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Efraín Huerga <efrainhuerga@gmail.

com>

(sin asunto)

<efrain.huerga@correo.aeat.es> mar, 30 nov 8:14


Para: <efrainhuerga@gmail.com>

La compensación
Esta causa de extinción de las obligaciones, enunciada y regulada en los
artículos 1156 y 1195 a 1202 CC, respectivamente, se caracteriza por
afectar a deudas homogéneas que se deben entre sí a dos personas. Si
Ulises le debe a Penélope 5.000, y Penélope a Ulises otros 5.000 euros
(ó 7000, ó 3000), ambas deudas se extinguirán en la cantidad
concurrente si se respetan los requisitos exigidos para que opere la
compensación legal, o, no concurriendo todos, si se salva su falta por
voluntad de las partes (compensación voluntaria) o por decisión judicial
(compensación judicial). La compensación puede ser, por tanto, total o
parcial, dependiendo de si las deudas compensadas son de igual o
diferente cuantía. En el primer caso, bastante improbable en la práctica,
quedarán extinguidas las dos deudas; en el segundo (que supone una
excepción a la indivisibilidad del pago predicada por el artículo 1169 CC)
sólo pervivirá la deuda de montante superior, aunque extinguida
parcialmente, por el exceso no concurrente con el importe de la otra.
Retomando nuestro ejemplo, si Penélope le debiera a Ulises 7.000
euros, producida la compensación sólo subsistiría esta deuda reducida a
2.000 euros; y si le debiera 3.000, sólo subsistiría la debida por Ulises
reducida también a 2.000 euros.
Compensacion en derecho civil

Por medio de la compensación, además de evitarse el riesgo de no


cobrar habiendo pagado primero uno de los deudores (función de
garantía de la compensación), los dos pagos que serían necesarios se
suprimen o se reducen a uno.

La esencial reciprocidad de la compensación nada tiene que ver con la


reciprocidad propia de las obligaciones sinalagmáticas, que como se
sabe deriva de la existencia de un nexo causal entre las prestaciones
que componen este tipo de obligaciones. Por el contrario, dos créditos
son compensables porque sus titulares están enfrentados por cosas
iguales (dinero o cosas fungibles de la misma especie y calidad),
pudiendo derivar esos créditos de relaciones jurídicas distintas e
independientes o de una misma relación jurídica. Por ejemplo, cabe
compensar la prima que ha de pagar a una compañía de seguros el
tomador de un seguro de accidentes con la comisión que, por sus
servicios como agente, la aseguradora le adeuda a aquél (supuesto que
encontramos en la STS 11.7.2001 -RJA 5677), y también cabe
compensar las dos deudas de dinero que se deben mutuamente las
partes de un contrato de agencia (como ocurre en la STS 8.6.1995 -RJA
4910). El Tribunal Supremo, no obstante, mantiene en algunas de sus
sentencias que la compensación requiere tanto la dualidad de créditos
como la dualidad de títulos de los que dimanan estos créditos, lo que
excluiría la compensación de dos deudas nacidas de una única relación
jurídica, como puede ser un contrato de compraventa o un contrato de
sociedad (SSTS 25.5.1993, 16.11.1993, 9.4.1994 -RJA 3736, 9098,
2739). Esta doctrina jurisprudencial carece de justificación como regla
general, y así lo ha denunciado la mejor doctrina científica, pues aunque
lo normal será que no quepa compensar entre sí los créditos derivados
de obligaciones sinalagmáticas, al tratarse de prestaciones
heterogéneas las comprometidas por las partes, nada obsta a que
puedan compensarse las hipotéticas deudas de dinero, fruto de una
obligación sinalagmática, que se deban entre sí las partas de esa
obligación. Por ejemplo, cabe compensar el precio aplazado debido por
el comprador de un chalet con la indemnización que a su vez le adeuda
el vendedor por ser de su cargo las reparaciones del chalet realizadas
por el comprador, como admitió la STS 20.6.1986 (RJA 3786).

Para que se produzca la compensación legal deben darse una serie de


requisitos, objetivos (atinentes a las deudas) y subjetivos (atinentes a
los deudores). Que atañe a algo o que se atiene a lo que se expresa

Respecto de los primeros, ambas deudas han de ser homogéneas,


exigibles y líquidas. Son homogéneas si consisten en una cantidad de
dinero (las deudas pecuniarias son en la práctica las únicas que se
compensan) o en otras cosas fungibles, sería aplicable el artículo 1167
CC), no siendo rechazable que dos obligaciones de hacer puedan
compensarse si sus prestaciones fuesen fungibles. Es discutible si este
requisito de la homogeneidad lo encontramos en dos deudas de dinero
pactadas en monedas distintas (euros y dólares, por ejemplo),
defendiéndose por la doctrina que sólo cabría la compensación si en las
respectivas obligaciones se ha fijado el cambio a la otra moneda o a una
común. Las deudas serán exigibles cuando los respectivos acreedores
puedan pedir su cumplimiento, siendo un supuesto de deudas exigibles
las que ya están vencidas (art. 1196.3º y 4º CC). No son exigibles las
deudas derivadas de título ineficaz, ni las obligaciones naturales (tales
como las deudas nacidas de juego ilícito); y tampoco lo son, por no
estar vencidas, las deudas sometidas a condición suspensiva no
cumplida o a plazo no llegado (salvo que el beneficiado por el plazo sea
el que oponga en compensación la deuda no vencida, renunciando a él).
Las deudas han de ser también líquidas, lo que supone que su cuantía
debe estar perfectamente determinada o poder determinarse mediante
una simple operación aritmética.

Respecto de los requisitos subjetivos, que cabe comprimir en la


imprescindible reciprocidad ya mencionada, es necesario que cada uno
de los obligados lo esté principalmente y sea a su vez acreedor principal
del otro obligado (art. 1196.1º CC), y que por derecho propio sean
recíprocamente acreedores y deudores uno y otro (art. 1195 CC). Dicho
en pocas palabras, no es dable utilizar un crédito ajeno para compensar
una deuda propia. No podría, por tanto, compensarse la deuda exigida
por un representante legal o voluntario del acreedor con una deuda de
la que ese representar fuera deudor del reclamado; ni el deudor puede
oponer en compensación lo que el acreedor le deba a su fiador. Como
excepción a este requisito se permite que el fiador, que no es deudor
principal sino subsidiario, puede oponerle al acreedor la compensación
respecto de lo que el acreedor le debiera a su deudor principal; pero en
realidad, como señala Albaladejo, en este caso el fiador se limita a
invocar la compensación ya producida entre los obligados principales,
que conlleva que él no deba, por haberse extinguido la deuda
garantizada (art. 1847 CC).

- Compensación y cesión de créditos

El requisito de la reciprocidad, imprescindible para compensar dos


deudas, desaparece cuando uno de los acreedores cambia, pero ello no
acarrea necesariamente que dejen de ser compensables dichas deudas.
Siguiendo con nuestro primer ejemplo, en el que Penélope y Ulises eran
recíprocamente acreedores y deudores, si Penélope cede el crédito que
ostenta contra Ulises a Casandra, ¿Ulises (deudor cedido) podrá oponer
a su nueva acreedora (cesionaria) el crédito que él a su vez ostenta
contra Penélope (acreedora cedente)? La respuesta a esta pregunta la
encontramos en el artículo 1198 CC, que regula la incidencia de la
cesión de créditos en la compensación, distinguiendo tres hipótesis: que
el deudor cedido consienta la cesión; que el deudor cedido, conociendo
la cesión, no la consienta; que el deudor cedido ignore la cesión.

Si el deudor cedido ha consentido la cesión (consentimiento que no es


necesario para la validez de la misma, como se verá más adelante), no
podrá oponer al cesionario la compensación que le correspondería
contra el cedente. Por tanto, Ulises no podrá evitar pagar a Casandra
los 5.000 euros debidos compensándolos con los 5.000 que Penélope le
debe a él, si prestó su consentimiento a la cesión del primer crédito.

Si el deudor cedido no consintió la cesión, aun habiendo sido informado


de ella, puede oponer la compensación de las deudas anteriores a la
cesión, pero no la de las posteriores. No se especifica en el artículo
1198 si estas deudas anteriores a la cesión (a su comunicación al
deudor, mejor dicho) son sólo las que ya reunían en ese momento los
requisitos necesarios para poder compensarse, o también las que
existían pero no alcanzaron esos requisitos hasta después de la cesión.
Es indudable que si el crédito de Ulises contra Penélope era exigible y
líquido antes de la no consentida cesión del crédito de Penélope contra
Ulises, éste podrá oponer a Casandra la compensación de ambos
créditos. Pero resulta discutible que si el crédito de Ulises contra
Penélope no fue exigible hasta después de la cesión, pueda utilizarlo
Ulises para, compensando deudas, negarse a pagar a Casandra los
5.000 euros debidos.

Si el deudor cedido no fue informado de la cesión, puede oponer la


compensación de los créditos anteriores a ella, como en el caso anterior,
pero también de los posteriores hasta que hubiese tenido conocimiento
de la cesión. Es decir, si Penélope, después de ceder a Casandra el
crédito que ostenta contra Ulises no informándole de ello, contrae una
deuda con éste, ante la reclamación de Casandra Ulises podrá
defenderse oponiendo en compensación ese crédito nacido después de
la cesión. En este supuesto no es que desaparezca la inicial reciprocidad
entre dos deudores, es que no se da en ningún momento, y aun así se
admite la compensación legal por la misma razón que el deudor cedido
se libera si paga al acreedor cedente antes de tener conocimiento de la
cesión (art. 1527 CC): esta falta de conocimiento no puede perjudicar al
deudor.

- Compensación en las obligaciones solidarias

De acuerdo con las reglas de la solidaridad, cualquier deudor o acreedor


solidario debe o tiene derecho a toda la prestación, de modo que basta
que cualquiera de ellos aparezca como acreedor o deudor de la otra
obligación a compensar para que se cumpla la reciprocidad exigida. Así,
un deudor solidario puede oponer en compensación un crédito contra su
acreedor del que sea titular cualquiera de los deudores solidarios (art.
1148 CC), y al extinguirse o minorarse la deuda solidaria a cargo de
uno solo de los deudores, en la relación interna éste quedará total o
parcialmente exento de pagar su parte o tendrá acción de regreso
contra el resto de los deudores por la cantidad que cada uno,
internamente, adeude (art. 1145 CC). Si la solidaridad es activa,
cualquiera de los acreedores solidarios puede utilizar este crédito para
compensarlo con otro del que sea deudor, respondiendo frente a los
demás acreedores solidarios de la parte que les corresponde en la
obligación.

- Lugar del pago

Concurriendo los requisitos objetivos y subjetivos analizados, no evita la


compensación que las deudas sean pagaderas en distintos lugares,
debiendo entonces indemnizarse los gastos de transporte o cambio al
lugar del pago (art. 1199 CC). Piénsese, por ejemplo, que Ulises se ha
comprometido a pagar en su domicilio la renta derivada de un contrato
de arrendamiento a Penélope (pongamos 1.000), debiéndole ésta a su
vez, en virtud de un contrato de compraventa, una cantidad de dinero a
abonar en un banco de Estambul (pongamos 1.000 también): ante el
requerimiento de pago de Penélope, Ulises puede oponer en
compensación la deuda derivada de la compraventa, extinguiéndose
ambas, pero serán de su cuenta los gastos derivados de la transferencia
bancaria que Penélope ha de hacer para depositar en el banco de
Estambul la cantidad de dinero que Ulises debía.

- Excepciones a la compensación

Sin embargo, hay otros supuestos en los que no cabe la compensación


legal, aun reuniéndose los requisitos estudiados. Al exigirse por el
Código que sobre ninguna de las deudas haya retención o contienda
promovida por terceras personas y notificada oportunamente al deudor
(art. 1196.5º CC), no son compensables, por encontrarse retenidos, ni
un crédito embargado ni un crédito integrante de la masa activa de una
quiebra, como tampoco es compensable aquel cuya titularidad se esté
discutiendo en juicio. La compensación de créditos ha podido
igualmente excluirse por acuerdo entre el acreedor y el deudor, en uso
de la autonomía de la voluntad (art. 1255 CC). Y cuando se reclama el
pago de un crédito inembargable no podrá oponer el deudor en
compensación un crédito a su favor.

Tampoco es compensable, según reza el artículo 1200.I CC, una deuda


proveniente de depósito o de las obligaciones del depositario o
comodatario. La comprensión de este precepto no es fácil, de ahí la
profusión de interpretaciones ofrecidas por la doctrina. Si lo que está
prohibiendo es la compensación de la obligación del depositario o del
comodatario de devolver la cosa recibida al término del contrato
(interpretación restrictiva), es evidente que en ningún caso procedería
al tratarse de una cosa específica que no encontraría cosa enfrentada
igual. Para dotarle de un sentido propio al precepto puede entenderse
que se refiere también, prohibiendo su compensación, a otras
obligaciones que nacen de los contratos de depósito o comodato, como
la obligación de indemnizar daños y perjuicios que corresponde al
depositario si incumple sus deberes de custodia y no uso de la cosa
depositada, la obligación de entregar la cosa fungible recibida en lugar
de la cosa depositada que se perdió por fuerza mayor, la obligación de
satisfacer los gastos de conservación de la cosa prestada que
corresponde al comodatario y la obligación de indemnizar que
corresponde al comodatario por incumplimiento de cualquiera de sus
obligaciones. El depositario o el comodatario deberán, por tanto, pagar
estas obligaciones, sin poder alegar que el acreedor les debe, a su vez,
otra cantidad de la misma cosa fungible (dinero). Albadejo entiende,
manteniendo una interpretación más amplia aún, que tampoco las
indemnizaciones que corresponde abonar al depositante o al comodante
por incumplimiento de sus respectivas obligaciones son susceptibles de
compensación.

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Fuente:
Manual Derecho Civil, Rodrigo Bercovit

Saludos.

Efraín Huerga Pérez.


Agencia Tributaria La Seu d'Urgell.

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