Está en la página 1de 38

I.

- EL ASPECTO VERBAL

I.1.- Confusión terminológica y conceptual.

El campo del aspecto verbal es uno de los de mayor


confusión terminológica y conceptual, y es posible que este
problema hunda sus raíces en su propio desarrollo
histórico. Desde su primitivo enclave en la oposición de las
formas latinas1 Infectum/Perfectum pasa a ser observado
por los gramáticos checos en el análisis de las formas
verbales de las lenguas eslavas. Posteriormente, a partir del
concepto que se había elaborado para estas lenguas, se
procede a buscar si en lenguas de diferente familia, como
las románicas por ejemplo, existen formas verbales que lo
expresen, y no si dichas lenguas poseen la categoría
gramatical del aspecto.
Según Georges Mounin2, los avatares terminológicos y
conceptuales que sufre la noción de aspecto, siguen un
primer camino semasiológico —i.e. el concepto,
originalmente latino, se extrae del estudio y observación de
las formas verbales eslavas— y un segundo camino
onomasiológico —i.e. a partir del concepto así elaborado

1 A pesar de que es en el verbo griego donde primero se da esta categoría,


no parece, como veremos en seguida, que los gramáticos griegos se
apercibieran de su existencia.
2 Mounin, G.- “Problèmes terminologiques de l'aspect”, en Linguistique
Antverpiensia , II, 1968, pág. 319.
Montserrat Veyrat Rigat
para un tipo determinado de lenguas, se busca su correlato
en las formas verbales de otras familias de lenguas.
La confusión se produce desde el momento en que se
atiende únicamente a observar por qué procedimientos
lingüísticos se obtiene en lenguas diferentes a las eslavas el
significado aspectual, sin atender al hecho de que el carácter
gramatical del aspecto en eslavo no reside en las formas que
lo representan —a pesar de que estas manifestaciones
formales pertenezcan a una clase gramatical3—, sino en la
propia existencia de parejas de verbos, es decir en la
existencia de una oposición categorial.
En el verbo eslavo se manifiesta el aspecto, no por la
flexión, como parece que sucede en las lenguas románicas,
sino por la presencia de parejas de verbos en las que el
imperfectivo se distingue del perfectivo por medio de pre-
verbos o infijos: pisat’ (escribir)/zapisat'’(anotar).
El aspecto eslavo (llamadovid en dicha lengua) señala la
manera de ver la acción expresada por el verbo, significa el
punto de vista desde el que se considera una acción en su
desarrollo. Y hay dos puntos de vista: el perfectivo, que
caracteriza la acción por su resultado o efecto, como acción
consumada y el imperfectivo, que caracteriza una acción en
cuanto a su duración, continuidad y repetición, como acción
no consumada4.
Este concepto de aspecto sin embargo puede también
referirse en las lenguas eslavas, no sólo a la manera
perfectiva o imperfectiva de ver la acción, sino también a
otras como por ejemplo la puntual, instantánea,

3 Vid. Jakobson, R.: “Los conmutadores, las categorías verbales y el


verbo ruso”, en Ensayos de Lingüística general , Ed. Seix Barral,
Barcelona, 1975, pág. 318 y ss.
4 Sánchez Puig, M. y Drosdov Diez, T.: Guía del verbo ruso, Rubiños
(distr.), 1860, Madrid, 1989, afirman que "un verbo de aspecto
perfectivo expresa una acción limitada en el tiempo, única, resultativa,
puntual; puede expresar el comienzo o el fin de una acción, su efecto, su
resultado. Es decir lo que importa en un verbo de aspecto perfectivo es el
momento o el resultado de la acción y no su duración ni el proceso de la
misma". Y por el contrario, observan que "un verbo de aspecto
imperfectivo expresa una acción durativa, continua, habitual y/o
repetitiva, no resultativa. Es decir, lo que importa en un verbo de aspecto
imperfectivo es la duración de la acción, su desarrollo, el proceso mismo
y no su resultado final" (pág. 13).
10
El aspecto verbal
momentánea, durativa, ingresiva, incoativa... que son
interpretadas asimismo como aspectos en dichas lenguas5,
pero que serán posteriormente traducidas como
Aktionsarten6 por los gramáticos alemanes, concepto que
está relacionado con el significado léxico del verbo y que se
considera en general como una categoría semántica que
indica la manera en que se desarrolla una acción o dura un
proceso expresado por el verbo.
Lógicamente, el carácter rigurosamente gramatical del
concepto eslavo, obliga a los estudiosos del tema a
establecer una distinción conceptual entre la noción de
aspecto y esta última de Aktionsart o modo de acción,
dirigiendo su atención prioritariamente a descubrir la
manera de manifestarse aquél en una lengua determinada7,
mientras que posiblemente lo adecuado hubiera sido
descubrir si dicha lengua poseía o no la categoría gramatical
del aspecto, entendiendo éste no como una clase de
significantes (formas que lo expresan), sino como
originalmente estaba concebido: como oposición categorial
en el sistema verbal8.

5 Jakobson, R.: op. cit. pág. 318, reconoce como aspectos en el verbo
ruso, además del perfectivo e imperfectivo, el determinado,
indeterminado, iterativo, incoativo, ... etc.
6 Aktionsart equivale conceptualmente en español al llamado modo de
acción. Véase Roca Pons, J: (1958): Estudios sobre perífrasis verbales
del español, Revista de Filología Española, anejo LXVII, pp. 24-56.
7 Los trabajos en este sentido son muy numerosos. Citaremos entre otros
los estudios de Whorf, B.L. (1936): “Los aspectos preciso y
segmentativo de los verbos de la lengua hopi”, en Lenguaje,
Pensamiento y Realidad, Barral, ed. Barcelona, 1970, pp. 67-72;
Schogt, H.G. (1964): “L'aspect verbal du français et l'élimination du
passé simple”, en Word, 1, 1964, pp. 1-17; Buysens, E.: “L'aspect en
general et en anglais”, en Linguistique Antverpiensia, II, 1968, pp. 63-
70; Rallides, Ch. (1971): The tense aspect systems of the spanish verb,
Ed. Mouton, The Hague, Paris; Larrochette, J. (1978): “La notion
d'aspect:le point de vue d'un africaniste”, en La notion d'aspect, Actes du
Colloque organisé par l'Université de Metz, 1980, pp. 31-40;
Keninston, H.: (1953): “Verbal aspect in spanish”, en Hispania
California, XXXVI, pp. 163-176.
8 Las condiciones que debe cumplir una oposición para que pueda ser
reconocida como categorial son enumeradas por Stang, Ch. (1966):
Vergleichende Grammatik der baltischen Sprachen, Oslo, pág. 400, y
son las siguientes: 1.- Los rasgos semánticos que se comparan tienen
que aparecer por lo menos en dos variantes opositivas; 2.- La oposición
11
Montserrat Veyrat Rigat
Para que pudiéramos hablar de oposición aspectual,
además de la condición esencial de que haya dos miembros
enfrentados por un determinado rasgo, el funcionamiento
de esta categoría no debería depender de otras categorías, o
lo que es lo mismo, no puede haber ambigüedad aspectual:
un miembro de la oposición debe ser perfectivo y el otro
imperfectivo9. Por ello es conveniente observar las
oposiciones de las formas verbales concretas y decidir si
éstas no contienen más de un rasgo distintivo, por ejemplo
que no expresen además operativamente una oposición
temporal, es decir del momento en que se sitúa la acción10.
Según Slawomirski, si una oposición contiene dos o
más rasgos distintivos, se debe pensar que corresponde a
otra categoría jerárquicamente superior que abarque las
funciones potenciales de las categorías de menor grado y
que reduzca el número de rasgos diferenciadores. Así por
ejemplo, en la oposición entre canto /he cantado, no
deberíamos hablar de oposición aspectual ni tampoco
temporal, porque se trata de una oposición en la que uno de
los miembros (canto) es presente e imperfectivo, mientras
que el otro es pasado y perfectivo; por lo tanto son dos los
rasgos que los oponen. Lo adecuado sería hablar de una
categoría más general, como podría ser la anterioridad, que
abarque a ambas.
La noción de aspecto en eslavo es clara y precisa con
respecto a la noción de tiempo: indica el punto de vista
desde el que se enfoca la acción expresada por el verbo,
mientras que la noción de tiempo señala el momento
temporal en que se sitúa la acción. Lo importante para
nosotros es que en las lenguas eslavas existen parejas de

semántica tiene que estar relacionada con la morfológica; 3.- La


oposición morfológica tiene que aparecer en todas las unidades
comparables. Además tiene que haber una posibilidad de elegir entre dos
o más miembros opositivos, es decir cada miembro no puede contener
más que un rasgo distintivo.
9 Aceptaremos de momento que la oposición aspectual corresponda a la
oposición perfectivo/imperfectivo y esperaremos hasta el apartado I.6
para exponer nuestra posición al respecto, con el objeto de no confundir
al lector.
10 Esto es lo que hace J. Slawomirski en su artículo "La posición del
aspecto en el sistema verbal español", en Revista Española de
Lingüística, 13-1, 1983, pp. 91-119.
12
El aspecto verbal
verbos que se ocupan de expresar la oposición aspectual y
cada uno de estos verbos tiene además su propia
conjugación temporal. No ocurre así en todas las lenguas.
En español por ejemplo, los verbos tienen una conjugación
temporal donde existen formas delimitadas—las
compuestas— que se ocupan de expresar la aspectualidad,
es decir la significación del verbo como acción cumplida,
frente a otras formas no delimitadas —las simples— que se
ocupan de expresar la significación del verbo como acción
no cumplida.
Efectivamente, según algunos autores, en español el
sistema verbal es fundamentalmente temporal11, lo cual
significa que la temporalidad está presente en todas las
formas verbales. Pero esto no es óbice para que otras
categorías estén también presentes en el sistema de formas
verbales: categorías del mismo grado que el tiempo, como el
aspecto, o bien de mayor grado, como la anterioridad, según
la propuesta de Slawomirski.
Aceptemos de momento que en español las distintas
formas verbales se oponen principalmente en relación a la
categoría de tiempo. Todo lo que en el lenguaje posee
temporalidad se orienta sobre un eje constituido por el
único momento físico y real de la actividad lingüística: el
"ahora" del hablante, concepto que ha determinado más de
una vez, toda una teoría del sistema verbal12.

11 Véase Dietrich, W. (1973): El aspecto verbal perifrástico en las


lenguas románicas, Ed. Gredos, Madrid, 1983, pág. 226, donde afirma
que "el sistema verbal románico parece constar, pues, de varias capas,
concretamente de un sistema fundamental y distintas determinaciones
ulteriores, de las que, a su vez, la segunda perspectiva, la visión y partes
de la fase parecen ser centrales y estar así mucho más gramaticalizadas en
sus realizaciones que las categorías de la repetición, el cumplimiento, el
resultado y la colocación. De esta forma se refuerza además la
concepción de que el sistema verbal románico es en el fondo un sistema
temporal, pues el sistema fundamental mencionado está referido
esencialmente al tiempo".
12 Véase Guillaume, G. (1929):Temps et verbe. Théorie des aspects, des
modes et des temps, Champion, Paris. Y del mismo autor:
“L'architectonique du temps dans les langues classiques”, en AL, III, 2-
3, 1942/43, pp. 69-118. También en este sentido representa una notable
aportación la obra de Coseriu, E. (1976): Das Romanischen
Verbalsystem, Tübingen, quien establece la categoría de Plano (Actual e
Inactual) en sustitución de la antigua categoría de Tiempo.
13
Montserrat Veyrat Rigat
Siguiendo este tipo de interpretaciones, la formación del
tiempo presente consiste en la introducción del "ahora" (el
punto nunc) en la línea del tiempo real. Pero la naturaleza de
este punto nunc es heterogénea puesto que abarca una
porción de tiempo ya cumplido y otra porción de tiempo
por cumplir, por lo que se suelen dar dos concepciones del
momento "ahora": una lineal, según la cual el momento
nunc se percibe como una línea que corre desde el pasado, a
través del ahora, hacia el futuro; y otra puntual, que resulta
de medir el momento de hablar con la infinitud del tiempo
que lo precede y que lo sigue. Por eso, el nunc puede servir
de punto de referencia a una acción pasada o futura, a pesar
de la durabilidad fundamental del presente, lo que en
términos generales podemos decir que supone la base de la
oposición temporal, y que parece en cierto modo también
ser paralela a la oposición de aspecto perfectivo y aspecto
imperfectivo.
Según esta consideración13, algunas formas verbales se
opondrían entre sí, no ya temporalmente, sino en cuanto a la
categoría aspectual, porque su posición en el plano de la
temporalidad no supondría enfrentamiento. En español por
ejemplo, es esto lo que sucedería con la oposición cantaba
/he cantado: ambas formas indican anterioridad del
momento de la acción con respecto a la consideración del
momento del habla, pero si tomamos en consideración la
posición del momento de enfocar la acción14, éste es
simultáneo al momento de la acción en la forma cantaba,
mientras que en la forma he cantado la posición es anterior
a la del momento de la acción15.

13 Véase Slawomirski, op. cit., quien analiza las formas de la conjugación


en español siguiendo esta concepción. Desde nuestro punto de vista n o
es aconsejable, pues se llega verdaderamente a confundir la valoración
temporal y aspectual de las formas ya que la oposición aspectual no se da
entre todas las formas verbales: sí entre cantaba/he cantado, pero no por
ejemplo entre canté/había cantado. Véase nuestra nota nº 15.
14 Nos parece lícito hablar de "momento" de enfocar la acción puesto que,
a pesar de que tratamos de justificar una oposición aspectual, ya hemos
reflejado el paralelismo entre ambas nociones. Tanto la oposición
temporal como la aspectual se basa en la concepción lineal
(imperfectiva) del "ahora" o bien en su concepción puntual (perfectiva).
15 Sin embargo entre canté / había cantado, sólo un rasgo distintivo
distingue un miembro del otro, y es un rasgo temporal: la consideración
14
El aspecto verbal
Queda pues en cierto modo cumplido nuestro objetivo
de este apartado —la constatación del estado confuso en
que se encuentra el estudio del aspecto— pues nos parece
que esto ha quedado suficientemente señalado, por lo que
en el siguiente apartado revisaremos brevemente los
principales trabajos realizados sobre el tema.

I.2.- Revisión histórica.

La categoría del aspecto ha sido estudiada desde la


antigüedad hasta nuestros días, lo cual justificaría por sí solo
que la bibliografía sobre el tema fuera tan extensa como es.
Pero a esto hay que añadirle la diversidad de opiniones que
se han emitido sobre el aspecto desde los primeros estudios
hasta los de hoy en día.
Sería extremadamente largo pues hacer aquí una
exposición de la historia de esta noción16, pero dado que
hay una extensa bibliografía, creemos que es útil resaltar
algunas de las opiniones más relevantes que se han ofrecido
a lo largo del tiempo17.

del momento de la acción en canté es simultánea al momento en que ha de


considerarse el habla: la anterioridad, puesto que es una forma que se
sitúa no en el nunc, sino en el tunc I, o cronotipo que corresponde a la
porción de tiempo ya cumplido, mientras que la consideración del
momento de la acción en había cantado es de anterioridad al momento
tuncI(que supone ya anterioridad respecto del momento del habla, o l o
que es o mismo, es "más que pasado": pluscuampretérito). Sin embargo,
en ambas formas la consideración del momento del enfoque de la acción
es anterior a la consideración del momento de la acción, por lo que no es
el rasgo aspectual el que distingue a canté de había cantado.
16 Holt,J.:Études d'aspect, Acta Jutlandica, København, hace una profunda
revisión histórica de la categoría del aspecto, así como Roca Pons, J .
(1958), op. cit. pp. 51 y ss. ofrece un buen resumen de las teorías más
destacadas sobre esta categoría.
17 Opiniones que en su inmensa mayoría coinciden al menos en aconsejar
prudencia a la hora de tratar el tema: Sten, H.(1952): Le temps du verbe
fini, Københaven, pág. 9, nos recuerda que "on n'a tout juste que le droit
de dire que 'généralement parlant' tel ou tel verbe appartient 'plutôt' à
l'une ou à l'autre des catégories"; o bien, Bull, W.E. (1960): Time, tense
and the verb. A study in Theoretical and Applied Linguistics, with
particular Attention to Spanish, Univ. of Calif. Publ. in Linguistics, 19,
Berkeley/Los Angeles, pág. 46, quien nos recomienda: "Caution is to be
exercised in dealing with this problem. The event is not to be confused
15
Montserrat Veyrat Rigat
Según es sabido, los gramáticos griegos consideraban la
flexión del tiempo como una característica propia del verbo
que lo distinguía del nombre18 (con flexión de caso).
Debido a esto, la teoría de los tiempos es desarrollada por
los estoicos y cumplimentada por APOLLONIOS
DYSKOLOS, repartiéndose los tiempos en dos grupos:
tiempos indefinidos (futuro y aoristo) y tiempos definidos
(presente, imperfecto, perfecto y pluscuamperfecto), siendo
a su vez divididos éstos en tiempos extensivos (presente e
imperfecto) y tiempos complexivos (perfecto y
pluscuamperfecto). Pero a pesar de que esta última
distinción es importante porque ya no es temporal19, para
los gramáticos griegos la oposición más importante era la
oposición entre el tema de presente (que se realizaba como
presente o como pasado) y el tema de perfecto (que se
empleaba como presente —mediante el imperfecto— o
como pasado —con el pluscuamperfecto—). A los
gramáticos griegos sólo parece preocuparles la posición de
los tiempos en el sistema verbal cuya armonía se va a ver
entorpecida por la presencia del futuro de perfecto, que en
el eje temporal se sitúa paralelamente al futuro (tiempo
indefinido) pero al mismo tiempo pertenece a los tiempos
complexivos (distinción que tiene lugar entre los tiempos
definidos), lo cual parece indicar la necesidad de dividir en
tres la categoría de los tiempos en lugar de las dos
conocidas (definidos e indefinidos).
Así las cosas, los gramáticos latinos, fieles admiradores
de todo lo griego e influidos por su teoría lingüística,

with this label. The map is not the land it represents"; También Klum,A.
(1961): Verbe et Adverbe. Étude sur le système verbal indicatif et sur le
système de certains adverbes de temps à la lumière des relations verbo-
adverbiales dans la prose du français contemporain, Acta Univ. Upsal.,
Studia Romanica, I, Stockholm, pág. III, nos dice:"Ce qui est évident,
c'est qu'on est forcé de se prononcer avec la plus grande prudence en cette
matière, parce qu'il faut opérer en grande partie sur le terrain glissant du
domaine sémantique".
18 Para un estudio bastante actualizado del sistema verbal del griego
antiguo, véase por ejemplo Dietrich, W, op. cit. pp. 233 y ss.
19 Véase Holt, J. op. cit. pág. 4 quien observa que "s'il faut distinguer
entre temps d'étendue et temps achevés, on ne reste plus dans la notion
de temps, mais on est passé dans une autre notion. (...) Cette notion
n'apparait que d'une façon sporadique. Ainsi un scholiaste se sert du
terme achevé (...) pour exprimer le trait essentiel de l'aoriste".
16
El aspecto verbal
convierten la distinción griega entre tiempos extensivos y
complexivos en tempora infecta y tempora perfecta20; pero
esta división llevada a cabo por VARRO21 no es aceptada
por los gramáticos latinos posteriores que se basarán en la
noción lógica del tiempo, es decir, en las nociones de
presente, pasado y futuro, tratando de situar las diferentes
formas en ese esquema. De ahí que Escalígero en su De
causis linguae Latinae distinga entre tiempos absolutos y
tiempos relativos, es decir tiempos medidos desde un punto
del presente y tiempos medidos desde otro tiempo.
Según Holt, esta concepción oscurece la oposición
esencial latina entre el tema de presente y el tema de per-
fecto, de naturaleza aspectual (perfectivo-imperfectivo)22,
convirtiéndola en una oposición temporal.
Esta plena dedicación al estudio de los tiempos y su
posición en el sistema verbal, tiene sin embargo algún
resultado interesante: tras la atenta observación del aoristo
griego, que para los teóricos antiguos era un tiempo
exclusivamente del pasado, para los gramáticos latinos
dejará de serlo debido a que puede también indicar el
presente y el futuro, sobre todo fuera del Indicativo; de ahí
que el aoristo se considere menos como un «tiempo» que
en otra época.
Un vistazo rápido a la historia de la Lingüística nos
enseña que a partir de los gramáticos latinos, la
preocupación por el lenguaje en general y por el sistema

20 Puesto que el aoristo no existía en latín, era innecesario separar los


tiempos definidos e indefinidos. Por otra parte, es convincente la
explicación que ofrece J. Holt, (op. cit.) pág. 4, respecto a la diferente
situación de los tiempos en latín: puesto que la distinción entre tiempos
definidos e indefinidos en griego había tenido como resultado la
necesidad de encontrarle un sitio al futuro, los gramáticos latinos dan el
importante paso de situar el futuro como un tiempo en la misma línea que
los otros tiempos, el presente y el pasado.
21 Varrón escribe su De lingua latina en el siglo I a.d.C.; fue por lo tanto
contemporáneo de Dionisio de Tracia y por ello queda en realidad lejos de
la época de plena imitación de las gramáticas griegas por los latinos, que
se produce a partir del siglo IV d.d.C., aunque indudablemente la
admiración por todo lo griego guiara sus pasos.
22 Para Holt, J. (op. cit.) pág. 5, la diferencia que existe en latín entre
ambos temas se explica por la oposición entre acción acabada o
cumplida, y la acción inacabada, incumplida, que nosotros interpretamos
como oposición aspectual perfectivo-imperfectivo.
17
Montserrat Veyrat Rigat
verbal en particular, sigue una trayectoria distinta a la que
hubiera sido quizá más fructífera y que se hubiera
desarrollado de haberse renovado la teoría de Varrón23.
Una vez llegados al siglo XIX, la amplia visión que
ofrece la metodología comparativista posibilita el
conocimiento del sistema verbal de las lenguas eslavas, lo
cual tiene como resultado que los lingüistas se den cuenta
de que las formas llamadas temporales en otras lenguas
distintas a las eslavas, pueden expresar algo más que la
temporalidad. A G. Curtius24 le debemos el establecimiento
de la distinción entre tiempo (Zeitstufe) y aspecto (Zeitart),
a partir de su aplicación de los datos de las lenguas eslavas
y los resultados de la gramática comparada al dominio del
griego antiguo25.
A partir de ese momento, filólogos y lingüistas dedican
su atención a encontrar significados aspectuales en los
sistemas verbales de las diversas lenguas sin preocuparse
en principio por delimitar y concretar la noción de aspecto,
simplemente la identifican con la oposición entre los
aspectos perfectivo e imperfectivo de las lenguas eslavas.
Sin embargo, esta dedicación de los distintos estudiosos
del tema conduce a continuas divisiones del concepto: no
sólo se habla de aspecto perfectivo e imperfectivo, sino
también de aspecto iterativo, puntual, cursivo, terminativo...

23 En la Edad Media se siguen las directrices planteadas por los gramáticos


latinos y se escribían gramáticas con fines didácticos, con el principal
objetivo de que el latín no se dejara de conocer. No será hasta la Escuela
de Port Royal que los gramáticos harán un tipo de gramáticas distintas,
cuestionándose las razones, las causas de los problemas en las
gramáticas. Pero estos estudios solían referirse a una sola lengua, y esto
no les permitió comparar los hechos en distintas lenguas. Tan sólo A.
Meillet (1928): Esquisse d'une histoire de la langue latine, Paris, pág. 2 1
y 150 y ss. y su escuela –de corte sociolingüístico con raíces
comparativistas– lleva a cabo un intento de renovación de la teoría de
Varrón.
24 Curtius, G. (1887): Gramática Griega Elemental, Madrid, 1887.
25 Por la terminología empleada en Curtius se puede apreciar la influencia
que todavía ejercen sus predecesores. Zeitstufe y Zeitart serán sustituidos
por K. Brugmann (1895): Grundisch der vergleichenden Grammatik der
indogermanischen Sprachen, I, Estrasburgo, 1895, convirtiéndose en
tiempo y aspecto, aunque este autor utiliza el término de Aktionsart para
la noción de aspecto, pues en su opinión éste corresponde mejor a la
traducción del término utilizado por los gramáticos eslavos (vid).
18
El aspecto verbal
etc.26, que se manifiestan tanto mediante morfemas como en
las raíces léxicas de los verbos.
Por otra parte, se siente la necesidad de distinguir entre
diferentes clases de oposiciones aspectuales: objetivo
(durativo/no durativo) y subjetivo (complexivo/cursivo)27;
modo de acción (Aktionsart) y aspecto28, aspecto flexional
y aspecto derivativo29... etc., todas ellas claramente
desvinculadas de la noción de tiempo.
Sin embargo no tardaría en aparecer una teoría que
presentase el aspecto y el tiempo como las dos caras de una
misma noción, la relación temporal. Según E.
Koschmieder30, el tiempo hace referencia a las fases
temporales, es decir sitúa la acción en relación al presente
del hablante en diferentes direcciones: hacia atrás (pasado)
o hacia adelante (futuro), mientras que el aspecto relaciona
el proceso con el sujeto mismo, para quien la acción
transcurre o bien del futuro al pasado (la acción se concibe
como ocurrida) o bien del pasado al futuro (la acción se
concibe en curso). Esta relación entre los dos puntos de
vista de una acción con respecto al tiempo es lo que este
autor, Koschmieder, denomina «dirección temporal» (—> o
<—).
26 Delbrück, B. (1897): Vergleichende Syntax der indogermanischen
Sprachen II, Estrasburgo, 1897, pág. 14 y ss. por ejemplo distingue
entre estos cuatro tipos de aspecto.
27 Es la distinción que hace Hermann E., (1927), “Objektive und
Subjektive Aktionsart”, Indogermanische Forschungen, XLV, pp. 207 y
ss.
28 Porzig, W. (1927): “Zur Aktionsart der indogermanischen
Präsensbildungen”, Indogermanische F o r s c h u n g e n , XLV, pág.
152,separa la acción (Aktionsart) del aspecto diciendo que las acciones
son las maneras de desarrollarse un proceso, expresadas mediante
morfemas, mientras que los aspectos son los puntos de vista bajo los
cuales se enfoca un proceso.
29 Holt, J. (op. cit.) pág. 34, considera más prudente el empleo de estos
términos (flexional, para la oposición de los aspectos evolutivo,
devolutivo y neutro, correspondientes a las formas de presente, perfecto
y aoristo respectivamente, y derivativo, para la oposición entre formas
como por ejemplo tener y retener, o decir y afirmar) que los empleados
por Eduard Hermann (subjetivo y objetivo) pues estos términos tienen el
inconveniente de que indican significados, mientras que los propuestos
por Holt salen de la forma solamente.
30 Koschmieder, E. (1929): Zeitbezug und Sprache. Ein Beitrag zur
Aspekt- und Tempusfrage, Leipzig-Berlin.
19
Montserrat Veyrat Rigat
También G. Guillaume construye una teoría en la que el
tiempo comprende las nociones de aspecto, modo y
tiempo31, pues según este autor el concepto tradicional de
tiempo figurado como una línea que se extiende desde un
punto infinitamente lejano del pasado, a través de un
presente hacia el futuro, no es suficiente para explicar los
hechos del lenguaje. Es necesario establecer una línea de
tiempo real que presente un punto inicial, puntos
intermedios (infinitos) y un punto final: la cronogénesis,
donde el tiempo existe in posse cuando se atiende a su
posición inicial (formas nominales del verbo), in fieri
cuando a una posición intermedia (modo subjuntivo), e in
esse cuando a la posición final, como una realidad (modo
indicativo). El tiempo, el modo y el aspecto no son más que
una misma cosa considerada en momentos diferentes de su
propia caracterización. Para Guillaume el verbo siempre
presupone una cierta medida de «tensión»32 (aspecto) en el
tiempo implicado de la acción. El aspecto es pues una fase
analítica en la formación del verbo. Las palabras que son
verbo expresan en cada caso un aspecto diferente del
mismo33.
Tras la rápida revisión de estas teorías queda claro que la
noción de aspecto carece de definición concreta aún hoy en
día. Según Holt34 este desacuerdo entre los distintos autores
se debe a que la preocupación general ha sido la discusión
de las nociones lógicas del aspecto y del tiempo, antes que
la interpretación de las formas lingüísticas mismas, lo cual

31 Guillaume, G. (1929): Temps et verbe. Théorie des aspects, des modes


et des temps. Ed. Champion, Paris, 1970.
32 Guillaume entiende el aspecto como una oposición de
tensión/distensión dentro del tiempo implicado en una acción verbal: el
infinitivo en francés (marcher) tiene la tensión total, o lo que es lo
mismo es puramente virtual; el participio de presente (marchant) ocupa
una posición intermedia entre la tensión total y la distensión; la
distensión o falta absoluta de tensión se representa por el participio de
perfecto (marché).
33 Vid. Guillaume, G. (1929) pág. 20. No hay que perder de vista al
interpretar la teoría de este autor que, aunque parte siempre del acto de
habla, la realidad es que hace referencias metafóricas a las acciones del
lenguaje, lo que da ese matiz psicológico a su teoría, conocida como la
psicomecánica del lenguaje.
34 Holt, J. (op. cit.) pág. 13.

20
El aspecto verbal
ha llevado a confundir las nociones lingüísticas con las
nociones lógicas o los conceptos psicológicos generales: J.
Holt aclara que las formas lingüísticas no se relacionan
individualmente con nociones lógicas respectivas, sino que
se relacionan entre sí dentro del sistema lingüístico y sólo
como conjunto del sistema de nociones lingüísticas
corresponderán a un sistema de nociones lógicas.
La propuesta de este autor para un estudio provechoso
del tema es en primer lugar estudiar las formas aspectuales
en las lenguas sucesivamente. Pero para definir una forma
aspectual en una lengua determinada no es suficiente
estudiar el conjunto de sus usos, sino que: "il faudra établir
le système d'aspects dans son ensemble et montrer
comment ils dépendent l'un de l'autre. Ce n'est qu'aprés une
telle recherche qu'on pourra passer à une définition de la
notion exprimée par la catégorie. Et même ceci est un peut
hasardé, parce que la notion de la catégorie d'aspect est elle-
même dans la dépendance des notions des autres catégories
verbales, et celles-ci des notions des autres catégories
existant dans une langue donnée".
Georges Mounin35 por su parte enumera tres
posibilidades de estudiar la categoría del aspecto: 1.-
Limitándose a las lenguas eslavas, lo cual significa
considerar el aspecto exclusivamente con respecto al
término o no término inicial o final de la acción. 2.-
Considerándolo como una categoría general, como la del
tiempo y el modo: esta posición justificaría el estudio de
todas las maneras posibles de considerar la acción, siendo
por lo tanto entendido el aspecto como una categoría
pluridimensional que concierne a la acción verbal como tal.
3.- Considerando el aspecto como una categoría limitada en
cada lengua particular. Esta tercera posibilidad es la
aplicación concreta de la segunda: hoy podemos decir que
en eslavo el aspecto concierne a los términos de la acción
(perfectivo o imperfectivo), mientras que en las lenguas
románicas, según determinados autores, el aspecto se refiere
a las diversas maneras de considerar la acción: atendiendo a
su extensión, ofreciendo una visión parcial o globalizadora

35 Mounin, G.: “Problèmes terminologiques”..., pág. 327.

21
Montserrat Veyrat Rigat
de la acción, en relación al grado de realización de la acción,
considerando la acción entre dos puntos36 ... etc.

I.3.- Aspecto, Modo de Acción y Carácter Semántico.

Ya hemos señalado el origen de la confusión entre


aspecto y Aktionsart en el apartado de la revisión histórica:
a pesar de que la primera localización del aspecto se sitúa
en el sistema verbal del griego antiguo, los gramáticos
griegos no llegan a reconocer la oposición de sus formas
verbales como oposición aspectual debido a su
preocupación por la posición de éstas en el sistema
temporal del verbo griego. Ello hace que la oposición
realmente aspectual griega entre tiempos extensivos y
tiempos complexivos sea traducida por los latinos a
tempora Infecta y tempora Perfecta , oposición aspectual
que sólo será recogida por los gramáticos eslavos una vez
que la gramática comparada permita conocer los sistemas
verbales de otras lenguas, y que será traducida por aspecto
imperfectivo y aspecto perfectivo.
Dado que todo verbo eslavo está marcado
morfológicamente como perfectivo o como imperfectivo y
que la noción de aspecto en estas lenguas se refiere al punto
de vista, a la manera de ver la acción expresada por el verbo
—distinguiéndose así de la noción de tiempo que marca el
momento del tiempo en que se sitúa la acción— en eslavo
se podían reconocer también otros puntos de vista
diferentes al perfectivo e imperfectivo pues también podía
mirarse la acción como instantánea, puntual o momentánea
y como durativa, incoativa, ingresiva, o como terminativa,
egresiva, final, semelfactiva, iterativa, intensiva, y por qué no,
sus contrarios: atenuativa o minorativa, como por ejemplo
sería en esp.:dormir /dormitar, o en fr.:manger («comer») /
mangeoter («picar»)37.
Estas maneras de considerar la acción entraban
perfectamente dentro de la definición eslava del aspecto, y

36 Vid. Dietrich, W, op. cit. pág. 201 y ss. donde se aplican las teorías de
Coseriu sobre las categorías de tiempo y aspecto a varias lenguas
románicas como el español, portugués, catalán, italiano ...etc.
37 Vid. G. Mounin, "Problèmes terminologiques...", pág. 319 y ss.

22
El aspecto verbal
por ello eran consideradas aspectuales, sin embargo los
gramáticos alemanes creyeron que era mejor reservar el
término aspecto para la oposición perfectivo-imperfectivo y
nombrar con el término de Aktionsarten a todas esas
maneras de considerar la acción.
Dado el carácter rigurosamente gramatical del aspecto
eslavo, la intención de la mayoría de los lingüistas desde ese
momento en relación a este tema ha sido la de proporcionar
una definición de la noción de aspecto que la distinga de la
manera más estricta de la noción de modo de acción
(Aktionsart, ordre du procés)38.
Revisaremos ahora algunas opiniones de diferentes
autores en relación al intento de establecer una línea
divisoria entre ambos conceptos.
J. Holt39 piensa que la noción de aspecto es la
indicación del término o del no-término de un proceso, y
siguiendo la teoría de Hjelmslev sobre la categoría del caso,
quien divide en tres zonas el aire semántico de una categoría
(positiva, negativa y neutra) desestimando el binarismo
jakobsiano, aplica esto a los temas de perfecto, presente y
aoristo del griego antiguo, afirmando que designan
respectivamente el «alejamiento», el «acercamiento» y el
«reposo» en relación al término y los denomina aspecto
devolutivo (indicación del proceso con término), aspecto
evolutivo (indicación del proceso sin término), y aspecto
neutro (indicación de un proceso sin consideración del
término o del no-término), respectivamente.
Estos tres aspectos conforman lo que Holt llama aspecto
flexional, que se combina con los morfemas de tiempo de
tal manera que una cierta forma indica siempre a la vez el
aspecto y el tiempo; mientras que en el aspecto derivativo la
diferencia de aspecto viene dada por los temas diferentes de
los verbos, y por lo tanto el tiempo y el aspecto están
separados el uno del otro.
Por nuestra parte, insistimos en que para poder hablar de
oposición aspectual (es más, de cualquier oposición) es
preciso que un miembro sea opuesto al otro sin que haya

38 Más adelante veremos como algunos autores, como E. Coseriu y W.


Dietrich por ejemplo, no opinan de la misma manera, proponiendo una
hipótesis englobadora de ambos conceptos.
39 Holt, J.: Études d'aspect, pág. 29 y ss.

23
Montserrat Veyrat Rigat
ambigüedades, o lo que es lo mismo, cada miembro debe
comprender un solo rasgo distintivo.
También la teoría expuesta por E. Alarcos Llorach40
sigue la división establecida por Holt. Con el objeto de
explicar la relación entre las formas simples y compuestas
del verbo español, Emilio Alarcos aplica la concepción
holtiana del aspecto y lo divide en dos subcategorías
llamadas aspecto flexional y aspecto sintagmático. Según
este autor, la marca que distingue las formas simples de las
compuestas no es el tiempo sino el aspecto, pues mientras
que el tiempo es una categoría que presenta rección
homonexual y heteronexual, el aspecto sólo la presenta de
tipo homonexual, es decir que el tiempo puede estar
dirigido por otro verbo o palabra de otra frase, pero el
aspecto no. Y por lo tanto la consecutio temporum puede
decidir el empleo de un tiempo determinado pero no si éste
debe ser simple o compuesto; esto depende, según Alarcos,
de la intención del hablante41.
Con el deseo de distinguir entre el aspecto y el modo de
acción, observa que se habla por una parte de verbos
imperfectivos (saber, escribir...), perfectivos (nacer
afirmar...), reiterativos (picotear, hojear...) momentáneos
(saltar, disparar...), etc. y por otra parte de tiempos
imperfectivos (canto, cantaré...), y perfectivos (ha
cantado...). Sin embargo en el primer caso se trataría de
valores semánticos, léxicos, pues no existen en español
parejas de verbos perfectivos y no perfectivos opuestos
entre sí como existen en las lenguas eslavas, sino que todos
los verbos pueden adquirir uno u otro aspecto, ya que el
sistema verbal español posee formas verbales de un tipo y
de otro.
Por esta razón Alarcos cree conveniente dividir por un
lado la categoría del aspecto en flexional y sintagmático y
por otro denominar aspectos derivativos y radicales a
aquellos que, fuera ya del aspecto propiamente dicho, son

40 Alarcos Llorach, E.: “Sobre la estuctura del verbo español”, en Estudios


de gramática funcional del español, Madrid, Ed. Gredos, 1982, pp.50-
89.
41 Véase también la explicación que da Alarcos de la forma simple y de la
compuesta en su articulo: “Perfecto simple y compuesto”, en Estudios de
Gramática funcional ..., pág. 13-49.
24
El aspecto verbal
variedades o modos de la acción: picotear, de picar;
dormitar, de dormir.
Tanto el aspecto flexional como el sintagmático se
refieren a la consideración de la acción o proceso, con o sin
su término: el aspecto flexional está expresado por ciertas
formas de cada verbo (oposición del imperfecto y del
perfecto simple), indicando el aspecto no-terminativo y
terminativo, mientras que el aspecto sintagmático se expresa
por todas las formas de cada verbo (oposición de todas las
formas simples a las compuestas), indicando el aspecto no-
delimitativo y el aspecto delimitativo. El aspecto flexional se
da sólo en el pasado, pues el término o final de un proceso
sólo es real en el pasado; el sintagmático se da en todos los
tiempos; consecuentemente, el aspecto flexional indicará
sólo el término real del proceso y el aspecto sintagmático el
término virtual del proceso.
Estos aspectos se expresan mediante la unión de ciertos
morfemas a un tema, y mediante la combinación de temas
unidos a sus correspondientes morfemas. Así la forma
simple está constituida por un tema y un morfema que
contraen un sintagma y la forma compuesta está constituida
por varios sintagmas en los que se repiten las correlaciones
de las formas simples.
Para Alarcos el español no ofrece ejemplos del aspecto
radical, pues no hay verbos que por su forma misma posean
sólo uno de los dos aspectos42, ni tampoco parece tener
importancia el aspecto derivativo.

42 No obstante, en nota al pie, reconoce este autor el valor imperfectivo-


perfectivo de la pareja ser-estar, que tan acertadamente estableció
Hanssen, F.: (1945), Gramática Histórica de la lengua castellana,
Buenos Aires, aunque según Alarcos observa, en las formas compuestas
el verbo s e r cobra cierto aspecto perfectivo que neutraliza su
imperfectibilidad: la reunión ha sido muy brillante. Pero en nuestra
opinión, esto sucede también en las formas verbales eslavas, que tienen
que ir reconstruyendo las oposiciones aspectuales a medida que los pre-
verbos cambian el carácter perfectivo o imperfectivo del verbo. Así por
ejemplo: p i s a t ' ("escribir", imperfectivo)/ z a p i s a t ' ("apuntar",
perfectivo). Este verbo, enteramente nuevo por relación a pisat',
restablece entonces su oposición aspectual con la creación de un nuevo
imperfectivo con infijos: zapisat' ("apuntar", perfectivo)/ zapisivat'
("anotar", durante un espacio largo de tiempo, "redactar", imperfectivo).
Vid. G. Mounin: "Problèmes terminologiques"... pág. 325.
25
Montserrat Veyrat Rigat
La propuesta de Alarcos tiene también sus críticas. J.
Roca Pons por ejemplo, opina que no resuelve el problema
y que por el contrario "con ella se rompe el sentido unitario
que debe tener el aspecto"43. Por otra parte y desde nuestro
punto de vista, nos preguntamos si es propio de una
oposición gramatical el acudir a la noción de «virtualidad» o
«realidad» del término de la acción para establecer un rasgo
diferenciador en una oposición; si un término es «virtual»,
nunca va a cumplirse, y por lo tanto la acción siempre
permanecerá imperfectiva, con lo que la oposición de las
formas simples a las compuestas, es decir el aspecto
sintagmático, comprendería sólo formas imperfectivas. Por
otra parte, el aspecto flexional, es decir la oposición
cantaba/canté , expresa desde nuestro punto de vista no el
término real del proceso, indicando el aspecto no-
terminativo/terminativo, sino que canté, tomada como forma
aspectual, se opone a cantaba porque expresa una visión
globalizadora de la acción —valor complexivo que le viene
de su origen aorístico—, frente a una visión parcializadora
en la que se atiende a la acción, no totalitariamente, sino
atendiendo a los dos momentos que componen toda acción:
el proceso y el resultado: cantaba44
B. Comrie45 por su parte opina que el aspecto ha sido
presentado esencialmente en términos semánticos, con
referencia a la estructura interna de una situación, sin
apenas discusión acerca de su expresión formal, y compara
este tratamiento con el que ha recibido la noción de tiempo:
"(...) there is the semantic concept of time reference
(absolute or relative), which may be grammaticalised in a
language, i.e. a language may have a grammatical category

43 Roca Pons, J. Estudios sobre perífrasis... pág. 38.


44 Véase A. López García: "La interpretación metalingüística de los
tiempos, modos y aspectos del verbo español: ensayo de
fundamentación", en Nuevos estudios de Lingüística española,
Universidad de Murcia, 1990, pp. 91-168, especialmente pág. 160,
donde se propone que la oposición canté/cantaba corresponde a la
expresión de la coherencia aspectual, uno de los componentes del
aspecto.
45 Comrie, B.: (1947) Aspect, Cambridge University Press, 1981. (Véase
también Lyons, J. (1977): Semantics, London, New York&Melbourne:
Cambridge University Press, capítulo 15.6, quien también propone
tratar el aspecto y la Aktionsart como una sola categoría).
26
El aspecto verbal
that expresses time reference, in which case we say that the
language has tenses. Many languages lack tenses, (...)
though probably all languages can lexicalise time references
(...) such as English today, the year before last (...). In
treatements of aspect, there is no such uniformity of
terminology, so that the term 'aspect' is now uses to refer
to the general semantic oppositions possible, now
restricted to particular grammaticalised oppositions based
on these semantic distinctions in individual languages" (el
subrayado es nuestro).
Debido a esto, Comrie prefiere hablar en su obra de
distinciones aspectuales semánticas (como la que se da
entre el significado perfectivo e imperfectivo) sin atender al
hecho de si están gramaticalizadas o lexicalizadas en
lenguas individuales.
Respecto a la confusión entre aspecto y Aktionsart,
reconoce dos diferentes modos de distinguir ambas
nociones: por un lado se atiende al aspecto como
gramaticalización de relevantes distinciones semánticas
mientras que Aktionsart representa la lexicalización de las
distinciones, sin considerar cómo se lexicalizan : este uso
de Aktionsart es parecido a la noción de «significado
inherente» que aparece en su obra.
Por otro lado, la segunda manera de separar el aspecto
de la Aktionsart —usada por la mayoría de los eslavistas—
se lleva a cabo considerando también el aspecto como la
gramaticalización de la distinción semántica pero la
Aktionsart como la lexicalización de la distinción realizada
por medio de morfología derivativa.
Debido a que estos dos diferentes sentidos de la
Aktionsart provocan un gran confusionismo, Comrie
prefiere no emplear este término en su obra, o lo que es lo
mismo, prefiere hablar de aspecto o aspectos, restringiendo
su preferencia "to particular grammatical categories in
individual languages that correspond in content to the
semantic aspectual distinctions drawn" (pág. 7).
Esta posición de Comrie tiene su contestación en C.
Bache46, quien observa que la clasificación de la jerarquía
aspectual propuesta por Comrie no sigue un criterio
46 Bache, C.: (1979): “Aspect and Aktionsart: towards a semantic
distinction”, en Journal of Linguistics, 18,1, 1982, pp. 57-72.
27
Montserrat Veyrat Rigat
uniforme en las subdivisiones de la imperfectividad que
justifique la relación entre los aspectos habitual-continuo y
no-progresivo-progresivo en inglés, es más, estas
oposiciones son preferiblemente definibles en términos de
«significados inherentes» más que como subdivisiones de
la imperfectividad.
Según Bache, si la oposición perfectivo-imperfectivo se
basa en la decisión bien de "describir una acción como un
todo inanalizable" o bien de "hacer referencia explícita a la
constitución temporal interna de una situación", sin
embargo la c o n t i n u i d a d es definida por Comrie
negativamente como "imperfectividad que no es habitual", y
la habitualidad se define como "a situation which is
characteristic of an extended period of time, so extended in
fact that the situation referred to is viewed not as an
incidental property of the moment, but precisely, as a
characteristic feature of a whole period" (pág. 27-28).
Bache opina que aparentemente esta definición podría
tomarse como genuinamente aspectual, sin embargo una
inspección más profunda descubre que hay ciertas
restricciones en la aplicabilidad del aspecto habitual pues la
situación a la que se aplica debe ser durativa o iterativa, es
decir caracterizadas como un periodo extenso de tiempo.
Por otro lado, la continuidad se aplica a una situación tan
extensa como pueda ser la durativa o la iterativa, por lo que
la oposición entre habitualidad y continuidad radica en un
mismo y único rasgo: caracterización de un periodo extenso
de tiempo.
La pregunta que se hace Bache es si realmente éste sería
un rasgo aspectual, pues en un sentido, su presencia o
ausencia puede decirse que depende de los diferentes
puntos de vista del hablante sobre la constitución interna de
la situación, pero el hablante no tiene la posibilidad de elegir
como en el caso de la perfectividad/imperfectividad eslava;
es precisamente la naturaleza psicológica de la habitualidad
la que la convierte en un «significado inherente», en una
Aktionsart, más que en un aspecto.
La intención de Bache no obstante es llegar a demostrar
la necesidad de distinguir entre el aspecto y la Aktionsart.
En su opinión, el estado de la cuestión sobre las diferentes
definiciones ofrecidas por diferentes autores como Agrell,

28
El aspecto verbal
Koschmieder, Porzig... etc., supone ya un motivo suficiente,
no para establecer una distinción semántica entre ambas
nociones, sino para distinguir entre oposición puramente
aspectual y función aspectual en relación con otras
categorías como Aktionsart y tiempo.
Su punto de partida es la naturaleza opcional de la
elección aspectual, lo que él llama la pura oposición
aspectual, para posteriormente proceder a la distribución de
aspectos, es decir de pares mínimos de funciones
aspectuales, especialmente en relación a la Aktionsart y al
tiempo. Estos pares mínimos son: puntual-durativo, télico-
atélico y estativo-no estativo.
Estrictamente hablando, la libertad de elección
presupone que la situación a la que se refiere es concebida
como objetivamente a) durativa, b) atélica y c) no estativa;
por ejemplo: situaciones puntuales no pueden expresarse
mediante construcciones marcadas como verdaderamente
imperfectivas pues la combinación de verbos puntuales con
la imperfectividad expresa invariablemente repetición, y la
diferencia entre perfectividad e imperfectividad combinada
con verbos que por sí mismos refieren a situaciones
puntuales no es una “pura oposición aspectual” puesto
que tales combinaciones se refieren a situaciones
“objetivas” diferentes o a diferentes fases de la misma
situación, sino una oposición de funciones aspectuales en
relación a la Aktionsart.
Por otra parte, la caracterización de la pura oposición
aspectual —que sustenta el efecto 'holístico', unificador, del
perfectivo y la consideración del imperfectivo como la
estructura interna de la situación referida— vale también
para las funciones aspectuales en relación a otras categorías
asociadas al verbo, pero con la condición de que tanto el
tiempo como la Aktionsart sean categorías
independientes47.
Sin embargo el establecimiento de la Aktionsart como
categoría independiente es bastante compleja pues se refiere
tanto a la oposición temporal durativo-puntual como a las
de procedimiento: dinámica-estativa, télica-atélica,
47 Según Bache, op. cit. pág. 67, esta postura justificaría la consideración
del aspecto como básicamente 'subjetivo' que puede tener varias
determinadas funciones 'objetivas'.
29
Montserrat Veyrat Rigat
semelfactiva-iterativa... etc. que no deben considerarse
según este autor como nociones mensurables físicamente,
sino como clasificaciones psicológicas de situaciones
basadas en una concepción intuitiva.
Es esencial para la propuesta de Bache el hecho de que
muchos verbos, durativos o puntuales, son compatibles con
la perfectividad y la imperfectividad, pero sólo las
situaciones durativas permiten tanto descripciones
perfectivas como imperfectivas: las situaciones
estrictamente puntuales deben ser referidas mediante
construcciones perfectivas y por lo tanto la posibilidad de
describir situaciones durativas (he lived in Moskow for
three years) tanto perfectiva como imperfectivamente en las
lenguas que contienen la categoría aspectual es una
evidencia grande a favor de la separación del aspecto y de la
Aktionsart en el metalenguaje.
Termina Bache proponiendo la siguiente caracterización:
"Aktionsart concerns the procedural characteristics (i.e. the
'phrasal structure', 'time extension' and 'manner of
development') ascribed to any given situation referred to by
a verb phrase whereas aspect reflects the situational focus
with which a situation is represented. Sometimes the
speaker/writer has a 'subjective choice' between two ways of
representing the situation (in cases of pure aspectual
opposition), sometimes he MUST choose one or the other
way of representation (in cases where the aspects function
in different ways in relation to tense and Aktionsart).
Algo de cierto hay en la propuesta de Bache, pero
seguimos teniéndonoslas que ver con categorías que
parecen depender unas de otras, sin que se observe una
propuesta de gradación entre ellas que posibilite en cada
caso la distinción o el rápido reconocimiento de cada una.
Como ya hemos dicho, en español el sistema verbal es
fundamentalmente temporal y toda forma de la conjugación
tiene un valor temporal. Sin embargo también es obvio que
algunas formas de la conjugación no son prioritariamente
temporales. ¿Quién podría asegurar que la construcción se
puso a cantar tiene un valor temporal prioritario de
pasado absoluto? Desde nuestro punto de vista esta
construcción tiene prioritariamente un valor aspectual, de
fase inceptiva , entendiendo el aspecto como una categoría

30
El aspecto verbal
no deíctica que se refiere a una modificación de la acción en
sí misma (el momento de enfocar la acción) obtenida por
medios morfosintácticos. Tal parece que en la elección entre
una forma como cantó y se puso a cantar, por ejemplo, el
factor determinante es el factor temporalidad en el primer
caso y el factoraspectualidad, en el segundo, donde la
temporalidad no es factor predominante dado que el
hablante ha seleccionado una forma nominal para expresar
su intención de habla, dotándola posteriormente de una
temporalidad por medio de un verbo auxiliar.
No nos parece pues que la categoría del tiempo y del
aspecto deban ser consideradas en español como categorías
independientes, como apuntábamos anteriormente, sino más
bien como complementarias.
Guillermo Rojo48 considera que el aspecto es una
noción procedente de las lenguas eslavas, traducción del
término ruso vid, siendo aplicada la distinción acción
terminada-acción en desarrollo (perfectiva-imperfectiva) a
las lenguas clásicas desde Curtius, y posteriormente a las
lenguas romances.
Segidamente propone una distinción tripartita semejante
a la que da título al presente apartado: aspecto es para este
autor "la categoría que se refiere al tiempo interno de la
acción verbal, es decir, considerada en sí misma, sin relación
con otras acciones o con el tiempo externo a ella, y
conseguido morfológicamente" (pág. 21).
La modalidad de acción es entendida por G.Rojo como
"una serie de matizaciones, exteriores a la acción en sí, pero
que la afectan de algún modo: la obligatoriedad, la
posibilidad, por ejemplo, conseguidas también mediante
procedimientos morfológicos" (pág. 21)
Y por último llama carácter semántico al "expresado
por el lexema verbal, esto es, no logrado mediante recursos
flexionales".
La única diferencia pues entre el aspecto y la modalidad
de acción estriba en que el primero se refiere a la acción en
sí misma, mientras que la segunda, refiriéndose también a la
acción en sí misma, sin embargo se relaciona con el proceso
verbal de modo indirecto, a través de una modificación
48 Rojo, G.: Perífrasis verbales en el gallego actual, Verba, 2, Universidad
de Santiago de Compostela, pág. 18 y ss.
31
Montserrat Veyrat Rigat
exterior a él, de lo que se deduce que tanto uno como la otra
deben ser tratados al mismo nivel en las lenguas romances
y en él han de considerarse tanto lo perfectivo y lo
imperfectivo como lo incoativo, terminativo, obligativo, etc.
Desde nuestro punto de vista, esta distinción resulta
sumamente útil, y además coincidimos con G. Rojo cuando
propone tratar al mismo nivel las modalidades de acción y
el aspecto. De esta manera podría justificarse la inclusión en
nuestro trabajo de aquellas perífrasis verbales que obtienen
su significado en el habla por medios morfológicos y que
por no estar totalmente generalizado su uso49, no
corresponden a una expresión aspectual dominante como la
visión o la fase 50, pero que evidentemente se refieren a la
acción en sí misma y suponen una matización exterior que
la afecta de algún modo: nos referimos concretamente a
construcciones del tipo fue a + infinitivo, acertó a +
infinitivo, con un valor de habla de «fortuito» o
«inesperado» para la primera y de «repentino» o
«insospechado» para la segunda51, como se puede
comprobar en los siguiente ejemplos:

49 Podríamos decir también "por no estar totalmente gramaticalizadas", o


lo que es lo mismo, por no tener realización en todos los tiempos
verbales, pero esto supondría que las perífrasis verbales constituyen un
sistema paralelo de conjugación temporal, lo cual nos parece
excesivamente arriesgado de afirmar. Lo único que estamos dispuestos a
defender aquí es que las perífrasis pertenecen a la conjugación verbal
(Vid. N. Cartagena (1978); “Acerca de las categorías de tiempo y aspecto
en el sistema verbal del español”, en Revista española de Lingüística,
8,2, pp. 373-408, quien defiende esta misma posición), y que la
temporalidad y la aspectualidad son categorías que deben ser tratadas al
mismo nivel y cuya actualización resulta de la potenciación o puesta de
relieve por parte del sujeto de la una o de la otra, lo cual podría
entenderse como una consideración subjetiva de ambas nociones, aunque
no en el sentido clásico que ésta tiene en los estudios aspectuales (Véase
a este respecto por ejemplo Hermann, E.: “Objektive und subjektive
Aktionsart”, en I.F., XLV, 1927). Por otra parte, no tenemos
conocimiento de la existencia de investigaciones sobre las restricciones
de selección de las perífrasis aspectuales del español, lo cual resultaría
sumamente interesante.
50Seguimos en este trabajo la terminología establecida por E. Coseriu :
(1978), “Aspect verbal ou aspects verbaux?”, en La notion d'aspect,
Actes du Colloque de L'Université de Metz, pp. 7-69.
51 W. Dietrich (1973) op. cit., pág. 221 observa estos valores de habla
para la subcategoría de la disposición resultante , perteneciente a la
32
El aspecto verbal
"Sus carabinas fueron a parar a un rincón del salón"
(R.J. Sender: Réquiem por un campesino español.)
"Su cuerpo fue a dar debajo de la mesa" (C.J.Cela, La
colmena)
"Y sin embargo acertó a decir: cuando llegue... (M.
Delibes: La hoja roja)
"Y apenas acertaba a hablar, y cuando al fin se
explicó..." (M. Delibes: La hoja roja).
No obstante la distinción de G. Rojo entre aspecto como
categoría que considera la acción en sí misma, sin relación
con otras acciones o con el tiempo externo a ella, y la
modalidad de acción, como categoría que se refiere a las
matizaciones exteriores a la acción en sí afectándola de
algún modo (obligatoriedad, posibilidad), no podría explicar
aquellas construcciones que adquieren su valor de habla
teniendo el cuenta el contexto, que puede permanecer
implícito en la frase que contiene la construcción
perifrástica.
Nos referimos a expresiones como No vaya Vd. a
pensar, vaya Vd. a saber, etc., donde las acciones existen
de forma absoluta, por sí mismas, no como resultado de
acciones anteriores pertenecientes a un contexto anterior,
pero implican un contexto de posibles acciones, algo así
como «lo que era de esperar», por lo que es lógico que
surjan en el habla valores de «reproche» como bien observa
Dietrich52, y que nosotros hemos encontrado en ejemplos
como los siguientes:
"No me vayas a confundir con mi hermana" (M.
Delibes: Cinco horas con Mario)
"Donde puede haber admiración o envidia (...), vaya Vd.
a saber. (C.J.Cela: La colmena).
Por otra parte, si siguiéramos la distinción de G. Rojo,
no tendríamos la posibilidad de distinguir las perífrasis
modales de estas aspectuales (donde pueden incluirse
también acabar por + inf., venir a + inf., llegar a + inf.
etc.) puesto que ambos tipos consistirían en la modificación
externa de la acción conseguida por medios morfológicos.

categoría de la colocación, donde también nosotros, de momento,


incluimos estas construcciones.
52 Dietrich, W. (1973), op. cit. pág. 224.

33
Montserrat Veyrat Rigat
De todos modos, la terminología empleada por G. Rojo
nos parece justificada en su trabajo, especialmente el
llamado carácter semántico, que es aplicado únicamente a
aquél expresado por el lexema verbal, quedando claramente
distinguido del aspecto y de la modalidad de acción a causa
de la índole semántica del primero frente al carácter
morfológico de los dos últimos.
Otros autores, entre los que destacamos a E.
Buyssens53, comprenden que el problema se crea a partir
del hecho de que en eslavo el término aspecto designa a la
vez al significante y al significado, pues todo verbo eslavo
puede conjugarse en los dos aspectos cuando su
significado lo permite, mientras que en las lenguas
romances no ocurre así.
Buyssens propone para el francés una terminología
diferente para los aspectos sustituyendo el término
perfectivo por total y el imperfectivo por médial,
considerando que constituyen una categoría gramatical y
que por lo tanto forma parte del sistema gramatical. Por otra
parte estima necesario delimitar estrictamente todo aquello
que es aspecto de lo que es procedimiento léxico para
distinguir matices (Aktionsarten). Rechaza para ello el
criterio de la subjetividad-objetividad, basándose en que
realmente todo en la lengua es subjetivo puesto que es
imposible presentar los hechos tal como son: "le langage
exprime toujours notre façon de voir les faits: on peut
même mentir sans contrevenir aux règles du langage" (pág.
65).
Su propuesta parte de la observación —de base lógica—
de que los conceptos pertenecen a una misma clase cuando
se excluyen mutuamente, por ejemplo: un objeto rojo no
puede ser al mismo tiempo azul, amarillo o blanco; por
consiguiente el rojo, el azul, el amarillo y el blanco
pertenecen a la clase del color. Este principio es aplicado al
aspecto, reconociendo que es imposible enfocar
simultáneamente la totalidad de un hecho y su principio, su
fin o un momento entre su principio y su fin, por lo que
acepta como pertenecientes a la clase 'aspecto' el total y el

53 Buyssens, E.: “L'aspect en général et en anglais”, en Ling.


Antverpiensia, II, (1968), pp. 63-70.
34
El aspecto verbal
mèdial ya comentados, así como el inicial y el final, los
cuales se excluyen entre sí.
Contrariamente a esto, según Buyssens, es
perfectamente posible hablar de la duración total de una
acción repetida (causativa, intensiva) y de su principio, de
su fin o de un momento entre ambos, como se comprueba
en el ejemplo "il travailla à la Sabéna du premier février au
trente avril", donde se enfoca la totalidad de un hecho que
se repite todos los días y esta repetición está considerada
desde su principio hasta su fin.
Es decir que el valor —repetitivo en este caso— que
surge en la oración que ejemplifica Buyssens no es un valor
correspondiente al aspecto sino que se trata de
consideraciones del habla, no gramaticales. El criterio
principal para establecer los aspectos auténticos es pues la
oposición entre ellos: el hablante debe elegir entre uno de
los cuatro. Esto es lo mismo que decir que el valor de habla
resultante de la combinación del aspecto (perfectivo-
imperfectivo, es decir fr. total-mèdial) de una forma verbal
con el carácter semántico del verbo no es un valor aspectual,
sino léxico, lo cual no es algo nuevo.
Lo que sí nos parece interesante es la propuesta de
separar el significante del significado para tratar de
solucionar el impass en el que se encuentra este problema.
Los significados aspectuales son más numerosos que los
significantes: de hecho no se puede decir que el pretérito
perfecto simple sea el significante correspondiente al
aspecto total (leyó/leía como oposición aspecto total/medial)
pues también lo es del aspecto final en "el barco llegó a las
siete en punto"54. La conclusión es que hay que distinguir
la forma de la función pues hay más funciones que formas.
Al significante le reserva el término de aspectivo y para el
significado el de aspecto, lo cual nos parece por el
momento acertado.
Ahora bien, según este autor también es cierto que las
formas aspectuales pueden expresar otra cosa que no sea el
aspecto, y así ocurre cuando la elección entre una forma y
otra no se debe a consideraciones de duración de la acción,
54 No obstante este valor surge del contexto, no de la forma verbal, por l o
que en cierto sentido esto supondría una contradicción en su propia
hipótesis.
35
Montserrat Veyrat Rigat
sino del contexto: ¿qué es lo que hace elegir a un hablante
una expresión como "el enemigo se rindió al día siguiente"
antes que "al día siguiente el enemigo se rendía"? Desde
nuestro punto de vista se trata de consideraciones de tipo
afectivo, pertenecientes al hablante.
Tenemos pues que hay por un lado más significados
aspectuales que formas para expresarlo: una misma forma
puede expresar (no simultáneamente) varios significados
aspectuales.Y por otro lado, estas formas aspectuales
pueden expresar otra cosa que no sea el significado
aspectual, sino por ejemplo, como hemos visto arriba, la
intensidad, la repetición, la causalidad, el reproche, etc...
valores que surgen del contexto.
Por ello Buyssens prefiere —para el inglés—no darles
un nombre significativo a los aspectivos y hablar de primer
aspectivo (“I work”), segundo aspectivo (“I am
working”), reconociendo hasta seis aspectivos en esta
lengua, cuya oposición no corresponde a oposiciones de
aspecto, sino a consideraciones íntimamente ligadas a las
del aspecto como la medida de la duración, que puede ser
observada desde distintos ángulos en lenguas diferentes;
por otra parte, para el autor las consideraciones de
repetición, de intensidad, de causalidad son nociones
extrañas al aspecto.

I.4.- Integración de las explicaciones parciales

Como resumen de todo lo que llevamos dicho hasta el


momento, conviene subrayar los siguientes puntos:
1º.- En primer lugar, y como es obvio, el único consenso
que parece haber sobre el aspecto es la dificultad en
definirlo. La causa de esta dificultad es la gran variedad de
marcas aspectuales en las distintas lenguas que lo poseen:
unas veces se expresa por medio de oposiciones de flexión
(canto/he c a n t a d o ), o t r a s morfológicamente
(canté/cantaba), otras por medios sintácticos (perífrasis
verbales) e incluso en ocasiones el valor aspectual parece
encontrarse en el contenido semántico del verbo mismo o
en el contexto (saltar/saber, acababa de leer/mientras
acababa de leer).

36
El aspecto verbal
2º.- Los autores que tratan el tema tienden a separar el
léxico de la gramática, considerando aspectual sólo aquello
que tiene realización morfológica o sintáctica y modo de
acción (Aktionsart, ordre du procès) aquello que tiene
realización léxica.
3º.- Otra dificultad evidente es la relación del aspecto
con el resto de las categorías del verbo: el tiempo, el modo y
la voz principalmente55. Desde el estructuralismo sabemos
que en un sistema todo se relaciona entre sí formando
nudos de relaciones complejas. No existe una categoría que
no sea solidaria con las que le rodean. Y esto es cierto sobre
todo con respecto a las nociones morfo-sintáctico-
semánticas como la del aspecto, lo que conduce
inevitablemente a una explosión de distinciones
terminológicas más o menos sutiles, e incluso a que
muchos autores prefieran prescindir de una noción tan
sobrecargada de connotaciones como está la del aspecto.
4º.- No obstante, se podría prescindir del término, pero
nunca de la noción, que se fundamenta, en español al
menos, en una distinción que, bajo marcas formantes
externas variables, se impone a pesar de todo. Esta
distinción es la del tiempo, donde podemos reconocer dos
dimensiones: la temporalidad externa, que sitúa el proceso
en relación a un punto de la línea cronológica o en relación
a otros procesos, estados o acciones; y la temporalidad
ligada al proceso mismo, el tiempo interno que necesita
todo proceso, por breve que sea, para su desarrollo interno.
5º.- Así pues, desde el plano conceptual, en principio
consideraremos el aspecto como una categoría gramatical
que se distingue de las demás que contiene el verbo porque
se refiere a la consideración por parte del sujeto de la acción
en sí misma frente a la temporalidad, que marca el momento
de la línea cronológica del tiempo en que el sujeto sitúa esa
misma acción, frente a la voz, que sitúa al sujeto en relación
al proceso como acción realizada o sufrida y en fin, frente al

55 Para la relación del aspecto con la persona y el número, véase el trabajo


de Molho, M. "L'aorist perifràstic en català", en Problemes de llengua i
literatura catalanes. Actes del II Col.loqui Internacional sobre el català.
Publicaciones de l'AbadíA de Montserrat, Amsterdam, 1970, pp. 67-
101.
37
Montserrat Veyrat Rigat
modo, que expresa la actitud del hablante ante el hecho
indicado por el verbo.
6º.- Desde el plano del sistema de la lengua, así como la
temporalidad, la voz, el modo, tienen diversas maneras de
expresarse, también el aspecto las tiene: una temporalidad
pasada puede igualmente señalarse con un adverbio como
ayer, el año pasado, etc.; también el significado de la voz
puede tener realizaciones diferentes por procedimientos
léxicos: "Pedro es atacado por Juan" puede muy bien ser
sustituida por "Pedro recibe un ataque de Juan"56. El
aspecto por su parte tiene realizaciones morfológicas
(cantó/cantaba, canta/ha cantado, ir/irse57), sintácticas
(canta/se pone a cantar), léxicas, es decir contenidas en la
raíz del verbo (saltar/saber), e incluso la consideración de
la acción en su desarrollo interno o entre sus límites puede
quedar expresada por medio del contexto (acababa de leer
el periódico/mientras acababa de leer el periódico, coger
flores/coger una flor).
7.- ¿Qué nos impide considerar que todas estas formas
de expresar la acción en sí misma sean aspectuales? O
dicho de otro modo, desde la consideración metalingüística,
¿por qué hemos de darle otro nombre a la categoría aspecto
por el hecho de que su significante se realice léxicamente,
cuando su significado es el mismo? Según parece este solo
hecho es motivo suficiente para hacerlo, pues tampoco
cuando decimos "Pedro recibe un ataque de Juan"
hablamos de voz pasiva.

I.5.- La propuesta de la Gramática Liminar

Tras la breve exposición de los distintos acercamientos a


la categoría del aspecto y una vez constatada la inoperancia
56 Incluso en ocasiones estos procedimientos léxicos son los únicos
permitidos por la lengua española: el valor pasivo de "Juan tiene estas
dos casas", se obtiene a partir de "estas dos casas pertenecen a Juan",
dada la imposibilidad de "estas dos casas son tenidas por Juan".
57 Algunos verbos en su forma reflexiva se oponen a las formas n o
reflexivas de una manera, si no aspectual, muy próxima a la aspectual,
expresando la diferencia entre el proceso y el estado resultante:
dormirse(proceso)/dormir(estado resultante que tiene gran afinidad con
estar dormido).
38
El aspecto verbal
de cada uno de ellos por separado, expondremos a
continuación la propuesta desarrollada por A. López García
desde la epistemología de la Gramática Liminar58.
El motivo de dejar para este momento, es decir tras
nuestras conclusiones, el punto de vista liminar no es otro
que su carácter conciliador respecto a la problemática del
tema, además de constituir un adelanto en la caracterización
del aspecto y sus realizaciones en la lengua española.
El punto de arranque de esta propuesta es la aceptación
de una concepción multifactorial para la explicación del
verbo español (tiempo, modo y aspecto son considerados
como categorías equivalentes) donde el paso de un valor
(temporal, modal o aspectual) a otro es frecuente y tiene su
propia caracterización morfológica.
A partir de ahí, se concibe el verbo español como una
palabra gramatical que es sometida al filtro categorial que le
proporcionará el valor temporal, modal o aspectual,
dependiendo del acompañamiento textual con el que
aparezca59, de tal manera que, desde un punto de vista
general, una forma verbal expresará tiempo, modo o aspecto
atendiendo simultáneamente a la intención comunicativa del
hablante y a las limitaciones sintácticas que le impone la
lengua particular.
Esto es algo que se comprueba constantemente. Cuando
un hablante escoge "me puse a cantar" antes que "canté" es
porque su intención comunicativa dispone de un sistema

58 A. López García, (1990): “La interpretación metalingüística …”.


59 Para el desarrollo de esta idea, véase A.López García, Fundamentos de
Lingüística perceptiva, Madrid, Gredos, 1989, especialmente págs. 154
y sgtes., donde se habla de la adquisición semántica de la palabra: "Una
lengua es libre hasta cierto punto de resaltar determinadas propiedades de
la realidad (...) A su vez, dado un semema ya constituido, su
categorización sintáctica tampoco es del todo libre, sino que se rige por
ciertos rasgos sémicos muy generales que operan como orientadores de
categoría gramatical: cuando el semema presenta dos o más rasgos
opuestos, la orientación se produce en el sentido marcado por aquel que
se quiera destacar, cuando sólo presenta uno, la caracterización será
unívoca". Nótese que esta afirmación viene a subrayar nuestra
insistencia en el hecho de que no haya ambigüedades en la oposición
aspectual: los términos de una oposición aspectual deben oponerse por
un sólo rasgo. Cuando haya más de uno, el valor dominante será
determinado por la intención comunicativa del hablante, además de serlo
por el sistema lingüístico.
39
Montserrat Veyrat Rigat
que le proporciona las posibilidades de la expresión60. Ni
que decir tiene que cada lengua posee su propio sistema
adaptado al espíritu de cada cultura61; de ahí que las
categorías gramaticales varíen de una lengua a otra e incluso
falten en determinados idiomas (en latín por ejemplo no
existe el artículo). Lo que sí es universal, según la Gramática
Liminar, es el tipo de relación funcional —no la función—
que contraen dos elementos o conjuntos de elementos
cuando se enfrentan en la lengua: la rección, la
concordancia, el orden... etc. que aparecerán siempre que
una situación lingüística conlleve asociaciones de
elementos62.
Pero volviendo al tema del aspecto, la propuesta liminar
lo considera como "una orientación respecto al «locutor
como sujeto empírico»"63, es decir que representa la visión
del enunciado por el locutor no ya respecto a su posición
(tiempo ) o a su estado mental (modo), sino respecto a los
hechos internos que enuncia, lo cual en el fondo no se aleja
excesivamente de otras definiciones que habíamos visto64,
pero tiene la ventaja de que destaca la intervención del
locutor del enunciado, es decir su actualización, y esto
constituye en dicha obra la base para fundamentar
morfológicamente la categoría del aspecto.

60 Con esto no queremos decir que haya prioridad de uno de los dos
componentes (ontogenético o lingüístico) sobre el otro, sino que más
bien ambos se dan simultáneamente.
61 A esto se refiere precisamente el Principio de Relatividad lingüística
por el que se establece que cada lengua articula los datos del referente de
una cierta manera de cara a las necesidades de la cultura a la que sirve de
expresión. Véase Whorf, B.L. (1956) Lenguaje, pensamiento y
realidad,, Barcelona, Barral, eds, 1970.
62 A. López García: Fundamentos de Lingüística..., pág. 88: "Lo propio
del enfrentamiento de dos elementos o conjuntos de elementos en las
lenguas naturales es que por el hecho de darse, uno describe
—descriptor— al otro —descriptum— y al hacerlo lo limita creando una
frontera entre ellos" (...) "Una vez definidos (los elementos) l o
importante no son los elementos en sí, sino la oposición que contraen,
es decir la frontera que los diferencia" (pág. 89). Más adelante aplicamos
este planteamiento para establecer la gradación de los verbos auxiliares.
(Vid. nuestro apartado II.9).
63 A. López García: "La interpretación metalingüística...", pág. 152.
64 Guillermo Rojo por ejemplo nos hablaba de tiempo interno de la
acción, otros autores prefieren hablar de aspecto subjetivo.
40
El aspecto verbal
Éste es el principal objetivo del autor, explícito por otra
parte en dicho trabajo, de lo cual se deriva un tratamiento
menos pormenorizado de una de las realizaciones del
aspecto que en español tiene más frecuencia: las perífrasis
verbales —que por otro lado no se sitúan dentro del
paradigma del verbo español que se propone en dicho
estudio—, en favor de las formas que fundamentan
morfológicamente el aspecto en español: las formas
compuestas de la conjugación, que son las que expresan un
límite señalado, una delimitación (frente a las formas
simples que no lo señalan).
Éste es el principal valor de la categoría aspecto, por el
que se mide una forma verbal frente a otra, esto es, el valor
de realce que actúa como fondo descriptor del resto de las
formas de la conjugación en el sistema del aspecto.
Sin embargo, también las formas simples delimitan el
proceso de la enunciación, solo que lo hacen atendiendo
prioritariamente a la coherencia del sujeto con el predicado,
a la coincidencia entre ambos, o lo que es lo mismo, en
palabras del autor, a la coherencia temporal. Por eso,
ontogenéticamente, el primer tiempo que aparece en la
adquisición del lenguaje es el presente, y por eso también,
en español no es necesaria la morfologización del sujeto en
la conjugación65.
De esta manera, las formas simples son consideradas
tiempos y las formas compuestas aspectos, o mejor dicho,
en el sistema del tiempo nos encontramos con formas
simples que son tiempos y a la vez aspectoides no
delimitados (así como modoides: Indicativo y modos:
Subjuntivo e Imperativo) y en el sistema del aspecto
tenemos formas compuestas que son aspectos a la vez que
tiempoides (así como modoides: Indicativo y modos:
Subjuntivo e Imperativo: "a hablar!").
¿Dónde quedan nuestras perífrasis? No podemos
quejarnos pues el autor las sitúa dentro del sistema del

65 Efectivamente, la primera persona del presente es hablo, no yo hablo,


que sería por tanto incorrecto. No ocurre así en otras lenguas, como el
inglés, que por fundamentarse en la temporalidad y no en la coherencia
temporal necesita hacer explícito su índice de referencia temporal, así: I
talk vale por h a b l o . Véase A. López García: "La interpretación
metalingüística...", pág. 108 y también 156.
41
Montserrat Veyrat Rigat
aspecto, y ello porque dicha categoría hace referencia no
sólo a la delimitación del proceso en la enunciación (formas
compuestas), sino también a la relación del sujeto con la
enunciación, es decir a la actitud del sujeto empírico de la
enunciación66, lo que en términos del autor sería la actitud
aspectual.
Sin embargo, si no una queja, sí una pregunta: ¿desde
qué parámetro medimos la delimitación del proceso en las
formas compuestas? El propio autor observa que "los
llamados tiempos compuestos del español no sólo
representan un valor delimitado, es que la forma temporal
respecto a la que se delimitan está expresada justamente por
el auxiliar. Dicho de otra manera: en "cuando vengas, ya lo
habré hecho", la forma habré hecho es un «antefuturo»,
esto es, está delimitada respecto a un futuro, no porque lo
sea vengas, que también puede ser presente ("no me vengas
con cuentos"), sino porque el auxiliar h a b r é es
formalmente futuro" (pág. 156).
Esta en realidad es la explicación del porqué el hablante
de español concibe las formas compuestas de la
conjugación como temporales y no como aspectuales,
aunque de hecho constituyan la morfologización original de
la categoría aspecto en español. En la conciencia lingüística
del hablante de esta lengua, cuando se le plantea la opción
de elegir entre la forma canto y la forma he cantado, no
acude en realidad al rasgo [±forma delimitada]
simplemente, sino al de [±forma delimitada respecto a un
origen], es decir al parámetro de la temporalidad.
Lo que queremos decir con esto es que, si bien en su
origen las formas compuestas expresaban delimitación

66 Y no solamente eso, sino que de la misma manera que el tiempo verbal,


según dicho autor, se compone de temporalidad, coherencia temporal y
actitud temporal que constituyen los tres tipos de acercamiento que se
han llevado a cabo por los estudiosos del tema a lo largo de la historia,
siendo la coherencia temporal la que se alza como fondo descriptor y
fundamentador de la morfologización del tiempo en el sistema verbal
español, así también sucede con el aspecto verbal, que se compone de
aspectualidad, coherencia temporal y actitud aspectual, siendo la
aspectualidad la encargada de fundamentar morfológicamente la categoría
del aspecto, al constituir un sistema sin huecos. La coherencia aspectual
estaría sustentada por la oposición cantó/cantaba. Véase A. López: "La
intepretación metalingüística..." (pág. 159).
42
El aspecto verbal
frente a la no-delimitación expresada por las formas
simples, ahora la evolución de la lengua ha hecho que
dichas formas, por ser el sistema verbal español un sistema
fundamentalmente temporal, expresen [±delimitación
respecto a un momento del enunciado], considerándose por
ello temporales. Quizá debido a ese traslado de parámetro
medidor, el criterio por el que se miden las formas
compuestas no sea el mismo que mide las formas simples y
que según la propuesta de Ángel López estarían valoradas
con respecto a la coherencia temporal como hemos visto.
Podría decirse que cuando una forma verbal pertenece al
sistema del tiempo real por naturaleza (es decir,
ontogenéticamente), es el vector de la coherencia temporal,
esto es la coincidencia del sujeto con el predicado el que
mejor lo explica. Sin embargo cuando una forma verbal no
tiene unas raíces ontogenéticas sino lingüísticas, es decir
cuando ha de crearse a partir de la introducción del punto
nunc, debe situarse en el eje medidor lineal de que
hablábamos en el apartado I.1 del presente capítulo, esto es
en la Temporalidad que subyace a toda emisión lingüística y
a toda acción del mundo referencial, por breve que sea.
Situadas las formas compuestas dentro del sistema
temporal del español, nuestro espíritu se relaja y podemos
ver una constatación de la realidad en la definición que
Ángel López ofrece del aspecto y que ya hemos señalado:
aspecto sería una orientación respecto al locutor como
sujeto empírico. Es decir que las formas aspectuales o
aspectos del verbo español, en la actualidad señalarían una
actitud aspectual del hablante, factor que, por otra parte, no
se reconoce en absoluto en las formas compuestas, que
aluden a la delimitación del proceso en el momento
enunciativo, como el propio autor observa.
El problema surge entonces a la hora de establecer
cuáles son esas actitudes aspectuales del hablante y por
consiguiente cuál es la frontera entre el aspecto, como
categoría gramatical, y el modo de acción (Aktionsart, ordre
du procès), como categoría léxica.

I.6.- Para una caracterización del aspecto frente al


modo de acción

43
Montserrat Veyrat Rigat

Situados ante la espectativa de que las perífrasis verbales


constituyan en la hora actual la realización o actualización
del aspecto entendido como expresión de una actitud
determinada —o mejor dicho, aún por determinar— del
locutor como sujeto empírico de la enunciación (y del
enunciado), aún a sabiendas de que dichas construcciones
no constituyen un sistema sin huecos (a lo que podríamos
decir: tiempo al tiempo!), resulta totalmente exacta la
afirmación de A. López: "Son las condiciones que la
realidad impone al proceso en que participa el sujeto como
sujeto empírico las que determinan la posibilidad de unas
perífrasis u otras" (op. cit. pág. 157).
Nada más cierto: podemos perfectamente decir "me
pongo a escribir", pero no *"me pongo a venir". De igual
manera, aceptamos fácilmente — c o n sentido
perifrástico—"acierto a decir", pero no aceptaríamos con
dicho valor "acierto en elegir". Por otra parte, no vemos
inconveniente en la expresión "empiezo a comer", pero es
impensable que un hablante de español diga *"como a
subir". De la misma manera aceptamos "dar la lata", pero en
ningún caso *"dar el techo".
Los ejemplos arriba citados nos sugieren las siguientes
preguntas:
1º.- ¿Por qué algunos verbos no pueden combinarse
perifrásticamente con algunos auxiliares?
2º.- ¿Por qué algunas preposiciones no se combinan
formando el elemento de enlace entre un auxiliar y un
auxiliado? (Y consecuentemente, deberíamos preguntarnos
también por qué las perífrasis modales no necesitan
preposición. Respondemos a este interrogante en nuestro
apartado II.9).
3º.- ¿Por qué algunos verbos no pueden ser auxiliares?
Las dos primeras cuestiones tienen en parte una
respuesta similar: en general puede decirse que por el
mismo motivo que no aceptamos *"dar el techo" pero sí
"dar la lata". Es decir, no aceptamos *"me pongo a venir"
porque venir no conviene a ponerse a. De igual manera, no
aceptamos con el mismo valor acertar en que acertar a,
porque en conviene a acertar de distinta manera que
conviene a a. Otra cuestión será cuáles son los motivos de

44
El aspecto verbal
la no conveniencia mutua, que procuraremos indagar más
adelante.
La tercera de las cuestiones tiene una respuesta más
compleja puesto que se ve implicado el proceso de
auxiliación, que tiene su funcionamiento particular y que
será detenidamente analizado en el capítulo de la Perífrasis
verbal y el Verbo auxiliar, al que remitimos al lector.
Queda no obstante una apreciación más. Aceptamos con
el mismo buen grado, según hemos visto "acertar a decir"
que "acertar en elegir", mas no le damos el mismo valor. La
primera es una perífrasis aspectual mientras que la segunda
es una construcción léxica.
La razón de esta adscripción tiene que ver con los
criterios de determinación y delimitación perifrástica, por lo
que nos salimos igualmente del objetivo que nos habíamos
propuesto para el presente apartado. No obstante en el
capítulo II.5.A encontrará el lector una revisión de dichos
criterios.
¿Qué nos queda, pues, como modo de acción frente al
aspecto? Sencillamente el carácter lexemático de la primera
frente al carácter gramatical del segundo. Para nosotros,
modo de acción (Aktionsart, ordre du procès) es lo que
Guillermo Rojo llama carácter semántico del verbo, que no
tiene una realización gramatical (morfo-sintáctica) en el
sistema de la lengua y que viene a corresponder a lo que en
la lingüística eslava se entendía como "otros" aspectos, pues
en dichas lenguas, el aspecto (vid) venía representado por la
oposición de parejas de verbos, que se oponían
formalmente, mientras que además existían verbos que
significaban momentaneidad, duración, iteración,
complexividad... etc., y es lo que se tradujo por
Aktionsarten.
Aktionsart (modo de acción, ordre du procès) es pues la
interpretación que los gramáticos alemanes dieron a
aquellas modalidades o valores semánticos que tienen los
verbos eslavos por su propio lexema y que en ocasiones
coinciden, reductivamente hablando, con los valores
aspectuales de las oposiciones eslavas que suponen la
consideración de la acción como perfectiva, esto es con su
resultado, o bien imperfectiva, esto es atendiendo a su
duración y no a su resultado.

45
Montserrat Veyrat Rigat
De lo que se sigue que el verdadero aspecto es aquel
enfrentamiento entre formas delimitadas/no delimitadas (no
respecto a un origen, lo que llevaría a formas temporales en
español, sino delimitadas en cuanto al sujeto empírico de la
enunciación y del enunciado), fundamentadas
morfológicamente en español mediante la oposición de las
formas compuestas y las formas simples; y el modo de
acción es el carácter semántico de las raíces verbales.
¿Qué expresan las perífrasis verbales? Evidentemente,
puesto que de construcciones gramaticales se trata, nuestra
postura es que expresan aspecto, en su realce de la actitud
aspectual. Ahora bien, no por ello debemos ignorar la
traslación que ha sufrido el parámetro desde el que se mide
la aspectualidad. Actualmente las formas compuestas del
paradigma del verbo español delimitan el proceso desde la
temporalidad, es decir que su índice referencial es temporal;
de ahí que A. López no pueda evitar el referirse a la forma
habré hecho como un ante-futuro, tal y como A. Bello
señaló en su Gramática67, y de ahí también que la
consideración de las formas compuestas en la conciencia
del hablante sea la de formas temporales.
De todas formas, es sintomático que en el cuadro de la
propuesta de paradigma del verbo español que propone A.
López al que hemos aludido anteriormente, aparezcan las
formas simples y las compuestas, e incluso una eventual
perífrasis como ¡a hablar! para el modo imperativo del
tiempoide presente, pero ni una sola perífrasis verbal, ni
siquiera ir a +infinitivo que ya se considera expresión de
futuro como sustitución del sintético hablará. Y digo que
es sintomático porque él mismo nos advierte del hecho de
que su objetivo ha sido la fundamentación morfológica del
tiempo, modo y aspecto, lo cual consigue con su habitual
maestría, y ese es a nuestro entender el motivo de la
ausencia de las perífrasis verbales en el cuadro mencionado.

67 A. Bello: Gramática de la lengua castellana dedicada al uso de los


americanos. Ed. Trujillo. Aula de Cultura de Tenerife, 1981, cap. XXVIII.
46

También podría gustarte