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ENSAYO

NOVELA PERUANA CONTEMPORÁNEA

Entre los nuevos protagonistas de la narrativa peruana reciente


destaca la presencia del negro. Es a partir del trabajo de Gregorio
Martínez y Antonio Gálvez Ronceros que la voz definida por la
negritud en cuanto cultura, memoria, forma de vida, se presenta
como alternativa al mundo urbano o al del indio. Se trata de una
voz “otra”, periférica, que se aferra a una identidad opuesta al
cosmopolitismo y la modernización como únicos destinos de vida.

La emergencia
de una palabra
negra
✍ FRANÇOISE AUBES
Universidad de Cergy-Pontoise
las haciendas, es decir, de esas
antiguas concentraciones de
taria nacional, revaloriza al in-
dio, privilegia la Sierra. Sin
esclavos. embargo, algunos novelistas
Es este sur chico entre originarios de la Costa o rei-

C
UANDO los indios Chincha y Nasca el que, a par- vindicando su ascendencia
vieron a los primeros tir de los años setenta, Grego- africana, defenderán una cier-
negros que acompa- rio Martínez y Antonio Gálvez ta cultura afro-peruana; sus
ñaban a los conquis- Ronceros van a tratar de poner personajes son aún bastante
tadores fueron subyugados por en palabras, dando la voz, rein- estereotipados, no muy aleja-
aquellos a los que llamaron ventándola, a aquellos que dos del costumbrismo: el ne-
–en México, por ejemplo– “los desde su llegada a tierra ameri- gro es ante todo un tipo urba-
dioses impuros” (1), pero muy cana habían debido asimilar y no, fanfarrón; él “chamulla”,
rápidamente estos dioses im- apropiarse de la lengua de los en la tradición del “palanga-
puros perdieron a sus ojos toda amos, el español. na” de la Colonia, especie de
divinidad; sólo quedaba este La Banda es el nombre de griot* deportado a los trópicos
extraño color que los indios se uno de estos pueblos del cual americanos. Él representa el
esforzaron por borrar a través habla Gregorio Martínez en La espíritu nacional, ya que es
de una vigorosa higiene casi gloria del piturrín y otros em- criollo, es decir, comparte con
siempre fatal (2). El Perú colo- brujos de amor, el margen, la los descendientes de españo-
nial practicó la trata de escla- otra orilla “la parte oscura del les la particularidad de ser un
vos desde el siglo XVI y la es- mundo, es decir, el Borde. Ya extranjero criado en tierra
clavitud no fue abolida más que para un pueblo de negros americana, como esos criollos
que en 1854, mucho después –escribe él– un nombre especí- descendientes de españoles
de proclamada la independen- fico era demasiado” (3). Que convertidos en americanos y
cia (1821). Tal es el origen de el margen se haga norma, que como sus antiguos amos. Él se
la pequeña comunidad afro- la palabra olvidada acceda al ve así recuperado y asimilado,
peruana que hoy en día repre- reconocimiento, al texto escri- ya que es el emblema pinto-
senta, en un país mestizo, de to, tal es el propósito de estos resco de una cierta “creoli-
tres a cinco por ciento de la po- dos escritores peruanos pro- dad”, es un hombre de la Cos-
blación total. La discrimina- fundamente ligados a esta co- ta: su vivacidad, su desenvol-
ción social y racial de tres si- munidad. vimiento son virtudes “patrió-
glos de colonización ha conde- ticas” que se oponen a la lenti-
nado a esta comunidad a ocu- La representación tud –digamos– de los indios,
par un status subalterno, aquel de los habitantes de la Sierra.
del proletariado urbano o rural, del negro peruano Debemos a José Diez Canseco
circunscribiéndola en espacios en la literatura en sus Estampas mulatas el
específicos, algunos barrios de haber captado el espíritu de es-
Lima –Rímac, Barrios Altos, Negro, mulato, zambo –hijo ta cultura popular limeña:
La Victoria– o esos enclaves de india y de negro– están pre- “Y porque sentí al pue-
étnicos que constituyen, a lo sentes en la literatura; pero a blo en su más íntima y fe-
largo de la costa del Pacífico, comienzos del siglo XX, la cunda emoción, hasta el
estrecha banda de tierra desér- novela peruana, atravesada punto de incorporarlo a una
tica barrida por la paraca, las por la gran corriente indige- categoría artística en la cual
zonas agrícolas, dominio de nista y en la búsqueda identi- no habían pensado los escri-

Lima, lunes 15 de abril de 2002 I 3


ENSAYO


tores que me precedieron in- Evolución de la Antonio Gálvez Ronceros La emergencia de
mediatamente” (4), escribirá novela y evolución y Gregorio Martínez van a una palabra negra
El lector está Diez Canseco comprome- del personaje aprovechar de todas las inno-
inmerso en una tiéndose a reproducir la len- vaciones tanto temáticas como En 1975 aparecen Monólogo de
gua incorrecta, argótica –la El mundo rural andino ejerció técnicas que circulan y se in- las tinieblas (7) de Antonio Gál-
mentalidad, replana– de “sus” zambos por diferentes razones socio- troducen en el Perú en los años vez Ronceros y Tierra de calén-
en una cultura con los cuales este criollo económicas una especie de mo- sesenta. Pero frente a la estan- dula (8) de Gregorio Martínez,
popular, blanco se identifica en una nopolio literario e identitario darización de un Vargas Llosa, quien publicará en 1977 el libro
especie de paternalismo sim- hasta los años cincuenta en que frente a la internacionaliza- que lo consagrará Canto de sire-
y le corresponde pático. En la misma época, comienza una nueva hegemo- ción, al cosmopolitismo de una na (9); en medio de un panora-
a él descifrar Enrique López Albújar, origi- nía, aquella de la novela urbana, intelligentzia latinoamericana ma novelístico largamente do-
nario de Chiclayo y orgulloso de la novela de Lima; los mi- más instalada en París que en minado e influenciado por el
lo que aflora de de su abuela cuarterona, pu- grantes rurales invaden progre- Lima, ellos dos van a inscribir- éxito fulgurante e intimidante de
una especificidad blica la primera novela “ne- sivamente la capital; ellos im- se en esta nueva corriente que un Vargas Llosa, surge un mun-
afroperuana. grista” peruana, la célebre primieron e impusieron allí una se dirige hacia la periferia más do algo olvidado: aquel del pro-
Matalaché (1928). Esta no- nueva cultura a la vez rural y ur- que hacia el centro, hacia las letariado rural de la costa sur.
vela histórica cuya acción se bana, mestiza. El paisaje urbano minorías, las culturas margina- Gregorio Martínez y Anto-
sitúa en el norte del país (Piu- cambia: tugurización del viejo les de su país, el suyo, las cul- nio Gálvez Ronceros reivindi-
ra), en vísperas de la Inde- centro colonial, y sobre todo turas de “color modesto” según can de entrada su filiación popu-
pendencia y que cuenta los aparición de las barriadas. La la expresión familiar y cruel- lar. El deseo de romper con la
amores de María Luz, hija de novela peruana se hizo eco de mente edificante en cuanto a la norma dictada por un cierto in-
un gran “latifundista” con su esos cambios, asimilando tam- mirada que se lanzan mutua- telectualismo se afirma como
esclavo José Manuel, preten- bién nuevas técnicas de escritu- mente los habitantes de un manifiesto: este ejercicio conve-
de ser un alegato a favor de la ra, entrando en la vía de la mo- mismo país. Ellos forman par- nido donde el autor, por el juego
no-discriminación racial: no dernización, aquella del boom te del grupo Narración; su po- de citas o dedicatorias rinde ho-
obstante sus enormes buenas de la novela latinoamericana. sición ideológica se expresa a menaje a sus pares, firmando así
intenciones, López Albújar Sabemos en efecto que la nove- través de la revista del mismo su pertenencia a la comunidad
no logra conciliar su tesis y la latinoamericana a partir de nombre cuyo primer número de las Bellas Letras, su inserción
los problemas narrativos de los años sesenta es una gran ho- aparece en 1966; las declara- en la “gran” literatura; Gálvez
verosimilitud y de allí las in-
El Perú colonial guera de técnicas, de virtuosida- ciones de intención del número Ronceros dedica su Monólogo
congruencias que poco a po- practicó la trata des en todos los géneros, de inaugural son claras: de las tinieblas –guiño evidente
co aparecen a medida que de esclavos rupturas con el orden estableci- “Hemos nacido en uno de que invita a tomar en cuenta la
avanza el relato. Al comienzo do de las palabras; allí afluyen y los países más atrasados del voz de los olvidados– a los habi-
de la novela, José Manuel es desde el siglo XVI crepitan todos los lenguajes, to- planeta. El hecho de que haya- tantes de los pequeños caseríos
un esclavo como los otros, y la esclavitud dos los españoles de Río Gran- mos sobrevivido se debe a un de la región de Chincha, Grego-
ciertamente más bello, más de a la Patagonia: spanglish, milagro: tenemos más de vein- rio Martínez dedica Tierra de
hábil pero asignado sin em-
no fue abolida quechua, lunfardo, etc. Verda- te años (en el Perú, más del 50 caléndula a los trabajadores de
bargo a tareas que lo dismi- más que en 1854, dero laboratorio experimental, por ciento de la población Coyungo, La gloria del piturrín
nuyen al rango de semental; mucho después ella se sirve de todos los regis- muere de hambre antes de te- y otros embrujos de amor a los
luego, López Albújar mues- tros, de todos los saberes –la an- ner veinte años). Constituimos héroes populares caídos en las
tra cómo José Manuel, gra- de proclamada tropología, el cine, el psicoaná- una pequeña excepción: tene- luchas de comienzos de siglo, a
cias al amor de María Luz –la la independencia lisis, etc.– enarbolando también mos una formación universita- los habitantes de ese sur chico.
luz–, se humaniza, se “blan- como signo distintivo este rea- ria, lo cual constituye un privi- En Monólogo desde las ti-
quea”, si bien uno puede leer,
(1821). lismo mágico que Asturias y legio en el Perú donde hay más nieblas, Tierra de caléndula o
en momentos que la intriga Carpentier habían elevado al de 60 por ciento de analfabe- Canto de sirena, ficción y tes-
ya ha sido planteada, esta fra- rango de concepto para tratar de tos” (6). timonio, reescritura e inven-
se sorprendente: “Tanto por mostrar la otra realidad, la reali- El grupo Narración tiene ción se entremezclan como pa-
su físico como por su espíri- dad mágica, maravillosa o sim- entonces afirmadas conviccio- ra enredar deliberadamente las
tu, Matalaché era el Negro plemente caótica, no cartesiana nes políticas que lo conducen a pistas, tomar los caminos de
1.- Nathan Wachtel, La vision des vaincus,
Gallimard, 1971, p. 44.: “Los informantes de menos negro de todos los es- de ese continente. pensar y a asumir la función travesía. Gálvez Ronceros y
Sahagún precisan: ‘Y la razón por la cual clavos de la Tina” (5). del escritor en una perspectiva Gregorio Martínez reelaboran
Moctezuma había procedido de tal manera
era su convicción que ellos eran dioses. Tam-
Queriendo defender, a la popular –sin caer en la simpli- la palabra, apelando a la me-
bién se les designaba como ‘dioses venidos manera de los indigenistas, ficación de la novela compro- moria, a la colaboración de in-
del cielo’ y en cuanto a los negros, uno los lla- una cultura en este caso mino- metida– a privilegiar una for- formantes, el narrador desapa-
ma ‘angeles de figura impura’”. Cf. Bernardi-
no de Sahún, Historia general de las cosas de ritaria, estos escritores no ha- ma de literatura hecha de testi- rece casi siempre para no con-
Nueva España (1570), Buenos Aires, Editorial cen más que señalar por la monios, de relatos de vidas, de vertirse más que en un recolec-
Porrúa, Livre 12, chapitre VIII, p. 767.
2.- Cf. Jean-Pierre Tardieu, Noirs et In- pluma (sino por el dedo), tra- crónicas pero también de fic- tor de cuentos, de recuerdos,
diens au Pérou, Paris, Edition L’Harmattan, zos distintivos –el lenguaje, ción utilizando todos los apor- de allí que la frontera entre lite-
1990, p.21.
3.- Cf. Gregorio Martínez, La gloria de pi-
esta jerigonza pintoresca– en- tes de las nuevas técnicas na- ratura y etno-literatura sea te-
turrín y otros embrujos de amor, Lima, Mosca cerrando a sus personajes en rrativas del boom –introspec- nue. El rechazo a inscribir la
Azúl editores, 1985, p. 137. sus diferencias, convirtiéndo- ción, realismo mágico, etc.– obra en el seno de una filiación
4.- Cf. José Diez Canseco, Prólogo de Es-
tampas mulatas (primera edición 1930), Li- los en estereotipos folclóricos para poetizar el imaginario no genérica clara, neta, reconoci-
ma, CIP, 1951, p. 11. fácilmente identificables. Es del héroe adolescente de los da es manifiesta desde Tierra
5.- Cf. Enrique López Albújar, Matalaché,
(primera edición 1928), Lima, Editorial Juan entonces lógico que el héroe barrios residenciales limeños de caléndula, se trata de hacer
Mejía Baca, 1966, p.65. de Matalaché, José Manuel, sino de aquellos cuya palabra emerger la palabra del desierto,
6.- Cf. Narración, “Revista Literaria Perua-
na”, Lima, Nº 1, noviembre de 1966, p. 3.
“el negro menos negro de to- permanece en la periferia del una palabra encerrada, esparci-
7.- Cf. Antonio Gálvez Ronceros, Monó- dos los esclavos” hable un es- poder intelectual. Se debe rom- da, hecha migajas. Roland For-
logo desde las tinieblas, Lima, Inti-Sol Edito- pañol parecido a aquel de sus per con la literatura de la inte- gues, quien ha trabajado sobre
res, 1975.
8.- Cf. Gregorio Martínez, Tierra de calén- amos. El punto de vista tanto lligentzia, exclusivamente li- la expresión de las marginali-
dula, Lima, Editorial Milla Batres, 1975. narrativo como sociológico meña, hacer una literatura de dades en el Perú, escribe:
9.- Cf. Gregorio Martínez, Canto de sire-
na, Lima, Mosca Azúl Editores, 1977. de estos novelistas con res- “campo”. Y es eso lo que ha- “El título de las obras nos da
10.- Cf. Roland Forgues, “La escritura sub- pecto a una comunidad a la cen Gálvez Ronceros y Grego- ya una idea muy clara de su con-
versiva de Gregorio Martínez y el renacer de cual están muy sinceramente
G regorio rio Martínez comprometiéndo- tenido subversivo y revolucio-
los marginados”,Marginalité dans les pays an-
dins, Actes du 5ème colloque de l’A.F.E.R P.A., ligados, sigue siendo aún su- Martínez. se personalmente en la rehabi- nario. La caléndula –o ‘flor de
Grenoble, 28-29-30 novembre 1981, p.76. perficial y convencional. litación de su “territorio”. muerte’– es una flor del desierto

4 I Lima, lunes 15 de abril de 2002


ENSAYO

que transmite la idea de calor y Antonio botones. Candico evoca a Sera-


de resistencia. Ella tiene virtu- Gálvez pio Guzmán, el demente, obse-
des opuestas: vomitivas y anti- sionado por el sentido de la es-
En la actualidad,
vomitivas. Por consiguiente, Ronceros. critura divina y que repite sin la novela
esta palabra lleva una connota- pausa, “diosdiosdiós, nomeca- peruana explora
ción de lucha, de enfrentamien- llo, nomecallo, nomecallo” (17).
to dialéctico entre contrarios La verborrea del personaje es todas las
(...) En cuanto a la sirena, en la como la metáfora de una pala- marginalidades,
mitología de la Costa peruana bra resurgente, la exacerbación
es símbolo de libertad” (10). de una lejana y profunda necesi-
todos los
Gregorio Martínez desde el dad de decir: “soy yo, estoy espacios,
epígrafe de Canto de sirena aquí”. La última novela de Gre- construyendo
anuncia: “Esto, no es una histo- gorio Martínez, Crónica de mú-
ria, es un canto: en octubre, mes sicos y diablos (18) es a la vez sobre el papel
de los zorros, las sirenas can- ficción e historia o más bien in- esta utopía de
tan” (11). tra-historia. Ella llena los silen-
El punto común de estos re- cios de la historia oficial rein-
un ‘Perú de
latos es la oralidad, ya que co- ventando aquella de los negros- todas las
mo lo declara Gregorio Martí- marrones de los palenques, esas sangres’, es
nez hay que “acabar con el fal- Mientras que los novelistas escritura de los marginales debe dombé, nada de folclorización: comunidades de irreductibles,
so mito de la pobreza verbal de precedentes no hacían más que romper los tabúes: “es una orgía el lector está inmerso en una aquella de Huachipa y la línea decir, reconciliar
las clases populares” (12). Pero utilizar de manera fragmentaria lingüística y un atentado contra mentalidad, en una cultura po- de los Guzmanes, descendientes lo que ha sido
a diferencia de los relatos de vi- este español “pintoresco” por el orden establecido y los bue- pular, le corresponde a él desci- de un conquistador de ojos azu-
da o de otros testimonios, hay medio de diálogos típicos, la nos modales” (14). Una forma frar lo que aflora de una especi- les y de una esclava de Acari:
separado.
allí reescritura, reinvención y lectura de Monólogo desde las de resistir, de imponer su pala- ficidad afroperuana, quizá una “Allí fue cuando comenzó a
no copia fiel. La lengua es la tinieblas o de Canto de sirena bra, de estar vivo. De allí la sen- cierta religiosidad en “Rezador” brotar la rama negra de los Guz-
manifestación más subversiva opera como una especie de im- sualidad, la búsqueda constante de Gálvez Ronceros o en “El día mán, esa rama de la higuera que
de esta cultura relegada. Gálvez pregnación lingüística; hay que de placer, el erotismo omnipre- que cayó la luna” en Tierra de cada vez se fue cargando más de
Ronceros y Gregorio Martínez leer en voz alta los cuentos de sente que animan Canto de sire- caléndula: los niños están mara- higos” (19). Los Guzmanes, los
se esfuerzan en rehabilitar este Gálvez Ronceros. Uno se recon- na y que uno reencuentra en La villados por el pequeño altar negros-marrones de los palen-
español aproximativo, elabora- cilia con la palabra del cuentista, gloria del piturrín y otros em- donde se arremolinan las esta- ques, los indios bajados a la
do a lo largo de los siglos como aquel que cuenta la Historia y brujos de amor donde el narra- tuas de los santos: Costa, comparten la misma his-
una estrategia de supervivencia. todas las historias: acertijos, dor da y prueba todas las rece- “Todo lo que había en la re- toria y el mismo territorio; esta
Ellos nos hacen escuchar sobre anécdotas, recetas de cocina, tas para encantar a hombres y pisa nos gustaba (...) los espeji- idea de una solidaridad, de una
el papel un español arcaizante, etc. De otro lado, ése es el papel mujeres, multiplicar su deseo, tos de estrella con seis puntas. El reconciliación inter-étnica no es
deformado, lleno de neologis- que se asigna Gregorio Martí- aumentar su potencia sexual. niño de Praga. El ángel con sus lo propio de Gregorio Martínez;
mos, en ruptura total con la len- nez en tanto que escritor en La Este humor, esta fantasía, alas blancas y la boca pintada pero uno la encuentra de Cuba
gua académica. Así repercute gloria del piturrín y otros em- esta energía vital que afloran y con colorete. La virgen tan linda al Perú, pasando por Colombia,
en Monólogo desde las tinie- brujos de amor donde alternan perduran a pesar de las calami- y tan triste. Pero más que todo lo Manuel Zapata Olivella declara:
blas una lengua donde las entrevistas a músicos, reflexio- dades, deben ser interpretadas que había en el mundo nos gus- “Nosotros, en América Latina,
“erres” son triplemente pronun- nes sobre esta lengua académica como una forma de resistencia taba la luna que pesaba duro y sabemos bien que los indios y
ciadas, donde las terminaciones que no incorpora peruanismos, que la escritura está en la obli- siempre estaba fría y había que los negros forman parte de nues-
de las palabras se borran pere- recuerdos de infancia: el pelu- gación de retranscribir, tanto agarrarla con las dos manos no tra sangre” (20) y Martínez pa-
zosamente, donde el acento tó- quero japonés, el “fígaro de como ella debe de llenar las la- fuera que a uno se le cayera. La rece responderle a través de su
nico está tan fuertemente mar- Nasca” especialista en el arte de gunas de la memoria y recons- tía la había traído envuelta en su novela: “La verdad es que en
cado que la frase parece ya sea trenzar, laciar los cabellos rebel- truir el espacio. pañolón de seda esa noche del Cahuachi los negros sentían que
elevarse ya sea caer en un pre- des y lanudos, de trazar allí una El texto se hace en efecto eclipse, y la puso encima de la llevaban en la sangre el soplo de
cipicio. Ambos escritores fuer- linda raya sobre el costado, sue- espacio, toponimia literaria en- repisa” (15). los cerros y en los riñones el
zan la lengua y la imponen, ha- ño de todos sus clientes. tre Chincha, Coyungo y Nasca; “La creación del mundo” en concho de algún ancestro nati-
biendo retenido la lección de En Canto de sirena, el na- los caseríos de casas hechas de Monólogo desde las tinieblas o vo, quechua, yunga o de alguna
otro gran intérprete de una cul- rrador es Candelario Navarro, quincha en medio de las dunas, incluso las numerosas medita- otra estirpe andina” (21).
tura sometida, el escritor-antro- Candico, primo de Gregorio el desierto, todo este territorio ciones de Candico sobre Dios En la actualidad, la novela 11.- Ibid.
12.- Cf. Roger Santiváñez Vivanco,
pólogo José María Arguedas Martínez, octogenario descen- costero tan poco representado revelan una cierta cosmogonía peruana explora todas las mar- “Siete preguntas a Gregorio Martínez”, La
que había recreado un español diente de esclavos, “chamulla- en la novela peruana, accede a popular. El lector está del otro ginalidades, todos los espacios, Prensa, suplemento dominical, Imagen,
“quechuizante” batallando con dor” impenitente, filósofo y ja- la literatura. lado, sumergido en ese mundo construyendo sobre el papel es- 22-5-1977.
13.- Cf. Manuel Zapata Olivella, “El
la lengua española para hacer ranero; él cuenta y lleva una bi- Sin embargo, no se trata de íntimo y cotidiano del campesi- ta utopía de un “Perú de todas substrato psicoafectivo y recreador del negro
aflorar (y dar reconocimiento), tácora de sus conquistas feme- buscar el exotismo, nada de co- no negro, quien, a la vuelta de las sangres”, es decir, reconci- en el castellano hispano-americano”, in Né-
gritude et Amerique Latine, Colloque de Da-
el universo mental de la cultura ninas, ya que eso que lo mantie- lor local, nada de santería o can- una página, simplemente mani- liar lo que ha sido separado. kar, 7-12 janvier 1974, Dakar Abidján, Nouve-
india. En el caso de los campe- ne con vida es su extraordinaria festará su diferencia designando Gregorio Martínez y Antonio lles éditions africaines, p. 304.
14.- A propósito de Canto de sirena:, cf.
sinos negros de la Costa, no hay pasión por las mujeres. Más allá al otro, el “blanco”, no sólo por- Gálvez Ronceros han mostrado La Prensa, 22-5-77.
bilingüismo, sino más bien un de la explotación, de la segrega- que es blanco sino también por- el camino, han trazado una vía 15.- Tierra de caléndula, op. cit., p. 49.
español dialectal, un “español ción social y racial, hay en efec- que es explotador. Candico se subversiva, marginal, apropián- 16.- Canto de sirena, op. cit., p. 104.
17.- Ibid., p. 93.
de pobre”. Empero, la lengua es to un formidable gusto por vi- acuerda haber cometido en cier- dose de la novela, de lo escrito, 18.- Gregorio Martínez, Crónica de músi-
de cierta manera la única afir- vir: nada de morosidad, nada de to momento de su vida, el error este vector emblemático de la cos y diablos, Lima, Peisa, 1991.
19.- Ibid., p. 37.
mación de sí, como lo precisa miserabilismo en los cuentos de de querer parecérsele: cultura dominante para salvar y 20.- Cf. Manuel Zapata Olivella, in: Né-
otro escritor zambo, el colom- Gálvez Ronceros, sino humor, “Es que el año 23, estoy reconstruir la historia de una gritude et Amerique Latine, Colloque de Da-
kar, 7-12 janvier 1974, Dakar-Abidjan, Nouve-
biano Manual Zapata Olivella: fantasía, sexo como en Canto viendo, me volví malo, me con- cultura dejada de lado, aquella lles éditions africaines, p. 118.
“Ellos asumieron la única de sirenas. Candico cuenta sus tagié de los blancos la soberbia de sus familias, de su territorio 21.- Crónica de músicos y diablos, op.
elección posible dentro de la innombrables experiencias y la altanería, agarré de ellos el imaginario, historia de una cul- cit., p. 245.
22.- Cf. Edouard Glissant, Poétique de la
esclavitud, imitar pero tam- amorosas con gran acompaña- desplante, el hambre de acapa- tura encerrada desde su origen relation, Paris, Gallimard, 1990, p. 89.
bién modificar, recrear y adap- miento de detalles crudos, gro- rar todo sin ponerme a pensar en en el sistema carcelario de la
tar a su espíritu todo aquello seros, escatológicos, obscenos. la necesidad de otros” (16). plantación, de la hacienda: “el * Palabra francesa sin traducción en español:
que recibían y todo aquello Ya que el sexo juega una fun- Una palabra aparentemente lugar estaba cerrado, pero la pa- “En el África negra, miembro de la casta de
poetas músicos, depositarios de la tradición
que daban en un proceso de ción eminentemente subversi- caótica y desordenada corre, un labra que de allí deriva perma- oral” (Le petit Robert). Nota del traductor,
mestizaje” (13). va; para Gregorio Martínez, la pasado disperso resurge a bor- nece abierta” (22). Alfredo Vanini.

Lima, lunes 15 de abril de 2002 I 5

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