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CUENTO: LA GALLINA DEGOLLADA

La familia Manzini Ferraz tenía 4 hijos. Estos pasaban todo el día sentados en un tronco que estaba en el patio
de la casa, tenían la lengua entre la boca, los ojos estúpidos, y siempre mojados los pantalones de tanto
babear.

Recordando tiempos atrás, Berta y Manzini esperaban su primer hijo, el cual llegaría trayendo felicidad a los
esposos. Después de haber nacido el niño, al vigésimo mes enfermó y trajeron al doctor quien examinó al niño
y no encontró ninguna enfermedad en él.

Manzini preguntó si podía ser una herencia, el doctor le dijo que en la madre no hay más que un pulmón que
no sopla. Cuando el niño empezó andar era torpe, no sabía distinguir el peligro, siempre se daba golpes en las
cosas que podía haber en su paso, no sabía sentarse, ni cambiar de sitio.

Berta y Manzini estaban angustiados por tal suceso en sus vidas, así que para recuperarse de este mal
momento decidieron tener un segundo hijo. Al nacer el segundo hijo, nuevamente parecía renacer el amor,
pero de pronto a los dieciocho meses enfermó con convulsiones y quedó igual que el primero, todo idiota sin
inteligencia.

Los esposos pasaban sus peores momentos. Pero Nacería el tercer hijo el cual fue esperado con ansias, pero al
nacer fueron mellizos y padecieron la misma enfermedad que el primero y el segundo. Los cuatro hijos, lo
único que sabían hacer es mirar muchas veces el sol ocultarse tras del cerco de la pared que tenían en su casa,
e imitar al sonido del tren eléctrico que pasaba. Eran cuidados por María la sirvienta, quien les daba de comer.

Berta y Manzini tendrían una hija, a la cual pusieron por nombre Bertita. Los padres estaban angustiados por
que podría padecer la enfermedad de los otros cuatro, pero no, Bertita no se enfermó. Y era la consentida, le
daban de todo, hasta que un día enfermó de meningitis y empezó el pánico a reinar en los esposos. Manzini
desesperado empezó a andar de un lugar a otro, su esposa le dijo que no estuviera así, más él le dijo que es
una víbora y ella le respondió que sus padres no son como los que ella ha tenido, y Manzini dijo mis padres no
han muerto de algún mal como los tuyos.

Entre tanto que discutían, la niña despertó, la indigestión había desaparecido y selló la boca de los dos.

En la mañana siguiente Mandaron a degollar la gallina a la sirvienta. Entre tanto que la sirvienta mataba a la
gallina en la cocina, los cuatro idiotas estaban detras, mirándola fijamente. Los idiotas fueron sacados de ahí.

Los esposos decidieron salir a pasear con la niña ya recuperada. Mientras volvían a su casa, decidieron pasar a
saludar a sus vecinos. Y en ese momento Bertita logró que sus padres se descuidaran para adelantarse a la
casa.

Los cuatro idiotas veían como Bertita trataba de subir en el cerco, sobre una caja de kerosene. En eso que
Bertita estaba a punto de caer para el otro lado del cerco, la tomaron de la pierna y Bertita comenzó a llamar
¡ay mamá!, mamá, papá, pero nada pudo salvarla, cayó en el piso.

Uno de ellos la tomo del cuello, los otros de las piernas y la arrastraron hasta la cocina, y ahí la asesinaron
como a la gallina que asesinó la sirvienta y que ellos habían visto.

Manzini al llegar a su casa, mientras su esposa iba a dejar el sombrero, él comenzó a llamar a Bertita, pero al
no oír respuesta el pánico se apoderó de él. Al pasar por la puerta de su cocina vio un charco de sangre, abrió
la puerta y lanzó un grito de horror, su esposa al oír el grito corrió y Manzini le dijo no entres.

Ella alcanzó a ver el charco de sangre y se colocó las manos en la cabeza. Todo terminaría con la muerte de su
única hija.

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