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Introducción

cs, toros bravos (u otros animales menos fabulosos que el dra-


qgo) y simples viejecitas. La afición a la escatología, él verismo
dcdgunas expresiones, incluso las que apuntan á relaciones se-
rrr¡lss, másla afirmación de lo propio eñ el sentido de cuentos
como los del ciclo de ula princesa y el pastoru; el desparpajo
eo el trato con altos personajes, la denominación realista a las
más blandas heroínas del folklore internacional, como <.Ceni-
ge-nta), que es llamada en ocasiones <,la puerquecilla>, <la co-
china c-eniciento; el castigo sin paliativoi al agresor, y, como
frcto¡ dominante , dueño y"senor de todas las caíencias,'él ham,
bre. Un hambre histórica, ancestral, que impulsa a crueldades
ioauditas, como la de abandonar a loJ hijos én medio del bos-
que, en Los dos lterrtanos, o aguza el.ingenio como en todos
hs que la tienen como punto di partida;-se diría que esramos
en la más pura tradición de la novela picaresca. En realidad es
d_revés: la novela picaresca, y la de caballeria, bebieron incan-
sablemente de los-cuentos pbpulares. Junto al hambre, el no
tener descendencia y el más universal de ser necesario casar al
príncipe o a la princesa, son aquéllas las carencias favoritas de
nuesüos cuentos; en ellos Ia fechoría inicial (el rapto, por ejem-
plo) pasa a un segundo plano, tal vez por su convlnciónaüémo,
mientras el hambre o el desgaro persónal de la esterilidad bri-
llan por sí solas, donde otras traditiones europeas ponen como
un velo de pudor.

Cnentos de costumbres
Definiremos los cuentos de costumbres como aquellos que Definición
cerecen de elementos extraordinarios, en el sentido áe fantásti-
cos o fuera de la realidad verosímil, salvo los que puedan man-
[ener a manera. de vestigios de cuentos maravillosos, por analo-
i¡e, por mimetismo o por simple intención budesca. (Desde lue-
go, no será la entregay utilizaciín del objeto mágico, para col-
mar una-carencia o reparar una fechoría, pues esto constituye
la médula del cuento maravilloso.)
Los cuentos de costumbres, por el contrario, desarrollan un
:ugumento veces satírico y humorístico- dentro de
-muchas
unas determinadas circunstancias históricas v sociales. DroDor-
cionando una imagen, y a menudo una crítica, de ellai. Ehtre
las costumbres recogidas por estos relatos las hay de dos tipos:
¿¡caicas y modernas por umodemasu las qu.e se
corresponden con las-entendiendo
sociedades agrarias. . Tanto en unas co-
mo en otras se recogen los modos de producción, las relaciones
de. producción y, principalmente , las instituciones sociales y los
principios y valores que las rigen, frecuentemente transfoima-
rl¡s en símbolos, expresiones indirectas o sátiras. El enfrenta-
rnientoentre las concepciones arceica y moderna y, posterior-
rnente, la no aceptación por una pafte de la sociedad de los nue-
ru valores instigidos configuran la dialéctica del cuento, el mo-
tor de sus intriges y la explicación a su sentido más profundo.
Cuentos al amor de la lumbre

Una fase Representan los cuentos de costumbres, en consecuencia, una


históricamente fase históricamente más avanzada de la humanidad oue la oue
rnás avanzada representan los cuentos maravillosos, a saber, la del asehtamieirto
de las nuevas sociedades agrariu, mientras los maravillosos re-
flejan crudamente el período de inestabilidad que vivieron las
sociedades nómadas indoeuropeas en los rápidoJ cambios de fi-
nales del Neolítico. Esos cambios los únicos
-verdaderamenre
cualitativos que la humanidad ha_experimentado hasta ahora-
trajeron consigo enormes sacudidas sociales, pero también in-
dividuales, pues es la propia persona la que llegó a cuesrionarse
en su integridad, por su resistencia o su aceptación de las trans-
formaciones. Todo ello fue dejando en los cuentos huellas im-
borrables, particularmenre en el plano de las relaciones socia-
les. Estas relaóiones serán poco a poco las de las familias exóga-
mas. El matrimonio será de una sola pareja; se instituye fatigo-
samente la propiedad privada y el derecho a transmitida a los
propios hijos. Pero los desheredados y los pobres lucharán o cri-
ticarán el nuevo sistema. Por otro lado, la interpretación del
mundo es menos mágica, pues el hombre ha aprendido a do-
minar ciertas fuerzas naturales con el uso de la agricultura; de-
saparec€n los ritos de iniciación en gran medida, pero subsiste
en cambio el culto a los muetos. Las religiones históricas suce-
den a las arcaicas con el pretexto de relacionar o preparar al hom-
bte para el más alli; en realidad, lo que tratan es'de consagrar
el nuevo sistema de valores. Finalmente, el nuevo tabú de eitas
sociedades acabará siendo la propiedad hereditaria.
Resumen Cuentos de costumbres son los que reflejan los modos de
de la definición vida de las sociedades agrarias, manteniéndolos o criticándolos;
no contienen elementos fantásticos, salvo los que puedan con-
s€rvar por mimetismo o relación satírica con los cuentos mara-
villosos. Las principales instituciones reflejadas son la propie-
dad privada y el matrimonio exógamo. Estas institucioneJex-
plican tanto los argumentos como su sentido general, manifies-
to o latente.
Ciclos Derivadas de la función principal, que es representar a tales
de cuentos sociedades, hay otras, cada una de las cuales da pie a la consti-
de costumbres tución de un ciclo particular de costumbres, tras estudiar su fre-
cuencia y las relaciones que se establecen entre ellas dentro del
conJunto.
Príncipes raros Veremos todav'n una prolongación importante del tema de
y r0rezas los matrimonios regios, como símbolo de la búsqueda de la pa-
de príncipes reja fuera del ámbito famlliar, y en torno al nuevo valor consti-
tuido, cual es la doncellez. El tono sarírico impregna estos cuen-
tos de príncipes y princesas raros, o caprichosos, que se ven for-
zados-r
zados a elegir pareja e_n circunstancias también exrravagant€s,
cuando no es el tema de la honra el que ya va se insinúa en
eñ vanos
varios
cuentos que incluimos en el mismo ciclo, por cuanto de ella de-
riva la ceÍtez^ del hijo propio, para nombrarlo heredero.
Los rasgos más modernos pueden quedar como parte inse-
parable de estos cuentos, ilustrativos de una época o un modo

=-
lntroducción

de vida, iunto con los más arcaicos. Así, los cuentos donde un
pastor aspira a la mano de la princesa nos enseñan cómo era
cl pastoreo de cabras en tiempos recientes (lo que para muchos
niños de hoy resultará poco menos que sorprendente), al tiem-
po que por parre de la princesa que no se r're, que se aburre
o que sólo sabe decir una frase, estaremos en presencia de un
fósil milenario, que en forma simbólica y t tírrca está critican-
do ya la arcaica costumbre de recluir a las doncellas casaderas,
v, tratándose de princesas, preservadas de todo conracto con el
mundo exterior hasta ser entregadas al marido; educación esta
que bien pudo originar deformaciones psicológicas graves. Su
vdor como símbolo, no obsranre, se piolongi hastá nuestros
días, pues toda educación represiva della mujir conduce a una
zuerte de alienación o anulación de su personalidad.
En resumen, veremos en estos cuenros la sátira al régimen
de enclaustramiento de doncellas
-o susOeequivalentes
metafóricos- como preparaciín al matrimonio. áhi que las
princesas de esas historias sean bobas, caprichosas, mudás, in-
capaces de reír, etcétera.
- Naturalmente, el nuevo sistema terminó siendo aprovecha- Mujeres
las propias mujeres para colocarse en los centros de po-
4o p9f odiflciles,
der. Si ellas eran las que legitimaban a los herederos de un nuévo
régime¡ social basado precisamente en la propiedad privada he-
reditaria, ellas podíanidueñarse de las iristiiucionei que regu-
laban ese sistema, sumando en conjunto lo que llamariamos un
matriarcado latente, que en realidad llega hasta nuestros días.
La cultura toda se reorganizó y produjo nuevas creencias y
actitudes, especialmente en los hombres, que veían peligrar su
statu¡. Así surgió la misoginia, enormemenre extendida en to-
das las sociedades de base agraria. La muier Darecerá a los hom-
bres demasiado brava o deñrasiado d¿biÍ, filsa, charlatana, de
poco fiar,-etcétera, etcétera. Ahí aparecerán los cuentos que he-
mos clasificado en el ciclo de las <mujeres difícilesu, tomando
en sentido amplio este adjetivo.
- Podríamos reunir ya un primer conjunto de símbolos, cuya
decodificación es basrante segura:
prlncesa = toda doncella
= todo propietario viejo
hijos de pri..::l = herederos legítimos
hijos de príncipes = herederos dudosos
.Cenicientau y <Blancanieves> = doncellas dudosas
. esposa = poder mauiarcal latente
La oua esfera de problemas derivados.del nuevo régimen La propiedad
w.ial girarí en rorno a los conflictos de la propiedad privada, priaada
que pueden ser de dos tipos: conflictos familiares y conflictos
sociales. Entre los primeros, el más acentuado en ios cuentos
es la falta de descendencia. A causa de ello el matrimonio for-
zará alos dioseb a que se les conceda un heredero, muchas veces
mediante prornbsas descabelladas (aunque se lo lleve más tarde
Cuentos al amor de la lumbre

el diablo; aunque sea muy pequeño, muy pequeño, etc.). La


cara corltraria del problema, pero que significa lo mismo, es que
un maüimonio pobre tenga hijos, pero no los pueda criar. El
Niñ.os conjunto de unos y otros producirá los <Garbancitos>, Juan y
en peligro Medio, El alrna del cura o La casita de tunón (que es el Hdnsel
y Grete/ no maravilloso. El equivalente maravilloso, recuérde-
se, eta Miguelín el aaliente).
De pícaros En cuanto a los conflictos sociales surgidos alrededor de la
y de pob.tes propiedad de la tierra, bien se comprende que su ra'tzhistírica
y ncos no fue otra que el aumento de población que trajo consigo el
nuevo modo de producción aglírcola, mientras la tierra, que no
aumentaba, no podía seguir siendo repartida. Inevitablemente
surgió la clase de los desheredados, que pronro fue mucho ma-
yor que la de los propietarios. Aquí se inscriben casi todos los
cuentos de pícaros, y muy particularme nte Pedro e/ de Ma/as.
Todos los cuentos con un protagonista de matiz picaresco
o con un claro enfrentamiento entre los que poseen y los que
no, los hemos agrupado en el ciclo de <.Pícaros y de pobrei y
ncos>.
Cuentos La caricatura final de esta dialéctica en todas sus formas (las
de tontos de la propiedad y las del sexo, principalmente) motivan los cuen-
tos de tontos, que resultan los más modernos y los más grotes-
cos, como corresponde a una visión popular mucho más segura
de su disentimiento de un sisrema social que todo se lo coniede
al que ya lo tiene todo, y todo quisiera quitárselo, incluso la
dignidad, al que nada tiene. Los tontos de nuesros cuentos con-
centran, pues, los simbolismos negativos de la narrativa popu-
lar. Es hijo varón (no hay cuentos de tontas), y como tal no le-
gitima ninguna herencia; pero además esa herencia no existe ,
ya que además de tonto, es pobre de solemnidad; pero es que
si quiere tener descendientes, no sabe buscar novia; y cuando
consigue casarse, no sabe qué hacer la noche de bodas; por fin,
cuando ya hace vida de casado, estropea los bienes de lJmujer.
El paradigma contrario es la princesa, punto por punto: es hija,
heredera y.con capacidad de legitimar descendencia; es, pues,
rica; y no tiene que buscar novio, porque para eso existe lá ins-
titución de la convocatoria a los príncipes del.contorno, que pe-
learán por su mano, etc. Del encuentro de los dos paradigmas,
deriva la fuerza cómica que denen los cuentos donde un pastor
termina casándose con una princesa (a veces el pastor también
es o tiene aspecto de tonto).
Cuentos
-
Por último, entre las costumbres de estos cuentos quedan
de rniedo todavia algunas muy arcaicas relativas al culto a los müertos,
que hoy parecen atrocidades, pero que de todos modos han si-
do suficientemenre reelaboradas por la propia tradición hasta
adquirir categoria simbólica. Por ejemplo, ciertas prácticas de
antropofagia ritual no han dejado apenas huella, ni siquiera el
retorno de los difuntos a pedir explicaciones, pero de todo ello
hay algo en los <cuenros de miedo> que llevamos al final de los
cuentos de costumbres.

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