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El Banco de Arequipa:
El Banco de Arequipa comenzó a operar en 1872 fundado por los señores Ladislao de la Jara
y Eduardo Poncignon. Basadre da ese año como de fundación, pero en el billete de 500 soles
que mandaron imprimir, hay un letrero con la inscripción “Fundado en 1871” que corresponde
a los planes iniciales de los accionistas de la institución ya que sus estatutos de fundación
fueron publicados el 16 de junio de ése año.
El Banco de Arequipa llevaba a cabo las operaciones propias de una institución de su tipo, es
decir de emisión y descuento, lo que era su principal rubro, pero además de esto, fue el único
entre los bancos establecidos fuera de Lima que tuvo un departamento especializado en
cuentas de ahorros.
Aunque sus balances aparecieron publicados en los diarios solo esporádicamente, esto no
afectó la confianza que el público depositó en la institución. Cuando en 1873 los bancos
nacionales decidieron garantizar sus emisiones con bonos de la deuda pública, solo los dos
ingleses de Lima, el Banco de Londres, México y Sud América y el Anglo Peruano, que tenían
gran solidez y respaldo extranjero, se negaron a hacerlo, y fuera de la capital, fueron los de
Arequipa y Piura los que tomaron esa resolución para demostrar la confianza que en ellos
tenían los tenedores de sus billetes.
Al respecto debe mencionarse que cuando en el año 1874 los bancos del país sufrieron una
caída en el tipo de interés que pagaban sus acciones y que estas fueron castigadas desde en
un 10% como las del Nacional y un 50% las del Garantizador, las acciones del Banco de
Arequipa se vendían con un premio de 10%.
Los billetes de Arequipa se imprimieron en dos series. Una impresa en Nueva York por la
Nacional Bank Note Company en valores de 40 centavos, 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100 y 500 Soles,
y una curiosa emisión local de muy mala calidad en los valores de 20 y 40 centavos producida
en la imprenta de don Eugenio Abele y Cia. en Lima.
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La situación de escasez de circulante en Arequipa era similar a la que sufría el Cusco, pero a
diferencia de esta, en la Ciudad Blanca no se recurrió al uso de las “Astilladas” sino a las que
llamaron “borradas”, probablemente piezas febles bolivianas e incluso las fraccionarias
acuñadas en Arequipa, de baja ley, que curiosamente se encuentran hasta hoy con los
relieves muy borrados. Además, indica Yabar, son notorias por su número y buena factura las
monedas falsas de Un Sol de 1871 hechas en cobre y bañadas en plata. A estas
irregularidades se sumó en noviembre de 1884 la aparición de fichas particulares como lo
comenta el diario “La Bolsa” en su edición del 18 de noviembre de ese año.
En esas circunstancias el presidente general Cáceres, que se encontraba en Arequipa, dio un
decreto el primer día del año 1885 disponiendo el establecimiento de una ceca en Arequipa
para acuñar monedas de quinto y décimo de Sol para terminar con los males que aquejaban
al comercio y normal desenvolvimiento económico de la ciudad. Se indicaba en él que esta
fábrica estaría en manos de particulares por un plazo de cinco años y que los interesados
debían presentar sus propuestas en sobre cerrado.
Sobre la ceca de Arequipa lo que pudo desentrañar Yabar es mucho menos que lo que
encontró para la del Cusco. Lo aclarado, sin embargo, ha permitido tener una visión bastante
real de una ceca efímera y cuya producción fue mínima, no pasando probablemente de
pruebas.
Hubo una sola propuesta y esta fue la presentada el 19 de enero por don Enrique Gamboa
quien indicaba que él podría encargarse de la producción de los dos valores autorizados:
Dineros y Quintos de Sol.
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Como en el caso del Cusco, el grabador de monedas fue el artista italiano Félix Bragagnini,
que por ese entonces vivía en Arequipa y contaba con la fama de haber preparado la medalla
de oro con diamantes que el Consejo de Arequipa entregó al Almirante Miguel Grau.
Las monedas arequipeñas están marcadas con las iniciales A.C. en los Quintos y A.A.C. en la
única pieza de Dinero que se conoce. El experto en éste tema a quien se ha venido siguiendo,
propone que se debió tratar del que aparece como aprendiz de ensayador Alejandro. A.
Caballero en la ceca limeña en 1885. Una curiosidad de las monedas en cuestión es que al
lado del escudo que acompaña a La Patria, se puede leer el apellido de “Gamboa”, practica
completamente reñida con la ley, como se vio en el caso de los soles de Derteano, pero que
al parecer o no fue notada en el momento, o sumó a las rozones para cerar la ceca.
Pero todos los esfuerzos de Gamboa fueron vanos. El 18 de abril el Director de Hacienda
nombró una comisión conformada miembros destacados del comercio y gobierno de Arequipa
La comisión encontró que las monedas no se ajustaban correctamente al diseño, las
dimensiones ni la ley metálica, por lo que recomendaron el cierre de la ceca. Leído el informe
de la comisión, el Consejo de Ministros dictó una Resolución clausurando la casa de moneda
y confiscando los cuños y demás herramental usado para la elaboración de las piezas, con lo
que se dio por terminada la muy corta vida de esta tercera fábrica de moneda de emergencia.
La serie no fue producida en forma sostenida cada año y si bien en 1918 y 1919 se acuñó la
serie completa en los años siguientes esta fue discontinua. aunque entre los años 1918 y
1926 las monedas fueron producidas en Filadelfia como se indicó, a partir de 1935 y hasta el
final de la serie de centavos de niquel, todas se acuñaron en la ceca de Londres en Inglaterra.
Una peculiaridad de esta serie es que la fecha se escribió no en cifras sino en letras, así en el
primer año de emisión, 1918 se lee “Un mil novecientos dieciocho”. Esta práctica continuó
hasta el final de la serie en “Un mil novecientos cuarenta y uno”.
En la siguiente década y hasta 1965 se empleó un nuevo formato que dejó de lado las figuras
alegóricas que tenían los de la American Bank Note Company y haciendo que cada valor, de
5 Soles a 1000 Soles fuese de un solo color en ambos lados e igual al que hasta el momento
habían tenido los reversos. Otra variación importante fue la inclusión de nuevos impresores en
los contratos de fabricación de los billetes.
El siguiente gran cambio en el banco emisor se dio en 1962 con la ley 13958 que dispuso que
el capital integró del banco pertenecería al estado. En el aspecto histórico de la moneda, que
es lo que más interesa para esta investigación, destaca el hecho de que con esta nueva Ley
Orgánica quedaron eliminadas todas las disposiciones referentes a la conversión libre. No
pasaron sino seis años de allí en adelante para que en 1968 quedara el oro eliminado como
encaje en las operaciones bancarias en moneda nacional. Con eso desapareció el último
rezago del antiguo “Patrón de oro”.
En el año 1965 se hizo un cambio total en el diseño de la serie de billetes, agregándose dos
valores, el de 200 y el de 1000 Soles. En esta oportunidad, por primera vez en la historia, la
serie de billetes peruanos fue ilustrada con personajes históricos y lugares destacados del
país.
5 Soles verde Pachacutec/ Sacsaihuamán
10 Soles rojo Garcilaso de la Vega/ Lago Titicaca
50 Soles Azul Túpac Amaru/Pueblo de Tinta
100 Soles gris Hipólito Unanue/ Primer Congreso
200 Soles Violeta Ramón Castilla/ Vapor Rimac.
500 Soles Marrón Nicolas de Piérola/Casa Nacional de Moneda.
1000 Soles Morado Miguel Grau y Fco Bolognesi/Machu Picchu.
Una secuencia de los valores de los billetes emitidos durante la era del Inti con las fechas y
valores permite una gráfica visión del proceso inflacionario.
La mayor parte de los billetes INTI fueron impresos por la empresa británica Thomas de la
Rue, pero también participaron el Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato de Roma, La Fabrica
de moneda española en Burgos, y la empresa alemana de Munich, Giseche & Devrient.
En un momento dado durante la debacle, y ante la falta de billetes, que no llegaban a tiempo
porque les ganaba la velocidad de la inflación, el Decreto Supremo 390-85-EF del 29 de
agosto de 1985 autorizo a los Bancos Central de Reserva del Perú, Banco de la Nación y
Banco de Crédito del Perú a emitir “Cheques circulares de gerencia.” Estos cheques se
emitieron en valores de 50.000.-; 100,000.-; 200,000.-; 500,000.-; y un millón de Intis. Todos
estos billetes recibieron en el reverso el aval del Banco de la Nación.
El Nuevo Sol:
En circunstancias tan graves para el erario nacional el Congreso de la República y el Banco
Central de Reserva se abocaron a buscar una solución que conjugase tanto la forma como el
fondo, es decir, crear una nueva moneda para distanciarse de la anterior, y lo más importante,
aplicar los correctivos necesarios para detener la inflación galopante que ahogaba al país ya
que si solo se maquillaba el problema con el nombre, pronto se repetiría lo sucedido al
cambiar de Soles a Intis.
En cuanto a la forma se debía encarar dos aspectos. El primero reducir el número de ceros
para facilitar la contabilidad tan complicada ya con las crecientes posiciones decimales y el
segundo, buscar un nombre adecuado a la nueva moneda. Si lo primero era sencillo y
bastaba con hacer la reducción de ceros, lo otro se complicaba por las muchas opiniones de
diferentes sectores. Desde quienes sugerían el nombre “Amaru” a los que pensaban que se
podría regresar al de la moneda virreinal y de comienzos de la república, “Peso” que además
era integrador con varios otros países de la región. No falto quienes propusieran llamar a la
nueva moneda con el vocablo Aimara para sol y quienes dijeran que asi se podría seguir
eternamente en el carrusel cambiándolo cuando fuera necesario al equivalente de las muchas
lenguas amazónicas. Finalmente primó la cordura y se decidió llamar a la nueva moneda
“Nuevo Sol” con lo que se siguió la tradición por la que ya habían transitado Brasil y Chile
cuando debieron rescatar sus monedas de inflaciones similares.
Las monedas con valor en Nuevos Soles y Céntimos de Nuevo Sol fueron en los valores de 1,
5, 10, 20 y 50 centimos y de 1, 2 y 5 Nuevos Soles. Las monedas de 1, 5, 10 y 20 céntimos se
acoñaron en latón, las de 50 céntimos y 1 Nuevo sol en niquel y las de 2 y 5 Nuevos soles,
primeras bimetálicas, tienen un circulo externo de niquel y el centro de latón. Debe anotarse
que a partir del año 2000 las piezas de 1 y 5 céntimos se acuñaron en aluminio y a fines del
2018 el Banco Central de Reserva anunció que se dejarían de acuñar piezas de 5 centimos a
partir del año siguiente.
Un elemento incluido en la nueva moneda como muestra de modernidad y del interés del
estado por el bienestar de sus ciudadanos fue que las nuevas monedas además de los textos
alusivos al emisor y valor en signos numéricos, llevaron éste en braile para facilitar a los
invidentes identificar los diferentes valores. Esta buena práctica se dejó luego de unos años,
en el 2000, probablemente por considerar que ya los interesados se habrían adecuado a los
diámetros de las nuevas piezas.
El regreso al Sol:
Si bien la noticia del regreso al “Sol” a secas se dio a finales del 2015, recién el 29 de febrero
de 2016 el diario La República publicó una foto de la nueva moneda con la denominación
“1Sol” bajo el mote de “Nuevas monedas de S/. 1, S/. 2 y S/. 5, pero las anteriores también
valen”. Allí el gobierno anunciaba que en adelante las monedas dejarían de llamarse “Nuevo
Sol” y se iniciaría la acuñación de esos tres valores con la nueva denominación. Se aclaraba
además que las monedas de “Nuevo Sol” al igual que los billetes de esa denominación
circularían en su pleno valor junto con las nuevas monedas y los billetes que se emitirían.