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CONSTRUCCION HISTORICA DE SEXO Y GENERO

Tomando en cuenta que el artículo versa específicamente en los conceptos de sexo y


género desde la perspectiva feminista para las reivindicaciones y los grupos LGBT y a pesar
de las diferencias biológicas entre mujeres y hombres se concentran principalmente en los
órganos reproductivos, un error común es pensar que mujeres y hombres tienen diferentes
capacidades, emocionales, afectivas, intelectuales o según sea su sexo.

Se entiende que las características asociadas al género femenino no dependen de un


modo necesario e inevitable de su sexo biológico, sino que son una invención historia.
Cuando hablamos de sexo para referirnos a los caracteres sexuales distintivos que la biología
ha situado tradicionalmente en los genes y que diferencia al hombre y a la mujer. Dentro de
la sociedad existen diferencias que pueden manifestar hombres y mujeres en las formas de
expresarse, vestirse, peinarse, relacionarse, trabajar, etc.

Género, es una construcción conceptual de las feministas de los años setenta, el


termino tiene sus raíces históricas en el siglo XVII con el pensamiento de François Poulain
de la Barre, quien defiende una educación igualitaria entre mujeres y hombres, aduciendo
que ambos son de una misma especie y la cuestión de la diferencia/desigualdad entre los
sexos se ha construido desde la costumbre y el prejuicio. En 1955 fue mencionada la palabra
género por primera vez por John Money Psicólogo y médico neozelandés, con este término
hace referencia a los modos de comportamiento, forma de expresarse y moverse, y
preferencia en los temas de conversación y juego que caracterizaban la identidad masculina
y femenina.

Las diferencias biológicas de los cuerpos son construcciones desde distintas


percepciones o interpretaciones muchas veces basadas en fuerza y poder, por medio de los
cuales se produce discriminación y control según sea el sexo. El feminismo ha cuestionado
desde sus diferentes corrientes con el propósito de visualizar contradicciones que sostienen
esos discursos de poder. Es importante tomar en cuenta que no se debe perder de vista el
fundamento religioso que existe a todo nivel y que inspira a prejuicios y opiniones, tomando
en cuenta que en nuestro país la religión es un aspecto muy importante y que de alguna forma
ejercer mucha influencia dentro de las diversas orientaciones.

De acuerdo a las posiciones teóricas tanto de la autora como de los autores dentro de
la compilación de información que de alguna forma sustentan la crítica a la noción de
dualidad natural de los cuerpos respecto del sexo y género. También estas propuestas teóricas
conducen al fin principal de este escrito: sustentar las bases para cuestionar la noción de
dualidad “natural” de los cuerpos sexuados. Resulta indispensable debatir no solamente ese
dualismo sino también las conceptualizaciones tradicionales de género e identidad sexual,
porque condicionan las posibilidades de vida y reproducen las desigualdades de género.

Pensando en estas diferencias y recapitulando con Celia Amorós (2005), “quien está
en posición de sujeto del discurso es el que mira y designa al otro. No se ve a sí mismo como
diferente, sino como norma canónica”. Desde este punto de vista, quien designa a un otro
siempre lo hace desde su propia posición de poder, la cual, en nuestro entorno, usualmente
corresponde a un sistema sexista y heteronormativo. Por este filtro pasa lo que se percibe
como diferente y el sistema implica sojuzgar y violentar a quienes se salen de la norma. Esa
percepción de la diferencia opera dentro de los discursos a través de una ideología que
posibilita argumentos a favor de la discriminación de los “otros”, sean estas mujeres, o bien
intersexuales, homosexuales, lesbianas, entre otros grupos de sexualidades diversas. Sobre
esa base, el sexismo y la heteronormatividad adquieren el monopolio del sentido e imponen
un orden simbólico diferente para las personas según su sexo, género y orientación sexual.

En ese contexto sexista y heteronormativo, la diferencia se percibe como desigualdad;


el dato biológico se interpreta desde un punto de vista que entiende la diferencia como un
disvalor. En contraste, la crítica al sistema heteronormativo conduce al cuestionamiento del
dualismo sexual y a la apertura a la diversidad humana, y a rebatir la concepción de la
diferencia como disvalor. Obviar la diversidad da pie a discriminaciones, y, si bien muchos
países dicen legislar con base en los derechos humanos, todavía persiste la invisibilización
de grupos humanos a quienes se les niegan esos derechos, discriminados principalmente por
su orientación sexual y su identidad de género. Hace falta más que una lista de decretos y
leyes; se requiere un convencimiento propio de lo que nos hace seres humanos, antes que
seres sexuados, descartando de paso la pretensión de un dualismo sexual.

En síntesis, es indispensable un cuestionamiento de aquellos discursos que se


amparan en la objetividad y la racionalidad. Pues, tal como se explicó anteriormente, la
ciencia, en tanto principal discurso racional y objetivo, suele utilizar argumentos un tanto
falsos para justificar la universalización de ciertos hechos y de esta manera, sostener una
dualidad “natural” de los sexos.

En este punto, podríamos plantear la pregunta: ¿qué o quién tiene potestad sobre la
identidad sexual de los individuos o, más bien, son caracteres de tipo biológico, neurológico,
hormonal los que influyen en esa identidad sexual de las personas? Pues a la luz de los
argumentos presentados, el ser humano es más complejo que una célula, requiere ciertas
relaciones sociales, culturales y políticas que lo hacen ser lo que son.

Por ende, la corporalidad adquiere significados diferentes de acuerdo con los intereses
políticos de la época. En este punto, es importante resaltar la necesidad, ya señalada, de
controlar los cuerpos que se salen de la norma y aquí es donde la intersexualidad cobra
importancia, ya que, en un intento desesperado de controlar cuerpos, la medicina promueve
el tratamiento de la intersexualidad para mantener la clasificación binaria de los sexos.

La pregunta, de ¿qué nos hace ser un hombre o una mujer? debe quedar abierta y no
se debe pretender basar la discriminación en lo biológico, pues tal como queda demostrado
en este artículo, el ser humano es un ser complejo y la “humanidad” es algo que debe ser
construido y pensado constantemente.

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