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sintiendo

con el amado
SEMANA
Domingo de
Resurrección LECTURAS DEL DIA
PRIMERA LECTURA  HECHOS 10,
EXTRACTO DE MARÍA VALTORTA 34A. 37-43
SALMO  118 (117)
SEGUNDA LECTURA  COLOSENSES 3,
 También María se levanta y busca su
1-4 O I CORINTIOS 5, 6B-8
manto, pero todas la rodean persuadiéndo-
EVANGELIO  JUAN 20, 1-9
la a que no vaya. Sería muy cruel hacer ver
de nuevo a su Hijo que ciertamente, a estas “Ahora que la pecadora sabe lo que es el
horas del tercer día de muerto, estará ya amor santo, puede comprender mucho
todo negro por la putrefacción. Además mejor qué es tu amor, Madre. Sabes que
Ella está exhausta para poder caminar. Que yo sé amar. Y sabes que Él lo dijo: «María
no ha hecho más que llorar y orar. Una y sabe amar mucho»… Ten confianza en
otras dicen a la Virgen: “No puedes estar de mí… Sabré aún más dulcemente acariciar
pie, María. Hace dos días que no tomas sus santos miembros… más con mi
nada de alimento. Y solo has bebido un amor… que con los ungüentos”.-  Magda-
poco de agua”. “Cierto, Madre. Vamos y lena lleva nuevamente a María a su silla. Se
pronto terminaremos. Regresamos inme- arrodilla delante de Ella, abraza las rodillas
diatamente”. “No tengas miedo. Le embal- de María, alza hacia Ella su cara doliente y
saremos como a un rey. ¡Mira qué bálsamos enamorada y le promete: “Él, con su Espíri-
preciosos hemos preparado! ¡Y cuanto!…”. tu, todo lo sabe y todo lo ve. Pero a su
“No dejaremos miembro o herida. Le hare- cuerpo, con besos, le expresaré tu amor, tu
mos con nuestras propias manos. Somos deseo. Sé lo que es el amor. ¡Sé qué
fuertes y somos madres. Le pondremos amargo aguijón es, qué hambre significa
como se pone a un niño en la cuna. Los amar, qué nostalgia de estar con quien
otros no tendrán que hacer sino cerrar su para nosotros es nuestro amor! Y esto tam-
sepulcro”. La Virgen insiste: “Es mi deber. bién en los viles amores, que parecen oro y
Siempre yo tuve cuidado de Él. Solo en no son más que fango. Ahora que la peca-
estos tres últimos años que fue del mundo, dora sabe lo que es el amor santo por la
le cedí a los demás cuando estaba lejos de Misericordia viviente, a quien los hombres
mí. Ahora que el mundo le ha rechazado y no han sabido amar, puede comprender
renegado de Él, nuevamente es mío. Vuelvo mucho mejor
a ser su sierva”. Pedro, que con Juan se
había acercado a la puerta, al oír estas pala-
bras se aparta. Huye a algún rincón escon-
dido para llorar por su pecado. Juan no se
mueve, pero no protesta. Quisiera ir tam-
bién él, pero hace el sacrificio de quedarse
junto a la Virgen. Sintiendo con el amado
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qué es tu amor, Madre. Sabes que yo sé
amar. Y sabes que Él dijo, cuando nací
verdaderamente en aquella tarde, allá
en las riberas de nuestro lago sereno:
“María sabe amar mucho”. Yo, Madre,
con tu perfecto amor, con total amor,
embalsamaré a mi Rey de Amor”. 
María besa a esta apasionada discípula
que, por fin, ha sabido encontrar a quien Hijo. Es siempre la misma aflicción, mez-
merece esta pasión. Y cede ante sus clada con una esperanza de angustia. 
súplicas. “¡Jesús, Jesús! ¿No vuelves todavía? Tu
* Las mujeres salen hacia el Sepulcro.-  pobre Madre ya no resiste más al
Las mujeres salen llevando una lámpa- pensar que estás muerto allí. Tú lo dijiste
ra. En la habitación queda una sola. La y nadie te compendió. ¡Pero yo sí te he
última en salir es Magdalena, después comprendido! «Destruid este Templo de
de haber dado un último beso a la Dios y Yo lo reedificaré en tres días». Ha
Virgen. La casa queda oscura y silencio- empezado el tercer día. ¡Oh Jesús mío!
sa. La calle está solitaria. Juan pregunta: No esperes que se termine para regre-
“¿De veras no me necesitáis?”. Ellas: sar a la vida, para regresar a tu Mamá
“No. Puedes servir aquí. Hasta pronto”. que tiene necesidad de verte vivo para
“¡Pero ahora, ahora, por aquel «sí» que no morir recordándote muerto, que
di al Ángel mensajero, escúchame, oh, tiene necesidad de verte bello, triunfan-
Padre! Después de las crueldades que te, para no morir recordándote en ese
padeció por la mañana, sufrió aquella sepulcro en que te he dejado. ¡Oh,
agonía de tres horas… Pero yo hace tres Padre, Padre, devuélveme a mi Hijo!
días que estoy agonizando”. Sigo viendo Que le vea de nuevo Hombre y no un
la habitación donde María llora. Está cadáver, Rey y no un sentenciado. Des-
sentada en su silla, afligidísima, exhaus- pués, lo sé, Él volverá a Ti, al Cielo. Pero
ta, desfigurada por tanto llorar. Ella, le habré visto curado de tanto mal. Le
ahora que está sola, se ha puesto nue- habré visto fuerte después de su gran
vamente a orar de rodillas teniendo ante debilidad, le habré visto triunfante des-
sí el Sudario que está extendido contra pués de su gran lucha, le habré visto
la cara de una especie de arca, sosteni-
do con clavos. María ora y habla a su

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como a Dios después de que tanto sufrió Ya no tengo sangre en las venas. En el
por los hombres. Me sentiré feliz, aun pasado, toda se hizo leche para alimen-
cuando no le tenga cerca. Sabré que tar a tu Hijo y mío; ahora se ha hecho
está contigo, Padre Santo, sabré que por entero llanto, porque ya no tengo
para siempre está fuera del dolor. Pero Hijo. Me lo han matado, matado, Padre,
ahora no puedo, no puedo olvidar que y ¡Tú sabes en qué forma!  ¡No tengo ya
está en el sepulcro, está allí muerto por más sangre! La he derramado con Él en
los dolores que le hicieron sufrir, que Él, la noche del Jueves, en el terrible Vier-
mi Hijo-Dios, está sujeto a la suerte de nes. Tengo frío como una persona des-
los hombres en la oscuridad de un angrada. Ni tengo ya sol, porque Él está
sepulcro, Él, tu Viviente. Padre, Padre, muerto, mi Sol santo, mi Sol bendito, el
escucha a tu sierva.  Por aquel «sí»… Sol nacido de mi seno para alegría de su
No te he pedido nunca nada porque Mamá, para la salvación del mundo. Ni
siempre he obedecido a tu Voluntad; tu siento ya descanso porque ya no le
Voluntad que es la mía. Nada debía exi- tengo más a Él, que es la más dulce de
girte por haber sacrificado mi voluntad las fuentes para Mamá que bebía su
a Ti, Padre Santo. ¡Pero ahora, ahora, palabra, que calmaba su sed con su
por aquel «sí» que di al Ángel mensaje- presencia. Soy como una flor en seco
ro, escúchame, oh, Padre! Después de arenal. Me muero, me muero, Padre
las crueldades que padeció por la santo.  No tengo miedo a morir,
mañana, sufrió aquella agonía de tres porque también mi Hijo ha muerto.
horas, y ahora está ya fuera del alcance ¿Pero qué harán estos pequeños, la
del dolor. Pero yo hace tres días que pequeña grey de mi Hijo, tan débil, mie-
estoy agonizando. Tú ves mi corazón, y dosa, voluble, si no hay quien la sosten-
oyes su palpitar. Nuestro Jesús ha dicho ga? No soy nada, Padre, pero por
que ningún pájaro pierde una pluma sin deseos de mi Hijo soy como un ejército
que Tú no lo veas, que no se marchita armado. Defiendo, defenderé su doctri-
ninguna flor en el campo, sin que no na, su herencia como una
consueles su agonía con tu sol y tu rocío. loba defiende a sus lobeznos.
¡Oh Padre, muero de este dolor! Tráta- Yo cordera, seré una loba para
me como al pajarito al que le recubres defender lo que es de mi Hijo y,
con nuevas plumas, como a la flor que por consiguiente, lo que es tuyo.
refrescas, que calmas su sed con tu Tú lo has visto, Padre. Hace ocho
piedad. Estoy muerta del dolor. días esta ciudad arrancó las
ramas de sus olivares, de sus jar-
dines, sacó de sus casas a sus habi-
tantes que todos hasta enronquecer

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gritaron: «¡Hosanna al Hijo de David; De este modo me convierto en algo útil a
bendito el que viene en el nombre del la causa de tu Hijo, a su Iglesia, que no
Señor!». Y mientras pasaba sobre encontrará jamás paz y que tiene necesi-
alfombras de ramas, de vestidos, de dad de echar raíces profundas para que los
telas, de flores, los habitantes de la vientos no la arranquen. Seré yo quien
ciudad, unos a otros, se señalaban a cuide de ella. Como hortelana diligente
Jesús y decían: «Es Jesús, el Profeta de vigilaré para que crezca fuerte y derecha
Nazaret de Galilea. Es el Rey de Israel». en su amanecer. Después no me preocu-
Y cuando todavía no se habían secado pará el morir. Pero no puedo vivir más si
esas ramas y las gargantas todavía sigo sin Jesús. ¡Oh Padre!, que has abando-
estaban roncas, de los hosannas, cam- nado a tu Hijo por el bien de los hombres,
biaron sus gritos y se pusieron a acusar, que después le has consolado, porque
a maldecir, a pedir su muerte; y con las ciertamente le has aceptado en tu seno
ramas que emplearon para el triunfo después de su muerte, no me dejes más en
hicieron garrotes para golpear al Corde- el abandono. Lo que sufro lo ofrezco por el
ro que llevaron a la muerte. Si todo eso bien de los hombres. Pero confórmate
han hecho cuando Él vivió entre ellos, y ahora, Padre. ¡Padre, piedad! ¡Piedad, Hijo
les hablaba y les sonreía y les miraba mío! ¡Piedad Espíritu divino! Acuérdate de
con esos ojos que derriten el corazón, y tu Virgen”. Breve pero violento terremoto.-
hasta las mismas piedras se sentían  Después, postrada contra el suelo, María
conmovidas, y les hacía bien, y les ense- parece orar con su postura, además de con
ñaba, ¿qué harán cuando Él haya regre- su corazón: realmente es un ser destroza-
sado a Ti? Tú has visto cómo se portaron do. Parece esa flor muerta de sed de que
sus discípulos. Uno le traicionó, los otros habló. Ni siquiera advierte la sacudida de
huyeron. Bastó que le prendieran para un breve pero violento terremoto que
que huyeran como ovejas cobardes; y hace gritar y huir a los dueños de la casa,
no supieron estar a su alrededor cuando mientras que Pedro y Juan, pálidos cual
moría. Uno solo, el más joven, se que- muertos, se arrastran hasta el umbral de la
dó.Ahora viene el anciano. Renegó de Él. habitación. Al ver a la Virgen tan absorta
Cuando Jesús no esté ya aquí mirándo- en su oración, lejana de todo lo que no sea
le, ¿sabrá permanecer en la fe?  Yo soy Dios, se retiran cerrando la puerta y vuel-
nada, pero en mí hay un poco de mi Hijo, ven, atemorizados, al Cenáculo.
y mi amor suple mi flaqueza y la anula

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LA RESURRECCIÓN: besas; ésta que tanto te ha hecho sufrir
En el cielo, que ahora presenta en el y que solo tú eres digna de besar?
Oriente un área enteramente rosada Bésame en el Corazón, Madre” La
que avanza cada vez más por el cielo Virgen está postrada con el rostro en
sereno —donde todavía no hay ni un tierra. Parece un pobre ser abatido.
rayo de sol— se asoma, viniendo de des- Parece esa flor de que ha hablado, esa
conocidas profundidades, un meteoro flor muerta a causa de la sed. La venta-
lleno de resplandor. Y el meteoro —cual na cerrada se abre bruscamente, y, bajo
bola de fuego de un resplandor inimagi- el primer rayo del sol, entra Jesús.
nable— desciende seguido de una bri- María, que se estremeció con el ruido y
llante estela, que tal vez no es más que que levanta la cabeza para ver qué
la huella de su fulgor en nuestra retina. ráfaga de viento ha abierto las hojas de
Desciende velocísimo hacia la Tierra, la ventana, ve a su radiante Hijo: hermo-
derramando una luz tan intensa, aterra- so, infinitamente más hermoso que
dora dentro de su belleza, que la rosada cuando todavía no había padecido la
luz de la aurora desaparece, al contacto Pasión; sonriente, vivo, más luminoso
de esta blanquísima incandescencia. que el sol, vestido con un blanco que
Los guardias levantan, espantados, sus parece luz tejida. Y se le ve avanzar
cabezas, porque junto con la luz llega un hacia Ella. María se endereza sobre sus
estampido potente, armónico, solemne, rodillas y juntando sus manos sobre el
que llena con su sonido toda la Creación. pecho, en cruz, habla con un sollozo que
Viene de las profundidades paradisía- es risa y llanto: “Señor, Dios mío”. Y se
cas. Es el aleluya, el gloria angélico, que queda extasiada al contemplarle. Las
sigue al Espíritu de Jesús, que vuelve a lágrimas que bañaban su rostro se
su Cuerpo glorioso. El meteoro se abate detienen. Su rostro se hace sereno, tran-
contra la piedra que inútilmente cierra el quilo con la sonrisa y el éxtasis.  Pero
Sepulcro. La arranca de cuajo, la echa Jesús no quiere ver a su Madre de rodi-
por tierra. Paraliza, por el terror y el llas como una sierva. Y la llama tendién-
fragor, a los guardias puestos como car- dole las Manos, de cuyas llagas salen
celeros del Dueño del Universo. Y, a su rayos que hacen más luminoso su
regreso a la Tierra, al igual que había Cuerpo glorioso: “¡Madre!”. Y no es esa
producido un terremoto cuando huyó de palabra afligida de las conversaciones y
la Tierra, el Espíritu del Señor produce un despedidas anteriores a la Pasión, ni el
nuevo terremoto. La Madre abraza y lamento desgarrado del encuentro en el
besa a su Hijo. Jesús muestra el pecho y Calvario y de su último suspiro. Es un
pregunta: “¿Y esta llaga, Mamá, no la grito de triunfo, de alegría, de victoria,
de liberación, de fiesta de amor, de

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Besa una y otra vez la herida, mientras
de gratitud. Y se inclina hacia su Madre,
Jesús acaricia a Ella. No se cansa de
que no se atreve a tocarle, y le pone sus
besar. Parece un sediento que bebe de
Manos bajo los codos doblados, la pone
un manantial y del manantial esté
de pie, la estrecha contra su corazón y la
bebiendo esa vida que se le escapaba.
besa. ¡Oh!, entonces comprende María
* “La Redención se ha realizado. Madre,
que no es una visión, que es realmente
gracias… Tus plegarias fueron mis com-
su Hijo resucitado; que es su Jesús, su
pañeras en mi viaje por la Tierra y más
Hijo quien la sigue amando como Hijo. Y
allá de la Tierra. Fueron conmigo a la
con un grito se le echa al cuello, le
Cruz y al Limbo… Han venido conmigo al
abraza, le besa, entre lágrimas y sonri-
Paraíso precediendo al cortejo de los
sas. Le besa en la Frente donde no hay
redimidos, a cuya cabeza iba Yo. El
más heridas; en la Cabeza que no está
Padre y el Espíritu las han oído y visto, y
despeinada, ni ensangrentada; en los
han sonreído como a la flor más hermo-
brillantes Ojos, en las Mejillas sanas, en
sa, pues fueron más melodiosas que el
la Boca que no está hinchada. Luego le
más dulce cántico nacido en el Paraíso.
toma sus Manos, besa los dorsos y las
Te traigo la bendición de tus padres y la
palmas, en las radiosas heridas. Y, con
de tu esposo del alma José… Ahora me
un impulso repentino, se agacha a sus
voy al Padre con mi figura humana. Pero
Pies, retira el vestido resplandeciente
no te dejaré sola. ¿Ves ese Velo? Aun en
que los cubre, y los besa.  Luego se
mi aniquilamiento, quise mostrarte una
pone de pie, le mira, pero no se atreve a
vez mi poder con un milagro, para darte
hacer más… Pero Él comprende y sonríe.
ese consuelo”.-  Ahora Jesús habla:
Entreabre su vestido, muestra el pecho
“Ha terminado todo, Madre. Ahora no
y pregunta: “¿Y esta llaga, Mamá, no la
tienes más por qué llorar a tu Hijo. La
besas; ésta que tanto te ha hecho sufrir
prueba ha acabado. La Redención se ha
y que solo tú eres digna de besar?
realizado. Madre, gracias por haberme
Bésame en el Corazón, Madre. Tu beso
concebido, alimentado, ayudado en la
me borrará el último recuerdo de todo lo
vida y en la muerte. Tus plegarias llega-
que significa dolor, y me dará ese gozo
ron hasta Mí. Fueron mi fuerza en el
que todavía le falta aún a mi Gozo de
dolor, mis compañeras en mi viaje por la
Resucitado”. Y toma entre sus manos el
Tierra y más allá de esta Tierra. Conmi-
rostro de la Virgen, apoya los labios de
go fueron a la Cruz y al Limbo. Eran el
Ella en la herida del Costado, del que
incienso que precedía al Pontífice que
manan chorros de vivísima luz. El rostro
fue a llamar a sus siervos para llevarlos
de María, sumergido en ese torrente de
al templo que no muere: a mi Cielo. Tus
rayos, aparece aureolado por esa luz
oraciones han venido

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Jesús: “Y ahora realizo otro milagro. Tú
angélica al cortejo de los redimidos a
me tendrás, en el Sacramento, real
cuya cabeza iba Yo, para que los ánge-
como cuando me llevabas en tu seno.
les estuviesen preparados para saludar-
No estarás jamás sola. En estos días lo
me como al Vencedor que volvía a su
has estado. Este dolor tuyo era necesa-
Reino. El Padre y el Espíritu las han oído
rio para mi Redención. Mucho se le irá
y visto, y han sonreído como a la flor
añadiendo continuamente a la Reden-
más hermosa, pues fueron más melo-
ción, porque mucho seguirá aumentan-
diosas que el más dulce cántico nacido
do el Pecado. Llamaré a todos mis sier-
en el Paraíso. Las han oído los Patriarcas
vos para que coparticipen de esta
y los nuevos Santos, los nuevos, prime-
Redención. Tú eres la que sola harás
ros, ciudadanos de mi Jerusalén.  Y Yo
más que todos los santos juntos. Por
te traigo ahora su agradecimiento, y al
esto era necesario también este largo
mismo tiempo, Madre, el beso y bendi-
abandono. A partir de ahora, ya no. Ya
ción de tus padres y su bendición, y la de
no estoy separado del Padre. Tú ya no
tu esposo de alma, José. Todo el Cielo
estarás separada de tu Hijo. Y al tener al
canta sus hosannas para ti, Madre mía,
Hijo, tienes nuestra Trinidad. Tú, Cielo
¡Madre santa! Un hosanna que no
viviente, llevarás sobre la Tierra a la
muere, que no es falso como el que hace
Trinidad entre los hombres; santificarás
pocos días la gente entonó para Mí. 
a la Iglesia, tú, Reina del sacerdocio y
Ahora me voy al Padre con mi figura
Madre de los que creerán en Mí. Luego
humana. El Paraíso debe ver al Vence-
vendré a llevarte. No estaré más en ti,
dor en su vestido de Hombre con el que
sino tú en Mí, en mi Reino, para que
vencí al Pecado del hombre. Pero luego
hagas más bello mi Paraíso.  Ahora me
volveré otra vez. Debo confirmar en la Fe
voy, Madre. Voy a hacer feliz a la otra
a quien aún no cree y que tiene necesi-
María (1). Luego subiré a donde mi
dad de creer para llevar a otros a creer;
Padre, y de ahí vendré a ver a quien no
debo fortificar a los pusilánimes que ten-
cree. Madre, dame tu beso por bendi-
drán necesidad de mucha fortaleza
ción. Mi paz te acompañe. Hasta
para resistir el ataque del mundo. Luego
pronto”. Y Jesús desaparece en el sol
subiré al Cielo. Pero no te dejaré sola.
que baja a torrentes del cielo matinal y
Madre, ¿ves ese Velo? Aun en mi aniqui-
tranquilo.
lamiento, quise mostrarte una vez mi
poder con un milagro, para darte ese
consuelo”. “Y ahora realizo otro milagro.
Me tendrás en el Sacramento tan real
como cuando me llevabas en tu seno.
No estarás jamás sola”.
Sintiendo con el amado
Domingo de Resurrección
Oración
Virgen María, inunda nuestro corazón de la Alegría pascual y haz que en nuestras
vidas Cristo siempre esté vivo y resucitado por la Vida de la Gracia.
Dadnos la Gracia de nunca más ofenderlo y ser enamorados como Tú y María
Magdalena.
Jesús, Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, porque solo de Ti me viene ese
amor que me sostiene, esa fuerza que me restaura y todo ese poder para seguir
luchando con valentía.
Gracias por tu eterno sacrificio de amor en la Cruz, por tu gloriosa resurrección que
me invita renovar mi corazón en tus promesas, y gracias por todos los momentos
de oración que hemos disfrutado juntos.
Ayúdame a reconocerte en todo momento, sentir que estás vivo y presente, sentir
tu cercanía y la calidez de tu voz que consuela y trae la paz al alma. Sólo tu voz
quiero seguir, solo tu voz quiero sentir.
Ayúdame a reconocer tu voz en las tristezas y alegrías, en los momentos de aflic-
ción. Quiero recurrir a ella y rendirme a tu voluntad porque Tú has derrotado la
muerte y me has dado el regalo de la salvación.

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