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Existen muchas clases de poder; los que se utilizan y los que no se utilizan, los
reconocidos o los que apenas se reconocen. Lo erótico es un recurso que reside
en el interior de todas nosotras, asentado en un plano profundamente femenino
y espiritual, y firmemente enraizado en el poder de nuestros sentimientos
inexpresados y aún por reconocer. Para perpetuarse, toda opresión debe
corromper o distorsionar las fuentes de poder inherentes a la cultura de los
oprimidos de las que puede surgir energía para el cambio. En el caso de las
mujeres, esto se ha traducido en la supresión de lo erótico como fuente de poder
e información en nuestras vidas.
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De ahí sólo hay un paso a la falsa creencia de que las mujeres sólo podemos ser
realmente fuertes si suprimimos lo erótico de nuestras vidas y conciencias. Pero
esa fortaleza es ilusoria, ya que se concibe en el contexto de las pautas de poder
masculinas.
Las mujeres hemos llegado a desconfiar de este poder, que surge de nuestro
conocimiento más profundo y no racional. El mundo masculino nos ha
prevenido contra él durante toda la vida; los hombres valoran los sentimientos
profundos y desean que las mujeres los practiquen en beneficio suyo, pero al
propio tiempo los temen y no se atreven a indagar, en ellos personalmente. Así
pues, a las mujeres se las mantiene en una posición distante/inferior para
exprimirlas y sacarles toda la sustancia, como si fueran esas colonias de pulgones
que las hormigas ordeñan para alimentarse.
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No es fácil exigirse rendir al máximo en nuestra vida, en nuestro trabajo. Aspirar
a la excelencia supone superar la mediocridad fomentada por nuestra sociedad.
Dejarse dominar por el miedo a sentir y a trabajar al límite de la propia capacidad
es un lujo que sólo pueden permitirse quienes carecen de objetivos, quienes no
desean guiar sus propios destinos.
El objetivo de todo lo que hacemos es que nuestras vidas y las de nuestros hijos
sean más ricas y menos problemáticas. Al disfrutar de lo erótico en todos
nuestros actos, mi trabajo se convierte en una decisión consciente –en un lecho
anhelado en el que me acuesto con gratitud y del que me levanto fortalecida.
Por supuesto, las mujeres con tanto poder son peligrosas. De ahí que se nos
enseñe a eliminar la exigencia erótica de la mayoría de las áreas de nuestra vida,
excepción hecha del sexo. Y la falta de atención a las satisfacciones y
fundamentos eróticos de nuestro quehacer se traduce en el desafecto a gran parte
de lo que hacemos. Por ejemplo, ¿cuántas veces amamos realmente nuestro
trabajo cuando nos plantea dificultades?
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pedirle después que mejore su obra y que, además, disfrute al pintar. Lo cual no
sólo es imposible, sino profundamente cruel.
Como mujeres, debemos examinar los medios para que nuestro mundo sea
auténticamente diferente. Me refiero a la necesidad de reevaluar la calidad de
todos los aspectos de nuestra vida y de nuestro quehacer, y también cómo nos
movemos en ellos y hacia ellos.
El término erótico procede del vocablo griego eros, la personificación del amor
en todos sus aspectos; nacido de Caos, Eros personifica el poder creativo y la
armonía. Así pues, para mí lo erótico es una afirmación de la fuerza vital de las
mujeres; de esa energía creativa y fortalecida, cuyo conocimiento y uso estamos
reclamando ahora en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro
amor, nuestro trabajo y nuestras vidas.
Se tiende a equiparar la pornografía con el erotismo, dos usos de lo sexual
diametralmente opuestos. Como consecuencia de esta equiparación se ha puesto
de moda separar lo espiritual (lo psíquico y emocional) de lo político, viéndolos
como aspectos contradictorios o antitéticos, “¿Un revolucionario que es poeta?
¿Un traficante de armas místico? Eso no tiene ni pies ni cabeza”. De la misma
forma, hemos tratado de separar lo espiritual de lo erótico y, así, hemos reducido
lo espiritual a un mundo de afectos insípidos, al mundo del asceta que aspira a
no sentir nada. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Porque la postura
del asceta consiste en llevar el miedo y la inmovilidad a sus extremos. La
obsesión que lo domina es la más severa abstinencia. Y no es una postura que se
base en la autodisciplina, sino en la abnegación.
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Más allá de lo superficial, la expresión “me hace sentir bien” reconoce el poder
de lo erótico como un conocimiento auténtico, pues el significado que encierra
dicha expresión es la guía primera y más poderosa hacia el entendimiento. Y el
entendimiento no es más que una sirviente que cuida del conocimiento nacido
de lo más profundo. Y, a su vez, lo erótico es el ama de cría o la nodriza de
nuestro conocimiento profundo.
El hecho de poder compartir esa conexión íntima sirve de indicador del gozo
del que me sé capaz de sentir, de recordatorio de mi capacidad de sentir. Y ese
conocimiento profundo e irreemplazable de mi capacidad para el gozo me
plantea la exigencia de que viva toda la vida sabiendo que esa satisfacción es
posible, y no hay por qué llamarla matrimonio, ni dios, ni vida después de la
vida.
Éste es uno de los motivos por los que lo erótico despierta tantos miedos y a
menudo se relega al dormitorio, si es que llega a reconocerse. Pues cuando
comenzamos a sentirlo profundamente en todos los ámbitos de nuestra vida,
también empezamos a exigir de nosotras mismas y de nuestros empeños vitales
que aspiren al gozo que nos sabemos capaces de sentir. Nuestro conocimiento
erótico nos fortalece, se convierte en una lente a través de la cual escudriñamos
todos los aspectos de nuestra existencia, lo que nos obliga a evaluarlos
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honestamente y a adjudicarles el valor relativo que poseen en el conjunto cíe la
vida. Y obrar así es una gran responsabilidad que surge de nuestro interior: la
responsabilidad de no conformarnos con lo que es conveniente, falso,
convencional o meramente seguro.
Para mí, lo erótico es como una semilla que llevo dentro. Cuando se derrama
fuera de la cápsula que lo mantiene comprimido, fluye y colorea mi vida con una
energía que intensifica, sensibiliza y fortalece toda mi experiencia.
Nos han educado para que temamos el sí que llevamos dentro, nuestros más
profundos anhelos. Pero cuando llegamos a identificarlos, aquellos que no
mejoran nuestro futuro pierden su poder y pueden modificarse. Es el miedo a
nuestros deseos el que los convierte en sospechosos y les dota de un poder
indiscriminado, ya que cualquier verdad cobra una fuerza arrolladora al ser
reprimida. El miedo a no ser capaces de superar las falacias que encontramos en
nuestro interior nos mantiene dóciles, leales y obedientes, definidas desde fuera,
y nos induce a aceptar muchos aspectos de la opresión que sufrimos las mujeres.
Sí, existe una jerarquía. No es lo mismo pintar la verja del jardín que escribir un
poema, pero la diferencia sólo es cuantitativa. Y, para mí, no hay diferencia
alguna entre escribir un buen poema o tenderme al sol junto al cuerpo de una
mujer a la que amo.
Mas las mujeres que continúan actuando de acuerdo con la tradición europeo-
norteamericana masculina no tienen facilidad para compartir esta carga erótica.
Sé por experiencia que yo no alcanzaba a sentirla cuando estaba adaptando mi
conciencia a este nuevo modo de vivir y sentir.
Ahora, al fin, voy encontrando más y más mujeres identificadas con las mujeres
que tienen la valentía necesaria para compartir la carga eléctrica de lo erótico sin
disimular y sin distorsionar la naturaleza tremendamente poderosa y creativa de
esos intercambios. Reconocer el poder de lo erótico en nuestra vida puede
proporcionarnos la energía necesaria para acometer cambios genuinos en
nuestro mundo en lugar de contentarnos con un cambio de papeles en el mismo
y manido escenario de siempre.
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NOTA
* Ponencia presentada en el Cuarto Congreso de Berkshire sobre la Historia de
las Mujeres, Mount Holyoke College, 25 de agosto de 1978. Publicada en forma
de folleto por Out & Out Books (disponible en The Crossing Press).
REFERENCIA
El texto y la nota proceden de: Audre LORDE, “Usos de lo erótico: lo erótico
como poder” (1981/1984/2003), en Audre Lorde, La hermana, la extranjera.
Artículos y conferencias, traducción de María Corniero, revisión de Alba V.
Lasheras y Miren Elordui Cadiz, Ed. Horas y horas, Madrid, 2003, pp. 37-46.
(Texto original: “The Uses
of the Erotic: The erotic as Power”, en Audre Lorde, Sister Outsider: Essays and
Speeches, 1984)
Escupió “yo”
en sus engaños,
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.
y mi comida fuera
en colores de
En esos libros
– nunca –
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Origen
que grita
no es mi corazón
a un niño o un demonio.
delineando, recordando
el mandato de mi padre
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lo que debo ser
y ocupándome de mi propio
mandato.
forma de la palabra
y en qué dirección
se hará el corte
sus hijos
todos inclinados
Mujer
Sueño con un lugar entre tus pechos
para construir mi casa como un refugio
donde siembro
en tu cuerpo
una cosecha infinita
donde la roca más común
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es piedra de la luna y ópalo ébano
que da leche a todos mis deseos
y tu noche cae sobre mí
como una lluvia que nutre.
Afuera
en el centro de una ciudad cruel y fantasmal
todas las cosas naturales son extrañas.
crecí en una confusión genuina
entre césped y maleza y flores
y lo que significaba de color
excepto la ropa que no se podía blanquear
y nadie me llamó negra de mierda
hasta que tuve trece.
nadie linchó a mi mamá
pero lo que nunca había sido
había blanqueado su cara de todo
excepto de furias muy privadas
e hizo que los otros chicos
me llamaran agrandada en la escuela.
Y cuántas veces he vuelto a llamarme
a través de mis huesos confusión
negra
como médula queriendo decir carne
y cuántas veces me cortaste
e hiciste correr en las calles
mi propia sangre
quién crees que soy
de transformarte
o qué ves en mi cara
que no hayas descartado ya
en tu propio espejo
qué cara ves en mis ojos
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que algún día
vas a
reconocer como la tuya
a quién maldeciré por haber crecido
creyendo en la cara de mi madre
o por haber vivido temiendo la oscuridad potente
usando la forma de mi padre
ambos me marcaron
con su amor ciego y terrible
y ahora estoy lasciva por mi propio nombre.
entre los cañones de sus terribles silencios
madre brillante y padre marrón
busco ahora mis propias formas
porque nunca hablaron de mí
excepto como suya
y los pedazos con que tropiezo y me caigo
aún registro como prueba
de que soy hermosa
dos veces
bendecida con las imágenes
de quienes fueron
y quienes pensé alguna vez que eran
de lo que traslado
hacia y a través
y lo que necesito
dejar detrás de mí
más que nada
estoy bendecida en los seres que soy
que han venido a hacer de nuestras caras rotas
un todo.
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Cicatriz
en efigie
de mi propia carne
en busca de prismas
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porque no valoráis
lo vuestro
ni a mí
nuestros rostros
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esperabas
yaciendo
intenta negarme
te daré caza
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ni hermana ni madre ni hijos
me quedan
sobre tu deseo
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de vuelta, a resguardo,
búscame
barato.
en sus ojos
baila
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arrogante
emplumada
o nogales desollados
y se aligeran
termina
y en el filo brillante
un asombro
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Los diarios del cáncer (1981)
Introducción
Cada mujer responde a la crisis que trae a su vida el cáncer de mama a partir de
un esquema general, que es el diseño de quién ella es y cómo ha sido vivida su
vida. El tapiz de su existencia diaria es el campo de entrenamiento para manejar
las crisis. Algunas mujeres tapan los sentimientos dolorosos que rodean a la
mastectomía con una manta de “hacer lo habitual”, manteniendo así esos
sentimientos cubiertos por siempre, pero expresados en otro lado. Para algunas
mujeres, en un valiente esfuerzo para no ser vistas como meras víctimas, esto
implica insistir en que no existen tales sentimientos, y que no ha pasado nada.
Para algunas mujeres implica el minucioso estudio de la guerrera, de otra arma
más: un arma no deseada pero útil.
Soy una mujer post-mastectomía que cree que nuestros sentimientos necesitan
voz para ser reconocidos, respetados, y útiles.
No quiero que mi ira y dolor y miedo sobre el cáncer se fosilicen en otro silencio
más, ni me roben la fortaleza que puede haber en el centro de esta experiencia,
abiertamente reconocida y examinada. Para otras mujeres de cualquier edad,
color e identidad sexual que reconocen que el silencio impuesto sobre cualquier
área de nuestras vidas es una herramienta para la separación y la falta de poder,
y para mí misma, he tratado de expresar algunos de mis sentimientos y
pensamientos sobre el engaño de las prótesis, el dolor de la amputación, la
función del cáncer en una economía de lucro, mi confrontación con la
mortalidad, la fuerza del amor de las mujeres, y el poder y las recompensas de
una vida consciente.
26 enero 1979
No me siento muy esperanzada estos días, ni sobre mi ser ni sobre nada. Manejo los
movimientos externos de cada día mientras el dolor me llena como un absceso, y cada
toque amenaza con romper la tensa membrana que evita que el pus fluya y envenene
toda mi existencia. A veces la desesperación barre mi consciencia como vientos lunares
sobre una superficie estéril. Caballos con herraduras de hierro hacen estragos, subiendo
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y bajando por cada nervio. Oh Seboulisa ma, ayudame a recordar eso que aprendí con
tanto costo. Podría morir de diferencia, o vivir – una miríada de yos.
5 febrero 1979
Lo terrible es que nada me resbala estos días, nada. Cualquier horror permanece
atornillado como con acero en mi carne, otro imán a la llama. Buster se ha unido a las
filas de las inútiles y devastadoras muertes de jóvenes negros; en la galería hoy por
todos lados feas imágenes de mujeres que ofrecen cuerpos distorsionados para cualquier
fantasía en el nombre de arte masculino. Gárgolas de placer. Hermoso riente Buster,
acribillado en la entrada de un edificio por noventa centavos. ¿Desaprenderé esa
lengua en la que está escrita mi maldición?
1 marzo 1979
Es tal el esfuerzo para encontrar comida decente en este lugar, no entregarme a comer
el viejo veneno. Pero debo cuidar mi cuerpo con por lo menos el mismo cuidado con el
que atiendo el compost, particularmente ahora cuando parece ser superfluo. Este dolor,
esta desesperación que me circunda, ¿es un resultado del cáncer, o ha sólo sido liberado
por el cáncer? Me siento tan poco a la altura de lo que siempre había manejado antes,
las abominaciones de afuera que hacen eco del dolor interno. Y sí soy totalmente
autorreferenciada ahora porque es la única traducción en la que puedo confiar, y estoy
segura de que recién cuando cada mujer rastree uno por uno los hilos sangrientos y
autorreferenciales de su tapiz, comenzaremos a alterar el diseño entero.
16 abril 1979
La enormidad de nuestra tarea, dar vuelta el mundo. Siento como si estuviera dando
vuelta mi vida, de adentro para afuera. Si puedo mirar directamente mi vida y mi
muerte sin acobardarme, sé que nunca más me podrán hacer nada. Debo contentarme
con ver cuán poco puedo hacer en realidad, y hacerlo con el corazón abierto. No puedo
aceptar esto, nunca, como no puedo aceptar que dar vuelta mi vida sea tan difícil,
comer distinto, dormir distinto, moverme distinto, ser distinta. Como dijo Martha,
quiero a mi viejo yo, tan malo como antes.
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22 abril 1979
Tengo que dejar que este dolor fluya a través de mí y pase. Si resisto o trato de pararlo
de alguna manera, va a detonar dentro de mí, me va a destrozar, mis pedazos van a
salpicar todas las paredes y a todas las personas que toque.
1 mayo 1979
Viene la primavera, y todavía siento desesperación, como una pálida nube esperando
para consumirme, abarcarme como otro cáncer, tragarme hasta inmovilizarme,
metabolizarme en sus propias células; mi cuerpo, un barómetro. Necesito recordarme a
mí misma la alegría, la levedad, la risa tan vital para mi vida y mi salud. De otro
modo, lo otro siempre va a estar esperándome para comerme, de vuelta a la
desesperación. Y eso implica destrucción. No sé cómo, pero es así.
septiembre 1979
No hay un lugar a mi alrededor en el cual estar quieta, para examinar y explorar cuál
dolor es sólo mío – ningún instrumento para separar mi lucha interna de mi furia
contra la maldad del mundo exterior, la estúpida y brutal falta de consciencia o
preocupación que simula ser el modo en que son las cosas. La arrogante ceguera de las
cómodas mujeres blancas. ¿Para qué sirve todo este trabajo? ¿Qué importa si alguna
vez puedo volver a hablar o no? Trato. La sangre de mujeres negras fluye de costa a
costa y Daly dice que la raza no nos afecta a las mujeres. Así que eso significa que o
somos inmortales, o nacidas para morir sin que se tome nota, no-mujeres.
3 octubre 1979
No me siento con ganas de ser fuerte, pero ¿tengo opción? Duele cuando incluso mis
hermanas me miran en la calle con ojos fríos y silenciosos. Soy definida como otra en
cualquier grupo del que formo parte. La de afuera, la extraña, a la vez fortaleza y
debilidad. Y sin embargo, sin comunidad ciertamente no hay liberación, no hay futuro,
sólo el armisticio más vulnerable y temporario entre yo y mi opresión.
19 noviembre 1979
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Quiero escribir furia pero todo lo que aparece es tristeza. Hemos estado tristes tanto
tiempo como para hacer que esta tierra llore, o sea fértil. Soy un anacronismo, un
deporte, como la abeja que no se suponía que volara. La ciencia lo dijo. Yo no debería
existir. Llevo la muerte conmigo, en mi cuerpo, como una condenación. Pero vivo. La
abeja vuela. Debe haber algún modo de integrar la muerte con la vida, ni ignorándola
ni cediendo a ella.
1 enero 1980
20 enero 1980
La novela está terminada, por fin. Ha sido una soga de salvación. No necesito ganar
para saber que mis sueños son válidos, sólo tengo que creer en un proceso del cual soy
parte. Mi trabajo me ha mantenido viva este último año, mi trabajo y el amor de
mujeres. Son
18 febrero 1980
Hoy cumplo 46 años viviendo y estoy muy feliz de estar viva, muy contenta y muy
feliz. El miedo y el dolor y la desesperación no desaparecen. Sólo van haciéndose cada
vez menos importantes. Aunque a veces todavía deseo una vida simple y ordenada con
un hambre aguda como esa súbita hambre vegetariana por la carne.
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