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En las adiciones al Plan de Guadalupe, del 23 de diciembre de 1914, se indicó en el artículo 2º,
que: “el Primer Jefe de la Revolución y Encargado del Poder Ejecutivo, expedirá y pondrá en vigor,
durante la lucha todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las
necesidades económicas, políticas y sociales del país”, como el “establecimiento de la libertad
municipal como institución Constitucional”. Lo anterior originó que la Sección de Legislación Social
preparará varios proyectos de ley, los cuales se adicionarían al Plan de Guadalupe, entre los cuales
figuraron varios sobre asuntos municipales; teniendo como resultado la expedición de un decreto
que reformaba al artículo 109 de la Constitución de 1857, en los siguientes términos: Los Estados
adoptarán para su régimen interior la forma de gobierno republicano, representativo y popular,
teniendo como base de su división territorial y de su organización política el municipio libre,
administrado por Ayuntamientos de elección popular directa, y sin que haya autoridades
intermedias entre éstos y el gobierno del Estado. El Ejecutivo Federal y los Gobernadores de los
Estados tendrán el mando de la fuerza pública de los municipios donde residieren habitual o
transitoriamente. Como se puede observar, en todos los planes y programas políticos antes
estudiados, había el convencimiento general de que era necesario erradicar a las jefaturas
políticas e instituir el municipio libre. El decreto que reforma el artículo 109 de la Constitución de
1857 se expidió el 23 de diciembre de 1914.
El inicio……
En marzo de 1908, relativamente cerca de las elecciones, la revista británica Pearson's Magazine
publicó una entrevista de su reportero James Creelman con el Presidente Porfirio Díaz, que había
tenido lugar unos meses atrás en el Castillo de Chapultepec.
En dicha publicación Díaz declaró: "He esperado pacientemente que llegue el día en que el pueblo
de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada
elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el
progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado”.
A raíz de estas declaraciones, se crearon partidos políticos de oposición para las elecciones que se
llevarían a cabo en 1910, destacando el partido Anti–reeleccionista, encabezado por Francisco I.
Madero.
Sin embargo, Díaz no cumplió la promesa y se reeligió para el mandato de 1910 a 1916.
Ante esta imposición, Madero lanzó, el 5 de octubre de 1910, el Plan de San Luis, que rechazó la
reelección y convocó a derrocar al dictador.
“Los pueblos, en su esfuerzo constante por que triunfen los ideales de libertad y justicia, se ven
precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios”, expresa el
primer párrafo del Plan de San Luis.
En ese manifiesto eran denunciados los abusos del régimen porfirista y ofrecida la restitución a los
campesinos de los terrenos que les habían sido arrebatados arbitrariamente, entre otros
compromisos.
El pueblo mexicano, al llamado de Madero plasmado en el Plan de San Luis, se lanzó a la lucha
armada el 20 de noviembre de 1910.
Las fuerzas revolucionarias fueron compuestas por campesinos que reclamaban su derecho a la
propiedad de tierras, por obreros que reclamaban justicia social y por las clases medias que pedían
libertad política.
A finales de mayo de 1911, los generales Pascual Orozco y Francisco Villa tomaron Ciudad Juárez,
Chihuahua, lo que representó el triunfo de los rebeldes; después de las elecciones de octubre de
ese año, Francisco I. Madero llegó a la Presidencia, en lo que fue la primera etapa de la Revolución
Mexicana.
El movimiento revolucionario continuó los siguientes años con descontentos entre las distintas
facciones que lo iniciaron.
Uno de esas facciones fue la de Emiliano Zapata, quien al frente del Ejercito Libertador del Sur,
reclamaba a Madero haber incumplido lo ofrecido en cuanto a la devolución de tierras a las
comunidades indígenas y agrarias del estado de Morelos.
Mientras tanto, en Chihuahua, al norte del país, Pascual Orozco acusaba al Presidente de
corrupción y traición al país.
Posteriormente, Madero fue víctima de la asonada militar conocida como la “Decena Trágica”,
ocurrida a partir del 9 de febrero de 1913.
En un principio, Victoriano Huerta, en su condición de general maderista, combatió el
levantamiento de oficiales del viejo régimen porfirista, aunque luego se pasó a sus filas, con la
mirada puesta en ocupar la Presidencia, lo que ocurrió después del asesinato de Madero el 22 de
febrero de aquel año.
Venustiano Carranza
La carrera política de Venustiano inició en 1887 cuando fue electo presidente municipal de su
pueblo natal, aunque renunció a su cargo por discrepancias con el gobernador del estado de
Coahuila, José María Garza Galán. En 1893 participó con su hermano Emilio en la oposición política
contra de la reelección de Garza Galán. Entre 1894 y 1904. Carranza ocupó diversos cargos
públicos, entre ellos nuevamente la presidencia municipal de Cuatro Ciénegas, periodo en el cual
se acercó al grupo político de Bernardo Reyes. En 1908 fue nombrado Gobernador interino de su
estado. Un año después se postuló como candidato independiente a las elecciones para
gobernador. Su cercanía con el grupo de Bernardo Reyes, le significó ganarse la oposición de los
científicos y de Porfirio Díaz.
A principios del siglo XX, la mayoría de los diputados provenía de corrientes opuestas al régimen
porfiriano. Las raíces políticas de casi todos los miembros de esta generación de parlamentarios se
asentaron en los linderos donde germinaron las asociaciones y clubes políticos adheridos a la
figura del general Bernardo Reyes. Otros se nutrieron de la simiente que sembró la tradición
iniciada por el Partido Liberal que se había establecido en Estados Unidos.
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Principales polémicas sobre la hacienda municipal en el congreso
constituyente.
La relevancia de la institución del municipio como tema en el Constituyente de Querétaro, queda
de manifiesto con el mensaje del primer jefe del 1º de diciembre de 1916, el cual acompañó a su
proyecto de Constitución, el cual queda contenido en el siguiente párrafo: El Municipio
Independiente, que es sin disputa una de las grandes conquistas de la revolución, como que es la
base del Gobierno libre, conquista que no sólo dará libertad política a la vida municipal, sino que
también le dará independencia económica, supuesto que tendrá fondos y recursos propios para la
atención de todas sus necesidades, substrayéndose así a la voracidad insaciable que de ordinario
han demostrado los gobernadores, y una buena Ley Electoral que tenga a éstos completamente
alejados del voto público y que castigue con toda severidad toda tentativa para violarlo,
establecerá el poder electoral sobre bases racionales que le permitan cumplir su cometido de una
manera bastante aceptable.En la propuesta de Carranza, el artículo 115 del proyecto señalaba: Los
estados adoptarán para su régimen interior, la forma de gobierno republicano, representativo,
popular; teniendo como base de su división territorial y de su organización política, el municipio
libre, administrado cada uno por ayuntamiento de elección directa y sin que haya autoridades
intermedias entre éste y el gobierno del estado. El ejecutivo y los gobernadores de los estados
tendrán el mando de la fuerza pública de los municipios donde residieren habitual o
transitoriamente… La diferencia más importante y por tanto la gran novedad respecto de la
Constitución de 1857, era la relativa al establecimiento del municipio libre como base de la
administración política y municipal de los estados del país. Se hace hincapié en que el proyecto del
Primer Jefe no contenía ninguna disposición sobre la hacienda municipal. Es hasta la 52ª sesión
ordinaria, celebrada el 20 de enero de 1917, cuando la segunda comisión de Constitución se refirió
por primera vez al tema de la hacienda pública municipal. Los miembros de la segunda comisión
de Constitución38, apuntaban en su dictamen que después de haber analizado las diversas
iniciativas, y en su empeño por dejar sentados los principios en los que debía descansar la
organización municipal, se inclinaron por proponer tres reglas: 1. La independencia del
ayuntamiento; 2. La formación de su hacienda, señalaban que también debía ser independiente, y
3. Otorgaban personalidad jurídica para que el municipio pudiera contratar, adquirir y defenderse.
Con base en lo anterior, la comisión presentó a la asamblea constituyente el siguiente proyecto del
artículo 115 Constitucional: Los estados adoptarán para su régimen interior la forma de gobierno
republicano, representativo, popular, teniendo como base de su división territorial y de su
organización política y administrativa el municipio libre, conforme a las tres bases siguientes:
I. Cada municipio será administrado por un ayuntamiento de lección popular directa y no habrá
ninguna autoridad intermedia entre éste y el gobierno del estado;
II. Los municipios administrarán libremente su hacienda, recaudarán todos los impuestos y
contribuirán a los gastos públicos del estado en la proporción y término que señale la legislatura
local. Los ejecutivos podrán nombrar inspectores para el efecto de percibir la parte que
corresponda al estado y para vigilar la contabilidad de cada municipio. Los conflictos hacendarios
entre el municipio y los poderes de un estado los resolverá la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en los términos que establece la ley; III. Los municipios estarán investidos de personalidad
jurídica para todos los efectos legales. El ejecutivo y los gobernadores de los estados tendrán el
mando de la fuerza pública en los municipios donde residieren habitual o transitoriamente… En la
59ª sesión ordinaria, celebrada el 24 de enero de 1917 se suscitó el debate en torno a cómo debía
administrar el municipio su hacienda. Al hacer uso de la palabra, el diputado Rafael Martínez de
Escobar señalaba: Los municipios creo yo que únicamente deben recaudar los impuestos que
pertenezcan directamente al municipio; yo, que soy completamente liberal, quiero la libertad del
municipio, es decir que se establezca efectivamente la libertad municipal, la autonomía del
municipio; pero parece que en cierta forma, va a subordinarse la libertad municipal del estado,
pues es una libertad aparente la que aquí se establece. El hecho de recaudar los impuestos; no
sólo municipales, sino de estado, faculta al estado para nombrar inspectores, para nombrar
vigilantes de la actuación del municipio, y esa actuación del estado nombrando inspectores y
vigilantes en cuanto a la recaudación de los impuestos no significa otra cosa sino la intervención
directa e inmediata del estado sobre el municipio, y de aquí se concluirá lógicamente una
subordinación del municipio al estado. Heriberto Jara temía que no se diera la libertad económica
y decía: … no demos libertad política y restrinjamos hasta lo último la libertad económica, porque
entonces, la primera no podrá ser efectiva, quedará simplemente consignada en nuestra Carta
Magna como un bello capítulo y no se llevará a la práctica, porque los municipios no podrán
disponer de un solo centavo para su desarrollo, sin tener antes el pleno consentimiento del
gobierno del estado. En la 60ª sesión ordinaria, celebrada durante la noche del día miércoles 24 de
enero de 1917, continuó el debate sobre le artículo 115.44 En la 61ª sesión, celebrada el día 25 de
enero de 1917, la segunda comisión de Constitución presentó modificado el último párrafo del
artículo 115, en la siguiente forma: “Sólo podrá ser gobernador Constitucional de un estado un
ciudadano mexicano por nacimiento y nativo de él o con residencia no menor de cinco años
anteriores al día de la elección”. Los diputados Chapa y Cravioto propusieron que se votará el
artículo 115, pero que se separará la fracción II, para discutirla más ampliamente después. En esta
sesión se aprobó el artículo 115, con 148 votos a favor y 26 en contra. En la 62ª sesión ordinaria,
celebrada la noche del día jueves 25 de enero de 1917, se procedió a la votación de la fracción II
del artículo 115, que decía: Los municipios administrarán libremente su hacienda, recaudarán
todos los impuestos, y contribuirán a los gastos del estado en la porción y término que señale la
legislatura local. Los ejecutivos podrán nombrar los inspectores para el efecto de percibir la parte
que corresponda al estado, y para vigilar la contabilidad de cada municipio. Los conflictos
hacendarios entre el municipio y los poderes de un estado los resolverá la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en los términos que establezca la ley. La votación fue de 110 votos en contra
y 35 a favor. En la 66ª sesión ordinaria, efectuada el 29 de enero de 1917, después de haber sido
rechazado el proyecto, se presentaron dos votos particulares: el primero fue puesto a
consideración de la asamblea constituyente por Paulino Machorro Narváez y Arturo Méndez; el
segundo fue formulado por Heriberto Jara e Hilario Medina. El voto particular de Machorro y
Méndez, subrayaba la necesidad de que la libertad municipal tenía que basarse en la
independencia económica del municipio, por lo que el municipio no debía depender
económicamente del estado. Manifestaban que el estado debía entregar al municipio una
cantidad tomada de las contribuciones que el mismo que el mismo estado recaudaba en la
Municipalidad respectiva; pensaban que la cantidad que el estado tenía que entregar al municipio
no debía ser inferior al diez por ciento, lo que significaba que junto a los ingresos propios de los
ramos municipales, sería suficiente para que los ayuntamientos tuvieran una vida económica más
desahogada. Estos argumentos parecían de justicia a los miembros de la comisión. En esa misma
sesión se presentó el segundo voto particular, formulado por Heriberto Jara e Hilario Medina. Este
voto tenía como característica principal el haber corregido el dictamen presentado por la segunda
comisión de Constitución, conforme a las sugerencias hachas en los debates. Además ponderaba
la protección de la libertad hacendaria del municipio, eliminaba la facultad a la Corte para
intervenir en las cuestiones municipales, y suprimía también la facultad de recaudar todas las
contribuciones, a fin de que los estados no intervinieran en la vida municipal; asimismo, se
establecía que los estados deberían auxiliar con un tanto a cada municipio. En la sesión
permanente de 29, 30 y 31 de enero de 1917, después de largos y acalorados debates, la asamblea
constituyente no había podido aprobar la fracción II del artículo 115. A pesar de que el
Constituyente de Querétaro estaba consciente de la necesidad de proteger la autonomía
financiera del municipio, las posturas de los diputados que participaron en los debates, muestran
dos puntos de vista distintos; por un lado, se argumentaba que el control sobre la hacienda
municipal lo debería tener el estado, a través del Ejecutivo estatal; y por el otro, se pedía la
independencia absoluta de la hacienda municipal. Sin importar si los señores diputados estaban
temerosos de invadir ámbitos del estado, o por cansancio, o bien porque estuvieren apremiados
de tiempo, lo cierto es que la fracción II fue aprobada por 88 votos a favor y 62 en contra, bajo la
fórmula presentada por el diputado Gerzayn Ugarte, que señalaba: “Los municipios administrarán
libremente su hacienda, la cual se formará de las contribuciones que señalen las legislaturas de los
estados, y que en todo caso, serán las suficientes para atender a sus necesidades”. El
planteamiento anterior agregó a los estados el destino económico de los municipios, por lo que
nunca pudieron ser auténticamente libres. En conclusión, podemos observar que el temor de
Heriberto Jara se hizo realidad, pues la fórmula propuesta por Ugarte para lograr la autonomía
municipal sólo quedó reducida a un bello capítulo de la Constitución, debido a que no fue llevada a
la práctica.
I. Cada municipio será administrado por un ayuntamiento de elección popular directa, y no habrá
ninguna autoridad intermedia entre éste y el gobierno del estado.
II. Los municipios administrarán libremente su hacienda, la cual se formará de las contribuciones
que señalen las legislaturas de los estados y que, en todo caso, serán las suficientes para atender a
las necesidades municipales, y
III. Los municipios serán investidos de personalidad jurídica para todos los efectos legales.
El Ejecutivo federal y los gobernadores de los estados tendrán el mando de la fuerza pública en los
municipios donde residieren habitualmente o transitoriamente. Los gobernadores
Constitucionales no podrán ser reelegidos ni durar en su encargo más cuatro años. Son aplicables
a los gobernadores, substitutos o interinos, las prohibiciones del artículo 83. El número de
representantes en las legislaturas de los estados será proporcional al de habitantes de cada uno;
pero en todo caso, el número de representantes de una legislatura local no podrá ser menor de
quince diputados propietarios. En los estados, cada distrito electoral nombrará un diputado
propietario y un suplente. Sólo podrá ser gobernador Constitucional de un estado un ciudadano
mexicano por nacimiento y nativo de él o con vecindad no menor de cinco años, inmediatamente
anteriores al día de la elección. Es importante destacar, que aunque el artículo 115 Constitucional
estuvo principalmente destinado al municipio, también albergó ciertas reglas sobre los
gobernadores y las legislaturas de los estados, ambos aspectos, fueron objeto de modificaciones
Constitucionales. A continuación describiremos las distintas reformas que se han ido realizando al
artículo 115 Constitucional. Las reformas Constitucionales al artículo 115:
a) Primera reforma.
b) Segunda reforma.
Se dio el día 29 de abril de 1933. Aquí se estableció la elección directa de los gobernadores de los
estados, y de las legislaturas de los estados. Este punto tampoco hacía referencia a los municipios.
c) Tercera reforma.
d) Cuarta reforma.
Se dio el 12 de febrero de 1947. En este punto el presidente Alemán apuntaba que era necesaria la
participación de la mujer en las funciones electorales relativas a la designación de los miembros
del ayuntamiento, tanto para elegir a los munícipes o regidores como para ser nombrada para
estos cargos.
A partir de esta reforma se empezó a tomar en cuenta a los municipios.
e) Quinta reforma.
Ocurrió el 17 de octubre de 1953. Por medio de esta reforma se derogó lo relativo al voto activo y
pasivo de la mujer para las elecciones municipales. El motivo de esta reforma era que se
incorporaba al artículo 34 Constitucional la plena capacidad ciudadana ala mujer, para que
participara en las actividades político-electorales del país. Es conveniente señalar que las
legislaturas de los estados se habían negado a incorporar ala Constitución local y leyes electorales
de los estados el precepto que diera eficacia a la fracción I del artículo 115 Constitucional, en lo
relativo al voto de la mujer en las elecciones municipales.
f) Sexta reforma.
El 6 de febrero de 1976, tuvo como propósito establecer las normas para la planeación y
ordenación de los asentamientos humanos y conurbación, para que éstos, a través de la acción
concertada de la Federación y de los estados, pudieran integrarse a un desarrollo socioeconómico
armónico del país y pueda atacarse la insuficiencia de servicios en el ámbito de sus competencias,
a través de acuerdos con la Federación.
g) Séptima reforma.
h) Octava reforma.
Esta reforma tuvo verificativo el 3 de febrero de 1983 y trató de asegurar al municipio libertad
política, económica, administrativa y de gobierno.
La reforma trató de que los municipios pudieran establecer las bases sobre las cuales pudieran
integrar su patrimonio y poder conseguir la independencia económica.
La hacienda municipal consagrada en su nueva fracción IV fue la aspiración de los constituyentes
de 1917; con esta reforma se pensó dar un avance financiero a los municipios.
La octava reforma sienta las bases para una transformación y fortalecimiento de la vida municipal.
i) Novena reforma.
j) Décima reforma.
Llevada a cabo el 14 de agosto de 2001. Ésta forma parte de la reforma Constitucional en materia
indígena, la cual tenía como propósito sentar las bases Constitucionales para atender el problema
de la insurrección indígena en Chiapas; debemos de recordar, que entre las demandas del grupo
levantado se encontraba “el reconocimiento de la autonomía de gobierno de las comunidades
indígenas justamente en función de tener dicho carácter”. Las voces en contra de esta idea
estaban motivadas por el hecho de que no se consideraba necesario introducir el “reconocimiento
de la autonomía de gobierno de las comunidades indígenas”, puesto que el municipio se
encuentra ya dotado de un margen de autonomía que le otorga la Constitución que, por tanto, los
municipios con población indígena disponen de tal autonomía; además de la consideración
anterior, se adicionaba la idea de que si por autonomía indígena se quería entender una capacidad
de autodeterminación diferente de la libertad municipal, entonces estaríamos en presencia de la
aparición de un cuarto nivel de gobierno que podría trastocar la estructura del Estado mexicano.
En si el razonamiento de la directriz del reconocimiento de la autonomía indígena consiste en que
ésta supone la aplicación de un derecho derivado de la cultura indígena que tiene características
distintas del orden jurídico nacional. El 14 de agosto de 2001 se introdujo en el artículo 2º
Constitucional el reconocimiento y la garantía del derecho de los pueblos indígenas; sin embargo,
las disposiciones Constitucionales no resolvieron el problema de la expresión institucional de la
mencionada autonomía en cuanto a la posibilidad de que significara un esquema diferente del de
la libertad municipal. La relación entre la autonomía indígena y la organización municipal no
quedó debidamente aclarada. El Congreso estuvo renuente a plasmar un texto que pudiera
interpretarse en el sentido de que las comunidades indígenas tendrían una personalidad jurídica
reconocida superior o por lo menos diferente de la del municipio y que éste sería siempre el
ámbito en el cual debería abrirse la posibilidad de asociación de las comunidades indígenas, y que
la expresión de la autonomía de éstas tendría que darse siempre al interior de la estructura
municipal. En tal sentido, la 11ª reforma al texto Constitucional en el artículo 115 introdujo un
último párrafo a la fracción V en los términos siguientes: “Las comunidades indígenas, dentro del
ámbito municipal, podrán coordinarse y asociarse en los términos y para los efectos que prevenga
la ley”.
La reforma más reciente se llevó a cabo el 18 de junio de 2008, en la fracción VII del artículo 115
Constitucional, ésta se debió a las recientes modificaciones realizadas en la legislación en materia
de seguridad pública; quedando dicha fracción en los términos siguientes: “La policía preventiva
estará al mando del Presidente Municipal en los términos de la Ley de Seguridad Pública del
Estado. Aquella acatará las órdenes que el Gobernador del Estado le transmita en aquellos casos
que éste juzgue como de fuerza mayor o alteración grave del orden público.
A) Personalidad Jurídica.
B) Patrimonio.
Como consecuencia de contar con personalidad jurídica propia, se otorga capacidad a los
municipios para contar con patrimonio propio, el cual se encuentra integrado por los bienes y
recursos que le sean necesarios para atender a sus responsabilidades con la comunidad.
C) Autonomía política.
La Constitución establece el derecho del municipio para otorgarse sus propias autoridades
mediante la elección popular y directa de los ayuntamientos. Establece la prohibición de que
existan autoridades intermedias entre los ayuntamientos y los gobiernos de los estados.
Reglamenta lo correspondiente a la no reelección relativa a los miembros del Ayuntamiento,
indicando que los presidentes municipales, regidores y síndicos electos en forma directa y popular
no podrán ser reelectos para el período inmediato siguiente. Asimismo, establece que las personas
que por elección indirecta o por nombramiento o designación desempeñen las funciones propias
de esos cargos, no podrán ser electos para el período inmediato siguiente. Además señala, que
quienes hayan ocupado los cargos a que se ha hecho referencia, con el carácter de propietarios,
no podrán ser electos para el período siguiente con el carácter de suplentes, pero los que hayan
tenido el carácter de suplentes si podrán ser electos para el siguiente periodo como propietarios, a
menos que hayan estado en ejercicio efectivo del cargo. En este mismo punto de la autonomía
política, la Constitución establece un procedimiento general para todos los municipios del país en
cuanto a la suspensión, revocación o desaparición de los ayuntamientos o del mando de alguno de
sus miembros, disponiendo que dichos procedimientos quedan supeditados a la facultad exclusiva
del Poder Legislativo Federal, siendo necesaria la aprobación de las dos terceras partes de sus
integrantes en estos casos y debiendo dar oportunidad a los involucrados, ayuntamientos o
miembros de alguno de ellos, de aportar pruebas y hacer los alegatos necesarios. Indicando, que
en caso de que se declare desaparecido un ayuntamiento o por renuncia o falta absoluta de la
mayoría de sus miembros, si la ley no prevé la entrada en funciones de los suplentes o la
celebración de nuevas elecciones, las legislaturas de los estados designarán entre los vecinos a los
Concejos Municipales que deban concluir los periodos correspondientes. Por último, en materia
de autonomía política, la Constitución establece el principio de representación proporcional en la
elección de los ayuntamientos de todas las municipalidades.
D) Autonomía administrativa.
E) Fuerza pública.
El texto actual de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, adjudica plenamente el
mando de la policía preventiva y cuerpos de tránsito a las autoridades municipales.
F) Derecho burocrático.
La Carta Magna asienta el principio que regula la relación de trabajo entre los municipios y sus
trabajadores, cuyas relaciones deben regirse por las leyes que expidan las legislaturas de los
estados con base en lo dispuesto por el artículo 123 de la propia Constitución y sus disposiciones
reglamentarias.
G) Autonomía financiera.
De orden federal: Leyes federales varias (de reforma agraria, de aguas, del trabajo, del seguro
social, del infonavit, de población, otras).
Existe una gran variedad de normas de origen federal que regulan la vida del municipio, dichas
normas las podemos agrupar de la siguiente manera:
Como vimos en la unidad anterior, en nuestra Carta Magna se encuentran normas fundamentales
que rigen al municipio, especialmente el artículo 115 Constitucional, en este se detallan los
aspectos estructurales de las municipalidades, así como las facultades y prerrogativas con que
cuentan.
Tratados Internacionales.
En la práctica se ha podido observar que algunos de los tratados internacionales que ha celebrado
nuestro país, contienen disposiciones que de alguna forma afectan las estructuras jurídicas,
políticas, económicas y sociales del municipio; el ejemplo más claro lo tenemos en aquellos
tratados que versan sobre cuestiones limítrofes o territoriales, ecológicos o de protección al medio
ambiente, así como los tratados en materia de campamentos de refugiados que se dan al sur de
nuestra nación. Es importante resaltar, que de conformidad con lo que señala la Ley sobre la
Celebración de Tratados, existe la posibilidad de que los municipios participen en la realización de
ciertos instrumentos jurídicos que si bien es cierto no tienen rango de tratados internacionales, sí
surten ciertos efectos en el ámbito internacional.
Las relativas a cada entidad federativa, la Constitución local, las leyes orgánicas municipales.
Cada Estado de la Unión, cuenta con una amplia gama de ordenamientos legales que regulan
aspectos municipales y que podemos agrupar de la siguiente forma:
El Código Civil o Penal del Estado, los diversos ordenamientos de carácter administrativo, fiscal, de
división territorial, electorales, se constituyen en fuente del Derecho Municipal al establecer en
ellos derechos y obligaciones para los municipios. Dentro de las leyes reglamentarias y ordinarias
de orden local, adquiere especial importancia la Ley Orgánica Municipal, ya que es la base más
importante de las normas municipales. En cada una de las Leyes Orgánicas Municipales podemos
observar las características que las entidades federativas quisieron darle a la organización
municipal, por ello en ellas encontramos regulación respecto al número de integrantes de los
ayuntamientos, así como sus respectivas funciones, además de la prestación de los servicios
públicos municipales; organismos de colaboración municipal y participación ciudadana.
Las disposiciones que contienen reglamentos de construcción, espectáculos, etc., van a afectar la
vida municipal, ya que en algunos casos estos ordenamientos son base de sus facultades, y en
otras ocasiones le otorgan el carácter de auxiliares de las autoridades estatales.
También con base en este tipo de ordenamientos menores, se suele regular una buena cantidad
de actos que finalmente repercutirán en la vida local del municipio. Es de llamar la atención los
excesos en que incurren las autoridades de los Estados al enviar en forma indiscriminada circulares
y acuerdos en los que imponen a los ayuntamientos una multiplicidad de acciones de tipo
contable, presupuestario, de planeación, etc.
Los ordenamientos que están a cargo de los ayuntamientos se conocen como fuentes
estrictamente municipales, esto atendiendo al aspecto formal de su origen. Quintana Roldan,
propone como fuentes estrictamente municipales a:
a) Bandos.
b) Ordenanzas.
c) Reglamentos.
a) Bandos municipales.
La palabra Bando deriva del verbo Bandir, que a su vez se origina del vocablo visigodo Bandwjan,
que significa pregonar o hacer público algo. En este sentido, los antiguos edictos de los munícipes
o curiales romanos se transformaron en los llamados bandos del Antiguo Municipio Medieval
Español, que implicaban la acción de los cabildos para publicitar las normas a las que apegarían su
gestión de gobierno y, en su caso, las sanciones de su desacato. Generalmente, la primera sesión
del cabildo, al inicio de sus actividades, se dedicaba a la expedición solemne del bando de buen
gobierno. La figura jurídica del bando ha conservado, hasta la fecha, su fuerte raíz típicamente
municipal. Quintana refiere que los bandos municipales se clasifican en: ordinarios y
extraordinarios o solemnes. Los ordinarios son los que expiden los ayuntamientos al inicio de su
gestión, para hacer públicas las normas a que habrá de sujetarse la vida municipal como son de
buen gobierno, de policías y que en materias especiales darán cabida a los reglamentos de áreas
particulares como: de espectáculos, de anuncios, de panteones, etc. En el bando se establecen las
normas más generales de gestión; se señalan las sanciones de carácter administrativo que se
podrán aplicar a los infractores de las disposiciones reglamentarias; se indican las bases generales
de zonificación, desarrollo urbano y planeación general del municipio; se enumeran las localidades
que pertenecen al municipio, etc. Los bandos extraordinarios o solemnes, son aquellos que
expiden los ayuntamientos para dar realce a un acontecimiento sobresaliente que debe ser
conocido y difundido en la demarcación municipal; ejemplo, los que se expiden para conmemorar
algún aniversario importante de la municipalidad o de sus héroes.
b) Las ordenanzas
El término Ordenanzas deriva del vocablo latino Ordo, Ordonis, que significa poner en orden a las
cosas, jurídicamente se entiende por ordenanzas un cuerpo normativo, generalmente
compilaciones de tipo codificado que se destinan a regular legalmente alguna materia específica
de las actividades humanas.
Al contrario de los bandos, las ordenanzas no son tan exclusivas de la doctrina municipal, pues
muchas otras instancias e gobierno tuvieron capacidad de expedirlas, como el rey, los Concejos
reales, los virreyes, conquistadores y adelantados en tierras americanas. Actualmente los bandos
municipales y las ordenanzas presentan notable confusión a más de dispersión en su uso;
difícilmente se ubican dentro de la concepción del esquema moderno de ordenamientos jurídicos,
que ha dado preeminencia a otras figuras, como la ley formal y los reglamentos.
c) Reglamentos municipales
1. De estructura y organización.
5. Sobre la estructura de los órganos de participación y colaboración ciudadana, etc. Cada una de
las legislaciones estatales marcan la forma y los medios en que se tiene que dar publicidad a los
bandos, ordenanzas y reglamentos municipales, lo anterior es en beneficio de la seguridad jurídica
de la población municipal, tomando en cuenta la realidad de cada municipio.
Otras fuentes.
En la municipalidad, hay otro tipo de disposiciones administrativas menores que son fuente de
derecho, tal es el caso de las circulares, oficios, acuerdos, etc., que emiten los ayuntamientos en
pleno, o que surgen de las diversas autoridades del propio municipio. El Presidente Municipal, el
secretario, los regidores, el tesorero, etc., de manera cotidiana emiten este tipo de disposiciones
para una multiplicidad de asuntos que debe resolver y atender el municipio. Por otra parte, la
costumbre aparece como una fuente supletoria del Derecho Municipal, aplicada en materias
encomendadas al municipio. Esta fuente es de tomarse en cuenta para los actos de la
municipalidad en que deba analizarse las costumbres de la población para no violentar sus
sentimientos religiosos o morales, ni contravenir sus usos y costumbres y demás prácticas
enraizadas en la comunidad.