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2 Economia Sociedad Y Regiones
2 Economia Sociedad Y Regiones
AQUI SISIZOS
Economia
SOciedad
y regines
Juan Carlos Garavaglia
EDICIONES DE LA FLOR
diente del poder colonial
local, debe haber conducido a valorizar
enormemente su propia
belica esté,
existencia, aun cuando esa estructura
repetimos, conducida por un misionero. Y ello es
mas importante si los
su situación con la del
indigenas de las reducciones comparaban
resto de los indiosreducidos, quienes, una
vez pasado el
momento de las "entradas"
épicas de la conquista,
pocas veces servían como tropa
Esto nos lleva a otra faz del
independiente.
problema: el peso extraordinario
que tendrán las reducciones en la resolución de los
graves
enfrentamientos sociales y políticos de la región. Ya sea contra el
obispo Cárdenas y los encomenderos o contra los sublevados de
1721-1735, en sus diversas variantes, los indios tienen la oportu-
nidad de jugar frente a los blancos un rol relevante e inusitado
en el desarrollo de las luchas
sociales de la colonia. Aun cuando
este rol no sea el resultado de la libre elección del
no obsta para que esa milicia
indígena, ello
tenga un peso absolutamente inédi-
to en los enfrentamientos locales y que los mismos indigenas se-
an conscientes de este hecho.
a. El indio y el sacerdote
146
ducidos. Mientras los primeros son
no reducidos son mansas ovejas'", los indios
invariablemente "lobos feroces"'.
misionero es, entonces, convertir al lobo en El papel del
La conversión se
apoya en dos sistemas
oveja.
vamente o en forma conjunta de que se usan alternati-
Uno de ellos, que acuerdo a las
circunstancias.
podríamos
sado en la fuerza de convicciónllamar""'convencimiento'", está ba-
del sacerdote y en sus
utilizar un inagotable arsenal de dotes para
desde los "regalitos" argumentos, que se extiende
ceremonial religioso, repartidos cual espejos de
Colón, hasta el
aparatosamente
palabra uno de sus elementos clave. De exhibido y que tiene en la
la misma forma que la
palabra es un componente básico y central del
indigenas, el
sacerdote debe hacer uso de poder de los jefes
largas horas, como medio fundamental ella, a veces durante
ConversOs. para llegar a los nuevos
Pero muchas veces,
imposible decir con qué frecuencia, estos
argumentos no bastan y se acude entonces a la
na, como sistema de
conversión. Es asi como vemos
fuerza, lisa y lla-
el curso de las que, aun en
primeras fundaciones, se acude a la ayuda de la
fuerza armada hispana y más
tarde, de indigenas ya reducidos,
para convencer a los remisos.
tan con lujo de detalles Xarque y Sepp, entre otros, rela-
este tipo de "fraudes
las palabras de este último: un piadosos", según
cacique demasiado remiso a los
argumentos divinos, es tomado por la fuerza, en medio de
una
espléndida ceremonia preparada para recibirlo y unos buenos
meses de cadenas lo hacen entrar
ro no debemos
ráápidamente en razones.52 Pe
equivocarnos y achacar esta actitud a una carac-
terística específica de la Compañía; tanto en
las
franciscanas y de clérigos de fines del XVI 35, comoreducciones
en lo
podríamnos llamar una concepción religiosa heredada de la que re-
conquista, la fuerza es siempre un elemento necesario de la con-
versión del infiel. Un canónigo de la catedral de Buenos
Aires lo
dirá, en 1673, con palabras de una claridad meridiana:
mostrada la experiencia que este gentio mas se "...tiene
que al amor, primero al arcabuz que a la cruz.
sujeta al temor
Pues sólo perseve-
ran xpianos
aquellos Pueblos que fueron primero atemorizados
de las armas...'.54
147
Y es asi como las dos variables que componen el meollo de la
dominación blanca sobre el indigena, el control ideologico y la
fuerza desnuda, hacen su aparición en la experiencia de las mi-
Siones jesuiticas desde el comienzo mismo de las relaciones entre
el sacerdote y el indio.
148
más inusitados
lospropios indigenas atribuyan muchas veces los
poderes a los sacerdotes de su reducción.8
Y es así como nos enfrentamos con otro problema, estrecha-
mente ligado a lo que venimos analizando: la dificultad que tiene
el sacerdote para entender la "racionalidad" del accionar indi-
gena. Aun los más inteligentes de entre ellos, que elogian
sin embages la habilidad del indio para algunas tareas (como el
rastreo de huellas, el desempeño de "artes mecánicas'" o la acti-
vidad musical), se muestran totalmente miopes cuando se trata de
comprender qué relación puede haber entre el mundo cultural
del
propio indigena y la red de capacidades desarrolladas en fun-
ción de ese mundo. Incluso algunos ejemplos, transcriptos por
los propios sacerdotes, donde se puede comprobar la clara ade
cuación entre tecnologia indigena, esfuerzo puesto en práctica y
recursos naturales disponibles, suelen suscitar acerbas críticas en
el observador cuando este accionar escapa a una concepción
europea de la cuestión.59
De este modo llegamos a un punto clave, que recorta uno de
los aspectos del caracter de las reducciones como fenómeno co-
lonial: la negativa a considerar al mundo indigena como otro
mundo y su inclusión en un submundo, un mundo subalterno,
lleno de irracionalidad, donde sólo la presencia del
dote permite la llegada de un poco de luz de razón.
padre/sacer-
y
149
impregnaron a la tradición occidental sobre el tema-, están le-
jos del paraiso. La verdad es que desde el "Paraiso de
Mahoma" hasta "El cristianismo feliz", la región abunda en
campos eliseos... al menos en la historiogralia...
La represión tiene dos variables que se complementan mu-
tuamente. Una, la menos visible "cadenas invisibles" diria un
eronista ilustrado al referirse a ella- tiene la habilidad de
arraigarse en aspectos muy profundos de la cultura indigena. Es
asi como aparecen todos los matices de reconversión
esa y las danzas que
operado los jesuitas y la religión, la música
han
forman
forman
un todo que acompaña cada tarea cotidiana de la vida reduc-
cional: no hay actividad colectiva, por nimia que sea, que no
tenga una determinada carga religiosa o que no esté acompaña-
da por
una manifestación
musical. Desde pequeños, los indige
nas aprenden a medir el paso de las horas por el tañer de las cam-
panas de su iglesia. Desde pequeños saben que la música acom-
paña y ritma cada ocupación cotidiana. También la magnificen-
cia de las iglesias es un fenómeno cuidadosamente estudiado. No
pocos testimonios nos informan de la avidez de los indigenas por
emular en riquezas y ornamentos a un pueblo vecino. Y en este
caso, también las fuentes de la Compañía no,dudan en otorgar a
este despliegue su verdadero papel en la
sujeción del indígena.60
Pero hay un aspecto de la represión
ideológica que tiene una
manifestación especifica en las misiones de la Compañía: la ne
gativa a que los indigenasS aprendan el castellano. Parecería
contradictorio tomar este elemento como formando parte de la
represión ideológica y se podria suponer que nos hallamos ante
un intento de ""preservar" la cultura
indígena. Pero nada más
alejado de las intenciones, por otra parte manifiestas, de la
Compañía. La negativa al uso del castellano es uno de los ele-
mentos que obliga al indio a la mediación del
sacerdote. Pero co-
mo es imposible
suponer que ningún indígena aprendería cas-
tellano y dado que en las reducciones mismas existen escuelas
(...no para que lleguen a hablar o entender el castellano o el la-
tin, sino para que sepan cantar en coro... y
para que los niños
que nos sirven puedan leernos lecturas
rante la comida en el refectorio"
españolas o latinas... du
6l), las instrucciones de los su
I50
neriores de la orden son estrictas acerca de cstas lecturas: "No se
nermita que los Indios lean nras. Reglas en romance qdo. se leen
en el Refitorio,sino en latin, ni que vean nros. ordenes, instru-
ciones o carlas de los Supes... para que se escuse que anden nros.
libros en manos de indios... y pacen las noticias a los demas In-
d i o s . . "62
151
yor fuerza de testimonio si recordamos que son del padre Jayme
Aguilar, visitador de la Compañía en el año 1735.65
E n una palabra y para retener aquí lo fundamental de esta vi-
S1on que se nos da del indigena: el indio es un ser niño/irra-
Clonal, euyos patrones de comportamiento no son todavia -un
todavía" que es en realidad un 'nunca'"-civilizados y por lo
Tanto sólo la presencia del sacerdote/padre/organizador asegu-
ra la racionalización de la vida y de la producción en el marco de
las reducciones. Es este silogismo el que explica la necesidad mis-
ma de la existencia de la reducción como institución para huma-
nizar al indigena y asegurar, en un plazo indeterminado, su paso
a un mundo donde las concepciones de Dios, tiempo, trabajo y
vida sean racionales.
152
distribución controlado anteriormente por los jefes indigenas y
que ha sido "inflado" por los jesuitas a los efectos de que las re-
ducciones puedan autoabastecerse y contribuyan además, como
el resto de las casas y Colegios de la Compañía, al mantenimien-
to de la Orden. O sea que esta "inflación'" del (upambaé lleva al
máximo y subvierte la figura de redistribución que la etnología
contemporánea ha dibujado para las sociedades "primitivas".
A nuestro entender, ha sido Louis Necker, en su trabajo sobre
las reducciones franciscanas en la región, quien ha
señalado por
vez primera y claramente el íntimo parentesco de estas institu-
ciones supuestamente jesuíticas y las figuras de reciprocidad y
redistribución.66
Veremos ahora a través de algunos problemas planteados en
el funcionamiento cotidiano de la economía reduccional, la for
ma en que se complejiza este modelo, mostrando por un lado,
las raíces indigenas que continúan perviviendo en ciertos aspec-
tos de esta economía y por el otro, la dificultosa aparición de
patrones ""racionales" en el comportamiento económico indige-
na. Ambas vertientes de esa misma realidad, nos mostrarán más
claramente la simbiosis de falacias y semiverdades encerrada en
las aserciones de los misioneros acerca del indigena.
153
delo jesuítico era su triunfo sobre los jefes/hechiceros; este
triunfo debe haber quitado considerable poder al cacique, pero
es evidente que la institución sigue en pie. Y no nOs referimos
-el inten-
aqui los aspectos establecidos por las leyes hispanas
a
sus "vasallos'" a loos
to de reforzar el poder de los caciques sobre
de la relación
de convertir a los jefes en intermediari0s
erectos va más
colonial-68 sino a la existencia de otra realidad, que
allä del papel de comparsa de la autoridad española.
fundar un nuevo
El padre Sepp nos cuenta cómo, al intentar
la reducción de San
pueblo dado el crecimiento demográfico de
a los caciques para
Miguel de la cual él era el sacerdote, convoca
tratar el problema de la mudanza. Una vez convencidos éstos de
afirma que resolvió
la necesidad de la nueva fundación, Sepp
.asignar a cada cacique los campos y pastoS que correspon-
den al número de sus familiares y vasallos..."y que
a"...un ca-
en su poder le adjudiqué
Cique que tenia sesenta a setenta indios
unas tierras fértiles atravesadas por un arroyo alegre..."".69 Si
bien la fuente no lo afirma categóricamente, es evidente que las
tierras en cuestión son las pertenecientes al abambaé y que en-
tonces el jefe era el encargado de poner en posesión de su parce-
la a cada '"vasallo'"; éste recibirá de sus manos la tierra redistri
buida y no de manos del sacerdote.
Otro testimonio, de una época cercana al anterior, nos
muestra a algunos caciques quejándose a un padre visitador y pi-
diendo 'que...se les restituyan algunos de sus vasallos que mo-
ran en otros Pueblos..."; ello da lugar a una serie de medidas
para efectuar esa restitución.70 Por supuesto que la palabra va-
sallos que las fuentes usan una y otra vez-Sepp dice que el
cacique *... es un señor feudal que dispone de muchos va-
sallos..."-71 no debe hacernos sacar conclusiones equivo-
cas. Pero este último testimonio nos dice algo más sobre el rol de
los jefes: si éstos piden que se les restituyan sus hombres y los
padres aceptan esa restitución, es que no solamente la institución
sigue muy viva, sino que el cacique continúa obteniendo positi-
vas ventajas con la presencia -y posiblemente el trabajo- de
sus subordinados. Y no nos referimos sölamente al hecho de que
el cacique, probablemente, reciba como parte de las obligaciones
154
debidas a su autoridad, el trabajo de sus "vasallos'" en la parcela
de su unidad doméstica, sino también a todo un mundo de pres-
tigio que sigue funcionando aun dentro del marco de la reduc-
ción.
Pero veamos otro aspecto del papel de los jefes. Una cita nos
ilustrará acerca de la persistencia de algunas huellas de la rc-
ciprocidad tribal *Para que en tiempo de chacarería no se pierda
la (?) gente se juntaran con cada Casique sus vasallos y
juntos
todos haran un dia la chacra de uno hasta acabarla y si fuere ne-
cesario más dias 1ambién; y después juntos todos la chacra de
otro y assi las de los demas vasallos de cada casique''.72 La cita
es transparente. Nos muestra
como, pese a la imagen quc
quieren dar reiteradamente de si mismos como únicos
organiza-
dores de la producción, los jesuitas siguen haciendo descansar
una parte importante de ésta en los
viejos modelos de reciproci-
dad aldeana. Y este ejemplo está
lejos de ser el único.73
Y no es casual que se señale esta
fuerza en el abambaé: para el
supervivencia con mayor
indigena del común no era dificil
comprender necesidad de ayuda mutua en el laboreo de la par-
la
cela doméstica de cada unidad; era
por el contrario, mucho más
compleja la situación del tupambaé, que si bien oficia en los mo-
mentos de carencias como redistribuidor. resulta
claro para el
indio que él no controla en absoluto el destino final de
los produc-
tos de trabajo en ese sector. Un corregidor indigena de un
su
155
Existe un sector de propiedad individual?
El modelo descripto, con su división entre tiempo de traba-
jo dedicado a la reproducción del productor y su familia y tiem-
po de trabajo orientado hacia la comunidad, excluye la posibili-
dad de apropiación individual de
algunos recursos? La respuesta
debe ser muy matizada.
Obviamente, cada unidad doméstica es propietaria de los
medios de trabajo indispensables que, excepto
mentos de hierro, es casi algunos
instru-
siempre resultado
el del trabajo del pro-
pio productor, continuando de esta forma toda una
tradición
anterior. El resto de los utensilios, confeccionado
por los artesa-
nos del pueblo, es recibido de la comunidad y poseido por el
ductor en su calidad de cabeza de una unidad doméstica. pro
Hasta aqui no hay problemas. Estos comienzan a
cuando recordamos que algunos surgir
artesanos-por ejemplo, los te-
jedores-reciben una porción del producto de su trabajo (en es-
te caso minima, pues alcanza a 4 varas
cada 200 varas tejidas), lo
que los coloca objetivamente en una cierta situación de diferen-
ciación social frente al resto de los
Pero el asunto se complica cuando nos
indigenas de la comunidad.
referimos a la produc-
ción yerbatera. Una serie de fuentes, bastante
extendidas en el
tiempo y harto claras en su significado, no dejan
en los primeros lugar a dudas
tiempos, el indio tenía derecho a apropiarse di-
rectamente de una cierta cantidad de
dia su '"tributo", como dicen las yerba --todo lo que exce
ner cualquier
fuentes- y esa yerba podía te-
destino, incluso podia ser vendida.
En una información de
1655, uno de los
explicito: "...dixo que la dha. yerba es de los testigos es bastante
de dhas. reduciones. La yndios particulares
qual este testigo vio estando en dhas. Re-
ducciones la benden y truecan como cosa
sonas a xeneros y este
suya
testigo lo esperimento
a
diferentes per-
por haverles trocado muchos xeneros con dhos.
yndios
mo le consta como en las por dha. yerba y ansi mes-
ciudades donde llegan hazen lo
canviandola y trocandola como cosa propio
na es suya...".75 O el
propietario de la porción de yerba que ha sea, indige-
producir -no se olvide que estamos aún en la contribuido a
época de los yer-
156
bales silvestres-y debe entregar al sacerdote sólo la llamada li-
mosna.
En laprimera época de esta limosna, que las órdenes de los
visitadores de la Compañia prohiben repetida e inútilmente que
se exija en forma compulsiva,76
surgirá el esbozo primitivo del
tupambaé, como parece insinuarlo otro testigo de la informa-
ción de 1655, el padre Thomas de Ureña,
vincia platense de la orden.77
procurador de la pro-
Pero medida que transcurre el tiempo, se observa una
a
inflexión progresiva en esa antigua costumbre de que los indige-
nas conservaran la propiedad de una parte de la yerba por ellos
producida. En la carta del provincial Tomas de Baeza de 1682,
se advierte que ""...a los Indios que vienen del yerbal no se les
re
gistre los sacos o cestos...ni menos se les obliguen que lo lleven a
la casa del Pe. sino que voluntariamente los llevan
quando quieren
comprar algunas cosas de que necessitan, exeptuase la
yerba tocante al tributo o tupambae, como esta en uso'".78 Es
decir,hay aquí un cambio evidente: el indigena entrega la parte
correspondiente al tupambué -las fuentes insisten en llamarlo
tributo-y esto lo hacen sin contrapartida. Pero, la yerba res-
tante, ya no puede ser vendida "...como cosa suya a diferentes
personas...", como afirmaba el testimonio de 1655, ahora, debe
ser trocada con el sacerdote, quien de esta forma, funciona co-
mo lo hacian los curas (y más tarde, los administradores laicos)
de los restantes pueblos indigenas de la región. De todas mane-
ras, hay aquí todavia una considerable libertad en la disposición
que tienen los indios de su yerba.
A fines de este siglo el cambio que se percibe ya es radical.
Una información de 1707, nos dice que "..a los indios benefi
ciadores [de la yerbaj se les paga 2 baras de lienzo por cada arro-
ba de yerba que traen para el comun...". Y la carta del visitador
Jayme Aguilar de 1735 confirma esta tendencia: *"Y advierto ge.
el Indio ge. va al yerbal n0 se les puede con rigor
obligar a qe.
entregue mas yerba qe. la qe. buenamente basta para pagar su
tributo si fuese tributario y no se les debe sacar nada
por el
avio... lo demas pagandoselo en Jorma ordenada..." el 79,; subra-
ado nos da el sentido de csta instrucción: la yerba perteneciente
IS7
al uributo/1upumba es entregada por el indigena sin contrapar
ida (recordemos que, en los primeros tiempos, esto se daba co-
mo limosna...), pero el resto se entrega inediante el pago de las 2
varas de lienzo preestablecidas.
Resumiendo. Pareceria que hay una clara tendencia a dejar
de lado la práctica de permitir que el indigena poseyese una por-
Cion de yerba propia - l a última fuente no hace la mas minima
mención a la posibilidad de venta en otra parte e incluso, parece
indicar que toda la yerba debe ser entregada, aun cuando será
pagada por el misioneroy podríamos aventurar una explica-
ción. Ante todo, estamos ya en la época de los yerbales cultiva-
dos en la mayor parte de los pueblos y ello, pensamos, acentuó el
dominio del misionero sobre todo el proceso de producción de la
En las antiguas expediciones a los yerbales silvestres, los
yerba.
indios gozaban de una mayor autonomía y podian controlar me-
vericuetos.
jor un proceso del que conocían todos los secretos y
Pero, además, existe otro hecho importante: la yerba se sigue
utilizando en determinados contextos de la cultura indigena con
un claro sentido ritual y no seria arriesgado suponer que la posi-
bilidad de repartir un poco de yerba haya seguido siendo una
fuente de respeto para algunos miembros de la comunidad. Al li-
mitar la posesión de partidas individuales, la Compañía de Jesús
limita las fuentes de poder y de prestigio autónomas de algunos
indios. Una vez mås, comprobamos que el tal "modelo" jesuita
no existe a priori y se va construyendo lenta y trabajosaniente...
El ritmo de trabajo
158
menor que la de las sociedades
occidentales y se extiende
espacio de tiempo y con un ritmo en un
159
herreros, plateros, etc.-, a los efectos de evitar una interrupción
del trabajo en el oficio, el abambaé se intercala semana de por
en su taller y otra en la
medio, o sea que trabajan una semana
chacra.85
Fuera de la época de sementeras-seis meses aproximada-
la ocupación principal
mente, de julio a noviembre/diciembre-
en la tarea mis-
se divide entre las expediciones a los yerbales (o
ma de producción de la yerba, si el pueblo cuenta con yerbales
no silvestres) y los viajes a los oficios para llevar y traer las mer-
160
cias, sus olvidos y sus siestas-es una de las tareas centrales del
esfuerzo misional y es otro de los puntos más evidentes de
confluencia entre el mundo reduccional y el mundo colonial tout
court. Será gracias a este esfuerzo realizado por los misioneros
que el indio, lentamente convertido en campesino, podrá '"in-
tegrarse" algún dia en el mercado de trabajo. No olvidemos que,
pese a lo que quiere una tradición historiográfica apenas despe-
gada de la hagiografia, el indigena huido no se 'refugia en los
bosques, ni se "interna en la selva", sino que se convierte en
hábil marinero, arriero o peón de campo; es decir, continúa en
otro marco, un estilo de vida duramente aprendido en la reduc-
ción.
161
Cuadro 1
Promedio anual de envíosa los oficios desde las
1731-17455
reducciones:
yerba 11.745 arrobas
lienzos 14.873 varas
tabaco 811 arrobas
azúcar 194 arrobas
cueros 282 unidades
pabilo 104 arrobas
algodón 28 arrobas
Fuente: véase nola 92.
Cuadro 2
Promedio anual de envíos a los oficios desde las reducciones:
1751-1756
La yerba mate
163
aumentan y se Situan, aproximadamenta
rios, los porcentajes
total.>/ Subrayemos que las cifrae
entre un 20 y un 30% de ese ras
l corresponden a una epoca de cri.
presentadas en el cuadro
sis local, tanto para las reducciones (tuerte intlex1on de la curva
demográfica) como para los productores paraguayos, que lenta
mente van emergiendo de la
confusa situación ocasionada no
164
Los cueros al pelo
Otros productos
tabaco y el azú-
tendremos los dos artículos más destacados: el
fundamentalmente en los
car. Estos dos rubros, producidos
cercanos a Asunción-y en
los
cuatro 'pueblos de abajo'"-los
oscilar la participación de
situados sobre el rio Uruguay, hacen Santa
total de lo comercializado en
las reducciones en el monto azúcar y de un 15 a
de un 30a un 60% para el
Fe y Buenos Aires,
tabaco.
un 30% para el
comprobar, si bien estamos lejos de las can-
Como podemos las reduc
fabulosas manejadas por algunas fuentes,
tidades
tienen una participación importantísi-
ciones, indudablemente, Es decir
tráfico de los principales productos regionales.
ma en el en la yerba
dominancia total en los lienzos de algodón y
que esta el azúcar, dejando
ese
para el tabaco y
segundo plano
caaminií y período- se hace
un ültimo lugar-en este
los para
cueros
sobresaliente si recordamos que los
fun
oficios
mucho más una fuerza muy
forma monopólica, lo que les otorga
en
de sus competidores, los
cionan comer-
165
:
166
ciantes y productores del Paraguay. Si bien no interesa a
este tra-
bajo los variados aspectos de la orden como
te que este caracter altamente
empresa, es eviden-
competitivo de los oficios frente a
la producción de otros sectores de
la vida económica
regional en
todos suS rubros, sumado a la lucha
-perdida por los encomen-
deros paraguayos- por el control de la fucrza de
trabajo que
produce esos mismos articulos, es el que funda los 150 años de
desencuentros y enfrentamientos entre los colonos y las
reducciones.
Gráfico 1
RESUMEN TO0TAL
I Yerba
Lienzo
572 E1abaco
Cuero5
Azúcar
=27
167
2. Las diversas subregiones
dentro del mundo misionero guarani
168
Gráfico 2
Buenos Aires
Composición en pesos de los envíos a
(1731-67) y Santa Fe (1730-45)
REGION I Yerba
ELienzo
ETabaco
Cueros