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Son ciento y pico páginas y se leen en algo más de una hora y media. Certifican que
los residentes en los USA, de forma legal o de forma ilegal, ya empiezan a resignarse
a vivir en lo que llaman Trumplandia y ya empiezan a concienciarse que la cosa va
para largo o algo muy gordo ha de suceder para que esto no sea así. Aunque no culpan
solamente al pasado más reciente. Alguna de las normativas que se mencionan a lo largo de estas
páginas ya refieren al periodo Obama y no sería justo olvidarlo, mejor, sería muy injusto optar por eso
tan correcto de culpar a Trump de todo la malo y a Obama de todo lo bueno.
El subtítulo de este libro es Un ensayo en cuarenta preguntas. Y esas cuarenta preguntas son las que
integran un formulario que los niños que cruzan ilegalmente la frontera mexicana y se introducen en
los USA han de responder, y sobre esas respuestas la autoridad de inmigración de la land of the
free decide qué hacer. Valeria Luiselli, a su vez una inmigrante pero ya con su green card y todo, usó.
para escribir este texto que puede ser considerado fríamente como revelador pero podría calificarse,
según el día, de "escalofriante", su experiencia como entrevistadora y posterior traductora de las
respuestas de los menores . Respuestas en función de las cuales los menores podrían ser repatriados
o acceder al status de refugiados. Preguntas que parecen las de esos complejos tests de personalidad
en que se pregunta básicamente lo mismo reformulado una y otra vez, pero que vienen a delatar la
enorme aura de superioridad (y por tanto desconfianza hacia lo ajeno) de las autoridades de USA,
cuestión que, aunque sea comprensible, pasa a un nivel paranoico cuando se habla ya de cuestiones
religiosas. Las preguntas no es que vulneren el principio de privacidad y el derecho a la intimidad. Es
que no puedo deciros por donde se pasan ese derecho, que me echan del blog. Formuladas a un menor,
que puede ser de 5 o de 16 años pero que puede incurrir en un terrible error al contestarlas y que ello,
acompañado de poca pericia en algún abogado que ha tomado el caso porque no había otro, acarree
con su deportación y con su colocación en el sitio de donde ha escapado, y de su futuro no me hables
que no me importa y que pase el siguiente. Los menores huyen de la injusticia o de la pobreza o de las
bandas que los coaccionan para que se integren en ellas, a veces han tomado un tren o un autobús (La
Bestia) y sus familias se han endeudado no para que persigan un sueño sino para que se alejen de una
pesadilla. A veces van a unirse a sus padres que han hecho de avanzadilla. Pero son menores y
normalmente han pasado un tiempo expuestos a riesgos ("escalofriante": que el 80% de las menores
sean violadas en ese trayecto y que ya tomen anticonceptivos antes de emprenderlo, como pura
medida de precaución para que la cosa no "pase" de eso), han recorrido kilómetros a miles y han
traspasado más de una frontera.
En fin, el libro nos pone al corriente, con corrección y oficio, de un enorme drama del que la mayoría
somos ajenos, y que parece que irá a peor. Como digo más de una vez, muy libres todos de seguir
mirando hacia otro lado, por supuesto. Cómo no.