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Ahora bien, ni los derechos naturales, ni los derechos humanos se conforman con ser
exigencias abstractas y efectiva en los ordenamientos jurídicos particulares y concretos
de las comunidades políticas existentes. Estas exigencias reclaman, por su misma
naturaleza, su positivización, es decir, la inclusión en los diferentes y disímiles
ordenamientos jurídicos vigentes, con la finalidad de reconocer y concretar estas
exigencias, para saber cómo y bajo qué condiciones pueden ser realizados en cada
situación particular y concreta, y cómo pueden ser mejor garantizados y protegidos.
Nos percatamos entonces de que determinado orden ideal, arraigado en la naturaleza del
hombre y de la sociedad humana, puede imponer exigencias morales, por doquier válidas
en el mundo de la experiencia, de la historia y del hecho, y crear, por igual para la
conciencia y para la ley escrita, el principio permanente y las normas primeras y
universales del derecho y del deber. A la vez comprendemos cómo la ley natural exige
ser completada, según la variedad de las circunstancias y los momentos, por las
disposiciones contingentes de la ley humana, y cómo la conciencia que los grupos
humanos logran tener de las obligaciones y de los derechos envueltos en la propia
ley natural, desarrollase lenta y trabajosamente, subordinada al grado de evolución del
grupo y, aunque sujeta a toda clase de oscurecimientos, a la postre progresa en el curso
de la historia, y nunca acabará de enriquecerse y precisarse.
El triunfo, en el siglo XIX, del positivismo jurídico sobre la doctrina de la ley natural, resulta
en una filosofía positivista de los derechos humanos en que sólo se reconozca al hecho
- o una filosofía idealista, o materialista, de la inmanencia absoluta - es incapaz de
establecer la existencia de derechos naturalmente inherentes al ser humano, anteriores y
superiores a las legislaciones escritas y a los acuerdos entre gobiernos, derechos que no
le incumbe a la comunidad civil el otorgar, sino el reconocer y sancionar como
universalmente valederos, y que ninguna consideración de utilidad social podría, ni
siquiera momentáneamente, abolir o autorizar su infracción.
Se considera que para que exista un derecho fundamental, con anterioridad debe existir
un derecho humano, por ende, un derecho fundamental es una garantía que brinda la
nación a todo individuo que está dentro de su límite territorial, que se ve regido por
una carta magna, y que dota de facultades que deben gozar plenamente todo
individuo dentro de un territorio nacional.
Se habla que la principal diferencia entre ambos derechos estriba en el territorio, ya que
en un derecho humano, su aplicación no se ve delimitada territorialmente, es así que una
de sus características principales es que son universales, sin limitación alguna. Por el
contrario, un derecho fundamental es aquellos que se encuentran plasmados en un
ordenamiento jurídico de un Estado en específico, con las limitaciones que la misma ley
otorga.
Esta distinción produce una serie de consecuencias en el orden interno de los Estados.
Entre otras consecuencias, la persistencia de esta distinción entre derechos
fundamentales y derechos humanos tiende a mermar el goce efectivo de los derechos
económicos, sociales y culturales”.
Un derecho subjetivo nace por una norma jurídica, que puede ser una ley o un
contrato, a través de un acuerdo de voluntades para que pueda hacerse efectivo
este derecho sobre otra persona determinada.
Clasificación:
También tienen alcances a la hora de asegurar la convivencia pacífica entre los hombres
que comparten y viven en el mismo territorio, en la obtención de justicia y de bienestar
social y de alcanzar el bien común. Nada ni nadie podrá violarlas y en tanto, es el estado
quien deberá salvaguardar que se respeten.
I. Todo individuo es igual ante la ley y que por caso no debe haber
distinciones en este sentido, además, deberá gozar de los derechos que
otorga la constitución
II. Prohibición de la esclavitud bajo todo punto de vista
III. Todos los ciudadanos tendrán los mismos derechos sin distinciones
IV. Prohibición de los títulos nobiliarios y de fueros.
V. Dentro de las garantías de libertad nos encontramos con estas tres
divisiones:
I. Derecho de petición
II. La detención de una persona por parte de las fuerzas de seguridad únicamente
con una orden judicial mediante y el derecho a recibir eficaz y efectivamente la
administración de justicia.
III. Por otro lado, estas también protegen a las personas de que no sean molestadas
en sus espacios privados sin que medie una justificación.
IV. Y finalmente las garantías que atañen a la propiedad sostienen que las tierras y
aguas dentro de una región corresponden al estado, quien tendrá el derecho de
transferir las mismas a particulares, daño paso a la propiedad privada
Cabe destacarse que en algunos lugares del mundo las garantías individuales pueden
quedar suspendidas cuando existen escenarios de ataque, invasión externa o cualquier
otro proceso que altere la paz. La decisión de la suspensión corre a cargo del Poder
Ejecutivo en ejercicio.