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El feminismo ha creado progreso…

Pero no sólo eso


Kate Zernike

Youngstown, Ohio, 21 de marzo de 1998 (Boston Globe) Tres décadas después que el despertar
del feminismo cambiara para siempre el lugar de trabajo y los hogares estadounidenses, la
segunda ola de la revolución del género ha arribado: el masculinismo.
La Marcha del Millón de Hombres y los 'Promise Keepers' aglutinando el National Mall
en Washington fueron apenas sus más públicas representaciones. Menos visiblemente, puede
distinguirse en paneles en varios estados, comisionados para estudiar la condición masculina; en
revistas en Internet tales como MenWeb y Backlash.com que rastrean el sexismo contra los
hombres y en los dos millones de padres que se quedan en casa y que están formando redes para
desafiar las suspicaces miradas de las madres en los jardines infantiles del país.
El nuevo masculinismo también puede observarse en el creciente poder del movimiento
de padres divorciados después de años de estar al margen. Y fue en este pueblo manufacturero
centro-occidental donde la Asociación de Estudios de Hombres de los Estados Unidos sostuvo
su convención anual el pasado abril. Jóvenes académicos con rígidas chaquetas asentían
atentamente con la cabeza conforme otros presentaban textos sobre tópicos tales como las
heridas del niño y la forma en que los hombres son estereotipados en las páginas de la revista
Cosmopolitan.
Hoy día, por lo menos 500 universidades ofrecen cursos sobre los hombres y la
masculinidad. Y después de años de estudiar cómo las escuelas les fallan a las niñas, un
impresionante cuerpo de investigación argumenta que quienes más sufren son los niños.
Los hombres están peleando contra un amplio sector del movimiento de mujeres que -
según se quejan- a menudo pinta a todos los hombres como de mala conducta, como padres
irresponsables, y que ha convertido la palabra 'hombre' en una palabra obscena.
A la vez que aumentan las denuncias por acoso sexual y las rencillas entre los sexos,
igualmente crecen la confusión y la exasperación. En una página en Internet, alguien se lamenta,
"¿Es que no podemos llevarnos bien? ¿Es que no podemos conseguir una cita?"
El gobierno está tomando nota de las luchas de los hombres, y Hollywood también lo
está haciendo. El Congreso está considerando otorgar este año $2 mil millones para programas
de "Los padres cuentan" y los estados le siguen los pasos con comisiones sobre la paternidad.
Cinco programas televisivos tienen como protagonistas padres solteros, y entre dos películas de
contenido violento, Arnold Schwarzenegger hizo el papel de un hombre embarazado en
"Junior".
El masculinismo va desde la misoginia abierta hasta la introspección honesta. Entre
estos dos extremos, denota una creciente frustración en los hombres estadounidenses.
"Hemos tenido la primera ola, que fue el feminismo, y definitivamente no ha concluido,
pero va en ese camino", dice William Pollack, cofundador del Centro para Hombres del
Hospital McLean en Belmont, Massachusetts, creado hace tres años. "Para los hombres, es un
comienzo. Los hombres están tratando de actualizarse. Si vemos todas estas cosas desde lentes
separados, parecen un puñado de granos de arena. Si damos un paso atrás, vemos que han
surgido de masivos cambios económicos y sociales. Son respuestas a los cambios en las
mujeres, y son la segunda ola de la revolución. Algunos podrían querer retractarse, no avanzar.
Pero esto, en todo caso, provocará un cambio fundamental".
Para percibir hoy la ansiedad masculina basta observar las chispas que vuelan en torno a
las discusiones sobre los escándalos sexuales de Clinton, o al abogado de Boston que hizo una
demanda para poder ingresar a un gimnasio exclusivo para mujeres. En la más cínica versión de
la vieja pregunta, los hombres preguntan: ¿Qué quieren las mujeres - igualdad de oportunidades
o privilegios especiales? ¿Y cuáles son hoy día, exactamente, las reglas apropiadas para las
relaciones en la oficina?
Sin lugar a dudas, las mujeres han conseguido logros importantes. En 1970,
conformaban apenas el 37 por ciento de la fuerza laboral y ganaban 62 centavos por cada dólar
que caía en manos masculinas. Ocupaban el 19 por ciento de todos los puestos administrativos,
mientras los hombres eran los principales proveedores del sustento para el 70 por ciento de las
familias. Actualmente, las mujeres son el 46 por ciento de la fuerza laboral y ocupan el 44 por
ciento de los puestos administrativos de la nación. Ganan 75 centavos por cada dólar de los
hombres y la norma son las familias con dos ingresos. El porcentaje de mujeres que ganan más
que sus esposos ha aumentado a 23 por ciento, en comparación con menos del 5 por ciento en
1970.
Por supuesto, desde cualquier medida estadística, los hombres aún están adelante de las
mujeres. El informe de la Comisión Federal del Techo de Cristal revela que los hombres ocupan
el 95 por ciento de los puestos administrativos en las compañías del grupo Fortune 500.
Aunque los hombres aún detentan el poder, el masculinismo tiene sus raíces en un
sentimiento de impotencia. Si los hombres ya no son los únicos proveedores económicos,
¿entonces qué se supone que deberían ser? Si bien el feminismo creó opciones para las mujeres
en el ámbito laboral, las instituciones y los estereotipos a menudo dificultan que los hombres
tengan una participación comparativa en la familia. Actualmente, todo aquello que los hombres
fueron criados para ser inspira un disgusto colectivo: la protección es paternalista, el poder es
opresivo, mientras que ser fuertes y silenciosos conlleva el riesgo de ser acusados, en el léxico
de Venus y Marte, de "meterse en la cueva".
"Tanto ha cambiado en los últimos 30 años. Muchos hombres que iban por la vida sin
prestar atención al movimiento de mujeres sienten que han despertado en el medio de una
película", dice Rob Okun, director asociado del Centro de Recursos para Hombres, que ofrece
consejería en Amherst, Massachusetts. "El panorama en el que hoy camina el hombre
convencional ha cambiado completamente".
"La masculinidad está en crisis", dice Pollack. "Los hombres ya no saben qué significa
ser hombres. ¿Es el antiguo papel tradicional del proveedor, el nuevo papel del hombre sensible,
o algo en el medio?"
Al igual que cualquier grupo que lucha por los derechos civiles, los hombres se están
organizando.
Todo movimiento de hombres que haya existido a finales de los sesenta y principios de
los setenta se alió con las mujeres. Los grupos de concientización declararon el apoyo de los
hombres al feminismo, deseosos de reducir los privilegios masculinos.
Hoy día, el movimiento de hombres se ha dividido en varias facciones, pero todas
comparten la atención a la incertidumbre acerca de los roles masculinos.
Movimientos con bases conservadoras y religiosas, como los 'Promise Keepers' y la
Marcha del Millón de Hombres, animan a los hombres a reafianzar sus roles tradicionales como
proveedores. Seguidores de Robert Bly -cuyo arribo al tope de la lista de los libros más
vendidos a principios de esta década fue el signo inicial del renacimiento del movimiento
popular de hombres- aseguran que el feminismo ha suprimido de tal manera su energía
masculina que los hombres deben retraerse en los bosques para recuperarla. Luego están los
grupos por los derechos de los hombres y, al otro extremo, los grupos profeministas - estos
últimos, en solidaridad con las mujeres. El tono difiere, pero sus argumentos son básicamente
los mismos.
Sí, la sociedad restringió a las mujeres por muchos años, pero esos mismos valores han
atado a los hombres a sus roles como agresores. Ante los argumentos de las mujeres en relación
con los techos de cristal y las brechas en los salarios, los hombres dicen que ellos presentan
tasas más altas de alcoholismo, de abuso de drogas y enfermedades relacionadas con la tensión.
Tienen más probabilidades de abandonar la universidad y -el principal techo- fallecen siete años
antes que las mujeres.
Con todo esto como marco de referencia, los estudios de hombres buscan igual tiempo
junto a los estudios de mujeres.
El número de programas para hombres ha aumentado más de diez veces desde 1984.
Aunque por lo general provocan risitas casi obligatorias en los departamentos de estudios de
mujeres y en círculos feministas, los currículos de estudios de hombres están ganando
legitimidad. La Universidad de Pennsylvania cuenta con un programa. Las Universidades del
Sur de California y de Minnesota se jactan de tener pioneros de los estudios de hombres en su
facultad. Hace un año, Hobart College, en Geneva, Nueva York, se convirtió en la primera
universidad que ofrecía un posgrado en estudios de hombres. Y la Universidad de St. John, en
Collegeville, Minnesota, ofrece no solamente cursos en estudios de hombres, sino una serie de
conferencias para hombres, grupos de hombres, un grupo de reflexión de hombres
afroamericanos y viajes de estudios de hombres para los alumnos.
A diferencia de los estudios de mujeres, que primordialmente perseguían establecer las
contribuciones de las mujeres en los ámbitos dominados por hombres, los estudios de hombres
se encargan más de la pregunta desde hace tanto tiempo planteada por las mujeres: ¿Por qué son
los hombres como son?
Los currículos examinan los ideales para los hombres a lo largo de las eras -desde John
Wayne hasta Alan Alda- y cómo la cultura refleja los cambiantes modelos de masculinidad y las
luchas de los hombres. "Muerte de un vendedor" se ha convertido en favorito, con su
presentación de la relación entre padre e hijo, un hombre esforzándose por conservar su
dignidad de cara a la lucha económica. Muchos alumnos también leen la crónica sobre Vietnam
de Tim O'Brien, «The Things They Carried» ("Las cosas que llevaban") y el estudio de David
Mamet sobre el machismo en el ámbito laboral, «Glengarry Glen Ross».
En Hobart, los alumnos miran "Deliverance" y entrevistan a sus padres y abuelos acerca
de sus conceptos de masculinidad y cómo han cambiado; escriben textos que responden la
pregunta, "¿Qué es difícil acerca de ser hombre?"
"Cuando eres la norma, no eres consciente que tienes una particularidad, que eres
hombre y no solamente un ser humano", dice Stephen Boyd, profesor de la Universidad Wake
Forest y director de la asociación. "Estamos mirando nuestra particularidad de la misma manera
en que lo han hecho el movimiento de mujeres, el de derechos civiles, el de la emancipación
homosexual. Es como el antiguo proverbio: Los peces son los últimos en ser conscientes del
agua"
El hermano menor de los estudios de hombres, la investigación sobre el niño, también
está experimentando un brote de crecimiento con la publicación de cuatro libros que aspiran a
ser la contraparte Hamlet para la más aclamada crónica de los problemas de la niña,
"Reviviendo a Ofelia".
Cuando la Asociación de Mujeres Universitarias de los Estados Unidos produjo "Cómo
las escuelas les fallan a las niñas" en 1992, las escuelas empezaron a capacitar a su personal
docente para que dieran a las niñas la atención que no estaban recibiendo y elevaran sus
habilidades en matemáticas y ciencias a los niveles de las de los niños. Un año después, con un
informe acerca del acoso sexual en las escuelas, se concentraron en hacer menos hostiles los
pasillos de los establecimientos educativos.
Sin embargo, nuevas investigaciones sugieren que los niños se quedan más rezagados
en lectura y escritura de lo que las niñas en matemáticas y ciencias. En su libro «La maravilla de
los varones», Michael Gurian señala que los niños tienen el doble de probabilidades de las niñas
de tomar Ritalina o de estar en clases de educación especial debido a mala conducta. Las niñas
obtienen más A's. Los niños tienen más probabilidades de abandonar la secundaria. El nuevo
libro de Pollack, «Verdaderos niños», basado en investigaciones en la privada Escuela
Secundaria de Belmont, apunta que los niños tienen menos probabilidades de asistir a la
universidad. Y Carol Gilligan, la profesora de Harvard cuya investigación dio voz a las niñas en
los años ochenta, ahora da conferencias sobre los problemas emocionales de los niños en la
escuela primaria y dirige un proyecto de investigación sobre niños.
Líderes tanto de los estudios de hombres como de niños insisten en que son
profeministas, a la vez de ser "pro hombres". Pero las personas involucradas también están
notando un cambio conservador, y hasta reaccionario, en las organizaciones de hombres.
Aunque la conferencia de este año de la Asociación de Estudios de Hombres de los
Estados Unidos incluyó textos sobre mujeres como mentoras para los hombres, también incluyó
uno que argumentaba que si las mujeres quieren una verdadera igualdad, deberían estar de
acuerdo con la obligación de participar en combates.
"El clima político es tal que la gente no quiere que se le perciba como anti-mujer", dice
Bret Burkholder, consejero de la Universidad de Pierce en Tacoma, Washington, quien estuvo
en la conferencia de Youngstown para presentar un texto titulado "Especie en peligro: Alumnos
universitarios en riesgo". "Entonces, ¿quién está verdaderamente oprimido? ¿A quién se le está
diciendo, en realidad, que se calle y se mantenga en su lugar? Muchos hombres están
empezando que éste no es el ámbito del privilegio masculino".
La línea entre los estudios de hombres y los derechos de los hombres se hace cada vez
más fina. Warren Farrell, a quien Gloria Steinem elogió cuando él escribió «El hombre
liberado» en 1975, hoy se ha convertido en el ícono del movimiento por los derechos de los
hombres con libros tales como «El mito del poder masculino», escrito después de su conversión
a la creencia que mientras el feminismo ha liberado a las mujeres, también ha oprimido a los
hombres.
En Internet está aumentado la facción iracunda del movimiento de hombres, con
innumerables páginas a su disposición. Luego de ser despedido de Microsoft por un cargo de
acoso sexual, Rod Van Mechelen sonríe desde la página editorial de Backlash.com,
regodéandose en su notoriedad como el Steinem del movimiento de hombres. Su revista incluye
una tabla del contenido de su libro «Lo que todo hombre debería saber sobre los asuntos
feministas» ("Iniciando relaciones: ¿Cuándo compartirán las mujeres la responsabilidad?" y
"Revolución sexual: Pocos hombres se han beneficiado").
MenWeb incluye entrevistas con Farrell y Christina Hoff Sommers, profesora de la
Universidad de Clark y autora de «¿Quién se robó el feminismo?», así como jubilosos
comentarios sobre de libros escritos por mujeres que critican al feminismo.
Aunque los adherentes de los estudios de hombres aseguran que no pretenden crear otra
clase de víctimas, esto aparentemente no le preocupa a la mayoría de los grupos por los
derechos de los hombres. Una muestra de sus agravios: a los hombres se les otorga la custodia
infantil solamente en una fracción de los casos de divorcio, la investigación del cáncer de
próstata recibe sólo una sexta parte del financiamiento asignado para investigación del cáncer
mamario, y a los hombres se les aplican condenas en prisión más largas que las de las mujeres
por ofensas similares.
Su activismo va más allá de la pantalla de la computadora. Argumentando que los
hombres se han convertido en desechables y apenas un cheque adicional para las mujeres, un
grupo de hombres protagonizó una quema de billeteras en San Francisco a principios de este
año. Defensores de hombres en New Hampshire, entre otros estados, aprobaron una ley que
establece una comisión sobre la condición masculina. La Coalición Nacional de Hombres Libres
patrocinó en noviembre un Día de Carrera del Niño en la empresa Lucent Technologies en
Chicago. Patrocinado por Lumen, el grupo de defensoría de hombres de la compañía, el evento
imitaba el Día para Llevar a Nuestras Hijas al Trabajo que se ha celebrado en corporaciones en
todo el país desde hace cinco años.
En el mundo de los derechos de los hombres, una omisión rápidamente se convierte en
prejuicio. Y ninguna omisión deja de tener consecuencias: en Massachusetts, un grupo de
hombres ha iniciado una campaña de firmas en contra de un anuncio televisivo de Dunkin'
Donuts en el que no aparece ningún hombre, amenazando con un boicot si los nuevos
comerciales no incluyen hombres en "una forma altamente positiva".
"Las mujeres han pasado mucho tiempo preparándose para un mundo diferente. Los
hombres no lo han hecho", dice Michael Kimmel, autor de «Manhood in America» ("La
masculinidad en Estados Unidos") y líder en estudios de hombres. "Los modelos siguen
cambiando. Miras a muchos hombres tratando de aferrarse a algo más. Pero no sabemos qué
queremos ser".

Título original: Feminism Has Created Progress, But Man, Oh, Man, Look What Else

Traducción: Laura E. Asturias (Guatemala), leasturias@quetzal.net

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