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Unidad 1
El psicodiagnóstico como acontecimiento - ETEL Kacero (F. 90910)
El Psicodiagnóstico es una coproducción con otro que participa en ese juego vincular, acotado en el
tiempo. El psicodiagnóstico constituye un hecho singular que puede ser inscripto como novedad;
novedad para el sujeto y también para el entrevistador. Según el modo en el que se inscriba producirá
efectos.
En la medida en que lo que emerge de esa relación aparece como algo distinto, no vivido hasta el momento,
puede ser considerado como un acontecimiento.
Acontecimiento se puede entender como aquello que ha tenido lugar, no es del orden del saber previo, ni del
haber sido experimentado ya. Sólo se puede enunciar después de que ha sucedido. O sea que el
acontecimiento es imprevisto, no cabe en el saber sino en el suceder, en el devenir y, por lo tanto, en algún
momento del movimiento temporal en el que alguno lo experimenta; y puede, recién entonces, vivenciar su
marca y convertirlo en relato.
En cuanto al EFECTO DE PRESENCIA es doble ya que al mismo tiempo que actúa la presencia de la propia
interioridad-conocida vivencialmente por el sujeto- está también la presencia del otro, que, al ser exterior está
revestida de la vivencia de ajenidad y por lo tanto incognoscibilidad. (PUGET)
Pero además, el encuentro con otro es el encuentro con el otro de uno; en esa interacción hecha de ajenidad
y de apropiación, se produce una especie de metabolismo transformador en los dos integrantes. Algo se crea
y emerge en ese encuentro.
ALGO OCURRE POR 1ra VEZ; SE INSTITUYE UNA HUELLA QUE PODRÁ CONVERTIRSE EN MARCA
DE APERTURA HACIA OTRA FORMA DE PENSAR Y/O SENTIR. UNA DETERMINADA CUALIDAD QUE
NO ESTABA SE HACE PRESENTE.
Lo que ocurre equivale a un cambio de significación no a una ampliación de alguna significación anterior
que se amplía o que se desplegaría respecto de algo que estuviese en latencia. La fuerza de la
transformación no va a tener la potencia que comporta un vínculo analítico –más duradero-. Sin embargo todo
psicodiagnosticador no solo tiene la evidencia de tal transformación, sino que tiene en la mira el que “algo
quede picando” en la mente del sujeto, que lo que puede haber de acontecimiento en el encuentro, acontezca
la verdad.
El dialogo instaura un cierto tipo de relación entre dos personas a través de la interlocución. El sujeto
responde a mi demanda y no se trata solo de su performance, sino de que el psicodiagnosticador es un actor
en la escena que se desenvuelve, ya que a él se destinan las respuestas.
Estos conceptos están ligados a la noción de “transferencia” en FREUD. Esta idea tiene al menos
dos perspectivas: como reedicion fascimilar mejorada y aun revisada, y como una creación
“dependiente de la situación analítica” como dice el mismo Freud. Si lo tomamos en su primera
acepción, el paciente actual solo es significado como soporte de la proyección de su acontecer
infantil; si la transferencia es tomada en el contexto de la situación presente en este vínculo, pasa a
ser el resultado de lo actual y lo nuevo; hay una “producción”, un campo de novedad. Ambos yoes
no serán los mismos antes de producirse el proceso psicodiagnóstico después.
El “efecto de presencia” del psicodiagnosticador hace que algo se construya allí mismo e instaure, en algún
sentido, una “marca de origen”. Eso que pasa debe ser tenido en cuenta; no solo los resultados de los tests.
Ya que la dimensión vincular, puede ser decisiva para el sujeto, tanto como iluminadora para nosotros al
permitirnos tener la oportunidad de observar cuales circunstancias, cuales modalidades vinculares pueden ser
favorecedoras de salud, de libertad, inhibición o surgimiento de una mayor flexibilidad. Algo nos ocurre
también a nosotros al experimentar que esa terceridad es posible y nosotros somos parte de su creación.
El que esta dimensión de proceso y de temporalidad sea relevante implica pensar que la vida psíquica
no es un sistema cerrado, y es en ese sentido que los encuentros, las pérdidas, los hechos que se
produzcan en ese lapso puedan ser considerados como “acontecimientos”.
Solo pensando en un sistema abierto, podemos admitir que el suceso no tenía un lugar previo; es a
partir de allí que se le deberá hacer un lugar. No hay linealidad causa-efecto (lo que ocurre hoy puede
explicarse a partir de lo que ocurrió ayer); algo se anuda allí y en este tiempo en el que gestos, palabras y
movimientos ocurren y transcurren.
El otro presupuesto implicado en esta manera de pensar al Psicodiagnostico es la consideración del lugar y la
presencia del psicólogo como otro ACTIVO, despertador; es en ese sentido que es promotor, junto con el
sujeto, de nuevos significados-acontecimientos.
Es en el vínculo con ese otro, ajeno a la experiencia ya vivida en otros encuentros, que el paciente puede
ubicarse en un lugar distinto, quías inaugural para su vida. Un lugar que permite un espacio para ser
escuchado de otra manera, para ordenar su historia.
El encuentro con las distintas herramientas también será generador de conductas, despertador de
reacciones, de significaciones y de desafíos nunca experimentados. Reverberarán efectos de esos
encuentros con la hoja en blanco en los gráficos, con las formas, colores y matices en el Rorschach, con los
personajes del TAT o los ambientes de TRO; con los desafíos de pensarse viviendo otras identidades en el
Desiderativo.
La tarea del psicólogo es poder generar un contexto simbólico para que se produzca algún tipo de
metabolización. La producción del contexto simbólico dependerá de si el psicodiagnosticador no sobre-
impone la técnica y los modos operatorios que las caracterizan, a lo que va sucediendo en este recorte
espacio temporal del vínculo. Si la técnica se aplica a la manera de una máquina de hacer preguntas –
automáticamente- la calidad del acontecimiento que se podrá generar será una mayor alienación. La persona
va a tener una conducta repetitiva, mecánica, poco implicada si el psicólogo se limita a repetir y aplicar
consignas. Ello produce por un lado la descalificación del sujeto como enunciador y por otro, ofrece un modelo
maquínico de comportamiento que tiende a la repetición y no a la apertura a un espacio otro.
La cuestión no es aplicar correctamente las consignas sino dar lugar a que algo aparezca a través de la
mediación de ese otro constituido por el particular soporte de cada uno de los instrumentos.
La 3er manera del pensar Psicodiagnostico: pensar que el vínculo y lo que éste genera en ese “entre 2”
(sujeto-material de prueba; sujeto-psicólogo). En el momento de desarrollarse la tarea, se juegan, además
del saber del psicólogo y del objetivo de prueba, la vida fantasmática, las circunstancias personales de los dos
participantes; hay un enlace en una dinámica co-evolución creativa particular.
Concibe el psicodiagnóstico como un campo de problemas que es necesario desplegar, no encerrar en una
estricta territorializacion disciplinaria. Espacios limitados producen efectos limitantes. Mantienen hegemonías
teórico-institucionales más que obedecer a la rigurosidad.
Impidiendo la pregunta acerca de cuestiones como ¿desde qué paradigmas es pensado el psicodiagnóstico?,
¿Se puede pensar lo distinto del sujeto desde un ángulo positivo?, etc.
En lugar de definición preferiría hablar de la posibilidad de un compromiso con enunciados que permitan
cuestionamientos y diálogos, pero también anclajes desde los cuales proyectar nuestra tarea como
profesionales.