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Introducción:
Cuando estamos enfermos y no podemos sanarnos solo con las medicinas caseras;
entonces acudimos al hospital o a algún doctor conocido. En el hospital nos recetan
ciertos medicamentos que tenemos que tomar tres o cinco días después de las comidas,
o en ayunas, y luego nos recomiendan guardar reposo por los menos tres días, etc., etc.
A la verdad esos medicamentos nos hacen efecto y ya nos sentimos mucho mejor. Pero,
al ver nuestra pronta recuperación, lo que hacemos normalmente es descuidamos en
completar la recomendación del doctor, y en muchas ocasiones lamentablemente
llegamos a las terribles recaídas.
En la vida cristiana pasa lo mismo esas famosas recaídas. Cuando las primeras veces
que conocemos al Señor, o después de conferencias o retiros espirituales, o los jóvenes
después de los campamentos, etc. estamos muy bien animados en nuestra vida
espiritual. Pero, poco a poco muchas veces nos descuidamos (como en el mar) de
nuestra vida espiritual y ya estamos desanimados y sin sentido en la vida.
Conclusión:
No descuidemos estas dos áreas en nuestra vida: guardar nuestro corazón y desarrollar
nuestros frutos espirituales.
Vivir a la máxima en la vida cristiana, no es inútil o perder tiempo; sino es para ver
mejores días en nuestra vida, ya sea aquí en la tierra, y segurísimo en el cielo.
Servir a Dios no es pérdida sino ganancia.