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¿Qué fue la Guerra Fría, por la que

Estados Unidos y la URSS dividieron al


mundo?
14 septiembre, 2021
por El Orden Mundial
La Guerra Fría protagonizó la segunda mitad del siglo XX al enfrentarse los bloques
capitalista y comunista en guerras, política y economía.

La Guerra Fría es el periodo entre el fin de la Segunda Guerra


Mundial en 1945 y la caída de la Unión Soviética en 1991 que
dividió al mundo en el bloque occidental capitalista, liderado
por Estados Unidos, y el oriental comunista, encabezado por la
URSS. Entre ambas superpotencias existía una tensión permanente,
escalada por la carrera armamentista y el desarrollo de armas nucleares.
Como temían destruirse, nunca llegaron a una guerra directa, pero sus
enfrentamientos provocaron conflictos locales. 
Tanto Estados Unidos como la URSS intervinieron en la política interna
de muchos países para reprimir a la disidencia, reforzar a sus aliados e
impulsar golpes de Estado para expandir su influencia. Al mismo tiempo,
se combatían a través de la propaganda ideológica y el espionaje a través
de sus agencias de inteligencia, la CIA y la KGB.

La rivalidad de las dos superpotencias


La ruptura definitiva entre Estados Unidos y la URSS llegó en 1947.
Entonces, resurgieron las desconfianzas que ya existían desde la
Revolución rusa de 1917, cuando Estados Unidos apoyó a las fuerzas
zaristas para expulsar a los bolcheviques del poder, y que se habían
dejado de lado para luchar contra el nazismo. Europa estaba exhausta tras
la Segunda Guerra Mundial, lo que generó un vacío de poder que
aprovecharon Washington y Moscú, vencedores principales, para
expandir su influencia y convertirse en las potencias económicas y
militares hegemónicas.

Ante el temor de que las ideas socialistas y comunistas se extendieran en


la Europa de posguerra, Estados Unidos presentó en 1947 el Plan
Marshall, que pretendía apoyar la reconstrucción de Europa occidental
para frenar a la URSS. Este plan se enmarcaba en la doctrina Truman, que
determinó la política exterior del país durante la Guerra Fría. La doctrina
Truman consideraba que el mundo estaba dividido en dos bloques
irreconciliables, donde Estados Unidos defendía la democracia y la
libertad frente a una URSS totalitaria y hostil a los valores occidentales,
que suponía una amenaza a contener.

Esa estrategia estadounidense contrarrestó el crecimiento de los partidos


comunistas en Europa occidental y estableció las bases de sus economías
liberales. La respuesta soviética al Plan Marshall fue el Consejo de Ayuda
Mutua Económica (Comecom), con el que buscaba promover la
cooperación económica y comercial entre los nuevos países comunistas de
Europa del Este.

Para la integración militar, el bloque occidental fundó en 1949 la


Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con el objetivo de
protegerse de cualquier amenaza con medios políticos y militares. La
URSS reaccionó en 1955 creando una alianza similar, el Pacto de
Varsovia, y, como consecuencia, Europa acabó dividida en dos esferas de
influencia separadas por el Telón de Acero, una frontera ideológica que
llegó a materializarse en puntos como el Muro de Berlín. 

La Guerra Fría en el resto del mundo


La tensión aumentó con la crisis de Berlín en 1949 —que dividió
Alemania en un país capitalista y otro comunista—, el final de la guerra
civil china ese mismo año y el inicio de la guerra de Corea al siguiente.
Además, la URSS probó con éxito su primera bomba atómica, lo
que disuadió a Estados Unidos e instauró el temor a la destrucción mutua.
Aunque hubo episodios de riesgo límite, como la crisis de los misiles en
Cuba de 1962, se pudo evitar el enfrentamiento nuclear.

Sin embargo, las dos superpotencias se enfrentaron indirectamente en


varios conflictos. Por un lado, en la guerra de Vietnam (1955-1975) se
impusieron las fuerzas socialistas con el apoyo de la URSS, China y Cuba,
dando un duro golpe a Estados Unidos. Por otro, en la guerra de
Afganistán (1978-1992), los insurgentes islámicos fundamentalistas,
los muyahidines, contaron con ayuda estadounidense para desgastar al
régimen socialista y a los soviéticos hasta provocar su retirada.

El mito de Afganistán como tumba de imperios


Como respuesta a la tensión bipolar, India, Egipto, Indonesia y Yugoslavia
impulsaron en 1961 el Movimiento de los Países No Alineados, que
buscaba agrupar a los que no pertenecieran a ninguno de los dos bloques
para asegurar su independencia de intereses extranjeros. El grupo sigue
activo y actualmente representa a casi dos tercios de los miembros de la
ONU, pero con la caída de la URSS perdió su sentido y, con ello, muchos
apoyos.

La caída de la URSS trajo un cambio de época


La Guerra Fría terminó en 1991 con el fin de la URSS, que ya arrastraba
décadas de dificultades. El inmovilismo político del presidente soviético
Leonid Brézhnev le impidió responder con eficacia a la crisis del petróleo
de 1973 y a las demandas políticas de finales de esa década. La pérdida de
legitimidad interna, junto a la fallida intervención en Afganistán, erosionó
el prestigio internacional de la URSS. Mientras, la Administración de
Ronald Reagan reforzaba la capacidad militar de Estados Unidos.

Cuando el último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, llegó al poder


en 1985, impulsó una serie de
reformas liberalizadoras y democratizadoras que desencadenaron una
oleada de revoluciones independentistas y anticomunistas en países del
bloque oriental, encabezadas por la caída del Muro de Berlín en 1989, y
que se extendieron a la propia Rusia. Finalmente Gorbachov renunció a
su cargo y la URSS se disolvió en diciembre de 1991, abriendo paso a una
época de hegemonía estadounidense.

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