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Sinopsis
Traducido por Júls

Corregido por Neptbell

Cuando Ben dejó a Liz hace diez años, ella pensó que su mundo había
terminado. Ahora, un encuentro casual que lo ha llevado a estrellarse
de nuevo en su vida, y con él las mismas pasiones que había sentido
hace una década. Ahora Liz debe elegir, negar los impulsos y el deseo
que se levanta dentro de ella o encontrar una manera de perdonar al
hombre que la abandonó cuando ella más lo necesitaba.

Primer libro de la serie Lost Love.

2
Staff
Moderado, Traducido y Corregido por:
Júls

MoN_Sookie

Neptbell

Diseño
Júls

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Índice

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Capítulo 1
Traducido por Júls

Corregido por Neptbell

Liz amaba conducir por Old River Road. Era un camino largo y sinuoso
entre los bosques, y ella apreciaba su belleza. La mayoría de veces, sin
embargo, amaba que no hubiera ningún sitio para que los policías se
sentaran y se escondieran. A Liz le encantaba conducir, y le gustaba
más conducir rápido. Para un recién llegado, este camino podría ser
intimidante, pero Liz llevaba viviendo en Milton toda su vida. Ella había
estado conduciendo a casa desde el trabajo por esta carretera durante
los últimos diez años, y antes de eso, era el camino que seguía para
volver a casa desde el trabajo. Esta era su casa, y nada de aquí la
sorprendía.

Bueno, nada la sorprendía hasta que escucho el sonido de una sirena y


vio las luces azules detrás de ella. 5
—¡Oh, tienes que estar bromeando! —gimió mientras aparcaba su coche
a un lado de la carretera. ¿De dónde había aparecido el policía?
Realmente no había ningún lugar donde esconderse. Ni siquiera se
había dado cuenta de que pasaba un coche. En el espejo retrovisor, vio
a un hombre alto con uniforme de policía acercarse. Cerró los ojos y
respiró profundamente para calmarse antes de bajar la ventanilla.

—¿Puedo ver su licencia, el registro, y su seguro, señora? —preguntó el


policía. Su voz era profunda y de alguna manera, reconfortante.
Instintivamente, Liz se sintió segura.

—¿Hay algún problema, oficial? —preguntó tan amablemente como


pudo, mirándole dulcemente. Cuando sus ojos se cruzaron, ella se
quedó inmóvil. Conocía esa cara. La fuerte mandíbula, los ojos verde
profundo—¿cómo podía haber olvidado la chispa de malicia que tenía?
¿O el pelo castaño claro que era tan suave que prácticamente le rogaba
que pasara sus dedos por este una vez más?

—¿Lizzie? —Parecía tan sorprendido de verla. Sus músculos se


tensaron. No podía dejar de notar lo bien que se le ajustaba el uniforme
de policía, seguía teniendo cuerpo de atleta. Liz solo podía desear que
no se sonrojara por la idea de su cuerpo.
—Ben… ¿Qué diablos estás haciendo aquí? —ahora que el shock había
desaparecido, Liz estaba empezando a sentir esa vieja rabia
familiarizada con el simple pensamiento de Ben que siempre despertaba
en ella. En la escuela secundaria, él siempre la había hecho
apasionada, pero en la última década, la emoción más fuerte que él
provocaba en ella había sido la rabia.

—Yendo a casa. —dijo simplemente. Cuando ella era fuego enfadada—él


era hielo. Él prácticamente se convertía en un robot—tranquilo, fresco y
profesional—. Licencia, registro y seguro, por favor.

—¿En serio? —Preguntó con enojo—. ¿Realmente vas a ponerme una


multa? —En los miles de sueños que había tenido sobre su
reencuentro, nunca se lo había imaginado así. Sus sueños siempre lo
mostraban destrozado, pidiendo ser perdonado por abandonarla. Ahora
así estaban, y él estaba tan tranquilo como siempre, escribiéndole una
multa. ¡El nervio!

—¿Sabes lo rápido que ibas? —le preguntó, aparentemente


imperturbable a su furia. Ella quería salir de su coche y darle una
bofetada. Al menos, eso pensaba que quería hacer. Su cuerpo parecía
tener otras ideas. Había pasado mucho tiempo desde que un hombre
había hecho latir su corazón tan rápido.
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Tal vez por eso él había decidido establecer un control de velocidad en
Old River Road. Se había dicho a su mismo que era porque recordaba lo
rápido y violento que solían conducir los adolescentes por esta zona,
pero tal vez solo deseaba que ella siguiera haciéndolo.

Ella seguía justo como la recordaba—llena de fuego, pasión y vida. Los


últimos años la habían envejecido un poco, pero seguía siendo su
hermosa Lizzie. También seguía enojada con él por irse. Por si tenía
alguna duda, el modo en que prácticamente le escupió—. Te fuiste. —
Era prueba suficiente. Sabía que le había hecho daño su marcha, ¿pero
ella no podía ver cómo le dolía que se declinase irse con él?

Después de graduarse del instituto, Ben había tenido grandes planes.


Quería dejar atrás Milton y ver mundo. Quería ir a la universidad.
Había mucho ahí fuera para ver y hacer, más allá de las fronteras de
este pequeño antiguo pueblo. Le había pedido a Lizzie, la chica que
consideraba el amor de su vida que se uniera a él, y ella se había
negado. Él sabía que amaba su pueblo natal, pero había pensado que
tal vez lo amaba a él más. Aparentemente no.

Mientras volvía a su coche, se admitió a si mismo que aún la quería.


Durante todo el tiempo que estuvieron hablando, le llevó cada pizca de
autocontrol que tenía comportarse como un profesional. Puso todo su
empeño en mantener la voz firme cuando no podía dejar de pensar en
todas las veces que habían conducido por este camino, juntos. Estaba
casi seguro que ella las había estado recordando también.

Una parte de él quería subir en el coche con ella y conducir a su lugar


escondido en el bosque una vez más. Fue donde habían tenido sexo por
primera vez, ultima vez, y muchas en medio. Quería llevarla de vuelta
allí y recordarle lo bien que habían estado juntos, y mostrarle el error
que había cometido al no ir con él.

Por supuesto, no lo hizo. Eso sería una irresponsabilidad y un abuso de


su poder como agente de policía. En cambio, solo escribió la multa y se
fue.

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Capítulo 2
Traducido por Júls

Corregido por Neptbell

Esa noche, Liz se encontró a si misma conduciendo de vuelta a la vieja


ruta de senderismo de Old River Road. No podía dejar de pensar en la
primera vez que Ben le había hecho el amor en medio del bosque.

Fue el día después de su diecisiete cumpleaños, y él solo era unos pocos


meses mayor. Todavía era otoño, y el aire era un poco frío. En los últimos
meses, ellos habían parado aquí a beber cerveza robada a su hermana
mayor y simplemente a hacerlo. Esta noche iba a ser diferente. Ella cogió
prestada la camioneta de su padre, y puso unas cuantas mantas en la
parte posterior. Más importante, a principios de la tarde, había conducido
a la farmacia que había a dos pueblos para comprar condones.

Esta noche finalmente estaba lista para estar con Ben. 8


Lizzie sabía que tan pronto como el vio la camioneta, Ben entendió que
esta noche sería diferente. Cuando aparcaron en su lugar secreto en el
bosque, él estaba tranquilo. Suavemente, él sostuvo su cara entre sus
manos. Él la besó suavemente en los labios antes de preguntarle:

—¿Estás segura? —Su preocupación por ella hizo que Lizzie le quisiera
aún más. Cualquier temor que tuviera simplemente se desvanecía con su
presencia. Se sentía segura en sus brazos.

—Sí. —dijo ella, sonriéndole—. Estoy lista. —Se metieron en la cama de


la furgoneta, y él la ayudo a descansar sobre las mantas. Era la primera
vez para ambos, pero a pesar de que estaban nerviosos, estaban muy
enamorados. Poco a poco, con torpeza, se desnudaron el uno al otro.

—Te quiero mucho. —Le susurró Lizzie mientras se quitaba el cinturón.

—Yo también te quiero, cariño. —Murmuró mientras salía de sus


pantalones vaqueros. En ese momento, los dos estaban completamente
desnudos. Ben la cogió en sus brazos y la besó suavemente. Podía sentir
cada centímetro de él, presionado contra ella. Él era tan fuerte.
Tentativamente, ella bajo la mano para intentar tocar su pene. Ella nunca
había visto o tocado uno antes y no estaba muy segura de que esperar.
Cuando ella lo agarró con su mano, él gimió.

—Oh, dios, Lizzie—espera, necesitamos mis vaqueros; tengo un condón


en mi cartera.

—Está bien—yo también tengo uno. —Dijo ella, moviéndose alrededor


para tirar la caja de su bolso—. ¿Cómo sabias que iba a ser esta noche?

—No lo sabía —admitió—. He estado llevando un condón en mi cartera


desde hace semanas por si acaso.

—Todo un boy scout—siempre preparado. —bromeó ella mientras abría la


caja. Cogió uno y lo abrió—. ¿Quieres que trate yo de…?

—Si quieres —dijo—. Si no te sientes cómoda, lo puedo hacer yo.

—Creo que me gustaría probar —decidió. Con cuidado, le puso el condón.


Un escalofrío de emoción le recorrió. ¡Finalmente estaba pasando! Ella y
Ben iban a hacer el amor.

Él la cogió en sus brazos y la besó una vez más, haciéndola rodar de


manera que su espalda estaba contra la cama del camión. Llegó entre
sus piernas y comenzó a buscar su apertura. Ambos eran totalmente 9
inexpertos, por lo que le llevó un momento encontrarla. Lizzie se
estremeció al sentir su fuerte dedo sondeando su humedad. Finalmente,
encontró lo que estaba buscando y deslizó un dedo dentro de ella. Lizzie
sintió que sus músculos se apretaron contra el extraño intruso.

—Dios, ¡eres tan pequeña! —jadeó, deslizando lentamente el dedo dentro


y fuera de su cuerpo. Sintió como su cuerpo comenzaba a relajarse,
acostumbrándose a su presencia ahí. Pronto ella se había estirado y
mojado lo suficiente para que él pudiera introducir otro dedo en su
apretado canal.

—¿Piensas que estás lista, Lizzie? —le preguntó—. Creo que me voy a ir.
Quiero estar dentro de ti.

—Eso creo —dijo Lizzie. Por un momento, se sintió un poco preocupada,


pero luego se relajó. Amaba a Ben y confiaba en él—. Sí, estoy lista Ben.

Ben se movió de modo que estaba apoyado sobre sus manos mientras
suavemente pasaba por su pequeña entrada. Parecía estar teniendo
problemas para encontrarla de nuevo, por lo que Lizzie se estiró y lo guió
hacia dentro. Él empujó hasta el fondo de ella. La cuál se quedó sin
aliento por el dolor. No fue solo el dolor de romper el himen. Sus dedos
habían ayudado, pero ella no se había dado cuenta de lo grande que era
un pene. Pensó que sería como poner un tampón, solo un poco más
grande. Pero era completamente diferente. No había tampón en el mundo
que fuera tan grande como un hombre.

—¿Estas bien? —preguntó él, su voz sonando tensa y preocupada. Ella


se dio cuenta de que estaba casi al límite de su autocontrol, y lo amaba
por eso.

—Estoy bien. —Dijo ella, cerrando los ojos, así él no vería que estaban
llenos de lágrimas—. Solo ve despacio, ¿vale? —Tan lentamente como
pudo, Ben empezó a deslizarse dentro y fuera de ella. Estuvo así por lo
menos treinta segundos hasta que se fue. Lizzie se preguntó si esto era
normal.

Después de que terminara, salió de ella y se tumbó sobre su espalda. Su


brazo izquierdo la abrazó y ella apoyó la cabeza contra su pecho.

—Te quiero mucho —susurró él.

—Yo también te quiero.

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Capítulo 3
Traducido por MoN_Sookie

Corregido por Neptbell

Los pensamientos de Liz fueron interrumpidos por el sonido de otro


coche. Se paró al pie de la colina, y pasado un momento, oyó a un
hombre caminando por el bosque hacia ella. No tenía ninguna duda de
quién sería.

—Vete— le gritó, en cuanto pudo ver su rostro.

Se dio cuenta de que había cambiado su uniforme e iba sólo con


pantalones vaqueros, una camiseta y chanclas.

—Cálmate —le ordenó.

Su aparente falta de emoción la enfureció aún más.


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—¡No me trates como a una niña! —cogió un palo y se lo tiró. Él lo
esquivó fácilmente—. ¡Tú no deberías estar aquí! ¡Te fuiste!

—He vuelto —respondió con calma—. Y tengo el mismo derecho a estar


aquí que tú.

—¡Tú! ¡Petulante, desagradable, arrogante, estúpido, trol sin corazón! —


gritó.

El corazón le latía más y más rápido. Ella quería matarlo. O tirárselo.


No estaba muy segura de cuál de las dos cosas. Cogió otro palo y lo tiró.
Lo odiaba cuando era así—quería que se sintiera tan enfadado como lo
había estado ella. Sólo quería que reaccionara.

Ben esquivó otro palo mientras Lizzie empezaba a insultarlo. Desde


luego, no había perdido su fuego. Podía sentir sus propias pasiones
empezando a crecer en él, pero rápidamente las aplastó hacia abajo. Su
autocontrol era más importante para él que cualquier otra cosa.

—Lizzie, sé que estás enojada, pero ¿podemos hablar de esto? —incluso


diez años después, todavía hacía que su pene se moviera.

Trató de forzar la sensación de distancia, pero tuvo que admitirse a sí


mismo que lo único que quería era rasgar la blusa que llevaba puesta.
—¡No. Me. Llames. Lizzie! —gritó ella, tirándole piedras pequeñas
después de cada palabra, eventualmente conectadas.

Con el dolor que sintió cuando una piedra le golpeó en la pierna, el


autocontrol de Ben finalmente explotó. Otra mujer estaría
probablemente asustada si avanzaba hacia ella casi gruñendo, pero en
los ojos de Lizzie, vio algo parecido al triunfo mientras eliminaba la
distancia entre ellos. Cogió su cara entre las manos y le metió la lengua
en la boca. Sintió que sus dedos se enterraban en su pelo,
manteniéndolo tan fuerte como la abrazaba. Él reclamó su boca,
haciendo estragos en ella, afirmando su derecho a estar allí.

—¡Te llamaré como me dé la gana! —gruñó después de apartarla lejos.


Miró directamente a sus ojos, que lo miraban ferozmente.

—Te odio —dijo entre dientes.

—¡Muy bien! —le espetó. Deslizó sus dedos en los agujeros entre los
botones de su blusa y tiró apartándolos con un movimiento rápido. Los
oyó arrancarse y vio algunos botones volando, pero no le importó. Metió
la mano en el sujetador y sacó sus pechos, exponiéndolos a la vista y al
aire fresco de la noche. En un segundo de claridad, se detuvo y se
preguntó a si mismo cómo reaccionaría. Si ella lo empujaba lejos, 12
quería creer que podía controlarse a sí mismo lo suficiente para irse,
pero, honestamente, no lo sabía.

Lizzie se quedó sin aliento cuando la brisa fresca golpeó sus pechos y
luego tomó represalias arrancándole la camisa. Le ayudó y tiró de ella
antes de enterrar su cara en sus hermosos y grandes pechos. Oyó el
gemido de placer de Lizzie mientras se deslizaba un pezón en la boca y
comenzó a molestar al otro con el pulgar y el índice.

Podía sentirla tirando de su cinturón, pero estaba demasiado ocupado


para ayudarla. Pronto lo consiguió y empezó a desabrochar el botón y la
bragueta de sus pantalones vaqueros. Él gimió cuando ella sacó su
polla y comenzó a frotarla lentamente con su mano, hacia arriba y hacia
abajo. Se sentía como un adolescente de nuevo, dispuesto a perder el
control en cualquier momento. Él la apartó para que pudiera tirar de
sus pantalones y bóxer completamente. Mientras lo hacía, tomó la falda
y las bragas. Ella estaba desenganchando su sostén mientras se ponía
de espaldas a sus brazos.

Con una mano sostenía la parte posterior de la cabeza y la besó. Con la


otra mano, se acercó a la puerta del coche. Tuvo cuidado de no dejar
que se golpeara con la cabeza al caer juntos en el asiento trasero. Sin
descanso o advertencia, metió el pene en su cuerpo. Él sabía que iba a
estar lo suficientemente húmeda para él. Se quedó con la boca abierta
por la sorpresa mientras empujaba todo el camino dentro de ella. Se
sentía tan bien estando dentro de ella una vez más. Puso un ritmo lento
y constante mientras comenzaba a deslizarse dentro y fuera de su
cuerpo. Sus piernas envueltas a su alrededor, mientras trataba de
empujar más profundo y más lejos en su paso mojado. Ella igualó su
ritmo, clavándole las uñas en la espalda. Vagamente, se dio cuenta de
que probablemente le había hecho sangre, pero en ese instante, en lo
único que podía pensar era en ella y lo bien que se sentía al estar
dentro de ella otra vez.

Él la conocía lo suficiente para saber lo cerca que estaba de la orilla y


cómo llegar allí. Él se movió entre ellos y empezó a frotar su clítoris
mientras empujaba dentro y fuera de ella. Sus gemidos crecieron, cada
vez más fuertes, mientras empujaba más cerca y más cerca del borde
del abismo. Cuando llegó, gritó su nombre, y pudo sentir sus músculos
contrayéndose alrededor de su pene. Su punto culminante fue la última
gota que lo empujó sobre el borde también. Disparó su semilla
profundamente en su vientre, sólo entonces recordó que no había
pensado en utilizar algún tipo de protección.

Disgustado consigo mismo, se sacó a sí mismo de su cuerpo y se fue 13


fuera del coche. Estaba demasiado avergonzado, y ni siquiera era capaz
de mirarla mientras tropezaba en la oscuridad, agarrando su ropa del
suelo. Estaba actuando como un adolescente caliente, y ella se merecía
algo mejor que eso. Cualquier mujer lo hacía.

—¿Ben? —hablaba en voz baja y vacilante, y casi ni la oyó.

Ante el sonido de su voz, sintió el dolor de su estupidez, incluso con


más intensidad.

—Lo siento. Esto fue un error —ni siquiera podía mirarla. Él


simplemente se fue.

En la parte de atrás de su coche, Liz sacó lentamente las rodillas contra


el pecho, doblando su cuerpo desnudo en una bola. Ella no entendía.
¿Qué demonios había pasado? Un momento estaban teniendo
relaciones sexuales, y al siguiente se había ido. ¿Qué había querido
decir cuando dijo que fue un error? Había visto la expresión de su cara
cuando se fue. ¿Estaba avergonzado de haberse acostado con ella?

Liz podía sentir las lágrimas en sus ojos, y con enojo, las obligó a
desaparecer. Ella no lloraría por Ben Anderson. Podía sentarse allí
desnuda, perdida y sola, o podía recogerse a sí misma, obtener un
vestido, y conducir a casa. Su elección fue clara.
Capítulo 4
Traducido por MoN_Sookie

Corregido por Neptbell

Liz se despertó de un sueño agitado con el sonido de la puerta de un


coche. Al mirar por la ventana, vio a un coche de policía de la unidad de
Ben. Gimiendo, se cubrió la cabeza con una almohada. Ella no podía
tratar con él aún. Ese hombre la puso en una montaña rusa emocional.
Ella no tenía la energía.
Sonó el timbre. Liz lo ignoró. Tal vez pensara que estaba fuera y
desapareciera.
—¡Lizzie! Sé que estás ahí dentro —o tal vez no. Ben seguía gritando a
través de la puerta—- En serio, Lizzie. Tu coche está aquí. Sé que estás
en casa. —Liz se quejó un poco de sí misma, pero se puso una bata y se
acercó a abrir la puerta. Tal vez si le hablaba, él se iría.
—¿Qué quieres? —preguntó, mientras abría la puerta. Ben estaba allí 14
de uniforme. Le tendió una bolsa de la farmacia local. Su expresión era
de dolor mientras la miraba. Por lo menos ahora parecía que podía
mirarla.
—Para ti —dijo con frialdad, entregándola la bolsa de la farmacia—. Lo
siento.
Ella la abrió y vio una píldora del día después en el interior.
—¿Qué es esto? —preguntó.
—Estaba fuera de control anoche. No estaba pensando sobre los
anticonceptivos.
—Está bien. Yo lo hice. Estoy tomando la píldora —le dijo ella.
—¿Estás con la píldora? —preguntó, sonando incrédulo.
—¿Qué, crees que tan pronto como te fuiste de mi vida, me hice célibe?
—se rió.
—¿Qué? No, por supuesto que no —parecía avergonzado, y ella sabía
que estaba mintiendo.
—¡Lo pensabas! —le acusó—. ¡Estás tan lleno de ello! Espera… ¿Por eso
te fuiste anoche? ¿Tú estabas preocupado por dejarme embarazada?
—He actuado precipitadamente, y no tenía forma de saber que no lo
había hecho —dijo secamente—. No debería haberme ido. He venido a
disculparme y rectificar la situación.
Diez años más tarde, se dijo a sí misma. Ni siquiera se había dado
cuenta de que ella expresó el pensamiento hasta que Ben le respondió.
—¿Qué quieres decir? —preguntó.
—Nada —dijo ella rápidamente, sacudiendo la cabeza—. Gracias por la
píldora. Hasta luego. Ella trató de cerrar la puerta, pero él la abrió. Se
volvió parar alejarse, pero él la agarró del brazo e hizo que se girara
para mirarlo.
—Lizzie, ¿qué quieres decir? —exigió.
—Yo estaba embarazada —suspiró, con un pequeño encogimiento de
hombros—. Cuando me dejaste, yo estaba embarazada.
—¿Tengo un hijo? —sus ojos parecían peligrosos, y sus manos la
agarraban con tanta fuerza que era doloroso.
—No —dijo ella en voz baja. El control sobre sus brazos se relajó,
mientras tomaba un respiro antes de continuar—. Perdí al bebé. El
doctor dijo que fue el estrés —ella cerró los ojos. Todos esos años
después y la memoria de su aborto involuntario todavía le dolía. 15
—¿Por qué no me lo dijiste? —había desaparecido el peligro en los ojos
de Ben. Todo lo que vio era un dolor que coincidía con el suyo propio.
—No quise que te sintieras atrapado —dijo con un encogimiento de
hombros impotente—. Yo tenía dieciocho años, y era estúpida y estaba
asustada. Todo lo que sabía era que quería que te quedases porque me
amabas, no por un cierto sentido deber u obligación. —Liz lo miró
nerviosa, mordiéndose el labio. ¿Cómo reaccionaría?
Durante unos momentos, no pudo hablar. Él simplemente se quedó
mirándola sorprendido. Estaba claro que nunca se le ocurrió que ella
podría haber estado embarazada.
—¿Cómo? —preguntó.
—Tuvimos un descuido, supongo. ¿Te acuerdas de cómo estábamos?
Cuando empezamos éramos muy cuidadosos, pero al final empezamos a
intentar adivinar si yo estaba ovulando.
—Eso fue una estupidez.
—Sí —ella estuvo de acuerdo—. Sí lo fue. Pero éramos niños.
—¿Qué habrías hecho? —preguntó—. ¿Sino hubieras abortado?
—Yo iba a tener el bebé —dijo con una sonrisa triste—. Mis padres
estaban furiosos pero prometieron ayudarme en lo que pudieran.
—¿Me lo hubieras dicho alguna vez?
—Con el tiempo —explicó—. Te fuiste, así que me iba a esperar hasta
que el bebé creciera un poco. Yo no tenía planificado mantener a
nuestro hijo en secreto para siempre. Es solo que, después de haber
perdido el bebé... supongo que no parecía haber ninguna razón para
decirte sobre el embarazo.
—Maldita sea —susurró.
—Lo siento. Sé que esto es mucho para procesar. —Lamentaba que se
lo hubiera escapado. No era algo que él necesitara saber.
Ella lo miró, en sus ojos de color verde oscuro veía la tristeza por la
pérdida del niño que él nunca supo que podría haber tenido, y ella
también vio compasión allí. Él la tomó en sus brazos y enterró la cabeza
en su pecho.
—Lo siento —dijo Ben. Le besó la parte superior de la cabeza—. No
deberías haber tenido que pasar por eso sola.
Ben y Liz pasaron la siguiente hora hablando hasta que ella tuvo que
irse a trabajar. Él le puso al corriente de su vida, y le explicó que se 16
había mudado de vuelta a casa porque su madre estaba enferma. Le
habló de su trabajo y le puso al día en la vida de algunos de sus viejos
amigos.
Liz había olvidado lo que era hablar con Ben. Había olvidado lo fácil que
era. Le hacía sentirse más ella misma de lo que nadie en el mundo
podía hacerlo. Por supuesto, había cambiado un poco. Él era un poco
más reservado, y también irradiaba una sensación de confianza que le
había faltado de adolescente. Al final del día, sin embargo, él seguía
siendo su Ben.
—Sé que te tienes que ir a trabajar, y yo también, pero siento que
todavía nos queda mucho más que hablar —dijo Liz cuando lo
acompañó hasta la puerta.
—Cena conmigo —sugirió Ben.
—Muy bien —coincidió Liz.
—Te recogeré a las 7:00.
Capítulo 5
Traducido por Júls

Corregido por Neptbell

A las 18.50, Liz estaba corriendo por su casa como una loca. Había
pasado mucho tiempo desde que había tenido una cita, y esta era
mucho más que una cita cualquiera. Generalmente, Liz era la clase de
mujer que solo se probaba un conjunto antes de salir de casa. Esta
noche, ella se probó nueve. Incluso había probado a ponerse algo de
maquillaje; se lo había dejado su hermana en su habitación. Se conocía
a sí misma lo suficiente como para saber que parte de su pánico venía
de querer que Ben supiera que había cometido el peor error de su vida,
y en parte porque ella seguía teniendo sentimientos por él. Por fin había
elegido un vestido cuando sonó el timbre.

Ben creía en la puntualidad. No quería hacer esperar a la gente, por lo


que se aseguró de estar en la puerta de Lizzie a las 18.55. Mientras 17
esperaba a que abriera la puerta, le echó un vistazo a la rosa que
sostenía y esperó no haber exagerado con su formalidad. Ella podía
estar esperando solo una cena en el restaurante local. Aun así, Ben
quiso llevar el gesto. En diez años, no había podido conocer a una
mujer que se pareciera a su Lizzie por su ingenio o su pasión, y sabía
que si tenía que rogar para conquistarla de vuelta, tenía que esquivar
todos los obstáculos.

Cuando Lizzie abrió la puerta, que era lo único que podía hacer para no
dejar que su mandíbula cayera. Llevaba un elegante vestido negro que
enfatizaba sus curvas, y un collar que él le compró en su primer
aniversario. Estaba hermosa. Había amado mirarla cuando estaban en
el instituto, pero ahora era una mujer. Había una fuerza y madurez en
ella que no había tenido entonces. En ese momento, deseaba con todas
sus fuerzas no haberse ido—que era sin duda su intención.

—Te ves increíble, Lizzie—la elogió, ofreciéndole la rosa. Ella la cogió.

—Gracias —dijo ella, sonriéndole—. ¡Tú te ves bastante bien! Entra.


Quiero ponerla en agua.

Él la siguió al interior de la casa y observó mientras encontraba un


jarrón para poner la rosa.
—Te acordaste —comentó ella con una sonrisa mientras llenaba el
jarrón de agua.

—¿Cómo podría olvidarlo? —Dijo con una sonrisa—. Sin embargo, no


estaba seguro de si seguirían siendo tus preferidas.

—Lo son —le aseguró—. Siempre amaré las rosas —dejó el jarrón sobre
su pequeña mesa en la cocina y lo admiró—. Gracias.

—De nada —él no podía dejar de sonreírle. Era tan hermosa.

Lizzie comenzó a caminar hacia él, cuando de repente se tambaleó. Se


movió para cogerla, pero antes de que cruzará la habitación, ella ya se
había estabilizado a sí misma.

—Perfecto —rió sin humor.

—¿Estás bien? —le preguntó, preocupado.

—El tacón del zapato se rompió. Supongo que eso es lo que me pasa por
usar tacones antiguos —ella retrocedió para sentarse en el sofá y se
inclinó para quitarse el zapato roto.

—Permíteme —dijo Ben, deteniéndola. Se arrodilló a sus pies y le


desabrochó la pequeña hebilla del zapato. Suavemente, guió su pie
18
fuera del complicado zapato de tiras. Una vez liberó su pie, no pudo
resistirse a besar suavemente su tobillo antes de pasar al otro pie.
Después de liberarla del zapato, besó la parte interior de la espinilla.

—Sabes, —dijo Lizzie, su voz sonando un poco sin aliento— de hecho,


creo que no tengo hambre esta noche.

—¿Mmm? —murmuró Ben, subiendo por su pierna para besar la


rodilla.

—Sí, yo… —se calló cuando Ben encontró su camino hacia el interior de
su muslo. Él la besó ahí. Sin decir una palabra, metió las manos debajo
de su vestido. Instintivamente, Lizzie levantó las caderas para que él
pudiera quitarle sus bragas de encaje negro. Descuidadamente, él las
tiró lejos y volvió a besar su muslo. Poco a poco, se fue moviendo más
cerca de su coño. Cuanto más se acercaba, más rápida se hacía su
respiración, hasta que finalmente llegó y sus piernas cayeron como
pétalos dándole acceso completo a su hermosa humedad.

Cuando la lengua de Ben comenzó a acariciar los labios inferiores,


Lizzie sintió el calor recorriéndola a través de sus venas. Trató de
mantenerse quieta mientras su hábil lengua bromeaba y la complacía.
No tardó mucho en retorcerse bajo sus cuidados, incapaz de formar un
pensamiento coherente. Lo único que sabía era que ella quería más.
Podía sentir sus manos en el interior de sus muslos obligándola a
permanecer inmóvil mientras él trabajaba su magia.

Ben definitivamente aprendió algo durante los últimos diez años. Lizzie
seguía sintiéndose casi al borde del orgasmo cuando él bajaría la
velocidad, alejándola del precipicio, dejando que su orgasmo se
construyera, pero no dejándola que llegará a este.

—Por favor, Ben —le rogó—. Tengo que… ¡Oh, Ben! —ella gritó su
nombre mientras se hacía añicos. Lizzie sintió las oleadas de su
orgasmo recorrerla. Se sintió totalmente relajada y, sin embargo,
completamente despierta. Mientras yacía en el sofá jadeando, Ben se
levantó y la tomó en brazos. Con mucho cuidado, la llevó a su
dormitorio. Mirando su rostro, Lizzie pudo observar la satisfacción
sobre sí mismo. Mientras la llevaba, ella se acercó y besó sus labios
hermosos. Ella pudo probarse a sí misma en ellos.

—Aun te amo —confesó.

—Yo también te amo, Lizzie. Siempre lo he hecho y siempre lo haré.


19

Fin
Próximo libro
Un correo electrónico inesperado
de Clarke reaviva los viejos
recuerdos de Beka, ¿será capaz
de resistirse a su deseo? ¿Clarke
todavía vale la pena después de
tantos años que incluso la
pusieron en contra de su
hermana Anne? Y que hay en la
cabeza de Clarke después de
todo, que le cambió… ¿tras
tantos años? Ha cambiado o
solo está fingiendo haberlo
hecho…

20
Sobre el autor
Danielle Lewis es un autor auto-publicista que ama escribir sobre los
diferentes sabores de la ficción erótica. Su mayor ventaja es su gran
imaginación. Ávida lectora desde la infancia, le gusta explorar los
diferentes colores de la sensualidad con sus personajes.

21
Traducido, corregido
y diseñado en:

22

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