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EPISTEMOLOGÍA GENERAL U3
1. DEFINICIONES PRELIMINARES
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2. VERDAD Y VALIDEZ
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pone en relación es verdadero. Siguiendo este ejemplo, uno de los significados que
podemos darle es que habremos cumplido la promesa con nuestro hijo o sobrino si lo
llevamos al cine (aunque no lo llevemos al teatro), si lo llevamos al teatro (aunque no
lo llevemos al cine) o también si lo llevamos al cine y también al teatro (puesto que
una interpretación posible, la que hace de esta una disyunción inclusiva, es que nos
comprometimos a hacer al menos una de las dos cosas, pero no excluimos la
posibilidad de que se den ambas). Pero en este caso hay tres posibilidades que hacen
verdadero al enunciado, y no solo una como en el caso de la conectiva “y”. Así
entonces, podemos pasar en limpio cómo funcionan en nuestro lenguaje estas
primeras dos conectivas veritativo-funcionales; como ya adelantamos, este
funcionamiento se limita a cómo ellas determinan las condiciones de verdad de los
enunciados en los que ellas aparecen. Vamos a hacer esto por medio de lo que
llamamos “tablas de verdad”, que son cuadros de doble entrada por medio de los
cuales podemos determinar cuál es el valor de verdad (“verdadero” o “falso”) de un
enunciado complejo a partir de los posibles valores de verdad de los enunciados que
lo componen. Veamos el caso de la conjunción, es decir, de la utilización de “y”:
¿Qué quiere decir esto? Lo hemos visto ya intuitivamente: el enunciado “Llueve y hace
frío” va a ser verdadero solo en el caso (valuación 1) en que tanto “Llueve” como
“Hace frío” resultan verdaderos. En los otros tres casos (esto es, cuando el primer
enunciado es falso y el segundo verdadero, cuando el primero es verdadero pero el
segundo es falso, o cuando ambos son falsos) “Llueve y hace frío” va a resultar falso.
Pero no tenemos lo mismo con el caso de la disyunción inclusiva, es decir, el caso de
los enunciados con “o”, interpretados de modo tal que son verdaderos cuando al
menos uno de los dos enunciados que lo forman es verdadero también. Pasemos
nuestro ejemplo a la forma de una tabla:
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Como notamos, aquí el enunciado disyuntivo es verdadero en los primeros tres casos,
es decir, en las valuaciones 1, 2 y 3.
Ahora bien, ¿no usamos también la disyunción en un sentido “exclusivo”, es decir, de
un modo tal que queremos decir que se será verdadero uno de los dos enunciados
que ponemos en relación con la “o”, pero no ambos a la vez?
Pensemos un caso como “Todas las hamburguesas estarán acompañadas de una
guarnición de papas fritas o ensalada”. Es posible que si soy el encargado de un
restaurante dándole indicaciones a los otros empleados, quiera indicar con este
enunciado que los clientes tendrán derecho o bien a una guarnición de papas fritas o
bien a una guarnición de ensalada, pero no a ambas; si los otros empleados sirven
papas fritas y ensalada, consideraré que no están cumpliendo mis indicaciones.
Entonces, la valuación 1 de nuestra tabla de verdad será diferente: dado el sentido
exclusivo que quiero darle a la “o”, el enunciado “Todas las hamburguesas estarán
acompañadas de una guarnición de papas fritas o ensalada” será verdadero en el caso
en que se sea verdadero “La hamburguesa está acompañada de papas fritas” y sea
falso “La hamburguesa está acompañada de ensalada” y en el caso en que el primero
de estos enunciados sea falso y el segundo de ellos sea verdadero. Pero, siendo
exclusiva, la disyunción ya no será verdadera si los dos enunciados son verdaderos.
Traducido a una tabla, tendríamos lo siguiente:
Ahora bien, hasta aquí hemos visto varias conectivas veritativo-funcionales que ponen
en relación dos enunciados para formar uno mayor. Por eso las llamamos “diádicas”,
que viene de la misma raíz que “dos”.
Pero, ¿son diádicas todas las conectivas veritativo-funcionales? Pues no: tenemos una
más simple, que funciona sobre la base de un solo enunciado: es, justamente, la
conectiva “no”, que representamos en lógica simbólica como ~ o como ¬. Pensemos
una vez más en cómo usamos, en el lenguaje cotidiano, las conectivas, en este caso la
negación de proposiciones. ¿Qué quiero decir cuando digo “Un aborto no es un
homicidio”? Quiero decir que es falso que un aborto sea un homicidio, o sea, que es
falso el enunciado “Un aborto es un homicidio”. Si, por el contrario, considero
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verdadero el enunciado “Un aborto es un homicidio”, entonces consideraré falsa su
negación. De lo cual resulta la siguiente tabla de verdad:
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sobrina no se porta bien, es decir, si el antecedente del condicional es falso? Sea o no
verdadero el consecuente (es decir, sea o no verdad “Llevé a mi sobrina al cine”), lo
cierto es que no se da la condición bajo la cual, según el enunciado, tendría que darse
este consecuente. Probablemente, lo que, como hablantes de un lenguaje natural,
tenemos en mente ante un caso así es que el valor de verdad del enunciado
condicional permanece indeterminado: simplemente no sabremos si es el caso que “si
p, entonces q” en la medida en que no sea el caso que p. No obstante, si tuviéramos
que agregar a los dos valores “verdadero” y “falso” un tercero, como podría ser
“indeterminado”, nuestro lenguaje lógico se complicaría notablemente. En
consecuencia, una solución simple, que permite respetar al menos en parte el
significado de los enunciados condicionales en el lenguaje ordinario, es interpretar “si
p, entonces q” como equivalente a “no es el caso que a la vez sea verdad que p y no
sea verdad que q” (en nuestro ejemplo, esto significaría: “No es el caso que mi sobrina
se porte bien y yo no la lleve al cine”). Esto preserva la idea de que cuando el
antecedente del condicional es verdadero y el consecuente es falso, el condicional
será falso, y la de que cuando tanto el antecedente como el consecuente son
verdaderos, el condicional es verdadero. Pero, por otra parte, agrega el valor
“verdadero” para los dos casos en que el antecedente es falso: lo único que “prohíbe”
el enunciado condicional, así interpretado, es que a la vez el antecedente sea
verdadero y el consecuente sea falso, y lo cierto es que esta condición no se da
cuando el antecedente no es verdadero. De lo cual resulta la siguiente tabla de
verdad:
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el cual puedo analizar mediante la tabla de verdad de la conectiva “y”-, no puedo, sin
contradecirme, considerar verdadero “Hoy llueve y hace frío” y considerar falso “Hoy
llueve”. Esto mismo puede aplicarse, con diferentes grados de complejidad, a todas las
conectivas. Volviendo a nuestro ejemplo inicial, no podemos aceptar como verdaderos
los enunciados “Si Dios no existe, entonces todo está permitido” y “Dios no existe” sin
aceptar también como verdadero el enunciado “Todo está permitido”: el sentido
mismo del enunciado condicional que hemos aceptado es que no puede ser el caso
que el antecedente (“Dios no existe”) sea verdadero y el consecuente (“Todo está
permitido”) sea falso. En otras palabras: formas de razonamiento como “p y q, por lo
tanto p”, o “Si p entonces q; p; por lo tanto q” son formas de razonamiento válidas,
con lo cual la única forma en que podemos racionalmente considerar falsa la
conclusión de estos razonamientos es considerar falsa alguna de sus premisas (o la
premisa, en singular, cuando hay una sola). Si, por el contrario, consideramos
verdaderas las premisas de un razonamiento válido, estamos obligados, por el
significado mismo que ellas tienen, a aceptar como verdadera también la conclusión.
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Supongamos que tenemos un enunciado más complejo: (p . q) v ~r
Primero asignamos los posibles valores de verdad a las variables:
p q r
V V V
F V V
V F V
F F V
V V F
F V F
V F F
F F F
Luego, construimos la tabla en el orden en que leemos la fórmula -debemos recordar
las tablas de verdad que introducen y definen las conectivas-:
p^q ~r
V F
F F
F F
F F
V V
F V
F V
F V
Finalmente
(p . q) v ~r
V
F
F
F
V
V
V
V
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Ahora bien, si tenemos en cuenta las definiciones de la relación de implicación lógica,
podremos usar las tablas de verdad para -al identificar si se mantienen estas relaciones
entre la conjunción de las premisas y la conclusión del razonamiento- determinar si la
forma del razonamiento en cuestión es deductivamente válida o no.
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Esto quiere decir: en el caso en que p aparece como verdadera y q como falsa, el
enunciado “si p entonces q” será falso; en los otros tres casos, será verdadero. Pero
esta es solo nuestra primera premisa. Necesitamos agregar a la tabla de verdad la
segunda, “no q”, y para ello debemos recordar cómo funciona la negación. Como
vimos, la negación de un enunciado será verdadera si el enunciado es falso, y falsa si el
enunciado es verdadero. Con lo cual podemos agregar una nueva columna de la
siguiente manera:
(premisa 1) (premisa 2)
P q pq ¬q
v1 V v V f
v2 F v V f
v3 V f F v
v4 F f V v
Como vemos, la columna correspondiente a la segunda premisa la hemos llenado
invirtiendo los valores de verdad que, en cada caso, corresponden a la variable
proposicional q. Pero ahora nos falta lo más importante: ¿qué sucede en cada uno de
estos casos con la conclusión, “no p”? Recordemos que hablamos de implicación
lógica en los razonamientos tales que no hay ninguna asignación de valores de verdad
que haga verdaderas a las premisas y falsa a la conclusión. ¿Es este, entonces, un
razonamiento en que se dé tal relación, es decir, un razonamiento válido? Como se
notará, la columna de la conclusión tenemos que llenarla aplicando la tabla de verdad
de la negación a la variable proposicional p. De manera que nos quedará lo siguiente:
(premisa 1) (premisa 2) (conclusión)
P q pq ¬q ¬p
v1 V v V f f
v2 F v V f v
v3 V f F v f
v4 F f V v v
Podemos ahora formularnos la pregunta clave: ¿hay alguna combinación de valores de
verdad -es decir, alguna valuación- tal que las premisas resulten ambas verdaderas y la
conclusión resulte falsa? Para buscar esto, concentrémonos primero en los casos en
que la conclusión es de hecho falsa y veamos qué sucede con las premisas. En v1,
notamos que efectivamente ¬p es falsa, pero, de hecho, la premisa ¬q también es
falsa. En consecuencia, no se da que la conclusión resulte falsa siendo las premisas,
todas ellas, verdaderas. En v3, nuevamente, la conclusión es falsa, pero también lo es
la premisa pq. En v4 ambas premisas efectivamente son verdaderas, pero allí la
conclusión también lo es, de manera que no es este un caso en que se dé al mismo
tiempo la verdad de las premisas y la falsedad de la conclusión. Por último, en v2 no se
da ninguna de las dos condiciones que necesitamos para probar que el argumento no
es válido: por una parte, la conclusión es verdadera, no falsa, y por otra parte las
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ambas verdaderas a la vez. El argumento, pues, es válido; esto es, hay una relación de
implicación lógica entre las premisas y la conclusión.
ACTIVIDAD
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5. SÍNTESIS DE LA UNIDAD
Hemos comenzado definiendo la lógica a partir de la noción de razonamiento; la
lógica se interesa, como vimos, por distinguir razonamientos correctos e incorrectos.
Para entender lo que es un razonamiento, a su vez, hicimos referencia a una
estructura compuesta de proposiciones o enunciados, de los cuales uno o varios van a
funcionar como premisas y otro como conclusión. Desde el enfoque de la lógica
deductiva, los razonamientos correctos son los llamados válidos, en los que
considerar verdaderas las premisas requiere que consideremos verdadera la
conclusión, y los razonamientos incorrectos son los inválidos, en los que incluso si
aceptamos las premisas como verdaderas no necesitamos considerar verdadera la
conclusión. Hablamos de los razonamientos como compuestos de proposiciones y no
de oraciones porque nos enfocamos en su significado y no en aspectos gramaticales;
una misma proposición puede ser expresada en diferentes oraciones. A efectos de
determinar si un razonamiento es válido o es inválido, nos enfocamos en la forma
lógica de las proposiciones que lo componen. Esta forma lógica está determinada por
las conectivas veritativo-funcionales que encontramos en cada proposición. Cada una
de estas conectivas determina las condiciones en que es verdadera una proposición en
que ella aparece.
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