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ESCUELA DE PSICOLOGIA

CARRERA
PSICOLOGIA CLINICA

ASIGNATURA
PSICOLOGIA SOCIAL

TEMA
PRACTICA III

FACILITADOR
PROF. AYAMINA OVANDO

PARTICIPANTE

DARIEN SORIANO MAT. 2019-00422

06 DE MARZO DE 2021

SANTO DOMINGO, DN
Guía Reflexiva III

I. Las relaciones Sociales, Prejuicios y Agresión:

Los prejuicios son los sentimientos y emociones positivas o negativas que se


tienen sobre un grupo social y sus miembros. Las evaluaciones afectivas
dependen de las creencias sobre el grupo. Es el componente afectivo asociado a
las categorías, la valoración. Están directamente relacionadas con los
estereotipos, es decir, si un estereotipo es negativo, se pueden generar prejuicios
negativos y si el estereotipo es positivo se podrá generar un prejuicio positivo. 

La diferencia básica radica en que el prejuicio es una especie de evaluación


emocional, mientras que el estereotipo es una creencia previa de naturaleza
cognitiva. En términos generales, las ideas y creencias previas dan lugar a
evaluaciones ya “sesgadas” de forma positiva o negativa. Aquellos que se
identifiquen con el Atlético de Madrid valoran de forma más positiva a los que son
socios del equipo, mientras que los socios del Real Madrid serán valorados de
entrada de forma negativa. Los prejuicios y estereotipos suelen estar presentes al
mismo tiempo sin originarse en fases diferenciadas.

Por último, la discriminación se diferencia de las anteriores en que esta es


comportamiento propiamente dicho. Se define como la conducta diferenciada y
observable hacia un grupo social o sus miembros. En el caso del ejemplo de la
mujer negra que vimos en los estereotipos, las personas que rodean a esta mujer
además de estereotipos, pueden desarrollar prejuicios y esto puede llevar a la
discriminación, es decir, se presentará una conducta diferenciada negativa o
puede que sea positiva para algunos otros hacia su persona.

Analizando los prejuicios, los estereotipos y la discriminación desde la Psicología


cognitiva
Para identificar los estereotipos, prejuicios y discriminación debemos estudiar a
alguien que pertenezca a un determinado grupo social, y que, por el hecho de ser
miembro de este, es discriminado por parte de otra persona que procede de un
diferente grupo. Para analizarlos, es necesario observar en primer lugar la
conducta discriminatoria y a partir de ésta, inferir tanto prejuicios como
estereotipos, ya que, de esta forma, a partir de lo observable y objetivo inferimos
lo emocional, que son los prejuicios y lo cognitivo, que son los estereotipos.

Como podemos ver, estos conceptos están relacionados, pero son distintos y es


necesario conocer bien las diferencias entre ellos. Dependiendo de las
circunstancias pueden mostrar relación o no, es decir, alguien puede desarrollar
estereotipos y prejuicios, pero no discriminación, o solo desarrollan estereotipos,
pero no prejuicios ni discriminación. Por lo general, los estereotipos dan lugar a
prejuicios que pueden llevar a la discriminación.

II. El desagrado por los demás y lastimar a los demás 

La agresión es el comportamiento físico o verbal que tiene la intención de lesionar


a alguien. Es posible distinguir entre agresión hostil que es la impulsada por la ira
y que se realiza como un fin en sí misma y la agresión instrumental que es un
medio para alcanzar otro fin. Al analizar las causas de la agresión hostil e
instrumental, los psicólogos sociales se han centrado en tres ideas generales para
desarrollar sus teorías: (1) existe un instinto agresivo innato, (2) la agresión es una
respuesta natural a la frustración y (3) el comportamiento agresivo es aprendido.

La Teoría del Instinto sostiene que la agresión humana es un comportamiento de


naturaleza instintiva, no aprendido y que se manifiesta en todos los miembros de
una especie; Freud postuló que aquella es el resultado de redirigir hacia los demás
la energía de un impulso primitivo hacia la muerte. Lorenz, quien estudió el
comportamiento animal, vio la agresión como un fenómeno adaptativo y no
autodestructivo, pero sí consideraba que la energía agresiva era instintiva. Por su
parte la Teoría de la frustración-agresión señala que “la frustración siempre
conduce a alguna forma de agresión. La frustración es la obstrucción de un
comportamiento que se ha dirigido a alcanzar un objetivo. La energía agresiva no
siempre explota, a veces puede operar el proceso de desplazamiento, que es la
redirección de la agresión hacia un objeto diferente al de la fuente de frustración.
Por lo general, el nuevo objetivo es más seguro o más aceptable socialmente.
También podemos señalar que al parecer la frustración social tiene su origen en la
brecha que hay entre las expectativas y los logros. ¿Por qué no nos sentimos más
felices y menos frustrados teniendo en cuenta nuestro mayor bienestar
económico? ¿Compra la felicidad el dinero? ¿Por qué si la capacidad de compra
se ha duplicado en algunos países desde la década de los cincuenta, la felicidad
reportada por las personas no ha aumentado? La respuesta a tales interrogantes
los psicólogos la han buscado en el fenómeno de adaptación-nivel y el cual es la
tendencia a adaptarse a un nivel de estimulación dado y, en consecuencia, a
tomar nota y a reaccionar a los cambios que se presentan a partir de dicho nivel.

Desde el punto de vista de la agresión como aprendizaje, como un


comportamiento socialmente aprendido, las teorías apuntan a que con frecuencia
la agresión genera ganancias secundarias. Aprendemos la agresión por
aprendizaje social, observando cómo actúan los demás y tomando notas de sus
consecuencias. El punto de vista del aprendizaje social de la agresión plantea
(según Bandura) que la excitación emocional que tiene origen en una experiencia
agresiva motiva a la agresión. Que sea la agresión o cualesquiera otras
respuestas la que en realidad se presente, depende de las consecuencias que
hayamos aprendido a esperar. ¿Bajo qué condiciones agredimos? Los factores
que “gatillan” la agresión incluyen los incidentes que generan aversión (como el
dolor, el calor, los ataques, la aglomeración), la excitabilidad, los medios de
comunicación y el contexto grupal (influencias grupales). Hasta aquí cabe
preguntarse ¿Podemos reducir la agresión? ¿qué dice la teoría? Algunas
respuestas señalan que la catarsis, descarga o el ventilar la ira no va en camino
de solucionar la agresión, por el contrario, la hostilidad genera más hostilidad. Una
alternativa real apunta a usar los mensajes asertivos para la defensa de nuestros
derechos; por su parte la Teoría del Aprendizaje Social revela un carácter
preventivo, en el cual podemos propiciar un mundo más amable si modeláramos y
reforzáramos comportamientos más adecuados que estimulen la sensibilidad y la
cooperación desde edades tempranas.

III. La cognición social

La cognición social es el conjunto de procesos cognitivos y emocionales


mediante los cuales interpretamos, analizamos, recordamos y empleamos la
información sobre el mundo social. Hace referencia a cómo pensamos acerca
de nosotros mismos, de los demás y su comportamiento y de las relaciones
sociales, y cómo damos sentido a toda esa información y emitimos
comportamientos en base a ella.

Es decir, con cognición social nos referimos a nuestros pensamientos acerca


de las relaciones sociales que tenemos a lo largo de nuestra vida. A medida
que vamos creando relaciones sociales almacenamos información en nuestro
cerebro sobre nuestras experiencias. La interpretación de esta información es
la que determinará nuestra conducta futura a nivel social.

Gracias a la cognición social somos capaces de interpretar las emociones de


otras personas, pensar a qué se ha podido deber que esté alegre o triste,
ponernos en su lugar ante una determinada situación para saber qué puede
estar pensando o cómo reaccionará si hacemos o decimos algo concreto.

IV. La teoría de intercambio social


La teoría de intercambio social plantea que en el surgimiento de las relaciones
sociales existe un proceso de evaluación coste-beneficio. Donde los sujetos
discriminan si vale la pena establecer relaciones con otros individuos o no.

El individualismo y el hedonismo son sus bases fundamentales, las cuales hablan


de que todas las conductas están asociadas al logro personal (incluso las
sociales) y de que la única meta del ser humano es alcanzar el placer y la
satisfacción individual.

El surgimiento de dicha teoría se remonta al año 1956, cuando John Thibaut y


Harold Kelley la presentaron por primera vez. Thibaut y Kelly afirmaron en su
teoría de intercambio social que una relación entre dos o más personas debía
tener como resultado algún tipo de gratificación para todas las partes involucradas,
o de lo contrario la relación desaparecería. Para evitar la disolución del grupo
debía existir una recompensa, independientemente de si esta fuese material o
psicológica.

Más adelante, en el año 1958, sería el sociólogo estadounidense George C.


Homans quien le diera renombre a esta teoría, con la publicación de su
obra Teoría Social Como Intercambio. Homans expuso en su artículo que la
interacción social representaba un intercambio tangible o intangible, donde debía
existir un beneficio o un costo para los participantes, y que esto es lo que
determinaría el porvenir de la relación.

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