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QUIMICA

La química orgánica constituyó o se instituyó como disciplina en los años treinta. El


desarrollo de nuevos métodos de análisis de las sustancias de origen animal y vegetal,
basados en el empleo de disolventes, como el éter o el alcohol, permitió el aislamiento de
un gran número de sustancias orgánicas que recibieron el nombre de "principios
inmediatos". La aparición de la química orgánica se asocia a menudo al descubrimiento,
en 1828, por el químico alemán Friedrich Wöhler, de que la sustancia inorgánica cianato
de amonio podía convertirse en urea, una sustancia orgánica que se encuentra en la orina
de muchos animales. Antes de este descubrimiento, los químicos creían que, para
sintetizar sustancias orgánicas, era necesaria la intervención de lo que llamaban ‘la fuerza
vital’, es decir, los organismos vivos. El experimento de Wöhler2 rompió la barrera entre
sustancias orgánicas e inorgánicas. De esta manera, los químicos modernos consideran
compuestos orgánicos a aquellos que contienen carbono e hidrógeno, y otros elementos
(que pueden ser uno o más), siendo los más comunes: oxígeno, nitrógeno, azufre y los
halógenos.

En 1856, sir William Henry Pekín, mientras trataba de estudiar la quinina, accidentalmente
fabricó el primer colorante orgánico ahora conocido como malva de Perkin.3

La diferencia entre la química orgánica y la química biológica, es que en la segunda las


moléculas de ADN tienen una historia y, por ende, en su estructura nos hablan de su
historia, del pasado en el que se han constituido, mientras que una molécula orgánica,
creada hoy, es sólo testigo de su presente, sin pasado y sin evolución histórica.
CLASIFICACION DEL CARBONO
El carbono (del latín, carbo, 'carbón') es un elemento químico con símbolo C, número
atómico 6 y masa atómica 12,01. Es un no metal y tetravalente, disponiendo de cuatro
electrones para formar enlaces químicos covalentes. Tres isótopos del carbono se
producen de forma natural, los estables 12C y 13C y el isótopo radiactivo 14C, que decae
con una vida media de unos 5730 años.1 El carbono es uno de los pocos elementos
conocidos desde la antigüedad,2 y es el pilar básico de la química orgánica. Está presente
en la Tierra en estado de cuerpo simple (carbón y diamantes), de compuestos inorgánicos
(CO2 y CaCO3) y de compuestos orgánicos (biomasa, petróleo y gas natural). También se
han sintetizado muchas nuevas estructuras basadas en el carbono: carbón activado, negro
de humo, fibras, nanotubos, fullerenos y grafeno.

El carbono es el 15.º elemento más abundante en la corteza terrestre,3 y el cuarto


elemento más abundante en el universo en masa después del hidrógeno, el helio y el
oxígeno. La abundancia del carbono, su diversidad única de compuestos orgánicos y su
inusual capacidad para formar polímeros a las temperaturas comúnmente encontradas en
la Tierra, permite que este elemento sirva como componente común de toda la vida
conocida. Es el segundo elemento más abundante en el cuerpo humano en masa
(aproximadamente el 18,5%) después del oxígeno.4

Los átomos de carbono pueden unirse de diferentes maneras, denominadas alótropos del
carbono, reflejo de las condiciones de formación. Los más conocidos que ocurren
naturalmente son el grafito, el diamante y el carbono amorfo.5 Las propiedades físicas del
carbono varían ampliamente con la forma alotrópica. Por ejemplo, el grafito es opaco y
negro, mientras que el diamante es altamente transparente. El grafito es lo
suficientemente blando como para formar una raya en el papel (de ahí su nombre, del
verbo griego "γράφειν" que significa 'escribir'), mientras que el diamante es el material
natural más duro conocido. El grafito es un buen conductor eléctrico mientras que el
diamante tiene una baja conductividad eléctrica. En condiciones normales, el diamante,
los nanotubos de carbono y el grafeno tienen las conductividades térmicas más altas de
todos los materiales conocidos. Todos los alótropos del carbono son sólidos en
condiciones normales, siendo el grafito la forma termodinámicamente estable. Son
químicamente resistentes y requieren altas temperaturas para reaccionar incluso con
oxígeno.

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