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PALABRAS CANDOROSAS
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Sobre palabras candorosas
Palabras candorosas en una una invitación a leer lo erótico a partir de una selección de
poemas de poetas del continente americano del siglo XX cuyos textos han sido editados
en su mayoría por editoriales locales.
La selección realizada es amorosa, pero también arbitraria. Por eso, si tienen algún
poema propio o ajeno vinculado a la temática que les interese compartir durante el
taller, sean bienvenidxs.
Dice Bataille que “la poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a
la distinción, a la confusión de objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos
conduce hacia la muerte. La poesía es la eternidad. Es la mar, que se fue con el sol.”
Para Octavio Paz la relación entre erotismo y poesía es indisociable y por ello se puede
decir que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal. De
acuerdo a sus afirmaciones, la trascendencia del erotismo como modalidad de lo lírico
siempre viene refrendada por su puesta en diálogo del sexo con los roles, expectativas,
funciones y valores de lxs sujetxs en una sociedad históricamente dada.
Sospecho que la poesía es siempre erótica. Cuando leo en voz alta me gusta la forma en
que las palabras retumban en mi pecho. Me gusta la forma en que me dejan sin aire
todos los puntos que saco de las oraciones para asfixiarme. Me excitan las palabras
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urgentes. Leo en voz alta y siento la piel erizada, los pezones desafiantes, la carne hecha
palabra.
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poemario
Adivino en una tarde matinal, dorada. Había solo una nubecita que corría y era
del tamaño de una liebre.
Caían perlitas, diamantes, pulseras y anillos, desde lo alto, desde esa liebre, todo
chispeante.
Traía un velo y venía desnuda; el rostro en óvalo, las manos largas, marmóreas.
El pecho salía del velo con las dos puntas, que él, con sus viejos dedos tocó,
saludó: -Princesa- se le ocurrió decir -de lo mejor- . Ven, acá, y ven para mí.
Ella entró. A la penumbra y a los sillones de oscuros mantos, echando leve
lluvia que traía del aire.
De las piernas se le salía un olor a flores exquisitas. Él detectó geranio. Rosa
roja. Blanca rosa. Cyclamen. Marimonia. Y alhelí…
Había un ramillete allí. Él, presto, agarró el ramo como si lo agarrase y lo llevó
a la nariz. Pero, qué delicia, ay, qué...
En eso se oyó entre las puertas un llamado. Ella se envolvió en la sombra. Entró
el Pariente Joven, Seminarista. Respiró y dijo sin saludar: -Pero ¡qué horror!
-Es la lluvia.
-No, no, sé que es. Las clavelinas del Diablo es...Los claveles de aquél... No me
engaña.
Se santiguó. Hizo una gran cruz. Partió. En los jardines, un tanto, se repuso.
Seguía bajo el oro y la tenue lluvia, al trasluz, andando por racimos de rosas y
rosaledas de uva, sin parar, más con ganas locas de volver y ver y hasta de
participar. Pero, no lo hizo. Siguió a la iglesia y al seminario, que quedaban
lejos y quedaban cerca.
En tanto allá dentro, ella, de pie, salida, echaba flores desde su interior, como
una dádiva, una demostración. Se quitaba de adentro, de entre las piernas, de
allá adentro, flores de diversos colores, y diversas especies, rojas, áureas,
blancas, livianas, gruesas. Las echaba al piso, y él se acostaba en ellas, se
revolcaba y refocilaba, tenso, feliz, muy asustado.
Hasta salió una portentosa dalia, y luego, con trabajo, se sacó una cala gruesa,
con el pistilo áureo, y la echó en el piso, y él se la pasó lentamente por la nariz;
y por otras partes.
Ella estaba de pie y parecía cada vez más alta; el velo o pelo, por el hombro;
con la mano de mármol se cubrió el rostro que, todo, desapareció. Quedaron los
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senos; se constituyó en ellos. Tenían boca entreabierta; eran dentados senos,
tenían lengua, y la movían. Hacían en su interior un Marsala, fino, bravo, como
es este vino, lo echaban, y lo disfrutaban ellos mismos con la lengua.
El invierno es una casa cerrada, sin pintar. Es un altar boca abajo. El descenso a
los infiernos. No la habitual hoguera, sino el piso fracturado; los tablones rotos,
llevan a otro piso igual, y a otro.
Ése desciende a los infiernos con un vestido rojo que tiene ala. No sé quién es.
Ya bajaron dos o tres.
Para siempre, jamás.
En cada puerta sale y crece el lirio blanco; una mano de adentro, por una
hendija, lo saca y lo pone en la olla. Él hierve en el frío, se esponja como nieve.
Por un rato hay hilachas blancas por todo el cuarto.
Dentro de la cama yo ofrezco mi ostra, pequeña, oval, ribeteada de coral, por
donde Juan lleva y hunde su puñal. Que me parte en dos. Después, yo lo abrazo.
Como si no me hubiera querido matar.
***
Pasó un animal. Esa era zona de mucho animal. Había varias mujeres casadas
con bichos. Así se decía. Este, que vino para ella, la miró en los ojos adentro de
la máscara. Mostró el sexo rojo, de un bellísimo rojo, color de coral. Ella se
tentó otra vez. Ya se había acostumbrado a la carne de bicho. Era
más…extraordinaria y más atrevida. El bicho se le puso encima. La tocaba con
los cuernos, le rondó el ano que se entreabría, ofreciéndose y perfumado, vuelto
de grana y seda. Ahí gozó él. Dio unos grititos. Ella sintió un pudor extraño.
Lloraba ascendiendo al cielo. Y muy alto. Casi ya en el último escalón, pisó.
-Llegan murciélagos.
-Mi Dios.
Se oyó un largo rumor como el de una pieza de seda que se rasgara. Apareció
uno, pero se desdobló en varios.
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Ella se puso de costado como si fuera a amamantar. Separó también un poco las
piernas. Quitó la sábana.
Uno se le acomodó en la ubre, otro en la otra ubre, otro se le posó en el sexo,
otro en el ano, que era otro sexo. Y otro en la nuca pero éste no libaba, hacía un
cosquilleo.
Vibró y se hamacó todo junto. El cuerpo y los hongos negros que acababan de
juntársele.
Se estaban haciendo pequeños, interminables, inmensos trabajitos, a cual más
innovador y frutificante.
Muchas veces todo junto dio un profundo Aaaaaay! Aaaaaay! Se revolcó en el
suelo y volvió todo junto a la cama.
Cuando ella no pudo más quiso quitarse el de la nuca, pero fue imposible. Sólo
le sacó un pedazo.
-Ahora-se dijo- es seguro embarazaré. Y tendré que abortar. ¿Por qué habré
venido de vacaciones a la huerta? Habiendo podido ir a Buenos Aires o a ¿por
qué no? Viña del Mar.
Y recordó a su compañera de oficina, Hilda, y a una hermana de ésta, de
nombre Retama, que, por circunstancias idénticas, habían tenido que abortar.
Se adormía -no había nada que lo impidiese- y reaparecía, y en el sueño o
despierta, pasaba lo mismo.
Al parecer se estaba llenando por doquier de huevos chiquitos, de palomas y
otros bichos, de caracol. Había una confusión.
Y empezó a andar el alba y a andar, con los largos velos celestes, la cara en
óvalo de Virgen María, y el cabello rojo penetrando por todo y por la ventana.
De golpe, se sentó.
Los bichos ya se habían ido.
Quedaba uno. el de la nuca; el que estaba muerto y roto.
En Misales (1993)
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Alejandra Pizarnik (1936-1972)
Amantes
una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío.
***
Triste cuando deseo y cuando no. Triste cuando con un cuerpo y cuando no.
Triste cuando con su sonrisa y cuando no.
El deseo de la palabra
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salmodiaba: Si no vino es porque no vino . Pregunto. ¿A quién? Dice que
pregunta, quiere saber a quién pregunta. Tu ya no hablas con nadie. Extranjera a
muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los agonizantes. He malgastado
el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar adentro de las
paredes). Imposible narrar mi día, mi vía. Pero contempla absolutamente sola la
desnudez de estos muros. Ninguna flor crece ni crecerá del milagro. A pan y
agua toda la vida. En la cima de la alegría he declarado acerca de una música
jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el
cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y mis
semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada
palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir
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Susana Thenon (1935-1991)
7.
20.
En Distancias (1984)
Aquí
Clávate, deseo,
en mi costado rabioso
y moja tus pupilas
por mi última muerte.
Aquí la sangre,
aquí el beso roto,
aquí la torpe furia de dios
medrando en mis huesos.
En “Habitante de la nada” (1959)
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Ella
de madrugada
(ella se tocó las manos).
De madrugada, apenas.
Ella recuerda que nada importa
aunque su sombra siga corriendo
alrededor de la noche.
Algo se detuvo en algún momento,
algo marchaba débilmente
y se detuvo en algún momento.
Ella tembló como un sonido
congelado entre los labios de un muerto.
Ella se deshizo como un recuerdo
convocado hasta la saciedad.
Ella se inclinó sobre su respiración
y comprendió que aún vivía.
Se tocó la libertad
y la dejó escurrirse como una pequeña noche.
Se anudó la angustia alrededor del cuello
y recordó su color extraviado.
Ella mordió a ciegas en la oscuridad
y escuchó gritar al silencio.
Y aprendió a reírse
del olor a tiempo que despedía su sangre.
De noche
(ella se cortó las manos).
De noche, apenas.
Ella recoge su pequeño crepúsculo.
Ella sueña en la erección de la rosa.
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Búsqueda
Me acaricio el instinto
y lo largo
junto a los otros perros.
Me duelo,
pruebo la muerte
con la punta del miedo.
Panal
Tu sexo es un panal
donde mil abejas laboriosas
liban una miel que se me queda entre los dedos.
Oración
Silencio.
Cuando ella abre sus piernas
que todo el mundo se calle.
Que nadie murmure
ni me venga
con cuentos ni poesías
ni historias de catástrofes
ni cataclismos
que no hay enjambre mejor
que sus cabellos
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ni abertura mayor que la de sus piernas
ni bóveda que yo avizore con más respeto
ni selva tan fragante como su pubis
ni torres y catedrales más seguras.
Silencio.
Orad: ella ha abierto sus piernas.
Todo el mundo arrodillado.
En Evohé (1971)
Erótica
Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.
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Adrienne Rich (1929-2012)
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Nuestros cuerpos
y lúcida piedad;
Tu espalda
ese color arena,
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la forma en que los huesos se adivinan,
este beso
suave como el algodón
en mi boca
siento un jardín
En Contéstame, baila mi danza (2020)
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tendidas junto a ella, una
de cada lado. Yo
soy el Bufón, la más
pequeña, ruedo en
la cama a los pies de Manita, el piso
enmarañado de ropa. Latigueo mi filosa
lengua sobre Amor. Adoro a
Manita
la Reina
al pie de su cama, las manos profundamente
en las cuevas plegables de Amor y Amor. Manita de rodillas
en medio del Amor.
Manita hablando
con Dios.
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se suelta sobre las cuatro como un viento sobre las verdes colinas aterciopeladas
del Sur.
III
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verdes, envuelta en su piel y pelo oscuros, entrego mi Amor
ardiendo. Gemidos de Manita.
Las manos de Manita
fluyen
delicadas como insectos, ágiles
como peces, frescas como aguas furtivas, el sereno
lago nocturno. Entrego mi Amor a sus manos
ardiendo. Ella recibe mi Amor.
IV
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Sharon Olds (1942)
Más vieja
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cinco años en su bolsillo. Quizás
aún si me muriera, él no me vería fea.
A veces, ahora, bailo
como humo chato sobre una chimenea.
A veces, ahora, creo que vivo
en el lugar donde se hace la bebida solemne, salvaje
de acabar, no estoy todo el día acabando,
pero vivo todo el día en el lugar donde eso se hace.
Dilatado el pezón
Pequeño animal morado
en succión que comba
la lengua
Diente apenas
sensible
presión del hueso
Y el embudo carnal
que envuelve
la acción entera
interna
del cuerpo en su invencible
diástole
Marea
Visillos replegados
los labios
Pezón
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lengua
diente apenas
sensible succión que mueve
la materia
Vesania de placer
o de muerte
Mirar
El latido acelerado
del corazón
Mirar
Los pezones enhiestos
donde vence
el invencible toro
mirar
La yugular henchida
bajo el chupón
Párpados apretados
Nervios enlazados
Latido oculto
De una intensa fantasía
Tras los ojos cegados
mirar
El balbuceo
el alfabeto
el idioma trozado
en digresión genial
Cruzado
por su precisa significación
su pérdida
de significado
puntual
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pujando
a la intemperie
de la historia
Mirar
Suave el ojo
se desplaza
en redondo
Arista
volumen
ripio arriba
va
Su toque elige
tábano y tiza
el cuerpo
el cerco
Aura
que inventa
la gracia imposible
del otro
Convexo
espejo de plata
labio
y mano
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se tienden
se mueren
cercando un espacio
que no ha de cruzarse jamás
Sitiado
el ojo ataca
No quiere mirar
Quiere tocar
Tábano atado a la presa
Tiza que dibuja
detrás
La invisible trama del amor
amarra
lo que es
y lo que es no
Arista
Volumen
ripio arriba
va
Rocinante
en medio de
la red
El texto
el cuerpo común avanza
y elige
la sutileza de la piedra
para ser
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un Pueblo
que cruza la gran distancia
Torsos oceánicos
colas nalgas de pez y de sirena
los pechos
que cruzaron
la niebla del agua
del sueño voraz el cuerpo
la imagen del texto
vivo
partículas que laten
rosa rojo
amniótico
tiempo del mar
sujeto a la gloria
Sólo ésta
Donde cae
el bretel
la bombachita rasgando los talones
el sí
pero no
el ángel mío
mi corazón
el peso
el macizo de pelos
en el centro
que cae
que entra
en mitad del texto
el Pueblo
extiende su gesto
sus torsos oceánicos
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muslos músculos dedos
dientes el morador
el mordedor
avanza
y somos
solos
sólo ésta
la gloria
En Eroica (1988)
Intempesta Nocte
El Magnificat
cae
sobre tus nalgas
Cabalgo
cubriendo de jugo
la grupa entera
El Magnificat
sale de tu boca
Magnífica yegua
que me lleva en su salto
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Cae
disuelta en mí
me deshace
Magnificat
entre tus brazos
Grito
Límite sostenido
Quiebra
Síncopa
que lo lanza
nuevamente
aflautada afinada
ambigua voz
a punto
de quebrarse
o permanecer
en el aire
¿para siempre?
¿vengo?
-del sueño
tenebro
de Kali
de antes
de más
allá
los bajos
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la base
la guitarra pulsada
en armonía lenta
violenta
y el chillido sobre
tiempo
destiempo
grave y profundo
la voz
repite
estoy aquí
rota la orilla
el mar me empuja
me
mí
mirada mortal
dark eyes
dark eyes
lobo
lobo
melos devora
a
tonía
sintonía de la sangre no
hay
nadie
más
masticando
una vaca
de ojos mansos
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a mitad del prado
i come
luz oscura
i fall
luz oscura
you push/me
to the shore of those
repite
y tiembla
shady seas
sí
cierra
batero
barquero
la llaga abierta
Salpica
señora de las tinieblas
la sal en cruz
que desvía
tu tormenta
Espejo en rotación
Coro
de cristales rotos
multiplicados
sobre el aceite
la. seda oscura
de un riff
repitiéndose
la voz
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empieza
En Eroica (1988)
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No quiero
tocar un fantasma
ni quiero
la fantasía cortés
del trovador a su dama
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo
Gesto
de mutua apropiación
instante
donde no se sabe
los límites del tú, del yo
El nombre y lo nombrado
en tersa conjunción que sabe
no durará
y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante
Alegre
relámpago de zarpa
y de mordisco
animal
el más bello de todos
el instinto
impera aquí
Su voz no tiene traducción
Verbal moneda de intercambio
no
Sólo el audaz abrazo, amiga mía,
responde aquí
En Eroica (1988).
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Cecilia Vicuña (1948)
Amada amiga
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"En esta ciudad te encuentro"
"Tú eres esas colinas"
"Tú las pintaste."
Tus dedos son iguales
a la curva de las aletas de la sirena
representada en la alegoría.
Pero no es exactamente esto.
Tú eres de un país con ciudades
de Lorenzetti.
Tú y yo alguna vez
volveremos a esa ciudad.
No sufras porque en este cuadro
dos mujeres se acarician
yo alguna vez te acariciaré.
No te preocupes de que estés envejeciendo,
tú vas a otra clase de tiempo y yo también.
Aliméntate del relato que me haces
de la copa de vino cruzando el umbral.
Aliméntate y enjóyate,
no dejes de soñar con el cuadro.
del maestro de Fontainebleu
donde una mujer le toma a otra un pezón:
durante épocas enteras
nadie soltará tu pezón.
Quiero sufrir
enterrarme en ti,
ahorcarte y hacer un hoyo profundo,
donde te empiece a tapar la tierra
lentamente y ver tus colores
pudrirse bajo el café.
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que tenemos para vernos
y conversar.
Me gustaría ser hombre
para seducirte y obligarte
a que abandones tu casa
y te olvides de todo,
pero esta idea no me gusta.
Separados y solitarios
los hombres siempre están fuera
y nada necesitan con más urgencia
que estar dentro,
probar alguna tibieza,
altas y bajasmar.
Estoy cansada de ti
de tus resistencias
y conciencias.
Nunca te dejas llevar,
me gusta más que no lo hagas,
cuando lo haces
parece que el corazón te va a estallar
te va a florecer
te va a doler.
Es mentira que me haya cansado.
Es de mí que me canso.
Deseo verte nada más
que te enamores de otros
y nunca te apercibas de mí.
Cuando te vistes con camisa de franela
y calcetines de lana
por una semana
y te afeas y avejentas
para morir un poco
quiero estar cuando resucites
y sea una gloria de ojos húmedos
y oscuros.
Quiero ser un indio
que está escondido en las montañas
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y nunca viene a las laderas
porque todo le duele.
Iluminarme con mis propias luces.
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con fiebre
o en épocas de menstruación
te aman muy en contra
de tu voluntad,
si es que tienes voluntad.
Solamente una intensidad
le da poderes a tu vida
y la muerte se ve acabada
por fuentes peludas
y calientes miradas
Qué daría la muerte
porque no tuvieras
esos ojos redondos
ni esos senos
ni esos muslos
ni esos tobillos
para dominarte
envolverte y guardarte
de una vez por todas.
En Sabor a mí (1973)
El centro de la mandala
Besarte no es la solución
que me penetres y langüetees
¡no es una solución!
Mirarte ha llegado a ser más íntegro
que besarte
un beso es poco para mí
un coito es demasiado poco
un coito no sabe contener ni expresar
ni satisfacer mi sentimiento de ti
La vida y la muerte se anudan
y desarman en ti
(...)
En Sabor a mí (1973)
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Irene Gruss (1950-2018)
Pavesiana
Estoy desnuda.
Quieta y desnuda.
No soy un pájaro sino
este cuerpo.
A veces la desnudez trae el pavor.
A veces el pavor no trae nada.
Yo quisiera poder caminar desnuda
y disolverme.
Movimiento
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carpas levantadas,
el viento que lo da vuelta todo.
Mastúrbate
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no un viento sino un timbre
y otro, regular la campanilla,
recién entonces
dilátate como en el parto
lubrica tu vagina, el tubo que
sigue llamando, levántalo, bájalo
introdúcelo
y escucha ahora su voz,
lejana, ajena,
y cierra tus ojos, su boca
tan adentro.
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y no conocimos ni oriente ni poniente,
sino la oscuridad condensándose
alrededor de nuestra luz,
porque tu lengua era mi madre alimentándome
y tu miembro era mi padre.
eras mi figura masculina y femenina a un tiempo.
Eras el vientre materno:
mi boca llena de pechos, lengua, falo,
mi tajo colmado de saliva y músculo.
Los cuerpos reflejaron la gravedad exacta,
la mágica proporción de tus caderas
que sin peso se posan sobre mis huesos.
En este centro de centros
los cuerpos se arrastran, vuelan
o acaso, se deslizan,
como cuerpos celestes sobre vía láctea
como cuerpos terrestres suspendidos
en la unión que prolonga
el espacio prenatal.
Por la savias del amor
emparentamos en un solo cuerpo
por boca y sexo unidos.
Siendo madre, padre,
siendo hermanos también,
en una misma cúpula de agua
donde, aunque de volumen intacto,
nuestros cuerpos terrestres
su gravedad disminuyen.
como en el vientre materno,
como en el pozo del infinito:
humedad y placer.
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José Sbarra (1950-1996)
PLÁSTICO CRUEL
En plástico cruel
(1993)
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Silenciosa.
Ajena.
Socia muda
de lúgubre inconsciencia
Te dejarás coger
como una bestia básica y salvaje
y recitarás fórmulas mágicas
de cómo mantenerse
al margen de la mierda.
Me enseñarás de la soledad
de estar acompañada-
De la vacuidad de la eyaculación.
La inercia
No haré preguntas
mi boca será sellada
Por el olor almizcle
de tu perverso sexo
que no llega hacer casi nada.
Contaré billetes entremezclados
con sueños inalcanzables.
Seguirás tu rumbo de camisa planchada
y casa en el country
Volveré a quedarme sola.
Sola.
Muda.
Arrullada por la incipiente primavera
que recién comienza.
Otoño en mi cabeza.
Invierno entre mis piernas.
Tormentas
a flor de piel.
Sin deberle nada a nadie
Sin que nadie pueda reclamarme nunca nada.
Nunca.
Aún en el final
estando muerta
En Poesía recuperada (2016)
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Oda a la entrepierna masculina
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Si fuera mujer bailaría con mil hombres
la danza del amor entre mil lanzas
de blanco semen y de roja carne
entre mil lanzas de mil hombres
herida de dolores sobrepasada de pasiones.
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Si fuera carne...
Si fuera sangre...
Si fuera viento...
JULIO 2012
En Poesía recuperada (2016)
Si la casa es a estrenar
nadie cojió acá nunca
dijiste, abriéndote el vestido.
Después abrís el
mío. No hay luz pero
no importa: una espalda así
desnuda en la penumbra reluce
como la espuma
que abre en dos
la quilla de un
buque en
el río
de no-
che.
En Ley de conservación (2019)
Cuqui (1977)
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si uno la desdobla es viscosa
y aguachienta
y resbaladiza
pero del derecho
DESNUDA
subsiste
un largo asombro
demasiada tosquedad en mis movimientos
pélvicos/ al recibir la penetración
ella está tranquila sabiendo lo que hace
digo,
tranquila cogiéndome a más no poder
rasqueteándome
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abierto/ estrecho/ reservado/ dudoso/ oscuro
***
se para de culo a mí
apenas se sostiene sobre semejantes tacos
yo ya tengo la pija de goma
en la mano
***
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es mi bonete de húmedas conductas vaginales
sorpresitas y piñatas mordiendonos por igual
maracas
y sexo bien parlanchin
una torta de cumpleaños riquísima!
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En Lavados Vaginales
(2018)
Ioshua (1977-2015)
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tibio esta noche?
¿En qué pecho atorrante romperá a patadas el corazón por
irse al galope detrás de esa camionada de guachos esa tropilla
de chongos esa jauría de pijas esa piara de machos?
Yo no pregunto cuántos son
sino que vayan pasando.
Fede
En marea la chongada
Encara el baño después del partido
Que rían
Que se toquen
Que se jodan.
En marea la chongada
En el baño se amontonan
Que se rían
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Que se toquen
Que se jodan.
En las duchas
Se ríen
Se tocan
Se joden.
Entra el Fede seguro por la izquierda
Gambetea un par de rivales
Entra al área
Se saca el boxer, la tiene medio dura
Se pone al lado del Mauro
Mira fijo
sonríe y
Gol.
Madonna
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Camila Sosa Villada (1982)
Sandro
Hizo algo que ningún otro había hecho: me habló mientras cogíamos. Era
fascinante descubrir, noche tras noche, que podíamos hablar mientras él me
montaba con esa hermosura filosa. Moreno, delgado y bien nutrido. Sus piernas
eran preciosas, su culo era como un templo y sonreía, me miraba a los ojos y
sonreía, mientras yo le hacía jurarme que nunca más saldría de mí, que durante
toda la noche iba a permanecer ahí, en esa iglesia que yo abría para él, una
pagoda caliente donde ponerse a hablar con dios. Y me preguntaba con
sinceridad si me gustaba lo que hacía, si lo quería más profundo o sobre los
bordes, si podía besar aquí o allá, me repetía lo hermosa que le parecía y lo
mucho que deseaba estar conmigo, las veces que se había masturbado mirando
mis fotografías, los lugares en Barcelona donde me haría el amor. Aparecían las
palabras tan blandas, como si las vertiera sobre mi boca, como una humedad
más que venía de su cuerpo. Podía reflejarme en el brillo de su piel como en la
hoja de un cuchillo brillante y fino. Incluso yo me encontré hablando con él,
jugando a decirle que todo eso no me gustaba, que se detuviera, que todo eso me
parecía un despropósito, que nunca me entraría un pito tan grande como ese,
imposible de caber en mi cuerpecito de criolla y él enloquecía y se reía y yo reía
con él y podía adivinar exactamente cuándo iba a acabar porque se ponía
guarro, me decía porquerías como no podría reproducirlas jamás y la piel del
cuello se ponía toda brava, como si quisiera morderlo o absorberlo.
Una tarde hicimos el amor cinco horas seguidas, sin detener jamás el erotismo,
incluso cuando descasábamos un momento, unos minutos. Era urgente la ciencia
de su cuerpo dentro del mío, esa elaboración meticulosa de hipótesis respecto a
mi temperatura y mi textura por dentro. Un bocatto di cardenale, un ejemplar
extraño, muy dañino, muy adaptadito, muy con sus blasones de haber estudiado
en el Colegio Monserrat y sus amigos exitosos con los que jugaba al cricket y
bebía whiskys comprados en los muchos freeshops del mundo donde ponen sus
pies los niños ricos muy viajados. Y, sin embargo, ningún poeta, ningún
candidato calvo de la izquierda, ningún indie millonario de la cultura cordobesa,
me habló nunca de esa manera mientras me hacía el amor. Era comer nueces
confitadas, algo muy dulce y agrio. La carne humana tiene ese sabor. No sé
cuántas veces acabamos ese día, pero sucedió algo que nos detuvo si no tal vez
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hoy seguiríamos en ese entrevero. Desde el equipo de música, en su playlist de
spotify, luego de horas del más exquisito Spinetta y charly y algunos maestros
del remix, aulló el polaco Goyeneche ese tango espantoso que dice “lástima
bandoneón mi corazón su ronca maldición maleva” y yo me convertí en estatua
de sal con semejante cursilería y nos detuvimos los dos, con el aire dentro y nos
reímos mucho y ya nos duchamos y nos fuimos a beber cerveza. Helados para
siempre por el lamento del Polaco.
Pasaron los años y no conocí a otro hombre con quien poder jugar un poco con
las palabras haciendo la cosa mala, como quien dice. Nunca más un amante
conversó y rio conmigo mientras teníamos sexo. Y él fue asimilado por la gran
absoluta nada que es el mundo de los hombres, que se casan para olvidarse
dónde y con quién la vida les ardió un poco.
En La novia de Sandro
(2020)
Yo soy el caballo
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Ariana Reines (1982)
Cuando
te hacés la paja todo el día,
¿alguna vez te visualizás
a vos mismo en el planeta?
¿Alguna vez te sentís
ubicado en una geografía cuando cogés?
¿Alguna vez te sentís tan
singular, una emergencia,
enorme o diminuta
pero absolutamente precisa
de quién y qué
sos? En proporción
exacta a vos mismo
tan grande como tu limitación
te permite llegar, sin excesos,
y en medio de tantas
sensaciones ¿alguna vez
sentiste que podrías estallar en
pedazos?¿No sólo por sentirlo
sino también por el terrible hecho de saberlo?
¿Alguna vez el sexo
te hizo sentir tan específico
y solo, Jake, que se te podría romper
el corazón?
***
¿Te acordás
esa vez que te pregunté
si querías que nos encontráramos
en el baño
en cuarenta minutos?
Te miré por la ventana
vi que salías del aula
y te dirigías al otro edificio,
donde estaban los baños.
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Yo estaba húmeda y feliz. Unas
nubes blancas se habían instalado
sobre la montaña.
Cuando finalmente logré escaparme
de Alain Badiou, que estaba
explicando algo
sobre la teoría de conjuntos y emitiendo su típica risa
obscena,
esa extraña eyaculación que le sale de la boca
cuando habla como un hombre seguro de tener razón
y saca la lengua casi jadeando,
el corazón me latía rápido.
Entramos en un baño
y vos me empujaste contra la pared
y todo era posible
tu pija creció en mi mano
y te la chupé
y acabaste.
En Cœur-de-Lion (2017)
Sólo sexo
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violento)
sólo ajuste de cuenta, sólo viajes
a los sitios
más exactos
sólo sexo, sólo pedazos de cuerpos
ardiendo
en el contacto
sólo metamorfosis, sólo travesías
e improvisos
sólo ser lo que se adentra, sólo entradas
y salidas
sólo confusión de pierna y
pensamiento
sólo conocimiento y desastre
sólo estremecimiento y calma
sólo la espera
eléctrica
sólo navajas y relámpagos
sólo sexo, sólo caída hacia
lo alto
sólo sembrar para
nada
sólo gestos gastos
a locas, sólo interrupción y silencio
sólo bocas
recibiéndose
sólo vueltas alrededor
de un pequeño sol
oscuro
sólo huecos
bruscos
sólo dos relojes
jadeantes buscando
ajustar la mecánica dulce
y bruta de sus gestos
sólo la difícil belleza y respiración
sólo un nombre tropezándose
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en otro nombre
sólo el espacio entre
cigarrillos
sólo lumbre
sólo el acontecimiento súbito
de una mínima canción
sólo roce de fueras
y dentros
sólo comuniones
de ecos
sólo fuerzas
sin combate
sólo sexo
Y ella experimenta un
temblor de aversión, momentáneo, al darse cuenta
de la sustitución inesperada. Pero enseguida se deja
arrastrar por la sensación
de placer que invade su cuerpo en contacto con la
sorpresa.
Lidia, con su rostro jóven de mulata, su cuerpo
suave y rollizo,
su piel sedosa. Piel que ella sólo conoce por las
fotografías que le mostrara Ruda, solemne y
delicado, una de las tardes en que se habían
encontrado para hacer el amor. Son de Lidia
las manos que ahora suben y bajan por sus muslos
de Lidia los senos pesados que tropiezan en sus
nalgas, presionándolas
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mientras la lengua sabia sube y baja y azota,
atacando a la mujer con la astucia de quién sabe
bien lo que hace, ya por haber estado allí también,
ya por haber tenido a alguien que
hiciese eso con ella, por ella.
Como quién
acompaña, de
afuera, un partido de fútbol, sus ojos almendrados,
sus pestañas extremadamente largas, contemplando
el juego (¿la pelea?), el impacto entre aquellas dos
mujeres: ella, ésa, la mujer blanca, rubia, madura,
su antigua amante, su profesora, y Lidia, aquélla, la
negra joven, sonriente, rolliza la madre de sus
hijos, su legítima mujer.
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Y es en el vaivén entre la
escena
real, reconocida, en el ahora del medio de la tarde,
y aquella visión imaginada, extranjera, que se
impone y le invade, que su cuerpo llega al fin - y
todo explota, se expande, se precipita y entonces se
ralentiza, con una dulzura reconocida que la devora
en el silencio y apaga cualquier vestigio del
espacio, tiempo; como si desde el centro de su
cuerpo se soltase alguna cosa irreversible y se
extendiese hacia todas las direcciones.
Pintó la gula
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lo que yo digo es otra cosa
es volar la cabeza
con este mismísimo cuerpo
o hacer las paces
para la masa una llama,
para la carne otra llama
y así
un festín de cuero crudo,
una hoguera en el medio,
una ronda,
conmigo bailando.
Intransferible
mirada dura del deseo,
la tuya: durísima
durísima.
II
Música nocturna
de toda la fiesta. Yo,
tan blanca, no comprendo
la negrura de mi danza
¿quién seré en esta noche
mágica?
III
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Irizaba mi piel y las tiritas salían solas
y mostraban qué tan negra negra negra
puedo ser.
Se agita el aire
alrededor de mi cuerpo
girando
con el eje de su mano.
Se enturbia el espacio:
la contención
de mi cintura en su abrazo.
Se activa el tiempo,
el reclamo de la
mirada. Del llamado
selvático del sexo,
El humo dibujaba
un demonio con tu cara
tan otra
como nunca
había visto. Invencible
ante la furia,
el vértigo,
el fuego.
Tu cara
devoradora.
Tu cuerpo
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piel
que digiere, absorbe y
caga una mierda aséptica,
sabrosa,
nutritiva.
Diablo devorador
de luces
de música
de pieles blancas.
Poshitsa ( 1984)
Me la voy a devorar
como un animal
a tragar sin respirar
ahogarme en ese manjar vivo
que me quema la boca.
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Alex (1992)
Día 6 sin internet
Adentro
en el fondo de ojo de la cueva
ella estaba esperándome
sentada
sobre un montículo de tierra
sus ojos
antiquísimos
diamantes
se abrieron paso en la oscuridad
y pude verlo todo:
en las paredes
estaba escrito
mi nombre
en sánscrito
y ella,
cómo explicarlo
ella
cuerpo de santuario
me invitó a abrazarla sentí
me fue hundiendo
entre
sus
piernas
bebí
del vertedero
su ofrenda
y qué gustosa
qué fresca era
ahora
cómo decirte
salir del centro de sus caderas
hacia la superficie del aire
habitar el mundo, otra vez
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charlar con sus gentes
pavonearme junto a esas chicas
y sus chiches modernos
de la capital
me resulta
impropio
acá
es cálido y hay agua
suficiente
para sobrevivir
todo el verano
a veces
entra el sol y lo evito
por miedo
a que tanta lucidez
pueda dejarme ciega
En El cero es un número natural (2020)
No sé bien qué
No sé bien dónde
No sé bien cómo
Barra teta barra
Barra culo barra
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Rayas rayas rayas
Diego el grandote
Iván el narigón
Ian el rockerito
Quiero ser su pollita
En el gallinero
Pío Pío Pío
Pío Pío Pá
Escondo mi pitito
Creerás que soy chica
Yo quiero jugar a
Que toquen a tocar
Ni un primo ni amiguito
Ni un padre ni un vecino
Tóquenme acá atrás
Dale Dale Porfa Ya
Me te me la
Me te me la
Bien qué ¿dónde va?
¡¡QUIERO SABER!!
Como mi perra Panchita
Con el peluche frotar
Hasta el tin tin cosquilleo
¡¡¡QUIEROSABERRR!!!
Pata Pataleo
Quiero saber lo que quiero
Todo es Adán y Eva o la flor y la abeja
O mamá y papá y la puta cigüeña
Quiero saber qué más pasa cuando dos pitos se besan
En Diablada (2020)
Papachongo
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Lo hicimos
rico
rico
rico
aquella primera vez
Papachongo
Mordías mi nuca y me la creí al cien
Te acuestas con él
con él
y con él
con otro
y con cien
¿Pero qué es lo que queda entre nosotros?
Yo sólo quiero
Penetración
Polvito
vicio
vicio
vicio
te endurece al revés
Papachongo
Dura tu polla si en la noche somos tres
Te acuestas con él
con él
y con él
y yo con María
Cristo
y Lucifer
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¿Pero qué es lo que queda entre nosotros dos?
Yo tan sólo quería
Penetración
Quiero matarme
Bajar al infierno
Ahí condenarme
Con todo ese drama
Que me engalana
Rompo el florero
Corto tu llamada
Te acostarás con él
con él
y con él
Seré ángel azul pero ya estaré bien
¿Por qué me hiere tanto esta separación?
Si a mí no me dabas
Penetración
Pene y traición
Pena y telón
En Diablada (2020)
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Francisca Lysionek (1997)
la zona de penetración
está parcialmente nublada
por las comisuras
la baba chorrea
masticó el embutido
quedó melancólica
extraña el modo
de hacer las cosas
en soledad podés meterte
el alimento
como más te guste
condimentarlo
sin necesidad de esconder
las partes de tu cuerpo
que no te gustan
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La nutricionista dijo que tengo sobrepeso
ojo con las estrías blancas
-my first worst enemy-
ya no soy criatura
que no puede hacerse
cargo de sus actos tengo
que dejar de freír el alimento
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NO TODO ES EROS EN ESTA VIDA (PERO CASI)
Lo erótico está en mí muy pegado a la muerte. Muero cada vez que el deseo, fugaz, se
extingue. Muero muchas veces. Y encuentro en la muerte la continuidad de una
existencia ondulada que toma múltiples formas: como escritora, como fotógrafa, como
directora de cine triple equis. Desde estos lugares experimento y pongo en crisis mis
modos de hacer, desear y vincularme y los modos en que éstas dinámicas se construyen
en lo colectivo.
Además me gusta viajar y vivir en distintas ciudades, leer poesía en voz alta y filosofía
a escondidas y cocinar para mí y para mis amigues. Estudié económicas en UBA,
sociales en FLACSO y ahora Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las
Artes. Actualmente trabajo en gestión cultural, política social, doy clases de lengua y
literatura para adultos y varias otras cosas para sobrevivir. También soy súbdita de
@diana_._perfume, para quien escribo, produzco y dirijo pelis porno.
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BIBLIOGRAFÍA
Garay, Natalia. Pintó la gula. Ilustrado por Javier Solari. Paraná: La ventana
ediciones, 2021.
Larsky, Dorothea. Pájaro del trueno. Traducido por Valeria Meiller. Buenos
Aires: Triana, 2016
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Pizarnik, Alejandra. Poesía Completa. Edición de Ana Becciu. Barcelona:
Lumen, 2000.
Sbarra, José. Plástico cruel. Florencio Varela: Dagas del sur, 2017.
De la introducción
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