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La marca comunitaria
La supranacionalidad también tiene una ventaja de tipo propagandístico. Los países más
pobres de Europa se beneficiaron enormemente de la mejora automática de su imagen
externa tras su incorporación a la Unión Europea. Al ingresar a la institución
supranacional, los países menos desarrollados de Europa pasaron a tener
automáticamente una “marca comunitaria” mucho más atractiva para los inversionistas y
potenciales compradores se sus exportadores que sus respectivas “marcas país”. En
Praga, la bella capital de la Republica Checa, me llamó poderosamente la atención la
respuesta que me dio Martín Tlapa, el viceministro de Comercio e Industria checo,
cuando le pregunte como había hecho un país tan pequeño con apenas 10 millones de
habitantes, y en una región del mundo azotada por las guerras, para recibir tantas
inversiones. Al que respondió que el factor clave había sido haber obtenido “la marca
comunitaria”. explicó que desde el momento en que la Republica Checa había anunciado
su intención de unirse a la Unión Europea, aún sin haber firmado algún papel, pasó a ser
vista en el resto del mundo como un país más emparentado con Alemania que con el
Tercer Mundo. En la economía global, hay que salir a venderse al mundo para atraer más
inversiones y para poder exportar más. “Construir una marca país es muy caro: si
contratas empresas especializadas en compañías publicitarias, te cuesta una buena parte
de tu producto bruto”, “Sin embargo, el solo hecho de que se unieron a la Unión Europea
dio la marca comunitaria: una garantía de que, al estar sujetas a las mismas normas, y los
mismos tribunales de arbitraje de la Unión Europea, invertir en nuestro país es lo mismo
que invertir en Alemania e Italia. Y eso hizo una diferencia abismal.” Los países del sur
europeo duplicaron y en algunos casos triplicaron sus ingresos per cápita al ceñirse a
regla comunes que aseguran la estabilidad económica. Y los países de la ex Europa del
Este que se integraron a la UE en 2004 se convirtieron de la noche a la mañana en las
economías de crecimiento más rápido de Europa. El solo hecho de planear integrarse a la
Unión Europea motivó un crecimiento espectacular de las inversiones. Tanto es así que,
en 2004, el año de su incorporación a la Unión Europea, Polonia y la Republica Checa ya
figuraban muy por encima de México, Brasil o cualquier otro país latinoamericano en el
ranking de las Naciones Unidas de los países más atractivos para las inversiones
extranjeras en los próximos cinco años. los países de Europa del Este se envolvieron en la
bandera de la supranacional de la Unión Europea aun antes de pertenecer a ella. Y la
“marca comunitaria” les ayudó a atraer un aluvión de inversiones.
La experiencia española
Uno de los principales obstáculos para la integración de los países latinoamericanos bajo
un esquema supranacional era la falta de liderazgo de la mayoría de los presidentes de la
región, u la glorificación socialista y anticapitalista de gran parte de su clase política. Los
países latinoamericanos viven en un engaño permanente: los políticos ganan elecciones
con propuesta populista, y gobiernan con programas de ajuste. Y la presa, los
intelectuales y los académicos siguen usando un discurso nacionalista y anticapitalista,
que está abierta a contradicción con la realidad mundial, y que en la mayoría de los casos
no creen en ellos mismo, pero repiten como loros para ganar el aplauso de la audiencia.