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APROXIMACIÓN AL HECHO FOLCLÓRICO DESDE LA DANZA

Por Mauricio Calle Cometa

Al referirnos a la danza folclórica, concebimos, las expresiones coreográficas que


representan manifestaciones contenidas en cada cultura; frente a lo que es
preciso resaltar, que al indicar “manifestaciones” nos referimos al hecho folclórico
que bien puede contener elementos “coreográficos”, “musicales”, “literarios” y/o
“demosóficos”, según la taxonomía del folclor propuesta por Guillermo Abadía
Morales (1983).

EL HECHO FOLCLÓRICO EN SU CONTEXTO DE ORIGÉN


Así que, si bien es cierto que al interior de las comunidades se vivencian diversas
expresiones no verbales, dentro de los amplios canales del cotidiano vivir de
determinada comunidad, muchas de estas expresiones “típicas”, suelen apreciarse
hoy día en escenarios, dirigidos al espectador mediante estructuras coreográficas;
que procuran reflejar el folclor de determinada población; más sin embargo, cabe
resaltar que dichas expresiones en su contexto de origen, interactúan en la
cotidianidad como una vivencia integral, en que se articulan sincrónicamente
formas de expresión oral, musical, entre otras. Es decir que es muy poco común,
lograr apreciar fuera de su contexto de origen, manifestaciones exclusivamente
“coreográficas”.

Ya que el hecho folclórico, originalmente no fue suscitado por la comunidad “para


la escena” (aunque pueden darse casos específicos que la comunidad si lo haya
pretendido así, pero no es la tendencia general); así que cuando varios autores se
refieren en sus escritos o exposiciones a “danzas” o expresiones “coreográficas”
particulares en determinadas comunidades, es común hoy día, que quienes dan
lectura a dichos autores concentren su atención en la estructura coreográfica,
dejando de lado “la vivencia”, en que se suscitan dichas acciones corporales o
coreográficas en un marco que por lo general es “espontáneo”.

Todo lo cual, conlleva a que se subraye la lectura de patrones, cánones y/o


secuencias corporales, relegando en un segundo plano el contexto en que se da
dicha “acción corporal y/o coreográfica”; para ello es necesario reconocer primero,
si dichas acciones coreográficas (en su génesis) obedecían o no a un montaje
predeterminado, en donde en coherencia con el rasgo de “anonimato” con que
cuentan muchos de los hechos folclóricos, se podrá constatar o no, si dichas
“acciones” corresponden al conjunto de concesiones sociales del saber, hacer y
ser de dicho pueblo, quien por lo general suele expresarse espontáneamente
suscitando formas en que se refleja su esencia.

Ello no desconoce que podría dicha población haber propiciado su expresión


particular, a partir de estructuras previas; lo que se plantea, es que el pueblo “es”
quien luego de asimilarlas (si fue el caso), resignifica y reformula dichos referentes
(si los hubo), según su propia manera de vivir.

EL ROL DEL INTERPRETE FRENTE AL HECHO FOLCLÓRICO


En tanto, las muestras que se interpretan en los escenarios ante espectadores,
posicionan al interprete como un mediador entre el hecho que representa y la
vivencia de dicho hecho en su contexto original; de ahí la importancia de no
quedarse solo con las formas expuestas en documentos y demás registros (que
contienen vestigio de dichos hechos) y de los cuales se aprecian hoy por hoy
diversas muestras escénicas; sino que es preciso acoger todo el contexto de la
esencia que lo comprende (acudiendo en lo posible a la fuente en que se gesta o
centrando la atención en los portadores que vivencian aun el hecho folclórico).

EL CONTEXTO ORIGINAL COMO ESENCIA DE LA REPRESENTACIÓN


Al enfatizar en el rasgo del contexto original, es necesario valorar a fondo el
componente de lo “genuino”, lo cual está ligado directamente al rigor y apropiación
con que cuente, quien media entre la fuente y la representación de las
expresiones propias de dicho contexto; de tal forma, que sobre un mismo hecho
folclórico suelen darse en el campo de la danza, diversas puestas en escena en
que se aprecian en mayor o menor proporción, el grado de apropiación de los
rasgos característicos del contexto de la fuente y la vivencia del folclor de
determinada comunidad.

Por ello la danza folclórica colombiana permite identificar a nuestra nación en sus
diversas formas de vivir y desenvolverse; es así como existe tanto folclor como
culturas hay y la presencia vigente de esta, certifica el grado de apropiación frente
al reconocimiento que la comunidad ha desarrollado sobre sí misma.

En tanto y sin desmeritar el aporte que se da por el intercambio cultural y el


proceso creciente de desarrollo tecnológico, ante fenómenos como la
globalización y aculturización que atraviesan aun las comunidades más
recónditas, es imperativo que se promueva el resalte de la raíz cultural del
contexto cultural propio de cada población; en procura de resguardar el hecho
folclórico y a la comunidad en su proceso de reconocimiento a través del mismo,
mediante la evocación de dicho acervo que se da en esta modalidad de danza
folclórica.

Dado que hasta el momento se ha procurado persuadir sobre lo importante de


comunicar fidedignamente el saber, hacer y ser del pueblo, mediante la
representación gestada en el caso de la danza folclórica; es oportuno pertinente
considerar algunos procesos previos que permitirán alcanzar tal desafío; tal es el
caso de la “percepción”, la “apropiación” y la “vivencia” que permitan valorar el
hecho folclórico, como una “herencia” que resguardar y legar integralmente.

Así que para apreciar o interpretar asertivamente dichas expresiones


coreográficas que reflejan el hecho folclórico, se sugiere un dialogo estrecho entre
la esencia contenida en la fuente y quienes se aproximan a la misma. Procurando
un “equilibrio”, en que si bien es cierto participan componentes de la expresión
corporal, fundamentos musicales, elementos demosóficos y expresiones literarias,
los mismos están cada vez articulados a componentes escénicos, que, a su vez,
son influenciados por el desarrollo tecnológico.

Frente a lo que cabe subrayar que otro de los desafíos que se encuentran en este
campo, consiste en evitar que la esencia sea invisibilizada en aras de una
industria, que depende de la oferta del espectáculo, aun a expensas de la custodia
que demanda el saber del pueblo; es un imperativo categórico Kant (1785), asumir
nuestra responsabilidad, como garantes de dicho legado.

MECANISMOS PARA PROPICIAR EL INTERÉS EN EL HECHO FOLCLÓRICO


Aunque la principal forma de vincularse con dicha esencia, es interactuar con la
misma en su lugar de origen, podría darse un acercamiento a través de la
presentación del hecho por parte de “portadores”, los cuales, desde su contexto de
origen, acuden como invitados a compartir su expresión; y quienes tienen la
oportunidad de interactuar con dichos portadores pueden admirar el hecho
folclórico encarnado en quien cotidianamente lo vive. Tal acercamiento podría
propiciar la motivación necesaria para que el espectador se anime a vivenciar el
hecho folclórico en su lugar de origen.

También puede darse (siendo más común) que personas movidas por su interés
en comunicar el hecho folclórico, acudan, aprecien y/o sean parte del hecho
folclórico hasta donde les sea posible (diacrónicamente), y posteriormente
presenten su experiencia y conocimiento mediante exposiciones, registros escritos
o discursos, los cuales en el proceso de trasladarse a otros contextos culturales
suelen ser susceptibles de ajustes.

Muchas de estas personas son reconocidas por sus aportes en cuanto al registro
que hicieron de dichos saberes y suelen ser el referente documental con que se
cuenta, para tener conocimiento del vestigio sobre los hechos que ocurrieron y
que tal vez aún son vigentes; siendo esta forma de aproximarse al hecho folclórico
una de las primeras oportunidades de reconocer el mismo (aunque sea por
relatos)

Dichos registros documentales al ser el un primer paso y la forma más común hoy
día en el proceso de aproximarse al hecho folclórico, solicitan del interés por
acudir a la fuente a vivenciar el mismo, como parte del complemento de los
registros existentes; como lo expresa Paulo Freire (1984) “la lectura del mundo
precede siempre la lectura de la palabra y lectura de ésta implica siempre la
continuidad de la primera”.

Por otro lado, están quienes adquieren conocimiento de un hecho folclórico, ya


sea por la interacción con un portador o la persona que acudió a la fuente o por
documentos que refieren el hecho folclórico, o videos de la internet; y a partir de
dichos referentes, en su interés de representar el hecho folclórico desde su
lenguaje artístico, componen un diseño coreográfico procurando recrear el hecho
folclórico, a partir del insumo con que tuvo relación: testimonios, documentos y/o la
propia interacción (aunque en muchos casos anacrónicamente).

En cada caso, el llamado es a no dejar de lado el “hecho folclórico” que se da


originalmente en un contexto particular como “testimonio de vida de una
comunidad”; la cual se viene dando a conocer, mediante productos artísticos en
que se procura “representar” dicho saber o hacer del pueblo (es decir, un conjunto
de estructuras comunicativas fundamentadas en el acervo cultural)

Ejemplo de dicho fenómeno, son las obras musicales, artesanales, bromatológicas


y/o coreográficas (entre otras expresiones), que se hacen populares y que incluso
llegan a convertirse en algunos casos, en referentes icónicos que se relacionan a
muchos de los imaginarios colectivos o que permiten afianzar las identidades
sociales (tal vez, dichos productos inclusive trascienden al hecho en su contexto
original)
PROTAGONISTAS DEL RECONOCIMIENTO DE NUESTRA RAIZ CULTURAL
Es por todo lo anterior, que adquiere primordial importancia el incorporar, el deber
ser (Kant, 1968), expresado en la decencia, el respeto y la conciencia social con
respecto al representación o difusión de las expresiones del pueblo; manifestado
el quehacer artístico, pedagógico y cultural, que se sujeta a un serio compromiso
de velar porque se preserve la mayor fidelidad, sin desvirtuar las propiedades y
esencia misma del hecho que surge en su contexto natural.

LA RE-EXISTENCIA A TRAVES DE NUESTRA RAIZ CULTURAL


El acervo cultural que nos ha sido legado y que se procura promover de las
expresiones de cada comunidad, obedecen a un proceso “natural” propiciado por
cada comunidad en relación a su contexto, y al ser recreados mediante la danza,
se convierten en un medio de comunicación, que puede incentivar procesos de
educación de las actuales y futuras generaciones, de cara, a construir un futuro
sostenible desde los rasgos propios de nuestro contexto, en contraste de la
tendencia de un “pensamiento “civilizador”, según María Cristina Rojas (2001), en
que emporios procuran condicionar incluso los productos artísticos, y en dónde es
pertinente lo expresado por Joaquín Pineros Corpas <<un pueblo que no reconoce
sus raíces, es fácilmente conquistable>>

Finalmente, cabe preguntarse, en palabras de Albán (2015) << ¿Estamos re-


existiendo o estamos solo resistiendo? Porque la resistencia puede ser un hecho
en el cual yo contengo el poder, pero no trabajo por las transformaciones de las
relaciones de poder. La re-existencia, es el compromiso por el mantenimiento y la
reproducción de la existencia en condiciones de dignidad, en procesos de
transformación de la sociedad>>

BIBLIOGRAFÍA:

Abadía Morales, Guillermo Compendio general de folklore colombiano, cuarta


edición, revisada y acotada, Biblioteca Banco Popular, 1983
Albán, Adolfo. Conferencia Central desarrolla el 1 de octubre de 2015 en el marco
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