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- Las emociones desagradables y prolongadas o la ansiedad determinan un espasmo de las

arterias cerebrales con la isquemia local consiguiente del cerebro. Este hecho explicaría los
síntomas visuales u olfatorios prodrómicos. A consecuencia del espasmo y de la isquemia
prolongados, la capa muscular del vaso sanguíneo pierde su capacidad para mantener el tono
normal. La pulsación de la sangre circulante estira (dilata) y relaja de forma alternativa la pared
vascular, lo cual estimula los receptores para el dolor situados en dicha pared o en las meninges
que rodean los puntos de entrada de los vasos en el cerebro o en el cráneo. El resultado es una
cefalea intensa.

Cefalea de origen extracraneal


- La tensión emocional puede hacer que los músculos de la cabeza, sobre todo aquellos que se
insertan en el cuero cabelludo y en el cuello, se tornen espásticos e irriten los puntos de
inserción.
- La irritación de las estructuras nasales y paranasales de la nariz, extraordinariamente sensibles,
explicarían la cefalea sinusal.
- La dificultad para el enfoque ocular da lugar a una contracción excesiva del músculo ciliar y de
los músculos de la cara, en su esfuerzo por agudizar el foco sobre el objeto en cuestión. Se
produce así un dolor ocular y facial que suele conocerse como cefalea por esfuerzo ocular.
RECEPTORES TERMICOS
Los receptores específicos para el calor se consideran terminaciones nerviosas libres;
transmitidas por fibras sensitivas de tipo C.
El receptor para el frío se ha reconocido como una pequeña terminación nerviosa, cuyos
extremos sobresalen en la cara basal de las células basales de la epidermis. Las señales de estos
receptores son transmitidas por fibras sensitivas de tipo Ad. El número de receptores para el
frío es de 3 a 10 mayor que los del calor, y su densidad varía entre 15 y 25 por cm2 en los labios,
y entre 3 y 5 por cm2 en los dedos de la mano.
Receptores para el frío y el calor: temperaturas inferiores a 7 °C y las superiores a 50 °C activan
los receptores para el dolor
Cuando un receptor para el frío se somete a un descenso término brusco, al principio recibe una
estimulación poderosa pero, pasados unos segundos, la generación de potenciales de acción
disminuye de forma espectacular. No obstante, el descenso en la descarga continúa de forma
más lenta durante una media hora. Así se explica por qué una temperatura exterior fría se
«percibe» mucho más fría al principio si uno viene de un entorno caliente.
El mecanismo estimulador de los receptores térmicos está relacionado, al parecer, con el
cambio en el metabolismo de la fibra nerviosa inducido por la variación de temperatura.
Las señales térmicas son transmitidas al sistema nervioso central en paralelo con las del dolor.
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