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UNIDAAD II
En este sentido, el respeto, la garantía y la defensa de los derechos humanos constituyen el eje
fundamental que regula el desarrollo de las relaciones entre los ciudadanos y el Estado, el que a su
vez ha sido instituido desde la norma constitucional para el ejercicio pleno de los derechos humanos
de las personas.
El privado de libertad tiene, pues, con el Estado una relación de derecho público y, salvo los
derechos perdidos o limitados por la condena, su condición jurídica es igual al de las personas no
condenadas. Lo mismo ocurre con más razón, con los procesados, debido a la presunción de
inocencia de la que gozan.
Este orden jurídico internacional está construido en torno a una comunidad de los países que
acogen estas normas. Las leyes que rigen ese ordenamiento, por consiguiente, son principalmente
leyes para los Estados, hechas por los Estados y sobre las obligaciones de los Estados. Como tales,
son estos los que hacen las normas mediante la costumbre, la elaboración de tratados y la redacción
de declaraciones, conjuntos de principios y demás instrumentos. Los países acuerdan el contenido
de esas normas y convienen en estar obligados por ellas. En el caso de las normas de derechos
humanos, aunque son las personas y los grupos quienes quedan protegidas por ellas, lo que se
regula es la conducta de los Estados y sus agentes.
Estas normas internacionales de protección de los derechos de los privados de libertad, tienen
diversos efectos jurídicos según su fuente. Así, los distintos niveles de obligación jurídica de los
Estados dependen de si las normas internacionales emanan del derecho convencional o basado en
tratados, del derecho internacional consuetudinario o de diversos conjuntos de principios, reglas
mínimas y declaraciones. Varios órganos pertenecientes al sistema de las Naciones Unidas han
promulgado normas y reglas internacionales relacionadas con los derechos humanos en la
administración de justicia. Los principales han sido la Comisión de Derechos Humanos, su
Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos y los Congresos de las
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, que se celebran con
carácter periódico. Todas esas normas han sido adoptadas en última instancia por la Asamblea
General o el Consejo Económico y Social, dos de los principales órganos de las Naciones Unidas.
Además, el contenido normativo de algunos de esos instrumentos así como detalles sobre su
aplicación correcta en el nivel internacional pueden encontrarse en la evolución de la práctica de los
órganos de las Naciones Unidas establecidos en virtud de tratados, entre otros el Comité de
Derechos Humanos, órgano de vigilancia creado en virtud del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos.
El conjunto de normas abarca todo el espectro del ordenamiento jurídico internacional, desde las
obligaciones vinculantes estipuladas en pactos y convenios hasta la orientación de carácter universal
con fines de persuasión moral contenida en diversas declaraciones, reglas mínimas y conjuntos de
principios. La suma de todos esos instrumentos proporciona un marco legal internacional completo
y detallado para velar por el respeto de los derechos humanos, la libertad y la dignidad en el
contexto de la justicia penal.
Desde un punto de vista estrictamente jurídico, los tratados formales que han sido ratificados por
los Estados o a los que éstos se han adherido, así como el derecho internacional frecuentemente,
tienen carácter vinculante. Entre esos tratados figuran los siguientes: * Declaración Universal de
Derechos Humanos, *Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; * Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos;*Convención sobre los Derechos del Niño;
*Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes;
*Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial;
*Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer;
*Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio incluyendo la Carta de las
Naciones Unidas, en sí misma un tratado jurídicamente vinculante del que son partes todos los
Estados Miembros.
Las normas en materia de derechos humanos también están recogidas en otros tipos de
instrumentos: declaraciones, recomendaciones, conjuntos de principios, códigos de conducta y
directrices (como los Principios Básicos sobre el empleo de la fuerza y de armas de fuego por los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, el Código de conducta para funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley y las Directrices sobre la función de los fiscales. Estos
instrumentos no son jurídicamente vinculantes para los Estados en sí mismos. Sin embargo, las
diversas declaraciones, directrices y reglas mínimas que junto con los convenios pertinentes tienen
fuerza moral y proporcionan una orientación de tipo práctico a los Estados en su conducta. El valor
de estos instrumentos reside en su reconocimiento y aceptación por un gran número de Estados y
aunque no tengan fuerza obligatoria, pueden verse como declaraciones de principios que son
ampliamente aceptados por la comunidad internacional.
Es importante señalar que las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos también conocidas
como “Reglas Mandela” fueron reformadas el 17 de diciembre de 2015 y en su contenido se
establecen estándares básicos que deben sustentar la política penitenciaria de cada país, donde se
propone un modelo innovador para la gestión penitenciaria en el siglo XXI. El contenido de esos
instrumentos constituye la base para organizar cualquier régimen penitenciario. En donde afirman
que todos los presos y detenidos deben ser tratados con respeto a su dignidad humana en relación
con las condiciones de detención. Ocupándose de las siguientes cuestiones: trato y disciplina;
contacto con el mundo exterior; salud; clasificación y separación; quejas; registros; trabajo y ocio, y
religión y cultura.
Estas reglas se sustentan en el respeto a la dignidad humana, al trato no discriminatorio, al
mantenimiento de la disciplina sin agravar el sufrimiento que la prisión implica para el privado de
libertad, proteger a la sociedad contra el delito a través de medidas resocializadores y de
rehabilitación para la posterior recuperación de la libertad. De estas fuentes internacionales, se
puede obtener en conclusión los siguientes derechos consagrados para las personas privadas de
libertad: *Respeto a la dignidad de la persona, *Respeto del derecho a la vida y a la integridad
personal, física y psíquica. *Prohibición de la tortura, y de otros tratos o penas crueles, inhumanas o
degradantes, *Trato no discriminatorio, *Derecho a la libertad ideológica y religiosa y respeto a la
identidad cultural, * Reinserción social,*Igualdad, prohibida la discriminación, *Respeto a la
confidencialidad e intimidad, *Atención oportuna que garantice la salud integral. Especialmente, las
mujeres embarazadas y en periodo de lactancia tienen derecho a una atención preferente y
especializada, * Accesibilidad a la educación y participación en actividades culturales y deportivas,
*Acceso al trabajo productivo y remunerado y al desarrollo cultural, *Acceso a una alimentación
suficiente y de calidad, *Acceso a los servicios de agua potable, saneamiento, higiene y
habitabilidad, *Derecho a recibir visitas familiares de acuerdo con las condiciones reglamentarias
de los centros de privación de la libertad, *Acceso a la defensa legal y a la información sobre su
situación jurídica, * Derecho a interponer recursos, peticiones y quejas u otros recursos que la ley
permita en caso de vulneración de los derechos, ante las autoridades competentes y dentro del
centro penitenciario.
En cuanto Normas mínimas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados de
libertad, las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil
(Directrices de Riad), las Reglas Mínimas uniformes de las Naciones Unidas para la administración
de la justicia de menores (Reglas de Beijing) Estos tres instrumentos, junto con la Convención sobre
los Derechos del Niño, son las normas básicas relativas a la administración de la justicia de
menores. Al igual que la Convención, estos instrumentos (adoptados por la Asamblea General en
diciembre de 1990, noviembre de 1985 y diciembre de 1990, respectivamente) exigen que los
ordenamientos jurídicos nacionales tengan en cuenta la condición especial y la vulnerabilidad de los
menores que entran en conflicto con la ley. Se ocupan tanto de la prevención como del tratamiento,
sobre la base del principio fundamental de que toda acción en la esfera de la justicia de menores ha
de estar guiada por el interés superior del niño.
CONCLUSIONES
Es innegable que los derechos fundamentales protegen, sobre todas las cosas, la dignidad de las
personas, y esta es la primicia que justifica la protección de los derechos mínimos de los presos, que
se ven limitados por la privación de su libertad.
Las personas privadas de libertad poseen derechos mínimos, que han sido consagrados en tratados
internacionales, que han servido de fuente para la legislaciones de todos países . Pues, los derechos
no se pueden quedar en meros actos declarativos y abstractos, de aquí la importancia del derecho
positivo en este ámbito, como una medida protectora y garantista de derechos.
En el caso concreto de las personas privadas de libertad, las Reglas mínimas para el tratamiento de
los reclusos es la norma que permite legitimar, en el nivel internacional, el trato digno y el respeto a
sus derechos.
Si bien es cierto, tanto la doctrina como la positivización de los derechos de las personas privadas
de libertad tienden a garantizar sus derechos fundamentales, en la realidad carcelaria se observa otro
panorama distinto y de una constante vulneración de sus derechos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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