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RIESGO
Principios de la regulación de riesgos
Una de las características de la regulación social es que, para su elaboración, las autoridades
gubernamentales toman como objeto de reglamentación no propiamente las fallas del mercado,
sino las situaciones y escenarios en los cuales el riesgo puede manifestarse. Por tal razón, se ha
escrito que el Estado ha pasado de un papel de “vigilante nocturno” a un “Estado de bienestar”, y
de ser un “Estado regulador”, a fungir como un “Estado basado en la gestión y administración del
riesgo” (Black, 2010).
Estado basado
Estado de Estado en la gestión y
Vigilante
bienestar regulador administración
del riesgo
El riesgo ha sido definido como la posibilidad de que ocurra algo indeseable, en virtud de eventos
o actividades humanas, o de una combinación de ambos (Giddens, 1990). De igual manera,
agregando un elemento de causalidad, se ha considerado como la probabilidad de que un evento
adverso o perjudicial ocurra, multiplicado por el daño que causaría, en caso de suceder (Knight,
1921). Por otra parte, la cultura del riesgo se caracteriza por tres elementos:
1. La existencia de incertidumbre.
2. La aparición de situaciones de ansiedad.
3. Escenarios en los cuales existe una gran pluralidad, tanto de agentes como de posibles
sucesos potenciales. Dichos escenarios pueden generar la aparición de nuevas
problemáticas, así como de sus respectivas soluciones.
Algunos autores sostienen que el riesgo, con respecto a la regulación social, desempeña cuatro
funciones de suma relevancia (Black, 2010):
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Establecer el objeto de la regulación Justificar su existencia
•Esta perspectiva permite concebir al riesgo •Permite determinar las causas y
como un parámetro o delimitación para la situaciones en las cuales el Estado puede, y
aplicación de las reglas del juego necesarias debe, intervenir en el ofrecimiento de
para el desarrollo social. bienes y servicios públicos; de igual
manera, permite la elaboración de políticas
normativas.
Las primeras dos funciones definen el riesgo en los lineamientos regulatorios; las otras dos
determinan los elementos adjetivos o procedimentales de la regulación. Podemos comprender
que, con el paso del tiempo, estas funciones del Estado han evolucionado de manera tal, que
actualmente se han convertido en las de un Estado regulador.
El principio precautorio
Este principio, enunciado por primera vez en 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo —conocida como la Declaración de Río— y utilizado, en primer
lugar, en materia ambiental, establece que, según los mecanismos de regulación de riesgos, “es
mejor prevenir que lamentar”. De manera más elaborada, se ha entendido como aquel que
establece la obligación de las autoridades de diseñar mecanismos regulatorios para aminorar los
riesgos potenciales, aun sin conocer con exactitud los efectos probables de la regulación (Cofemer,
2011).
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Este principio posee diversas características, entre las cuales pueden destacarse las siguientes:
• Contiene una fuerte aversión por las pérdidas; es decir, existe un escenario de aversión al
riesgo.
• Se parte de la creencia de la benevolencia de la naturaleza; es decir, que lo que provoca
los daños son los seres humanos, y no aquélla.
• Se basa fundamentalmente en la experiencia; es decir, la creación de las medidas parte de
confrontaciones anteriores.
• No existe posibilidad de revisar las posibilidades; es decir, no se concibe que, con el hecho
de intentar prevenir un riesgo, puedan crearse otros.
• Inobservancia del riesgo sistémico; es decir, omite los efectos sistémicos de la regulación.
El principio de la regulación basada en riesgos tiene por objeto la evaluación y estimación de los
niveles de contingencia y sugiere la respuesta más adecuada, de acuerdo con dos criterios: la
maximización del bienestar social y la eficiencia de los recursos regulatorios. Derivado de lo
anterior, se crean esquemas regulatorios diferenciados y evaluados continuamente. Este tipo de
regulación puede generar diversas alternativas, entre las que destacan las siguientes:
Estos tres principios son la base para generar regulaciones que consideren el riesgo como punto
de partida.
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Regulación y cambio tecnológico
Diversos estudios académicos elaborados por las organizaciones internacionales mencionan que
las causas o razones que posibilitan la innovación se encuentran en los conocimientos disponibles
en un horizonte temporal determinado. Al respecto, se ha escrito que la causa de la innovación
puede entenderse en razón de los agentes; cuando se presenta una nueva problemática, y se
desestiman los procesos de acción previamente conocidos y utilizados, los agentes recurren a
estudios para la generación de nuevas opciones de actuación, ya que la “necesidad de
investigación sólo surge cuando las fuentes de información se revelan inadecuadas" (Redes, 1996,
p. 138). Por otra parte, como todo procedimiento ordenado y secuencial, se han distinguido las
siguientes etapas:
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Tipos de cambio tecnológico e innovación
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A modo de conclusión, el desarrollo de la innovación y el cambio tecnológico se presenta en
consecuencia del crecimiento económico. En este sentido, el estímulo para la innovación puede
brindarse con base en instrumentos de la misma naturaleza, como son incentivos fiscales y
subsidios.
Regulación y salud
Las políticas públicas de cuidado a la salud humana han evolucionado al paso de la historia. Puede
considerarse que en cada época se han modificado estrategias, de manera paralela a las políticas
económicas y sociales de las naciones. Así, en el tiempo en que tuvo auge el llamado Estado de
Bienestar, en la época de la Posguerra —aproximadamente a partir de la década de los cuarenta
del siglo XX—, la participación del Estado para el ofrecimiento de este servicio desplazó, en gran
medida, el mecanismo de mercado para su ofrecimiento. Así, se garantizaba el acceso universal a
este servicio.
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Tras la crisis latinoamericana de la deuda, ocurrida a inicios de la
década de los ochenta, por la caída de los precios del petróleo y
el aumento de las tasas de interés por parte de Estados Unidos e
Inglaterra, los Estados se vieron en una situación de
inestabilidad financiera y escasez de recursos para continuar con
el modelo económico keynesiano, el cual sostenía que, tanto el
crecimiento como el desarrollo de los países, podría lograrse a
través del impulso del gasto público (Keynes, 2003).
El nuevo modelo de política económica sujetó la política social al reacondicionamiento del Estado;
es decir, estableció que, en razón de la reestructuración de la función pública y de la reducción de
su gasto, la política de salud sería coordinada, en mayor medida, bajo el mecanismo de precios;
incluso, aquella inversión que fuera generada por los organismos públicos en esta materia sería
otorgada de manera selectiva.
A este respecto, las políticas de salud se limitaron a la consecución de las siguientes actividades:
Partiendo de que en la actualidad las políticas en materia de salud aún conservan determinado
enfoque relacionado con el mercado —es decir, que hacen hincapié en un análisis costo-beneficio
de los servicios—, se han propuesto diversos modelos que caracterizan las políticas en materia de
regulación actual de la salud; de especial importancia son los siguientes (Medici, 2000):
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La regulación social en materia de salud
Partiendo de que la regulación social tiene como objeto no sólo la corrección y eliminación de las
fallas del mercado, sino además el impulso a la distribución equitativa de los recursos, así como al
desarrollo social, se ha considerado que las autoridades deben participar de una manera más
activa, en comparación con el ámbito económico. Al respecto, Jordana (2006) ha escrito que, por
medio de los instrumentos respectivos, el Gobierno debe intervenir, en particular, en dos
aspectos: la definición de estándares mínimos de salud y la regulación de los sistemas de
asignación de recursos fuera del mercado. Respecto al primer punto, enuncia que “[…] se pueden
incluir los procedimientos y mecanismos de acreditación de los establecimientos que prestan
servicios sanitarios, y también la certificación de competencias entre los profesionales de la salud,
a partir de estándares mínimos” (Jordana, 2006, p. 24); en el segundo punto, se encuentran
aspectos como la regulación de la oferta de servicios de salud a los usuarios —especialmente
cuando existen situaciones de pluralismo institucional o mercados competitivos— o las normas
orientadas a salvaguardar los derechos de los pacientes.
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Regulación y medio ambiente
El medio ambiente
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Sus repercusiones en el desarrollo
El desarrollo se concibe como el proceso de
expansión de las capacidades que disfrutan los
individuos (Sen, 2000); es decir, puede tenerse
como un cambio del nivel de vida de los habitantes
de una sociedad, derivado de las mejoras en la
actividad económica —crecimiento económico—.
Debido a los problemas ambientales que la actividad
productiva ha generado, organismos
internacionales, a través de múltiples acuerdos y
tratados, han impulsado el establecimiento de
procesos que fomenten el desarrollo sustentable,
que ha sido definido como aquel “que satisface las
necesidades actuales, sin comprometer la capacidad
de las futuras generaciones de satisfacer sus propias
necesidades” (Unesco, 2012, p. 5).
La regulación ambiental tiene por objeto la creación y mantenimiento de los bienes públicos
ambientales, asociados con un desarrollo sustentable; es decir, a través de un diseño regulatorio
eficiente, se pretende salvaguardar el escenario ambiental, de tal manera que no se convierta en
un factor predatorio de las condiciones mínimas de existencia de los seres vivos.
Por otra parte, sus principales objetivos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología (INE),
son reducir los costos de transacción, combinar enfoques preventivos de reducción de
contaminantes, como el control, ofrecer certidumbre para la toma de decisiones a largo plazo,
maximizar los beneficios sociales netos, minimizar la creación de rentas injustas derivadas del
perjuicio a la sociedad, y constituirse en un instrumento de fomento al desarrollo e innovación
(INE, 1995).
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Principales instrumentos regulatorios
Por lo que respecta a los instrumentos que las autoridades regulatorias han utilizado para la
prevención y control de daños al medio ambiente, se encuentran los siguientes (Mitnick, 1989):
Los servicios financieros comprenden diversos tipos de gestión, acuerdos y transacciones, entre los
que podemos destacar los siguientes: administración de fondos para el retiro, otorgamiento de
créditos al consumo y de préstamos inmobiliarios y empresariales, gestión de compañías de
seguros, actividades relacionadas con la bolsa de valores, etc. Estos servicios son ofrecidos por el
sector financiero, el cual puede concebirse como el conjunto o sistema de instituciones, medios y
mercados, cuya finalidad primordial es la canalización del ahorro que generan los ahorradores
hacia los prestatarios, para que éstos puedan destinarlo a las inversiones que consideren
productivas, con el fin de generar crecimiento y desarrollo para un país (Calvo, 2014).
Así, el sector y los servicios financieros se componen de tres elementos: instrumentos, los
llamados activos, instituciones, es decir, los intermediarios, y los mercados financieros. Por medio
de esta triada es como se logra la circulación de los ahorros obtenidos, así como la diversificación
de los mismos hacia las actividades productivas.
Además de las instituciones y los mercados —los escenarios donde se realiza el intercambio—,
otro elemento fundamental son los instrumentos financieros, también llamados activos, los cuales
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circulan dentro del sector. Los activos son los títulos emitidos por las agencias o instituciones
financieras que constituyen un medio para mantener la riqueza de quienes los poseen, así como
un pasivo para quienes los generan (Calvo, 2014); en palabras más simples, es un documento que
establece un derecho de quien lo posee para recuperar sus recursos, así como una obligación de
pagar éstos para quien los utiliza. A partir de esta formulación, pueden encontrarse las siguientes
características:
El panorama descrito permite destacar la importancia del sector financiero para el crecimiento de
una economía, en particular, para el desarrollo de las industrias nacientes, así como para la
adquisición de los bienes y servicios que, en condiciones normales, no serían posibles. De acuerdo
con González (2013), este sector provoca lo siguiente:
A pesar de sus beneficios, una incorrecta regulación puede ser perjudicial. Por ello, y a partir de la
crisis hipotecaria en 2008 que afectó los mercados globales, los Gobiernos nacionales generaron
esquemas más elaborados sobre regulación. En particular, dichos diseños se han basado en la
reducción del riesgo. En efecto, éste ha sido un elemento clave para la configuración de la
regulación; así, se han establecido estrategias bajo el principio de la regulación basada en riesgos.
Al respecto, se han establecido diversas medidas utilizadas en el plano internacional, entre las
cuales podemos destacar las siguientes (Sanz, 2002):
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La regulación de los servicios financieros es un mecanismo que busca la estabilidad del sistema,
con la finalidad de que no se ponga en riesgo la actividad económica y el bienestar humano.
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Bibliografía
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