al del consum o m undial de energía. La


leña, a su vez, const it uye un 5% del consum o m undial de energía y un 50%
del consum o t ot al de m adera.

La biodive r sida d com o m e dio de vida de los m á s pobr e s y de cu lt ur a s


a n ce st r a le s

Las especies silvest res cont ribuyen direct am ent e a la supervivencia de cient os
de m illones de personas, m uchas de las cuales son part icipant es m arginales
en los sist em as económ icos locales o nacionales. Buena part e de la
im port ancia económ ica de la biodiversidad no se reflej a en las t ransacciones
financieras. Ella sum inist ra una am plio r ango de product os que nos est án
reflej ados en las cuent as nacionales pero que son crít icas para la
supervivencia de un am plio núm ero de gent e pobre. Est os product os incluyen
m adera, cañas, palm as y ot ros im plem ent os para const ruir las viviendas;
frut as, nueces, raíces, carnes y ot ros alim ent os; hierbas m edicinales para
curar enferm edades y m ej orar la salud.

La biodiversidad act úa así com o un colchón cont ra la pobreza. Ofrece


oport unidades a los m iem bros m ás pobres y educados de las com unidades
para adelant ar act ividades de procesam ient o indust r ial y de com ercio a
pequeña escala que exigen pocos requerim ient os de capit al financiero.
Cont ribuye a la seguridad alim ent icia de las com unidades rurales pobres
m ediant e el sum inist r o de una am plia var iedad de alim ent os que suplem ent an
la producción de la act ividad agropecuaria a pequeña escala. Y la
biodiversidad, a t ravés de los ecosist em as boscosos, t am bién cont ribuye a la
producción agr ícola a pequeña escala m ediant e la m anut ención de la fert ilidad
del suelo, el sum inist ro de alim ent o y som bra para la ganader ía, la prot ección
de m icrocuencas y la regulación de la calidad y el fluj o del agua.

La biodiversidad hace part e int r ínseca de las cult uras que ancest ralm ent e se
han const ruido en el ám bit o de ecosist em as nat urales. Los bosques han
ocupado, a m enudo durant e m ilenios, una posición cent ral en la vida cot idiana
de diversos pueblos, y m ás not ablem ent e en la de m uchas com unidades
indígenas y rurales. Así m ism o, en los hum edales y el am bient e m ar ino se han
desarrollado pueblos cuya referencia prim ordial es la vida acuát ica y que han
recibido la denom inación de cult uras lacust res. En Colom bia los pueblos
indígenas de la Am azonía y de la cuenca del Pacífico ( o Chocó Biogeográfico)
así com o diversas et nias de or igen precolom bino que habit an en ot ras áreas
del país han desarrollado sus cult uras en una profunda e ínt im a relación con
los ecosist em as boscosos y acuát icos. Y las com unidades que habit an en la

7
depresión m om posina o en la Ciénaga Grande de Sant a Mart a son genuinas
cult uras lacust res cuya adecuada com prensión por part e de los habit ant es de
ot ras regiones del país - en especial de aquellos con un t alant e definidam ent e
occident al- parece t an lej ana com o la que t ienen de las com unidades negras e
indígenas.

Be n e ficios in dire ct os a n ive l loca l

La diversidad biológica en sus diversas m anifest aciones pr ovee diversos


beneficios indirect os a nivel local. A nivel ecosist ém ico, los bosques nat urales
no pert urbados por incursiones hum anas est abilizan el paisaj e. La acción
com pact adora de las raíces de los árboles dism inuyen la erosión, lo que a su
vez reduce la sedim ent ación, prot ege los ríos, y la zonas cost eras y
pesqueras. Ellos cont rolan la quím ica de las aguas en los acuíferos y en las
fuent es y lagos, que a su vez prot egen las pescaderías. Los bosques prot egen
la hum edad del paisaj e en períodos de sequía y prevén la desert ificación y los
desast res nat urales causados por los deslizam ient os y las crecient es. Todos los
bosques j uegan un papel cent ral en el ciclo de elem ent os nut rient es, que
incluye le nit rógeno, el pot asio, el fosforo et c.

Ca usa s de l de clive de la biodive r sida d

La dest rucción y declive de la biodiversidad const it uye una de las m ayores


am enazas am bient ales del planet a. Es un proceso que de seguir su m archa y
t endencias, det onará el sext o fenóm eno de ext inción m asiva de especies de la
hist or ia genét ica del planet a. Con una diferencia de consideración: los ot ros
cinco fueron originados por causas nat urales, m ient ras el act ual es product o
de la acción hum ana.

Un conj unt o de fact ores direct os e indirect os se com binan y causan el declive
de la biodiversidad. Algunos son visibles com o son los casos de la sobre-
explot ación de la m adera y la fauna o la t ala del bosque para la apert ura de la
front era agrícola. Y ot ros son m enos percept ibles - las denom inadas causas
subyacent es- , pero su efect o sobre la diversidad no es m enos real.

No se hará aquí un exam en exhaust ivo de las causas direct as e indirect as: nos
concent rarem os en cuat ro que en Colom bia dan cuent a de una part e
considerable de la pér dida de la diversidad biológica:

1. las fallas del m ercado;


2. la est ruct ura de la t enencia de la t ierra;
3. los cult ivos ilícit os;
4. el incum plim ient o de los t rat ados int ernacionales por part e de los países
desarrollados.

Pero ant es de hacerlo, enum erem os ot ros fact ores que han t enido un im pact o
considerable para la pérdida de la biodiversidad: las polít icas inadecuadas de
ocupación y ut ilización del t err it or io ( difer ent es a las referent es a la t enencia

8
de la t ierra) que han agudizado problem as de colonización y am pliación de la
front era agrícola, com o fue por ej em plo la reform a agrar ia de 1961 que
est im uló la deforest ación; la const rucción de obras de infraest ruct ura y
desarrollo vial sin las debidas consideraciones am bient ales; la int roducción de
especies foráneas e invasoras que cusan direct am ent e pérdida de diversidad
biológica - m ediant e la com pet encia y desplazam ient o de las especies nat ivas- ,
en m uchas ocasiones com o consecuencia de de polít icas est at ales de fom ent o
m al concebidas; la sobre- explot ación de especies silvest res de fauna y flora
t errest re; la sobre- explot ación del recurso pesquero t ant o en de agua dulce
com o del am bient e m arino; la cont am inación result ant e de act ividades
indust r iales y dom ést icas; el desconocim ient o del pot encial est rat égico de la
biodiversidad - com o reflej o de las deficiencias en ciencia y t ecnología- que
im pide su adecuada incorporación en la form ulación de la polít ica pública; la
falt a de desarrollo t ecnológico que ha cont ribuido a la carencia de t ecnologías
de producción am bient alm ent e adecuadas y com pat ibles con la conservación
de los recursos nat urales; y la débil presencia del Est ado en las zonas de
m ayor bidiversidad del país ( ej s: la Am azonía y el Chocó Biogeográfico) .

La s fa lla s de l m e r ca do: e l m e j or n e gocio sigu e sien do n o con se r var la


biodive r sida d

Es hoy claro que los ecosist em as producen un conj unt o de beneficios sociales -
e.g: la prot ección de las cuencas, alm acenaj e del carbón, belleza escénica- ,
que son de int erés para la sociedad, pero que no t ienen valor en el m ercado y
que por ello difícilm ent e se pueden convert ir de int erés para las operaciones
com erciales. En ot ras palabras, los m ercados fallan al no t om ar en cuent a los
beneficios que se pueden derivar de conservar la biodiversidad así est os sean
m uy reales. Puest o que son servicios que no t ienen m ercados en el sent ido
t radicional de la palabra, la act ividad pr ivada - fundam ent alem ent e guiada y
m ot ivada por las señales del m ercado y la expect at iva de ganancias
económ icas- no los reconoce deliberadam ent e. O en ot ras palabras, la
producción se convier t e en sub- ópt im a desde el punt o de vist a de la sociedad.

Los bosques es uno de los casos en los cuales est e fenóm eno ha sido
am pliam ent e est udiado. Mucho del valor r eal de los bosques no se reflej a en
los cálculos que gobiernan las decisiones en m at eria su inversión y
adm inist ración, ya sea en las cuent as nacionales y las est im aciones del
crecim ient o económ ico o en el balance y en el est ado de pérdidas y ganancias
de una em presa. Aunque se encuent re un gran valor económ ico en los
bosques y se conocen los servicios ecológicos que ellos prest an al m ant ener
un paisaj e y una at m ósfera est able, la m adera producida es t ípicam ent e el
único valor que se les asigna. Y aún así, el verdadero y pleno cost o de
generación de la m adera no se t om a en consideración. El efect o dual de est a
aproxim ación es sub- valorar y colocar un precio infer ior t ant o a la m adera
com o a los bosques en un sent ido real.

9
Un propiet ar io de t ierras en una cuenca alt a no obt iene ningún pago por la
prot ección que el bosque provee cont ra la erosión, la sedim ent ación, o la
regulación de los ciclos hidrológicos a los agricult ores o a los habit ant es
urbanos ubicados en la cuenca baj a y m edia. Com o t am poco r ecibe ninguna
ganancia por concept o de la capt ura del carbón de la at m ósfera o por
sum inist rar un hábit at a las especies de flora y fauna am enazadas o por la
belleza escénica conque cont ribuye el paisaj e nat ural que prot ege.

Los propiet arios pr ivados al no recibir incent ivos económ icos para conservar
los bosques que se encuent ran en sus t ierras por lo general prefieren
dedicar los a act ividades m ás rent ables. Y en form a sim ilar com o consecuencia
de que los m ercados no reflej en adecuadam ent e los valores de los recursos
forest ales, los consum idores t ienden a ut ilizar m ás product os de los bosques
en com paración sobre lo que seguram ent e harían si unos precios m ás alt os
reflej aran plenam ent e su valor.

En form a sim ilar, la est ruct ura del m ercado no obliga a quienes dest ruyen los
bosques
- y los conviert en a ot ros usos t ales com o la agr icult ura, la m iner ía, la
explot ación de pet róleo o la ganader ía- , a com pensar a aquellos adversam ent e
afect ados.

La conservación y el buen uso de los bosques nat urales produce hoy un m enor
lucro que los usos alt ernat ivos de la t ierra. El m ercado y los sist em as
financieros ofrecen al propiet ar io m enos ganancias por la producción
sost enible de la m adera que por el uso de práct icas forest ales que llevan a la
dest rucción irreversible del ecosist em a boscoso; la agrofor est ería ofrece
m enos ganancias que la t ala y la quem a; y la producción sost enible de la
m adera y de ot ros product os del bosque ofrecen m enos ganancia que ut ilizar
la t ierra para la ganadería.

La t e n en cia de la t ie r r a y la de st ru cción de los bosqu es

Una de las m ayores causas direct as del declive de la biodiversidad es la


deforest ación. En Colom bia se deforest an hoy aproxim adam ent e 260.000
hect áreas al año. Es una t asa que ha baj ado con relación a las décadas de los
sesent a y set ent a, cuando ascendió a 600.000 hect áreas y con relación a los
ochent a cuando llegó a alcanzar en algunos años la cifra de 800.000 hect áreas
anuales.

En Colom bia el aprovecham ient o de la m adera sólo explica el 10% de la


deforest ación, la t ala para leña ot ro 10% , y la apert ura de la front era
agrícola el 80% . Es un pat rón que se reflej a en el cam bio del uso del suelo.
Ent re 1960 y 1995 se pasó de de 14,6 m illones a 35.5 m illones de hect áreas
de t ierras para past os, de 5 a 4.4 m illones de hect áreas para usos agrícolas;
y de 94.6 m illones a 72.4 m illones de hect áreas de t ierra para bosques y ot ros
fines. En sínt esis, la deforest ación ha t enido com o principal dest inat ar io la

10
ganadería, una act ividad para la cual sólo se requerir ían 10 m illones de
hect áreas, lo que significa que se habrían t alado en exceso valiosos bosques
nat urales en una cant idad que asciende apr oxim adam ent e a 25 m illones.

No obst ant e que no se necesit an nuevas t ierra para la act ividad agropecuaria
en Colom bia se cont inúa dest ruyendo el bosque nat ural. La apert ura se realiza
predom inant em ent e en t ierras con vocación forest al y sin apt it ud
agropecuaria: es la t ierra para la ganader ía ext ensiva o la pot rerización. Ent re
las causas subyacent es de est e fenóm eno se ident ifica la pobr eza de am plios
grupos de la población que, en pos de su supervivencia, son la punt a de lanza
de la colonización. Pero la pobreza deforest adora, no se puede ent ender a
cabalidad si no se vincula con las sit uaciones de concent ración de la r iqueza y
la inequidad, así com o con el fenóm eno de la dem anda de t ierras com o act ivo
de especulación, t res procesos ínt im am ent e vinculados.

La especulación con la t ierra se asocia con la t radición hispánica de ut ilizar la


com o alcancía, caj a de ahorro o act ivo de una valor ización no correlacionada
con su product ividad. Un núm ero am plio de ciudadanos ha invert ido
t radicionalm ent e sus ahorros en propiedades de diversa ext ensión - desde las
denom inadas fincas de recreo hast a grandes lat ifundios- , con el propósit o
cent ral de asegurar un crecim ient o de su valor real y, con frecuencia, de
prot egerse cont ra la inflación. Así que, para m uchos, los obj et ivos de
producción y de product ividad han ocupado un plano secundar io, con lo cual
se genera el fenóm eno generalizado de t ierras im product ivas o subut ilizadas.
En la m edida en que la econom ía crece, y con ella la capacidad de ahorro de la
población, la dem anda por la t ierra t am bién aum ent a. Est o a su vez
increm ent a su valor especulat ivo, puest o que las m ej ores t ierras j uzgadas por
su ubicación o su riqueza de suelos, t ienen una ofert a bast ant e inelást ica, y
genera nuevas presiones que propician la t ala del bosque en búsqueda de
nuevos pot reros. La evidencia m ás palpable del valor especulat ivo de la t ierra
se encuent ra en el hecho de que su pot encial rent abilidad en act ividades
agropecuarias haya est ado en m uchas regiones, y períodos, por debaj o de la
rent abilidad que debería producir de conform idad a su valor com ercial.

En la front era se encuent ran por lo general los colonizadores, o fam ilias pobres
que, en pos de su supervivencia, con frecuencia abren su pequeña parcela en
suelos de vocación forest al. Y det rás viene el t errat enient e com prando a los
colonizadores sus t ierras ya parcial o t ot alm ent e pot rerizadas, para
desplazar lo de nuevo a la front era en pos de la apert ura de nuevas t ierras. El
colonizador de la selva t ropical ha creado la m uy conocida im agen de la
pobreza com o principal det onant e de la deforest ación. Es ciert o que los pobres
han sido los m ayores prot agonist as de la colonización y t ala de los bosques
nat urales. Pero han est ado principalm ent e inducidos por la falt a de acceso a
unas t ierras apt as para la act ividad agropecuaria, debido a que una buena
part e de ellas han est ado dest inadas a la especulación y, en ese proceso, se
han encont rado subut ilizadas.

11
La deforest ación de los bosques nat urales por cam pesinos pobres que buscan
est ablecer fincas de pan coger y su post erior pot rerización ha sido el pat rón de
dest rucción de los bosques nat urales en las últ im as t res décadas. En los
últ im os quince años est e pat rón ha sido incent ivado por el narcot ráfico: la
colonización t iene com o fin inm ediat o el est ablecim ient o cult ivos ilícit os de
coca y am apola. Sin em bargo, se podr ía afirm ar que los cult ivos ilícit os son, en
últ im as, t ransit or ios y que son un paso int erm edio para la pot rerización
t radicional com o consecuencia de la dinám ica deforest ación- est ablecim ient o
del cult ivo ilícit o- erradicación im puest a por los procesos que hoy predom inan
para com bat ir al narcot ráfico.

Cu lt ivos ilícit os y de st ru cción de la biodive r sida d

La plant ación de cult ivos ilícit os ha t enido graves im pact os am bient ales siendo
el m ayor la dest rucción de valiosos ecosist em as boscosos. Para el
est ablecim ient o de los cult ivos de coca se est im a que se han deforest ado
aproxim adam ent e 504.116 hect áreas en el período com prendido ent re 1987 y
1998. La dest rucción de los bosques en el caso de la am apola asciende a
101.800 hect áreas ent re 1990 y 1998.

Los bosques que han sido t alados para est ablecer cult ivos de am apola hacen
part e de los últ im os relict os de los ecosist em as boscosos de niebla ubicados en
la región andina. Los cult ivos de coca han sido en part icular est ablecidos en
las selvas am azónicas y de la or inoquía.

En 1999 se inform ó que en la región am azónica del Put um ayo exist ían 17.500
hect áreas en cult ivos ilícit os. Más recient em ent e, se est im a que est a cifra
podría ascender a 56.000 hect áreas, de las cuales aproxim adam ent e la m it ad
corresponderían a cult ivos de pequeños cam pesinos colonizadores y la ot ra
m it ad a plant aciones de caráct er indust r ial. La gran concent ración de cult ivos
en est a región, y la consiguient e dest rucción de los bosques, t iene una enorm e
gravedad t oda vez que ella represent a una de las áreas de m ayor diversidad
biológica de la Gran Cuenca del Am azonas.

La dest rucción y degr adación de la biodiver sidad causada por la dest rucción de
los bosques se ha agravado con la int ensa ut ilización de agroquím icos
asociados a los cult ivos, las enorm es cant idades de residuos quím icos que son
vert idos a los suelos y las fuent es de agua com o sub- product o del
procesam ient o de la coca, y los agroquím icos que se usan en los procesos de
erradicación - efect uada m ediant e la fum igación aérea de glifosat o- , que no
sólo ha afect ado las áreas obj et ivo sino t am bién a los bosques y fuent es de
agua vecinas a los cult ivos.

Ár e a e st im a da de bosqu es de st ru idos con e l fin de e st a ble ce r cu lt ivos


ilícit os

12
a b c d e
Año Área Área est im ada Área est im ada Área est im ada Área t ot al est im ada
est im ada de bosque de cult ivo de bosque de bosque dest ruido
de cult ivo dest ruido ilícit o de dest ruido com o consecuencia del
ilícit o de cult ivos coca ( 4) cult ivos coca( 5) est ablecim ient o de
am apola (1) am apola (2) cult ivos am apola coca
( has) ( has) ( has)
( has) col ( b) + col ( d)

1987 25.600 102.400 102.400

34.000 136.000 136.000

42.400 169.600 169.00

1990 1.5 00 3.750 40.100 178.800 182.550

1991 2.900 7.250 37.500 178.800 186.050

1992 20.000 50.000 37.100 178.800 238.800

1993 7.500 59.375 45.000 198.400 257.755

1994 6.800 (3) 67.875 50.900 203.600 271.475

1995 2.180 (3) 70.600 67.200 287.200 357.800

1996 2.100 (3) 73.225 67.200 287.200 360.425

1997 2.200 (3) 75.975 79.500 336.400 412.375

1998 2.033 (3) 78.516 101.800 425.600 504.116

5. Se est im a 2,5 hect áreas de bosque t ropical dest ruidas para est ablecer 1
hac.., de am apola
6. Las cifras de área de bosque dest ruido se present an en form a
acum ulada
7. Se est im a que un 50% de área cult ivada son plant aciones nuevas
8. Se est im a 4,0 hect áreas de bosque t ropical dest ruidas para est ablecer 1
hect área de coca
9. Las cifras de área de bosque dest ruido se present an en form a
acum ulada

Basado en Magdalena Tavera, " Cult ivos I lícit os, erradicación


e im pact o am bient al" Cuadros 8 y 9. En Uniandes, Cu lt ivos
I lícit os e n Colom bia . Ediciones Uniandes, 2001
……………………………………..

En los últ im os años se ha present ado evidencia suficient e com o para


dem ost rar la est recha vinculación que exist e ent re la financiación de los
grupos guerrilleros y param ilit ares y el nar cot ráfico. En el caso de los cult ivos
el pat rón predom inant e parece haber sido el del pago de un im puest o por
part e de los cult ivadores a cam bio de la pr ot ección por part e de est os grupos
arm ados. Sin em bar go, m ás recient em ent e han aparecido evidencias que

13
indicar ían el involucr am ient o direct o de la guerrilla en las act ividades de
cult ivo, procesam ient o y com ercialización.

Los sist em as de erradicación ut ilizados hast a el present e parecen m uy poco


exit osas si se cont rast an las cifr as present adas en el cuadro con el hecho de
que en el per íodo 1990- 1999 se han int ent ado erradicar m ediant e fum igación
213.051 hect áreas cult ivadas con coca y 60.825 cult ivadas con am apola.

Es el fracaso de una polít ica que ha t enido enorm es cost os para la


biodiversidad. Busca cont rolar el problem a del narcot ráfico del lado de la
dem anda y m ás concret am ent e de los product ores de la am apola y la coca, en
gran part e pequeños cam pesinos. Es una polít ica que ha dado m uy poco
énfasis a com bat ir el narcot ráfico del lado del consum o la causa últ im a de la
exist encia de los cult ivos y de la cadena de procesam ient o y com ercialización
que le sigue, con sus graves secuelas, com o son la m ult iplicación de la guerra
en Colom bia y los gr aves problem as de crim inalidad generados. En últ im as,
los consum idores de los países desarrollados est án propiciando daños sociales
y am bient ales incalculables, m ient ras los gobiernos de los gobiernos de sus
países prefieren ubicar el or igen del problem a en los países product ores en un
act o de indecible irresponsabilidad polít ica a nivel global.

La m ode st a r espu est a de la com u n ida d in t e r n a cion a l

La puest a en m archa de los acuerdos alcanzados en la Cum bre de la Tierra,


realizada en Río de Janeiro en 1992, ha sido lent a, m uy lent a. Significa, en la
práct ica, que las am enazas am bient ales globales y el daño a la nat uraleza se
han increm ent ado en la últ im a década, una pat ét ica const at ación que
cont rast a con la esperanza puest a por m illones de habit ant es del planet a en
los acuerdos de aquella Conferencia celebr ada con la asisit encia de 120 Jefes
de Est ado y de m iles de delegados del gobierno y de la sociedad civil. La
única excepción a t an preocupant e sit uación la const it uye el adelgazam ient o
de la capa de ozono, un problem a que est á siendo resuelt o en virt ud de la
convención y los prot ocolos acordados para com bat ir lo.

La poca acción ha sido consecuencia del incum plim ient o de los com prom isos
financieros acordados. Durant e los últ im os cinco años la asist encia oficial para
el desarrollo ( AOD) ha descendido a su m ás baj o nivel desde 1973 y
represent a en prom edio el 3.0% del Product o Nacional Brut o. Los Est ados
Unidos regist ra la reducción m ás sust ant iva: de US$ 11.700 m illones de AOD
en 1992 a US$ 7.300 m illones en 19951. Est as cifras se alej an m ucho de las
est ablecidas en la Agenda 21 de acuerdo a la cual “ los países desarrollados
reafirm an sus com prom isos para alcanzar la m et a de las Naciones Unidas del
0.7% del PNB para el ADO” 2. En 1992, represent ó el 0.35% . Los países
desarrollados han subrayado, adem ás, que lo m ás fact ible es que en los

1 Crist opher Flavin, “ El Legado de Río” , en World Wat ch I nst it ut e, La Sit ua ción de l
M undo. ( Bar celona: I cari Edit orial, 1997) , p.27.
2 Agenda 21, Capít ulo 33 pág. 13.

14
próxim os años la asist encia para el desarr ollo ( ODA) cont inúe declinando, un
fenóm eno que se ha regist rado desde 1992.

El incum plim ient o de los com prom isos financieros ha t enido un im pact o
negat ivo para el obj et ivo de det ener y echar at rás el declive de la
biodiversidad. No solo ha significado la carencia de recursos suficient es para
poner en m archa los com prom isos de la Convención de Biodiversidad, sino ha
significado t am bién la im posibilidad de im plem ent ar en for m a adecuada
program as crít icos para la conservación y buen uso de la biodiversidad
cont enidos en la Agenda 21, com o son los referent es a com bat ir la
deforest ación y la desert ificación, desarrollar en form a sost enible lo
ecosist em as de m ont aña, y prom over una agricult ura am bient alm ent e
sost enible.

La poca acción frent e a lo acordado se explica t am bién por las enorm es


diferencias de int erpr et ación exist ent es ent re los países desarrollados, por una
part e, y los países en desarrollo, por la ot ra, con relación al significado de
algunos de los pr incipios fundam ent ales acordados en Río, en part icular: el
derecho al desarrollo3, la solidar idad int er nacional, ( global par t nership) , las
responsabilidades com unes pero diferenciadas,4 y la t ransferencia de recursos
nuevos y adicionales y t ecnologías en t érm inos concesionales y preferenciales
de los países del nort e hacia los países del sur.5 Est os principios, debem os
subrayar lo, fueron consagrados en la Declaración de Río, la Agenda 21, las
Convenciones sobre Biodiversidad y Cam bio Clim át ico y los Pr incipios de
Bosques 6.

Las diferencias descrit as han hecho que en t odos los escenarios


int ernacionales de negociación am bient al se efect úen discusiones y
enfrent am ient os acalorados sobre el significado y la viabilidad de los principios
y com prom isos. Así se evidenció en las negociaciones recient es de las
conferencias de las part es de la Convención de Biodiversidad ( e.g: Prot ocolo
de Bioseguridad) , de la Convención de Cam bio Clim át ico ( e.g: Prot ocolo de
Kyot o) , y del Foro I nt ergubernam ent al de Bosques de las Naciones Unidas, así

3 Principio 3, “ Declaración de Río de Janeiro sobre Medio Am bient e y Desarr ollo” , en


Re por t of t he Un it e d N a t ion s Confe r e nce on Env ir onm e nt a nd D e ve lopm e n t ,
V.1, Rio de Janeiro, 3- 4 June 1992 ( New Yor k: Unit ed Nat ions, 1993) . En la
“ Conv ención Marco sobre Cam bio Clim át ico” se est ablece “ las part es t ienen derecho
al desarr ollo y deberían prom ov erlo” ( principio 4, art ículo 3)
4 Principio 7, “ Declaración de Río de Janeiro” .
5 Agenda 21, capít ulo 33, en Re por t of t he UN ... Parágrafo 3, art ículo 4,
“ Conv ención de Cam bio Clim át ico” . Parágrafo 2, art ículo 20 y parágrafo 1 art ículo
16, “ Convención sobre Diversidad Biológica” . Principios 10 y 11, de los “ Principios de
Bosques” .
6 Sobre la Cum bre de la Tierra en Río, exist e una am plia bibliografía. Véase, Luigui
Cam plignio et al. The Env ir onm e nt Aft e r Río, I nt e r n a t ion a l La w a nd
Econom ics, ( London: Graham Trot m an/ Mart inus Nij hoff, 1993) ; Manuel Rodríguez
Becer ra, Cr ísis Am bie nt a l y Re la cione s I nt e r n a ciona le s, ( Bogot á, CEREC,
FESCOL, 1994)

15
com o en la Asam blea Especial de las Naciones Unidas, con la cual se celebró el
quint o aniversar io de la Conferencia de Río. Y así se evidenció t am bién en la
Cum bre de las Am éricas de Bolivia sobre Desarrollo Sost enible ( Diciem bre de
1996) .

¿ Por qué en la diversas negociaciones y foros int ernacionales post - Río se han
venido present ando crecient es diferencias con los principios m encionados ?. El
problem a se origina en el hecho de que en la Conferencia de Río predom inaron
supuest os correspondient es a la época de la guerra fr ía, que ya no t ienen
m ayor im port ancia para act ores int ernacionales claves, com o son los Est ados
Unidos y la Unión Europea. Así, la solidaridad int ernacional, los recursos
nuevos y adicionales y la t ransferencia de t ecnología en form as concesionales
y preferenciales, son t érm inos que se vinculan fundam ent alm ent e a la
concepción que los países desarrollados t enían sobre cooperación
int ernacional, ent re los años 50s y 80s. Era una cooperación int ernacional que
se concebía pr im ordialm ent e com o un inst rum ent o para obt ener la lealt ad de
los países en desarrollo hacia los países indust rializados de occident e o hacia
la Unión Soviét ica.

Los países desarrollados, al negar la posibilidad de nuevos recursos,


parecerían part ir de la suposición de que el libre com ercio y la
int ernacionalización de los m ercados, deberán producir los recursos requeridos
para com bat ir las am enazas globales y alcanzar el desarrollo sost enible a nivel
global. De ot ra m anera no se podría explicar la enorm e presión ej ercida por
part e del m undo desarrollado sobre el m undo en desarrollo, para que est e
últ im o resuelva problem as am bient ales de caráct er global a par t ir de recursos
de origen dom ést ico, no obst ant e que, dada su nat uraleza, requerir ían de la
solidar idad int ernacional.

En form a sim ilar , los países desarrollados, y m uy en part icular los Est ados
Unidos, consideran que el m ercado es el m ecanism o m ás apropiado para la
t ransferencia t ecnológica, y que exist en im posibilidades y dificult ades de hacer
t ransferencias concesionales y preferenciales que se originan en el hecho de
que una part e sust ancial de las t ecnologías relevant es son de propiedad
privada.

Si nos circunscribim os a la biodiversidad, est os supuest os parecen desconocer


dos hechos fundam ent ales. Com o se ha exam inado, el valor de los servicios
globales prest ados por la biodiversidad de los países t ropicales no son
reconocidos por el m ercado y por consiguient e se requieren t ransferencias
económ icas de los países del nort e hacia los paises del sur com o m ecanism o
para corregir est a falla del m ercado. O en ot ras palabras, est as t ransferencias
económ icas no se han plant eado com o una cuest ión de filant ropía sino com o
consecuencia de la necesidad de que los países del nort e paguen por unos
servicios ecológicos que reciben hoy en form a práct icam ent e grat uit a, hecho
est e últ im o que en últ im as se const it uye en una de las causas subyacent es de
la pérdida de la biodiversidad. Adem ás, el pr incipio de las responsabilidades
com unes pero diferenciadas debe t ener com o referent e básico el hecho de que

16
los países del nort e han sido los m ayores originadores de la pérdida de la
biodiversidad t al com o se m anifiest a, por ej em plo, en la sobre- explot ación de
los product os pequeros, y en la pérdida casi t ot al de los bosques nat urales de
Europa Occident al y los Est ados Unidos, en cont rast e con los países que
com part en la cuenca Am azónica que cuent an con las áreas boscosas int act as
m ás ext ensas del m undo.

¿Qu é est á h a cie n do Colom bia pa r a pr ot e ge r su in m ensa r iqu e za e n


biodive r sida d?

Las est rat egias para prot eger la biodiversidad son m uy diversas. Pero sin duda
las que revist en un m ayor significado son las correspondient es al
est ablecim ient o y paulat ina consolidación de t res m odalidades de t enencia de
la t ierra que represent an los m ayores pot enciales para la conservación y uso
sost enible de la biodiversidad: las Áreas Nat urales Prot egidas ( 8.951.000
hect áreas) , los resguardos indígenas ( 27.000.000 de hect áreas) y las
propiedades colect ivas de las com unidades negras ( 1.300.000 hect áreas) que
en su conj unt o represent an el 33% del t errit orio nacional. Aparecen aquí los
pueblos indígenas y las com unidades negr as, puest o que Colom bia ha hecho
avances sui- generis en los últ im os quince años con relación al r econocim ient o
de sus derechos a la ident idad cult ural y a la propiedad sobre las t ierras que
han ocupado ancest ralem ent e. Son derechos que se perfilan com o la base
para const ruir un t ipo de desarrollo que asegure una vida digna para sus
habit ant es y, a la vez, garant ice la conservación y uso sost enible de la
biodiversidad que en esos t errit orios es de una r iqueza singular .

Sist e m a de Pa r qu e s N a t u r a le s N a cion a le s

El conj unt o de las Areas Nat urales Prot egidas const it uye una de las est rat egias
m ás im port ant es para la prot ección de la biodiversidad in- sit u. Su ej e principal
es el Sist em a de Par ques Nacionales Nat urales ( SPNN) que cuent a con 46
unidades equivalent es al 71% de la ext ensión prot egida del país. De la
ext ensión t ot al de las áreas del Sist em a de Parques Nat urales Nacionales, que
asciende a 9'187.000 hect áreas, 8'951.000 son t errest res y 236.000 son
m ar ít im as. Exist en ot ras cat egorías de prot ección m enos rest rict ivas que los
parques nacionales ent re las cuales se dest acan los Dist r it os de Manej o
I nt egrado que represent an el 21% de la ext ensión prot egida del país y las
Áreas declaradas por lo m unicipios y depart am ent os que represent an el
3.47% .

Los parques nacionales const it uyen una est rat egia de m anej o de bosques
relat ivam ent e exit osa, y sin duda, la est rat egia de conservación de la
biodiversidad in- sit u m ás relevant e.

Con frecuencia se oye afirm ar que los par ques nacionales son creaciones de
papel, afirm ación que viene avalada por el señalam ient o de det erioros
regist rados, o por la const at ación de la poca o nula presencia del gobierno en
algunas de ellas. Si bien es ciert o que m uchas áreas prot egidas se ven

17
afect adas por la acción de cam pesinos pobres que ext raen m adera o asient an
allí sus act ividades agropecuarias, o que son hoy el escenario de la guerra que
vive el país, la deforest ación o la degradación de los bosques generada por
est os fenóm enos ha sido significat ivam ent e m enor en com paración con la
deforest ación que ha t enido lugar por fuer a de aquellas. Un indicat ivo de ese
éxit o relat ivo es el hecho de que excepcionalm ent e se ident ifican áreas de
bosque baj o el régim en de parques nacionales en Colom bia que hayan sido
deforest adas en m at eria grave, en cont rast e con los bosques de propiedad
pública que est án baj o ot ras figuras de pr ot ección o que han sido dest inadas
para la producción m aderera. Por ej em plo, gracias a la est rat egia de parques
nacionales ha sido posible conservar valiosos ecosist em as vecinos a grandes
cent ros urbanos, cont rarrest ando las enorm es presiones que se generan desde
est os sobre el m edio nat ural. Dos buenos ej em plos son los casos del Parque
de Chingaza, vecino a Bogot á, y del Parque Tayrona vecino de Sant a Mart a. El
est ado de conservación de los ext raordinarios valores nat urales y paisaj íst icos
de est os dos parques habría sido m uy diferent e al act ual sino se hubiesen
prot egido baj o est a m odalidad, com o lo at est igua el det erioro de zonas
relat ivam ent e cercanas que se encuent ran baj o régim en de propiedad pr ivada.

En la últ im a década se ha regist rado un m ej oram ient o de la capacidad del


gobierno nacional para el m anej o de los parques con consecuencias m uy
posit ivas para una buena part e de las unidades del sist em a. Así m ism o, las
organizaciones no gubernam ent ales y las com unidades vecinas a los parques
se han ido incorporando a la t area de pr ot ección de los parques a t ravés de
diversas m odalidades ( ver recuadro) .

Pero de est e hecho no han sido benenficiarios los parques en los cuales por
razones de orden público es sólo posible cont ar con una m ínim a act ividad
est at al o no t enerla, que es el caso, por ej em plo, del Parque Nacional de
Kat íos en el Darién. En efect o, la agudización del conflict o arm ado que ha
llegado a una buena part e del t err it or io nacional, se ha t raducido en que
algunos de los parques nacionales sean el escenario m ism o de los
enfrent am ient os arm ados, o sean cont rolados t ot al o parcialm ent e por la
guerrilla o los param ilit ares. Adem ás, el est ablecim ient o de cult ivos ilícit os,
una act ividad profundam ent e ligada a la financiación de est os grupos
arm ados, ha sido causa de la dest rucción o degradación de ecosist em as
boscosos ubicados en algunos de los parques. Es est a una de las razones por
las cuales el t em a am bient al se ha ubicado com o una de las pr ior idades de las
negociaciones conducent es a la paz, lo cual const it uye una gran oport unidad
para acordar est rat egias que aseguren la conservación de los parques
nat urales en el largo plazo, com o result ado de consensos con profundo arraigo
en la ciudadanía.

Pa r qu e s N a cion a le s: pr oble m a s por r e solve r

Hem os afirm ado que los parques nacionales han sido una est rat egia

18
relat ivam ent e exit osa de conservación de la biodiversidad. Gracias a ella se
han conservado hast a el present e valiosos ecosist em as que en ot ra
circunst ancia hubiesen sido t ot alm ent e dest ruidos. Pero al hacer est a
afirm ación no se desconocen que son m uchos los problem as de que adolecen
y que su fut uro de en el largo plazo est á vinculado a su solución.

Mirados en su conj unt o los parques nacionales encaran problem as de m uy


diferent e índole gener ados por diversos fact ores: las dificult ades para conciliar
act ividades product ivas de los asent am ient os hum anos perm anent es en un
m arco de prot ección am bient al y ecológica; los nuevos procesos de
colonización de grupos pobres de la población; los im pact os que el t ur ism o
viene t eniendo sobre parques y reservas nat urales alt am ent e sensibles.
Adem ás, algunos parques por su t am año, aislam ient o o proceso de
degradación se podr ían t ornar en islas sin m ayor fut uro en la m edida que no
est án conect ados ecosist ém icam ent e con las áreas de am ort iguación y ot ros
espacios de prot ección y producción.

La adm inist ración de los parques nacionales t odavía acusa deficiencias que se
derivan fundam ent alm ent e de la carencia de los recursos económ icos y
hum anos que perm it an at ender en form a adecuada las diferent es t areas
propias de su m anej o. Sin em bargo, es necesario subrayar que se durant e la
década de los novent a esa adm inist ración se fort aleció en form a significat iva si
se com para con la sit uación previa a la creación del Minist erio del Medio
Am bient e y su Unidad Especial de Parques Nacionales, en 1993. A part ir de
est a nueva Unidad se ha increm ent ado la presencia del Est ado en la casi
t ot alidad de las áreas prot egidas m ediant e el est ablecim ient o de sist em as de
cont rol y vigilancia, se les ha dot ado de nuevo personal e infraest ruct ura, y se
han desarrollado nuevos program as de invest igación. Se except úan de est e
cuadro aquellos parques en los cuales por razones de orden público es sólo
posible cont ar con una m ínim a act ividad est at al o no t ener la, que es el caso,
por ej em plo, del Parque Nacional de Kat íos en el Darién. La Unidad Especial
ha adelant ado t am bién el plan direct or y los planes operat ivos para cada área
de conservación.

Est a sit uación se considera m uy posit iva en com paración con aquella del
m anej o de los parques por part e del I nst it ut o Nacional de los Recursos
Nat urales y del Medio Am bient e I NDERENA, inst it ución que ant ecedió al
Minist erio y que cont aba con recursos económ icos t an precarios que no est aba
en capacidad de dot ar con un sist em a de cont rol y vigilancia básico a un buen
núm ero de parques, ni con la infraest ruct ur a m ínim a para hacer lo.

Las posit ivas t endencias regist radas en la década de los novent a se han vist o
recient em ent e vulner adas com o consecuencia de las m edidas dir igidas a
reducir el déficit fiscal y a enfrent ar la recesión económ ica regist rada con
especial agudeza en el año 2000. Est o ha llevado a un reducción drást ica de
los presuouest os de inversión con cargo al presupuest o general de la nación.
Se espera que est a sea una cuest ión coyunt ural.

19
Finalm ent e, se subraya el papel que ha j ugado la cooperación int ernacional en
el proceso de fort alecim ient o del Sist em a Nacional de Parques Nat urales, con
post erioridad a la Conferencia de Río. Esa cooperación est á sir viendo en par t e
para am ort iguar las negat ivas consecuencias derivadas de la reducción de los
recursos de inversión de or igen dom ést ico causado por la díficil coyunt ura
económ ica.

Los pu e blos in díge n a s y sus t e rr it or ios

Colom bia es uno de los países del m undo que ha avanzado m ás en el


reconocim ient o de los derechos de propiedad de los pueblos indígenas, de
origen pre- colom bino, y de las com unidades negras, descendient es de los
esclavos, sobre los t errit orios que han ocupado ancest ralm ent e. En uno y ot ro
caso, el reconocim ient o ha sido el result ado de una larga lucha de los grupos
ét nicos en pro de sus derechos t errit oriales y cult urales. Adem ás de su
significación com o un act o de j ust icia social , const it uye una m odalidad de
t enencia de la t ierr a y los bosques con un enorm e pot encial para su
conservación y uso sost enible, t oda vez que, en una perspect iva hist ór ica,
est os pueblos han t enido una relación m ás arm ónica con su m edio nat ural que
los ot ros grupos hum anos que hoy habit an el país.

Las com unidades indígenas han alcanzado sus m ayores conquist as t errit or iales
desde m ediados de los años ochent a, m ediant e la am pliación y la creación de
nuevos resguardos en una ext ensión de 27'600.000 hect áreas equivalent es al
24% del t err it or io cont inent al del país que se repart e en 408 r esguardos que
represent an el 80% de los grupos ét nicos. De la ext ensión t ot al de los
resguardos indígenas el 80% se encuent ra ubicado en la Am azonia. Las
propiedades colect ivas de las com unidades negras se encuent ran ubicadas en
las zonas boscosas del Pacífico, denom inado el Chocó Biogeográfico y su
ext ensión ascenderá a aproxim adam ent e 3.000.000 de hect áreas una vez
finalizada su t it ulación. En est a últ im a región de selva húm eda se encuent ran
t am bién algunos resguardos indígenas. O en ot ras palabras, los resguardos y
los t err it or ios colect ivos de las com unidades negras coinciden con una porción
m uy considerable de la front era forest al, o esos ext ensos ecosist em as
boscosos de la Am azonía y de la Cuenca del Pacífico de baj a pert urbación en
donde se ubica una de las m ayores riquezas en biodiversidad del m undo.

El t ot al de la población de los resguar dos indígenas asciende a 330.000


habit ant es, y el de los colect ivos negros, hast a ahora creados, a 66.000
habit ant es.

Los resguardos y los colect ivos de las com unidades negras son una form a de
propiedad colect iva que de acuerdo a la Const it ución y la Ley es inaj enable,
im prescript ible e inem bargable, confiere propiedad sobre el suelos y el
bosque, m ás no sobre el sub- suelo, y conlleva un conj unt o de obligaciones por
part e de los pueblos indígenas en m at er ia de conservación y buen uso de las
riquezas nat urales de sus t errit or ios.

20
La casi t ot alidad de los pueblos indígenas de la región am azónica y de las
com unidades negras e indígenas que habit an las selvas húm edas del Chocó
Biogeográfico han m ant enido práct icas ancest rales para su aprovecham ient o
de m uy baj o im pact o am bient al. Así lo encont ram os en la pesca, la caza, la
cosecha, la recolección, la agr icult ura ( cult ivos m ixt os de variedades criollas,
result ado de años de selección y en m uchos casos de franca dom est icación) y
la ext racción de m aderas. Diferent es est udios han señalado que est as
com unidades t ienen un conocim ient o y ent endim ient o del proceso de
regeneración de las especies y de los ecosist em as que les ha perm it ido
aprovecharlos en una form a que hoy llam am os sost enible, es decir
int roduciendo una m ínim a pert urbación en los procesos nat urales. A t al punt o
que m uchas veces se ha llegado a calificar com o int act os algunos de los
ecosist em as en donde habit an est as com unidades

Los r esgu a r dos in díge n a s

La población indígena de Colom bia com prende 2- 3% de la población t ot al del


país dist r ibuidos en 81 grupos ét nicos que hablan 52 lenguas, una expresión
de la enorm e diversidad cult ural exist ent e que ha sido generada en sim biosis
con la enorm e diversidad ecosist ém ica. Los indígenas habit an en t odas las
regiones nat urales del país, 27 de los 33 depart am ent os y cerca de 190 de los
1000 m unicipios. Aproxim adam ent e la quint a part e de los pueblos indígenas
habit an en la Am azonía, la m it ad en las m ont añas andinas y valles int er-
andinos y el rest o en la región Car ibe, en zonas desért icas, sabanas y bosques
de galer ía. De los ochent a y un grupos m ás de la m it ad ( 47) son am azónicos,
m ient ras que el rest o habit a en las ot ras regiones.

Com o se ha señalado " el pr incipio de reciprocidad es el fundam ent o de las


relaciones sociales y ecológicas en la m ayoría de las com unidades am erindias.
La reciprocidad es la base de la reproducción de las relaciones de parent esco;
de la art iculación del hom bre y la m uj er, com o fundam ent o de la reproducción
biológica del t err it or io; de los silvest res y los cult ivados, com o fundam ent o de
la reproducción económ ica; de la gent e de m ont e y de la gent e de río com o
fundam ent o de la reproducción social. Por ot ra part e, el m odelo socio- cult ural
de la alianza es t am bién el m odelo de apropiación de la nat uraleza; la
apropiación del m edio am bient e adem ás de basarse en relaciones económ icas
y un profundo conocim ient o, se art icula al cam bio social, cerem onial y r it ual
de la sociedad"

En los últ im os años, se han hecho im port ant es cont ribuciones al conocim ient o
sobre de los grupos indígenas. Así, por ej em plo, Gerardo Reit chel Dolm at off
( 1912- 1994) nos int r oduce, m ediant e un bello relat o, en la visión que t ienen
los indios t ukano del Am azonas sobre el m undo: su consideración del bosque
com o part e del cosm os, sus vínculos com plej os y m ult idim ensionales con su
m edio am bient e, y sus rest ricciones sociales y sexuales encam inadas a
alcanzar la sost enibilidad ecológica. A su vez, Clara Van Der Ham m en en su

21
est udio sobre los Yukuna nos señala que la concepción que est e grupo t iene
sobre el m undo se equipar a parcialm ent e al m edio am bient e: " pero no se t rat a
de concept os aislados com o m edio físico, flora, fauna, sino una conj unción de
ellos, en donde adem ás se incluyen ot ros m undos sobrenat urales que
int eract úan con est e m undo en que vivim os. " I gualm ent e significat iva ha sido
la recuperación del enorm e acerbo lingüíst ico de las et nias indígenas del país
adelant ado por el depart am ent o de Ant ropología de la Universidad de los
Andes baj o el liderazgo del cient ífico francés Joan Landaburu. Es un
m onum ent al t rabaj o que adem ás de su im port ancia cient ífica ha servido para
dot ar a est as leguas del m edio escr it o, un m edio facilit ador de la t ransm isión
de las lenguas y que est á siendo clave para la educación de las nuevas
generaciones y par a la recuperación y conservación del conocim ient o
t radicional.

Asociado al m ayor conocim ient o adquir ido sobre los pueblos indígenas, desde
la década de los ochent a ha t om ado un gran im pulso los m ovim ient os dir igidos
a reivindicar la visión de las cult uras t r adicionales las cuales encuent ran un
cont inuo ent re la nat uraleza, la vida espir it ual y el m undo hum ano. Es una
visión que det ent an dist int ivam ent e los pueblos indígenas de origen pre-
hispánico y las com unidades afro- am ericanas, pero que t am bién se encuent ra
en diversas com unidades cam pesinas no pert enecient es a aquellos grupos.

El conocim ient o sobre el m anej o los ecosist em as y las especies que aún
poseen los pueblos indígenas, com o en general el conj unt o de elem ent os que
const it uyen sus cult ur as, son un pat r im onio de im port ancia única para el país.
Una adecuada com pr ensión, t ant o de sus fort alezas com o de sus lim it aciones,
puede ofrecer algunas de las claves para operacionalizar el concept o del
desarrollo sost enible, no solam ent e para el t ipo de ecosist em as en que los
pueblos indígenas habit an, sino t am bién en aquellos en los cuales hoy
predom inan form as occident ales de vida. Esa adecuada com prensión es
t am bién la base para desarrollar una est rat egia que reconozca y valor ice los
conocim ient os t radicionales com o m edio para asegurar que est os grupos
ét nicos velen por la conservación y uso sost enible de los recursos biológicos de
sus t errit or ios, com o lo han hecho desde épocas ancest rales.

Al reconocerse est e hecho, se señala la necesidad de que los indígenas


cuent en con un conj unt o de condiciones que favorezcan el m anej o y uso
sost enible de los bosques, m ediant e la aplicación del conocim ient o t radicional.
Ent re ellas se m encionan: el cont rol efect ivo sobre los bosques y los suelos
sobre los cuales t ienen un dom inio legal; el reconocim ient o y dist r ibución
equit at iva de los beneficios que se deriven de sus conocim ient os t radicionales
sobre el m anej o de los bosques y la biodiversidad; y la com plem ent ación de
su conocim ient o t r adicional con t écnicas occident ales cuando ello sea
pert inent e.

El cont rol efect ivo de los grupos indígenas sobre su t errit orio es hoy obj et o de
am enazas, ent re las cuales se m encionan: diversas fallas en las legislaciones y
dem ás inst it uciones pert inent es a los indígenas; el int ent o de grupos de

22
cam pesinos sin t ierra de asent arse en esos t errit or ios; las incursiones ilegales
de los m adereros para explot ar sus bosques; y la m ayor presión generada por
la const rucción de carret eras hacia regiones cuyo aislam ient o, a t ravés de
barreras nat urales, aseguró su prot ección a pert urbaciones ext ernas.

Adem ás, se reconoce que en algunos casos diversos procesos al int er ior de las
m ism as com unidades han hecho que est as abandonen sus práct icas de
conservación y uso de los bosques convirt iéndose ellas m ism as en un fact or de
dest rucción y degradación; es un fenóm eno que se asocia t ant o con la
acult uración, com o con el crecim ient o dem ográfico que en ocasiones ha
im plicado que t écnicas t radicionales, com o las de rot ación y descanso de los
suelos o de la cacer ía select iva, no sean viables.

La iniciación o int ensificación de la explor ación y explot ación del pet róleo y
diversos recursos m inerales, com o consecuencia de la int ernacionalización de
la econom ía es un fact or que crecient em ent e est á presionando los t errit or ios
indígenas. Así m ism o, la gran r iqueza en biodiversidad de est os t errit or ios ha
at raído la at ención t ant o de la indust r ia privada com o de la com unidad
cient ífica.

La capacidad de las agencias públicas responsables por la consolidación de los


derechos t errit oriales indígenas no guarda ninguna relación con su sust ant iva
am pliación en los últ im os años. En general, las oficinas nacionales para
asunt os indígenas est án pobrem ent e dot adas de recursos hum anos, t écnicos y
financieros. Paradój icam ent e las aut oridades am bient ales no se ocupan
suficient em ent e de est os t errit or ios no obst ant e su im port ancia para la
conservación.

A pesar de los sust ant ivos avances en m at eria de legislación en ellas exist en
aún prot uberant es vacíos y fallas. En prim er t érm ino, las leyes
consuet udinar ias de las com unidades indígenas no se t om an suficient em ent e
en cuent a en el pr oceso de las legislaciones nacionales sobre diversas
m at erias. Ello se m anifiest a, por ej em plo, en el t em a de las pat ent es de los
conocim ient os t radicionales sobre los recursos genét icos, en las cuales los
indígenas no t ienen la debida prot ección puest o que la propiedad colect iva o
las pat ent es colect ivas no han sido reconocidas. En segundo t érm ino, en el
desarrollo de las legislaciones siguen predom inando las concepciones de
asim ilar a las com unidades indígenas dent ro de las sociedades m odernas, en
general, y dent ro de las econom ías de m ercado, en part icular . En t ercer
t érm ino, se encuent ran dificult ades para poner en práct ica la legislación com o
result ado de la acción de poderosos grupos de int erés que logran debilit ar los
derechos de las com unidades indígenas a t r avés de la inoperancia del est ado o
de int erpret aciones legales. La debilidad m ism a de las agencias públicas sobre
asunt os indígenas podría t ener sus causas en est e t ipo de acción. Con
frecuencia han sido irrespet ados los derechos de part icipación de las
com unidades en los procesos decisorios concernient es al ot orgam ient o de
perm isos de explot ación forest al y la aprobación del est ablecim ient o de
hidroeléct r icas o de explot aciones m ineras o pet roleras en sus t errit or ios. En

23
cuart o lugar, las legislaciones no prevén form as para enfr ent ar aquellos
asunt os que han surgido com o result ado de la globalización económ ica y est án
ínt im am ent e a los t errit or ios de las com unidades indígenas com o son la
paulat ina asignación de valores económ icos a los servicios globales de los
bosques, y el acceso a la biodiversidad y la dist r ibución de los beneficios que
se deriven de su uso.

Finalm ent e se subraya que los pot enciales económ icos de los t errit or ios
indígenas en t érm inos de los recursos nat urales no renovables, de los recursos
genét icos que allí se ubican, y de la función de sus bosques con relación al
cam bio clim át ico, ha increm ent ado sust ant ivam ent e su im port ancia en el
m apa geopolít ico int ernacional en la últ im a década. Est o im plica, de una part e,
presiones sobre est os t errit or ios para la explot ación de est os recursos, m uchas
veces sin m iram ient os por la prot ección de la ident idad cult ural y del m edio
am bient e. Pero, de ot ra part e, ha hecho que las com unidades indígenas
incorporen a la defensa de la biodiversidad en su discurso com o uno de los
m edios para defender sus derechos.

No obst ant e las am enazas exist ent es sobre los derechos cult urales y
t errit or iales de los indígenas, en la últ im a década se observan posit ivas
t endencias para su consolidación.

Las organizaciones indígenas de Colom bia son las que cuent an con una m ayor
afiliación y cobert ura con relación al t am año de las poblaciones que
represent an. Se t rat a de una com plej a r ed de organizaciones sociales que
incluyen el nivel local, el provincial, el sub- nacional y el nacional, y que
disponen hoy de una alt a capacidad para art icular su acción com o lo
dem uest ran sus m ovilizaciones reivindicat or ias de los últ im os años.

Cada vez m ás esas organizaciones hacen uso de los inst rum ent os j urídicos que
para su defensa prevé la Const it ución, en part icular la Acción de Tut ela y la
Acción Popular. Mediant e una Acción de Tut ela las com unidades indígenas
Em berá lograron que las cort es ordenaran el aplazam ient o por un año del
llenado de la represa del proyect o hidoreléct rico Urrá, con el fin de que se
adelant ara un proceso de concert ación ent re aquellas, la em presa eléct r ica y el
gobierno, con el fin de com pensar adecuadam ent e los indígenas por las t ierras
de su resguardo afect adas por el proyect o. El acuerdo alcanzado significó para
los indígenas una sust ant iva am pliación de su resguardo y ot ras
com pensaciones económ icas y sociales.

En la últ im a década esas organizaciones han reforzado el t em a de la defensa


de sus práct icas y conocim ient os t radicionales t ant o en el cont ext o polít ico,
com o en el de la adm inist ración de sus t errit or ios. Es una defensa que la han
dado a nivel int ernacional en diferent es foros y procesos de negociación de
convenios globales, incluyendo los at inent es a la const rucción y desarrollo de
la Convención de la Biodiversidad que en su art ículo 8 est ablece com o deber
de las Part es respet ar, preservar y m ant ener los conocim ient os, innovaciones
y práct icas de las poblaciones indígenas relevant es para la conservación y uso

24
sost enible de la diver sidad biológica. Es del caso subrayar aquí el lit igio legal
que ganó COI CA en los t ribunales nort eam ericanos que anularon la pat ent e del
Yahé que había regist rado una com pañía farm acéut ica de est e país.

Adem ás, un núm ero am plio de las organizaciones indígenas est á liderando
procesos de planificación, ordenam ient o y m anej o de sus t errit orios m ediant e
la recuperación y sist em at ización de sus saberes t radicionales y la adopción de
t ecnologías occident ales relevant es. En m uchos casos, es una act ividad que ha
est ado apoyada por organizaciones no gubernam ent ales am bient alist as e
indigenist as. Precisam ent e, el Consej o de Organizaciones Am bient ales del
Medio Am azonas de Colom bia ( una red que congrega ocho ONGs)
conj unt am ent e con las organizaciones indígenas de la región fueron
acreedores al Prem io Nobel Alt ernat ivo de la Paz, por la labor adelant ada en
pro de la consolidación de est os t errit or ios.

EL ORD EN AM I EN TO TERRI TORI AL I N DÍ GEN A, RECON OCI M I EN TO


I N TERN ACI ON AL*

El Consej o Regional I ndígena del Medio Am azonas, CRI MA, y COAMA, una red
de organizaciones no gubernam ent ales que t rabaj an en la región baj o el
liderazgo de la Fundación GAI A, fueron obj et o de la at ención int ernacional en
Diciem bre de 1999 al hacerse acreedoras del Prem io Nobel Alt ernat ivo. Una
de las razones para m erecerlo fue el proceso de ordenam ient o t errit or ial que
CRI MA ha venido adelant ando en la últ im a década con el apoyo de COAMA.
Dos líderes indígenas de CRI MA y el líder de COAMA recibieron conj unt am ent e
la dist inción en cerem onia presidida por el Pr im er Minist ro Sueco en el recint o
del Par lam ent o. Fue un genuino act o de celebración del encuent ro creat ivo y
respet uoso de dos cult uras, m at er ializado en un t rabaj o que m uest ra hoy
im presionant es result ados.

La organización indígena CRI MA est á t rabaj ando desde hace dos décadas por
la creación y consolidación de los resguardos indígenas en la región del m edio
río Caquet á ent re los 70 y 73.5 de longit ud oest e, en la Am azonia colom biana.
Est a región com prende veint iún com unidades pert enecient es a seis grupos
ét nicos: m iraña, nonuya, m uinane, andoke, uit ot o, m unika y uit ot o nipode, en
un área aproxim adam ent e de 5’000.000 de hect áreas y una población de 3000
habit ant es. Est os pueblos se ubican en los resguardos de Predio Put um ayo,
Nonuya de Villa Azul, Andoque de Aduche, Am ewnae, Mochoa y Puert o Sábalo
los Monos.

El CRI MA inició a principios de la década de los años novent a un proceso de


ordenam ient o de su t errit or io. Ha sido una acción dir igida en part e a
consolidar los resguardos que se crearon o am pliaron durant e la
adm inist ración del President e Virgilio Vargas ( 1986- 1990) , y que en est a
sección del país significó el reconocim ient o de la propiedad colect iva sobre una
área aproxim ada de 8’000.000 de hect áreas, área caract erizada por su alt a
diversidad biológica y por su buen est ado de conservación.

25
“ El CRI MA fue creado en 1982 com o result ado de un proceso reivindicat ivo
para luchar por el reconocim ient o legal de su t ierra; r ecuperación y
fort alecim ient o de la cult ura y para el desarrollo aut ónom o en lo referent e a la
educación, la salud, los recursos nat urales, el t err it or io ( gobierno propio) de
los pueblos que lo conform an. Pueblos y cult uras que se caract erizan por el
uso de la coca y el am bil, y que se aut odenom inan “ Gent e del Cent ro” . “ La
organización nace con cuat ro principios fundam ent ales: UNI DAD,
TERRI TORI O, CULTURA y AUTONOMI A. Con base a est os cuat ro principios y de
m anera part icipat iva y concert ada con t odas las com unidades, se elaboraron
las bases del Plan de Vida y para orient arlo se definieron est rat egias,
m et odologías, act ividades que t ienen com o obj et ivo cóm o va a ser m anej ada y
cont rolada la unidad t errit or ial ( gobierno propio) en cuat ro aspect os:
educación, salud, r ecursos nat urales, y j ust icia propia, proceso que
denom inam os de ordenam ient o t err it or ial.”

“ La Unidad de la “ Gent e de Cent ro” , llam ada CRI MA, busca fort alecer las bases
cult urales y el desarrollo aut ónom o de cada et nia conservando la palabra de
Gent e de Cent ro.” Para ellos " el ordenam ient o t err it or ial es m ir arnos hacia
dent ro com o clan, com o et nias y com o pueblos; organizar nuest ro
pensam ient o y const ruir nuest ro pensam ient o y const ruir nuest ro fut uro de
acuerdo a la palabra de or igen; fort alecer el or igen com ún que es una palabra
universal “ que t odos som os herm anos” y respet ar la insignia, el sím bolo y la
pot encialidad de cada pueblo que es lo que llam am os diversidad cult ural. Los
t errit or ios para las sociedades indígenas fueron dados y ordenados según las
diversas et nias exist ent es. Las zonas de m anej o de siem bra, caza y
recolección, los sit ios m it ológicos y sagrados, las zonas de habit ación, t odo fue
dado desde el or igen de acuerdo con el nacim ient o de cada cult ura indígena.”

El ordenam ient o t err it orial indígena se int egra al proceso de ordenam ient o
t errit or ial nacional. Las líneas de t rabaj o m encionadas se han desarrollado a
t ravés de diversos procesos que han cont ado con la part icipación de
organizaciones gubernam ent ales y no gubernam ent ales. Son m últ iples los
product os y los program as y acciones que est án en m archa en los cam pos
señalados y const it uyen, en el lenguaj e occident al, una est rat egia dir igida a
alcanzar el desarrollo sost enible de est os resguardos que conlleva la
prot ección y buen uso de sus recursos biológicos.

A finales de 1999 y principios del año 2000 el CRI MA y ot ras organizaciones


indígenas de la cuenca am azónica, con el apoyo de COAMA, present aron al
Gobierno Nacional sus planes de ordenam ient o t err it or ial que com o es
evident e van m ás allá en su concepción que el ordenam ient o t errit or ial que se
adelant ó en t odo el t errit or io nacional ent r e 1997 y el año 2000. El Gobierno
Nacional, represent ado por los Minist er ios del Medio Am bient e y Desarrollo,
conj unt am ent e con la Com isión Nacional de Planificación, acordaron los
procedim ient os que les perm it ieron a las com unidades indígenas incorporar los
result ados de su proceso de ordenam ient o t errit or ial en lo referent e a usos del
suelo en el m arco de la Ley 388 de 1997, cuyo proceso de im plem ent ación
finalizó en Junio del año 2000. Las organizaciones indígenas act uaron así,

26
m ediant e est e proceso, com o aut oridades equivalent es a las m unicipales y
depart am ent ales, en un paso m ás de consolidación de sus derechos cult urales
y t err it or iales consagrados en la Const it ución de 1991.

* Los t ext os fueron t om ados de CRI MA, Plan de Or denam ient o Territ or ial,
Región del Medio Rio Am azonas.
Fuent e: Rodríguez- Becerra, 2000

Con clu sion es

Colom bia cuent a con una enorm e riqueza en biodiversidad que le crea, a la
vez, grandes oport unidades y obligaciones a nivel global. Com part e con los
ot ros países de la cuenca am azónica el área boscosa de m ayor área y
cont inuidad del planet a, en donde se ubica una singular diversidad
ecosist ém ica, de especies y genét ica. Y a est e pat r im onio am azónico de
Colom bia se sum an aquellos recursos biológicos que se encuent ran en las
cost as Caribe y Pacífico, la región andina y los valles int er andinos, y la
Orinoquía, así com o en su ext ensa área m arina. Las m ás recient es
invest igaciones han m ost rado que en la r egión andina se encuent ra una m ayor
biodiversidad que en la am azónica. Es un hallazgo en cont ravía del saber
convencional que señala la alt a pr ior idad que t iene prot eger los últ im os
relict os de bosques nat urales de nuest ras zonas de m ont aña así com o
rest aurar aquellos que est án en proceso de declive.

En general la conservación y buen uso de los bosques y la biodiversidad son


una alt a pr ior idad para el país. Es un int erés público que ha sido
hist ór icam ent e derrot ado por los inequit at ivos pat rones de t enencia de la
t ierra y la pobreza, así com o por fallas del m ercado que no reconocen a nivel
nacional e int ernacional el valor económ ico de los innum erables servicios de la
biodiversidad. Sin em bargo los audaces desarrollos que han t enido lugar en
Colom bia con relación a la propiedad de los bosques dan razones ciert as para
afirm ar que hoy cont am os con las bases para reversar est a sit uación de
dest rucción y degradación en una ext ensa área del t err it or io nacional.

En los resguardos indígenas - cuya ext ensión t err it or ial se m ult iplicó por 2.5
veces en los últ im os quince años- , los t errit orios de la cuenca del pacífico - que
est án siendo t it ulados a las com unidades negras com o consecuencia de la
Const it ución de 1991- , y los parques nacionales - cuya ext ensión t errit orial
t am bién se duplicó en el m encionado período- , se concent ra la m ayor
proporción de bosques del país cuya conservación son de pr ioridad para la
hum anidad, t oda vez que allí se encuent ra la segunda riqueza en biodiversidad
del globo.

Est as t res m odalidades de dom inio de las t ierras y los bosques present an
grandes pot enciales para su conservación y uso sost enible. Muchas de las
poblaciones indígenas han desarrollado en la últ im a década procesos de
ordenam ient o de su t errit or io, elaboración de planes de vida, y r ecuperación y

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fort alecim ient o de su conocim ient o t radicional que se const it uyen en ej em plos
sui- generis a nivel nacional e int ernacional. Un proceso sim ilar se ha iniciado
en algunas de las com unidades negras que han obt enido recient em ent e sus
t ít ulos colect ivos sobre las t ierras que han ocupado ancest ralm ent e. Se
podría decir que los pueblos indígenas y negros de Colom bia est án
act ualizando y fort aleciendo form as de r elación de la nat ur aleza que se
esbozan com o aproxim aciones concret as de la sost enibilidad am bient al del
desarrollo, ent endiendo est e últ im o t érm ino en el cont ext o de sus cult uras
t radicionales.

Pero al t iem po que se reconocen est os logros, se subraya que est as form as de
t enencia de la t ierra est án t am bién llenas de pot enciales par a el conflict o
social y nuevas violencias, algunas de las cuales se expresan en form a
dram át ica en diferent es regiones del país. Bast a con recordar las violencias
generadas por la act ividad del narcot ráfico que incluye la dest rucción de
am plias zonas boscosas. Y bast a con recordar las incursiones que la guerr illa y
los param ilit ares han hecho en algunos resguardos indígenas, propiedades
colect ivas de las com unidades negras y parques nacionales, con graves daños
para est os t errit or ios.

La consolidación de est as m odalidades de t enencia de la t ier ra - que incluye


com o uno de sus razones de ser fundam ent ales la conservación y buen uso de
la biodiversidad- requerirá de una gran dosis de volunt ad, im aginación y
negociación polít ica y recursos económ icos. Requerirá t am bién de eficiencia
adm inist rat iva por part e de las ent idades públicas con m ayor r esponsabilidad
en est as áreas - ent re las cuales sobresalen las corporaciones regionales, la
unidad de Parques Nacionales del MinAm bient e, los inst it ut os de invest igación
y las ent idades t errit oriales- , y de una solidar idad int ernacional sin
precedent es. Y, sobre t odo, requerirá de procesos sociales dirigidos a que
est os sist em as de t enencia de la t ierra y form as de vida adquieran su debida
legit im idad ent re difer ent es grupos sociales a nivel nacional e int ernacional.

La gran presión sobre los bosques nat ur ales por la crecient e dem anda de
m adera y fibra puede ser dism inuida m ediant e las plant aciones forest ales, un
cam po en el cual parece que nos hem os acost um brado al fracaso. Las
posibilidades de un program a gigant e de reforest ación - que es lo que
urgent em ent e necesit am os- , se ven, hay que reconocerlo, opacadas por la
insegur idad y la guerra en el cam po. Eso sim plem ent e significa que en la
est rat egia para prom over la reforest ación, debe considerarse est e fact or de
riesgo, en vez de llegar a considerar que él const it uye un obst áculo insalvable.

Se present an oport unidades inm ediat as para el desarrollo de act ividades


basadas en la r iqueza de los ecosist em as del país que se deberían im pulsar
con prior idad: increm ent ar la invest igación en el cam po de la biodiversidad
con el propósit o de explorar posibles nichos product ivos con base en un
recurso que se encuent ra en nuest ro t errit or io, y no rest ringirse, así, a
ofrecerlo en el m ercado int ernacional com o una m at eria prim a m ás; crear un
sect or de plant aciones forest ales que sat isfaga las necesidades dom ést icas y

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sea uno de los pilares fundam ent ales para el com ercio ext erior ( con lo cual se
dism inuir ía, adem ás, la presión sobre el bosque nat ural, pr incipal fuent e para
sat isfacer la dem anda nacional de m ader a en la act ualidad; en form a sim ilar
dar un m ayor im pulso a la acuicult ura para rest ar t am bién pr esión sobre la
biodiversidad m ar ina y al m ism o t iem po generar nuevas fuent es de t rabaj o;
m ont ar una indust r ia ecot uríst ica ( no obst ant e lo desgat ado del t érm ino, es
evident e que el país t iene para el efect o condiciones excepcionales) . Son
opciones que deben ser creat ivam ent e desarrolladas conj unt am ent e con las
poblaciones indígenas y negras propiet arias de nuest ros bosques t om ando
com o base sus práct icas ancest rales de relación con su nat uraleza, el pr incipal
garant e para su conservación. Y son opciones que deben hacer part e
int egrant e del proceso dir igido a const ruir la paz.

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