Donna Grant. - Dragon King 02 - Dragon Mine

SERIE DRAGON KING 02
DONNA GRANT
DRAGON MINE
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¡Por el español!
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DRAGON MINE
Índice
Argumento ........................................................................................................................ 4
Capítulo 1 ......................................................................................................................... 5
Capítulo 2 ....................................................................................................................... 13
Capítulo 3 ....................................................................................................................... 17
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 24
Capítulo 5 ....................................................................................................................... 30
Capítulo 6 ....................................................................................................................... 36
Capítulo 7 ....................................................................................................................... 41
Capítulo 8 ....................................................................................................................... 47
Capítulo 9 ....................................................................................................................... 55
Capítulo 10 ..................................................................................................................... 62
Capítulo 11 ..................................................................................................................... 69
Capítulo 12 ..................................................................................................................... 76
Capítulo 13 ..................................................................................................................... 82
Capítulo 14 ..................................................................................................................... 86
Capítulo 15 ..................................................................................................................... 92
Capítulo 16 ..................................................................................................................... 97
Capítulo 17 ................................................................................................................... 104
Capítulo 18 ................................................................................................................... 110
Capítulo 19 ................................................................................................................... 116
Capítulo 20 ................................................................................................................... 123
Capítulo 21 ................................................................................................................... 127
Capítulo 22 ................................................................................................................... 133
Capítulo 23 ................................................................................................................... 139
Capítulo 24 ................................................................................................................... 145
Capítulo 25 ................................................................................................................... 151
Capítulo 26 ................................................................................................................... 157
Capítulo 27 ................................................................................................................... 161
Capítulo 28 ................................................................................................................... 168
Capítulo 29 ................................................................................................................... 173
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Capítulo 30 ................................................................................................................... 178

Capítulo 31 ................................................................................................................... 184
Capítulo 32 ................................................................................................................... 191
Capítulo 33 ................................................................................................................... 197
Capítulo 34 ................................................................................................................... 202
Capítulo 35 ................................................................................................................... 208
Epílogo .......................................................................................................................... 212
∗∗∗∗∗∗∗
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Argumento
Yo soy suyo, y ella es mía...
Vaughn ha pasado eones buscando a la mujer que capturó su corazón, sólo para ser
decepcionado una y otra vez. Claro que la ve en sus sueños. Puede llegar a tocarla y
abrazarla. Pero no es lo mismo. A medida que el vacío en su interior crece, aprovecha la
oportunidad de una distracción. Volver a ver a los Dragones en Zora es un bálsamo, pero
no se puede comparar con volver a encontrarse cara a cara con la preciosa belleza que
retiene un trozo de su alma.
Con las responsabilidades viene el sacrificio...

Eurwen nunca ha conocido nada más que la carga y la alegría de gobernar a los Dragones.
Pero, a diferencia de su gemelo, siempre ha sentido curiosidad por la Tierra y los Reyes y
ha tenido la sensación de que le faltaba algo en su vida. Cuando el reencuentro con sus
padres le depara una sorpresa inesperada, no puede evitar ceder ante el placer que le ofrece
Vaughn. Sin embargo, su lealtad está con su Reino, y los obstáculos en su camino hacia la
felicidad parecen insuperables, -especialmente con un nuevo y desconocido enemigo que
busca destruirles.
La confianza no es fácil, pero el amor lo conquista todo. Y ninguna cantidad de tiempo o

espacio puede mantener separados a los que se pertenecen.
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Capítulo 1
Dreagan
Febrero
“Vaughn”
Se volvió hacia la voz seductora, buscando el cuerpo flexible, el innegable placer que sabía
que les esperaba a ambos. Sus brazos la rodearon mientras sus labios descendían sobre
los de ella. El beso era fuego y llama, consumía y devoraba.
El deseo y la lujuria confluyeron en una danza hermosa y atemporal.
Estaban piel con piel, sus miembros se enredaban mientras buscaban acercarse, cada vez
más. La pasión había comenzado como una chispa, pero pronto se había convertido en un
infierno furioso. La intensidad de lo que sentía, la fuerza de su necesidad, su hambre, le
dejó temblando. Completamente drogado.
Y ella era su única cura.
Su piel era tan suave como la seda. Sus labios eran seductores y totalmente eróticos. Su
larga cabellera le rozaba el cuerpo, burlándose de él. No podía dejar de pasar las manos por
su forma sensual. No había otra alma como ella en todo el Universo.
Ella suspiró cuando él le besó el cuello y le acarició el pecho. Su respiración se agitó cuando
la lengua de él rozó su pezón. Podía sentir el calor de su cuerpo, oír los suaves gritos que
salían de sus labios y saborear el sudor y el deseo en su piel.
Gimió cuando los dedos de ella rodearon su excitación. Ella movió su mano arriba y abajo
de su longitud, acercándolo cada vez más al orgasmo. No sabía cuántas veces habían
compartido sus cuerpos. Siempre que estaba con ella, el tiempo se detenía y se olvidaba de
todo lo demás. No había nada más que ella.
Su respiración se entrecortaba. Quería detenerla, esperar a sentir su placer hasta que la
hubiera hecho llegar al clímax al menos dos veces. Los labios de ella recorrieron su cuello
y bajaron hasta su pecho, pasando por su tatuaje. La piel bajo el tatuaje se calentó con su
contacto. Sus labios rodearon el pezón y pasó la lengua por el duro capullo. Él no pudo
resistirse a ella. Dondequiera que ella tocaba, él ardía. Ansioso.
Deseoso de más.
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Con cada bombeo de su mano, sintió que su orgasmo se acercaba. Intentó abrir los ojos y
ver su cara, pero no pudo. Entonces, no importó porque su cuerpo se inundó de éxtasis. Se
acercó a ella, necesitando abrazarla, sentirla contra él.
Pero ella ya no estaba.
Vaughn abrió los ojos de golpe y se encontró solo, con su respiración agitada llenando su
habitación. Miró su estómago y vio la evidencia de su sueño.
"Joder", murmuró y se levantó de la cama para limpiarse.
Tiró la toalla a un lado y se quedó en la puerta del baño, mirando su cama. Las sábanas
estaban desordenadas, las almohadas en el suelo. Si no lo supiera, diría que se había
divertido con alguien. Sólo que no había habido nadie más que ella.
Y, desgraciadamente, hacía mucho tiempo que no la veía más que en sus sueños.
¿Cuándo terminaría esto? Vaughn no estaba seguro de cuánto más podría soportar. Habían
pasado miles de años desde que ella entró en su vida. Una noche. Una hermosa e increíble
noche. Luego, ella se desvaneció como el humo. No importaba lo lejos que buscara, aún no
la había encontrado. Ni siquiera sabía su nombre.
Demonios, apenas recordaba su cara. Por mucho que intentara recordar detalles de ella, no
encontraba nada. Y cuanto más lo intentaba, más se desvanecía lo poco que recordaba.
Vaughn negó con la cabeza mientras bajaba la barbilla hacia el pecho. Podía recordar cada
detalle de su cuerpo. Conocía sus suspiros, sus suaves gemidos de placer. Conocía el olor
de su piel, la sensación de ella contra él.
Eran los otros detalles que no podía recordar los que le hacían gritar al cielo de frustración.
Aquella noche, hacía tanto tiempo, había sido clara y bochornosa. Algo le había atraído. La
luna llena colgaba grande y baja en el cielo mientras miles de millones de estrellas
observaban desde arriba. Y la magia había sido pesada y embriagadora.
Había salido de Dreagan sin ningún destino en particular, volando durante kilómetros hasta
que divisó los fuegos. Había aterrizado sin ser visto lejos de la aldea y había caminado hasta
allí en su forma humana. Los vítores de la tribu celta habían sido bulliciosos y contagiosos.
Bailaban y celebraban su victoria contra el enemigo alrededor de enormes hogueras con
llamas que intentaban alcanzar la luna.
Le dieron la bienvenida, poniéndole un cuerno de hidromiel en la mano. Vaughn siempre
había tenido un interés especial por los celtas. Estaban en sintonía con la Tierra de una
manera que los demás no tenían. Se había contentado con observarles a pesar de sus
intentos de que se uniera a ellos.
Vaughn se había alejado del grupo y se había apoyado en un antiguo y nudoso roble con
miembros que se retorcían y se extendían hacia fuera. Observaba los festejos con una
sonrisa, contento de ser testigo de la celebración. El hidromiel estaba especialmente bueno.
O tal vez fuera la magia del aire.
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La Isla Británica bullía de magia. Por eso los Reyes Dragón habían establecido su hogar en
Escocia, donde surgía el corazón de la magia del planeta. Los Reyes Dragón estaban
especialmente en sintonía con la magia en todos los seres y criaturas. Muchas veces, los
mortales no tenían ni idea de que la magia estaba ahí, a veces incluso cambiando los
acontecimientos. Eso era porque los humanos no podían sentirla. Pero Vaughn sí. Era
espesa, flotando pesadamente en el aire como una niebla invisible. Aunque hubiera querido
alejarse, no habría podido hacerlo.
Entonces, la vio al otro lado de uno de los grandes fuegos. Ella se había quedado mirándolo.
Inmediatamente sintió su atracción, instantánea e irresistible. Fue entonces cuando se dio
cuenta de que ella era la razón por la que se había alejado de Dreagan. La luz del fuego
daba a sus cabellos rubios un tinte rojo anaranjado. No dijeron nada mientras se dirigían
el uno al otro al unísono, sorteando a los demás y rodeando las hogueras.
Hasta que estuvieron cara a cara.
Por primera vez en su vida, no pudo encontrar palabras. No sabía qué decir. Y sin embargo,
había tantas cosas que quería decirle. Ella le cogió de la mano y, con una sonrisa, le condujo
a una cabaña. El resplandor rojo-anaranjado de un fuego en el hogar cubría el interior de
la casa. Ella se enfrentó a él y, antes de que pudiera hablar, su boca estaba sobre la de él.
Todo lo que había sentido, y lo que sentiría alguna vez, había estado en su beso.
Las emociones habían sido aplastantes y estimulantes al principio. Pero no tardaron en
consumirle. Al igual que su deseo.
Se olvidó de ocultar quién era a los mortales, se olvidó de no mostrar su magia delante de
ellos, porque había necesitado sentir su piel contra la suya. Sin dudarlo, él utilizó la magia
para quitarse la ropa.
Vaughn no tenía idea de cuántas veces compartieron sus cuerpos esa noche. La pasión
nunca se había apoderado de él de tal manera. No antes de eso. Y no desde entonces. No
fue hasta que el sol le despertó y se encontró solo en la cama que se dio cuenta de que no
sabía su nombre. Al principio no se había preocupado demasiado. Había asumido que la
casa de campo era de ella.
Pero a medida que pasaban las horas y ella no regresaba, decidió buscarla. Nadie en el
pueblo sabía de quién hablaba. La preocupación se apoderó de él, pero no se rindió. Pasó
más de una semana con la tribu, con la esperanza de volver a verla. Con cada día que
pasaba sin ella, Vaughn empezó a preguntarse si había sido real.
Volvió a Dreagan y trató de olvidar aquella noche, y a ella. Pero era imposible. Fue entonces
cuando comenzó su búsqueda. Buscó por todas partes, desde los pueblos más pequeños
hasta las ciudades más grandes, sin éxito. Incluso cuando se dio cuenta de que lo más
probable es que estuviera muerta, siguió buscando. Con la esperanza de encontrarla algún
día.
Tal vez por eso la encontraba en sus sueños.
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Vaughn exhaló un suspiro y levantó la cabeza, sacudiéndose suavemente los recuerdos

hacia un rincón. No podía seguir así mucho más tiempo. No sabía si esa mujer desconocida
que había buscado a lo largo de miles de años era su pareja o no. Tal vez el no saber quién
era le había hecho aferrarse a ella y soñar con ella.
"Entonces, ¿por qué mis sueños son diferentes cada vez?", se preguntó en voz alta.
Vaughn hizo su cama, tirando cuidadosamente de las sábanas y alisando las arrugas del
edredón de tweed marrón. Colocó meticulosamente las dos fundas de euro con estampado
de ventanas negras y tostadas. A continuación, colocó las dos fundas de ante cobrizo,
seguidas de una almohada de piel sintética.
Entró en su armario y miró las filas de trajes, camisas de vestir y corbatas. Era raro que
pasara un día sin llevar su uniforme, como lo llamaba Rhys. A Vaughn le gustaban mucho
sus trajes, como era evidente por el número de ellos que tenía. Hoy, sin embargo, no podía
decidirse por uno. Desde que se había despertado del sueño, se sentía... fuera de lugar.
Para aplazar la decisión, se duchó y se afeitó. Después de ponerse la ropa interior, se
encontró de nuevo en su armario, sin poder elegir un traje. Un golpe en la puerta llamó su
atención.
"Entra", llamó.
La puerta se abrió y Kendrick apareció detrás de él un momento después. "Estás hecho una
mierda".
"Gracias", respondió Vaughn sin mirarle. Kendrick guardó silencio durante tanto tiempo
que Vaughn se volvió hacia él.
Kendrick enarcó una ceja oscura. "¿Qué pasa?"
"Nada".
Los ojos verdes de Kendrick lo miraron con solemnidad.
Vaughn suspiró. "He tenido una noche dura".
"Eso, puedo creerlo". Kendrick se relajó y apoyó un hombro en la puerta. "Ya que no estás
vestido, supongo que no te has enterado".
"¿Oír qué?"
"Rhi encontró una puerta Fae en Dreagan".
Vaughn se puso instantáneamente en alerta. "¿Dónde?", preguntó.
Los labios de Kendrick se curvaron en una sonrisa. "Seguro que tienes prisa por llegar al
otro Reino".
"Por nuestros Dragones".
"Otros podrían creerlo, pero yo no". Kendrick miró al suelo. "La puerta está en el
Dragonwood".
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Vaughn observó a Kendrick con atención. "¿Por qué no me crees?"

"Todos queremos nuestros Dragones de nuevo, pero estos ya no son nuestros. No quedará
ninguno de los nuestros después de tanto tiempo. ¿Quién puede decir que no nos desafiarán
cuando lleguemos allí?"
"¿Piensas que estoy listo para morir?"
Kendrick negó lentamente con la cabeza. "Creo que hay algo más que te impulsa".
"¿Qué?"
"No estoy seguro. ¿Y tú?"
Vaughn le miró fijamente antes de apartar la mirada. "No puedo explicar mi necesidad de
llegar al otro Reino".
"¿Para buscar a la mujer misteriosa que has buscado todos estos años, quizás?"
La mirada de Vaughn se dirigió a su amigo. "¿Cómo lo sabes?"
"Te emborrachaste una noche hace mucho, mucho tiempo, y hablaste de ella".
Esa era una de las razones por las que a Vaughn no le gustaba beber en exceso. Porque
todo volvía siempre a ella.
"¿Es tu compañera?"
Vaughn se encogió de hombros. "No estoy seguro. Podría ser nada más que yo queriendo
encontrarla".
"Si es mortal, hace tiempo que pasó, hermano".
"Lo sé".
Las cejas de Kendrick se juntaron mientras se apartaba del marco de la puerta y dejaba
caer los brazos a los lados. "¿Crees que ella es más?"
"No sentí ninguna magia, pero tampoco la estaba buscando".
"Aunque fuera una Druida, su vida seguiría siendo la de un mortal".
Vaughn lo detuvo con una mirada. "No tengo respuestas para ti ni para mí. Estás haciendo
las mismas preguntas que yo me he hecho durante demasiado tiempo. Desearía saber por
qué no puedo olvidarme de esta mujer".
"Si quieres ir al otro Reino, será mejor que te vistas. Con y Rhi se dirigen allí en breve".
Vaughn se dio la vuelta y buscó una camisa y unos vaqueros, poniéndoselos de un tirón.
Estaba a medio camino del pasillo cuando se dio cuenta de que no tenía zapatos. Utilizó la
magia para llamar a las botas sin romper su paso.
"¿Vas a ir al otro Reino?", preguntó a Kendrick.
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Cuando el silencio respondió a sus palabras, miró a su alrededor y vio que Kendrick se
había ido. Vaughn se apresuró a bajar las escaleras para buscar a Constantine. Al no
encontrar al Rey de los Reyes Dragon, Vaughn subió las escaleras de tres en tres para llegar
al despacho de Con en la tercera planta. La puerta estaba abierta cuando llegó, así que
Vaughn entró y encontró a Con sentado en su escritorio, ordenando un archivo de papeles.
Con levantó la vista, luego hizo una doble mirada y levantó su cabeza rubia. "Vaughn".
"Me he enterado de lo del Portal".
Con dejó a un lado los papeles y su bolígrafo Montblanc. "No recuerdo la última vez que te
vi en vaqueros".
"¿Qué tiene que ver mi atuendo con todo esto?" Vaughn oyó el enfado en sus palabras, pero
no lo negó. Iba a ir al otro Reino. De una forma u otra.
Con se sentó en su silla y juntó los dedos sobre su estómago. "¿Entiendes que hay una
posibilidad real de que los gemelos desafíen a cualquier Rey Dragón que atraviese la puerta?
Mis hijos podrían gobernar a los Dragones, pero los Reyes individuales que vayan a su reino
podrían cambiar la jerarquía".
"Si soy desafiado, entonces soy desafiado".
"Todos los Reyes quieren volver a ver a sus Dragones. Créeme, Vaughn, yo..."
"Es más que eso", dijo por encima de Con.
La mirada de los ojos negros de Con se volvió intensa, aunque su expresión de calma no
cambió. "Explícate".
No era una petición, y Vaughn no la trató como tal. "Estoy buscando a alguien".
"¿Tu pareja?"
"Ojalá lo supiera. Hace un eón, me encontré por casualidad con una tribu celta de
celebración. Me quedé a observar. La magia de esa noche fue..." Hizo una pausa, buscando
la palabra adecuada. "Penetrante. Su poder lo sintieron incluso los humanos, aunque no
tenían ni idea de lo que era. Nosotros estamos hechos de magia, así que puedes imaginar
lo que se sintió".
"Euforia".
Vaughn asintió y se pasó una mano por la cara. "Al otro lado de uno de los fuegos, vi a una
mujer. Nunca había sentido una atracción y un reconocimiento tan instantáneos. Fue una
noche que nunca he olvidado. Por la mañana, ella ya no estaba. Como si nunca hubiera
existido".
Con no dijo nada, se levantó y se dirigió al aparador, sirviendo un trago de whisky. Se volvió
hacia Vaughn y le entregó el vaso. "Es pronto, pero parece que lo necesitas".
Vaughn lo aceptó y bebió.
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Con se sirvió otro y lo llevó a su escritorio, dejándolo en el suelo. "Supongo que has buscado
a esta mujer".
"Por todas partes. Me quedé una semana con la tribu, esperando que volviera. Nadie la
conocía. Continué mi búsqueda, extendiéndome hacia el exterior, poco a poco, pensando
que podría estar en la siguiente tribu. Los años se convirtieron en décadas. Las décadas se
convirtieron en siglos. Los siglos se convirtieron en milenios. Sé que si era humana, hace
tiempo que está muerta".
"Pero sigues esperando".
Vaughn miró a los ojos de Con. "Sé que está ahí fuera. La siento. Aquí", dijo y señaló su
pecho.
"Quieres comprobar otro Reino".
"¿Tú no lo harías?"
Con sonrió. "Sabes que lo haría".
"Voy a ir a este nuevo Reino. Puedes intentar detenerme, pero encontraré la manera".
"Nunca tuve la intención de detenerte".
El alivio se apoderó de Vaughn.
"No te pongas demasiado contento todavía", advirtió Con. "Sólo iremos tres. No quiero
abrumar a los gemelos o a los ocupantes de ese Reino. Tampoco espero que nos quedemos
mucho tiempo. Es la primera vez que Rhi y yo conoceremos a nuestros hijos. Esperamos
que el portal sea su idea de una ofrenda de paz".
Vaughn frunció el ceño. "¿Por qué iba a ser otra cosa?"
"¿Necesito recordarte que Varek fue llevado de nuestro mundo a Zora?"
"Eso funcionó".
Con resopló. "Apenas. El hecho es que alguien en ese Reino puede llegar y llevarse a uno
de nosotros".
"Nunca lo han hecho antes".
"Que sepamos".
Vaughn cuadró los hombros. "Conozco los riesgos. También Rhi y tú. Esto no os detiene a
ninguno de vosotros, y no me detendrá a mí".
"La mujer que buscas podría no estar en Zora".
"Puede que no. Ni siquiera sé si ella es la razón por la que siento la abrumadora necesidad
de ir. Ahora mismo, no importa por qué".
Con cogió su whisky y se lo terminó. "¿Quién sabe cuándo volveremos a probar nuestro
whisky? Vamos. Zora nos espera".
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Vaughn salió con Con, con una sonrisa en la cara. Pasara lo que pasara, lo que le esperara,
éste era su camino.
Su destino.
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Capítulo 2
Zora
Eurwen jadeó al sentarse en la cama, con el sudor cubriéndola. Su respiración era
entrecortada y fuerte para sus oídos. Y su cuerpo latía con un hambre insaciable.
Respiró entrecortadamente mientras sujetaba la sábana contra su pecho desnudo. Con los
labios entreabiertos, miró a la pared que había frente a su cama, pero su mente regresó al
sueño. El hermoso y erótico sueño.
Y a Vaughn.
Sólo con pensar en él se le erizaba la piel de deseo. No importaba cuánto tiempo hubiera
pasado, ni cuántos mundos los separaban, ella no podía olvidarle. Y lo había intentado.
Muchas veces.
Justo cuando creía que podría hacerlo, él la encontraba en sus sueños. Ella sabía que era
él porque ella no tenía ese poder. Podía bloquearle, pero su propio corazón no se lo permitía.
Tampoco su cuerpo.
Eurwen se acostó para mirar al techo, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. La
profunda soledad de su alma la hacía buscar a Vaughn una y otra vez. Sería fácil para ella
volver a la Tierra y buscarle, pero no lo había hecho. En parte por su gemelo, Brandr, pero
también porque temía los intensos sentimientos que Vaughn despertaba en ella.
Un violento golpeteo sonó en la puerta, haciendo que su mirada se dirigiera a ella. Entonces
su hermano gritó su nombre.
"Saldré en un momento", llamó ella.
Afortunadamente, se alejó sin decir más. Había muchas cosas maravillosas en tener un
gemelo. Sin embargo, otras provocaban conflictos, sobre todo cuando uno de los gemelos
intentaba ocultar algo al otro.
Ella y Brandr se habían aventurado a ir a la Tierra en numerosas ocasiones. A veces, para
espiar a sus padres. Otras veces, para conocer a los habitantes del Reino. Eurwen guardaba
para sí las veces que había ido sola. Aunque suponía que Brandr probablemente había
hecho lo mismo, nunca lo mencionaba por si él no había ido solo.
Su hermano tenía sentimientos muy fuertes hacia sus padres. Ella había sentido lo mismo
durante mucho tiempo. Eurwen no estaba segura de cuándo empezaron a cambiar las cosas
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para ella, pero una vez que lo hicieron, no había sido capaz de darles la vuelta. Y no quería
hacerlo.
Lo que pasaba entre sus padres era entre ellos y no debía involucrarla a ella ni a Brandr.
Sobre todo, porque muchas cosas habían estado fuera del control de todos. Erith se lo había
explicado a ambos, docenas de veces. La diosa y líder de un grupo de Fae llamado los
Reapers los había criado. Erith, también conocida como la Muerte, había hecho todo lo
posible para convencer a Eurwen y Brandr de que conocieran a Constantine y Rhi. En aquel
momento, Eurwen se había mostrado tan inflexible como su hermano al negarse a que Con
o Rhi supieran de su existencia.
Ese secreto había pesado mucho en Erith. La diosa podría haberlos ignorado y contárselo
a Con y Rhi de todos modos, pero había respetado sus deseos. Aunque Eurwen sabía que
era sobre todo porque a Erith le costaba aceptar su papel en las cosas.
Eurwen respiró hondo y soltó el aire antes de sentarse y bajar las piernas por el lado de la
cama. Se levantó y chasqueó los dedos, utilizando la magia para enderezar las mantas. Se
dirigió desnuda a su armario y abrió las puertas para mirar las prendas que había dentro.
Las cosas en Zora eran muy diferentes a las de la Tierra. Cuando había seguido en secreto
a su madre para ir de compras durante una aventura, Eurwen había comprado varios
artículos ella misma. Sin embargo, no le gustaba mucho ir de compras sola. Había sido
difícil no llamar a Rhi y conocer a su madre por primera vez.
Le hizo pensar en el portal que había creado para sus padres, y para cualquier Rey Dragón
que quisiera pasar. Habían pasado unos días desde que abrió el portal entre sus mundos.
Eurwen esperaba que sus padres ya hubieran atravesado el portal, y se sintió un poco
decepcionada por sus dudas.
Sin embargo, ella y Brandr los habían dejado fuera durante mucho tiempo. Tal vez ésta era
su manera de vengarse de ella y de su hermano.
"No", dijo en voz alta. "No son así".
Eurwen eligió cuidadosamente su vestimenta para ese día, como lo había hecho en los
últimos. Quería estar lo mejor posible cuando llegaran sus padres. No estaba segura de lo
que les diría. O incluso de cómo hablar. Ella y Brandr los conocían desde hacía eones,
mientras que Con y Rhi habían descubierto su existencia recientemente.
Una vez vestida, Eurwen salió de su morada en la cima de la montaña y respiró el cálido
aire de la mañana. El cielo estaba despejado alrededor de Cairnkeep. A lo lejos, vio un grupo
de Dragones volando. El canto de los pájaros se mezclaba con los rugidos de los Dragones.
Era un sonido que siempre le daba paz.
Zora era un Reino lleno de paisajes impresionantes y de una belleza sin parangón en el
Universo. Y Cairnkeep era una zona que ella y Brandr habían creado para sí mismos. Era
perfecta. Los Dragones siempre estaban cerca. Era similar a Dreagan, aunque diferente en
un elemento clave. Pero era su hogar, y lo amaba mucho.
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Mientras Zora ofrecía un lugar seguro para los Dragones, una especie de humanos había
llegado, por desgracia, una vez más. Eurwen no quería pensar en lo que podría haber
ocurrido si ella y Brandr no hubieran estado ya aquí.
Había visto de primera mano lo que los mortales de la Tierra habían hecho a ese Reino y a
los Dragones de allí. Ni ella ni Brandr permitirían que eso sucediera en Zora. Por eso el
Reino estaba dividido. Los humanos tenían su espacio, y ella y Brandr habían sido
generosos al asignarles territorio.
"No puedo creer que hayas puesto en peligro nuestra paz".
Cerró brevemente los ojos al oír la voz airada de su hermano detrás de ella. Eurwen no se
volvió hacia él mientras decía: "Quiero conocer a Con y a Rhi".
"Entonces visítalos en la Tierra", afirmó Brandr.
"¿Entiendes que todo lo que nos pasó no es culpa de ellos?".
Él resopló con sorna. "Siento discrepar. Puedo señalar exactamente dónde salió todo mal".
Eurwen soltó un suspiro. "No puedes culpar a Con de todo".
"Sí que puedo".
"Te comportas como un niño petulante".
Brandr se puso a su lado. "Recuerdo una época en la que te sentías como yo".
"He madurado".
Giró la cabeza hacia ella. "Algo te cambió".
"El cambio es constante. Todos cambiamos cada día". Ella le miró, sus miradas chocaron.
Él tenía los mismos ojos negros que su padre y el mismo pelo de medianoche que Rhi.
Brandr llevaba el pelo liso hasta los hombros y recogido en una cola. La sonrisa que siempre
le había resultado tan fácil había desaparecido. "Por ejemplo, te has vuelto más amargado".
"Porque mi hermana ya no piensa como yo".
"Somos gemelos, Brandr. Eso no significa que compartamos el cerebro".
Él entrecerró sus ojos negros hacia ella. "Antes no me guardabas secretos".
"Todo el mundo guarda secretos de algún tipo".
"Invitar a Con y Rhi a Zora es un error, Eurwen. Recuerda mis palabras", contestó y giró
sobre sus talones para alejarse.
Miró hacia el valle de abajo, donde estaba el portal que había creado. Todavía no había
rastro de sus padres. Eurwen oyó el batir de las alas y levantó la vista para ver pasar por
encima una bandada de Dragones amarillos. Rugieron al verla. Sonrió y saludó con la mano,
pero la sonrisa se atenuó cuando pensó en los Reyes Dragón de la Tierra, que tenían que
vivir sin sus Dragones. No podía imaginar un día sin ellos, y mucho menos eones de tiempo.
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Por mucho que quisiera descartar las palabras de su hermano, sabía que tenía razón. Si
los Reyes Dragón venían a Zora, podría perturbar todo. Eran Reyes por una razón. La magia
les había elegido como los más fuertes de su clan para liderar. Las cosas no funcionaban
así en Zora, y los Reyes podrían intentar aprovecharse de ello.
Ella y Brandr eran poderosos, pero ¿podrían enfrentarse a todos los Reyes? La respuesta
era no, y estaba segura de que eso era lo que le preocupaba a Brandr. Para él, los Reyes
habían perdido su derecho a gobernar a los Dragones cuando los expulsaron.
Era una discusión que ella y Brandr habían tenido numerosas veces. Aunque era una
posibilidad real que invitar a Con y a Rhi pudiera dar lugar a una guerra, Eurwen no tenía
elección. Al igual que ella y Brandr no habían tenido opción de venir a Zora para liderar a
los Dragones, ella había tenido que crear el portal de entrada a Dreagan.
Si eso significaba el fin de su vida idílica, que así fuera. El cambio era inevitable. Nada
permanecía igual, y tratar de forzarlo lo desequilibraba todo. Cualquiera que fuera la fuerza
que la empujara, ella escucharía. Pasara lo que pasara.
Caminó hasta el borde del acantilado y descendió, transformándose a su forma de Dragón
y abriendo sus alas para planear sobre el viento.
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Capítulo 3
La impaciencia ardía en el interior de Vaughn mientras se encontraba en el Dragonwood

con Con. Sólo los Fae podían ver los portales que habían creado. Vaughn no tenía ni idea
de dónde estaba el portal, pero Con había señalado unas rocas que, al parecer, había
marcado Rhi.
"No sé por qué tarda tanto Rhi", afirmó Con, con un tono de voz molesto.
Vaughn no respondió. Su mirada estaba puesta en el lugar donde se encontraba la puerta.
No podía esperar a atravesarla. Quería atravesarla inmediatamente, en lugar de esperar a
Rhi.
"¿Es mi hija?"
La cabeza de Vaughn se dirigió a Con mientras fruncía el ceño. "¿Qué?"
"La mujer que buscas. La viste cuando Erith abrió la pequeña ventana entre los Reinos".
"Pude ver a los gemelos. No vi la cara de ninguno de ellos. Para responder a tu pregunta,
no estoy seguro".
Con asintió, su mirada negra bajó al suelo por un momento. "¿Te dijo la mujer su nombre?"
"No hablamos esa noche".
"¿Pero sabía el tuyo?"
Vaughn negó con la cabeza. "No. Al menos, yo no se lo dije. Como he dicho, no hablamos
mucho. Al menos, con palabras".
Pero él la había oído decir su nombre en su sueño. ¿Fue porque él quería oírlo? ¿O ella lo
sabía? Las preguntas le comían vivo.
"¿Qué?" insistió Con.
Vaughn tragó y se encogió de hombros. "Puede que no sea nada".
"Siempre es algo. ¿Qué es?"
"En mis sueños, ella dice mi nombre".
Fue el turno de Con de fruncir el ceño. "¿Con qué frecuencia sueñas con ella?"
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"Con frecuencia".
"¿Siempre dice tu nombre?"
"No.
"¿Ves su cara?"
Vaughn negó una vez más con la cabeza. "Lo intento, pero soy incapaz de verla con claridad.
La siento. La oigo, pero eso es todo".
"Tú eres el que tiene el poder de manipular los sueños. ¿Lo utilizas?"
"Tengo que estar cerca de una persona para usar ese don".
Con enarcó una ceja rubia. "¿Podría ser sólo un sueño?"
"Parece demasiado real para eso".
"No me gusta cómo suena esto. Después de que alguien en Zora tomara y encarcelara a
Varek, no estoy seguro de que debas venir con nosotros".
Vaughn cruzó los brazos sobre el pecho y amplió su postura. "Eres mi Rey, y siempre te he
obedecido. Pero no lo haré. Me voy".
"Maldita sea", dijo Con mientras se pasaba una mano por su ondulado pelo rubio. "No
sabemos qué esperar cuando lleguemos a Zora. Ni con los gemelos, ni con los Dragones, ni
mucho menos con los humanos que viven allí".
"Varek salió bien al final".
Con le dirigió una mirada sombría. "Apenas".
"Hemos vivido muchas vidas. Tanto con nuestros Dragones como sin ellos. Varek estará
allí, al igual que los gemelos. Si los humanos intentan algo, estaremos preparados".
"¡Rhi!" Llamó Con, con la irritación tiñendo su voz.
Vaughn esperó a que apareciera. Un Fae siempre oía su nombre, sin importar en qué lugar
del Reino se encontrara. Pasaron varios minutos mientras Con se movía de un lado a otro,
y su agitación aumentaba con cada latido del corazón. Vaughn hizo todo lo que pudo para
no caminar junto a él.
"Lo siento", dijo Rhi con su acento irlandés cuando apareció junto a Con.
Vaughn se volvió hacia la compañera de Constantine. El pelo negro y los ojos plateados de
Rhi la identificaban como una Light Fae. Llevaba su larga cabellera suelta con los lados
apartados de la cara y recogidos en la parte posterior de la cabeza.
"¿Por qué has tardado tanto?" preguntó Con. "Creía que estabas lista hace media hora".
Se encogió de hombros y miró a Vaughn. "No me gustaba lo que llevaba puesto".
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Vaughn ocultó su sonrisa. Si Rhi entendía de algo, era de moda. El hecho de que le costara
decidirse por algo que ponerse hablaba de lo profunda que era su ansiedad por conocer
finalmente a sus hijos. Normalmente vestía todo de negro, añadiendo de vez en cuando el
dorado para combinar con el color del Dragón de Con. Hoy, Rhi llevaba una blusa abotonada
de seda de color dorado pálido metida dentro de unos pantalones de cuero negro,
combinada con su zapato favorito de siempre -Christian Louboutin: unos botines negros de
malla con detalles de piel de serpiente.
"Mi amor", dijo Con con voz suave mientras recorría sus brazos para tomar sus manos entre
las suyas. "Estás preciosa, te pongas lo que te pongas".
Ella sonrió suavemente. "Vamos a conocer a nuestros hijos. Quiero causar una buena
impresión".
"Lo harás", le aseguró él.
Vaughn se sintió como un intruso mientras los dos compartían un momento íntimo en el
que se susurraban palabras. Les dio la espalda, su mente volvió a su sueño. El sonido de
la voz de la mujer había sido ronco, seductor. Deseó saber si la había inventado en su mente
o no. Se sentía como la mujer con la que había pasado aquella increíble noche hace tanto
tiempo.
El momento que vivieron juntos quedó marcado en su mente y en su alma. Nada, ni siquiera
el tiempo, podría hacerle olvidar. Tenía que encontrarla. De alguna manera. De alguna
forma. Ya fuera un ser mágico e inmortal como él, o reencarnado. Hasta que no la tuviera
en sus brazos de nuevo, no dejaría de buscar.
Alguien le tocó el brazo, sobresaltándolo. Vaughn giró la cabeza hacia un lado para ver a
Rhi de pie entre él y Con. Rhi podía ser de la realeza Fae, pero también era su Reina. Se
tomaba en serio su posición como compañera de Con. Su amor por los Reyes Dragón y
todos los asociados a ellos era irreprochable. Lo había demostrado una y otra vez.
"¿Estamos listos?", preguntó ella, mirando de Vaughn a Constantine.
Con le guiñó un ojo antes de encontrarse con la mirada de Vaughn. Se asintieron el uno al
otro, y luego miraron hacia adelante.
Rhi enlazó su brazo con el de Con y respiró profundamente. "He estado esperando este día.
Que sea todo lo que esperamos que sea", susurró suavemente.
Vaughn se contuvo mientras la pareja atravesaba junta la puerta. Observó cómo
desaparecían del Reino. Con una última mirada Dragonwood, les siguió. En el momento en
que cruzó el umbral, se encontró en el otro Reino. La belleza era indescriptible.
Los árboles se elevaban hasta el azul intenso del cielo. Había altos picos montañosos
cubiertos de nieve, valles profundos inundados de verdes vibrantes y flores de todos los
colores. Entonces los oyó.
Los Dragones.
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Sus rodillas se debilitaron al escuchar de nuevo sus numerosos rugidos. Vaughn cerró los
ojos mientras las emociones se abatían sobre él como un tsunami, golpeándolo una tras
otra. Durante incontables años, sólo había escuchado los rugidos de los otros Reyes Dragón,
y sólo cuando había una tormenta eléctrica, que ocultaba el sonido a los humanos. Había
olvidado las diferentes llamadas de los Dragones. Algunos eran largos y fuertes, otros cortos
y suaves, y en todas las octavas imaginables.
Los Reyes habían temido durante mucho tiempo que sus Dragones hubieran perecido. A
pesar de ello, se aferraban a la esperanza de que los Dragones estuvieran vivos. Encontrar
por fin el Reino y escucharles era un sueño hecho realidad.
Abrió los ojos y giró en círculo mientras buscaba en el cielo. No tardó en encontrar un grupo
de Dragones volando cerca. Otros yacían tomando el sol en un valle. Vio rojos, blancos,
negros, dorados, plateados, verdes cazador y amarillos. Había jades, bronces, claretes,
ámbar, grises, marrones y marfiles, e incluso algunos colores mezclados. Cuando vio sus
cercados, se arrodilló y la emoción le oprimió la garganta. Se le aguaron los ojos al ver a un
grupo de adolescentes jugando en la ladera de una montaña, turnándose para ver quién
podía empujar a los demás. Era el espectáculo más hermoso que Vaughn había presenciado
jamás.
Una mano le apretó el hombro. Supo que era Con sin mirar. Vaughn no estaba seguro de
querer abandonar este Reino. Independientemente de las cosas negativas que tuviera, los
Dragones estaban aquí. Un Rey Dragón necesitaba a sus Dragones para cumplir con sus
deberes. Todos los Reyes de Dreagan habían sufrido sin su clan.
Vaughn finalmente miró a Con. El Rey de los Reyes Dragón estaba igual de conmovido al
ver a los Dragones. Sonrieron a través de sus lágrimas, cada uno comprendiendo que los
Reyes en la Tierra debían presenciar la espectacular vista en Zora.
"Con", llamó Rhi.
Vaughn miró a Rhi para encontrar su mirada dirigida hacia la ladera de la montaña. Se
puso en pie de un salto al mismo tiempo que Con se giraba y se dirigía a su compañera.
Vaughn vio a la mujer que les observaba. El estómago se le cayó a los pies mientras el shock
lo recorría.
La conocía.
Apenas podía respirar mientras miraba a la mujer que había estado buscando durante
eones. La brisa acariciaba las puntas de sus largos mechones dorados que le llegaban a la
cintura. Se mantenía erguida, con un porte regio. Su mirada no vaciló mientras miraba a
Con y a Rhi. Iba vestida de blanco. El top sin mangas se amoldaba a sus pechos y se detenía
unos centímetros por debajo, mostrando los apretados músculos de su estómago. El
dobladillo de la falda rozaba la hierba, ocultando sus pies mientras la brisa movía el fino
tejido, amoldándolo a sus piernas.
Vaughn supo en un instante que se trataba de uno de los gemelos de Con y Rhi. Tampoco
le pasó desapercibido que la puerta que conducía a Zora desde la Tierra estaba situada en
un valle, lo que hacía que cualquiera que pasara por allí mirara hacia arriba.
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"Por las estrellas", susurró Rhi, con la voz temblando de emoción.

Vaughn pensaba lo mismo. ¿Era la mujer la razón por la que había sentido tal necesidad
de venir a este Reino? ¿Lo reconocería ella? ¿Compartirían la misma atracción ardiente que
la primera vez que se vieron?
Ella no acudió a ellos. Al final, Con, con su brazo alrededor de Rhi, se dirigió hacia ella.
Vaughn siguió varios pasos detrás de la pareja. La subida era empinada y sobrecogedora.
Cuanto más veía Vaughn del Reino, más hermoso le parecía. Su corazón suspiró de
satisfacción al saber que los Dragones habían encontrado un planeta así. Ningún lugar era
perfecto, pero este mundo se acercaba bastante. Le recordaba mucho a lo que su reino
había sido antes de la llegada de los humanos.
Antes de la guerra.
Vaughn apartó todo eso de su mente mientras se acercaban a la mujer. No sabía qué decirle.
Por suerte, no tuvo que hacerlo ya que Con y Rhi estaban allí y hablaron primero.
"Llevamos mucho tiempo esperando para conocerte", le dijo Rhi a su hija.
Con asintió, sonriendo. "Gracias por abrir el portal".
No respondió. En su lugar, su aguda mirada se deslizó hacia Vaughn. Se sintió como si le
hubiera pateado un Dragón. Se quedó mirando sus ojos inteligentes y animados,
hipnotizado por los distintos tonos de plata. En ese momento, en ese mismo instante, se
dio cuenta de que ella también se acordaba de él y de su noche juntos.
Finalmente, ella rompió el contacto visual y volvió a prestar atención a sus padres. Respiró
profundamente y dijo: "Soy Eurwen".
"Significa dorada y justa", dijo Con. "Y ciertamente lo eres".
Vaughn no podía estar más de acuerdo. Ahora que sabía su nombre, algo más les unía.
Cuanto más la miraba, más sospechaba que sus sueños no habían sido sueños. Habían
sido reales. Aunque todavía no había podido averiguar cómo era posible. Al menos, ahora
tenía su nombre.
Rhi parpadeó mientras las lágrimas corrían por su rostro. "No sé por dónde empezar,
Eurwen. Sabes más de nosotros que nosotros de ti. Tenemos mucho que poner al día".
"¿Cuáles son tus intenciones?" Preguntó Eurwen.
Con miró a Vaughn por encima del hombro. "Rhi y yo hemos venido a conoceros a ti y a tu
hermano. Obviamente, nos gustaría ver a los Dragones mientras estamos aquí".
"¿Y él?" Preguntó Eurwen mientras su mirada se clavaba en Vaughn.
Se acercó un paso más. "Sabes por qué estoy aquí".
Con y Rhi fruncieron el ceño de forma idéntica mientras miraban entre los dos. Eurwen
rompió el contacto visual con él primero. Vaughn sintió a los Dragones antes de verlos. Se
habían acercado como si sintieran que los Reyes habían llegado.
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"¿Dónde está tu hermano?" Preguntó Rhi. "Queremos conocerlo".

Eurwen no mostró ninguna emoción en su rostro, algo que probablemente obtuvo de Con.
"Todavía no está preparado para conocer a ninguno de vosotros".
"En otras palabras, no quería que estuviéramos aquí", dijo Con, sin molestarse en ocultar
su dolor. "Espero que ambos comprendan que lo que ocurrió no era algo que Rhi y yo
supiéramos hasta hace poco".
Eurwen asintió. "Así es".
"¿Qué te hizo cambiar de opinión para permitirnos la entrada?" preguntó Rhi.
"Al negarnos, hemos actuado como niños cuando estamos lejos de ello". Eurwen sacudió la
barbilla y miró más allá de ellos. "Incluso ahora, los Dragones saben quién ha llegado, sin
necesidad de que se lo digan".
Vaughn miró por encima de su hombro para ver una masa de Dragones que se acercaba en
la distancia mientras otros se reunían a su alrededor, algunos en tierra y otros en el aire.
"No he venido a tomar el mando", le dijo Con. "Tampoco lo hace Vaughn. Ninguno de los
Reyes que vienen de la Tierra lo hará".
Los labios de Eurwen se torcieron. "Algunas cosas están fuera de tu control. Esto es
Cairnkeep. Mi hogar está sobre la siguiente subida. Ven cuando hayas terminado".
Con eso, giró sobre sus talones y se alejó. Vaughn quería ir tras ella. Estaba contento de
haberla encontrado por fin, pero estaba confundido y perturbado al saber que ella lo
conocía. Si era así, ¿por qué no había acudido a él en la Tierra? Antes de enfrentarse a ella,
necesitaba controlar sus emociones. Además, Con y Rhi necesitaban pasar tiempo con su
hija primero.
Vaughn se giró y buscó a los Verdes Azulados 1. En el momento en que los encontró, se
transformó en su verdadera forma y saltó al aire, con sus alas atrapando una corriente.
Voló por encima de los otros Dragones. Cuando bajó el ala para regresar, vio a su clan
volando hacia él.
Una multitud de voces llenaron su cabeza cuando los adolescentes comenzaron a hablar a
la vez. Luego, de repente, se callaron. Vaughn vio por qué un segundo después, cuando una
docena de Verdes Azulados adultos se acercaron a él de una manera defensiva y agresiva.
No se ofendió. Él habría hecho lo mismo de estar en sus zapatos.
Sintió un empujón en la cabeza antes de que una voz femenina le preguntara: "¿Eres
realmente el Rey de los Teales?".
"Sí. Antes de que tuviéramos que alejar a los Dragones para mantenerlos con vida", respondió
Vaughn.
1 En inglés “Teals”
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"Deberíais haber eliminado a esos mortales", dijo una voz masculina y profunda. "Eurwen y
Brandr han hecho que los humanos de aquí no intenten lo mismo".
Vaughn comprendía su ira, que muy probablemente había sido transmitida por
generaciones pasadas. Los Dragones vivían mucho tiempo, pero sólo los Reyes y sus parejas
eran inmortales. Y la única forma en que un Rey Dragón podía ser asesinado era por otro
Rey o Reina Dragón. "Me alegro de oírlo"
"¿Estás aquí para ser nuestro Rey?"
La joven voz le sorprendió. Vaughn no estaba seguro de cuál de los Dragones era, pero
escuchó la cautela en el tono. "Hace poco que hemos descubierto que habéis encontrado un
hogar. Hemos tratado de encontraos. No puedo ni empezar a describir el dolor de echaros de
menos a todos en la Tierra. Es nuestro hogar".
"Vuestro hogar", dijo otra hembra adulta, con su enfado palpable. "Este es el nuestro".
Con eso, los Teals volaron en otra dirección. Vaughn les observó, preguntándose si debía
seguirles. Al final, decidió no hacerlo. Con suerte, tendría tiempo para hablar con sus
Dragones más tarde.
Por el momento, sus pensamientos estaban en una mujer en particular que creía que nunca
encontraría.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 4
Él estaba aquí.
Estaba realmente aquí.
Eurwen había esperado que Vaughn con el tiempo llegaría, pero no había pensado que sería
uno de los primeros. Había sido todo lo que había podido hacer para no mirarle. Para no
precipitarse hacia él. Se había obligado a mantener su atención en sus padres.
Ver a Vaughn una vez más había hecho que sus rodillas se debilitaran. La sangre le latiera
en los oídos y las manos se le pusieran pegajosas. La necesidad, rápida y poderosa, la
recorría. Del tipo que sólo Vaughn podía saciar.
Su estómago se agitó como si un millar de mariposas se hubieran instalado en él cuando le
miró a los ojos azul persa. Nadie tenía ojos de ese color. Y su boca. Por los dioses, sus
amplios labios la volvían loca. Su corazón se aceleró al pensar en las duras líneas de su
mandíbula. Se movía con una gracia felina que contradecía al Dragón indómito y feroz que
era.
Esperaba que la siguiera hasta su habitáculo y rezaba para que no lo hiciera. Sin duda
exigiría información, respuestas que ella no estaba segura de poder dar. Las piernas de
Eurwen temblaban por la anticipación y el nerviosismo mientras caminaba. Sus emociones
sobre Vaughn se mezclaban con las de sus padres. Todo ello creaba una vorágine de
sentimientos que le producía ligeras náuseas y la duda de si podría superarlo todo. Este
era el momento en el que normalmente se dirigía a Brandr. Pero él había dejado clara su
posición.
Además, él no sabía nada de su tiempo con Vaughn.
Eurwen llegó a su casa y entró, dejando la puerta abierta. La curiosidad la estaba matando.
Quería saber desesperadamente qué estaba haciendo Vaughn. Se hizo tan insoportable que
finalmente cedió y se dio la vuelta. Su mirada se posó en sus padres sin ninguna señal de
Vaughn.
Su decepción fue rápida y aguda. Intentó decirse a sí misma que era lo mejor que Vaughn
no la hubiera seguido, pero no había forma de evitar el dolor que se abría como un vacío
bostezante. Eurwen se tragó su orgullo herido y cuadró los hombros cuando Con y Rhi
llegaron a la puerta.
"Esto es encantador", dijo Rhi desde la entrada mientras su mirada recorría la zona.
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Eurwen les indicó que entraran. "¿Alguno de vosotros quiere beber algo? ¿Comer?"
"Estamos bien, gracias", respondió Constantine.
Sus ojos negros la observaban con atención y detenimiento. Eurwen se preguntó qué
pensaba de ella y de Brandr. El Rey de los Reyes Dragon era alguien a quien ella había
estudiado durante siglos. Era pensativo, incluso melancólico, además de astuto y sagaz.
Había una razón por la que la magia le había elegido para liderar a los Golds y ser el Rey
de los Reyes Dragon.
En cuanto a su madre, Rhi era leal, animosa, audaz y valiente. Mientras Con pensaba las
cosas, Rhi saltaba antes de mirar la mayoría de las veces. Se complementaban bien.
"Si este no es un buen momento, podemos volver", ofreció Con. "O, si es mejor, podrías venir
a Dreagan".
Eurwen tomó aire y forzó una sonrisa. "Mis disculpas. No esperaba ver a nadie con
vosotros".
"Todo rey desea ver a los Dragones", dijo Rhi con una sonrisa.
Eurwen señaló el sofá mientras caminaba hacia una silla y se sentaba. "Estoy segura de
que tenéis muchas preguntas".
"¿No?" preguntó Con a Eurwen mientras conducía a Rhi al sofá y esperaba a que se sentara
antes de descender junto a ella.
A Eurwen no le sorprendieron sus palabras. "Como sabes por Erith, Brandr y yo hemos
visitado la Tierra muchas veces. Os hemos visto a los dos".
Rhi cruzó una larga pierna sobre la otra. "Espero que eso no te haya hecho formarte una
mala opinión de nosotros".
"Por supuesto que sí", dijo Con, aunque no había calor en sus palabras.
Eurwen miró de Con a Rhi, clavando su mirada en unos ojos del mismo tono que los suyos.
Decidió elegir sus palabras con cuidado. "Es cierto que nuestros sentimientos hacia ambos
no fueron... favorables durante un tiempo considerable".
Rhi exhaló un suspiro y miró hacia Con mientras ambos cruzaban brevemente las miradas.
"Hay mucho de nuestra historia que no conocéis".
"Eso es cierto. Es una de las razones por las que creé el portal. Aunque no creo que ningún
niño deba saberlo todo sobre sus padres", respondió Eurwen.
Con se acercó y puso su mano sobre la de Rhi. Al instante, Rhi entrelazó sus dedos con los
de él. "Estamos muy contentos de que nos hayas abierto la puerta", dijo Con.
Eurwen observó a sus padres. Era extraño tenerlos juntos después de verlos separados
durante tanto tiempo, pero lo único que nadie podía negar era el amor que ambos
compartían.
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Rhi se humedeció nerviosamente los labios. "Probablemente me voy a arrepentir de

preguntar esto, pero ¿por qué nos odiabais? No sabíamos nada de vuestra existencia. Si no,
créeme, los dos habríamos venido a por ti y a por Brandr".
Eurwen miró por la ventana hacia la cima de la montaña cubierta de niebla. "La primera
emoción que recuerdo fue la desolación. La primera emoción que recuerdo fue la desolación,
seguida de la ira, antes de que Brandr y yo aprendiéramos a hablar. No sabíamos de dónde
venían esos sentimientos ni por qué los teníamos. No fue hasta que fuimos mayores que le
pregunté a Erith. Fue entonces cuando me dijo que creía que los sentimientos venían del
día en que las cosas terminaron entre vosotros dos".
"Y me fui al Reino de los Fae", dijo Rhi con voz suave. Bajó la mirada a su mano, una lágrima
rodando por su cara.
Con se volvió al instante hacia Rhi, con el ceño fruncido. "Ninguno de nosotros sabía que
estabas embarazada".
Rhi levantó la mirada y se encontró con la de Eurwen. "Pensasteis que no os quería. Que
no os queríamos".
"No", dijo Eurwen. "Erith se aseguró de que supiéramos la verdad de eso".
"Entonces, ¿por qué esperar tanto tiempo para que os conozcamos?" preguntó Con.
Eurwen se inclinó hacia delante y miró entre sus padres. "Todos sabemos que todo sucedió
por una razón. Con, tú rompiste con Rhi por culpa de los otros Reyes. Rhi, si hubieras
seguido con Con, nunca habrías formado parte de la Guardia de la Reina. No habrías
descubierto el engaño de Usaeil -o tu verdadero parentesco. Brandr y yo no habríamos
sabido que los Dragones nos necesitaban aquí".
Rhi negó con la cabeza. "Eso sigue sin explicar por qué tú y Brandr teníais sentimientos tan
fuertes en contra de conocernos o de que supiéramos de vosotros".
Eurwen no dijo nada.
"No puedes saber lo difícil que fue despedir a los Dragones", dijo Con, con el rostro delineado
por la angustia.
Eurwen sabía que diría algo así. Y no pudo contener sus palabras. "Tenías el poder de
mantener a los Dragones en la Tierra".
"Hicimos un voto para proteger a los humanos".
"Y miren a dónde os llevó eso".
"No somos asesinos".
Eurwen se encogió de hombros. "Habéis perdido a los de vuestra especie. No sois Reyes de
nada ni de nadie".
Rhi se limpió las lágrimas de su cara, sus ojos se volvieron duros. "Es fácil para alguien
mirar hacia atrás en la vida de otra persona y analizar cada mala decisión. Me pregunto, si
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hubieras estado allí durante todo eso, ¿cómo habrías reaccionado? ¿Qué decisiones habrías
tomado?"
"¿No crees que me arrepiento de todo lo que ha pasado?" le espetó Con a Eurwen.
Permaneció tranquila durante todo aquello. Había repetido todo este escenario de un millón
de maneras diferentes, así que sabía qué esperar. "Obligaste a tus Dragones a abandonar
su hogar y les enviaste al Universo con la esperanza de que encontraran un lugar donde
pudieran vivir en paz".
"Las cosas salieron bien", afirmó Rhi.
Eurwen miró al suelo y resopló. "¿Crees que fue por casualidad?"
"¿Qué significa eso?" preguntó Con con los ojos entrecerrados.
Rhi se encogió de hombros. "El Universo tiene innumerables Reinos".
"Así es", dijo Eurwen. "¿Qué posibilidades hay de que lleguen a algún lugar similar a su
mundo? ¿Uno que sólo tuviera un sol y una luna?".
Los hombros de Con se alzaron mientras tomaba aire y lo soltaba, con toda la emoción
borrada de su rostro. "¿Cómo encontraron este lugar?"
"No lo encontraron. Fueron dirigidos aquí", respondió Eurwen.
Rhi asintió y miró a Con. "Erith".
Las cejas rubias de Con se juntaron mientras sacudía la cabeza hacia Eurwen. "¿Es eso
cierto?"
"Sí", respondió ella. "Como ambos saben, Erith pasó mucho tiempo en la Tierra, observando
a los Dragones y a los Reyes mucho antes de que llegaran los humanos o los Fae. No quería
dejar nada al azar, sobre todo porque sabía que estaba mal que los Dragones hubieran sido
expulsados"
"Intentaba salvar sus vidas", dijo Con en voz baja.
Eurwen se encogió de hombros. "Y ahí es donde diferimos. Brandr y yo protegemos a los
Dragones por encima de cualquier cosa o persona. Este fue su hogar primero. No
permitiremos que los mismos errores que vosotros cometisteis ocurran aquí. Vuestro Reino
está invadido de humanos que lo están destruyendo lentamente. ¿Cuánto tiempo más hasta
que la magia se desvanezca? ¿Cuánto tiempo más pueden permanecer ocultos los Reyes
Dragón antes de ser cazados? ¿A dónde irán cuando eso suceda?"
"Es nuestro reino", respondió Con. "No permitiremos que nada de eso ocurra".
"¿Igual que pensabas que los humanos y los Dragones podían vivir juntos?"
Rhi se puso en pie y miró de Eurwen a Con y de nuevo a Eurwen. "Suficiente. Los dos.
Eurwen, eres una mujer increíblemente inteligente. Has observado cosas en la Tierra. Sabes
lo que han sufrido Con y los demás en Dreagan. No hay necesidad de echar sal en una
herida que nunca sanará".
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Eurwen se sentó lentamente en su asiento. " ¿Pensabais que podíais venir aquí y que todo
sería sonrisas y rosas? Cuando Brandr y yo finalmente convencimos a Erith para que nos
trajera a Zora, las cosas eran... horribles. Los Dragones luchaban entre sí hasta la muerte.
Muchos murieron. No había cohesión. No había líderes. Algunos lo intentaron, pero como
no eran Reyes, nadie les escuchaba. Lo que tuvimos que afrontar -como niños, nada menos-
para restablecer el orden entre los Dragones fue indescriptible".
Con se puso de pie e inclinó la cabeza hacia ella. "Estoy agradecido de que tú y tu hermano
hayáis sido capaces de conseguir el control y asegurar el orden una vez más. No puedo
expresar mi alegría al saber que los Dragones están prosperando bajo el gobierno de mis
hijos".
Se encontró con la mirada de Rhi en un intercambio silencioso antes de salir de la cabaña.
Eurwen lo vio partir. Ella le había hecho daño. Una vez, hace mucho tiempo, había querido
exactamente eso. Había creído que ya había superado todo eso, pero obviamente no era el
caso, dadas sus respuestas y su tono.
"Lo ha sacrificado todo por los Reyes y los Dragones", dijo Rhi, con la mirada fija en su
compañero. "Lo guarda todo en su interior, mostrándomelo sólo a mí, pero está destrozado.
Él carga con la culpa de todo. Incluso cuando no es su culpa".
Eurwen parpadeó para contener las lágrimas repentinas, tragando el nudo de emoción en
su garganta. “Ambos sabemos que algunas cosas estaban fuera de su control. Los Otros,
por ejemplo ".
Rhi se volvió para mirarla. "¿Sabéis de ellos, entonces?"
"Por supuesto."
“¿Y todavía atacas a tu padre como lo has hecho? ¿No te demuestra su infelicidad, su dolor
por todo lo que ha sucedido, que no se molestó en nombrar la causa de la llegada de los
humanos a nuestro mundo? "
Eurwen fue convenientemente colocada en su lugar. "No estaba allí para ver la batalla con
los humanos. No estuve allí para verle decidir mandar a los Dragones lejos. Él no estaba
aquí para ver el estado de este Reino o a los Dragones cuando llegamos. No estaba aquí
para ver la destrucción total ".
"¿Y yo?" preguntó Rhi, con las cejas negras levantadas. "No dudaste en decirle a tu padre
lo que sentías por él. ¿Es hora de que me entere de por qué me detestas tanto?"
Eurwen sólo pudo mirar a su madre, sin saber qué decir.
"Algo tenía que alejaros a ti y a tu hermano de mí. Estoy lejos de ser perfecta. ¿Vamos a
repasar mi vida y señalar todas las cosas que he hecho mal? ¿Descartar todas las decisiones
que he tomado?".
Eurwen negó con la cabeza, las lágrimas amenazando de nuevo.
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"Durante meses, después de que supiéramos de vosotros, esperé hasta el día en que
finalmente pudiera conoceros a ti y a tu hermano". Nuevas lágrimas cayeron por el rostro
de Rhi. "Sabíamos que algo os había ocultado a los dos, pero dado el portal, estábamos
seguros de que esas cosas se habían dejado de lado. Al parecer, nos equivocamos".
La primera lágrima cayó por la mejilla de Eurwen mientras Rhi seguía a Con fuera de la
casa y luego desaparecía por la subida. Eurwen se hundió en la silla, confundida y sacudida
por lo que acababa de suceder. Con y Rhi tenían razón. No debería haberles lanzado esas
cosas, no el primer día. Desde luego, no durante su primera conversación.
Lo achacó a que estaba desconcertada por la llegada de Vaughn. Pero no estaba segura de
que eso fuera cierto. Quería conocer a sus padres, pero todavía había muchas cosas del
pasado que no había dejado atrás. La única razón por la que había abierto la puerta era
porque pensaba que había liberado toda su ira.
"Mierda. Brandr", murmuró, pensando en su hermano.
Si había reaccionado así cuando quiso conocer a sus padres, no podía imaginar lo mal que
podían ir las cosas con Brandr. Tendría que mantener a su hermano alejado de Con y Rhi.
O las cosas podrían convertirse en la guerra que Brandr temía.
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Capítulo 5
Vaughn luchó contra el deseo de hablar con Eurwen y permitir que Rhi y Con pasaran
algún tiempo con su hija. Después de que los Teals se fueran, Vaughn siguió volando sin
ningún destino en mente. Se deleitó con la belleza de Zora y con la posibilidad de ser su
verdadero yo sin preocuparse de que los humanos lo vieran. No pasó mucho tiempo hasta
que escuchó una voz familiar en su cabeza.
"¿Vaughn? ¿Cuándo has llegado?" Preguntó Varek.
Vaughn sonrió. "No hace mucho tiempo. Es bueno escuchar tu voz, hermano. ¿Dónde estás?"
"A tu derecha. Ven a conocer a mi compañera".
Vaughn giró la cabeza en dirección a Varek y vio a su amigo de pie en un claro. Vaughn se
abalanzó sobre el bosque y aterrizó en la abertura antes de cambiar a su forma humana,
asegurándose de vestirse al hacerlo.
"Me alegro de verte", dijo Varek mientras se abalanzaba sobre él, abrazando a Vaughn
mientras le golpeaba la espalda.
Vaughn le devolvió el abrazo antes de inclinarse hacia atrás para ver bien a Varek. "Has
cambiado. No estoy seguro de cómo, pero estás diferente".
"Es este lugar", dijo Varek con una amplia sonrisa.
"Sí", dijo Vaughn, pensando en los Tales y en cómo su sola visión le había iluminado el
alma.
Varek enarcó una ceja oscura. "¿Viste a los Teales?"
"Incluso llegué a volar con ellos durante un breve periodo de tiempo. Sin embargo, no
parecen muy interesados en que esté aquí".
"Dales tiempo", advirtió su amigo. "Los líquenes son iguales".
Vaughn sintió movimiento a su izquierda. "¿Y tu compañera?"
"Aquí", dijo una mujer, que salió del bosque.
Jeyra salió con la cabeza alta, con el pelo rojo recogido en una trenza que le caía sobre el
hombro. Llevaba una camisa sin mangas de color marrón dorado y unos calzones de color
marrón oscuro, junto con unas botas hasta la rodilla. Unos gruesos brazaletes plateados
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rodeaban la parte superior de ambos brazos. Sus ojos ambarinos miraban a Vaughn de
arriba abajo, pero sus labios contenían una sonrisa.
"Varek me ha hablado de cada uno de los Reyes Dragón", dijo Jeyra una vez que llegó a
ellos. "A ver si puedo adivinar quién eres".
Vaughn intercambió una mirada con Varek mientras sonreía. "Muy bien".
"Pelo castaño claro y ojos azules. Eso acota un poco las cosas".
Vaughn frunció una ceja y volvió a mirar a Varek.
"Tiene una memoria increíble", respondió Varek.
"Varek dijo que los ojos de Merrill son de color azul oscuro. Los tuyos son más brillantes,
así que me quedo con... Vaughn -dijo Jeyra.
Vaughn se quedó completamente sorprendido. "Impresionante".
"La verdad es que no", dijo Jeyra encogiéndose de hombros. "No hay muchos Reyes que
tengan tu coloración particular".
"Tu acento es diferente", dijo Vaughn, tratando de ubicarlo.
Varek negó con la cabeza. "Ni siquiera lo intento. Me volvió loco durante semanas. Me he
dado cuenta de que es una combinación de varios acentos de la Tierra".
Eso no era algo que Vaughn esperara. "¿Cómo?"
"Los que, como Jeyra, fueron traídos aquí de pequeños", explicó Varek.
Jeyra se acercó a Varek. "Incluso hoy, siguen apareciendo bebés. No sabemos cómo ni por
qué".
"¿Cómo es la población aquí?" Preguntó Vaughn, pensando en la rapidez con que los
mortales duplicaban su población.
El rostro de Jeyra era sombrío. "Los mortales no pueden tener hijos aquí".
Vaughn parpadeó sorprendido.
"Hay muchas cosas que tenemos que ponerte al día. Me gustaría contar la historia sólo una
vez. ¿Vino algún otro Rey con vosotros?" preguntó Varek.
"Sólo Con y Rhi. Ahora están con Eurwen".
Los ojos de Varek se abrieron de par en par. "¿De verdad? No hemos llegado a conocerla.
Sólo he hablado con Brandr".
"¿Cómo era él?"
"Intenso. Lo recibe honestamente de Con, eso es seguro".
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Compartieron una sonrisa antes de que Vaughn dijera: "Este lugar es increíble. Ahora
entiendo por qué no querías irte".
"No voy a mentir, estar cerca de los dragones es algo que aún no estoy dispuesto a dejar,
pero también quería pasar un tiempo con Jeyra".
Ella le dio un codazo juguetón a Varek. "Le dije que iría con él a cualquier parte. Mi casa
está donde él está. No es un lugar ni un Reino".
"Eso lo dices ahora. Puede que no te sientas tan inclinado cuando veas nuestro mundo",
advirtió Vaughn.
Jeyra se encogió de hombros y sonrió con adoración a Varek. "Estoy ansiosa por ver las
cosas de las que me ha hablado. Los aviones y demás".
Varek la rodeó con el brazo antes de mirar a Vaughn. "Ve a explorar mientras puedas.
Aunque aléjate de la barrera. La sentirás cuando te acerques. Los gemelos la erigieron para
mantener a los humanos al otro lado. Los Dragones tienen la mayor parte del planeta para
ellos".
"Estoy seguro de que os veré más tarde", dijo Vaughn antes de cambiar de rumbo y volver
a surcar el cielo.
No estaba seguro de cuánto tiempo voló antes de ver el lago. Estaba tan quieto que parecía
de cristal. Una montaña se alzaba en un lado, un espeso bosque en otros dos. El último
eran campos ondulados. Era simplemente demasiado hermoso para dejarlo pasar. Vaughn
aterrizó y observó la zona. El sonido de los Dragones en las cercanías le hizo suspirar de
satisfacción. Se metió en el agua y nadó alrededor del gran lago, primero como Dragón y
luego como humano.
Cuando finalmente llegó a la orilla, se tumbó desnudo cerca del bosque bajo el brillante sol.
Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos mientras disfrutaba del silencio. No había
aviones, ni coches, ni trenes, ni bocinas, ni gente hablando por sus móviles. Ningún
zumbido de la electricidad corría por los cables tendidos alrededor del mundo. La
maravillosa y bendita paz arrullaba a Vaughn.
¿Cómo podría volver a la Tierra después de este paraíso? No era sólo porque los Dragones
estuvieran aquí, aunque eso jugaba un papel importante. Era porque podía vivir como él
mismo: un Dragón. No tendría que fingir ni ocultar quién era. No tendría que preocuparse
de que los humanos se enteraran de que tenía magia, o de que sólo volara por la noche
durante una tormenta porque los mortales podrían verle.
Luego estaba Eurwen.
Vaughn abrió los ojos al pensar en ella. No estaba seguro de qué pensar de ella. Ella había
perseguido sus pensamientos y sueños durante siglos. La había buscado en la Tierra una
y otra vez, y habría seguido buscando. Porque sabía que tenía que encontrarla. De alguna
manera.
De alguna forma.
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Divisó un Dragón volando solo. Al principio, no pudo ver su color porque el sol proyectaba
una sombra. Se incorporó lentamente, mirando con asombro las escamas metálicas de color
melocotón y las alas doradas. Vio dos cuernos dorados que se enroscaban hacia fuera y en
línea recta desde lo alto de la cabeza. La larga cola de color melocotón tenía una punta
dorada. Era Eurwen. Estaba seguro de ello.
Vaughn no sabía cuándo se había puesto en pie. Estaba a punto de transformarse y volar
con ella, pero algo le detuvo. Supo el momento en que ella le vio. Su corazón se aceleró,
preguntándose si ella acudiría a él. De un modo u otro, tenían que hablar. Si ella no acudía
a él, entonces él iría tras ella.
Dio un paso, dispuesto a cambiar de lugar, cuando la vio girarse ligeramente y dirigirse en
su dirección. No pudo apartar la vista de ella. Nunca había visto un Dragón más hermoso.
Por otra parte, Eurwen y Brandr no eran una descendencia cualquiera. Descendían de la
realeza Fae y de un Rey Dragón, que era el epítome de la nobleza. ¿Cómo podría Eurwen no
ser exquisitamente regia y totalmente única?
Aterrizó con gracia, con su mirada perlada sobre él. Acomodó sus alas contra su cuerpo
antes de cambiar a su forma humana. Él luchó contra el impulso de cruzar la distancia que
les separaba y atraerla contra él para darle un beso.
"Estás desnudo", dijo ella.
Él parpadeó, y las palabras no le llegaron por un momento. Luego miró hacia abajo y se dio
cuenta de que, efectivamente, seguía sin ropa. "Creo recordar una vez que no pudiste
quitármela lo suficientemente rápido".
"¿Te acuerdas?"
Vaughn no estaba seguro de qué le sorprendía más. ¿El hecho de que ella realmente
pensara que él podría olvidarla? O la incertidumbre en su voz. "Sí, muchacha. Nunca te he
olvidado. Te he buscado todos los días".
"¿Por qué?"
"¿Por qué?", dio un paso hacia ella. "¿No tienes ni idea?"
"Tal vez necesito escucharlo".
Él miró desde su pelo rubio dorado hasta sus ojos plateados. "Sentiste lo que pasó entre
nosotros esa noche. Sé que lo sentiste".
"¿Y?", preguntó ella, levantando la barbilla en señal de desafío.
"¿Por qué no acudiste a mí? ¿Por qué te alejaste?"
Sus ojos se desviaron por un instante. "Yo pertenezco aquí".
"Podrías habérmelo dicho".
"No debíamos tener ninguna interacción con los Reyes".
Eso hizo que Vaughn frunciera el ceño. "¿Quién te dijo eso?"
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"Fue algo que acordamos Brandr y yo", respondió ella.

"¿Fue antes o después de conocerme?"
Ella tragó saliva. "Antes de aventurarnos a vuestro Reino".
"¿Para espiar a Con y al resto de los Reyes? ¿A Rhi? ¿Por qué haríais eso?"
"No lo entenderías".
Él negó con la cabeza. "Es difícil responder a eso ya que nunca le diste a nadie una
oportunidad. Tú y tu hermano asumisteis que sabíais más. Puede que dos seres
increíblemente poderosos os hayan creado, pero todos llevamos vivos mucho, mucho más
tiempo que tú y tu hermano. Sois unos infantes comparados con nosotros".
"¿Crees que quería gustarte?", gritó ella, perdiendo por fin la calma.
Vaughn miró al suelo y suspiró. Levantó la mirada y dijo: "Sé que la mujer con la que pasé
aquella noche cambió toda mi vida. Ella nunca ha salido de mi mente, ni un solo día. Esa
mujer controla mis sueños. Habría dado mi vida por ella. Esa mujer tenía valor y espíritu y
habría tomado sus propias decisiones".
De todas las formas en que había pensado que podría ser este encuentro, de ninguna
manera habría sido así. Se volvió y caminó hacia el bosque.
"¿A dónde vas?" exclamó ella.
Se detuvo. Sin mirar por encima del hombro, preguntó: “¿Por qué debería quedarme? Ni
siquiera me hablaste cuando llegué. Pensé que habíamos compartido algo asombroso y
profundo. Creo que estaba equivocado"
Vaughn esperó a que ella hablara. Cuando no lo hizo, continuó hacia el bosque. Estaba
herido y enfadado, y no estaba seguro de si era con Eurwen o con él mismo. ¿Cómo no
había sabido que Eurwen era un Dragón aquella noche tan lejana? Debía de haber utilizado
algún tipo de magia. Peor aún, acababa de contarle sus sentimientos y ella no había dicho
nada. Todos estos siglos que había pasado suspirando por una mujer que creía que era su
compañera, sólo para descubrir que ella no quería tener nada que ver con él.
Zora perdió de repente su brillo. Vaughn necesitaba ir a algún lugar y lamer sus heridas.
No quería encontrarse con Varek, Jeyra, Con o Rhi. Podía encontrar el camino de vuelta a
donde habían llegado a través del portal, pero no estaba seguro de dónde estaba
exactamente. Lo que significaba que tenía que esperar a que Rhi o Eurwen se lo dijeran.
Quizás sería mejor que pasara un tiempo a solas. Mientras vagaba por el bosque, se dio
cuenta de que por primera vez en mucho, mucho tiempo, estaba completamente solo. En
Dreagan, tenía una mansión llena de Reyes y compañeras. Vaughn tenía su propia
habitación, pero aún podía oír a otros en la casa.
Incluso cuando tenía que viajar por sus obligaciones como abogado de Dreagan, los
mortales siempre estaban cerca. A veces le daba claustrofobia. Zora le recordaba una época
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olvidada, un período en el que sus únicas obligaciones habían sido las de su clan. Un tiempo
anterior a la llegada de los humanos.
Se sentó bajo un roble y apoyó la espalda en él, la corteza arañando su piel desnuda. Por
mucho que se sintiera en casa en este Reino, como había dicho el Teal, éste no era su
mundo. Los Reyes Dragón podrían ser bienvenidos para una visita, pero estaba seguro de
que no se les permitiría quedarse. No es que culpara a Eurwen o a Brandr. Ellos gobernaban
este Reino. Vaughn no habría aceptado que nadie más viniera a la Tierra, tratando de
destituirlo como Rey de los Teales.
Y no había manera de que los Reyes Dragón pudieran vivir en Zora y no gobernar. Es para
lo que habían nacido.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 6
Eurwen no estaba segura de lo que acababa de pasar con Vaughn. Se había lanzado al cielo
para intentar despejarse después de la conversación con sus padres. Entonces, había visto
a Vaughn. Le había sido imposible aplazar la conversación con él ni siquiera un momento
más. No recordaba ningún momento en el que hubiera estado tan nerviosa y tensa.
Encontrarle desnudo había transformado sus emociones en algo más... deseoso. Después
del sueño con el que se había despertado esa mañana, necesitaba liberarse.
Y lo necesitaba con Vaughn.
Desgraciadamente, todo había salido mal en el momento en que abrió la boca para hablar.
No importaba lo que dijera, salía casi lo contrario de lo que quería decir.
Eurwen pensó en seguirle, pero estaba demasiado alterada. Primero, su conversación con
Con y Rhi se había desviado, y luego había ocurrido lo mismo con Vaughn. Ya no estaba
segura de sí misma ni de sus pensamientos.
Con una última mirada al lugar donde Vaughn había desaparecido en el bosque, Eurwen
se dio la vuelta y saltó al aire mientras se desplazaba. Comenzó a dirigirse a su cabaña en
Cairnkeep, y luego se dio cuenta de que no quería estar sola. Necesitaba hablar, y sólo una
persona entendería realmente por lo que estaba pasando: Brandr.
Cambió de dirección para buscar a su hermano. El problema era que él no quería que
ningún Rey Dragón estuviera aquí. Especialmente su padre. Todo lo que Brandr haría sería
decirle "te lo dije", y eso tampoco era lo que Eurwen necesitaba. Empezó a dar la vuelta para
volver a su casa cuando vio a Brandr con los generales. Curiosa, continuó hacia ellos para
discernir qué estaba haciendo su hermano.
Cuando llegó al grupo, los cuatro generales dragones ya no estaban. Brandr estaba de pie
en su forma humana, con los brazos cruzados sobre el pecho, su largo cabello negro
recogido en una cola y sus ojos negros observándola.
"Me sorprende verte", dijo cuando ella aterrizó. "Pensaba que estarías arrimada a Con y
Rhi".
Ella ignoró su sonrisa mientras cambiaba a su forma humana y se sacudía el pelo largo por
encima del hombro.
Los ojos de él se entrecerraron, el movimiento era idéntico al de su padre. "Será mejor que
no estés aquí para intentar convencerme de que hable con ellos".
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"No lo hago. Están echando un vistazo". Eurwen no estaba segura de por qué no le contó a
su hermano el resto. Tal vez porque no estaba de humor para su petulancia. Necesitaba a
alguien en quien apoyarse, y él era todo lo que había tenido.
Erith había sido increíble y había hecho todo lo posible mientras los criaba, pero la diosa
estaba muy ocupada dirigiendo a los Reapers. Aunque Eurwen se llevaba bien con los otros
Dragones, no era fácil ser amiga de los que gobernabas. Nunca estaba segura de si eran
amistosos porque la querían de verdad o simplemente por lo que era.
"¿Hermana?" preguntó Brandr con el ceño fruncido mientras bajaba los brazos y se
acercaba a ella. Estudió su rostro mientras le ponía una mano en el brazo. "¿Qué pasa?"
Eurwen se encogió de hombros en un intento de desentenderse de su pregunta, pero la
preocupación en sus ojos hizo que el dique se rompiera y las lágrimas cayeran.
La atrajo contra él y la abrazó mientras lloraba. "¿Te han hecho daño? ¿Qué ha dicho Con?
Sé que debe haber dicho algo para hacerte llorar. ¿O fue Rhi? Maldita sea. Sabía que no
deberían haber venido. Los obligaré a salir ahora mismo".
"No. No", dijo Eurwen mientras levantaba la cabeza de su hombro y olfateaba. "No es eso.
Tuvimos palabras, pero no me hicieron daño".
Brandr le limpió suavemente las lágrimas de la mejilla. "¿Entonces quién lo hizo? Dímelo
para que pueda darle una patada en el culo".
"Puedo hacerlo yo misma, muchas gracias", dijo ella con una sonrisa.
Los labios de él se suavizaron en una sonrisa mientras la cogía por los hombros y la miraba
fijamente a los ojos. "Sé que puedes. Eso no significa que no pueda meter mis propios
golpes".
"Tengo que decirte algo".
Se puso serio mientras asentía. Sus brazos cayeron a los lados. "¿El acantilado?"
"Sí".
Volaron juntos hasta un acantilado cerca de Cairnkeep. Era el lugar donde habían
aterrizado la primera vez que vinieron a Zora y cambiaron de lugar. Era el lugar que
utilizaban para resolver discusiones, planificar y hablar de cualquier cosa importante.
Eurwen aterrizó y se desplazó antes de bajar al suelo. Las piernas le colgaban por la borda
mientras contemplaba las vastas montañas donde los verdes variados de los árboles y la
hierba se encontraban con el azul vibrante del cielo. Incluso después de todos los años que
llevaba en Zora, seguía dejándola sin aliento.
Brandr se acomodó a su lado. "Te vas".
"¿Qué?", preguntó sorprendida, mientras su cabeza se movía hacia él. "No".
El alivio recorrió el rostro mientras sus hombros se hundían. "Gracias a las estrellas".
"¿Pensabas que me iba a ir?"
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"Trajiste a nuestros padres aquí y luego viniste a mí llorando".

Ella apretó los labios y miró la cordillera. "Estoy molesta por mi conversación con ellos, pero
estoy decepcionada conmigo misma. Pensé que había superado la ira que me gobernó
durante tanto tiempo".
"Te refieres a mi ira".
Ella le dirigió una mirada sombría. "Era la de los dos". Eurwen suspiró. "Lo que tengo que
decirte no tiene que ver con nuestros padres".
"Sólo dilo. Sea lo que sea, todo irá bien", dijo él, apretando brevemente su mano para
mostrarle su apoyo.
Eurwen bajó la mirada al suelo. "¿Recuerdas cuando empezamos a visitar la Tierra?"
"Sí", dijo él con un giro irónico de los labios.
La mirada de ella se dirigió a su rostro. "Entonces empezamos a ir solos".
Un pequeño ceño frunció su frente. "Sí".
"Teníamos reglas".
"Las teníamos".
"Yo rompí una".
Brandr la miró en silencio durante un minuto. "¿Qué pasó?"
"Estaba en Noruega".
"Ah. Tu fascinación por los vikingos".
Fue el turno de ella de estrechar sus labios. "Con cómo trataban a sus mujeres. Cómo les
permitían luchar junto a los hombres. Otra cultura también lo hacía".
"Los celtas".
No había calor en las palabras de Brandr, pero Eurwen no se dejó engañar. Era otra cosa
que había recibido de su padre. "Un día vi luchar a dos clanes celtas en guerra. Fue brutal
y despiadada. Una mujer lideraba uno, el clan que yo había estado estudiando durante
algún tiempo. Ganaron, y sin ninguna interferencia por mi parte. Esa noche lo celebraron".
Brandr se encogió de hombros. "¿Y?"
"Llegó alguien nuevo. Alguien que no era parte del clan".
"No me estarías contando esto si sólo fuera un humano al que llevaras a tu cama. Lo que
significa que era un Rey".
Eurwen respiró profundamente y luego lo soltó. "En cuanto lo vi al otro lado del fuego, me
sentí atraída por él. Como si unos hilos invisibles nos conectaran, y alguna fuerza
desconocida nos juntara. No podría haberme alejado si lo hubiera intentado. Pero... no
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quería irme. Esa noche fue... todo. Sabía que él se daría cuenta de quién era yo o empezaría
a hacer preguntas que no podría responder una vez que llegara la mañana. Así que me fui.
No pasa un día sin que piense en él. Luche contra el impulso de ir a Dreagan y buscarle".
"¿Por qué no me dijiste esto antes?"
"Nos prometimos que nunca estaríamos cerca de los Reyes".
Brandr tragó saliva y miró el panorama. "Sí, bueno, eso fue cosa de una sola vez".
El asombro recorrió a Eurwen mientras miraba incrédula a su hermano. "¿No has oído lo
que he dicho?"
"He oído que no te has ido con él". Brandr la miró. "Eso es todo lo que necesito saber".
"No".
Giró la cabeza hacia ella, con las cejas fruncidas. "¿Qué?"
"He dicho que no".
"¿A qué, exactamente?"
Ella se puso en pie. "Te conté esa historia para llevar a otra, pero has dejado perfectamente
clara tu postura".
"No necesitamos a los Reyes. Nunca les hemos necesitado. Nunca les necesitaremos", afirmó
con calma.
Lo que sólo la enfureció más. Eurwen apretó las manos mientras miraba a su gemelo. "No
les necesitamos, pero eso no significa que no puedan estar en nuestras vidas".
"Eso es exactamente lo que significa". Brandr se puso en pie lentamente y se quitó el polvo
de las manos antes de encararla. "Muchos Dragones harían cualquier cosa por ser tu pareja.
Elige uno".
Ella no podía creer lo que estaba escuchando. "¿De qué demonios estás hablando? Sabes
que no podemos elegir una pareja. No es así como funciona".
"Este es nuestro Reino. Los Reyes tuvieron su oportunidad en el suyo, y lo arruinaron todo.
No me voy a hacer a un lado para que vengan y se hagan cargo. Arruinar lo que hemos
hecho. Tal vez necesites pensar de qué lado estás".
"Estoy de mi lado", replicó ella.
Las fosas nasales de él se ensancharon, señal de que estaba luchando contra su ira. "¿Me
estás diciendo que el Rey Dragón es tu pareja?"
"No sé lo que es. Lo que quiero es tu apoyo, pase lo que pase".
"Te quiero, Eurwen. Hemos pasado muchas cosas juntos, pero ya conoces mi postura. Si
tu compañero es un Rey, entonces no gobernarás más Zora".
Sus ojos se abrieron con incredulidad. "No puedes hablar en serio".
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"No les daré un punto de apoyo aquí. Y si estás emparejada con uno, eso es exactamente lo
que sucederá. Si eso significa que te destierro, que así sea".
"Olvidas que gobernamos juntos. No puedes desterrarme más de lo que yo puedo desterrarte
a ti".
"Piensa en lo que es más importante". Un músculo hizo un tic en su mandíbula antes de
alejarse.
"¿Por qué todos se alejan de mí hoy?", se preguntó.
Eurwen se enfrentó a la vista y respiró hondo, pero eso no alivió sus emociones que estaban
revueltas desde el comienzo del día. Sentía como si todo se desmoronara cuando había
creído que este primer paso en una nueva dirección era lo que debía hacer. ¿Cómo podía
estar tan equivocada?
No habría importado que ella y sus padres hubieran compartido una conversación increíble
y se hubieran unido porque nada haría cambiar de opinión a Brandr. Él se lo había
planteado. Podía elegir a Zora y a él, o podía tener a sus padres y a la Tierra.
Y posiblemente a Vaughn.
Muy pocas veces en su vida no había sabido qué hacer. Donde se sintió como si estuviera
a la deriva en un mar de incertidumbre y duda. Pero hoy, se estaba ahogando en ese océano
sin poder salir.
Zora era su hogar. No había tenido un nacimiento o una educación convencional. Nada en
ella y en Brandr había sido normal. Ya no estaba segura de nada, y empezaba a preguntarse
si alguna vez había sabido algo.
Ella sabía una cosa. Y eso se trataba de lo que Vaughn le hacía sentir. Pero, ¿podía decidir
sobre el resto de su vida basándose en una noche que había sucedido una vida atrás? Ella
no conocía a Vaughn, y él no la conocía a ella. Tenían química física, pero eso no equivalía
a compatibilidad. Tal vez estaba pensando demasiado en las cosas. Tal vez pensó que había
algo entre ella y Vaughn que realmente no existía.
Sólo había una forma de saberlo con seguridad.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 7
"¿Quieres hablar de ello?"

Vaughn parpadeó y miró a Varek, que estaba a su lado. "¿Qué? No".
Varek levantó una ceja. "No estoy seguro de que mantener lo que sea que esté mal para ti
sea una buena idea".
Como si fuera una señal, Rhi y Con salieron de las sombras, dirigiéndose hacia el fuego.
Vaughn estaba agradecido porque lo último que quería hacer ahora era hablar de Eurwen.
Especialmente cuando no estaba seguro de qué pensar.
Había pasado la mayor parte del día vagando por el bosque, y la otra mitad volando
alrededor de Zora. Había visto muchos Dragones, pero no se había acercado a ellos, y ellos
no se habían acercado a él. Tampoco había vuelto a ver a Eurwen. Se acercaba el atardecer
cuando Varek utilizó el enlace mental y le dijo dónde vivían él y Jeyra.
Vaughn se sentó mientras Varek presentaba a Jeyra a Con y Rhi. Aunque los dos llevaban
sonrisas, no eran tan relajadas como de costumbre. Algo había ocurrido con Eurwen. ¿O
Brandr había estado involucrado? Vaughn lo sentía por sus amigos. Sabía que la pareja
había sufrido mucho desde que se había enterado de la existencia de sus gemelos y había
visto que sus hijos no querían verles. Había habido tanta esperanza en los ojos de Con y
Rhi esta mañana. Eso había desaparecido. Sustituida por el dolor y la angustia.
"Mierda", dijo Varek mientras miraba entre Vaughn, Rhi y Con. "¿Qué os ha pasado hoy a
los tres?"
Rhi aceptó una jarra de vino de Jeyra. "Digamos que va a pasar más tiempo del que pensaba
antes de que podamos tener una discusión cordial con Eurwen".
"¿Llegaste a conocer a Brandr?" preguntó Jeyra.
Con negó con la cabeza mientras aceptaba su vino. "Al parecer, nuestro hijo no quiere a
ningún Rey Dragón por aquí".
Varek y Jeyra intercambiaron una mirada antes de que Varek dijera: "No le gustó demasiado
que estuviera aquí, pero no me dijo que me fuera".
"Creo que eso fue antes de que Eurwen creara el portal", dijo Vaughn.
Rhi tragó el vino y asintió. "Precisamente".
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"¿Significa eso que tenemos que irnos?" preguntó Jeyra a Varek.

Con se sentó en uno de los seis tocones de árbol cortados alrededor del fuego. "Ninguno de
nosotros quiere una guerra, y creo que eso es exactamente lo que espera Brandr. Si nos
piden que nos vayamos, entonces nos iremos. Pacíficamente".
Vaughn giró su jarra de vino en la mano. "Estoy de acuerdo. Por el momento, se nos permite
quedarnos. Averigüemos lo que podamos en caso de que no se nos permita volver".
"Eso no puede ocurrir", dijo Varek. "Los otros Reyes necesitan experimentar esto".
Rhi puso su mano en el hombro de Con mientras se ponía a su lado. "Tienes que entender
de dónde vienen Brandr y Eurwen. Este es su hogar. Ellos gobiernan este lugar".
"Y les preocupa que vengamos a tomarlo", dijo Vaughn.
Jeyra resopló mientras cogía la jarra de vino y rellenaba su taza. "Eso es lo que yo pensaría
si fuera ellos".
"Eso no es lo que estamos haciendo. ¿Verdad?" preguntó Varek con el ceño fruncido.
Con giró la cabeza y besó la mano de Rhi, mirándola antes de decir. "No. Eso no es lo que
estamos haciendo. Eurwen tenía razón esta mañana. Tuvimos nuestra oportunidad, y la
estropeé".
"Eso no es sólo culpa tuya, Con. Todos lo hicimos", dijo Vaughn.
La mirada negra de Con se encontró con la suya por encima del fuego danzante. "La
responsabilidad es mía. Yo ordené..."
"Eso es una tontería", interrumpió Vaughn. "Tú nos diriges. Nosotros seguimos tus órdenes,
pero sabes tan bien como nosotros que si no hubiéramos creído en ti y no hubiéramos
estado de acuerdo contigo, habríamos dado a conocer nuestros pensamientos".
Varek dijo: "Oído, oído".
"Además", añadió Jeyra. "El pasado es el pasado. Nada puede cambiarlo".
Rhi se inclinó para besar la frente de Con antes de sentarse a su lado en un tocón. "Estoy
de acuerdo. Por desgracia, es el pasado el que ha puesto a nuestros hijos en contra nuestra".
"¿Cuánto tiempo te vas a quedar?" preguntó Vaughn.
Con se encogió de hombros mientras miraba el fuego. "Hasta que nos digan que nos
vayamos".
"¿Y tú?" preguntó Varek a Vaughn.
Vaughn soltó un suspiro. "No estoy seguro".
"Creía que habías encontrado lo que buscabas", dijo Rhi.
Cuando Vaughn levantó la vista, tanto Con como Rhi le miraban fijamente, con miradas
cómplices. "Puede que me haya equivocado".
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"Esta podría ser tu única oportunidad. Asegúrate antes de hacer algo precipitado", aconsejó
Con.
Varek se inclinó hacia delante para apoyar los antebrazos en las rodillas. "Tengo la
sensación de que me he perdido algo".
"Lo has hecho", dijo Jeyra con una risa burlona.
Con captó la mirada de Jeyra. "Admito que no estaba seguro de qué pensar de una mujer
que se desvivía por hacer capturar a un Rey Dragón en la Tierra y traerlo aquí. Ahora que
os veo a ti y a Varek juntos, lo entiendo. Sea lo que sea que te haya impulsado antes, lo
hiciste para que los dos pudierais estar juntos".
Jeyra sonrió mientras miraba a Varek. "Así es. Si no, nunca nos habríamos conocido, y no
sabría lo que significa amar a un Rey Dragón".
"Creo que es hora de que escuchemos tu historia", le dijo Rhi a Jeyra.
Con asintió. "Por supuesto".
"Durante la cena. Con más vino", añadió Varek con un guiño.
Vaughn observó a las dos parejas con una sonrisa. Los Reyes Dragón podían vivir como
multimillonarios porque lo eran gracias a Industrias Dreagan, pero no necesitaban tanto
lujo. Varek y Jeyra no vivían más que en una elaborada tienda de campaña, como la que
usaban los Beduinos. Y eran felices.
Su comida de venado podía estar preparada con magia, pero sentarse alrededor del fuego
al aire libre era algo que cada uno de ellos no sólo disfrutaba, sino que ansiaba. Vaughn
echaba de menos la vida sencilla.
Cuando cada uno de ellos tenía su plato y estaba comiendo, Varek comenzó su historia
sobre el despertar encadenado y ser llevado a una celda.
"Cuando me quedé solo, intenté usar mi magia, pero no pude", explicó.
Jeyra se encogió de hombros. "Pensé que era por los grilletes que le puse. Supuestamente,
impiden que alguien con magia utilice sus habilidades".
"Me costó convencerla, pero conseguí que confiara en mí", dijo Varek con una sonrisa
dirigida a su compañera.
Jeyra se inclinó hacia delante y le besó antes de mirar al resto. "Las cosas no cuadraban.
Sabía que él no era el Dragón que mató a mi familia, pero quería justicia. La necesitaba.
Desgraciadamente, en mi búsqueda, descubrí cosas que no debía encontrar".
"¿Cómo?" Rhi presionó.
"El hombre que me crió dijo que creamos la barrera que mantenía a los Dragones fuera. Sin
embargo, cuando le pregunté cuándo había sucedido eso y quién lo había hecho -ya que
ninguno de nosotros tiene magia- no pudo responder".
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Varek asintió. "Entonces le dijeron que no me ejecutarían como había pensado. Querían
utilizarme. Planeaban casarme para conseguir más tierras".
"Debes estar bromeando", dijo Con con incredulidad. "¿Realmente creían que conseguirían
más tierras?"
Varek resopló. "Al igual que en la Tierra, los humanos harían cualquier cosa por más tierra".
"El caso es que no la necesitan", les dijo Jeyra. "Hay de sobra. Siempre que los ricos dejen
de acapararla".
Vaughn sólo pudo negar con la cabeza.
"Al final, Jeyra y yo ideamos un plan para mi huida. Fue difícil, y casi lo logramos. La única
razón por la que lo hicimos fue gracias a una de las mujeres del Consejo. No fue hasta que
salimos de las puertas de la ciudad que escuché los gritos".
Vaughn vio cómo Varek cerraba los ojos, como si el mero recuerdo le produjera dolor. "¿Qué
gritos?", insistió.
"Dragones". Varek abrió los ojos y miró entre Vaughn y Con. "Había Dragones en la ciudad,
y les estaban torturando".
Con se puso en pie de un salto, con la furia emanando de él. "¿Todavía?"
"Los liberamos", le dijo Jeyra.
"Con la ayuda de Erith y Cael", añadió Varek.
Rhi se levantó y tiró de la mano de Con para que volviera a sentarse. Entonces Rhi dijo:
"Parece que Erith omite muchas cosas sobre lo que hace por los Dragones".
"Le dije que te lo contara todo", dijo Varek.
Con puso los ojos en blanco. "Estamos hablando de Erith".
"Vuelve a los Dragones", dijo Vaughn.
Varek emitió un único asentimiento. "Bien. Mientras preparábamos un plan para
rescatarlos, la gente de Jeyra empezó a perseguirnos a Jeyra y a mí. Cruzamos a la tierra
de los Dragones, y pensé que querrían ayudarme a liberarlos".
"¿No lo hicieron?" preguntó Rhi con el ceño fruncido y preocupado.
Jeyra negó con la cabeza con tristeza. "Se dejó en manos de Varek, Erith, Cael y yo".
"Los tres entraron en la ciudad. Yo no podía usar mi magia dentro de sus fronteras, pero
Erith -como diosa- y Cael -como dios- no tuvieron problemas".
Jeyra dejó su taza en el suelo. "Resultó que el concejal principal estaba torturando a los
Dragones y utilizando su magia para que nadie pudiera emplear la magia dentro de la
ciudad. El Dragón que mató a mi familia había escapado de alguna manera. Fue entonces
cuando supe que mi familia había estado cazando y capturando Dragones. Por eso había
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matado a mi familia y no a mí. Fui educada para temer y odiar a los Dragones y a cualquier
ser con magia. Pero... cuando vi el estado de los Dragones Rojos y Rosas..."
"¿Rosas?" dijeron Vaughn y Con al unísono.
La sonrisa de Varek era amplia. "Sí. No están extintos como creíamos. Hemos rescatado
uno".
"¿Sólo uno?" Preguntó Con. "¿Hay más?"
La sonrisa de Varek perdió parte de su brillo. "No he visto más. Esperaba hacerlo, o al
menos averiguar si había otro Rosa".
"Es una noticia increíble", dijo Vaughn.
Varek hizo una mueca. "Lo fue. Lo es. Lo admito. Pero saber lo que se había hecho a esos
Dragones durante décadas me dejó un sabor agrio en la boca. No quiero pensar en cuántos
Dragones han matado los humanos".
"¿Y el jefe del Consejo?" preguntó Rhi, con fuego en los ojos.
Jeyra sonrió. "No tienes que preocuparte por él. Erith lo mató".
"Mientras Jeyra rescataba al Rosa", dijo Varek.
"Sabía que me gustabas", dijo Rhi a Jeyra.
"Erith y Cael tele-transportaron a los dragones aquí porque estaban muy débiles", continuó
Varek. "Fue entonces cuando conocí a Brandr. No fue precisamente acogedor, pero no me
obligó a marcharme. Nos dio las gracias por rescatar a los Dragones".
Con arqueó una ceja. "¿Y tu gente, Jeyra? ¿Cómo han llegado hasta aquí?"
"Eso es algo que esperaba que uno de vosotros pudiera ayudar a descifrar", respondió.
Varek intercambió una mirada con Jeyra. "Todos los humanos aquí fueron traídos cuando
eran bebés. Nadie sabe quién los trae ni por qué".
"¿Le preguntaste a Erith?" preguntó Rhi.
Jeyra asintió. "Lo hicimos. No tuvo respuesta".
"¿Cuánta población hay?" Preguntó Con.
Varek enlazó su mano con la de Jeyra. "Nadie puede tener hijos aquí. Sabemos que eso no
afecta a los Dragones. Podría ser por la barrera que los gemelos levantaron para mantener
a los humanos en su tierra, o podría tener algo que ver con cómo y por qué los traen aquí".
Con permaneció en silencio durante unos instantes. Luego dijo: "Sé que querías un tiempo
a solas, pero me gustaría que volvieras a la Tierra. Varek, deja que Sophie revise a Jeyra
para ver si algo en su sangre puede explicar lo que está pasando".
"¿Puedo ver Dreagan?" preguntó Jeyra con alegría.
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Vaughn se rió. "Te lloverán las otras compañeras que querrán hablar contigo".
"Oh. No soy muy buena con otras mujeres", dijo Jeyra con el ceño fruncido.
Rhi se rió y negó con la cabeza. "Todo el mundo allí es maravilloso. Puede ser abrumador
al principio, pero pronto aprenderás que cada una de ellas tiene un don especial. También
hay otras guerreras, como tú, así que no debes preocuparte por eso".
"Parece que nos dirigimos a la Tierra", dijo Varek a Jeyra.
Ella brillaba de felicidad mientras se inclinaba hacia delante para besarle de nuevo. "Te lo
dije. Cualquier lugar en el que estés es mi hogar. No me importa dónde estemos".
Vaughn sintió más que nunca que le faltaba la otra mitad de sí mismo. La parte que creía
haber encontrado con Eurwen. Miró el asiento vacío al otro lado de él y deseó que ella
estuviera allí.
Pensó en su conversación anterior mientras los demás hablaban. Quizá había sido
demasiado duro con Eurwen. Después de todo, se estaba arriesgando mucho al permitir
que un portal conectara Zora y la Tierra. Por supuesto, ella estaría en guardia. Por supuesto,
ella estaría a la defensiva.
Ella podría tener opiniones sobre su pasado, pero no había estado allí. No era correcto que
juzgara algo en lo que no había participado. ¿Pero él no había hecho lo mismo con ella? ¿No
la había juzgado y arremetido, simplemente porque no le había gustado lo que ella había
dicho?
Vaughn dejó a un lado su plato sin comer y su taza ahora vacía y trató de escabullirse sin
ser visto. Dio dos pasos antes de oír a alguien detrás de él. Se giró y encontró a Con.
"¿Vas con ella?", preguntó.
Vaughn asintió. "¿Es un problema?"
"Está en una posición difícil".
"Me doy cuenta de eso. Es una de las razones por las que me gustaría volver a hablar con
ella".
Con cruzó los brazos sobre el pecho. "No puedo decir que me guste especialmente saber lo
que ocurrió entre tú y mi hija, pero sólo supe de su existencia hace unos meses. No tengo
derecho a meterme en tus asuntos".
"Es tu hija, sin importar las circunstancias. Pero necesito saber si es mi compañera, o si
me estoy aferrando a una noche que ocurrió hace eones sin ninguna razón".
Con sonrió y le puso una mano en el hombro. "Buena suerte. No puedo imaginar un rey
mejor para ella".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 8
Todo estaba mal.

Todo había salido mal.
Eurwen se paseaba por su casa, con el resentimiento y el dolor mezclados en una fusión
potente y embriagadora. Las conversaciones con sus padres, Brandr y Vaughn se repetían
en su cabeza hasta que se mezclaban.
Se detuvo y se llevó las manos a la cabeza. "Para", exigió.
Todo se despejó, excepto Vaughn.
Dejó caer los brazos a los costados y tragó el nudo de emoción en su garganta. ¿Cómo se
había ido a la mierda todo tan espectacularmente hoy? Cada conversación que había tenido
parecía estar en curso de colisión con una bola de demolición, incluso Brandr, en quien ella
había necesitado apoyarse, para tener su apoyo. Eurwen nunca había estado en esta
posición. Su gemelo siempre había estado ahí para escucharla y hablar con ella.
Nunca le había dado un ultimátum.
Pero se dio cuenta de que lo que sentía no tenía nada que ver con su hermano ni con sus
padres. O con Vaughn. Se trataba de ella. Ella amaba Zora, profundamente. Pero durante
mucho tiempo, había sentido como si le faltara algo en su vida. ¿Podría Vaughn ser la
respuesta? ¿O estaba tan atrapada en la fantasía y el recuerdo de su noche compartida que
no podía ver más allá de eso para encontrar las verdaderas respuestas?
Sólo había una forma de averiguarlo.
Eurwen se dirigió a la puerta y la abrió de un tirón, para encontrar a Vaughn de pie.
El corazón se le subió a la garganta. "¿Qué haces aquí?"
"Vengo a verte", respondió con su profundo y aterciopelado timbre. Enarcó una gruesa ceja.
"¿Hacia dónde vas tú?"
"A buscarte".
Ella no podía apartar la vista de su mirada. La piel le hormigueaba por todas partes
mientras la sangre corría rápida y caliente por sus venas. El recuerdo del sueño hizo que
su sexo palpitara de necesidad.
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"No me gusta cómo hemos dejado las cosas", dijo él.

Eurwen asintió con la cabeza. "A mí tampoco".
Cuando su mirada bajó hasta su boca, a ella le resultó imposible respirar. Luchó por no
lanzarse sobre él y besarle.
"Lass, tienes que dejar de hacer eso", dijo con voz tensa.
Una lenta sonrisa curvó los labios de ella. Eurwen no fingió no entender de qué estaba
hablando. "¿Oh?"
"Ya llegaremos a lo de amar. Pero antes, me gustaría hablar".
Dejó que su mirada recorriera lentamente el duro cuerpo de él, desde sus anchos hombros
con la camisa ajustada hasta sus caderas recortadas y sus largas piernas enfundadas en
vaqueros. Era inimaginablemente hermoso en su forma humana. Pero en forma de Dragón,
era magnífico.
"Eurwen".
El estómago se le revolvió al escuchar el anhelo de su voz. Cerró brevemente los ojos y se
recompuso. Si él quería esperar, ella esperaría. Podría ser lo más doloroso que hubiera
hecho nunca, pero lo haría.
"Como quieras", contestó ella mientras volvía a encontrarse con su mirada. "Por favor.
Entra".
Ella se volvió para alejarse y dejar que él cerrara la puerta. No dio ni dos pasos antes de
que él la hiciera girar y la estrechara contra él. Sus ojos azules se encendieron con un deseo
tan profundo, tan palpable, que ella se olvidó de respirar. Entonces sintió su excitación
presionada contra su estómago, gruesa y dura.
"En caso de que no creas que te deseo", dijo en voz baja y ronca.
Sus dedos agarraron con fuerza la parte superior de sus brazos. Eurwen se sintió abrumada
por una miríada de emociones que ni siquiera podía empezar a nombrar. Pero lo único que
sabía era que tener a Vaughn cerca, dejar que la abrazara, era algo que ni siquiera se había
dado cuenta de que necesitaba.
"¿Qué?", insistió él mientras buscaba en su rostro.
Eurwen tragó saliva, tratando de poner en palabras lo que sentía. "No me imaginaba que el
sonido de tu voz pudiera..." Negó ´con la cabeza, incapaz de encontrar la palabra.
"¿Qué cosa, muchacha?", insistió él, con una voz suave y delicada, como si supiera lo difícil
que era esto para ella.
"Que aliviaría algo dentro de mí que ni siquiera sabía que estaba ahí".
"Conozco esa sensación". Volvió a rodearla con sus brazos, acercándola.
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Eurwen cerró los ojos mientras se abrazaban. Apoyó la mejilla en su hombro y aceptó el
abrazo. Nada de aquello era sexual. Era mucho más profundo que eso. Y más hondo.
No era su primer abrazo. Había recibido muchos a lo largo de su vida de su hermano e
incluso de Erith, pero este era totalmente diferente. Esto no era fraternal o maternal. Esto
era... más intenso, más rico. Más profundo. Era la misma conexión que había sentido la
primera vez que vio a Vaughn al otro lado del fuego en el pueblo celta. Una familiaridad que
no podía explicar. Una facilidad que no tenía sentido.
Una cercanía que ella conocía y buscaba de forma natural.
"Te he echado de menos", susurró ella.
Su abrazo se hizo más fuerte. "Y yo te he echado de menos".
Pasaron minutos mientras permanecían allí, abrazados. Finalmente, Eurwen se inclinó
hacia atrás para mirarle. "Quieres respuestas".
"Hay algunas que espero que puedas darme. Pero más que nada, quiero hablar. Quiero
conocerte tan bien como conozco tu cuerpo", dijo con una sonrisa sexy.
Le miró con una ceja fruncida. "Ahora mira quién se burla".
La expresión de él se volvió seria. "Te busqué por todo el mundo. Nunca dejé de buscar
porque sabía que estabas en algún lugar, esperando encontrarte".
"Deberías estar enfadado por lo que hice".
Exhaló un suspiro y dio un paso atrás, sus manos bajaron por los brazos de ella para coger
las suyas. "Una parte de mí lo está, pero también sé que la gente suele tener una razón para
las cosas que hace".
"Esa razón podría haber sido hacerte daño".
Vaughn negó con la cabeza, un mechón de pelo castaño claro cayendo sobre su frente. "Si
hubieras querido herirme, había muchas formas de hacerlo quedándote y jugando con mi
corazón".
"No estoy segura de poder ser tan educada como tú si las situaciones fueran a la inversa".
"He tenido siglos para aprender a tener paciencia. Aunque, lo admito, sigue siendo uno de
mis defectos".
Eurwen no pudo evitar sonreír. Lo condujo al sofá con una mano y lo atrajo a su lado.
"¿Quieres algo?"
" A ti", contestó él. "Pero esperaré".
Era demasiado encantador. Por supuesto, ella lo sabía. "Tengo una confesión. He vuelto a
la Tierra varias veces desde nuestra noche".
"Supuse que lo habías hecho".
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"Te vi manejar un par de asuntos legales para Dreagan. Eres una fuerza. Con una palabra,
puedes hacer que tus oponentes pierdan la calma de las formas más vergonzosas. Es
hipnotizante de ver. Eres encantador pero salvaje al mismo tiempo".
Miró sus manos aún entrelazadas. "Ojalá te hubieras acercado a mí".
"No podía. No debía hacerlo la primera vez, pero no pude resistirme a ti. Te vi entrar en el
pueblo y no pude quitarte los ojos de encima. Sabía quién eras y no podía creer que
estuvieras allí".
Un lado de sus labios se levantó en una sonrisa. "¿Como si fuera el destino?"
"Exactamente".
"Porque lo era".
Acomodó las piernas contra ella mientras se giraba para mirarle. "Yo también quería
acercarme a ti las otras veces que te visité. No tienes ni idea de cuánto".
"¿Qué te detuvo?"
"Un pacto que hicimos Brandr y yo. Después de llegar a Zora, pasamos décadas arreglando
las cosas con los Dragones. Apenas lo teníamos controlado antes de que empezaran a llegar
los humanos".
Las cejas de Vaughn se juntaron. "¿No hay niños?"
Eurwen hizo una pausa, buscando en su mente. "Había un puñado de adultos, tanto
hombres como mujeres, y cada uno de ellos tenía crías".
"Curioso", murmuró. "Continúa".
Ella se humedeció los labios. "Sabíamos lo que había ocurrido en la Tierra con los mortales.
Erith nos lo contó todo".
"Un relato de segunda mano, debo añadir".
"Es cierto. Pero ella estaba de vuestro lado. Ella tiene un profundo amor por los Dragones,
y especialmente por mis padres".
Vaughn soltó un suspiro. "¿Entonces sabes cómo salvó a Rhi?"
"Lo sé. La cuestión es que Brandr y yo nos negamos a cometer los mismos errores que
ocurrieron en vuestro Reino. Nos acercamos a los humanos sólo una vez y les hablamos del
planeta. Dijimos que era nuestro. Les pedimos que se fueran, pero no tenían ni idea de
cómo habían llegado aquí. Brandr les llevó a otro Reino, pero al día siguiente, estaban de
vuelta. Lo intentamos tres veces más con el mismo resultado".
"Ese dato es interesante", dijo Vaughn.
"No tuvimos más remedio que dejarles aquí. Aun así, pusimos la barrera y les advertimos
que se mantuvieran dentro de ella. La marcamos claramente para que supieran dónde
estaba. También les dimos un área de buen tamaño para que no se sintieran constreñidos
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y quisieran atravesar la barrera". Unos seis meses después, llegaron otros dos bebés,
aparentemente de la nada".
El ceño de Vaughn estaba profundamente fruncido. "¿Nunca has visto a ninguno?"
"Nunca".
"¿Está en tu lado de la barrera?"
Ella negó con la cabeza. "Tanto Brandr como yo hemos intentado ver quién es, pero nunca
hemos podido. No hay ninguna razón para saber cuándo llegan los bebés, ni siquiera
cuántos son. De alguna manera, los mortales siempre lo saben".
"Jeyra dijo que tienen gente revisando ciertos lugares varias veces al día, por si acaso. No
creo que estén advertidos. Creo que han aprendido que eso ocurre y que deben estar
preparados".
Eurwen se encogió de hombros. "Tiene sentido".
"Saber lo que pasó con nosotros y los mortales coloreó tu visión de ellos".
"¿De verdad me estás diciendo que, si tuvieras que volver a hacerlo, no harías las cosas de
otra manera?"
Torció los labios. "Tal vez. Es fácil decirlo ahora, pero no era tan blanco o negro cuando
pasábamos por todo eso. Pero esa historia es para otro momento. Tú estabas contando la
tuya".
"No sólo mi hermano y yo desconfiábamos de los humanos. Los Dragones también lo hacían.
Todos conocían las historias de por qué sus ancestros habían llegado a este Reino. Su odio
es profundo".
"¿Qué opinan de que Jeyra esté aquí?"
Eurwen esperaba que no hiciera esa pregunta. "Digamos que es bueno que esté con un Rey
Dragón".
"Pensé que dirías algo así. Los otros Reyes de la Tierra necesitan saber esto".
"Entiendo por qué el resto necesita venir aquí y ver a los Dragones de primera mano, pero
espero que también aprecien cómo han cambiado las cosas para los Dragones desde que
dejaron su Reino".
Asintió lentamente y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. "Me aseguraré de ello. Con
también tiene que saberlo".
"Tenía la intención de decírselo, pero las cosas no salieron como estaba previsto".
"Las cosas rara vez lo hacen".
Ella se rió. "Eso es muy cierto".
"Así que los Dragones no estaban contentos con que los mortales estuvieran aquí".
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"Esa es otra razón por la que pusimos la barrera. Brandr y yo ordenamos a los Dragones
que no la cruzaran. Algunos desobedecieron y causaron estragos en los humanos. Los
disciplinamos, por supuesto. No fue fácil, pero Brandr y yo hicimos que las cosas
funcionaran. No había excusas, ni indulgencia para los humanos o los Dragones.
Finalmente, las cosas se calmaron. Cada uno se quedó en su lado de la barrera".
Vaughn sonrió, sus ojos se arrugaron en las esquinas. "Impresionante".
"No tan impresionante, ya que ahora sabes del reciente rescate de Dragones en la ciudad
humana".
Arrugó la nariz y se encogió de hombros a medias. "Se resolvió. ¿Cuándo empezaste a visitar
la Tierra?"
"Antes de que llegaran los humanos. Brandr y yo queríamos ver a nuestros padres y su
mundo por nosotros mismos. Nunca nos quedamos más de unas horas".
"¿Visteis a Dreagan?"
"De lejos", dijo con un movimiento de cabeza. "La magia allí es muy fuerte".
El orgullo brilló en sus ojos azul persa. "Por eso lo elegimos como hogar de los Reyes
Dragón".
"El pacto que hice con mi hermano fue que nunca hablaríamos con ninguno de los Reyes".
"¿Nunca?" preguntó Vaughn sorprendido.
Ella sonrió con tristeza. "Nunca".
"¿Ni siquiera con tu padre?"
Eurwen negó con la cabeza. "Después de un tiempo, empezamos a dividirnos para que uno
de nosotros estuviera siempre aquí con los Dragones. Ninguno de nosotros preguntó al otro
qué hacía mientras estaba en la Tierra. Creo que ambos asumimos que hacíamos las
mismas cosas que habíamos hecho juntos".
"Excepto que no lo hicisteis".
"No". Tragó saliva y miró hacia otro lado. "Nunca he guardado un secreto a mi hermano.
Hasta que estuve contigo".
La sorpresa brilló en los ojos de Vaughn. "¿No se lo has contado?"
"No hasta hoy".
"Deduzco que no se lo tomó bien".
"En absoluto". Ella no quería hablar de Brandr y sus pensamientos en este momento.
"Nunca tuve la intención de conocerte. Ni a ninguno de los Reyes. Seguí a Rhi unas cuantas
veces en los últimos años, viendo cómo compraba y se hacía las uñas. Pero tú... esa
noche..." Se encogió de hombros. "No podría haberme alejado aunque hubiera querido".
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Vaughn enlazó sus dedos con los de ella. "¿Y por la mañana?"
"Me desperté en tus brazos. No quería irme, pero sabía que si no lo hacía, te despertarías y
empezarías a hacerme preguntas".
"¿Cómo es que no sabía que eras parte Dragón?"
Hizo una mueca de disgusto, arrugando la cara. Se levantó para liberar parte de la energía
que se acumulaba en su interior. Se paseó, mirando a él para ver su expresión. "Eso fue
cosa mía. Cuando supe que no podía alejarme de ti, utilicé la magia para protegerme de ti".
"¿Es por eso que no recuerdo claramente tu cara, el color de tu pelo o qué tipo de magia
tenías?"
Al escucharlo sonaba horrible, pero en ese momento había sido la opción más fácil. "Si
hubieras sabido quién era, qué era, me habrías bombardeado con preguntas y habrías
intentado obligarme a ir a Dreagan. O, peor aún, llamado a Con a la aldea".
"Sabemos de primera mano lo fuerte que puede ser una mezcla de sangre de Dragón y Fae.
Tú y Brandr no sois los primeros".
"Estás hablando de Melisse. La primera Reina Dragón".
"¿No es eso lo que eres?"
Eurwen se rió y negó con la cabeza. "Yo no reclamaría ese papel. Tampoco Brandr
reclamaría ser un Rey Dragón".
"Los dos podéis cambiar. Dirigís a los Dragones. Yo diría que encajáis exactamente en esos
roles".
"Realmente no he pensado en ello. Hicimos lo que fuimos llamados a hacer".
Vaughn se puso en pie para ponerse delante de ella. "Te guste o no, desciendes de la realeza.
Yo te llamaría Reina Dragón".
¿Podría hacerlo? Por qué nunca había pensado en sí misma como una Reina Dragón. Como
dijo Vaughn, ella podía transformarse. Sólo los Reyes podían hacer eso. "No tengo un clan.
No como tú o mi padre".
"Tienes todos los clanes".
Ella sonrió. "Sin embargo, sólo hay un Rey Dragón al que quiero".
Él no pronunció una palabra mientras ella se acercaba a él y colocaba sus manos en su
pecho. Le miró a los ojos y vio que ardían de necesidad. Sus labios se separaron mientras
su corazón se aceleraba.
"No hemos terminado de hablar", murmuró antes de atraerla contra él, y su boca descendió
sobre la suya.
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Sus labios se abalanzaron sobre los de ella con un beso que podría haber incendiado todo
el Reino. Los brazos de ella se enroscaron en su cuello, y las manos de él le agarraron el
culo y la apretaron contra él para que pudiera apretar su polla contra ella.
Nunca se había sentido nada tan correcto.
Nada se había sentido tan bien.
Y ella sabía que todo estaba a punto de cambiar.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 9
Esto era mucho mejor que el sueño. Vaughn temía no volver a perder de vista a Eurwen.
Ella era su compañera. Sólo que no estaba seguro de si ella era consciente de ello o no.
Sus labios eran flexibles, su piel suave. Su cuerpo era suave. El deseo palpitaba en su
interior, exigiendo la liberación, pidiendo el placer que sabía que les esperaba a ambos.
Gimió cuando los dedos de ella se deslizaron por su pelo, sus uñas rozando suavemente su
cuero cabelludo. El sabor de ella era embriagador, y su respiración agitada le calentaba la
sangre más que antes. Con un pensamiento, él quitó la ropa de ambos para que estuvieran
piel con piel.
Eurwen separó su boca de la de él y le miró fijamente, con el pulso acelerado en la garganta.
"No tienes ni idea de lo mucho que deseo esto".
"Oh, sí que lo sé", dijo él mientras la besaba una vez más.
Ella le dio la vuelta y empezó a llevarle de una habitación a otra. Cuando sintió el suave
ceder de un colchón detrás de él, la levantó de sus pies, se dio la vuelta y puso una rodilla
en la cama mientras la bajaba, sujetándose con una mano. Él rompió el beso el tiempo
suficiente para levantarse sobre ambas manos y mirarla.
El cabello dorado se extendía alrededor de ella como una corona. Los ojos plateados
anillados en estaño le miraban con el mismo anhelo que él sentía. Era la cosa más hermosa
que había visto nunca. Tenerla por fin entre sus brazos una vez más, saber su nombre, sólo
hizo que la conexión que sentía por ella fuera más firme. Más pura.
"Eres exquisita".
Ella levantó la mano y le tocó la cara mientras sonreía suavemente. "No hay más que
hablar", dijo ella y tiró de él para darle otro beso.
Él movió su mano entre sus cuerpos y tomó el pecho de ella para masajearlo suavemente.
Su dedo rozó un pezón turgente, haciéndola jadear. Le acarició el pico hasta que ella se
estrechó contra él.
Entonces ella le puso de espaldas y se sentó a horcajadas sobre él. Él recorrió con la mirada
su piel pálida y sin manchas. Sus hombros eran delgados, pero los músculos de sus brazos,
abdomen y piernas estaban definidos. Sus pechos estaban llenos y apenas desbordaban la
palma de su mano. Sus pezones, de color oscuro, estaban duros y esperando su lengua.
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Colocó las manos en la cadera de la muchacha antes de acariciar la cintura y seguir

acariciando ambos pechos. Los ojos de Eurwen se cerraron y su cabeza se echó hacia atrás,
con el pelo rozándole las piernas mientras él empezaba a acariciar ambos pezones. Levantó
las caderas para que su polla se rozara con su sexo.
De repente, ella se inclinó hacia delante, sus ojos se encontraron mientras apoyaba las
manos en el pecho de él. Se inclinó y rozó suavemente sus labios sobre los de él antes de
arrastrarse hacia atrás. En el momento en que ella alcanzó su excitación, Vaughn la cogió
y tiró de ella hacia arriba.
"Me hiciste eso esta mañana en el sueño. Necesito estar dentro de ti", dijo él.
Ella se quedó boquiabierta. "¿Los sueños son reales, entonces?"
Él frunció el ceño. "¿Qué?"
"Esta mañana. Te tenía en la mano y en la boca".
"Mierda", murmuró él. "¿Cómo?"
"Te lo iba a preguntar".
Él negó con la cabeza. "No quiero pensar en eso ahora. Prefiero estar dentro de ti".
"Estoy de acuerdo", respondió ella con una sonrisa seductora.
Cuando ella se puso de espaldas y se acostó esperándolo, Vaughn sólo pudo mirar con
asombro. No estaba seguro de por qué un ser tan impresionante le deseaba, pero no lo
cuestionaría. No, pensaba agarrarla con las dos manos y estar agradecido.
Rodó hacia ella pero se acomodó entre sus piernas.
"Pensé que habíamos decidido que..."
Sus palabras se interrumpieron cuando la lengua de él pasó por su clítoris. Vaughn sonrió
interiormente al ver que era capaz de silenciarla. Le dedicó toda su atención, asegurándose
de que estaba inundada de tanto placer que no podía formar un pensamiento coherente.
Por los suaves gritos que salían de sus labios, él estaba haciendo precisamente eso.
∗∗∗∗∗∗∗
Era demasiado.
No era suficiente.
Vaughn la mantenía en un vaivén de sensaciones con cada lametazo de su lengua. Ella
buscaba el clímax y lo alejaba porque sabía que cuanto más tiempo aguantara, mayor sería.
Sin embargo, la burla era para ella, porque no tenía ningún control sobre su cuerpo cuando
se trataba de Vaughn. Él era el dueño de complacerla, y ella se lo concedía con gusto. Había
tenido amantes antes, pero ninguno la había tocado -la conocía- como Vaughn.
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Sus pensamientos desaparecieron cuando el placer se intensificó. El deseo se arremolinaba

en su vientre, creciendo cada vez más. Justo cuando sentía que estaba a punto de alcanzar
el último obstáculo, Vaughn cambió la velocidad de su lengua.
Era enloquecedor.
Era increíble.
Ella no sabía cómo podía tocarla con tanta pericia. Era como si supiera exactamente dónde
darle el mayor placer y lo que ella deseaba.
Sus manos apretaron las mantas mientras él la acercaba más y más. Más cerca que antes.
Contuvo la respiración, queriendo decirle que esperara pero rogándole que continuara. No
emitió ningún sonido mientras él seguía burlándose de ella.
Hasta que el clímax la reclamó.
∗∗∗∗∗∗∗
Vaughn sujetó las caderas de Eurwen mientras su espalda se arqueaba sobre la cama y ella
gritaba. Siguió deslizando su lengua sobre ella hasta que se quedó sin fuerzas. Su polla
saltó con avidez mientras se levantaba sobre las manos y las rodillas.
Ella le miró con los ojos entrecerrados y se acercó a él. Vaughn se dirigió a su entrada y
empujó dentro de ella. Ella jadeó de placer cuando su cuerpo se estiró para acomodarlo. Él
la llenó lentamente, deteniéndose cuando estuvo completamente asentado. Sus miradas se
encontraron. Quiso decirle lo mucho que significaba para él, pero algo le retuvo.
Las manos de ella se posaron en el pecho de él y sus ojos bajaron hasta el tatuaje del
Dragón. Los dedos de ella pasaron ligeramente de un hombro al otro, siguiendo la curva del
Dragón que se extendía de clavícula a clavícula con la cola sobre el hombro izquierdo. Su
mirada se dirigió entonces a la de él, y él vio el descarado y evidente deseo.
Comenzó a mover las caderas. El roce de sus cuerpos pronto hizo que su piel se empapase
de sudor. Ella rodeó su cintura con las piernas y comenzó a recibir sus embestidas. No
importaba cuántas veces hubiera hecho el amor con ella en sus sueños, no podía superar
la realidad. Su hambre, su necesidad era tan grandes que pronto encontró el clímax sobre
él. Él gritó y se enterró profundamente dentro de ella mientras su semilla llenaba su cuerpo.
Durante varios minutos, no se movieron. Vaughn miró hacia abajo y la encontró
sonriéndole. Él sonrió. La vida sería tan buena ahora que había encontrado a su pareja.
"Vamos a hacer esto muchas veces", dijo ella sin aliento.
Él se rió mientras salía de ella y se dejaba caer sobre su espalda. "Desde luego que sí".
Vaughn empezó a acercarse a ella para atraerla contra él cuando ella se giró hacia el otro
lado para mover una almohada. Fue entonces cuando vio su tatuaje. El Dragón corría grácil
y seductoramente por la espina dorsal de Eurwen, como si se enrollara alrededor de ella.
Estaba en la misma tinta especial, roja y negra, que componía los tatuajes de los Reyes.
"Es impresionante", dijo y pasó la mano por ella.
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Eurwen lo miró por encima del hombro y sonrió. "Me gusta cómo se siente cuando lo tocas".
"Sé exactamente lo que quieres decir", dijo él con una sonrisa.
Ella se volvió hacia él y se apoyó en su pecho, sus largas pestañas rozando su piel mientras
él miraba el techo. Había tantas cosas que quería decir, pero no estaba seguro de cómo
empezar. Sus primeras palabras no habían sido buenas y no quería que eso se repitiera. Al
menos, no tan pronto. No era reacio a discutir. Era una parte natural de cualquier relación.
Pero estaban pasando muchas cosas al margen de él y de Eurwen.
De repente, ella se sentó, con los ojos muy abiertos. "Les dije a Con y a Rhi que podían venir
cuando quisieran. ¿Y si nos descubren?"
"No lo harán", le aseguró Vaughn antes de mirar sus gloriosos pechos.
Sus ojos plateados se estrecharon mientras fruncía el ceño. "¿Cómo puedes estar tan
seguro?"
"Porque Con sabe que estoy aquí".
"¿Lo sabe?", chilló ella.
Vaughn no estaba seguro de si estaba indignada, avergonzada o ambas cosas. En cualquier
caso, era obvio que había dicho algo incorrecto. "Tuve que convencer a Con para que me
permitiera venir con ellos en este primer viaje. Todos los Reyes querían venir".
"¿Sabías que era yo antes de atravesar la puerta?"
"No, muchacha. Lo esperaba, pero no estaba seguro".
Suspiró. "¿Mis padres lo saben... todo?"
"No tienen secretos entre ellos. Estoy seguro de que Rhi también lo sabe. Los dejé con Varek
y Jeyra. Con sabe que tú y yo tuvimos palabras antes. Le dije que quería otra oportunidad
para hablar contigo. No nos molestarán esta noche".
Eurwen se relajó visiblemente. "Eso es bueno. Supongo".
"¿No te gusta que lo sepan?"
"No estoy acostumbrada a que otros sepan mis asuntos".
Vaughn puso un brazo detrás de su cabeza y tocó a Eurwen con el otro. No podía soportar
no tocarla. "¿Y tu hermano?"
Su mirada se desvió y se quedó en silencio por un momento. Luego volvió a acurrucarse
junto a él, apoyando la mejilla en su pecho. Él la rodeó con su brazo y se limitó a abrazarla.
Vaughn, al igual que la mayoría de los Reyes Dragón, había estado tan absorto en sus
problemas en la Tierra con los mortales, los Fae y los Otros que no se había parado a pensar
en Eurwen y Brandr y en lo que podrían haber sufrido. Ninguno de ellos lo había hecho.
Vaughn se avergonzaba de decir que había creído que sus problemas en la Tierra eran
mucho mayores que los de los demás. Eso no sólo era miope, sino también erróneo. Ella le
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había contado un poco, pero sospechaba que sólo había glosado los hechos en lugar de
profundizar en ellos. No es que la culpara. Habían sido Eurwen y su hermano contra todos.
Lo más probable es que él hubiera actuado igual en su lugar.
Eurwen suspiró, su aliento fresco rozando su piel. "Hubo un tiempo en que podría haberte
dicho exactamente lo que pensaba. Hace tiempo que no es así".
"Ambos sois una mezcla de dos personas muy poderosas. Imagino que tenéis magia tanto
de los Dragones como de los Fae. Ya que habéis sido capaces de ganar el control de los
Dragones, es obvio que podéis hablar con ellos".
Asintió con la cabeza y trazó distraídamente ochos sobre su pecho y su estómago con el
dedo. "El vínculo mental. Sí, podemos hacerlo. Me viste pasar de dragona a humana".
"¿Y Brandr? ¿Puede él?"
"Oh, sí"
Vaughn besó su cabeza suavemente. "¿Alguno de vosotros puede hacer magia Fae, aparte
de crear portales?"
"¿Como teletransportarse? Sí. Sólo en distancias cortas".
"Maldita sea", murmuró con una sonrisa. "Parece que tenéis lo mejor de ambos". Cuando
ella guardó silencio, él dijo: "Los hermanos son difíciles. A veces, están cerca. A veces, no".
"He observado suficientes familias para saberlo. Pero los gemelos son diferentes", explicó.
"Hay una conexión que otros hermanos no tienen y nunca tendrán".
Fue entonces cuando Vaughn se dio cuenta. "Echas de menos esa conexión".
"No. Quizá. No lo sé. No entiende por qué quería a nuestros padres aquí".
"No está preparado".
Ella movió la cabeza para encontrar su mirada. "Me temo que nunca lo estará".
"¿Creará eso un problema?"
"Ya lo ha hecho".
Vaughn se giró sobre el codo para mirarla. "¿Cómo es eso?"
Ella apartó la mirada y negó con la cabeza.
Un abismo se formó en el estómago de Vaughn al darse cuenta de que ella estaba hablando
de contarle a Brandr su noche con él. "¿Qué dijo tu hermano, exactamente?"
"No importa", dijo Eurwen mientras se sentaba y se abrazaba las rodillas al pecho.
Vaughn no iba a aceptar esa respuesta cuando sabía que algo estaba pasando. Se sentó a
su lado. "Sí que importa. Estás herida".
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"Tenemos algo hermoso y especial aquí". Ella giró la cabeza y se encontró con su mirada.
"Algo que sé que los Reyes Dragón desean".
"Desean experimentar", corrigió él. "Este es su mundo. No venimos a quitárselo".
Ella levantó una ceja rubia, con expresión incrédula. "¿De verdad? ¿Quieres irte?"
Él dudó.
Ella entrecerró los ojos mientras miraba hacia delante. "Exactamente. Varek pidió quedarse.
Cualquier Rey que venga pedirá lo mismo".
"No vamos a desafiarte a ti o a Brandr".
"¿Quién dice que no desafiaremos a ninguno de vosotros?", preguntó ella en tono seco.
Vaughn parpadeó, asimilando sus palabras. No estaba seguro de qué pensar... o hacer.
Encontrarla debía ser la parte difícil. Se estaba dando cuenta de que estaba muy
equivocado.
"No tenemos ni idea de si la magia de este Reino es la misma que la vuestra. Cuando Erith
creó..."
"¿Qué?" preguntó Vaughn conmocionado, girando la cabeza hacia ella.
Eurwen arrugó la nariz mientras miraba hacia él. "Olvidé que no estabas allí cuando se lo
conté a Con y a Rhi. Erith creó este Reino para que los Dragones tuvieran un lugar donde
ir".
"Mierda", murmuró él, con la sorpresa y el asombro recorriéndole.
"Erith intentó imitar la Tierra para los Dragones, pero hay diferencias. Son sutiles.
Probablemente no las verías si no estuvieras mirando".
Vaughn se pasó una mano por la cara. "Sabemos muy poco de la magia de nuestro Reino,
aparte de que es poderosa. Sabemos por nuestra batalla con los Otros que la magia puede
ser drenada de un planeta, pero no tengo idea de donde viene. Aquí hay magia. La siento".
"Es de Erith", explicó Eurwen. "Por eso los clanes no tienen Reyes".
La miró, esperando a que sus ojos plateados se encontraran con los suyos antes de
preguntar: "¿Y te preocupa que eso pueda cambiar si los Reyes están aquí?".
"Es posible. No quiero que ningún Teal te desafíe por el derecho a ser Rey Dragón".
"Nunca estuvimos destinados a ser Reyes tanto tiempo. Sólo debíamos permanecer en el
poder hasta que llegara alguien más fuerte y la magia lo eligiera".
Eurwen se encogió de hombros. "No quiero desafiarte a ti, ni a mi padre, ni a nadie más".
Ah. Así que ese era su verdadero miedo.
Tanto para ella como para Brandr.
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Vaughn puso su mano sobre la de ella. "La mejor manera de asegurar que eso no ocurra es
que todos nos sentemos a hablar. Incluyendo a tu hermano".
"Eso nunca va a suceder".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 10
Había tantas cosas que pasaban dentro de Rhi que no estaba segura de qué camino era el
que estaba subiendo. Al menos, tenía a Con a su lado. La idea de pasar por todo esto sola
le provocaba náuseas. Lo habría hecho, porque cuando había que hacer algo, había que
hacerlo. Pero eso no significaba que le hubiera gustado.
"¿Qué pasa?" preguntó Con cuando sus ojos negros giraron hacia ella.
Ella sonrió y caminó hacia él, rodeándolo con sus brazos. "Te quiero".
"Te quiero", dijo él antes de darle un suave beso. "Ahora, ¿qué pasa?"
Ella no pudo contener la risa. "Me conoces muy bien".
"Deja de dar rodeos y escúpelo", dijo él con un guiño.
"Tengo un mal presentimiento".
Sus cejas se juntaron. "¿Qué quieres decir?"
"Nuestros hijos, los Dragones, los humanos, este Reino, los bebés que aparecen... Elige, mi
amor, pero algo no está bien".
Con exhaló un suspiro y le pasó las manos por la parte superior de los brazos. "Estás tan
acostumbrada a tener algo o alguien contra quien luchar que no sabes lo que es tener paz.
Además, si pasara algo, Varek ya lo habría sabido".
"¿Necesito recordarte que pasó la mayor parte de su tiempo en este Reino en una prisión?
Sin magia", afirmó.
Con hizo una pausa y asintió. "Es cierto. Pero después..."
"Sólo han pasado unos días. ¿Qué crees que podría haber visto Varek? No mucho. Además,
está ocupado con su nueva compañera. Por ejemplo, ¿dónde están ahora?"
"¿Es mucho pedir que las cosas vayan bien?" preguntó Con.
Rhi le miró, comprendiendo su preocupación y consternación. "Quiero que las cosas sean
sencillas y fáciles, pero ese no es nuestro mundo. Nunca lo será por el poder y la magia que
tienen los Reyes Dragón".
"No eres el único que siente que algo está mal", admitió él.
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Ella apretó los labios y le dirigió una mirada mordaz. "¿Ibas a guardarte eso para ti?"
“Esperaba cosas que no estarían allí. La fuerza de la costumbre".
"¿Qué me estás diciendo siempre?"
"Confía en tus instintos".
"Exactamente. ¿Qué estabas haciendo?", insistió ella, obligándole a admitir la verdad.
Sus fosas nasales se ensancharon mientras miraba hacia otro lado, irritado. "Entiendo lo
que quieres decir".
"Dilo".
Sus ojos negros miraron los de ella. "Estaba ignorando mi instinto".
"Y no podemos hacerlo".
"No, amor, no podemos", dijo con una sonrisa. "Ahora, cuéntame lo que has visto".
Ella miró alrededor de la arboleda, los árboles que les rodeaban y las montañas más allá.
"La ausencia de nuestro hijo suscita una gran preocupación. Si Eurwen abrió el portal en
contra de sus deseos..."
"Te preocupa que haya repercusiones", remató Con.
Rhi asintió. "Para empezar, sí. Eurwen no habría abierto el portal a menos que quisiera,
pero su actitud de hoy me dice que no está segura de haber tomado la decisión correcta.
Tenemos que ir con cuidado. Después de todo, este es su Reino".
"Soy muy consciente de eso. Los Dragones han estado rodeándonos todo el día, pero
ninguno se ha acercado. Los pocos con los que he intentado conversar no se han acercado.
Vaughn tuvo una breve conversación con algunos Tales, y no fue amistosa".
Rhi cogió la mano de Con y le llevó hasta el fuego mientras se sentaban en los troncos
cortados uno frente al otro. "Este Reino puede parecerse al nuestro, pero no es igual".
"La magia tampoco lo es. Ni siquiera se parece. Se siente más como..." Hizo una pausa como
si buscara la palabra adecuada.
"¿Erith?" Rhi ofreció. "Ella lo creó".
Con asintió. "Exactamente. Por eso ninguno de los Dragones ha desafiado a nuestros hijos.
Por eso no hay Reyes ni Reinas".
"¿Cambiará eso con nuestra llegada? ¿Ha cambiado con la llegada de Varek? ¿Había una
razón mayor para que nuestros hijos no nos quisieran aquí, aparte de su ira por algo sobre
lo que ninguno de nosotros tenía control?"
El asombro se apoderó de la cara de Con. "Maldita sea. ¿Tú crees?"
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"No descarto nada. Entiendo que los gemelos estén molestos por no haber estado en sus
vidas, pero ¿por qué desquitarse con nosotros? Ninguno de nosotros sabía de su existencia
hasta hace poco".
"¿Por qué no enfadarse con Erith por habernos puesto a todos en esta situación?" preguntó
Con.
Rhi negó con la cabeza mientras miraba el fuego. "No quiero preguntar eso. Pero sí. Todo
parece perfecto y hermoso, pero tú y yo sabemos por experiencia que las cosas rara vez son
como parecen"
"Seguramente, Eurwen nos lo habría dicho".
"¿Y si no lo sabe? ¿Y si ninguno de nuestros hijos lo sabe?"
Con le soltó la mano y se puso rápidamente de pie mientras él se paseaba. Rhi vio cómo la
inquietud y la sospecha empezaban a llenar a su compañero. Era raro que Con dejara
traslucir algún tipo de emoción si había alguien más que ella cerca, pero a él no parecía
importarle ahora.
"Puede que me esté pasando", dijo encogiéndose de hombros. "Tal vez tengas razón. Tal vez
estoy viendo cosas que no existen".
Él negó con la cabeza y se detuvo a mirarla. "Mis pensamientos no iban por ese camino,
pero eso no quiere decir que estés equivocada. He estado preocupado desde que Jeyra y
Varek nos hablaron de los niños. No parece haber un sentido o razón para su llegada, ni
por qué algunos viven una vida normal de un mortal, y otros, como Jeyra, viven varios
cientos de años".
"Tenemos que llevar a Jeyra a Dreagan para que Sophie pueda examinarla. Tal vez hacer
algunos análisis de sangre. No siento ninguna magia dentro de ella, pero eso no significa
que no esté ahí".
"Yo tampoco siento la magia, pero podría ser un nuevo tipo que los Dragones no pueden
detectar".
Rhi vio que su ceño se arrugaba más. "Hay algo más".
"En todos estos milenios, ninguno de los Reyes ha podido tener hijos".
"Nosotros sí", dijo Rhi con una sonrisa.
Él no la devolvió. "¿Habrías llevado a nuestros hijos a término?"
"Sí".
"Eso no puedes saberlo con certeza, amor".
Rhi odiaba que se pusiera a la defensiva. "No soy la primera Fae que se queda embarazada
de un niño de un Rey Dragón. Tengo que recordarte a Melisse".
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"Entre ella y ahora, no ha habido ninguno. Sí, Eurwen y Brandr están vivos. ¿Quién puede
decir que si todos hubiéramos tomado decisiones diferentes en aquel entonces, no habrías
perdido a los niños?
"O que los hubiéramos tenido", intervino ella.
Un músculo se tensó en la mandíbula de Con. "En la Tierra, Claire y V enloquecen
diariamente esperando a ver qué pasa con el bebé que lleva dentro".
A Rhi se le ocurrió de repente una idea. "Traer a Claire aquí".
"¿Qué?" preguntó Con, visiblemente sorprendido.
"Los Dragones de aquí no tienen problemas para tener hijos".
"Claire no es un Dragón. Y los Dragones tampoco tenían problemas en la Tierra".
Rhi le lanzó una mirada sombría. "Sé que Claire no es un Dragón, pero lleva el hijo de uno.
Si añadimos el hecho de que Usaeil utilizó la magia para asegurarse de que Claire quedara
embarazada, creo que debería venir aquí. De todos modos, está embarazada".
"¿Por qué aquí?" Con presionó.
"Porque puede haber algo en nuestro Reino que impida a los humanos tener un hijo con un
Dragón", dijo Rhi, a punto de gritar.
Con la miró durante varios minutos antes de que su rostro palideciera. "Mierda".
"Siempre hubo un cincuenta por ciento de posibilidades de que el niño no sobreviviera",
continuó Rhi. "Claire es humana, y no estoy segura de lo que le hará a ella o al bebé
atravesar un portal Fae. Puede que todo salga como está previsto en la Tierra, permitiendo
que su hijo sobreviva".
"O podría nacer muerto, como todos los demás", replicó Con.
Rhi se encogió de hombros. "Yo digo que dejemos que V y Claire tomen la decisión".
"Eso es traer otro Rey y su pareja a Zora. Si crees que las cosas son precarias ahora, no
puedo imaginar que vayan a mejorar".
"Enviaremos a Varek y a Jeyra a Dreagan como hemos hablado. Claire y V vendrán en su
lugar".
Con se acercó a ella y la atrajo a sus brazos. "Se lo diremos a Eurwen por la mañana. Con
suerte, ella estará de acuerdo".
"O podríamos irnos ahora".
"Eso podría no ser una buena idea".
Ella se inclinó hacia atrás para mirarlo. "Esto no tiene nada que ver con la marcha de
Vaughn y con el hecho de que ni él ni Eurwen pudieran quitarse los ojos de encima,
¿verdad?"
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"No se te escapa nada", dijo Con con una sonrisa.

Rhi le golpeó juguetonamente en el brazo. "Sabes que odio que me dejen fuera de las cosas".
"Amor, te lo iba a contar todo".
"¿El mes que viene?", preguntó ella poniendo los ojos en blanco mientras intentaba darse
la vuelta.
Con se rió y la arrastró hacia él. "Ven aquí", dijo con voz ronca antes de que su boca
descendiera sobre la de ella.
Rhi no pudo resistirse a él. Le rodeó con los brazos y se hundió en el beso. "Nunca me
cansaré de tus besos", dijo cuando terminó.
"Más vale que no", dijo él mientras frotaba su nariz contra la de ella.
Ella sonrió, su corazón se llenó de felicidad. "Sé que este día no ha salido como ninguno de
los dos quería, pero hemos podido ver a uno de nuestros hijos. Estamos en su Reino,
echando un vistazo a cómo viven. Es suficiente. Por ahora".
"Eres una mujer especial, mi amor".
"Lo sé", bromeó ella. La sonrisa cayó cuando miró a los ojos de Con. "Vamos a tener que ir
despacio con los gemelos. Y por lento, quiero decir a su ritmo. Va en contra de todo lo que
quiero hacer, pero creo que es la única manera".
Con la atrajo contra él y la abrazó con fuerza. "Estoy de acuerdo. Esperábamos lo mejor,
pero no obtuvimos lo peor. Fue algo intermedio. Creo que podemos llamarlo una victoria".
"Sí, podemos", dijo ella, parpadeando las lágrimas. Entonces fue demasiado, y no pudo
evitar que sus hombros temblaran mientras lloraba.
Con le besó la cabeza. "Todo irá bien, cariño. Te lo prometo".
"Nunca pude sostenerlos. Alimentarlos", dijo Rhi entre sollozos. "Nunca pude ver sus
primeros pasos ni escuchar sus primeras palabras. Nos perdimos todo".
"Pero ellos están vivos. Tú estás viva", dijo Con. "Prefiero teneros a todos vosotros".
Ella enterró la cara en su camisa y aspiró por la nariz. Tenía razón, como siempre. Erith
podría haber dejado morir a los gemelos aquel día. En lugar de eso, había salvado a los
niños y a Rhi. Aun así, Rhi no podía simplemente ignorar todas las cosas que hubiera
deseado experimentar como madre.
"¿Quién dice que no podemos tener más hijos?" Con le susurró al oído.
Rhi levantó lentamente la cabeza. "¿Qué?"
Una lenta sonrisa tiró de los labios de Con. "Yo también quiero experimentar todas esas
cosas como padre".
"No sé por qué no lo había considerado antes".
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Le acomodó un largo y negro mechón de pelo detrás de la oreja. "Ambos merecemos saber
lo que es ser padres".
"¿Y si...?"
Le puso una mano sobre la boca para silenciarla. "Siempre hay cosas que considerar. No
estoy diciendo que debamos empezar ahora. Te estoy diciendo que estoy abierto a lo que
quieras".
"Es difícil responder a eso porque tengo lo que siempre he querido: a tí".
"Nunca me perdiste. Sé que lo parecía, pero siempre fui tuya".
Rhi se limpió las manchas de lágrimas en la cara. "Ambos cometimos muchos errores".
"El pasado es el pasado. No nos hace ningún bien a ninguno de los dos seguir mirando
hacia atrás. Tú me perdonaste".
"Y tú me perdonaste"
"Con suerte, nuestros hijos también nos perdonarán con el tiempo. Hasta entonces,
seguiremos demostrándoles que no nos rendiremos".
Rhi sonrió y se inclinó hacia delante para besarle. "¿Cuánto tiempo crees que se nos
permitirá permanecer aquí?"
"No mucho".
Ella vio que su mirada se elevaba a los cielos. "¿Dragones?"
"Dorados".
"¿Quieres volar con ellos?"
"Con cada fibra de mi ser".
Ella se apartó de sus brazos. "Entonces vete".
"No me hablarán", dijo con una sonrisa triste. "Volar con ellos está descartado. Basta con
que me permitan verlos".
Rhi se puso a su lado, con los brazos entrelazados, mientras miraba hacia arriba y buscaba
a los Dragones en el cielo oscuro. Debían de estar muy arriba porque no los veía. "Hay otro
asunto que debemos tratar".
"Los Silvers en Dreagan", dijo Con como si hubiera leído su mente. La miró y le guiñó un
ojo. "Deben estar aquí con los demás. Voy a abordar el tema con Eurwen por la mañana.
Cuando tenga su aprobación, iré a ver a Ulrik".
"Seguramente, Ulrik dirá que sí".
Con se encogió de hombros. "¿Y si no se permite a ningún otro Rey pasar por la puerta? ¿Y
si ninguno llega a ver a los Dragones? Los Silvers son nuestro vínculo con el pasado. A Ulrik
podría costarle dejarlos ir".
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"Tanto si conseguimos volver a Zora como si no, liberar a los Silvers será difícil. Sin
embargo, es lo correcto. Dreagan debía ser un lugar de felicidad y esperanza, no una prisión.
Para nadie".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 11
Despertar junto a Vaughn fue increíble. Eurwen no quería abrir los ojos. Le encantaba cómo
la había abrazado toda la noche. Tanto cuando ella estaba sobre su pecho, como cuando él
estaba acurrucado alrededor de ella, o ella a él, nunca habían dejado de tocarse.
Cuando finalmente levantó los párpados, fue para ver a Vaughn despierto y sonriéndole.
"¿Qué?", preguntó ella.
"Tienes un ronquido muy bonito".
Ella se quedó boquiabierta y se tapó la boca con la mano. "No lo tengo".
Él asintió con la cabeza, y su sonrisa creció. "Sí lo tienes. Es adorable".
"¿Cuánto tiempo has estado despierto?"
"Toda la noche. No quería que te fueras otra vez".
Ella frunció el ceño. "No lo haría".
"No iba a arriesgarme". Él se inclinó hacia delante y puso sus labios sobre los de ella para
darle un beso prolongado. "Además, tuve que escuchar a los dragones toda la noche. Fue..."
Se interrumpió como si decir las palabras fuera demasiado. Ella le lanzó una sonrisa. "No
puedo ni imaginarlo".
"Espero que nunca tengas que averiguarlo". Exhaló un suspiro. "Supongo que debemos
levantarnos".
Ella le impidió levantarse de la cama. "¿No podemos quedarnos aquí todo el día?"
"Nada me gustaría más, pero tengo la sensación de que pronto tendremos invitados".
¡Sus padres! Eurwen no podía creer que se hubiera olvidado de ellos. "Claro".
"No frunzas el ceño", le dijo Vaughn. "Tenemos mucho tiempo para pasar juntos".
Lo vio levantarse de la cama y empezar a vestirse. Eurwen quería pasar tiempo con Vaughn.
El problema era Brandr.
"Estás frunciendo el ceño".
Su mirada se dirigió al rostro de Vaughn. "¿Qué?"
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"Estás frunciendo el ceño. Lo que sea que estés pensando no es bueno".

Ella se encogió de hombros y se sentó antes de dejar caer lentamente sus piernas sobre el
lado de la cama y ponerse de pie.
"Sé que Con y Rhi quieren hablar contigo un poco más, y deberías hablar con ellos", dijo
Vaughn. "Pero, después, me gustaría volver a verte. Creo que deberíamos hablar más".
Eurwen asintió ya que no sabía qué más hacer. Habían tenido toda la noche para hablar,
pero él había querido abrazarla. Y a ella le había parecido bien. Se mostró un poco recelosa
ante la posibilidad de que él le pidiera quedarse en Zora. Eso simplemente no podía suceder.
Nunca. Al igual que Varek no podía quedarse.
Pero también existía la posibilidad de que Vaughn le pidiera volver a la Tierra con él. A ella
le gustaba estar con él, pero no dejaría su hogar por...
Dilo.
Ni siquiera podía pensar en la palabra. Vaughn era especial. Él había capturado su atención
aquella noche y la había mantenido durante años. Eso no significaba que estuvieran
destinados el uno al otro. No significaba nada.
¿O si?
Eurwen necesitaba tiempo para pensar. Por desgracia, no lo iba a tener. Entró en el baño
y, con un pensamiento, se limpió el cuerpo y el pelo. Eligió una falda de color rubor que
colgaba con holgura y apenas rozaba el suelo. El top a juego le caía por un hombro y le
abrazaba la cintura. Eurwen completó el conjunto con un par de sandalias doradas. Volvió
a acercarse a Vaughn y lo encontró mirándola fijamente, irradiando anhelo.
"Maldita sea, muchacha. Ese tejido es transparente", dijo él en voz baja, áspero por el deseo.
Ella se acercó a él y se puso de puntillas para besarle. "¿Lo es?"
"Sabes que lo es", dijo él con una sonrisa mientras la rodeaba con sus brazos.
Justo cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, oyeron voces que se acercaban.
Eurwen no estaba preparada para que su interludio terminara, pero ninguno de los dos
tenía elección.
"Todo va a salir bien", le aseguró Vaughn.
Ella le miró a los ojos azul persa. "Ojalá pudiera ser tan optimista".
Sonó un golpe en la puerta. Eurwen se apartó de los brazos de Vaughn, pero antes de que
pudiera darse la vuelta, él la detuvo y la besó una vez más.
"Confía en mí", le suplicó.
Esa era la cuestión. Eurwen no creía poder hacerlo. En lugar de responderle, se dirigió a la
puerta y la abrió para ver a sus padres. Los dos individuos más grandes que la vida cogidos
de la mano. Rhi sonreía mientras Con inclinaba la cabeza hacia ella en señal de saludo.
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"Espero que no sea demasiado pronto", dijo Con.

Detrás de ella, Vaughn respondió: "Lo es".
Eurwen no le miró. Se hizo a un lado y dijo: "Por favor, pasad".
Rhi entró, seguida de Con. Eurwen miró entonces a Vaughn. Empezó a dirigirse hacia la
puerta cuando Con dijo su nombre.
"Antes de que te vayas, hay algo que me gustaría que tanto tú como Eurwen sepáis", dijo
Con.
El corazón de Eurwen se agitó en su pecho. Rezó para que no se tratara de algo relacionado
con que Vaughn pasara la noche con ella. Apenas podía pensar en ello. Lo último que quería
era discutirlo con las dos personas que tenía delante. O con Vaughn.
En cambio, los ojos negros de Con se deslizaron hacia Eurwen. "Tu madre y yo tenemos
una petición".
"¿Qué es eso?", preguntó ella.
"Pedimos una especie de intercambio".
Eurwen se mostró inmediatamente recelosa. "Explícate".
Rhi puso su mano en el brazo de Con y luego le dijo a Eurwen: "Estoy segura de que conoces
a V y a su compañera, Claire".
"La embarazada", dijo Eurwen con un movimiento de cabeza.
"Su bebé está a punto de nacer y estamos preocupados".
Eurwen miró entre sus padres. "¿Quieres traer a Claire aquí? ¿Por qué?"
"Queremos dar a Claire y V todas las oportunidades para que su bebé nazca vivo", dijo Con.
"Puede que no signifique mucho para ti, pero como tú y tu hermano sois los últimos
dragones..."
"Medio Dragones", le corrigió Eurwen.
"... nacidos, hay que preocuparse".
Vaughn dijo: "Ninguno de nosotros ha tenido hijos desde que los Dragones abandonaron
nuestro reino".
Eurwen tenía en la punta de la lengua decir que eso era culpa de ellos, pero se las arregló
para guardarse el comentario. "¿El intercambio sería cuál, exactamente?"
"Me gustaría que Varek llevara a Jeyra a Dreagan y que la examinara una de las compañeras
que es médico humano. Que le haga pruebas de sangre y cosas por el estilo para ver si
podemos determinar por qué envejece de forma diferente a los demás en este Reino", explicó
Con.
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Rhi se encogió de hombros. "Y tal vez tratar de descifrar dónde y por qué los bebés son
traídos a Zora".
Parecía un trato justo, aunque Eurwen no estaba segura de que Brandr estuviera de
acuerdo. Pero él no estaba aquí. Lo estaba ella. Sin embargo, si ella continuaba en esa línea,
era un terreno resbaladizo. Si la situación se invertía y Brandr tomaba una decisión con la
que ella no estaba de acuerdo, no se quedaría de brazos cruzados. Siempre habían
gobernado juntos a Zora. ¿Por qué sentía que eso estaba a punto de cambiar?
"¿Eurwen?" Vaughn presionó.
Ella miró hacia él, mientras intentaba decidir si le haría saber a Brandr lo que estaba
pasando o no. Eurwen sabía que Brandr se negaría a que más Reyes vinieran a Zora por
cualquier motivo. Y aunque entendía su versión de las cosas, también empatizaba con
Claire y V.
"De acuerdo", aceptó finalmente.
Con sonrió. "Gracias. La decisión final corresponde a Claire y V".
"Como debe ser. ¿Vais a volver a la Tierra para decírselo?"
"Esperábamos quedarnos a hablar con vosotros", dijo Rhi.
Con miró a su compañera. "Varek puede decírselo".
"A menos que quieras ir", dijo Vaughn.
La cabeza de Eurwen se dirigió a él. "¿Qué?"
"Nunca has estado en Dreagan. Esta podría ser tu oportunidad de ver ese lado de las cosas.
Podría acompañarte".
La idea de pisar la tierra de Dreagan, de sentir la magia bajo sus pies, era demasiado
tentadora. La indecisión debió mostrarse en su rostro porque Vaughn le dedicó una suave
sonrisa.
"Dejaré que hables con Rhi y Con primero. Luego podrás tomar tu decisión", dijo Vaughn
antes de salir y cerrar la puerta tras él.
Eurwen se quedó mirando, sin saber qué pensar de que alguien entrara en su vida y tomara
decisiones por ella. Sin embargo, Vaughn no estaba tomando las grandes decisiones. Sólo
la guiaba para que pudiera llegar a conclusiones.
Brandr sin duda llamaría a Vaughn manipulador.
¿Lo era? ¿O estaba buscando algo que no existía? No le gustaba lo desequilibrada que se
sentía. Todo se inclinaba hacia un lado y luego hacia el otro. No se sentía como si tuviera
algo que decir en todo esto. Lo cual era ridículo, porque ella había sido la que había
empezado todo al abrir el Portal.
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Eurwen finalmente recordó que no estaba sola. Se volvió hacia sus padres y los encontró
observándola. En un intento de evitar cualquier pregunta, se alisó la frente y les indicó los
mismos asientos que habían ocupado el día anterior.
"Quiero disculparme por lo de ayer", comenzó.
Con negó con la cabeza mientras se sentaba junto a Rhi. "Dijiste lo que pensabas, como es
debido".
"No era como quería que fuera nuestra primera conversación".
Rhi sonrió y puso una mano en la pierna de Con. "Creo que todos nos sentimos así.
Queríamos que supieras que entendemos tu preocupación y la de Brandr".
"Sólo os pedimos que nos deis a Rhi y a mí la oportunidad de conoceros a los dos", añadió
Con.
Eurwen cruzó una pierna sobre la otra. "No puedo prometer nada por Brandr. Si yo no
hubiera querido conoceros a los dos, no habría creado el portal".
"¿Pero?" presionó Rhi.
Eurwen se encogió de hombros y cruzó las manos en su regazo. "Ha creado una brecha
entre mi gemelo y yo".
"Los hermanos se pelean", dijo Con.
Rhi asintió. "Todos ellos".
"Esto es diferente", les dijo Eurwen. "No puedo precisar qué es exactamente, pero lo siento.
Brandr y yo hemos discutido antes. No son palabras duras las que hemos intercambiado.
En cambio, siento como si él..." Ella hizo una pausa, tratando de encontrar la palabra
correcta. "Frío. Indiferente, casi".
La mirada de Con era intensa cuando la dirigió a ella. "¿Se trata de que estemos aquí? ¿O
se trata de Vaughn?"
Eurwen bajó la mirada a su regazo. Ya no quería hablar de Vaughn. Respiró profundamente
y levantó los ojos hacia sus padres. "No le conté a Brandr mi encuentro con Vaughn hasta
ayer".
"Debe estar herido", dijo Rhi.
"Puede ser". Eurwen se encogió de hombros. "No puedo decir si es porque estáis vosotros
dos o si es Vaughn".
Con se rascó la frente. "O una combinación".
"¿Es por eso que dudas en ir con Vaughn a Dreagan?" preguntó Rhi.
A Eurwen no le gustaba que la pusieran en un aprieto, pero quizá era mejor que
respondiera. "He visto Dreagan de lejos. Me gustaría recorrerlo".
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"¿Pero?" Preguntó Con, con una ceja rubia fruncida.

"No lo sé".
Rhi captó la mirada de Con y levantó la barbilla hacia la puerta. Después de un momento
de fruncir el ceño, su ceño se suavizó, y se puso en pie. "Discúlpame un momento".
Eurwen le observó marcharse antes de que sus ojos se dirigieran a Rhi.
"Pensé que podríamos tener un momento a solas", dijo su madre.
"¿Sobre qué?"
"Vaughn".
Eurwen sintió que su ansiedad aumentaba. "No tengo nada que decir".
"No me has pedido consejo, y mi madre siempre me decía que nunca lo diera a menos que
alguien lo pidiera, pero voy a hacer una excepción". Rhi se inclinó hacia delante en su
asiento y sonrió. "Lo maravilloso de ti y de Brandr es que no os habéis criado con los Fae
ni con los Reyes Dragón. No tenéis ninguno de nuestros problemas o nociones
preconcebidas. Aunque formáis parte de ambos mundos, eso puede dificultaros algunas
cosas".
Eurwen se encontró deseando saber de qué estaba hablando Rhi. "¿Cómo?"
"Sabes, por estar cerca de los Dragones, que ellos se aparean de por vida. Ellos saben, aquí",
dijo y señaló su corazón, "cuando han encontrado a su elegido. Yo no soy un Dragón, y los
Fae no se aparean de por vida, pero lo sentí. Supe en el instante en que vi a Con por primera
vez que él iba a cambiar mi vida".
"Casi te destroza".
"Y yo casi le destruyo a él. Todo el mundo tiene un camino que debe recorrer. A veces, dos
personas caminan juntas durante un tiempo y tienen que tomar caminos diferentes para
convertirse en las personas que estaban destinadas a ser para poder volver el uno al otro"
Eurwen miró boquiabierta a su madre. "¿De verdad crees eso?"
"Si no fuera así, no estaría con Con. Puedo mirar atrás y ver lo mucho que he cambiado
desde aquel horrible día en que no sólo le perdí a él, sino también a ti y a tu hermano. La
diferencia es que yo no sabía nada de mis hijos. Aunque, quizás inconscientemente, lo hice.
Lloré profundamente por Con, por nuestro amor y por el futuro que creía haber planeado.
También creo que os lloré a ti y a tu hermano".
Eurwen levantó un hombro en un encogimiento de hombros poco entusiasta. "Vaughn y yo
hemos pasado dos noches. Eso es todo".
"Te ha buscado. Nunca ha dejado de buscar".
"Crees que piensa que soy su pareja".
Rhi se rió y se sentó de nuevo contra los cojines. "Es obvio. ¿No crees?"
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"Si creyera que es mi pareja, ¿no habría vuelto con él hace muchos años?".
La sonrisa se borró del rostro de su madre. "Como alguien que luchó contra lo que sabía en
mi corazón en muchas ocasiones, diré que a veces sólo vemos las cosas que queremos ver.
Tienes muchas responsabilidades aquí. Aparte de eso, le guardaste un gran secreto a
Brandr, y sospecho que eso te ha pesado mucho todo este tiempo. Sólo esas dos cosas
podrían ser suficientes para mantener a alguien aquí en lugar de ir tras lo que realmente
quiere".
Eurwen no pudo discutir las palabras de su madre.
"¿Qué daño haría ir con Vaughn, Varek y Jeyra a ver a Dreagan?" preguntó Rhi. "Podrías
conocer a otros Reyes Dragón y a sus compañeras. Sé que tendrán muchas preguntas para
ti. Que las respondas o no es otra cosa".
Cuanto más pensaba Eurwen en ello, más deseaba ir. "Tienes razón. Nada me impide ir".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 12
Había una docena de razones diferentes por las que Vaughn pensaba que Eurwen debía
venir con él a Dreagan.
Y una docena de razones por las que no debería hacerlo.
Quería caminar, volar, rugir, hacer algo. En lugar de eso, se quedó tranquilamente en el
mismo lugar en el que ella había estado cuando él, Rhi y Con habían salido de la puerta el
día anterior.
"A mí no me engañas", dijo Con al acercarse a su lado.
Vaughn le miró y sonrió. "¿Oh?"
"Cuanto más quieto estás, más desgarrado estás por dentro".
"¿Cuándo aprendiste mi secreto?" preguntó Vaughn con el ceño fruncido.
Con se rió y juntó las manos a la espalda. "Hace mucho, mucho tiempo, hermano. Es lo
que te hace tan formidable como abogado".
"¿Qué estás haciendo aquí?"
"Rhi quería hablar con Eurwen".
Vaughn arrugó la nariz. "¿Eso es bueno?"
"Nunca puedo adivinar estas cosas. Rhi vio algo, y obviamente creyó que sería mejor que
estuviera a solas con Eurwen. ¿Fue bien lo de anoche?"
"Eso pensé. Ahora me pregunto si me equivoqué".
La mirada de Con se fijó en un trío de Violetas que volaban en la distancia y las siguió. "Hay
muchas explicaciones para que Eurwen se niegue a ir a Dreagan. La principal, sospecho,
es Brandr".
"Varek habla muy bien de él".
"Me gustaría conocer a mi hijo, pero no estoy seguro de que eso ocurra en este viaje".
Vaughn giró la cabeza hacia Con y esperó hasta que el Rey de Reyes se encontró con su
mirada. "¿Lo forzarás?"
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"Sería beneficioso para todos si no lo hiciera. Aplastará a Rhi, pero el hecho de poder pasar
aunque sea un poco de tiempo con Eurwen lo compensará un poco".
"Quizá tú y Rhi deberíais llevar a Eurwen a Dreagan", ofreció Vaughn.
Con negó con la cabeza. "Vamos a permanecer en Zora. Quiero que Brandr y los Dragones
sepan que no venimos a tomar el control".
"No me parece bien dejarte sin refuerzos", dijo Vaughn mientras se enfrentaba a Con.
"¿Crees que mi hijo podría desafiarme?"
Las cejas de Vaughn se alzaron. "Podría hacerlo".
"Si lo hace, lo hace".
"¿Quieres someter a Rhi a presenciar una pelea entre su hijo y su marido? ¿Sabiendo que
uno perderá? ¿Y si eres tú? Entonces ella muere. ¿Y si matas a Brandr? ¿Qué haría eso con
vuestra relación?"
Los ojos de Con bajaron al suelo mientras permanecía en silencio durante un tiempo. "Sé
que mis palabras hacen parecer que no he considerado nada de esto. Lo he hecho. Rhi y yo
hemos hablado de ello varias veces".
"Hablar de ello y estar aquí son dos cosas diferentes".
Finalmente, Con le miró. "No estoy seguro de que Rhi lo haya asimilado todavía. Pero me di
cuenta de las cosas cuando los Golds no me respondieron".
"Podrías haberlo hecho".
Con sonrió con tristeza. "¿Podría haberlo hecho? No estoy tan seguro. Puede que seamos
Reyes Dragón en la Tierra, pero ¿qué somos en otros Reinos? ¿Qué somos aquí?"
"Somos Reyes Dragón".
Negó con la cabeza. "Somos Dragones que podemos transformarnos. Nada más. Nada
menos".
"Tú y yo sabemos que los Reyes podríamos recuperar el control de los clanes si
quisiéramos".
"¿Es eso lo que quieres?"
Vaughn dudó, inseguro de su respuesta.
"Exactamente", respondió Con. "Queremos volver a la normalidad, pero después de ver a
los Dragones, es difícil pensar en forzarlos a una vida que ya no conocen. El mundo que
conocimos y amamos, por el que luchamos, ha desaparecido. Los Dragones que conocimos
y amamos, los que alejamos para salvarles, se han ido. Tienen un lugar hermoso y protegido
aquí. No se lo quitaré. Ni permitiré que nadie se lo quite".
Vaughn asintió con la cabeza. "¿Qué razón tenemos para quedarnos en la Tierra?"
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"Es nuestro hogar. Ningún ser tiene más magia que nosotros allí. Somos los protectores del
Reino. Tal vez ese era nuestro destino desde el principio".
"Algunos Reyes querrán vivir aquí".
Los labios de Con se estrecharon. "Mis hijos no lo aceptarán. Los Dragones no lo aceptarán.
Hay que establecer algo para que los Reyes y sus parejas puedan venir por períodos cortos
de tiempo, sin interferir nunca en el modo en que Eurwen y Brandr reinan aquí".
"Parece lógico y justo. Espero que los gemelos piensen lo mismo".
"No lo harán", dijo Con en voz baja.
Vaughn vio movimiento por el rabillo del ojo. Cuando giró la cabeza, vio la falda rosa de
Eurwen ondeando en la brisa. Al otro lado de la distancia, sus miradas se encontraron. Su
corazón comenzó a latir con fuerza cuando ella comenzó a acercarse a él.
Por favor, suplicó interiormente.
No sabía por qué era tan importante que le mostrara Dreagan, pero lo era. Ella había estado
en la Tierra muchas veces, pero esto sería diferente... si decidía ir. Vaughn sabía que estaba
preocupada por la reacción de Brandr al estar con un Rey Dragón. Personalmente, él
pensaba que Brandr podía meterse en el medio.
Vaughn consiguió permanecer donde estaba hasta que Eurwen llegó hasta él. Ella miró
brevemente a Con antes de volver a mirar a Vaughn. La luz del sol sobre su pelo hacía que
pareciera oro hilado. Su belleza era impresionante, y su sonrisa hizo que se le trabara la
lengua.
"Hola", dijo él.
Ella sonrió, haciendo que su corazón saltara en su pecho. "Me gustaría aceptar tu oferta de
ir a Dreagan".
Vaughn no podía recordar la última vez que se había sentido tan feliz. "¿Cuándo quieres
irte?"
Eurwen miró a un lado, recordándole que Con y Rhi estaban allí. Aunque no recordaba
cuándo había llegado Rhi.
"Planeamos quedarnos", le dijo Con a Eurwen. "Si eso no causa ningún problema".
Ella negó con la cabeza. "Usad mi cabaña. Brandr sabe que los dos estáis aquí. Con suerte,
vendrá a veros". Un ceño fruncido le hizo fruncir la ceja mientras deslizaba su mirada hacia
Vaughn. "¿Cuánto tiempo estaremos fuera?"
"Tanto tiempo como quieras", respondió él.
Con sonrió. "Se lo acabo de decir a Varek. Él y Jeyra llegarán en breve".
Eurwen se lamió los labios mientras dudaba, mirando entre Con y Rhi. "Por favor, no hagáis
nada mientras no estoy".
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"Me aseguraré de que no lo haga", dijo Rhi mientras rodeaba a Con con su brazo.
Cuando Vaughn levantó la vista, vio a Varek, con sus escamas de liquen brillando bajo el
sol, y a Jeyra sobre su espalda. Después de que Varek aterrizara y se transformara, él y
Jeyra caminaron hacia ellos.
Eurwen inclinó la cabeza ante ambos. "Soy Eurwen".
"Esperaba poder conocerte", dijo Jeyra.
Varek sonrió a su compañera antes de volverse hacia Eurwen. "He oído hablar mucho de ti.
¿Vienes?"
Eurwen se encontró con la mirada de Vaughn. "Sí, voy".
La sonrisa de Varek se amplió. "Me alegro de oírlo".
"¿Listos?" Preguntó Vaughn a todos.
Jeyra estaba pálida y un poco verde. "Estoy nerviosa".
Varek se rió. "Has capturado a un Rey Dragón, te has preparado para luchar conmigo hasta
la muerte, ¿y estás nerviosa por ir a otro Reino?".
"Sí".
"Estarás bien", dijo Eurwen con un guiño. "Lo prometo".
Jeyra tragó visiblemente y enlazó su mano con la de Varek.
"Seguidnos", les dijo Eurwen mientras empezaba a bajar la colina.
Vaughn se quedó a su lado. Quiso agarrarle la mano, pero se contuvo. Entonces, de repente,
ella cogió la suya y se encontró con su mirada mientras pasaban por la puerta. En un abrir
y cerrar de ojos, Vaughn se encontró de nuevo en el Dragonwood de Dreagan.
No podía decir por qué, pero le parecía de vital importancia que Eurwen estuviera aquí con
él. La acercó y bajó la mirada a sus labios. No tenía ni idea de lo tentadora que era. Quería
besarla en ese momento, quitarle la ropa y hacerle el amor en el bosque.
"No", dijo ella con una sonrisa.
Él parpadeó. "¿Qué?"
"Tus sentimientos están en tus ojos", susurró ella.
Eso le hizo sonreír. "¿De verdad?"
"Sí. Deja de sonreír".
"No estoy seguro de que sean mis sentimientos los que están en mis ojos. Creo que estás
sintiendo lo mismo que yo".
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Miró a Varek y Jeyra, que estaban a un lado, hablando. "Tal vez. ¿Podemos volver aquí? ¿A
solas? Por la noche".
"Por supuesto", dijo él, justo antes de bajar la cabeza y apretar sus labios contra los de ella.
Por un momento, ella se hundió contra él. Luego se apartó.
"Tienes que saber lo que siento por ti", dijo él.
Ella negó con la cabeza. "No quiero hablar de eso ahora".
Vaughn se sintió decepcionado, pero no insistió. Ahora no. Más tarde, tendría la
conversación. Pero ella tenía razón. No estaban solos. Ahora no era el momento de hablar
de sus sentimientos o del hecho de que sabía que ella era su compañera. Como mitad
Dragón, supuso que ella sentía lo mismo. Dada la forma en que le besaba y le hacía el amor,
ella sentía algo.
Varek y Jeyra se reían cuando empezaron a ir hacia la mansión. Vaughn dejó que la pareja
se adelantara antes de preguntar a Eurwen: "¿Lista?".
"Sí", dijo ella sin aliento.
Atravesaron el bosque. Oyó a Jeyra jadear cuando salieron de los árboles. Vaughn ocultó
su sonrisa cuando los pasos de Eurwen se aceleraron. Su mirada buscaba, con la cabeza
inclinada hacia un lado mientras intentaba vislumbrar lo que fuera del bosque. Entonces,
por fin, lo despejaron.
Vaughn se detuvo, observando a Eurwen mientras sus ojos se movían por las montañas en
la distancia hasta las colinas onduladas salpicadas de ovejas y ganado. Supo el momento
en que su mirada se posó en la mansión porque sus labios se separaron con sorpresa.
"Lo he visto en fotos", dijo ella. "Pero esto es diferente".
Le apretó la mano. "Espera a ver el interior".
"La magia aquí es..."
Se rió. "Lo sé. Puede ser un poco abrumadora".
"La he sentido cada vez que he venido a este Reino, pero aquí, en Dreagan, es como si
estuviera en medio de ella", dijo ella mientras lo miraba.
"Porque lo estás".
"¿Cómo se va?", preguntó ella con asombro.
Él se encogió de hombros. "No es fácil. Creo que es saber que podemos volver lo que nos
permite la capacidad de irnos".
"¿Aquí es donde viniste después de despedir a los Dragones?"
Señaló las montañas que les rodeaban. "Dreagan tiene sesenta mil acres. La mayor parte
está compuesta por montañas. Cada uno de los Reyes tiene su propia montaña, un lugar
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al que vamos para estar solos. Para muchos de nosotros, dormimos durante siglos. Sólo
dos Reyes nunca durmieron".
"¿Cuáles?"
"Ulrik. Y tu padre".
Sus labios se curvaron. "De alguna manera, sabía que Con sería uno de ellos".
"Se toma en serio sus deberes como Rey de Reyes. Siempre nos ha protegido a nosotros, a
Dreagan y al mundo".
"Incluyendo a los humanos, aunque eso signifique expulsar a los Dragones".
Vaughn suspiró mientras asentía lentamente y miraba a su montaña. "Así es".
"Tenías razón, lo sabes".
Él sacudió la cabeza hacia ella. "¿Sobre qué?"
"En decirme que el hecho de haber escuchado la historia no significaba que supiera lo que
había pasado. O cómo os hizo sentir a alguno de vosotros".
"Estoy seguro de que Erith hizo lo mejor que pudo al compartir la historia".
"Me gustaría escucharla de ti. Si quieres contármela".
Le dirigió una sonrisa. "No me gusta hablar de ello. A ninguno de nosotros nos gusta. Pero
tienes derecho a saberlo. Todos los Dragones tienen derecho a saberlo todo".
"Estoy de acuerdo".
"Sin embargo, hay algo que me gustaría saber de ti".
Sus labios se curvaron. "¿Qué sería?"
"Que me expliques por qué tú y tu hermano nos odiáis tanto".
"Creo que mereces saberlo. Puede que Brandr no esté de acuerdo conmigo, pero hace tiempo
que no lo está".
Vaughn la giró hacia él. "Sois gemelos, hermanos. Durante mucho tiempo, sólo erais
vosotros dos. Lo que sea que haya creado la ruptura seguramente puede ser reparado".
"Me aseguraré de ello", dijo ella asintiendo.
Vaughn miró a Varek y a Jeyra, que estaban casi en la mansión. "¿Están preparados? Habrá
mucha gente. Podríamos esquivarlos y tú podrías teletransportarnos a mi habitación".
Ella se echó a reír, su cara se iluminó. "Quiero hacer esto como es debido".
"Entonces, como es debido", dijo él mientras encaraban la mansión y comenzaban a
caminar.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 13
Brandr apoyó una rodilla en el suelo mientras miraba a su alrededor, sus ojos escudriñando
la zona. No sabía qué era lo que buscaba. Era una sensación que crecía en su interior desde
hacía días. Una incertidumbre que no le dejaba descansar.
Había enviado a sus generales Dragones a buscar cualquier cosa fuera de lo común,
esperando, rezando para que lo que sentía no tuviera nada que ver con que su hermana
abriera un portal a la Tierra para sus padres. Y cualquier otro Rey Dragón que quisiera
aventurarse a Zora.
A Brandr no le gustaba tener secretos con Eurwen. En un tiempo, habían sabido todo sobre
el otro. Con el paso del tiempo, cada uno comenzó su vida mientras gobernaban los
Dragones juntos. Había funcionado. Él no había conocido todos los detalles de su vida, pero
ella tampoco había conocido la suya. Era mejor así. Al menos, él había pensado eso. Ahora,
no estaba tan seguro. Especialmente después de enterarse de su noche con Vaughn. No
quería pensar en lo que podría pasar si eran compañeros. Todo lo que podía hacer era rezar
para que Vaughn fuera un mero enamoramiento de su hermana.
Confiaba en Eurwen con su vida. En parte porque eran gemelos y estaban conectados a un
nivel más profundo que otros hermanos. Pero también tenía que ver con el hecho de cómo
habían crecido, encontrado a Zora y vuelto a ordenar el mundo de los Dragones. Sólo se
habían tenido el uno al otro. Erith había estado allí, pero simplemente como una figura
periférica.
Brandr exhaló un suspiro de cansancio. Se suponía que Zora estaba libre de los problemas
que habían -y siempre tendrían- en la Tierra. Sin embargo, no podía dejar de lado la
sospecha de que lo que había interrumpido la paz estaba de alguna manera relacionado
con la Tierra y los Reyes Dragón.
Sabía lo importante que era para Eurwen que tuviera una relación con sus padres. Lo último
que quería era decirle que había tenido razón todo el tiempo, y que sus padres y cualquier
otra persona de la Tierra nunca podrían regresar. Porque temía que si se lo decía a Eurwen,
ella abandonaría Zora.
O peor aún, tendría que desterrarla por culpa de Vaughn.
Brandr había odiado al Rey Dragón inmediatamente. Conocía los fundamentos de todos los
Reyes, y nunca había sentido nada por Vaughn. Hasta ahora. ¿Qué le había dicho el
bastardo a Eurwen para que le guardara un secreto durante tanto tiempo?
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"Basta", se dijo Brandr mientras sacudía la cabeza para desalojar sus pensamientos.
Separó los dedos y colocó la palma de la mano derecha sobre la tierra mientras cerraba los
ojos. No estaba seguro de lo que buscaba. Sólo sabía que lo encontraría en la tierra, o en la
ausencia de algo. Brandr había comenzado cerca de las cabañas de él y Eurwen en
Cairnkeep y luego se había expandido en un círculo. Cuanto más se alejaba del centro, más
se preocupaba. Lo único que podía hacer era esperar que, fuera lo que fuera, no se hubiera
afianzado en Zora y pudiera ser erradicado rápidamente.
Al no encontrar nada, Brandr se levantó y siguió caminando. Se estaba acercando a la
frontera con los humanos. No le interesaba estar cerca de ninguno de ellos. Era una de las
razones por las que había dejado de visitar la Tierra. En su opinión, eran enemigos mortales
de todos los Dragones. Si se encontraba con uno, no dudaría en actuar, de la forma que
fuera necesaria.
Al llegar al arroyo que bordeaba sus dominios, se arrodilló y puso la mano sobre la tierra.
Fue entonces cuando lo sintió, la frialdad que no había estado allí antes. Brandr caminó a
lo largo de la orilla del agua, deteniéndose cada cincuenta metros y tanteando el terreno,
con su creciente preocupación. Pero no encontró más respuestas.
Retrocedió y se dirigió hacia el otro lado. Para su sorpresa, el suelo se volvía más y más frío
cuanto más se acercaba al lugar donde la arpía había logrado sacar a Varek de su reino al
al de ella.
Brandr se enderezó y se quitó el polvo de las manos. "Es hora de que encuentre a esa bruja".
En cuanto supo de su existencia por Jeyra, Brandr había sentido curiosidad por ella. Por
desgracia, Jeyra no podía darle ninguna respuesta. Brandr no había podido hacer una
búsqueda adecuada de la bruja, pero quizás era hora de que se centrara en localizarla. Ella
bien podría ser la causa de todo.
Lo que sea -o quien sea- que haya alterado el equilibrio en Zora será tratado. Con rapidez
y severidad.
Se giró y estaba a punto de cambiar de lugar cuando su oído mejorado captó el sonido de
alguien que se acercaba desde el bosque al otro lado del arroyo. Brandr se agachó detrás
de un árbol y esperó. Se tragó su decepción cuando resultó ser un par de adolescentes
humanos que querían echar un vistazo a la frontera. Brandr sacudió la cabeza porque los
adolescentes eran todos iguales, sin importar la especie. Siempre se metían en líos,
sobrepasaban los límites y llegaban a lugares donde no debían ir.
Brandr pensó en asustarlos. Si querían ver un dragón, les mostraría uno. Tal vez así no
volverían a acercarse a la frontera. Antes de que pudiera llevar a cabo su plan, oyó más
pasos detrás de los muchachos. ¿Eran más amigos suyos? Teniendo en cuenta cómo se
reían y hablaban los dos, no tenían ni idea de que se acercaba alguien.
Una voz profunda y ronca les llamó, haciendo que ambos chicos se sacudieran por sorpresa
y se dieran la vuelta torpemente. Los dos muchachos estaban visiblemente conmovidos.
Fuera quien fuera el hombre, los chicos estaban aterrorizados por él. Pasaron varios
segundos antes de que el hombre saliera del bosque.
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Era alto y con un pecho de barril. Su larga y pelirroja barba le llegaba casi hasta el pecho.
Vestía al estilo de los demás humanos, aunque el material de su atuendo era de buena
calidad y consistía en una túnica sin mangas de color marrón oscuro combinada con unos
pantalones de un tono más claro embutidos en unas botas altas. Dos gruesos brazaletes
dorados eran claramente visibles. Brandr vio un diseño en ellos que no pudo distinguir.
"Volved a casa", ordenó el hombre a los adolescentes.
Tenían tanta prisa por irse que resbalaron en el suelo húmedo.
"¡Y no volváis!", gritó tras ellos.
Luego miró al otro lado del arroyo. Brandr memorizó la imagen del hombre. Desde su pelo
y barba rojos hasta sus ojos marrones y su voz.
El hombre permaneció inmóvil como una piedra durante un minuto entero, sin mover nada
más que los ojos. Finalmente, dejó escapar un silbido, imitando a un pájaro. Tres hombres
salieron del bosque para unirse a él. Cada uno de ellos era tan amenazante como su líder.
Brandr frunció el ceño porque no había captado que eran cuatro. No tenían magia, lo que
significaba que habían utilizado otro tipo de habilidad para ocultar cuántos eran.
"¿Estás seguro de esto, Yannick?", preguntó el rubio grande a la derecha del hombre.
El líder le dirigió una mirada sombría. "Es la única manera, Tuft".
"Sateen ordenó que ninguno de nosotros cruzara la frontera", afirmó el de pelo negro.
Los labios de Yannick se apretaron al mencionar el nombre de la líder del Consejo. "Lo que
no sabe no le hará daño".
"Tiene razón", dijo el hombre de pelo castaño junto a Yannick. "Tenemos que encontrar a la
bruja. Si ella puede capturar a un Rey Dragón, puede conseguir lo que necesitamos".
El corazón de Brandr se agitó en su pecho. ¿Qué querrían los humanos con la bruja? ¿Otro
Rey Dragón? Seguramente no. Capturar a Varek no había hecho nada por ellos. De hecho,
habían perdido mucho al tomarlo como prisionero.
Los humanos podrían querer dejar Zora. Si ese fuera el caso, Brandr les ayudaría. Pero
tenía la sospecha de que las cosas no serían tan simples. Lo más probable es que buscaran
una forma de atacarle a él, a Eurwen y a los Dragones.
Si no hubiera sentido que algo andaba mal, no se habría aventurado a la frontera y
descubierto todo esto. Por mucho que deseara que esta fuera la causa de su malestar, sabía
que no lo era. Lo que sea que buscaba estaba ayudando a perturbar a todos en el Reino.
Los cuatro se alejaron de él sin mediar palabra. Se quedaron cerca del arroyo, pero no lo
cruzaron. Quiso seguirlos, pero al final se quedaría sin cobertura. Llamó a uno de sus
generales a través del enlace mental, ordenando al Dragón que siguiera al grupo y viera
hasta dónde llegaban, y que se asegurara de que no cruzaran la barrera.
Brandr esperó a que los hombres se perdieran de vista antes de volver sobre sus pasos. Le
encantaba volar, y había veces que hacía uso de su capacidad de teletransportarse, pero a
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veces también le gustaba caminar. Le daba tiempo para pensar y estar solo. Los Dragones
rara vez le molestaban cuando estaba de paseo. Era como si supieran que no deseaba ser
molestado.
Un tiempo después, llegó a Cairnkeep y a su cabaña. Se detuvo antes de entrar y miró en
dirección a la casa de Eurwen. Sabía que Con, Rhi y Vaughn habían llegado, aunque Brandr
se había asegurado de mantenerse al margen. ¿Las cosas iban tan bien como Eurwen
quería? Todavía estaba enfadado con ella por lo de Vaughn. Lo suficiente como para
mantenerle alejado de la cabaña de ella y evitar que se comunicara con ella.
Tal vez después de que sus padres se fueran, él hablaría con ella. No podía recordar la
última vez que había estado tan furioso con ella... o herido.
Si ella se queda.
Odiaba la voz en su cabeza. No necesitaba que le recordaran que Eurwen podría haber
encontrado su pareja con Vaughn. Por otra parte, si fuera su pareja, no se habría alejado
de él durante todo ese tiempo. Eso hizo sonreír a Brandr. Vaughn era sólo un coqueteo para
su hermana. No le gustaba, pero al menos ella no se estaba enamorando de Vaughn. Brandr
no perdonaría eso. No después de todo lo que habían enfrentado cuando habían encontrado
a los Dragones.
Brandr estaba entrando en su cabaña cuando escuchó una risa. Miró al cielo y vio a una
mujer de pelo negro encima de un dragón dorado, planeando en el aire. Sus padres. No
habían intentado acercarse a él. Eso debería hacerle feliz. Era lo que él quería.
¿No es así?
Sin volver a mirarlos, entró en su casa y cerró la puerta.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 14
Eurwen estaba finalmente en Dreagan. Apenas podía creerlo. Las imágenes que había visto
de la destilería no eran nada comparadas con la increíble belleza de la tierra. Y la magia.
Estaba casi mareada por su fuerza.
La necesidad de explorar las montañas era abrumadora. Quería ver cada una, saber qué
Rey tenía cada montaña. Especialmente la de Vaughn. Pero eso vendría después. Ahora
estaba a punto de conocer a todos. Estaba tensa y ansiosa, todo por encontrarse con a los
Reyes que había observado durante siglos. Luego estaban las compañeras.
"No tenemos que hacer esto ahora", dijo Vaughn.
Eurwen le sonrió. "Estaré bien".
"Eso no significa que tengamos que hacerlo ahora".
"Jeyra y yo compartiremos el protagonismo, lo que nos facilitará las cosas a los dos".
Los labios de Vaughn se curvaron en una sonrisa sexy. "Así será. Sólo tienes que decir la
palabra si tenemos que irnos".
Ella asintió y centró su atención en la mansión de piedra gris de cuatro pisos. Había
ventanas por todas partes. Muchas. Grandes, pequeñas y de todos los tamaños. Le
encantaba que hubiera sido construida en la montaña Dreagan.
"La mansión está separada de la destilería por dos setos superpuestos", le dijo Vaughn.
"Hay una entrada oculta que sólo conocen los de Dreagan. Un camino designado para que
podamos navegar por él y llegar a Dreagan".
Ella estaba impresionada. "¿Ningún mortal se ha acercado a la mansión?"
"No", a menos que hayan sido invitados. Lo cual, por supuesto, es raro".
Eurwen vio a Jeyra y Varek entrar en la mansión por una puerta lateral. Vaughn ralentizó
sus pasos para darles más tiempo. "¿En qué piso está tu dormitorio?"
"Arriba a la derecha". Señaló un grupo de ventanas. "Esas de ahí".
"¿Podré verlo?"
Los ojos azules de Vaughn se encontraron con los de ella. "Eso espero".
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Eurwen miró la imponente estructura de la Montaña Dreagan que se alzaba sobre la

mansión. "¿Por qué construir la mansión en la montaña?"
"Hay una entrada oculta desde la casa a la montaña con túneles y cavernas que utilizamos.
La más grande es para las ceremonias de apareamiento".
Eurwen no miró hacia él cuando mencionó eso. No quería darle ninguna idea.
"También hay una gran porción en la parte trasera de la montaña que es lo suficientemente
amplia para que podamos volar".
Su cabeza se inclinó hacia él. "¿De verdad?"
"Sí. Te lo enseñaré todo".
Ella apenas podía esperar. Cuando llegaron a la mansión, Eurwen estaba lista para entrar.
Vaughn abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella entrara primero. No le soltó la
mano, cosa que ella agradeció.
Un pequeño grupo de personas rodeaba a Jeyra y Varek. Nadie parecía haberse fijado en
ellos todavía. Eurwen no estaba segura de si estaban siendo educados o si realmente no se
habían dado cuenta de su llegada. Pero no importaba, porque eso le daba tiempo para mirar
a su alrededor. Las alfombras de colores cubrían los suelos de madera oscura. Algunas
paredes tenían paneles de la misma madera oscura, mientras que otras estaban pintadas
de colores más claros y tenían molduras oscuras.
Dondequiera que mirara, veía dragones. Algunos eran evidentes, como los cuadros o la
barandilla, pero otros no tanto. La mansión era enorme y, a veces, opulenta. Pero en el
fondo era un hogar. Ahora que estaba dentro, Eurwen no podía ignorar el ambiente relajado
y confortable. En parte se debía a los ocupantes, pero en realidad se debía a los Reyes, ya
que ellos mismos habían construido y adornado la mansión.
Fue entonces cuando se dio cuenta. La casa era un homenaje a la forma de vida que habían
perdido. Un golpe de melancolía la golpeó de repente. Vaughn tenía razón. No tenía derecho
a enfadarse por algo de lo que sabía muy poco. No lo había vivido. No sabía nada.
Pero todo estaba aquí. Cada gota de dolor, lágrimas, sangre y rabia por la pérdida de los
Dragones, por la pérdida de su hogar.
Se volvió hacia Vaughn.
Antes de que pudiera decir nada, él sonrió con tristeza y asintió. "Lo sientes, ¿no? Puedo
verlo en tus ojos".
"¿Por qué no me avisaste?"
"Quería ver si te afectaba".
Se merecía eso después de todo lo que le había dicho a él y a sus padres. "Si no lo hubiera
hecho, ¿habrías pensado menos en mí?"
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Él negó con la cabeza. "Nunca. Habla de lo prominente que es tu Dragón el hecho de que lo
sientas".
Un hombre de pelo largo y negro y ojos dorados apareció, desviando la atención de Eurwen.
No había esperado encontrarse con Ulrik tan pronto. El Rey de los Silvers había recorrido
un camino accidentado durante mucho tiempo, pero ahora estaba de vuelta en el redil con
los otros Reyes.
"Qué honor", dijo Ulrik. "Te pareces mucho a Rhi. Sólo que con el pelo de Con. Yo..."
"Ulrik", dijo ella antes de que él pudiera.
Los ojos dorados del Rey de los Silvers se abrieron ligeramente. "Por supuesto, sabes
quiénes somos. Es una pena que recién nos enteremos de ti y de tu hermano. ¿Está él
aquí?"
"Sólo Eurwen", dijo Vaughn.
La mirada de Ulrik bajó a sus manos unidas. Eurwen había olvidado que aún se aferraba a
Vaughn. Aflojó los dedos, pero él la sujetó con más fuerza, como si dijera que ya los habían
visto, así que ¿qué sentido tenía?
Ulrik inclinó la cabeza. "Tal vez podamos conocer a tu hermano pronto. Por ahora, mi
compañera está dispuesta a abordarme para llegar a ti".
"Basta", reprendió a Ulrik una mujer con acento americano mezclado con irlandés de forma
juguetona. Se acercó a él y le tendió la mano. "Soy Eilish".
Eurwen había visto antes a la belleza de pelo oscuro, aunque sabía muy poco de ella. Se
dieron la mano. "Yo soy Eurwen".
"Un hermoso nombre".
Eurwen miró fijamente los ojos verdes y dorados de Eilish y sonrió, gustándole
inmediatamente. "El tuyo también lo es".
"Estamos encantados de que estés aquí. Como somos tantos, no queríamos abrumaros a ti
ni a Jeyra, así que nos acercamos por turnos". Eilish se echó hacia atrás sus largos
mechones.
Ulrik se rió. "Créeme, nos quieres por turnos. Si no, podrías desaparecer con Vaughn, y no
llegaríamos a conocerte".
"¿Cuánto tiempo te vas a quedar?" preguntó Eilish.
Eurwen se encogió de hombros. "No estoy segura".
"Quizá tengamos tiempo para reunirnos las chicas", ofreció Eilish.
"Eso suena bien". Eurwen nunca había tenido amigas. No así. Ella se sentía cercana a
algunos Dragones, pero eso era diferente. De repente se dio cuenta de que no sólo quería
amigos, sino que los necesitaba.
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Vaughn captó la mirada de Ulrik. "Estamos aquí por Eurwen, pero también tenemos que
hablar con V y Claire".
La sonrisa de Ulrik desapareció. "Espero que tengan una solución. Claire no está bien".
Eurwen miró entre los dos. "¿Qué pasa?"
"Está incómoda, para empezar", explicó Eilish. "Pero cada día que pasa, y no se pone de
parto, se asusta más".
"¿Cómo está V?" preguntó Vaughn, con la preocupación tiñendo su voz.
Ulrik levantó un hombro mientras negaba con la cabeza. "Está aguantando por Claire, pero
pende de un hilo. Los dos siguen diciendo que son conscientes de que el bebé podría nacer
muerto, pero les está consumiendo".
"Hemos traído algo que esperamos que ayude", les dijo Eurwen. "Pero no hay garantías".
Ulrik soltó un suspiro. "A estas alturas, aceptarán cualquier ayuda que puedan recibir".
"Quizás deberíamos hablar con ellos ahora", dijo Vaughn.
Ulrik y Eilish se dieron la vuelta mientras ella y Vaughn se ponían detrás de ellos. Eurwen
miró a la multitud con Jeyra y Varek y sonrió a cualquiera que mirara hacia ella. Observó
todo lo que pudo de la mansión mientras subía las escaleras hacia el tercer piso, a la
habitación de V y Claire.
Después de llamar, V abrió la puerta. Eurwen miró fijamente a unos ojos azules como el
hielo, llenos de una preocupación que intentaba ocultar desesperadamente. El pelo castaño
oscuro de V le colgaba de los hombros. En el instante en que puso los ojos en ella, la
esperanza llenó su rostro.
"¿Podemos hablar contigo y con Claire?" preguntó Vaughn.
V se apartó rápidamente del camino. Al entrar en la habitación, Eurwen vio a una bonita
mujer de pelo largo y rubio y amables ojos marrones sentada en el borde de una silla que
se frotaba el estómago extendido. Tenía ojeras por el estrés y la preocupación.
"V, Claire", dijo Vaughn. "Esta es la hija de Con y Rhi, Eurwen".
Eurwen sonrió a la pareja. "Es un placer conoceros a ambos. Mis padres, junto con Vaughn,
me han hablado mucho de vosotros".
"Por favor, dinos que tienes una manera de que tengamos nuestro hijo", suplicó V.
Claire chasqueó la lengua mientras fruncía el ceño ante su compañero. "Vlad. No presiones
así a nadie. Por favor".
Eurwen observó cómo el Rey de los Cobres se acercaba a su compañera y se arrodillaba
junto a ella. "Haré lo que sea necesario por ti y por nuestra cría".
Vaughn se aclaró la garganta. "Lo que te traemos no es una garantía".
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"Entonces, ¿por qué habéis venido?" V se quejó.

Eurwen comprendió su angustia. Se sentía impotente, desesperado. La mujer a la que
amaba había sido utilizada con magia de los Fae para asegurarse de que quedara
embarazada sin que ella lo supiera. Eurwen había visto muchos nacimientos de Dragones
en Zora. Como no pasaba tiempo con los humanos de su Reino, no sabía lo que era para
ellos no tener hijos.
Lo más probable es que fuera peor para los Reyes y sus compañeras porque éstas podían
quedar embarazadas, lo que daba a todos la esperanza de que pudiera nacer un niño,
aunque ningún híbrido humano-dragón había vivido nunca.
"Para daros a los tres una oportunidad de luchar", dijo Eurwen. "Una que sabemos que no
tendréis aquí".
Claire la miró con determinación. "La magia de Usaeil creó a este niño. Fue esa misma
magia la que me permitió seguir embarazada. Quizá el mismo poder permita que este niño
nazca vivo".
"Con magia Fae o sin ella, Claire, ningún niño humano-dragón ha nacido vivo", dijo Ulrik.
V suspiró con fuerza antes de mirar entre Vaughn y Eurwen. "¿Cuál es vuestra sugerencia?"
"Venir a Zora", dijo Eurwen. "Aunque no sé lo que le hará a Claire o al bebé atravesar el
portal a otro Reino".
V frunció el ceño. "Entonces, ¿por qué ir?"
"Sabemos lo que pasará aquí", dijo Vaughn.
Claire preguntó: "¿Y los humanos de Zora? ¿Cómo están?"
Eurwen esperaba que no preguntaran por eso, pero la pareja necesitaba saberlo todo. "No
pueden tener hijos en absoluto. No sabemos por qué. Se quedarían en nuestro dominio. Rhi
y Con, así como Vaughn y yo, creemos que podríais tener una oportunidad en mi Reino".
Claire giró la cabeza hacia V. "¿Qué piensas?"
"Haré cualquier cosa, iré a cualquier lugar para manteneros a ti y a nuestro hijo a salvo y
con vida", le dijo V.
"¿Y si quiero ir a Zora?".
V le sonrió. "Estaré a tu lado".
Una lágrima cayó del ojo de Claire a su mejilla. "Vamos".
"Cuanto antes, mejor, creo", dijo Ulrik.
Vaughn asintió mientras V se ponía en pie.
Eurwen se acercó a Claire y le cogió la otra mano mientras se ponía en pie. "Tranquila,
ahora".
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"Estoy con ella", dijo V mientras la levantaba con cuidado en sus brazos.
Eurwen los observó. "Nos teletransportaré a la puerta. Una vez que la atravieses, Con y Rhi
estarán cerca. Si no les ves, llámales".
Claire apoyó su cabeza en el hombro de V. "Estoy lista".
Vaughn le tocó el hombro mientras Eurwen alcanzaba a V. En un parpadeo, estaban en el
portal. V no se entretuvo. Con una rápida despedida, pasó y se perdió de vista.
∗∗∗∗∗∗∗
V contuvo la respiración mientras pasaba al nuevo Reino. Cuando Claire no gritó de dolor
ni hizo una mueca de dolor, respiró mejor. Pero su preocupación no disminuyó.
"Todo va a salir bien, preciosa", le dijo.
Ella llevó la mano a la cara de él. "Lo hará porque estás a mi lado. No importa lo que pase.
Nos tenemos el uno al otro".
"Nunca olvides eso", dijo él mientras le besaba la sien.
V miró hacia la montaña y vio a Rhi de pie. El sonido de los Dragones a su alrededor debería
haber sido motivo suficiente para alegrarse, pero lo único en lo que V podía pensar era en
su compañera, en su amor. Antes de que pudiera desplazarse para llegar a la cima, Rhi
estaba a su lado.
"Me alegro mucho de que estéis los dos aquí", dijo con una sonrisa.
V no apartó la mirada del rostro de Claire. "Necesita acostarse".
Rhi lo tocó. En un abrir y cerrar de ojos, estaban en el interior de una casa de campo. V se
acercó a la cama y dejó tumbada a Claire con suavidad. Ella se apartó de él para ponerse
de lado y acunó una almohada contra ella antes de cerrar los ojos. V le apartó el pelo de la
cara. Hacía semanas que no veía a Claire tan tranquila.
"Déjala dormir", dijo Rhi y le tiró del brazo.
V dejó a su compañera a regañadientes, pero no estaría lejos.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 15
Vaughn se apartó del portal, con las emociones revueltas en su interior. La angustia y la
aprensión que rodeaban a Claire y a V eran inconfundibles.
"¿Qué?" preguntó Eurwen.
"No me gustaría estar en el lugar de V".
Eurwen ladeó la cabeza. "Con cada embarazo en cada ser, siempre hay una posibilidad de
que el niño no lo logre -o la madre-".
"Soy consciente de ello".
"Se trata de que los Reyes no pueden tener hijos con mortales".
Vaughn la miró fijamente. Podría decírselo, pero sería mejor mostrárselo. "Ven conmigo".
Su regreso a la mansión fue silencioso. La llevó a la parte trasera de la montaña para que
pudiera ver la entrada que utilizaban en sus verdaderas formas. Una vez dentro, la estudió,
esperando a que se diera cuenta de las tallas. En el momento en que lo hizo, su mirada
absorbió todos los dragones que habían sido dibujados, tallados y grabados en la piedra.
"Hay miles de ellos en todos los túneles", le dijo Vaughn.
Eurwen se acercó a una de las tallas y tocó la piedra. "Al igual que los dragones de la
mansión, son un homenaje".
"A lo que una vez tuvimos. A lo que perdimos. Sí".
Sus ojos plateados se encontraron con los de él. "¿Qué tiene que ver esto con los niños?"
"Este Reino nunca fue perfecto, pero estuvo muy cerca de serlo antes de la llegada de los
humanos. Estaban asustados, hambrientos y necesitaban protección. Especialmente
porque no tenían magia. Los Reyes se reunieron para acercarse a ellos, pero como no podían
entendernos, la magia nos transformó a su forma. Era la primera vez que alguno de nosotros
tenía esa capacidad".
Eurwen asintió. "Erith nos lo explicó".
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"¿Te dijo lo doloroso que fue para nosotros? ¿Te dijo que de repente nos vimos empujados
a un nuevo papel que todos tratamos de entender desesperadamente? ¿Cuerpos que no
entendíamos cómo funcionaban correctamente?"
Eurwen miró al suelo. "No lo hizo".
"El cambio ocurrió sin previo aviso", explicó Vaughn. "El dolor fue insoportable, pero por
suerte no duró mucho. Nuestra magia nos permitía entender cualquier idioma, así que no
tuvimos problemas para hablar con los mortales. ¿Pero aprender a mover nuestros nuevos
cuerpos? Bueno, eso era algo totalmente distinto. No sólo teníamos una espada cada uno,
sino también tatuajes. ¿Las marcas siempre estuvieron ahí y nunca las vimos bajo nuestras
escamas? Eso es algo que nadie puede responder".
Ella le observó, escuchando atentamente.
Vaughn la tomó de la mano y la guió por los túneles. "Somos protectores. Es algo innato en
cada Rey. No veíamos a los humanos como una amenaza. Los vimos como seres que
necesitaban ser protegidos. Así que les ayudamos. Les dimos tierras, les ayudamos a
construir estructuras para mantenerles protegidos de los elementos, y les mostramos lo que
podían y no podían comer. Creíamos que estábamos haciendo lo correcto".
"¿Cómo pudisteis abrirles vuestro hogar? Antes no había mortales en vuestro mundo".
Él enarcó una ceja al mirarla. "Podría decir lo mismo de ti y de Zora. Los humanos no
llegaron hasta después de vosotros, pero tú y Brandr no los destruisteis".
"Lo pensamos".
"No somos asesinos", le dijo Vaughn. "Hicimos un voto y lo cumplimos. Incluso cuando los
humanos comenzaron a multiplicarse a un ritmo alarmante y a extenderse. Incluso cuando
cazaron a los Dragones más pequeños. Creíamos que podíamos mantenerlos a raya".
Eurwen le miró. "No fuisteis lo suficientemente duros con su castigo".
"¿Y cuándo un dragón se comía un humano o dos? ¿Qué debíamos hacer?"
Ella torció los labios.
"Intentamos ser justos con todos los implicados. A veces funcionaba, otras veces no.
Durante todo esto, muchos de los Reyes nos acercamos a grupos de mortales en nuestra
tierra. Muchos tomaron hembras humanas como amantes".
Un músculo titiló cerca de los labios de Eurwen. "¿Lo hiciste?"
"Tuve varias".
"¿A la vez?" preguntó Eurwen con sorpresa.
Vaughn sonrió, preguntándose si eran celos lo que oía en su voz. "No. En un lapso de
quinientos años, tres mortales quedaron embarazadas de mí. Dos abortaron casi
inmediatamente".
"¿La tercera?" preguntó Eurwen mientras se detenía y lo miraba.
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El suave resplandor de las luces mágicas de las paredes del túnel ensombrecía la mitad de
su rostro. "Llevó al niño a término. Ninguno de los Reyes utilizó la magia para evitar los
embarazos, al menos no al principio. Así que la idea de tener un hijo era emocionante. Fue
una de las primeras en llevar a término un niño medio dragón. En el momento en que se
puso de parto, yo estaba a su lado".
Los recuerdos de Vaughn lo llevaron inmediatamente a ese día. Podía oír los dolorosos gritos
de su amante, sentir su mano apretando la suya mientras empujaba durante una
contracción. Más que eso, recordó la esperanza que había llenado la habitación. Hasta
que...
Cerró los ojos, intentando detener los recuerdos, pero era demasiado tarde. Vaughn levantó
los párpados y miró a Eurwen. "Después de más de veintidós horas de parto, el bebé llegó
al mundo. Por desgracia, nació muerto. Su madre juró que lo había sentido moverse dentro
de ella. Ninguno de nosotros pudo determinar cuándo había fallecido el niño. Mi dolor era
palpable, pero el de ella era desgarrador. Nunca se recuperó de la pérdida de nuestro hijo.
A los pocos meses, ella misma había muerto".
"Lo siento mucho", dijo Eurwen en un suave susurro.
"Después de eso, me aseguré de usar la magia para garantizar que no pudiera volver a tener
un hijo. No sólo por lo que le había hecho a la mortal, sino también por el dolor que soporté".
Eurwen apretó brevemente los labios. "Luego vino la guerra con los humanos".
"Hubo mucho dolor y rabia en ambos bandos. Puede que empezara con la hembra mortal
de Ulrik que le traicionó, pero terminó con nosotros. Pocos Reyes se pusieron del lado de
Ulrik y atacaron a los humanos. Yo mismo incluido. Finalmente, Con nos puso a todos de
su lado, uno por uno, hasta que Ulrik se quedó solo".
"Y mi padre desterró a Ulrik".
Vaughn resopló, sacudiendo la cabeza. "Fue mucho más que eso. Los dos eran los mejores
amigos, hermanos a todos los efectos. Con era el Rey de los Reyes Dragon, y Ulrik se negó
a obedecer, no dejando a Con ninguna opción. Nadie, especialmente tu padre, quería
despojar a Ulrik de su magia o desterrarle de Dreagan, pero Ulrik no quiso atender a
razones".
Vaughn se dirigió a una de las tallas. "Ulrik es el responsable de la mayoría de ellas. Él hizo
la más grande en la apertura. Todos queríamos salvarle, pero no pudimos. Entonces ordenó
a sus Silvers que ignoraran a Con. Cuatro de ellos lo hicieron. Esos son los que capturamos
y pusimos en un sueño profundo aquí en la montaña. Los humanos mataron más y más
Dragones, aquellos que trataban de proteger a los mortales de los Silvers. Esos Dragones
no se defendieron porque les habíamos ordenado salvaguardar a los humanos. Sus
asesinatos nos quebraron".
Eurwen tomó su mano entre las suyas y apretó.
"Todo lo que hicimos, lo hicimos por los humanos. El odio y la furia que nos llenaron cuando
vimos a los Dragones masacrados, cuando vimos a uno ser cortado por cientos de mortales
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mientras gritaba de dolor, fue demasiado. Cada Rey comprendió en ese instante que no
podía haber paz. Ahora no. Los humanos tenían gusto por la sangre, y no se detendrían.
No había ningún lugar al que los Dragones pudieran ir y estar a salvo. Había demasiados
mortales. Y no perderíamos ninguno más".
A ella se le quebró la voz cuando dijo: "Los enviasteis lejos".
"Fue la cosa más difícil que cualquiera de nosotros ha hecho. Ellos no querían irse. Nosotros
no queríamos que se fueran. Pero para recuperar nuestro mundo, teníamos que hacer algo.
Nuestra única opción era aniquilar a los humanos. Lo consideramos, pero como dije antes,
no somos asesinos".
"Habríais protegido a vuestro pueblo".
Vaughn sonrió con tristeza. "Y destruyendo la misma cosa que nos hizo a cada uno de
nosotros Reyes Dragón. Tal vez eso es lo que deberíamos haber hecho. Los Dragones
habrían permanecido, y la magia habría elegido a otros para desafiar a cada uno de
nosotros, derrotándonos y convirtiéndose así en nuevos Reyes. Pero eso es lo que ocurrió.
Enviamos a los Dragones lejos y nos escondimos en Dreagan durante un puñado de
milenios, esperando el momento en que los humanos nos olvidaran".
"Sin tu participación para mantenerlos contenidos, su población explotó", dijo ella.
Vaughn emitió un sonido en el fondo de su garganta y comenzó a caminar de la mano con
ella. "La forma en que se peleaban entre sí por cosas insignificantes y sin sentido...
pensamos que con seguridad se erradicarían a sí mismos, y podríamos traer de vuelta a los
Dragones. Sin embargo, de alguna manera, los mortales se las han arreglado para
permanecer y continuar su expansión por todo el mundo, destruyendo felizmente los
recursos naturales y matando lentamente el planeta. Lo observamos todo desde la barrera
y bajo el radar mientras lloramos el Reino que una vez gobernamos. Pero, lo que es más
importante, nuestros Dragones y la posibilidad de tener familias".
"Algunos de los Reyes se han casado con humanas, sean Druidas o no".
"Y Fae", señaló. "Hace poco nos enteramos del primer emparejamiento de un Rey Dragón y
un Fae que produjo a Melisse. El otro Rey de Reyes la tuvo prisionera durante eones hasta
que Con la liberó. Luego supimos de ti y de tu hermano. Durante todo el tiempo que pasó,
creímos que éramos los últimos de nuestra especie. Que nunca sabríamos lo que significaba
tener a nuestros hijos en brazos o verlos crecer".
Ella guardó silencio por un momento. "Nunca lo había pensado así".
"Entonces quizá puedas intentar imaginar cómo se sentían tus padres cuando ni tú ni
Brandr les veían".
La vergüenza apareció en su rostro. "Es una de las razones por las que creé la entrada".
Se detuvo frente a la entrada de la caverna. "Hiciste algo bueno".
"Eso espero".
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"Ven", le dijo y la arrastró tras él hasta donde dormían los cuatro Silvers.
Ella se quedó boquiabierta y se precipitó hacia ellos, poniendo la mano sobre cada uno de
ellos uno por uno. "¿Han estado aquí todo este tiempo?"
"Sí".
"Deberían estar con los demás en Zora".
Asintió con la cabeza. "Estamos de acuerdo, pero son el clan de Ulrik. Él tiene la última
palabra. A ninguno de nosotros nos ha gustado tenerlos así, pero tenerlos aquí ha sido un
bálsamo en los momentos más duros. Pero es hora de que disfruten de la libertad y sigan
con sus vidas".
"Todos vosotros os merecéis eso", dijo ella mientras encontraba su mirada sobre los
Dragones.
"Eso no ocurrirá mientras permanezcamos aquí. Y no nos iremos. Este es nuestro hogar.
La magia que nos creó prospera aquí. Nuestros Dragones han encontrado un nuevo hogar,
lo que nos hace felices a todos, pero seguimos siendo protectores de este Reino y de todos
los que están en él".
Ella rodeó la jaula para colocarse a su lado. "¿Saben los humanos que hicisteis la guerra
contra los Dark Fae por ellos?"
"Sabes que no lo saben, y nunca lo sabrán. No importa lo avanzados que estén los mortales,
nunca podrán saber de nosotros. Si se enteran, la mayoría querrá meternos en jaulas y
disecarnos para averiguar cómo hacemos lo que hacemos".
Ella miró a los Silvers. "Así que os escondéis".
"Así que nos escondemos".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 16
Eurwen no sabía si era por oír lo que había pasado de boca de Vaughn, por estar en Dreagan
o por una combinación de ambas cosas, pero la historia la impactó de una manera para la
que no estaba preparada.
Ella conocía la historia. Erith se la había contado a ella y a Brandr en múltiples ocasiones,
pero la diosa, o bien no conocía algunos detalles, o bien había optado por no contarlos. Sea
cual fuere la razón, conocer los detalles alteró la percepción de Eurwen. Había visto el dolor
en los ojos de Vaughn, había oído la angustia en su voz.
Sintió la amargura y la ira a través del agarre de su mano.
Caminar por la Montaña de Dreagan y ver las tallas de los Dragones había sido como un
puñetazo en las tripas. Eran tan detalladas, estaban tan bien hechas que hasta un ciego
habría visto en ellas la esperanza y la promesa. Todo eso, unido a la noticia de que Vaughn
había tenido un hijo muerto con una mortal, casi hizo que Eurwen se arrodillara.
La cruda emoción al hablar de ese evento, incluso hace tantos milenios, la ahogó.
Permanecieron junto a los Silvers durante un largo rato, en silencio y perdidos en sus
respectivos pensamientos. Eurwen quería llevarse a los Dragones de vuelta con ella. Sin
embargo, quería que todos los Reyes vinieran con ella a ver su mundo, un lugar como el
que habían tenido una vez. Sabía que no era posible, pero deseaba poder hacerlo realidad.
A pesar de todo lo que habían sufrido los Reyes, seguían siendo optimistas y animosos. Ella
no estaba segura de poder hacerlo en la misma situación. Y si ella creía a Vaughn, todo eso
era debido a su padre. Constantine, Rey de los Reyes Dragon.
"Muéstrame más", instó a Vaughn.
Con una sonrisa, él se volvió y la atrajo con él mientras salían de la caverna hacia el túnel.
Ella miró sus manos unidas, preguntándose por qué se sentía tan bien que se tocaran. Sin
que Brandr estuviera allí para juzgarla, aceptó no sólo disfrutar del contacto de Vaughn,
sino también desearlo.
La llevó a través de una puerta fuera de la montaña que los llevó al invernadero de la
mansión. Eurwen se sorprendió de la cantidad de plantas que había en la sala. Cada una
estaba cuidada con cariño. Caminó entre ellas, sin poder contener su sonrisa.
Vaughn le sonrió. "Es uno de mis lugares favoritos".
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"También sería el mío. Hay algo de paz en estar rodeado de plantas".

Una vez que salieron del invernadero, la llevó a hacer un rápido recorrido por la planta baja,
mostrándole la enorme cocina, el comedor con una mesa que duraba días, la asombrosa
biblioteca, la sala de estar, y así sucesivamente. Eurwen no podía esperar a explorar más
la biblioteca y la cocina. Sin embargo, sentía curiosidad por el comedor. Le gustaría ver de
cerca los cuadros y las obras de arte.
Pero se olvidó de todo eso mientras Vaughn la guiaba por las escaleras hasta el cuarto piso.
Había muchas puertas.
Señaló a la izquierda. "La sala de ordenadores de Ryder está ahí abajo. Es nuestro experto
en informática y electrónica, y su compañera, Kinsey, es casi igual de buena. Si alguna vez
necesitas algo de él, llévale unos donuts de mermelada y hará todo lo que le pidas".
Eurwen se rió, preguntándose cómo sería la sala de ordenadores. Lo más probable es que
en ella se encontraran los últimos y mejores artilugios del mundo de la tecnología.
"Mis aposentos están por aquí", dijo Vaughn mientras la guiaba hacia la derecha.
La sangre de Eurwen se aceleraba a cada paso. Finalmente, se detuvo a mitad del pasillo,
frente a una habitación a la izquierda. Sus ojos azul persa se encontraron con los de ella
cuando giró el pomo y empujó la puerta para abrirla. Pasó la mano por delante de ella,
instándola a pasar primero.
Eurwen entró y dejó que sus ojos recorrieran las posesiones de Vaughn. A su derecha había
una chimenea de mármol negro con una repisa decorativa de color azabache. Sobre ella
había un gran cuadro de un hermoso ciervo con un fondo oscuro. A la izquierda del cuadro
había dos candelabros de oro y dos de plata con simples velas de color crema. En el lado
derecho había un solo candelabro de oro y dos de plata. La oscuridad del marco y el cuadro
que se hundía en el negro de la chimenea hacían que casi pareciese que el ciervo saltaba
hacia ellos.
Cerca de la chimenea se encontraban dos llamativos y únicos sillones de cuero con aspecto
envejecido y desgastado. Debajo de ellas había una sencilla alfombra color crema que
añadía textura al suelo de madera. Su mirada recorrió la pared exterior, pintada de blanco
roto, cuyas ventanas enmarcaban una impresionante vista de las montañas. Una espada
colgaba entre las dos ventanas, con su hoja apuntando hacia abajo, como punto focal de la
habitación. Los zócalos, las molduras de la corona, las puertas y las molduras de las
ventanas estaban pintados en un impresionante tono que se situaba entre el negro y el gris
marengo.
Entonces vio la cama. La estructura de tamaño king era grande e impresionante contra el
suave color crema de las paredes. De alguna manera, Eurwen no se sorprendió al ver que
la ropa de cama era de tweed. La textura y los colores complementaban perfectamente a
Vaughn.
Cuando pudo apartar la mirada de la cama, vio dos puertas. Una era probablemente el
baño, y la otra su armario. Se preguntó qué tipo de ropa tendría dentro. Como si hubiera
leído su mente, se dirigió a una puerta y la abrió con una sonrisa.
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Eurwen entró alegremente, pero se detuvo al ver el tamaño del mismo. Sus trajes estaban
colgados perfectamente espaciados y codificados por colores. Sus camisas de vestir, sus
camisas normales, sus vaqueros y sus chaquetas... todo estaba impecable. Sus jerséis
estaban perfectamente doblados y colocados en estanterías. Sus corbatas estaban
enrolladas y colocadas en un cajón extraíble. Pero era su calzado lo que la asombraba. Una
pared entera, desde el suelo hasta el techo, estaba llena de zapatos.
Ella se habría quedado abriendo otros cajones, pero él la cogió de la mano y la llevó a la
otra puerta. Eurwen se quedó con la boca abierta. Al igual que el dormitorio, el baño era
Vaughn. El suelo era de baldosas blancas. Una bañera de patas negras con un interior
blanco descansaba contra una pared negra. Un tocador negro con doble lavabo blanco
estaba debajo de un espejo con marco negro que colgaba de una pared con papel pintado
de pata de gallo color canela. Las toallas negras colgaban de barras negras cerca de una
ducha de azulejos negros con detalles blancos y tostados.
"¿Qué te parece?" preguntó Vaughn.
Ella se volvió hacia él. "Es precioso. Y muy tuyo".
"¿Te quedarás aquí conmigo esta noche?"
"Sí", respondió ella con un movimiento de cabeza.
No había forma de que se negara. Le deseaba demasiado.
Vaughn se acercó y sus ojos azules captaron su mirada. "Podríamos quedarnos aquí el resto
del día".
El corazón de Eurwen dio un salto ante la idea. No tenía que preocuparse de que Brandr
entrara o de lo que pudiera decir, porque él no se enteraría de nada. Este viaje era una
especie de vacaciones para ella. Podía olvidarse de quién era, de las responsabilidades que
tenía y de quién quería respuestas. Por ahora, se trataba de lo que ella quería.
Y eso era algo glorioso.
"Nadie nos echará de menos", dijo Vaughn en un susurro mientras sus manos se posaban
en las caderas de ella y su cabeza comenzaba a bajar.
Ella levantó la cara hacia la suya, necesitando su beso más de lo que estaba dispuesta a
admitir, incluso para sí misma. Mientras estuviera en Dreagan, se permitiría sentir todo
por Vaughn en lugar de encerrarlo. Aceptarlo y reconocerlo tuvo un profundo efecto en ella.
Sus labios se apretaron contra los suyos, firmes e insistentes. Puso las manos en su pecho
y se apoyó en él mientras se hundía en el beso. El deseo le calentó la sangre cuando los
brazos de él la rodearon lentamente y la estrecharon contra él. Su lengua se deslizó entre
sus labios para batirse en duelo con la de ella. Sintió la excitación de él contra su estómago,
haciendo que su sexo se contrajera de deseo.
Un golpe sonó, interrumpiéndolos.
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Vaughn gimió mientras terminaba el beso y presionaba su frente contra la de ella. "Más
vale que se trate de algo de vida o muerte".
Eurwen no pudo evitar reírse. "Está bien".
"No lo está". Él levantó la cabeza, con el ceño fruncido.
"Lo está", le aseguró ella.
Cuando se volvió hacia la puerta, Eurwen se dio cuenta de que no había decidido cuánto
tiempo pasaría en Dreagan. Sin embargo, no esperaba pasar más de una noche. Si pasaba
más tiempo, Brandr probablemente comenzaría a buscarla. Eso significaba que Eurwen
sólo tenía ese día y esa noche de libertad.
Hizo una mueca cuando pensó en ello como libertad. Compartir tareas con Brandr en Zora
no era un castigo. Ella lo consideraba un honor. Pero... esa atracción que Vaughn ejercía
sobre ella era imposible de resistir, aunque enfureciera a su hermano.
Vaughn abrió la puerta. Sus labios se estrecharon mientras miraba a quien estaba en el
pasillo. "Saldremos en breve".
"Claro", respondió una voz sensual con acento americano. "Ambos sabemos que eso es
mentira".
Eurwen observó cómo una hermosa mujer de pelo rubio rizado hasta los hombros y ojos
color avellana pasaba junto a Vaughn. La mujer iba inmaculadamente vestida de alta
costura, desde sus pendientes y collar de Chanel hasta sus zapatos de Jimmy Choo.
"Eilish no mintió. Estás impresionante", dijo la mujer. "Soy Alexandra, por cierto. Mis
amigos me llaman Alex".
Eurwen miró a Vaughn para ver cómo ponía los ojos en blanco. Volvió a mirar a Alex. "Soy
Eurwen".
"Siento haberme entrometido. Sé que los dos queréis estar solos, pero hay mucha gente que
se muere por conoceros".
Vaughn se acercó a Eurwen, torciendo los labios. "Será mejor que bajemos antes de que
suban".
Alex detuvo a Eurwen antes de que pudiera salir. "No estoy segura de cuánto tiempo te vas
a quedar, pero hacemos días de chicas tan a menudo como podemos. Nos encantaría que
te unieras a nosotras si quieres".
"Eso suena divertido". Y lo era. Más de lo que Eurwen hubiera imaginado. La invitación la
emocionó.
Mucho.
Debió mostrarse en su rostro porque mientras salían de la habitación, Vaughn se inclinó y
dijo: "Por supuesto, quieren pasar tiempo contigo".
"No sabría qué hacer".
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Le guiñó un ojo. "Claro que sí".

Siguieron a Alex por las escaleras, donde otro grupo esperaba. Eurwen pasó, conociendo a
los Reyes Dragón y a sus compañeros. A los Reyes los conocía, y a algunas de las
compañeras las reconocía, pero era agradable conocerlas oficialmente.
Todos eran agradables. Y notó muchos acentos: americano, británico, escocés, rumano e
incluso griego. Todo el mundo sonreía. La felicidad y el amor abundaban en Dreagan. De
alguna manera, no había pensado en nada de eso cuando pensaba en Dreagan. Pero debería
haberlo hecho.
El hecho de que ella cargara con tanto odio y rabia no significaba que los demás lo hicieran.
Estar en Dreagan y conocer a todo el mundo le había abierto los ojos a eso y a mucho más.
No podía esperar a contárselo a Brandr. Él no la creería, no hasta que lo viera por sí mismo,
si es que lograba llevarle a Dreagan.
Eurwen no tenía ni idea de cuánto tiempo estuvo hablando con los Reyes y las compañeras
antes de que Vaughn finalmente le pusiera fin y la llevara a la biblioteca. Cerró las puertas
tras ellos y soltó un fuerte suspiro.
"Gracias", dijo ella con una sonrisa de agradecimiento.
"Sabía que tendrías éxito".
La sonrisa de él hizo que se le revolviera el estómago. "Soy una curiosidad".
"No te infravalores".
Se hundió en el sofá Chesterfield y dejó caer la cabeza hacia atrás. "Soy la hija de Con y
Rhi. Eso es todo lo que es".
"No importa de quién seas hija. Eres una de nosotros". Se apartó de la puerta y se acercó a
ella, con un pequeño ceño fruncido. "Espero que te des cuenta".
Se encogió de hombros. "No conozco a nadie aquí. Apenas te conozco a ti. El poco tiempo
que he pasado en este Reino ha sido para observar a los mortales. Y como me quedo con
los Dragones y mi hermano en Zora, no tengo nada con lo que comparar".
"Entonces aprende de los de aquí".
"No voy a vivir aquí", dijo ella mientras levantaba la cabeza.
Vaughn se encogió de hombros y se hundió en el cojín a su lado. "No digo que vivas aquí,
pero podrías visitarnos. A menudo".
"¿Recuerdas haber gobernado tu clan?"
"Por supuesto", afirmó él, ligeramente ofendido.
Ella se cambió para enfrentarse a él. "¿Te gustó dejarlos?"
"Sabes que no".
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"¿Y si lo hicieras una y otra vez?".

Él apretó los labios.
"Así es como me siento cuando me alejo de Zora", le dijo ella.
"Ya veo".
Ella le observó, notando las duras líneas de su rostro. "¿Lo ves?"
"Por supuesto".
"Creo que una de las razones por las que Brandr y yo nos mantuvimos alejados de Dreagan
todos estos años es que nos dimos cuenta de que todos querrían algo de nosotros. No estoy
hablando de Rhi y Con. Me refiero a cada Rey. Todas las compañeras".
Él inclinó la cabeza hacia un lado, la confusión llenando sus ojos. "Nadie que hayas
conocido hoy quiere nada de ti. Sólo quieren conocerte. No sólo eres el producto de un gran
amor que pasó por mucho, también eres mitad Dragón, mitad Fae".
"No soy la única de ellos".
"Confía en mí. Todos quieren aprender sobre Melisse, también. Son curiosos y están
interesados. Yo no llamaría a eso querer cosas que no se pueden dar".
Eurwen se encogió de hombros. "¿Y cuándo diga que es hora de volver?"
"Todos lo respetarán".
"Esta vez. ¿Cuántas veces más hasta que alguien me pida que tome una decisión?"
El rostro de Vaughn se endureció durante un breve instante. "¿Quieres decir cuánto tiempo
hasta que te pida que elijas?"
"Yo no he dicho eso".
"Ambos sabemos que es a eso a lo que aludías".
Ella se humedecía los labios y trató de cambiar la conversación. "Nos estamos divirtiendo
un poco".
"Ahí es donde te equivocas. Esto significa mucho más para mí". Vaughn se puso en pie y
salió de la biblioteca, dejándola sola.
Cuando la puerta se cerró tras él, Eurwen se quedó mirando. "Bueno. Eso no ha ido bien".
¿Cómo había esperado que fuera a ir? No estaba segura. Pero había pensado en pasar un
rato agradable con Vaughn, no en discutir. Aunque, ella había sospechado que él era más
serio en las cosas.
"¿Sospechaba?", preguntó poniendo los ojos en blanco. "No, lo sabía".
Sí, ella sabía que él pensaba que ella podía ser su pareja. ¿Sentía lo mismo? ¿Era algo que
quería?
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"No lo sé", susurró ella.

Y ese era el problema. Ella no conocía sus sentimientos sobre nada. Sabía lo que debía
hacer, lo que los demás esperaban de ella y lo que era correcto. Pero no había pensado en
lo que ella quería.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 17
"¿Se ha ido?"
Vaughn se detuvo al oír la voz de Darius. Respiró y controló su irritación.
Darius se acercó por delante, con el rostro delineado por un profundo ceño, su largo cabello
rubio recogido en una cola. "¿Qué pasa?"
"Nada".
"Mentiroso", contestó Darius sin ningún calor en sus palabras.
"Eurwen sigue aquí. O al menos lo estaba hace un momento cuando la dejé en la Biblioteca".
Darius se cruzó de brazos sobre el pecho, sus ojos color chocolate eran intensos. "Ya veo".
"Está sola. Ve a hablar con ella".
"Prefiero que vengas con nosotros".
"No necesito estar allí".
Darius enarcó una ceja rubia. "Tuvieron una pelea, ¿sí?"
Vaughn se pasó una mano por la cara. "He estado delante de salas de juntas enteras y
nunca he perdido la calma. Con ella, una palabra hace que mi ira aumente".
"Ella es tu compañera".
Vaughn cerró los ojos por un instante. "Lo he sospechado durante mucho tiempo. Lo supe
cuando la vi en Zora".
"¿La has conocido antes?"
Vaughn se estremeció interiormente. "No es algo que haya contado a nadie. Con sólo se
enteró de ella. No sabía quién era Eurwen cuando compartimos aquella noche hace eones.
He estado buscándola desde entonces".
"Ahora, la has encontrado. Sólo necesita algo de tiempo para ver lo que haces".
"No es tan sencillo". Vaughn soltó un suspiro y se apoyó en la pared. "Ni su hermano ni los
Dragones nos quieren en Zora. Ni siquiera de visita. Temen que intentemos apoderarnos o
que queramos vivir allí".
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El rostro de Darius se volvió grave. "¿Qué quiere ella?"

"Ella es la que formó el portal para Con y Rhi, pero creo que Eurwen tiene dudas. Nuestra
llegada causó algunas ondas en todo el Reino. Han hecho todo lo posible para no repetir los
errores que hemos cometido aquí en la Tierra".
"Y probablemente están cometiendo otros nuevos".
"Sin duda. No se lo he mencionado, y dudo que Con o Rhi lo hayan hecho tampoco".
Darius negó con la cabeza. "Es prudente que os lo guardéis para vosotros mismos por el
momento. Así que no nos quieren allí. Está descubriendo que es bienvenida aquí".
"Ella me dijo que no se quedará por mucho tiempo. Su lugar está en Zora".
"Si no te permiten estar allí, y ella no quiere estar aquí, ¿cómo van a estar los dos juntos?"
Vaughn torció los labios y se encogió de hombros. "Tal vez me equivoque. Tal vez ella no es
mi pareja. Tal vez estaba tan atrapado en tratar de encontrarla después de que desapareció
que he pasado todo este tiempo sólo pensando que ella es mía"
Darius dejó caer los brazos a los lados. "Los dos habéis pasado muy poco tiempo juntos.
Tal vez eso es todo lo que necesitas para ver la verdad, sea cual sea"
"Eso no sucederá en Zora. Ella estaba incómoda conmigo allí. Podría haber sido por Rhi y
Con o por Brandr. Su hermano no es nuestro mayor admirador".
"Ni ella ni Brandr fueron criados como un Dragón debe serlo. Hay mucho que no saben".
"Ah, pero no son sólo Dragones. También son medio Fae. Lo que quiere decir que nunca
reconocerían a un compañero".
Las cejas de Darius se juntaron. "Maldita sea".
"Precisamente", dijo Vaughn asintiendo. "Existe la posibilidad de que no sepa que somos
compañeros. Si está en contra, me rechazará. No soy tan fuerte como Con. No sobreviviré
sin mi compañera".
"Todavía no estamos ahí".
Vaughn se sacudió interiormente. "Tienes razón".
"Tú y Eurwen necesitan pasar más tiempo juntos. Aunque sea en compañía de otros. Sophie
quiere hablar con Eurwen. ¿Por qué no se une a nosotros?"
Vaughn lo pensó por un momento, luego cedió porque quería estar con Eurwen. Quería
pasar tiempo con ella, escucharla hablar y observar sus expresiones faciales. Este podría
ser el único momento que tuviera con ella. No lo desperdiciaría enfadándose. "Muy bien".
"Bien", dijo Darius con un movimiento de cabeza. "Buscaré a Sophie y nos encontraremos
allí".
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Vaughn giró y volvió a la biblioteca. Se detuvo ante las puertas, preguntándose si Eurwen
seguiría allí o no. Se armó de valor y abrió la puerta. Sus ojos se dirigieron inmediatamente
al sofá, sólo para encontrarlo vacío.
La decepción le invadió al instante. Se le revolvió violentamente en el estómago,
mezclándose con la tristeza y la rabia hacia sí mismo por haberla atacado. Se había sentido
insegura de su papel en Dreagan, y por culpa de sus preocupaciones, le había dado motivos
para marcharse cuando debería haber hecho lo contrario.
Suspiró mientras entraba en la biblioteca. Vaughn se debatía entre intentar localizarla
cuando un movimiento le llamó la atención. Su mirada se dirigió al segundo piso, donde vio
la falda rosa de Eurwen antes de que desapareciera detrás de una estantería. El alivio que
le invadió fue tan intenso que se mareó.
Al oír los pasos que se acercaban, miró por encima del hombro y vio a Darius y a Sophie.
Les hizo un gesto con la cabeza para indicarles que podían entrar. Vaughn volvió a mirar al
lugar donde había visto por última vez a Eurwen. Había querido mostrarle Dreagan para
que viera el hermoso lugar que era. No había pensado en compartirla con todos hasta que
había sido demasiado tarde. De un modo u otro, encontraría la manera de pasar un tiempo
a solas con ella antes de que regresara a Zora.
"Eurwen", llamó.
Ella asomó la cabeza desde una estantería. "Pensé que te habías ido".
"Tienes compañía", respondió él.
Ella lo miró fijamente durante un instante antes de que su mirada se deslizara detrás de él
hacia donde Darius y Sophie habían entrado en la biblioteca. "Ahora mismo bajo".
Vaughn no le quitó los ojos de encima mientras ella se dirigía a la escalera de caracol y
bajaba los escalones. Sonrió a modo de saludo a la pareja que había conocido antes, antes
de que Sophie se marchara a continuar el examen de Jeyra.
"¿Cómo estás?" preguntó Darius a Eurwen. "Espero que no te hayamos abrumado".
Ella sonrió con facilidad y se encogió de hombros. "Me lo esperaba".
"Esperarlo y pasarlo son dos cosas diferentes", dijo Sophie con su culto acento británico.
Eurwen asintió. "Muy cierto. ¿Cómo fueron las cosas con Jeyra?"
"Tardaré un poco en saber los detalles".
Darius miró a su compañera con orgullo. "Sophie es muy buena en lo que hace".
"Ayuda a tener mi propia clínica", respondió ella después de darle un rápido beso a Darius.
Eurwen preguntó: "¿No dificulta eso las cosas? Al final, los de la zona se darán cuenta de
que no envejecéis".
"Nos enfrentaremos a eso cuando llegue el momento", dijo Sophie.
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Darius miró a Vaughn antes de decirle a Eurwen: "Esperábamos que pudieras ayudarnos".
"¿Ayudar con qué, exactamente?" preguntó Eurwen.
Sophie juntó las manos delante de ella. "Eres mitad dragón, mitad Fae. Hay mucho que
podría aprender de ti con la esperanza de ayudar a las compañeras para que puedan quedar
embarazadas".
La mirada de Eurwen se deslizó hacia Vaughn. Lo miró fijamente durante un largo minuto
antes de devolver su atención a Sophie. "¿Qué quieres hacer?"
"Sacar algo de sangre, hacer algunas radiografías. Ese tipo de cosas", dijo Sophie
encogiéndose de hombros.
Vaughn no podía evitar la sensación de que esto no iría tan bien como Sophie esperaba.
Eurwen asintió lentamente. "¿Habéis hecho esas pruebas a los Reyes Dragón de aquí?".
"Pues no", respondió Sophie con dudas.
"¿Y con Melisse?"
"No he tenido la oportunidad de..."
"¿Pero sentiste que podías acudir a mí con esto?" Preguntó Eurwen con una voz tan suave
como la de Con.
Vaughn se adelantó para disipar la creciente tensión. "Creo que Sophie estaba más
interesada en el hecho de que eres de otro Reino".
"Mi hermano y yo fuimos concebidos aquí", dijo Eurwen con rotundidad.
Darius se encogió de hombros. "Por dos figuras poderosas".
"¿Estás diciendo que Sophie no es poderosa?"
Vaughn levantó la mano. "Nadie ha dicho eso".
La mirada plateada de Eurwen se deslizó hacia él. "En realidad, eso es exactamente lo que
dijo Darius".
"Tiene razón", intervino Sophie.
Todos la miraron.
A Sophie se le escapó una breve risa mientras miraba a Darius. "Eres un Rey Dragón".
"Soy tu Rey", le dijo él.
Ella sonrió y le tocó suavemente la cara. "Es cierto, pero no tengo magia. No soy una Druida
ni una Fae. Sólo soy yo".
"Tienes habilidades", insistió él. "Mira cómo puedes curar".
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"Con medicina, no con magia". Sacudió la cabeza y miró a Eurwen. "Shara es Fae. Rhi no
es sólo Fae, es de la realeza. Varias compañeras son Druidas o tienen sangre Druida en
alguna parte. Yo no tengo ningún poder. Quizá por eso no hemos podido quedarnos
embarazados".
Vaughn estaba tan sorprendido que se quedó con la boca abierta. "¿Lo has intentado? ¿Aún
sabiendo lo que podría pasar?"
Darius asintió sin mirarle.
"¿Por qué has hecho eso?" Preguntó Eurwen. "Sophie, estabas atendiendo a Claire. Viste su
miedo. Su ansiedad".
Sophie giró la cabeza hacia Eurwen. "Porque queremos un hijo. Soy plenamente consciente
de los riesgos".
"No", dijo Vaughn, más alto de lo que pretendía mientras lanzaba su mano al aire. "Dices
eso hasta que estás sosteniendo a tu bebé muerto en tus manos. Eso mata algo dentro de
ti. Algo que nunca podrás recuperar".
Sophie levantó la barbilla. "Somos conscientes de..."
"¡No lo eres!" bramó Vaughn mientras miraba entre Sophie y Darius. "No puedes imaginar
las profundidades a las que te hundirás. Todos nosotros hemos visto a V y Claire pasar por
este infierno en el que los puso Usaeil, sin que ninguno de nosotros pudiera hacer nada
para ayudar."
"Todavía pueden tener un hijo", afirmó Darius.
Eurwen soltó suavemente un suspiro. "Y puede que no. Aunque eso podría decirse de
cualquier ser que se quede embarazado. Hay numerosos relatos de abortos espontáneos y
muertes de niños muertos entre Dragones y Humanos. Así como dos casos de nacimientos
reales entre Dragones y Fae. No son datos suficientes para someterse a lo que podría ser
un evento traumático".
"Si Claire y V son capaces de tener un hijo, entonces habremos aprendido algo", dijo Sophie.
El estómago de Vaughn se apretó dolorosamente. "¿Qué es eso?"
"Que necesitamos la magia de los Fae para ayudarnos a concebir".
Vaughn no podía comprender lo que Sophie estaba sugiriendo. Levantó la mirada hacia
Darius. "¿Estás de acuerdo?"
"Nuestros dragones se han ido. Para siempre. ¿Quién sabe si volveremos a verlos? Sospecho
que los Silvers serán enviados a Zora, lo cual es justo. ¿Qué más tenemos? Encontré a mi
pareja. Eso fue una hazaña en sí misma. Si eso es todo lo que conseguimos, estaré
satisfecho. Pero no hay ningún daño en tratar de conseguir una cría".
Vaughn cerró brevemente los ojos mientras apretaba las manos. "Querrás retirar esa última
frase si pierdes un hijo".
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"La palabra importante ahí es si", dijo Sophie.

∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 18
Zora
Brandr se paseó por su casa hasta que no pudo aguantar más. Salió por la puerta, y aunque
se dijo a sí mismo que no debía mirar hacia la casa de Eurwen, su cabeza se volvió de todos
modos. No había movimiento en el exterior. No sabía si sus padres estaban allí o en otro
lugar.
Tuvo la tentación de buscar a Varek. No había querido que le gustara el Rey Dragón, pero
el simple hecho era que le gustaba. Ayudaba que Varek hubiera liberado a los Dragones de
su encierro.
Brandr abrió su enlace mental y se comunicó con sus generales para ver si habían
descubierto algo.
"Los cuatro humanos que sigo han permanecido en su lado del río. Todavía no han
encontrado a la bruja".
"Gracias", dijo Brandr.
Nundro, otro de sus generales, dijo: "Cada vez hay más dragones inquietos. Los ánimos
están caldeados. Ya he interrumpido dos peleas".
"Las peleas no son raras", le recordó Brandr.
Nundro resopló. "Estas no son escaramuzas comunes".
"Ya veo".
Y Brandr lo vio. Lo que había sentido estaba causando más y más trastornos en su Reino.
La respuesta parecía bastante simple: Sacar a los Reyes Dragón de Zora inmediatamente.
Eso debería arreglar las cosas al instante. Sabía que Eurwen se había equivocado al crear
el portal. Si realmente quería conocer a sus padres, podría haberlo hecho en la Tierra. Nadie
necesitaba venir aquí.
No le importaban los deseos de los Reyes de ver a los Dragones. En su opinión, habían
perdido ese derecho cuando enviaron a sus clanes lejos sin encontrarles un hogar
adecuado. No le importaba que nunca hubieran salido de su Reino. Abrir a ciegas un puente
de dragones hacia un lugar desconocido equivalía, en su opinión, a un asesinato.
Brandr se detuvo cuando escuchó a una mujer gritar de dolor. Frunció el ceño,
preguntándose si sería Jeyra. No sabía mucho sobre la mortal, aparte de que era la
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compañera de Varek. Sin embargo, parecía bastante capaz. De hecho, habría sido alguien
a quien Brandr habría considerado entretener como amante. Pero él no pisaba el territorio
de otros.
La mujer volvió a gritar. Esta vez, estaba seguro de que provenía de la cabaña de Eurwen.
Al instante, se puso en contacto con ella a través de su enlace mental. No importaba cuántas
veces dijera su nombre, Eurwen no respondía.
"Mataré a todos y cada uno de ellos si le hacen daño", juró mientras atravesaba con rabia
la extensión hasta la casa de su hermana.
Brandr abrió la puerta y encontró a Con, Rhi, V y una mujer embarazada. La mujer estaba
apoyada en la cama de Eurwen, con el pelo largo y rubio pegado a la cara por el sudor.
Tenía los labios apretados por el dolor mientras agarraba la mano de V como si su vida
dependiera de ello.
El rostro del Rey del Cobre estaba marcado con líneas decididas mientras instaba
suavemente a la mujer a seguir adelante. Pero Brandr vio el miedo de V.
Rhi se sentaba en la cama cerca de los pies de la mujer. Tenía la mano sobre el estómago
prominente de la mortal. "Respira, Claire. Eso es. Sólo respira".
En un instante, Brandr se dio cuenta de lo que estaba pasando.
Con se puso de repente en su línea de visión. "Esperaba encontrarte, hijo. Sin embargo,
estas no son las condiciones en las que esperaba verte".
"¿Dónde está Eurwen?"
Brandr vio el más breve de los fruncimientos en el rostro de su padre. "¿No te lo ha dicho?"
"¿Estaría preguntando si lo hubiera hecho?", espetó.
Rhi dijo de pronto con voz clara y autoritaria: "Basta, vosotros dos. Fuera. Ahora".
Con pasó junto a él sin dudar. Brandr dudó un instante antes de girar sobre sus talones y
seguir a su padre fuera. Brandr cerró la puerta y se dio cuenta de que Con se había alejado
de la casa.
Cada vez más irritado, Brandr alargó sus pasos para alcanzarlo. Cuando lo hizo, Brandr lo
fulminó con la mirada. "¿Dónde está mi hermana?"
"Se fue con Vaughn, Jeyra y Varek a Dreagan".
"Ella no lo haría".
Con le miró estoicamente. "Lo hizo".
Brandr no quería creerlo, pero Eurwen nunca se iría sin responder a su llamada por muy
enfadada que estuviera con él. El hecho de que no hubiera contestado antes confirmaba lo
que había dicho Con.
"No sabía que se había ido sin decírtelo", dijo su padre.
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Primero el portal, luego Vaughn. Y ahora, esto. Brandr sintió que perdía a su hermana. No
estaba seguro de cómo o por qué estaba sucediendo. Siempre se habían apoyado
mutuamente, pero últimamente ella estaba haciendo cosas completamente fuera de lugar.
Y él no estaba seguro de qué hacer.
"Simplemente está dando una vuelta por Dreagan", le dijo Con. "Algo que puedes hacer
cuando quieras".
Brandr negó con la cabeza. "Nada en tu Reino me interesa".
"Como le dije a Eurwen, no estamos aquí para tratar de tomar o invadir tu reino. Rhi y yo
estamos aquí para veros a vosotros dos".
"Ya habéis visto. Ahora, idos".
Un músculo de la mandíbula de Con hizo tictac, lo único que permitió a Brandr saber que
estaba molesto. El rostro de Con permaneció impasible. "Salir en este momento es
imposible".
"¿Por la mujer embarazada?"
"Es la compañera de V", dijo Con, bajando la voz. "Claire está aquí con la esperanza de que
el niño nazca vivo".
Brandr cruzó los brazos sobre el pecho, su furia aumentaba a cada segundo. "Por eso no
quería que se construyera el Portal. Todos vosotros creéis que podéis ir y venir a vuestro
antojo".
"Al contrario de lo que puedas creer, pedimos permiso a Eurwen".
Y los golpes siguieron llegando.
Con soltó un suspiro. "Tú sabes de nosotros. Sabes que sólo tres niños han nacido vivos.
Melisse, tú y tu hermana. Los tres sois medio Fae. Claire no es Fae. No es una Druida. Pero
un Fae se aseguró de que concibiera. Usaeil quería hacernos daño. La mayoría de las
uniones entre Dragones y Humanos terminan en un aborto espontáneo muy pronto. Es
poco común que una mortal lleve a un bebé a término. Claire y V tienen derecho a que su
hijo nazca vivo".
"Todo eso es su problema. Cosas de tu Reino. ¿Qué te da derecho a traer algo de eso aquí?"
"Quieres mantener nuestros Reinos separados, pero eso no es posible. Tú eres mi hijo. Los
Dragones que gobiernas están aquí gracias a mí. Nuestros dos Reinos están unidos, lo
quieras creer o no".
Brandr resopló mientras dejaba caer los brazos a los lados. "Hablas con tanta nobleza, pero
a la hora de la verdad, no te esforzaste mucho por venir a conocer a tus hijos, ¿verdad?".
La furia llenó a Con mientras estrechaba sus ojos negros. "No sabes nada de lo que estás
hablando".
"Oh, digo la verdad. Algo que tú eres incapaz de hacer".
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Las fosas nasales de Con se encendieron. "Tu madre y yo no sabíamos nada de ti y de tu

hermana. Erith os arrebató a Rhi para salvaros a las tres, pero cuando llegó el momento de
devolveros al vientre de Rhi, vosotras dos no quisisteis. Al menos, eso es lo que Erith nos
dijo. Ella os apartó de nosotros. Nunca conocimos la alegría de vuestro nacimiento, nunca
pudimos nombraros, ni veros gatear. Nos lo perdimos todo. Sin embargo, tú y Eurwen
supieron de nosotros todo el tiempo. Vinisteis a la Tierra. Nos observasteis. Dejasteis claro
que no queríais tener nada que ver con nosotros. ¿Podríamos haber asaltado Zora? ¿Podría
haberte hecho hablar conmigo? Tienes la maldita razón, podría haberlo hecho".
Brandr vio por primera vez por qué la magia había elegido a Con como Rey de Reyes. Era
formidable, inteligente y astuto. Su comportamiento tranquilo contradecía al feroz Dragón
que era.
"Rhi y yo respetamos vuestros deseos", continuó Con. "A pesar de que nos destrozó a ambos.
Tu total desprecio por nuestros sentimientos y por la falta de control que teníamos en todo
esto es atroz e inexcusable. Eres mejor que eso". Con pasó junto a Brandr de vuelta a la
casa de campo.
Brandr tragó saliva, bastante seguro de que su padre acababa de ponerlo firmemente en su
lugar. No le había gustado lo que había dicho Con, pero no podía negar la verdad.
"Por cierto, no nos iremos hasta que Claire tenga al niño", dijo Con por encima del hombro.
Brandr se giró, pero Con ya había seguido caminando. Se quedó mirando la espalda de su
padre, que se retiraba, sin saber qué hacer. No quería que los Reyes se ocuparan de Zora,
pero ya estaban aquí. Brandr no podía, en conciencia, despedir a Claire ahora que su parto
había comenzado. Pensó que era una tontería que pensaran que tener al niño en Zora
supondría una diferencia en cuanto a si vivía o no.
Claire gritó, con un sonido lleno de agonía. Brandr recordó la cara de V y el pánico que
había en ella. Un Rey y su pareja intentaban traer una vida al mundo. La ira que Brandr
sentía hacia los Reyes no se aplicaba a un niño inocente.
Volvió a su casa, pero aún podía oír los gritos de Claire, incluso en la distancia. Las horas
avanzaban, y el día se convertía en noche, pero los gritos de Claire eran cada vez más fuertes
y largos. Su angustia era tremenda. Finalmente, se hartó y se teletransportó desde su casa
a la de Eurwen. No estaba seguro de por qué.
Brandr abrió la puerta en silencio y entró. V se sentaba detrás de Claire, apoyándola
mientras ella se recostaba contra él. Rhi estaba entre las piernas abiertas de Claire,
guiándola y diciéndole cuándo debía empujar. Con estaba de pie a un lado, observando todo
con una expresión de preocupación. Algo en la cara de su padre hizo que Brandr se diera
cuenta de lo importante que era este nacimiento. Hasta ahora había estado demasiado
absorto en su ira como para comprenderlo.
"Vamos, cariño", instó V a Claire. "Puedes hacerlo".
Las lágrimas cayeron por sus mejillas. "Estoy cansada. Muy cansada".
"Estoy contigo", dijo V y le besó la sien. "Siempre estaré contigo. Pase lo que pase".
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La cara de Claire se arrugó mientras se abrazaba a ella, con los dientes desnudos mientras
se esforzaba. Brandr no estaba seguro de que debiera estar aquí, pero no podía obligarse a
marcharse. Nadie se había fijado en él todavía. Se sentía como un intruso.
Pasaron otros veinte minutos mientras veía a Claire empujar sin que el bebé se moviera. De
repente, Brandr sintió el impulso de ir hacia ella. Luchó contra ello, sin comprender. Hasta
que ya no pudo ignorar el sentimiento en su interior.
Empezó a avanzar. Por el rabillo del ojo, vio que la cabeza de Con se movía hacia él. Cuando
se acercó a Rhi, ella levantó la vista sorprendida. Brandr miró a V y luego a Claire. La
compañera humana le miró. Él se detuvo, esperando su aprobación. No sabía por qué, pero
era importante. Entonces, ella asintió una vez.
Un grito salió de ella cuando le sobrevino una contracción. Él pudo ver cómo se le movía el
estómago por el calambre. Brandr levantó su brazo izquierdo. La observó como si estuviera
fuera de su cuerpo mientras apoyaba la mano en su vientre. En el momento en que su
palma hizo contacto, sintió la magia de los Fae.
Él se sacudió hacia atrás, conmocionado.
"¡Lo que sea que hayas hecho, hazlo de nuevo!" gritó V.
Brandr miró al Rey Dragón. Claire gritó como si le doliera más que antes. Brandr volvió a
llevar la mano a su vientre y ella se calmó. Sintió la contracción que recorría su cuerpo,
pero lo más importante es que descubrió por qué el niño aún no había nacido.
Tragó saliva y miró a la pareja una vez más. "La magia de Usaeil hizo que concibieras. Esa
magia garantizó que el bebé llegara a término. Pero también es su magia la que hace que el
bebé permanezca en tu vientre".
"Si no estuviera ya muerta, la mataría de nuevo", dijo Con desde su espalda.
Rhi captó la mirada de Brandr. "¿Puedes ayudar?"
"¿Sientes la magia de los Fae?", preguntó él.
Rhi negó con la cabeza. "Usaeil debe haberse asegurado de que ninguno de nosotros pueda".
"No la he sentido", dijo V. "Y lo he intentado".
Brandr se encogió de hombros mientras miraba a Claire y luego a V. "Nunca he hecho esto.
Ni siquiera estoy seguro de poder hacerlo".
"Por favor", suplicó Claire mientras su cara se retorcía de dolor con otra contracción.
Brandr respiró profundamente y cerró los ojos mientras se concentraba en la magia de los
Fae. La llamó hacia él. Se aferraba al bebé en el vientre de Claire, negándose a soltarlo.
Brandr sintió que drenaba la vida del bebé.
Profundizó su concentración y exigió que la magia le escuchara. La primera vez que lo rozó,
casi le dio una arcada. Era magia Dark. La maldad era enfermiza, y cuanto más le obedecía,
más sentía que se asfixiaba. Pero no se detuvo. Tenía que conseguirlo todo o el bebé moriría.
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Poco a poco, fue reuniendo la magia hasta tenerla toda. Cuando levantó la mano del
estómago de Claire, la magia le cubrió el brazo como una niebla negra. Intentó mirar a
Claire, pero sus ojos estaban borrosos y sus rodillas empezaron a doblarse.
"Estoy contigo", dijo Con mientras lo sostenía.
Brandr se encontró de repente en una silla, y fue débilmente consciente del estridente grito
de un niño.
"Lo has hecho bien, hijo".
Quiso decirle a Con que se largara, pero, extrañamente, las palabras le afectaron. Brandr
no tenía energía para pensar en eso ahora. Se concentró en la magia que subía por su brazo.
Quería que desapareciera. Sus intentos de quitársela de encima fueron en vano. Entonces
sintió que caía, que el sueño lo arrastraba.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 19
Dreagan
Eurwen no podía dejar de pensar en el momento en que Vaughn le había contado la historia
de su hijo muerto. Su dolor había estado a la vista de todos. Ya no lo ocultaba. Por desgracia,
Darius y Sophie prefirieron ignorarlo o no lo reconocieron por lo que era.
"¿Son los únicos que intentan tener un hijo?" preguntó Eurwen a la pareja.
Sophie miró a Darius y sonrió. "No hemos hablado con nadie más sobre esto".
"Al menos les habéis ahorrado eso a V y Claire", dijo Vaughn.
La mirada de Darius se dirigió a Vaughn. "¿De verdad querrías que todos nosotros
viviéramos para siempre sin hijos?"
"Os evitaría la agonía de perder a otro", espetó Vaughn. Suspiró, visiblemente afligido.
"Esperaría que tú, más que nadie, entendieras lo que significa perder un hijo".
Las fosas nasales de Darius se encendieron con rabia. "Nunca olvidaré ese dolor. Nunca".
"¿Entonces por qué?" Preguntó Vaughn con exasperación. "¿Por qué te has puesto a ti
mismo y a Sophie en una situación así?".
Eurwen miró entre los dos, dándose cuenta de repente de lo que Vaughn estaba diciendo.
Darius también había perdido un hijo. Ahora entendía por qué Vaughn estaba tan
angustiado por la decisión aparentemente frívola de Darius y Sophie.
Darius respiró profundamente y giró la cabeza hacia Sophie. Sus labios se suavizaron
mientras la miraba a los ojos, su amor era evidente. "No puedo cambiar el pasado. Ni quiero
hacerlo. El amor que comparto con Sophie es más de lo que jamás pensé que tendría. Ella
ha ayudado a sanar los pedazos rotos de mi corazón. No he escatimado en detalles de lo
que pasé. Hemos tenido numerosas discusiones sobre las probabilidades y lo que podría
pasar. No es una decisión fácil. Pero es algo que ambos queremos".
Sophie sonrió, sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas. El corazón de Eurwen estaba
desgarrado. Vio el afecto entre Darius y Sophie y el motivo por el que deseaban intentar
tener un hijo. La mirada de Eurwen se deslizó de nuevo hacia Vaughn, y su corazón se
rompió de nuevo por el dolor reflejado en sus ojos. Este tipo de decisión debía ser tomada
por cada pareja una vez que conocieran los hechos de ambas partes.
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Eurwen se dio cuenta de que esta conversación no iba a ninguna parte. Era hora de que la
detuviera. Llamó la atención de Sophie. "Crees que soy diferente porque nací en el Reino de
la Muerte y he vivido durante algún tiempo en Zora, ¿verdad?".
"Sí", dijo Sophie mientras volvía su atención a Eurwen. "¿Deduzco que tú no?"
Eurwen negó con la cabeza. "Conoces a mis padres".
"Y eso en sí mismo es algo que hay que considerar", dijo Darius.
Vaughn se pellizcó el puente de la nariz entre el pulgar y el índice. "Darius, eres mi hermano.
Hemos estado juntos durante incontables milenios. Sophie, te tengo en alta estima por tu
capacidad como médico. Has hecho un gran trabajo. Entiendo por qué quieres estudiar a
Eurwen, pero como ella te dijo, no es diferente a Melisse".
"Me gustaría tener la oportunidad de averiguarlo", afirmó Sophie.
Eurwen negó con la cabeza. "No".
"¿Qué estás ocultando?" preguntó Darius.
Eurwen levantó las cejas, sorprendida por la vehemencia de sus palabras. "Nada".
"Entonces no estará de más que te examine. Toma algunas radiografías, así como sangre",
dijo Sophie.
Vaughn se acercó a Eurwen. "Ella ha dado su respuesta. Tal vez debería empezar a recopilar
datos de Melisse o de nosotros primero".
Darius no dijo nada mientras tomaba la mano de Sophie, y la pareja salió de la Biblioteca.
Una vez que se fueron, Eurwen se volvió hacia Vaughn. "¿Estás bien?"
"Es como si no pudieran oírme".
"No es que no pudieran. Es que no querían hacerlo".
Vaughn negó con la cabeza mientras sus ojos azul persa se encontraban con los de ella. "Si
hubieras estado aquí durante los últimos nueve meses del embarazo de Claire, entenderías
lo impactado que estoy".
"Puede que no haya estado aquí, pero he oído tus palabras y las de mis padres sobre la
pareja. También vi a V y a Claire por mí misma. ¿Por qué crees que acepté que Claire se
fuera con Zora? Si hay una posibilidad de que el niño nazca vivo, quiero que lo tengan. Es
lo menos que se merecen después de lo que les hizo Usaeil".
Vaughn se dirigió al sofá y se hundió en el borde de un cojín mientras apoyaba los
antebrazos en las rodillas. "Por favor, no pienses que no quiero que mis hermanos tengan
hijos".
"No pienso eso", le dijo ella. "Sé por qué tienes esa opinión".
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Él giró la cabeza hacia ella. "Si el bebé de Claire y V nace vivo, más Reyes y sus parejas
empezarán a intentar tener los suyos".
"Tal vez eso es lo que se supone que ocurra".
"Eurwen, perdí un hijo con una mujer que era mi pareja y casi me destroza. Amplía eso cien
veces, y eso podría acercarse a lo que se sentiría entre un Rey y su pareja".
Se sentó a su lado, queriendo reconfortarlo de cualquier manera. "Se apoyarán el uno en el
otro".
"Algunos lo harán. Otros no. Ese tipo de pérdida puede destruir los vínculos que antes eran
fuertes".
Ahora tenía sentido para ella. "Los Dragones se emparejan de por vida, pero los humanos y
los Fae no".
Vaughn asintió lentamente con la cabeza. "Con ha temido durante mucho tiempo cómo
podrían responder mentalmente los mortales al ser inmortales. Vivir tanto tiempo no está
en su ADN. Aunque esa no era su única preocupación. En un momento dado, trató
activamente de disuadir a los Reyes de tomar a las mortales como compañeras".
"¿Cómo resultó eso?"
"Como era de esperar. Una vez que un Dragón encuentra a su pareja, no hay nadie más
para él. Con lo sabía. Lo entendía. Pero miró al futuro, como siempre lo hace".
Eurwen se arrimó a los cojines del sofá para apoyar la espalda. "No hay divorcio para los
compañeros Dragones".
"Los Dragones lo saben. Con intentó explicárselo a las compañeras, pero todas ellas juraron
su amor por su Rey. Yo les creí. Todos lo hicimos. Incluso Con".
"Pero eso no le impide preocuparse de que algo acabe rompiendo una o varias parejas",
adivinó.
Vaughn se sentó lentamente mientras suspiraba. "Cuando me convertí en Rey de los Teals
por primera vez, recuerdo que miré a Con y pensé que no podía ser tan difícil ser Rey de
Reyes. A lo largo de los eones he aprendido que no tenía ni idea de lo que estaba pensando.
Con carga con una gran responsabilidad. Ha dejado de lado su felicidad por la nuestra, una
y otra vez. Siempre está pensando en nuestra continua supervivencia y en cómo podemos
encontrar la plenitud y el amor mientras permanecemos ocultos a los humanos".
"Si alguna de las compañeras deja a su Rey, significaría la muerte para ambos. Un Dragón
no puede sobrevivir sin su pareja".
"Y las compañeras están atadas al Rey a través de la ceremonia". Los labios de Vaughn se
torcieron. "A todos los Reyes de aquí les gustaría tener un hijo. ¿Pero a qué precio?"
"Eso es lo que te irrita de Darius y Sophie, ¿no?"
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Asintió con la cabeza. "Todos nos resignamos a no tener nunca hijos. Esperábamos vivir la
eternidad solos. Entonces ocurrió lo inesperado, y algunos de nosotros empezamos a
encontrar pareja".
"Tal vez se avecinen más cambios. Brandr y yo hemos nacido. Por supuesto, no de una
humana, sino de una Fae".
La mirada de Vaughn se centró en un punto delante de él, aunque asintió distraídamente.
Eurwen sabía que probablemente estaba entrando en un lugar oscuro con los recuerdos de
su hijo perdido. Puso su mano sobre la de él para llamar su atención. "Llévame a tu
montaña".
"¿Qué?", preguntó mientras se giraba para mirarla.
"Tu montaña. Llévame a ella".
Su rostro se suavizó. "Está bien".
Se puso en pie y le levantó de una mano. "Vamos"
"¿Ahora?"
"¿Por qué no?", preguntó ella.
Él sonrió y enlazó sus dedos con los de ella. "Por qué no, en efecto”.
Cuando Vaughn la dirigió hacia la puerta, ella le tiró del brazo para detenerle. Luego ella
negó con la cabeza. "Tengo otro camino".
En el siguiente instante, les teletransportó a la parte trasera de la Montaña Dreagan.
"Todavía hay demasiada luz para que podamos volar", le dijo. "Tendremos que caminar".
"¿En qué dirección?"
Vaughn señaló hacia el oeste.
Eurwen se centró en una de las cimas de las montañas hasta donde sabía que podía
teletransportarse y les hizo saltar hasta allí. Una montaña cada vez, se teletransportó con
Vaughn dirigiéndola hasta que finalmente llegaron a la suya. Ella observó cómo la tensión
de la mansión se desprendía de él. La cogió de la mano y la guió por un lado de la pared
rocosa hasta que llegaron a una roca que ocultaba una entrada a la montaña.
"Nunca quise que me atraparan y no poder entrar en mi montaña", explicó Vaughn. "Hay
una entrada en la base, una que uso en mi forma verdadera, y esta otra".
Eurwen siempre había querido adentrarse en una de las montañas de Dreagan. Ni ella ni
Brandr habían utilizado nunca una para ellos, pero otros Dragones de Zora sí lo hacían. A
menudo se preguntaba si su sangre Fae hacía que no anhelara una montaña.
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En el momento en que entró en la montaña de Vaughn detrás de él, algo se movió a través
de ella. La sensación era de confort y consuelo. Cuanto más se adentraba en el túnel, más
oscuro se volvía. Su vista de Dragón tomó el control, permitiéndole ver con facilidad.
Su mano seguía unida a la de Vaughn. Él la condujo a través del túnel que serpenteaba
ligeramente hacia abajo. Vio un par de bifurcaciones en el pasillo, pero decidió preguntar
por ellas más tarde. Al igual que en la Montaña de Dreagan, las tallas de Dragones
predominaban en todo el túnel.
"¿Los has hecho tú?", preguntó.
Vaughn la miró por encima del hombro. "Lo hice".
Eran impresionantes. Algunos eran Dragones solitarios. Otros se agrupaban. Algunos
estaban de pie mientras otros volaban. Algunos estaban hechos como primeros planos, y
otros estaban tallados como si se vieran desde una gran distancia. Pero todos eran Teals.
El túnel se ensanchó, desembocando en una caverna. Eurwen se detuvo para asimilarlo
todo cuando Vaughn le soltó la mano y se adelantó a ella. Un momento después, una bola
de luz surgió de su mano. Comenzó a elevarse en el aire, haciéndose más grande y brillante
hasta tocar el techo.
Eurwen miró de un extremo a otro de la caverna. El suelo era liso y desnudo, salvo por
algún que otro peñasco. Casi parecía que alguien las había hecho rodar desde el centro. El
techo arqueado que llegaba a un punto era lo suficientemente alto como para que un dragón
pudiera estar de pie sin golpearse la cabeza. Las paredes curvas carecían de tallas de
dragones, pero lo que destacaba eran las marcas de quemaduras hechas por el fuego de
Dragón. Y los arañazos de las garras de Vaughn.
"Aquí es donde he dormido muchos siglos", dijo Vaughn.
Ella dirigió a una de las marcas de chamuscado y pasó ligeramente los dedos por la roca
quemada. "Has hecho algo más que dormir".
"Tenía que liberar mi ira de alguna manera. Permitir que se encone sólo habría empeorado
las cosas".
Eurwen giró la cabeza hacia él. "Y no podías desquitarte con quienes te sentías
responsable".
"Humanos". Le lanzó una sonrisa ladeada. "Eso yo no podría".
"¿Por qué has elegido esta montaña?"
Pareció pensarlo un momento y luego se encogió de hombros. "No puedo responder a eso.
Cuando los Dragones se fueron, Con nos trajo aquí. Nos instó a buscar una montaña y a
dormir. Recuerdo haber volado hasta aquí, pero no tengo recuerdos de haber elegido una
montaña en particular. Estaba cansado e indignado. Sabía que tenía que dormir. Creo que
cogí la primera montaña que encontré".
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Eurwen observó cómo tocaba suavemente la roca mientras caminaba. No creía que nada se
hubiera hecho por descuido. Puede que él no haya elegido esta montaña, pero ella le había
elegido a él.
"Con venía a nosotros cada diez años y nos ponía al día mientras dormíamos", continuó
Vaughn. "Entonces, un día, me desperté. Todavía no estaba preparado para dejar la
montaña, pero ya no dormía. Recorrí cada centímetro de este lugar. Cuando no pude ir más
lejos, hice túneles. No pasó mucho tiempo hasta que comencé el arte. No tenía concepto del
tiempo. No salía, ni siquiera miraba afuera. Me ponía inquieto y me dormía, sólo para
despertarme algún tiempo después y comenzar el proceso de nuevo".
Eurwen estudió a Vaughn, la forma en que sonreía cuando hablaba de la montaña, cómo
acariciaba la roca. "¿Vuelves aquí?"
"Sí". Se encontró con su mirada y sonrió. "Cada uno de nosotros tiene habitaciones en la
mansión, y son algo privadas. Sin embargo, es difícil tener verdadera intimidad en un lugar
con tanta gente. Cuando necesito centrarme, vengo aquí. Puedo bloquear el mundo y sentir
la magia".
"Suena perfecto".
"¿Tienes un lugar así?"
Miró alrededor de la caverna. "Nada como esto. Cuando Brandr y yo llegamos a Zora, nos
propusimos calmar a los Dragones. No pasó mucho tiempo hasta que creamos Cairnkeep.
Aunque no sea tan grande como Dreagan, es nuestro hogar".
Sus cejas se dispararon en la frente. "Ese lugar es espectacular. Sólo las vistas son
sublimes. Estáis sentados en la cima de una montaña. Yo diría que es grandioso".
"No tenemos una mansión".
Le dirigió una mirada seca. "Ambos sabemos que si eso es lo que querías, lo tendrías.
Dreagan y Cairnkeep pueden ser diferentes, pero cada uno es hermoso por derecho propio".
Sus palabras calentaron su corazón. "Me gusta este lugar. Hay algo muy calmante en tu
montaña".
"Siempre lo he pensado. Lo siento cada vez que vengo aquí".
"Lo he sentido", le dijo asombrada.
Los labios de él se tornaron en una sonrisa. "De alguna manera, eso no me sorprende".
"A mí sí me atrae. Nunca me han atraído las montañas. No como a tí y a los otros Reyes".
Vaughn se encogió de hombros con indiferencia. "Eso no te hace menos Dragón. Sólo
significa que necesitas algo diferente".
"¿Por qué sentí algo cuando entré aquí?"
"Ojalá lo supiera".
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"¿Todos los Reyes sienten algo cuando entran en sus montañas?", preguntó.
La sonrisa de Vaughn se amplió. "Nunca he preguntado a ninguno de los otros".
"¿De verdad? Habría pensado que lo harías".
"Podemos estar tan unidos como hermanos, pero debemos tener nuestra privacidad. Tú lo
sabes. Si no, tú y Brandr compartiríais casa".
Eurwen asintió con la cabeza. Se dirigió al centro de la caverna y giró con los brazos
extendidos. Levantó la cabeza y vio las marcas de quemaduras sobre ella. Deteniéndose, las
miró fijamente, tratando de imaginar el dolor que sufría Vaughn.
"Tiempos difíciles", dijo él desde detrás de ella.
Se giró y se encontró con su mirada. "Teníais un Reino para vosotros solos. Luego acogisteis
a nuevos seres que lo cambiaron todo".
"Esperábamos que nos tratasen con el mismo respeto que nosotros a ellos".
"En cambio, lo perdisteis todo. Encerrados en una tierra mágica pero sin voluntad de
recuperar tu mundo. Te quedaste aquí, furioso y dolido, sin poder hacer nada al respecto".
Sus hombros cayeron. "Puedo olvidar lo que los humanos han hecho. Es sólo un pequeño
momento. Luego vuelvo a recordar todo. Estamos viviendo en el infierno. Uno que hemos
creado, pero un infierno al fin y al cabo".
Eurwen puso su mano en su mejilla. "¿Cómo sobrevives?"
"Te he buscado".
Su corazón dio un vuelco ante sus palabras.
Entonces la empujó contra él, con su boca saqueando la de ella.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 20
En el momento en que sus labios tocaron los de ella, Vaughn ardió por estar dentro de
Eurwen.
El acalorado beso se volvió febril, frenético. Sus manos se arañaron mutuamente, tratando
de llegar a la piel desnuda. Luego, finalmente, la ropa desapareció. Su siguiente inspiración
se atascó en sus pulmones cuando ella metió la mano entre ellos y rodeó su miembro con
los dedos.
Vaughn gimió ante la sensación de su mano subiendo y bajando por su longitud. No pudo
moverse cuando ella terminó el beso y se arrodilló frente a él. No podía apartar los ojos de
ella. Sus pulmones quedaron inmóviles cuando ella se inclinó hacia delante y envolvió su
excitación con sus labios. El placer recorrió su cuerpo cuando ella utilizó sus manos y su
boca sobre él.
Cuando no pudo soportar más ese exquisito gozo, la cogió de los hombros y la puso de pie.
La besó, apoyándola contra la roca más cercana. Luego, fue su turno.
Le besó la mandíbula hasta la base de la garganta. Su pulso se aceleró y él pasó la lengua
por encima. Luego besó lentamente su pecho. Le lamió el pezón antes de llevárselo a la boca
y succionarlo. Las uñas de ella se clavaron en su espalda mientras sus caderas se mecían
contra él. Vaughn se dirigió al otro pecho y le acarició el pezón. Sólo entonces le besó el
estómago hasta el ombligo.
La respiración de ella se entrecortó mientras él se arrodilló ante ella y levantó una de sus
piernas por encima de su hombro. Al levantar la vista, descubrió sus ojos encapuchados
observándole atentamente. Vaughn sonrió antes de que su lengua se moviera alrededor de
su clítoris. Un suave grito salió de sus labios. Continuó su asalto introduciendo un dedo
dentro de ella, moviéndolo al ritmo de su lengua.
"Por favor", suplicó ella. "Te quiero dentro de mí".
Él la ignoró, redoblando sus esfuerzos. Sus gritos se hicieron más fuertes. La pierna que la
sujetaba empezó a temblar, y aún así, Vaughn continuó.
Se puso rígida y dejó escapar un grito al llegar a la cima. El sonido fue música para sus
oídos. Habían estado juntos sólo en sus sueños durante mucho tiempo. Ella había sido
como el humo, difícil de retener. Ahora podía sentirla, verla y saborearla. Y no podía tener
suficiente.
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Vaughn se levantó, la agarró por las caderas y la levantó. Sus miradas se encontraron, fijas,
mientras él la penetraba lentamente. Ella separó los labios en un suspiro. Le rodeó con los
brazos mientras él empujaba más profundamente. Comenzó a bombear sus caderas. Sus
respiraciones se mezclaron mientras sus cuerpos húmedos se frotaban el uno contra el
otro. Ella se inclinó hacia delante y lo besó.
Sujetó su hermoso cuerpo contra él mientras él embestía más rápido, más profundamente,
buscando el placer que sabía que les esperaba a ambos. Las uñas de ella le rozaban el cuero
cabelludo y su lengua rozaba la de él. Con cada movimiento, confirmaba que era su
compañera.
Sus párpados se levantaron al terminar el beso. Miró profundamente sus ojos plateados.
Algo pasó entre ellos. Algo profundo e intenso. Lo atravesó como un relámpago,
hundiéndose en cada fibra de su ser y empujándolo al orgasmo. Agarró las caderas de ella
y se sumergió profundamente, derramando su semilla dentro de ella.
Durante largos minutos permanecieron abrazados. Eurwen le apartó el pelo de la cara.
Levantó la cabeza y la miró para encontrarla sonriendo. Entonces se separó de ella y la puso
en pie. En lugar de alejarse, ella tomó su mano y se sentó. Antes de que su trasero tocara
el suelo de la caverna, apareció una manta de pieles gruesas. Dejó que ella lo arrastrara
junto a ella. Luego, se echó hacia atrás y la atrajo hacia su pecho.
"He pasado mucho tiempo en esta montaña", le dijo. "Nunca pensé que estaría aquí contigo".
"¿Te arrepientes de habérmela enseñado?"
"No, en absoluto. Lo que intentaba decir -mal, por lo que parece- es que soy muy feliz".
Ella sonrió mientras levantaba la cabeza para besarlo. "Yo también. No sabía qué esperar
viniendo a Dreagan. Contigo".
"Me alegro de que hayas venido".
"Yo también. Espero poder convencer a Brandr para que venga, con el tiempo".
Vaughn la estrechó más contra él. "Prefiero hablar de ti".
Se rió suavemente. "¿Oh? ¿De qué?"
"Lo que siento por ti".
En el instante en que las palabras salieron de su boca, el ambiente cambió. La actitud
despreocupada de Eurwen había desaparecido, sustituida por la tensión. Pero Vaughn no
se negaría. Tenía que decírselo.
"He intentado decírtelo antes, pero no me has escuchado. Tengo que decir esto".
Ella negó con la cabeza, sus pestañas rozando su pecho. "Por favor, no lo hagas".
"¿Por qué?"
"¿Por qué tienes que hacerlo? ¿Por qué las cosas no pueden seguir así?"
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Vaughn intentó no tomarse a mal sus palabras, pero era difícil no hacerlo. "Porque te he
buscado durante años. Ahora que por fin te he encontrado, necesito que lo sepas".
"Vaughn, por favor. No lo hagas".
"Eres mi compañera, Eurwen".
Ella se sentó, manteniendo la cabeza apartada de él. Su larga melena rubia le caía por los
hombros y le colgaba por la espalda hasta rozarle las caderas. Vaughn se acercó y tocó con
el dedo los sedosos mechones.
"Eurwen", llamó.
Ella soltó un largo suspiro. "Te rogué que no dijeras nada".
"¿Por qué?", insistió. "Sé que sientes algo por mí. Estaba ahí la primera noche que nos
conocimos. Ha estado ahí todo el tiempo que te busqué. Está ahí ahora. ¿Por qué es tan
difícil admitirlo?"
Ella se puso en pie, vistiéndose mientras lo hacía. Luego, se enfrentó a él. "He sabido dónde
estabas. Siempre. ¿No crees que si hubiera creído que eras mi pareja, habría acudido a ti?"
Vaughn debería haber sabido que ella atacaría sin piedad. Se sentó, apoyándose en la mano.
El dolor floreció como una negrura dentro de él, creciendo con cada palabra que ella decía.
"Deberías haber dejado las cosas como estaban. Podríamos haber pasado un buen rato.
¿Por qué no pudiste dejarlo?", gritó ella, con la cara arrugada por la tristeza.
"Porque sé lo que siento".
Sacudió la cabeza. "Lo siento".
Vaughn la vio alejarse. No la llamó, no le rogó que se detuviera. Ella había dicho su parte,
al igual que él. No estaba seguro de cómo había podido equivocarse tanto. Ella quería estar
con él. No se equivocaba en eso.
O tal vez sí.
Se echó hacia atrás y entrelazó los dedos detrás de la cabeza. Esta caverna había visto sus
rabias, su dolor, su sufrimiento y su miseria. Nunca había visto su placer. Pero incluso eso
había desaparecido antes de tomar forma.
De todas las cosas que Vaughn había experimentado a lo largo de su larga vida, nunca
había conocido una angustia como ésta. Su pareja, la que estaba destinada a él, le había
rechazado. Era una sentencia de muerte para un Dragón. La muerte sería más fácil que
vivir sin ella.
Ahora entendía cómo se había sentido Con no hace mucho tiempo, antes de que él y Rhi se
reconciliaran. El vacío era un vacío enorme. Durante todos estos años, nunca había
renunciado a su búsqueda de Eurwen. Cuando la encontró, pensó que todos sus sueños se
harían realidad. En lugar de eso, se habían estrellado descuidadamente contra las piedras
del Destino.
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Repasó sus conversaciones con Eurwen. Ella le había dicho una y otra vez que su lugar
estaba en Zora y el suyo no. La había oído, pero no la había escuchado. No es que hubiera
importado. Tanto si le había contado sus sentimientos como si no, había sabido la verdad.
No le parecía bien haber encontrado por fin a su compañera para no poder tenerla.
Vaughn se preguntó si habría sido mejor guardárselo para sí mismo. Al menos así podría
haber tenido tiempo con Eurwen. Tan pronto como ese pensamiento pasó por su mente,
supo que en realidad habría empeorado las cosas. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más
profundo era su amor.
"Es demasiado tarde, de todos modos. Estaba perdido la primera noche que nos conocimos",
se dijo a sí mismo.
La única razón por la que había sobrevivido tanto tiempo era porque sabía que lo único que
tenía que hacer era encontrarla. Ahora que lo había hecho, nada volvería a ser lo mismo.
Vaughn se levantó y encontró su ropa. Se las puso en lugar de usar la magia. Cuando salió
de su montaña, vio que había caído la noche. No se había dado cuenta de que había estado
dentro durante tanto tiempo. Las patrullas sobrevolaban el perímetro de Dreagan. No era
su noche, pero la idea de volver a la mansión y encontrarse con Eurwen no le parecía
atractiva.
O peor aún, saber que había vuelto a Zora.
No, era mejor que permaneciera lejos de la mansión. Los minutos pasaron, pero Vaughn no
se movió. En su lugar, se sentó en la ladera de su montaña y escuchó los sonidos de los
Dragones volando. Echaba de menos los rugidos de Zora. En la Tierra, no podían rugir a
menos que hubiera una tormenta que cubriera su sonido. Echaba de menos muchas cosas
de Zora. Pero más que nada, anhelaba tener a Eurwen de vuelta a su lado.
Vaughn permaneció sentado allí durante las largas horas de la noche. Los Reyes le llamaron
a través de su enlace mental, pero no respondió. Quería estar a solas con su dolor y su
miseria.
Se frotó la zona del corazón, preguntándose cómo podía dolerle tanto algo. Se estaba
hundiendo en una desesperación tan profunda que sabía que nunca sería capaz de salir de
ella, y no quería hacerlo.
Los Dragones no estaban destinados a estar solos. Por eso tenían compañeros. Por eso la
magia les permitía encontrar a su pareja perfecta. Cuando los Dragones fueron enviados
lejos, los Reyes habían temido que estarían solos para siempre. Milagrosamente, muchos
encontraron a sus parejas entre los humanos y los Fae. De repente, los Reyes volvieron a
tener esperanza.
La esperanza puede permitir que alguien siga adelante mucho después de que otros hayan
dejado de buscar e intentar.
Pero la esperanza también puede matar con la más sorda de las cuchillas.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 21
Ulrik estaba de pie en el Dragonwood con los brazos cruzados y los pies bien abiertos.
Algunos podrían considerarlo una postura de batalla.
Él estaría de acuerdo.
"Esto no es una buena idea", dijo Eilish desde su lado. "Nadie ha interferido con nosotros.
No deberíamos interferir en la vida de alguien".
Él dirigió sus ojos hacia ella. "Cada uno de ellos se entrometió en nuestra relación. Incluso
antes de que lo fuera".
"Esto se siente mal, baby", dijo ella sacudiendo la cabeza.
"Puede que haya estado lejos de Dreagan durante demasiados milenios para contarlos, pero
algunas cosas no cambian. Vaughn siempre fue uno de los firmes. Nunca se enfadó
rápidamente ni eligió un bando. Sopesa todo cuidadosamente. Es lo que le hace ser un
buen abogado".
Eilish chasqueó los anillos de sus dedos, algo que hacía cuando tenía muchas cosas en la
cabeza. "No se trata de un asunto legal. Se trata de su corazón".
"Lo que es peor", afirmó Ulrik.
Su compañera soltó un suspiro. "No estoy tratando de hacer luz de la situación.
Simplemente estoy señalando que no querrías que nadie se entrometiera en nuestra
relación".
Volvió su mirada hacia ella, encontrándose con sus ojos verdes dorados. "Siempre has sido
más sabia que lo que corresponde por tu edad. Valoro tu opinión más que la de nadie, pero
no te das cuenta de lo que viene".
"Con sobrevivió esos años sin Rhi".
"Porque ese era Con. Lo hizo porque sintió que no tenía opción, que tenía que liderar a los
Reyes".
Eilish se encogió de hombros. "Vaughn tiene un valor incalculable. ¿No podemos hacer que
piense lo mismo?"
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Ulrik bajó los brazos y se enfrentó a ella. "Cariño, no es tan fácil. Con sobrevivió sin Rhi
porque es testarudo y apartó todas sus emociones. Era una cáscara de hombre. La simple
verdad es que un Dragón no puede sobrevivir sin su pareja".
"¿Y si Vaughn se equivocó?"
"Los viste juntos. ¿Qué piensas?"
Eilish empezó a hablar, pero luego cambió de opinión. Exhaló un suspiro. "Nunca he visto
a Vaughn mirar a nadie como lo hace con ella".
"¿Ves?"
"Sin embargo, rara vez veo a los Reyes con cualquier mujer. Normalmente, si traen a alguien
a Dreagan, es porque ya hay algo entre ellos que acaba siendo amor".
Ulrik frunció el ceño, confundido. "Exactamente".
"Estás perdiendo el punto, baby. Estoy diciendo que no veo a los Reyes sólo saliendo con
alguien. No sé cómo interactúan con alguien que no sea su compañera".
"Oh" Tenía razón.
Eilish le tocó el brazo, su mano se detuvo en él. "Tal vez Vaughn quiere tanto esto que no
se da cuenta de que el amor no está ahí".
"La ha buscado durante mucho tiempo".
"Precisamente,… mi punto. Ha estado tan empeñado en averiguar quién es ella, que sus
emociones se han enredado".
Ulrik soltó lentamente un suspiro. "Sé lo que dices, y todo es posible. Pero no creo que sea
eso lo que le pasa".
"¿Cuál es tu plan, entonces? ¿Realmente crees que puedes evitar que Eurwen se vaya de
Dreagan? Te das cuenta de que ella puede hacer otro Portal y marcharse cuando quiera".
"Esperaba hablar con ella".
Eilish arrugó la nariz. "No estoy segura de que sea una buena idea".
"Entonces habla tú con ella".
"¿Qué?", preguntó sorprendida.
Ulrik sonrió, con la idea repentinamente clara en su mente. "Sí. Habla con ella. De mujer a
mujer".
"No la conozco".
"Yo tampoco".
Eilish le dirigió una mirada plana. "Eres un Rey Dragón. Tienes más en común con ella que
yo".
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"Nos guarda rencor desde hace tiempo. ¿A quién crees que estaría dispuesta a escuchar?
¿A mí, en quien no confía ni le importa? ¿O a ti, una mujer que llegó a Dreagan igual que
ella?"
Eilish puso los ojos en blanco. "Odio cuando tienes razón".
Ulrik sonrió y se acercó a ella, atrayéndola contra él para poder darle un rápido beso. "Me
quieres".
"Sí. No dejes que se te suba a la cabeza", bromeó.
"Demasiado tarde".
Ella le cogió la cara y le dio un beso prolongado. "Muy bien. Si esto va a funcionar, tienes
que irte".
"Si vuelve aquí".
"Lo hará", afirmó Eilish.
Ulrik le apretó la mano antes de alejarse. Había mucho que quería decirle a Eurwen, pero
ahora no era el momento. Ulrik tenía fe en que Eilish sería capaz de conectar con Eurwen,
aunque sólo fuera para mantenerla en Dreagan un poco más. No quería pensar en lo que
pasaría si ella se iba.
Vaughn había estado persiguiendo un fantasma durante muchas vidas. Finalmente había
encontrado a Eurwen, confirmando lo que había creído todo el tiempo. En el momento en
que Ulrik había visto a la pareja junta, había sabido que Vaughn había encontrado a su
pareja. También era obvio que Eurwen aún no era consciente de ello. Tenía sentido que
Vaughn se lo dijera mientras estaban en Dreagan.
Cuando Ulrik había visto a Vaughn sentado con desazón en su montaña, había reconocido
que su amigo había desnudado su alma y no había obtenido la respuesta que esperaba.
Ulrik había dejado entonces su posición en la patrulla para buscar a Eurwen. Al no
encontrarla, había decidido esperar en el Dragonwood. Ahora, todo lo que podía hacer era
esperar que las cosas funcionaran para Vaughn. Ulrik no podía recordar la última vez que
un Rey había muerto por no tener a su pareja. Estuvieron cerca de perder a Con. Demasiado
cerca.
Ulrik no perdería a Vaughn.
∗∗∗∗∗∗∗
Eilish miró a su alrededor, sintiéndose incómoda. No quería estar aquí. No creía que hablar
con Eurwen sirviera de nada, pero lo haría por Ulrik. Era evidente, por la actitud y las
palabras de su compañero, que esto era importante para él.
Ella también quería que Vaughn fuera feliz, pero no sabía cómo podía cambiar las cosas
para él y Eurwen. Especialmente cuando Eurwen parecía estar decidida a rechazarle. Al
menos, eso era lo que pensaban. Nadie había hablado con ninguno de los dos. Vaughn
porque se negaba a hablar con nadie, y Eurwen porque nadie podía encontrarla.
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Eilish ni siquiera estaba segura de que fuera aquí donde estuviera el Portal Fae. Estaba
segura de que estaba en la zona, pero odiaba no poder verlo.
Había debatido pedir a otra de las mujeres de Dreagan que viniera a ayudarla. Demasiadas
cosas recaían sobre sus hombros cuando se trataba de mantener a Eurwen en la Tierra. No
tenía ni idea de qué decir, y si decía algo malo, podría arruinarlo todo. ¿Cómo podría
enfrentarse a los Reyes si Vaughn moría por su culpa?
Eilish se dio la vuelta para caminar y se detuvo al ver a Eurwen. Estaba tan quieta como
una piedra entre dos árboles, con sus ropas de color rubor casi resplandecientes. Esa noche
no había luna, pero era como si una luz brillara directamente sobre Eurwen.
"Hola", dijo Eilish.
"¿Piensas detenerme?"
Eilish se estremeció interiormente. "Ambas sabemos que, aunque soy una Druida poderosa,
no tengo ninguna posibilidad contra tu magia de Dragón y Fae. He venido a hablar. Nada
más".
"No tengo nada que decir".
"¿Tal vez escuchar, entonces?" Eilish se ofreció.
Los ojos plateados de Eurwen la miraron en silencio durante casi un minuto completo antes
de ceder. "Bien. Habla".
Sí, esto va de maravilla, pensó Eilish para sí misma. "Recuerdo la primera vez que vine a
Dreagan. Me sentí abrumada por todo y por todos. Tenían buenas intenciones, pero no
tenían ni idea de lo desconcertante que era. Desgraciadamente, yo estaba igual que ellos
por tu llegada. Hemos estado esperando mucho tiempo para conocerte a ti y a Brandr.
Podríamos habernos confabulado contra ti".
"No estuvo tan mal".
Eilish vio que Eurwen se relajaba un poco y se dio una pequeña palmada en la espalda. Era
una pequeña victoria. "Las compañeras esperaban que hiciéramos algunas compras,
comiéramos, charláramos y todo eso. Puede parecer muy mundano, pero..."
"Me gustaría. Realmente me gustaría", respondió Eurwen por encima de ella.
Eilish parpadeó asombrada. "¿De verdad?"
"No puedo hacer nada de eso en Zora".
"Pero has venido a la Tierra. Seguramente, lo has hecho mientras estabas aquí".
Eurwen se encogió de hombros y miró hacia otro lado. "No es tan divertido por mí misma".
"No, no lo es". Eilish miró a Eurwen con ojos nuevos. Aquí había un ser poderoso que
gobernaba a los Dragones en otro Reino, pero no tenía ninguna compañía femenina.
"Podríamos ir ahora. Sólo tú y yo".
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"¿Ahora?"
Eilish se encogió de hombros, sonriendo. "¿Por qué no? Puedo llevarnos a cualquier parte",
dijo y movió los dedos con los anillos que le permitían teletransportarse. "Tú eliges".
"No sabría qué elegir".
"Oh, tengo tanto que enseñarte", dijo Eilish con una sonrisa. "Lo único que necesita una
chica son amigas. Todas las que estamos aquí nos apoyamos mucho entre nosotras. Ha
habido momentos en los que no habría pasado el día sin las otras compañeras. No digo que
siempre nos llevemos bien. Algunas de nosotras tenemos personalidades diferentes, pero
somos una familia. Siempre nos cubrimos las espaldas".
Los labios de Eurwen se suavizaron en una triste sonrisa. "Eso suena increíble".
"Tú también eres parte de esa familia. Tú y Brandr".
"Mi hermano nunca vendría aquí".
"Las cosas cambian. Dale tiempo".
Eurwen miró al cielo. "Puedo ver a los Reyes patrullando. Es desgarrador que tengan que
permanecer callados".
"Se han acostumbrado a ello".
"Cuanto más tiempo estoy aquí, y cuanto más descubro, más me doy cuenta de por qué
desean tan desesperadamente visitar Zora".
Eilish asintió. "Para ver a los Dragones".
"¿Cómo lo hacen?"
Eilish pensó en Ulrik. "Algunos días son más fáciles que otros. Otros son muy difíciles para
ellos. Dreagan les permite el espacio que necesitan cuando llega a ser demasiado. Pueden
ir a sus montañas y surcar los cielos por la noche. Durante una tormenta, están todos allí
arriba", dijo con una sonrisa, pensando en ello. "Es un hermoso espectáculo verlos juntos.
Entonces no contienen sus rugidos. Con garantizó un lugar seguro para los Reyes.
Independientemente de lo que pienses de tu padre, debes saber que siempre tuvo la
supervivencia de los Dragones en su mente".
"He descubierto mucho sobre los Reyes Dragón, así como sobre mis padres, en los últimos
días. Creía que lo sabía todo. Me avergüenza incluso admitirlo porque ningún ser puede
saberlo todo. Todos estamos destinados a crecer y seguir aprendiendo. Pero Brandr y yo
juzgamos duramente a Con y a los Reyes".
"¿Y a Rhi?"
Eurwen se acercó a Eilish. "A ella, también. ¿Qué tan ridículo es eso? Ninguno de mis
padres tuvo nada que ver con lo que nos pasó".
"Los niños suelen culpar a sus padres de las cosas. Yo lo hice. Cuando me enteré de quién
era mi verdadero padre, no podía estar más sorprendida. Luego supe la verdad sobre mi
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madre y lo que su familia le había hecho. Busqué a alguien a quien culpar. Mis padres
parecían un blanco fácil. Al fin y al cabo, ellos eran los responsables de mí. Luego
descubrimos que son mucho más que nuestros padres. Son personas que viven y aman y
cometen errores como todo el mundo".
"Voy a ver eso".
Eilish arrugó brevemente la nariz. "Tus padres son personas increíbles".
"Todo el mundo me dice eso".
"Porque queremos que sepáis que, sin ellos, la mayoría de nosotros estaríamos muertos.
Rhi arriesgó su vida una y otra vez por los Reyes y las compañeras. Estuvo a punto de morir
en un par de ocasiones. Incluso mientras luchaba contra sus problemas personales,
siempre estaba ahí para nosotros. ¿Sabes que ella curó el Reino Fae? Es habitable de nuevo.
Una pequeña parte de él, pero está creciendo cada día".
La cara de Eurwen se aflojó. "¿Lo hizo?"
"Ella tiene el poder de destruir mundos así como de curarlos. En sus días más oscuros,
podría haber destruido todo esto en un parpadeo. Pero fue lo suficientemente fuerte como
para no hacerlo".
Eurwen suspiró suavemente. "Todo lo que pensaba o creía se ha vuelto en contra".
"A veces, esa es la mejor manera de encontrar un nuevo camino".
Eurwen guardó silencio durante un largo momento. "Llévame a un lugar donde no nos
molesten. Un lugar donde podamos hablar".
"Conozco el lugar perfecto", dijo Eilish mientras extendía la mano.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 22
En el momento en que Eurwen tomó la mano de la Druida, ésta las teletransportó a una
playa tropical. El sol caía desde un cielo sin nubes, brillando en el agua verde y vibrante
que bañaba perezosamente la playa de arena blanca mientras las montañas se elevaban
desde el mar, dejando sólo un estrecho espacio para que los barcos entraran en la cala. Se
giró y miró detrás de ella hacia la densa selva que había más allá.
"Me encanta este lugar", dijo Eilish.
Eurwen parpadeó contra la dura luz del sol. "¿Dónde estamos?"
"Tailandia. No me canso de ver estas islas. Cada una es más espectacular que la otra. ¿Y el
agua?" Eilish sonrió satisfecha. "Ulrik y yo nos escapamos y venimos aquí siempre que
podemos. Es un lugar que no nos molesta".
Eurwen se levantó las faldas y se dirigió al agua, quitándose los zapatos por el camino. Las
frescas olas le llegaban a los pies y a las rodillas mientras se adentraba en el agua. Escuchar
las olas tenía un efecto calmante para ella.
"Gracias", dijo por encima del hombro a Eilish.
La Druida se acercó a su lado, ahora con un bikini verde oliva. "Un placer".
"La mayor parte de mi vida, sólo tenía a Brandr para hablar. Estamos muy unidos, o lo
estábamos. Nos hemos distanciado recientemente".
"Nunca tuve hermanos. Ojalá hubiera tenido alguien a quien recurrir".
"Pero tenías amigos". Eurwen giró la cabeza para mirarla.
Eilish asintió. "Los tenía. ¿Y tú?"
"La verdad es que no. Hay Dragones a los que llamaría amigos, pero sus vidas son muy
diferentes a las de un humano".
"Y tú eres parte de ambos mundos".
"No del todo en ninguno", admitió Eurwen en voz alta por primera vez.
Eilish frunció el ceño y sus ojos verde-oro se llenaron de preocupación. "Es fácil que alguien
nos ponga etiquetas. Creo que deberíamos poder decidir quiénes y qué somos. Si quieres
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ser un Dragón, entonces eres un dragón. Si quieres ser un Fae, entonces eres un Fae. No
importa quiénes sean tus padres ni lo que nadie espere de ti".
"Ese es el problema", dijo Eurwen. "No sé lo que quiero".
"Creo que sí".
Eurwen exhaló un suspiro y miró hacia el impresionante agua. "Quiero pertenecer a algo.
No sé por qué lo digo cuando lo hago. Pertenezco a Zora y a los Dragones".
"¿De verdad? ¿O tú y Brandr respondisteis a una llamada que envió el Universo?
¿Aceptasteis ambos la responsabilidad sin considerar lo que querían?"
El shock atravesó a Eurwen. Miró lentamente a Eilish. "Nunca lo había pensado así".
"Quizás una vez perteneciste a Zora. Pero tal vez ahora buscas algo más. Todos crecemos.
A veces, superamos lo que hemos estado haciendo".
"¿Dónde me deja eso, entonces? Siempre he gobernado junto a Brandr".
"¿Pero es lo que quieres hacer?" Eilish se encogió de hombros. "Creo que tienes que dar un
paso atrás y considerarlo".
Eurwen negó con la cabeza. "Nunca me lo he preguntado".
"Empecemos con algo pequeño. ¿Qué quieres hacer ahora mismo?"
Eurwen sonrió, una risa burbujeante dentro de ella. "Nadar".
"¡Entonces nadamos!" gritó Eilish mientras corría hacia el agua.
Eurwen chasqueó los dedos y su ropa desapareció, sustituida por un traje de baño
turquesa. Se sumergió en el agua y nadó bajo ella. Peces de colores espectaculares saltaban
aquí y allá. Vio un pulpo antes de que se metiera entre unos corales.
Cuando finalmente rompió la superficie para tomar aire, Eurwen miró a su alrededor
buscando a Eilish. Encontró a la Druida nadando perezosamente hacia la orilla. Eurwen
aún no había terminado. Volvió a sumergirse para explorar más el maravilloso mundo bajo
las olas. Perdió la cuenta del número de peces diferentes que vio. Su entusiasmo aumentó
cuando vio algunas rayas e incluso un par de tiburones más pequeños.
La última vez que salió a la superficie, encontró a Eilish recostada en una hamaca, colgada
entre dos árboles. Eurwen nadó hasta la orilla y salió del agua.
"Eso sí que es una sonrisa", dijo Eilish al verla.
Eurwen se rió. "Me siento muy bien".
"Te pareces mucho a tus padres, y ni siquiera lo sabes. Ambos se dedican a sus deberes
antes de ocuparse de su propia felicidad. Tú has hecho lo mismo".
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Eurwen clavó sus dedos mojados en la playa, viendo cómo la arena se pegaba a sus pies y
se desprendía. "Sí, lo he hecho". Miró a Eilish. "No has preguntado lo único que sé que
quieres preguntar".
Eilish pasó las piernas por el lado de la hamaca y se sentó. Luego dio unas palmaditas en
el lugar que estaba a su lado. Eurwen utilizó su magia para devolverse la ropa y secarse el
pelo antes de sentarse junto a la Druida. Se sentaron en silencio durante un rato,
observando cómo el cielo se oscurecía a medida que se acercaba la puesta de sol.
Eilish dejó caer la barbilla sobre su pecho. "Me gustas, Eurwen. No lo digo sólo por lo que
eres. Me gustaría que fuéramos amigas".
"A mí también me gustaría. Nunca he tenido una amiga humana antes".
La Druida giró la cabeza hacia ella y sonrió. "Tenemos que ponernos al día para remediarlo".
"Me hace mucha ilusión".
"A mí también", respondió Eilish. Luego, su sonrisa se apagó. "Tu vida es asunto tuyo. No
quiero interferir, pero también quiero que sepas que puedes hablar conmigo de cualquier
cosa".
Eurwen respiró profundamente y soltó el aire mientras apretaba los labios y miraba el mar.
No importaba lo que hubiera estado haciendo en las últimas horas, no podía dejar de pensar
en alguien: Vaughn.
"Sabes lo de Vaughn, ¿no?", le preguntó a Eilish.
Hubo una pequeña vacilación antes de que Eilish dijera: "Sí".
"¿Qué hiciste cuando Ulrik te dijo que eras su pareja?"
Eilish rió suavemente y puso una mirada soñadora. "Pasamos por todo un calvario. Ninguno
de los dos confiaba en el otro, pero no podíamos ignorar la atracción". Giró la cabeza hacia
Eurwen. "Siempre estaba ahí, en primer plano. Al principio, pensé que era sólo lujuria, pero
cuanto más tiempo pasaba con él, más comenzaba a interesarme. No pasó mucho tiempo
antes de que dependiera de él, y entonces no pude recordar un momento en el que no
hubiera formado parte de mi vida. Estuvo a mi lado en mis momentos más bajos. Me salvó.
Me amó incondicionalmente. Cuando me dijo que éramos compañeros, me alegré mucho
porque sabía que quería estar con él siempre".
"Y ahí está el problema. No sé nada de eso".
"¿Supongo que no sabías cómo responder a Vaughn cuando te lo dijo?"
Eurwen negó con la cabeza. "Podría haberlo manejado mejor. Lo sé. No quería hacerle daño.
Le rogué que no dijera las palabras".
"Entonces, ¿lo sabías?" preguntó Eilish, con sorpresa en su voz.
Eurwen lo pensó un momento y luego se encogió de hombros. "Sabía que Vaughn quería
algo que yo no podía darle".
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"Os he visto a los dos juntos. No se puede negar la atracción".

"Eso no significa que seamos compañeros".
Eilish asintió con la cabeza. "¿Qué crees que os mantiene separados?"
"Somos de dos mundos diferentes".
"También lo éramos Ulrik y yo".
Eurwen puso los ojos en blanco. "Vosotros dos sois del mismo planeta. Eso no es cierto
para Vaughn y para mí".
"Pero puedes superar eso. Si quieres".
"Luego está el hecho de que tengo que volver a Zora".
Eilish levantó un hombro encogiéndose de hombros. "No creo que a Vaughn le importe
moverse".
"No vamos a permitir que ningún Rey Dragón de la Tierra resida allí".
"Oh", dijo Eilish, con los ojos redondeados. "¿De verdad?"
Eurwen asintió. "Brandr nunca lo aceptaría. Ni siquiera quiere más visitas. También me
dijo que si elijo a Vaughn como compañero, me desterrará".
"Maldita sea. Eso podría ser un problema".
"Exactamente".
Eilish apretó los labios por un instante. "¿Y nunca querrías vivir aquí?"
"Tengo un deber con Zora. Al igual que Vaughn tiene responsabilidades aquí".
"Parece que has considerado las cosas con Vaughn entonces. Debes sentir algo por él".
Eurwen apartó la mirada. "No importa lo que haga o deje de hacer. Nunca puede funcionar".
"Si está destinado a ser, funcionará. De alguna manera".
"Hablas como alguien que no ha tenido que tomar una decisión como la mía".
Eilish se encogió de hombros, torciendo los labios. "Quizá no como la tuya, no, pero todas
las compañeras hemos tenido que tomar la decisión consciente de renunciar a las vidas que
teníamos -y a veces incluso a nuestras familias- para estar con nuestro Rey".
"Sin embargo, no tuviste que renunciar a la familia inmediatamente, ¿verdad?"
"Otras lo hicieron. No estoy tratando de hacer luz de su situación".
Eurwen clavó los dedos de los pies en la arena. "Me doy cuenta de que intentas comparar
lo que pasa un compañero con lo que yo estoy tratando, pero no es lo mismo".
"¿Quieres estar con Vaughn?"
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Eurwen dudó, sin saber cómo responder a eso.

"Muy bien", dijo Eilish. "Intentemos esto de una manera diferente. ¿Te gusta estar con él?"
Eso fue más fácil de responder. "Sí".
"Es un paso adelante. Los pequeños pasos siguen siendo pasos".
Eurwen sonrió a Eilish. ¿Así era tener una amiga? Si era así, se había perdido muchas
cosas. Los temas que ella y Eilish discutían ahora eran cosas de las que Eurwen nunca
podría hablar con Brandr debido a su odio por los Reyes y todo lo que representaban.
"Esa sonrisa no duró mucho", señaló Eilish.
Eurwen arrugó la nariz. "Vaughn y yo nos conocimos hace mucho, mucho tiempo. Yo sabía
quién era él, pero él no tenía ni idea de mi identidad. Me aseguré de ello. Pasamos una
noche increíble juntos, y me fui mientras él dormía para que no empezara a hacer
preguntas".
"Supongo que no se habló mucho esa noche", dijo Eilish con una sonrisa cómplice.
Eurwen se rió. "Ni una sola palabra. La atracción era demasiado intensa".
"Así que... ¿no se habla durante los abrazos? Seguramente, los dos se abrazaron después".
Eurwen recordó aquella noche y suspiró con nostalgia. "Cuando finalmente nos agotamos,
sí, me atrajo hacia sus brazos".
"Oh, Dios mío", exclamó Eilish con los ojos muy abiertos. "Eso sí que parece una noche
increíble".
"Más de lo que podrías imaginar". Sólo pensar en ello hacía que Eurwen deseara volver a
él. Las cosas habían sido tan simples entonces. O tal vez no se había dado cuenta de las
complicaciones que ella y Vaughn al pasar tiempo juntos podrían causar. Lo más probable
es que sólo fuera ingenua.
Eilish dejó escapar un largo silbido. "Parece que Vaughn tuvo un impacto".
"Por así decirlo".
"¿Cuánto tiempo hasta que lo volviste a ver?"
Eurwen ajustó sus manos en el borde de la hamaca. "No hasta que llegó a Zora".
"No lo entiendo", dijo Eilish, con el ceño fruncido.
"Brandr y yo hicimos un pacto para no relacionarnos nunca con los Reyes".
Eilish negó con la cabeza, su confusión era evidente. "¿Algún Rey?"
"Cualquiera".
"¿Alguna vez?"
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"Siempre", confirmó Eurwen.

Eilish parpadeó y miró al agua. "La atracción de la que hablaste con Vaughn debe haber
sido grande para que ignores tu pacto".
"Lo fue".
"¿Qué dijo tu hermano cuando se enteró?"
Eurwen se alegró de que Eilish no la mirara. "No se lo dije a Brandr hasta que Vaughn
estuvo en nuestro Reino".
Eilish volvió a negar con la cabeza mientras cerraba brevemente los ojos.
"Exactamente", dijo Eurwen. "Si Vaughn es mi compañero, ¿habría sido capaz de
mantenerme alejada de él todo este tiempo?"
"No habría sido capaz de alejarme de Ulrik", dijo Eilish mientras giraba la cabeza hacia
Eurwen.
Eurwen levantó las cejas, asintiendo.
"Maldita sea".
Las dos permanecieron en silencio durante mucho tiempo. Eurwen no dejaba de pensar en
la cara de Vaughn cuando salió de la caverna. Lo último que quería hacer era herirle, pero
debería haber sabido que llegaría a eso. Ella sabía que él quería algo más. Se sentía bien
estando con él, pero al ir con él a Dreagan, le había permitido pensar que podría haber algo
entre ellos.
"Las cosas cambian", dijo Eilish. "El hecho de que abrieras el Portal entre nuestros mundos
y permitieras a tus padres -así como a Vaughn- entrar en Zora podría haber alterado las
cosas".
Eurwen miró a Eilish. "Ojalá fuera tan sencillo, pero no lo es".
"Todo se reduce a lo que tú quieras. No a lo que tu hermano quiere para ti, ni siquiera lo
que ocurre en tu mundo. Es lo que tu corazón y tu alma necesitan. Aquél sin el que no
puedes vivir. Creo que eso ya ha empezado a cambiar. Sólo que aún no te has dado cuenta".
"Tal vez".
Eilish le dirigió una sonrisa. "Has venido a Dreagan. Con Vaughn, debo añadir".
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Capítulo 23
"¿Te importa si me siento?" Preguntó Ulrik.

Vaughn reprimió una respuesta de enfado. "Preferiría que no lo hicieras".
"Qué pena".
Vaughn puso los ojos en blanco mientras Ulrik bajaba al suelo junto a él.
"Este es el Vaughn que conozco", dijo Ulrik.
"La gente cambia".
"No somos gente".
Vaughn se apretó las manos mientras su irritación aumentaba. "Los Dragones cambian".
"Deberías luchar por ella".
"Si ella no siente que soy su pareja, no tiene sentido".
"Pero crees que es tuya".
Vaughn giró la cabeza para mirar los ojos dorados de Ulrik. "Sé que lo es".
"Sentado aquí no conseguirás tu pareja. Ve tras ella".
"Haces que parezca fácil".
Los labios de Ulrik se curvaron mientras emitía un medio encogimiento de hombros. "Así
es".
"Ella ha sabido quién era yo desde el principio. Ha sabido dónde estaba todo el tiempo. Si
ella sintiera que soy su pareja, habría regresado a mí".
"Un Dragón lo habría hecho, sí. Ella sólo es medio Dragón".
Vaughn le dirigió una mirada plana. "¿Crees que no lo sé? Soy demasiado consciente".
"Todo lo que digo es que ella podría sentir las cosas de manera diferente siendo sólo medio
Dragón. Su mitad Fae puede interferir en su descubrimiento de su pareja. ¿Verdad? No
puedes negar que hay una posibilidad".
"Hay una posibilidad. Pero no creo que sea cierto".
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Ulrik frunció el ceño. "¿Por qué dices eso?"

"No quieren a ningún rey en Zora. No para vivir. Ni siquiera para visitarles".
"Pero... Con y V están allí ahora. Varek estaba allí. Tú estabas allí".
"Varek no estaba allí por su propia voluntad. Por lo que me dijo Eurwen, Brandr no estaba
contento de que ella construyera el Portal para permitir la entrada de Con y Rhi".
Los labios de Ulrik se estrecharon mientras asentía. "Entonces llegaste".
"Fue entonces cuando Eurwen le dijo que los dos nos habíamos conocido hace tiempo".
"Supongo que no se lo tomó bien".
Vaughn se echó hacia atrás para mirar al cielo, enlazando las manos detrás de la cabeza.
"Puedes decirlo. Eurwen no considerará vivir aquí. Dijo que su lugar está en Zora,
gobernando con su hermano".
"Y no nos quieren allí", dijo Ulrik en el silencio. "Mierda".
"Precisamente", respondió Vaughn en tono seco.
Ulrik soltó un suspiro. "Eurwen bien podría desearte, hermano, pero se encuentra dividida
entre dos lugares".
"No hay manera de evitarlo".
"Siempre hay una manera".
Vaughn resopló. "No me eches en cara mis palabras. Las dije en relación con cuestiones
legales".
"No puedes negar que también funciona en este escenario".
"Estás tratando de darme esperanza".
"Y tú te rindes con demasiada facilidad", replicó Ulrik. "El Vaughn que conozco no se echa
atrás en una pelea".
Vaughn giró la cabeza para mirar a Ulrik. "Esto no es una batalla, amigo mío".
"Es una batalla de tu corazón".
"¿Cuándo te volviste tan romántico?"
La mirada de Ulrik se desvió. "No hay un Rey aquí que no haya pasado vidas anhelando a
su pareja. Los Fae e incluso los mortales buscan continuamente las otras mitades de sus
almas. Tenemos la suerte de ser capaces de discernirlo".
"Los Fae y los humanos pueden -y lo hacen- vivir sin sus parejas, incluso si las encuentran.
Nosotros no podemos".
La mirada de Ulrik volvió a dirigirse a él. "Te necesitan aquí".
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"Eso no es cierto, y lo sabes. Dreagan continuaría. Los Reyes continuarían si yo muriera.

Eso es cierto para cualquiera de nosotros. Ya no tenemos un propósito. Aceptamos a los
mortales aquí, les dimos un hogar. Y luego dejamos que dictaran cómo serían las cosas.
Permitimos que nos presionaran hasta que no tuvimos más remedio que alejar a los
Dragones".
"Ahí es donde te equivocas. Tuvimos una elección. Elegimos ser fieles a lo que somos".
"Sí. Me he dicho eso durante mucho tiempo. Ahora, me pregunto si me he estado diciendo
una mentira".
Ulrik se tumbó a su lado. "Lo dices porque has estado en Zora".
"Eurwen y su hermano tienen a los humanos contenidos en un lugar determinado. Los
Dragones no se aventuran allí, y a los mortales no se les permite estar del lado de los
Dragones".
"Ah, pero se cruzan".
"No muchos", argumentó Vaughn. "Eurwen y Brandr han dado a los dragones un lugar para
prosperar y crecer".
Ulrik inspiró profundamente y lo soltó lentamente. "Eso les está funcionando ahora. No lo
hará siempre. ¿Qué crees que harán Brandr y Eurwen? ¿Qué crees que harán los Dragones
si los humanos atacan?"
El corazón de Vaughn se apretó en su pecho porque no quería responder a esa pregunta.
"Detendrían a los humanos por cualquier medio necesario", dijo Ulrik por él. "Ambos lo
sabemos. Varek nos dijo que Zora es similar a nuestro Reino gracias a Erith, pero no tiene
la magia que nos elige como Reyes".
"No", respondió Vaughn en voz baja.
"Es esa magia la que nos mantuvo a raya, por así decirlo. Elegía sólo a los Dragones más
valientes y letales para liderar. Pero ante todo, esos Dragones necesitaban un buen corazón.
No hay nada parecido en Zora para los Dragones o para Eurwen y Brandr".
Vaughn cerró brevemente los ojos. "Los gemelos están tan empeñados en no cometer los
mismos errores que nosotros que no podrán ver que están cometiendo otros nuevos".
"Por lo que tú y Varek habéis dicho, Zora es hermosa. Todo eso cambiará en el momento en
que Eurwen y Brandr alimenten su lado oscuro y maten a los humanos. La Eurwen que
conoces ahora desaparecerá".
A Vaughn no le gustaba ni siquiera considerar esa situación.
"A Varek le gusta Brandr, pero Brandr no escuchará nada de lo que tengamos que decir."
"Eurwen podría".
Vaughn miró a las estrellas por encima de él. "No estoy tan seguro".
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"Deberíamos intentarlo".
"No hay razón para que ninguno de ellos considere siquiera lo que estamos diciendo porque
nada cambia en Zora".
Fue el turno de Ulrik de resoplar. "¿Oh? Una persona a la que Jeyra llamaba la arpía
consiguió arrastrar a Varek de nuestro mundo al suyo. Yo diría que eso es algo que hay que
pensar dos veces".
"Me olvidé de eso".
"Es comprensible. Acabas de encontrar a la mujer por la que has pasado eones peinando la
Tierra".
Vaughn salió al encuentro de la mirada de Ulrik. "Hay que encontrar a la bruja para poder
averiguar qué ha hecho".
"Y asegurarse de que no pueda volver a hacerlo. Justo lo que estoy pensando".
"Tengo que volver a Zora".
Una sonrisa tiró de los labios de Ulrik. "Lo cual harás. Y ya estando allí, recuerda por qué
eres tan bueno como abogado. Tienes un don".
"Por entender y utilizar el sistema legal de los humanos", afirmó Vaughn con irritación
mientras se incorporaba.
Ulrik le siguió, negando con la cabeza. "Eso es sólo una parte. Tienes la cabeza fría, Vaughn.
Eres capaz de escuchar lo que dicen los demás. No sólo escuchas, sino que entiendes.
También eres capaz de hacer que te entiendan. Eso no es algo que haya que descartar. Es
hora de que te des cuenta de tus dones y los utilices adecuadamente".
Vaughn asintió, con un plan comenzando a formarse. "Sí".
"Y ya que estás allí, puede que también quieras pasar algo de tiempo con Eurwen".
"Si ella lo permite".
Ulrik sonrió como si ocultara algo. "Oh, lo hará".
Vaughn frunció el ceño mientras ladeaba la cabeza. "¿Qué se supone que significa eso?"
"Lo verás una vez que estés en su Reino".
"Se supone que no debo volver".
Ulrik se puso en pie. "¿Quién lo dice? El Portal no está cerrado. Además, Con sigue ahí".
Ese era un buen punto. Vaughn se puso de pie y se enfrentó a su amigo. "Todavía hay una
posibilidad de que esto no funcione".
"¿Qué prefieres hacer? ¿Sentarte aquí y morir lentamente? ¿O ir a Zora y luchar por tu
pareja y su Reino?"
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"Ya sabes la respuesta", contestó Vaughn con acritud.

Ulrik se rió y le dio una palmada en la espalda. "Es la respuesta para cualquier Rey. Sólo
necesitabas que te lo recordaran".
"Gracias".
"Habrías llegado a esa conclusión solo. Yo sólo te he ayudado a llegar más rápido. ¿Te llevo
al Portal?"
Vaughn sonrió. "Por supuesto".
Ulrik extendió el brazo con el brazalete de plata. Se lo había dado una Fae y le permitía
teletransportarse. En el momento en que Vaughn le puso la mano encima, Ulrik les hizo
saltar hasta el Dragonwood.
"El Portal está ahí", dijo Ulrik, señalando con la mano.
Vaughn sabía que estaban en la zona correcta, pero eso no significaba que Eurwen hubiera
dejado el Portal abierto. "¿Estás seguro?"
"Rhi puso los dos guijarros blancos en el suelo para marcar la entrada", explicó Ulrik.
"Eso nos facilita las cosas". Vaughn dio un paso, luego se detuvo. "Existe la posibilidad de
que Eurwen no se alegre de verme".
La nariz de Ulrik se arrugó mientras se encogía de hombros. "Ella siente algo por ti,
hermano. Cuanto más tiempo paséis juntos, más fácil será que lo vea. No importa en qué
Reino estés".
Vaughn sabía que Ulrik tenía razón. No era que no quisiera perseguir a Eurwen. La había
buscado todo este tiempo. Continuaría mientras tuviera la esperanza de importarle a ella.
Ulrik tenía razón. Eurwen sentía algo por él. Estaba ahí en su beso, en sus caricias. Incluso
en la forma en que le sonreía. O ella no conocía sus sentimientos, o algo más la retenía. Era
el momento de presionar para encontrar la respuesta, para ambos.
Y si al final ella le rechazaba y le dejaba sin pareja, al menos podría mirar atrás y saber que
había hecho todo lo posible.
Vaughn miró por encima del hombro a Ulrik. "No sé cuándo volveré".
"Con y V te cubrirán las espaldas allí. Aquí te tenemos cubierto", dijo Ulrik con una sonrisa.
Vaughn cuadró los hombros. Le dolía que Eurwen se hubiera marchado para volver a su
Reino, pero ¿realmente esperaba que se quedara después de lo que había ocurrido entre
ellos? Respiró profundamente y dio dos pasos. Con el tercero, estaba en Zora.
∗∗∗∗∗∗∗
Ulrik soltó un suspiro de alivio cuando Sebastián salió de detrás de un grupo de árboles.
"Estás jugando un juego peligroso", advirtió Sebastián.
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Ulrik le miró a los ojos de color topacio. "No había otra opción".
"Esperemos que Eurwen reaccione como esperamos".
"Y Eilish no me despelleje vivo", dijo Ulrik con una mueca.
Sebastián se rió. "Oh, lo hará. Sólo espero estar allí para verlo".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 24
Zora
Brandr se despertó sobresaltado. Por un segundo, no pudo recordar por qué estaba en la
casa de Eurwen. Luego, todo volvió a su mente.
Se incorporó lentamente. Con y Rhi se habían ido. V estaba con Claire en la cama, ambas
con los ojos cerrados. Junto a la cama había un moisés. Brandr se levantó y se acercó a él.
Cuando miró dentro, vio al niño envuelto en una manta. El niño parecía inocente mientras
dormía plácidamente, completamente ajeno a la agitación que había provocado su llegada.
Brandr no podía dejar de mirar el pequeño bulto con la cara arrugada. Metió la mano y rozó
suavemente con el dorso de un nudillo la frente del bebé. Brandr no sabía por qué quería
tocar al bebé, pero una vez que lo hizo, no pudo apartar la mano. La magia del Dragón
corría por el niño. No era tan poderosa como la de V, pero no se podía negar que corría por
todo el bebé.
Dejó caer el brazo a su lado y miró a Claire y a V una vez más. La expresión de pánico en
el rostro de V esperando el nacimiento de su hijo era algo que Brandr nunca olvidaría. No
sabía por qué ninguno de ellos había sentido la magia Fae que impedía que el bebé naciera,
pero se alegraba de haber estado aquí para ayudar. No quería pensar en lo que podría haber
pasado si no lo hubiera hecho.
Como compañera del Rey Dragón, Claire era esencialmente inmortal. La única forma en que
podía morir era si V moría. La forma en que la magia de Usaeil había envuelto al bebé le
habría matado dentro del vientre de Claire. Habría sido necesario realizar una cesárea sólo
para sacar al bebé. Y ni Claire ni V habrían vuelto a ser los mismos. Brandr se sorprendió
de que su abuela hubiera sido tan insensible. Tuvo que recordarse a sí mismo que ella había
sido Darl.
Eso le recordó la magia Dark. Se miró el brazo, pero el humo negro y nebuloso que había
estado allí antes de caer inconsciente había desaparecido. No lo sintió dentro de él, pero de
todos modos sería cauteloso.
Brandr se teletransportó al exterior para recibir el día. El sol acababa de asomar por la
montaña, con sus primeros rayos iluminando la zona. Respiró hondo, intentando aún
descifrar las confusas emociones que se agolpaban en su interior. Las cosas habían sido
simples una vez. Fáciles. Bueno, tanto como podían serlo en su situación.
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Desde que podía recordar, él y Eurwen habían sentido una necesidad imperiosa de llegar a
los Dragones. Habían podido hablar entre ellos, pero no con Erith. El tiempo que les llevó
crecer y llegar al punto de poder comunicarse con la Diosa les había parecido una eternidad.
Durante todo ese tiempo, tanto Brandr como su hermana habían sentido el grito de los
Dragones en su interior. Era casi como si hubieran nacido para encontrar a los Dragones y
restaurar el orden una vez más.
Había aceptado eso como su vida. Pensó que Eurwen también lo había hecho. Le dolía
profundamente que le hubiera ocultado secretos porque sabía que si no le había hablado
de Vaughn, entonces había otras cosas que no había compartido.
Obviamente, ella había buscado algo más. ¿Por qué no se lo había dicho? Pero él sabía la
respuesta. Brandr no cuestionaba su lealtad o sus intenciones cuando se trataba de Zora
o de los Dragones. O incluso de él. Sin embargo, algo faltaba en la vida de su hermana. Algo
que él había echado de menos. Y supuso que hacía tiempo que no lo veía.
¿Era la dinámica entre él y Eurwen lo que había alterado las cosas en Zora? ¿Era eso lo que
sentía ahora? Quería culpar de todo a los Reyes Dragón, pero eso era infantil. Varek no
había pedido venir a Zora. No había tenido nada que ver con su llegada. Francamente,
Brandr estaba impresionado por lo que Varek había sido capaz de hacer en el poco tiempo
que llevaba en el Reino.
Sin mencionar que el Rey Dragón también había encontrado a su pareja.
Brandr hizo a un lado la opresión que sentía en el pecho cada vez que pensaba en una
pareja. Sabía cómo los Dragones discernían a sus parejas. Durante muchos, muchos años,
había creído que no estaba preparado para considerar una pareja. Luego, a medida que
pasaban las décadas, comenzó a preguntarse si alguna vez encontraría una. No tenía forma
de saber si sería capaz de reconocer a su pareja o no. ¿Se le había otorgado esa capacidad
al ser sólo medio Dragón?
No había hablado con Eurwen de ello porque ella no había mencionado nada sobre su
soledad. Brandr lo había interpretado como que estaba contenta, y no quería que ella se
preocupara de que él no fuera feliz. Porque no lo era. Al menos, no lo era la mayor parte del
tiempo.
Sin embargo, ver a Claire y a V juntos... demonios, incluso a sus padres, había hecho aflorar
la asombrosa soledad que a veces le invadía. El bostezo, el vacío cavernoso que se acercaba
cada vez más, tratando de tragarlo. Odiaba cuando llegaba porque le arañaba, arrastrándole
a un abismo que amenazaba con no liberarle nunca.
Dondequiera que mirara, los seres estaban emparejados. Ninguno estaba destinado a estar
solo. Y sin embargo, así es exactamente cómo él y su hermana habían estado. Solos. La
diferencia era que Eurwen había encontrado algo de placer con Vaughn. Brandr no podía
decir lo mismo. En lugar de enfrentarse a sus sentimientos y a la raíz de sus emociones
salvajes, lo había enterrado todo y se había centrado en sus obligaciones y en los Dragones.
Por mucho que lo intentara, no podía ignorar lo parecido que había actuado con Con. Y
Brandr no estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Desde luego, no era algo que fuera
a discutir con Eurwen ni con nadie más.
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Se pasó una mano por la cara, sintiéndose cansado hasta los huesos. Eurwen estaba en
Dreagan, los Reyes Dragón seguían en Zora, acababa de nacer un niño medio dragón y, lo
que era más importante, algo seguía sin funcionar en el Reino que aún no había podido
determinar. Por no mencionar que ni él ni ninguno de sus generales habían encontrado a
la bruja.
Brandr se acercó al borde del acantilado y respiró profundamente en un intento de liberar
la tensión y la ansiedad que se acumulaban en su interior. Miró a la derecha, donde estaba
la puerta de Eurwen, y vio salir a Vaughn. La furia se disparó en Brandr con tal intensidad
que empezó a desplazarse y a cargar contra Vaughn.
De repente, Rhi estaba con Vaughn, envolviéndolo en un abrazo. La visión de su madre
detuvo a Brandr en su camino. A pesar de todo el dolor que había sufrido a manos de su
compañero, había perdonado y seguido adelante. Brandr no estaba seguro de cómo alguien
podía hacer eso. Rhi no sólo lo hizo con una gracia que hablaba de su noble herencia, sino
también con una sonrisa y un corazón generoso.
Brandr vio mucho de Rhi en Eurwen. Su hermana era más indulgente, más compasiva que
él. Diría que Eurwen había sacado lo mejor de Rhi y de Con en muchos casos, mientras que
él había sacado lo peor.
"Brandr".
El sonido de la voz de Con en su cabeza le sobresaltó. Pensó en ignorar la llamada de su
padre, pero sin duda Constantine estaba cerca y le observaba. "¿Sí?"
"Quería ver cómo te sentías después de lo que hiciste anoche".
Brandr apartó la vista de Vaughn y Rhi y se volvió para mirar la cabaña de Eurwen. Fue
entonces cuando vio a Con de pie fuera, observándole. "Estoy bien".
"Gracias por lo que has hecho. Sé que V y Claire también desean hablar contigo y darte las
gracias".
Brandr negó con la cabeza. "No es necesario".
"Lo es. Y tú lo sabes".
"¿Por qué está Vaughn aquí?"
Con levantó una ceja. "Pregúntale a él".
Brandr vio a su padre alejarse. Estuvo a punto de llamar a Con, exigiéndole que le dijera lo
que quería saber. Pero Brandr sabía que no serviría de nada. Además, no permitiría que
Con supiera que estaba molesto por la situación. Al menos, todavía no.
Se giró, con la intención de derribar la puerta cuando su mirada se posó en Rhi ante él.
"¿Tú y Con planeasteis esto?"
"No", dijo ella suavemente. "He estado esperando a que te despertaras para poder darte las
gracias".
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Brandr se encogió de hombros ante sus palabras. "No fue nada".

"Eso no es cierto en absoluto, y lo sabes".
Apretó los dientes. "¿Qué quieres que te diga?"
Se encogió de hombros y sonrió. "Nada. Sólo escucha".
Miró fijamente a unos ojos plateados tan parecidos a los de Eurwen que, por un momento,
casi imaginó que hablaba con su hermana y no con Rhi.
"Por favor", le instó ella, con su mirada suplicante.
En contra de su buen juicio, cedió.
La sonrisa de Rhi era cegadora. "Gracias".
"Aquí no", dijo él antes de que ella continuara. "Prefiero ir a un lugar más... privado". Intentó
no notar el dolor que brilló en sus ojos, pero era demasiado tarde.
"Donde quieras", dijo ella.
"Mi lugar".
Se dio la vuelta y empezó a caminar, sin molestarse en esperarla. Era un movimiento
bastante cabrón, y Eurwen se lo habría reprochado. Brandr ralentizó sus pasos hasta que
Rhi le alcanzó.
Una vez dentro de su casa, le dedicó una sonrisa. "Gracias por esto".
Cerró la puerta y se apoyó en ella mientras la observaba recorrer su sencilla casa. Su casa
de campo era idéntica en tamaño a la de su hermana. Nadie más que Eurwen había entrado
en ella. Era desconcertante tener una visita mirando sus cosas.
"Te gusta leer", dijo Rhi mientras le miraba por encima del hombro.
Asintió lentamente con la cabeza. Dos paredes de su casa estaban cubiertas de estanterías.
Rhi movió su larga y negra cabellera por encima de un hombro mientras se enfrentaba a él.
"¿Has estado en la biblioteca del Castillo Light?"
"No."
"Me encantaría llevarte. Es un lugar espectacular. La Biblioteca de Dreagan también es
impresionante".
Él se cruzó de brazos, sin molestarse en contestar.
Rhi bajó brevemente su mirada al suelo. "Lo entiendo". Se humedeció los labios y se puso
de pie ante él. "Sé que quieres que nos vayamos. Creas lo que creas, ni Con ni ninguno de
los otros Reyes pretenden hacerse con el poder".
"No podrán hacerlo".
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"Hablas como un Rey", dijo Rhi con una sonrisa. Luego torció los labios. "Puede que no
quieras oírlo, pero Con habría dicho esas mismas palabras".
Brandr no quería que le recordaran, de nuevo, que era como su padre.
"No somos malas personas", continuó Rhi. "No somos perfectos. Hemos cometido algunos
errores". Hizo una mueca. "Yo también he cometido algunos. Pero esperaba que fueras el
tipo de hombre que no juzgaría a alguien por su pasado o por acciones sobre las que no
tenía ningún control. Esperaba que un hijo mío conociera a alguien antes de formarse una
opinión".
"Estoy aquí, ¿no?"
Se frotó la cabeza y tragó nerviosamente. "La primera vez que hablé con Eurwen no fue
bien, pero hicimos un segundo intento. Te pido que nos conozcas. Tu padre y yo no
queremos otra cosa que conocer a los hijos que ni siquiera sabíamos que teníamos. Hemos
estado esperando, no tan pacientemente, la oportunidad de conoceros a los dos".
"No estoy seguro de lo que quieres de mí. Estás aquí, en nuestro Reino, moviéndote
libremente".
"Quiero conocer a mi hijo".
Brandr bajó los brazos y se apartó de la puerta. "Me temo que ese tiempo ha pasado".
"Nunca es demasiado tarde para conocer a alguien".
"No sé por qué el destino decidió que tú y Con no nos criarais a Eurwen y a mí. Tal vez fue
porque ambos estabais demasiado atrapados en el panorama general de las cosas como
para daros cuenta de los detalles. Tal vez fue para corregir el colosal error que cometió Con
al alejar a los Dragones".
Los ojos de Rhi se volvieron helados de ira. "Sabes tan bien como yo que no tomó esa
decisión a la ligera ni por su cuenta".
"Él lo decidió. Los otros Reyes se limitaron a seguirle".
"Podrían haberse negado si hubieran creído que había otra opción".
Brandr negó con la cabeza por meterse en este debate. "Había otra opción. La hizo Ulrik.
Los otros Reyes se pusieron de su lado hasta que Con cambió de opinión".
"Les recordó su verdadero propósito".
"¡Eligió a los humanos antes que a sus Dragones!" Brandr se echó hacia atrás, sorprendido
por su arrebato.
Rhi levantó la barbilla. "Si eso es lo que piensas, entonces no conoces a tu padre ni a los
Reyes en absoluto".
"Sé todo lo que necesito saber".
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La decepción en el rostro de ella le estremeció. Ella no dijo nada antes de teletransportarse,

dejándole sólo en mitad del silencio de su casa de campo.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 25
"¿Qué has hecho?"

Eurwen se estremeció cuando la voz de Eilish sonó con asombro y exasperación, dirigida a
su compañero.
Ulrik levantó las manos, con las palmas hacia fuera. "Cariño, por favor, sólo escucha".
Eurwen miró entre ellos mientras estaban dentro de la mansión. Las otras parejas y los
Reyes habían desaparecido rápidamente en el momento en que Ulrik les había dicho que
Vaughn se había ido, y la furia de Eilish llenaba la casa.
"¿Cuándo se fue?" Eurwen preguntó a Ulrik.
El Rey de los Silver dirigió su mirada de oro hacia ella. La estudió por un momento.
"Anoche".
"¿Por qué lo enviaste a Zora?" Preguntó Eilish.
Ulrik apretó brevemente los labios. "Al principio, pensé que Eurwen ya se había ido. Fue
hasta que no pude encontrarte en Dreagan que me di cuenta de que podríais haber ido
juntas a algún lugar".
"Pero eso no se lo dijiste a Vaughn". Eilish sacudió la cabeza con agitación.
Ulrik soltó un suspiro. "Muy bien. Puedo admitirlo. No lo he pensado bien".
"Está bien", dijo Eurwen, cortando a Eilish antes de que pudiera responder.
La mirada de la Druida se encontró con la suya, preguntando en silencio si Eurwen estaba
realmente bien.
Eurwen asintió y volvió a prestar atención a Ulrik. "¿Te lo ha contado Vaughn?"
Afortunadamente, Ulrik no se hizo el tonto con la situación. "Me dijo lo suficiente".
"Enviarle a mi Reino no cambiará nada".
Ulrik cogió la mano de Eilish. Sus dedos se enredaron mientras se sonreían, con una mirada
llena de amor. La mirada de Ulrik volvió a dirigirse a Eurwen. "Como estoy seguro de que
mi hermosa compañera ya te ha dicho, aquí somos una familia. Vaughn es mi hermano.
Está sufriendo, y ninguno de nosotros se quedará sentado sin hacer nada para ayudar".
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"No hay nada que hacer", insistió Eurwen.

Ulrik se encogió de hombros. "No estoy de acuerdo. Vaughn cree que eres su pareja. Un
dragón no vivirá mucho tiempo una vez que haya encontrado a su pareja si no puede
tenerla".
Eilish se colocó el pelo detrás de la oreja. "Creo que lo que Ulrik intenta decir -malamente-
es que puede que haya habido demasiadas cosas aquí para que ninguno de los dos tenga
tiempo a solas. Quizá volver a Zora os dé eso a los dos. Una oportunidad para conocerse
mejor".
El hecho de que Eurwen no supiera qué hacer era una novedad. ¿Se quedaría en Dreagan
y vería más de la increíble propiedad? ¿Regresaba a su mundo y a Vaughn y a la agitación
que su llegada traía consigo?
"Te daremos algo de tiempo", dijo Eilish y comenzó a alejarse con Ulrik.
Eurwen los detuvo. "Esperen. Vaughn, Con y Rhi me mencionaron algo. Ya que no están
aquí, pensé en hablar contigo sobre ello".
"¿Qué es eso?" Preguntó Ulrik.
"Los Silvers".
Parpadeó, su expresión cayó. "Ya veo".
"Han estado enjaulados durante mucho tiempo", continuó ella. "Hay un lugar para ellos en
Zora. Si así lo desean".
Ulrik inclinó la cabeza en señal de comprensión y se alejó con Eilish.
Sin nada más que hacer, Eurwen subió las escaleras y no se detuvo hasta encontrarse
frente a la puerta de las habitaciones de Vaughn. Había pensado dormir en su cama con él,
tener sus brazos abrazándola una vez más. ¿Cómo podía querer estar con alguien y a la vez
saber que era algo equivocado?
Puso una mano en la madera y la otra en el pomo. Eurwen cerró los ojos y respiró
profundamente. Al soltarlo, abrió la puerta. No abrió los ojos hasta que entró en la
habitación y cerró suavemente la puerta tras ella. Se apoyó en ella y dejó que su mirada
recorriera el espacio.
Le parecía que hacía toda una vida que estuvo en este mismo lugar con Vaughn, aunque
sólo había pasado un día. Recordó su sonrisa, la felicidad reflejada en sus ojos. Podrían
haber pasado un buen rato en Dreagan. Ella habría sido libre de hacer lo que quisiera sin
preocuparse por lo que Brandr pudiera decir o hacer.
¿Por qué Vaughn había hablado de compañeros? ¿Por qué no podía dejar las cosas en paz?
Porque no habría sido justo para él. Quería a su compañera. Aferrarse a lo que había
encontrado. Ella habría hecho lo mismo en su lugar.
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Eurwen se apartó de la puerta y se dirigió a la cama de Vaughn. Pasó la mano por su

edredón. Era encantador y hermoso, y le gustaba cómo se sentía cuando estaba con él. Era
una combinación peligrosa. Si su situación fuera diferente, podría incluso permitirse creer
que él era su pareja.
El hecho era que no tenía ni idea.
Si volvía a su Reino, Vaughn se enfrentaría a ella una vez más. Querría respuestas.
Respuestas que ella no estaba preparada para dar. Luego estaba Brandr. Probablemente
estaría furioso al saber que ella se había ido sin decírselo. Además de todo eso, sus padres
estaban allí.
Eurwen se sentó en la cama y se acurrucó de lado. "¿Qué he hecho?"
¿Cómo podía saber que al crear el portal para sus padres, dejaría entrar un mundo de
aprensión y posiblemente de dolor para todos los involucrados? Todo lo que quería era que
Con y Rhi vieran que ella y Brandr prosperaban y que los Dragones habían prosperado.
Quería quedarse en la habitación de Vaughn para siempre, para esconderse de todos. Pero
no podía. Se levantó sobre su brazo para sentarse. Tarde o temprano, tendría que volver a
Zora y enfrentarse a su hermano y a Vaughn. Cuanto más lo pospusiera, peor serían las
cosas.
Eurwen se puso en pie y se giró para alisar el edredón antes de echar un último vistazo a
la cámara por si acaso no volvía. Luego salió de la habitación y se dirigió al pasillo. No se
encontró con nadie en las escaleras ni en el camino mientras salía de la mansión para
dirigirse al Dragonwood. Optó por no teletransportarse para poder saborear los últimos
momentos que tenía en Dreagan.
Había soñado con estar allí durante mucho tiempo. Con experimentar todo lo que eran los
Dragones, la magia y los Reyes. Había superado con creces sus expectativas, y esperaba
poder volver y empaparse más de todo ello. Ansiaba desplazarse y volar por encima de las
montañas, mirándolas desde arriba.
Una vez en los árboles, ralentizó aún más sus pasos. Se adentró en el espeso bosque,
escuchando a los pájaros y al resto de la fauna. Muy pronto, se encontró ante el Portal. Lo
miró durante mucho tiempo, preguntándose qué le esperaba al otro lado.
El chasquido de una rama desvió su atención hacia un lado y su mirada chocó con la de
Shara. Eurwen se sorprendió al ver a la Fae. Era una de las pocas Fae Dark que se habían
convertido en Light Normalmente, eran los Light los que se volvían Dark. Tanto es así, que
muchos Dark asumían que nunca podrían volver a ser un Light Fae.
"No quería asustarte", dijo Shara con el acento irlandés que poseen todos los Fae.
Eurwen sonrió a modo de saludo. "Estaba perdida en mis pensamientos".
"Me he dado cuenta". Shara dejó a un lado el bastón que había estado sosteniendo y se
enderezó desde donde estaba recostada contra el árbol. La gruesa raya plateada en el lado
izquierdo de su largo y entintado cabello era todo lo que quedaba para demostrar que alguna
vez había sido Dark. "Seguro que parece que estaba al acecho, esperándote".
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Eurwen levantó las cejas. "¿Lo estabas?"

"Lo estaba", admitió Shara con una sonrisa.
Compartieron una carcajada.
Shara se dirigió hacia ella. "¿Ya vas a volver?"
"Sí".
"Es una pena. Esperaba que te quedaras más tiempo. Y no soy la única. Aunque, estoy
segura de que quieres pasar más tiempo con Con y Rhi".
Eurwen se estremeció interiormente. No había pensado demasiado en sus padres. Los
pensamientos sobre Vaughn y las emociones conflictivas en su interior ocupaban su mente.
"He oído decir a algunos Halflings que es difícil ser tanto del mundo de los Fae como del de
los humanos. Sólo puedo imaginar que es peor para ti, viniendo de mundos como el tuyo",
dijo Shara en el silencio.
"Podría decirse que sí".
Los ojos plateados de la Fae estaban llenos de amabilidad. "Tienes amigos aquí. Teniendo
en cuenta quiénes sois, Con y Rhi se asegurarán de que tú y tu hermano seáis siempre
bienvenidos".
"Las cosas son complicadas".
Shara negó con la cabeza. "No, no lo son. Somos nosotros los que enredamos las cosas. Las
cosas pueden ser tan simples o tan complicadas como queramos. Espero que vuelvas
pronto".
Con un gesto, la Fae se teletransportó.
Eurwen consideró las palabras de Shara mucho tiempo después de que se hubiera ido.
Había verdad en ellas. Si no quería una situación complicada, no debía permitir que lo
fuera. Ella estaba a cargo de su vida. Podía decidir con quién pasaba el tiempo. No era una
decisión de nadie más que de ella.
Se sintió infinitamente mejor cuando atravesó el Portal. Sin embargo, en cuanto volvió a su
Reino, frunció el ceño. Algo oscuro y siniestro se apoderó de ella al entrar. Había sido sólo
un destello, pero estaba segura de haberlo sentido. Sin embargo, ahora que lo buscaba, no
podía sentir nada.
Eurwen miró a su alrededor. Nada parecía fuera de lugar. Pero sabía lo que había sentido.
"Brandr", dijo, llamando a su hermano.
El sonido de los Dragones llenó sus oídos. Eurwen suspiró, sin darse cuenta hasta ese
momento de lo mucho que había echado de menos sus rugidos. La Tierra no era silenciosa,
pero sus ruidos eran de tipo humano. Cuanto más tiempo pasaba sin que Brandr
respondiera, más se preocupaba Eurwen.
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"Brandr", dijo a través de su enlace mental.

"¿Por fin has vuelto?"
No se podía negar su irritación. "Acabo de entrar por el Portal. Sentí algo... raro".
Eso la hizo fruncir el ceño. "¿Por cuánto tiempo?"
"Un poquito".
"¿Por qué no me lo dijiste?"
"Supuse que tú también lo habías sentido".
Exhaló su ira, tratando de mantener la calma. "¿Por qué no me hablaste de ello?"
"Tal vez la misma razón por la que no me hablaste de Vaughn. O lo de ir a Dreagan".
"Estás enfadado conmigo".
"Lo que estoy, Eurwen, es cumpliendo con mi deber. Algo que tal vez quieras recordar".
Cortó el enlace antes de que ella pudiera responder. Eurwen se enfureció lo suficiente como
para reabrirlo de inmediato, pero no le serviría a ninguno de los dos. No era la primera pelea
que ella y Brandr tenían, y no sería la última. Sabían cuándo no debían presionarse
mutuamente. Esta vez, ella cedió para darle tiempo a calmarse.
Esperemos que lo haga.
Eurwen empezó a teletransportarse a su cabaña antes de recordar a V y Claire. No quería
molestar a la pareja. No sabía si el niño había llegado ya, pero era mejor dejarlos tranquilos
por el momento.
Tampoco quería ir a casa de Brandr. Eurwen suspiró y comenzó a caminar en un esfuerzo
por quemar algo de ansiedad. Cuando eso no sirvió de nada, se transformó y surcó los
cielos. Mientras volaba entre los otros Dragones, quería decirles lo afortunados que eran.
No podía dejar de pensar en los Silvers dormidos en Dreagan, o en los propios Reyes, que
no podían estar en sus verdaderas formas hasta que cayera la noche.
De todas las cosas que esperaba aprender de sus padres y de los demás en Dreagan, no era
cómo empatizar con los Reyes y las decisiones que habían tomado. Por lo que sabía, ella
habría tomado las mismas si hubiera estado en su lugar.
Mientras volaba, buscaba a Vaughn. Cuanto más tiempo pasaba sin verlo, más se
preocupaba de que se hubiera ido. Su estómago se contrajo dolorosamente. Era un dolor
hueco, nacido de la angustia y la preocupación. Cuanto más crecían esas emociones, más
se le revolvía el estómago con náuseas.
Finalmente, vio el lago donde ella y Vaughn habían hablado. Eurwen aterrizó y volvió a su
forma humana para sentarse en la orilla rocosa y observar cómo el agua bañaba
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perezosamente la playa. El sol brillaba como diamantes en el agua mientras una suave brisa
le acariciaba el pelo.
El batir de las alas atrajo su mirada hacia el cielo. En el momento en que vio las escamas
de color azul marino, su corazón se aceleró. Era la primera vez que veía la forma de Dragón
de Vaughn. Se puso en pie de un salto cuando Vaughn la rodeó. Lo contempló, observando
cómo sus escamas se oscurecían en su espalda, donde una cresta de membrana
semitransparente recorría su columna vertebral.
Aterrizó suavemente, a pesar de su enorme tamaño. Unos profundos ojos amarillos la
miraban fijamente. Unas protuberancias óseas rodeaban su boca, donde sus labios cubrían
sus grandes dientes. Sus alas se arrimaron a su costado y su cola, con su extensión en
forma de hacha, se enroscó a su alrededor.
No podía negar el placer que sentía al verlo en su verdadera forma. Su cercanía le alegró
inmediatamente el ánimo. Una mujer fuerte se fijaría más en esas emociones. Pero Eurwen
no quería pensar en nada de eso ahora mismo.
De repente, él se transformó a su forma humana. Su mirada recorrió su cuerpo desnudo.
Se detuvo para mirar de nuevo su tatuaje. Un escalofrío la recorrió al recordar cómo los
dedos de él le habían acariciado suavemente la columna vertebral por el tatuaje del Dragón.
A pesar de todo lo que había dicho a Ulrik y a Eilish, e incluso a ella misma, lo único que
quería era besar a Vaughn. Sentir sus brazos rodeándola. Estar cerca de él.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 26
El aire se quedó bloqueado en el pecho de Vaughn. Había pasado horas recorriendo el reino
en busca de Eurwen. Con cada segundo que no podía encontrarla, temía pasar el resto de
la eternidad buscándola, sólo para tenerla fuera de su alcance.
Vaughn no había dudado en ir hacia ella en cuanto la vio junto al lago. Una miríada de
emociones se arremolinaba caóticamente en su interior. Durante todo el tiempo que había
buscado, había hecho una lista mental de todas las cosas que pensaba decirle una vez que
la encontrara. Pero todo se desvaneció en el momento en que la vio. No sabía si sentirse
aliviado por haberla encontrado o enfadado porque ella había ignorado su llamada.
Su atracción era fuerte. Y profunda. Si esa era la única manera de llegar a ella, entonces
eso es lo que usaría. Es por eso que cuando tomó la forma humana, permaneció desnudo
a propósito.
La forma en que sus ojos recorrieron seductoramente su cuerpo le hizo saber que ella sentía
su conexión. Podía intentar ignorar su corazón, pero su cuerpo era un asunto totalmente
distinto. El futuro de Vaughn estaba en juego. No le temía a la muerte. ¿Pero haber
encontrado finalmente a su pareja y perderla? No había nada que no intentara convencer a
Eurwen de que ella era suya, y él era suyo.
Nunca se había quedado sin palabras. Sin embargo, mientras estaba frente a su compañera,
se devanaba los sesos en busca de la frase perfecta para decir. El problema era que aún
estaba conociendo a Eurwen. Sabía que era ferozmente independiente, devota de su Reino
y de mente fuerte. Todos los rasgos que hicieron que se enamorara aún más de ella.
Vaughn solía saberlo todo sobre aquellos a los que se enfrentaba en asuntos legales.
Eurwen le mantenía dando vueltas, sin saber qué camino tomar. Ella había sacudido todo
su mundo. Y a él le gustaba. Le había sacado de un atolladero en el que ni siquiera se había
dado cuenta de que estaba.
Tragó y separó los labios, esperando que surgieran las palabras adecuadas. Antes de que
tuviera la oportunidad, Eurwen estaba frente a él, con sus labios sobre los suyos mientras
sus brazos le rodeaban el cuello. Con su siguiente aliento, la envolvió en sus brazos y vertió
todo su anhelo y amor en el beso.
Con su dulce cuerpo apretado contra el suyo, el deseo dejó de lado todo lo demás. A Vaughn
ya no le importaba dónde había estado ella, qué podía impedirle tener una relación con él
o cualquier otro factor externo. Lo único que le importaba, lo único que quería, era la mujer
que tenía entre sus brazos.
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Eurwen terminó lentamente el beso. Sus ojos plateados se abrieron y se encontraron con
los de él. "No estaba segura de que quisieras hablar conmigo después de lo que pasó en
Dreagan".
"Te he seguido hasta aquí. Eso debería decirte todo".
Ella agachó la cabeza y luego le miró mientras sus labios se curvaban. "Llegué hace un
ratito. Cuando Ulrik te envió aquí, yo todavía estaba en tu mundo con Eilish. Me llevó a
una isla para que pudiéramos hablar".
"¿Para alejarte de mí?", preguntó, rezando para que no fuera así.
"Nunca he tenido una amiga, no así. Eilish me ofreció hacer algo, las dos solas, y acepté".
Vaughn sonrió. "¿Y?"
"Me divertí", respondió Eurwen con una sonrisa. "Nadé en el agua más bonita de Tailandia
y hablamos durante horas".
"Eilish es genial. Todas las compañeras de Dreagan lo son. Deberías conocer a cada una de
ellas individualmente".
Sus ojos se ampliaron con interés. "¿Crees que estaría bien?"
"Sí", dijo él, viendo por primera vez lo hambrienta que estaba de interacción.
Como si intuyera sus pensamientos, dijo: "Tengo amigos Dragones".
"Eso no es lo mismo que tener amigos humanos o Fae. Los Dragones que no pueden
transformarse no entienden la diferencia. Conocen su mundo, y eso no tiene nada de malo.
Los humanos y los Fae conocen su mundo y no tienen ni idea de ser un Dragón".
"¿Cómo lo habéis hecho todos vosotros? Habéis vivido en dos mundos, igual que Brandr y
yo".
Vaughn invocó a su ropa y la cogió de la mano para llevarla hasta un árbol con un tronco
enorme y nudoso y con las extremidades extendidas. Una vez sentados contra el árbol,
volvió la cabeza hacia ella. "Debemos reprimir nuestro verdadero yo. Nos escondemos en la
Tierra. Pero eso ya lo sabías".
"Erith habló de los sacrificios realizados para mantener vuestras identidades en secreto. Me
entristece admitir que no me di cuenta de su alcance hasta que visité Dreagan. Al menos
puedo ser quien quiera ser aquí".
"Eres afortunada".
Ella frunció el ceño. "Todos vosotros habéis sobrevivido durante milenios, fingiendo ser
humanos. Habéis salvado la Tierra en numerosas ocasiones. Habéis mantenido a los
mortales a salvo de los Dark Fae y de los Otros. Sois héroes".
"Sólo protegemos nuestro hogar", explicó. "En cuanto a los humanos, eso se remonta al voto
que hicimos cuando llegaron. Si no los matamos para que nuestros Dragones pudieran
permanecer, ciertamente no permitiremos que alguien más los elimine".
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"Habría resuelto uno de vuestros problemas. Al menos, podríais haber sido unos Dragones
de nuevo".
Sonrió mientras exhalaba un suspiro. "Sí, lo habría hecho. El caso es que siempre somos
Dragones, ante todo. Permanecemos en forma humana por necesidad. Por eso muchos se
refugian en sus montañas cuando las cosas se vuelven demasiado duras. Vuelven a sus
verdaderas formas y se aíslan de todo".
"Erith trató de decirnos a mí y a Brandr lo mucho que sufristeis todos en Dreagan".
"¿No la creíste?"
Eurwen negó lentamente con la cabeza. "Sabía que ella y Con eran amigos. Hablaba bien
de él y de Rhi. Brandr y yo pensamos que su relación con ellos influía en sus opiniones.
Cuando discutíamos con ella, nos decía que algún día veríamos a nuestros padres por lo
que realmente eran".
"¿Lo has hecho?"
"Estoy empezando a hacerlo", admitió Eurwen. "Me avergüenza que me haya llevado tanto
tiempo".
Vaughn entrelazó sus dedos con los de ella. "Mira el camino que Con y Rhi recorrieron
juntos y luego se separaron antes de volver a encontrarse. Todos nosotros sabíamos que
debían estar juntos. Querían estar juntos, pero el Universo tiene una forma de hacer las
cosas que ninguno de nosotros puede ni siquiera empezar a entender"
"En todos estos años, sólo he conocido la mitad de la historia. Ir a Dreagan fue encajar la
última pieza del puzzle".
"Hay un lugar más al que deberías ir".
Ella ladeó la cabeza. "¿Dónde?"
"El Castillo Light. Incluso el Palacio Dark".
"¿Por qué?", preguntó con el ceño fruncido.
Vaughn se rió. "Esa es tu herencia, también. Tienes que averiguarlo todo".
"Siento haber sido en parte responsable de alejaros a ti y a los demás Reyes de este Reino
y de los Dragones".
Él miró en sus profundidades plateadas, viendo el arrepentimiento y la pena allí.
"Rectificaste al abrir el Portal".
"No estoy segura de cuánto tiempo Brandr permitirá que siga abierto".
Vaughn se encogió de hombros. "Ya que es el responsable de que el bebé de Claire y V haya
nacido vivo, quizá haya esperanza".
Ella parpadeó. "¿Qué?"
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"Rhi me lo dijo en cuanto llegué. Claire estuvo de parto durante horas. V trató de usar su
magia. Con trató de usar la suya. Incluso Rhi intentó ayudar. Todo lo que hizo fue causar
más dolor a Claire".
"¿Qué hizo Brandr?"
"A todos nos gustaría saberlo".
Los labios de Eurwen se separaron. "¿Significa eso que hay esperanza para que las otras
parejas de los Reyes tengan hijos?"
"No tengo esa respuesta, pero sé que todos en Dreagan se harán la pregunta".
"Deberíamos tener algo que decirles cuando pregunten".
Vaughn no pudo contener su sonrisa cuando dijo: "¿Nosotros?".
Eurwen dejó caer su mirada al suelo por un instante. "Un lapsus".
"Tal vez. O tal vez quieras formar parte de ello".
Su expresión se volvió seria. "Sé lo que quieres de mí, pero no sé qué respuesta darte".
La esperanza estalló dentro de Vaughn. "Lo aceptaré por ahora".
"Haces que suene como si no te rindieras".
"Yo no. Nunca. Hasta que me rechaces por completo, haré todo lo que pueda para ganar tu
amor".
"Todavía queda el problema de nuestras ubicaciones".
Vaughn exhaló un suspiro mientras miraba el lago. Si eso era lo único que la retenía,
entonces encontraría una manera. "Siempre hay una solución para cualquier problema.
Sólo tenemos que encontrarla".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 27
Vaughn sorprendió a Eurwen una vez más. Era paciente, amable y comprensivo. No la había
presionado, a pesar de lo que él deseaba. Aceptó lo que ella podía darle en ese momento.
Era suficiente para ella para resolver las cosas. Aunque sabía que lo poco que le había dado
sólo duraría un tiempo antes de que él la obligara a tomar una decisión.
Y eso es lo que ella no quería. No quería tener que elegir entre su hermano, los Dragones,
Zora y... lo demás.
Ugh. Ni siquiera podía decirlo. ¿Por qué? ¿Qué la retenía?
Ya sabes el por qué.
Su subconsciente sabía exactamente dónde golpear para dar el mejor golpe. Eurwen podría
no querer admitirlo, pero tenía miedo. Terror, en realidad. El único que realmente la conocía
era Brandr, y tenía que gustarle. Eran gemelos. El uno al otro era lo único que habían
tenido durante mucho tiempo. No importaba cuántas veces Eurwen visitara la Tierra y viera
a los demás interactuar, no podía imaginarse a sí misma en uno de sus lugares.
Todo lo que sabía ser era la persona que estaba aquí.
De repente, un fuerte rugido rompió el aire, interrumpiendo sus pensamientos. Tanto ella
como Vaughn se pusieron en pie de un salto. Sin duda, el sonido era el de un Dragón
agonizando. Ella no dijo nada a Vaughn, simplemente empezó a correr, cambiando de paso
antes de tomar el cielo. Ella se sorprendió cuando miró y vio al Dragón Liquen a su lado.
"Eso sonó a cierta distancia", dijo la voz de Vaughn en su cabeza.
Asintió con la cabeza mientras gritaba el nombre de Brandr a través de su enlace mental.
Cuando él no respondió, voló más rápido en dirección al rugido. Empezó a preocuparse de
que fuera Brandr quien estuviera herido.
Un destello periférico dorado llamó su atención. Eurwen miró hacia su otro lado y vio a su
padre acercándose a ella. Vaughn era un Dragón grande, pero Constantine era aún más
grande.
Él asintió y ella le devolvió el gesto antes de decirles a Vaughn y a Con: "Algo no me pareció
bien cuando entré hoy por la puerta. Sólo duró un segundo, pero fue todo lo que necesité
para percibirlo".
"No he sentido nada", dijo Con. "Entonces, de nuevo, todavía estoy aprendiendo este Reino".
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Los ojos de Vaughn se encontraron brevemente con los suyos. "Estaba demasiado ocupado
buscándote para sentir algo, pero hay muchas sensaciones nuevas aquí. Como dijo Con, yo
también sigo aprendiendo".
Eurwen esperaba que alguno de ellos hubiera sentido algo como ella. Un nudo de
preocupación comenzó en sus entrañas. "Brandr lo sintió. Aparentemente, es algo que ha
experimentado antes".
"¿No te lo ha contado?" preguntó Con, con la preocupación nublando su voz.
Eurwen negó con la cabeza.
Volaron durante varios minutos más antes de que las montañas dieran paso a una pradera
ondulada. Eurwen vio a los Dragones que volaban en círculos y reconoció a dos de ellos
como los generales de Brandr. Compartió la información con Constantine y Vaughn.
"No interfiráis", les advirtió.
Cuando se acercaron, los dos retrocedieron, permitiéndole a ella acercarse primero a los
Dragones. Cuando vio al general de los Dragones, Nundro, que yacía inmóvil en el suelo
con Brandr a su lado, la banda que rodeaba el pecho de Eurwen disminuyó. Al menos, su
hermano no estaba herido.
Los dragones que daban vueltas se alejaron cuando ella se acercó. Plegó las alas y se lanzó
desde el cielo, sólo para desplegarlas una vez más para detener su descenso y aterrizar
suavemente en el suelo antes de cambiar a su forma humana y correr hacia su hermano.
"¿Qué ha pasado?", preguntó.
Brandr ni siquiera miró hacia ella. Cuando llegó a su lado, vio la enorme herida que abría
las escamas amarillas de Nundro en su costado. Su hermano trató de contener la sangre.
"Brandr", le instó.
Él la miró. En ese segundo, ella vio su furia, su resentimiento y su aprensión. "No lo sé".
Reunió magia en sus manos y la unió a la de él, pero no pareció servir de nada. Nundro
gimió de dolor y su respiración se volvió superficial.
"Déjame ayudar. Por favor", dijo Con desde detrás de ellos.
Eurwen miró por encima del hombro a Con y luego a Brandr. Se dio cuenta de que su
hermano quería negarse. "No se trata de nosotros. Se trata de un Dragón. Con puede
salvarlo".
"No deseo nada a cambio", dijo Con antes de que Brandr pudiera aludir a tal cosa.
Finalmente, los labios de Brandr se aplastaron mientras retiraba las manos y se alejaba.
"Bien".
Eurwen miró a su alrededor en busca de Vaughn y lo vio dando vueltas con los otros
Dragones sobre su cabeza. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaban allí sólo
para protegerse. Estaban buscando al que había hecho esto. Miró a su alrededor. No había
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escondites en los campos abiertos, y estaban lejos de la frontera con los humanos.
Entonces, ¿qué podría haber sido?
Cuando Con levantó la mano, ella se concentró en él. Erith le había contado todo sobre la
magia de Con. Cada Dragón nacía con una magia individual, específica para ellos. Con
podía curar cualquier cosa menos la muerte. Como Eurwen nunca le había visto usar su
poder, no iba a perdérselo ahora.
Con no hizo un gran alarde de ello. Se limitó a poner la mano sobre la herida y a
concentrarse. La mirada de Eurwen se deslizó hacia la herida abierta de Nundro y vio cómo
se iba curando poco a poco hasta desaparecer por completo. Entonces Constantine bajó la
mano y dio un paso atrás. Nundro levantó la cabeza y miró directamente a Con con sus
ojos morados. Sus palabras eran privadas, pero Eurwen sabía que el general estaba
agradeciendo a su padre.
El dragón se puso entonces en pie y se enfrentó a ella y a Brandr. Eurwen sintió un suave
empujón en su mente. Abrió un canal para escuchar a Nundro decir: "Eso estuvo más cerca
de lo que quiero admitir".
"¿Qué ha pasado?" Preguntó Brandr.
El general sacudió su gran cabeza. "No vi ni oí nada. Volvía de seguir a los mortales cuando
el dolor me atravesó. Mis alas no funcionaban y empecé a caer. Aterricé aquí".
Eurwen miró a los otros Dragones. "¿Había alguien contigo?"
"Estaba solo", respondió el general.
Brandr la miró. "No estaba lejos cuando Nundro gritó. Tampoco estaban esos dragones”
"Me gustaría poder decirte qué pasó y cómo", dijo Nundro. "No quiero que esto le pase a
nadie más".
Brandr le sonrió. "Te has ganado un descanso. Vuelve con tu familia".
Antes de que Nundro se fuera, se detuvo una vez más e inclinó la cabeza hacia Con. Eurwen
vio cómo un músculo de la mandíbula de Brandr se crispaba. Con había salvado la vida de
Nundro. Brandr debería estar agradecido en lugar de preocuparse porque su padre quisiera
hacerse cargo.
"¿Supongo que nunca había ocurrido nada parecido?" preguntó Con a Brandr y a ella.
Brandr se negó a hablar. Eurwen le dirigió una mirada sombría antes de enfrentarse a su
padre. "No".
Con estudió lentamente la zona. "¿Tiene esto algo que ver con lo que sentiste al entrar por
la puerta?"
"Posiblemente. Brandr sabe más que yo". Interiormente ella se pateó en la espalda cuando
vio que las fosas nasales de su hermano se encendían de rabia.
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Con miró a Brandr. "Tienes Dragones capaces a tu disposición. Sin embargo, te ofrezco mis
servicios, los de Vaughn y los de V mientras estemos aquí. Más ojos nunca vienen mal".
Eurwen se sorprendió cuando Brandr no se negó inmediatamente. El hecho de que dudara
le decía lo preocupado que estaba. No entendía por qué se lo había guardado todo para sí
mismo en lugar de compartirlo con ella, pero ahora no era el momento de preguntárselo. Ya
lo haría cuando estuvieran solos.
"Aceptaré tu oferta", respondió Brandr.
Los Dragones de arriba empezaron a dispersarse hasta que sólo quedó Vaughn. No aterrizó,
y Eurwen lo agradeció. Brandr había sido empujado a sus límites hoy. Sin embargo, tarde
o temprano tendría que hablar con Vaughn. Al igual que tendría que hablar con ella.
Gracias, le dijo a Brandr cuando éste la miró. Él se encogió de hombros, pero era un paso
que se había negado a dar antes.
Brandr se aclaró la garganta y giró la cabeza hacia Con. "Gracias por salvar a Nundro. No
es sólo un buen general. También es mi amigo".
"Conozco bien esa sensación", dijo Con y levantó la mirada hacia Vaughn.
Los pelos de la nuca de Eurwen se erizaron al darse cuenta. Se giró para mirar detrás de
ella, pero no había nada.
"¿Qué ocurre?" Con y Brandr preguntaron al mismo tiempo.
Ella se frotó la nuca. "No lo sé. Hubiera jurado que había alguien allí".
Una gran sombra se movió por encima de ellos mientras Vaughn surcaba el cielo y se
elevaba unos seis metros sobre el suelo antes de batir sus alas y lanzarse hacia arriba, para
luego girar hacia ellos.
"Nada", les dijo Vaughn.
Brandr le tocó a ella el brazo. "Quizá sea mejor que volvamos a casa y pongamos un plan
en marcha".
"Estoy de acuerdo", dijo Con.
Eurwen echó un vistazo más a la zona antes de transformarse y saltar en el aire. Cuando
vio que Con, Brandr y Vaughn volaban con ella, sólo podía mirar con asombro. Esto no era
algo que ella hubiera pensado ver nunca.
Cuando regresaron a Cairnkeep, no contaron inmediatamente a Rhi, Claire o V lo que había
ocurrido. Todos se dedicaron a arrullar al nuevo miembro de la familia Dreagan. Eurwen
nunca había estado tan cerca de un bebé humano. Estaba asombrada por la pequeña
criatura, así como un poco asustada por ella.
"¿Quieres cogerla?" le preguntó Claire.
Rhi sonrió, asintiendo. "Continúa. Ya he tomado mi justa parte".
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Eurwen negó con la cabeza y dio un paso atrás, chocando con Vaughn, que la sostuvo.
"Ahora no".
"Entiendo", dijo Claire con una sonrisa. Luego sus ojos marrones se dirigieron a Brandr.
"Gracias. No sé qué has hecho, pero de alguna manera sé que has salvado la vida de Perla".
Todos se volvieron hacia su hermano. Eurwen nunca lo había visto nervioso. Era como si a
Brandr no le gustara la atención, lo cual no era para nada propio de su hermano. "¿Qué
has hecho?", preguntó.
Brandr miró a cada uno de ellos. "La única forma en que puedo explicarlo es que fue casi
como si el niño me llamara. Fui hacia Claire, y fue entonces cuando lo sentí".
"¿Sentir qué?" preguntó V, la preocupación llenando su cara.
Rhi asintió. "Sí, ¿sentir qué? Todos intentamos ayudar con nuestra magia, pero nada
parecía funcionar".
"Porque con eso contaba", dijo Brandr.
Eurwen se encogió de hombros. "¿Quién?"
"Usaeil", respondió.
Con se apretó las manos. "¿Nunca escaparemos de esa perra?"
Eurwen se dio cuenta de la forma curiosa en que Brandr observaba al niño. "¿Qué
sentiste?", insistió.
"Magia Fae Dark", respondió Brandr. "Estaba reteniendo al bebé en su sitio, negándose a
permitirle nacer".
"Oh, Dios", dijo Claire sin aliento, con los ojos nublados por las lágrimas mientras miraba
a su hija.
La furia se desprendía de V en oleadas. "Sabía que Usaeil nos haría algo así. Brandr,
tenemos una deuda que nunca podremos pagar. No podemos agradecerte lo suficiente".
"Sobre eso", dijo Con.
Vaughn añadió: "Algo está pasando aquí. Les dijimos a Brandr y Eurwen que les
ayudaríamos".
"Haré lo que sea necesario", dijo V.
Rhi asintió. "Yo también".
"Alguien tiene que vigilar a Claire", afirmó V.
Rhi sonrió. "Nadie se acercará a ella ni a tu hija. Te lo prometo".
"Dicho como una Reina", respondió Con con una sonrisa.
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Eurwen vio el intercambio amoroso y se apoyó en Vaughn. Él le apretó la mano, haciéndole

saber que estaría allí. Un aleteo de felicidad le llenó el estómago. No estaba acostumbrada
a esas emociones. Claro que había soñado con sentirlas algún día, pero ¿tenerlas
realmente? Le preocupaba si era real. ¿O lo experimentaba simplemente porque lo deseaba
desesperadamente?
Brandr interrumpió sus pensamientos cuando comenzó a describir el ataque que acababa
de sufrir Nundro. Cuando llegó a la parte en la que Con había curado al general, el rostro
de Rhi se suavizó en una sonrisa mientras miraba a su compañero.
"¿Fueron los mortales los responsables?" Preguntó V.
Eurwen negó con la cabeza. "Aunque la frontera no está muy lejos de esa zona, no estaba
lo suficientemente cerca como para que algún humano atacara y huyera sin ser visto".
"A menos que tuvieran ayuda", señaló Rhi.
Con negó con la cabeza. "La zona era un pastizal hasta donde alcanzaba la vista. Si alguien
hubiera estado allí, habríamos visto movimiento cuando nos acercamos. No había nada".
"Ahí está la arpía", dijo Brandr.
Eurwen parpadeó. "¿La que atrajo a Varek a nuestro reino? ¿Todavía la estás buscando?"
"Quiero saber cómo lo hizo y por qué", respondió Brandr.
Vaughn se rascó el cuello. "Yo también lo haría. Si lo hizo una vez, podría volver a hacerlo.
Queremos asegurarnos de que no pueda".
"¿Alguien sabía que alguien en este Reino podía hacer tal magia?" preguntó Claire.
Eurwen y Brandr se miraron antes de negar con la cabeza al unísono.
"O ha estado escondida..." Rhi comenzó.
Con se cruzó de brazos. "O esperando su momento".
"Ninguna de las dos opciones es buena", dijo V.
Eurwen se encogió de hombros. "Quizás esté huyendo de algo. Jeyra dijo que no se permitía
a nadie con magia en Orgate. Tal vez la arpía fue una vez parte de la ciudad humana y tuvo
que irse".
"O podría ser un ser poderoso que nos amenace", respondió Brandr. "Por eso quiero
encontrarla".
Eurwen levantó las manos en señal de irritación. "Le preguntaste a Jeyra varias veces. Ella
te dijo que la arpía la encontró. Si sigues cazando a la arpía como lo has hecho, puede que
nunca la encuentres".
"La encontraremos", afirmó V.
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Brandr levantó las cejas mientras se encogía de hombros. "Tenemos que saber si fue ella
quien atacó a Nundro".
Eurwen asintió lentamente. "Si lo es, responderá por ello. Pero primero tenemos que
averiguar por qué. Centrarse únicamente en ella es una tontería. Podría haber sido
cualquiera".
"Especialmente si hay mortales en este Reino con magia", añadió Vaughn.
Con bajó los brazos. "Entonces tenemos que empezar a planear cómo hacer esto".
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Capítulo 28
Vaughn observaba la puesta de sol desde la cima de la montaña cercana a la casa de

Eurwen. Habían pasado horas repasando diferentes estrategias hasta que se formó un plan.
Su mirada seguía a los distintos Dragones mientras volaban a su alrededor. Notó que les
gustaba quedarse cerca de Cairnkeep, y no podía culparlos.
"Me preguntaba a dónde habías ido", dijo Eurwen mientras se acercaba.
La miró y sonrió. "No esperaba venir a Zora a luchar. Espero que no hayamos traído esto a
tu Reino".
Eurwen suspiró con fuerza. "Sin duda eso es lo que piensa mi hermano, pero yo no lo creo.
Brandr incluso admitió que había sentido algo raro durante unos días, lo que significa que
fue antes de que tú llegaras".
"¿Como cuando Varek fue traído aquí?"
"Tal vez", respondió encogiéndose de hombros.
"O una vez que se liberó de los mortales".
Los labios de Eurwen se curvaron. "Posiblemente".
Vaughn asintió y volvió a prestar atención a los Dragones. "En la Tierra, los clanes
permanecían juntos. No es que no se les permitiera mezclarse, simplemente no lo hacían.
Principalmente porque era difícil que un Dragón que no fuera de ese clan encajara. Aquí,
todos los colores se mezclan".
"Este es un Reino diferente. La forma en que las cosas eran en tu planeta era como tenían
que ser. Cuando Brandr y yo llegamos aquí por primera vez, nos enteramos por algunos de
los Dragones más ancianos que empezaron a mantener los clanes separados porque así
había sido siempre. Sin embargo, sin los Reyes..."
"Las cosas se desmoronaron", terminó.
Ella curvó los labios en una sonrisa de pesar. "Sí. Ahora, esto es lo que funciona para ellos
aquí".
"Nunca me cansaré de verlos y oírlos".
Eurwen se acercó, su hombro rozando el de él. "Me alegro de que estés aquí. Los generales
y el ejército son buenos, pero no son Reyes".
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"Vamos a averiguar qué está pasando", prometió Vaughn mientras la miraba.

"Sí, lo haremos".
Permanecieron en silencio durante algún tiempo, observando a los Dragones. El sol
descendió tras las montañas y el colorido cielo dio paso a un azul pálido que finalmente se
desvaneció en negro. Pero los pensamientos de Vaughn no estaban en el llamativo paisaje.
"Creo que deberías quitar el Portal a la Tierra", dijo Vaughn.
La cabeza de Eurwen giró hacia él. "¿Por qué?"
"Tenemos que asegurarnos de que el mal de nuestro Reino no pase a éste".
"O no pueda ir de aquí al tuyo".
Vaughn asintió una vez mientras la miraba. "Exactamente. Se puede construir otro Portal
más tarde".
"¿Debemos enviar a Claire y al niño primero?"
"No"
Sus cejas se dispararon sobre su frente. "Si hay algo aquí, la Tierra sería más segura para
ellos".
"No sabemos qué hay aquí. Nadie ha visto al niño, y tiene que seguir así hasta que podamos
descifrar lo que está pasando".
"Por si lo que sea esto, trate de adherirse al bebé. Maldita sea. Ni siquiera pensé en eso".
Vaughn miró la casa de campo. "Por desgracia, nos hemos encontrado con todo tipo de
maldades. He aprendido a no asumir nada".
"Aparentemente, tengo mucho que aprender".
Le cogió la mano. "Me alegro de que no hayas tenido las batallas que tuvimos nosotros.
Dejan cicatrices que están ocultas y nunca se curan del todo".
"Pero cuando algo llega, sabes cómo manejarlo. Mira todas las batallas que han ganado los
Reyes".
"Porque trabajamos juntos. Nos movemos como una unidad cohesionada".
Ella sonrió. "También ayuda que todos vosotros sois excelentes guerreros".
"Sí, así es", dijo con una risa.
"Dame un segundo", dijo antes de desaparecer. Un latido más tarde, ella estaba de vuelta.
"El Portal ha desaparecido".
"Es lo mejor".
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Los dedos de ella volvieron a encontrar los de él mientras su sonrisa caía. "Hemos tenido
paz durante muchos, muchos años. Tontamente creí que siempre la tendríamos,
simplemente por no cometer los mismos errores que..."
Su voz se apagó. Vaughn la miró y dijo: "Que nosotros".
"Sí", respondió con voz suave.
"Esa es una mala manera de hacer las cosas. Sin embargo, es inevitable que se cometan
nuevos errores. No estoy diciendo que nadie haya cometido un error. Simplemente estoy
señalando los hechos".
Ella dejó escapar un suspiro. "Tienes razón. Es algo que Brandr y yo hemos discutido.
Hacemos lo mejor que podemos".
"Es lo único que se puede hacer".
"Si nos enteramos de que los mortales son responsables del ataque a Nundro, tomaremos
represalias".
Vaughn había temido que ella dijera tales palabras. "Esa no es la respuesta".
"¿Crees que debemos quedarnos quietos y no castigar a quien hizo daño a uno de nosotros?"
"Eso no es lo que dije. Puede que no hayas hecho los mismos votos sobre la protección de
los humanos que nosotros, pero al acabar con ellos, cambiarás algo dentro de ti -y de cada
dragón que te ayude- para siempre. Nunca serás capaz de volver de eso".
Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. "No tenemos la misma magia que vosotros
en la Tierra. Nada de lo que hay aquí nos sacará a Brandr y a mí de nuestras posiciones".
"Tu moralidad se verá comprometida. Y si crees que eso es un gran problema, entonces
demuestra que no tienes ni idea de las verdaderas consecuencias de lo que estás hablando"
"No permitiré que los humanos pongan en peligro lo que tenemos aquí", argumentó.
Vaughn se enfrentó a ella. "No te lo estoy pidiendo. Te estoy pidiendo que encuentres una
manera de hacer la paz para todos".
"Este es nuestro Reino. ¿Por qué deberíamos comprometernos?"
Podría haberle dado un millón de razones, pero todas le parecían huecas. Estar de nuevo
con los Dragones le había devuelto todo lo que los Reyes habían sacrificado para que los
mortales vivieran. Estar en Zora hizo que Vaughn deseara que las cosas hubieran sido
diferentes en la Tierra.
"Sé lo que dices", continuó Eurwen. "Yo también lo he pensado. Pero al fin y al cabo, tengo
que velar por los Dragones. No deberían tener que encontrar otro hogar o luchar por otro".
Vaughn no podía discutir eso. Asintió con la cabeza y miró hacia delante. Entonces, hizo
una doble toma cuando vio una mancha de color rosa en el cielo nocturno. Para su sorpresa,
había más de un dragón rosa. Había más de una docena.
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"No puedo creer lo que ven mis ojos", murmuró.

"¿Los Pinks?"
"Pensábamos que se habían extinguido, que los habían matado los humanos".
Eurwen giró la cabeza. "Se encontraron huevos en su tierra cuando los Dragones fueron
llamados al otro lado del puente. Los Dragones recogieron todos los que pudieron encontrar
y los trajeron cuando abandonaron tu Reino".
La garganta de Vaughn se atascó de emoción al ver a los rosas volar alrededor de la montaña
y luego desaparecer. "Todo este tiempo, creímos que ya no existían. Los lloramos, deseando
haber podido hacer algo para evitar su matanza".
"Han prosperado aquí. Todos los Dragones lo han hecho".
"Los Pinks están vivos. Varek lo dijo, pero no le creí. Pensé que tal vez uno había logrado
vivir, pero ¿un clan entero? Es más de lo que podíamos esperar".
Eurwen abrazó el brazo de él contra ella. "Siempre habrá Dragones. Me aseguraré de ello".
"Yo también", dijo mientras la miraba.
"¿Deseas quedarte aquí esta noche?"
Vaughn miró su casa de campo. "Tu lugar está ocupado, y creo que Brandr preferiría comer
vidrio antes que permitirme entrar en su casa".
"Estás ganando terreno en él".
Resopló. "Lo dudo mucho. Sin embargo, sabe que el hecho de que ayudemos en este
momento es por el bien de todos. Me alegro de que haya aceptado la oferta de Con".
"Yo también", dijo ella poniendo los ojos en blanco. "Quiero a mi gemelo, pero a veces puede
ser obstinado. Yo no iba a rechazar a Con. Brandr lo sabía".
"Tal vez que trabajemos todos juntos creará un vínculo. Sé que hará felices a Con y Rhi".
Eurwen le miró. "Y a mí".
Tragó y se inclinó para presionar sus labios contra los de ella. "Vamos a dormir bajo las
estrellas".
"¿Y así puedes ver los Dragones?"
Vaughn negó con la cabeza mientras sonreía. "Así puedo ver las estrellas brillando en tus
ojos".
"Sabes lo que hay que decir".
"Estoy diciendo lo que hay en mi corazón. Las cosas que he querido decir desde nuestra
primera noche juntos".
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Ella le acunó las mejillas con la mano libre. "Me haces sentir especial. Como si fuera la
única mujer en el mundo".
"En el Universo", corrigió. "Y eso es porque lo eres".
Sus labios se curvaron en una sonrisa. "Busquemos un lugar más privado".
"¿El lago?", sugirió él.
"Me has leído la mente".
Corrieron hasta el borde del acantilado y saltaron, transformándose y volando hacia el lago,
uno al lado del otro.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 29
La sensación de los labios de Vaughn en su sien despertó a Eurwen de sus sueños. Sonrió
al encontrarse acurrucada contra su costado. "Todavía no", murmuró.
Él se rió suavemente. "Puedo hacer muchas cosas, pero no puedo impedir que salga el sol".
Todo lo que quería era tener el día para sí misma para hacer lo que quisiera con Vaughn.
Sin interrupciones, sin batallas que librar. Nada más que ellos dos. Había dejado que eso
se le escapara cuando habían estado en Dreagan.
"Podemos volver", dijo él.
Ella rodó sobre su espalda y giró la cabeza hacia él. Había sido una noche gloriosa. Incluso
mejor que la primera en Zora. Le hizo preguntarse por qué había intentado mantenerlo a
distancia. Por mucho que lo intentara, no podía alejarse de él. "Definitivamente lo haremos.
He descubierto que me gusta dormir bajo las estrellas contigo".
"No hemos dormido exactamente."
Ella sonrió. "Eso es lo que me ha gustado".
Vaughn se rió y se puso encima de ella. "Vamos. Nos estarán esperando".
Eurwen se quedó mientras él se ponía en pie de un salto y se giraba para adentrarse en el
lago. Se sumergió en el agua y salió a la superficie unos minutos después, sacudiendo la
cabeza para rociar gotas por todas partes. Ella se rió mientras se sentaba a observar.
No estaba segura de cuándo había dejado de luchar contra sus sentimientos en su interior,
pero se alegraba de haberlo hecho. Las cosas con Vaughn se habían vuelto mucho más
sencillas. Casi demasiado fáciles. Le gustaba estar con él. Disfrutaba de lo que sentía
cuando estaba con él.
Le gustaba cómo la hacía sentir.
Sin embargo, todavía no podía responder si era su pareja o no. ¿Su lado Fae lo estaba
bloqueando? ¿O tenía demasiado miedo de mirar y descubrir la verdad? Lamentablemente,
no se sorprendería si la respuesta fuera la última opción.
Eurwen sabía que el amor existía. No lo dudaba. Lo que cuestionaba era si existía para ella.
Ni una sola vez en su larga vida había tenido una relación. Había tenido amantes, todos de
la Tierra, obviamente. Aunque había habido algunos Dragones en Zora que habían
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intentado cortejarla. Si hubiera sentido algo por los Dragones, los habría perseguido, pero
no había nada.
Su falta de experiencia en relaciones probablemente influyó en su indecisión con Vaughn.
Sabía sin duda lo que quería. Ella no sabía cuál era el camino cuando se trataba de amor
y relaciones. Y nada de eso tenía en cuenta su papel en Zora.
La felicidad que había sentido al despertar se disipó rápidamente. Eurwen se puso en pie y
se dirigió al lago para darse un baño rápido. Una vez en el agua, unas grandes manos la
rodearon y la arrastraron contra un cuerpo duro que conocía bien. Su excitación la
presionaba contra su estómago. La boca de Vaughn se encontró con la suya bajo las olas
para darle un beso como nunca antes había experimentado. Salieron a la superficie con los
labios aún pegados.
"Och, muchacha", murmuró en un ronco susurro que la hizo temblar de deseo.
Eurwen cerró los ojos por un momento, deseando poder entregarse al placer que ambos
deseaban. En cambio, se apartó de él. "Tú fuiste quien dijo que teníamos que irnos".
"No me lo recuerdes", dijo malhumorado.
Nadaron de vuelta a la orilla. En cuanto salieron del lago, su magia les secó. Eurwen eligió
unos pantalones de cuero negro y una camisa negra ceñida al cuerpo, y la remató con una
armadura negra que parecía una escama de dragón que le cubría la parte superior del
cuerpo y los antebrazos. Unas botas negras hasta la rodilla completaban su look. Se pasó
las manos por el pelo, transformando los mechones rubios en intrincadas trenzas como los
estilos que le gustaban de los nórdicos.
Vaughn dejó escapar un silbido.
Se giró hacia él para ver que también había elegido ropa oscura con una simple camiseta
negra, vaqueros oscuros y botas.
"Eres toda una guerrera", dijo mientras se acercaba a ella.
"Supongo que ya lo veremos".
Le cogió la mano y, con varios pequeños saltos, los teletransportó a Cairnkeep. Tal y como
Vaughn había sospechado, Con y V les esperaban.
"¿Listo?" Preguntó Con.
Vaughn asintió y la miró. Eurwen inclinó la cabeza. No es que no haya estado en una batalla
antes, pero nada como lo que los Reyes habían hecho. Eurwen no podía evitar la sensación
de que su Reino estaba en peligro. Esperaba estar equivocada, pero dada la forma de actuar
de Con, V y Vaughn, no creía que lo estuviera.
"El Portal a la Tierra está cerrado", les dijo Eurwen.
V frunció el ceño y comenzó a objetar.
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Vaughn se apresuró a decir: "En caso de que lo que sea que esté ocurriendo aquí venga de
la Tierra".
"Buena decisión", dijo Con. "Así podemos aislar una variable".
V gruñó. "Sería bueno tener a los otros Reyes aquí".
"Eso podría ser lo que comenzó todo esto", declaró Vaughn.
Brandr se acercó y dijo: "Pronto lo sabremos. Mis generales han sido informados del plan y
están preparando el ejército a lo largo de nuestra frontera con los humanos".
"Nosotros también deberíamos ponernos en posición", respondió Con.
V fue el primero en transformarse, luego Con, Eurwen, Vaughn y finalmente Brandr. Los
cinco levantaron el vuelo. Eurwen notó que los Dragones cercanos les observaban,
probablemente preguntándose qué estaba pasando. Miró desde las escamas cobrizas de V,
hasta las doradas de Con mientras volaban a su lado izquierdo. A su derecha se encontraba
Vaughn con sus escamas verde azulado y Brandr con sus escamas doradas que se
desvanecían hasta llegar a un color beige en su vientre.
Sea lo que sea lo que había en Zora, ya sea un ente o la magia, sería detenido. Eurwen no
lo dudó ni un segundo. No lo habría cuestionado incluso si sólo hubieran sido ella y Brandr
los que se enfrentaran a la amenaza. Pero ciertamente no dudó con tres Reyes Dragón
ayudándoles.
Cuando finalmente llegaron a la frontera con los humanos, cerca de donde Nundro había
sido atacado, los cinco se reunieron con los cuatro generales. El ejército voló por encima de
ellos, vigilando cualquier movimiento abajo. El plan era que los generales, Reyes, Brandr y
Eurwen atrajeran, con suerte, lo que fuera que hubiera llegado a Zora.
Eurwen y Brandr volvieron a su forma humana en cuanto aterrizaron, cada uno con una
armadura infundida con su magia. Nunca se habían enfrentado a enemigos como los Reyes
Dragón, pero ella y Brandr estaban preparados, no obstante.
Respiró profundamente mientras bajaba a esconderse en la hierba alta. Los generales y
Vaughn permanecían en el aire mientras Con, V, Brandr y Eurwen se movían en forma
humana. Miró a su izquierda para ver a su padre en la distancia. A su derecha, casi
distinguió la forma de Vaughn.
Eurwen examinó la zona. Estaban allí como un grupo, pero cada uno de ellos también
estaba aislado. Estaba asustada, así como ansiosa por comenzar la batalla. "Todo bien.
¿Dónde estáis?", susurró.
Mientras esperaba que alguien atacara, se preguntó quién podría haber llegado a su Reino.
El hecho de no saber quién y qué había traído a los niños a su Reino abría la posibilidad de
que cualquiera y cualquier cosa pudiera encontrarles. Era un pensamiento aleccionador.
Durante mucho tiempo, había asumido que Zora estaba a salvo de las amenazas externas.
Que ella y Brandr tenían las cosas bajo control. Después de todo, ningún ser como los Fae
o un grupo como los Otros les había encontrado.
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No sólo era una tontería, sino también una ingenuidad y una imprudencia no estar
preparados para nada. ¿Habían tenido simplemente suerte todos estos eones? Eurwen
había estado tan preocupada por todo lo que los Reyes habían hecho mal en la Tierra que
no se había parado a pensar en Zora y sus vulnerabilidades, una de las cosas que los Reyes
habían hecho correctamente en su Reino.
Pero ahora conocía el verdadero miedo. Del tipo que nunca desaparecería del todo. El hecho
era que los Dragones estaban bajo ataque. Podrían ser los humanos. Habían sido ingeniosos
en el pasado al capturar y encarcelar Dragones para torturarlos. También podría ser la
arpía. Brandr pensaba que era ella, y aunque Eurwen no la había descartado, quería
hechos.
También podría ser otra entidad en la que aún no habían pensado. De hecho, podría ser
varias cosas. Y aunque lo contuvieran esta vez, ¿quién iba a decir que no pasaría otra cosa
más adelante?
Eurwen flexionó las manos, sintiendo que su magia corría por ella. Volvió a escudriñar la
zona, sin percibir nada. Ni siquiera el cosquilleo en el cuello del día anterior. Sin embargo,
eso no alivió su preocupación. Sólo estaban Brandr y ella en Zora. La Tierra tenía a los
Reyes Dragón, que luchaban juntos cuando algo los atacaba. Aquí necesitaban más que los
generales para ayudar. Necesitaban a los Reyes.
Todos ellos.
Su mente se dirigió inmediatamente a Vaughn. Lo quería en Zora. Lo quería con ella. Le
gustaba estar aquí. Pero, ¿le gustaba tanto como para renunciar a Dreagan y a sus
hermanos cuando ella se negaba a renunciar a su vida? No podía pedirle eso, sobre todo
cuando ella no quería que él se lo pidiera a ella.
El viento cambió de repente. Eurwen se puso inmediatamente en alerta y sus sentidos se
agitaron. Pero por mucho que mirara, no veía nada ni sentía nada más.
"Check-in", llamó Brandr a todos a través del enlace mental.
Uno por uno, todos dieron el visto bueno. Hasta que le llegó el turno a ella. "Aquí no hay
nada", respondió.
Pasaron treinta minutos, todavía sin nada. Hasta que el viento volvió a cambiar. Una vez
más, sus terminaciones nerviosas cosquillearon, alertándola de que había algo ahí fuera.
Esta vez, Eurwen sintió la misma sensación que cuando atravesó el Portal. Exploró
frenéticamente la zona.
"El viento", dijo a los demás. "Sólo sentí... algo".
Esperó a escuchar la respuesta de Vaughn. Cuando él no respondió inmediatamente, ella
miró en su dirección. Fue entonces cuando vio un brillo por el rabillo del ojo. Se dio la
vuelta, pero lo que había visto había desaparecido. Sin embargo, sabía que algo había
estado allí.
"¡Está aquí! Es invisible. He visto un parpadeo con el rabillo del ojo", alertó a los demás.
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El corazón de Eurwen latía con fuerza. Sabía que algo se acercaba a ella. Puede que no
fuera capaz de verlo, pero podía sentirlo. Se puso de pie y extendió las manos, con las
palmas hacia afuera, lista para la batalla. Antes de que pudiera determinar dónde enviar
una descarga de magia, algo le golpeó el abdomen. Intentó mirar hacia abajo para ver qué
era, pero no podía moverse. Era como si algo la hubiera congelado. Intentó gritar para
advertir a los demás, pero su voz no funcionaba. Eurwen intentó acceder al enlace mental,
pero las palabras tampoco se formaban en su cabeza.
Entonces, ella estaba cayendo hacia atrás. Parpadeó hacia el cielo azul antes de que todo
se oscureciera.
"Ahora, eres mía", susurró una voz inquietante en su oído.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 30
“¿Eurwen?” llamó Vaughn mientras la preocupación le invadía.

Ella seguía hablando, pero sus palabras no eran claras. Era como si algo distorsionara su
voz.
"¡Eurwen!"
Pronto, los demás también la llamaron, pero ella tampoco les respondió.
"Voy hacia ella", dijo Vaughn mientras bajaba un ala y se giraba en su dirección.
En el momento en que lo hizo, vio a Eurwen ponerse de pie. De repente, se sacudió como si
algo la hubiera golpeado. Al instante siguiente, cayó hacia atrás.
"¡No!" Vaughn bramó y voló más rápido.
Se lanzó desde el cielo, haciéndose un ovillo y cambiando a su forma humana para poder
caer de pie y correr los últimos metros hasta ella. Mientras lo hacía, miró a su alrededor en
busca de un oponente, pero no vio nada. Se puso de rodillas y se inclinó sobre Eurwen
mientras los demás se precipitaban hacia ellos.
Vaughn se quedó mirando atónito el agujero que le atravesaba el abdomen, lo
suficientemente amplio como para poder pasar el brazo por él. La sangre cubría el frente de
Eurwen y seguía saliendo.
"¡Con!" Vaughn gritó.
El Rey de Reyes estuvo inmediatamente al otro lado de Eurwen. "Estoy aquí".
El corazón de Vaughn latía en su pecho mientras miraba impotente a su compañera.
Aunque sabía que Con podía curar a Eurwen, Vaughn no podía deshacerse de la inquietud
que le recorría violentamente. Alguien o algo había atacado a su compañera y nadie había
visto nada. Igual que con Nundro el día anterior.
Pareció una eternidad antes de que la herida se curara por fin, y Con dejó caer el brazo a
su lado. Vaughn lo miró y vio la preocupación en el rostro de su amigo.
"Esto ha sido diferente a la herida de Nundro", dijo Con.
Brandr se sentó a los pies de Eurwen, con el pánico y la preocupación grabados en su
rostro. "¿Por qué no se ha despertado? Está curada".
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"Abre los ojos, muchacha", instó Vaughn a Eurwen. "Estamos esperando que nos cuentes
lo que has visto".
Pero ella no se movió. Vaughn miró a Con, Brandr y V, esperando que alguno de ellos tuviera
una solución. Los tres parecían tan impotentes como se sentía él.
"Eurwen", llamó Vaughn más fuerte. "Abre los ojos. Mírame".
V negó con la cabeza. "Esto no es bueno. Nada de esto lo es. Ni la ubicación, ni el ataque,
ni que esté tirada como si estuviera en coma".
"Quienquiera que haya hecho esto tiene que estar por aquí", declaró Brandr mientras se
ponía en pie. Gritó a sus generales, y los Dragones tomaron el cielo.
Vaughn apartó el pelo de Eurwen de su cara. Su hermosa armadura estaba arruinada. Las
escamas de Dragón eran difíciles de perforar, pero lo que sea que hubiera golpeado a
Nundro lo había logrado entonces, así como lo que sea o quien sea que haya hecho esto
hoy. Vaughn miró a sus amigos. "¿Habéis oído lo que ha dicho antes de caer?"
"Estaba revuelto", respondió Con.
V sacudió la cabeza. "Era como una emisora de radio que no entraba con claridad".
"No pude distinguir nada", dijo Brandr.
"Ella sintió algo ayer", les recordó Con.
Vaughn se puso de pie y retrocedió mientras miraba a su alrededor. "Tenemos que sacarla
de aquí. Ahora".
"Me quedaré con mis generales y el ejército. Vamos a recorrer la zona. Y encontraremos al
responsable", respondió Brandr.
Vaughn asintió antes de transformarse y levantar suavemente a Eurwen con una de sus
manos. V y Con volaron a su lado en el camino de vuelta a Cairnkeep. A mitad de camino,
Vaughn esperaba que ella se despertara y exigiera que la bajara. Seguía esperando escuchar
su voz, pero no fue así.
Una vez que llegaron a Cairnkeep, aterrizaron. Vaughn volvió a su forma humana y la llevó
a la cabaña de Brandr. Con la siguió de cerca. No mucho después, Rhi se teletransportó a
la casa con ellos.
"¿Qué ha pasado?", preguntó.
Con rodeó a su compañera con un brazo mientras le explicaba la situación. Vaughn tumbó
a Eurwen con suavidad en la cama, esperando todavía que se despertara.
"¿Por qué no ha abierto los ojos?" preguntó Rhi frenéticamente.
Con se encogió de hombros y negó con la cabeza. "Ninguno de nosotros lo sabe".
"¿El general de ayer? No perdió el conocimiento", dijo Rhi.
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Vaughn se sentó en el borde de la cama y tomó la mano de Eurwen en la suya. "Todo lo de

hoy se sintió diferente".
"Como una trampa", dijo Con.
Vaughn asintió lentamente mientras miraba a Con. "Exactamente".
Los ojos de Rhi se abrieron de par en par. "Entonces volvemos a salir y encontramos a quien
hizo esto".
"Ahí es donde están Brandr y sus generales", dijo Vaughn.
La cara de Rhi se aflojó. "¿Solo? ¿Estás bromeando? Después de lo que pasó con todos
vosotros allí, ¿por qué no iba a quedarse alguien con Brandr?"
Con le besó la mejilla. "Me dirijo allí ahora, cariño. Quería traer primero a nuestra hija".
Rhi le rodeó con sus brazos. Intercambiaron palabras suaves antes de separarse.
"Os informaré a ti y a V a menudo sobre mi ubicación", le dijo Con.
Vaughn inclinó la cabeza. "Ten cuidado".
"Hay una razón por la que Eurwen fue atacada, y vamos a averiguar cuál es", prometió Con
antes de salir de la cabaña.
Vaughn observó a su amigo irse antes de que su mirada se deslizara hacia Rhi. La inquietud
marcaba su rostro. La última vez que Vaughn había visto una expresión así fue cuando su
amante humana había dado a luz. Se había preocupado por la mortal, pero no la había
amado. No como a Eurwen. Vaughn volvió a prestar atención a su compañera.
No podía deshacerse de la aprensión, la preocupación de que los Reyes fueran de alguna
manera responsables de lo que estaba ocurriendo en Zora. Si había comenzado porque
Varek había sido traído aquí, o si se había manifestado una vez que Varek llegó, era trivial.
Algo malicioso estaba en el Reino. ¿Estaba tras los Dragones? ¿Tenía como objetivo a
Eurwen y Brandr? ¿O eran los Reyes el objetivo?
"Necesitamos saber si los mortales también han sufrido esos ataques", dijo Vaughn.
Rhi comenzó a caminar. "Necesito hacer algo. No puedo quedarme sentada. Voy a ir".
"No", la detuvo Vaughn antes de que se fuera.
Su cabeza giró hacia él. "¿Y por qué no?"
"Estás demasiado alterada".
Hizo una pausa por un segundo. "Quizás tengas razón. Pero si sabían lo que era Varek,
también te conocerán a ti".
"Es cierto".
"Ahí está Claire".
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Vaughn resopló. "V no la perderá de vista, y no le culpo".

"Eso deja sólo uno que puede navegar entre los humanos con eficacia".
"Jeyra".
Rhi asintió. "Voy a buscarla".
"Hice que Eurwen quitara el Portal en caso de que lo que estuviera aquí viniera de la Tierra".
"Seré rápida", respondió Rhi. Miró a su hija. "No la pierdas de vista".
Vaughn inclinó la cabeza. "Lo haré".
Una vez que Rhi se fue, frotó la mano de Eurwen entre las suyas. "Despierta, muchacha.
Estás curada. No debería haber nada que te mantenga inconsciente".
Vaughn dejó que su magia la rodeara, buscando cualquier cosa que pudiera destacar. Por
mucho que se concentrara, era incapaz de discernir nada. Esperaba que algo destacara,
algo que pudieran eliminar para que ella abriera los ojos y le sonriera de nuevo.
"La tengo", dijo Rhi al aparecer en la casa de campo.
Vaughn miró para encontrar a Rhi, Jeyra y Varek.
"¿Qué demonios ha pasado?" Preguntó Varek mientras miraba a Eurwen en la cama. "Rhi
no nos dijo nada. Sólo dijo que se necesitaba a Jeyra".
Vaughn no soltó la mano de Eurwen mientras se enfrentaba al trío. "Para resumir, uno de
los generales fue atacado ayer. Con pudo curarlo, y buscamos en el campo abierto pero no
vimos a nadie".
"¿Nadie?" preguntó Varek con el ceño fruncido.
Vaughn negó con la cabeza. "Con ofreció nuestra ayuda, y Eurwen y Brandr aceptaron.
Ideamos un plan y lo pusimos en práctica esta mañana. Eurwen, Brandr, Con y V se
quedaron en tierra en forma humana mientras los cuatro generales y yo nos quedamos en
el aire, llamando la atención".
"Estabas en la frontera con mi gente, ¿no?" Preguntó Jeyra.
"El ataque de ayer se hizo lo suficientemente lejos de allí como para que hubiéramos visto
a alguien huyendo. Pero, sí, esta mañana, estábamos cerca de la frontera", explicó Vaughn.
Rhi se echó el pelo hacia atrás y se hizo un nudo en el cuello. "Alguien o algo atacó a
Eurwen. Con curó su herida, pero no ha despertado desde entonces".
"¿Sabes a qué me recuerda esto?" Varek preguntó.
Vaughn asintió mientras miraba a Rhi. "Aquella vez que el tío de Ulrik atacó, y tú no quisiste
despertar".
Rhi cerró brevemente los ojos. "Ese era Mikkel. Esto está en otro Reino. ¿Cómo podría tener
uno que ver con el otro?"
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"Podría tener algo que ver con la sangre Fae de Eurwen", señaló Varek.
Vaughn frotó su pulgar por el dorso de su mano. "Rhi finalmente despertó".
"No quería", admitió Rhi. "Si no hubiera sido por Con, no lo habría hecho".
Jeyra se mordisqueó el labio. "¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?"
Vaughn se encontró con los ojos oscuros de Varek. "Brandr y sus generales están buscando
a quien hizo esto. Una vez que Con vio a Eurwen aquí, fue tras Brandr como apoyo.
Necesitamos saber si su gente también está siendo atacada".
"O si lo están haciendo", conjeturó Jeyra con un movimiento de cabeza. "Yo querría saber
lo mismo. De acuerdo. Lo haré".
Varek dijo: "Lo haremos".
"¿Es eso prudente, Varek? ¿Después de lo que pasó la última vez?" preguntó Rhi.
Jeyra miró a Varek y sonrió. "Por suerte, tenemos un aliado en Orgate. Sateen podrá darnos
las respuestas que buscamos".
"Y desafío a que cualquiera de ellos nos haga algo", respondió Varek.
Vaughn quería desesperadamente ir con ellos, pero no quería dejar a Eurwen. Sin embargo,
alguien que había estado en los ataques tenía que estar allí.
"Ve", le dijo Rhi. "Me quedaré con mi hija".
Vaughn soltó de mala gana la mano de Eurwen y se puso en pie. "Vamos. Cuanto antes
lleguemos, antes podremos volver".
Echó una mirada más a Eurwen y siguió a Varek y Jeyra fuera de la cabaña.
"¿Dónde están V y Claire?" Preguntó Varek.
Vaughn señaló la cabaña de Eurwen a cierta distancia mientras bajaban la montaña.
"Parece que Usaeil utilizó su magia para no sólo garantizar que Claire se quedara
embarazada, sino también para asegurarse de que el niño nunca naciera. La magia oscura
retuvo al bebé en el vientre de Claire. De alguna manera Brandr lo descubrió".
"La mezcla de magia Fae y Dragón de Brandr parece haber salvado el día", dijo Varek.
"¿Y el bebé?" Preguntó Jeyra.
Vaughn sonrió al pensar en el pequeño bulto. "Lo está haciendo muy bien. Claire y V están
fuera de sí de alegría".
"No puedo creer que haya nacido otro niño dragón-humano", dijo Varek, con asombro en
su voz.
Jeyra frunció el ceño. "¿No habría sido prudente enviar a Claire y al bebé de vuelta a la
Tierra con todo lo que está pasando?"
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Antes de que Vaughn pudiera responder, Varek sacudió la cabeza y dijo: "Ha habido casos
en los que el mal se ha unido a un niño para pasar desapercibido. Todo el mundo está
cubriendo todas las bases".
"Tenemos que llegar a Orgate rápidamente", dijo Vaughn, devolviendo la conversación al
asunto que entre manos.
Jeyra le lanzó una mirada interrogante. "No estoy segura de que llegar en tu verdadera
forma sea la mejor idea".
"Pararemos en la frontera", le dijo Varek.
Vaughn no les esperó. Se transformó y se elevó en el aire, volando raudo y veloz hacia el
río.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 31
Eurwen sabía que estaba en problemas. Se sentía como si estuviera atada, pero no podía
saber con qué. Por mucho que intentara utilizar sus extremidades, éstas no funcionaban.
Se esforzó por escuchar a alguien.
Esperando que Vaughn estuviera cerca.
Sólo la rodeaba el silencio y la oscuridad. Sin embargo, sabía que no estaba sola. Algo
estaba con ella. Recordó las palabras que había escuchado antes de caer inconsciente.
Eurwen no sabía quién era la entidad. La voz era difícil de identificar como masculina o
femenina, pero era pura maldad. De eso no tenía ninguna duda.
No sabía cómo ni por qué el ser estaba en Zora, pero esperaba que los demás lo descubrieran
pronto. Quería volver con ellos, discutir con Brandr, ver los ojos azul persa de Vaughn,
mirándola con deseo y anhelo. Oír la risa de Rhi y hablar más con Constantine.
En primer lugar, tenía que alejarse de su captura. Al menos, su cuerpo ya no le dolía. Su
herida debe haberse curado sola. Eso facilitaría la lucha contra quien la retuviera. Porque
ella lucharía. Se liberaría.
Y volvería con Vaughn.
∗∗∗∗∗∗∗
En el momento en que la frontera entre humanos y Dragones quedó a la vista, Vaughn
comenzó a descender. Aterrizó, cambiando a su forma humana. Una vez que Varek se
levantó y Jeyra se deslizó de su espalda, los dos se unieron a él.
"Por aquí", dijo Jeyra y comenzó a andar rápido.
Vaughn siguió a la pareja a través del arroyo. En cuanto llegaron al otro lado, Jeyra empezó
a correr. Vaughn y Varek siguieron su ritmo. Podrían haber ido más rápido, pero no la
dejarían atrás.
Finalmente, Vaughn vio que el bosque daba paso a un espacio abierto. Pronto, oyó los
sonidos de una ciudad de tamaño decente. Entonces divisó la alta barrera y la puerta que
rodeaba la ciudad. Ni Jeyra ni Varek se detuvieron cuando salieron de los árboles,
simplemente se dirigieron directamente a la entrada. Pocos se fijaron en ellos hasta que se
acercaron a las puertas abiertas.
Vaughn vio que los guardias de la torre les miraban con recelo. "Nos están mirando".
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"Notificarán al Consejo que hemos llegado", dijo Jeyra.

Varek se encontró con la mirada de Vaughn sobre la cabeza de Jeyra. "Al menos la magia
puede usarse ahora en la ciudad".
Vaughn dejó que su mirada recorriera las numerosas personas que entraban y salían de
las puertas. Todos llevaban el mismo tipo de ropa que Jeyra. Pantalones ajustados metidos
dentro de botas altas, camisetas sin mangas y brazaletes en cada bíceps en una gama de
tonos entre amarillos y marrones. Él y Varek no podrían haber destacado más si lo hubieran
intentado.
Las conversaciones se detenían a su paso mientras más y más miradas se posaban en ellos.
Vaughn observó que no todos llevaban armas, pero los que lo hacían parecían saber
utilizarlas. Jeyra asintió hacia un trío de guerreras, pero éstas le dieron la espalda. Vaughn
no podía imaginar que eso fuera fácil de soportar, pero Jeyra mantuvo la barbilla alta y los
hombros erguidos.
Vio que ninguno de los edificios tenía más de tres pisos. Aunque la arquitectura no era tan
avanzada como la de los humanos de la Tierra, se veía una cierta habilidad en los diseños
y la artesanía que Vaughn no podía negar.
Las calles empezaron a despejarse cuando se corrió la voz de su llegada. Ya no tenían que
sortear a la multitud. En su lugar, los tres caminaron hombro con hombro por la calle
mientras todo el mundo los miraba. No era una sensación especialmente agradable. Todo
lo que Vaughn podía pensar era en Varek y en cómo lo habían retenido en la prisión de la
ciudad durante semanas.
Y los Dragones que habían torturado.
La rabia empezó a crecer, agravada por el ataque de la mañana y por Eurwen, que aún no
se había despertado. Vaughn hizo todo lo que pudo hacer para mantener el control antes
de que estallar, y desquitarse con los mortales. Era fácil culparles. Después de todo, habían
sido responsables de muchas cosas en la Tierra. Podrían hacer lo mismo en Zora.
Sin embargo, si sus años le habían enseñado algo, era a conocer primero los hechos. Y eso
es exactamente lo que pensaba hacer en Orgate.
Una mujer menuda y encorvada por la edad, con el pelo blanco recogido en un complicado
moño, salió a la calle con la ayuda de un bastón. Les miró, con una sonrisa en su rostro
arrugado. "Me preguntaba cuándo volvería a veros".
"Sateen", dijo Jeyra con una brillante sonrisa mientras se apresuraba a acercarse a la frágil
mujer.
Se abrazaron antes de que Jeyra se hiciera a un lado, y Sateen levantó una ceja blanca y
delgada hacia Varek, con sus ojos grises desvaídos observándolo. "¿Te vas a quedar ahí
parado?"
"Ni lo sueñes", respondió Varek con una carcajada mientras se acercaba y se inclinaba para
abrazar a la concejala. Se enderezó y se hizo a un lado: "Sateen, éste es mi amigo Vaughn".
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Los intensos ojos de Sateen se deslizaron hacia él mientras lo miraba de arriba abajo. "Otro
Rey Dragón. ¿Por qué tengo la sensación de que vuestra llegada no es una visita social?"
Vaughn inclinó la cabeza. "Es un placer conocerte. Jeyra y Varek hablaron muy bien de ti".
La concejala mayor frunció el ceño, esperando que él respondiera a su pregunta.
Vaughn se encontró con su mirada, gustándole al instante. "¿Podemos ir a un lugar
privado?"
"Bienvenido a Orgate", dijo. "El único lugar verdaderamente privado es mi casa. Seguidme".
Jeyra caminaba junto a la concejala mientras Vaughn y Varek las seguían ligeramente.
"La gente de aquí no sabe qué pensar de nuestra llegada", dijo Varek.
Vaughn miró a los que se alineaban en la carretera. "Parece que están asustados por lo que
podamos hacer".
"Somos Reyes Dragon. Les han dicho que teman a los Dragones, y especialmente a los
Reyes".
"¿Cómo, exactamente?" Preguntó Vaughn. "Aquí no hay Reyes. No como nosotros. Supongo
que se podría llamar Rey a Brandr y Reina a Eurwen, pero se han mantenido alejados de la
ciudad y de los mortales en general".
Varek suspiró. "Se lo he preguntado a Jeyra muchas veces. Lo único que recuerda es que
le dijeron desde pequeña que nos temiera".
Vaughn encontró la mirada de Varek y asintió. Continuaron en silencio. Le sorprendió la
rapidez con la que se movía Sateen para una mujer que parecía que una suave brisa podría
derribarla.
"Debo advertirte", dijo Varek. "Sateen es tan afilada como un látigo".
"Me lo imaginaba".
Vaughn divisó la entrada a un barrio de élite de la ciudad y no se sorprendió cuando giraron
por la carretera. Pasaron por delante de magníficas casas hasta que el camino terminó
frente a una enorme mansión. Sateen ni siquiera dudó al acercarse a las puertas. Dos
hombres aparecieron de repente y las abrieron para ella, esperando a cerrarlas después de
que él y Varek hubieran pasado.
Vaughn vio a más guerreros apostados en varios lugares fuera de la casa. Muchos de ellos
miraban fijamente a Jeyra y a Varek. Varek guiñó un ojo a uno de los hombres que enseñó
los dientes cuando pasaron.
"Perdona, Ugar", dijo Sateen sin volver a mirarles. "Su orgullo aún está herido por la última
vez que tú y Jeyra vinisteis a mi casa".
Una vez dentro de la impresionante mansión, Sateen giró a la izquierda y los llevó a una
sala de estar. Se sentó en una silla que se ajustaba a su pequeña estatura. Jeyra y Varek
se sentaron juntos en un sofá, y Vaughn optó por permanecer de pie.
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"¿Temes un ataque?" le preguntó Sateen mientras los sirvientes entraban con una bandeja
de comida y lo que parecía ser té.
Vaughn esperó a que los sirvientes se fueran antes de inclinar la cabeza hacia Sateen. "No
quiero faltar al respeto. Ha sido una mañana... difícil".
"Hubo un incidente", explicó Jeyra.
Sateen colocó su bastón ante ella y puso ambas manos sobre él. "Creo que será mejor que
te expliques".
Vaughn dedicó los siguientes minutos a detallar lo que había ocurrido esa mañana y el día
anterior.
La cara de la concejala palideció cuando él terminó. Su ceño se frunció mientras tragaba.
"Es horrible, pero no veo por qué habéis venido a Orgate. A no ser que creais que alguien
de aquí ha tenido algo que ver".
"Estamos cubriendo todos los ángulos", dijo Varek.
Jeyra miró a su compañero antes de preguntar a Sateen: "¿Alguien ha tenido alguna herida
de este tipo en la ciudad?".
Sateen negó con la cabeza. "No que yo haya escuchado".
"¿Y qué hay de otras ciudades?" presionó Jeyra.
Sateen se encogió de hombros y volvió a negar con la cabeza. "Se habría corrido la voz de
algo así rápidamente".
"¿Hay alguien en Orgate que crees que podría estar detrás de los ataques?" Preguntó
Vaughn.
La concejala apretó los labios. "Me gustaría poder decir que no, pero la verdad es que desde
la muerte de Arn y la liberación de los Dragones que torturó, la ciudad está dividida.
Algunos se alegran de saber la verdad. Otros... Bueno, digamos que hubieran preferido
seguir creyendo las mentiras".
"En otras palabras, ¿podrían ir tras los Dragones?" Varek preguntó.
Sateen levantó un hombro. "Si el ataque hubiera sido con armas, podría haberte dicho
exactamente a quién teníamos que interrogar. Pero parece que lo hicieron con magia".
"Con Arn muerto, la magia puede usarse ahora en la ciudad. Nada impide a los que tienen
magia aventurarse aquí", dijo Jeyra.
Sateen hizo una mueca. "La mayoría no está dispuesta a abandonar las viejas costumbres.
Me temo que nunca lo harán. Daría la bienvenida a todos y cada uno en la ciudad, pero las
líneas se trazaron hace mucho tiempo. Dudo que veas a alguno de nosotros con magia
yendo a cualquier ciudad".
"Los que tienen magia, ¿a dónde van?" Preguntó Varek.
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Sateen le dedicó una sonrisa triste. "No tengo esa información. Se esconden. Nos enseñan
desde pequeños a temer la magia".
"Y a los Dragones", dijo Vaughn.
La mirada de Sateen bajó brevemente al suelo. "Los dos se difuminan, y algunos son
incapaces de ver uno sin el otro".
Vaughn le sostuvo la mirada. "Todavía no entiendo por qué".
Los labios de la anciana se curvaron en una sonrisa. "Después de que Jeyra y Varek se
fueran, intenté recordar cómo y cuándo me habían hecho creer esas cosas sobre la magia
y los Dragones. Cuando no pude evocar esos recuerdos, me dirigí a la generación más joven
sin aprender las respuestas. Fui cada vez más joven, obteniendo siempre las mismas
respuestas".
"No recuerdo quién me lo dijo. Es como si lo supiera", respondió Jeyra.
Sateen asintió lentamente. "Exactamente. Lo siguiente que hice fue acudir a los profesores
y preguntarles. No tenemos registros de toda nuestra historia, pero sí una gran parte de
ella. Cuando se construyó la ciudad, uno de los primeros decretos fue que no se toleraría
la magia".
"Todos vosotros habéis sido trasladados a un planeta con Dragones que tienen magia".
Vaughn soltó un suspiro. "¿Por qué temer a la magia si no la conoces?"
Varek miró a Vaughn. "A menos que lo hagan".
"Por supuesto. La magia trajo a los niños aquí", dijo Vaughn.
Las cejas de Sateen se fruncieron. "¿Pero por qué? ¿Y quién nos trae? ¿Tenemos familia en
alguna parte? ¿Nos han tirado y alguien nos ha encontrado para traernos aquí? Nada de
eso tiene sentido".
"Quiero respuestas, igual que tú", dijo Jeyra. "Y tengo la intención de encontrarlas".
Varek cubrió su mano con la suya. "Sí, lo haremos".
Sateen les sonrió antes de mirar a Vaughn. "¿Y ahora qué?"
"Mantén un ojo y un oído atentos a cualquier cosa inusual. Si descubres a alguien con
magia, mira si puedes averiguar dónde vive. Estaremos aquí hasta que todo esto se
solucione".
"¿Cómo puedo contactar con vosotros?" preguntó Sateen.
Varek dijo: "Envía a Ugar con un mensaje a la frontera".
En lugar de regresar a pie por la ciudad, optaron por salir por la puerta trasera de Sateen.
"Volver a Orgate fue más duro de lo que pensaba", dijo Jeyra cuando estaban fuera de la
ciudad.
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Vaughn no escuchó la respuesta de Varek ya que estaba sumido en sus pensamientos. No

dejaba de recordar a los nacidos con magia en Zora. La gente los evitaba porque temía lo
desconocido, pero los que se escondían solían hacerlo juntos. Era más fácil así, ya que todos
vigilaban la espalda de los demás.
En el vuelo de vuelta a Cairnkeep, Vaughn voló más rápido, ansioso por volver con Eurwen
y ver si se había despertado. No esperó a Varek ni a Jeyra al aterrizar antes de transformarse
y correr hacia la cabaña. Cuando abrió la puerta, su mirada se dirigió a la cama donde
Eurwen seguía inmóvil.
Entró, sus ojos se deslizaron hacia Rhi, que se sentaba en el borde de la cama. "¿Algún
cambio?"
Rhi negó con la cabeza. "¿Averiguasteis algo?"
"No tanto como hubiéramos querido. Ninguno de los mortales de Orgate ha sido herido
como Nundro o Eurwen. Y dado que era magia, no es probable que fuera un mortal, ya que
los que tienen la habilidad no son bienvenidos en la ciudad. Pero aún podría ser un humano
con magia".
Rhi puso los ojos en blanco. "Tú y yo sabemos que podrían estar escondidos a plena vista".
"Como hacemos en nuestro mundo".
"Precisamente".
"Sateen avisará si se entera de algo".
Rhi se movió para que Vaughn pudiera retomar su asiento. "Esa es la concejala de la que
hablaron Varek y Jeyra. ¿Qué piensas de ella?"
"Me gusta. Es astuta y directa. Entiendo cómo llegó a su posición. También creo que
podemos confiar en ella. Ella entiende lo que está en juego. Después de lo que escuché que
hizo por Varek, Jeyra y los Dragones, y luego de hablar con ella yo mismo, me doy cuenta
de que está tratando de encontrar una manera de que todos puedan vivir en paz".
Rhi se sentó en una silla, metiendo los pies a su lado en el cojín. "No creo que eso pueda
ocurrir. Todo el mundo habla de ello. No importa de qué especie seas. Todo el mundo dice
a los demás que se lleven bien. ¿Nadie se ha parado a pensar que a veces dos especies y
culturas diferentes no están destinadas a coexistir? ¿Que lo que los distingue puede ser lo
que perjudica a los demás?".
"Ya no lo sé. Antes estaba muy claro. Zora no era perfecta. Eurwen y Brandr tenían
problemas que manejar, cosas con los humanos y los Dragones, pero era casi perfecta a
mis ojos. Especialmente después de todo lo que hemos pasado".
Los labios de Rhi se torcieron con pesar. "Tengo que estar de acuerdo contigo en eso".
"¡NOOOOOOOOOOOOO!" La voz de Con rugió de repente en la cabeza de Vaughn.
Se agarró la cabeza hasta que el sonido desapareció. "¿Con? ¿Dónde estás?"
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"¿Qué sucede?" Preguntó Rhi.

Vaughn negó con la cabeza mientras se ponía en pie de un salto y se dirigía al exterior. "No
lo sé. Con gritó. Fue..."
"Angustiado", dijo V mientras él y Varek se acercaban, con una expresión tan preocupada
como la que sentía Vaughn.
Rhi levantó la barbilla. "Id con vuestro Rey. Jeyra y yo nos quedaremos a vigilar a Claire, al
niño y a Eurwen".
Lo último que quería Vaughn era volver a marcharse, pero algo iba muy mal. Asintió hacia
Rhi y echó a correr, siguiendo a sus hermanos hasta Con. En segundos, estaban en el cielo.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 32
Cuanto más tiempo pasaba Eurwen sin poder controlar sus extremidades, más se
preocupaba.
Y más segura estaba de que alguien estaba con ella.
Invocó su magia Fae sin éxito. Invocó su magia de Dragón y sintió una pequeña sacudida,
pero no lo suficiente como para hacer nada. Pero no se rindió. Había gente ahí fuera,
buscándola.
Su mente se dirigió a Vaughn. Pensó en lo fácil que era estar con él. Nunca se cansaría de
mirarle a los ojos, ese color tan inusual y sorprendente. Y su risa. Tenía la mejor risa. Luego
estaba la forma en que el deseo les invadía. No se podía ignorar, no se podía negar. Incluso
aquella primera noche de hace tanto tiempo con los celtas, ella había sabido que lo que
habían vivido era especial.
Pero ella no había acudido a él. No se había permitido ni siquiera contemplar lo que podría
ser.
Sin embargo, Vaughn no se había dado por vencido. Sin duda le dolía que ella hubiera
dejado pasar una vida entera sin ponerse en contacto con él. No era tan fácil como él creía.
Ella había pensado en él todos los días. Para no ceder ante su cuerpo -o su corazón- no fue
a la Tierra.
Las veces que lo hizo, se encontró cerca de Dreagan con la esperanza de verle. Cuando no
lo hizo, se sintió aliviada. Porque ya entonces sabía que no habría sido capaz de mantenerse
alejada. Con cada viaje en el que no lo veía, podía mantener su secreto ante Brandr y seguir
mintiéndose a sí misma.
La emoción ahogó a Eurwen. Había estado mintiendo. Ella sabía que quería estar con
Vaughn. Sabía que quería esa conexión entre compañeros. No seguir su corazón la había
llevado a siglos de melancolía y desasosiego, todo porque se dio cuenta de que Brandr
lucharía contra ella por un Rey Dragón en Zora. Y ella no podía vivir en la Tierra.
Admitir la verdad a sí misma seguía sin solucionar los problemas. Incluso si conseguía
escapar de la entidad que la retenía, no quería pedirle a Vaughn que renunciara a su Reino.
Y ella no quería renunciar al suyo. ¿Cómo iban a tener una relación si ni siquiera podían
decidir dónde vivir?
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Luego estaba Brandr. Puede que haya cedido y permitido que Con y los demás ayuden en
la búsqueda de quien había atacado a Nundro, pero eso no significa que la voluntad de su
hermano se haya suavizado en lo que respecta a los Reyes. Su mentira sobre Vaughn, la
creación del Portal para que sus padres pudieran pasar, y luego ir a Dreagan sin decírselo,
habían creado una cuña entre ellos. Una que ella no estaba segura de poder reparar.
Brandr nunca había sido tan frío con ella. Durante la mayor parte de sus vidas, sólo se
habían tenido el uno al otro. Eran la familia del otro. No importaba que tuvieran padres,
porque Rhi y Con no habían estado allí cuando crecían o cuando encontraron a Zora.
Incluso hubo un momento en el que no habían querido nada de Erith. La diosa no les había
presionado, aunque podría haberlo hecho.
Ahora, Eurwen se preguntaba si Erith debería haberles empujado. Pero eso sería culpar a
otra persona. Ella y Brandr habían tomado las decisiones y actuado. Ellos eran los
culpables por no conocer a sus padres o a los Reyes Dragón. En un momento dado, la ira
que ella y Brandr habían sentido había impulsado todas sus decisiones. Ahora, mirando
hacia atrás, Eurwen veía lo mezquino e infantil que era todo.
El miedo la atenazaba porque no estaba segura de tener la oportunidad de decirle a Vaughn
o a sus padres lo que realmente sentía, independientemente de lo que pensara su hermano.
No debía preocuparse por admitir lo que había en su corazón sólo porque pudiera molestar
a Brandr. Y él debería hacer lo mismo.
¿Cuándo se había vuelto todo tan confuso? Eurwen gritó el nombre de Vaughn en su
cabeza, ansiosa por llegar a él.
Fue entonces cuando escuchó las risas.
∗∗∗∗∗∗∗
La visión de múltiples Dragones muertos era demasiado familiar para Vaughn. Había tierra
quemada por todas partes, producto del fuego de los Dragones. Constantine estaba en el
suelo en forma humana, inclinado sobre alguien. Varek fue por un lado y V por otro,
buscando a los culpables.
Vaughn vio a un rojo que luchaba por ponerse en pie. Aterrizó junto a él. "Espera. Con
puede curarte".
El Rojo volvió sus ojos blancos hacia él y se tumbó lentamente en el suelo, con la respiración
agitada. "Mucho dolor", dijo el macho.
"Tranquilízate. No será largo", dijo Vaughn. Entonces gritó, "¡Con!"

Cuando Con no respondió, Vaughn lo miró para encontrar al Rey de Reyes inclinado sobre
Brandr.
No, pensó Vaughn. Eurwen y Brandr no podían estar heridos. Observó a Brandr, deseando
en silencio que se moviera. Entonces el brazo de Brandr se levantó para frotarse la frente.
El alivio recorrió a Vaughn. Con se levantó y se apresuró a acercarse a él y al Rojo.
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"Relájate", le dijo Con al Rojo mientras se acercaba y ponía la mano sobre una de las muchas
heridas.
Vaughn retrocedió y cambió a su forma humana mientras buscaba a otros supervivientes.
Por desgracia, el resto de los Dragones estaban muertos. Incluidos los cuatro generales.
Vaughn giró la cabeza hacia Brandr, que estaba sentado con las piernas dobladas y los
codos apoyados en las rodillas mientras sus manos sostenían su cabeza.
"Mierda", dijo V en la cabeza de Vaughn. "Algo terrible ha pasado aquí".

Varek dio vueltas sobre Vaughn. "Menos mal que Con estaba aquí".
"¿Alguno de vosotros veis algo?" Preguntó Vaughn.
"Nada de nada", respondió V.
Con terminó con el Rojo. El dragón se puso en pie e inclinó la cabeza hacia Con y luego
hacia Vaughn antes de salir volando. Con se volvió hacia Vaughn cuando V y Varek
aterrizaron detrás de él y se transformaron.
"¿Qué ha pasado?" Preguntó Vaughn.
Con se pasó una mano por la cara, mostrando su cansancio. "Me costó mucho rastrear a
Brandr porque no quería que le encontraran. Oí los gritos de dolor de los Dragones. Eso fue
lo que me condujo hasta aquí. Vi a Brandr y a sus generales respirando fuego en todas
direcciones mientras se cernían sobre estos Dragones caídos.
"¿Has visto a alguien?" Varek preguntó a Brandr.
Brandr se puso en pie y caminó hacia ellos. "No había nadie para ver. Pero nos atacaron.
Uno a uno, mis generales cayeron. Les vi caer del cielo mientras seguía buscando al enemigo".
La ira y la miseria en las palabras de Brandr y en su rostro era algo que todo Rey había
experimentado.
"Muchos de los Dragones ya estaban muertos cuando llegamos", continuó Brandr mientras
se pasaba una mano por la cara con desánimo. "Unos pocos seguían vivos, pero en el instante
en que se movían, otra ronda de magia se abalanzaba sobre ellos".
Vaughn captó su mirada. "¿Desde qué dirección?"
"Desde todas partes", respondió Con.
V parpadeó sorprendido. "¿De todas partes? ¿Como si estuvierais rodeados?"
"Eso es lo que parecía", dijo Brandr. "Les decía a mis generales que se movieran más. Cuando
empezaron a ser golpeados, supe que tenía que encontrar a quien estaba haciendo esto y
detenerlo antes de que matara a más"
Con cerró brevemente los ojos. "Fue entonces cuando vi a Brandr ser golpeado".
Ahora Vaughn entendió el bramido que había soltado Con. "¿Viste a tu atacante?"
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"Ojalá", dijo Brandr con un bufido.

Con se pasó una mano por su pelo rubio. "Llegué a Brandr antes de que cayera inconsciente.
Esa podría ser la diferencia entre él y Eurwen".
"¿Aún no ha despertado?" preguntó Brandr, con la preocupación nublando sus ojos.
Vaughn negó con la cabeza. "Todavía no. Hay muchas cosas en las que tenemos que
ponernos al día".
"Primero, tenemos que ocuparnos de estos Dragones", dijo V.
Durante la siguiente hora, los cinco devolvieron los Dragones a sus familias. Fue un asunto
sombrío que les dejó a todos agotados mientras la preocupación de un nuevo ataque se
agudizaba. Brandr envió un mensaje a todos los Dragones para que estuvieran atentos a
los ataques y permanecieran en el corazón de su territorio hasta que se pudiera encontrar
y detener a los asaltantes.
Una vez terminado esto, regresaron a Cairnkeep y se reunieron en la cabaña de Brandr.
Pasaron la cena poniéndose al día de todo lo ocurrido.
"¿Crees que Sateen vendrá por nosotros?" Preguntó Con.
Varek se encogió de hombros. "Confío en ella".
"Yo también", añadió Vaughn.
Brandr miró la cama. "Estoy un poco más preocupado por Eurwen".
Vaughn se levantó de la mesa y se dirigió a la cama. "Tengo una idea. No sé si funcionará,
pero merece la pena intentarlo".
"Hazlo", dijo Rhi.
Brandr se puso en pie de un salto. "Espera. ¿De qué estás hablando?"
"Mi poder es la manipulación de los sueños. Desde que Eurwen y yo nos conocimos, la
busqué por todas partes. Nunca la encontré, pero cada noche, durante el sueño, estábamos
juntos. Pensé que eran sólo sueños hasta que hablé con ella después de venir aquí. Fue
real. De alguna manera, la conexión que forjamos hace tanto tiempo nos permitió
encontrarnos de otra manera".
Brandr guardó silencio por un momento. "Crees que es tu compañera".
"Sé que lo es", respondió Vaughn.
Brandr miró a su hermana y asintió. "Hazlo".
"Dejémosles a ellos", dijo Con.
Todos salieron de la cabaña excepto Brandr. Vaughn estudió al hermano de Eurwen. Había
habido muchos cambios para los gemelos. La mayoría se los había buscado Eurwen. Brandr
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intentaba mantener las cosas como estaban, pero, por desgracia, eso no podía suceder. No
se podía detener el cambio.
"No me gustas", dijo Brandr.
Vaughn inclinó la cabeza. "Lo sé".
"No es personal. No me gustan los Reyes".
"No nos conoces".
Brandr respiró con fuerza y sus fosas nasales se ensancharon. "Mi hermana vio algo en ti.
Confío en ella con mi vida. Ella te eligió, y aunque no me guste, no me interpondré en tu
camino. Ahora confío en ti".
"Moriría por ella. No dejaré que le pase nada".
"Te abrazaré por ello".
"No esperaba menos".
Los hombros de Brandr bajaron ligeramente. Inclinó la cabeza hacia Vaughn antes de salir
de la cabaña. Vaughn se volvió hacia la cama y miró a Eurwen. Casi podía creer que ella
estaba durmiendo. Que todo lo que tenía que hacer era tocarla y ella se despertaría,
mirándolo con sus hermosos ojos plateados.
Se dirigió a la cama y se sentó antes de estirarse junto a ella. Vaughn tomó su mano entre
las suyas y giró la cabeza hacia ella. "Siempre nos hemos encontrado en los sueños.
Encuéntrame ahora".
Vaughn cerró los ojos. No esperó a dormir. En su lugar, liberó su poder y buscó los sueños
de Eurwen. Se sorprendió al descubrir que ya había algo allí. No podía decir si estaba
distorsionando los pensamientos de Eurwen o si sólo estaba observando. En cualquier caso,
el ser estaba allí.
Vaughn se movió con cautela. Él podía manipular los sueños, no buscar en la mente de
alguien. Ese era el poder de Tristan, y era una pena que no estuviera aquí para ayudar.
Todo lo que Vaughn podía hacer era buscar los sueños de Eurwen e intentar hablar con
ella. No estaba seguro de si tendría éxito, ya que algo se había instalado en su mente. Cómo,
Vaughn no lo sabía.
Antes de profundizar, quería hacer saber a los demás lo que había encontrado. Se conectó
con Con, Brandr, V y Varek. "Hay algo en la mente de Eurwen. No puedo ver si ha hecho algo. No
sé cuánto tiempo pasará antes de que me note".
"No lo pruebes, entonces", dijo V. "Termina esto ahora. Despertaremos a Eurwen de otra manera".
Varek hizo un sonido en el fondo de su garganta. "¿Cómo? Vaughn puede ser el único que puede
llegar a ella".
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"Ninguno de nosotros puede decirte qué hacer", le dijo Con. "La decisión depende en última instancia
de ti. No quiero perder a mi hija ni a ti".
Brandr dijo: "Tal vez no deberías estar allí solo".
"Aunque todos vosotros estuvierais aquí, ninguno podría hacer nada para ayudar en caso de que
ocurriera algo", les dijo Vaughn.
Con suspiró. "Vas a seguir adelante con esto. Es lo que yo haría. Es lo que cualquiera de nosotros
haría por nuestras compañeras. ¿Puedes darnos algo sobre lo que intuyes que hay? ¿Es un tipo
particular de magia?"
Vaughn extendió la mano con su magia, tratando de discernir algo, sólo para no encontrar
nada. Se sintió frustrado, pero trató de no dejar que la emoción creciera porque sólo haría
las cosas más difíciles. "Sólo puedo decir que hay algo ahí. No puedo percibir si es una
persona o magia. Lo que sea podría muy bien estar manteniéndola inconsciente, lo que sólo
significaría una cosa".
"Quiere lo que hay en su mente", dijo Brandr.
V murmuró: "Maldita sea".
"Pero Brandr está aquí", señaló Varek. "Todo lo que Eurwen sabe, él también lo sabe".
Con soltó un suspiro. "No sabemos qué es este ser. No sabemos qué magia ha utilizado. No sabemos
por qué se dirige a los Dragones. ¿Cómo podemos empezar a determinar lo que quiere de cualquiera, y
mucho menos de Eurwen?"
"Por eso tengo que entrar", dijo Vaughn.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 33
El miedo que recorría a Eurwen era empalagoso, como el alquitrán. Cuanto más lo sentía,
más se aferraba a ella. Sabía que no estaba sola, pero escuchar las risas sin ver nada era...
aterrador.
No era una reacción con la que estuviera familiarizada. Lo único que se le había acercado
fue cuando ella y Brandr habían llegado a Zora por primera vez y habían visto a los
Dragones desordenados. Pero esto era diferente. Muy diferente. Ahora temía por su vida.
Ser mitad Fae y mitad Dragón significaba que había muchas cosas que no sabía sobre sí
misma. Tanto los Dragones como los Fae vivían vidas extremadamente largas. Los Reyes
Dragón eran inmortales hasta que la magia encontraba a otro para ocupar su puesto. Ella
no se consideraba una Reina Dragón, no como Melisse. Pero... tal vez lo era.
Eurwen frunció el ceño cuando algo oscuro y malévolo la recorrió. Era la misma sensación
que había tenido después de escuchar la risa y la voz tras ser golpeada. No estaba segura
de por qué sus pensamientos se habían dirigido a Melisse, pero no le gustaba. Desvió sus
pensamientos, pensando en la sensación del sol en sus escamas.
Fue entonces cuando sintió una luz cerca de ella. No estaba segura de cómo supo que era
Vaughn, pero lo supo. La excitación aumentó, ahogándola mientras las lágrimas picaban
sus ojos. Sabía que él vendría.
Esperó a oírlo, a sentirlo, y a medida que pasaba cada latido, se preocupaba. Algo estaba
muy, muy mal. ¿Cómo se le había escapado? Lo había percibido algunas veces, pero ahora
que hacía un balance de su cuerpo, era capaz de reconocer lo que se había perdido. ¿Por
qué no había luchado más por mover sus extremidades? ¿Por qué había aceptado que sus
ojos no se abrieran? ¿Por qué se había permitido ahondar en sus pensamientos cuando
debería haberse protegido?
Una lágrima se le escapó del ojo y cayó sobre su mejilla para rodar hasta su sien y luego
sobre su pelo. Ella y Brandr habían gobernado Zora durante eones sin muchos
contratiempos. Ningún otro ser había atacado, y habían mantenido a los mortales
contenidos. Eso le había hecho creer a ella -y sin duda a Brandr- que eran seres poderosos.
Estaban sabiendo lo que significaba ser atacado ahora, realmente atacado.
Y estaba fracasando estrepitosamente.
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Se giró hacia la luz, buscando instintivamente a Vaughn. Él siempre había estado ahí.
Incluso cuando ella no se había dado cuenta. Ella lo había alejado, ignorando lo que su
corazón le decía. ¿Cómo pudo ser tan estúpida? Si pudiera volver atrás y cambiar las cosas.
Todos esos siglos sin él. Sin escuchar su voz, sin ver su sonrisa, sin sentir sus brazos
alrededor de ella.
Eurwen soltó un suspiro y sintió que se le escapaba otra lágrima. Ella no se merecía a
Vaughn. Debería estar con una mujer que reconociera su gran corazón, su gentileza y su
fuerza. Él no era vistoso. Su vigor era sutil y, en muchos sentidos, más potente por ello.
Utilizó su inteligencia y su capacidad de escuchar para hacer grandes cosas por Dreagan.
Por eso Con siempre enviaba a Vaughn a negociar. Cualquiera que creyera que podía
aprovecharse de Vaughn era puesto pronto en su lugar. Era el tipo de hombre que la
apoyaría en lugar de controlarla. La apoyaría en todo porque sabía que ella tendría la suya.
"Vaughn".
Como si sus pensamientos lo hubieran conjurado, salió de la oscuridad. "Estoy aquí,
muchacha".
Sus hombros temblaron mientras salían más lágrimas. "Te he estado esperando".
"No tienes que esperar más".
Eurwen se sorprendió al descubrir que podía mover el brazo. Extendió la mano hacia
Vaughn, necesitando su contacto.
"Eurwen, no".
Frunció el ceño al ver a un segundo Vaughn. Miró entre los dos. "¿Qué está pasando?"
El primer Vaughn le llamó la atención. "Me conoces, Eurwen".
"Lass", dijo el segundo Vaughn. "Mírame. Mírame".
Al mirar entre ellos, se dio cuenta de que no los veía con sus ojos. Estaban en su mente. La
pilló tan desprevenida que no supo qué pensar. Se había sentido atrapada, por lo que creía
que lo estaba. Hasta el punto de que no había pensado en usar su magia. Peor aún, tenía
miedo de intentarlo ahora.
Su mirada se movió entre los dos Vaughn. Sacudió la cabeza, incapaz de distinguir a uno
de otro. Entonces apareció un tercero. Y un cuarto. Y cada vez surgieron más, como de la
nada. Todos idénticos al primero en todos los sentidos. Perdió la cuenta de cuántos Vaughn
había. Cada uno de ellos le pedía que lo eligiera.
Eurwen llamó sutilmente a su magia. Ésta se movió a través de ella, respondiendo
inmediatamente. No sentía nada raro, pero por el momento no se fiaba de nada. Eurwen se
rodeó de un escudo mágico para protegerse de los ataques. O debería haberlo hecho.
Todavía no entendía cómo la habían herido. Nada debería haber atravesado su armadura.
Sin embargo, ahora iba a usar la magia. No tenía otra opción.
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Ella sintonizó con los numerosos Vaughn. Era obvio que lo que estaba con ella utilizaba
sus pensamientos en su contra. Bueno, no dejaría que siguiera ocurriendo. Lo que fuera
podría obstaculizar sus movimientos, pero no necesitaba su cuerpo o su voz para ordenar
su magia. Sólo necesitaba su mente.
Los Vaughn eran incesantes. Quería gritarles para que se callaran, pero sabía que no
serviría de nada. Seguían hablando mientras intentaban llamar su atención. Era una locura
y una frustración. Cuando se dio la vuelta, vio algo. Retrocedió un paso y lo vio a través de
los demás.
Sus miradas se cruzaron. Estaba vestido de forma diferente y no hablaba. Este Vaughn le
guiñó un ojo. Fue entonces cuando ella supo que era el verdadero Vaughn. Él se quedó
atrás, dejando que ella lo encontrara por su cuenta. Era exactamente algo que él haría. Se
preguntó por qué no había tratado de ir hacia ella. Hasta ahora, los Vaughn no parecían
darse cuenta de su presencia. Debatió ir hacia él, pero finalmente decidió no hacerlo. Era
posible que los Vaughn atacaran.
Eurwen había pensado que estaba en su cabeza, pero si Vaughn estaba aquí, eso significaba
que era un sueño. Erith le había contado cómo Usaeil había atrapado a su sobrino, Xaneth,
en su mente. ¿Era eso lo que había pasado aquí? Lo más preocupante era que no sabía si
su magia funcionaba realmente ya que esto era un sueño. O dónde estaba su cuerpo en la
realidad.
Su estómago se apretó. Vaughn podía manipular los sueños. ¿Era él el responsable de esto?
Seguramente no. Él se preocupaba por ella. Nunca le haría daño. ¿Lo haría?
Unos fuertes brazos la rodearon por detrás. Un cálido aliento le abanicó el cuello mientras
sus labios se apretaban contra su piel. "Nunca estarás perdida para mí si puedo encontrarte
aquí".
Miró al Vaughn detrás de los otros. Ya no estaba. ¿Era él ahora? Eurwen se giró en sus
brazos y buscó su rostro.
"Soy yo", dijo mientras le sostenía la mirada.
Quería creerle, pero ya se había equivocado antes. ¿Y si se equivocaba de nuevo? Era como
si estuviera en un laberinto del que no podía salir.
"Me he pasado la vida buscando en mi mundo", dijo.
"Cualquiera en mi mente lo sabría".
Se le formó un pequeño ceño, pero se apresuró a borrarlo. "¿Dudas de que sea yo?"
"Mira a tu alrededor", replicó ella.
Sus labios se curvaron en una sonrisa. "Se han ido, muchacha".
Una rápida mirada le confirmó que tenía razón, pero ella seguía sin confiar en él. "Esto
podría ser una treta como las otras".
"Nada te retiene aquí. Puedes despertar. Con te curó".
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Ella negó con la cabeza y se apartó de sus brazos. "Lo he intentado. He intentado moverme.
He intentado llamarte".
"He estado a tu lado todo el tiempo", dijo solemnemente. "Vine aquí con la esperanza de
encontrarte. El único lugar donde te he tenido hasta hace poco era en mis sueños".
Eurwen sacudió la cabeza. "Para".
"Vas a tener que confiar en alguien si quieres liberarte".
Odiaba que tuviera razón. Una gran parte de ella anhelaba que este fuera el verdadero
Vaughn, pero no podía correr ese riesgo. Si se equivocaba, no quería pensar en lo que podría
pasar. Ni siquiera sabía todo lo que había pasado desde que la atacaron. Todo lo que sabía
era que algo la retenía, y quería liberarse.
Eurwen cuadró los hombros y levantó la barbilla. "Tienes razón. Tengo que confiar en
alguien. Y ese alguien soy yo".
Vaughn sonrió y asintió. "Exactamente. ¿A qué esperas entonces?"
No pudo evitar la sonrisa que le provocaron sus palabras.
"Eres el producto de uno de los Reyes Dragón más poderosos que han nacido, así como de
una formidable Light Fae que nunca deja que nada se interponga en su camino. Con la
sangre de esos dos fluyendo por tus venas, nada debería detenerte. Ni ahora. Ni nunca",
dijo, con sus palabras y su mirada intensas.
Eurwen se dio cuenta de la verdad de lo que había dicho. No había usado su magia porque
algo le había dicho que no podía. No había sido capaz de moverse porque alguien había
puesto algo en su mente que la convenció de ello. No había podido abrir los ojos ni pedir
ayuda porque la entidad le había hecho creer que era imposible.
Cuanto más ocurrían esos pensamientos, más fuerte corría su magia por sus venas.
Respiró, sintiendo que su magia se apoderaba de cada centímetro de su cuerpo. Sus ojos
se cerraron mientras pensaba en liberarse, en erradicar lo que la había atrapado. Vio una
luz brillante a través de sus párpados. Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que
la luz era ella. Estaba brillando.
Y se sintió increíble.
Con un grito, rompió las ataduras que la retenían.
Eurwen se despertó, jadeando mientras se sentaba, dispuesta a luchar. Había movimiento
a su lado. Se giró, tratando de ver a través del brillo de su cuerpo. A través de la luz brillante,
vio unos ojos azules persas llenos de orgullo y amor que la miraban fijamente.
"Lo hiciste", dijo Vaughn con una sonrisa.
Tragó saliva mientras la luz se atenuaba y luego se desvanecía por completo. "¿Soy
realmente libre?"
"Oh, sí", dijo.
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Lo rodeó con sus brazos y se aferró a él. Todo parecía real. Hundió las manos en su pelo,
sintiendo cómo las frías hebras se deslizaban entre sus dedos. Respiró el aroma de la luz
del sol y del pino de su piel y su ropa. Los brazos de él la mantenían firmemente pegada a
él.
La puerta de la cabaña se abrió de golpe y la gente entró en la casa. Eurwen y Vaughn se
soltaron al tiempo que la saludaban con sonrisas de sorpresa.
"Lo hiciste", le dijo Brandr a Vaughn.
Vaughn le miró y negó con la cabeza. "Tu hermana lo hizo ella misma. Simplemente le
recordé quién era".
Eurwen buscó su mano, necesitando sentirlo.
"¿Qué pasó?" Preguntó Rhi.
Con añadió: "Vimos brillar".
"Era Eurwen", les dijo Vaughn.
Eurwen sabía que todos querían detalles. Los necesitaban. Pero ahora mismo, ella sólo
quería un poco de tiempo con sus pensamientos. "Os lo contaré todo, pero necesito un
tiempo".
"Por supuesto", dijo Rhi mientras empezaban a salir.
Vaughn se levantó, pero ella lo detuvo con la mano. "Tú no".
La sorpresa brilló en sus ojos. "¿Oh?"
"Tenemos que hablar. Hay algunas cosas que no te he contado. Es hora de que lo sepas
todo".
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 34
El corazón de Vaughn latía rápidamente. Intentó no interpretar que Eurwen quería que se
quedara atrás, pero era imposible no hacerlo. Su rostro y su voz no revelaban nada, nada
que permitiera a su pobre corazón dejar de preocuparse.
Vaughn miró la puerta para ver a Brandr inclinar ligeramente la cabeza hacia él antes de
cerrarla tras de sí. En todos sus años, Vaughn nunca había estado tan nervioso. Nunca
había estado tan ansioso por escuchar noticias. Permaneció de pie. Eurwen se levantó con
elegancia de la cama y se movió por la casa.
No le quitó los ojos de encima. Se movía con fluidez, como si contuviera todos los elementos,
los encarnara. A pesar de su terrible experiencia -o tal vez a causa de ella-, parecía tener
un resplandor interior. Vaughn aún no podía creer que ella hubiera brillado tanto como su
madre Rhi cuando se enojaba.
También le recordaba haber visto múltiples versiones de sí mismo en su sueño. Se habían
parecido a él. También sonaban como él. Había sido desconcertante y desalentador ver
tantas copias de sí mismo. No era de extrañar que Eurwen no hubiera creído que era él
cuando llegó. No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado atormentada de ese modo,
pero era un testimonio de su fortaleza mental y de su voluntad que fuera capaz de encontrar
una forma de salir de semejante engaño.
Por primera vez, Vaughn se dio cuenta de las dos mitades que encarnaba Eurwen. Por su
lado de Dragón, tenía la paciencia y la disciplina por la que los Dragones eran conocidos.
Sin embargo, ahora también tenía la misma luz dentro de ella que tenía Rhi. Siempre había
estado ahí, pero ahora era más brillante, más fuerte. Su batalla le había dado eso. Para
Vaughn, parecía como si las dos mitades dentro de ella finalmente se hubieran juntado,
uniéndose en un ser poderoso.
Eurwen se volvió hacia él. Al hacerlo, su atuendo negro de batalla se desvaneció. Lo
sustituyó un vestido de seda de color malva intenso que caía elegantemente hasta el suelo
en los laterales y hasta media pantorrilla en la parte delantera y trasera. Los tirantes de
espagueti unían un corpiño con cuello redondo en la parte delantera. Ella se giró
ligeramente y él vio la sexy espalda del vestido largo. Su cabello dorado estaba libre y
colgaba hasta la cintura en suaves ondas. Iba descalza y sólo llevaba una fina pulsera
dorada en el tobillo izquierdo. Sus ojos plateados le miraban fijamente.
"Gracias", dijo ella.
Sacudió la cabeza. "¿Por qué?"
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"Me ayudaste a liberarme".

"Lo has hecho tú sola".
Sus labios se suavizaron. "Fuiste tú quien me instó a ver lo que había dentro. Estaba
demasiado atrapada para saber qué hacer".
"Al final te habrías dado cuenta por ti misma".
"Tal vez", dijo encogiéndose de hombros. "O quizás trabajemos bien en equipo".
La esperanza saltó en su corazón. "Estoy de acuerdo con eso".
"¿Estuve aquí todo el tiempo?"
Vaughn asintió una vez. "Después de que cayeras y Con te curara, te traje aquí. Nada de lo
que hicimos te revivió. Estuviste inconsciente durante un día entero".
"Creía que estaba retenida en otro lugar. No podía moverme, no podía abrir los ojos ni
hablar".
"Sea lo que sea, estaba en tu mente".
Su cabeza se giró ligeramente mientras miraba por la ventana. "¿Encontraste a quien me
atacó?"
"Buscamos. No había nada".
Sus ojos volvieron a dirigirse a él. "¿No recibiste mi advertencia?"
Frunció el ceño mientras negaba con la cabeza. "¿Qué advertencia?"
"Antes de que me golpeara, dije que era invisible. Sólo vi un brillo con el rabillo del ojo".
"Nunca escuchamos eso. Lo que dijiste antes de que atacara fue distorsionado. Como si
algo impidiera intencionadamente que tus palabras llegaran a nosotros".
Sus cejas se alzaron con sorpresa. "¿Fueron capaces de interferir en nuestra conversación
telepática?"
"Parece que sí".
"Y son invisibles". Ella elevó los hombros mientras respiraba profundamente. "Nunca he
sentido tanto miedo".
Vaughn dio un paso hacia ella. "Ninguno de nosotros iba a permitir que nada te alejara de
nosotros. Estaba preparado para hacer lo que fuera necesario".
"Sabía que me encontrarías. Nunca hubo ninguna duda".
"Bien". Quería que ella supiera que habría detenido el tiempo para liberarla.
Se lamió los labios y caminó hacia él, acortando la distancia entre ambos. "Me he dado
cuenta de algunas cosas mientras me abrazaban".
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"¿Es así?"
Eurwen apretó los labios, con una expresión de duda en su rostro. "Nunca he estado en
una situación así. No me enorgullece admitir que me creía demasiado poderosa para que
me pusieran en peligro o me capturaran. Ahora sé que no es cierto".
"Todos nosotros hemos estado en situaciones similares. Cuando se tiene el poder que
tenemos y las habilidades que poseemos, a veces olvidamos que hay formas de que otros
puedan llegar a nosotros. Nadie es infalible. Ni siquiera un Rey Dragón".
Un atisbo de sonrisa se dibujó en los labios de ella. "Gracias por intentar hacerme sentir
mejor. El caso es que estoy agradecida por lo que pasó. Me demostró que necesito fortalecer
ciertos aspectos de mi magia. Pero también aprendí que soy capaz de acceder a un poder
que no sabía que tenía. Pude sentirlo corriendo a través de mí".
Vaughn asintió lentamente. "Veo los cambios en ti. Está en tu forma de sostenerte, en tu
forma de hablar. Ya eras poderosa. Ahora, lo eres más".
Sus ojos bajaron al suelo durante un instante. "A pesar de lo maravilloso que fue todo eso,
no fue lo que realmente me cambió".
"¿Entonces qué lo hizo?"
"Darme cuenta de que podría no volver a verte".
El corazón de Vaughn dio un vuelco. Buscó en su rostro, demasiado temeroso de hablar
por miedo a que ella dejara de hacerlo.
"Sólo podía pensar en ti", admitió. "Me di cuenta de cuántos siglos perdí contigo. Más que
nada, me di cuenta de que he sido una tonta".
Negó con la cabeza, sus labios se separaron para hablar cuando ella levantó una mano.
"Por favor. Déjeme terminar".
Era lo más difícil que había hecho Vaughn, pero permaneció en silencio.
"Antepuse este Reino, a mi hermano, y los deberes que tengo a mi corazón. Dejé de escuchar
lo que mi alma necesitaba. Dejé de escuchar lo que mi corazón pedía a gritos. Me he apagado
a todo ello porque pensé que tenía que elegir entre mi vida aquí y... tú", terminó con un
susurro.
Vaughn anhelaba alcanzarla. La necesidad era tan grande que apretó las manos para
mantenerlas en sus costados.
Las lágrimas llenaron los ojos de ella mientras parpadeaba rápidamente. Su cuerpo estaba
rígido por la emoción, su pulso errático en la garganta. "Lo que intento decir -de fatal
manera- es que te amo".
"Te amo", susurró mientras le acercaba suavemente la cara y presionaba sus labios contra
los de ella. "Te quiero. Siempre te he amado".
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Ella le rodeó el cuello con los brazos y le devolvió el beso. Él bajó los brazos y los envolvió
alrededor de ella, estrechando su abrazo mientras el beso se hacía más profundo. Por
mucho que quisiera terminar lo que había empezado, ahora no era el momento. Vaughn
terminó lentamente el beso y levantó la cabeza.
"Perdóname", dijo ella.
Frunció el ceño mientras negaba con la cabeza. "¿Por?"
"Por no regresar a tí todos estos años. Por postergarte una vez que me encontraste de nuevo.
Por hacernos perder tantas vidas juntos".
Vaughn la miró, preguntándose cómo había acabado con alguien tan hermoso y especial
como Eurwen. "No hay nada que perdonar".
"No estoy de acuerdo".
Sonrió y le colocó el pelo detrás de la oreja. "Si necesitas un ejemplo de que el Universo une
a la gente cuando es el momento, mira a tus padres. Lo mismo ocurre con nosotros. Puede
que nunca sepamos por qué hemos pasado tantos siglos separados, y no me importa. Lo
que importa ahora es que estás en mis brazos".
"No quiero abandonarlos nunca", dijo con una sonrisa.
"Justo lo que quería oír".
La sonrisa de Eurwen cayó. "Vamos a tener que resolver algo con respecto a nuestros
arreglos de vida".
"Lo que quieras. No me importa".
"Por supuesto que sí".
"A mí, no", insistió él.
Ella le dirigió una mirada plana. "Vaughn, Dreagan es tu casa. Tu familia está allí".
"Lo están. Pero quien tiene mi corazón está aquí".
Su sonrisa era radiante mientras se extendía por su rostro. "Por favor, no dejes nunca de
hablar así de mí".
"No pasará", prometió él.
"Por mucho que quiera celebrar esto, todavía tenemos asuntos de los que ocuparnos".
"Confía en mí. Soy consciente. También lo es todo el mundo fuera".
"¿Cómo podemos luchar contra algo que no podemos ver?", preguntó.
Vaughn le dio un beso rápido. "Con un ejército".
"Brandr se resistirá".
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"Fue golpeado, igual que tú. Con llegó a él antes de que cayera inconsciente. Esa puede ser
la única razón por la que no le afectó como a ti. Pero los generales están muertos. Así como
unos cincuenta Dragones".
El shock hizo que su rostro palideciera mientras sus labios se aflojaban. "No"
"Lo siento"
Eurwen tragó y levantó la barbilla. "Tienes razón. Necesitamos un ejército. Un ejército de
Reyes Dragón".
"Seremos una familia unida. No estaría de más considerar el uso de algunas de las
compañeras, también".
Ella asintió con entusiasmo. "No había pensado en las Druidas y las Fae, pero tienes razón.
No podemos permitir que lo que está aquí se quede. Vamos a decírselo a los demás".
Cuando se dio la vuelta para ir hacia la puerta, Vaughn la cogió de la mano y la atrajo hacia
él. Ella sonrió cuando sus miradas se cruzaron.
"¿Qué?", preguntó en voz baja.
Sacudió la cabeza. "Nada. Sólo quería decirte otra vez que te quiero".
"Y yo te amo".
Después de otro beso prolongado, salieron juntos de la casa de campo.
El grupo estaba sobre ellos en cuanto salieron. Mientras Eurwen respondía a las preguntas
de los demás sobre su experiencia, Vaughn escuchaba con media oreja ya que ella le había
contado todo. Notó que Brandr le observaba. Vaughn quería hablar con él. Brandr podía
ser civilizado cuando se trataba de ayudar a su hermana, pero Vaughn no estaba seguro de
hasta dónde llegaría eso. Especialmente cuando Brandr descubriera que iban a
emparejarse.
"¿Invisible?" Preguntó Varek.
V cruzó los brazos sobre el pecho. "Mierda".
Vaughn miró a los otros Reyes, cada uno de ellos probablemente pensaba lo mismo: se
necesitarían a los Reyes Dragón.
"¿Y nunca había ocurrido nada parecido en Zora?" preguntó Rhi.
Brandr negó con la cabeza. "No, por lo menos desde que Eurwen y yo hemos estado aquí”
"Yo tampoco he oído hablar de ello", añadió Jeyra.
Rhi giró la cabeza hacia Con. "Puede que necesitemos hablar con Erith. Si ella creó este
Reino, podría tener una idea de qué es esto".
"Buena idea", respondió Con.
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Eurwen llamó la atención de Vaughn antes de mirar a su hermano. Él asintió con la cabeza.
Tomó la mano de Brandr y se alejó.
Una vez que estuvieron fuera del alcance del oído, Claire preguntó: "¿De qué se trata?".
Con todos los ojos puestos en él, Vaughn miró a Con y a Rhi. "Está hablando con su
hermano de que ella y yo somos compañeros".
"¿Finalmente lo ha admitido?" preguntó Rhi con una brillante sonrisa.
Los labios de Con se volvieron una sonrisa mientras él y Vaughn chocaban los antebrazos
y se daban palmadas en la espalda con las manos libres. "Nunca tuve ninguna duda".
"Felicidades", dijo Varek.
V se rió. "¿Cuánto tiempo pasará antes de que Con te advierta que no hagas daño a su
hija?"
"En nada de tiempo", respondió Con.
El grupo estalló en carcajadas.
Vaughn respiró profundamente. A pesar de la amenaza que aún flotaba en el aire, se sintió
más ligero que en mucho tiempo. Tenía a su compañera. En un tiempo, había temido no
encontrarla nunca. Ahora, ella era suya. Ningún dragón u hombre en todo el universo
podría ser tan feliz como él.
∗∗∗∗∗∗∗
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Capítulo 35
"Ya sé lo que vas a decir", dijo Brandr antes de que ella pudiera hablar.
Eurwen se enfrentó a él y le miró a los ojos negros. "¿Ahora sí?"
"Eres la compañera de Vaughn".
"O podrías haber dicho que es mi compañero. Soy medio Dragón".
"Me alegro por ti".
Brandr dijo las palabras correctas, pero Eurwen no estaba segura de que las dijera en serio.
"¿Lo haces?"
"Lo hago", dijo con un movimiento de cabeza. "Te mereces ser feliz".
"Y tú también".
Miró hacia otro lado. "Un día, tal vez. ¿Vas a vivir en la Tierra?"
"No sé qué vamos a hacer. Mi casa está aquí. La de Vaughn está allí. Pero tiene que haber
una forma de solucionarlo. Eso si no vas a desterrarme".
Su hermano le sonrió. "Nunca iba a desterrarte. Estaba enfadado cuando lo dije. En cuanto
a dónde vivir, divide el tiempo entre los Reinos. Puedo cubrir las cosas aquí mientras tú no
estás".
Eurwen estaba tan sorprendida que no pudo hablar por un momento. "¿Te parece bien que
un Rey Dragón viva aquí?"
"Es tu compañero, Eurwen. Si le rechazo, te rechazo a ti. Los compañeros son como uno. Y
tú eres mi hermana. No romperé ese vínculo".
La emoción la ahogó. Rápidamente parpadeó las lágrimas. "Gracias".
"Soy yo quien debería disculparse por ponerte en una posición en la que pensabas que
tenías que elegir. Esta es tu casa. Tienes tanto derecho a tomar decisiones como yo".
Ella tragó más allá del nudo en la garganta y rápidamente se limpió las pocas lágrimas que
se le habían escapado. "Me alegro de que lo veas".
"Lamentablemente, no lo hice hasta que te lesionaste. Rápidamente lo ví todo en
perspectiva. No me di cuenta de cómo había actuado, pero el verdadero factor fue Vaughn.
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Estaba dispuesto a morir por ti, y sé que lo habría hecho. No hay duda en mi corazón de
que él te ama de verdad".
"Y yo le amo".
"Tengo una petición", dijo Brandr.
Eurwen se encogió de hombros. "Cualquier cosa".
"Haz la ceremonia de apareamiento aquí".
Ni siquiera había pensado en eso. "¿Aquí? Sabes que eso significa que los Reyes vendrán a
Zora".
"Como deberían. No tenemos derecho a mantenerles alejados de los Dragones. Deberían ser
testigos del emparejamiento de sus hermanos. Como los Dragones aquí deberían ser
testigos de uno de los suyos".
Eurwen lo rodeó con sus brazos y lo abrazó con fuerza. "Eres el mejor hermano".
"Soy tu único hermano", dijo mientras le devolvía el abrazo.
"Lo que te hace especial". Se inclinó hacia atrás y le dio un beso en la mejilla. "Estarás en
la ceremonia, ¿verdad?"
"No me lo perdería".
Eurwen le dio un último abrazo antes de dar un paso atrás. "En cuanto a esta nueva
amenaza..."
"Estoy de acuerdo", dijo por encima de ella.
Ella parpadeó. "¿Qué?"
"Vamos a necesitar ayuda. Tú y yo lo hemos hecho bien por nuestra cuenta todos estos
años, pero no hemos lidiado con una amenaza como esta antes. No voy a permitir que mi
orgullo se interponga en el camino mientras más Dragones son masacrados. O peor, que te
maten a ti".
"O a tí", intervino ella.
"Necesitamos ayuda. Ya sea de Erith y los Reapers, de los Reyes Dragón y sus compañeras,
o de cualquier otro, no voy a negar a nadie que quiera ayudarnos".
Eurwen le mostró una sonrisa. "Encontraremos lo que sea y lo erradicaremos de Zora para
siempre". Entonces frunció el ceño. "Vaughn me habló de los Generales y de los otros
Dragones".
La expresión sombría de Brandr regresó. "Tenemos que asistir al funeral".
"Todos nosotros deberíamos", dijo.
Asintió con la cabeza. Los dos volvieron al grupo y se prepararon para el funeral, explicando
cómo trabajaban aquí. Rhi teletransportaría a Claire y al niño a su destino a la vez que
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Jeyra montaba sobre Varek mientras el resto volaba. Nunca había habido nada parecido en
Zora. Incluso cuando Eurwen y Brandr habían llegado por primera vez, los Dragones que
habían muerto no lo habían hecho como estos. Fue como una daga en su corazón.
No le sorprendió ver a las familias llevando a los difuntos a lo que durante mucho tiempo
se llamó el Valle del Dragón. El místico lugar era extraordinario. Montañas empinadas y
cubiertas de flores, crestas como telas drapeadas, formaban un círculo casi perfecto lleno
de musgo verde lima, bosques de rododendros, majestuosas flores de todos los colores y
tamaños, e impresionantes cascadas.
Los rugidos de luto llenaron el aire mientras las familias depositaban a sus muertos en el
suelo del valle. Eurwen fue la primera en aterrizar en la cima de la montaña y cambiarse.
Vaughn se situó a su derecha, mientras que Brandr lo hizo a su izquierda. Rhi llegó con
Claire y el bebé. Varek, con Jeyra a su espalda, Con y V se posaron.
Permanecieron en silencio, con solemnidad, mientras su grupo observaba a las familias dar
su último adiós. El coro de rugidos era ensordecedor, la ira en cada sílaba. Eurwen miró a
Vaughn.
"Tú y Brandr deberían ir", dijo. "Nosotros les seguiremos".
Eurwen miró a su hermano. Él asintió. Juntos, bajaron del acantilado y se transformaron,
sus alas atraparon la corriente. Se elevaron sobre los Dragones muertos y se unieron a los
rugidos de angustia.
Cuando se giraron para volver a volar, Eurwen vio a Vaughn y luego a V con Claire y el niño
a su espalda, a Varek con Jeyra en la suya y a Constantine con Rhi encima. Al ver a los
Reyes, los Dragones detuvieron sus rugidos.
Con se encontró con la mirada de Brandr y luego con la suya antes de soltar un estruendoso
rugido. Vaughn, Varek y V se unieron a él. Ella y Brandr soltaron sus propios rugidos.
Pronto, los otros Dragones se hicieron eco. Los seis volaron de un lado a otro del valle,
esperando que las familias les avisaran de que era la hora. Cuando la primera familia lo
hizo, Brandr y Eurwen liberaron fuego de dragón sobre el cuerpo, incinerándolo.
Uno por uno, quemaron los Dragones muertos, dejando atrás la tierra carbonizada.
Una vez terminado el funeral, todos regresaron a Cairnkeep. Cada uno se fue por su lado.
Eurwen y Vaughn se encontraron una vez más sin un lugar al que ir. No hicieron falta
palabras mientras volaban hacia el lago, su lugar favorito.
Se tumbaron bajo el cielo mientras ella se apoyaba en su pecho, sus brazos la retenían
mientras él se apoyaba en un árbol. Ella le contó su conversación con Brandr. Hablaron del
funeral y del futuro entre largos ratos de silencio mientras disfrutaban de estar juntos.
Cuando la luna colgaba en el cielo, ella dijo: "Me gustaría celebrar pronto la ceremonia de
apareamiento".
"Creo que sería una buena idea", dijo Vaughn.
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Giró la cabeza para encontrarse con sus labios. Eurwen miró profundamente sus ojos azul
persa. Sabía que su vida no sería perfecta. Habría momentos difíciles, pero también sabía
que él estaría ahí para ella como ella lo estaría para él. Sabía que, pasara lo que pasara, se
tenían el uno al otro. Era un sentimiento maravilloso y extraordinario.
Compartieron una sonrisa antes de volver a mirar la luna plateada que se reflejaba en el
lago. Ella había creído que tendría una vida solitaria. Qué equivocada estaba. No sólo tenía
el amor que nunca pensó que sería suyo, sino que lo tenía con uno de los más increíbles
Reyes Dragón.
∗∗∗∗∗∗∗
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Epílogo
Dos días después…

Estaba sucediendo. Vaughn no podía dejar de sonreír. Incluso con la amenaza que
se cernía sobre Zora, y la muerte de los Dragones, estaba demasiado feliz de que
Eurwen se convirtiera en su compañera como para dejar que nada de eso empañara
su ánimo.
Rhi creó otro Portal a la Tierra para que los de Dreagan pudieran venir a la
ceremonia de apareamiento. Pero antes de eso, los Silvers debían ser trasladados a
Zora y despertados para que pudieran vivir sus vidas como debían. Era la decisión
correcta, pero todos en Dreagan extrañarían a los Silvers. Afortunadamente, parecía
que Brandr había recapacitado un poco, ya que no sólo había aceptado que
necesitaban a los Reyes para luchar contra este nuevo enemigo, sino también que
los Reyes necesitaban ver a los Dragones.
Vaughn había optado por no estar en Dreagan cuando quitaron los barrotes que
rodeaban a los Silver. A ninguno de ellos le había gustado la idea de encerrarlos,
pero había sido necesario en caso de que de alguna manera lograran despertar de
la magia.
Ahora, estaba con Brandr, Con y los otros Reyes mientras Ulrik llevaba a los Silvers
uno por uno desde la Tierra a Zora. Cuando los cuatro estuvieron en su nuevo
mundo, los Reyes utilizaron su magia combinada para despertarlos. Cuando los
Dragones se despertaron, Ulrik estaba ante ellos. Entonces, cambió a su forma
humana.
"Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos", dijo Ulrik a los cuatro
Silvers. "Los Reyes os capturaron y me desterraron de Dreagan. Llevé conmigo el
odio y la ira durante demasiadas vidas. Mi historia es larga, y si alguno de vosotros
desea oírla, la contaré. Basta con decir que causé la mayor parte de mi sufrimiento
antes de encontrar el camino de vuelta a Dreagan y a mis hermanos".
Los Silvers deslizaron sus miradas de Ulrik a los Reyes. Vaughn vio la confusión en
sus ojos, y la comprendió.
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Ulrik inspiró profundamente y dejó salir lentamente el aire. "Encontré a mi pareja.

Y los Dragones fueron localizados. Os he traído a su Reino, Zora, donde viven libres.
Es hora de que todos vosotros hagáis lo mismo. Hay humanos aquí, pero
permanecen en su lado de la barrera, que vosotros no cruzaréis. Volveré, y veréis a
otros Reyes. Sin embargo, Brandr y Eurwen, los hijos de Constantine, gobiernan
Zora. Me gustaría poder decir que las cosas serán fáciles, pero no lo serán. Todos
los que conocíais se han ido. Ya no hay clanes como los conocíais, pero sois los
mejores de mis Silvers. Encontraréis vuestro lugar".
Ulrik hizo entonces un gesto a Eilish. La Druida se acercó a su lado y le cogió la
mano. Sonrió a los Silvers antes de dirigirse a cada uno de ellos y hablar en voz
baja, pasando de uno a otro. Cuando terminó, Ulrik asintió. Los cuatro Silvers
inclinaron la cabeza ante Ulrik y Eilish y se volvieron para mirar su nuevo hogar.
Vaughn se preguntó qué estaría pasando por la mente de los Silvers. Una guerra
había hecho estragos en el tiempo que habían estado contenidos en Dreagan. Ahora,
eones más tarde, habían despertado en otro Reino con todo lo que conocían y
amaban desaparecido. Sería difícil para cualquiera adaptarse a ello.
Los minutos pasaron sin que los Silvers se movieran. Estaban claramente inseguros
y recelosos. Ulrik fue el primero en cambiar y subir al cielo. Luego, uno por uno, los
Reyes se le unieron. Con fue el último. Rodearon a Cairnkeep, a las compañeras y
a los Silvers. Ulrik y Con volaron uno al lado del otro. Vaughn no sabía qué había
hecho que los Silvers tuvieran el valor de abrazar su nuevo hogar, pero algo lo hizo.
Fue necesario que uno de ellos desplegara sus alas y surcara los cielos para que los
demás le siguieran.
Los Reyes volaron con los Silvers durante varios minutos antes de dejar a Ulrik con
el último de su clan. Los Reyes observaron a los cinco, todos deseando haber podido
tener un último vuelo con su clan también. Fue un momento desgarrador y
conmovedor. Uno que quedaría grabado a fuego en sus memorias.
Vaughn volvió a Cairnkeep mientras Ulrik y los Silvers desaparecían en la distancia.
De vuelta a su forma humana, Vaughn miró por encima de su hombro para ver una
vez más a los Silvers y la última conexión que los Reyes tenían con sus vidas
anteriores. Los otros Dragones de Zora sentían curiosidad por los recién llegados.
Los Silvers no tardarían en encontrar su lugar entre los demás Dragones.
"Es lo mejor", dijo Con.
Vaughn asintió. "Lo es".
"Eso no significa que no sintamos la pérdida".
Vaughn se encontró con los ojos de Con y sonrió con tristeza. "Dreagan será
diferente".
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"Se avecinan muchos cambios, pero no creo que sea algo que deba importarnos".
"Todos los Reyes se han emparejado en Dreagan. Es un gran cambio".
Con hizo un sonido mientras sonreía. "Decenas de Reyes se han emparejado en
Dreagan, sí, pero no en la caverna. ¿Te preocupa que no signifique lo mismo si haces
la ceremonia aquí?"
Vaughn lo pensó un momento y luego negó con la cabeza. "Zora fue un nuevo
comienzo para los Dragones. Es diferente de la Tierra, sí, pero sigue siendo una
parte muy importante de nosotros. Los dos Reinos estarán siempre conectados. En
cuanto a la ceremonia, no importa dónde se realice. Lo que importa es quién la
realiza y la compañera a mi lado".
"No podría estar más de acuerdo".
Vaughn miró hacia la cabaña de Eurwen. No pasaría mucho tiempo antes de que
estuvieran juntos y se prometieran su amor. No podía esperar a ver el tatuaje del
ojo de Dragón en el brazo de ella. De repente, frunció el ceño. ¿Tendría ella uno?
"¿Qué es?" Preguntó Con.
La mirada de Vaughn giró hacia él. "¿Es Eurwen una Reina Dragón? Tiene un
tatuaje como el nuestro".
"Pensé que era capaz de cambiar porque es medio Fae, pero tal vez es una Reina".
"No es un color sólido como nosotros o incluso Melisse en forma de Dragón".
Con sonrió. "Hay muchas diferencias en Zora. Quizá ésta sea otra".
Vaughn vio a Brandr. "Tu hijo parece estar bien con lo que está pasando. Al menos,
eso es lo que le dijo a Eurwen".
"Mis hijos tienen un vínculo más profundo que el nuestro como Reyes. No tengo
dudas de que Eurwen se asegurará de que Brandr encuentre su camino si tropieza".
Vaughn asintió lentamente. "Lo último en lo que quiero pensar el día de mi
apareamiento es en la batalla, pero los Reyes irán y vendrán de Zora para luchar
contra este enemigo desconocido".
"He estado pensando en eso. Sé que tú y Eurwen planean dividir su tiempo entre
los dos Reinos. Y Jeyra es de aquí, así que lo tendrás más fácil. Sin embargo, soy
reacio a enviar a los Reyes emparejados".
"Porque sus compañeras viajarían con ellos, dividiendo su atención", dijo Vaughn
asintiendo. "Pensé en eso antes".
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Los labios de Con se torcieron mientras miraba hacia un grupo de Reyes. "Eso no
quiere decir que un Rey emparejado no vaya a venir, pero hay mucha agitación, y
me gustaría minimizar las cosas".
Vaughn siguió la mirada de Con hacia un grupo de Reyes sin pareja. Miró entre
Cullen, Merrill, Kendrick, Evander, Hector, Ranulf y Shaw. "Estoy de acuerdo".
"Basta de hablar así", dijo Con mientras le daba una palmada a Vaughn en la parte
posterior del hombro. "Tienes que prepararte. Y yo tengo cosas de las que
ocuparme".
Vaughn sonrió mientras Con se alejaba. Sin embargo, sus ojos volvieron a mirar a
Brandr. Vaughn se dirigió hacia el hermano gemelo de su compañera, que se
encontraba apartado, mirando el valle desde el borde de la montaña.
"Esto debe ser mucho para ti", dijo Vaughn mientras se acercaba.
Brandr soltó un suspiro sin mirar a Vaughn. "No voy a mentir y decir que no lo es".
"Sé lo mucho que este Reino significa para ti y para Eurwen. Le juré a ella, y haré
lo mismo contigo, que no permitiré que nadie ni nada os lo arrebate. Eso incluye a
mis hermanos".
Brandr giró la cabeza y se encontró con su mirada. "¿Pelearías con los Reyes?"
"Si intentaran apoderarse de este Reino sólo porque lo deseaban, sí".
"¿Irías contra Con?"
Vaughn asintió. "Lo haría".
"Eso es... inesperado".
"Debería serlo. Amo a Eurwen. Este Reino es importante para todos los Reyes.
Ninguno se atrevería a quitártelo a ti o a tu hermana. Por un lado, Con no lo
permitiría. Y yo tampoco lo haría".
Brandr miró al suelo. "Las cosas estaban tan tranquilas que se volvieron casi
mundanas".
"No hemos hecho más que luchar contra un enemigo tras otro. Anhelamos la paz y
una vida mundana. Aunque, todo lo que se mantiene constante se vuelve
constrictivo a veces".
"Sí", respondió Brandr con una risa. "Puede llegar a ser constrictivo".
"Ninguno de nosotros espera tu confianza inmediatamente. Vamos a ganárnosla".
Los labios de Brandr se curvaron en una sonrisa. "Lo último que quería era que el
compañero de Eurwen fuera un Rey, pero admito que eres un buen hombre".
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"Gracias", respondió Vaughn con una sonrisa.

Brandr se acercó y bajó la voz. "No tengo que decirte que la trates bien. Si no lo
haces, no seré yo quien te patee el culo. Será ella. Pero me reiré".
"No puedo prometer que no discutiremos, pero juro que nunca le haré daño".
"Eso es todo lo que puedo pedir".
Se abrazaron, sonriendo.
∗∗∗∗∗∗∗
Eurwen se miró en el espejo de su tocador antes de levantar la mirada para encontrarse
con la de Rhi. Los ojos plateados de su madre se arrugaban en las esquinas cuando se situó
junto a ella.
"Estás impresionante", dijo Rhi.
Eurwen se rió suavemente. "Nunca habría encontrado este vestido sin ti".
"Tenemos muchos, muchos más viajes de compras por venir. Lo prometo".
"Te voy a obligar a hacerlo".
Rhi apretó los hombros de Eurwen con sus manos. "Las pocas horas que tuvimos pasaron
demasiado rápido. Tenemos siglos que recuperar. Lo que significa que tal vez tengas que
conseguir un lugar más grande con un armario más grande".
Eurwen se rió más fuerte, asintiendo. "Estuve pensando en eso ayer mientras hacíamos la
compra".
"No lo restriegues", respondió Lily.
Eilish puso los ojos en blanco. "Estoy de acuerdo. Todas queríamos estar allí, pero creo que
fue bueno que fuerais sólo vosotras dos. Por desgracia, Eurwen, todos te pediremos que
vengas de compras con nosotras".
"No, un fin de semana de chicas", dijo Bernadette con nostalgia en su acento escocés.
Jane asintió con su cabeza castaña y respondió: "Por supuesto".
Rhi le guiñó un ojo a Eurwen en el espejo. Compartieron una sonrisa. Eurwen nunca había
pensado que encontraría una pareja, y mucho menos tener a Rhi allí para compartir el día.
"Gracias", dijo Eurwen.
Rhi le lanzó una sonrisa lagrimosa. "Gracias por permitirnos estar aquí".
Sonó un golpe en la puerta, silenciando a todos al instante. Eurwen observó con asombro
cómo las compañeras se levantaban de sus lugares y salían de la casa. Cuando se fueron,
entró Con. Eurwen se giró en el taburete y miró a su padre de pies a cabeza. Llevaba una
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chaqueta de esmoquin y una camisa de gala junto con una falda escocesa de un tartán que
ella nunca había visto.
"Estás muy guapo", dijo mientras se ponía en pie.
Su padre se quedó mirándola durante un largo rato.
"Lo sé", dijo Rhi mientras se acercaba a su compañero y le besaba la mejilla. Volvió la cabeza
hacia Eurwen. "Tenemos una hija preciosa".
"Sí", dijo Con mientras una lenta sonrisa se dibujaba en sus labios.
Eurwen se puso en pie y revolvió la falda. "¿Es la falda un poco demasiado?"
Rhi hizo un sonido en el fondo de su garganta. "Ni siquiera se acerca. Espera a ver la cara
de Vaughn".
Eurwen trasladó su mirada a Con y levantó las cejas en forma de pregunta silenciosa.
"Es la perfección", dijo su padre.
Con miró entonces a Rhi, que asintió y ella le dio una palmadita en el brazo. "Bien. Bueno,
entonces, os veré a los dos fuera".
"Espera", dijo Eurwen mientras daba un paso adelante. "No lo olvides".
"Me dirijo allí ahora", dijo Rhi antes de teletransportarse.
Con frunció una ceja. "¿Todo bien?"
"Perfecto. Tengo una pequeña sorpresa", dijo Eurwen con una sonrisa.
Con se aclaró la garganta. "Tenemos un par de tradiciones. Siempre regalo a la pareja de
mi Rey una pieza de joyería".
Eurwen se había enterado de esta tradición por Rhi cuando habían ido de compras el día
anterior, pero aun así estaba emocionada por ver lo que su padre le regalaba. Cuando le
tendió una pequeña caja de terciopelo dorado, la cogió con entusiasmo.
La anticipación revoloteó en su estómago mientras abría lentamente la tapa. En el momento
en que vio el zafiro de Montana con su color verde azulado que combinaba perfectamente
con Vaughn, se quedó con la boca abierta. Las piedras en sí eran impresionantes, pero fue
el anillo lo que la dejó sin aliento.
"Si no te gusta..."
"Es perfecto", le interrumpió Eurwen antes de que pudiera terminar.
Sacó el anillo de dedo completo y lo deslizó en su dedo índice derecho. Las piedras de color
azul marino formaban un delicado y hermoso dibujo desde la base del dedo hasta la uña.
Extendió la mano y lo contempló, impresionada por su sencillez y esplendor.
"Soy yo", dijo después de un momento y levantó la mirada hacia Con.
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Su padre estaba radiante. "Nunca he estado tan preocupado por entregar una joya a alguien
como tú".
"Lo has hecho muy bien", dijo ella y le rodeó con sus brazos para darle un abrazo.
Durante un instante, él no se movió. Luego la rodeó con sus brazos. "Nunca sabrás lo felices
que somos tu madre y yo de estar aquí".
"Me hago una idea". Eurwen se inclinó hacia atrás y le sonrió. "Ahora, si no dejamos de
hablar, me pondré a llorar".
Con le cogió las manos y dio un paso atrás mientras sacudía la cabeza con una sonrisa
orgullosa. "Menos mal que Vaughn y tú os habéis encontrado. Si no, todos los Reyes
elegibles estarían detrás de ti".
Eurwen se rió, con el corazón lleno. Ella, Con y Rhi tenían un largo camino que recorrer,
pero ya habían superado los obstáculos más importantes.
"¿Vamos?" preguntó Con mientras le tendía el brazo doblado para que cogiera.
Ella le rodeó el brazo con la mano. "Vamos".
∗∗∗∗∗∗∗
Vaughn movió los hombros, sintiendo la chaqueta apretada. El sol se ponía, el cielo se
llenaba de los colores más increíbles, pero él no veía nada de eso. Sus ojos estaban fijos en
la cabaña de Eurwen mientras esperaba que ella apareciera.
Se encontraba en el afloramiento de la montaña de Cairnkeep. Los Dragones habían
empezado a llegar hacía horas. El gran número de ellos mantenía a la mayoría de los Reyes
atónitos. Vaughn se golpeó los nudillos y se ajustó las mangas de su camisa de vestir bajo
su chaqueta de esmoquin. Otros Reyes, también vestidos con sus mejores galas, le
rodearon.
De repente, las voces se callaron. Vaughn se giró para encontrar a Rhi abriéndose paso
hacia él. Llevaba el pelo largo y negro apartado de la cara y cayendo en cascada por la
espalda. Llevaba un vestido negro de tul sin mangas con un escote pronunciado y una
cintura ajustada. Las hojas metálicas doradas se agrupaban estrechamente en la parte
superior y se separaban cuanto más bajaba el vestido.
"Creo que nunca te había visto tan inquieto", le dijo Rhi.
Vaughn tragó con fuerza. "Me preocupa que no venga".
Rhi le mostró una amplia sonrisa. "Ella estará aquí. Ahora, quería hacer esto en privado,
pero ya estabas aquí fuera".
"¿Qué?", preguntó preocupado.
Rhi extendió la palma de la mano para mostrar una caja de terciopelo negro.
Vaughn parpadeó ante el inesperado regalo.
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"A los Reyes nunca se les ha regalado nada por sus matrimonios, pero eso es porque un
Rey nunca se ha casado con una Reina Dragón".
Vaughn cogió la caja y le tembló la mano. Abrió la tapa con bisagras y encontró un brazalete
de oro con cabeza de Dragón y nudos celtas.
"Eurwen me contó cómo os conocísteis. Sentí que era apropiado hacer un guiño a los celtas".
Vaughn se puso el brazalete e inclinó la cabeza hacia Rhi mientras colocaba su mano
derecha sobre su corazón. "Me siento honrado y emocionado por tal regalo. Gracias".
"Prepárate", dijo con una sonrisa de complicidad. "Estás a punto de que te quiten los
calcetines".
Apenas salieron esas palabras de su boca, los Dragones que les rodeaban guardaron
silencio. El silencio era tan grande que se podría haber oído la caída de una hoja. Vaughn
no necesitó preguntar qué lo había causado. Lo sabía.
Vio la parte superior de la cabeza de Con. Por suerte, Vaughn no tuvo que esperar mucho
tiempo hasta poder ver a su compañera. Cuando lo hizo, sus pulmones se inmovilizaron
ante la exquisita mujer que se abría paso hacia él entre la multitud de personas y flores.
El cabello dorado de Eurwen estaba recogido en un estilo desordenado con mechones
ondulados que enmarcaban su rostro. El vestido azul marino era una obra maestra de
encaje y tul. La parte superior del corpiño se hundía en una V baja por delante y por detrás,
con un amplio encaje floral ribeteado con flecos de cuentas de color azul marino de diez
centímetros de largo que rozaban sus brazos. La cintura se ceñía antes de que el tul de
lunares y el encaje floral cayeran suavemente hasta sus pies. Una cola de un metro de falda
se extendía detrás de ella. El vestido era femenino y único, como su pareja.
No fue hasta que llegó a él que vio la cadena dorada de varias vueltas que adornaba su
cabello a lo largo de la raya central antes de caer en dos partes separadas a través de su
frente para reunirse en la parte posterior de su cabeza.
Vaughn no esperó a que Con le trajera a Eurwen. Se encontró con ella a mitad de camino y
miró sus ojos plateados con asombro y alegría. Cuando ella puso su mano en la de él, sintió
algo en su dedo y miró hacia abajo para ver el anillo de dedo completo de zafiros Montana,
un regalo de Con.
"Vaya", dijo ella mientras lo miraba. "¿Puedes ponerte eso más a menudo? Me gusta que
lleves falda escocesa".
Él sonrió y apretó sus dedos alrededor de los de ella. "Eres exquisita. Y, sí, me lo pondré
cuanto quieras".
"Todo el mundo nos está mirando".
"Sólo te veo a ti".
La sonrisa de ella se amplió.
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Caminaron juntos hasta el afloramiento donde les esperaba Con. Vaughn miró por encima
de las montañas para ver a los Dragones observándoles. Antes, sólo los Reyes podían
presenciar las ceremonias, pero parecía adecuado que los Dragones estuvieran presentes.
Con tomó aire. "No hace tanto tiempo que Rhi y yo supimos que teníamos hijos. Estoy feliz
de estar en una ceremonia de unión con mi hija y Vaughn, Rey de los Teals. No podría
imaginar a dos personas más dignas que vosotros".
Vaughn se enfrentó a Eurwen y tomó sus manos entre las suyas. Se miraron a los ojos, con
una sonrisa en los labios.
"Vaughn, ¿te vinculas a la Reina Dragón, Eurwen?" preguntó Con. "¿Juras amarla,
protegerla y apreciarla por encima de todo lo demás?"
"Absolutamente", respondió Vaughn con voz clara.
Con dirigió su atención a su hija. "Eurwen, ¿te comprometes con el Rey Dragón Vaughn?
¿Juras amarlo, cuidarlo y apreciarlo por encima de todo lo demás?"
"Oh, sí".
Vaughn miró su brazo izquierdo, pero no aparecía ningún tatuaje de ojo de dragón, lo que
demostraba que Eurwen era, efectivamente, una Reina Dragón. Un Rey y una Reina
apareándose, lo que era una novedad para todos ellos.
Con alzó la voz para que todos le oyeran mientras decía: "¡Presento a nuestro primer Rey
Dragón apareado y a una Reina Dragón!".
Vaughn oyó vagamente los vítores de los Reyes y los rugidos de los Dragones cuando atrajo
a Eurwen hacia sus brazos para sellar su unión con un beso. Cuando se retiró para
contemplar a su compañera, ella sonreía alegremente.
"Te están proclamado", dijo ella.
Vaughn frunció el ceño y se volvió cuando ella señaló por encima de su hombro. Todas los
Teals volaban en círculo, con sus rugidos más fuertes que los demás.
"Ve", le instó Eurwen.
Vaughn unió su mano a la de ella. "Vamos juntos".
Su sonrisa demostró que había dicho lo correcto. Juntos, se dirigieron al borde del
acantilado y se tiraron, transformándose a Dragón y saliendo al encuentro de los Teals.
Mientras volaban, las puntas de sus alas se rozaron.
Vaughn nunca había pensado en volver a ver a sus Teals, y mucho menos en volar con
ellos. Los Dragones le dieron la bienvenida, sus voces le felicitaron y le llenaron la cabeza.
Estaba con sus Dragones y su compañera. La vida no podía ser mejor.
∗∗∗∗∗∗∗
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SERIE DRAGON KING 02

Capítulo 30 ................................................................................................................... 178

Con las responsabilidades viene el sacrificio...

La confianza no es fácil, pero el amor lo conquista todo. Y ninguna cantidad de tiempo o

Vaughn exhaló un suspiro y levantó la cabeza, sacudiéndose suavemente los recuerdos

Vaughn observó a Kendrick con atención. "¿Por qué no me crees?"

La impaciencia ardía en el interior de Vaughn mientras se encontraba en el Dragonwood

"Por las estrellas", susurró Rhi, con la voz temblando de emoción.

"¿Dónde está tu hermano?" Preguntó Rhi. "Queremos conocerlo".

Rhi se humedeció nerviosamente los labios. "Probablemente me voy a arrepentir de

"Fue algo que acordamos Brandr y yo", respondió ella.

"Trajiste a nuestros padres aquí y luego viniste a mí llorando".

"¿Quieres hablar de ello?"

"¿Significa eso que tenemos que irnos?" preguntó Jeyra a Varek.

Todo estaba mal.

"No me gusta cómo hemos dejado las cosas", dijo él.

Colocó las manos en la cadera de la muchacha antes de acariciar la cintura y seguir

Sus pensamientos desaparecieron cuando el placer se intensificó. El deseo se arremolinaba

"No se te escapa nada", dijo Con con una sonrisa.

"Estás frunciendo el ceño. Lo que sea que estés pensando no es bueno".

"Espero que no sea demasiado pronto", dijo Con.

"¿Pero?" Preguntó Con, con una ceja rubia fruncida.

Eurwen miró la imponente estructura de la Montaña Dreagan que se alzaba sobre la

"Entonces, ¿por qué habéis venido?" V se quejó.

"También sería el mío. Hay algo de paz en estar rodeado de plantas".

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Le guiñó un ojo. "Claro que sí".

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"¿Y si lo hicieras una y otra vez?".

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"No lo sé", susurró ella.

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El rostro de Darius se volvió grave. "¿Qué quiere ella?"

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"La palabra importante ahí es si", dijo Sophie.

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Las fosas nasales de Con se encendieron. "Tu madre y yo no sabíamos nada de ti y de tu

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