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Levítico 5

Tema: La ofrenda por la culpa - El pecado como un acto.


Este capítulo habla del pecado y, más específicamente, de la
ofrenda por la ofensa o transgresión, la ofrenda por la culpa
de actos específicos cometidos por ignorancia y la ofrenda por
la culpa de actos no específicos cometidos por ignorancia.
Algunos expositores Bíblicos consideran a los primeros 13
versículos de este capítulo como parte de la ofrenda por el
pecado. Hay amplia justificación para esta opinión. En los
versículos 6 y 7 se lee "por la culpa". El sacrificio que se
discute en los versículos 6 al 9, 11 y 12, es claramente
llamado "ofrenda por el pecado". En estos versículos se
requiere un sacrificio expiatorio porque la culpa depende de la
naturaleza pecaminosa. En realidad, todo pecado proviene del
mismo origen, que es la naturaleza pecaminosa que hemos
heredado de Adán. Figurativamente hablando, el hacha debe
abatirse tanto sobre la raíz como sobre el fruto.
En nuestro estudio de este pasaje, consideraremos todo el
capítulo como la ofrenda por la culpa. La palabra transgredir
implica invadir los derechos de otras personas. Se ha abusado
mucho de la libertad y muchas personas que la proclaman
violan los derechos de otras personas. Una transgresión es
una invasión a los derechos de Dios y del ser humano.
Por ejemplo, en Israel, retener la décima parte que le
correspondía a Dios se consideraba como una transgresión.
También tenemos el ejemplo de Acán, relatado en el libro de
Josué 7:1, que tomó para sí mismo cosas que estaban
consagradas a la destrucción y su acción fue considerada
como una transgresión.
Siempre debemos tener en cuanta que nuestras ofensas o
transgresiones surgen de nuestra naturaleza pecaminosa. El
ser humano está corrompido y, de hecho, no tiene
absolutamente ninguna capacidad para agradar a Dios. Dios
ha afirmado claramente que no puede aceptar las obras de un
ser humano perdido e impotente para lograr su salvación.
Dios no salva por las pretendidas obras de justicia que ese
ser humano pueda realizar, sino que salva por Su gracia, por
su bondad y misericordia. El apóstol Pablo dijo en su carta a
los Romanos 8:7(VP). "Los que se preocupan solo de las
cosas humanas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni
pueden someterse a su ley". Cuando Jesús estaba en esta
tierra y según el relato del Evangelio de Juan 6:28 y 29, las
personas religiosas de esa época se acercaron a El para
preguntarle: "¿Que debemos hacer para poner en práctica las
obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de
Dios; que creáis en el que El ha enviado". Más adelante y
según el relato del libro de Los Hechos 16:31, los apóstoles
pronunciaron la misma respuesta: "Cree en el Señor
Jesucristo y serás salvo".
A continuación incluiré un breve
Bosquejo
que abarca este capítulo 5, y parte de los capítulos 6 y 7.
La ofrenda por la culpa (el pecado como un acto), capítulo
5:1-6:7.
a. Actos específicos de pecado cometidos en ignorancia, vv.
1-13.
b. Actos no específicos de pecado cometidos en ignorancia,
vv. 14-19
c. Actos específicos de pecado cometidos deliberadamente,
cap.6:1-7.
d. La ley de la ofrenda por la culpa, capítulo 7:1-10.
Actos específicos de pecado cometidos en ignorancia
La lista de pecados enumerados aquí, evidentemente, no es
exhaustiva, pero nos da ejemplos de un número ilimitado que
pudieran incluirse. Estos son pecados de individuos y no de
toda la congregación o comunidad. La mayor parte de la
sección trata del remedio y no de la enfermedad. Así que
encontraremos que el énfasis recae en el tipo de ofrenda no
en el carácter del que la ofrecía, como ocurría en la ofrenda
por el pecado. Leamos el versículo 1:
"Si alguien peca al ser llamado a testificar, siendo testigo de
lo que ha visto o sabe, y no lo declara, será culpable."
Los 4 pecados específicos aquí son simplemente ejemplos,
como dije anteriormente. En este versículo se alude al testigo
que sabiendo algo se niega a declarar la verdad en perjuicio
de otra persona. Es éste, entonces, un pecado de omisión.
Algunas personas piensan que por no haber cometido
pecados o delitos graves, están libres de pecado. Bien dijo al
respecto el apóstol Santiago en su carta, 4:17: A aquel, pues,
que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado.
También resulta interesante recordar que el sabio rey
Salomón oró a Dios con respecto a este asunto de un testigo
que no dijera la verdad cuando debiera decirla. Leeremos en
el primer libro de los Reyes 8:31 y 32: "Cuando alguien
cometa una falta contra su prójimo y se le obligue a jurar
ante tu altar en este templo, escucha tú desde el cielo, y
actúa; haz justicia a tus siervos. Condena al culpable,
haciendo recaer sobre él el castigo por sus malas acciones, y
haz justicia al inocente, según le corresponda"
Recuerdo haber estado presente en una reunión en la cual un
grupo de cristianos hablaban de un dirigente de su iglesia y
facilitaron cierta información que era exacta; pero que no era
toda la verdad. De la verdad solo dijeron una parte y no
expusieron la totalidad de la situación. Dicho grupo estaba
tratando de hacer creer a todos que conocían toda la historia.
Esa actitud constituyó una verdadera ofensa y una
transgresión viciada totalmente por la malicia al ocultar parte
de la verdad. En el libro de Proverbios 6:17 encontramos una
lista de cosas que Dios detesta y en esa lista de 7,
encontramos a la "lengua mentirosa" "un testigo falso que
dice mentiras" "y el que siembra discordia entre hermanos"
Seguramente recordarás que Jesús permaneció silencioso
durante la mayor parte del juicio a que fue sometido. Pero
cuando fue puesto bajo juramento, rompió su silencio.
Entonces ya no estuvo mudo como una oveja delante de sus
trasquiladores, como había anticipado el profeta Isaías en 53.
Recordemos el relato de Mateo 26: 63 y 64. Más Jesús
callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios
viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: Tú mismo lo has dicho; sin embargo, os digo
que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la
diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo. Como
podemos ver, ante un juramento ya no guardó silencio, sino
que habló claro como un testigo y dijo toda la verdad.
Continuemos leyendo el versículo 2:
"O si alguien toca cualquier cosa impura, ya sea el cadáver de
una fiera impura, o el cadáver de ganado impuro, o el
cadáver de un reptil impuro, aunque no se dé cuenta de ello y
se contamina, será culpable."
Esta era la ley sobre las impurezas. Un hombre podía
contaminarse por tocar un animal muerto sin haberse dado
cuenta de ello, mientras otros presenciaban su acción. Un
cadáver causaba impureza por el simple contacto. ¿Por qué
esta restricción? Probablemente por motivos de salud.
Esta advertencia atañe también a los cristianos en la
actualidad. No podemos aislarnos del mundo que nos rodea y
no podemos evitar adquirir ciertas impurezas al pensar, ver y
escuchar cosas. Quizás incluso no nos demos cuenta de que
hayamos estado en contacto con elementos impuros, que
pueden estar ocultos y, en consecuencia, no hemos sido
conscientes de ello. Y nos encontramos en un estado de
impureza. En este caso, no debiéramos apresurarnos a acudir
a la presencia de Dios para orar o adorarle hasta que nos
hayamos limpiado. Por tal motivo el autor del Salmo 19:12
dijo: ¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme
de los que me son ocultos.
Al orar no debiéramos pedir perdón en general, sino que
tendríamos que nombrar fallos específicos ante Dios y pedirle
que nos perdone. Y aun más, deberíamos pedirle que nos
perdone pecados que hayamos cometido inconscientemente.
A veces nos encontramos en un estado de impureza y no nos
hemos dado cuenta.
Continuemos leyendo el versículo 3:
"O si toca inmundicia humana, de cualquier clase que sea la
impureza con que se contamine, sin darse cuenta, y después
llega a saberlo, será culpable."
Este caso es similar al del animal impuro. Sin embargo Dios
hace una distinción entre el hombre y el animal. El castigo
para esta situación es más severo que para el caso de tocar
un animal (Levítico 11:24 y Números 19:11-16).
Aparentemente había otras diferencias de impureza con
respecto al hombre, aparte la muerte. Y dice el versículo 4:
"O si alguien, sin pensar, jura con sus labios hacer mal o
hacer bien, en cualquier asunto que el hombre hable sin
pensar con juramento, sin darse cuenta, y luego llega a
saberlo, será culpable de cualquiera de estas cosas."
El hablar con negligencia o irreflexivamente está implicado en
este ejemplo. A veces prometemos hacer algo y no
cumplimos esa promesa, como por ejemplo, servir a Dios.
Recordemos el caso de Simón Pedro que valientemente había
declarado en público su fidelidad a Cristo y, cuando se vio
acosado, negó conocerle. Sin embargo, años más tarde
moriría defendiendo su fe en El.
Algunas veces oigo a personas hacer promesas precipitadas.
Pienso en las canciones que cantamos, cuya letra incluye
promesas de consagrarnos a Cristo, de seguirle, de servirle y
de arriesgar la vida por El. Y las cantamos con cierta ligereza
hasta el punto de no saber lo que estamos cantando, o sino,
con sinceridad dudosa.
También creo que utilizamos un lenguaje descuidado o
presuntuoso cuando intentamos pedirle a Dios una respuesta
a nuestras oraciones. Tenemos que recordar siempre que
nuestras oraciones deben tener en cuenta a Su voluntad. Si le
pedimos algo que está de acuerdo con Su voluntad, El nos
escucha. ¿De dónde hemos tomado la idea que podemos
exigir a Dios cualquier cosa?
La frase final del versículo 4, será culpable de cualquiera de
estas cosas se refiere a las 4 cosas que se han enumerado,
pero podrían haber sido muchas más.
Leamos ahora los versículos 5 y 6:
"Así será que cuando llegue a ser culpable de cualquiera de
estas cosas, confesará aquello en que ha pecado. Traerá
también al Señor su ofrenda por la culpa, por el pecado que
ha cometido, una hembra del rebaño, una cordera o una
cabra como ofrenda por el pecado. Y el sacerdote le hará
expiación por su pecado."
Aquí, por primera vez, se requiere la confesión. Las otras
ofrendas constituían un reconocimiento expreso de culpa.
Esta tiene que ver con pecados secretos. Eran secretos aun
cuando fueran cometidos contra Dios y el hombre.
Hemos ya mencionado el caso de Acán, en Josué 7, cuando se
apropió de una barra de oro y de un manto babilónico;
aquella transgresión tuvo que ser tratada públicamente, por
la naturaleza misma de esa clase de pecado. La imposición de
manos de las otras ofrendas era evidentemente una admisión
del pecado. En este caso, primero se requería la confesión, y
después la ofrenda. En las ofrendas de aroma agradable, las
ofrendas precedían a cualquier idea de confesión. Aquí
sucedía lo contrario.
Creo que esto es lo que el Señor pensó, de acuerdo con el
relato de Mateo 5:23 y 24, cuando dijo en el Sermón del
Monte lo siguiente: Por tanto, si estás presentando tu ofrenda
en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo
contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda. El creyente en la actualidad tiene que
confesar su pecado a Dios en privado, pero debe ofrecer una
compensación a la parte perjudicada.
La ofrenda por una transgresión simplemente significaba una
ofrenda por la culpa, porque todo pecado se origina de la
naturaleza pecaminosa. No somos pecadores porque
pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores que
tenemos una naturaleza controlada por el pecado.
Ya que esta ofrenda se presentaba por un acto de pecado que
constituye una de las muchas facetas de la naturaleza
pecaminosa, el valor de la ofrenda no era tan alto como el
valor de la ofrenda por el pecado del capítulo anterior, el
capítulo 4. Y el versículo 7 añade lo siguiente:
"Pero si no tiene lo suficiente para ofrecer un cordero,
entonces traerá al Señor como ofrenda por la culpa de
aquello en que ha pecado, dos tórtolas o dos pichones, uno
como ofrenda por el pecado y el otro como holocausto."
El énfasis en la ofrenda por una transgresión no recaía en el
carácter o en la posición del que la ofrecía, sino en el
sacrificio mismo. Se requerían 2 tórtolas, porque una era para
la ofrenda por el pecado y la otra para el holocausto. La
persona y la obra de Cristo estaban representadas en la más
pobre y humilde de las ofrendas. Este era el sacrificio
presentado por los pobres. En este sentido recordemos que
Cristo proclamó buenas noticias para los pobres.
Observemos que está definida como una ofrenda por el
pecado porque surge de la naturaleza pecaminosa.
Continuemos leyendo los versículos 8 y 9:
"Los traerá al sacerdote, el cual ofrecerá primero el que es
para ofrenda por el pecado, y le cortará la cabeza por la
cerviz sin arrancarla. Rociará también de la sangre de la
ofrenda por el pecado al costado del altar, y el resto de la
sangre será exprimida al pie del altar; es ofrenda por el
pecado."
La sangre tenía que ser derramada, aunque la cabeza del
pájaro no era separada del cuerpo. Dice el versículo 10:
"Entonces preparará el segundo como holocausto según la
ordenanza. Así el sacerdote hará expiación por él, por el
pecado que ha cometido, y le será perdonado."
Vemos que el pecador obtenía un perdón total, incluso por
medio de esta pequeña ave. Todo ello señala directamente a
Cristo como el único sacrificio. El versículo 11 añade algunas
aclaraciones:
"Pero si no tiene lo suficiente para dos tórtolas o dos
pichones, entonces, como ofrenda por el pecado que ha
cometido, traerá dos kilos de la mejor harina como ofrenda
por el pecado; no pondrá aceite ni incienso en ella, pues es
ofrenda por el pecado."
Los pobres que se encontraban en la máxima situación de
indigencia no quedaban excluidos. Si alguien no podía traer
un pájaro, podía presentar el equivalente a un trozo de pan. Y
aun ese sacrificio constituía un substituto para él. Los
versículos 12 y 13 añaden los siguientes detalles:
"Y la traerá al sacerdote, y el sacerdote tomará de ella un
puñado como memorial, y la quemará sobre el altar con las
ofrendas encendidas para el Señor; es ofrenda por el pecado.
Así el sacerdote hará expiación por él, por el pecado que ha
cometido en alguna de estas cosas, y le será perdonado; el
resto será del sacerdote, como en la ofrenda de cereal."
Pasemos ahora a considerar los
Actos no específicos de pecado cometidos en
ignorancia
Leamos los versículos 14 al 16:
"Habló el Señor a Moisés, diciendo: Si alguno comete una
falta y peca inadvertidamente en las cosas sagradas del
Señor, traerá su ofrenda por la culpa al Señor: un carnero sin
defecto del rebaño, y el valor del carnero se calculará en
plata, según el peso oficial del santuario para las ofrendas por
la culpa. Hará restitución por aquello en que ha pecado en las
cosas sagradas, y añadirá a ello la quinta parte, y se lo dará
al sacerdote. Y el sacerdote hará expiación por él con el
carnero de la ofrenda por la culpa, y le será perdonado."
Estas ofrendas por la transgresión enfatizaban el hecho que
se había producido una invasión sobre los derechos de Dios y
del ser humano. El daño causado a otros era la característica
que requería llevar a cabo una compensación. Debía ofrecerse
la compensación principal mas una quinta parte. Esto debe
haber sido lo que recordó aquel recaudador de impuestos
llamado Zaqueo, del Nuevo Testamento, en Lucas 19:8, que
le dijo al Señor que daría la mitad de sus bienes a los pobres
y que, si en algo había defraudado a alguien por medio de
una acusación falsa, le devolvería una cantidad 4 veces
mayor.
El concepto del mal principal cometido por ignorancia, parece
haberse aplicado al asunto de robar a Dios en relación con los
diezmos y ofrendas. Encontramos esa acusación en Malaquías
3:8 y 9, cuando Dios dijo: ¿Robará el hombre a Dios? Pues
vosotros me estáis robando. Pero decís: "¿En qué te hemos
robado?" En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición
estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, me estáis
robando. Pero el Señor les prometió que, si ellos traían sus
diezmos, les enviaría bendiciones y prosperidad en gran
abundancia.
El libro del Eclesiastés 5:5, advirtió lo siguiente: Es mejor que
no hagas votos, a que hagas votos y no los cumplas. Para
este tipo de negligencia, esta transgresión contra Dios, la
ofrenda debía ser valiosa. Tenía que ser un carnero. Esto nos
señala a Cristo, en su valor y hermosura. Y nos recuerda la
cita de San Pedro en su primera carta 1:19, al recordarnos
que somos redimidos con sangre preciosa, como de un
cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo. Así fue
que, en los tiempos del Antiguo Testamento, por medio de
esta ofrenda había perdón para el pecador que había
cometido una transgresión en ignorancia. Leamos finalmente
los versículos 17 al 19:
"Si alguno peca y hace cualquiera de las cosas que el Señor
ha mandado que no se hagan, aunque no se dé cuenta, será
culpable y llevará su castigo. Entonces traerá al sacerdote un
carnero sin defecto del rebaño, conforme a tu valuación,
como ofrenda por la culpa. Así el sacerdote hará expiación
por él por su error mediante el cual ha pecado
inadvertidamente sin saberlo, y le será perdonado. Es ofrenda
por la culpa; ciertamente era culpable delante del Señor."
Esto aparentemente se refiere a quebrantar cualquiera de los
mandamientos de Dios en ignorancia. La ignorancia de la Ley
no constituía una excusa. Esto también es cierto en cuanto a
la ley civil. Y a pesar de la falta de conocimiento del
mandamiento, el ofensor era culpable y era considerado
responsable. Aquí también, nuevamente, el carnero era el
único animal indicado para este sacrificio.
A continuación, una breve observación final sobre
La ley de la ofrenda por la culpa
Descrita en Levítico 7:1-10. Esta ofrenda, en su ritual, seguía
el modelo de la ofrenda por el pecado, excepto en el
rociamiento de la sangre, que seguía el ritual del holocausto y
de la ofrenda de paz. Lo veremos más detalladamente en el
capítulo 7.

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