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Eliud Hoyos
2022
ANTECEDENTES
En la actualidad existen diversas investigaciones que se orientan a comprender el fenómeno
de promoción y evaluación de estudiantes en las instituciones educativas, tanto públicas
como privadas. Se puede señalar que es uno de los temas abordados de manera poco
profunda y menos reflexionada dentro del sistema de evaluación institucional, logrando así
una perdida constructiva de la evaluación para alcanzar una educación de calidad entre los
educandos, lo que lleva a pensar en cuál es la base que tienen los directivos y docentes a la
hora de promover estudiantes sin alcanzar algunos saberes necesarios en su ciclo escolar,
específicamente la lectoescritura, ya que esto acarrea dificultades, no solo desde el ámbito
directivo sino también desde la relación de enseñanza- aprendizaje; esto ocasiona un retraso
a largo plazo en la mayoría de los estudiantes. Lo anterior, es una problemática que nos ha
inquietado a lo largo de nuestras prácticas semestrales en los diferentes centros educativos.
Durante nuestra estadía en la institución “La Milagrosa” sede Santo Tomás de Aquino,
estuvimos trabajando con los grados sextos en una dinámica llamada “burbujas” donde
hacíamos acompañamiento a los estudiantes que no estaban nivelados en lectura y escritura.
Eran estudiantes que habían sido promovidos sin saber leer y escribir. Observamos que los
chicos no podían participar de lecturas en voz alta y si había actividades de creación textual
tampoco podían hacerlo.
Luego de esta breve contextualización se hace necesario situar algunas referencias
específicas que describan o expliquen los conceptos asociados con nuestro objeto de
investigación. Sin embargo, la fuente de información halladas para sustentar esta
investigación resulta un poco densa; por lo cual, se describen a continuación alguna de
estas.
El ministerio de educación en el documento (Fundamentaciones y orientaciones para la
implementación del Decreto 1290 de 2009) Menciona:
- “El decreto 1290 de 2009 otorga a los establecimientos educativos la autonomía para crear
su sistema institucional de evaluación, no obstante, es necesario establecer pautas comunes
que permitan una “comunicación” o dialogo entre los diferentes sistemas institucionales de
evaluación que surjan en el país. En acuerdo con el decreto, todo establecimiento educativo
al definir su sistema institucional de evaluación, debe definir claramente los criterios de
evaluación y promoción de sus estudiantes”
Ministerio de educación (pag53).
Entendemos entonces, que a partir de los mismos sistemas de promoción que tienen en los
diversos centros educativos se evidencia muchas falencias en los estudiantes del grado
sexto. Aunque es una decisión autónoma, el tema evaluativo permite que continúen
existiendo baches en la transmisión de conocimiento a los estudiantes y que el problema de
promoción escolar no esté netamente relacionado con la falta de recursos o el que ellos no
quieran alcanzar los saberes establecidos, sino que es directamente con la práctica docente,
administrativa y directiva.
Así pues, parece evidenciarse que en la institución la evaluación de los aprendizajes no ha
sido un tema de preocupación central en las agendas de discusión, reflexión e investigación
académica, lo cual sitúa el desarrollo y la comprensión de la mencionada promoción de
estudiantes, en una esfera de limitaciones y vacíos. A esto se suma que la evaluación del
aprendizaje está regulada por políticas y reglamentos institucionales particulares y no
responde a una normatividad gubernamental específica para cada nivel educativo. Los
esfuerzos que algunos docentes de la institución realizan en sus aulas, están orientadas a la
innovación y el cambio, pero desde iniciativas propias, lo que conlleva a una escasa
producción conceptual e investigativa de cada docente sobre evaluación y promoción de
estudiantes en el ámbito institucional, careciendo de bases y argumentos a la hora de llevar
dicho ejercicio, al parecer movidos por aspectos más emocionales que ministeriales y
pedagógicos. Por ello, promoción es un tema que va ligado con el sistema evaluativo
institucional, difiriendo con la entrega puntual de los trabajos, sin reconocer si la evidencia
es hecha de su propia autoría o con ayuda completa de algún tercero. Esto lo apoyamos en
la citación de Clara Inés Núñez Matiz (2019) la cual afirma que:
“Para los estudiantes el SIEE tiene la capacidad de atender sus necesidades, lo anterior
permite afirmar que existe confianza institucional por parte de los estudiantes al
reconocer que la evaluación registrada por los educadores corresponde a sus esfuerzos.”
(pág. 62)
Con relación a lo anterior, se hace necesario poner de manifiesto que la institución
educativa en su totalidad (directivos, directivos docentes, docentes y padres de familia),
deben hacer de la evaluación un objeto de estudio riguroso en su teoría y en su práctica, que
demanden la presencia de un colectivo de trabajo, unas condiciones, tiempo, motivaciones,
estrategias, participación y transformación de la cultura de la evaluación y promoción
institucional. Por ello, nos apoyamos en la afirmación que hace Luis Eduardo Hernández
Coronado (2021) cuando menciona que:
“Los planteamientos del SIEE ratifican, una vez más, la complejidad que encierran las
prácticas de evaluación de los aprendizajes que deben desarrollar los educadores, puesto
que las exigencias están dirigidas a llevar a cabo una evaluación que promueva el
aprendizaje a lo largo de la vida. Pero tales exigencias evaluativas conllevan cambios de
concepciones y de prácticas pedagógicas que han imperado en el ámbito educativo por
mucho tiempo y han representado un elemento de control por parte del docente sobre
los alumnos. Muchos educadores no están dispuestos a ceder o perder esa cuota de
poder, y menos si eso implica dejar de concebir la evaluación como un apéndice
desligado del acto educativo, para pasar a un proceso de evaluación que permee y
abarque todos los aspectos en los procesos de enseñanza y aprendizaje.”
(pag.253)
De este forma, se observa una conexión conceptual entre lo que plantea Luis Eduardo
Hernández Coronado y lo que menciona Clara Inés Núñez Matiz, dejándonos claro que, la
evaluación ha sido considerada principalmente herramienta para la promoción de un grado
a otro y está determinada por un conjunto de criterios que establecen que un estudiante ha
conseguido unos objetivos de aprendizaje previamente establecidos y que, por lo tanto, le
son conocidos; aunque esto no es notorio a lo largo de nuestra práctica semestral, ya que se
identifican estudiantes con múltiples falencias, lo cual se aleja de las ideas propuestas por
los autores anteriormente mencionados, puesto que no se atiende algunas necesidades de
los estudiantes y su contexto, lo que lleva a obstaculizar su aprendizaje tanto académico
como personal. Finalmente, se podría decir que la evaluación debería ser un mecanismo
que permita verificar el avance de los objetivos propuestos para cada aspecto del proceso
educativo, y podría hacerse de manera permanente, de modo tal, que los estudiantes puedan
saber cómo evoluciona su proceso y el ejercicio de promoción y evaluación de estudiantes
se dé de forma consciente.