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¿Qué es la Cuaresma?

Es el período de cuarenta días en el cual nos preparamos a la


Pascua de Resurrección. Se le llama tiempo fuerte por ser un
tiempo de penitencia y conversión. Es un tiempo de
renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno, la
oración y la limosna.
¿Por qué cuarenta días?
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: La Iglesia se une todos
los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al
Misterio de Jesús en el desierto, proponiendo a sus fieles el
ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, para que se prepara
a la celebración de las solemnidades pascuales, con la
purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida
cristiana y una actitud penitencial.
¿Cuándo comienza la cuaresma?
Comienza con la celebración del Miércoles de
Ceniza, que nos invita a una profunda revisión
de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios
de comportamiento; a iniciar un serio proceso de
conversión y de purificación.

En la imposición de la ceniza, de los ramos bendecidos e


incinerados del año anterior, el sacerdote traza una cruz sobre
la frente de los fieles, mientras repite las palabras
"Conviértete y cree en el Evangelio" o "Recuerda que polvo
eres y en polvo te has de convertir", para recordarnos que
nuestro lugar definitivo es el Cielo.
¿Cuánto dura este tiempo litúrgico?

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del


número cuarenta en la Biblia que es de purificación, así se ve los
cuarenta días que duró el diluvio, los cuarenta años de la marcha
en el que se gesta el pueblo de
Israel por el desierto y de los cuarenta días que pasó Jesús en
el desierto antes de comenzar su vida pública. Nosotros que
queremos imitar al Maestro, por eso entramos a un desierto
espiritual en el que nos prepararemos a la Pascua.
El desierto de la cuaresma
El desierto es el lugar contrapuesto al jardín cultivado por Dios y dado al hombre para que, cuidándolo, se
humanice. Para Israel, sin embargo, el desierto es el lugar del enamoramiento con Dios, porque es allí donde se
despoja de sus ídolos, el lugar donde aprende a escuchar su Palabra y en esa fidelidad es capacitado para
superar las tentaciones, es el lugar donde el pueblo toma conciencia de sus límites y se entrega totalmente a la
acción divina, Dios se convierte en pan en el maná, en carne, en agua, en sombra, en luz, en guía a la Tierra de
promisión, Dios es su todo.

Los cristianos somos convocados cada Cuaresma a un desierto espiritual, es decir, a un lugar de purificación, de
penitencia para entrar íntimamente en la lucha entre Dios y el ángel del mal, porque es el lugar de la tentación
que nos enseña a orar y ser capaces de oír la Palabra, donde aprendemos a despojarnos de cosas queridas
pero que nos separan de Dios, donde podemos vernos a nosotros mismos y podemos ver a Dios. Y ahí, en el
desierto, donde tenemos la nostalgia de la Tierra Prometida. El desierto es la gran pedagogía de Dios, que nos
educa para la eternidad, nos desinstala, nos saca de nosotros mismos y nos lleva a la libertad.
Jesús entra en el desierto para hacer la experiencia que el hombre no quiere realizar, estar totalmente en las
manos de Dios; del mismo modo que los grandes místicos se encontraron con Dios repitiendo en ellos el paso
del pueblo de Israel y que hoy nosotros somos invitados a entrar para decir como San Francisco de Asís: “Mi
Dios y mi Todo” porque podremos descubrir como Dios, cuando confío plenamente en Él, se convierte en todo
para mí.
La oración, el ayuno y la limosna
En el mensaje del santo Padre para la Cuaresma 2022 invita a los cristianos desde la
exhortación de San Pablo a los Gálatas “No nos cansemos de hacer el bien” a emplear los
medios que contamos para el ejercicio cuaresmal.

La oración
El Papa Francisco nos invita a que “No nos cansemos de orar”, señalando a Jesucristo, el
Maestro que nos enseña a orar siempre sin desanimarnos, especialmente en un momento
tan difícil como la pandemia que nos hace tocar con mano nuestra fragilidad personal y
social. Y ahora, en este tiempo de Cuaresma, experimentemos desde la oración, el
consuelo de la fe en Dios, que no nos exime de las tribulaciones de la vida. Compara la
oración como la acción divina que riega la aridez del campo de la vida humana, pues nos
permite volvernos a Dios para mirarlo, contemplarlo, escucharle, hablarle y unirme a Él.
El ayuno
El segundo llamado que nos hace el Papa es a que “No nos cansemos de extirpar el mal de
nuestra vida” para explicarnos el sentido del ayuno que la Iglesia nos pide. Pues, mediante
el ayuno corporal, fortalecemos el espíritu en la lucha contra el pecado, contra la
concupiscencia que nos empuja al egoísmo y toda clase de mal y nos aísla de los demás. El
Papa compara el ayuno como la acción divina de preparar el terreno interior teniendo a
raya al apetito corporal.

La limosna
Por último, el Santo Padre nos llama a que “No nos cansemos de hacer el bien en la
caridad activa hacia el prójimo”, que se expresa en la práctica de la limosna que consiste
en dar y hacerlo con alegría, practicando el llamado a hacer el bien a todos, tanto a los
más cercanos como a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a
quienes son discriminados y marginados. Compara el Santo Padre a la limosna a la acción
divina de dar fecundidad ya que el amor es generador de vida.
Si deseas realizar actividades de cuaresma con tus
estudiantes puedes visitar la siguiente página web:
https://www.sadlier.com/religion/blog-de-sadlier-
religion/ensenar-y-celebrar-la-cuaresma-con-ninos-
catolicos

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